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Aporte biblio para Anna Freud

Psicoanálisis del niño (libro)

Otra fuente de historia del análisis infantil

https://www.centropsicoanaliticomadrid.com/publicaciones/revista/numero-
4/psicoanalisis-infantil-un-recorrido-historico/

Psicoanálisis infantil, un recorrido histórico


Desde los primeros escritos de Freud podemos rastrear su interés por los
diferentes aspectos de la vida del niño: su sexualidad, sus fantasmas, como
reconstruye su pasado, como se inicia su culpabilidad, su angustia y los
conflictos que esto le genera. Desde 1893- 95, los estudios en colaboración
con J. Breuer evocan por primera vez el papel patógeno de los traumatismos
infantiles en el terreno sexual. En la interpretación de los sueños (1900)
propone que el sueño es el guardián durmiente contras las excitaciones
externas e internas que reactualizan un deseo infantil inconsciente. Luego
analiza los sueños de deseos no realizados en niños pequeños. Y en 1905, con
Tres ensayos para una teoría sexual culmina el estudio de la sexualidad del
niño y del adolescente, con la descripción de su valor perverso polimorfo y las
etapas de la sexualidad.
Durante todo este periodo la observación de los niños, sus actitudes ante la
represión que ejercen las figuras de autoridad, la emergencia de su sexualidad,
es seguida con sumo interés por parte de Freud y de sus colaboradores,
reunidos en los encuentros que fueron denominados “sesiones de los miércoles
por la tarde”. Es ahí donde Max Graf, el padre de Herbert Graf, comenta las
vicisitudes del despertar sexual de su hijo, sus observaciones, y como él y su
esposa “habían convenido educar a su primer hijo con el mínimo de coherción,
sólo estrictamente el preciso para mantener las buenas costumbres”. Después
de dos años de observación el niño empieza a desarrollar una fobia y el
tratamiento aplicado para su curación va a ser el psicoanálisis. El padre,
discípulo y amigo de Freud va a ser el encargado de aplicarle el psicoanálisis
bajo la atenta supervisión de Freud. Esta circunstancia no era insólita en este
momento. Max Graf no era médico, no tenía experiencia, pero aun no existían
analistas infantiles, así que, contando con la colaboración de Freud, al que va
relatándole pormenorizadamente las ocurrencias de Herbert-Hans, se inicia el
primer psicoanálisis infantil, recogido posteriormente (1909) por Freud en
Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Es más, Freud concluía diciendo,
“solo la unión de la autoridad paterna y la autoridad médica en una sola
persona y la coincidencia del interés científico y del interés familiar hicieron
posible dar al médico analítico un empleo para el cual había sido inadecuado
en otras condiciones”.
La cura se llevo a cabo con la atenta escucha del discurso de un niño de cinco
años por parte de un analista (su padre) que buscaba la mayor neutralidad
posible, bajo la supervisión de Freud. Estaban incluidos los acontecimientos
cotidianos, los sueños, los recuerdos, se suscitaba asociaciones de ideas para
recordar lo olvidado y reconstruir los fantasmas originarios. El análisis de la
transferencia y las interpretaciones dadas en la transferencia permitían al niño
comprender su mundo interior y sus conflictos, para no necesitar la defensa de
la represión, ni expresarlos a través de los síntomas. Por todo esto el análisis
del pequeño Hans podría ser considerado como el primer psicoanálisis de la
historia, al menos así lo entienden C y P. Geismann, aunque otros autores,
como L. Grimberg, piensa que no puede ser conceptualizado ni como “análisis”,
ni como “infantil”, por las circunstancias especiales en que fue realizado el
trabajo, “ya que no se basó en la investigación del desarrollo de una relación
transferencial y se dio como proceso exclusivamente verbal. Desde ese punto
de vista, es más correcto tomarlo como una ayuda paterna psicoanalíticamente
orientada”. Añade Grimberg que aunque el historial de Juanito es de
inapreciable valor para el conocimiento y la comprensión de la sexualidad
infantil, deja sin resolver el arduo problema del abordaje directo del niño, la
posibilidad de comunicación con él, de lograr asociaciones libres y la duda
acerca de su capacidad o no de establecer una relación transferencial sobre la
cual se desarrolla el proceso analítico. Estas dudas siguen siendo motivo de
controversia y discusiones, así como lugar de fricción y confrontación de las
diferentes escuelas y analistas.
En cualquier caso parece que el tratamiento aplicado por su padre al pequeño
Hans dio buenos resultados y Herbert Graf dio testimonio de ello en diferentes
momentos de su vida, tanto en su presentación a Anna Freud en 1970, ya con
67 años y en su autobiografía, Memorias de un hombre invisible, con la que se
ofrece como una persona que se desarrolló saludablemente y con éxito.
El caso del pequeño Hans no fue el único. Fueron muchos los discípulos de
Freud que estudiaron y observaron concienzudamente a sus hijos y que
procedieron a psicoanalizarlos, siguiendo las instrucciones impartidas por el
maestro. Tal es el caso de C. G. Jung, que analiza a su pequeña hija Agathlí
de cuatro años, e intercambia correspondencia con Freud sobre los
descubrimientos de los que es testigo acerca de la curiosidad sexual de su hija,
y también de otros dos hijos suyos, llevado por su interés en el psicoanálisis
infantil. Jung forma a varias mujeres para que puedan trabajar como analistas
infantiles, entre ellas su propia esposa Emma Jung, Maria Moltzer, Sabina
Spielrein, Mira Oberholzer. Después de su ruptura con Freud en 1913, los
trabajos de Jung y colaboradores dejan de ser considerados ajustados al
psicoanálisis.
Animado también por las publicaciones sobre la observación de niños, en
Berlín Karl Abraham inicia el análisis de su hija Hilda que duró dos meses, y
de las observaciones y anotaciones que hiciera entonces tenemos noticia por
varios artículos publicados por Abraham y posteriormente por la biografía que
de él escribió su hija Hilda Abraham, convertida en analista didacta de la
Sociedad Británica. Abraham tenía entre su clientela tanto a adultos como a
niños, no encontrando ningún inconveniente práctico, ni teórico en analizar a
niños, incluso animaba a sus analizados y discípulos a que realizaran esta
tarea, como es el caso de M. Klein con el análisis de su hijo pequeño.
En cualquier caso surgían serias dudas y discusiones acerca de la
conveniencia de analizar a niños por lo que suponía de levantar represiones
que podían convertir al infantil paciente en un ser descarriado, sujeto a unas
pasiones irrefrenables. En este sentido empieza a tomar interés el combinar la
cura psicoanalítica con una educación sexual y psicoanalítica, de forma que,
como O. Pfister afirmaba (1908), no se trata de liberar la sexualidad, sino de
sustituir una represión inconsciente, y por lo tanto provocadora de conflictos y
síntomas, en una represión consciente, al servicio de la personalidad moral.
El interés que Freud tenía en la observación del juego de los niños está patente
en Más allá del principio del placer. Es ahí donde recoge cómo su nieto le
revela la importancia del juego en la búsqueda del placer y la defensa contra el
displacer. Además el juego va a aparecer como una técnica que el ser humano
utiliza para establecer una economía psíquica que corrige las angustias de
pérdida de objeto, y como consecuencia, las tendencias depresivas. A la vez
que testimonia el aprendizaje progresivo de la distinción entre objeto interno y
externo. Con el juego del carretel, y la expresión gozosa del niño, mientras
exclamaba “fort” “da”, Freud observa como repitiendo su doble gesto de
desaparición y aparición del objeto, el niño pasaba de un estado pasivo en el
que experimentaba el acontecimiento, a una independencia activa, gracias a la
cual decidía la marcha y el retorno del objeto
, y así podía vengarse del abandono de la madre. La tendencia a la repetición
de lo reprimido y el deseo de dominio, como factores esenciales en la actividad
lúdica del niño, fueron posteriormente, utilizados en la práctica psicoanalítica
del juego con el niño.
La pionera del psicoanálisis infantil fue sin duda Hermine Hug-Hellmuth,
nacida en Viena en 1871, aunque fue silenciada y olvidada, apenas citada,
hasta 1974 que fue publicado su texto sobre técnica de análisis infantil. Los
motivos de este silenciamiento no son solo debido a las resistencia general
hacia el psicoanálisis infantil, una serie de acontecimientos desgraciados
potenciaron su olvido. Mujer luchadora y estudiosa, pudo doctorarse en la
Universidad de Viena, llevar un análisis largo e intenso y ejercer tanto su labor
pedagógica como analítica. También ella observa a los niños, y el más próximo
a ella será su sobrino Rolf, muchacho conflictivo desde la niñez que fue
atendido por diversos analistas y en diferentes instituciones.
La actividad de Hug-Hellmuth fue notable, participaba en las actividades de la
sociedad psicoanalítica vienesa, en congresos, publicaciones, libros. Su obra
es amplia y rigurosa. En ella desarrollará una teoría del psicoanálisis infantil
según la cual el juego es uno de los medios que emplea el análisis. En su
artículo A propósito de la técnica del análisis infantil, habla de lo que en común
tiene el análisis del niño y del adulto, la recuperación de la salud mental, el
restablecimiento del equilibrio psíquico perdido a causa de impresiones
conocidas y también desconocidas, por nosotros. Ella dice que el análisis de
los niños es análisis constante del carácter y educación. No habla de una
psicología educativa, ni de consejos educativos, sino de un verdadero
psicoanálisis que tome en cuenta las necesidades educativas. Aquí ya está en
cuestión la dualidad educación/ psicoanálisis que va a ser el eje de las
controversias posteriores entre diferentes escuelas, representadas de manera
más significativa por la polémica A. Freud y M. Klein.
El método que explica Hug-Hellmuth contiene el germen de lo que
posteriormente va a consistir en esencia el análisis infantil; marco, método,
transferencia negativa y positiva, interpretación, resistencias y el problema de
los padres. En relación a ellos, anuncia las dificultades que van a aparecer en
el tratamiento y la paciencia y explicaciones que hay que ofrecerles. Además
es comprensiva con la difícil tarea de ser padres, e incluso habla de que si los
padres se sometieran a un análisis antes que el niño, menos niños necesitarían
análisis.
La tenaz y profunda labor realizada por Hug-Hellmuth fue fatalmente truncada
por su muerte, llevada a cabo a manos de su sobrino Rolf cuando
presuntamente intentaba robarla. El escándalo del que fue objeto el
psicoanálisis, al que se consideraba impulsor, o por lo menos responsable, de
la degeneración del joven, no se hizo esperar. Los detractores del psicoanálisis
aprovecharon la ocasión para atacar con saña a los psicoanalistas que
destapaban los impulsos reprimidos en los niños y jóvenes, creando pequeñas
bestezuelas capaces de cualquier maldad. El psicoanálisis fue declarado
culpable, incluso algún periódico hablaba de la alerta ante la invasión de
psicoanálisis infantil. Después de estos acontecimientos que sacudieron
íntimamente a los psicoanalistas, aunque se expresó el reconocimiento que se
debía a su obra, pionera indiscutible del análisis infantil, Hug Hellmuth fue
prácticamente olvidada, e incluso ninguna de las otras dos grandes figuras A.
Freud y M. Klein, reconocieron su innegable aportación e innovaciones, y
ambas se consideraron con méritos de iniciadoras de teorías, incluso aunque
en ocasiones fuera imitada, sin ser citada. Para algunos autores, conocedores
en profundidad de su obra Hug-Hellmuth fue innegablemente la pionera del
psicoanálisis infantil, poniendo, con sus aportaciones, todas las bases que
hicieron posible la creación del mismo. Su obra actualmente está siendo
reexaminada por lo que aún hoy contiene de valioso.
Formada y analizada por su padre, Anna Freud inicia su labor como
psicoanalista, con una base profundamente pedagógica, fruto de sus estudios
como maestra y el ejercicio de la profesión de magisterio. Dado que ella es
nombrada miembro de la Sociedad psicoanalista de Viena en 1922 y que por
aquel entonces era imposible la práctica del psicoanálisis a los no médicos.
Anna Freud se convierte oficialmente en psicoanalista infantil. Ambas
cuestiones, la formación de psicoanalistas infantiles y el reconocimiento del
análisis profano van a ser punto de interés a lo largo de toda la vida.
A lo largo de los años Anna Freud se interesó por el papel de los padres y de
los educadores en la formación del niño y en su contribución, con actitudes
inadecuadas, al desarrollo de la neurosis. Es por esto que propiciaba una
educación de los niños, una formación psicoanalítica que comprendiera cuáles
eran los medios más adecuados y menos cohercitivos para ellos, “cual es para
cada edad la dosis adecuada de satisfacción permitida y las limitaciones
impuestas a la vida pulsional”. Guiada por este espíritu funda varias escuelas
para niños abandonados o perturbados, y es en estas escuelas donde los
maestros, versados en la teoría psicoanalítica, podrían hacer más saludables a
los niños.
Anna Freud hace una exhaustiva observación de los niños en las escuelas y
hospitales donde asistió, en su consulta, siguiendo la tendencia de observar a
los niños ya iniciada en las reuniones de los miércoles. Ella contribuyó a crear
lo que fue luego una psicología psicoanalítica infantil, e interpretar dos tipos de
datos, los de las observaciones directas y los que provenían de las
reconstrucciones operadas en los adultos. Pero dentro de los primeros había
que insistir en la diferencia entre lo observado y las pulsiones ocultas, las
manifestaciones inconscientes. De esta manera el juego de los niños se
convirtió en fuente de información para relacionar cada elemento con la
manifestación pulsional específica que lo causó, para poder sacar conclusiones
inmediatas. La observación de los niños luego continuó en Londres, el la
Hampstead Clinic, y así se podría sacar conclusiones al confrontar el
comportamiento de los niños con las hipótesis analíticas existentes sobre las
tendencias ocultas de la vida mental.
Su obra Psicoanálisis del niño publicada en 1927 recupera una serie de
conferencias pronunciadas en el Instituto psicoanalítico de Viena en 1926 con
el título Introducción a la técnica psicoanalítica infantil, y se puede considerar
uno de los primeros intentos de sistematizar un método de análisis de niños.
Ahí presenta los puntos fundamentales de su técnica: la necesidad de una fase
preparatoria, por la necesidad de suscitar en él una conciencia de enfermedad
y estrechar unos lazos que ganen el afecto del niño y sustraerlo de las
influencias desfavorables.
En cuanto a los medios técnicos ella cuenta con el análisis de sueños,
ensoñaciones y el análisis de los dibujos. El juego está muy restringido, pero en
los sueños el contenido manifiesto y latente son casi iguales. Tanto las
situaciones placenteras como dolorosas pueden ser elaboradas en los sueños,
incluso en niños de corta edad. Para ella es, sin disfraz, realización de deseos.
En niños más grandes, con un superyo más estructurado funciona la
elaboración onírica. También como parte de la técnica sugiere asociaciones
sobre el material de ensueños diurnos, y fuerza fantasías asociadas a ellos.
Referente a la transferencia, Anna Freud considera que los niños no pueden
desarrollar una neurosis de transferencia, porque sus primitivos objetos de
amor, los padres, están vivos y ejerce una influencia en la realidad y no sólo en
la fantasía, como en el adulto neurótico. Como resultado hay que conseguir
que exista una transferencia positiva. El analista infantil no puede ser una
sombra como con el adulto.
Con respecto a la labor educativa, al considerar el superyo del niño en proceso
de formación el analista tiene que reemplazar durante toda la duración del
análisis el yo ideal del niño. Por todo esto ella es muy reservada en cuanto a
las indicaciones del análisis infantil, recomendando prudentemente que se
aplique sólo a niños cuyos padres sean analistas o tengan una preparación en
psicoanálisis.
En el X Congreso internacional de psicoanálisis de Innsbruck, en 1927, un año
después de la publicación de un libro, coincide con M. Klein que lee su
importante y definitorio artículo Symposium sobre análisis infantil, en el que de
una manera rigurosa y sistemática va argumentando sus puntos de vista y
diferencias con A. Freud, divergencia que estallan quince años más tarde en
las célebres Controversias.
M. Klein se había psicoanalizado con S. Ferenczi y K. Abraham y ambos, que
tenían puestas sus esperanzas en el psicoanálisis infantil, supieron ver en ella
la sutileza y habilidad para entender y observar a los niños. Esto, unido también
a su no formación médica, la hacia apta para dedicarse cada vez con mayor
afán y profundidad al análisis de niños. Ella, como tantos otros, tuvo a su tercer
hijo, Erich, como primer paciente, y le sirvió, con el seudónimo de Fritz, de
material para varios de sus primeros artículos.
Las divergencias con A. Freud en lo que respecta a la teoría y sus
consecuencias en la técnica del análisis de niños son numerosas. Klein
considera posible y necesario explorar el complejo de Edipo, no hay que
ejercer una acción educativa, como no es necesario ni aconsejable un periodo
de preparación que facilite la transferencia positiva.
Para Klein el niño de dos ó tres años ha dejado atrás la parte más importante
de su desarrollo y de la formación de su estructura psíquica. La forma en la que
el niño se comunica con los demás, está mediatizado por la manera como haya
introyectado las imágenes y cómo se han conformado dentro de él los objetos
internos.
En la técnica M. Klein reemplaza las asociaciones verbales del adulto por el
juego de los niños encontrando que en el juego el niño usa los mismos medios
de expresión filogenéticamente arcaicos, el mismo lenguaje que en los sueños.
Detrás de toda actividad lúdica hay un proceso de descarga de fantasías
masturbatorias que operan con un continuo impulso a jugar, con el mismo
mecanismo de la compulsión a la repetición. Hay que analizar todos los
elementos del juego en conexión con los sentimientos de culpa,
interpretándolos hasta el menor detalle. Además lo que el niño habla mientras
juega tiene el valor de asociaciones. Después de una interpretación es fácil
observar el cambio del juego en el niño como efecto de la misma, a la vez que
aumenta el placer en el juego, disminuye su ansiedad y se afianza la relación
analítica. En el juego el niño expresa sus fantasías inconscientes reprimidas, y
también permite el análisis de la situación de transferencia y resistencia, la
supresión de la amnesia infantil y de los efectos de la represión, hasta el
descubrimiento y análisis de la escena primaria.
La secuencia que sigue M. Klein es la siguiente: primero se interpreta la
angustia inconsciente y luego las defensas que lo provocan. En un segundo
momento se destaca el carácter transferencial de esa angustia y se la vincula
con su prototipo. La angustia no está basada en un peligro real sino en una
fantasía. En tercer lugar la interpretación completa de la angustia se vincula
con las pulsiones hostiles contra la madre y el padre, surgidas de la forma
positiva y negativa del complejo de Edipo.
Con respeto a la transferencia Klein difiere de A. Freud ya que considera que el
niño transfiere al analista los mimos impulsos amorosos y hostiles que
originariamente se dirigen a los padres. Klein interpreta desde el comienzo la
transferencia negativa y adapta en su totalidad el método analítico de los
adultos al psicoanálisis al de los niños, aunque considera que la técnica de
juego debe ser completada con la expresión hablada del paciente, sobre todo
en niños en el periodo de latencia y pubertad, de manera que el paciente
emplea el máximo de lenguaje, ya que la expresión oral significa una mayor
adaptación a la realidad.
Klein fue invitada por E. Jones a Inglaterra, y luego de un tiempo de
introducción se instala allí definitivamente. La rotundidad de sus afirmaciones,
su espíritu innovador y luchador y la importancia de sus descubrimientos pronto
hicieron que se rodeara de un numeroso grupo de adeptos y colaboradores que
a su vez, con las observaciones que realizaban en el análisis de niños,
contribuían a expandir y fomentar las teorías kleinianas. Posteriormente, con la
llegada de los analistas de la escuela de Viena a Londres, motivada
esencialmente por el conflicto bélico que se desarrollaba en Centro Europa, las
disidencias y discusiones entre las dos teorías, la aportada por Klein y por A.
Freud, se hacen más intensa.
Klein tiene que defender sus posturas, subrayando que sus planteamientos no
se alejan de los descubrimientos de S. Freud, sino que se fundan en los
mismos principios y los abundan. Los conceptos que son cuestionados se
refieren a la existencia de un psiquismo precoz, capaz de establecer relaciones
de objeto y de mecanismos de defensa tales como introyección y proyección,
de formas pregenitales del Complejo de Edipo y de un Superyó precoz, que no
es el heredero del complejo de Edipo, sino constitutivo del Edipo prematuro. El
descubrimiento de una posición depresiva y la existencia de una neurosis
infantil en el niño desde los 6 meses, resultante de la elaboración de una
angustia psicótica. Importancia del instinto de muerte, y su replanteamiento de
la sexualidad femenina, con identidad propia.
Las Controversias, nombre con el que se designó las discusiones que tenían
lugar para estudiar y debatir los textos de ambas autoras, se convirtió entre
otras cosas, en una lucha por el poder y por la formación de candidatos en la
Sociedad Psicoanalítica Británica. Es sorprendente, como subrayan algunos
autores, la atmósfera de intransigencia, incluso de sospecha recíproca que
envolvió a los dos grupos y aunque las Controversias surgieron con el ánimo
de discutir y contrastar dos teorías y dos modelos diferentes, parece que la
finalidad era comprobar que el trabajo de Klein no podía considerarse analítico,
llegando el caso de no estar dispuestas a ceder, reflexionar y muchos menos
corregir algunos de sus puntos de vista. El Grupo Anafreudiana se consideraba
el legitimista, y el kleiniano intentaba convencer de que su postura era aún más
freudiana y ortodoxa.
Concluyen las Controversias en 1944, y aunque los seguidores de Ana Freud
no estaban en el Comité de Formación, se buscó posteriormente una solución
que satisficiera a las partes, quedando la Institución dividida en tres grupos,
liderados por A. Freud, y M. Klein respectivamente y el tercero, denominado
Middle Group o de los independientes. Gracias a esta maniobra no se
escindiría ni disolvería la Sociedad Británica.
Posteriormente A. Freud queda ligada a la Hampstead Clinic y más tarde
difundiría sus ideas en los Estados Unidos, arropada por un grupo numeroso
de psicoanalistas vieneses afincados allí; mientras que M. Klein es ignorada,
incluso censurada y criticada, hasta que se instaló allí Bion abriendo
nuevamente las polémicas en torno a ella y con referencia a A. Freud.
A Freud trabajó con Dorothy Burlinghan en la fundación de una “nursery”
dedicada al cuidado de niños pequeños en tiempos de guerra. Allí se ofrecía a
los niños la posibilidad de contar con una persona de referencia estable, una
madre de sustitución, e incluso, un padre sustituto, dando formación adecuada
a las personas que iban a tratar con los niños.
En la Clínica Hampstead, donde desarrollaba su trabajo, se prestaba atención
tanto a los niños como a sus padres, tanto en forma de tratamientos como de
consejos y orientaciones. A pesar de sus esfuerzos no hay un reconocimiento
oficial, avalado por la I.P.A. que considere al análisis infantil y a su formación,
con la misma categoría que el análisis de adultos. Y es en Viena, en 1970
cuando las propuestas de A. Freud se hacen más claras y taxativas. El análisis
de niños no es una subespecialidad del análisis de adultos y aunque haya
múltiples resistencia a considerarlo con la misma entidad, tiene un estatus y
una organización que requieren un reconocimiento oficial, y pide a la I.P.A. que
reconozca y promueva una formación analítica que incluya la formación del
análisis infantil para todos o que acepte la independencia del psicoanálisis
infantil, igual que el del adulto. Las discusiones, aunque fructíferas y con
interlocutores como A. Segel, Diatkine, Levobici, Lampl de Groot y Kestemberg,
no consiguen el reconocimiento por parte de la I.P.A. de una formación
específica y un estatus de psicoanalistas infantiles.
Fueron muchos los analistas que formaron parte de ambos grupos
irreconciliables, del lado de A. Freud, conocida como la escuela vienesa, se
encuentra entre otras Anny Katan, Tola Rank, que introdujo el análisis infantil
en Boston donde fue analista didacta; Dorothy Burlingham que publica en 1935
un artículo donde estudia las relaciones del analista con los padres y descubre
los posibles tipos de madre y las consecuencias para el tratamiento de los
niños.
En torno a Klein podemos destacar a Paula Heimann con la que Klein estuvo
muy unida hasta que por motivos personales y teóricos (Klein no estuvo de
acuerdo con el planteamiento de Heimann en su artículo Sobre la
contratansferencia, a la vez que Heimann disiente de Klein en Envidia y
Gratitud).
Joan Riviére, didacta muy activa en la Sociedad Psicoanalítica Británica, jugó
un papel muy importante en la venida de Klein a Inglaterra y colaboró
eficazmente en las Controversias, con presentación de artículos decisivos.
Participó en la publicación del libro Desarrollos en Psicoanálisis de M. Klein.
Susan Isaacs, pedagoga y psicóloga, fue pionera en Inglaterra en el estudio
del desarrollo del niño. También, junto con Joan Rivière participó activamente
en las Controversias y publicó el artículo Naturaleza y función de la fantasía,
obra de una gran transcendencia en el pensamiento kleiniano.
En medio de las disputas y discusiones que surgen en torno a Klein y A. Freud,
y como máximo representante del grupo.
Independientemente se encuentra D. W. Winnicott.figura de una talla
excepcional y de una creatividad única, supo conservar siempre su
independencia tanto de juicio y crítica, como de teoría. De su papel como
mediador y árbitro entre ambas en los periodos durante los cuales fue
presidente de la Asociación, son fiel reflejo las cartas que dirigió tanto a A.
Freud como a M. Klein y a otros miembros del Comité de Formación, recogidas
y recopiladas en el libro “El gesto Espontáneo”. La aproximación de Winnicott al
psicoanálisis se inicia después de haberse formado como médico pediatra,
trabajo que practicó durante toda su vida y que le permitió llegar a tener una
experiencia clínica con niños por el hecho de haber atendido a muchos miles
durante su práctica en el Paddington Green Hospital, trabajo que mantuvo
hasta el final de su vida.
La obra de Winnicott es inmensa, y se encuentra repartida en diferentes
volúmenes que recogen toda su aportación a la teoría y a la técnica analítica.
Su capacidad de observación del niño, la sutileza de sus descripciones, la
calidad de sus afirmaciones y la creatividad de sus aportaciones hacen de él un
personaje irrepetible.
Los temas que más le interesan y a los que dedicó más atención son, el
desarrollo del ser humano, desde el estado de dependencia absoluta al de
dependencia relativa y posteriormente de independencia. La teoría de los
instintos, introduciendo nuevas ideas sobre agresividad, sin propósito
destructivo. Su teoría del objeto: donde especifica el paso desde el objeto
subjetivo al objeto percibido objetivamente. El concepto de objetos y
fenómenos transicionales, desarrollados en esa zona intermedia y potencial,
donde se desarrollará más tarde la creatividad y la cultura, zona de juego y
fuente de sublimación. La teoría del self verdadero y self falso. Sus conceptos
teóricos acerca del encuadre en la situación analítica y la relación que tiene,
como ambiente facilitador, con el papel de la madre suficientemente buena,
capaz de contener y sostener al niño en crecimiento.
En cuanto a la técnica del análisis de niños, su forma de entrar en contacto con
ellos en esa zona potencial a través del juego sin reglas, el squiggle games,
nos permite observar la agudeza, creatividad y ternura con la que Winnicott se
acercaba a cada uno de sus pequeños pacientes.
Su obra es muy conocida y extendida porque fue ampliamente divulgada, ya en
su origen en forma de charlas, conferencias, incluso su propio programa de
radio en la BBC. Posteriormente su obra ha sido muy difundida por su albacea
testamentario y discípulo M. Khan y su esposa, también analista Claire
Winnicott. Entre otros analistas que se han inspirado y revisado su obra, se
encuentran A. Green y R. Rodulfo.
Dentro de la tradición de la Escuela Kleiniana destacamos la labor, aunque no
solo como analista infantil, de Betty Joseph, Donald Meltzer, sobre todo por sus
aportaciones al análisis del autismo infantil. Esther Bick y su concepto de objeto
piel como contenedor de las angustias infantiles psicóticas, y también con la
observación a lactantes y la revalorización de la importancia de los factores del
mundo externo en el desarrollo del niño. También observa los patrones de
conducta sobre la base de los modelos del vínculo materno-infantil, que luego
se recrean en la transferencia. Frances Tustin, en su trabajo sobre objetos y
fenómenos autistas que también pueden manifestarse en el tratamiento con
pacientes neuróticos.
Dentro de los pioneros del pensamiento del psicoanálisis infantil, desarrollando
su labor en los primeros tiempos y aunque menos difundidas, no nos podemos
olvidar de Eugenia Sokolnicka nacida en Varsovia en 1884. De raíces judías,
estudia en Francia con Janet, alumno de Charcot y luego en Suiza donde
conoce a Jung. Posteriormente va a Viena donde se analiza con Freud. Desde
1914 es invitada a las sesiones de los miércoles. Posteriormente, se analiza
durante un tiempo con Ferenczi, que intercambia información con Freud sobre
ella, ya que al parecer le super
visó un caso, dado que era una paciente difícil, irritable, que se enfrentaba
frecuentemente. A pesar de todo Freud la recomienda en París en 1921. Allí
analizó a R. Lafforgue, quien posteriormente la apoyó. En 1926 funda la
Sociedad Psicoanalítica de París. Su trágica muerte en 1934, después de una
depresión y su apartamiento de la docencia, hizo que fuera relegada de la
escena psicoanalítica. En 1920 publica “Análisis de un caso de neurosis
obsesiva infantil” (después del de H. Von Hug- Hellmuth, contemporáneo a los
de Klein,y antes que los de A. Freud). Es uno de los primeros análisis de niños
publicados. Es un caso de fobia al tacto con rituales muy severos. La cura
analítica se apoya en la transferencia como eje del análisis, pero no utilizó el
juego, sino la verbalización y basado en un lazo afectivo con el niño. Hace
interpretaciones de la angustia de castración y sobre la sexualidad. Incluso
recurre a técnica activa siguiendo el modelo preconizado por su maestro
Ferenczi.
Sophie Morgenstern nace en Polonia, en Grodno 1875, estudia medicina en
Zurich y trabaja con Bleuler. Llega a Francia en 1924 en contacto con E.
Sokolnicka con quien se analizó. Vivió y trabajó en París, en la Salpêtrière
hasta su muerte. En 1937 publica “Psicoanálisis infantil”. Es reconocida como
una de las pioneras del análisis infantil, y en la utilización de la técnica
particular del dibujo. Se suicidó al día siguiente de la entrada de los alemanes
en París.
Conocedora en profundidad de la obra de Freud, estaba bastante de acuerdo
con el planteamiento de A. Freud acerca de la estructura psíquica y de la
función del superyo. También como ella piensa que sólo se debe aplicar el
psicoanálisis a los niños neuróticos, en esto disiente de Klein, y también en
cuanto a la técnica a utilizar en los niños. Incide mucho en la toma de contacto
con el niño en la cura, facilitándole la creación de la transferencia positiva.
Piensa también, como Ana Freud que el inconsciente en el niño es más
próximo y actual y el camino que lleva a su origen es menos complicado.
El rol de los padres es importante en el trabajo de los niños, sobre todo por la
inmadurez del superyo, incluso juzga oportuno practicar, en algunos casos, un
psicoanálisis a los padres.
Como técnica usa el dibujo, el juego y los sueños. Ella cree que el conflicto
interior inspira realizaciones artísticas y permite acceder a los conflictos
inconscientes.
Relata el caso de un niño de 10 años que presentaba desde hacía dos un
mutismo persistente. El niño se comunicaba a través del dibujo, generalmente
de animales enormes y amenazantes. Repite el dibujo de un lobo con la lengua
fuera. Ella se lo interpreta como un desplazamiento de un temor a su padre, y
de su angustia de castración, siendo su síntoma –el mutismo- la expresión de
la angustia. El caso fue un éxito y el niño recuperó el habla. A partir de
entonces aplicó el dibujo en los tratamientos y lo sustituye por la asociación
libre.
El juego es el medio más eficaz para penetrar en el inconsciente infantil.
Interpreta el juego solo cuando el niño está preparado para ello.
Cree que un conocimiento y explicación de la vida instintiva es de gran ayuda
para los conflictos neuróticos y que los padres saldrían beneficiados de tener
una guía útil sobre sus hijos para ayudarlos en la educación.
Fue una de las primeras psicoanalistas que en Francia practicaron el análisis
de niños. Tiene bastantes publicaciones de artículos y un libro. Fue
continuadora de Freud y de A. Freud, una de sus alumnas fue François Dolto.
Mlle. Rampert propone una nueva técnica: un teatro de títeres con personajes
típicos: madre, tía, institutriz, padre, médico, etc. Trajes para representar al
policía, al diablo, etc. Así el niño evidencia conflictos y situaciones que
difícilmente expresaría hablando y permite que satisfaga fantasías sádicas y
masoquistas.
Sin embargo este método no era válido para niños muy inhibidos, ni para niños
muy pequeños. Además los personajes eran claramente sustitutos de los
padres reales y ponen al niño en un situación difícil para expresar sus
conflictos, que no eran interpretados, ni por tanto elaborados.
René Spitz es uno de los representantes de la tendencia genetista dentro del
psicoanálisis infantil, para el cual la relación objetal es consecuencia del vínculo
evolutivo que une al hijo con su madre y es precisamente esta relación el motor
de la construcción del psiquismo, Spitz se apoya en los estudios de la
psicología genética. En su libro “El primer año de la vida del niño”, relata con
precisión meticulosa sus investigaciones basadas en la observación de bebes.
Sus descubrimientos sobre los tres organizadores del psiquismo, la sonrisa
como representante del rostro de la madre, la angustia en el octavo mes, y la
aparición del gesto de negación, son fruto de esta larga experiencia. También
es conocido su concepto de hospitalismo y la noción de depresión anaclíctica.
M. Mahler provenía de Viena, donde realizó su formación con A. Freud y
Ferenczi, y se asentó posteriormente en Nueva York, influyendo notoriamente
en el acercamiento psicoanalítico del niño en Estados Unidos. Ella descubre
como en el proceso de separación/individualización por el que ha de pasar el
niño con respecto a la figura materna, existe una serie de fases que van desde
la autística normal, pasando por la simbiótica, para que pueda darse
posteriormente el proceso de separación, exploración del entorno, vuelta a la
madre y toma de conciencia de la separación para poder entrar en el campo
del lenguaje y de la representación simbólica. Las aportaciones al estudio del
autismo, entendido como un déficit en la utilización intrapsíquica que hace el
niño de su partener maternal durante la fase simbiótica, y las técnicas
empleadas para el tratamiento de las psicosis infantiles, tanto autistas como
simbióticas, proporcionaron herramientas muy útiles para el abordaje
terapéutico de patologías severas en la infancia.
E. Erickson. También emigra a Estados Unidos y ejerció durante muchos años
como psicoanalista infantil. El desarrolló muy ampliamente el concepto de
identidad y su formación en el individuo. Para él, en todo ser humano están en
juego tres aspectos: lo somático, lo psíquico y lo social; y estos no pueden ser
estudiados separadamente, sino como partes de un mismo proceso, por el cual
se adquiere la identidad. Cada aspecto aclara, interviene, condiciona y explica
lo que ocurre en el otro. De esta manera se tiene una visión más amplia del
conflicto y este se torna más inteligible y explicable. En la clínica, Erickson
intenta un abordaje que incluya la colaboración de la familia y de otros
profesionales, como pediatras o maestros, que coadyuven a la integración de
los diferentes aspectos que constituyen la identidad del niño, puesta en peligro
por la falla de alguno de ellos.
Bruno Bettelheim fue otro de los vieneses que se afincaron en el continente
americano. Desde el principio se interesó por los niños aquejados de autismo
infantil, decidiendo, en alguna ocasión, acoger a niños en su propio hogar.
Internado en un campo de concentración en su juventud, bajo el dominio de los
Nazis, él relacionó su interés en trabajar con niños autistas con el sentimiento
de culpa que acompaña a las personas que lograron sobrevivir a
la reclusión en los campos de concentración. Durante muchos años dirigió una
Institución encargada de acoger a niños psicóticos, y en ella aplicó los
principios del psicoanálisis infantil, más cercano a las teorías de A. Freud y
partidario de la existencia de una relación entre el bebe y su madre que
funciona desde el inicio. En el autista existe una imposibilidad para pensar
verbalmente, basada por un lado en una disposición constitucional y también a
sucesos traumáticos muy precoces. Su experiencia en el campo de
concentración permitió a Bettelheim comparar el estado de “situación extrema”
que sufrían los encarcelados, con los del niño autista, preso de ninguna
esperanza.
El psicoanálisis infantil tuvo una amplia difusión en Argentina, sobre todo de la
mano de Arminda Aberastury que a su vez impulsó la obra de Melanie Klein
entre los psicoanalistas argentinos. A. Aberastury fue la pionera y además la
promotora de formación para analistas jóvenes. Su trabajo se extendió a la
creación de grupos de estudios en colaboración con pediatras y odontólogos,
además de la creación de grupos de padres y de orientación a otros
profesionales relacionados con la infancia. Con respecto a esto, Silvia I.
Fendrick llega a afirmar sobre los grupos de madre que realizaba A. Aberastury
que constata las mismas contradicciones en que incurrió Klein: la distancia
entre sus postulados oficiales en los que el mundo fantasmático del niño no
guardaba relación con ninguna causa exterior y su secreta convicción en la
responsabilidad de los padres, más aún de las madres, en las dificultades de
los hijos. También se interesó por explicar y aplicar la técnica psicoanalítica, y
considera, al igual que M. Klein, que lo único que puede hacer consciente lo
inconsciente es la palabra, para lo cual el objetivo en el tratamiento es la
interpretación.
El movimiento psicoanalítico en Argentina ha sido muy fructífero, y los grupos
de formación aunque no forman en exclusividad a analistas infantiles, si se
incluye esta enseñanza en una parte de la formación, y en muchos de los
Hospitales Públicos se ha impartido formación y aplicado tratamiento
psicoanalítico para los jóvenes pacientes.
En Francia François Doltó ha sido considerada como una figura mítica dentro
del psicoanálisis infantil, aunque para algunos autores se limitara a hacer
psicoterapia psicoanalítica en lugar de psicoanálisis. Ella parte de la necesaria
y estructurante relación de la madre y el bebe, la diada, desde donde el sujeto
se humaniza a través de la palabra, con la que la madre da sentido al cuerpo y
a las sensaciones del bebe. Pero esta diada es estructurante solo si la madre
tienen en mente al padre, para que el bebé no quede aprisionado en la
complacencia del deseo materno. Su función también es la de realizar las
castraciones simbolígenas, que inician, liberan y permiten sublimar,
significando además el paso para una mejor autonomía.
F. Doltó prestaba gran atención al entorno familiar y dabe gran importancia a
las entrevistas preliminares, para averiguar quien es el que sufre, la dinámica
familiar, el lugar del niño en el narcisismo de los padres, el entramado madre-
infans, el contexto y la lengua hablada para ver el significado del niño en la
economía psíquica de la madre. A veces realizaba “entrevistas terapéuticas” al
modo como fueron concebidas y realizadas por D. W. Winnicott.
Dirigió y creó la institución “La casa verde”, lugar de atención de niños y
madres, recuperando algunas de las primeras ideas de A. Freud. En sus
últimos años se dedicó ampliamente a la divulgación de las ideas del
psicoanálisis infantil, tanto en seminarios como en diferentes medios de
comunicación.
Una figura central en el psicoanálisis infantil de los últimos tiempos es S.
Levovici, que representa uno de los pilares del psicoanálisis de Francia. Su
obra es muy amplia y profunda, y hace hincapié en la necesidad del análisis de
la transferencia en los niños, realizado por analistas expertos y sagaces. El
demuestra que en el niño se produce efectivamente una neurosis de
transferencia, diferente de la neurosis infantil. Lo que se repite solo adquiere
valor en la situación ligada a la neurosis de transferencia, que recupera una
situación del pasado para darle un sentido.
Sus posiciones teóricas están ampliamente expuestas en sus numerosos
artículos y libros que han servido de manual de referencia tanto para
psicoanalistas infantiles como para psiquiatras (Como exposición queda el
“Tratado de psiquiatría del niño y del adolescente”, en colaboración con R.
Diatkine, M. Soulè, o la Revista “La psiquiatría del niño” junto a Ajurriaguera y
Diatkine). Sus posturas tienen una clara referencia a A. Freud en cuanto a la
prudencia, la necesidad de una preparación antes de iniciar el tratamiento y la
restricción en las indicaciones, pero también baraja las aportaciones de Klein
sobre las posiciones esquizoparanoides y depresivas, y el concepto de
identificación proyectiva.
Para él, el psicoanálisis de niños también tiene en cuenta la “parentalidad”
porque introduce a los padres de los padres en la vida fantasmática del niño.
También cobra sentido y tiene en cuenta las consecuencias de la neotemía, la
distancia entre las capacidades biológicas del recién nacido y la posibilidad de
desarrollo autónomo, que es lo que incita a que se produzca la angustia de
desamparo.
La teoría del apego de J. Bowlby es considerada por muchos como la teoría
mejor sustentada del desarrollo socio emocional, y se ha desarrollado
históricamente como una variante de la teoría de las relaciones objetales. Se
basa fundamentalmente en la observación de la interacción precoz madre-hijo,
y considera el apego como una conducta dirigida no a la búsqueda de alimento
o sexo, sino de proximidad y vínculo con el otro, al que considera con mejores
posibilidades para enfrentarse al mundo, y al que necesita para poder obtener
una base segura en su desarrollo. La teoría de Bowlby centra sobre todo la
atención en los efectos de los cuidados maternos no sensibles al niño, en el
desarrollo de su personalidad. Para él es importante tanto la forma real en la
que un niño es tratado por sus padres, como las representaciones internas que
tiene de ellos, y sobre todo, se centra en la interacción de lo externo y lo
interno.
No podemos terminar este recorrido sin hacer referencia a S. Bleichmar. Para
ella el psicoanálisis de niños oscila entre dos polos que operan como
obstáculos constantes para pensar nuevos fundamentos de la clínica: el que da
por sentada la existencia del inconsciente desde los orígenes y concibe a este
inconsciente desde una determinación endógena, y el que “ubica” al niño sea
como falo o soporte del deseo materno, sea como síntoma de la pareja
conyugal.
Por una parte lo infantil, en tanto inseparable de lo pulsional, alude a un modo
de inscripción y funcionamiento de lo sexual, y en razón de ello, lo infantil es
inseparable de los tiempos de constitución del inconsciente. Lo infantil no
puede ser definido sino en relación a lo originario, que es lo que va a parar al
fondo del inconsciente y que se constituye por après comp.
La realidad estructurante del inconsciente infantil, aquella que tiene que ver con
el inconsciente parental y el edipo, no es la realidad de la familia: es más
reducida y más amplia al mismo tiempo. Es más reducida porque no son todas
las interacciones familiare
s las que se inscriben en el inconsciente del niño, es más amplia porque se
desplaza a través de objetos sustitutos que cobran significación por su relación
con los objetos originarios.
Para S. Bleichmar, la propuesta de descapturar al niño del deseo de la madre o
del deseo de la pareja conyugal, constituye hoy una impasse en psicoanálisis.
Lo intrasubjetivo, objeto del análisis, se manifiesta como intersubjetivo, por
ejemplo, conflicto con el colegio, cuando se trata de conflicto entre las
representaciones amorosas, preconscientes, hacia la madre y las
representaciones hostiles, reprimidas, desplazadas a la maestra. Para la autora
este modelo, en el cual se pueda precisar diversos movimientos que hacen a la
constitución del aparato psíquico infantil, permite avanzar en la descaptura
tanto del biologismo como de genetismo evolucionista, sin estar sometido al
formalismo estructuralista. De esta manera se podrá imaginar nuevas
posibilidades de abordaje de los procesos clínicos en la infancia.
Estas son una de las cuestiones donde se mueve el psicoanálisis infantil hoy
día, junto con temas de complejidad tales como los efectos de los cambios
familiares dentro de la sociedad actual en el psiquismo infantil, o el eterno
problema del papel de los padres en el análisis de niños, la formación del
analista infantil, la accesibilidad del tratamiento psicoanalítico en consultas
hospitalarias, etc.
La historia del psicoanálisis infantil es corta, sus vías de profundización,
investigación y aplicación son muy amplias, los focos abiertos para debatir
cada vez más numerosos y nuestro objeto de trabajo y de estudio sigue siendo
el niño, el mismo y a la vez diferente niño que despertó el interés de Freud
mientras observaba el juego de su nieto con una bobina.

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