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ESPACIO PÚBLICO VS INFORMALIDAD

Mucho se ha hablado recientemente sobre el nuevo Código de Policía debido

principalmente a que hace un par de semanas varias multas fueron impuestas a los

ciudadanos por comprar o vender empanadas en la calle. Estas multas obedecen al

cumplimiento de los Artículos 92 y 140 de dicho código en los que se prohíbe la venta,

procesamiento o almacenamiento de alimentos en el espacio público, así como promover o

facilitar su uso indebido. Esta situación me resulta indignante teniendo en cuenta la realidad

de nuestro país donde la tasa informalidad, de acuerdo a cifras del DANE asciende al

48,7%, es decir, casi la mitad de la población subsiste gracias a este tipo de empleo. Es por

esto, que considero que los numerales de los artículos del Código de Policía que están en

contra de este tipo de actividad deben reevaluarse y replantearse mientras se ajustan las

condiciones para que las personas afectadas puedan seguir ejerciendo su actividad

legalmente.

Las leyes deben ser ajustadas a la realidad de cada país, y las condiciones del

nuestro son bastante particulares. En Colombia, donde la tasa de informalidad es tan alta,

sancionar las actividades informales solo traería como consecuencia un disparo en la tasa

de desempleo y seguramente también de la delincuencia. Debemos tener en cuenta que las

personas que se dedican a este tipo de actividad son una población vulnerable, que no lo

hacen porque así lo deseen, sino porque les ha tocado, por ser desplazados por la violencia,

por ser de grupos étnicos que no dominan el lenguaje, por la falta de oportunidades tanto

laborales como de formación académica, condiciones que les hace imposible acceder a otro

tipo de trabajo, por lo que estas medidas adoptadas para la recuperación del espacio público
están violando el derecho fundamental al trabajo, así como el derecho al mínimo vital y a la

vida en condiciones de dignidad; pues estas no proponen alternativas de reubicación o de

trabajo formal sino solamente multas de hasta cuatro salarios mínimos e incluso el

decomiso y destrucción de bienes afectando el patrimonio de estas personas y dejándolos

en situaciones mas graves que las que dieron inicio a la informalidad.

El Estado debe ofrecer a los vendedores informales alternativas dignas para la

ejecución de sus actividades comerciales antes de implementar medidas sancionatorias,

pues no tiene sentido sancionar algo a lo que no se le ha buscado una solución. Dentro de

estas alternativas se deben contemplar reubicaciones en espacios diseñados específicamente

para esto, acordando con los afectados las decisiones que se vayan a adoptar, así como

también ofrecer oportunidades de formación en áreas productivas de manera que estas

personas puedan empezar a desarrollar proyectos, ¿y por qué no?, microempresas formales

que contribuyan a la economía nacional y que les garanticen ingresos suficientes para

cubrir sus necesidades y poder llevar una vida laboral digna.

No podemos vivir en una sociedad donde la formalidad supera a la realidad, pues

Colombia no es un país como Estados Unidos o Alemania, nuestras condiciones son

completamente diferentes y la obligación de proteger el espacio público no es rotunda si

entra en contienda con el derecho fundamental al trabajo que tenemos todas las personas,

razón por la cual sostengo nuevamente mi tesis y es que hasta que no se tengan soluciones a

la informalidad, no se puede tener un Código que lo prohíba, por lo que este debe

replantearse.

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