En medio de la pandemia mundial de estos días, el coronavirus viene a desafiando ,
muchas creencias o conceptos que tenemos acerca del mundo actual , las distancias, el impacto que tiene en el otro lado del mundo y cómo esto, nos repercute a nosotros mismo , también en el entorno de las empresas y como profesionales. La lucha contra el coronavirus es un fenómeno inédito: nunca nos hemos enfrentado a algo similar. Su solución hay que conceptualizarla como un sistema donde la perspectiva sanitaria y la económica están interconectadas. Su vertiente sanitaria, en tanto no se encuentre una vacuna, tiene solamente una salida: el confinamiento de la población, es decir, matar al virus por falta de oportunidad de que se transmita entre humanos. Cuanto más completo sea ese confinamiento, más posibilidades hay de que el virus se debilite y se aísle en poco tiempo. La estrategia del confinamiento tiene una implicación económica clara: el colapso de la producción. El efecto adverso en el crecimiento económico del resto del mundo ha sido evidente, tanto desde el punto de vista de importaciones como de exportaciones a China. Este efecto externo, se está reproduciendo de modo escalonado en aquellos otros países que van adoptando la estrategia del confinamiento. Pero este efecto económico es el que menos importancia tiene. Lo más importante es que, en la medida en que se lucha contra el coronavirus mediante el confinamiento de la población, la producción en el país se para. El precio de liquidar al coronavirus es que la producción en el país se pare, sin oferta ni demanda salvo en los productos estratégicos para el abastecimiento de una población confinada en sus domicilios durante un tiempo finito. La “crisis económica” de la que hablamos no es otra cosa que el efecto directo de nuestra determinación de luchar contra el virus: el parón del PIB no cae del cielo, es consecuencia de que hemos decidido parar la economía para matar al virus. Por otro a medida que las personas, empresas y Gobiernos están cambiado sus comportamientos y patrones cotidianos para contener (o evitar) el virus, también se han producido efectos en el medio ambiente que están siendo inesperadamente beneficiosos. Los (inesperados) beneficios del coronavirus para el medio ambiente han sido: La reducción de gases de efecto invernadero o la disminución del tráfico ilegal de fauna salvaje son algunos de los ejemplos que pueden contabilizarse de los beneficios que está dejando la pandemia del coronavirus a la que se está enfrentando el mundo actualmente para el medio ambiente.