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A Tema 16 - La Transición y La Constitución de 1978
A Tema 16 - La Transición y La Constitución de 1978
ÍNDICE
0. INTRODUCCIÓN
1. DE LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA (1975 – 1978)
0. INTRODUCCIÓN
El rey, gran motor del cambio político, optó por la vía reformista. Adolfo Suárez impulsó,
desde la presidencia del gobierno, una profunda reforma política: la legalización de los partidos
políticos y de los sindicatos, los decretos de amnistía, la supresión de los tribunales especiales y
el reconocimiento de hecho de las instituciones propias del País Vasco y de Cataluña fueron hitos
que jalonaron los primeros años de la transición y que condujeron a la Constitución de 1978.
La crisis energética derivó en una profunda crisis industrial. Por un lado, muchas empresas
quebraron, provocando un gran ascenso del paro, que llegó al 19´8% en 1985. Por otro lado, la
inflación llegó a superar el 25%, y la balanza comercial alcanzó un déficit de 3000 millones de
dólares.
cambios que fueron rechazados por la oposición, y decepcionaron a los propios reformistas
franquistas. Las primeras medidas de este gobierno pretendían dar un aire democratizador, pero
Arias Navarro no podía ser el instrumento de la transición, era un convencido franquista y quiso
hacer lo imposible: una reforma que respetase parte sustancial del legado franquista. Nunca habló
ni de amnistía, ni de autonomías, ni de elecciones constituyentes, ni de libertades sindicales, ni de
derogar leyes y tribunales más represivos del franquismo. Se plegó a los intereses de los sectores
más conservadores “el bunker” y llevó la situación a un callejón sin salida. La oposición política
reclamaba la ruptura democrática y la movilización de las masas fue el camino para conseguirla.
La oposición tomó la iniciativa y definió un programa común tras fusionarse las dos
anteriores plataformas (Junta Democrática y Plataforma de Convergencia Democrática) en
“Coordinación Democrática” A partir de aquí la oposición jugó un papel destacado, porque si bien
no pudo derribar al gobierno sí contribuyó a debilitar su posición. Su propuesta se concretaba en
la formación de un Gobierno provisional y en la realización de elecciones libres de carácter
constituyente que sentaran las bases de un sistema político democrático.
La credibilidad reformista del gobierno era nula. El rey parecía descontento con su jefe de
gobierno. Tras dos nuevos episodios; muerte de dos jóvenes a manos de la ultraderecha en un
choque entre carlistas ultra y carlistas liberales en Navarra y el rechazo por las Cortes de la
Reforma del Código Penal que despenalizaba los partidos políticos, la situación se hizo
insostenible y crecía el desacredito del proyecto continuista de Arias Navarro.
La tensa situación polarizó las posturas de los propios políticos procedentes del
franquismo, ya que, mientras los reformistas se sentían decepcionados, los inmovilistas solo
aceptaban la continuidad del régimen y exigían mayor represión policial. El 30 de junio de 1976,
temiendo que la situación se agravara, el rey Juan Carlos y sus colaboradores forzaron la dimisión
de Arias Navarro y nombraron a Adolfo Suárez, político reformista, nuevo presidente del Gobierno.
El fracaso de Arias Navarro mostraba que los franquistas solos no podían transformar el régimen
en una democracia auténtica.
El nuevo Gobierno tomó la iniciativa y, tras establecer contacto con las fuerzas
democráticas, propuso la Ley de Reforma Política (LRP), que reconocía los derechos
fundamentales de las personas, confería la potestad legislativa en exclusiva a la representación
popular y preveía un sistema democrático. Pero para imponer esta propuesta era preciso
neutralizar la resistencia de los inmovilistas y contar con la participación de la mayoría de la
oposición democrática.
Suárez logró que las Cortes franquistas aprobaran la Ley de Reforma Política
presentándola como un cambio político de una legalidad a otra y no como una ruptura, pese a que
suponía el desmantelamiento de las instituciones franquistas. De todas maneras, establecía unas
claras garantías: no era negociable ni la monarquía ni la soberanía única, y no se exigirían
responsabilidades políticas.
Ante las primeras elecciones libres se fue configurando un nuevo panorama político: por
un lado, los partidos de izquierdas, que habían destacado por la oposición al régimen de Franco
(PCE, PSOE). El PSOE abandonó para otros tiempos su proyecto federal y republicano. El PCE
tuvo que renunciar a su propuesta de gobierno provisional y referéndum entre monarquía o
república. Por otro, una nueva organización de derechas, Alianza Popular, liderada por Fraga
Iribarne y otros exministros franquistas; y desde el Gobierno se constituyó la Unión de Centro
Democrático (UCD), bajo la dirección de Adolfo Suárez. A estas formaciones se sumaron
numerosos partidos, hasta un total de más de 150 formaciones políticas legalizadas en todo el
territorio.
Las elecciones generales del 15 de junio de 1977 dieron como resultado un sistema
político claramente bipartidista integrado por dos grandes partidos, la UCD, que logró 166
diputados, y el PSOE, que consiguió 118. Como tercera fuerza, a mucha distancia, quedó el PCE-
PSUC, con 19 escaños, y Alianza Popular, que tan solo obtuvo 16. También tuvieron
representación el partido nacionalista de Pujol (PDC) y el PNV de Arzallus, ambas formaciones
nacionalistas lograron juntas 24 diputados. Las elecciones fueron un triunfo del centro, de la
moderación, una invitación al consenso democrático. La Monarquía y la democracia parecían
consolidadas.
Pese a no tener la mayoría absoluta en el Congreso, compuesto por 350 diputados, Adolfo
Suárez formó el primer Gobierno democrático de España después de la Guerra Civil. El
conjunto de la oposición forzó que esta primera legislatura fuera constituyente, es decir, que su
principal misión fuera elaborar una nueva Constitución.
- Se establece que las grandes cuestiones deben ser aprobadas mediante leyes orgánicas,
leyes que requieren la mayoría absoluta, es decir, se busca hacer perdurar el consenso en
materias importantes. Y, además, se establecen todo un sistema de protección de las
libertades creando instituciones como el Defensor del Pueblo, el Tribunal
Constitucional, como instancia suprema.
El título VIII trata sobre la organización territorial del estado, uno de los problemas
políticos más graves de España en su historia y en la actualidad. La Constitución instauró un
sistema político y administrativo descentralizado con la creación de Comunidades Autónomas en
todo el territorio español (Estado de las Autonomías). Todas las Comunidades se regularon
mediante estatutos que incluyen sus órganos legislativos, elegidos por sufragio universal
(parlamentos), ejecutivos (gobiernos) y que fijan sus competencias. Se establecieron dos
procedimientos para llegar a la autonomía: uno más rápido y completo (artítuclo 151), al que
pudieron acceder las nacionalidades históricas (Cataluña, Galicia y el País Vasco) y las que lo
ratificaron mediante un referéndum; y otro procedimiento más lento (artículo 143) para el resto.
Ello fue fuente de conflicto en la década de los ochenta y en la actualidad.
La aprobación de la Constitución implicó también una profunda reforma del Código Penal y
del Código de Justicia Militar, así como la desaparición de la legislación franquistas más
explícitamente antidemocrática.