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República Bolivariana de Venezuela.

Ministerio del Poder Popular para la Educación.

U.E Colegio San Agustín El Marqués.

Cuarto año A.

Materia: castellano.

Profesora: Adriana Quintana.

Análisis de obra de teatro “Don Quijote de la Mancha”.

Alumnos:

Edwar Cárdenas N°7

Nicolás Cárdenas N°8

José Farías N°9

Michelle Flores N°10

Alejandra Fuentes N°11

Alessandra Gómez N°12


Guion de obra:

CUADRO PRIMERO Entrada de una posada de la Mancha. Verano. Mediodía. Hace


mucho calor.   NARRADORA: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga
antigua, rocín flaco y galgo corredor.  Don Alonso Quijano, que así se llamaba, tenía unos
cincuenta años, era alto, delgado y vivía con su sobrina, su ama y un criado. Sus dos
mejores amigos eran el maestro Nicolás y el cura del lugar.  Su pasión eran los libros de
aventuras y, de tanto leer, el pobre hidalgo acabó por perder el juicio, dando con la idea de
hacerse él mismo caballero andante e irse por el mundo en busca de aventuras. Así, lo
primero que hizo, fue limpiar unas armas viejas que guardaba y ensillar su escuálido
caballo, al que puso de nombre de Rocinante. DON QUIJOTE: El mundo precisa de mi
brazo y de mi valor. Hasta aquí es llegado Alonso Quijano, el de la vida pacífica y retirada,
y ahora, por mi voluntad, nace Don Quijote de la Mancha, caballero andante. ¡Mundo, no
desesperes, que enseguida acudo en tu auxilio! Y vos, emperatriz de la belleza, Aldonza de
mi corazón, a quien hoy bautizo como Dulcinea del Toboso, sabed que cuantas hazañas
haga serán en prueba del amor sin límites que os profeso.   TOLOSA: (Pensando para sí
misma) Oh, là là. Mon Dieu. Por mi madre, qui est? Tal parece un fantasma salido de los
infiernos. (Riéndose) ¡Ventero, venga aquí ahora mismo! DON QUIJOTE: (Llegando a la
posada) La vista no me engañó. Castillo debe ser éste donde podré esta noche recogerme.  
VENTERO: (Llega el ventero, hombre gordo, flemático y un tanto burlón). Señor
caballero, sed bienvenido a esta posada, donde podéis disponer de todo cuanto hay en ella,
excepto de lecho, que ninguno tenemos.   DON QUIJOTE: Para mí, señor castellano,
cualquier cosa basta, que, como caballero andante, mi descanso es pelear. VENTERO: En
tal caso, bien puede apearse del caballo, que aquí tendrá ocasión de no dormir en todo un
año. ¡Tolosa, ayuda al caballero a desmontar! DON QUIJOTE: (Con los pies en tierra firme
y sin armadura) Valeroso señor, no me moveré jamás de donde estoy hasta no ser armado
caballero por vuestra generosa mano.   VENTERO: Er… Si éste es el deseo de vuestra
merced, eso ha de hacerse. DON QUIJOTE: Gracias os doy, señor, por ello. Esta noche
velaré mis armas en la capilla de vuestro castillo, y mañana me habréis de armar caballero,
para cumplir mi deseo de ir yo por las cuatro partes del mundo haciendo justicia a los
débiles y a las doncellas necesitadas. VENTERO: Valeroso señor, capilla no tenemos por
estar en obras. Mas aquí mismo podéis velar las armas a vuestro gusto. A la mañana se
harán las debidas ceremonias y quedaréis armado caballero. NARRADOR: Esa noche Don
Quijote veló sus armas en lo que él creía capilla del castillo, que no era sino un pilón de
agua y un pozo. A la mañana siguiente, el ventero con su libro de cuentas en la mano, llamó
a Don Quijote y le hizo ponerse de rodillas. Mientras leía una oración, cogió una espada, le
dio un golpe en el cuello y otro en la espalda. Despidió entonces el ventero a Don Quijote
sin reclamarle ni un céntimo con tal de perderlo de vista. 4 CUADRO SEGUND0 Días más
tarde. Campo de la Mancha. Don Quijote y Sancho Panza, su escudero, cabalgan
perezosamente por la llanura. Amanece. NARRADORA: Durante varias semanas, Don
Quijote tuvo riñas con personas de aquellas tierras, bien por el deseo de los lugareños
profesasen la hermosura de su doncella Dulcinea, o bien por no entender sus hazañas como
las más heroicas jamás recordadas. Don Quijote llamó a un labrador vecino suyo, Sancho
Panza, hombre bueno, pobre y de pocas luces, y sobre todo de fácil convencer, para
ofrecerle ser escudero de tan importante señor. SANCHO: No tiene que olvidársele a
vuestra merced la ínsula que me tiene prometida; que yo la sabré gobernar por grande que
sea.   DON QUIJOTE: No sufras, Sancho, que puede que antes de seis días gane yo varios
reinos y te corone rey de uno de ellos. Por ello, querido Sancho, no es de mi agrado que
montes en ese asno, pero bien es cierto que en alguna de nuestras próximas aventuras
podremos cambiarlo por un buen rocín. SANCHO: Tiene razón mi amo, pero no me gusta
andar a pie por esos caminos de Dios.   DON QUIJOTE: (Oteando el horizonte) La ventura
va guiando nuestros pasos mejor de lo que esperaba. Mira allí, amigo Sancho, treinta o más
desaforados gigantes con quienes pienso luchar. SANCHO: ¿Qué gigantes? DON
QUIJOTE: Aquellos que ves allí de los brazos largos. SANCHO: Mire vuestra merced que
aquellos no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos, son
aspas. DON QUIJOTE: Bien se ve que no estás cursado en esto de las aventuras. Eso son
gigantes, y, si tienes miedo, quítate de ahí. SANCHO: ¡Pero mire vuestra merced, que…!
DON QUIJOTE: (Lanzándose al galope contra los imaginados gigantes) ¡No huyáis
cobardes, que un solo caballero es el que os acomete! (Clava la lanza en una de las aspas y
es levantado por los aires y arrojado violentamente al suelo) SANCHO: ¡Válgame Dios!
¿No le dije a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que eran molinos de viento?
DON QUIJOTE: Calla, amigo Sancho. Esto es obra de mi enemigo el mago Frestón, que ha
vuelto a los gigantes en molinos para quitarme la gloria de vencerlos.   SANCHO:
(Ayudándole a subir al caballo) ¿Estáis muy dolorido, señor? DON QUIJOTE: No está
permitido a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se les salgan las
tripas por ella. SANCHO: ¿Y también los escuderos deben hacer lo mismo? Porque yo,
señor, he de quejarme del más pequeño dolor que sienta. DON QUIJOTE: Como escudero
bien puedes quejarte a tus anchas, Sancho. Mas lo que no debes hacer nunca, ni aunque me
veas en el mayor peligro, es echar mano a tu espada para defenderme. 5 SANCHO:
Descuide vuestra merced, que será muy bien obedecido en esto porque yo soy hombre
pacífico y enemigo de meterme en riñas o pendencias. Pero mi señor, no traemos medicinas
apropiadas con las que curaros. DON QUIJOTE: No tendríamos necesidad de medicinas si
yo recordara la receta para hacer el bálsamo de Fierabrás. SANCHO: ¿Qué bálsamo es ése?
DON QUIJOTE: Uno con el que no hay que temer ni a la muerte. Y, cuando haga el
bálsamo y lo guardes en tus alforjas, lo que debes hacer si me ves malherido, es darme a
beber sólo dos tragos, y me verás quedar más sano que una manzana. SANCHO: Pues si
esto es así, yo renuncio desde aquí al gobierno de la prometida ínsula para desear
únicamente como pago de mis servicios la receta de ese bálsamo del Feo Blas.
NARRADOR: Pasaron jornadas de mucho caminar y menos comer, en las que Sancho sólo
pensaba que lo mejor sería volverse a casa. Estuvieron en varias posadas en las que
conocieron a personas singulares, tales como una criada llamada Maritornes, mujer sobrada
de carnes y menguada de entendimiento. Pero don Quijote seguía pensando en aventuras…
DON QUIJOTE: (Oteando de nuevo el horizonte con excitación) ¡Ah, Sancho! ¡Éste va a
ser el día en que nuestros nombres serán recordados para siempre! ¿Ves aquella polvareda
que allí se levanta? Son ejércitos guiados por los más valerosos caballeros.   SANCHO:
Señor, debe ser cosa del encantamiento, pero yo no veo ninguno de esos caballeros ni
ejércitos que decís. DON QUIJOTE: ¿Cómo, Sancho? ¿No oyes el relinchar de los
caballos, el tocar de los clarines y el tronar de los tambores? SANCHO: (Se oyen balidos de
ovejas). No oigo otra cosa sino muchos balidos de ovejas y carneros. DON QUIJOTE: El
miedo que tienes te hace que ni veas ni oigas a derechas. SANCHO: ¡Vuélvase vuestra
merced, señor don Quijote, que voto a Dios que son carneros y ovejas lo que va a embestir!
DON QUIJOTE: (Arremetiendo contra las ovejas y ensartando alguna de ellas con su
lanza) ¡Venid a mí! NARRADORA: En ese momento, una lluvia de piedra es lanzada por
los pastores de las ovejas hacia Don Quijote, derribándolo del caballo y quedando
malherido. SANCHO: (Llegándose a don Quijote que se queja malherido) ¿No le decía yo,
señor don Quijote, que se volviese, que lo que iba a acometer no eran ejércitos, sino
manadas de carneros? DON QUIJOTE: Esto es cosa del mago enemigo mío, que, por
envidia de mi gloria, ha vuelto los escuadrones de soldados en manadas de ovejas.
SANCHO: Señor, ¿estáis malherido? DON QUIJOTE: No te importe, Sancho. Dame un
trago del bálsamo que preparamos días atrás y verás cómo me restablezco de mis heridas
como si nada hubiera pasado. NARRADOR: Sancho ayuda a montar a su señor, el cual se
resiente de los golpes y queda ladeado sobre su montura. Cabalgan ambos un rato en
silencio, mientras la noche comienza a tender su manto sobre la llanura. SANCHO: ¿Puedo
deciros algo, señor? DON QUIJOTE: Habla, Sancho. 6 SANCHO: Os vengo mirando y
verdaderamente tiene vuestra merced la más mala figura que he visto en mucho tiempo. El
que os viera desdentado y torcido sobre Rocinante no dudaría en llamaros el Caballero de la
Triste Figura. DON QUIJOTE: Me agrada el sobrenombre, Sancho. Que todo caballero
andante lo tiene, y de ahora en adelante yo me haré llamar el Caballero de la Triste Figura,
y así quedará escrito en la historia de mis hazañas. Pero querido Sancho, a partir de hoy
procuraré no hablar tanto contigo, que en ninguno de los libros de caballería que he leído
jamás he hallado que ningún escudero hablase tanto con su señor.   SANCHO: No hablaré,
mi señor don Quijote, que al buen callar llaman Sancho, y en boca cerrada no entran
moscas. CUADRO TERCERO Atardecer. Un camino de la Mancha. Empieza a refrescar.
NARRADORA: Estaban don Quijote y Sancho otro día muy contentos charlando sobre
asuntos de ínsulas y caballeros. Pero ambos guardaron silencio al ver que, por el camino,
venía un enorme carro guiado por un mozo y lleno de banderas y escudos reales. Cuando el
carro estuvo cerca, don Quijote avanzó unos pasos y dio el alto al mozo. DON QUIJOTE:
¿Adónde vais, hermano? Decidme, ¿qué lleváis en este carro y qué banderas son ésas?
MOZO: Sir, el carro no es mío sino del mister de Orán, el cual envía al Rey a big lion. Las
banderas indican que esto es cosa de Su Majestad. For that, ruego a su merced que se aparte
del camino. DON QUIJOTE: ¿Y es grande ese león? MOZO: Nunca ha pasado semejante
fiera from Africa to Spain. Os lo digo yo, que soy leonero de oficio and never he llevado
otro tan enorme y feroz como éste. DON QUIJOTE: Pues no soy yo hombre que se espante
ante un fiero león. Así que abrid esa jaula y le daré a conocer quién es don Quijote de la
Mancha. MOZO: Por nada del mundo abriré esta jaula. Si lo hago, sólo seremos una
pequeña merienda para el felino. DON QUIJOTE: ¡Ah, bellaco! ¡Juro que si no abres
pronto esa jaula me obligarás a meterte en ella! MOZO: Si así actúa, sir, más vale que abra
la jaula, pero antes le pido que me deje salvar a mis mulas, que son lo único que tengo, y
que después pueda yo correr hasta aquel árbol. SANCHO: ¡Ay, mi señor! Mire que aquí no
hay encantamientos ni nada que se le parezca. ¡Que yo he visto entre esas rejas a un león
más grande que una montaña! DON QUIJOTE: ¡Abra de una vez esa puerta! MOZO: Sean
testigos de que abro las jaulas contra de mi voluntad. NARRADOR: El carretero abrió las
rejas y corrió para ponerse a salvo acompañado de Sancho y de su rucio. Asomó entonces
un león que se desperezó porque venía dormido. Luego se estiró cuan largo era y bostezó.
Por fin sacó la cabeza fuera de la jaula y miró a todas partes rugiendo.   DON QUIJOTE:
(Pie a tierra y espada en ristre). ¡Bestia feroz, ven a mí y no seas cobarde! 7
NARRADORA: Pero el bueno del león se dio la vuelta y mostró el trasero al Caballero de
la Triste Figura, echándose de nuevo a dormir.   DON QUIJOTE: ¡Mozo! ¡Azote a este
pávido león que no quiere luchar conmigo! MOZO: ¡Eso no lo haré! I´m not crazy! Quede
contento vuestra merced con lo que ha hecho, que nadie podrá ya igualar tanta valentía.  
DON QUIJOTE: Dices bien, hermano. Cierra pues esa jaula y cuenta por esos mundos de
Dios cuanto aquí has visto.   MOZO: Prometo contar tan valerosa hazaña al mismísimo
Rey. DON QUIJOTE: En tal caso, decid a Su Majestad que el autor de esta hazaña fue el
Caballero de los Leones, pues sabed que de aquí en adelante cambiaré mi nombre de
Caballero de la Triste Figura por ese otro.   CUADRO CUARTO Posada en las cercanías
de Sierra Morena. En la puerta la sobrina de don Quijote, el señor cura y el bachiller
Sansón Carrasco, quien asediaba a la sobrina. NARRADOR: La sobrina de Don Quijote y
sus amigos estaban muy preocupados por las locuras del hidalgo, de las que se hablaba en
todos los pueblos y mesones de la comarca. Por ello, pensaban comedias para poder
llevarlo de vuelta a casa. CURA: Andad dentro y poneos los disfraces para salir convertidos
tú en la princesa de Micomicona y tú en su paje, no sea que se presente nuestro Alonso
Quijano y nos desbarate el engaño para volverlo a su casa.   SOBRINA: (Mirando a lo
lejos) Quien viene por ahí es Sancho Panza, su escudero.   BACHILLER: Vamos dentro.
CURA: Buen Sancho, ¿dónde vas solo sin tu amo, el valeroso caballero don Quijote de la
Mancha? SANCHO: Mi señor don Quijote queda detrás de la posada, al pie de la montaña,
haciendo penitencia por su señora la emperatriz Dulcinea del Toboso, a quien llevo una
carta. CURA: ¿Quién es esa Dulcinea del Toboso? Nunca oí su nombre antes, ni que
hubiera emperatrices en el Toboso. SANCHO: En realidad es la hija de Lorenzo Corchuelo,
Aldonza Lorenzo, de quien mi señor se ha enamorado hasta los tuétanos, y a la que venera
y adora como a una diosa. Aunque yo sé bien que es moza tan recia, tan brava y tan de pelo
en pecho que bien podría levantar al peso un gorrino con cada dedo.   CURA: ¿Y dices que
a tan delicada doncella le llevas una carta de tu señor? SANCHO: Sí, señor cura, aquí la
traigo. (Se palpa el pecho y vuelve a palparse una y otra vez, para darse cuenta de que no
tiene la carta). ¡Ay, triste de mí, que he extraviado la carta de mi señor amo! CURA: ¿Tan
importante era esa carta, que la lloras tan lastimosamente? SANCHO: Lo que lloro no es la
carta sino una orden que venía con ella en la que mi amo ordenaba que se me entregasen
tres pollinos por mis servicios.   8 CURA: Tranquilízate Sancho. Vamos a buscar a tu amo.
(Salen de la posada la sobrina y el bachiller disfrazados). Vienen con nosotros la emperatriz
del reino de Micomicón, que pretende solicitar la ayuda de tu señor, y su paje. Y bien puede
la emperatriz, en agradecimiento a los servicios de tu amo, hacerle a él rey de Micomicón y
a ti conde o marqués, y así tendrás todos los pollinos que se te antojen. SOBRINA: (Con
voz fingida y lastimera) ¿Eres tú el escuderísimo del valerosísimo caballero andante don
Quijote de la Manchísima, cuyas hazañas le han hecho famosísimo como defensor de
princesas apenadísimas? SANCHO: El mismísimo soy, dolorosísima señorisísima, y a
vuestros piesísimos me pongo para lo que vos deseárisis. Que yo y mi señor estamos
servidorisísimos de vuestra altísima señora. BACHILLER: Mi señora busca con gran
desazón a vuestro señor para que le libere en el reino de Micomicón de un gigantón  que le
tiene sometido a una gran opresión. SANCHO: Pues no tengan vuestras mercedes
preocupación que, para gigantones, mi señor don Quijote es el más grande Quijotón, y para
derribar a los tales gigantes le basta y le sobra un buen capón. Que, con mi señor, no hay
gigante que tenga escapación. NARRADOR: Mientras solucionaban el mundo, apareció
don Quijote, que venía de velar por su señora Dulcinea.   CURA: Aquí llega don Quijote.
SOBRINA: (A los pies de don Quijote). No levantaré mi rodilla del suelo, señor caballero
de la mejor de las caballerías, si antes no me concedéis el favor que os pido. DON
QUIJOTE: Yo os lo concedo, siempre que no sea en daño o en deshonra de la dueña de mis
pensamientos, mi señora Dulcinea del Toboso. SOBRINA: Lo que yo os pido, señor, es que
vengáis conmigo donde yo os lleve, y me prometáis no emprender ninguna aventura más
hasta no haberme vengado del gigante que tiene usurpado mi reino. DON QUIJOTE:
Tenéis mi palabra de caballero andante. SOBRINA: Gracias, señor don Quijote de la
Mancha. ¡Oh, que afortunada soy! ¡Ya siento que vuelvo a ser la dueña de mi reino! Y
sabed que mi señor padre dejó escrito que aquél que derrotase al gigante podría casarse
conmigo y sería el dueño de mi reino y de mi persona.   DON QUIJOTE: Podéis disponer
enteramente de vuestra persona, hermosa señora, porque yo no he de casar con otra que no
sea mi señora Dulcinea del Toboso. Y pongámonos en camino cuanto antes, que ya deseo
verme las caras con el gigante que os oprime y atormenta.   SANCHO: (Llevando aparte a
su amo). ¿Ha perdido el juicio vuestra merced, que rechaza casarse con tan alta princesa
como ésta? ¿Es que acaso es más hermosa que mi señora Dulcinea? Pues yo estoy por decir
que no le llega ni a la suela del zapato. Así, ¿cómo voy yo a lograr mi ínsula? Cásese,
cásese enseguida vuestra merced, y tome el reino que le viene a las manos,  y cuando sea
rey, hágame marqués.   DON QUIJOTE: Alto ahí, necio, bellaco, deslenguado, ¿no sabes
que a mi señora Dulcinea le debo el valor de mi brazo, pues sin ella no sería yo capaz de
pisar una pulga? SANCHO: Sea pues como su merced deseare. 9 CUADRO QUINTO
Playa de Barcelona. Llega un caballero de punta en blanco, con una luna pintada en la
armadura.   CABALLERO DE LA BLANCA LUNA: Insigne Don Quijote de la Mancha,
yo soy el Caballero de la Blanca Luna, que vengo a pelear con vos para que declaréis que
mi dama será siempre más bella que la vuestra. Y para que juréis que, si yo venzo, os
retiraréis a vuestra casa, dejando para mí toda la gloria y la fama de la caballería andante.
Pero si sois vos quien me vencéis, podréis añadir a vuestras hazañas las que yo he realizado
y que son innumerables.   DON QUIJOTE: Caballero, ni sé quién sois vos ni si habéis
hecho hazaña alguna, pero lo que sí sé es quién soy yo, y bien se ve que no conocéis a la sin
par Dulcinea… Si queréis luchar, aquí está don Quijote, que os derribará del caballo y de
vuestra soberbia.   NARRADOR: Montó don Quijote a Rocinante y se encomendó a
Dulcinea. Emprendieron los dos una veloz carrera y, al chocar los dos jinetes, don Quijote y
su rocín rodaron por el suelo puesto que el Caballero de la Blanca Luna ensillaba un corcel
más fuerte que el pobre Rocinante. CABALLERO DE LA BLANCA LUNA: (Con la
espada sobre don Quijote). Vencido sois, caballero, así que has de jurar lo prometido. DON
QUIJOTE: ¡Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más
desgraciado caballero! ¡No merezco ser! CABALLERO DE LA BLANCA LUNA: Me
basta con que volváis a vuestra casa y no salgáis en busca de aventuras hasta que pase un
año. DON QUIJOTE: Todo lo prometo y lo juro, menos que haya en el mundo mujer más
bella que Dulcinea. CABALLERO DE LA BLANCA LUNA: No la habrá si vos no
queréis, pero dejad las armas y vivid en paz y sosiego con vuestra familia hasta que yo os
autorice otra vez a ser caballero andante. SANCHO: (Arrodillado junto a don Quijote). ¡Mi
señor! ¿Tenéis algo roto? DON QUIJOTE: (Entre sollozos). ¡El alma, buen Sancho, el
alma! ¡Aquí se acaba el andante caballero don Quijote de la Mancha!   NARRADORA: En
ese momento, el Caballero de la Blanca Luna se quita la celada y aparece el rostro del
bachiller Sansón Carrasco que, como Sancho, contempla apenado a don Quijote.  
CUADRO SEXTO Aposentos de don Quijote. El hidalgo está en su lecho, rodeado por su
sobrina, el cura y el bachiller Sansón Carrasco. Todos tienen aire triste y compungido.
NARRADOR: Después de que el Caballero de la Blanca Luna venciese a don Quijote,
nuestro hidalgo y su escudero emprendieron regreso a casa. Don Quijote pidió a su sobrina
y a su ama que lo llevaran a la cama, pues no se encontraba muy bien. Probablemente por
tristeza, Alonso Quijano contrajo unas fiebres altas y graves. 10 DON QUIJOTE: Sobrina
mía, bachiller Sansón Carrasco, señor cura, oídme: ya no soy más don Quijote de la
Mancha, sino Alonso Quijano, y me son odiosas todas las falsas historias de la andante
caballería. He sido un necio y un loco al creer en ellas, y me arrepiento. Sancho, hermano,
perdóname por hacerte caer en el error de que hubo y hay caballeros andantes en el
mundo.   SANCHO: Recupérese vuestra merced, señor mío. Écheme a mí la culpa,
diciendo que por haber cinchado yo mal a Rocinante le derribaron en la última batalla.
Además, usted habrá visto en los libros de caballerías que es cosa normal que los caballeros
se derriben los unos a los otros, y que el que es vencido hoy salga vencedor mañana. DON
QUIJOTE: Es inútil, buen Sancho. Estoy débil. Fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote
de la Mancha y vuelvo a ser Alonso Quijano el Bueno, como antes. Lo único que deseo es
quedar en paz con Dios y con los hombres. SANCHO: ¡Pero qué dice mi señor! ¡Usted
sigue siendo don Quijote de la Mancha!   NARRADORA: Y así fue cómo Don Quijote
cerró los ojos dulcemente y sus sanas locuras quedaron manifiestas de voz en voz hasta
llegar aquí, donde hoy lo recordamos.  

Características:

● En el “Don Quijote” la mayoría de los actores que participaban en su obra


eran varones debido a que estos mismos eran tanto los protagonistas como
los secundarios que le daban narrativa a la obra y por ende la daban un curso
lineal al teatro. Algunos ejemplos de esto: es el mismo Don quijote, Sancho
Panza, los duques, el doctor, el tabernero que proclama a Don Quijote
caballero o el dueño de la posada en la que se queda Don Quijote y Sancho
Panza.

Esto en el teatro provocaba que los actores que tenían que hacer roles femeninos eran
jóvenes varones que principalmente eran siervos de la nobleza, lo que les permitía actuar y
a la vez tenían que usar gestos femeninos para que fuera mas creíble los papeles
interpretados.

● En la obra vemos un hombre perfectible como lo es Don Quijote, es decir


que es un hombre que no tiene límites en su imaginación, es completamente
flexible o atento en sus decisiones y que sabe desarrollarse en cada una de
sus capacidades de forma ridícula a la hora de actuar. Algunos ejemplos de
esto: es la lucha de Don Quijote contra los molinos de viento pensando que
eran gigantes.

O cuando creyó que en rebaño de ovejas eran dos ejércitos y al final los pastores le dieron
una paliza.

Y la seriedad que mostraba para aconsejar a Sancho cuando era gobernador sin saber que
los duques que se la dieron solo lo hacían para burlarse de ellos.

Esto en el teatro le daba dramatismo o comedia a la actuación que principalmente se hacía


en público como entretenimiento.

● En la obra se pueden dar indicios de influencia de la nobleza debido a que


estos le daban un contexto humorístico, político, moral, histórico y
económico en el teatro de aquella época de una manera más detallada y
compleja, esto se debe a que en aquella época la monarquía todavía seguía
en pie, el cristianismo era la religión dominante y los siervos de la nobleza
eran los únicos que podían actuar lo que servía como representación o crítica
hacia alguna situación de la época. Algunos ejemplos de esto: por el lado
político era cuando San Panza se volvió gobernador de una ínsula y muchos
de los ciudadanos lo consideraban un buen líder debido a que en los juicios
era justo y las leyes que dictaba eran para el beneficio del pueblo.
Por el lado humorístico era cuando don Quijote empezó a comportarse como un sonámbulo
creyendo que combatía con gigantes y que le corto la cabeza a uno y Sancho Panza fue a
buscar la cabeza para que le pagara Don Quijote lo que provoco que la hija del dueño de la
posada se riera y el dueño se molestara.

Por el lado moral fue debido a que Don Quijote era un hombre con mucha fe lo que
provocaba que a la hora de supuestamente enjuiciar a alguien este les dejaba vivir y les
daba una segunda oportunidad para ser libres y esto se vio reflejado cuando unos soldados
estaban llevando a unos presos por el camino y Don Quijote creyendo que esos presos
habían cometido crímenes inferiores y no merecían ir a prisión pero cuando los libero estos
los golpearan y se escaparon.

Por el lado histórico fue debido a que España en esa época estaba en guerra con los moros y
sus triunfos militares estaban decayendo lo que conllevo que durante la historia de Don
Quijote este se ejemplificara cuando pensó que el rebaño de ovejas eran dos ejércitos este
dijo que eran moros y por ende el los considero invasores de España lo que nos un indicio
de la situación conflictiva por la que atravesaban los españoles.

Por el lado económico fue debido a que Don Quijote era dueño de una hacienda pequeña y
a pesar de que no fuera tan rico tenía dinero pero se lo despilfarró todo en comprar libros de
caballería para seguir alimentando su obsesión por la fantasía, esto puede indicar o hacer
referencia que los reyes de esa época pasaban por una dura crisis económica y estaban
endeudados debido a que gastaban todo en fiestas.

Esto en el teatro le daba más realismo y más riqueza cultural a las situaciones que pasaban
en la obra haciendo que fuera más atractiva para el público en general debido a que el
entretenimiento era más diverso y profundo, lo que lo convertía en un teatro popular y por
ende se volvía un teatro intimo lo que significaba que podían tener interacciones con el
público y a la vez unificado debido a que permitían la asistencia de distintas clases sociales.

● En la obra las acciones de Don Quijote eran completamente improvisadas y


al azar debido que veía cosas que no eran reales a la vista de las personas
que estaban sanas mentalmente lo que provocaba conflictos y mal
entendidos con los civiles con los cuales Don Quijote se cruzaba. Algunos
ejemplos de esto: Fue cuando Don Quijote creyó que unos monjes que
pasaban por ahí eran unos ladrones y por ende se peleo con ellos, lo que
provoco que se les callera el dinero y Sancho Panza lo recogió, pero luego
fueron vistos como ladrones en el pueblo cercano lo que provoco que los
abuchearan.

Cuando Don Quijote intento salvar a un joven de su amo que lo estaba azotando con un
látigo debido a que este rompió una regla de su hacienda, llegaron a un acuerdo pero el amo
lo azoto más fuerte, lo que provoco que una vez que se encontraron de nuevo con el joven
este les dijo que empeoro todo y no tenia por que salvarlo.

Esto en el teatro provocaba que las actuaciones fueran completamente improvisadas y al


aire libre, lo que le daba en cierto modo a los actores algo de libertad de expresión y
actuación con los guiones de los dramaturgos, esto se debe a que principalmente las obras
eran para compañías pero eso no significaba que pudieran opinar del guion a los actores.

● En la obra Don Quijote de la mancha se muestra ciertos aspectos que pueden


considerarse de humanismo y rasgos barrocos.
Algunos ejemplos de estos: Para los rasgos barrocos sería el desengaño, el ambiente
teatral y las apariencias falsas. Para el humanismo en la obra se presenta como
ejemplo el antropocentrismo que habla de que se coloca al ser humano como objeto
principal, como lo es en el caso de esta obra, el personaje principal es el Don
Quijote, ya que toda la narrativa se basa a su vida y él como leer tantos libros de
caballería lo llevó a la locura.
La literatura renacentista forma parte de un movimiento más general del Renacimiento que
experimenta la cultura Occidental en los siglos XV y XVI, se caracteriza por la
recuperación humanista de la literatura clásica grecolatina. Los precedentes de Dante,
Petrarca y Boccaccio dan lugar a un esplendor de la literatura renacentista en Italia en el
siglo XVI. La figura directriz del gusto poético renacentista de ese siglo será Pietro Bembo,
que escribió canciones petrarquistas y sonetos, pero sobre todo, se erigió en el árbitro de la
literatura italiana de su tiempo, que fue el centro de irradiación internacional de este
movimiento.

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