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“La última noche del Titanic”

Eran las 23.40 del 14 de Abril de 1912 cuando el vigía del Titanic divisó un iceberg y avisó del
peligro. El barco viró en el último momento, pero no pudo evitar que el monumental témpano de
hielo rasgara el casco de la embarcación, lo que provocaría que los primeros cinco compartimentos
se inundaran inmediatamente.

Pasada la confusión inicial, se empezaron a hacer cálculos. “El Titanic podía mantenerse a flote
con dos de los 16 departamentos inundados, podía mantenerse a flote con tres de los cinco
primeros departamentos inundados, pero era imposible que se mantuviera a flote con los cinco
primeros compartimentos inundados”, afirmó Lord en su obra.

Pese a lo catastrofistas que eran las predicciones, tanto la tripulación como los pasajeros
mantenían la calma, ya que el Titanic estaba considerado por todos como insumergible.

Sin embargo, enseguida se empezaron a preparar los botes. Sumando todas las plazas, los salva
vidas contaban con capacidad para albergar a 1.178 personas, pero esa noche viajaban a bordo
del Titanic 2.207 almas.

A 18 kilómetros de distancia se hallaba el navío Californian, cuya central telegráfica cerró a las
23.30. Por lo tanto, la tripulación de este barco no se enteró de la colisión del Titanic hasta la
mañana siguiente, pese a que éste estuvo lanzando cohetes hasta poco tiempo antes de su
hundimiento. El Titanic mandó esa noche el primer SOS de la historia.

A las 00.45 del 15 de abril se arrió el bote número 7, el primer bote en bajar al agua. El bote
número 1, con capacidad para cuarenta personas, descendió con apenas doce pasajeros a bordo.

Mientras tanto, los pasajeros de tercera clase se encontraban desorientados. A las 00.30 recibieron
la orden de subir a mujeres y niños a la cubierta, para lo cual se efectuaron dos viajes. Pero a la
1.20 ya no hubo tiempo para buscar a más personas. A las 2.05 el bote plegable D, el último de
todos, bajó al mar. Las personas que se quedaron en el barco tuvieron que arreglárselas como
pudieron para salvarse.
A las 2.20 de la madrugada el Titanic se hundía para siempre.

Las listas de bajas contabilizan cuatro víctimas femeninas de las 143 mujeres que viajaban en
primera clase -tres de ellas por propia elección-, quince de las 93 con pasaje de segunda y 81 de
las 179 pasajeras de tercera clase. En cuanto a los niños, sólo uno de los de primera y segunda
clase murió en la tragedia; muy al contrario, el agua se tragó a 53 de los 76 infantes que viajaban
en tercera.

El bote número 14 se acercó a los restos del hundimiento una hora después, y sólo pudo recoger a
cuatro personas. El bote número 5, con capacidad para 65 personas y cargado sólo con cuarenta,
se mantuvo a 300 metros de los nadadores a los que oían gritar. El bote número 6, con capacidad
para 65 personas y con 28 a bordo, tampoco se acercó al lugar del desastre. El bote número 1, con
doce personas de las cuarenta que podía alojar, se alejó sin rumbo esa noche. De las 1.600
personas que se hundieron con el Titanic, sólo trece fueron recogidas por los botes.

El navío Carpathia llegó con los primeros rayos de luz y, a las 8.30 horas, todos los pasajeros de
los botes habían ya subido a bordo del barco. Se planteó que los supervivientes fueran trasladados
al Olympic, pero la idea fue descartada casi de inmediato por su espectacular parecido con el
Titanic, al que se consideraba como su barco gemelo.
La ida al hospital

Eran las seis de la tarde cuando mi madre me llamó al celular, es entonces que me entero que un
tío tuvo una descompensación por diabetes, en realidad nunca habíamos tenido ese problema y no
sabían que hacer.

Lo peor es que vive alejado de centros de salud, aunque vive en la ciudad.

Lo primero que hice fue sacar lo más que pude de dinero de un cajero automático y les pedí a
algunos familiares dinero prestado, preparé todo para llevarlo al primer hospital y el más cercano
era un hospital privado.

Llamé a un taxista y estuvo presto para ayudarnos, pero el taxista no conocía la ciudad y tuve que
indicarle a donde debíamos ir.

Finalmente llegamos al “Hospital Asunción”  y lo atendieron bien, pero la sorpresa fue que
cobraban $15,000.00 para ingresarlo, y generalmente cobraban $1,700.00, era mucho para
sostenerlo.

Finalmente ya estabilizado me cobraron solo 5,000.00 y lo llevamos a otro centro de salud más
económico que nos permitió salir mejor del problema. Tras tres días lo tenemos nuevamente en
casa.

Autor: Víctor Humberto Clemenceau


Mi smoking nuevo

Hola, soy Juan José y en febrero tendré mi graduación, y para eso iremos vestidos todos de gala. Mis padres
decidieron que comprara un traje de gala, y fuimos a comprarlo a una de las boutiques más afamadas de la
ciudad.

Primero me atendieron unas jóvenes muy agradables que están en la recepción, mis padres me acompañaron y
me decían que tipos de trajes existen, así que mi papá le dijo a una de las chicas que queríamos un traje de
gala, es para una graduación.

Mostraron muchos trajes, y nos dijeron que existían diferentes tipos de tela, finalmente me escogieron un
smoking, este era negro, aunque había de color blanco.

Mi padre me dijo que me sentaba mejor el color blanco, pero por ser formal debería usar el negro.

Casualmente ahí estaba mi amigo Antonio, que fue por su traje, él escogió un traje en color blanco, así que
decidí comprar uno negro.

La situación no terminó ahí, pues un señor y las muchachas estuvieron midiendo mi cuerpo, pues el smoking
se ajustaría a mi tamaño, me mostraron algunos zapatos y los aditamentos necesarios.

Tres días después fui a que me midieran los ajustes y hoy después de 15 días lo tengo por fin en casa, una
semana antes del evento.

Autor: Víctor Humberto Clemenceau

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