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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO”

DECANATO DE CIENCIAS DE LA SALUD


“DR. PABLO ACOSTA ORTIZ”
DIPLOMADO EN CUIDADOS INTENSIVOS DE ENFERMERÍA PEDIÁTRICA
Y NEONATAL

FORO

TRASTORNOS RESPIRATORIOS Y CARDIOVASCULARES

Participante: Karina Infante


Cédula: 24360201

Barquisimeto, 01 de abril de 2020


El sistema respiratorio se encarga de llevar a cabo un conjunto de mecanismos
mediante los cuales las células del organismo pueden realizar la respiración tisular o
interna: toman oxígeno (O2) y expulsan dióxido de carbono (CO2). Está íntimamente
ligado al sistema circulatorio. Este proceso inicia cuando el aire penetra por las fosas
nasales, donde quedan retenidas las partículas de polvo y es calentado; después pasa por
la laringe a la tráquea, que conduce el aire a los bronquios, de aquí pasa a los
bronquiolos y de estos a los alvéolos pulmonares, donde se lleva a cabo el intercambio
gaseoso. Los pulmones humanos tienen cerca de 300 millones de alvéolos que
representan una superficie respiratoria de unos 70m2. El volumen de los pulmones está
regulado por los cambios en el tamaño de la cavidad torácica y de la contracción y
relajación de los músculos respiratorios.

De igual modo, el sistema circulatorio, está compuesto por una serie de vasos
que forman un circuito cerrado (venas y arterias) y en este se intercala una bomba que
es el corazón. Las arterias, llevan sangre oxigenada, se ramifican en vasos más
pequeños denominados capilares, se dirigen hacia todos los tejidos del organismo en
donde se produce el intercambio. Las venas, traen la sangre de los tejidos. Ésta se
dirigirá hacia el corazón para ser purificada. El corazón bombea la sangre necesaria para
abastecer todas las células de nuestro cuerpo, a través de la circulación sistémica y
pulmonar.
Existen muchas alteraciones de estos sistemas, entre los trastornos respiratorios
encontrados con más frecuencia en la UCI están: insuficiencia respiratoria aguda, el
síndrome de distrés respiratorio agudo, enfermedades del parénquima pulmonar tal
como la displasia broncopulmonar, obstrucción de las vías aéreas, enfermedad de la
membrana hialina, taquipnea transitoria del recién nacido, hipertension pulmonar entre
otras. En cuanto a los trastornos cardiovasculares más comunes se encuentran las
cardiopatías congénitas, arritmias, insuficiencias cardíacas. En consecuencia, se
presentan dos casos clínicos, el primero un neonato con síndrome de dificultad
respiratoria, y el otro un caso de un lactante con insuficiencia cardíaca.
Recién nacido pretérmino de 31.4 SDG, 10 días de edad, peso bajo para la
edad actual, quien ingresa por presentar dificultad respiratoria. Peso: 950gr, talla:
38cm Frecuencia cardiaca 170 lpm, Frecuencia respiratoria: 70rpm, temperatura
36°C, PA: 65/36 mmHg, Sat O2: 80% de acuerdo al esfuerzo respiratorio presenta
llanto irregular y lento, en el tono muscular, las extremidades semi flexionadas,
respuesta a estímulos, presenta muecas y su coloración presenta acrocianosis. La
evaluación de Silverman dió un puntaje de 8, con los siguientes signos: quejido
respiratorio audible con estetoscopio, en la respiración nasal hay dilatación, la
retracción costal se encuentra marcada y en la concordancia toraco-abdominal hay
discordancia. Dx médico: Síndrome de dificultad respiratoria (SDR) secundario a
enfermedad de membrana hialina, descartar sepsis neonatal tardía.
Es preciso recordar que, el SDR, anteriormente llamado enfermedad de la
membrana hialina, es según López y Valls, un cuadro respiratorio agudo que afecta casi
exclusivamente a los recién nacidos pretérmino (RNP). La inmadurez del pulmón del
RNP no es solamente bioquímica, déficit de surfactante pulmonar, sino también
morfológica y funcional, ya que el desarrollo pulmonar aún no se ha completado en
estos niños inmaduros. El pulmón con déficit de surfactante es incapaz de mantener
una aireación y un intercambio gaseoso adecuados. En este sentido, el surfactante
está compuesto por fosfolípidos en 70 a 80%, lípidos neutros en 10% y el 10%
restante son proteínas; su función principal es disminuir la tensión superficial, lo que
evita el colapso alveolar y permite el establecimiento de la capacidad funcional
residual. El surfactante se produce, se almacena, se secreta y es reciclado por los
neumocitos tipo II; en el neonato pretérmino, la producción está limitada y sus
almacenes se depletan rápidamente al nacer. Por tanto, la inmadurez condiciona
mayor permeabilidad alveolar y facilita el edema intersticial. En el SDR, dado que los
alvéolos se colapsan, cada respiración requiere de un esfuerzo similar al inicial; esto
lleva a fatiga progresiva y deterioro terminal si se deja avanzar la enfermedad.
En cuanto a los signos y síntomas que presenta el recién nacido con SDR
son los que se mencionan a continuación; taquipnea en los primeros minutos, quejido
intenso, retracciones intercostales, aleteo nasal, coloración cianótica (no responde a la
administración de oxígeno), ruidos respiratorios atenuados y un soplo rudo tubárico, el
quejido disminuye y desaparece, estertores finos, hipotensión, aumenta la fatiga,
podría presentar palidez, respiración irregular con pausas de apnea, acidosis mixta,
edema, íleo y oliguria, las manifestaciones máximas se dan en los tres primeros
días, después hay mejoría y finalmente si se agrava muerte del segundo al séptimo día.

Por lo anterior, se decide intubación con tubo endotraqueal 2 Fr, se deja en fase
III con un modo de ventilación asistido controlado (A/C) con parámetros ventilatorios:
Fr 60rpm; VT: 6(ml/KG), presión plateau de 20 cm H20, PEEP de 7 cm de H20 y FiO 2
0,70. En este caso los parámetros ventilatorios instaurados y el modo ventilatorio se
emplean puesto que el paciente presenta un aumento de las demandas ventilatorias y por
su condición de prematuridad, no tiene las condiciones anatomofisiológicas para llevar a
cabo la respiración por sí mismo y que le garantice una adecuada ventilación.
Por otro lado, los resultados de la gasometría arterial, reportan pH 7,32. PCO 2:
48mmHg, HCO3: 26mEq/l, lo que conlleva a una acidosis respiratoria. Para el personal
de Enfermería es muy importante tener los conocimientos básicos necesarios para hacer
una interpretación adecuada a estos paraclínicos, puesto que aportan información
valiosa sobre el estado de salud del paciente, y nos guiarán en las intervenciones a
realizar.
Por su parte, los diagnósticos de Enfermería que pueden encontrarse son: Patrón
respiratorio ineficaz, Riesgo de desequilibrio de la temperatura corporal, riesgo de
infección, por ello los cuidados de enfermería que ameritan los pacientes con SDR son
entre ellos: intubación y estabilización de vías aéreas (se debe trabajar junto al equipo
de salud en este procedimiento), valoración del tubo de tórax, monitorización
respiratoria, vigilar parámetros ventilatorios, valoración física de signos y síntomas de
hipoventilación (cianosis, tiraje intercostal, retracción xifoidea…) mantener
permeabilidad de las vías aéreas, vigilar secreciones respiratorias del paciente,
valoración y registro de signos vitales, proporcionar confort térmico, administrar
medicamentos indicados y analizar e interpretar los paraclínicos. Es importante que se
realice una buena valoración de enfermería, para aplicar los cuidados necesarios de
forma que sean efectivos para los pacientes, y evitar las complicaciones que pueden
presentarse por su delicado estado de salud.
Asimismo, el otro caso clínico corresponde a un lactante con trastorno
cardiovascular: Lactante menor de 32 días de vida que acude al Servicio de Urgencias
por presentar cianosis leve, sudoración y taquicardia. Los padres refieren además
rechazo de tomas, polipnea e irritabilidad de 12 horas de evolución. Afebril y sin otros
síntomas asociados. Se valora estado general regular, perfusión periférica regular e
irritabilidad. Tª 36.5º, FC: 200 lpm. PA: 118/71 mmHg. Fr: 40 rpm. Sat pO 2: 89%.
Auscultación cardiopulmonar: taquicardia. No soplos. Murmullo vesicular conservado
bilateral. Abdomen y exploración neurológica sin signos patológicos. Por ello, y con
una fuerte sospecha diagnóstica de Insuficiencia cardiaca aguda, se administra
oxígeno en gafas nasales, se canaliza vía periférica y se decide su ingreso en la Unidad
de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP).
Es importante mencionar que, la insuficiencia cardiaca es un síndrome clínico
definido como la incapacidad del corazón de mantener un gasto cardiaco adecuado a las
demandas del organismo, produciendo una serie de síntomas/signos característicos de
este estado fisiopatológico como edema, distrés respiratorio, mala perfusión periférica,
disnea, hepatomegalia, cardiomegalia, taquicardia, sudoración, dificultad en
alimentación, etc. (Expósito Alonso, 2018)

Con respecto a la gasometría, reportó reportan pH 7,32. PCO2: 48mmHg, HCO3:


26mEq/l, lo que se interpreta como una acidosis respiratoria. Es necesario saber hacer
un correcto análisis de la gasometría para poder dar un tratamiento adecuado.
Entre los cuidados de enfermería para estos pacientes están: mantener en
posición semisentado, reducción de actividad física, sedación, restringir los líquidos,
dieta hipercalórica e hiposódica. Realizar examen físico evaluando periódicamente la
aparición de los signos y síntomas de la enfermedad. Mantener las vías aéreas
permeables. Monitorear y observar estrictamente los signos vitales. Valorar cambios
respiratorios que son signos de mal pronóstico. Registrar balance hídrico estricto,
pesando al paciente diariamente y restringir los líquidos. Evitar la sedación excesiva,
para detectar fluctuaciones de la conciencia y trastornos respiratorios.
Los pacientes en la UCI se encuentran en situaciones críticas de salud, por lo que
ameritan que la atención sea oportuna y eficaz, utilizando el proceso de enfermería para
poder valorar al paciente adecuadamente, y dar un diagnóstico temprano y mejorar su
pronóstico. Los enfermeros, deben tener en cuenta los principios bioéticos, entre ellos el
de beneficencia y no maleficencia, para poder garantizar los cuidados a los pacientes y
apuntar hacia su bienestar.
Con respecto a las diferencias en la ventilación mecánica de los pacientes
neonatos y pediátricos, entre ellas tenemos que de los 7 a los 3 años (40-15 kg) los
pacientes se consideran plenamente niños, y aunque podemos emplear con ellos
sistemas propios de los adultos debemos hacerlo con ciertas precauciones. Si tienen
menos de 3 años (menos de 15 kg), su manejo será más dificultoso cuanto más
pequeños sean. Estos pequeños pacientes requerirán la aplicación de técnicas de
ventilación específicas, así como el empleo de instrumental adecuado, especialmente en
el caso de los lactantes y recién nacidos (< 1 año), que presentan marcadas diferencias
anatómicas, fisiológicas y de mecánica ventilatoria con resistencias muy elevadas y
compliancias muy bajas.
En este sentido, los RN tiene una vía aérea más corta, menos ramificada y más
fácil de distender y colapsar, con una distensibilidad (Cl) mayor de la pared torácica,
pero con una distensibilidad pulmonar menor, por inmadurez del sistema surfactante
pulmonar. La inmadurez de los sistemas enzimáticos antioxidantes, así como del
equilibrio reparador/crecimiento, favorecen que la ventilación mecánica induzca daño
pulmonar, con producción de inflamación y una reparación peor, los cuales son factores
implicados en el desarrollo de la displasia broncopulmonar (DBP). Por su parte, los
pacientes pediátricos en edades superiores a 7 años (>40 kg) puede aplicarse
prácticamente cualquier respirador de uso adulto. Sólo se deberá prestar atención a que
los caudalímetros permitan ajustar volúmenes relativamente pequeños, siendo preferible
que tengan baja compliancia para garantizar la entrega total del volumen al paciente y
que permitan trabajar en verdadero abierto o en bajos flujos con un volumen del sistema
(respirador más circuito) lo más bajo posible.
En el caso de pacientes de edades comprendidas entre 3 y 7 años (15 a 40 kg)
son necesarios respiradores y sistemas con características más precisas. El respirador
debe incorporar caudalímetros que permitan ajustar bajos volúmenes, el sistema debe
tener una compliancia despreciable, a fin de garantizar la entrega del volumen ante
cualquier cambio de mecánica pulmonar, y es preferible trabajar en verdadero abierto,
ya que los sistemas circulares tienen grandes volúmenes en el circuito (mucho mayores
que el propio sistema pulmonar del paciente) que retardarán mucho los cambios a
efectuar. (Joan Marco, 2010)
Por otra parte, otro de los procedimientos usados en los trastornos ventilatorios y
cardiovasculares, es la Ventilación No Invasiva, la cual es una técnica de soporte
respiratorio que se realiza sin necesidad de invadir la vía aérea del paciente más allá de
las cuerdas vocales, por tanto no precisa un tubo endotraqueal ni una cánula de
traqueostomía. Se puede realizar mediante presión negativa o presión positiva. Está
indicada en pacientes con insuficiencia respiratoria aguda y crónica, Neumonía, Edema
agudo de pulmón, Traumatismo torácico, Síndrome distrés respiratorio agudo,
Síndrome distrés respiratorio neonatal, Bronquiolitis. Enfermedades del sistema
nervioso central con alteración del centro respiratorio, Trastornos respiratorios durante
el sueño, Enfermedades neuromusculares con afectación de los músculos respiratorios
entre otras.
A modo de conclusión, se puede decir que las intervenciones de Enfermería en
los pacientes con trastornos respiratorios y cardiovasculares en la UCI son sumamente
importantes, puesto que determinan en gran medida su pronta recuperación, el bienestar,
así como la asistencia y satisfacción de sus necesidades durante el proceso de salud-
enfermedad. Por ello es preciso que cada día los enfermeros se preparen para atender a
cada uno de esos pacientes con conocimientos y criterios científicos, así también con
humanidad, ética y profesionalismo que caracteriza a la Enfermería.

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