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FUNDAMENTOS DE MECANICA DE ROCAS

Cuarta edición

J. C. Jaeger, N.G. Cook, y R.W. Zimmerman


4 DEFORMACION Y FALLA DE LA ROCA

4.1 Introducción

Las teorías clásicas de mecánica (medio) continua, en general se han edificado de


acuerdo con las observaciones experimentales del comportamiento de metales y de
otros materiales de ingeniería. Estas teorías, por tanto, describen los diversos tipos de
comportamiento observados en los metales, tales como la elasticidad lineal, elasticidad
no lineal, plástico, falla fragilidad, etc. Aunque estos conceptos y modelos se puedan
aplicar a las rocas, en la mayoría de los casos el comportamiento análogo de la roca es
mucho más complejo, indudablemente debido a su naturaleza heterogénea y porosa.
La constitución de estos modelos clásicos y las modificaciones necesarias a fin de
aplicarlos a la roca, se examinan a detalle en los capítulos 5, 7 y 9.

Con el fin de desarrollar modelos constitutivos realistas para la deformación de rocas,


es necesario iniciar con un análisis de los tipos de comportamiento de mecánica de
rocas que pueden presentarse. Por lo tanto, en este capítulo primero nos centramos en
la descripción, cualitativa, del tipo de comportamiento esfuerzo-deformación observado
cuando las rocas se sujetan a cargas externas. El comportamiento del esfuerzo-
deformación se analizo fenomenológicamente en §4.2 y §4.3, y desde un punto de vista
microscópico (aunque cualitativo) en §4.4. En §4.5, el criterio de falla de Coulomb
ampliamente utilizado se introduce y se analiza detalladamente. Este criterio, el cual
asume que la falla solamente es controlada por los esfuerzos principales máximo y
mínimo, representa una simplificación del comportamiento real de la roca, pero sin
embargo es extremadamente útil para entender los efectos del estado del esfuerzo
sobre falla de la roca. La generalización de Mohr, la Ley de Coulomb, en la cual todavía
se supone a la falla gobernada por dos esfuerzos principales extremos, pero
posiblemente de una manera no lineal, se analiza en §4.6. Esta sección también
contiene algún análisis de una ley particular de falla no lineal, la de Hock y Brown. Los
efectos de la presión de poro, y el concepto de esfuerzo efectivo, se analiza en §4.7.
Los datos experimentales en rocas sujetas a estados de esfuerzo "poli-axial" o triaxial
verdadero con σ1>σ2>σ3 se presenta en §4.8 y se analiza ligeramente los criterios de
falla poli axial propuestos por Mogi. Finalmente, los efectos de la anisotropía de
materiales se tratan brevemente en §4.9, en términos de la teoría “único plano débil”

4.2 La curva esfuerzo-deformación

El método más común para estudiar las propiedades mecánicas de las rocas es por
compresión axial de un cilindro circular, cuya longitud es de dos a tres veces su
diámetro.
Fig. 4,1 Muestras
cúbicas bajo:
(a) esfuerzo uniaxial
(b) esfuerzo triaxial
tradicional en el que
dos esfuerzos
confinados laterales
son iguales, y
(c) esfuerzo triaxial
verdadero, en el que
los tres esfuerzos
principales
posiblemente son
diferentes

Si la superficie lateral de la roca está libre de tracción, la configuración se refiere a la


compresión uniaxial, o la compresión no confinada (fig. 4.1a). En este caso, el
estado del esfuerzo resultante en la roca es {σ1>0, σ2=σ3=0). Si se aplican tracciones a
las superficies laterales, el experimento se refiere como uno de compresión
confinada. Para hacer pruebas en un cilindro circular, loa esfuerzos aplicados en las
dos direcciones ortogonales perpendicular al eje del cilindro son necesariamente
iguales (Fig. 4.1b), y el estado resultante de esfuerzo en la roca es {σ1> σ2=σ3>0}. Este
estado es tradicionalmente denominado "triaxial", a pesar del hecho de que dos de los
esfuerzos principales son iguales. El estado de esfuerzo más general, en el cual
{σ1>σ2>σ3>0) se puede lograr con muestras cúbicas, y se conoce como " poli axial" o "
triaxial" verdadero; (Fig. 4.1c). Los aspectos técnicos para realizar estos experimentos
se analizan en el Capítulo 6.

Por ahora centremos nuestra atención en la prueba denominada "triaxial" realizada en


una muestra cilíndrica, en la que se monitorean los esfuerzos, y las deformaciones
axiales y laterales se miden por medio de calibradores de deformación adjuntados a las
muestras, o por calibradores de deformación adjuntados en las tapas laterales (véase §
6.4).Normalmente, σ2 y σ3 se mantienen constantes, mientras σ1 se incrementa. Los
resultados pueden representarse gráficamente en forma de una curva de esfuerzo-
deformación, en la que σ se traza contra Ɛ. Estrictamente hablando, estas variables son
σ1 y Ɛ1, pero los subíndices por ahora se eliminan por sencillez de notación.

El comportamiento más sencillo posible se ilustra en la figura. 4.2a, en el que la


deformación aumenta linealmente con el esfuerzo, terminando en falla abrupta en algún
punto F. Esta curva puede ser representada por la ecuación

σ = EƐ (4.1)

Donde E, tiene unidades Pa, se llama Modulo de Young o módulo de elasticidad.

Dentro del rango de esfuerzo y deformación previa a la falla, este tipo de


comportamiento se conoce como elasticidad lineal. El término "lineal" se refiere a la
relación matemática lineal entre el esfuerzo y deformación. En discusiones actuales de
mecánica de medio continuo, el término "elástico" significa que la deformación es
función de un solo valor del esfuerzo, y no depende del esfuerzo antecedente o
(dirección) trayectoria del esfuerzo. Para un material elástico lineal, para cualquier valor
de deformación abajo del punto F en la Fig. 4.2a, la pendiente de la curva se dará por
dσ/dƐ= E
Fig. 4,2 (a) Comportamiento
elástico lineal, con falla en F.
(b) comportamiento elástico no
lineal, la pendiente de OP es la
secante del módulo, la
pendiente PQ es la tangente
del módulo.
(c) material histéresis elástica:
modulo sin carga en P es dado
por la pendiente de PR.

Por esta definición del comportamiento elástico, un material es elástico mientras el


esfuerzo se pueda expresar como función de un solo valor de deformación, que puede
o no puede ser linear, es decir,
σ = f(ε) (4.2)
Bajo esta definición, el comportamiento esfuerzo-deformación de un material elástico
durante la “carga” es el mismo durante la “descarga”. El comportamiento se ilustra en la
figura. 4.2b, por lo tanto, es denominado como “elástico no lineal”. Para materiales
elásticos no lineales, la pendiente de la curva de esfuerzo-deformación varía con el
nivel del esfuerzo (o deformación). Dos tipos de "modulo elástico” pueden definirse
para tales materiales, cada uno de los cuales, en general, ambos varían con. σ y ε. El
módulo secante se define por el cociente del esfuerzo total y la deformación total, esto
es
E sec = σ/ε (4.3)
y es igual a la pendiente de la línea OP. El módulo tangente, por otra parte, es la
pendiente local de la curva esfuerzo-deformación,
Etan = dσ / dε (4.4)
y en la fig. 4.2b sería igual a la pendiente de la línea PQ. Los módulos de la secante y
de la tangente coinciden para un material elástico lineal

Una roca se llama histerética si sigue las diferentes curvas esfuerzo-deformación


durante la carga y descarga, pero vuelve a su estado deformación-libre original, cuando
se eliminan los esfuerzos. La figura 4.2c demuestra el comportamiento esfuerzo-
deformación de un material histerético, con la línea discontinua representando la curva
de descarga. Tal material exhibe un modulo tangente diferente durante la descarga que
durante la carga; el módulo del carga en P es dado por la tangente para la curva OPF,
mientras que el módulo de descarga en ese mismo punto P es dado por la pendiente
de la línea PR. En §5.8, se muestra que el trabajo hecho en la roca por el agente de
carga externo durante la deformación, por unidad de volumen de roca, es igual al área
bajo de la curva esfuerzo-deformación.

Por lo tanto, para una roca que exhibe comportamiento esfuerzo-deformación tal como
el mostrado en fig. 4.2c, el trabajo hecho en la roca durante la carga sería mayor que lo
hecho en él durante la descarga. La zona comprendida entre la carga y descarga de las
partes de la curva esfuerzo-deformación, por lo tanto, representa la energía que se
disipa. (Por la fricción a lo largo de las fronteras granulares y caras de la grieta, etc.).
Fig. 4.3 Curva completa esfuerzo-
deformación para una roca bajo
compresión (véase el texto para los
detalles)

Como la cantidad neta de trabajo realizada en la roca durante un ciclo de carga y


descarga no debe ser negativa, la porción de descarga de la curva de esfuerzo-
deformación no puede estar por encima de la porción de carga.

Los materiales idealizados descritos en Fig. 4.2 cada deformación hasta F, en cuyo
punto fallan abruptamente si el esfuerzo aplicado se aumenta aun más. Este tipo de
falla abrupta se observa en materiales bajo tensión, pero el comportamiento de una
roca bajo el régimen de esfuerzo compresivo de ocurrencia mas común, es mas
complejo (Fig. 4.3). La curva de esfuerzo-deformación de una roca bajo compresión
uniaxial puede dividirse conceptualmente en cuatro regiones. En la región OA, la
curvatura, representada aproximadamente por la segundo derivada, es positiva. En la
región AB, la curva es casi completamente linear. La curva continúa levantándose en la
región AC., pero ahora la curvatura es negativa. La deformación alcanza un máximo en
C, después de lo cual cae a través de la región CD

En las primeras dos regiones, OA y AB, el comportamiento es casi elástico. Algunas


histéresis (deformaciones, aplastamientos) ligeras pueden observarse, pero la carga y
descarga en esta región no se producen cambios irreversibles en la estructura y
propiedades de la roca. En la tercera región, BC., que generalmente comienza con una
esfuerzo de cerca de dos tercios del esfuerzo máximo en C, la pendiente de la curva
esfuerzo-deformación, es decir, la tangente del modulo, disminuye a cero
constantemente como el esfuerzo aumenta. En esta región, se producen cambios
irreversibles en la roca, y los ciclos sucesivos de carga y descarga trazan diferentes
curvas. Un ciclo de descarga, tal como PQ, que comienza en la región BC daría lugar a
una deformación permanente ε0 cuando el esfuerzo llega a cero. Si se recarga la roca,
se trazaría una curva tal como QR que se encuentra por debajo de la curva de carga
original OBC, pero que en última instancia, se reincorpora, con un esfuerzo mayor que
el esfuerzo en P.

La cuarta región, CD, comienza en el punto de máximo esfuerzo C, y tiene una


pendiente negativa. Un ciclo de descarga tal como ST, que se inicia en esta región
daría lugar a una gran deformación permanente, cuando el esfuerzo llega a cero. La
recarga subsiguiente trazará una curva en el plano [σ-ε] que reincorpora la curva de
carga inicial en U, correspondiendo a un esfuerzo que es menor a la del inicio del ciclo,
en el punto S. En este sentido podemos decir que la capacidad de la roca para soportar
una carga ha disminuido. Esta región de la curva de esfuerzo-deformación no puede
observarse en una celda de prueba en la que el esfuerzo es la variable controlada, en
cuyo caso ocurre la falla violenta de la muestra cerca del punto C. Sin embargo esta
región se puede observarse en una máquina de prueba servo-controlada
en la cual la deformación es la variable controlada, como se explica a detalle en el
punto 6.5. Esta región también es importante en una masa de roca, en el que la
disminución de la capacidad en una región de la roca para apoyar una carga adicional
podría ser compensada por una parte de la carga que se transfiere a las regiones
adyacentes de roca.

En la región BC, se dice que la roca está en estado dúctil, o simplemente es dúctil. El
comportamiento dúctil se caracteriza por la capacidad de la roca para soportar una
carga cada vez mayor mientras se deforme. En la región de CD, por otra parte, la carga
soportada por la roca disminuye mientras la deformación aumenta. Una roca que
muestra este comportamiento, que es cualitativamente diferente la del comportamiento
dúctil descrito anteriormente, se dice que está en un estado frágil, o simplemente es
frágil. La gama de esfuerzos en una roca que presenta cualquiera de estos dos tipos de
comportamiento depende de la mineralogía, la microestructura, y también de factores
como la temperatura, tal como se describe en § 4.3, y con más detalle por Paterson
(1978).

El valor del esfuerzo en el punto B, que marca la transición de comportamiento elástico


a dúctil, se conoce como el límite de elasticidad o esfuerzo cedente de la roca, y se
denota por lo general σ0. El valor del esfuerzo en el punto C, que marca la transición de
comportamiento frágil a dúctil, se conoce como la resistencia compresiva uniaxial de la
roca, y es generalmente identificado por C0. El proceso de falla se considera como un
proceso continuo que ocurre en toda la región frágil CD, en la que la roca se deteriora
físicamente, y su capacidad para soportar una carga disminuye. La falla por lo tanto
comienza en C, y los criterios de falla para una roca sometida a la compresión uniaxial
consisten simplemente a la condición en la que "la falla ocurre cuando σ= Co”. Los
criterios de falla que se analizan en secciones posteriores de este capítulo representan
tentativas para predecir el inicio de la falla bajo estados de esfuerzo que son más
generales que la compresión uniaxial.

El análisis precedente ha demostrado que la deformación axial que ocurre bajo


compresión uniaxial se puede cuantificar en términos del módulo de Young E. Pero una
roca bajo el esfuerzo de compresión uniaxial no sólo se deformaría en la dirección de la
carga, también se deformaría en cada una de las dos direcciones perpendiculares a la
carga. La Fig. 4.4 muestra las deformaciones medidas en una muestra cilíndrica por
Hojem y otros (1975) durante la compresión uniaxial confinada de una cuarcita
arcillosa, con el esfuerzo de confinamiento lateral manteniéndose constante en σ2 = σ3
= 6.9 MPa (1000 psi). Como antes, la convención utilizada es que las deformaciones
positivas normales correspondan a disminuciones lineales de las dimensiones de la
muestra. La curva del esfuerezo axial vs deformación axial exhibe la mayoría de las
características descritas anteriormente, incluyendo un marcado régimen frágil o
quebradizo. La deformación en las otras dos direcciones (es decir, la deformación
radial, ε2 =ε 3) es negativa, es decir que la muestra se expande hacia el exterior
mientras es comprimido. Dentro del régimen elástico que corresponde a la región OB
de la Fig. 4.3, la magnitud de la deformación radial aumenta casi en proporción con la
deformación axial. El cociente negativo de la deformación transversal a la deformación
axial, - ε2/ε1, se conoce como cociente o relación de Poisson, y es denotado por el 
Para un material elástico lineal, este parámetro es independiente del esfuerzo, y
generalmente se encuentra en el rango de 0-0.5 (§ 5.2).

En el régimen dúctil, que corresponde a la región BC de la Fifg. 4.3, las deformaciones


transversales comienzan a crecer (en magnitud) a una razon mucho más rápida que las
deformaciones axiales
Fig. 4.4 La deformación axial,
la deformación radial, y la
deformación volumétrica en
función del esfuerzo axial, para
una muestra cilíndrica de una
cuarcita arcillosa, probadas
bajo un esfuerzo de
confinamiento de 6.9 MPa
Hojem y otros (1975).

En términos del incremento de deformaciones, se puede decir que este


comportamiento corresponde a un valor del coeficiente de Poisson que supera la
unidad. Dado que la deformación volumétrica,  V/V, es igual a la suma de las
deformaciones axiales y laterales en las dos direcciones, la deformación volumétrica
comienza a disminuir con un aumento del esfuerzo axial. Teniendo en cuenta nuestras
convenciones de signo, significa que un aumento del incremento en el esfuerzo axial
compresivo, causa un aumento en el incremento del el volumen. Esto ocurre primero
en J en la Fig. 4.4. Eventualmente las deformaciones laterales llegan a ser lo
suficientemente negativas que la deformación volumétrica total llega a ser negativa;
esto ocurre en K en la Fig. 4.4. El fenómeno por el cual el volumen de la roca
disminuye bajo la acción de un esfuerzo de compresión adicional se conoce como
dilatación. La dilatación puede atribuirse a la formación y la ampliación de la apertura
de micro fracturas cuyos ejes están orientados en paralelo a la dirección del esfuerzo
principal máximo (§ 4.4). Al probar muestras en forma de tubos huecos de pared
gruesa, Cook (1970) demostró que la dilatación ocurre penetrando a través de todo el
volumen de la roca, y no es un fenómeno superficial, localizado en la frontera exterior.
Por una parte, Spetzler y Martin (1974) y Hadley (1975) han demostrado que la
dilatación no está distribuido uniformemente a través de la muestra, se hace cada vez
más heterogénea mientras se acerca la falla.

4.3 Efectos del confinamiento de esfuerzo y temperatura

Se ha sabido desde finales del siglo XIX que si se incrementa el esfuerzo confinado
aplicado en los lados de una muestra cilíndrica durante una prueba de compresión
triaxial, el esfuerzo axial requerido aumentará para causar la falla, y la roca mostrará
una tendencia hacia una mayor ductilidad (Becker, 1893; Adams, 1912). En los
experimentos clásicos realizados por Von Karman (1911) y Böker (1915), se utilizó
aceite para aplicar un esfuerzo de confinamiento σ2 = σ3 en los lados de la muestra,
mientras que el esfuerzo axial σ1 fue aumentado lentamente.

El efecto que la presión de confinamiento tiene sobre la curva del esfuerzo axial vs
deformación axial se muestra en la Fig. 4.5a para una cuarcita de Rand. Para cada
valor del σ2 = σ3, la curva de esfuerzo-deformación exhibe inicialmente una porción casi
elástica lineal, con una pendiente (modulo de Young) que es casi independiente del
esfuerzo de confinamiento.

Pero ambos el límite de elasticidad (esfuerzo cedente) y el esfuerzo de falla se


incrementa tanto como se incrementa el esfuerzo de confinamiento. Finalmente, hay
una pequeña porción descendente de la curva, terminando en la fractura de fragilidad.
Fig. 4.5 Curvas esfuerzo-
deformación para
(a) Cuarcita Rand y
(b), Mármol de Carrara
en diversas presiones de
confinamiento.
Las cruces indican fallas
abruptas frágiles

Un tipo notablemente diferente de comportamiento es exhibido por otras rocas, los


carbonatos y algunos sedimentos. La figura 4.5b muestra los datos recabados por Von
Karman (1911) en un mármol de Carrara. Para esfuerzos confinados suficientemente
bajos, ejemplificado por la curva etiquetada σ3 = 0 MPa, la fractura frágil (denotada por
X) ocurre para la cuarcita según lo descrito anteriormente. Pero a mayores esfuerzos
de confinamiento, tal como en la curva etiquetada 50 MPa, la roca puede experimentar
una deformación tan grande como el 7 por ciento, sin pérdida sustancial en su
capacidad de soportar una carga (es decir, no hay ninguna disminución en el esfuerzo
axial). En este caso, se dice que la roca exhibe comportamiento dúctil, que puede ser
definido aproximadamente como "la capacidad de cambio sustancial en la forma, sin
incremento de la fractura" (Paterson, 1978). La curva para σ3 = 23.5 MPa se puede
decir que muestra un comportamiento de tipo transicional, en la que ocurre una
deformación inelástica bastante sustancial, pero la roca falla eventualmente por fractura
frágil. Por lo tanto, hay un algún valor mal definido del esfuerzo confinado en cuál se
puede decir que ocurre una transición entre el comportamiento frágil y dúctil. Heard
(1960) propone que esta transición dúctil-frágil debe tomarse como el esfuerzo
confinado en la que la falla de deformación es por ejemplo, 3-5 por ciento. Aún en
esfuerzos de confinamiento más altas, tales como 165 MPa 165 o mayores en la Fig.
4.5b, el esfuerzo axial σ1 continúa aumentando con la deformación después de que se
haya pasado el punto de cedencia. Tal comportamiento se conoce en metalurgia como
trabajo de endurecimiento, y más simplemente como endurecimiento en mecánica de
rocas. Siguiendo esta nomenclatura, el comportamiento mostrado en la porción
descendente de la curva esfuerzo-deformación, tal como se exhibe en la Fig. 4.5b para
un esfuerzo de confinamiento de 23,5 MPa, se refiere a menudo como ablandamiento
(suave). La Tabla 4.1 muestra la mediciones de presiones de transición dúctil-frágil
para distintos tipos de roca, a temperatura ambiente, recopiladas por Paterson (1978) a
partir de diversas fuentes.

Las altas temperaturas generalmente tienen el efecto, rigurosamente hablando, de


favorecer la ductilidad. La figura 4.6a muestra las curvas esfuerzo-deformación medida
por Griggs y otros. (1960) sobre un granito, para un esfuerzo de confinamiento de 500
MPa. A temperatura ambiente la roca es frágil, pero en temperaturas más altas
cantidades substanciales de deformación permanente pueden ocurrir. Para 800°C, la
roca es casi completamente dúctil, en que la deformación puede continuar aumentando
en una carga casi constante. Por lo tanto, para un valor fijo de esfuerzo de
confinamiento constante, el comportamiento de fragilidad da un comportamiento dúctil
sobre cierta temperatura. Como ambos altas temperaturas y altos esfuerzos de
confinamiento tienden a favorecer la ductilidad, la disminución de la temperatura de la
transición frágil-dúctil disminuye a medida que aumenta el esfuerzo de confinamiento.
Hence (1960) desarrollo un diagrama de fase para la caliza de Solenhofen en el
espacio {T,σ3}, el cual muestra regiones de comportamiento ductilidad o fragilidad,
separado por una curva de transición ductilidad-fragilidad Fig. 4.b.
Tabla 4.1
Presiones de
transición frágil-
dúctil bajo
compresión σ2=σ3,
a temperatura
ambiente
(Paterson
posterior 1978,).

Fig. 4.6 (a) curvas esfuerzo-deformación para el granito a varias temperaturas, a una presión
de confinamiento de 500 MPa, Griggs y otros ( posterior a1960). (b) diagrama de fase frágil-
dúctil para la caliza de Solenhofen, Heard ( posterior a1960)."Extendido" se refiere a las cargas
para las cuales el esfuerzo axial es menos compresiva que los esfuerzos laterales

Para esta roca, se puede observar la ductilidad bajo esfuerzo confinamiento cero si la
temperatura está sobre alrededor de 500° C. Para la mayoría de las rocas, sin
embargo, si no hay esfuerzo de confinamiento el comportamiento será frágil hasta
encontrar la temperatura de fusión (Murrell y Chakravarty, 1973).

4.4 Tipos de fractura

Los diversos tipos de comportamiento de esfuerzo-deformación analizados en las dos


secciones anteriores corresponden a diversos procesos físicos que ocurren dentro de
la roca. Una roca sin compresión confinada, tiende a la deformación elástica, hasta que
ocurra abruptamente la falla (fig. 4.5). Esta falla es acompañada por una división o
separación longitudinal irregular (fig. 4.7a). Con una cantidad moderada de presión de
confinamiento, se suprime la fracturara longitudinal, y la falla ocurre a lo largo de un
plano de fractura bien definido (fig. 4.7b). Este plano es típicamente inclinado en un
ángulo inferior a 45° de dirección σ1 (la dirección axial, en este caso).
Fig. 4.7 (a) Separación o división longitudinal bajo tensión uniaxial, (b) fractura de corte, (c)
múltiples fracturas de corte (d) fractura extendida, y (e) fractura extendida producida por cargas
de lineales opuestas

Este plano se caracteriza por el desplazamiento paralelo a lo largo de su superficie, y


se conoce como fractura de corte. Bajo algunas circunstancias, la falla ocurre a lo largo
de dos planos de corte localizados simétricamente con respecto a la dirección axial,
pero éste parece ser causado por el artefacto experimental por los extremos de la
muestra que están siendo constreñidos contra la rotación (Paterson, 1978, P. 18). Si se
incrementa la presión de confinamiento, de modo que la roca llegue a ser
completamente dúctil, aparece una red de las pequeñas fracturas de corte paralelas,
acompañado por deformación plástica individual de los granos de roca (figura 4.7c).

El segundo tipo básico de la fractura, es una fractura extendida o de extensión, por lo


general aparece cuando una roca falla bajo tensión uniaxial. La principal característica
de este tipo de fractura es una clara separación de las dos mitades de la muestra, sin
desplazamiento tangencial entre las dos superficies (Fig. 4.7d).

Bajo sistemas más complejos de aplicación de esfuerzos, las fracturas que aparecen
pueden considerarse como pertenecientes a uno u otro de estos dos tipos básicos. Si
una capa de la roca esta comprimida entre dos cargas opuestas linealmente (fig. 4.7e),
aparece una fractura de extensión entre las cargas. Si estas cargas son causadas por
una chaqueta que rodea el núcleo, se ve que las fracturas de la roca son comprimidas,
el resultado es una fractura descrita por Brace (1964) como una fractura intrusiva.
Cuando se examinan las superficies de la fractura de una muestra que ha
experimentado una división longitudinal, como la de la Fig. 4.7a, las partes de las
superficie tendrán el aspecto de una fractura de corte, y otras partes parecerán ser
fracturas de extensión.

En §4.2, la atención fue dirigida al fenómeno del dilatación, que ocurre durante la
compresión triaxial de rocas. Tales pruebas suelen realizarse bajo condiciones de
esfuerzo de confinamiento lateral constante. Bajo tales condiciones, la roca es
relativamente libre para expandirse lateralmente. En una masa de la roca, sin embargo,
tal expansión lateral sería resistida, hasta cierto punto, por la roca adyacente. Uno
podría imaginar que, cuando una parte de la roca se expande lateralmente, el esfuerzo
de compresión lateral impuesto por la roca adyacente aumentaría, de tal modo que
inhibe la expansión lateral de la roca. Por lo tanto, la deformación de una parte
específica de la roca in situ estaría inevitablemente acompañada a la deformación de la
masa de roca adyacente. Este acoplamiento no suele ocurrir en las pruebas estándar
de la roca, en las que las condiciones de frontera, ya sea que se trate de esfuerzo
lateral constante o de deformación lateral constante, impuestos a priori
Fig. 4.8 Representación
esquemática del esfuerzo axial y
el esfuerzo lateral confinado
medido por Hallbauer y otros
(1973) en un conjunto de
cuarcita arcillosa, junto con
dibujos del estado de las micro
fracturas observadas en los
puntos en que fueron cargadas
las muestras indicados a lo largo
de la curva de esfuerzo-
deformación

Para acercarse mas la situación que puede ocurrir in situ, Hallbauer y otros. (1973)
encamisaron las muestras con grano fino, de cuarcita arcillosa en un tubo de cobre de
1 mm. de espesor de pared, y probadas en una célula triaxial en la que el esfuerzo de
confinamiento se realizó con la presurización de un fluido. A las muestras se les impuso
inicialmente un esfuerzo de confinamiento de 100 bars. La calibración del sistema
reveló que, debido a la rigidez de la celda y al pequeño volumen de líquido de
confinamiento, la presión de confinamiento se incremento en proporción a la
deformación lateral de la muestra, esto es,  3  c  3 con la constante de
proporcionalidad encontrada que es 1.122 GPa. Por lo tanto, se puede pensar que la
muestra de roca esta conectada a lo largo de sus lados con resortes lineales de rigidez
constante. Los pruebas se realizaron sobre un conjunto de muestras cortadas de un
mismo bloque de cuarcita, y fueron detenidas en puntos predeterminados a lo largo de
la curva de esfuerzo-deformación. La observación cuidadosa de las secciones
longitudinales de corte a través de los ejes de las muestras que permitieron el
crecimiento de micro fracturas y fracturas observarlas en relación con la curva de
esfuerzo-deformación.

Los resultados se ilustran en fig. 4.8. En la región AB de la curva de esfuerzo-


deformación, el primer daño estructural visible aparece como la elongación de las micro
fracturas teniendo sus ejes paralelos orientados (entre ±10°) en la dirección del
esfuerzo de compresión máximo (es decir, axialmente). Las grietas se distribuyeron en
toda la muestra, pero se concentraron en el centro. Hacia el final de la región BC., el
número de micro fracturas creció drásticamente y las grietas comenzaron a unirse a lo
largo de un plano situado en la región central de la muestra. En el punto C de esfuerzo
axial máximo, las micro fracturas, comienzan a vincularse en un "plano" de fractura
macroscópica. Por último, en la región de CD, el plano de fractura se ha extendido por
toda la muestra, y de desplazamiento de corte comienza a ocurrir en las dos caras de
la roca. En esta región, se lleva a cabo disminuciones de la carga axial de la muestra a
medida que la roca se continúa comprimiendo

Las mediciones hechas a las micro fracturas después de que las muestras se habían
descargado y seccionado mostraron ser de alrededor de 300 µm de largo y alrededor
de 3 µm de ancho en su es estado de descarga. Su anchura o amplitud bajo esfuerzo
era probablemente mucho mayor que cuando estaba descargada. En cada etapa a lo
largo de la curva de esfuerzo-deformación, el volumen total de las fracturas
(Según lo medido en su estado de descarga) ascendió cerca del 16-19 por ciento de la
dilatación volumétrica inelástica que fue observado durante la carga de la muestra.
Hallbauer (1973) concluyó que el cambio de volumen de dilatación reflejó la apertura de
estas micro fracturas

4.5 Criterio de falla de Coulomb

El más simple, y aún el más ampliamente utilizado, es el criterio de falla de Coulomb


(1773). En base a su extensa investigación experimental en la fricción, Coulomb
supuso que la falla en una roca o sólido, se lleva a cabo a lo largo de un plano debido
al esfuerzo de corte  que actúan a lo largo de dicho plano. En analogía con el
desplazamiento a lo largo de las superficies no unidas, (§3.3), se supone que el
movimiento es resistido por una fuerza de tipo friccional cuya magnitud es igual al
esfuerzo normal σ que actúa a lo largo de este plano, multiplicada por un factor
constante µ. Pero en contraste con el desplazamiento a lo largo de superficies no
unidas, el movimiento a lo largo del plano de falla inicialmente intacto, también se
supone que es resistido por una fuerza cohesiva interna del material. Tal fuerza refleja
el hecho de que, en ausencia de un esfuerzo normal, un esfuerzo de corte finito, So
suele ser necesario para iniciar la falta. Estas consideraciones llevan al criterio
matemático que la falla ocurrirá a lo largo de un plano si se satisface la siguiente
condición
|  | = S0+ µ σ (4.5)
(El signo del esfuerzo de corte solo afecta la dirección del deslizamiento después de la
falla, por lo que el valor absoluto de  aparece en el criterio de falla, aunque a menudo
es conveniente ignorar los signos en el valor absoluto en las manipulaciones
matemáticas.). Por el contrario, la falla no ocurrirá en ningún plano cuando |  |<S0+µσ.
El parámetro S0, algunas veces también se denota por c, se conoce como la cohesión.
El parámetro µ se conoce como el coeficiente de fricción interna, ya que se aplica a lo
largo de una superficie imaginaria interna de la roca antes de que ocurra la falla.
Aunque el término de coeficiente de fricción "interna" de fricción se deriva de la
analogía matemática entre (4,5) y (3,6), Savage y otros (1996) han argumentado que
este efecto es clave debido que las fuerzas de fricción de desplazamiento actuando a lo
largo de estas porciones a micro escala o microscópicas de la superficie de la fractura
que no están realmente intactas

El criterio de la formula (4,5) sugiere que la construcción del círculo de Mohr será útil
para su análisis. De hecho, (4.5) define una línea recta en el plano {σ,- } que
intercepta el eje  en –So y tiene pendiente μ. El ángulo Φ que esta línea hace con el
eje σ es dada por Φ = tan -1 μ, y se conoce como ángulo de fricción interna. Asumimos
temporalmente una situación en dos dimensiones, denotamos el esfuerzo principal
mínimo por σ3 en razón de σ2, con objeto de preparar su análisis en tres dimensiones.
Un estado de esfuerzo cuyo circulo de Mohr se encuentre debajo de la línea AL en la
Fig. 4.9b no dará lugar a la falla en ningún plano Si los esfuerzos principales son tales
que el círculo toca la línea de la falla, la roca fallará en corte (Fig. 4.9b). Los círculos
que se extienden por encima de la línea de falla, carecen de significado en este
contexto, ya que, se supone que si los esfuerzos empiezan a incrementarse lentamente
a partir de algún estado de esfuerzo “seguro” que se encuentra debajo de la línea, la
falla se producirá tan pronto como el círculo de Mohr primero toque la línea.

El punto P en el que círculo de Coulomb es tangente a la línea representa el estado de


esfuerzo en el plano de falla.
Fig. 4,9 (a) Las tracciones normales y de corte sobre un plano cuya normal hacia el
exterior es girada desde la dirección σ1 por un ángulo arbitrario β (b) Diagrama de
Mohr, con la curva de falla (4,5) mostrada como línea AL. La falla ocurrirá en un plano
específico cuyo ángulo β demarcado por la línea CP es dado por (4.6).

Por lo tanto, el ángulo por el cual el plano de falla es orientado hacia la dirección σ1 es
dado por la mitad del ángulo 2  que línea CP hace con el eje horizontal. Considerando
la intersección de la línea CP con el eje horizontal, se ve que 2  = 180° -  ACP. Por
el triángulo CPA, se deduce que  ACP=180°-  CPA-  PAC. Por lo tanto,
2  =  CPA+  PAC. Puesto que P es el punto de la tangencia del círculo y de la línea
de la falla, la línea CP es perpendicular a la línea de falla, y así  CPA = 90°.
Finalmente,  PAC = ɸ, donde ɸ es el ángulo de la fricción interna. Por lo tanto
2  = 90° + ɸ, o  = 45° + (½ ) ɸ (4.6)
Recordando que el criterio de falla (4.5) involucra el valor absoluto |  |, se deduce que
la línea de falla giró la derecha con ángulo ɸ; desde la horizontal que también podría
dibujarse en la Fig. 4.9b, lo que implica que el ángulo --  , debe representar un posible
plano de falla. Como los ángulos en el diagrama de Mohr representan los vectores
normales a los planos asociados, llegamos a la conclusión de que hay dos posibles
planos de falla de corte, cada uno orientado a un ángulo agudo de  =45°-(ɸ/2) hacia el
esfuerzo principal máximo. Estas dos direcciones se denominan direcciones
conjugadas de falla de corte.

El criterio de falla (4,5) también puede escribirse en muchas aparentemente diferentes


pero equivalentes formas, cada una de las cuales es conveniente en determinadas
circunstancias. La Figura 4.9b muestra que |CP | = (| AO | + | OC |) sen ɸ, que puede
escribirse como

(4.7)

En términos del "esfuerzo medio bi-dimensional" σm, y el esfuerzo de corte máximo  m,


que se dan por

(4.8)

El criterio de falla (4.7) se puede expresar como

(4.9)

En el plano (σm,  m ), esta ecuación aparece como una línea recta que forma un ángulo
tan-1 (seno ɸ)) con el eje σm , y que intercepta al eje en -So cot ɸ (Fig. 4.10a).
Fig. 4.10 (a) Curva de falla en el plano (σm,  m ), de (4.9). (b) Curva de falla en el plano
(σ3, σ1) de (4.13), donde la región TA corresponde a la “tensión” de tracción normal a lo
largo del plano aparente de la falta, (c) iguale que (b), con la adición de una tensión de
corte To

Sería conveniente expresar directamente el criterio de falla de Coulomb en términos de


los esfuerzos principales (σ3, σ1). Primero, (4.7) es reorganizado como

Haciendo uso de (4.6), el coeficiente de σ3 es transformado como sigue

Similarmente, el coeficiente de el término 2 So, puede transformase como:

(4.12)

Por lo que el criterio de falla de Coulomb también puede expresarse como

Donde C0 = 2S0 tan  es la resistencia compresiva uniaxial. En el plano σ3, σ1) el


criterio de falla de Coulomb, por lo tanto, aparece como una línea recta con pendiente
tan2  , que intercepta el eje σ3 en -2So cot  (Fig. 4.10b).

Las diversas formas de criterio de falla de Coulomb también se pueden escribir en


términos de coeficiente de fricción interna, µ=tan ɸ. La trigonometría elemental muestra
que

Lo que permite entonces escribir (4.9) como

Similarmente, a partir de (4.10) o (4.13) y haciendo uso de (4.14) el criterio de falla


también puede expresarse en las formas
Estas últimas muestran que la resistencia compresiva uniaxial está dada por

La semejanza de la discusión precedente dado en §3.5 debe ser evidente. En esa


sección, se supone que la masa de la roca tiene solo un plano débil, preexistente.
Alternativamente, si no hay planos particulares de debilidad, sino todos los posibles
planos son igualmente débiles debido al azar de las micro fracturas, fronteras de grano
y otras pequeñas imperfecciones, la masa de roca efectivamente encontrará su propio
plano de falla, de acuerdo con la teoría antes mencionadas. La masas de roca
anisotrópica, por otra parte, pueden poseer ciertas direcciones en las cuales la fractura
es más probable de ocurrir que en otras; esta situación se discute en §4.9.

Para simplificar la discusión precedente, se supone un análisis de dos dimensiones


Pero apelando otra vez a la construcción del círculo de Mohr muestra que, mientras se
supone que la falla ocurre en un plano en el cual los esfuerzos normal y de corte
satisfacen la condición (4.5), la consideración de un estado tridimensional de esfuerzo
total no altera ningunas de las conclusiones alcanzadas arriba. De hecho, el primer
círculo de Mohr que toca la línea de falla será necesariamente los que corresponden a
los esfuerzos principales más grande y más pequeño, σ1 σ3. Por consiguiente, sigue la
hipótesis de Coulomb de que la magnitud de los esfuerzos principales intermedios, σ2,
no tienen ningún efecto en la falla. Durante muchos años, los experimentos sólo
pudieron llevarse a cabo fácilmente bajo las condiciones σ2 = σ3, en cuyo caso
cualquier efecto posible de los esfuerzos principales intermedios no aparecen.
Experimentos más recientes bajo condiciones de condiciones triaxiales "verdaderas",
σ1> σ 2; > σ3 revelaron que esta suposición no es correcta. El criterio de falla bajo
condiciones de esfuerzo triaxial verdadero es analizado en 4.8

El criterio de falla de Coulomb (4,5) es esencialmente empírico, y por lo tanto, quizás


no es significativo analizar las condiciones bajo las cuales es válido. Sin embargo, si se
considera que una suposición implícita contenida en (4,5) es que el esfuerzo normal σ
actuando sobre el plano de falla es positivo (es decir, compresivo), se desprende que
en ciertas partes de la curva de falla que se muestra en la Fig. 4.10b debe ser
ignorado. El valor mínimo de σ1 que cumpla la condición de falla Coulomb y que
corresponde a un esfuerzo normal no negativo sobre el plano de falla, se encuentra
mediante la combinación para σ con relación a (4,6) da

esto es

Combinando (4.19) y (4.10) y haciendo uso de (4.12) conduce a la condición

Se deduce que la parte TA de la línea de falla TAP en la Fig. 4.10b no corresponde a


un esfuerzo normal positivo sobre el supuesto plano de falla.). Paúl (1961) concluyó
que en esta parte de la curva, por lo tanto, no se puede predecir la falla de corte.
De hecho, este valor crítico de σ1 es positivo, pero (4.13) muestra que este
necesariamente corresponde a un valor negativo (tracción) de σ3. Experimentalmente,
se observa que para algunos valores negativos de σ3, ocurre falla por extensión de
fracturas en planos perpendiculares a este esfuerzo de tracción. Este modo de falla es
totalmente diferente a la de la falla de corte que ocurre bajo compresión. La
modificación más simple del criterio de Coulomb que podría explicar este cambio en el
modo de falla sería truncar la línea TAP en el punto A, correspondiente a σ1=C0/2 y
extenderla como una línea vertical hasta encontrar la línea σ1=σ3 (como σ1  σ3 por
definición, solamente la región arriba y a la izquierda de la línea σ1=σ3 es significativa)
Sin embargo, esto implicara necesariamente que la fuerza de resistencia a la tracción
uniaxial, To, es igual a una mitad de la resistencia compresiva uniaxial, Co. Los datos
experimentales muestran que normalmente el cociente Co/To es mucho mayor que 2.
Por lo tanto, Paúl (1961) propuso utilizar un valor experimental medido de un To para la
localización de la línea vertical en el plano (σ1,σ3 ) de la (Fig. 4.10c). Esto es
equivalente a la sustitución de (4.13) con el criterio de falla bilineal

4.6 Hipótesis de Mohr

Según la teoría de Coulomb, la falta ocurrirá en un plano cuando los esfuerzos normal y
de corte que actúan en ese plano que satisfagan la condición (4.5). En el plano (σ, |  |),
esta condición aparece como una línea recta con pendiente µ= tan ɸ. El círculo de
Mohr correspondiente a cualquier estado de esfuerzo que conduzca a la falla será
tangente a esta línea. Como se analizó en el punto §4.5, esta teoría no tiene en cuenta
el efecto del esfuerzo principal intermedio. Sin embargo, en principio, en la teoría de
Coulomb puede esperarse que se apliquen los estados de esfuerzo en el que σ2 = σ3.
Dejando de lado por ahora la cuestión de la aplicación tri axial, el caso es sin embargo
que la ley de Coulomb es poco realista en por lo menos dos aspectos

En el contexto de la teoría de Coulomb, la resistencia a la tracción uniaxial, T0, se


puede encontrar mediante el establecimiento σ1=0 en (4,17), dando

De acuerdo con (4,13), la resistencia de compresión no confinada está dado por


C0=2S0tan  . Por lo tanto, la teoría de Coulomb predice que el cociente de la
resistencia compresiva no confinada a la resistencia de la tracción no confinada será

Así la teoría de Coulomb predice un cociente relativamente modesto compresivo a la


resistencia a la tracción. Por ejemplo, pequeños valores de µ conducen a cocientes no
mayores a la unidad, mientras que un coeficiente de fricción interna tan grande como
µ=1, lleva a un cociente de resistencia de solamente 5.83. Los valores experimentales
de este cociente, sin embargo, tienden a ser del orden de mas o menos 10. A grandes
rasgos, esta deficiencia puede ser expresada diciendo que la línea de falla de Coulomb
se extiende demasiado lejos en la región de tracción del plano (σ,| |  |).
Fig. 4.11 (a) Curva de
falla no lineal, definida
como la envolvente de
todos los círculos de
Mohr que causan falla.
(b) Construcción
mostrando que, según
la hipótesis de Mohr, el
esfuerzo principal
intermedio no influencia
en el inicio de la falla

Esta observación empírica es enteramente independiente del mas fundamental


argumento teórico de Paúl (1961), analizado en § 4.5, en relación con la supuesta
inaplicabilidad de la teoría de Coulomb para planos en que el esfuerzo normal es a
tracción (tensión).

La teoría de Coulomb también predice que el esfuerzo de compresión necesario para


provocar la falla, σ1, aumentará linealmente con el esfuerzo de confinamiento, σ3. Los
experimentos normalmente muestran que σ1 conforme aumenta la falla conforme a una
menor tasa lineal de σ3.

Con el fin de corregir estas deficiencias en la teoría de Coulomb, Mohr (1900) sugirió
que la ecuación de Coulomb, (4,5), se sustituyera por una más general, posiblemente
no lineal, la relación de la forma (fig. 4.11a)
|  | = f(σ) (4.25)
En principio, esta curva se puede determinar experimentalmente como la envolvente de
todos los círculos de Mohr que corresponden a los estados de esfuerzo que causan
falla. Aparte del hecho de que f ahora puede ser una función no lineal, las ideas
básicas del modelo de Coulomb se conservan. Específicamente, se supone que la falla
ocurre si uno de los círculos de Mohr toca la curva definida por (4.25). Como se
muestra en la Fig. 4.11b, esto ocurrirá necesariamente por el círculo definido por σ1 y
σ3 y, así el valor del esfuerzo principal intermedio no se espera que afecte la aparición
de la falla.

Además, como el estado de esfuerzo en el punto de contacto del círculo de Mohr y la


curva de falla representan a los esfuerzos que actúan en el plano de falla, la teoría
generalizada de Mohr predice, al igual que la teoría de Coulomb, que el plano de falla
pasa a través de la dirección de esfuerzo principal intermedio, y su vector normal forma
un ángulo  con la dirección del esfuerzo principal máximo , donde 2  es el ángulo
por en el que rota la línea PC (a la izquierda) desde el eje σ1(Fig. 4.11b). Si el criterio
de falla (4,25) es cóncava hacia abajo, como suele ser, el ángulo  del plano de falla
se reducirá con el aumento del esfuerzo confinado, como se indica en la Fig. 4.1a.

Experimentalmente, el criterio de falta (4.25) puede determinarse trazando los círculos


de Mohr para los esfuerzos de falla, según el resultado en una serie de pruebas
llevadas a cabo bajo diferentes esfuerzos de confinamiento. La curva de la falta
entonces será dada por la envolvente de estos círculos (Fig. 4.1 la). Alternativamente,
los esfuerzos de falla se podrían trazar en el plano {σ3,σ1}, generando de tal modo un
análogo no lineal a (4.1.3). Numerosas fórmulas matemáticas, cada una con dos o más
parámetros ajustables, se han propuesto con el propósito de ajustar o adecuar tales
datos de falla. Muchas de estas fórmulas han sido analizadas por Andreev (1,995) y
Sheorey (1997).
Fig. 4.12 (a) Estrés en la
falla, medida por Mogi
1966) en dolomías del
Dunham (, (b) la
comparación de los ángulos
de la falla predichos por la
construcción de Mohr, y de
los ángulos observados
(entre el normal al plano de
la falta y la -dirección de la
tensión principal máxima)

Sin importar la forma específica tomada por la curva de falla, una predicción inequívoca
de la teoría de Mohr es que la orientación del plano de falla se puede predecir por la
construcción mostrada en la Fig.. 4.11b. Los datos obtenidos bajo pruebas triaxiales
tradicionales σ2 = σ3 muestran generalmente concordancia razonable con este aspecto
de la teoría. Por ejemplo, Mogi (1966) llevó a cabo una serie de pruebas triaxiales de
falla en una dolomía de Dunham, determinando la orientación ángulos  por
construcción de Mohr, y después comparó estos ángulos con los ángulos observados
del plano de falla. Como se ve en la fig. 4.12, la curva de falla en el plano (σ3, σ1) fue
ligeramente no lineal, pero los ángulos de falla observados estaban generalmente muy
cerca de los valores previstos.

Todos los criterios de falla empíricos que siguen la hipótesis de Mohr serán expresados
en forma funcional de |  | = f(σ), o, alternativamente σ1 = g (σ3). Cualquiera de estas
dos funciones, f o g, serán suficientes para determinar el otro. Sin embargo, como se
desprende del análisis de la teoría Coulomb en § 4.5, la relación entre estas dos
funciones, en general, no son simples u obvias.

Una de esas leyes de la falla que ha sido ampliamente utilizada, y que es capaz de
ajustarse a los datos de muchas rocas diferentes, es el criterio de Hoek-Brown (Hoek y
Brown, 1980). En términos de dos esfuerzos principales extremos, este criterio toma la
forma (Fig. 4.13a)

donde m y σc son dos parámetros de ajuste. Fijando σ3 = 0 en (4,26) muestra que σc,
de hecho es igual a la resistencia a la compresión uniaxial, C0. Fijando σ1 = 0 en (4,26)
la solución de la ecuación cuadrática resultante de la resistencia a la tracción uniaxial
T0 = - σ3, da

El parámetro m generalmente se encuentra en el rango 5 < m < 30, en este caso una
extensión de (4.27) para m "grandes" lleva a

En la práctica, por lo tanto, el modelo Hoek-Brown predice un cociente mucho mas


grande de resistencia a la compresión a la resistencia a la tracción que el que hace el
modelo de Coulomb, y en ese sentido esta más cercano de acuerdo a los datos
experimentales
Fig. 4.13 (a) Curvas
de falla de Hoek-
Brown, para dos
valores diferentes de
m (b) Datos de falla
experimentales para
diferentes granitos,
ajustados con
diferentes valores de
σc, pero un valor de
m(después de Hoek
y de Brown, 1980)

El análisis de los datos de resistencia publicados, llevaron a Hoek y Brown (1980) a la


conclusión de que m toma valores característicos para los diferentes tipos de roca.
Resumieron estas tendencias como sigue:

1 m  7 para rocas de carbonato con incrustaciones de cristales bien desarrollados


(dolomita, caliza, mármol);
2 m  10 para rocas arcillosas consolidadas (lutita, arena, arenisca, arcilla);
3 m  15 para rocas arenosas con cristales fuertes y poco desarrollo de
incrustación cristalina (arenisca, cuarcita);
4 m  17 para las rocas cristalinas ígneas poli mineralógicas de grano fino
(andesita, dolerita, diabasa, riolita);
5 m  25 para rocas ígneas y metamórficas poli mineralógicas de grano grueso
(anfibolita, gabro, pirtita, roca ígnea, gneis, granito, norite, cuarzo-diorita).

La figura 4.13b demuestra los datos en granitos, recolectados de varias fuentes por
Hoek y Brown (19 80) y trazados en forma normalizada. Un único mejor ajuste de valor
de m = 27,86 fue encontrado para el conjunto de datos combinados, aunque los valores
específicos de σc fueron encontrados para cada uno de los granitos del conjunto. El
ajuste resultante tiene un coeficiente de correlación de 0.99

Aunque el modelo de Hoek-Brown da una envolvente de falla no lineal en un


diagrama de Mohr, en contraste con la relación lineal predicha por el modelo de
Coulomb, Hoek (1990) presento las ecuaciones que permiten que la envolvente de
falla de Hoek-Brown localice una aproximación para una línea de Coulomb. Diversas
cuestiones técnicas relacionadas con el ajuste preciso de los datos para los diferentes
tipos de curvas de falla, fueron analizados por Handy (1981), Sheorey (1997) y Pincus
(2000)

4.7 Efectos de los fluidos de poro

El análisis precedente de falla de la roca ha omitido el hecho de que las rocas son
normalmente porosas en cierta medida, y el espacio de poro de una roca in situ es
llenado por fluidos bajo presión. El fluido de poro es generalmente agua, pero puede
ser aceite, gas, o roca derretida. El fluido de poro puede afectar la falla de la roca de
dos maneras: debido al efecto puramente mecánico de la presión de poro, o debido a
las interacciones químicas entre la roca y el fluido
Con respecto al efecto mecánico de presión de fluido de poro, parece creíble que la
presión de poro, que actúa "hacia el exterior" en el espacio poroso, que en cierto
sentido es como un esfuerzo a la tracción (tensión). Por otra parte, en una roca
isotrópica, este efecto debe ser mutuamente el mismo en cualquiera de las tres
direcciones ortogonales. El razonamiento a lo largo de estas líneas, la mecánica del
suelo Karl Terzaghi (1936) propuso que la falla de un suelo sería controlada por los
"esfuerzos efectivos" σ1, los cuales deberían ser los esfuerzos principales, reconocidos
como positivo si son compresivas, menos la presión de poro, es decir,

Donde P es la presión de fluidos de poro. En una formulación más general, P podría


ser multiplicad en (4,29) por un cierto parámetro  , que sería denominado como el
coeficiente de esfuerzo efectivo. (Cabe destacar que el coeficiente de esfuerzo efectivo
en los procesos de falla no tiene ninguna relación particular con el coeficiente de
esfuerzo efectivo que aparece en la teoría poro elasticidad lineal § 7.4.)

La mayoría de los experimentos en rocas apoyan la conclusión del esfuerzo efectivo


sostenido en la ley (4.29), es decir, que el coeficiente de esfuerzo efectivo por falla es
la unidad. A pesar de los numerosos intentos para obtener una ley del esfuerzo efectivo
de falla, han sido polémicos y poco concluyentes, esta "ley" es mejor vista como una
observación empírica. Sin embargo, es coherente con la hipótesis de que la falla fragil,
de alguna manera controlada o iniciada por las concentraciones de esfuerzo en las
esquinas de finas y delgadas micro fracturas (véase § 10,8). Como se muestra en
§8.10, estas concentraciones de esfuerzo son de hecho proporcionales a la diferencia
entre el esfuerzo original o inicial (campo alejado) y la presión del fluido en la fractura

En el contexto de un diagrama de Mohr, substituyendo los esfuerzos σi con los


esfuerzos efectivos σ’1 tiene el efecto de translación de todos círculos de esfuerzos a la
izquierda por la cantidad P. El círculo de Mohr, por consiguiente, será desplazado más
cerca de la línea de falla. Por lo tanto, un estado de esfuerzo in situ que es "seguro" en
ausencia de la presión de poro puede causar falla en la roca si la presión de poro se
incrementa en una cantidad suficiente (Figura 4.14). Este hecho explica la creciente
ocurrencia de derrumbamientos a consecuencia de pesadas precipitaciones

Un conjunto de datos que ilustra el esfuerzo efectivo principal de falla frágil de Murrell
(1965), que realizó pruebas estándar de compresión triaxial en una arenisca Darley
Dale, para diferentes valores de presión de poro. El Darley Dale es una arenisca
feldespática mal clasificada con 21 por ciento de porosidad. En cada prueba, la presión
de poro y el esfuerzo de confinamiento se mantiene constante, mientras que el
esfuerzo axial se incrementó hasta que ocurre la falla Cuando se traza en el plano (P,
σ], la caída de datos en diferentes curvas, correspondientes a los distintos valores de
σ3 (Fig. 4.15a

Fig. 4.14 (a) Un


estado de esfuerzo
que se encuentra
debajo de la curva de
falla, (b) La aplicación
de una presión de
poro P hace que el
esfuerzo efectivo se
mueva cerca de la
curva de falla
Fig. 4.15 (a) Esfuerzos en la falla en una arenisca Darley Dale (Murrell, 1965) en
función de la presión de poro, para varios y diferentes valores de esfuerzos de
confinamiento. (b) los mismos datos trazados en términos de los esfuerzos
principales efectivos, de acuerdo a la ley de esfuerzo efectivo (4.29).

Si se trazan en el plano {σ3,σ1}, los datos formarían tres líneas verticales distintas. Sin
embargo, cuando se trazan en el plano [P, σ1) del esfuerzo efectivo máximo y mínimo,
el dato de falla se acercan a una sola forma de curva, que en este caso en particular es
ligeramente cóncava hacia abajo (Fig. 4.15b).

De ello se deduce a partir de (4.29) que el tensor de esfuerzo efectivo σ’ se relaciona


con el tensor de esfuerzo σ por
σ’ = σ-PI (4.30)
donde I es el tensor identidad. El esfuerzo hidrostático adicional –PI no da lugar a
esfuerzos de corte en ningún plano (§2.8), así que los esfuerzos efectivos de corte son
idénticos a los esfuerzos de corte reales. Una de las implicaciones de este hecho es
que la condición de deslizamiento a lo largo de una falla o a otro plano de debilidad,
(3,20), se sustituye, en presencia de un fluido en poro, por

Una simple interpretación física de esta condición es que, mientras que el esfuerzo
normal σ tiende a fortalecer la falla, empujando las dos caras opuestas de la roca
juntas, la acción de la presión del fluido las debilitará, empujando las dos caras
opuestas de roca por separado. La expresión (4,31) ha sido verificada
experimentalmente en el laboratorio por Byerlee (1967) con muestras de granito.
Algunas implicaciones geológicas de este concepto han sido analizadas por Secor
(1965) y Hubbert y Rubey (1959, 1960, 1961).

La extensión de la falla en presencia de la presión de poro ha sido analizada


teóricamente por Murrell (1964). El concepto de esfuerzo efectivo sugiere que el criterio
de falla sería

Este resultado es coherente con el concepto de que la falla a tracción es causada por
la concentración de esfuerzos en los bordes de las grietas finas orientadas en la
dirección normal de los esfuerzos principales compresivos mínimos. Jaeger en (1963)
realizó pruebas de falla a la tracción en basalto de Tasmania de grano fino, y encontró
lo sostenido en (4,32), aunque los datos se ajustaron mejor multiplicando la presión de
fluido de poro P por un coeficiente de esfuerzo efectivo de 0,95.
La leve discrepancia leve entre los coeficientes de los esfuerzos efectivos
experimentales y teóricos fue atribuida al error experimental. La condición en (4.32)
para la falla a la tracción es fundamental en la teoría de fracturamiento hidráulico
(§13.6).

La resistencia de las rocas también puede estar influenciada por las interacciones
químicas entre la roca y el fluido de poro (Paterson, 1978, Págs. 78-9). En muchas
rocas ricas en cuarzo, pero también en calizas, se ha encontrado que disminuye la
resistencia si la roca está en contacto con el agua. Este efecto ha sido observado por
Jaeger en areniscas (1943), para roca ígnea o basalto por Price (1960), para calcita por
Rutter (1972b), y para la caliza por Parate (1973). Vukuturi (1974) midió la resistencia a
la tracción de la caliza de Indiana con diferentes fluidos poro, incluyendo el agua,
glicerina, el benceno, y diversos alcoholes y encontró que la resistencia se redujo para
un aumento de la tensión superficial. La resistencia a la tracción de la caliza, cuando
saturada con agua era de aproximadamente el 25 por ciento menos que cuando estaba
saturada de alcohol etílico y cerca del 30 por ciento inferior al valor que podría
extrapolarse a partir de los datos hipotéticos de un fluido de poro con tensión superficial
cero.

Los fluidos de poro también pueden influir en la resistencia de la roca a través de


mecanismo de esfuerzo fractura de corrosión (Atkinson, 1979; Peck, 1983). En rocas
ricas en cuarzo, la fractura procede a través de la ruptura de los enlaces Si-O en la
extremidad de la grieta, y se acelera esta ruptura cuando los enlaces son deformados
por esfuerzos externos (Dove, 1995). El índice de crecimiento de fractura se puede
modelar como función de rápido aumento del esfuerzo original (campo alejado)
aplicado tal como en una función de la ley exponencial o de energía (Wiederhorn y
Boltz, 1970; Lawn, 1993). Ojala y otros (2003) realizaron pruebas estándar de
compresión triaxial en una arenisca de Locharbriggs compuesta por 88 por ciento de
cuarzo y 6 por ciento de K-feldespato, mientras que el agua fluia a través de la
muestra a una velocidad de 30 ml/h. La concentración de sílice en el efluente se
estableció para correlacionarla con las diferentes etapas del proceso de deformación:
de cierre de fractura, elasticidad lineal, y endurecimiento por deformación. El límite de
elasticidad (esfuerzo cedente) aumentó con el aumento de la tasa de deformación, en
consonancia con la idea de que a mayores tasas de deformación el fluido tiene menos
tiempo para reaccionar con la roca. Los efectos de la interacción roca / fluido en la falla
de la roca han sido revisados por Atkinson y Meredith (1987)

4.8 Falla bajo condiciones triaxiales reales

La teoría de de falla de Mohr esta basada en la suposición que la falla es controlada


por los esfuerzos principales máximo y mínimo, y no es afectada por la magnitud del
esfuerzo principal intermedio. Como la mayoría de las pruebas "triaxial" de roca se
realizan en condiciones de σ2 = σ3, tales datos no permiten un examen de la hipótesis
de Mohr en este aspecto Sin embargo, hay situaciones en el subsuelo en que σ2 = σ3
serian la excepción y no la regla. Por lo tanto es pertinente, preguntar si es o no
correcta la hipótesis de Mohr

Las pruebas de compresión hechas bajo condiciones triaxiales reales (Mogi, 1971; Fig..
4.16a) y pruebas breakout de agujero (Haimson y Song, 1995; Fig.. 4.17a) muestran
que para muchas, aunque no en todas las rocas, el esfuerzo principal intermedio tiene
una influencia pronunciada en el valor de falla σ1. Esto sugiere la necesidad que los
criterios de falla dependan de los tres esfuerzos principales
Como es sabido de la prueba tradicional de compresión (σ2 = σ3) para un esfuerzo de
confinamiento lateral de la forma σ2 = σ3 tiene efecto de fortalecimiento de la roca, es
posible que cualquier aumento de σ2 por encima σ3 puede causar fortalecimiento
adicional. Esto sugiere la sustitución del criterio de falla a la forma σ1=f(σ2) por una
forma más general
σ1= f(σ2, σ3) (4.33)
Para una roca isotrópica, tal criterio de falla también puede escribirse siempre en
términos de invariantes de esfuerzo (§2.8), y a menudo es conveniente hacerlo así.

En el contexto de la plasticidad del metal, Nadai (1950) sugiere que la "fuerza motriz"
para la falla J2, será la segunda invariante del esfuerzo de desviación. Según (2,164),
esta invariante se relaciona con los tres esfuerzos principales por

De acuerdo con (5,152), J2 en un material elástico lineal, e isotrópico, también es una


medida directa de la distorsión de la energía de esfuerzo. Nadai sugirió además que, la
falla fue "opuesta" al esfuerzo medio en el material, lo cual es coherente con el
concepto del reforzamiento confinado de la roca. El esfuerzo medio puede ser
representado por la primera invariante del esfuerzo I1, que, de acuerdo con (2,143) y
(2,153) está relacionada con los tres esfuerzos principales por

Donde  m es el esfuerzo normal medio. Por lo tanto, la suposición de Nadai puede


escribirse en la forma

donde f es alguna función de incremento de I1. Un factor de 2/3 a menudo es incluido


frente a J2, en cuyo caso, de acuerdo a (2,167), el criterio de falla se puede escribir en
términos del esfuerzo de corte octaédrico y el esfuerzo normal medio:

donde f es una función de incremento del esfuerzo normal medio.

Muchas formas específicas de un criterio de falla triaxial verdadero se han propuesto


para rocas y suelos. Drucker y Prager (1952) tomaron la relación entre J2 e I1 sobre la
forma de ser la falla

donde a y b son constantes que dependen de los materiales. Zhou (1994) amplió esta
añadiendo un término cuadrático en I1.

Colmenares y Zoback (2002) se refieren a esto como "modificaciones de Wiebols y


Cook" en reconocimiento a el criterio propuesto de sus similares Wiebols y Cook (1968)
basado en el análisis del deslizamiento de la micromecánica de las fracturas (§ 10,6).
Fig. 4.16 (a) Esfuerzos de falla en dolomía de Dunham (Mogi, 1971). Si la falla no
dependió de σ2. los valores de σ1 para fijar σ3, deben encontrarse en línea recta, (b)
mismos datos trazados en el plano {  m2,  oct}, ajustado a la función de ley de
potencias

Mogi (1971) modificó el razonamiento indicado en (4,36) o (4,37) por el siguiente


argumento. Según la hipótesis de Mohr, el plano de falla se encontrara paralelo a la
dirección de los esfuerzos principales intermedios. Por lo tanto, es factible que la
fractura es resistida sólo por el esfuerzo normal medio en el plano normal al plano de
falla, el cual es (σ1 + σ3)/2, mas bien que por el esfuerzo normal medio total. Esto
sugiere un criterio de falla frágil de la forma general

Para probar esta hipótesis, Mogi (1971) llevó a cabo pruebas de compresión triaxiales
verdadera en varias rocas. Los resultados mostraron que, para un valor fijo del
esfuerzo mínimo σ3, el valor de σ1 sobre la falla al principio se incrementa con el
incremento de σ2, pero eventualmente disminuye ligeramente cuando σ2 aumenta aún
más (Fig. 4.16a). Si el esfuerzo de corte octaédrico en la falta se traza contra el
esfuerzo medio en el plano paralelo a σ2, según lo sugerido en (4.40), los resultados
realmente se unen a una sola línea en el plano { m2,  oct) de la (Fig. 4.16b).

Haimson y Song (1995) compararon los resultados de pruebas estándar de compresión


confinada σ2 = σ3 con los datos de breakout de pozo en muestras de 10 cm cúbicos
que contenían perforaciones circulares centrales con un radio de 1 cm. Las muestras
cúbicas fueron sometidas a varios estados de esfuerzo triaxial verdadero, con la
intermediación del esfuerzo principal inicial (campo alejado) siempre alineados
paralelamente al agujero. Los esfuerzos localizados en la pared del agujero fueron
calculados por solución de Kirsh (8.113) - (8.115), para un agujero circular en un masa
de roca infinita. La pared del agujero fue de tracción-libre, así el esfuerzo principal
mínimo en la posición del breakout del agujero el cual fue en este caso el esfuerzo
radial, fue siempre cero, pero σ2 fue siempre diferente a cero. Los valores de σ1 en la
falla que se observaron en las pruebas breakout del agujero fueron de 2 a 3 veces mas
grandes que lo predicho por el criterio de falla de Coulomb que se derivo de la prueba
de compresión estándar. (Fig. 4.17a). No obstante ambos, el dato de compresión
confinada y el dato de breakout del agujero, cayeron en una sola línea en el plano
{  m2,  oct}, de la (Fig. 4.17b), de acuerdo con el modelo de Mogi. Para ambos granitos el
de Lac du Bonnet y Westerly, el dato de falla podría ajustarse a curvas de la forma
Fig. 4.17 (a) Los esfuerzos de falla en un granito Westerly medidos por Haimson y Song
(1995) bajo compresión confinada triaxial" estándar y en pruebas breakout de agujero,
trazadas en el plano {σ3, σ1}, (b) los mismos datos trazados en el plano {  m2,  oct}

El mejor ajuste encontrado de los valores fueron [a = 19,0 MPa, b = 0,76) por Lac du
Bonnet, y [a = 14,6 MPa, b - 0,79) por Westerly.

Al-Ajmi y Zimmerman (2005) demostró que una expresión lineal para el criterio de falla
en el espacio de Mogi {  rm2,  oct}, como es dado por (4.41), se reduce precisamente al
criterio de Mohr-Coulomb, si cualquiera de los dos esfuerzos principales son iguales.
Así, la ley lineal de Mogi, que ellos refieren como criterio "Mogi-Coulomb", en cierto
sentido es una extensión natural del criterio de Mohr-Coulomb dentro del dominio de
esfuerzo poli axial

Colmenares y Zoback (2002) realizaron un análisis detallado de varios juegos de datos


publicados de falla frágil de triaxial verdadero. Los datos fueron aplicados a caliza
Solenhofen, dolomita Dunham, lutita Yuubari, arenisca Shirahama, y anfibolita (pirita).
Los datos correspondientes a cada roca se ajustaron a varios modelos de falla
triaxiales, incluyéndose los criterios de Drucker-Prager (4,38), de Zhou modificado
Wiebols y (4,39), y el de Mogi (4,40) en la forma específica f( m2) = c  nm2 , donde c y n
son parámetros de ajuste. El criterio lineal de Coulomb (§ 4.5) y el criterio no lineal de
Hoek-Brown (§ 4.6), que no contempla el efecto de σ2, también se utilizaron. En
general, el modelo modificado de Cook Wiebols se adecua a los datos razonablemente
bien, al igual que el modelo de Mogi, mientras que el modelo de Drucker-Prager dio
ajustes muy pobres. La arenisca de Shirahama y la lutita de Yuubari mostraron débil
dependencia en el esfuerzo principal intermedio, y en consecuencia estas rocas se
pudieron ajustar a los criterios de Coulomb y de Hoek-Brown. Estos últimos modelos no
dieron buenos ajustes en las otras tres rocas, que mostraron una dependencia mas
fuerte de σ2. Aunque los datos medidos siempre pudieron ajustarse al modelo de Mogi,
en algunos casos este modelo parecía dar predicciones multivalentes de los valores de
σ1 sobre la falla, para valores fijos de (σ2,σ3), lo cual pudiera ser problemático cuando
estaba utilizándose como herramienta predictiva

4.9 El efecto de la anisotropía en el esfuerzo

Dado que la mayoría de las rocas sedimentarias y metamórficas son aniso trópicas, el
efecto de la anisotropía en la resistencia es de gran importancia. La situación más
sencilla, es la anisotropía plana en la cual la de masa roca tiene un conjunto de planos
de debilidad paralelos, ahora se puede abordar, mediante la combinación de los
resultados de § 3.5 y § 4.5.
En § 3.5, se analizó el problema de deslizamiento a lo largo de un plano de debilidad
preexistente. Si Sw es la resistencia de corte inherente de los planos de debilidad y μw
es el coeficiente de fricción interna a lo largo de esos planos, entonces la condición
para el deslizamiento a lo largo de esos planos (3,28),
Se puede escribir en la presente notación como

Donde  es el ángulo entre σ1 y la normal a los planos de debilidad.

Como se indica en §3.5, el valor de σ1 necesario para provocar una falla, como la dada
por (4.42), tiende al infinito mientras   π/2 o   tan-1 µw = ɸw. Para ángulos entre
estos dos valores, la falla ocurrirá en un valor finito de σ1 que varía con  . Tal valor
mínimo de σ1 es

El cual ocurrirá en un ángulo específico  w que es dado por

Si el plano débil está orientado en dirección del esfuerzo principal máximo por un
ángulo distinto a  w , la falla puede ocurrir, pero solo para un valor de σ1 como el
dado por (4,42), que es mayor que σ1min . Para valores de  < ɸw, la falla a lo largo del
plano de debilidad no es posible, para cualquier valor de σ1. La situación se ilustra en la
Figura. 3.9.

Hasta ahora, solamente se ha considerado la posibilidad de falla a lo largo de un plano


de debilidad. Sin embargo, la falla puede darse en un plano distinto de los planos de
debilidad preexistentes si el criterio de falla Coulomb, (4,5), es satisfecho, pero con
parámetros que pueden denotarse como So y μ 0. Como los planos de debilidad son,
por definición, más débiles que la roca intacta, se puede suponer que Sw < So y µw < µo.
De acuerdo con (4,13), la falla puede ocurrir en un plano que no sea un plano de
debilidad si σ1 alcanza el valor

donde, según (4,6),  o es dada por

Para un valor fijo de σ3, el valor de σ1, necesario para causar falla en alguna parte
dentro de la roca entonces será igual al más pequeño de dos valores dados por (4.42)
y (4.45). Si, para una determinada orientación de  normal a los planos de debilidad
respecto a la dirección del esfuerzo máximo, el valor dado por (4,42) es menor que el
dado por (4.45), se producirá la falla a lo largo de un plano de debilidad. Por otra parte,
si el valor dado pot (4.42) es mayor que el dado por (4.45), la falla ocurrirá a lo largo de
un plano dentro de la roca intacta cuya orientación se define por (4.46).
Fig. 4.18 La variación del
valor de σ1 necesario para
causar la falla, en función del
ángulo  entre la normal al
plano de debilidad y el
esfuerzo principal máximo,
para el caso µw=0.5, µo=0.7,
So = 2Sw

El valor de σ1 necesario causar falla se trazó en la Fig. 4.18, para dos valores de σ3.
Las porciones cóncavas-hacia arriba de las curvas corresponden al criterio (4.42), y
representan la falla a lo largo del plano de la debilidad. Las porciones horizontales de
las curvas son trazadas a partir de (4.45), y representan falla dentro de la roca intacta,
a lo largo de un plano definido por (4.46). Los valores más grandes de σ3 harían que la
curva se desplace hacia arriba, como puede examinarse anticipadamente Fig. 3.9 y
(4.45). Los resultados experimentales (Donath, 1961; Hoek, 1964) son en general de
acuerdo con la que se muestra en la Fig. 4,18

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