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Comrafuego,;

e
~u¿_Ju__o ~~~
Pierre Bourdieu

Contrafuegos
Heflexiones para serúr a la resisteneia
contra la invasión neoliberal

Trudueción de .Joaquín .lordá

EDITOHIAL Al'\ACHALIIA
ll..l HCI·:I.O_,_\
Tftulo de la edición original: AL LECTOR
Contre-(eux. Propos pour servir d la résislaltce contre l'invasion
néo-libérale
© Liber-Raisons d'Agir
Parls, !998

Dise1io de la colección:
Julio Vivas Si me he decidido a reunir para su publicación es-
Iluslracidn: "Pain ling 1948-D», 1948, Clyfford Still, tos textos, en su ma_voría inéditos, es porque tengo la
colección William S. Rubin, Nueva York
sensación de que los peligros contra los cuales han
sido encendidos los contrafuegos cu_vos efectos que-
rrían perpetuar no son ni puntuales ni ocasionales, y
que estas reflexiones, si bien se hallan más expuestas
que los escritos metódicamente controlados a las dis-
Primera edici611: fi!hrero /999 cordancias relacionadas con la diYersidad de las cir-
Se~unda edicirín: septiembre 2000
cunstancias, podrían, no obstante, proporcionar armas
útiles a quienes se empeñan en resistir al azote neoli-
beral.'
Siento escasa propensión a las intervenciones pro-
féticas, y siempre he desconfiado de las ocasiones en

l. Aun a riesgo de multiplicnr lns ruptums de tono y estilo \"in-


«) EDITORIAL ANAGRAMA, S.A., 1999
culadas a la diversidad de las situaciones, he presentado las inter-
Pcdró de la Crcu, 58
08034 Barcelona venciones seleccionadas por orden cronológico para hacer más evi-
dente el contexto histórico de declaraciones que, sin reducirse a
ISBN: 84-339-0571-6
Depósito Legal: B. 37474-2000 una situación determinada, jamás se someten a las generalidades
prolijas y vagas de lo que se denomina a n::ces ttfilosofía política)),
Printed in Spain He añadido aquí y allá unas mínimas sugerencias bibliográficas
Liberduplex, S.L., Constitució, 19,08014 Barcelona para permitir al lector prolongar la argumemación propuesta.

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que podía sentirme arrastrado, por la situación o las de esos debates sin objeto ni St\ieto que surgen periódi-
solidaridades, a ir más allá de los límites de mi compe- camente en el universo mediático, sí, por lo menos, de
tencia. Por consiguiente, no me habría comprometido romper con la apariencia de unanimidad que constitu-
con tomas de posición públicas de no haber tenido, en ye lo esencial de la fuerza simbólica del discurso domi-
cada ocasión, el sentimiento, tal vez ilusorio, de sentir- nante.
me autorizado por una especie de rabia legítima, pare-
cida a veces a un vago sentimiento del deber.
El ideal del intelectual colectivo, al que he intenta-
do adecuarme siempre que podía coincidir con otras
personas sobre algún punto concreto, no siempre ha
sido fácil de cumplimentar.' Y si he debido, para ser
eficaz, comprometerme a veces en persona y en nom-
bre propio, siempre lo he hecho con la esperanza, si
no de desencadenar una movilización, o incluso uno

l. De mis intervenciones colectivas, especialmente en el seno


de la Association de réfJexion sur les enseignements supérieurs et la
recherche (ARESER), el Comité international de soutien aux inte-
llectuels algériens (CISIA) y el Parlamento Internacional de Escrito-
res (con el cual he dejado de identificarme), he conservado única-
mente el artículo publicado en Libération con el título de uLe sort
des étrangers comme schibboleth,, [«La suerte de los extranjeros
como piedra de toque))], con la autorización de mis coautores visi-
ble (Jean-Pierre Alaux) e invisibles (Christophe Daadouch, Marc-
Antoine Lévy y Daniele Lochak), víctimas de esa censura ejercida
de manera espontánea y banal por Jos periodistas responsables de
tribunas denominadas libres en los periódicos: siempre a la búsque-
da del capital simbólico asociado a determinados nombres propios,
poco amigos de los textos firmados con siglas o con varios nombres
-uno de los obstáculos, y no el menor, para la constitución de un
intelectual colectivo- y propensos a hacer desaparecer, bien des-
pués de una negociación, bien, como en el caso que nos ocupa, sin
consultarlo, los nombres poco conocidos por ellos.

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LA MANO IZQUIERDA Y LA MANO
DERECHA DEL ESTAD0 1

P.: Uno de los últimos números de la revista que diri-


ge está dedicado al tema del sufi·imiento. 1 Contiene va-
rias conversaciones con perso11as a las que los medios
no conceden la palabra: jóve11es de bmrios marginales,
peque1ios agricultores, trabajadores sociales ... El director
de un colegio conflictivo expresa, por ejemplo, su amar-
gura personal: en lugar de ocuparse de la transmisión de
conocimientos, se ha convertido, e11 co111ra de su deseo,
e11 policía de u11a especie de comisaría. ¿Cree que esos
testim01úos individuales y a11ecdóticos pemlite11 e11te11-
der un malestar colectivo?
P. B.: En la investigación que emprendimos sobre
el sufrimiento social entrevistamos a muchas personas
que, como ese director de colegio, viven las contradic-
ciones del mundo social, percibidas en forma de dra-
mas personales. Podría citar asimismo a cierto direc-

l. Entrevista con R. P. Droit y T. Ferenczi, publicada en Le


Monde, el 14 de enero de 1992.
2. «La souffrance>,, Acres de la recherche ell scie11ces sociales,
90, diciembre de 1991, 104 p.; P. Bourdieu ec al., La misere du mm1-
de, Éd. du Seuil, París, 1993.

¡¡
re

tor de proyecto, encargado de coordinar sus activida- Estado se ha retirado, o está a punto de hacerlo, de
des en una «zona difícil» del extrarradio de una peque- cierto número de sectores de la vida social que le co-
ña ciudad del norte de Francia. Se ha enfrentado a rrespondían y de los que se responsabilizaba: la vivien-
contradicciones que rayan el límite más extremo de las da social, la televisión y la radio públicas, la escuela pú-
que experimentan actualmente todos los denominados blica, la sanidad pública, etcétera, comportamiento aún
«trabajadores sociales>>: asistentes sociales, educado- más sorprendente o escandaloso, por lo menos para al-
res, magistrados de base, así como, cada vez más, pro- gunos de ellos, dado que se trata de un Estado regido
fesores y maestros. Constituyen lo que llamo la mano por un gobierno socialista del que cabría esperar, por lo
izquierda del Estado, el conjunto de agentes de los mi- menos, que garantizara el servicio público como servi-
nisterios llamados dispendiosos, que son la huella, en cio abierto y ofrecido a todos, sin distinciones ... Lo que
el seno del Estado, de las luchas sociales del pasado. se describe como una crisis de lo político, un antiparla-
Se enfrentan al Estado de la mano derecha, a los enar- mentarismo, es, en realidad, una desesperación respec-
cas" del Ministerio de Hacienda, los bancos públicos o to al Estado como responsable del interés público.
privados y los gabinetes ministeriales. Muchos de los Que los socialistas no hayan sido tan socialistas
movimientos sociales a los que ayudamos (y ayudare- como pretendían no desconcertaría a nadie: los tiempos
mos) expresan la rebelión de la pequeña nobleza de son duros y el margen de maniobra escaso. Pero lo que
Estado contra la gran nobleza de Estado.' puede sorprender es que hayan podido contribuir tanto
al menoscabo de la cosa pública: en primer lugar con
P.: ¿Cómo explica esa exasperación, esas manifesta- los hechos, mediante toda clase de medidas o políticas
ciones de desesperación y esas rebeliones? (me limitaré a citar los medios) tendentes a liquidar las
P. B.: Creo que la mano izquierda del Estado tiene conquistas del Estado del bienestar, pero también, ~·
la sensación de que la mano derecha ya no sabe o, peor quizá sobre todo, en el discurso público, mediante el
aún, no quiere realmente saber lo que hace la mano iz- elogio de la empresa privada (como si el espíritu em-
quierda. En cualquier caso, ya no quiere pagar su cos- presarial no tuviera otro terreno que la empresa) y el
te. Una de las principales razones de la desesperación estímulo del interés privado. Todo eso resulta bastante
de todas esas personas procede, en realidad, de que el sorprendente, sobre todo, para aquellos a quienes se
manda a primera línea a fin de desempeñar las funcio-
*Antiguo alumno de la E.N.A. (École nationale d'administra-
nes llamadas «sociales>> y suplir las insuficiencias más
tion). El término hace referencia a que suelen copar los cargos más
relevantes de la Administración. (N. del T.)
intolerables de la lógica del mercado sin darles los me-
l. Véase el libro de P. Bourdieu The State Nobility. Elite Schools dios para realizar realmente su misión. ¿Cómo no van a
in the Field o[ Power, Polity Press, Cambridge, 1996. sentirse constantemente engañados o desautorizados?

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Hubiera debido comprenderse desde hace tiempo ¡Y no me refiero a beneficios simbólicos! Es indu-
que su rebelión va mucho más allá de los problemas dable que la televisión ha contribuido tanto como los
salariales, por más que el salario pagado sea un índice sobornos a la degradación de la virtud cívica. Ha con-
inequívoco del valor concedido al trabajo y a los traba- vocado y empujado a las candilejas de la escena políti-
jadores correspondientes. El desprecio hacia una fun- ca e intelectual a unos «¿Me viste?» preocupados, so-
ción queda patente por la remuneración más o menos bre todo, por hacerse ver y hacerse valer, en total
ridícula que le es otorgada. contradicción con los valores de oscura entrega al inte-
rés colectivo que caracterizaban a los funcionarios o
P.: ¿Cree que el margen de maniobra de los dirigentes los. militantes. Es la misma preocupación egoísta de
políticos es tan reducido como dicen? hacerse valer (muchas veces a costa de unos rivales) lo
P. B.: Sin duda, es mucho menos reducido de lo que que explica que las declaraciones efectistas' se hayan
se pretende hacemos creer. Y, en cualquier caso, sigue convertido en una práctica tan común. Para muchos
siendo un terreno donde los gobernantes tienen mucho ministros parece que una medida sólo vale si puede
campo de maniobra: el de lo simbólico. La ejemplaridad ser anunciada y considerada realizada desde que ha
del comportamiento tendría que imponerse a todo el sido notificada. En suma, la gran corrupción, cuyo
personal del Estado, sobre todo, cuando éste se enorgu- descubrimiento escandaliza tanto porque revela el des-
llece de una tradición de entrega a los intereses de los fase entre las virtudes profesadas y las prácticas reales,
más necesitados. Ahora bien, ¿cómo no dudar cuando se sólo es la culminación de innumerables pequeñas «de-
ven no sólo los ejemplos de corrupción (a veces casi ofi- bilidades» cotidianas, de la búsqueda de la promoción
ciales, como las primas que reciben ciertos altos funcio- personal, de la aceptación apresurada de los privile-
narios) o de traición al servicio público (la palabra es, gios materiales o simbólicos.
sin duda, demasiado fuerte: en realidad, pensaba en esos
altos funcionarios que abandonan la Administración por P.: Frente a la situació11 que describe, ¿cuál es, en su
la empresa privada), sino todas las formas de desvia- opinión, la reacción del ciudada11o?
ción, para fines privados, de bienes, beneficios y servicios P. B.: Hace poco leí un artículo de un escritor ale-
públicos: nepotismo, favoritismo (nuestros dirigentes mán sobre el antiguo Egipto. Explica que, en una épo-
tienen muchos «amigos personales» ... ), 1 clientelismo? ca de crisis de confianza en el Estado y el bien públi-
1. Franr;.ois Mitterrand, presidente de la República entre 1981 y
1995, era frecuentemente elogiado por su ce fidelidad a los amigos», y l. A las que, siguiendo el ejemplo de Jack Lang, reducen su ac~
muchas de las personas que nombró para puestos importantes tenían ción política algunos ministros, y que normalmente se quedan en
como virtud principal, según la prensa, ser uamigos personalesn suyos. eso, en meras declaraciones.

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co, se veían florecer dos cosas: entre los dirigentes, la tión y lo más conveniente, en cualquier caso, es asu-
corrupción, correlativa con la decadencia del respeto mir las apariencias (es decit~ el lenguaje) de la raciona-
hacia la cosa pública, y, entre los dominados, la reli- lidad económica.
giosidad personal, asociada a la desesperación respec- Prisioneros del estricto economicismo corto de \is-
to a los remedios temporales. De la misma manera, ta de la visión del mundo del FMI, que también hace
actualmente se vive la sensación de que el ciudadano, (y hará) estragos en las relaciones Norte-Sur, todos
al sentirse rechazado al exterior del Estado (que, en el esos aprendices en materia de economía omiten, e\i-
fondo, sólo le pide las contribuciones materiales obli- dentemente, tener en cuenta los costes reales, a corto
gatorias y, sobre todo, no exige ninguna entrega, nin- y, sobre todo, a largo plazo, de la miseria material y
gún entusiasmo), rechaza al Estado y lo trata como moral que es la única consecuencia segura de la Real-
una potencia extranjera a la que utiliza en favor de sus politik económicamente legítima: delincuencia, crimi-
intereses. nalidad, alcoholismo, accidentes de tráfico, etcétera.
También en este caso la mano derecha, obsesionada
P.: Se ha referido antes a la amplia libertad de que por el problema de los equilibrios financieros, ignora
gozan los gobernantes en el terreno simbólico. Éste no lo que hace la mano izquierda, enfrentada a las conse-
concierne únicamente a los comportamientos que ha cuencias sociales, a menudo muy costosas, de las «eco-
puesto como ejemplo. Comprende también los discursos nomías presupuestarias».
y los ideales movilizadores. ¿De dónde procede, en ese
punto, la deficiencia actual? P.: ¿Es que va 110 so11 crefbles los valores e11 que se
P. B.: Se ha hablado mucho del silencio de los inte- fundaban los actos y las co11tribucio11es del Estado?
lectuales. Lo que me sorprende es el silencio de los po- P. B.: Los primeros en escarnecer! os son muchas
líticos. Carecen por completo de ideales movilizadores. veces quienes deberían ser sus máximos guardianes.
Sin duda, porque la profesionalización de la política y El Congreso de Rennes 1 y la ley de amnistía' han con-
las condiciones exigidas de quienes quieren hacer ca- tribuido más al descrédito de los socialistas que diez
rrera en los partidos excluyen cada vez más las perso- años de campaña antisocialista. Y un militante «desen-
nalidades inspiradas. Sin duda, también porque la de-
finición de la actividad política ha cambiado con la l. El Congreso de Rennes fue ocasión de tetTibles conflictos
entre los dirigentes de las grandes corrientes del Partido Socialista,
llegada de un personal que ha estudiado en las escue-
Lionel Jospin, Laurcm Fabius y Michel Rocard.
las (de ciencias políticas) que, para dar impresión de 2. Ley aplicada especialmente a los militares que mandaban el
seriedad o, simplemente, para evitar parecer gruñón o ejército francés de Argelia responsables del pronunciamiento con-
anticuado, es mejor hablar de gestión que de autoges- tra el gobierno del general De Gaulle.

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gañado» (en todos los sentidos de la palabra) hace más sión tesis más que discutibles. Convendria analizar el
daño que diez adversarios. Así pues, diez años de po- trabajo colectivo de los «nuevos intelectuales••. que ha
der socialista han traído como consecuencia la ruina creado un clima favorable al retraimiento del Estado y,
de la fe en el Estado y la culminación del desmantela- más ampliamente, a la sumisión a los valores de la
miento del Estado providencia iniciada en los años se- economía. Pienso en lo que se ha llamado «el retomo
tenta en nombre del liberalismo. Pienso especialmente del individualismo>>, que tiende a destruir los funda-
en la política de la vivienda.' Tenía como objetivo ma- mentos filosóficos del Estado del bienestar y, en espe-
nifiesto arrancar a la pequeña burguesía del hábitat cial, el concepto de responsabilidad colectiva (en el
colectivo (y, con ello, del «colectivismO>>) y vincularla a accidente laboral, la enfermedad o la miseria), una
la propiedad privada en su chaletito individual o su conquista fundamental del pensamiento social (y so-
piso en régimen de propiedad horizontal. En cierto ciológico). El retorno al individuo es también lo que
sentido, esta política ha triunfado del todo. Su culmi- permite censurar a la «víctima>>, única responsable de
nación ilustra lo que decía hace un momento sobre los su desgracia, y predicarle que se ayude a sí misma.
costes sociales de determinadas economías. Ya que es, todo ello so pretexto de la necesidad, incansablemente
sin duda, la causa principal de la segregación espacial repetida, de disminuir las cargas empresaliales.
y, con ello, de los problemas de los «suburbios residen- La reacción de pánico retrospectivo que determinó
ciales». la crisis del 68, revolución simbólica que zarandeó a
todos los pequeños portadores de capital cultural, creó
P.: Si se quiere definir un ideal, sería, por tanto, el re- (con, a modo de esfuerzo, el hundimiento -¡inespera-
torno al sentido del Estado, de la cosa pública. Usted no do!- de los regímenes de tipo soviético) las condicio-
comparte esta opinión general. nes favorables para la restauración cultural al final de
P. B.: ¿De quién es la opinión de la opinión general? la cual la ideología «ciencias políticas» sustituyó a la
De las personas que escriben en la prensa, de los inte- ideología Mao. El mundo intelectual es actualmente el
lectuales que predican «que hay que reducir el Estado escenario de una lucha que tiende a producir y a im-
a la mínima expresión» y entierran precipitadamente poner «nuevos intelectuales» y, por tanto, una nueva
lo público y el interés del público por lo público ... Es- definición del intelectual y su papel político, una nue-
tamos ante un ejemplo típico de esa ilusión de consen- ·va definición de la filosofía y el filósofo, comprometi-
so generalizado que, de entrada, deja fuera de discu- do a partir de ahora en las vagas polémicas de una fi-
losofía política carente de sutileza, de una ciencia
l. Véase P. Bourdieu et al., «L'économie de la maison», Actes social reducida a una politología de velada electoral y
de la recherche en sciences sociales, 81-82, marzo de 1990. a un comentario descuidado de sondeos comerciales

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sin método. Platón tenía un término magnífico para trabajo de demolición del intelectual crítico, muerto o
designar a esas personas, el de doxósofo: este «técnico vivo -Marx, Nietzsche, Sartre, Foucault y unos cuantos
de la opinión que se cree sabio» (traduzco el triple sen- más clasificados en bloque con la etiqueta de «pensa-
tido de la palabra) plantea los problemas de la política miento 68»-, 1 es tan peligroso como la demolición de
en términos idénticos a aquellos en que se los plantean la cosa pública y se inscribe en la misma empresa glo-
los hombres de negocios, los políticos y los periodistas bal de restauración.
políticos (o sea, hablando en plata, los que pueden pa- Preferiría, evidentemente, que los intelectuales hu-
garse esos sondeos ... ). bieran estado siempre a la altura de la inmensa res-
ponsabilidad histórica que les incumbe y en todo mo-
P.: Acaba de mencionar a Platón. ¿La actitud del so- mento hubieran comprometido en sus actos no sólo su
ciólogo se parece a la del filósofo? autoridad moral, sino también su competencia intelec-
P. B.: El sociólogo, al igual que el filósofo, se en- tual, a la manera, por citar un ejemplo, de Pierre Vi-
frenta al doxósofo, al cuestionar las evidencias, sobre dal-Naquet, que invierte su dominio del método histó-
todo, las que se presentan en forma de preguntas, tan- rico en una crítica de las utilizaciones abusivas de la
to propias como ajenas. Es lo que desconcierta profun- historia.' Dicho eso, y citando a Karl Kraus, «entre dos
damente al doxósofo, que considera un prejuicio polí- males, me niego a elegir el menor». Aunque siento
tico el hecho de rechazar la sumisión, profundamente escasa indulgencia por los intelectuales «irresponsa-
política, que implica la aceptación inconsciente de los bles», todavía me gustan menos aquellos responsables
tópicos, en la acepción de Aristóteles: conceptos o tesis «intelectuales>>, polígrafos polimorfos, que hacen su
con los que se argumenta, pero sobre !os que no se ar- puesta anual entre dos consejos de administración,
gumenta. tres cócteles de prensa y unas cuantas apariciones en
la televisión.
P.: ¿No tiende a situar, en cierto sentido, al sociólogo
en una posición de filósofo-rey, de único que sabe dónde P.: En tal caso, ¿qué papel desea para los huelectua-
están los auténticos problemas? les, especialmente e1' la construcción de Europa?
P. B.: Lo que defiendo fundamentalmente es lapo- P. B.: Deseo que los escritores, que los artistas, los
sibilidad y la necesidad del intelectual crítico, y crítico, filósofos y los científicos puedan hacerse escuchar di-
en primer lugar, de la dóxa intelectual que segregan los l. Alusión ni libro de Luc Feny y Alain Renaut Ln pe11sée 68,
doxósofos. No existe una auténtica democracia sin un Gallimard, Parfs, 1985.
auténtico contrapoder crítico. El intelectual forma 2. P. Vidal-Naquet, Les Juifs, la mémoire et le présent, La Dé-
parte de él en buena medida. Por eso considero que el couverte, París, tomo 1, 1981, tomo Il, 1991.

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rectamente en todos los ámbitos de la vida pública SOLLERS TAL COMO ES 1
donde son competentes. Creo que todo el mundo sal-
dría ganando si la lógica de la vida intelectual, la de la
argumentación y la reft.iiaci(;ll,;e extendiera ;J;;. vida
¡)úTilica. Actualmente, es la lógica de la política, es de-
cir, de la denuncia y la difamación, de la <<eslogani-
zación» y la falsificación del pensamiento del advet'
sario, la que se extiende muy a menudo a la vida inte-
lectual. Sería bueno que los <<Creadores» pudieran
cumplir su· función de servicio público y, a veces, de
salvación pública. Sollers' se muestra, por fin, tal como es, sin tapu-
Pasar a la escala europea sólo es alcanzar un grado jos. Causa un insólito placer spinozista que se des-
de universalización superíor, señalar una etapa en el cubra la verdad, como por fuerza tenía que ocurrir.
camino del Estado universal que, incluso en las cosas gracias a la confesión que encielTa un título -«Balla-
intelectuales, está lejos de verse realizado. No se gana- dur te! que!>> [ «Balladur tal como es»]-, condensada
ría gran cosa, en efecto, si el eurocentrismo ocupara el con una densidad simbólica tan elevada que casi resul-
lugar de los nacionalismos heridos de las viejas nacio- ta demasiado hermosa para creerla, de toda una tra-
nes imperiales. En el momento en que las grandes uto- yectoria: de Tel Que/ a Balladur, de la supuesta van-
pías del siglo XIX han soltado toda su perversión, es ur- guardia literaria (y política) a la auténtica retaguardia
gente crear las condiciones de un trabajo colectivo de política.
reconstrucción de un universo de ideales realistas, ca- No es una cosa tan grave, dirán los más avisados,
paces de movilizar las voluntades sin confundir las los que saben, y desde hace mucho tiempo, que lo que
conciencias. Sollers ha puesto a los pies del candidato-presidente'

Par(s, diciembre de 1991


1. Este texto apareció en Libérati(m el 27 de enero de 1995,
como consecuencia de la publicación en L'Express, el 12 de enero
de 1995, de un artículo de Philippe Sollers titulado «Balladur tel quel:o~.
2. Philippe Sollers, escritor francés, fundador y director de la
revista Tef Que/.
3. Édouard Balladur fue candidato del consen•ador Rassem~
blement pour la République a las elecciones presidenciales de 1995,
cuando era presidente del Consejo de MiniStros.

22 23
en un gesto que no se realizaba desde los tiempos de co literario de diarios y revistas semioficiales, por
Napoleón III no es literatura, y mucho menos van- ejemplo, Voltaire, Proust o Joyce. 1
guardia, sino un simulacro de literatura y de vanguar- El culto de las transgresiones sin peligro, que redu-
dia. Un simulacro bien hecho y capaz de engañar a los ce el libertinaje a su dimensión erótica, lleva a hacer
verdaderos destinatarios de su discurso, todos aquellos del cinismo una de las bellas artes. Instituir como regla
a los que pretende halagar, en plan de cortesano cíni- de vida el «todo vale» posmodemo, y autorizarse a ju-
co, balladuristas y enarcas balladurófilos, provistos de gar, simultánea o sucesivamente, en todos Jos tableros
un barniz de cultura <<ciencias políticas» que les per- es proporcionarse los medios de <<tener todo sin pagar
mite disertar en tertulias radiofónicas y comidas de nada», permite criticar la sociedad del espectáculo y ser
embajada, así como a todos esos maestros del simula- una estrella de los medios,' rendir culto a Sade y mos-
cro que en un momento u otro se agruparon alrededor trar reverencia por Juan Pablo II, hacer profesiones de
de TeZ Que/ y simularon ser escritores, o filósofos, o lin- fe revolucionaria y defender la ortografía, consagrar al
güistas, o las tres cosas, cuando, en realidad, no eran escritor y asesinar a la literatura (pienso en Fenznzes).
nada ni sabían nada, cuando, en realidad, como en el Quien se presenta y se vive como encamación de la
chiste, se sabían la tonada de la cultura, pero descono- libertad se ha dejado llevar siempre, igual que una
cían su letra, cuando, en realidad, sólo sabían imitar hoja a merced del viento, por las fuerzas del campo.
los gestos de los grandes escritores, a pesar de lo cual Precedido y autorizado por todos los cambios de rum-
hubo momentos en que hicieron reinar un verdadero bo de la era MittetTand, que podría ser para la política
terror en el mundo de las letras. Así pues, en la medida y, más precisamente, para el socialismo, lo que Sollers
en que consigue imponer su impostura, el tartufo sin ha sido para la literatura y, más precisamente, para la
escrúpulos de la religión del arte escarnece, humilla y vanguardia, se ha dejado llevar por todas las ilusiones
pisotea, al ponerla a los pies del poder más bajo, cultu- y todas las desilusiones políticas y literarias de nuestro
ral y políticamente -y podría decir policialmente- 1 ha- tiempo. Y su trayectoria, que se piensa como algo ex-
blando, toda la herencia de dos siglos de lucha por cepcional,' es, de hecho, estadísticamente modal, es
la autonomía del microcosmos literario, y prostituye
consigo a todos aquellos autores, a menudo heroicos, 1. Philippe Sollers tiene una columna fija de crítica literaria en
de los que se considera heredero en su puesto de críti- Le Mo11de; es conocida su actitud de ~~pagar con la misma moneda».
2. Philippe Sol\ers es un gran admirador de las obras de Guy
Debord y participa asiduamente en toda clase de programas de tele-
l. Charles Pasqua, ministro del Interior del Gobierno Balladur, visión.
hizo promulgar una ley especialmente inicua para hacer frente al 3. Philippe So\lers es autor de un libro titulado Tlzéorie des e.x-
problema de la inmigración. ceptio11s.

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decir, trivial, y, por esta razón, ejemplifica la carrera LA SUERTE DE LOS EXTRANJEROS
del escritor sin atributos de una época de restauración COMO PIEDRA DE TOQUE'
política y literaria: es la encamación del tipo ideal de
la historia individual y colectiva de toda una genera-
ción de escritores ambiciosos, de todos aquellos que,
por haber pasado en menos de treinta años de los te-
rrorismos maoístas o trotskistas a posiciones de poder
en la banca, los seguros, la política o el periodismo,
mostrarian hacia él la más absoluta indulgencia.
Su originalidad -porque hay algo en lo que es origi-
nal- radica en el hecho de que se ha convertido en el El problema del status que Francia concede a los
teórico de las virtudes de la retractación y la traición, extranjeros no es un «detalle». Es un falso problema
hasta el punto de acusar de dogmáticos, anticuados o que, por desgracia, se ha impuesto poco a poco como
incluso terroristas, por medio de una portentosa tergi- cuestión fundamental, ten-iblemente mal planteada, en
versación destinada a justificarse a sí mismo, a todos la lucha política.
aquellos que rehúsan aceptar el nuevo estilo liberado y Convencido de que era fundamental obligar a los
de vuelta de todo. Sus intervenciones públicas, innu- diferentes candidatos a la presidencia de la Repúbli-
merables, son otras tantas exaltaciones de la incons- ca a pronunciarse claramente sobre esa cuestión, el
tancia, o, más exactamente, de la doble inconstancia, Groupe d'examen des programmes électoraux sur les
cortada como a la medida para reforzar la visión bur- étrangers en France (GEPEF) realizó una experiencia
guesa de las revueltas artísticas, la cual, mediante una cuyos resultados merecen ser conocidos. Los candida-
doble media vuelta, una doble media revolución, lleva tos eludieron el interrogatorio al que se intentó some-
de nuevo al punto de partida, a las afanosas impacien- terlos, a excepción de Robert Hue, así como de Domi-
cias del joven burgués provinciano para el que Mau-
riac y Aragon escribieron prólogos.
1. Este texto, publicado en Libératio11 el 3 de mayo de 1995,
con la firma de Jean-Pierre Alaux y la mía, presenta el balance de
París, enero de 1995
la encuesta que el GEPEF (Groupe d'examen des programmes élec-
loraux sur les étrangers en Fn.ll1Ct') realizó en marzo de t 995 entre
ocho candidatos a la elección presidencial na fin de examinar con
ellos sus proyectos referentes a la situación de los extranjeros en
Francia,,, tema prácticamente excluido de la campaña electoral.

27
26
nique Voynet, 1 que convirtió esta cuestión en uno de Ahora bien, todos los cálculos electoralistas, que la
los temas centrales de su campaña, en la que propug- lógica de un universo político-mediático fascinado por
nó la derogación de la ley Pasqua y la regularización los sondeos no hace más que estimular, se basan en
del status de las personas no expulsables, y mostró una serie de presupuestos sin fundamento, o sin más
preocupación por garantizar los derechos de las mino- fundamento, en cualquier caso, que la lógica más pri-
rías. Édouard Balladur envió una carta en la que expo- mitiva de la participación mágica, la contaminación
nía una serie de generalidades sin relación alguna con por contacto y la asociación verbal. Un ejemplo entre
nuestras veintiséis preguntas. Jacques Chirac no con- mil: ¿cómo se puede considerar «inmigrantes» a perso-
testó a nuestra petición de entrevista. Lionel Jospin de- nas que no han «emigrado» de ninguna parte y de las
legó en Martine Aubry y Jean-Christophe Cambadé!is, que se dice, además, que son de «seg1mda generación»?
desgraciadamente muy poco informados como infor- De la misma manera, una de las funciones principales
madores acerca de las posiciones de su candidato. del adjetivo «cla>1destil10», que la buena gente preocu-
No es preciso ser un genio para descubrir en sus si- pada por una respetabilidad progresista asocia al tér-
lencios y su discurso que no tienen gran cosa que opo- mino «inmigrantes», ¿no es la de crear una identifica-
ner al discurso xenófobo que, desde hace años, porfía ción verbal y mental entre el paso clandestino de las
por transformar en odio las desdichas de la sociedad fronteras por los hombres y el paso necesariamente
(paro, delincuencia, droga, etcétera). Quizá por falta fraudulento, y, por lo tanto, clandestino, de objetos
de convicciones, o por temor a perder votos expresán- prohibidos (a uno y otro lado de la frontera), como las
dolas, han llegado a hablar de ese falso problema, drogas o las armas? Confusión criminal que permite
siempre presente y siempre ausente, sólo mediante considerar a los hombres aludidos como criminales.
estereotipos convencionales y sobreentendidos más o Los políticos acaban por pensar que esas creencias
menos vergonzantes, invocando, por ejemplo, la «se- son universalmente compartidas por sus electores. Su
guridad», la necesidad de «reducir al máximo las entra- demagogia electoralista, como en el caso de Charles
das» o controlar la «inmigración clandestina» (no sin Pasqua, se basa, en efecto, en el postulado de que «la
recordar, aprovechando la oportunidad de pasar por opilúón pública» es hostil a la «illlnigraciól1», a los ex-
progresistas, «el papel de los traficantes y los patronos» tranjeros, a cualquier clase de apertura de fronteras.
que los explotan). Los veredictos de los «sondeadores », verdaderos astró-
logos modernos, y las conminaciones de los consejeros
l. Robert Hue es secretario general del Partido Comunista. Do- que les aportan un simulacro de competencia y convic-
minique Voynet es dirigente de uno de los partidos ecologistas, ac- ción, los obligan a dedicarse a «Conquistar los votos de
tualmente ministra del Medio Ambiente del gobierno Jospin. Le Pen». Pues bien, por limitarse a un único argumento,

28 29
aunque bastante sólido, el propio resultado que ha obte- La cuestión del status concedido a los extranjeros
nido Le Pen, después de casi dos años de ley Pasqua, de es, sin duda, el criterio decisivo, la piedra de toque,
discurso y prácticas centradas en la seguridad, lleva a que permite juzgar la capacidad de los candidatos
deducir que cuanto más se reducen los derechos de los para tomar partido, en todas sus opciones, contra la
extranjeros, más votos consigue el Frente Nacional (esta Francia mezquina, regresiva, obsesionada por la segu-
verificación es, evidentemente, un poco simplificadora, ridad, proteccionista, conservadora, xenófoba, y a fa-
pero no más que la tesis, aducida a menudo, de que vor de la Francia abierta, progresista, internacionalis-
cualquier medida tendente a mejorar el status jurídico ta, universalista. Por ese motivo la opción de los
de los extranjeros presentes en el territorio francés ten- electores-ciudadanos debería inclinarse por el candi-
dría como efecto hacer crecer el resultado electoral de dato que se comprometiera con mayor claridad a ope-
Le Pen). De lo que no cabe duda, en cualquier caso, es rar la ruptura más radical y más absoluta con la políti-
de que antes de atribuir a la mera xenofobia el voto a fa- ca actual de Francia en materia de «acogida» de los
vor del Frente Nacional, convendría preguntarse sobre extranjeros. Debería ser Lionel Jospin ... Pero ¿querrá
otros factores, como, por ejemplo, los casos de corrup- serlo?
ción que han alterado el universo mediático-político. París, mayo de 1995
Una vez dicho esto, habría que reconsiderar la cues-
tión del status del extranjero en las democracias mo-
dernas, es decir, la cuestión de las fronteras que pueden
ser todavía legítimamente impuestas a los desplaza-
mientos humanos en universos que, como el nuestro,
sacan tantos beneficios de todo tipo de la circulación
de personas y bienes. Por lo menos, a corto plazo con-
vendría evaluar, aunque sólo fuera por la lógica de un
interés bien entendido, los costes para el país de la polí-
tica de seguridad asociada al nombre del señor Pasqua:
costes provocados por la discriminación en y por los
controles policiales, que sirve para crear o reforzar la
«fractura social», y por los daños, que se generalizan, a
los derechos fundamentales, costes para el prestigio de
Francia y su particular tradición de defensora de los
derechos del hombre, etcétera.

30 31
LOS ABUSOS DE PODER QUE SE VALEN de las teorías de la acción racional, etcétera, ese racio-
DE LA RAZÓN O SE AMPARAN EN ELLA' nalismo es simultáneamente la expresión y la justifica-
ción de una arrogancia occidental que lleva a actuar
como si algunos hombres tuvieran el monopolio de la
razón y pudieran constituirse, como se dice corriente-
mente, en gendarmes del mundo, es decir, en poseedo-
res autoproclamados del monopolio de la violencia le-
gítima, capaces de poner la fuerza de las armas al
servicio de la justicia universal. La violencia terrorista,
mediante el irracionalismo de la desesperación en el
[ ... ] De los países islámicos llega una pregunta muy que arraiga casi siempre, remite a la violencia inerte
profunda respecto al falso universalismo occidental, a de los poderes que invocan la razón. La coerción eco-
lo que llamo el imperialismo de lo universal. 2 Francia nómica se disfraza muchas veces de razones jurídicas.
ha sido la encarnación por excelencia de ese imperia- El imperialismo se ampara en la legitimidad de ciertas
lismo, que ha suscitado aquí, en este país, un nacional- instituciones internacionales. Y mediante la hipocresía
populismo asociado, en mi opinión, al nombre de Her- de las racionalizaciones destinadas a enmascarar esos
der. Si bien es verdad que cierto universalismo no es dobles niveles de moral tiende a suscitar o justificar en
más que un nacionalismo que invoca lo universal (los el seno de los pueblos árabes, sudamericanos, africa-
derechos del hombre, etcétera) para imponerse, resul- nos, una revuelta muy profunda contra la razón que
ta menos fácil tachar de reaccionaria cualquier reac- no puede separarse de los abusos de poder que se va-
ción integrista contra él. El racionalismo cientificista, len de la razón (económica, científica, la que sea) o se
el de los modelos matemáticos que inspiran la política amparan en ella. Estos «irracionalismos» son, en par-
del FMI o el Banco Mundial, el de las law finns, gran- te, el producto de nuestro racionalismo, imperialista,
des multinacionales jurídicas que imponen las tradi- invasor, conquistador o mediocre, mezquino, defensi-
ciones del derecho estadounidense al planeta entero, el vo, regresivo y represivo, según los lugares y los mo-
mentos. Defender la razón también es combatir contra
J. Intervención con motivo del debate organizado por el Parla-
mento Internacional de Escritores en la Feria del Libro de Frank-
los que ocultan bajo las apariencias de la razón sus
furt el 15 de octubre de 1995. abusos de poder, o que se sirven de las armas de la ra-
2. P. Bourdieu, «Deux impérialismes de l'universeln, en C. Fau- zón para asentar o justificar un dominio arbitrario.
ré y T. Bishop (eds.), L'Amérique des Frmu;ais, Éd. Fran~ois Bourin,
París, 1992, pp. 149-155. Fra11kfi<rt, octubre de 1995

32 33
LA VOZ DEL FERROVIARIO' anunciantes), encarnada por los índices de audiencia o
los sondeos, y cínicamente identificada con el veredic-
to democrático de ]a gran mayoría, para imponer a to-
dos su vulgaridad y su mezquindad.
Esa frase singular demostró que es posible resistir-
se a la violencia que se ejerce cotidianamente, con la
más absoluta buena conciencia, en la televisión, la ra-
dio o los periódicos, así como por medio de los auto-
matismos verbales, las imágenes banalizadas y los lu-
gares comunes, sino también que es posible resistirse
Interrogado después de la explosión ocurrida el al efecto de habituación que produce esa violencia al
martes 17 de octubre en el segundo vagón del tren de alzar, insensiblemente, en el conjunto de una pobla-
la red de cercanías de París que conducía, un ferrovia- ción, el umbral de tolerancia al insulto y al desprecio
rio que, según los testigos, había dirigido con una san- racistas, al rebajar las defensas críticas contra el pen-
gre fría ejemplar la evacuación de los pasajeros, previ- samiento prelógico y la confusión verbal (por ejemplo,
no contra la tentación de culpabilizar a la comunidad entre islam e islamismo, entre musulmán e islamista,
argelina: son, se limitó a decir, «personas como noso- o entre islamista y extremista), al reforzar solapada-
tros».
mente todos los hábitos de pensamiento y comporta-
Esta frase extraordinaria, «verdad del pueblo sano», miento heredados de más de un siglo de colonización
como decía Pascal, rompía de repente con las inter- y de luchas coloniales. Habría que analizar aquí con
venciones de todos los vulgares demagogos que, por todo detalle la grabación cinematográfica de algunos
inconsciencia o cálculo, se adaptan a la xenofobia o el de los 1.850.000 «controles» que, con gran satisfacción
racismo que atribuyen al pueblo cuando son los pri- de nuestro ministro del Interior, 1 han sido efectuados
meros que contribuyen a crearlos, o se escudan en las recientemente por la policía, para ofrecer una mínima
supuestas expectativas de quienes son llamadas a ve- idea de la infinidad de ínfimas humillaciones (tuteo,
ces las «gentes sencillas>> para ofrecerles, pensando cacheos públicos, etcétera), así como de injusticias y
que les complacerán, las simplistas ideas que les atri- delitos flagrantes (brutalidades, puertas reventadas, in-
buyen; o se apoyan en la sanción del mercado (y de los timidad violada, etcétera) que ha tenido que soportar
una fracción importante de los ciudadanos o los hués-
l. Texto publicado en Alternatives algériennes, noviembre de
1995.
l. Charles Pasqua.

34 35
pedes de este país, celebrado tiempo atrás por su aper- tituye, tanto para el conocimiento como para la ac-
tura a los extranjeros; y para dar también una idea de ción un extraordinario desafío: prueba de fuego para
la indignación, el escándalo y la rabia que pueden pro- cual~uier análisis, es también, y sobre todo, piedra de
vocar tales actuaciones: las declaraciones ministeria- toque para cualquier compromiso.
les, destinadas de modo patente a tranquilizar o a sa- En este caso el análisis riguroso de las situaciones
tisfacer la reivindicación de seguridad, resultarían y las instituciones es, sin duda, más que nunca, el me-
inmediatamente menos tranquilizadoras. jor antídoto contra las visiones parciales y los mani-
Esa sencilla frase contenía una exhortación por el queísmos -a menudo asociados a las complacencias
ejemplo a combatir decididamente a todos aquellos farisaicas del pensamiento «comunitarista»-, que, me-
que, en su deseo de llegar siempre a lo más sencillo, diante las representaciones que engendran y las pala-
mutilan una realidad histórica ambigua para reducirla bras con las que se expresan, están a menudo preña-
a las tranquilizadoras dicotomías del pensamiento ma- das de consecuencias peligrosas.
niqueo que la televisión, propensa a confundir un diá-
logo racional con un combate de lucha libre, ha ins- París, noviembre de 1995
taurado como modelos. Es infinitamente más fácil
tomar posición en favor o en contra de una idea, un
valor, una persona, una institución o una situación,
que analizar lo que es en realidad, en toda su compleji-
dad. Nos apresuramos tanto más a tomar partido sobre
lo que los periodistas llaman un «problema social» -el
del «Velo»,' por ejemplo- cuanto más incapaces somos
de analizarlo y comprender su sentido, a menudo to-
talmente contrario a la intuición etnocéntrica.
Las realidades históricas siempre son enigmáticas
y, no obstante su aparente evidencia, difíciles de desci-
frar; sin duda, ninguna presenta esas características en
grado tan alto como la realidad argelina. Por eso cons-
l. La autorización para llevar el velo en la escuela ha ocasiona-
do protestas muy fuertes por parte de cierto número de !dntelectua-
lcsn, que lo han visto como una amenaza para el laicismo republi-
cano.

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CONTRA LA DESTRUCCIÓN que, en el Joumal du Dimanche del 10 de diciembre,
DE UNA CIVILIZACIÓN' descubre con estupor «el abismo entre la comprensión
racional del mundo>>, encarnada, en su opinión, por
Juppé -son sus palabras textuales-, «Y el deseo profun-
do de la gente».
Esta oposición entre la visión de la «élite» ilustrada
y las exigencias basadas en las necesidades del mo-
mento del pueblo, o de sus representantes, es típica del
pensamiento reaccionario de todas las épocas y todos
los países, pero actualmente adquiere una forma nue-
Estoy aquí para expresar nuestro apoyo a todos los va con la nobleza de Estado, que basa la convicción de
que luchan, desde hace tres semanas, contra la des- su legitimidad en el título escolar y la autoridad de la
trucción de una civilización asociada a la existencia ciencia, económica, sobre todo: para estos nuevos go-
del servicio público, la civilización de la igualdad repu- bernantes de derecho divino, no sólo la razón y la mo-
blicana de los derechos, derecho a la educación, la sa- dernidad, sino también el movimiento y el cambio, son
lud, la cultura, la investigación, el arte y, por encima encarnados por los que mandan, ministros, patronos o
de todo, el trabajo. «expertos>>; la sinrazón y el arcaísmo, la inercia y el
Estoy aquí para expresar que entendemos este pro- conservadurismo, en cambio, son encamados por el
fundo movimiento, es decir, tanto la desesperación pueblo, los sindicatos y los intelectuales críticos.
como las esperanzas que se expresan con él, y que no- Esta certidumbre tecnócrata es la que expresa Jup-
sotros experimentamos también; para expresar que no pé cuando escribe: «Quiero que Francia sea un país se-
entendemos (o, mejor dicho, que entendemos dema- rio y feliz.» Cosa que puede traducirse así: «Quiero que
siado) a quienes no lo entienden, como ese filósofo' las personas serias, o sea, las élites, los enarcas, los
que saben dónde reside la felicidad del pueblo, tengan
l. Intervención en la Estación de Lyon, con motivo de las huel- la posibilidad de hacerlo feliz incluso a su pesar, es de-
gas de diciembre de 1995. Pierre Bourdieu tomó la palabra, en cir, en contra de su voluntad; en efecto, ofuscado por
nombre de los intelectuales solidarios del movimiento de huelga, al sus deseos, como decía el filósofo, el pueblo no se da
lado de los representantes de los sindicatos (SUD, especialmente) y
cuenta de lo feliz que es y, en especial, de la felicidad
las asoc.:iacioncs (AC!, Droits Dcvant, etcétera), a los que estaba uni-
do por anteriores acciones, en un mitin que se celebró en dicha es-
que le proporciona ser gobernado por personas que,
tación. como el señor Juppé, saben mejor que él lo que le con-
2. Se trata de Paul Ricceur. viene.» Así piensan los tecnócratas, y así entienden la

38 39
en vano en sofocar, unos problemas absolutamente
democracia. Y se comprende que no comprendan que fundamentales, demasiado importantes para ser con-
el pueblo, en cuyo nombre pretenden gobernar, salga a fiados a unos tecnócratas tan engreídos como inútiles:
la calle -¡el colmo de la ingratitud!- para enfrentár- ·cómo conseguir que los principales interesados, o
seles. (sea, cada uno de nosotros, vuelvan a tener una 1"d ea
Esta nobleza de Estado, que predica la extinción clara y razonable del futuro de los servicios públicos,
del Estado y el reinado conjunto del mercado y el con- salud, educación, transportes, etcétera, y, además, en
sumidor, sustituto comercial del ciudadano, se ha apo- estrecha relación con todos aquellos que, en los restan-
derado del Estado; ha convertido el bien público en tes países de Europa, están expuestos a las mismas
bien privado, la cosa pública, la República, en su cosa. amenazas? ¿Cómo reinventar la escuela de la Repúbli-
Lo que está en juego, actualmente, es la reconquista de ca y rechazar la implantación progresiva, en el ámbito
la democracia contra la tecnocracia: es preciso acabar de la enseñanza superior, de una educación a doble ve-
con la tiranía de los «expertos», estilo Banco Mundial locidad, simbolizada por la oposición entre las grandes
o FMI, que imponen sin discusión los veredictos del . . . ?
escuelas especializadas y las facultades umversJtanas.
nuevo Leviatán, «los mercados financieros», y no quie- y podemos plantear la misma pregunta respecto a la
ren negociar, sino «explicar»; es preciso romper con la salud 0 los transportes. ¿Cómo luchar contra la preca-
nueva fe en la inevitabilidad histórica que profesan los riedad laboral, que castiga al personal de todos los ser-
teóricos del liberalismo; es preciso inventar las nuevas vicios públicos y provoca formas de dependencia y su-
formas de una tarea política colectiva capaz de perci- misión especialmente funestas en las empresas de
bir las necesidades, económicas especialmente (eso difusión cultural, radio, televisión o periodismo, por el
podria dejarse en manos de los expertos), pero para efecto de censura que ejercen, o incluso en la ense-
combatirlas y, llegado el caso, neutralizarlas. ñanza?
La crisis actual es una posibilidad histórica para En la tarea de reinvención de los servicios públicos,
Francia y, sin duda, para todos aquellos, cada día más los intelectuales, escritores, artistas, científicos, etcéte-
numerosos, que rechazan, en Europa y otras partes ra, tienen un papel determinante que desempeñar. ~n
del mundo, la nueva alternativa: liberalismo o barba- primer lugar, pueden contribuir a romper el monop~ho
rie. Ferroviarios, carteros, enseñantes, empleados de los de la ortodoxia tecnocrática sobre los mediOs de difu-
servicios públicos, estudiantes, entre otros, compro- sión. Pero también pueden comprometerse, de manera
metidos de manera activa o pasiva en el movimiento, organizada y permanente, no sólo en las coincidencias
han planteado con sus manifestaciones, con sus decla- ocasionales de una coyuntura de crisis, al lado de los
raciones, con las innumerables reflexiones que han de- que son capaces de orientar eficazmente el futuro de la
sencadenado, y que la cobertura mediática se esfuerza
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sociedad, en especial, asociaciones y sindicatos, y tra- EL MITO DE LA <<MUNDIALIZACIÓN» Y EL ESTADO
bajar para elaborar análisis rigurosos y propuestas SOCIAL EUROPEO'
imaginativas sobre los grandes interrogantes que la or-
todoxia mediaticopolítica impide plantear: pienso, so-
bre todo, en el problema de la unificación del campo
económico mundial y los efectos económicos y sociales
de la nueva división internacional del trabajo, en la
cuestión de las supuestas leyes de bronce de los merca-
dos financieros, en nombre de los cuales se sacrifican
tantas iniciativas políticas, en la cuestión de las funcio-
nes de la educación y la cultura en unas economías Se oye decir machaconamente -y es lo que crea la
donde el capital informacional se ha convertido en una fuerza de este discurso dominante- que no hay oposi-
de las fuerzas productivas más decisivas, etcétera. ción posible a la visión neoliberal, que se presenta
Este programa puede parecer abstracto y mera- como algo evidente, contra lo que no cabe ninguna al-
mente teórico. Pero se puede rechazar el tecnocratis- ternativa. Si esta idea se ha convertido en un tópico ge-
mo autoritario sin caer en un populismo, al que los neralmente aceptado, es porque existe todo un trabajo
movimientos sociales del pasado han rendido pleitesía de inculcación simbólica en el que participan los perio-
con excesiva frecuencia, y que favorece, una vez más, a distas o los simples ciudadanos, de manera pasiva, y,
los tecnócratas. sobre todo, cierto número de intelectuales, de modo
Lo que he querido manifestar, en cualquier caso, tal muy activo. Me parece que los investigadores tienen un
vez torpemente -y me disculpo ante quienes puedan ha- papel que desempeñar contra esta imposición perma-
berse sentido aburridos o molestos-, es una solidaridad nente e insidiosa que produce, por impregnación, una
real con los que luchan hoy día por cambiar la sociedad: auténtica creencia. En primer lugm~ pueden analizar la
creo, en efecto, que sólo es posible combatir eficazmente producción y la circulación de ese discurso. Cada vez
a la tecnocracia, nacional e internacional, afrontándola hay más trabajos, en Gran Bretaña, en los Estados Uni-
en su terreno predilecto, el de la ciencia, económica, en dos, en Francia, que describen de manera muy precisa
especial, y oponiendo al conocimiento abstracto y muti- los métodos que han contribuido a crear, difundir e in-
lado del que alardea un conocimiento más respetuoso culcar esa visión del mundo. Mediante una serie de
de los hombres y las realidades a las que se enfrentan.
1. Intervención ante la Confederación General de Trabajadores
París, diciembre de 1995 Griegos (CGTG), reunida en Atenas en octubre de 1996.

42 43
análisis de los textos, de las revistas en los que eran pu- ción de los investigadores podría ser trabajar en la di-
blicados y que, poco a poco, han impuesto su legitimi- fusión de estos análisis en formas accesibles a todos.
dad, de las características de sus autores, de los colo- Este trabajo de imposición, que lleva tanto tiempo
quios en los que se reunían para producirlos, etcétera, en .. marcha, prosigue hoy día. Lo demuestra la apari-
han mostrado que, tanto en Gran Bretaña como en ción regular, como por arte de magia, con pocos días
Francia, se ha realizado un trabajo consciente, en el de intervalo, en toda la prensa francesa, no sin varia-
que han intervenido intelectuales, periodistas y hom- ciones, relacionadas con la posición de cada periódico
bres de negocios, para imponer como obvia una visión en el universo periodístico, de comentruios elogiosos
neoliberal que, en lo esencial, viste con racionalizacio- sobre la milagrosa situación económica de los Estados
nes económicas los presupuestos más clásicos del pen- Unidos o Gran Bretaña. Esta especie de gota a gota
samiento conservador de todas las épocas y todos los simbólico, al que los diarios escritos y televisados con-
países. Pienso en un estudio sobre e] papel de la revista tribuyen muy poderosamente -en buena parte de ma-
Preuves, financiada por la CIA. que ha sido patrocina- nera inconsciente, porque la n1a~'oría de las personas
da por grandes intelectuales franceses y que, desde que repiten esas frases lo hacen de buena fe-, produce
hace casi un cuarto de siglo -que algo falso se convier- efectos muy profundos. Así es como, a fin de cuentas,
ta en lugar común lleva su tiempo-, ha expuesto incan- el neoliberalismo se presenta con las apariencias de la
sablemente, a contracorriente al principio, ideas que i11evitabilidad.
poco a poco han pasado a ser moneda corriente.' Lo Se ha impuesto como obvio todo un conjunto de
mismo ha ocurrido en Inglaterra, donde el thatcheris- presupuestos: se admite que el crecimiento má:"imo -y.
mo no nació con la señora Thatcher. Le habían prepa- por lo tanto, la productividad v la competitividad- es
rado el terreno desde hacía muchísimo tiempo grupos el fin último y único de las acciones humanas; o que es
de intelectuales que en su mayoría disponían de tribu- imposible resistir a las fuerzas económicas. O tam-
nas en los grandes periódicos.' Una primera contribu- bién, presupuesto que sustenta todos los presupuestos
de la economía, se hace un corte radical que separa lo
l. P. Grémion, Preuves, une revue européem1e a Paris, Julliard, económico de lo social, que queda al margen, abando-
París, 1989; fntelligence de l'anti-comnnmisme, le congri!s pour la li- nado a los sociólogos, como una especie de desecho.
berté de la culture a Paris, Fayard, París, 1995.
Otro presupuesto importante es el léxico común que
2. K. Dixon, ceLes Evangélistes du Marché>>, Liber, 32, septiem-
bre de 1997, pp. 5-6; C. Pasche y S. Peters, ceLes premiers pas de la
nos invade, que absorbemos así que abrimos un diario
Société du Mont-Pélerin ou les dessous chics du néoliberalisme)), o escuchamos una radio, y que consiste, en lo esencial,
Les Amule/les (L'avenement des sciences sociales comme disciplin~s en eufemismos. Desgraciadamente, no dispongo de
académiques), 8, 1997, pp. 191-216. ejemplos griegos, pero creo que les costará muy poco

44 45
encontrarlos. En Francia, por ejemplo, ya no se habla juntos colectivos, y, por otro, los trabajadores fijos do-
de patronal, sino de «las fuerzas vivas de la nación»; ya tados de un salario estable y la pequeña burguesía, que
no se habla de despidos, sino de dégraissage [ «desen- se han trasladado a casitas individuales que han com-
grase>>], utilizando una analogía deportiva (un cuerpo prado con créditos que conllevan cargas muy onero-
vigoroso y sano tiene que estar delgado). Para anun- sas. Esta fractura social ha sido detetminada por una
ciar que una empresa despedirá a dos mil trabajadores medida política.
se hablará del «valiente plan social de Alcatel». Tam- En los Estados Unidos se asiste a un desdobla-
bién se juega con las connotaciones y las asociaciones miento del Estado: por un lado, hay un Estado que
de palabras como flexibilidad, adaptabilidad, desregu- asegura ciertas garantías sociales, pero sólo para los
lación, con lo que se tiende a hacer creer que el mensa- privilegiados, suficientemente garantizados para dar
je neoliberal es un mensaje universalista de liberación. seguridades, garantías, y, por otro, un Estado represivo
Me parece que es preciso defenderse de esta dóxa y policial para el pueblo. En el estado de California,
sometiéndola al análisis e intentando comprender los uno de los más ricos -que durante un tiempo fue para
mecanismos por los que se produce y se impone. Pero algunos sociólogos franceses' el paraíso de todas las li-
eso, aunque es muy importante, no basta, y podemos beraciones-, y también de los más conservadores, que
oponerle cierto número de verificaciones empíricas. cuenta con la universidad, sin duda, más prestigiosa
En el caso de Francia, el Estado ha comenzado a aban- del mundo, el presupuesto de las cárceles es superior,
donar algunos campos de la acción social. La consecuen- desde 1994, al de todas las universidades juntas. Los
cia es una cantidad extraordinaria de sufrimientos de negros del gueto de Chicago sólo conocen del Estado
todo tipo, que no afectan únicamente a las personas la policía, el juez, el carcelero y el paro/e officet; es de-
golpeadas por la miseria extrema. Podemos mostrar, cir, el agente judicial que vigila la libertad condicional,
por ejemplo, que el origen de los problemas que se ob- ante el que tienen que presentarse regulatmente so
servan en las periferias de las grandes ciudades' es una pena de regresar a la cárcel. Se trata en ese caso de
política neoliberal de la vivienda que, puesta en prácti- una especie de realización del sueño de los dominado-
ca en los años setenta (la ayuda «a la persona»), ha res, un Estado que, como ha mostrado Loic Wacquant,
provocado una segregación social: por un lado, el sub- se reduce cada vez más a su función policial.
proletariado, compuesto en una parte considerable por Lo que vemos en los Estados Unidos, y se esboza
inmigrantes, que ha permanecido en los grandes con- en Europa, es un proceso de i11volución Cuando se es-
tudia el nacimiento del Estado en las sociedades en
l. Véase P. Bourdieu et al., !<L'économie de la maison)), Acles
de la recherche en sciences sociales, 81-82, marzo de 1990. 1. Edgar Morin y Jean Baudrillard, sobre todo.

46 47
que primero se constituyó, como Francia o Inglaterra, nadas circunstancias, pueda ser asimismo un insuu-
lo primero que se observa es una concentración de mento represivo. Y el Estado existe también, por otra
fuerza física y fuerza económica (ambas deben ir em- parte, en la cabeza de los trabajadores en forma de de-
parejadas, pues hace falta dinero para emprender gue- recho subjetivo («tengo derecho a eso», «eso no pue-
rras, crear una policía, etcétera, y hace falta una fuer- den hacérmelo»), de apego a las «Conquistas sociales»,
za de policía para conseguir el dinero). Después se etcétera. Por ejemplo, una de las grandes diferencias
opera una concentración de capital cultural y, a conti- entre Francia y Gran Bretaña es que los británicos
nuación, de autoridad. A medida que ese Estado se thatcherizados descubren que no resistieron todo lo
consolida, adquiere autonomía, se hace parcialmente que hubieran podido, en gran parte, porque el contra-
independiente de las fuerzas sociales y económicas do- to de trabajo era un contrato de common law, es de-
minantes. La burocracia de Estado comienza a ser ca- cir, tácito, y no, como en Francia, un convenio garan-
paz de distorsionar las voluntades de los dominantes, tizado por el Estado. Y ahora, de manera paradó-
de interpretarlas y, a veces, de inspirar políticas. jica, cuando en la Europa continental se exalta el
El proceso de regresión del Estado pone de mani- modelo británico, los trabajadores británicos miran al
fiesto que la resistencia a la fe en el neoliberalismo y a continente y descubren que ofrecen cosas que su tradi-
la política neoliberal es más fuerte en los países en que ción obrera no les ofrecía, es decir, la idea de derecho
las tradiciones estatales tenían más fuerza. Y esto se laboral.
explica porque el Estado existe en dos formas: en la El Estado es una realidad ambigua. No podemos li-
realidad objetiva, mediante un conjunto de institucio- mitarnos a decir que es un instmmento al setvicio de
nes, como reglamentos, oficinas, ministerios, etcétera, los dominadores. Es indudable que no es completa-
pero también en las mentes. Por ejemplo, en el seno de mente neutral, completamente independiente de los
la burocracia francesa, con motivo de la reforma de la dominadores, pero tiene una autonomía tanto mayor
financiación de la vivienda, los ministerios sociales se cuanto mayor es su antigüedad, mayor es su fuerza,
enfrentaron a los financieros para defender la política mayor es el número de conquistas sociales importan-
de vivienda social. Los funcionarios estaban interesa- tes que ha registrado en su estructura, etcétera. Es el
dos en defender sus ministerios y su posición; pero espacio de los conflictos (por ejemplo, entre los minis-
también es cierto que creían en ello y defendían sus terios que recaudan el dinero y los que lo gastan, los
convicciones. En todos los países, el Estado es, por encargados de los problemas sociales). Para hacer
una parte, la huella en la realidad de unas conquistas frente a la involución del Estado, es decir, a la regre-
sociales. Por ejemplo, el Ministerio de Trabajo es una sión hacia un Estado penal, encargado de la represión
conquista social hecha realidad, aunque, en determi- y que prescinda poco a poco de sus funciones sociales

48 49
(educación, sanidad, asistencia, etcétera), el movi- dros de honor de los ejecutivos punteros, clasificados
miento social puede encontrar apoyos por parte de los no por su retribución en dólares, sino por el número
ministerios responsables de los asuntos sociales en- de empleados que han tenido el valor de despedir.) Es
cargados de la ayuda a los parados de larga dura~ión, característico de las revoluciones conservadoras, como
que se preocupan por las rupturas de la cohesión so- la de los años treinta en Alemania, o la de los Thatcher,
cial, por el paro, etcétera, y que se oponen a los minis- Reagan y otros, presentar las restauraciones como re-
terios financieros, que sólo quieren hablar de las pre- voluciones. En la actualidad, la revolución conserva-
siones de la «globalización>> y del lugar de Francia en dora adopta una forma inédita: no pretende invocar,
el mundo. como en otras épocas, un pasado idealizado, mediante
He mencionado la «globalización>>: es un mito en el la exaltación de la tierra y la estirpe, temas arcaicos de
peor sentido del término, un discurso poderoso, una las antiguas mitologías agrarias. Esta revolución con-
<<idea matriZ>>, una idea que tiene fuerza social, que servadora de nuevo cuño recurre al progreso, la razón
consigue que se crea en ella. Es el arma principal de y la ciencia (económica, en este caso) para justificar la
las luchas contra las adquisiciones del Estado del bie- restauración e intenta así ridiculizar, como algo arcai-
nestar: se dice que los trabajadores europeos deben co, el pensamiento y la acción progresistas. Convierte
competir con los trabajadores menos favorecidos del en normas de todas las prácticas y, por lo tanto, en re-
resto del mundo. De ese modo se ofrecen como mode- glas ideales, las regularidades reales del mundo econó-
los a los trabajadores europeos países donde el salario mico abandonado a su lógica, la llamada ley del mer-
mínimo no existe, donde los obreros trabajan doce ho- cado, es decir, la ley del más fuerte. Ratifica y glorifica
ras diarias por salarios que oscilan entre una cuarta y el reinado de los llamados «mercados financieros>>, o
una decimoquinta parte de los europeos, donde no sea, el retorno a una especie de capitalismo radical, sin
existen sindicatos, donde el trabajo infantil es algo ha- otra ley que la del beneficio máximo, capitalismo sin
bitual, etcétera. Y en nombre de semejante modelo se freno y sin maquillaje, pero racionalizado y llevado al
impone la flexibilidad, otra palabra clave del liberalis- límite de su eficacia económica por la introducción de
mo, o sea, el trabajo nocturno, el trabajo en fines de formas modernas de dominación, como el mmzage-
semana, los horarios de trabajo irregulares, y otras lin- mem, y de técnicas de manipulación, como la investi-
dezas inscritas desde tiempo inmemorial en los sueños gación de mercado, el marketing y la publicidad co-
patronales. En general, el neoliberalismo recupera, mercial.
arropadas con un mensaje muy elegante y muy moder- Si esta revolución conservadora engaña, es porque
no, las más rancias ideas de la más rancia patronal. no conserva nada, aparentemente, de la vieja pastoral
(En los Estados Unidos hay revistas que publican cua- estilo Selva Negra de los revolucionarios conservado-

50 51
res de los años treinta y se engalana con todos los ade- con los de los países menos desarrollados para conser-
rezos de la modernidad. ¿Acaso no procede de Chica- var sus conquistas y favorecer su generalización a to-
go? Galileo dijo que el mundo natural está escrito con dos los trabajadores europeos. (Lo que no es fácil, debi-
lenguaje matemático. Actualmente, se nos quiere ha- do a las diferentes tradiciones nacionales, especialmente
cer creer que es el mundo económico y social el que en lo que respecta al peso de los sindicatos respecto al
expresa mediante ecuaciones. Gracias a que se ha ar- Estado y los modos de financiación de la protección
mado el bagaje matemático (y poder mediático), el social.)
neoliberalismo se ha convertido en la forma supre- Pero eso no es todo. También cuentan los efectos,
ma de la sociodicea conservadora que se anunciaba, que todos podemos verificar, de la política neoliberal.
desde hace treinta años, con el nombre de «Crepúsculo Así, por ejemplo, cierto número de estudios británicos
de las ideologías» o, más recientemente, de «final de la muestran que la política thatcheriana ha suscitado
historia». una enorme inseguridad, una sensación de angustia.
Para combatir el mito de la «mundialización», que primero entre los trabajadores manuales, y luego tam-
tiene como función hacer aceptable una restauración, bién en la pequeñoburguesía. Observamos exactamen-
un retorno a un capitalismo salvaje, pero racionali- te lo mismo en los Estados Unidos, donde asistimos a
zado, y cínico, hace falta volver a los hechos. Si se una multiplicación de los empleos precarios y mal pa-
contemplan las estadísticas, observamos que la compe- gados (que hacen bajar fácilmente la tasa de paro). Las
tencia que sufren los trabajadores europeos es esen- clases medias estadounidenses, sometidas a la amena-
cialmente intraeuropea. De acuerdo con las fuentes za del despido brutal, viven en una terrible insegu-
que utilizo, el 70 % de los intercambios económicos de ridad (lo que demuestra que tener empleo no es im-
las naciones europeas se realizan con otros países del portante únicamente por el trabajo y el salado que
continente. Al hacer hincapié en la amenaza extra- procura, sino por la seguridad que garantiza). En to-
europea, se oculta que el principal peligro está consti- dos los países, la proporción de trabajadores con contra-
tuido por la competencia intraeuropea y lo que se lla- to temporal aumenta en relación al número de trabaja-
ma a veces el social dumping: los países europeos con dores fijos. La precariedad laboral y la flexibilización
débil protección social y salarios bajos pueden sacar provocan la pérdida de las escasas ventajas (a menudo
partido de sus ventajas al competir, pero al hacerlo calificadas de privilegios de «rico») que podían com-
perjudican a los otros, obligados de ese modo a aban- pensar los parcos salarios, como el empleo estable, las
donar las conquistas sociales para resistir. Lo cual im- prestaciones sanitarias y la garantía de jubilación. La
plica que, para escapar de esa espiral, a los trabajado- privatización, por su parte, provoca la pérdida de las
res de los países desarrollados les interesa asociarse conquistas colectivas. Por ejemplo, en el caso de Fran-

52 53
cia las tres cuartas partes de los trabajadores contrata- directamente interesados de las burocracias, empresa-
dos por primera vez lo son a título temporal, y sólo riales o estatales, o morir bajo la censura del poder (en
una cuarta parte de ellos se convertirá en trabajadores el que se turnan los oportunistas) o el dinero?
fijos. Evidentemente, los nuevos contratados tienden Si bien la globalización es, fundamentalmente, un
a. ser jóvenes, lo que hace que en Francia la insegu- mito justificador, existe un caso en el que es muy real.
ndad labora] afecte especialmente a la juventud -ya el de los mercados financieros. Al amparo de la dismi-
lo verifiqué en mi libro La misere du monde-, y ocu- nución de cierto número de controles jwidicos Y la
rre lo mismo en Gran Bretaña, donde el desamparo ju- mejora de los medios de comunicación modernos, que
venil alcanza cotas máximas, con consecuencias como conlleva el descenso de los costes de comunicación,
la delincuencia y otros fenómenos extremadamente nos orientamos hacia un mercado financiero unifica-
costosos. do, lo que no quiere decir homogéneo. Dicho mercado
A lo que se añade, actualmente, la destrucción de financiero está dominado por determinadas econo-
las bases económicas y sociales de las conquistas cul- mías, es decir, por los países más ricos, en especial,
turales más excepcionales de la humanidad. La auto- por aquel cuya moneda se utiliza como divisa interna-
nomía de los universos de producción cultural respec- cional de reserva y dispone, por ello, de un gran mar-
to al mercado, que no había cesado de crecer gracias a gen de libertad en el interior de esos mercados finan-
las luchas y los sacrificios de escritores, artistas y cien- cieros. El mercado financiero es un campo en el que
tíficos, está· cada vez más amenazada. El reinado del los dominadores, los Estados Unidos en este caso con-
«comercio» y lo «comercial» se impone de modo gene- creto, ocupan una posición tal que pueden establecer
ralizado en la literatura, en especial mediante la con- en buena parte las reglas del juego. Esta unificación de
centración editorial, cada vez más directamente some- los mercados financieros alrededor de un determinado
tida a las presiones del beneficio inmediato, en la número de naciones que disfrutan de una posición do-
crítica literaria y artística, en manos de los más oportu- minante provoca la consiguiente reducción de la aut~­
nistas lacayos de los editores -o de sus colegas, median- nomía de los mercados financieros nacionales. Los fi-
te el extendido hábito de «pagar con la misma mone- nancieros franceses y los inspectores de Hacienda, que
da»-, y, sobre todo, en el cine (podemos preguntarnos nos dicen que hay que doblegarse a la necesidad, olvi-
qué quedará, dentro de diez años, del cine experimen- dan decir que se convierten en cómplices de esa nece-
tal europeo si no se hace nada para ofrecer a los pro- sidad y que, a través de ellos, es el Estado nacional
ductores de vanguardia medios de producción y, quizá francés el que abdica.
aún más importante, de difusión). ¿Y qué decir de las En suma, la globalización no es una homogeneiza-
ciencias sociales, condenadas a satisfacer los encargos ción, sino, por el contrario, la extensión de la influen-

54 55
cia de un pequeño número de naciones dominantes
sobre el conjunto de los mercados financieros naciona- límites implícitos que acepta la teoría económica. La
l:s. De ahí resulta una redefinición parcial de la divi- teoría económica no contempla, en la evaluación de
Sión del trabajo internacional de la que los trabajado- los costes de una política, lo que se llaman los costes
res ~uropeos sufren las consecuencias, por ejemplo, sociales. Por ejemplo, la política de la vivienda que de-
~ed!ante la transferencia de capitales e industrias ha- cidió Giscard d'Estaing en 1970 suponía a largo plazo
c¡a los países con mano de obra barata. Este mercado unos costes sociales que ni siquiera constan como ta-
del capital mternacional tiende a reducir la autonomía les, ya que, a excepción de los sociólogos, ¿quién se
de los mercados del capital nacional y, en especial, a acuerda, veinte años después, de esa medida? ¿Quién
Impedir la manipulación por los Estados nacionales de relacionaría en 1990 un tumulto en un barrio perifé-
las tasas de cambio y los tipos de interés, cada vez más rico de Lyon con una decisión política de 1970? Los
determmados por un poder concentrado en manos de crímenes quedan impunes porque quedan olvidados.
un pequeño número de países. Los poderes nacionales Sería preciso que todas las fuerzas sociales críticas
están sometidos al peligro de ataques especulativos insistieran en la incorporación a los cálculos econó-
por parte de agentes dotados de fondos masivos que micos de los costes sociales de las decisiones económi-
pueden provocar ~na devaluación; evidentemente, los cas: ¿qué costará eso a largo plazo en despilfarros,
gobiernos de ¡zqmerda están amenazados de manera sufrimientos, enfermedades, suicidios, alcoholismo,
e_speci~l porque suscitan la suspicacia de los mercados consumo de drogas, violencia familiar, etcétera, cosas
financ¡e_r~s (un gobierno de derechas que practique todas ellas que cuestan muy caro en dinero, pero tam-
una pohtica poco acorde con los ideales del FMI corre bién en sufrimiento? Creo que, aunque eso pueda pa-
~enos peligro que un gobierno de izquierdas, incluso recer muy cínico, es preciso combatir la economía do-
SI éste realiza una política conforme con los ideales del minante con sus propias armas y recordar que, en la
FMI!: La estructura del campo mundial ejerce una lógica del interés bien entendido, la política estricta-
preswn estructural, lo que confiere a esos mecanismos mente económica no es por fuerza económica, dados
una apariencia de fatalidad. La política de un Estado sus costes en inseguridad de las personas y los bienes
concreto
.. . , está determinada ' en gran med¡"da , por su po- y, por lo tanto, en policía, etcétera. Más exactamente,
sicion en la estructura de la distribución del capital fi- hay que poner en cuestión de modo radical la visión
nanciero (que define la estructura del campo económi- económica que lo individualiza todo, tanto la produc-
co mundial). ción como la justicia o la sanidad, tanto los costes
En presencia de esos mecanismos, ¿qué cabe ha- como los beneficios, y que olvida que la eficacia, de la
cer? Convendría reflexionar, en primer lugar, sobre los que ofrece una definición mezquina y abstracta, al
identificarla tácitamente con la rentabilidad financie-
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ra, depende, sin duda, de los fines con los que se la aspecto social. Esta defensa del Estado no se inspira
mide: la rentabilidad financiera para los accionistas y en ningún nacionalismo. Se puede luchar contra el Es-
los inversionistas, como ahora, o la satisfacción de los tado nacional, pero no hay que dejar por ello de defen-
clientes y los usuarios, o, más ampliamente, la satis- der las funciones «Universales» que desempeña y que
facción y el bienestar de los productores, los consu- pueden ser desempeñadas con eficacia igual, por no
midores y, así, paso a paso, de la gran mayoría. A esa decir mayot~ por un Estado supranacional. Si no se
economía mezquina y miope hay que oponer una eco- quiere que sea el Bundesbank el que gobierne, por me-
nomía de la felicidad, que tomaría buena nota de todos dio de las tasas de interés, las políticas financieras de
los beneficios, individuales y colectivos, materiales y los diferentes Estados, ¿no conviene luchar a favor de
simbólicos, asociados a la actividad (como la segu- la construcción de un Estado supranacional, relativa-
ridad), así como de todos los costes, materiales y sim- mente autónomo en relación con las fuerzas económi-
bólicos, asociados a la inactividad o a la precariedad cas internacionales y las fuerzas políticas nacionales y
(por ejemplo, el consumo de medicamentos: Francia capaz de desarrollar las dimensiones sociales de las
ostenta el récord del consumo de tranquilizantes). No instituciones europeas? Por ejemplo, las medidas que
se puede bromear con la ley de la conservación de tienden a garantizar la reducción del tiempo de traba-
la violencia: toda violencia se paga y, por ejemplo, la jo sólo adquirirían todo su sentido si fueran tomadas
violencia estructural que ejercen los mercados finan- por una institución europea y aplicables al conjunto de
cieros, en forma de despidos, precariedad laboral, las naciones europeas.
etcétera, tiene su contrapartida, más pronto 0 más Desde un punto de vista histórico, el Estado ha
tarde, en forma de suicidios, delincuencia, crímenes, sido una fuerza de racionalización, pero que se ha
droga, alcoholismo y pequeñas o grandes violencias puesto al servicio de las fuerzas dominantes. Para evi-
cotidianas. tarlo no basta con rebelarse contra los tecnócratas de
En la situación actual, las luchas críticas de los in- '
Bruselas. Convendría inventar un nuevo internaciona-
telectuales, los sindicatos, las asociaciones, tienen que lismo, por lo menos a la escala regional europea, que
dirigirse prioritariamente contra la debilitación del Es- ofreciera una alternativa a la regresión nacionalista
tado. Los Estados nacionales están minados desde fue- que, gracias a la crisis, amenaza más o menos a todos
ra por las fuerzas financieras, y desde dentro por todos los países europeos. Se trataría de construir unas insti-
aquellos que se convierten en cómplices de estas últi- tuciones capaces de controlar las fuerzas del merca-
mas, es decir, los financieros, los altos funcionarios de do financiero, de introducir -los alemanes disponen
las finanzas, etcétera. Pienso que los dominados están de una palabra magnífica- un Regrezionsverbot, una
interesados en defender el Estado, en especial en su prohibición de regresión en materia de conquistas so-

58 59
ciales a escala europea. Para ello, es absolutamente in- lo tienen no son competentes. Existen los winners y los
dispensable que las instituciones sindicales interven- losers, existe la nobleza, lo que yo llamo la nobleza de
gan a ese nivel supranacional, porque es ahí donde se Estado, es decir, las personas que tienen todos los atri-
ejercen las fuerzas contra las que luchan. Así pues, es butos de una nobleza en el sentido medieval del térmi-
preciso intentar la creación de las bases organizativas no y deben su autoridad a la educación, o sea, según
de un auténtico internacionalismo crítico capaz de en- ellos, a la inteligencia, concebida como un don divino,
frentarse realmente al neoliberalismo. cuando sabemos que, en realidad, está repartida por
Último punto. ¿Por qué los intelectuales son tan toda la sociedad y las desigualdades de inteligencia
ambiguos en esos temas? No pretendo enumerar -se- son desigualdades sociales. La ideología de la compe-
ría demasiado largo y demasiado cruel- todas las for- tencia es muy adecuada para justificar una oposición
mas de dimisión o, peor aún, de colaboración. Evocaré que se parece un poco a la de los amos y los esclavos:
únicamente los debates de los filósofos llamados mo- por un lado, unos ciudadanos al ciento por ciento que
dernos o posmodernos, que, cuando no se contentan tienen capacidades y actividades muy poco comunes y
con dejar hacer, ocupados como están en sus juegos extraordinariamente bien pagadas, que pueden elegir
escolásticos, se encierran en una defensa verbal de la patrono (cuando los demás se consideran afortunados
razón y el diálogo racional o, peor aún, proponen una si los elige un patrono), que pueden conseguir cotiza-
variante llamada posmoderna, en realidad <<radical ciones muy elevadas en el mercado laboral internacio-
1 chic», de la ideología del crepúsculo de las ideologías, nal, que están sobrecargados de trabajo, hombres y
\ con la condena de las grandes epopeyas o la denuncia mujeres (he leído un estudio británico muy interesante
\ nihilista de la ciencia. sobre esas desmesuradas parejas de ejecutivos que re-
En realidad, la fuerza de la ideología neoliberal es- corren el mundo, saltan de un país a otro, tienen in-
triba en que se basa en una especie de neodarwinismo gresos alucinantes que no conseguirían gastar aunque
social: son <dos mejores y los más brillantes», como se vivieran cuatro vidas, etcétera), y, por otro lado, una
dice en Harvard, los que triunfan (Becket~ premio No- masa de personas condenadas a los empleos precarios
be! de Economía, ha desarrollado la idea de que el dar- o al paro.
winismo es el fundamento de la aptitud para el cálculo Max Weber dijo que los dominantes necesitan
racional que atribuye a los agentes económicos). De- siempre una «teodicea de sus privilegios» o, mejor
trás de la visión mundialista de la internacional de los aún, una sociodicea, es decit~ una justificación teórica
dominadores hay una filosofía de la competencia se- del hecho de que son unos privilegiados. La competen-
gún la cual los más competentes son los que gobiernan cia figura actualmente en el centro de esta sociodicea,
y los que tienen trabajo, lo que implica que quienes no que es aceptada, evidentemente, por los dominantes

60 61
-les interesa hacerlo-, pero también por los demás.' mente de la ideología de la competencia. Cuando se re-
En la miseria de los excluidos del trabajo, en la mise- belan, sigue siendo, como en 1933 en Alemania, por-
ria de los parados de larga duración, hay algo más que que consideran que no reciben todo lo que se merecen
en el pasado. La ideología anglosajona, siempre un dada su competencia, garantizada por sus diplomas.
poco predicadora, diferenciaba a los pobres inmorales
de los deserving poor -los pobres que hacían méritos Ate11as, octubre de 1996
por salir de la pobreza-, los únicos dignos de la cari-
dad. A esa justificación ética se ha sumado, o la ha
sustituido, otra de tipo intelectual. Los pobres no son
sólo inmorales, alcohólicos, corrompidos, sino que son
también estúpidos, carecen de inteligencia. En el sufri-
miento social interviene en gran medida la miseria de
la relación con la escuela, que no se limita a forjar los
destinos sociales, sino también la imagen que las per-
sonas se hacen de ese destino (lo que, sin duda, contri-
buye a explicar la llamada pasividad de los dominados,
la dificultad de movilizarlos, etcétera). Platón tenía
una visión del mundo social que .se parece a la de
nuestros tecnócratas: primero los filósofos, los guar-
dianes, y después el pueblo. Esa filosofía se inscribe,
de manera implícita, en el sistema escolar. Muy pode-
rosa, está profundamente interiorizada. ¿Por qué se ha
pasado del intelectual comprometido al intelectual
«desentendido»? En parte, porque los intelectuales son
depositarios del capital cultural y, aunque sean do-
minados respecto a los dominantes, forman parte de
éstos. He aquí una de las razones de su ambivalencia y
su tibio compromiso en las luchas. Participan confusa-

l. Véase P. Bourdieu, <eLe racisme de l'intelligence)), en Ques-


rions de sociologie, Éd. de Minuit, París, 1980, pp. 264-268.

62 63
LO QUE PIENSA TIETMEYER' que estoy aquí, en un centro conocido por sus tradicio-
nes de exégesis literaria, entregarme a una especie de
análisis hermenéutico de un texto que encontraréis ín-
tegramente en Le Monde del 17 de octubre de 1996.
Esto es lo que dice el «sumo sacerdote del marco
alemán»: <<El reto actual consiste en crear las condicio-
nes que favorezcan un crecimiento sostenido y la con-
fianza de los inversionistas. Es preciso, pues, controlar
los presupuestos públicos [ ... ]» O sea -sea más explíci-
to en las frases siguientes-, enterrar cuanto antes el
No me gustaría haber venido hasta aquí para apor- Estado social, y, entre otras cosas, sus dispendiosas
tar una contribución puramente teórica. La ruptura de políticas sociales y culturales, para tranquilizar a los
los vínculos de integración social que se pide a la cul- inversionistas, que preferirían ocuparse ellos mismos
tura que repare es consecuencia directa de una políti- de sus inversiones culturales. Estoy seguro de que a to-
ca económica. Y se espera a menudo de los sociólogos dos ellos les gustan la música romántica y la pintura
que arreglen los platos rotos por los economistas. Así expresionista, y estoy convencido, asimismo, aun sin
pues, en lugar de limitarme a proponer lo que se llama conocer al presidente del Bundesbank, de que, en sus
en los hospitales curas paliativas, intentaré plantear la ratos libres, al igual que el director de nuestro banco
cuestión de la contribución del médico a la enferme- nacional, el señor Trichet, lee poesía y practica el me-
dad. Podría ocurrir, en efecto, que, en buena parte, las cenazgo. Sigo: <<[ ... ]Es preciso, pues, controlar los pre-
«enfermedades» sociales que deploramos fueran cau- supuestos públicos, bajar las tasas y los impuestos has-
sadas por la medicina, a menudo brutal, que se aplica ta que alcancen un nivel soportable a largo plazo [ ... ]»
a quienes se pretende curar. Lo que debe entenderse así: bajar el nivel de las tasas y
Por eso, después de leer en el avión que me llevaba los impuestos de los inversionistas hasta que les resul-
de Atenas a Zurich una entrevista con el presidente del ten soportables a largo plazo, lo que evitará, por una
Bundesbank, al que se presenta como el «sumo sacer- parte, que se desanimen, y, por otra, que se vayan con
dote del marco alemán,, ni más ni menos, quisiera ya sus inversiones a otra parte. Prosigo mi lectura: <<[ ... ]
reformar los sistemas de protección social [ ... ]» Es de-
l. Intervención en la Universidad de Friburgo (Alemania), en
octubre de 1996, con mQ[ivo de los Encuentros Culturales Fran- cir, enterrar el Estado del bienestar y sus prácticas de
coalemanes, que trataron el tema ((La integración social como pro- protección social, que tienden a socavar la confianza
blema cultural>>. de los inversionistas, a suscitar su legítima desconfían-

64 65
za, convencidos como están, en efecto, de que sus con- ejemplo de la retórica eufemística que hoy día es de
quistas económicas -si se habla de conquistas sociales, uso común en los mercados financieros: el eufemismo
también se puede hablar de conquistas económicas-, es indispensable para suscitar una confianza duradera
es decir, sus capitales, no son compatibles con las con- por parte de los inversionistas -que, como debe de ha-
quistas sociales de los trabajadores, y de que esas con- ber quedado claro, es el alfa y la omega de todo el sis-
quistas económicas deben, evidentemente, ser protegi- tema económico, el fundamento y el objetivo último,
das a cualquier precio, aunque ello implique reducir el télos, de la Europa del futuro--, pero evitando cuida-
las escasas conquistas económicas y sociales de la gran dosamente provocar la desconfianza o la ira de los tra-
mayoría de los ciudadanos de la Europa futura, los bajadores, con los que, pese a todo, hay que contar si
mismos que en diciembre de 1995, durante las huel- se quiere lograr entrar en esa nueva fase de crecimien-
gas, fueron llamados ricos, privilegiados, una y otra vez. to que se les ofrece como señuelo, pues son los que
El señor Hans Tietmeyer está convencido de que han de realizar el esfuerzo indispensable para conse-
las conquistas sociales de los inversionistas -es decir, guirlo. Y es que, pese a todo, sigue esperándose de
sus conquistas económicas- no sobrevivirían a una ellos ese esfuerzo, aunque el señor Hans Tietmeyer, de-
perpetuación de los sistemas de protección social. Así cididamente convertido en maestro del eufemismo,
pues, se trata de sistemas que hay que reformar urgen- diga: <<[ ... ] desmantelar las rigideces que pesan sobre
temente, porque las conquistas económicas de los in- los mercados de trabajo, porque sólo se logrará entrar
versionistas no. pueden esperar. Y, para demostrar que en una nueva fase de crecimiento si hacemos un es-
no exagero, sigo leyendo al señor Hans Tietmeyer, pen- fuerzo por flexibilizar los mercados de trabajo.>> Es-
sador de altos vuelos, que se sitúa en la gran tradición pléndido ejercicio retórico, que podría traducirse así:
de la filosofía idealista alemana: «[ ... ] Es preciso, pues, ¡Ánimo, trabajadores! ¡Hagamos entre todos el esfuer-
controlar los presupuestos públicos, bajar las tasas y zo de flexibilización que se os pide!
los impuestos hasta que alcancen un nivel soportable a En lugar de hacerle, imperturbable, una pregunta
largo plazo, reformar los sistemas de protección so- sobre la paridad exterior del euro y sus relaciones con
cial, desmantelar las rigideces que pesan sobre los el dólar y el yen, el periodista de Le Mo11de, preocupa-
mercados de trabajo, porque sólo se logrará entrar en do asimismo por no desanimar a los inversionistas,
una nueva fase de crecimiento si hacemos un esfuer- que leen su periódico y son excelentes anunciantes,
zo» -el «hacemos» es magnífico- «por flexibilizar los hubiera podido preguntarle al señor Hans Tietmeyer el
mercados de trabajo.>> Ya está. El señor Hans Tietme- sentido que da a las expresiones clave de la lengua de
yer ha llegado a donde quería llegar, y, en la gran tradi- los inversionistas: rigideces de los mercados de trabajo Y
ción del idealismo alemán, nos ofrece un magnífico flexibilización de los mercados de rrabajo. Si los trabaja-

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dores leyeran un periódico tan indiscutiblemente serio el gaullismo, decían: «Tú me das tu reloj, \' ~·o te do,·
como Le Monde, entenderían al punto lo que hay que la hora.>>
entender: trabajo nocturno, trabajo durante los fines Releo por última vez, después de este comentario,
de semana, horarios irregulares, más presión, más es- las declaraciones del señor Hans Tietmeyer: «El reto
trés, etcétera. Como puede verse, «sobre los mercados actual consiste en crear las condiciones que favorez-
de trabajo» funciona como una especie de adjetivo can un crecimiento sostenido y la confianza de los in-
atributivo susceptible de unirse a cierto número de pa- versionistas. Es preciso, pues>> -obsérvese el «pues»-,
labras, y podría tenerse la tentación, para medir la fle- «controlar los presupuestos públicos, bajar las tasas y
xibilidad del lenguaje del señor Hans Tietmeyer, de ha- los impuestos hasta que alcancen un nivel soportable a
blar, por ejemplo, de «flexibilización de los mercados largo plazo, reformar los sistemas de protección so-
financieros» o de «rigideces que pesan sobre los mer- cial, desmantelar las rigideces que pesan sobre los
cados financieros». Lo insólito que nos resultaría oír mercados de trabajo, porque sólo se logrará entrar en
semejantes expresiones en boca del señor Hans Tiet- una nueva fase de crecin1ienro si hacen1os un esfuerzo
meyer induce a suponer que nunca ha pasado por su por flexibilizar los mercados de trabajo.>> Que un texto
mente la idea de «desmantelar las rigideces que pesan tan extraordinario se hallara expuesto a pasar inadver-
sobre los mercados financieros» o «hacer un esfuerzo tido y a conocer el efímero destino de los textos que
por flexibilizar los mercados financieros». Lo que per- publican a diario los periódicos. se debe a que estaba
mite pensar que, contrariamente a lo que puede hacer perfectamente ajustado al «horizonte de expectati\'aS»
creer el plural «SÍ hacemos un esfuerzo» del señor de la gran mayoría de los lectores de prensa, es decir,
Hans Tietmeyer, ese esfuerzo de flexibilización se pide de todos nosotros. Y eso plantea el problema de saber
a los trabajadores, y sólo a ellos, y que sólo a ellos, cómo se ha producido y difundido un «horizonte de
también, se dirige la amenaza, próxima al chantaje, expectativas>> tan extendido (ya que lo mínimo que ha\'
implícita en la frase: «[ ... ] porque sólo se logrará en- que hacer para complementar las teorías de la recep-
trar en una nueva fase de crecimiento si hacemos un ción, de las que no soy adepto, es preguntarse de dón-
esfuerzo por flexibilizar los mercados de trabajo.» En de sale ese «horizonte>>). Dicho horizonte es el produc-
otras palabras: abandonad ahora vuestras conquis- to de un trabajo social, o, mejor dicho, político. Si las
tas sociales, para evitar que los inversionistas pier- expresiones del discurso del seüor Hans Tietmeyer se
dan la confianza, en nombre del futuro crecimien- aceptan tan fácilmente, es porque circulan por todas
to que eso nos aportará. Una lógica muy conocida por partes. Son on1nipresentes, están en todas las bocas.
los trabajadores implicados, que, para resumir la po- corren como moneda de curso legal, son admitidas sin
lítica de participación que les ofrecía en otras épocas ningún titubeo, precisamente con1o si se tratara de

68 69
una moneda, de una moneda estable y fuerte, sin duda, quizá no sea casualidad que tantas personas de mi ge-
de una moneda tan estable y digna de confianza, fe y neración hayan pasado sin esfuerzo de un fatalismo
crédito como el marco alemán: «Crecimiento sosteni- marxista a un fatalismo neoliberal: en ambos casos, el
do», «confianza de los inversionistas>>, «presupuestos economismo provoca la desmotivación y la apatía al
públicos», «sistemas de protección sociah, «rigideces», anular la política e imponer una selie de objetivos in-
«mercados de trabajo», «flexibilizan>, a lo que conven- discutidos: crecimiento máximo, competitividad, pro-
dría añadir «globalización>> (me he enterado por otro ductividad. Aceptar la manera de pensar del presidente
periódico que leí, siempre en el avión que me llevaba del Bundesbank significa aceptar esa filosofía. Lo sor-
de Atenas a Zurich, de que, síntoma de una vasta difu- prendente es que dicho mensaje fatalista adopte aires
sión, los cocineros hablan también de «globalización>> de mensaje liberador, mediante una serie de juegos de
para defender la cocina francesa ... ), «flexibilización>>, palabras alrededor de las ideas de libertad, liberación,
«bajar las tasas)) -sin precisar cuáles-, «competitivi- desregulación, etcétera, y una serie de eufemismos o
dad», «productividad>>, etcétera. de atribución de dobles sentidos a las palabras -a la
Este discurso de talante económico sólo puede co- palabra «reforma>>, por ejemplo-, encaminados a pre-
rrer más allá del círculo de sus promotores mediante sentar una restauración con1o una revolución, de
la colaboración de multitud de personas -políticos, pe- acuerdo con una lógica que es la de todas las revolu-
riodistas, meros ciudadanos- que tienen el suficiente ciones conservadoras.
barniz de conocimientos económicos para participar Volvamos, para terminar, a la expresión clave del
en la circulación generalizada de las expresiones mal discurso de Hans Tietmeyer, la COII/iall~a de los merca-
contrastadas de una vulgala económica. Buen indicio dos. Tiene el mérito de iluminar por completo la dis-
del efecto que produce la machaconería mediática son yuntiva histórica a la que se enfrentan todos los pode-
las preguntas del periodista, que, en cierto modo, se ;.es: hay que elegir entre la confianza de los mercados
adelanta a las expectativas del señor Tietmeyer: está y la confianza del pueblo. Pero la política que apunta a
tan imbuido de antemano de las respuestas, que po- ~onservar la prin1era se expone a perder la segunda.
dría darlas él. Por medio de semejantes complicidades De acuerdo con un reciente sondeo acerca de la acti-
pasivas se ha ido imponiendo poco a poco una visión tud respecto a los políticos, dos tercios de las personas
llamada neoliberal, conservadora, en realidad, que se interrogadas les reprochan su incapacidad para escu-
sustenta en una fe, propia de otros tiempos, en la ine- char y tomar en consideración lo que piensan los fran-
vitabilidad histórica fundada en la primacía de las ceses~ reproche especialmente frecuente entre los par-
fuerzas productivas sin más regulación que las volun- tidarios del Frente Nacional -cuyo irresistible ascenso
tades concurrentes de los productores individuales. Y se deplora, por otra parte, sin pensar ni por un instan-

70 71
te en establecer la relación entre el Frente Nacional y LOS CIENTÍFICOS, LA CIENCIA ECONÓMICA
el FMI-. (El desencanto respecto a los políticos es más Y EL MOVIMIENTO SOCIAL'
intenso entre los jóvenes de 18 a 34 años, los obreros,
los empleados y los simpatizantes del Partido Comu-
nista Y el Frente Nacional. Relativamente elevada entre
los partidarios de todos los partidos políticos, la tasa
de desconfianza alcanza el 64% entre los simpatizan-
tes del Partido Socialista, hecho que también tiene que
ver con el ascenso del Frente Nacional.) Si se relaciona
la confianza de los mercados financieros, que se pre-
tende salvar a cualquier precio, con la desconfianza de El movimiento social de diciembre de 1995 fue un
los ciudadanos, quizá veamos mejor dónde está ]a raíz hecho sin precedentes por su amplitud y, sobre todo.
de la enfermedad. Con muy pocas excepciones, la eco- por sus objetivos. Y si ha sido considerado en extremo
nomía es una ciencia abstracta basada en la disocia- importante por gran parte de la población francesa, y
ción, absolutamente injustificable, de lo económico y también a nivel internacional, se debe, en especial, a
lo socta] que caracteriza al economismo. En esta diso- que ha introducido en las luchas sociales objetivos
ciación está el origen del fracaso de cualquier política completamente nuevos. De modo confuso, a modo de
que no tenga otro tln que la protección del «orden y la esbozo, ha aportado un auténtico proyecto de socie-
estabilidad económicos», ese nuevo Absoluto del que dad, afirmado de manera colectiva v capaz de oponer-
el seño¡- Tietmeyer se ha convertido en reverente servi- se a lo que impone la política dominante, la de los re-
dot; fracaso al que conduce la ceguera política de unos volucionarios conservadores que están actualmente en
cuantos y que pagamos todos. el poder, tanto en las instituciones políticas como en
las instituciones de producción de discurso.
Friburgo, oc/ubre de 1996 Al preguntarme qué podían aportar los científicos a
una empresa como los Estados Generales, me he con-
vencido de la necesidad de su presencia al considerar la
dimensión típicamente cultural e ideológica de esa re-
volución conservadora. El movimiento de diciembre

l. Intervención con motivo de la sesión inaugural de los Esta-


dos Generales del Mo\'imiento Social.

72 73
fue apoyado de modo tan masivo porque fue entendido pre han forjado las armas adecuadas para combatirla.
como una defensa de las conquistas sociales, no de una Los movimientos sociales llevan varias revoluciones
categoría social particular -aunque una categoría espe- simbólicas de retraso en relación con sus adversarios.
cial fuera su punta de lanza, porque se sentía especial-
mente afectada-, sino de la totalidad de una sociedad, e
que utilizan consejeros expertos en comunicación, en
televisión, etcétera.
\1
incluso de un conjunto de sociedades: esas conquistas· La revolución conservadora se vale del neoliberalis-
afectan al trabajo, la educación pública, los transportes mo, que le da una mano de barniz científico, y de la
públicos y todo lo que es público, así como al Estado, capacidad de actuar como teoría. Uno de los errores
esa institución que -al contrario de lo que se nos quiere teóricos y prácticos de muchas teorías -comenzando
hacer creer- no es necesariamente arcaica ni regresiva. por la marxista- ha sido dejar de tomar en considera-
Si ese movimiento surgió en Francia, no fue por ción la eficacia de la teoría. No sigamos cometiéndolo.
casualidad. Hay razones históricas. Pero lo que debe- Nos enfrentan1os a unos adYersarios armados con teo-
ría sorprender a los observadores es que prosiga de rías, y creo que conviene oponerles armas intelectuales
forma escalonada, en Francia con modalidades dife- y culturales. A causa de la diYisión del trabajo, hay
rentes, inesperadas -¿quién habría esperado que el quienes están mejor armados que otros para llevar a
movimiento de los camioneros adoptara la forma que cabo esa lucha, porque es su oficio. Y algunos de ellos
adoptó'-, así como en Europa: en España en el mo- están dispuestos a dedicarse a esa tarea. ¿Qué pueden
mento actual; en Grecia hace unos aii.os; en Alen1ania, aportar? En primer lugar, cierta autoridad. ¿Qué nom-
donde se ha inspirado en el movimiento francés y ha bre reciben las personas que apoyaron al gobierno en
reivindicado explícitamente su afinidad con él; en Co- diciembre? Expertos, y eso que todos juntos no le lle-
rea -lo que todavía es más importante, por razones gaban a la suela del zapato a ningún aprendiz de eco-
simbólicas y prácticas-. Me parece que esta especie de nomista. A esa manifestación de autoridad hay que
lucha escalonada corre en busca de una unidad teórica oponer otra manifestación de autoridad.
y, sobre todo, práctica. El movimiento francés puede Pero eso no es todo. La fuerza de la autoridad cien-
ser considerado la vanguardia de una lucha mundial tífica, que influye en el movimiento social y llega hasta
contra el neoliberalismo y la nueva revolución conser- lo más hondo de las conciencias de los trabajadores, es
vadora, lucha en la que la dimensión simbólica es ex- muy grande. Produce una especie de desmoralización.
tremadamente importante. Ahora bien, me parece que Y una de las razones de su fuerza es que se halla en
una de las debilidades de todos los movimientos pro- manos de personas que parecen estar completamente
gresistas reside en el hecho de que han infravalorado de acuerdo entre sí: en general, el consenso es un sig-
la importancia de esa dimensión simbólica y no siem- no de verdad. También se basa en los instrumentos en

74 75
apariencia más poderosos de que dispone actualmente Incluso los militantes tienen dudas. que proceden en
el pensamiento, en especial, las matemáticas. La acti- parte de la fuerza, esencialmente social, de la teoría
vidad de lo que se llama la ideología dominante se que da autoridad a la palabra del señor Tríchet o el se-
apoya hoy día, hasta cierto punto, en el uso que hace ñor Tietmeyet~ presidente del Bundesbank, o de tal o
de las matemáticas (sin duda, hay en esto algo de exa- cual ensayista. No se trata de un encadenamiento de
geración, pero es una manera de llamar la atención so- argumentaciones, sino más bien de una cadena de au-
bre el hecho de que el trabajo de racionalización -el toridades, que van del matemático al banquero, del
hecho de ofrecer motivos para justificar cosas a menu- banquero al filósofo-periodista, y del ensayista al pe-
do injustificables- ha encontrado en la actualidad un riodista. Es también un canal por el que circulan dine·
instrumento muy poderoso en la economía matemáti- ro y todo tipo de prebendas económicas y sociales,
ca). A esta ideología, que disfraza de razón pura un desde las invitaciones internacionales hasta el presti·
pensamiento simplemente conservador; es importan te gio personal. Nosotros los sociólogos, sin denunciar a
oponerle razones, argumentos, refutaciones, demostra- nadie, podemos emprender el desmantelamiento de

1ciones, es decir, oponérsele medü.lnle una labor cien-


tífica.
Una de las bazas del pensamiento neoliberai es que
esas redes y mostrar cómo bajo la circulación de ideas
subyace una circulación de poder. Hay gente que inter-
cambia servicios ideológicos por posiciones de poder.
se presenta como una especie de «gran cadena del Sería bueno dar unos ejemplos, pero basta con leer
Ser». 1 Igual que en la vieja metáfora teológica, en la atentamente la lista de los firmantes de la famosa «Pe-
que en un extremo aparece Dios, y después se llega a tición de los expertos». En efecto. lo interesante sería
las realidades más humildes por medio de una serie de poner de manifiesto las relaciones ocultas que existen
eslabones, en la cima de la nebulosa neoliberai apare- entre personas que, por lo general, trabajan aislada-
ce, en lugar de Dios, un matemático, y en su base, un n1ente -aunque a n1enudo se las vea aparecer en1pare-
ideólogo de Esprit, 2 que no sabe nada de economía jadas en los falsos debates de la televisión-, entre fun-
pero puede hacer creer que sí gracias a un ligero bar~ daciones, asociaciones, revistas, etcétera.
niz de vocabulario técnico. Esta cadena ejerce un po- Esas personas sostienen colectivamente, como si
deroso efecto en cuanto manifestación de autoridad. hubieran alcanzado un consenso, un discurso fatalista
que consiste en transformar ciertas tendencias econó-
l. Alusión al libro The Cre(/1 Chain o(Bein~. de Arthur Lovcjoy.
micas en destino. Ahora bien, las leyes sociales, las le-
2. Esprit, revista del pensamiento asociada a la C01Ticnlc del yes económicas, etcétera, sólo surten efecto en la me-
••personalismo crislianou y núcleo del movimiento de intelectuales dida en que se las deja actuac Y si los conservadores
que apoyaban la reforma de Juppé. son partidarios del laisser-faire es porque, en general,

76 77
las leyes mediante las cuales surten efecto esas tenden- lecciones, ni siquiera expertos antiexpertos; tampoco
cias conservan y necesitan dellaisser-faire para conser- son profetas dispuestos a contestar a todas las pregun-
var. Las de los mercados financieros, en especial, de tas sobre el movimiento social y su futuro. Son indivi-
las que se nos habla sin cesar, son unas leyes de con- duos que pueden ayudar a definir la función de insti-
servación que necesitan dellaisser-faire para realizarse. tuciones como ésta. O recordar que las personas aquí
Convendría desarrollar, argumentar y, sobre todo, presentes no lo están en tanto que portavoces, sino en
matizar. Me disculpo por el tono un tanto simplifica- tanto que ciudadanos que acuden a un lugar de discu-
dor de lo que he dicho. En lo que se refiere al movi- sión e investigación con unas ideas y unos argumentos
miento social, puede contentarse con existir; de ese y dejan a la puerta los tópicos, las jergas, las platafor-
modo ya crea suficientes problemas, y no se le pedirá, mas y los hábitos burocráticos de los aparatos políti-
además, que ofrezca justificaciones. En cuanto a los cos. No siempre es fácil. Entre los hábitos burocráti-
intelectuales que se asocian a él, se les pregunta inme- cos que amenazan con volver figuran la creación de
diatamente: «¿Qué proponéis?» No debemos caer en la comisiones, las mociones de síntesis. a menudo prepa-
trampa del programa. Ya hay suficientes partidos y radas de anten1ano, etcétera. La sociología enseña
aparatos para eso. No hemos de crear un contrapro- cómo funcionan los grupos v cómo utilizar las lews de
grama1 sino un dispositivo de investigación colectivo, funcionamiento de los grupos para intentar burlarlas.
interdisciplinario e internacional, que asocie a cientí- Hay que inventar nuevas formas de comunicación
ficos, militantes, representantes de los militantes, et- entre los científicos v los militantes, así como una nue-
cétera, en el que los investigadores tendrían un papel va división del trabajo entre ellos. Una de las misiones
claramente definido: podrían participar de manera es- que los científicos tal vez puedan desempeñar mejor
pecialmente eficaz, porque es su oficio, en grupos de que nadie es la lucha contra el vapuleo mediático. A lo
trabajo y de reflexión, asociados con las personas que largo del día no paramos de escuchar tópicos. Ya no se
participan en el movimiento. puede conectar la radio sin oír hablar de «aldea plane-
Eso excluye, de entrada, cierto número de papeles: taria», «mundialización», etcétera. Son palabras que
los científicos no son compañeros de viaje, es decir, re- no dicen nada, pero mediante las cuales se transmite
henes y avales, colegas y coartadas que Firman unas toda una filosofía. toda una visión del mundo. pala-
peticiones y de los que se prescinde así que han sido bras que engendran el fatalismo y la sumisión. Se pue-
utilizados; tampoco son apparatchiks zdanovistas que de contrarrestar este vapuleo criticando las palabras,
ejercen en los movimientos sociales unos poderes de ayudando a los no profesionales a dotarse de armas de
apariencia intelectual que no consiguen ejercer en la resistencia específica para con1batir las n1anifestacio-
vida intelectual; tampoco son expertos que van a dar nes de autoridad y el poder de la televisión, que de-

78 79
sempeña un papel trascendental. Actualmente ya no es
l
![ tas. Sin exceptuar lo que hagamos aquí. Ésta es una
posible emprender ninguna lucha social sin disponer ~ observación que no reproducirán en sus crónicas ...
de programas de lucha específica con la televisión y Para terminar, diré que unq de los problemas con-
contra ella. Remito al libro de Patrick Champagne Fai- siste en ser reflexivo; es una palabra muy solemne,
re l'opinion, 1 que merecería ser una especie de manual 1 pero no la utilizo de manera gratuita. Nuestro objeti\'o
del luchador político. En esa lucha, el combate contra ¡ no es únicamente inventar respuestas, sino inventar
los intelectuales mediáticos es importante. En lo que 1 una manera de inventar las respuestas, de inventar una
me concierne, esas personas no me quitan el sueño, y nueva manera de organizar el trabajo de contestación
no pienso nunca en ellas cuando escribo, pero desem- y de organizar la contestación, el trabajo militante. A
peñan un papel extremadamente importante desde el nosotros, los científicos, nos gustaría que parte de
punto de vista político, y es deseable que parte de los nuestras investigaciones fuera útil para el movimiento
científicos acepte gastar un poco de su tiempo y su social en lugar de perderse, como ocurre a menudo ac-
energía, con ánimo militante, para contrarrestar su in- tualmente, al ser interceptada \' deformada por los pe-
tervención. riodistas o por intérpretes hostiles, etcétera. En el
Otro objetivo es inventar nuevas formas de acción marco de grupos como Raisons d'Agir deseamos in-
simbólica. Respecto a ese punto, creo que los movi- ventar formas de expresión nuevas, que permitan co-
mientos sociales, con algunas excepciones históricas, municar a los militantes las conquistas más avanzadas
llevan cierto retraso. En su libro, Patrick Champagne de la investigación. Pero esto supone tan1bién, por par-
muestra que algunas grandes movilizaciones pueden te de los científicos, un cambio de lenguaje y estado de
recibir menos espacio en los periódicos y la televisión ánimo.
que otras, minúsculas, pero producidas de una manera Volviendo al movimiento sociaL creo, como he di-
que interesa a los periodistas. No se trata, evidente- cho hace un momento, que nos encontramos ante mo-
mente, de luchar contra los periodistas, también some- vimientos escalonados -también habría podido citar
tidos a las presiones de la precariedad laboral, con to- las huelgas de estudiantes y profesores en Bélgica, las
dos los efectos de censura que engendra en todos los huelgas italianas- de lucha contra el imperialismo neo-
oficios de producción cultural. Pero es fundamental liberal, luchas que muchas veces no se conocen entre
saber que una parte enorme de lo que digamos o haga- sí (y que pueden adoptar formas que no siempre resul-
mos quedará filtrada, es decir, anulada, en muchas tan simpáticas, como algunas formas de integrismo).
ocasiones, por la manera como lo cuenten los periodis- Así pues, convendría unificar como mínimo la infor-
mación internacional y hacerla circular. Hay que rein-
l. P. Champagne, Faire l'opiniou, Éd. de Minuit, París, 1993. ventar el internacionalismo, que fue secuestrado por el

80 81
1
imperialismo soviético, o sea, inventar unas formas de
POR UN NUEVO INTERNACIONALISMO'
pensam¡ento teórico y unas formas de .,
d · accwn capaces
e Sltuarse en el ámbito donde debe desarrollarse el
combate. Por más que el ámbito de actuación de la
mayoría de las fuerzas económicas dominantes sea el
mund1al, transnacional lo cierto es que l 1
d b - ' e ugar que
e enan ocupar los movimientos transnacionales de
lucha encargados de combatirlas está vacío. Vacío por
lo que respecta a la teoría, porque no es pensado ese
lugar tampoco_ está ocupado en la práctica porqu~ no
ex¡ste una autentlca organización internacional de las
Los pueblos de Europa se encuentran actualmente
fuerzas capaces de contrarrestar, por lo menos a escala en un punto crucial de su historia, porque las conquis-
europea, la nueva revolución conservadora.
tas de muchos siglos de luchas sociales\" combates in-
telectuales~· políticos por la dignidad de los trabajado-
París, noviembre de 1996 res están directamente amenazadas. Los mo\"imientos
que se observan por todas partes, en el conjunto de
Europa, y también fuera de ella, incluso en Corea, esos
movimientos que se suceden en Alemania, Francia.
Grecia, Italia, etcétera, sin que exista entre ellos ningu-
na coordinación, son rebeliones contra una política
que adopta formas diferentes según los países, aunque
siempre se inspira en la n1isn1a intención, es decir, des-
truir las mejoras sociales, que son, dígase lo que se
diga, algunas de las n1áxin1as conquistas de la ch:ili-
zación; unas conquistas que hay que universaliza¡~ ex-
tender a todo el universo, «mundializan>, en lugar de
tomar el pretexto de la «mundialización», de la concu-
rrencia de países menos adelantados, económica y so-
l. Intervención con motivo dd Tercer Foro de la DGB (Deuts-
cher Gewerkschaftsbund, Confederación Alemana de Sindicatos) de
Hesse, celebrado en Frankfurt el 7 de junio de 1997.
82
83
l
cialmente, para cuestionarlas. No hay nada más natu- ción política de Europa se seguirá necesaria e inelucta-
ral ni más legítimo que la defensa de esas conquistas, blemente de la integración económica. Lo que implica
que algunos quieren presentar como una forma de que oponerse a la política de integración monetaria, y
conservadurismo o arcaísmo. ¿Se condenaría con1o a sus defensores, como el señor Tietmeyer, es, aparen-
conservadurismo la defensa de las conquistas cultu- temente, oponerse a la integración política; en suma,
rales de la humanidad, de Kant o Hegel, de Mozart o estar «contra Europa)).
Beethoven? Las conquistas sociales a las que me refie- Pues bien, no es así. Lo que está en cuestión es el
ro -derecho al trabajo, seguridad social-, por las que papel del Estado (de los Estados nacionales actual-
los hombres y mujeres han sufrido y luchado, son con- mente existentes o del Estado europeo que se trataría
quistas no menos elevadas y preciosas y que, además, de crear), sobre todo, en la protección de los derechos
no sobreviven únicamente en los museos, las bibliote- sociales, el papel del Estado social, el único capaz de
cas y las academias, sino que están vivas y activas en contrarrestar los mecanismos implacables de la econo-
la vida de la gente y dirigen su existencia cotidiana. mía abandonada a sí misma. Cabe estar contra una
Por este motivo no puedo dejar de sentir cierta sensa- Europa que, como la del señor Tietmeyer, daria carta
ción de escándalo ante aquellos que, convirtiéndose en blanca a los mercados financieros y estar al mismo
aliados de las fuerzas económicas más brutales, conde- tiempo a favor de una Europa que, mediante una polí-
nan a quienes, al defender sus conquistas, calificadas a tica concertada, se enfrente a la violencia desenfrena-
veces de «privilegios», defienden las conquistas de to- da de esos mercados. Pero nada permite confiar en
dos los hombres y todas las mujeres, de Europa y de que semejante política sea llevada a cabo por la Euro-
cualquier otro lugar. pa de los banqueros que está al caer. No cabe esperar
La interpelación que dirigí hace unos meses al se- de la integración n1onetaria que asegure la integración
ñor Tietmeyer ha sido a menudo mal entendida. La ra- social. Muy al contrario: sabemos, en efecto, que los
zón es que ha sido entendida como una respuesta a Estados que quieran preservar su competitividad en el
una pregunta mal planteada porque fue planteada, seno de la zona euro a costa de sus socios conlunita-
precisamente, según una lógica que es la del pensa- rios no tendrán 111ás solución que rebajar las cargas sa-
miento ncoliberal, al que pertenece el sefior Tietmcyer. lariales reduciendo las cargas sociales; el dttnlping so-
De acuerdo con este punto de vista, se admite que la cial y salarial y la «l1exibilización» del mercado de
integración monetaria, simbolizada por la creación del trabajo serán los únicos recursos de que dispondrán
euro, es la condición previa obligatoria, el requisito los Estados, privados de la posibilidad de maniobrar
necesario y suficiente de la integración política de Eu- con los tipos de cambio. Al efecto de esos mecanismos
ropa. En otras palabras, se considera que la integra- se sumará, sin duda, la presión de las «autoridades

84 85
,..

monetarias», como el Bundesbank y sus dirigentes, ve claramente en el tema de la reducción de las horas
siempre dispuestos a predicar la «austeridad salarial». de trabajo o en el del rdanzamiento económico (pese a
Sólo un Estado social europeo sería capaz de contra- que la reducción de las horas de trabajo se autofinan-
rrestar la acción desintegradora de la economía mone- ciaría en parte gracias al probable aumento de la pro-
taria. Pero el señor Tietmeyer y los neoliberales no ductividad, lo cual permitiría destinar a otros fines
quieren ni los Estados nacionales, en los que ven sim- parte de las enorn1es cantidades que se g~stan en_ el
ples obstáculos al libre funcionamiento de la econo- · subsidio de paro). John Majar lo entendw muy b1en
mía, ni, a fortiori, el Estado supranacional, que que- cuando dijo, cínicamente: «Ustedes tendrán las cargas
rrían reducir a un banco. Y está claro que, si quieren sociales y nosotros tendremos el trabajo.» También lo
desembarazarse de los Estados nacionales (o del Con- entendieron algunos patronos alemanes, que comien-
sejo de Ministros de los Estados de la Unión) pri- zan a trasladar empresas a Francia, donde el desman-
vándolos de su poder, no es para crear un Estado su- telamiento de los derechos sociales está, relativan1en-
pranacional, que les impondría, con una autoridad te, más «adelantado». En realidad, si bien es cierto que
incrementada, las presiones, en materia de política so- la competencia es, en lo esencial, intraeuropea Y s~n
cial especialmente, de las que quieren liberarse a cual- los trabajadores franceses los que arrebatan el trabaJ_o
quier precio. a los trabajadores alemanes, y viceversa -y no podna
Así pues, cabe enfrentarse a la integración de Euro- ser de otro modo, ya que cerca de las tres cuartas partes
pa basada sólo en la moneda única sin ser enemigo, en de los intercambios exteriores de los países europeos se
absoluto, de la integración política europea, sino, muy realizan demro de los lí111ites del espacio europeo-, no lo
al contrario, preconizando la creación de un Estado es menos que los efectos de una disminución de las
europeo capaz de controlar la banca europea y, más horas de trabajo sin disminución del salario quedarían
exactamente, capaz de controlar, anticipándose a ellos, muy atenuados siempre que tal medida fuera decidida
los efectos sociales de la unión limitada a su dimen- y practicada a escala europea. .
sión meramente monetaria, de acuerdo con la filosofía Ocurre lo mismo con las políticas de relanzam1ento
neoliberal que quiere hacer desaparecer todos los ves- de la demanda 0 de inversión en las nuevas tecnolo-
tigios del Estado (social) por considerarlos trabas para gías, que, imposibles o ruinosas como repiten macha-
el funcionamiento armonioso de los mercados. conamente los enteradillos, si se practican en un solo
Es evidente que la competencia internacional (es- país, pasarían a ser razonables a escala continental. _Y
pecialmente intraeuropea) es un obstáculo para la rea- lo mismo ocurriría, en general, con cualquier acc1on
lización en un solo país de lo que ustedes llaman la Re- orientada por los principios de una verdadera econo-
grezionsverbot, la «prohibición de la regresión». Eso se mía del bienestar, capaz de tomar nota de todos los be-

86 87
neficios y todos los costes, materiales y simbólicos, de mo de derechos cuya implantación se deja a la discre-
los comportamientos humanos y, en especial, de la ac- ción de los Estados miembros. El protocolo prevé la
tividad y la inactividad. En fin, a la Europa monetaria, posibilidad de adoptar por mayoria dire~trices en. :1 te-
destructora de las conquistas sociales, es indispensable rreno de las condiciones de trabaJO, la mformacwn, y
oponerle una Europa social, basada en la alianza entre la consulta a los trabajadores y la igualdad de opo'::l-
los trabajadores de los diferentes países europeos y ca- nidades laborales entre hombres y mujeres. Tamblen
paz de neutralizar las amenazas que los trabajadores está previsto que los «socios sociales)) europeos tengan
de cada país hacen pesar, especialmente mediante el el poder de negociar acuerdos colectivos, que: u~a vez
dumping social, sobre los de los restantes países. adoptados por el Consejo de Ministros, adqmnran ca-
Desde esta perspectiva, y para salir de un simple rácter de ley.
programa abstracto, habría que inventar un nuevo in- Todo es~o es muy bonito, pero ¿dónde está la fuer-
ternacionalismo, tarea que incumbe, en primer lugar, za social europea capaz de imponer tal~s acuer~os a la
·opea? Las instituciones mternaciOnales.
a las organizaciones sindicales. Pero el internacionalis- patrona1 eu l '" · '"~ ~ . . ,
mo, además de haberse visto desacreditado, en su for- o la Confederación Europea de Swd¡catos, son de-
coro . d
ma tradicional, por su subordinación al imperialismo hiles (por ejemplo, no cuentan con cierto numero e
soviético, se enfrenta a grandes obstáculos porque las sindicatos, como la Confederación General del TrabaJ.O
estructuras sindicales son nacionales (vincuiadas al francesa) frente a una patronal organizada y, parado-
Estado y, en parte, producidas por él) y están distan- jicamente, ceden casi siempre la inic~ativa a l.as ws-
ciadas por tradiciones históricas diferentes: por ejem- tituciones comunitarias (y a los tecnocratas), m:luso
plo, en Alemania existe una fuerte autonomía de los cuando se trata de derechos sociales. Los com¡tes de
diversos interlocutores sociales, mientras que Francia empresa europeos, como se ha visto ~n algunos con-
cuenta con una tradición sindical débil frente a un Es- flictos en el seno de empresas multwacwnales, po-
tado fuerte; de la misma manera, las formas de protec- drían ser un poderoso recurso, pero, meras estiucturas
ción social varían enormemente, desde Gnm Bretmla, de consulta, chocan con las diferencias de wtereses
donde está financiada por los impuestos, hasta Alema- que separan o enfTentan a los distintos países. La coor-
nia y Francia, donde se basa en las cotizaciones. A es- dinación europea de las luchas está muy retrasada.
cala europea, apenas existe nada. La llamada «Europa Las organizaciones sindicales han desperdlcmdo las
social», de la que se preocupan muy poco los «guardia- ocasiones inlportantes, conlo la huelga alemana por
nes del euro», se reduce a unos cuantos grandes prin- las 35 horas, que no fue seguida a nivel europeo, o las
cipios, como por ejemplo la Carta Comunitaria de los grandes movilizaciones que hubo en Franela y otros
Derechos Sociales Fundamentales, que define un míni- países europeos, a fines de 1995 y com¡enzos de 1996,
89
88
contra la política de austeridad y desmantelamiento de jo asalariado han permanecido estables. Esta acción
los servicios públicos. Los intelectuales, sobre todo en de movilización internacional supone que se deje un
Alemania, han permanecido silenciosos, cuando no se lugar importante al combate por las ideas (rompiendo
han convertido en portavoces del discurso dominante. con la tradición «obrerista» que obsesiona a los movi-
¿Cómo crear las bases de un nuevo internacionalis- mientos sociales, sobre todo en Francia, e impide dejar
mo, a nivel sindical, intelectual y popular? Cabe difec un lugar adecuado a las luchas intelectuales en las lu-
renciar dos formas posibles de acción que no se exclu- chas sociales) y, en especial, a la crítica de las repre-
yen entre sí. Se da, en primer lugar, una movilización sentaciones que producen y propagan, sin interrup-
de los pueblos, la cual supone una contribución espe- ción, las instituciones dominantes y sus pensadores de
cífica de los intelectuales en la medida en que la des- tumo, estadísticas falsas, bulos respecto al pleno em-
movilización procede en parte de la desmoralización pleo en Gran Bretaña o los Estados Unidos, etcétera.
determinada por la acción permanente de «propagan- En segundo lugar, puede promoverse un interna-
da» de los ensayistas y los periodistas, propaganda que cionalismo capaz de conducir a un Estado social
ni se percibe ni se entiende como tal. Las bases socia- transnacional mediante la acción sobre los Estados na-
les del éxito de una movilización semejante existen: cionales y por medio de ellos, ya que en la situación
me limitaré a recordar los efectos de las transforma- actual, y al carecer de una visión global del futuro, son
ciones de las relaciones en el sistema escolar, especial- incapaces de gestionar el interés general comunitario.
mente con el aumento del nivel de instrucción, la de- Es preciso actuar sobre los Estados nacionales, por
valuación de los títulos escolares y la consiguiente una parte, para defender y reforzar las conquistas his-
pérdida de categoría estructural, así como el debilita- tóricas asociadas al Estado nacional (a n1enudo tanto
miento de la brecha entre estudiantes y trabajadores más in1portantes y arraigadas en los hábitos cuanto más
manuales (la brecha entre viejos y jóvenes, fijos y tem- fuerte es el Estado, como en Francia), y, por otra, para
porales o rroletarizados subsiste, aunque se hayan obligar a esos Estados n trabajar en la creación de un
creado unos vínculos reales a través, por ejemplo~ de Estado social europeo que acumule las conquistas so-
los hijos de obreros con estudios afectados por la cri- ciales más avanzadas de los diferentes Estados nacio-
sis). Pero también, y sobre todo, hay una evolución de nales (más guarderías, escuelas y hospitales, y menos
la estructura social que contradice el mito de la gene- ejército, policía y cárceles), así como para subordinar
ralización de la clase media, tan extendido en Alema- la instauración del n1ercado unificado a la adopción de
nia, a causa del aumento de las desigualdades sociales, medidas sociales destinadas a contrarrestar las proba-
ya que la masa global de las rentas del capital ha au- bles consecuencias sociales que la libre competencia
mentado en un 60 %, mientras que las rentas del traba- provocará en los asalariados. (Aquí es posible inspirar-

90 9\
se en el ejemplo de Suecia, que rechaza la entrada en mación, el empleo y la vivienda. y adopción de una po-
el euro hasta una nueva negociación que vuelva a si- lítica exterior en materia social, encaminada a difun-
tuar en primer plano la coordinación de las políticas dir y generalizar las normas sociales europeas; la
económicas y sociales.) La cohesión social es un fin adopción y aplicación de una política común de im•er-
tan importante como la paridad de las monedas, y la sión adecuada al interés general: en lugar de las estra-
armonización social es la condición del éxito de una tegias de inversión resultantes de la autonomización
auténtica unión monetaria. de actividades financieras exclusivamente especulati-
Si se hace de la armonización social, y de los lazos vas y/o orientadas por consideraciones de beneficio a
de solidaridad que crea y supone, una condición pre- corto plazo, o basadas en presupuestos totalmente
via absoluta, es preciso someter de entrada a la nego- contrarios al interés general, como la creencia de que
ciación, con la misma preocupación por el rigor que se las reducciones de personal son una garantía de buena
reserva hasta el momento a los índices económicos gestión y rentabilidad. se procuraría privilegiar las es-
(como los famosos 3% del Tratado de Maastricht), trategias que tienden a asegurar la protección de los
cierto número de objetivos comunes: el establecimien- recursos no renovables y el medio ambiente, el desa-
to de salarios mínimos (diferenciados por zonas, para rrollo de las redes transeuropeas de transporte y ener-
tener en cuenta las disparidades regionales); la adop- gía, la extensión de la vivienda social y la renovación
ción de medidas conlra la corrupción y el fraude fiscal, urbana (en especial, mediante transpm1es urbanos
que reducen la contribución de las actividades finan- ecológicos), la inversión en investigación y desan·ollo
cieras a los gastos públicos y provocan indirectamente en material de salud y protección del medio ambiente.
una imposición excesiva sobre el trabajo, y contra el la financiación de nuevas actividades. consideradas
dumping social entre actividades directamente concu- más arriesgadas y que adoptan formas no reconocidas
rrentes; la adopción de un derecho social común que por el mundo financiero (pequeñas empresas. trabajo
aceptaría, a título de transición, una diferenciación independiente).'
por zonas, y que iría unificándose integrando en su Esto, que puede parecer un mero catálogo de medi-
seno las leyes que regulan las políticas sociales, en los das inconexas, se inspira, en realidad. en la voluntad
casos en que existan, y se desarrollaría ele nuevo cuño de romper con el fatalismo del pensamiento neolibe-
cuando no existan tales leyes: por ejemplo, instaura- ral, de «liberar de la fatalidad» por medio de la política
ción ele una renta mínima para las personas sin em- al sustituir la economía connatural al neoliberalismo
pleo remunerado y sin otros recursos, disminución de 1. He tomado cierto número de estas sugerencias de y,·es Sa-
las cargas que pesan sobre el trabajo, desarrollo de lesse, Propositio11s pourune awre Europe, consrwire Babel, Éditions
normas que garanticen derechos sociales como la for- du Félin, París, 1997.

93
92
por una economía de la felicidad que, basada en las LA TELEVISIÓN, EL PERIODISMO Y LA POLÍTICA 1
iniciativas y la voluntad humanas, tenga presentes en
sus cálculos los costes del sufrimiento y los beneficios
que aporta la realización personal, factores que ignora
el culto estrictamente economicista de la productivi-
dad y la rentabilidad.
El futuro de Europa depende mucho del peso de
las fuerzas progresistas en Alemania (sindicatos, Parti-
do Socialista, Verdes) y de su voluntad y su capacidad
para enfrentarse a la política del euro «fuerte» que de-
fienden el Bundesbank y el gobierno alemán. Y depen- ¿Cómo explicar la extrema violencia de las reaccio-
derá mucho de su capacidad para animar y sostener el nes que ha suscitado Sur la télévision entre los perio-
movimiento a favor de una reorientación de la política distas franceses más famosos? La mojigata indigna-
europea que se manifiesta ya en varios países y, espe- ción que han manifestado es imputable sin duda, por
cialmente, en Francia. En suma, en contra de todos los una parte, al efecto de tramcripción, que hace desapa-
profetas de la desdicha que quieren convenceros de recer, inevitablemente, el acompañamiento no escrito
que vuestro destino está en manos de fuerzas trascen- de la palabra, el tono, los gestos, la mímica, las somi-
dentes, independientes e indiferentes como los «mer- sas, es decir, todo lo que, para un espectador de buena
cados financieros>> o los mecanismos de la «mundiali- fe, marca de entrada la diferencia entre un discurso
zación», afirmo, y espero convenceros de ello, que el animado por la preocupación de hacer entender y con-
futuro, vuestro futuro, que también es el nuestro, el de vencer y el panfleto polémico que, pese a todos mis an-
todos los europeos, depende en buena parte de voso- ticipados desmentidos, han querido ver la mayoría de
tros, en tanto que alemanes y en tanto que sindicalistas. ellos. Pero su indignación se explica, sobre todo, por
algunas de las propiedades más típicas de la visión pe-
Frankf"urt, junio de 1997 riodística, como la propensión a identificar lo nuevo
con las llamadas «revelaciones» o a dar prioridad al

l. Esll' Lexlo ruc publicado t"OillO po~tfncio a la edición ingle-


sa de Sur la télél'isioll (P. Bourdieu, Sur/a tdlét·isioll, Liber-Raisons
d'Agir, París, 1996 [Sobre la relel'isióll, Barcelona, Anagrama, 1997]).

94
95
aspecto más directamente visible del mundo social, es duce e impone una \'lSJOn extremadamente especial
decir, los individuos, sus acciones y, sobre todo, sus del campo político que nace de la estructura del cam-
malas acciones, desde una perspectiva que a menudo po periodístico y los intereses específicos de los perio-
es la de la denuncia y el proceso, en detrimento de las distas que en él se forman.
estructuras y los mecanismos invisibles (en este caso, En un universo que, como el mundo del periodis-
los del campo periodístico) que orientan los actos y los mo y, sobre todo, de la televisión, está dominado por el
pensamientos y cuyo conocimiento favorece la com- temor pánico de resultar aburrido y la preocupación
prensiva indulgencia más que la indignada condena de divertir a cualquier precio, la política está llamada
(primacía de lo visible que puede conducir a una suer- a aparecer como un tema ingrato que se excluye siem-
te de censura cuando sólo se trata un tema si se cuenta pre que se puede de las horas de mayor audiencia, un
con imágenes, y con imágenes espectaculares). O tam- espectáculo poco excitante, por no decir deprimente, Y
bién la propensión a interesarse por las «conclusio- difícil de tratar, que conviene hacer interesante a cual-
nes» (supuestas) más que por el camino que permite quier precio. De ahí la lendeJKia que se obseJYa en
llegar a ellas. Me acuerdo también de aquel periodista todas partes, tanto en los Estados Unidos como en
que, con motivo de la aparición de mi libro La noblesse Europa, a sacrificar cada vez más el editorialista y el
d'État, balance de diez años de investigaciones, me reportero-investigador al animador-bufón; la informa-
propuso participar en un debate televisivo sobre las ción, el análisis, la entrevista profunda, la discusión de
grandes escuelas especializadas en el que el presidente especialistas y el reportaje a la mera diversión y, en es-
de la Asociación de Antiguos Alumnos hablaría «a fa- pecial, a los chismorreos insignificantes de los falsos
van), mientras que yo lo haría ((en contra)>, y que no debates entre interlocutores adictos e intercambiables
entendió que pudiera negarme. De la misma manera, (a algunos de los cuales, crimen imperdonable, he cita-
las «grandes plumas» que se han metido con mi li- do por su nombre, a modo de ejemplo). Para entender
bro Sur la télévision han dejado de lado el método que realmente lo que se dice y, sobre lodo, lo que no puede
utilizo (y, en especial, el análisis del mundo periodís- decirse en esos intercambios ficticios, habría que ana-
tico en tanto que campo), con lo que lo han reduci- lizar con detalle las condiciones de selección de los
do, sin saberlo siquiera, a una serie de lomas de posi- que en los Estados Unidos son llamados pwtelists: es-
ción banales, enteveradas de algunos estallidos polé- tar siempre disponibles, es decil~ siempre dispuestos a
micos. participar, pero también a jugar el juego, aceptando
Es, sin embargo, ese método el que quisiera utili- hablar de todo (es la definición exacta de lo que en Ita-
zar de nuevo para intentar mostrar, aun a riesgo de lia se llama tuttologo) y contestar a todas las pregun-
nuevos malentendidos, que el campo periodístico pro- tas, incluso a las más extravagantes o las más chocan-

96 97
tes, que se les ocurra plantear a los periodistas; estar mismo del debate, sea el déficit presupuestario, la dis-
dispuestos a todo, es decir, a todas las concesiones (so- minución de los impuestos o la deuda exteri01: Dado
bre el tema, sobre los otros participantes, etcétera), a que lo esencial de su competencia consiste en un cono-
todos los compromisos y a todas las componendas cimiento del mundo político basado en la intimidad de
para estar allí y asegurarse de ese modo los beneficios los contactos y las confidencias (es decit: en tumores y
directos e indirectos de la notoriedad «mediática>>: chismes), más que en la objetividad de la obsetYación
prestigio en el seno de los órganos de prensa, invita- y la investigación, son propensos, en efecto, a llevarlo
ciones a dar lucrativas conferencias, etcétera; procu- todo a un terreno en el que son expertos y a preocu-
rar, en especial durante las entrevistas previas que al- parse más del juego y los jugadores que de las bazas
gunos productores hacen, sobre todo, en los Estados que están en juego, más por cuestiones de pura táctica
Unidos, pero cada vez más también en Europa, elegir política que por la sustancia de los debates, más por el
a los pa11elists, tomar posición con fórmulas sencillas efecto político ele los discursos en la lógica del campo
expresadas en términos claros y brillantes, y evitar político (la de las coaliciones, las alianzas o los conflic-
complicarse la vida demostrando que hay temas de los tos entre personas) que por su contenido (cuando no
que se tienen verdaderos conocimientos (de acuerdo inventan e imponen en la discusión problemas fic-
con la fórmula «The less yo u know, the better off" yo u ticios, como, en el caso de las últimas elecciones fran-
are>>).* cesas, la cuestión de decidir si en el debate entre la
Pero los periodistas, que invocan las expectativas izquierda y la derecha tenían que intervenir dos políti-
del público para justificar esta política de la simplifica- cos -Jospin, líder de la oposición, y Juppé, primer mi-
ción demagógica (con1pletan1entc contraria a la inten- nistro de derechas- o cuatro -Jospin y Hue, su aliado
ción democrática de informar, o de educar divirtien- comunista, por una parte, y Juppé y Léotat·d, su alia-
do), sólo consiguen proyectar sobre él sus propias do centrista, por otra-, cuestión que, so capa de mues-
inclinaciones, su propia visión, especirdmente cLwndo tra de neutralidad, era una imposición política, desti-
el temor a aburrir y, ror lo tanto, " que baje el índice nada a hworecer a los partidos conservadores al ser
de audiencia los lleva a primar la pelea sobre el deba- susceptible de poner de manifiesto eventuales diver-
te, la polémica sobre la dialéctica, y a hacer cualquier gencias entre los aliados de izquierda). Por su posición
cosa para privilegiar el enfrentamiento entre las perso- ambigua en el mundo político, en el que son actores
nas (los políticos, especialmente) en menoscabo ele la muy influyentes sin ser por ello miembros de pleno
confrontación entre sus argun1cntos, es decir, del temn derecho, y en el que están capacitados para ofrecer a
los políticos unos servicios simbólicos indispensables
*«Cuanto menos sepas, mejor para Li.>> (N. del T.) (que, por otra parte, no pueden asegurarse a sí m1s-

98 99
mos, salvo, en Ja actualidad, de manera colectiva, en desarrollan en su seno y a los efectos que se le atribu-
el terreno literario, donde juegan sin reparos al jue- yen, tiende a producir una brecha con el punto de vis-
go de los «favores mutuos>>), los periodistas son pro- ta del público o, por lo menos, con sus sectores más
pensos al punto de vista de Tersites'' y a una forma es- preocupados por las consecuencias reales que pueden
pontánea de filosofía de la suspicacia que los lleva a tener las tomas de posición políticas sobre su existen-
buscar las causas de las tomas de posición más desin- cia y sobre el mundo social. Brecha que se ve conside-
teresadas y las convicciones más sinceras en los intere- rablemente ensanchada y profundizada, sobre todo en
ses asociados a posiciones en el campo político (como el caso de las estrellas de la televisión, por la distancia
las rivalidades en el seno de un partido o de una «CO- social asociada al privilegio económico y social. Sabe-
rriente»). mos, en efecto, que, a partir de los años sesenta, en los
De ahí que tiendan a producir y proponer, tanto Estados Unidos y la mayoría de los países europeos,
por el tono de sus comentarios políticos como por las las estrellas mediáticas añaden a unos salmios extre-
preguntas de sus entrevistas, una visión cínica del madamente elevados -del orden de cien mil dólares o
mundo político como una especie de circo entregado a más en Europa, e incluso de varios millones de dólares
las manipulaciones de unos ambiciosos carentes de en Jos Estados Unidos-' los emolumentos, a menudo
convicciones, guiados por intereses vinculados a la exorbitantes, asociados a la participación en debates, a
competición que los enfrenta. (Es cierto, dicho sea de las giras de conferencias, a las colaboraciones habitua-
paso, que se ven estimulados por Ja acción de Jos con- les en la prensa, a las sesiones de pron1oción. especial-
sejeros y Jos asesores políticos en esta especie de mar- mente con motivo de reuniones de g¡upos profesio-
keting político deliberadamente organizado, aunque nales. Por ello la dispersión de la esttUctura de la
no por fuerza cínico. que cada vez es más necesario distribución del poder y los privilegios en el campo pe-
para triunfar en política ajustándose a las exigencias riodístico no hace 1nás que crecer, a n1edida que, para-
del campo periodístico y sus instituciones más típicas, lelamente a los pequet'ios empresarios capitalistas, que
como las grandes emisiones políticas televisadas, los deben conservar y aumentar su capital simbólico me-
clubes de la prensa, etcétera, que obran como auténti- diante una política de presencin pern1anente en las an-
cos ((grupos de presión» y contribuyen c8da vez n1ús a tenas (necesarin para manlcncr su cotización en el
crear a los políticos y su reputación.) Esta atención ex- mercado de las conferencias y las sesiones de promo-
clusiva al «microcosmos» político, a los hechos que se ción), se desarrolla un extenso subproletariado conde-

* Personaje de la !liada, encarn<1ción de la maledicencia y In t. Véase James Fallows, Brt!aking r/1t: Ne11'S. Ho11· Media U11der-
malevolencia. (N. del T.) 111i11e America11 Democracy, Vintage Books, Nue\'a York, 1997.

100 101
nado por la precariedad laboral a una forma de auto- del proceso de O. J. Simpson, ;:¡ medio camino entre el
censura.1 suceso y el espectáculo, en un;:¡ sucesión sin pies ni ca-
A esos efectos se añaden los de la competencia en beza de acontecimientos heterogéneos, ~uxtapuestos
el seno del campo periodístico que ya he mencionado, por los azares de la coincidencia cronológica (un lene-
como la obsesión por la exclusiva sensacional y la ten- moto en Turquía y la presentación ele un plan de res-
dencia a dar prioridad sin discusión a la información tricciones presupuestarias, unZl victoria deporti\'a y un
más reciente y de más difícil acceso, o la demagogia juicio escandaloso), que se reducen al absurdo al redu-
que estimula la competición por la interpretación más cirlos a lo que se muestra en el instante presente, ra-
original y más paradójica, es decir, muchas veces la biosamente inmediato, v disociarlos de todos sus ante-
más cínica, o también los juegos de predicción «de cedentes o sus consecuencias.
usar y tiran> a propósito de la evolución de las cues- El desinterés por los cambios insensibles. es decir.
tiones de actualidad, es decir, los pronósticos y los por todos los procesos que, al igual que la deri,·a ele los
diagnósticos a la vez poco elaborados (parecidos a las continentes, pasan inadn~rtidos y son in1perceptibles
quinielas deportivas) y que tienen asegurada la impu- n1ientras ocurren v cuyos efectos sólo se rnanifiestan
nidad más absoluta, porque están protegidos por el ol- plenamente con el ;iem.po, incrementa los efectos ele la
vido casi inmediato que engendran la discontinuidad amnesia estmctural que favorecen la lógica del pen-
prácticamente perfecta de la crónica periodística y la san1iento al día y la con1petencia in1puesta por la
rápida rotación de los sucesivos conformismos. identificación de lo importante y lo nue\'o (la noticia
Todos estos mecanismos contribuyen a producir un sensacional y las «revelaciones>>) para inclinar a los pe-
efecto global de despolitización o, más exactamente, riodistas a producir una representación «instantaneís-
de desencanto de la política. La búsqueda ele lo diverti- ta>> v discontinua del mundo. Por falta de tiempo"· so-
do inclina, sin que sea ncccsal"io quererlo explícitn- b1·e ~ toclo de interés~ así con1o dt.:' inforn1ación preYia
1

mente, a desviar la atención hacia un espectáculo (o (su trabajo de documentación se· limita siempre a la
un escándalo) siempre que la vida política hace surgir lectura de los artículos ele prensa dedicados al tema
un problema importante, pero ele apariencia aburrida, que tratan), casi nunca pueden \·ol\'er a situar los
o, más sulilmente, a convertir la llamada «actualicl<.H.I)) acontecin1iento~ (por ejemplo, un aL·to de Yiolencia en
en una melopea de acontecimientos divertidos, mu- una escuela) en el sisten1a de relaciones en que están
chas veces situados, como en el caso paradign1ático insertos (con1o la situación de b estructura fanüliar,
vinculada, a su vez, al lllt.~rcado de trabajo, que, a su
l. Véase Patrick Champagne, <(Le journalisme entre précarité
vez, está relacionado con la política fiscal, etcétera)
et concurrence)), Liber, 29, diciembre de 1996, pp. 6-7. y contribuir así a arrancarlos de su aparente absur-

103
102
didad. No cabe duda de que los periodistas se sienten visiones a producir la imagen de un mundo lleno de
estimulados a actuar así por la inclinación de los polí- violencias y delitos, de guerras étnicas y odios raciales,
ticos y, en especial, de los responsables gubernamenta- y a proponer a la contemplación cotidiana un entorno
les, a los que, a su vez, estimulan con los «efectos pu- amenazador, incomprensible e inquietante, del que
blicitarios», a poner el acento en las empresas a corto conviene, ante todo, retraerse " protegerse, una suce-
plazo, en detrimento de las acciones sin efectos inme- sión absurda de desastres absolutamente incomprensi-
diatamente visibles. bles y en los que no se puede intervenir. Así se introdu-
Esta visión deshistorizada y deshistorizante, atomi- ce hábilmente, poco a poco, una filosofía pesimista de
zada y atomizante, encuentra su realización para- la historia que estimula más el retraimiento y la resig-
digmática en la imagen que ofrecen del mundo los no- nación que la rebelión y la indignación. ~·que, lejos de
ticiarios televisivos, sucesión de historias aparente- movilizar y politizm~ sólo puede contribuir a aumentar
mente absurdas que acaban por parecerse entre sí, los temor~s xenófobos, de la misma manera que la ilu-
desfiles ininterrumpidos de pueblos miserables, se- sión de que la delincuencia ,. la ,·iolencia no dejan de
cuencias de acontecimientos que, aparecidos sin expli- aumentar favorece las ansiedades ,. las fobias por la
cación, desaparecerán sin que sepmnos su solución, «seguridad». La sensación de que el mundo ha escapa-
hoy el Zaire, ayer Biafra, mañana el Congo, y que, des- do del control de la mayoría de los monales se conjuga
pojados de ese modo de cualquier necesidad política, con la impresión de que -un poco a la manera del de-
sólo pueden suscitar, en el mejor de los casos, un vago porte de alto nivel, que abre una brecha semejante
interés humanitario. Esas tragedias desvinculadas que entre sus practicantes ~· los espectadores- el juego po-
se suceden sin ninguna perspectiva histórica no llegan lítico es cosa de profesionales para estimular, espe-
a distinguirse realmente de las catástrofes naturales, cialmente en las personas menos politizadas, una
tornados, incendios forestales, inundaciones, que tam- desvinculación fatalista, evidentemente favorable a la
bién están muy presentes en los noticiarios, por ser conservación del orden establecido.
tradicionales, por no decir rituales, desde un punto de En efecto, hay que tener una fe tremenda en las ca-
vista periodístico y, sobre todo, espectaculares y poco pacidades de «resistencia» del pueblo (capacidades in-
costosas de cubrir, y cuyas víctimas son tan poco idó- negables, pero limitadas) para suponer, tal como hace
neas para suscitar la solidaridad o la rebelión propia- cierta <<crítica culturah llan1ada <<posn1oderna)), que el
mente políticas como las de los descarrilamientos de cinismo profesional de los productores de televisión,
trenes y demás accidentes. cnda vez más próximos a los publicilarios en sus con-
Así pues, las presiones de la competencia se conju- diciones de trabajo, sus objetivos (la búsqueda de la
gan con las rutinas profesionales para llevar a las tele- máxima audiencia y, por lo tanto, del «pequeño por-

104 105
1
centaje de ventaja» que permite «vender mejor») v su DE NUEVO SOBRE LA TELEVISIÓN 1
estilo de pensamiento, pueda encontrar su límite o su
antídoto en el activo cinismo de los espectadores (ilus-
trado especialmente por el zapping): considerar univer-
sal, como hacen algunos hermeneutas <<posmodernos))!
la aptitud para realizar de forma reflexiva una «lectu-
ra» crítica de los mensajes «irónicos y n1etntextunlcs»
que engendra el cinismo manipulador de los producto-
res de televisión y los publicitarios significa caet; en
efecto, en una de las formas más perversas de la ilu-
sión escolástica en su forma populista. P.: Eu Sur la télé1·ision afirllla que es necesario des-
pertar la conciencia de los profesionales sobre la estruc-
París, junio de 1997 tura invisible de la prensa. ,·Cree que los profesionales.'·
el público t'ive/1 rodm•üt stunidos en la ceguera respecTo
a los 111ecanisnws de los 1Jiedios en u11 mundo extrema-
damente mediatizado? ¿O existe cierra complicidad en-
/re ellos?
P. B.: No creo c¡ue los profesion<1les estén ciegos.
Creo, mós bien. que viven en un estado de doble con-
ciencia: una visión práctica. que- los lleva a sacar el
tnáximo partido, unas veces por cinisn1o. y otras sin
pensarlo, de las posibilidades quL' ks brind<1 el instru-
mento mediútico del que dispon,·n (me refiero a los
más poderosos), y una visión teórica, n1oralizante y lle-
na de indulgencia h<1cia sí mismos. que los lleva a ne-
gar públic.lmentc b verdad de lo que hacen, a ennlas-
cararla e incluso a enn1ascarc.lrsda a sí n1isn1os. Dos

l. Entrevista con P. R. Pires publkada t'll O Globo. de Río de


Janciro, el 4 de octubre de !997, con moti\'O de la aparición de la
edición brasileña de Sur la rélél'isió11.

106 107
verificaciones: las reacciones ante mi librito, que las la modernidad y «ampliar su curiosidad»! [Añadido de
«grandes plumas» han condenado de modo unánime y enero de 1998: Y el «mediador» especialmente autori-
violento al tiempo que decían de todas las maneras po- zado para rechazar las críticas de unos lectores cons-
sibles que no aportaba nada que no se supiera (de cientes del peso cada vez mayor de las preocupaciones
acuerdo con una lógica típicamente freudiana que ya comerciales en las opciones de la redacción desplegará
pude observar al publicar mis libros sobre la educa- así cada semana toda su retórica para intentar hacer
ción), y los comentarios pontificantes e hipócritas que creer que se puede ser juez y parte machacando, in-
han producido respecto al papel de los periodistas en cansable, los mismos at·gumentos tautológicos. A los
la muerte de Lady Diana sin dejar por ello de explotar, que, a propósito de la entrevista hecha por un pálido
más allá de los límites de la decencia, el filón periodís- escritor a un cantante popular 1 en el final de su can·e-
tico que constituía aquel no acontecimiento. Esta do- ra, reprochan a Le Monde derivar hacia «Una fom1a de
ble conciencia -muy común entre los poderosos: ya se demagogia», sólo sabe oponer, en Le lvlonde del 18-19
decía de los augures romanos que no podían mirarse de enero de 1998, la «voluntad de apertura» de su pe-
sin echarse a reír- hace que puedan denunciar con1o riódico: «Estos Lenu1s, ~·otros, reciben)•, dice, «un anl-
denuncia escandalosa o panfleto venenoso la descrip- plio tratamiento porque aportan nuevas, y útiles, luces
ción objetiva de su práctica y reconocer al mismo tiem- acerca del mundo que nos rodea v porque interesan,
po explícitamente aquello que rechazan, sea en inter- por esa misma razón, a buena parte de nuestros lec-
cambios privados o incluso con el sociólogo que lleva tores»; a los que, a la sen1ana siguiente, condenan el
la investigación -doy algunos ejemplos de todo eso en complaciente reportaje de un intelectual-periodista so-
mi libro, a propósito de las sesiones de promoción, es- bre la situación en Argelia, traición de todos los idea-
pecialmente-, así como en sus declaraciones públicas. les críticos de la tradición del intelectual, contesta, en
Por ejemplo, Thomas Ferenczi escribe en Le Monde del Le Mo11de del 25-26 de enero de 1998, que el periodista
7-8 de septiembre, en respuesta a las críticas de los lec- no tiene por qué elegir entre los intelectuales. Los tex-
lores a propósito del tratamiento concedido por el dia- tos que así produce, semana tras semana, el defensor
rio al caso Lady Diana, que, efectivamente, «Le Monde de la línea del periódico, elegido sin duda por su extre-
ha cambiado» y concede cada vez más espacio a lo que nla prudencia, son la n1ayor in1prudencia de ese perió-
llama púdicamente <dos hechos de sociedad», verdades dico: el inconsciente más profundo del periodismo se
que tres meses antes rechazaba con energía. ¡En el manifiesta allí poco a poco, al hilo de los desafíos lan-
momento en que el deslizamiento, impueslo por la !ele-
visión, salta a la vista, es asumido, en el tono morali- l. Alusiones al escritor Daniel Rondeau y el cantante Johnny
zante que conviene, como una manera de adaptarse a Ha\lidax.

108 109
zados por los lectores, en una especie de larga sesión nes diferentes y con probabilidades diferentes ... Dicho
semanal de análisis. Así pues, doble nivel de moral en- eso, la prin1era tarea del sociólogo consiste en des-
tre los profesional~s dominantes, en la Nomenklatura montar esa manera de plantear las cuestiones. Y en mi
de los grandes periodistas unidos por intereses comu- librito digo en varias ocasiones que los sociólogos pue-
nes y complicidades de todo tipo.' En el caso de los pe- den ofrecer a los periodistas lúcidos y críticos (hal'
riodistas «de base>>, los peones del reportaje, los meros muchos así, pero no necesariamente en los puestos de
redactores, todos los oscuros condenados a la preca- mando de las televisiones, radios " periódicos) instn.t-
riedad laboral que hacen lo más auténticamente perio- Inentos de conocin1iento y de con1prensión, y, e\·en-
dístico que tiene el periodismo, la lucidez es, sin duda, tualmente, también de acción, que les resultarían efi-
mayor, y se expresa a menudo de manera muy directa. caces para dominar las fuerzas económicas y sociales
Gracias a sus testimonios, entre otras cosas, se puede que pesan sobre ellos, sobre todo. aliándose con unos
alcanzar cierto conocimiento del mundo de la televi- científicos en los que a menudo \'en enemigos. Me es-
sión.2 fuerzo actualmente (en especial. mediante la revista
internacional Liber) en crear esas conexiones interna-
P.: Usted analiza la formación de lo que se llama cionales entre los periodistas \' los científicos y desa-
«campo periodístico», pero su punto de vista es el del rrollar unas fuerzas de resistencia contra las fuerzas
«campo sociológico». ¿Cree que hay incompatibilidad opresivas que pesan sobre el periodismo y que éste
e11tre esos dos cwnpos? ¿La sociologia nntestra las <<Ver- hace pesar sobre toda la producción cultural 1', por
dades» y los medios las <<nwnlirasn? medio de ella, sobre toda la sociedad.
P. B.: Usted introduce una dicotomía muy caracte-
rística de la visión periodística que -es una de sus pro- P.: La televisión es identificada co1110 una (cnma de
piedades más típicas- es muy a menudo maniquea. Es opresión si111bólica. ¿Qué posibilidades deiiiOCráticas
obvio que puede ocurrir que los periodistas produzcan fiel'le/1 la telel'isióu y los 111edio,•;?
verdades y los sociólogos mentiras. En un campo hay P. B.: Hay una diferencia enonne entre la in1agen
de Lodo, ¡por definición! Pero, sin duda, en proporcio- que los responsables de los medios tienen y ofrecen de
esos medios y la realidad de su ncción y su influencin.
1. Sobre esas complicidades, véase S. J-Ialimi, Les nouveaux Los medios son, en su conjunto, un factor de despoliti-
chie115 de garde, Liber-Raisons d'Agir, París, 1997. zación que actúa, evidentemente, de manera priot·ita-
2. Véansc, por ejemplo, los excelentes análisis presentados por
ria sobre las fracciones más despolitizadas del públi-
A. Ac:carclo, G. Abou, G. Balbastre, D. Marine, Joumalisles a u qtwli-
die/1. Outils pour une socioan.alyse des pratiques joumalisriques, Le
co, más sobre las mujeres que sobre los hombres, más
Mascaret, Burdeos, 1995. sobre los menos instruidos que sobre los más instrui-

1 JO 111
dos, más sobre los pobres que sobre los ricos. Esto al estado de la investigación de ese accidente. mientras
puede escandalizar, pero lo sabemos perfectamente que, en el telediario, las matanzas de Argelia '" la e\"o-
gracias al análisis estadístico de la probabilidad de lución de las relaciones Israel-Palestina se veían redu-
formular una respuesta articulada a una pregunta po- cidas a unos pocos minutos poco antes del final. Entre
lítica o de abstenerse de hacerlo (desarrollo amplia- paréntesis, usted decía hace un momento: para los pe-
mente las consecuencias de este hecho, en especial en riodistas la mentira, para los sociólogos la yerdad:
materia política, en mi último libro, Meditaciones pas- quiero expresarle, como sociólogo que conoce bastan-
calianas). '' La televisión (mucho más que la prensa) te bien Argelia, mi admiración por el diario francés La
propone una visión cada vez más despolitizada, asépti- Croix, que acaba de publicar un informe extremada-
ca e incolora del mundo y arrastra cada vez más a la mente preciso, riguroso y atrevido sobre los responsa-
prensa en su deslizamiento hacia la demagogia y la su- bles reales de las matanzas en ese país. La pregunta
misión a las presiones comerciales. El caso de Lady que me hago, y hasta ahora la respuesta es negativa. es
Diana es una perfecta ilustración de todo lo que se si los demás periódicos, y en especial los que tienen
dice en mi libro, una especie de «salto» a los extremos. grandes pretensiones de seriedad, realizarán también
Aparece todo mezclado: el escándalo que escandaliza y análisis semejantes ...
el efecto «maratón televisiva», es decir, la defensa im-
pune de unas causas vagas, ecuménicas y, sobre todo, P.: Reto111a11do la célebre dicoto111fa propuesta por
absolutamente apolíticas. Se supone que, con motivo Umberto Eco e11 los sese11ta, e· cabe decir que está a (avor
de este caso que llegaba justo después de la fiesta pa- de los <<apocalípticosn en contra de los «i11tegrados))?
pal de la juventud en París y justo antes de la muerte P. B.: Cabría decirlo. Hay muchos «integrados», en
de la Madre Teresa, saltaron los últimos frenos. (La efecto. Y la fuerza del nuevo orden dominante consiste
Madre Teresa, que no era, que yo sepa, una progresista en que ha sabido encontrar los medios específicos de
en materia de aborto y liberación de la mujer, resulta- «integran> (en determinados casos podría hablarse de
ba muy adecuada para ese mundo gobernado por ban- con1prar, y en otros de seducir) a un número cada vez
queros desalmados que ven como la cosa más natural mayor de intelectuales, y eso en todo el mundo. Esos
que piadosos defensores de lo humanitario acudan a (cinlegrados)) siglll'll co!lsidcrúlldose a sf misn1os, con
vendar las llagas, a sus ojos inevitables, que ellos mis- mucha frecuencia, críticos (o, simplemente, de izquier-
mos han contribuido a abrir.) Por eso, quince días des- das), de acuerdo con el antiguo modelo. Y eso contri-
pués del accidente, Le M(mde pudo dedicar una portada buye a otorgar una eficacia simbólica muy grande a su
acción en favor de la adhesión al orden establecido.
• Barcelona, Anagrama, t999. (N. del T.)

112 113
l
P.: ¿Qué opinión le merece el papel de los medios e11 las mismas bases de su existencia ,. su libe11ad. es de-
el caso Lady Diana? ¿Confirma su hipótesis sobre el ci¡; las f·uerzas del mercado. Han hecho falta \arios si-
fiuzcionamiento de los medios? glos, como he mostrado en mi libro Las reo/as
b
del arte ' "
P. B.: Es una perfecta ilustración, casi inesperada para que juristas, artistas, escritores y científicos con-
en lo peor, de lo que yo anunciaba. Las familias princi- quistaran su autonomía respecto a los poderes -políti-
pescas y reales de Mónaco, Gran Bretaña y otros luga- co, religioso, económico-, y pudieran imponer sus nor-
res quedarán como una especie de reserva inagotable mas propias, sus valores específicos, de autenticidad.
de temas para miniseries y telenovelas. En cualquier en especial, en su propio universo, su microcosmos, y
caso, está claro que el gran espectáculo que se montó a veces, con éxito variable, en el mundo social (Zola
alrededor de la muerte de Lady Diana se inscribe per- con motivo del caso Dreyfus, Sartre v los 121 con mo-
lcctamenle en la clase de representaciones que fas- tivo de la guerra de Argelia. etcétera). Esas conquistas
cinan a la pequeña burguesía, y no sólo de Gran Bre- de la libertad están amenazadas en todas partes. y no
taña: grandes comedias musicales del tipo Evita o solamente por los coroneles, los dictadores v las ma-
Jesucristo superslar, nacidas de la unión del melodr8- fias: las an1enazan fuerzas n1ás insidiosas. la~ del nler-
ma v los efectos especiales de alta tecnología, lacrimo- cado, pero transfiguradas, reencarnadas en figuras
sos "seriales televisivos, películas sentimentales, nove- adecuadas para seducir a unos ,. a otros; para ~nos,
las populares de gran tirada, música pop facilona, será la figura del economista armado de formalismo
'
¡
diversiones llamadas familiares, en fin, Lodos esos pro- matemático, que describe la evolución de la economía
ductos de la industria cultural que llenan a lo largo .<<mtmdializada» como un destino: para otros. la figura 1
del día las televisiones y las radios conformistas Y cíni- de la estrella internacional del rack, el pop o el 'rap,
cas y que combinan el moralismo lacrimoso de las que difunde un estilo de vida a la vez elegante y fácil
Iglesias con el conservadurismo estético de la diver- (por primera vez en la historia, las sed~ccion~s del
esnobismo se han vinculado a prácticas y productos tí-
sión burguesa.
picos del consumo de masas como el vaquero, la cami-
P.: ¿Qué papel pueden desempei1ar las inlelec/uoles seta y ciertos refTescos); para otros, en fin, un «radica-
lismo de campus» bautizado posmoderno, v adecuado 1
en el mundo mediático?
P. B.: No está claro que puedan tener el protagonis- para seducir mediante la celebración falsa~1ente revo-
mo positivo, de profeta inspirado, que tienden a atri- lucionaria del mestizaje de las culturas, etcétera. Si 1
buirse a veces, en los períodos de euforia. No estaría existe un terreno en el que la famosa «mtmdializa-
mal que supieran abstenerse de ser cómplices y cola-
boradores de las fuerzas que amenazan con destruir *Barcelona, Anagrama, 1995. (N. del T.)

liS
114
l
cJon», que todos los intelectuales «integrados» tienen ESOS «RESPONSABLES» QUE NOS DECLARAN
siempre en la boca, es una realidad, es justamente el IRRESPONSABLES'
de la producción cultural de masas, la televisión (pien-
so, sobre todo, en esas telenovelas de la que América
Latina se ha convertido en especialista y que difunden
una versión del mundo «ladyianista» ), el cine y la pren-
sa para el gran público o incluso, cosa mucho más gra-
ve, el «pensamiento social» para diarios y seminarios,
con temas o frases de circulación planetaria como «el
fin de la historia>>, «posmodernismo>> o ... «globaliza-
ción>>. Los artistas, los escritores y los científicos (en Estamos hartos de las tergiversaciones y las dila-
primer lugar los sociólogos) están capacitados para ciones de todos esos «responsables>> elegidos por noso-
combatir esta «mundialización>> de lo peor, de manera tros que nos declaran «itTesponsables>> cuando les re-
especial sus efectos más funestos para la cultura y la cordamos las pmmesas que nos han hecho. Estamos
democracia, y tienen la obligación de hacerlo. hartos del racismo de Estado que autorizan. Hoy mis-
mo, un amigo mío, francés de origen argelino, me con-
París, septiembre de 1997 tó que al ir su hija a matricularse en la universidad,
una empleada le pidió, con la mayor naturalidad del
mundo, que le mostrara su documentación, su pa-
saporte, por el mero hecho de ver que su apellido era
de origen árabe. Para acabar de una vez por todas
con esas tropelías y esas humillaciones, inimaginables
hace unos pocos afi.os, es preciso romper claramente
con una legislación hipócrita que no es más que una
inmensa concesión a la xenofobia del Frente Nacional.
Evidentemente, hay que derogar las leyes Pasqua y De-

l. Texlo publicado en U·s l11roc/.:upribles. el 8 de octubre de


1997, a propósito de los proyeclos de leyes Guigou y CheYenement
sobre la nacionalidad francesa y la entrada y estancia de los extran-
jeros en Francia.

1[ 7
116
l
bré, pero, sobre todo, cortar de raíz las manifestacio- distinción entre el derecho ~· las costumbres. ~· que
nes hipócritas de esos políticos que, en un momento existen disposiciones jurídicas que permiten las peores
en que se reconoce hasta qué punto se comprometió la costumbres. Ofrezco todo esto a la reflexión de quie-
burocracia francesa en el exterminio de los judíos, dan nes, silenciosos o indiferentes actualmente, querrán,
un permiso tácito a todos los que, en las burocracias, dentro de treinta años, manifestar su «arrepentimien-
tienen el poder de expresar sus pulsiones más estúpi- to)>,1 en una época en que los jóvenes franceses de oii-
damente xenófobas, como la empleada de la univer- gen argelino llevarán como nombre de pila Kelkal.'
sidad que mencioné al principio, para que las mani-
fiesten. No sirve de nada comprometerse en grandes Parfs, octubre de 1997
discusiones jurídicas sobre los méritos comparados de
tal o cual ley. Se trata de abolir, pura y simplemente,
una ley que, por su misma existencia, legitima las
prácticas discriminatorias de los funcionarios, peque-
ños o grandes, al contribuir a arrojar una sospecha
global sobre Jos extranjeros, y, evidentemente, no im-
porta cuáles. ¿Qué clase de ciudadano es el que debe
demostrar a cada momento su ciudadanía? (Muchos
padres franceses de origen argelino no saben qué nom-
bre poner a sus hijos para evitarles futuros problemas.
La funcionaria que le pidió la documentación a la hija
de mi amigo se sorprendió de que se llame Mélanie ... )
Afirmo que una ley es racista cuando permite que
un funcionario cualquiera ponga en cuestión la ciuda-
danía de un ciudadano sólo por ver su cara o leer su
apellido, como ocurre mil veces al día en la actualidad.
Es lamentable que no haya, en el gobierno tan civiliza-
do que nos ha ofrecido el señor J ospin, un solo porta-
l. Los obispos fnmce.ses mnnil'estaron colecti\'amente su «atTe-
dor de alguno de esos estigmas que van como anillo al
p~ntimiento,, :.1 propósito de la ilCiitud dd episcopado durante b
dedo a la impune arbitrariedad ele los funcionarios del ocupación alcnwnu.
Estado francés, un rostro negro o un apellido con reso- 2. Kelkal es el nombre de un jm·en argelino, miembro de una
nancias árabes, para recordar al señor Chevenement la organización terrorista, que murió a manos de la policía.

118 119
ACTUALMENTE, LA PRECARIEDAD ESTÁ
EN TODAS PARTES 1 se la plantean directamente (~·. sin duda, está muv bien
que así sea). A la vez directa e ingenua, devuelve~ esos
científicos a sus responsabilidades, que pueden ser
muy grandes, por lo menos cuando, por su silencio 0
su complicidad activa, conttibuyen al mantenimiento
del orden simbólico que es la condición del funciona-
miento del orden económico.
Se ha visto con claridad que la precariedad laboral
está actualmente en todas partes. En el sector privado,
El trabajo colectivo de reflexión que se ha hecho pero también en el público, que ha multiplicado las
aquí durante dos días es absolutamente original por- plazas temporales e interinas, en las empresas indus-
que ha reunido a personas que tienen muy pocas oca- triales, pero también en las instituciones de produc-
siones de encontrarse y confrontarse, responsables ad- ción y difusión cultural, educación. periodismo, me-
ministrativos y políticos, sindicalistas, científicos de dios, etcétera, y que siempre produce unos efectos
los campos de la sociología y la economía, trabajado- prácticamente idénticos, que se hacen especialmente
res a menudo precarios y parados. Me gustaría recor- visibles en el caso extremo de los parados: la deses-
dar algunos de los problemas que han sido discutidos. tructuración de la existencia, privada, entre otras co-
El primero, que está excluido, tácitamente, de las reu- sas, de unas estructuras temporales, y la degradación
niones científicas: ¿qué sale, en definitiva, de todos es- de las relaciones con el mundo, el tiempo y el espacio
tos debates o, de modo más incisivo, para qué sirven que provoca. La precariedad laboral afecta profunda-
todas estas discusiones intelectuales? Paradójicamen- mente a quien la sufre; al convertir el futuro en algo
te, son los científicos quienes más se inquietan por esa incierto, impide cualquier previsión racional v, en ;s-
cuestión, o a quienes más inquieta esa cuestión (pien- pecial, aquel mínimo de fe y esperanza en ~l futuro
so, en concreto, en los economistas aquí presentes, es- que es preciso poseer para rebelarse, sobre todo colec-
casamente representativos, por lo tanto, de una profe- tivamente, contra el presente, incluso el más intole-
sión en la que son muy pocos los que se preocupan por rable.
la realidad social o incluso por 1:!1 realidad a secas), y A esos efectos de la precariedad laboral sobre aque-
llos a los que afecta directamente se suman sus efectos
l. Intervención con motivo de los Encuentros Europeos contra
sobre quienes, aparentemente, no han sido afectados
la Precariedad Laboral, Grenoble, 12-13 de diciembre de 1997. Nunca permite que la olviden: está presente en tod~
momento, en todas las mentes (a excepción, sin duda,
120
121
de las que los economistas liberales, qutzas porque, mados racionales, comenzando por el cálculo econó-
como subraya uno de sus enemigos teóricos, disfrutan mico, o, en un campo muy diferente, la organización
de esa especie de proteccionismo que representa un política, apenas son movilizables. Paradójicamente,
empleo estable, que los libra de la inseguridad ... ). Ob- como ya he mostrado en Travail et travailleurs e11 Algé-
sesiona a las conciencias y a los inconscientes. La exis- rie, 1 mi libro más antiguo y, tal vez, más actual, para
tencia de un importante ejército de reserva, que ya no concebir un proyecto revolucionario, es decir, una am-
se encuentra únicamente, debido a la superproducción bición razonada de transformar el presente en relación
de diplomados, en los niveles más bajos de la compe- con un futuro proyectado, hay que tener un mínimo de
tencia y la calificación técnica, contribuye a dar al tra- control sobre el presente. El proletario, a diferencia
bajador la sensación de que no es, ni mucho menos, del subproletario, tiene ese mínimo de garantías pre-
irremplazable, y de que su trabajo y su empleo son, en sentes, de seguridad, que es necesario para concebir la
cierto modo, un privilegio, y un privilegio frágil y ame- ambición de cambiar el presente en función del futuro
nazado (es, por otra parte, lo que le recuerdan, al pri- deseado. Pero, dicho sea de paso. también es alguien
mer encontronazo, quienes lo emplean, y, a la primera que todavía tiene algo que defender, algo que perder:
huelga, los periodistas y comentaristas de todo tipo). su empleo, aunque sea agotador y mal pagado, y mu-
La inseguridad objetiva sustenta una inseguridad sub- chos de sus comportamientos, a veces descritos como
jetiva generalizada que afecta hoy día, en el corazón de demasiado prudentes, o incluso conservadores, tienen
una economía altamente desarrollada, al conjunto de como principio el temor de caer más bajo, de descen-
los trabajadores e incluso a los que no están o todavía der el subproletariado.
no están afectados de modo directo. Esta especie de Cuando el paro, como ocurre actualmente en mu-
«mentalidad colectiva» (utilizo esta expresión, aunque chos países europeos, alcanza tasas n1uy elevadas y la
no me guste mucho, para hacerme entender), común a precariedad laboral afecta a una parte muy importante
toda la época, es el origen de la desmoralización y la de la población, obreros, empleados del comercio y la
desmovilización que cabe observar (como ya hice en industria, pero también periodistas, maestros, estu-
los años sesenta, en Argelia) en los países subdesarro- diantes, el trabajo se convierte en algo excepcional, de-
llados, aquejados de lasas de no empleo y de subem- seable a cualquier precio, que sitúa a los trabajadores
pleo muy elevadas y en los que es omnipresente la ob-
sesión del paro.
l. P. Bourdieu, Tral'{/i/ er lra1·ai/leurs 1.'11 Algt!ril!, Mouton, París-
Los parados y los trabajadores precarios, al estar La Haya, 1963 (con A. Darbel, J.-P. Ri,·et, C. Seibel); Algérie 60.
afectados en su capacidad de proyectarse en el futuro, Structures économiques er srructures temporelles, Éd. de Minuit.
que es la condición de Lodos los comportamientos lla- París, 1977.

122 123
a merced de quienes los emplean, que, como se puede permanente de perder su trabajo. Todo el universo de
ver todos los días, usan y abusan del poder que así se la producción, material y cultural, público y privado,
les ha dado. La competición por el trabajo va acompa- es llevado de ese modo a un amplio proceso de preca-
ñada de una competición en el trabajo, que también es rización, con, por ejemplo, la destemtorialización de la
una forma de competición por el trabajo, que hay que empresa: vinculada tradicionalmente a un Estado-
conservar, a veces a cualquier precio, contra el chanta- nación o a un lugar (Detroit o Turín para el automó-
je del despido. Esta competición, a veces tan salvaje vil), tiende ahora cada vez más a disociarse mediante
como la que practican las empresas, está en el origen lo que se denomina «empresa red», que se articula a
de una auténtica lucha de todos contra todos, destruc- escala continental o planetaria y conecta segmentos de
tora de todos los valores de solidaridad y humanidad y producción, saberes tecnológicos, redes de comunica-
que alcanza, a veces, una violencia sin límites. Los que ción y circuitos de formación dispersos por lugares
deploran el cinismo que caracteriza, en su opinión, a muy alejados unos de otros.
los hombres y las mujeres de nuestra época, no debe- Al facilitar u organizar la moúlidad del capital y la
rían omitir relacionarlo con las condiciones económi- «deslocalización» hacia los países con sala~ios más ba-
cas y sociales que lo favorecen o lo exigen y que lo re- jos, donde el coste del trabajo es más reducido, se ha
compensan. favorecido la extensión de la competencia entre los
Así pues, la precariedad laboral actúa directamente trabajadores a escala mundial. La empresa nacional (v,
sobre quienes la padecen (y a quienes incapacita de a veces, nacionalizada), cuyo territorio de con1petencia
f hecho, para movilizarse) e indirectamente sobre todos iba unido, más o menos estrictamente, al tenitorio na-
los demás, por el temor que provoca y que explotan de cional, y que se disponía a conquistar unos mercados
manera metódica las estrategias de la precarizació11, en el extranjero, ha cedido el paso a la empresa multi-
como la introducción de la famosa «flexibilidad», que, nacional, lo que hace que los trabajadores ya no com-
evidentemente, se inspira tanto en razones políticas pitan exclusivamente con sus compatriotas o, como
como económicas. Se e1npieza, pues, a sospechar que los demagogos pretenden hacer creer, con los extranje-
la precariedad laboral no es el producto de una fátali- ros implantados en el territorio nacional. que, eviden-
dad económica, identificada con la famosa «mundiali- temente, son, en realidad, las primeras víctimas de la
zación», sino de una voluntad politica. La empresa precariedad laboral, sino con trabajadores de la otra
«flexible» explota en cierta manera de forma delibera- punta del mundo que están obligados a aceptar sala-
da una situación de inseguridad que contribuye a re- rios miserables. \
forzar: intenta rebajar sus costes, pero también hacer La precariedad laboral se inscribe en un modo de
posible esa rebaja colocando al trabajador en peligro dominación de nuevo cuño, basado en la institución de

124 125
un estado generalizado y permanente de inseguridad política.· Puede proponerse como finalidad inicial, al
que tiende a obligar a Jos trabajadores a la sumisión, a igual que la acción caritativa, o caritativa-militante,
la aceptación de la explotación. Para caracterizar ese estimular a las vfctimas de la explotación, todos los
modo de dominación, que, aunque en sus efectos se precarios actuales y potenciales, a trabajar en común
parezca muchísimo al capitalismo salvaje de los oríge- contra los efectos destructores de la precariedad (ayu-
nes, carece por completo de precedentes, alguien ha dándolos a vivir, a «aguantan> y a aguantarse, a salvar
propuesto aquí el concepto, a un tiempo muy perti- su dignidad, a resistir a la desestmcturación, a la de-
nente y muy expresivo, de flexplotación. La palabra gradación de la propia imagen, a la alienación) y, so-
evoca perfectamente esa gestión racional de la insegu- bre todo, a movilizarse, a escala i11temaci01zal, es decir,
ridad, que, al instaurar, especialmente a través de la al mismo nivel en que se ejercen los efectos de la po-
manipulación concertada del espacio de producción, lítica de precarización, para combatir esa política v
la competencia entre los trabajadores de los países con neutralizar la competitividad que tiende a instaurar
las conquistas sociales más importantes y las resisten- entre los trabajadores de los diferentes países. Pero
cias sindicales mejor organizadas -características vin- también puede intentar arrancar a los trabajadores de
culadas a un territorio y a una historia nacionales- Y la lógica de las luchas antiguas que, basadas en la rei-
los trabajadores de los países menos avanzadas social- vindicación del trabajo o de una mejor remuneración
mente, rompe las resistencias y consigue la obediencia de ese trabajo, aprisionan en el trabajo y en la explota-
y la sumisión mediante mecanismos en apariencia na- ción (o la flexplotación) que permite. Eso podría conse-
turales, que alcanzan por sí mismos su propia justifi- guirse mediante una redistribución del trabajo (gra-
cación. Las sumisas disposiciones que produce la pre- cias a una sustancial reducción de la semana laboral a
cariedad laboral son la condición de una explotación escala europea), redistribución inseparable de una re-
cada vez más «lograda>>, basada en la división entre los definición de la distribución entre el tiempo de pro-
que, cada vez más numerosos, no trabajan y los que, ducción y el tiempo de reproducción, el reposo y el
cada vez más escasos, trabajan pero trabajan cada vez ocio.
más. Así pues, me parece que lo que se ha presentado Revolución que debería comenzar por el abandono
como un régimen económico regido por las leyes infle- de la visión mezquinamente calculadora e individualis-
xibles de una especie de naturaleza social es, en reali- ta que reduce los agentes a unos calculadoreS ocupa-
dad, un régimen político que sólo puede instaurarse dos en resolver unos problemas y unos problemas es-
con la complicidad activa o pasiva de los poderes di- trictamente económicos, en el sentido más mezquino
rectamente políticos. de la palabra. Para que el sistema económico funcione,
En contra de ese régimen político, cabe la lucha es preciso que los trabajadores contribuyan a ello con

126 127
EL MOVIMIENTO DE LOS PARADOS,
sus propias condiciones de producción y reproduc-
ción, pero también deben hacerlo las condiciones de UN MILAGRO SOCIAL 1
funcionamiento del propio sistema económico, co-
menzando por su fe en la empresa, en el trabajo, en la
necesidad del trabajo, etcétera. Cosas todas ellas que
los economistas ortodoxos excluyen a priori de su con-
tabilidad abstracta y mutilada para dejar tácitamente
la responsabilidad de la producción y la reproducción
de todas las condiciones económicas y sociales ocultas
del funcionamiento de la economía, tal y como la co-
El movimiento de los parados es un acontecimien-
nocen, a los individuos o, paradójicamente, al Estado,
to excepcional y extraordinario. Al contrario de lo que
cuya destrucción, por otra parte, predican.
nos repiten una y otra vez los diarios escritos y habla-
dos, esta excepción f'rancesa es algo de lo que podemos
Grenoble, diciembre de 1997
sentirnos orgullosos. En efecto, todos los trabajos
científicos han mostrado que el paro destruye lo que
toca, que aniquila las defensas y las disposiciones sub-
versivas de quienes lo padecen. Si esa especie de fatali-
dad ha podido ser burlada, ha sido gracias al trabajo
incansable de individuos y asociaciones que han esti-
mulado, apoyado y organizado el movimiento. Y no
puedo dejar de considerar extraordinario que los res-
ponsables políticos de izquierdas y los sindicatos de-
nuncien la manipulación (volviendo al discurso patro-
nal original contra los nacientes sindicatos) allí donde
deberían reconocer las virtudes del trabajo militante,
sin el cual sabemos perfectamente que jamás habría
existido nada semejante a un movimiento social. Por

l. Intervención del17 de enero de 1998, con motivo de la ocu-


pación de la Escuela Normal Superior por los parados.

128 129
mi parte, quiero expresar mi admiración y mi gratitud Además, el paro y los parados obsesionan al traba-
-tanto más notables cuanto su empeño me ha pareci- jo y a los trabajadores. Temporeros, contratados por
do muchas veces desesperado- hacia todos aquellos obra, suplentes, intermitentes, contratados por un pe-
que, en los sindicatos y las asociaciones reunidas en el ríodo determinado, interinos de la industria, del co-
seno de los Estados Generales del Movimiento Social, mercio, de la educación, del teatro o del cine, pese a
han hecho posible Jo que constituye claramente un mi- las inmensas diferencias que pueden separarlos de los
lagro social cuyas virtudes y beneficios veremos multi- parados, y también entre sí, viven con el miedo al paro
plicarse con el tiempo. y, muchas veces, bajo la amenaza del chantaje que éste
La primera conquista de ese movimiento es el pro- permite ejercer sobre ellos. La precariedad laboral per-
pio movimiento, su propia existencia: saca a los para- mite nuevas estrategias de dominación y explotación,
dos y, con ellos, a todos los trabajadores precarios, basadas en el chantaje del despido, que se ejerce ac-
cuyo número aumenta cada día, de la invisibilidad, el tualmente sobre toda la jerarquía, en las empresas pri-
aislamiento, el silencio, en pocas palabras, de la inexis- vadas e incluso públicas, y que hace pesar sobre el
tencia. Al reaparecer a la luz del día, los parados de- conjunto del mundo del trabajo y, muy especialmente,
vuelven la existencia y un cierto orgullo a todos los sobre las empresas de producción cultural, una censu-
hombres y mujeres a los que, como ellos, el no empleo ra aplastante, que impide la movilización y la reivindi-
relega habitualmente al olvido y la vergüenza. Pero ha- cación. La degradación generalizada de las condicio-
cen recordar, sobre todo, que uno de los fundamentos nes de trabajo se ha hecho posible, o incluso se ha
del orden económico y social es el paro masivo y la visto favorecida, por el paro, y el hecho de que tantos
amenaza que hace pesar sobre todos los que siguen te- franceses se sientan y se manifiesten solidarios de una
niendo trabajo. Lejos de quedarse encerrados en un lucha como la de los parados es porque lo saben, aun-
movimiento egoísta, afirman que, aunque existan, sin que sea confusamente. Ésta es la razón de que pueda
duda, diversas clases de parados, las diferencias entre afirmarse, sin jugar con las palabras, que la moviliza-
ellos no son radicalmente distintas de las que separan ción de aquellos cuya existencia constituye, sin duda,
a los parados de los trabajadores precarios. Realidad el factor principal de la desmovilización es el más ex-
Fundamental que se corre el riesgo de olvidar, y de ha- traordinario estímulo para la movilización, para la
cer olvidar, si se hace hincapié solamente en las reivin- ruptura con el fatalismo político.
dicaciones de «Categoría» (¡si se puede decir así!) de El movimiento de los parados franceses constituye
los parados, que sirven para separarles de los trabaja- también un llamamiento a todos los parados y trabaja-
dores y, en especial, de los más precarios, que pueden dores precarios de toda Europa: ha aparecido una idea
sentirse olvidados. subversiva nueva, y puede convertirse en un instru-

130 131
mento de lucha del que cada movimiento nacional EL INTELECTUAL NEGATIV0 1
puede aprovecharse. Los parados recuerdan a todos
los trabajadores que están vinculados con ellos: que
los parados cuya existencia pesa tanto sobre ellos y so-
bre sus condiciones de trabajo son el producto de una
política; que una movilización capaz de superar las
fronteras que separan, en el interior de cada país, a los
trabajadores de los no trabajadores y, por otra parte,
las que separan al conjunto de los trabajadores y no
trabajadores de un determinado país de los trabajado-
res y no trabajadores de los demás países podría con- Todos los que han trabajado, día tras día, durante
trarrestar la política que hace que los no trabajadores años, para recibir a los refugiados argelinos, escuchar-
puédan condenar al silencio y la resignación a los que los, ayudarles a redactar sus curriculum vitae y a reali-
gozan del inseguro «privilegio>> de tener un trabajo zar gestiones en los ministerios, acompañarlos ante los
más o menos precario. tribunales, escribir cartas a las instituciones administra-
tivas, representarlos ante las autoridades responsables,
París, enero de 1998 solicitar visados, autorizaciones, permisos de residen-
cia, que se han movilizado, desde junio de !993, desde
los primeros asesinatos, no sólo para aportar toda la
ayuda y protección que era posible, sino para intentar
informarse e informar; comprender y hacer comprender
una realidad compleja, y que han luchado, incansable-
mente, por medio de intervenciones jurídicas, conferen-
cias de prensa, artículos en los periódicos, para alejar la
crisis argelina de las visiones unilaterales, todos los inte-
lectuales de todos los países que se han unido para com-
batir la indiferencia o la xenofobia, para reclamar el res-
peto a la complejidad del mundo desentrañando las
confusiones, deliberadamente alimentadas por algunos,

1. Este texto, escrito en enero de 1998, estaba inédito.

132 133
han descubierto de repente que todos Jos esfuerzos po- baja estofa simbólica, antítesis absoluta de todo lo que
dían quedar destruidos, aniquilados, por dos artículos, define al intelectual -la libertad con respecto a los po-
un mitin y un programa de televisión. deres, la crítica de los tópicos, la demolición de las al-
Dos artículos 1 escritos al término de un viaje con es- ternativas simplistas, la restitución de la complejidad
colta, programado, señalizado y vigilado por las autori- de los problemas-, ser consagrado por los periodistas
dades o el ejército argelinos, publicados en el diario como intelectual de pleno derecho.
francés más importante, aunque atiborrados de bana- Y, sin embargo, conozco a toda clase de personas
lidades y errores y totalmente orientados hacia una que, aunque sepan perfectamente todo eso, por haber-
conclusión simplista, adecuada para satisfacer la com- se enfrentado cien veces a esas fuerzas, recomenzarán,
pasión superficial y el odio racial, maquillada de indig- cada uno en su momento y con sus medios, a empren-
nación humanista. Un mitin «unanimista» que reagru- der unas acciones sobre las que siempre pende la ame-
paba a toda la flor y nata de la intelligentsia mediática y naza de que sean destruidas por un informe rutinario,
la clase política, desde el liberal integrista al ecologista superficial o malintencionado, o de que se apoderen
oportunista, pasando por la «pasionaria» de los «erra- de ellas, en caso de éxito, los oportunistas y los conver-
dicadores». Un programa de televisión absolutamente sos de última hora, que se obstinarán en escribir pun-
tendencioso bajo una apariencia de neutralidad. Y ya tualizaciones, refutaciones o desmentidos condenados
se le ha dado la vuelta a la tortilla. El contador vuelve a a ser recubiertos por el oleaje ininterrumpido de la
ponerse a cero. El intelectual negativo ha cumplido su cháchara mediática, convencidos de que, como ha de-
papel: ¿quién querrá llamarse solidario de un hatajo de mostrado el movimiento de los parados, culminación
degolladores, violadores y asesinos, sobre todo cuando de un trabajo oscuro y a veces tan desesperado que
se trata de gentes calificadas, alegremente, de «locos aparece como una especie de arte por el arte de la polí-
del islam», envueltos en el nombre maldito de islamis- tica, es posible, con el paso del tiempo, hacer avanzar
mo, condensación de todos los fanatismos orientales, un poco, y sin retroceso, la roca de Sísifo.
pintiparado para conceder al desprecio racial la coarta- Porque, mientras pasaba ese tiempo, unos «respon-
da indispensable de la legitimidad ética y laica? sables>> políticos hábiles para neutralizar los movi-
Para plantear el problema en términos tan carica- mientos sociales que contribuyeron a auparlos al po-
turescos, no es necesario ser un genio. Sin embargo, der, seguían dejando a millares de «indocumentados>>
ello le ha valido al responsable de esa operación de sumidos en el temor o los devolvían sin miramientos
al país del que habían huido, y que podía ser Argelia.
l. Referencia a dos artículos de Bemard-Henri Lévy, apareci-
dos en Le Mo11de. París, enero de 1998

134 135
-,
EL NEOLIBERALISMO, UTOPÍA (EN VÍAS beradamente selectiva de lo real): la misma que, en
DE REALIZACIÓN) DE UNA EXPLOTACIÓN 1 nombre de una concepción tan mezquina como estricta
ILIMITADA \ de la racionalidad identificada con la racionalidad indi-
1
vidual, consiste en dejar en suspenso las condiciones
i económicas y sociales de los dispositivos racionales (y,
en especial, de la disposición calculadora aplicada a las
cosas económicas que está en el fundamento de la vi-
sión neoliberal) y de las estructuras económicas y socia-
les que son la condición de su ejercicio, o, más exacta-
mente, de la producción y la reproducción de esas
¿El modelo económico es realmente, como pretende disposiciones y esas estructuras. Basta con pensar, para
el discurso dominante, un orden puro y perfecto, que dar una idea de la omisión, en el sistema de la enseñan-
desarrolla de modo implacable la lógica de sus conse- za, que jamás es tomado en consideración como tal en
cuencias previsibles y está dispuesto a reprimir todas una época en que desempeña un papel decisivo, tanto
las carencias mediante las sanciones que inflige, sea de en la producción de bienes y servicios como en la pro-
manera automática, sea, más excepcionalmente, me- ducción de productores. De esta especie de pecado ori-
diante la intervención de su brazo armado, el FMI o la ginal, inscrito en el mito walrasiano de la «teoria pura»,
OCDE, y las políticas drásticas que imponen, disminu- se desprenden todas las carencias y todos los incumpli-
ción del coste de mano de obra, reducción de los gastos mientos de la disciplina económica, y la fatal obstina-
públicos y flexibilización del trabajo? ¿Y si sólo fuera, ción con que se aferra a la oposición arbitraria que hace
en realidad, la puesta en práctica de una utopía, el neo- existir, por su mera existencia, entre la lógica propia-
liberalismo, convertida de ese modo en programa políti- mente económica, basada en la concurrencia y portado-
co, pero una utopía que, con la ayuda de la teoría eco- ra de eficacia, y la lógica social, sometida a la regla de la
nómica en la que se ampara, llega a pensarse como la equidad.
descripción científica de lo real? Una vez dicho esto, esa «teotia», originariamente de-
Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática, socializada y deshistorizada, tiene, hoy más que nunca,
basada, desde su origen, en una formidable abstracción los medios para llegar a ser verdadera, empíricamente
(que no se reduce, como pretenden creer los economis- verificable. En efecto, el discurso neoliberal no es un
tas que defienden el derecho a la inevitable abstracción, discurso como los demás. A la manera del discurso psi-
al efecto, constitutivo de cualquier proyecto científico, quiátrico en el manicomio, según Erving Goffman, es
de la construcción de un objeto como aprehensión deli- un <<discurso fuerte», fuerte y difícil de combatir, porque

136 137
cuenta a su favor con todas las fuerzas de un mundo de
1 ahí resulta; colectivos de de(ensa de los derechos de los
relaciones de fuerza que contribuye a que sea tal cual 1
trabajadores, sindicatos, asociaciones, cooperativas; fa-
es, especialmente orientando las opciones económicas milia incluso, que, mediante la constitución de merca-
de los que dominan las relaciones económicas y aña- dos por categorías de edad, pierde una parte de su con-
diendo así su fuerza propia, típicamente simbólica, a trol sobre el consumo. Al extraer su fuerza social de la
esas relaciones de fuerza. 1 En nombre de ese programa fuerza politicoeconómica de aquellos cuyos intereses
científico de conocimiento, convertido en programa po- expresa, accionistas, operadores financieros, indusuia-
lítico de acción, se realizó un inmenso trabajo político les, políticos conservadores o socialdemócratas conver-
(negado, ya que, al parecer, es puramente negativo) ten- tidos a los abandonos tranquilizadores del laisser-faire,
dente a crear las condiciones de realización y funcio- altos funcionarios de las finanzas, que pueden empeci-
namiento de la «teoria»; un programa de destrucción narse en imponer una política que predique su propia
metódica de los colectivos (la economía neoclásica sólo desaparición porque, a diferencia de los cuadros de las
queria saber de los individuos, ya se tratara de empre- empresas, no corren el menor riesgo de pagar eventual-
sas, sindicatos o familias). mente sus consecuencias, el programa neoliberal tiende
El movimiento, facilitado por la política de desorden globalmente a ensanchar la brecha entre la economía y
financiero, hacia la utopía neoliberal de un mercado las realidades sociales y a construir así, en realidad, un
puro y perfecto, se realizó mediante la acción transfor- sistema económico conforme a la descripción teórica,
madora y, es imprescindible decirlo, destructora de to- es decir, una especie de técnica lógica, que se presenta
das las medidas políticas (la más reciente de las cuales como una cadena de constreñimientos que arrastra a
es el AMI, Acuerdo Multilateral sobre la Inversión, des- los agentes económicos.
tinado a proteger a las empresas extranjeras y a sus in- La mundialización de los mercados financieros, uni-
versiones contra los Estados nacionales), y que se pro- da al proceso de las técnicas de información, asegura
pone cuestionar todas las estructuras colectivas capaces una movilidad sin precedentes de los capitales y da a los
de obstaculizar la lógica del mercado puro: nación, cuyo inversores (o accionistas) preocupados por sus intereses
margen de maniobra no deja de disminuir; grupos de inmediatos, es decir, por la rentabilidad a corto plazo de
trabajo, con, por ejemplo, la individualización de los sa- sus inversiones, la posibilidad de comparar en todo
larios y las carreras en función de las competencias in- momento la rentabilidad de las mayores empresas y
dividuales y la atomización de los trabajadores que de sancionar, por consiguiente, los fracasos relativos. Las
propias empresas, colocadas bajo esa amenaza perma-
l. E. Goffman, Asiles. Études sur la condition sociale des mala- nente, tienen que ajustarse de manera cada vez más rá-
des 111e11taux, Éd. de Minuit, París, 1968. pida a las exigencias de los mercados, so pena de «per-

138 139
der>>, como se dice, la «confianza de los mercados», y tribuyen a abolir.las referencias y las solidaridades co-
con ello el apoyo de los accionistas que, preocupados lectivas.'
por conseguir una rentabilidad a corto plazo, son cada La institución práctica de un mundo darván.iano que
vez más capaces de imponer su voluntad a los mana- descubre las motivaciones de la adhesión al trabajo y a
gers, de fijarles unas normas, mediante las direcciones la empresa en la inseguridad, el sufrimiento y el estrés'
financieras, y orientar sus políticas en materia de con- no podria, sin duda, haber ttiunfado de manera tan
tratación, empleo y salario. Así se instaura el reinado completa de no haber encontrado la complicidad de los
absoluto de la flexibilidad, con la contratación por obra hábitos precarizados que produce la insegutidad y no ha-
o interina y la constante repetición de «planes de sanea- ber dispuesto de la existencia, a todos los niveles de la je-
miento», así como con la instauración, en el seno mis- rarquía, sin excluir los más elevados, especialmente en-
mo ele la empresa, ele la concurrencia entre filiales autó- tre los mandos intermedios, de un ejército de resen-'a de
nomas, entre equipos obligados a la polivalencia, y, mano de obra domada por la precarizació11 y por la ame-
finalmente, entre individuos, a través de la individuali- naza permanente del pru·o. El fundamento último de
zación de la relación salarial; establecimiento de objeti- todo ese orden económico situado bajo la invocación de
vos individuales; instauración de entrevistas individua- la libertad de los individuos es, en efecto, la violwcia es-
les de evaluación; aumentos individualizados de los tructural del paro, la precariedad y el miedo que inspira
salarios o concesión de primas en función de la compe- la amenaza del despido: la condición del funcionamiento
tencia y el mérito individuales; carreras individualiza- «armonioso» del modelo microeconómico indi,~dualista
das; estrategias ele «responsabilización» que tienden a y el principio de ]a «motivación» individual para el tra-
asegurar la autoexplotación ele determinados mandos bajo residen, en último término, en un fenómeno de ma-
iptermedios que, simples asalariados bajo fuerte depen- sas, la existencia de un ejército de reserva de parados.
dencia jerárquica, son considerados, al mismo tiempo, Ejército que, por otra parte, no lo es, ya que el paro aísla,
responsables de sus ventas, sus productos, su sucursal, atomiza, individualiza, desmoviliza e insolidatiza.
su almacén, etcétera, como si fueran «independientes»;
exigencia del «autocontroh, que amplía la «implica- l. Cabe consultar, sobre todo eso, los dos números de Acres de
ción» ele los asalariados, ele acuerdo con las técnicas del la recherche e11 sciences sociales dedicado a las <•Nouvelles formes de
«managemenl participativo», mucho más allá de lo que domination dans le tt'availn (l y 2). 114, septiembre de 1996, y 115,
diciembre de 1996, y, muy especialmente, a la introducción de Ga-
se exigiría ele los mandos intermedios. Todas estas téc-
briclle Balazs y Michd Pialoux, <<Cris~:.• du lrm·nil el crise du politi-
nicas de sujeción racional, que imponen la superimpli- que''• 114, pp. 3-4.
cación en el trabajo, y no sólo de quienes tienen puestos 2. C. Dejours, Sollfti·m¡ce e11 Fram:e. La ba11alisatio11 de l'injusri-
ele responsabilidad, así como el trabajo sin respiro, con- ce socia/e, Éd. du Seuil, París, 1997.

140 141
Esta violencia estructural pesa también sobre lo que «tecnificada» entre los mandos intermedios o los «técni-
se llama el contrato (sabiamente racionalizado y desrea- cos» y los simples obreros o los peones, nuevos parias
lizado por la «teoría de los contratos»). El discurso em- del orden industrial. La generalización de la electrónica,
presarial jamás ha hablado tanto de confianza, coopera- la informática y las exigencias de calidad, que obliga a
ción, lealtad y cultura de empresa como en una época todos los .asalariados a nuevos aprendizajes y perpetúa
en la que se consigue la adhesión de cada instante ha- en la empresa algo equivalente a los exámenes escola-
ciendo desaparecer todas las garantías temporales (las res, tiende a acompañar la sensación de inseg¡,uidad de
tres cuartas partes de las contrataciones son tempora- otra sensación, sabiamente mantenida por la jerarquía,
les, el porcentaje de empleos precarios no cesa de au- de indignidad. El orden profesional y, detrás de él, todo
mentar, el despido individual tiende a dejar de estar so- el orden social, parece basado en un orden de las «com-
metido a cualquier restricción). Adhesión que, por otra petencias» o, peor aún, de las «inteligencias». Más qui-
parte, sólo puede ser insegura y ambigua, porque la pre- zás que las manipulaciones técnicas de los infmmes la-
cariedad, el miedo al despido y la reducción de plantilla borales y las estrategias especialmente prepar-adas con
pueden, al igual que el paro, engendrar la angustia, la vista a conseguir la sumisión y la obediencia, que son
desmoralización o el conformismo (otras tantas taras objeto de una atención incesante y una reinvención per-
que la literatura gestionaría verifica y deplora). En ese manente, más que la enorme inversión en personal,
mundo sin inercia, sin principio inmanente de continui- tiempo, investigación y trabajo que supone la invención
dad, los dominados están en la posición de las criaturas continua de nuevas formas de gestión de la mano de
en un universo cartesiano: penden de la decisión arbi- obra y nuevas técnicas de mando. es la creencia en las
traria de un poder responsable de la «creación conti- jerarquías de las competencias escolarmente gar-antiza-
nuada» de su existencia, como lo demuestra y lo recuer- das lo que sustenta el orden v la disciplina en la empre-
da la amenaza del cierre de las fábricas, la retirada de sa privada, así con1o, cada vez n1<:1s, en la ft.mción públi-
las inversiones y la deslocalización. ca: obligados a pensarse en relación con la gmn nobleza
El sentimiento profundo de inseguridad e incerti- de escuela, destinada a las tareas de mando, y con la pe-
dumbre sobre el futuro y sobre uno mismo que afecta a queña nobleza de los empleados v de los técnicos enca-
todos los trabajadores, de ese modo precarizados, debe sillados en las tareas de ejecución. y en una situación de
su colaboración especial al hecho de que el principio de permanente provisionalidad, por estar siempre obliga-
división entre los que han sido empujados al ejército de dos a demostrar su sabe1; los trabajadores condenados a
reserva y los que trabajan parece residir en la cmnpeten- la precariedad y la inseguridad de un empleo incesante-
cia escolannenle garantizada, que aparece también en el mente en el aire y amenazados con ser relegados a la in-
principio de las divisiones, en el seno de la empresa dignidad del paro sólo pueden concebir una imagen de-

142 143
sencantada tanto de sí mismos vistos en cuanto indivi- y que predican la subordinación de los Estados nacio-
duos como de su grupo; en otros tiempos objeto de or- nales a las exigencias de la libertad económica para los
gullo, arraigado en unas tradiciones y dotado de todo dueños de la economía, con la supresión de todas las re-
un patrimonio técnico y político, el grupo obrero, caso glamentaciones sobre todos los mercados, comenzando
de que siga existiendo como tal, está condenado a la por el de trabajo, la supresión de los déficit y la infla-
desmoralización, la desvalorización y la desilusión polí- ción, la privatización generalizada de los servicios pú-
tica, que se expresa en la crisis del militantismo o, mu- blicos, la reducción de los gastos públicos y sociales.
cho peor, en la adhesión desesperada a las tesis del ex- Sin compartir necesariamente los intereses económi-
tremismo fascistoide. cos y sociales de los auténticos creyentes, los economis-
Así vemos cómo la utopía neoliberal tiende a encar- tas tienen bastantes intereses específicos en el campo
narse en la realidad de una especie de máquina infernal, de la ciencia econón1ica para aportar una contlibución
cuya necesidad se impone a los propios dominadores, a decisiva, sean cuales sean sus estados de ánimo respec-
veces sacudidos, como George Soros, y tal o cual presi- to a los efectos económicos v sociales de la utopía que
dente de un fondo de pensiones, por la inquietud de los visten de razón n1aten1ática. a la producción y la repro-
efectos destructores del imperio que ejercen y empuja- ducción de la fe en la utopía neoliberal. Separados por
dos a acciones compensatorias inspiradas en la misma toda su existencia y especialmente toda su formación
lógica que quieren neutralizar, como las generosidades intelectual, las más de las veces meramente abstracta, li-
a lo Bill Gales. Al igual que el marxismo en otros tiem- bresca y teórica, del mundo económico y social tal
pos, con el cual, desde ese punto de vista, tiene muchos como es, son, como en otros tiempos en el terreno de la
puntos comunes, esta utopía suscita una formidable ad- filosofia, especialmente propensos a confundir las cosas
hesión, la free trade faith, no sólo en los que viven de ella de la lógica de las cosas. Confiados en modelos que
materialmente, como los financieros, los patronos de prácticamente nunca han tenido ocasión de someter a
grandes empresas, etcétera, sino también en quienes sa- la prueba de la verificación experimental, propensos a
can de ella las justificaciones de su existencia, como los menospreciar las conquistas de las demás ciencias his-
altos funcionarios y los políticos que sacralizan el poder tóricas, en las que no reconocen la pureza y la trans-
de los mercados en nombre de la eficacia económica, parencia cristalina de sus juegos n1aten1áticos, y cuya
que exigen la supresión de las barreras administrativas auténtica necesidad y profunda complejidad son a me-
o políticas que impiden a los poseedores de capitales la nudo incapaces de entendet~ participan y colaboran en
búsqueda puramente individual de la maximización del un formidable cambio económico y social que, aunque
beneficio individual instituida en modelo de racionali- algunas de sus consecuencias puedan horrorizados (son
dad, que quieren unos bancos centrales independientes, capaces de cotizar al partido socialista y dar sensatos

144 145
consejos a sus representantes en las instituciones de tinacionales, Daewoo o Toyota, o tivalizan en sonrisas:-:
poder), no les disgusta completamente porque, aun a guiños de comprensión ante un Bill Gates.
riesgo de algunos fracasos, imputables especialmente ¿Cabe esperar que la masa extraordinaria de sufri-
a lo que llaman «burbujas especulativas», tiende a ha- miento que produce en el régimen politicoeconómico
cer realidad la utopía ultraconsecuente (como algunas esté un día en el principio del movimiento capaz de de-
formas de locura) a la que dedican su vida. tener la carrera al abismo? En realidad, nos hallamos
Y, sin embargo, el mundo está ahí, con los efectos ante una extraordinaria paradoja: mientras que los obs-
inmediatamente visibles de la puesta en práctica de la táculos encontrados en el camino de la realización del
gran utopía neoliberal y el sufrimiento de una parte nuevo orden, el del individuo aislado, pero libre, se con-
cada vez mayor de las sociedades más avanzadas econó- sideran actualmente imputables a las rigideces y los ar-
micamente, el incremento extraordinario de las diferen- caísmos, y cualquier intervención directa y consciente.
cias entre las rentas, la desaparición progresiva de los por lo menos cuando procede del Estado, por muchos
universos autónomos de producción cultural, cine, edu- rodeos que dé, está desacreditada de antemano, so pre-
cación, etcétera, y por consiguiente, con el tiempo, de texto de que está inspirada por funcionmios que obede-
los productos culturales, debido a la intrusión creciente cen a sus propios intereses y desconocen los intereses
de los criterios comerciales, pero también, y sobre todo, de los agentes económicos, y condenada, por tanto, a
la destrucción de todas las instituciones colectivas capa- esfumarse en favor de un mecanismo puro y anónimo,
ces de contrarrestar los efectos de la máquina infernal, el mercado (del que se olvida que también es el lugar de
y, en primer lugar, del Estado, depositario de todos los ejercicio de intereses), es, en realidad, la permanencia o
valores universales asociados a la idea de lo público, y la la supervivencia de las instituciones y de los agentes del
imposición, sobre todo en las altas esferas de la econo- antiguo orden en vias de desmantelamiento, y todo el
mía y el Estado, o en el seno de las empresas, de esa es- trabajo de todas las categorías de trabajadores sociales,
pecie de darwinismo moral que, con el culto del wilmer, y también todas las solidaridades sociales, familim-es o
formado en las matemáticas superiores y el arribismo, de cualquier tipo, lo que hace que el orden social no se
instaura la lucha de todos contra todos y el cinismo hunda en el caos pese al volumen creciente de la pobla-
corno normas de todas las prácticas. Y el nuevo orden ción precarizada. La transición hacia el «liberalismo» se
moral, basado en la inversión de todas las tablas de va- realizó de manera insensible y, por lo tanto, impercepti-
lores, se afirma en el espectáculo, complacientemente ble ' corno la deriva de los continentes, .v ocultó así a las
difundido por los medios, de los más altos representan- miradas sus efectos más terribles a largo plazo. Efectos
tes del Estado, que, rebajando su dignidad estatutaria, que también son disimulados, paradójicamente, por las
multiplican sus encuentros con los patronos de las mul- resistencias que suscita, a partir de ahora, por parte de

146 147
r
1
los que defienden el orden antiguo buscando en los reacciones defensivas suscitadas por unas acciones con-
recursos que ocultaba, en los modelos juridicos o prác- servadoras que ellos describen como revolucionarias; y
ticos de asistencia y solidaridad que proponía, en los condenan como defensa arcaica y retrógrada de «privi-
habitus que favorecía (entre las enfermeras, las insti- legios» reivindicaciones o revueltas que arraigan en la
tuciones de asistencia sociales, etcétera), en suma, en invocación de los derechos adquiridos, es decir, en un
las reservas de capital social que protegen a una par- pasado amenazado de degradación o destiucción por
te del orden social actual de la caída en la anomia. (Ca- sus medidas regresivas, las más ejemplares de las cuales
pital que, si no es renovado y reproducido, está con- son el despido de los sindicalistas o, más radicalmente,
denado a la extinción, pero cuyo agotamiento no es in- de los veteranos, conservadores de las tradiciones del
minente.) grupo.
Pero estas mismas fuerzas de «conservación», que es Así pues, si cabe conservar alguna esperanza razona-
demasiado fácil tratar como fuerzas conservadoras, ble, reside en que siguen existiendo en las instituciones
también son, en otro aspecto, fuerzas de resistencia a la estatales, así como en las disposiciones de los agentes
instauración del nuevo orden, y pueden llegar a ser (especialmente los más vinculados a esas instituciones.
fuerzas subversivas, siempre que, en especial, se sepa como la pequeña nobleza de Estado), fuerzas que, bajo
llevar la lucha propiamente simbólica contra el incesante la apariencia de limitarse a defender, como se les repro-
trabajo de los «pensadores» neoliberales para desacredi- cha inmediatamente, un orden desaparecido y los «pti-
tar y descalificar la herencia de palabras, tradiciones y vilegios>> correspondientes, tienen que trabajar, en reali-
representaciones asociadas a las conquistas históricas dad, para resistir a la prueba, en im·entar y construir un
de los movimientos sociales del pasado y el presente; a orden social que no tenga como ley exclusiva la búsque-
condición también de que se sepa defender las institu- da del interés egoísta y la pasión individual del benefi-
ciones correspondientes, derecho al trabajo, asistencia cio, y que deje lugar a unos cokctivos orientados hacia
social, seguridad social, etcétera, contra la voluntad de la búsqueda racional de fines colectimllle/1te elaborados r
devolverlos al arcaísmo de un pasado superado o, peor aprobados. Entre esos colectivos, asociaciones, sindica-
aún, de convertirlos, en contra de toda verosimilitud, en tos, partidos, hay que otorgar un lugar especial al Esta-
privilegios inútiles o inaceptables. No es un combate fá- do, Estado nacional o, mejor aún, supranacional, es de-
cil, y tampoco es extraño que haya que conducirlo en cir, europeo (etapa hacia un Estado mundial), capaz de
frentes trastocados. Inspirándose en una intención pa- controlar e imponer eficazmente los beneficios realiza-
radójica de subversión orientada hacia la conservación o dos en los mercados financieros; capaz también, y sobre
la restauración, los revolucionarios conservadores se todo, de contrarrestar la acción destructora que estos
empeñan en convertir en resistencias reaccionarias las últimos ejercen, con la ayuda de los sindicatos, la elabo-

148 !49
ración y la defensa del interés público que, quiérase o REFERENCIAS CITADAS
no, jamás saldrá, ni siquiera a costa de alguna falsedad
en escritura matemática, de la visión de contable (en
otros tiempos se habria dicho de «tendero») que la nue-
va creencia presenta como la forma suprema de la reali-
zación humana.

París, enero de 1998

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152 !53
ÍNDICE

Al lector ................................. . 7
La mano izquierda v la mano derecha del Estado 11
Sollers tal como es . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
La suerte de los extranjeros como piedra de toque 27
Los abusos de poder que se valen de la razón o se
amparan en ella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
La voz del ferroviario ...................... . 34
Contra la destrucción de una civilización 38
El mito de la «mtmdialización» y el Estado social
europeo ............................... . 43
Lo que piensa Tietmeyer ................... . 64
Los científicos, la ciencia econón1ica y el
movimiento social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Por un nuevo internacionalismo . . . . . . . . . . . . . . 83
La televisión, el periodismo y la política . . . . . . . 95
De nuevo sobre la televisión . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Esos «responsables» que nos declaran
irresponsables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Actualmente, la precariedad está en todas partes 120
El movimiento de los parados, un milagro social 129
El intelectual negativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
El neoliberalismo, utopía (en vías de realización)
de una explotación ilimitada . . . . . . . . . . . . . . . 136
Referencias citadas ....................... : . 151

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