Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen Texto
Resumen Texto
El Estado es el principal gerente de los derechos humanos consignados en un tratado, una función
esencial de estos es mostrar la dirección que debe ser seguida por los Estados para cumplir sus
compromisos. Desde esta perspectiva, tales indicadores constituyen el “puente entre el discurso de los
derechos humanos y del desarrollo.
Los indicadores de derechos humanos en población deben permitir medir –o constituir un proxi de– la
distancia que existe entre la formulación jurídica de los derechos y su expresión concreta en los países
que han suscrito los tratados.
Una ausencia de consenso se refleja en dos categorías, por una parte, indicadores cuantitativos, y por otra
parte, refiere a una noción más cualitativa. Además de estos indicadores, existen otras formas de clasificar
los indicadores de derechos humanos. Se distinguen cuatro tipos: a) indicadores basados en hechos de
violaciones de derechos humanos, b) indicadores socioeconómicos y otras estadísticas, c) encuestas de
opinión y percepción, y d) juicio de expertos.
En síntesis, los indicadores de derechos humanos corresponden a aquella información que puede ser
relacionada a las normas y estándares de derechos humanos, que dirige y refleja las preocupaciones y
principios de los DD.HH y que es utilizada para evaluar, monitorear y promover la protección de los
DD.HH. Esto incluye indicadores específicos de DD.HH, como otro socioeconómicos o sociodemográficos.
La carencia de un enfoque común constituye un problema para quienes desean construir un sistema de
indicadores de derechos humanos que sea simple, coherente y racional.
de plantea además la posibilidad y los alcances que tendría la implementación de la aplicación universal
de los indicadores. De esta manera lograr hacer comparaciones internacionales y puedan ser utilizados
independientemente del contexto, tal como lo son los DDHH.
1.4 Indicadores de derechos humanos e indicadores sociodemográficos y socioeconómicos.
Inicia planteando que no existe una correlación dada entre algún derecho humano vulnerado y la
negligencia del estado, y pone el ejemplo de la pobreza, en donde que algún sector de la población sea
pobre no necesariamente quiere decir que el estado esté vulnerando ese derecho ya que puede estar
haciéndose cargo con medidas, pero no que estas no sean suficientes. Luego plantea la diferencia entre
los indicadores de derechos humanos y los indicadores sociodemográficos, socioeconómicos o de
desarrollo. Se explaya diciendo que no existe literatura que sea clara en definir las diferencias, solo el
consenso de que los indicadores de DDHH deben ser capaces de observar la discriminación, y este es el
enfoque que deben poseer lo indicadores de desarrollo para poseer una nueva mirada en materia de
DDHH. Los de desarrollo persiguen metas, y los de derechos humanos se orientan a derechos.
La diferencia en la utilización de indicadores se basa en la intención, por lo que un indicador orientando su
enfoque puede ser utilizado como de DDHH o de desarrollo.
Tres pasos para facilitar la utilización de indicadores sociodemográficos: 1) identificar y establecer vínculos
entre información e indicadores disponibles con los documentos relevantes de DDHH 2) identificar las
dimensiones y configuración de indicadores que mejor reflejan los estándares y principios de los DDHH 3)
buscar desagregación de la información disponible a modo de poder observar logros y limitaciones de los
grupos vulnerables.
Consecuencias
A las consecuencias automáticas se les llama “efectos de estructura”, entre ellos destacan la feminización
(se produce por las diferencias de mortalidad entre hombres y mujeres), el sobreenvejecimiento (cada vez
es mayor el n° de personas que alcanza edades muy avanzadas) y el aumento de la dependencia (los
problemas de salud guardan una relación directa con la edad, aumento de la morbilidad).
La nueva pirámide poblacional también afecta otros ámbitos sociodemográficos. Las formas de
convivencia y las estructuras de los hogares son distintas en cada edad, de manera que la nueva pirámide
implica mayor peso de los hogares característicos de la vejez, con lo que disminuye el tamaño medio de
los hogares españoles.
Los cambios suelen verse con temor, pero sirven a menudo para prever graves problemas para las
pensiones, atención sanitaria, prestación de cuidados o la competitividad del mercado laboral.
La revolución reproductiva
El concepto de “transición demográfica” describe sólo el cambio sin explicar sus causas. La teoría de la
revolución reproductiva es un salto cualitativo en la eficiencia de los sistemas demográficos de los países
desarrollados y en vías de desarrollo.
Si entendemos la población humana como un sistema demográfico, esta se alimenta de nacimientos y de
inmigración, con lo que logra mantener su población. Se describen las poblaciones en términos de
“eficiencia reproductiva”, es decir, la relación entre los resultados que consigue y los elementos de
producción que requiere. Vistas así, las poblaciones humanas han sido siempre poco eficientes. Han
sacado un escaso rendimiento reproductivo alas nuevas vidas que traían al mundo.
La teoría de la transición demográfica se ha criticado por ser una mera generalización empírica, sin
capacidad explicativa. Sin embargo, describe un cambio trascendental para la humanidad. Lo que
incorpora la teoría de la revolución reproductiva es la atención a los cambios reproductivos entre
generaciones.
Desde un punto de vista demográfico, la eficiencia aumenta cuando se “democratiza” la supervivencia
generacional hasta edades umbrales para la reproducción. Es fundamental asegurar la supervivencia
mayoritaria hasta las edades fértiles. Además, la reproducción mejora si los progenitores viven el tiempo
necesario para completar la crianza de los hijos.
Las tradicionales pirámides jóvenes constituyen una expresión de atraso y de ineficiencia reproductiva, la
cual condiciona muchos ámbitos de las relaciones sociales.
La democratización de la vida hasta edades maduras supone cierto umbral de eficiencia, pues permite
criar mejor a los hijos. Asimismo, al aumentar la proporción de cada generación que sobrevive hasta
edades fértiles, puede disminuir la cantidad de hijos que debe tener cada uno para asegurar un
determinado volumen poblacional. Una circularidad de factores retroalimentados que conduce a la exitosa
y eficiente dinámica poblacional actual.
La situación en España
España parece un caso extremo de rápido crecimiento demográfico. Los indicadores generales de
natalidad son una ficción instrumental, que ignora otros determinantes que afectan la reproducción. El
crecimiento demográfico no es más que el resultado de una mejor manera de mantener las poblaciones
humanas, más eficiente en el rendimiento obtenido por cada nueva vida traída al mundo.
Conclusiones
El envejecimiento demográfico guarda una correlación casi perfecta con los niveles de riqueza y bienestar
internacionales, y no con la pobreza.
El cambio demográfico en España ha facilitado una mayor inversión social y familiar en los hijos, lo que ha
conllevado un aumento notable del capital humano y social. Ha hecho más productiva la economía y ha
abierto una nueva y abundante masa de mano de obra, la femenina. Los cambios en las pautas de
consumo y la modernización de tales sistemas explican la mayor parte del incremento en el gasto sanitario
de los países desarrollados. Además, el envejecimiento demográfico ha constituido el principal estímulo
para la investigación médica y farmacológica.
La nueva pirámide conlleva también un mayor equilibrio entre las edades, lo que tiene consecuencias
positivas para la economía productiva.
Lo que se ha alargado no es la vejez, sino la juventud. Ello guarda una relación directa con el apoyo y los
recursos que los mayores transfieren a los más jóvenes, solo por el hecho de permanecer vivos más años.
Esto conlleva a la aparición de un nuevo actor social (personas en edad madura o en su primera vejez),
con un peso demográfico creciente que ha abierto nuevas posibilidades de relaciones y estrategias
familiares, pues contribuyen a la sociedad mediante el cuidado de nietos y de los mayores. En este
momento no nos hallamos frente a una repetición de las antiguas decadencias, sino ante el mayor triunfo
de la humanidad.