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Literatura fantástica

El término literatura fantástica alude a un género narrativo basado sobre todo en los elementos de
fantasía, dentro del cual se pueden agrupar varios subgéneros, entre los que están la literatura de
terror, ciencia ficción o la literatura gótica. El término es enormemente confuso debido a la
divergencia de criterios respecto a su aplicación. Se conoce como literatura fantástica a cualquier
relato en que participan fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, como la magia o la
intervención de criaturas inexistentes. Esta definición resulta ineficaz, debido a que los elementos
sobrenaturales están presentes en todos los relatos mitológicos y religiosos y su presencia tiene
un carácter muy distinto del que posee en la civilización actual.

En la ya clásica Introducción a la literatura fantástica, Tzvetan Todorov definió lo fantástico como


un momento de duda de un personaje de ficción y del lector implícito de un texto, compartido
empáticamente. Los límites de la ficción fantástica estarían marcados, entonces, por el amplio
espacio de lo maravilloso, en donde se descarta el funcionamiento racional del mundo y lo
"extraño" o el "fantástico explicado", en el que los elementos perturbadores son reducidos a
meros eventos infrecuentes pero explicables. Contra la definición amplia de lo fantástico, esta
definición presenta la debilidad de ser demasiado restrictiva. Se han propuesto diferentes
reformulaciones teóricas que intentan rescatar el núcleo de esta definición con diversas
salvedades.1

Otra definición posible con criterios históricos sostiene que la literatura fantástica se define en el
seno de una cultura laica, que no atribuye un origen divino y por tanto sobrenatural a los
fenómenos conocidos, sino que persigue una explicación racional y científica. En esta situación, el
relato fantástico introduce un elemento sobrenatural, discordante con el orden natural, que
produce inquietud en el lector. El elemento sobrenatural no sólo sorprende y atemoriza por ser
desconocido, sino que abre una fisura en todo el sistema epistemológico de su mundo, susceptible
de dar cabida a toda clase de sucesos insólitos y monstruosos.

Por otro lado, la crítica literaria argentina Ana María Barrenechea sostiene que la literatura
fantástica ofrece acontecimientos que van de lo cotidiano hasta lo anormal. Estos son presentados
en forma problemática para los personajes, para el narrador y para el lector. También menciona la
aparición de criaturas y elementos de fantasía y extraordinarios.

En ocasiones, este género nos ofrece un relato basado en hechos insólitos que al analizarlos se
escapan de la realidad, sin embargo, más adelante de la historia, dichos sucesos tienen una
explicación lógica o científica, pero esto no siempre sucede y algunas veces el relato concluye sin
salirse de la irracionalidad.
La literatura fantástica, puede también presentarnos un objeto o personaje tomado de la realidad,
realizando acciones que en un entorno real serían descabelladas o imposibles.

Índice

1 Subdivisiones del género fantástico

2 Historia

3 El agotamiento del género: lo neofantástico y lo maravilloso

4 Literatura fantástica en España

5 Literatura fantástica en México

6 Literatura fantástica en Argentina

7 Ejemplos de literatura fantástica

8 Véase también

9 Referencias

10 Bibliografía

11 Enlaces externos

Subdivisiones del género fantástico

Para entender las variedades de los relatos de este género Tzvetan Todorov nos aporta que la
Literatura Fantástica puede situarse en el límite de otros géneros, como pueden ser los siguientes:

Lo extraño puro, donde se relatan acontecimientos que pueden ser explicados por medio de las
leyes de la razón y son, de una manera u otra, increíbles, extraordinarios, chocantes, singulares,
inquietantes, insólitos y provocan en el lector real y en el personaje una reacción semejante a la
inducida por el texto fantástico puro. La explicación racional no parte directamente del texto, sino
que el lector real, por medio de indicios que este ofrece, la obtiene. La pura literatura de horror
pertenece a este género y se relaciona con lo fantástico puro en el hecho de que posee
descripciones que provocan horror, temor o terror. Ejemplo: Los diez negritos de Agatha Christie.

Lo fantástico extraño, donde los acontecimientos que, a lo largo del relato parecen
sobrenaturales, reciben, finalmente, una explicación racional. La explicación parte del mismo texto
y no de suposiciones deducidas por el lector a través de indicios. Ejemplo: Manuscrito encontrado
en Zaragoza de Jan Potocki.

Lo fantástico maravilloso, que es la clase de relato es el que más se acerca a lo fantástico puro por
el hecho de quedar inexplicado, no racionalizado, nos sugiere en efecto la existencia de lo
sobrenatural; sin embargo, la presencia o ausencia de ciertos detalles permiten siempre tomar
una decisión. El hecho fantástico tiene resolución por medio de otro hecho fantástico que en vez
de resolver el misterio lo que hace es complicar más lo inexplicable. Ejemplo: La muerta
enamorada de Théophile Gautier.

Lo maravilloso puro, en este caso, los elementos sobrenaturales no provocan ninguna reacción
particular en los personajes ni en el lector implícito, pero sí en el lector real. Lo característico de lo
maravilloso no es una actitud hacia los acontecimientos relatados, sino la naturaleza misma de
esos acontecimientos. Se acostumbra a relacionar el género de lo maravilloso con el cuento de
hadas; en realidad, el cuento de hadas no es más que una de las variedades de lo maravilloso y los
acontecimientos sobrenaturales no provocan en él sorpresa alguna.2

Por su parte, Italo Calvino ha propuesto una subdivisión del género fantástico en fantástico
visionario, con elementos sobrenaturales como fantasmas y monstruos (que incluye como
subgéneros a la ciencia ficción, el terror, o la narrativa gótica) y el fantástico mental (o cotidiano),
donde lo sobrenatural se realiza todo en la dimensión interior (cabe pensar, por ejemplo, en La
vuelta de tuerca de Henry James, o a Marcovaldo del propio Calvino).

Historia

En sentido amplio puede hablarse de literatura fantástica o de fantasía desde los comienzos del
hombre, en que se recitaban versos propiciatorios de carácter sagrado o épico, para pedir la
benevolencia de los dioses o celebrar las gestas de los guerreros. En la literatura moderna se
considera que comenzó con los cuentos de hadas y la fábula, géneros nacidos para aumentar la
fantasía de los adultos más que la de los niños, aunque ahora se asocien más a la infancia.

Las obras El castillo de Otranto, escrita por Horace Walpole en 1764, y El diablo enamorado,
escrita por Jacques Cazotte en 1772, están consideradas como las primeras novelas fantásticas.
Algunos autores románticos, como E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, cultivaron el género,
otorgándoles a sus relatos fantásticos un cariz de terror psicológico que habría de presagiar en
cierto grado el descubrimiento del inconsciente (Freud se inspira en un relato de Hoffmann para
su definición de lo siniestro) y la concepción contemporánea de la mente como creadora de
realidad, dotándola de elementos fantásticos. Otros hitos en la historia de la literatura fantástica
son Frankenstein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818), Drácula (Bram Stoker, 1897) o El
extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde (R. L. Stevenson, 1886)

El agotamiento del género: lo neofantástico y lo maravilloso

Durante la transición del siglo XIX al siglo XX, el paradigma epistemológico de Occidente sufre
diversas sacudidas. Su inflexible orden racional se ve sacudido desde todos los campos del saber:
las ciencias humanas (Marx), la filosofía (Nietzsche), la psicología (Freud) e incluso la física
(Einstein). La revolución que supone la relativización de todo el conocimiento acumulado durante
siglos es recogida desde el arte dinamitando todos los presupuestos históricos, incluido el propio
concepto de realidad. De este modo, un suceso sobrenatural ya no puede amenazar un orden
inconsistente. Los escritores reaccionan de dos maneras: regresando a la literatura mitológica
(H.P. Lovecraft, Lord Dunsany) o introduciendo el fenómeno sobrenatural ya no como un
inquietante misterio, sino como un elemento integrado con naturalidad en el mundo. Así, La
Metamorfosis de Kafka empieza presentándonos a su protagonista como un insecto, sin que esto
merezca ninguna explicación por parte del narrador ni haga tambalear la visión del mundo de
ninguno de los personajes de la historia. Lo neofantástico se relaciona también con el llamado
“realismo mágico”, que fue denominador común de muchos de los escritores del boom
hispanoamericano, y que tiene sus principales referentes en Jorge Luis Borges (predecesor del
boom hispanoamericano) con sus recopilaciones de cuentos conectados por temas comunes,
como los sueños, los laberintos, la filosofía, las bibliotecas, los espejos, autores ficticios y mitología
europea.3 Las obras de Borges han contribuido ampliamente a la literatura filosófica y al género
fantástico, y marcan, según numerosos críticos, el comienzo del movimiento del realismo mágico
en la literatura hispanoamericana del siglo XX4 y de Gabriel García Marquez con su novela "Cien
años de soledad". Por su parte, la literatura maravillosa ha creado un público y un sector editorial
especializado, gracias al gran éxito de (además del mencionado Lovecraft) Robert E. Howard, J. R.
R. Tolkien, C. S. Lewis, J. K. Rowling, Ursula K. LeGuin, Terry Pratchett (quien aborda el género
desde la posmoderna perspectiva de la parodia y la metaficción) o George R. R. Martin. Esta
literatura se conoce igualmente bajo el nombre de literatura fantástica, si bien, como hemos
explicado, esta definición es imprecisa.

Literatura fantástica en España

En España el género literatura fantástica es menos fuerte que en Latinoamérica debido a factores
sociológicos. En el siglo XIX, España vivía en el antiguo régimen; a diferencia de otros países
europeos, el capitalismo aún no se desarrollaba plenamente, la clase burguesa era una minoría y
las editoriales no estaban consagradas a este género. El grupo social dominante no tenía motivos
para cambiar su visión del mundo y abandonar el racionalismo.

Entre los precursores peninsulares de este género se encuentra Agustín Pérez-Zaragoza Godínez
que en 1831 publicó una colección de novelas góticas llamada Galería fúnebre de espectros y
sombras ensangrentadas, o sea el historiador trágico de las catástrofes del linaje humano. Tanto
para Agustín como para sus contemporáneos, el terror debe ser algo que provenga del tema y no
de la estructura interna del texto.

En la segunda mitad del siglo XIX se produce literatura inspirada en el goticismo y los autores
reciben influencia del realismo y naturalismo. Algunas obras de este periodo son La sombra (1870)
de Benito Pérez Galdós, El monte de las ánimas (1864) de Gustavo Adolfo Bécquer o Vampiro
(1901) de Emilia Pardo Bazán y Pedro Antonio de Alarcón con El amigo de la muerte (1852) y su
cuento La mujer alta (1881). Algunos textos de la época realista y naturalista que figuran en el
modelo de Todorov son La muerte de Capeto (Memorias de un patriota) de Vicente Blasco Ibáñez
(1888) o La santa de Karnar de Emilia Pardo Bazán (1891). La característica principal de estos
textos es que ante la incertidumbre responden con soluciones oníricas.

En el siglo XX surge un sentimiento de sensibilidad como respuesta a la profunda crisis en la


sociedad. Se rechaza a la razón y aumenta el interés por el inconsciente, los sueños y la
imaginación. La teoría de la relatividad suscita una crisis en el mundo de las ciencias exactas. Estos
factores provocan un cambio en la estructura de la literatura fantástica. Una obra que caracteriza
este periodo es Los caprichos de Ramón Gómez de la Serna. Las primeras décadas del siglo XX
están marcadas por el realismo social pero a partir de los años sesenta gracias a la literatura de
Latinoamérica y a la traducción de obras como La metamorfosis de Kafka, el género fantástico
sufre un nuevo impulso. Algunas obras de este periodo son El Hotel del Cisne de Pío Baroja e
Industrias y andanzas de Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio. Otro exponente de los años sesenta
fue Alfonso Sastre con Las noches lúgubres (1963) quien con su realismo crítico se acercó a la
literatura fantástica. Alfonso Sastre rompe con el modelo de Todorov porque al final de sus relatos
no queda incertidumbre y logra dar una explicación racional.

En los años setenta gracias a la literatura experimentalista, a la metatextualidad y la narratividad


de los textos surgen diversos textos fantásticos. En 1978, Valentino Iriart publicó una novela
llamada El cuarto de atrás. En dicho texto se discute la tesis de Todorov por medio de un
metarelato.

En las últimas décadas las obras literarias cobran diversos matices que van desde el relato
fantástico, el cuento de terror, la fantasía épica a la ciencia-ficción y el ciberpunk y el fandom.

Literatura fantástica en México

En México hay una gran tradición en este género. Las obras de Amparo Dávila,5 Salvador
Elizondo,6 Emiliano González,7 Álvaro Uribe,8 Mario González Suárez,9 Pablo Soler Frost,10 son
sólo algunos ejemplos de la riqueza y buena salud de la que goza la literatura fantástica.

También es importante señalar que, a pesar del olvido, desde hace una década se ha venido
rescatando la obra de Francisco Tario, quien, antes de Rulfo y Arreola, fue el precursor del género
fantástico en México.11

Los novelistas, en general, carecen de imaginación, excepto algunos ya muy leídos. La literatura
realista no me interesa; me abruma. ¿Y a usted? No soy de los que admiran a un literato porque
exponga con precisión algebraica la forma en que yo, mi padre, mi hijo y los hijos de mis hijos
suelan llevarse un pitillo a la boca o introducirse un supositorio en el ano.
Francisco Tario, "Tapioca Inn: Mansión para Fantasmas"

Literatura fantástica en Argentina

Liliana Bodoc

En Argentina existe una vasta tradición de literatura fantástica, que en la actualidad encuentra una
de sus vertientes más prolíficas en el género de la épica fantástica. Liliana Bodoc, escritora
santafecina, nos ofrece como exponente de este género su popular Saga de los Confines,
compuesta por tres libros: Los días del venado, Los días de la sombra y Los días del fuego.12 La
saga narra hechos mágicos, fantásticos y también, colectivos, en la medida en que exceden el
heroísmo individual. Su dimensión colectiva se entrama, a su vez, con una búsqueda de modificar
la realidad del mundo, como plantea la literatura épica.13

Ejemplos de literatura fantástica

A lo largo de la historia de la literatura fantástica, se han desarrollado grandes obras pasando de lo


más clásico hasta lo más actual, algunos ejemplos notables son:

- La Odisea. Es una fantástica narración épica en la que se refleja el desarrollo religioso, político y
cultural de Grecia, además gracias al autor de la Odisea, la épica pasa de una forma de transmisión
oral a una escrita. Con este hecho, la literatura de ese tiempo tomo otro rumbo, ya que empezó a
transmitirse por medio de las letras.

- La Eneida. Obra maestra de la literatura latina, realizada por el poeta con la intención de
glorificar a Roma, por pedido del emperador Augusto. El tema fundamental de la obra es el
esfuerzo, pues en la obra se nota claramente el empeño o esfuerzo que ponía cada personaje para
alcanzar las metas que se habían propuesto realizar de una forma u otra.

- El Señor de los Anillos. Esta obra ha influido de tal manera en toda la literatura fantástica
posterior que podría considerarse la madre de todas las sagas de fantasía del siglo XX. El Señor de
los Anillos no es solo una novela con personajes y lugares de fantasía, sino un universo entero con
su geografía, lenguas, razas e historias propias. Tolkien desarrolló ese mundo mucho más de lo
que se deja entrever en sus novelas, estableciendo las bases para la literatura fantástica de los
años venideros.

- La Rueda del Tiempo. La historia de La Rueda del Tiempo está ambientada en un mundo
fantástico ambientado a finales del siglo XVII. En las más de catorce novelas con las que cuenta la
saga (veinte en la edición española) tienen lugar innumerables tramas diferentes y muchos
personajes, que se basaron en elementos mitológicos europeos y asiáticos

- El Pesador de Tiempo. El Pesador de Tiempo es un cuento magnífico, narrado por Luisa Mercedes
Levinson junto al pintor Pérez Celis, narrador de sus imágenes. Este libro nació de un encuentro
casi fortuito y de un entusiasmo colectivo,

La novelista Luisa Mercedes Levinson y el editor Horacio Gaglianone, ambos de paso por París se
encuentran una noche en la casa de Pérez Celis. Todos hablan con mucho calor de
transmutaciones, de formas nuevas, de literatura fantástica. La reseña de Jean Cassou sintetiza
perfectamente esta obra de arte "El pesador de tiempo proviene de la misma fabulosa y fabulista
Argentina. Las ideas de sus figuras y las figuras de las ideas de Mercedes, se compenetran con
soltura". La colaboración entre los dos artistas ha producido un verdadero momento fantástico
con la sutileza imaginativa y pictórica de Don Segundo Sombra.[cita requerida]

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