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GUIA I Nueva Ley de Quiebras

LEY 20.720, que reemplaza Régimen Concursal 18.175.-

TUTELAS FRENTE AL INCUMPLIMIENTO DE OBLIGACIONES.

La ejecución individual y la ejecución colectiva del deudor : Frente al


incumplimiento de parte del deudor, el acreedor puede hacer efectivo su derecho de
prenda general mediante la ejecución forzada de la obligación. Este derecho de
ejecutar al deudor está regulado, en el derecho común, con un criterio esencialmente
individualista, que mira a proteger exclusivamente los intereses del acreedor, que se
traduce en el hecho de que puede embargar tal o cual bien y tramitar el procedimiento
de apremio en forma más o menos rápida, según sus intereses y deseos personales.
El pago de las acreencias depende de la diligencia, prontitud y decisión de cada uno de
los acreedores; no puede ser de otra manera, en el derecho común, porque parece justo
que cada uno vele por sus propios intereses de manera que la primicia de la celeridad
parece merecida; si un acreedor es más previsor ; diligente o afortunado que los demás
y logra llevar a cabo su cobranza, la ley debe dejarlo hacer, a menos que actúe con
fraude. Por otra parte, se advierte que el interés particular del acreedor a ser pagado de
su crédito no es una cuestión de orden general.

La ejecución colectiva, por el contrario, propia de la Ley mercantil, considera tanto


los intereses del acreedor como los del deudor y los de la colectividad toda, que
también se encuentran involucrados. El empresario que no cumple oportunamente un
compromiso ha usado el crédito, privando a otros que pudieron hacer uso de él y
ocasionando una serie de consecuencias al acreedor, que, a su turno, es deudor de
otras personas o empresas.

La adopción del sistema de ejecución individual o colectiva depende, en la


práctica, de las circunstancias que rodean a cada caso en particular. Cuando el deudor
que no cumple sus obligaciones origina consecuencias restringidas, enmarcadas en la
relación jurídica que dio origen a ellas, la ejecución individual bastará para compelerlo
a pagar. Pero cuando el deudor tiene varias obligaciones que cumplir y sus medios
patrimoniales son escasos, la cesación en sus pagos tiene causas objetivas y
consecuencias más amplias, de suerte, que la solución del derecho común, consistente
en la ejecución individual, no satisface los intereses de todos los acreedores, los del
deudor, ni de los de la comunidad. Vale la pena pensar entonces en que la aplicación
de las tutelas individuales es insuficiente y que éstas deben dar el paso a las tutelas
colectivas, entre las cuales ocupan un lugar destacado los procedimientos concursales.
El conjunto de normas que regula la insolvencia, velando por el tratamiento igualitario a
los acreedores, por los legítimos derechos y por los intereses de la comunidad, a través
de su triple contenido, sustantivo, procesal y penal, es el llamado derecho concursar o
derecho de los procedimientos concursales.-

Incumplimiento e Insolvencia: El incumplimiento es un hecho antijurídico que afecta


principalmente al acreedor insatisfecho, quien pueda emplear contra el deudor las
defensas individuales que la Ley le franquea.

Ante la insolvencia de la empresa o de una persona, que no es un hecho


antijurídico, debe emplearse una defensa colectiva, porque ese estado patrimonial
atenta contra los intereses de la masa de los acreedores y de la sociedad toda.
Siguiendo la concepción estrictamente jurídica en la que se funda el derecho
concursal, siendo diversos los bienes jurídicamente comprometidos en uno y otro
caso, son también diferentes las defensas que el derecho ofrece para cada evento.
Los procedimientos concursales pertenecen a la categoría de las defensas o remedios
dispuestos por la ley contra las situaciones antijurídicas, y que constituyen una
reacción. Además de esta diferencia , existe otra: nunca el hecho antijurídico
incumplimiento autoriza a movilizar en su contra la tutela o defensa de la quiebra,
porque uno ataca y la otra defiende bienes jurídicos de distinta naturaleza.

Interesa tratar los procedimientos concursales como mecanismos tutelares que


pueden aplicarse tanto a la empresa como a la persona deudora, a los efectos de su
reorganización o liquidación, sin perjuicio del tratamiento especial que puede darse al
simple consumidor en estado de imposibilidad de pagar sus deudas.-

Párrafo II

LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN EL DERECHO CONCURSAL

Ideas orientadoras básicas de los procedimientos concursales. El derecho sobre


esta materia está cimentado sobre la base de ciertos principios doctrinarios, entre los
cuales es posible distinguir aquellos que orientan a un derecho clásico de quiebra y los
que sustentan el derecho moderno de los procedimientos concursales. Lo que interesa es
constatar en qué medida en el derecho concursal tanto nacional como comparado, ha
recogido estos principios, de qué forma ellos influyen en la interpretación de las normas
del derecho positivo y cómo la recepción de los mismos ha provocado cambios en
diversas legislaciones sobre este dominio.
Principios clásicos: “par condictio creditorum ”. La concepción clásica del derecho
de la insolvencia se orienta fundamentalmente a dar solución a la situación crítica del
deudor, desde un punto de vista patrimonial, a través de un juicio universal que
comprende todos los bienes embargables y todas las obligaciones. Se cumple así una
finalidad primaria, cual es: dar satisfacción a los acreedores frente a la situación
patrimonial defalleciente del deudor.

Tal objetivo se busca distribuyendo entre ellos el producto de la realización de los


bienes bajo una ley de igualdad, principio denominado de la par condictio creditorum y
en función del cual giran los fines de las normas concursales para lograr el cumplimiento
armónico del crédito en forma igualitaria.

Por cierto que el derecho de cada uno de los acreedores está establecido en
relación con la importancia de su crédito, y más aún, en caso de acuerdo preventivo, en
la votación se tiene en cuenta una mayoría de montos y de acreedores concurrentes.-

Consagración legal del Principio “par condictio creditorum ”: Numerosas reglas del
actual derecho de procedimientos concursales, contenido en la Ley N°20.720, consagran
el principio en estudio, particularmente en lo relativo a los efectos de la Resolución de
Liquidación, que no hacen sino repetir las disposiciones relativas a efectos de la
quiebra, en la legislación anterior, como indicamos a continuación:

A) Suspensión del derecho de los acreedores de ejecutar individualmente al


deudor (artículo 135, Suspensión de ejecuciones, que corresponde al antiguo artículo
71, Libro IV De las quiebras del Código de Comercio). Mediante este efecto se trata de
hacer incompatible un procedimiento colectivo tutelar, como es el concursal de
liquidación, con el ejercicio de defensas individuales de los acreedores, como son los
juicios ejecutivos, con lo cual se preserva la igualdad de éstos ante la insolvencia del
deudor;

B) Exigibilidad anticipada y reajustabilidad de todas las obligaciones


dinerarias a plazo, para que los acreedores puedan verificar en el procedimiento
concursal de liquidación y percibir el valor actual de las mismas, regulada en el artículo
136. (Exigibilidad y reajustabilidad de las obligaciones de la nueva normativa, que
corresponde a los antiguos artículos 67 y 68, del Libro IV De las Quiebras del Código de
Comercio). Gracias a esta consecuencia legal, los acreedores del crédito no vencido se
equiparan con los titulares de crédito exigibles, pudiendo comparecer, en igualdad de
condiciones, en el Procedimiento Concursal de Liquidación, para verificar sus
acreencias, las que se pagaran según su valor actual, con los reajustes e intereses que
les corresponde;

C) La prohibición de disponer de los bienes comprendidos en el


desasimiento y de pagar a cualquier acreedor en perjuicio de los demás contenida en el
artículo 130, de la nueva regularización , relativo a la administración de bienes, que
corresponde al antiguo artículo 64, Libro IV De las quiebras, del Código de Comercio,
sobre el desasimiento. La inhibición del deudor para realizar actos de administración y de
disposición de los bienes del concurso, protege por igual a todos los acreedores, siendo
una expresión más de la par condictio creditorum;

D) Las acciones de revocabilidad objetiva y subjetiva o acciones de


reintegración del patrimonio, en los procedimientos concursales de reorganización o de
liquidación, que pueden ejercerse por los acreedores, por el veedor o el liquidador, en su
caso, contenidas en los artículos 287 y 288, del texto legal vigente, corresponden a los
antiguos artículos 76 y 77 del Libro IV De las quiebras del Código de Comercio. La
integración del patrimonio del deudor que se logra con el ejercicio de estas acciones,
favorece a la masa o conjunto de acreedores, quienes de esta suerte tendrán mayor
oportunidad de ser pagados.

E) La prohibición de compensar deudas y acreencias con el deudor después


que se dicta la resolución de liquidación, prevista en el artículo 140, de la actual Ley de la
materia, que corresponde al antiguo artículo 69 del Libro IV De las quiebras, del Código
de Comercio, impide que algunos acreedores puedan verse favorecidos con la
compensación, que implica un pago de sus obligaciones, sin atenerse a las resultas del
procedimiento concursal de liquidación ni tener que esperar la moneda de pago, que se
obtiene sólo una vez que se hayan aplicado las formas de realización de los bienes.

F) La fijación irrevocable de los derechos de los acreedores, establecida en el


artículo 134, de la normativa concursal vigente, que corresponde al antiguo artículo 66,
del Libro IV De las quiebras del Código de Comercio, tiene por objetivo evitar que los
créditos cambien de naturaleza una vez pronunciada la resolución de liquidación, de
manera que el acreedor valista siga siendo quirografario y que el preferente conserve su
calidad de tal. No obstante, el monto de los créditos no vencidos en moneda nacional,
reajustables o no, con o sin intereses.

Se advierte, en consecuencia, que el actual derecho de procedimientos


concursales, contenido en la Ley N°20.720, se inspira transversalmente del principio de
par condictio creditorum, como lo iremos señalando a propósito de los acuerdos de
reorganización judicial y extrajudicial y de la conclusión de los diversos procedimientos
concursales. Esto significa que en la elaboración de la actual normativa de
procedimientos concursales no hubo esfuerzo por recoger nuevas concepciones
doctrinales sobre esta materia, sino mantener la inspiración del derecho anterior de
quiebras, que tiene el Código de Comercio de 1865 que entró a regir en 1867.

Principio de la protección adecuada del crédito . Se trata de otra idea orientadora


clásica en virtud de la cual los ordenamientos jurídicos se han preocupado
permanentemente de dar protección al crédito, especialmente en situaciones de
insolvencia instituyendo acciones individuales y colectivas.
Consagraciones legislativas de la protección del crédito en los distintos
ordenamientos jurídicos, las encontramos en las siguientes instituciones y
procedimientos:

 Pago con cesión de bienes;

 Pago con consignación;

 Pago con subrogación;

 Acciones ejecutivas individuales;

 Garantías reales y personales;

 Prelación de Créditos;

 Acciones revocatorias, y

 Procedimientos concursales preventivos y de liquidación.

Principios Modernos: La conservación de la empresa. La empresa, al asumir una


importancia capital en el proceso económico, constituye en sí un valor que es altamente
interesante de conservar, de preservar y tutelar. El valor objetivo de la conservación de la
empresa rebasa la esfera del interés privado, constituyendo un interés general cuya tutela
asume el Estado.

Por tal razón los procedimientos colectivos de concurso, el Estado no cumple con
sus fines solamente haciendo desaparecer las empresas mercantiles insolventes, sino
que, por el interés propio, debe perseguirse la perduración de ellas, antes que declararlas
en estado de insolvencia.

De acuerdo con el principio que estamos analizando la conservación de la empresa


debe ser la norma directiva y fundamental en la regulación de los procedimientos
concursales y para ello hay que propender a que se evite la resolución de liquidación de
la misma, mediante la aplicación de procedimientos y de acuerdos preventivos.-

Aspectos a considerar en la normativa concursal sobre el principio de la


conservación de la empresa. Este principio se hace realidad cuando el derecho
objetivo hace suyo las siguientes materias:

1.- La situación de concurso no debe ser causa de la desaparición de la empresa;

2.- La Ley Concursal debe organizar la adecuada prevención de las situaciones


patrimoniales críticas que pueden dañar la conservación de la empresa;

3.- Si no es posible preservar la explotación, la ley debe, a lo menos, cuidar la


unidad patrimonial “el conjunto empresa”;
4.- Se debe procurar primero la enajenación de la empresa en funcionamiento;
luego, de no existir financiamiento para mantener su explotación, es preciso adoptar
disposiciones para mantener los bienes como unidad, y sólo en caso de imposibilidad de
solucionar por los medios anteriormente indicados, se llegaría a la venta de los bienes de
la empresa separadamente;

5.- Hay que separar el destino de la empresa de la conducta personal reprochable


del empresario o, en su caso, de los administradores, directorio o gerentes.-

Principio de la tutela de la relación laboral. Enunciado . Así como la empresa tiene


un fin económico cuya protección está prevista por el ordenamiento jurídico, dentro de
ella el elemento humano representa un aspecto cuyo amparo debe ser primordial para las
legislaciones concursales.

Lo anterior, habida consideración de que los derechos y prerrogativas que las


leyes sociales reconocen a los trabajadores son irrenunciables, deja traslucir un interés y
protección de categoría superior.

El Derecho Concursal debe también surgir como amparador de la comunidad en su


ámbito laboral. Esta tutela de la relación laboral comprenderá entonces:

 El pago preferente a los acreedores laborales tanto en los procedimientos de


reorganización o como de liquidación de la empresa deudora;

 La continuación de las actividades económicas del deudor, que permite la


preservación de la relación laboral;

 La permanencia de los vínculos laborales en caso de enajenación de la


empresa deudora;

 El pago preferente de los créditos de las instituciones previsionales etc.

Consagraciones legislativas del principio de tutela de la relación laboral . Podemos


citar las siguientes, sin perjuicio de las que indicarán en el posterior análisis de otras
materias:

 Artículo 2472 del Código Civil en su texto actual fijado por la Ley N°20.720,
en sus numerandos 5,6 y 8;

 Artículo 244, de la Ley concursal vigente, que contempla el pago


administrativo de los créditos laborales, con cargo a los primeros fondos de
que se pueda disponer, aún antes de su verificación, manteniendo lo que ya
estaba previsto en el artículo 148, inciso 4° del Libreo IV De las quiebras,
hoy derogado, del Código de Comercio.
Principio de racionalidad económica en el derecho nacional . En las disposiciones de
la Ley N°18.175, sobre Quiebras, hoy derogada, encontramos este principio a propósito
del valor actual de los créditos que se verifican y de la fijación irrevocable de los derechos
de los acreedores, criterio que se mantiene exactamente igual, con disposiciones
redactadas en idénticos términos en la Ley N°20.720, en la actual vigencia.

Los criterios de oportunidad económica se mantienen hoy vigentes en el contenido


y para la aplicación de las normas sobre procedimientos concursales de la Ley N20.720,
en materia de enajenación simplificada o sumaria y de realización ordinaria del activo; en
la realización de dicho activo como unidad económica; en lo relativo a la continuación de
las actividades económicas del deudor, provisoria y definitiva. La racionalidad económica
se encuentra organizada por la propia norma jurídica, en la citada ley, sin otorgar la
lógica discrecionalidad al juez para aplicar los preceptos legales. Tampoco disponen de
discrecionalidad la Superintendencia, los veedores y los liquidadores, que deben seguir el
mando de la Ley, inspirada sólo en motivos económicos.

En efecto, en conformidad con lo dispuesto en el artículo 203, de la Ley N°20.720,


sobre procedimientos concursales, el ámbito de aplicación de la realización sumaria o
simplificada de bienes del activo, depende de a) si el deudor califica como micro
empresa, según lo previsto en la Ley N20.416, también inspirada sólo en criterios
económicos; b) si el liquidador informare en la junta constitutiva de acreedores que el
producto probable de la realización del activo no accederá de 5.000 unidades de fomento.
El empleo del indicador económico “unidad de fomento” para determinar la aplicación del
procedimiento de realización sumaria del activo, pone de manifiesto el criterio de
racionalidad económica utilizado en la norma. Si el deudor o cualquier acreedor no
estuviere de acuerdo con la estimación del valor del activo presentada por el liquidador,
agrega la disposición citada, deberá formular verbalmente su oposición en la misma junta
constitutiva. El tribunal, luego de escuchar a los interesados y al liquidador, deberá
resolver la controversia en la misma junta y contra su resolución no procederá recurso
alguno. Queda en absoluta evidencia la aplicación del criterio económico indicado.

La enajenación del activo del deudor como unidad económica, prevista en los
artículos 217, y siguientes de la Ley N°20.720, nos proporciona otro ejemplo del criterio
de oportunidad económica, pero en este caso tiene el mérito de constituir un mecanismo
para la conservación de la empresa y para la preservación de la relación laboral. La
facultad que el artículo 232, de la actual Ley Concursal, otorga al liquidador para decidir la
continuación provisoria de las actividades económicas del deudor, con conocimiento del
tribunal y de la Superintendencia, cuya administración recae en él, es otra expresión del
criterio de oportunidad económica.

Por último, vamos a tratar, en forma pormenorizada, de los efectos de la


Resolución de Liquidación en relación con los derechos de los acreedores y sus créditos,
en los cuales tampoco está ausente la racionalidad económica en la reglamentación legal
de los mismos.

Principio de la racionalidad económica y los efectos de la resolución de


liquidación. Hemos señalado en nuestro desarrollo anterior que la fijación irrevocable de
los derechos de los acreedores, contemplada en el artículo 134 de la Ley concursal
vigente, implica que los créditos no pueden variar después del pronunciamiento de la
resolución de liquidación, no pueden cambiar su calidad jurídica, pasar de valevistas a
preferentes o privilegiados, ni tampoco pueden alterar su monto.

Señalamos también que la fijación irrevocable produce efectos en dos órdenes de


materias:

 Las compensaciones que no hubieren operado antes por el solo ministerio


de la ley, no pueden tener lugar después de la declaratoria de quiebra, y

 El segundo efecto, esto es, la suspensión del curso de los intereses de los
créditos vencidos, que se contempla bajo el imperio de la Ley N°4.558, varió
fundamentalmente con la promulgación de la Ley N°18.175, permitiendo que
las deudas vencidas del fallido se reajustaran y ganaran intereses conforme
a la convención que les dio origen, desde la declaratoria de la quiebra hasta
el pago efectivo. Este cambio de legislación se sustentó en el criterio de
racionalidad económica, que reconoce efectos legales al fenómeno
económico de la inflación. Este mismo criterio se sigue en la actual Ley
N°20.720, cuyos artículos 136, 137 y 139, repiten con similar redacción los
artículos 67 y 68, hoy derogados, del Libro IV De las Quiebras, del Código
de Comercio.

La consideración del fenómeno económico está también presente en el efecto de la


exigibilidad anticipada y reajustabilidad de los créditos, para que los acreedores puedan
verificarlos y percibir el valor actual de los mismos.

SECCION II

LA CAUSA DE LOS PROCEDIMIENTOS CONCURSALES EN EL DERECHO


POSITIVO NACIONAL
Aspectos generales: El libro IV De las quiebras hoy derogado, del Código de
Comercio, al cual se incorporó la Ley N°18.175 y sus modificaciones, en virtud de la Ley
N°20.080, de 24 de noviembre de 2005, no establece una causa única o genérica de la
quiebra, sino que mantiene el criterio seguido por la Ley N°4.558, de 1929, también
derogada, en el orden a enumerar, en el artículo 43, distintos hechos relevadores de
cesación de pago, como causas de quiebra.

Tampoco lo hace la Ley N°20.720, en actual vigencia, sobre procedimientos


concursales, que a propósito del que se refiere a la liquidación forzosa de una empresa
deudora, en el artículo 117, repite las causales de quiebra del artículo 43, del Libro IV De
las quiebras del Código de Comercio, con ligeros cambios de redacción, pero sin definir
una causa única y genérica de los procedimientos concursales, como habría sido del
caso de esperar, con el progreso del derecho en los inicios del siglo XXI, toda vez que en
la doctrina nacional de esta materia varios autores habíamos denunciado esta carencia
de nuestro derecho objetivo, desde hace ya bastante tiempo.

Algunos de estos hechos son meramente indiciarios de la situación patrimonial del


deudor, pero habilitan al sujeto activo para solicitar la aplicación de procedimientos
concursales. Otros hechos más complejos revelan indubitablemente el estado patrimonial
crítico que afecta al deudor y traen aparejada la quiebra refleja o consecuencial, como
ocurre en el caso del rechazo del convenio judicial preventivo por la junta de
acreedores.

Por otra parte, algunos de los hechos reveladores de cesación de pagos se


encontraban señalados en el artículo 43 del Libro IV De las quiebras, del Código de
Comercio , hoy derogado, como causales para el ejercicio de la acción de quiebra, hoy
se reiteran en el artículo 117, de la Ley N°20.720, para que los acreedores puedan
impetrar la aplicación del procedimiento de liquidación, especialmente cuando se trata del
de liquidación forzosa de una empresa deudora, otros aparecen consignados en diversas
otras disposiciones de la normativa aludida.

Concepción doctrinaria seguida por la legislación nacional en materia de causa de


los procedimientos concursales. Históricamente tanto en la reglamentación contenida
en el Libro IV del Código de Comercio de 1865, en la normativa establecida por la Ley
N°4.558, de 1929, que en esta materia es seguida básicamente por la Ley N°18.175,
inserta posteriormente como Libro IV del Código de Comercio, como en la Ley N°20.720,
en actual vigencia , la causa de la quiebra y ahora de los procedimientos concursales, se
origina por la cesación de pagos del deudor, entendida como estado patrimonial de
impotencia de pagar.

En derecho objetivo que rige la materia, no es posible afirmar que cesación de


pagos e incumplimiento de una obligación coincida con el estado de cesación de pagos
que afecta al patrimonio del deudor. Pero este último no quiere decir que para el
derecho positivo nacional la causa de la quiebra sea el simple incumplimiento, sino que
ella ha de ser entendida como un estado patrimonial crítico, generalizado y permanente
que impide al deudor pagar sus obligaciones.

El legislador del Código de Comercio de 1865 dijo en el mensaje con que se


acompaño este cuerpo legal al Congreso Nacional, que cesación de pagos e
incumplimiento eran sinónimos, siguiendo la teoría restringida imperante en la época,
pero agrega que lo hizo para “no extraviar la conciencia del juez”, esto es, solamente por
el problema de la prueba. El aludido mensaje reconocía que la quiebra era una
situación compleja, sobre cuyos síntomas o circunstancias pudiera (el juez) equivocarse.
De ello se interfiere que para el legislador del Código de Comercio no es que la causa
de la quiebra fuese la cesación de pagos entendida como incumplimiento de una
obligación, sino que la causa de la quiebra es un hecho complejo. Justifica el citado
mensaje de la declaración de quiebra causada por el mero incumplimiento de una
obligación mercantil: “porque ello facilita la quiebra del insolvente…”, porque acreditar la
insolvencia misma (cesación de pagos) era imposible. Puede advertirse que las
afirmaciones del legislador tienden a resolver un problema de prueba y no son relativas al
hecho probado. Lo que acabamos de sostener se confirma con las siguientes
expresiones del mensaje del Código de Comercio: “Para resolver el problema de la
solvencia o insolvencia de un comerciante sería indispensable aplicar todos los
procedimientos de la quiebra, hasta consumar la venta de todos los elementos que
compongan su activo…“. El proyecto declara que la suspensión de pagos no constituye
estado de quiebra cuando los acreedores unánimemente otorgan esperas al deudor”.
Interpretando esta parte hay quienes creen que la cesación de pagos significa pasivo
superior al activo.

Para determinar el estado de cesación de pagos del deudor no es necesario


liquidar su activo y luego compararlo con su pasivo. El valor de liquidación del activo no es
un criterio contable real para determinar el valor de una empresa. La situación de la
insolvencia o de cesación de pagos es algo diferente, que tiene manifestaciones externas
o hechos reveladores que la evidencian en forma más o menos unívoca.

El mensaje de de la Ley N°4.558, de 1929, expresa que la causa de la quiebra es


la cesación de pagos, esto es: “el estado del deudor, sea o no comerciante, cuyo
patrimonio hace muestra de una evidente desequilibrio entre su activo y pasivo”. Además
este mismo mensaje señala que la manifestación era equívoca y que el deudor no se
encontraba en estado patrimonial de impotencia de pagar, debiendo reponerse la
sentencia que establecía el estado de la quiebra. El recurso de reposición no existe en la
normativa en actual vigencia, en la que se estructura el Procedimiento de Liquidación
Forzosa, dando cabida a un juicio de oposición por parte de la empresa deudora.

En síntesis, la causa implícita de la aplicación de los procedimientos concursales


en el derecho positivo nacional, sigue siendo la cesación de pagos, concebida como un
estado económico patrimonial crítico, generalizado y permanente, porque en esta materia
la Ley N°20.720 no ha innovado en absoluto lo que estaba establecido desde antes,
limitándose a reiterar algunos de los mismos hechos reveladores.

Comprobada la ocurrencia de los hechos reveladores absolutos y taxativos,


respecto de una determinada empresa deudora, una vez cumplida la tramitación prevista
por la ley, demanda, audiencia inicial, juicio de oposición y audiencia probatoria, el juez
en audiencia de fallo, pronuncia la sentencia definitiva de primera instancia de liquidación
forzosa, que corresponde muy cercanamente a la antigua declaratoria de quiebra, en
cuanto a su contenidos y efectos. Contra tal resolución solo procede el recurso de
apelación, que se concede en sólo efecto devolutivo y goza de preferencia para agregarse
extraordinariamente a la tabla, para su vista y fallo. Respecto de la sentencia de segunda
instancia, no procede recurso alguno, sea ordinario o extraordinario, lo que es censurable
porque se impide que la cuestión básica y esencial de la causa de los procedimientos
concursales sea examinada por la Corte Suprema vía recurso de casación tanto de forma
como de fondo, para la correcta aplicación del derecho.

Por último se puede sostener que la legislación nacional vigente no se aparta de la


noción esencial de cesación de pagos como causa para la aplicación de los
procedimientos concursales, pero no permite demostrarla por otros hechos reveladores
que no sean los contemplados por ella misma. La jurisprudencia de la Corte Suprema en
los +últimos años ha aceptado la noción amplia de la idea de cesación de pagos.

SECCION III

LA ACCION PARA IMPETRAR LOS PROCEDIMIENTOS CONCURSALES

Concepto de acción y sus titulares: La acción es aquel medio procesal que permite
iniciar el procedimiento concursal de que se trata, respecto de la empresa o persona
deudora, que ha configurado el estado de cesación de pagos, como causa que habilita la
aplicación.

Habida consideración que en la aplicación de los procedimientos concursales están


comprometidos distintos intereses, son también diversos los titulares de la acción cuyo
objeto es la apertura del juicio concursal procedente. Los acreedores son por antonomasia
los titulares de la acción y la ejercen en resguardo de su derecho general de prenda. La
propia empresa o persona deudora que ha llegado a un estado patrimonial crítico de
imposibilidad de pagar sus deudas, está facultada para solicitar la aplicación de los
diversos procedimientos del recurso. Entendiendo que la acción es un mecanismo
procesal para poner al derecho en movimiento ante los tribunales de justicia,
generalmente en contra de un cierto sujeto pasivo, la empresa o persona deudora que
solicita la aplicación de un procedimiento concursal a su respecto, teóricamente no
estaría ejerciendo la acción correspondiente, en cuanto a que no pide en justicia contra un
sujeto diverso de ella misma.

El juez en diversos casos declara de oficio la aplicación de un determinado


procedimiento concursal, la que no aplica que él esté ejercitando la acción respectiva,
sino que interviene como consecuencia de otras actuaciones que lo habilitan para adoptar
esa resolución. Más que una decisión de oficio, el tribunal actúa refleja o
consecuencialmente aplicando el procedimiento concursal que corresponde.

A medida que vayamos analizando los distintos procedimientos concursales iremos


precisando quien y con qué exigencias o requisitos puede hacer valer la acción respectiva.
Del mismo modo, trataremos el sujeto pasivo en contra del cual se pueden impetrar los
diversos procedimientos concursales.

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