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MINISTERIO DE LA MUJER

Ser mujer

Ser mujer y ser líder en tiempos post-modernos es:

Elegir escuchar la voz de Dios, aun en medio de otras miles estridentes que invitan al consumo, la apatía
y la banalidad.

Cultivar el oír esa voz interna apacible como un precioso tesoro secreto, no permitiendo que la rutina
diaria o la preocupación ensordezcan el alma.

Beber cada día del Espíritu, ese río profundo que Jesús promete todavía hoy a todo aquel que padece
sed. «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba...»

Soñar sueños para el reino de los Cielos y conducir a otros hacia ellos, aunque al comienzo todo parezca
indicar que no vale la pena sostener ideales ni proyectos a largo plazo.

Militar activamente no solamente en la acción sino, sobre todo, en la oración, toda vez que el sórdido
paisaje de los medios masivos sugiere impotencia por estar tan lejos, tan sola, o con tan escasos
recursos.

Recordar día tras día que «cuando abundó el pecado —corrupción,


corrupción, injusticia, soledad, abandono,
egoísmo, necedad, abuso, pobreza de cuerpo, alma o espíritu— sobreabundó la gracia».

Contemplar esos terribles dolores globales desde la mirada de una madre —aunque
aunque nunca lo hayas
sido— que se pone en la brecha para clamar al Padre y, mientras tanto, como Jesús, consolar los
pequeños y grandes dolores cercanos, personales y concretos sabiendo que, aunque parezca
insuficiente, vale la pena dar «un vaso de agua en su nombre».

Utilizar sabiamente el tiempo y los recursos


cursos que te han sido entregados, no importa cuántos sean, para
ser un agente de cambio en el lugar donde Dios te colocó. Él nunca nos ubica en el lugar equivocado... el
mejor lugar es siempre un espacio interior de gratitud, contentamiento y aceptación de su sabia y
soberana voluntad en nuestra vida.

Encontrarte día tras día con la angustia y la ansiedad que viven tanto fuera como dentro tuyo, y brotan

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MINISTERIO DE LA MUJER

ante el desafío de afuera y la pequeñez de adentro, para cantar con dulce calma alguno de los salmos de
David, quien sabía gobernar sus sentimientos ordenándose a sí mismo: «Alma mía, en Dios solamente
reposa».

Asumir frente a ti misma, a Dios y a los demás, el compromiso de vivir conforme a lo que dices,
sabiendo que, definitivamente, «el mensajero es el mensaje».

En suma, reeleer en tiempos posmodernos:

El coraje de las hijas de Zelofehad, que hicieron consultar a Moisés y cambiar a Dios la jurisprudencia de
su tiempo.

La compasión y autoestima de la sierva de Naamán, que no perdió ni identidad ni corazón cuando le


quitaron su patria y su libertad.

La grandeza de la reina Esther, que no desestimó su inteligencia ni su fe por pertenecer al círculo de las
más bellas, y supo aprovechar esa influencia para librar del exterminio a su nación.

El espíritu dulce y prudente de María, la joven madre a quien Dios pudo confiar el niño más importante
de la historia humana; una mujer que había aprendido desde temprano a «guardar cosas en su
corazón».

Hay muchos ejemplos en la Biblia para revivir hoy día. Sus voces resuenan
enan todavía y tienen más poder
que la sordera posmoderna…

…porque la gente sigue clamando por modelos verdaderos y coherentes, por vidas que valgan la pena
vivirse;

…porque Dios todavía continua hablándole al mundo a través de las historias de mujeres, incluyendo
también la historia que tú y yo, en elocuente silencio, vamos construyendo cada día.

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