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1 La Economía como ciencia

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➦ Definición.
➦ Metodología.
➦ Condición «ceteris paribus».
➦ Particularidades de la Economía como ciencia.
➦ Experimentos en Economía.
➦ Para saber más.

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Objetivo

En este tema estudiaremos de qué nomía, al tratarse de una ciencia so-


forma podemos considerar la Econo- cial que estudia el comportamiento
mía como una ciencia, y presenta- de personas en el ámbito de sus de-
remos cuáles son las limitaciones y cisiones de carácter económico.
peculiaridades que presenta la Eco-
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➦ DEFINICIÓN
Una definición bastante extendida de la Economía es la que la
califica como «la ciencia que estudia la asignación de recursos es-
casos entre fines alternativos».
En este apartado nos centraremos en el hecho de considerar a
la Economía como una «ciencia», y podremos afirmar que lo es si
la forma de acometer el análisis de la realidad económica implica
utilizar una metodología científica.

➦ METODOLOGÍA
Para seguir una metodología científica, como se hace en cual-
quier ciencia, tras proceder a la observación de hechos de la reali-

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dad será necesario formular una hipótesis de comportamiento.


Posteriormente hay que proceder a contrastar dichas hipótesis de
comportamiento, y finalmente podremos llegar a configurar leyes
o teorías.
Así, si la Economía es una ciencia, el economista actuará del
mismo modo que lo hará un científico que se ocupe de las leyes
físicas y observe que una manzana que se desprende del árbol bajo
el cual está sentado cae al suelo o le golpea en la cabeza. Esto le
llevará a plantearse una hipótesis, por ejemplo que los cuerpos se
atraen en función directa de su masa y en razón inversa de la dis-
tancia que los separa. Si procede a contrastar esa hipótesis a través
de la experimentación y con concienzudos estudios, llegará a for-
mular la «ley de la gravitación universal».
Un economista, por su parte, observará, por ejemplo, que el
precio de las manzanas en su frutería habitual se ha incremen-
tado llamativamente respecto del que tenían la semana ante-
rior.  Su amigo el frutero le informará de los motivos por los
cuales se ha producido ese encarecimiento, y se lamentará del
importante descenso que se ha producido en sus ventas. El eco-
nomista, en ese momento, podrá plantearse una hipótesis, con-
sistente en que existe una relación inversa entre el precio de los
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bienes y la cantidad que los consumidores desean adquirir de


los mismos. Es necesario contrastar a continuación esa hipóte-
sis, observando si ocurre lo mismo en otras fruterías, tanto con
las manzanas como con el resto de frutas, y de forma más gene-
ral  con cualquier otro bien y en cualquier otro lugar. Si di-
cha  contrastación se produce, llegará a formular la «ley de la
demanda».

➦ CONDICIÓN «CETERIS PARIBUS»


Tanto el físico como el economista están utilizando en los
ejemplos descritos anteriormente una metodología científica. Al
hacerlo, han de dejar de lado otros factores que pueden afectar
al  objeto de su estudio y que les llevarían a extraer conclusio-
nes  erróneas; si el físico realiza su observación justo en el mo-
mento en el que pasa un tornado que se lleva la manzana volan-

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do hacia las nubes, las reflexiones que realice ese científico no


serán muy precisas ni exactas. Si el ejemplo del tornado parece
muy rebuscado, basta con sustituir la manzana por una pequeña
pluma de un ave, siendo suficiente una leve brisa para levantarla
del suelo de forma que parezca que está incumpliendo la ley de
la gravedad.
El economista, del mismo modo, podría encontrar ejemplos
en los que, aun encareciéndose el precio de un bien, la canti-
dad  demandada de dicho bien por parte de los consumidores
no disminuya sino que aumente. Eso puede ocurrir, por ejemplo,
si la renta con la que cuentan los individuos crece notablemen-
te. Así, aunque aumente el precio de un determinado bien, los
consumidores pueden estar dispuestos a adquirirlo en la misma
o  en mayor cantidad que antes. O puede ocurrir que el precio
de  las naranjas y de las peras aumente aún más que el de las
manzanas, por lo que un individuo que muestre una cierta in-
diferencia entre consumir una u otra fruta se decante por com-
prar más manzanas ante el mayor encarecimiento de las otras
frutas.
Tanto el físico como el economista recurren a una simplifica-
ción necesaria que les facilita su labor de análisis: suponen que el
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resto de variables que no son el objeto de su estudio permanecen


constantes en un determinado nivel. El físico, en todos sus estu-
dios, supone que existe una determinada temperatura, una hume-
dad del aire concreta, un cierto viento —o incluso una ausencia
total de aire—, una presión atmosférica dada, etc. El economista,
igualmente, realiza determinados supuestos acerca del nivel de
renta de los individuos, del precio de los demás bienes relaciona-
dos con el que estamos estudiando —ya sean complementarios o
sustitutivos—, de las variaciones en los gustos o preferencias de los
consumidores, etc.
Las «palabras mágicas» que utilizamos para reflejar este hecho
provienen del latín y son «ceteris paribus», que vienen a significar
«el resto constante». Así, si sube el precio de un bien podemos
decir que las cantidades del mismo que los consumidores desearán
adquirir disminuirán, ceteris paribus (es decir, si todo lo demás per-
manece constante).

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➦ PARTICULARIDADES DE LA ECONOMÍA
COMO CIENCIA
La Economía como ciencia tiene algunas peculiaridades de las
que carecen otras ciencias, y que dificultan su estudio. Esas dificul-
tades provienen principalmente del hecho de que tratamos con
personas, pues tanto los consumidores como los empresarios lo
son. Así, aunque de manera general las leyes económicas se cum-
plan, el comportamiento de los individuos no siempre es total-
mente previsible. Y el problema no procede de las dificultades que
pueda suponer el hecho de que las personas tengan gustos o prefe-
rencias diferentes —algo que hemos de considerar absolutamente
normal—, sino de que su comportamiento puede en determinados
momentos ser variable, y, además, serlo de forma impredecible.
Existen, además, comportamientos que a priori se pueden supo-
ner irracionales desde un punto de vista económico, pero que po-
demos observar que están presentes con asiduidad cuando analiza-
mos la conducta de los individuos. Así, todos conocemos a
personas que están dispuestas a quedarse tuertas siempre que el de
al lado se quede ciego —en economía diríamos que no buscan
maximizar su utilidad individual, sino su posición relativa frente
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al resto—. En experimentos de laboratorio se ha podido observar


cómo hay personas que toman decisiones que les llevan a ganar
una menor cantidad de dinero si con ello consiguen que otros ga-
nen aún menos. Esas personas no actúan conforme a un compor-
tamiento presuntamente «racional», que es el que consideraríamos
previsible, consistente en ganar para sí mismos lo máximo posible
—con independencia de lo que ganen los demás—, por lo que
suponer que todos vayan a obrar de esta manera sería, por lo me-
nos, inexacto, por no decir directamente erróneo.
En sentido contrario, también conocemos comportamientos
altruistas de individuos que están dispuestos a sacrificar parte de su
bienestar por mejorar el de otros, incumpliendo de nuevo la pre-
misa de actuar buscando maximizar su propio nivel de bienestar.
Todos estos comportamientos, junto con otros más que podría-
mos encontrar, dificultan lógicamente la labor de los economistas
como científicos. El físico, por su parte, no tiene estos problemas,
pues las manzanas no piensan, no toman decisiones ni varían su

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actitud caprichosamente, sino que caen al suelo cumpliendo la ley


de la gravedad, ceteris paribus.

➦ EXPERIMENTOS EN ECONOMÍA
Hacer experimentos de laboratorio representa en ocasiones,
por otro lado, un problema en Economía. Se pueden realizar, y de
hecho frecuentemente se llevan a cabo, muchos experimentos ba-
sados en el comportamiento microeconómico de los individuos.
Sin embargo, otros resultan imposibles, por las repercusiones que
podrían tener sobre las personas. Así, del mismo modo que el físi-
co puede realizar experimentos y dejar caer una manzana desde 20
metros de altura, pues si se hace pedazos al llegar al suelo este he-
cho no tendrá mayor relevancia, realizar experimentos para com-
probar cuál sería el comportamiento de un consumidor al que le
redujéramos en un 90 por 100 su renta durante un período de un
año podría resultar catastrófico. Como en Economía tratamos con
personas, los experimentos que se pueden realizar están limitados,
por razones obvias.
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2 La escasez
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➦ La escasez: un concepto relativo.


➦ La escasez: un concepto dinámico.
➦ Los precios como señal de la escasez.
➦ La escasez como problema universal.
➦ Para saber más.

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Objetivo

En este tema estudiaremos el dremos realizar de esa «escasez», y


concepto de la «escasez», dado que veremos que en ocasiones los pre-
es el objeto de estudio de la Econo- cios pueden representar un buen in-
mía. Nos detendremos en considerar dicador de la misma.
las distintas interpretaciones que po-
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Si definimos la Economía como la ciencia que estudia la asignación


de recursos escasos entre fines alternativos, debemos estudiar con cier-
to detenimiento qué significa eso de que los recursos sean «escasos».

➦ LA ESCASEZ: UN CONCEPTO RELATIVO


En primer lugar, es necesario señalar que la escasez no es un
concepto absoluto, sino relativo. Así, el hecho de que algo exista
en una pequeña cantidad no implica necesariamente que sea un
recurso escaso, pues si nadie lo demanda no lo será. Del mismo
modo, el hecho de que algo exista en una cantidad muy grande no
garantiza que vaya a dejar de ser un recurso escaso. Así, la cantidad
de petróleo que existe en el subsuelo terrestre es enorme, pues cada
día extraemos cantidades ingentes y todavía no se ha acabado,
pero sin embargo es un bien escaso, dado que muchos millones de

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personas demandan diariamente los productos derivados de ese


bien. En sentido contrario, si como ya hemos dicho hay una pe-
queña cantidad de un determinado bien, pero nadie o casi nadie
lo demanda, ese bien no presentará ningún problema de escasez y
no será objeto de estudio de la economía. La escasez depende, por
tanto, no sólo de la oferta sino también de la demanda.

➦ LA ESCASEZ: UN CONCEPTO DINÁMICO


La escasez, por otro lado, no es un concepto estático sino diná-
mico. En efecto, algo que en un momento dado no es escaso, en otro
momento posterior puede pasar a serlo, del mismo modo que un
bien que sea escaso ahora puede dejar de considerarse escaso poste-
riormente. En efecto, un bien que hoy sea considerado escaso puede
dejar de serlo en el momento siguiente si se encuentran bienes que
le sean sustitutivos, o si se desarrollan mejoras tecnológicas. Así, si
se desarrollan y se generalizan suficientemente las energías renova-
bles, de forma que resulten más baratas que el petróleo, además de
ser menos contaminantes, esto tendría un efecto inmediato sobre la
escasez del petróleo; éste dejaría de ser un bien escaso, pues no lo
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demandaríamos. Para que un bien deje de ser escaso no es necesario,


por tanto, que su oferta aumente —que encontremos nuevos yaci-
mientos de petróleo, por ejemplo—, sino que basta con que la de-
manda disminuya.
La escasez tampoco se muestra con la misma intensidad en unos
lugares que en otros, ya que tiene importantes matices geográficos.
Así, el agua puede ser muy escasa en un sitio y existir con tal
abundancia en otro que se puedan satisfacer sobradamente las nece-
sidades existentes.

➦ LOS PRECIOS COMO SEÑAL DE LA ESCASEZ


Un indicador de la escasez suelen ser los precios. Así, cuanto
mayor es la escasez de un bien, por lo general mayor es su precio.
El Estado, no obstante, puede actuar sobre los precios de los bienes
por diferentes motivos —gravándolos con impuestos con fines re-

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caudatorios, estableciendo precios máximos o mínimos con obje-


tivos redistributivos, buscando el interés general, etc.—, de forma
que con esas actuaciones puede ocurrir que finalmente los precios
no reflejen fielmente la escasez existente del bien.

➦ LA ESCASEZ COMO PROBLEMA UNIVERSAL


La escasez es un problema general, pues la padecen todos los
agentes económicos. Los consumidores no poseemos tanto dinero
como para poder saciar todas nuestras necesidades —en caso con-
trario no estaríamos obligados a trabajar, y seguramente sólo lo
haríamos aquéllos a quienes nos encanta nuestra profesión—. Ade-
más, esa escasez no es exclusiva de quienes perciben salarios humil-
des; los grandes empresarios y los deportistas de primer nivel, que
perciben unos ingresos astronómicos, también padecen la escasez,
pues las necesidades que sienten que han de satisfacer son también
muy elevadas —muchos de ellos necesitan su jet privado, su chalet
con veinte habitaciones y quince cuartos de baño en una zona re-
sidencial exclusiva, sus ocho coches, su numeroso personal de ser-
vicio, apartamentos y propiedades de todo tipo desperdigados por
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toda la geografía terrestre, su isla privada, etc.—, y puede darse el


caso de que sus sueldos multimillonarios se les queden cortos...
En efecto, es un hecho contrastado que cuanto mayor es el nivel
de ingresos, mayores son las necesidades de gasto que se perciben;
alguien que percibe un sueldo muy humilde no se plantea generalmen-
te dar una vuelta al mundo y lo que anhela es marcharse en vaca-
ciones a descansar a su pueblo, o tal vez pasar unos días en la playa.
Sin embargo, si sus ingresos crecen notablemente, sus necesidades
también lo harán, pues es posible que se plantee otras posibilidades
más caras, de modo que la escasez tiene tendencia a permanecer.
Las empresas, igualmente, sufren el problema de la escasez.
Siempre se ha de priorizar a qué se dedica el dinero del que se dis-
pone. Si se dedica una mayor partida a remunerar a los trabajado-
res, ese mismo dinero no estará disponible para remozar las oficinas
o para renovar determinada maquinaria.
El Estado, por su parte, también sufre la escasez. Todos los años
se plantea la necesidad de elegir a qué se dedica el dinero, lo que

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se aprueba en los Presupuestos Generales del Estado. Todo el di-


nero que se dedique a realizar infraestructuras no estará disponible,
por ejemplo, para cultura, sanidad o educación.
La existencia de escasez, como vemos, nos pone constantemen-
te en la necesidad de elegir. Por ello, a la Economía se le llama
también «la ciencia de la elección». Ligado a esa constante necesi-
dad de elegir surge un concepto muy empleado en la economía: el
coste de oportunidad. Se define como aquello a lo que hemos de re-
nunciar para obtener otra cosa a cambio. Como podríamos encon-
trar muchos fines alternativos a los que dedicar ese recurso escaso,
pero sólo podríamos acometer uno de ellos, el coste de oportunidad
será la mejor de las alternativas desechadas.
No sólo el dinero es escaso. Otro recurso muy valioso y muy es-
caso es el tiempo, pues cada hora que pasa no volverá. Aunque al-
gunas actividades puedan realizarse simultáneamente, puede apare-
cer la necesidad de elegir, por lo que en este ámbito también surgirá
la necesidad de economizarlo y se presentará un coste de oportunidad.

Ejemplo

Coste de oportunidad: ¿estudias o trabajas?


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Una de las elecciones que se plantean los jóvenes cuando terminan el Ba-
chillerato es si van a continuar estudiando en la universidad o se deciden a
buscar un empleo. Es verdad que existe una opción intermedia, consistente en
realizar ambas actividades simultáneamente, pero para simplificar no la vamos
a considerar aquí.
Así, todo el tiempo dedicado a estudiar tendrá un coste de oportunidad, que
sería el sueldo que se percibiría trabajando (si es que se encuentra empleo,
claro).
Pero buscar trabajo y no estudiar también tiene su coste de oportunidad. En
efecto, si al acabar el Bachillerato decides ponerte a trabajar y no a estudiar, nun-
ca tendrás un título universitario. Y el tenerlo cuenta a la hora de percibir un sala-
rio posterior. Según estudios realizados, en contra de la percepción de una parte
de los jóvenes vale la pena tener formación universitaria, porque las empresas si-
guen valorándola de forma significativa a la hora de remunerar a sus trabajadores.

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