Es un hecho innegable que los peruanos estamos recuperando, con evidente
entusiasmo, el orgullo nacional. Podríamos definir este fenómeno, acaso la mayor característica de nuestro siglo XXI, como un nuevo proceso de revalorización de lo peruano, como una nueva mirada del peruano hacia lo suyo, debido principalmente a razones de orden cultural y económico —razones pacíficas y positivas— que propician la integración. La gastronomía peruana, quién lo duda, ha logrado un primer momento de integración nacional, reconocida por todos, fuera ya de los confines de la mesa familiar. Cada vez tenemos más conciencia del mestizaje cultural (de sabores, de historia, de métodos de preparación) y de la dinámica económica (con participación de agricultores, sector transportes, empresarios, cocineros, personal de servicio) que hacen de la gastronomía una de las expresiones más notables de la sociedad peruana moderna. No tiene menos importancia el protagonismo que, de un tiempo a esta parte, vienen adquiriendo actividades como la producción y distribución de medicina natural, que responde a la demanda creciente de un público preocupado por lo saludable. Imposible que Perú, un país megadiverso, poseedor de sabiduría milenaria, pueda ser ajeno a la medicina natural. Cabe anotar que algunas marcas peruanas de este sector, que apuestan por una publicidad agresiva, ya forman parte de nuestro esquema mental. Algo similar, aunque sin tanto esfuerzo en promoción, sucede con el sector textil. Ahora notamos, con más énfasis que en los años noventa, una tendencia por diseños peruanos, con una oferta muy variada (polos con cara de Vargas Llosa, de Chacalón, de Sarita Colonia, de Túpac Amaru; accesorios que apelan a elementos de la llamada cultura chicha: en colores, en formas, en frases). Lo que antes era una moda de ciertos grupos juveniles, hoy es casi un mandamiento básico de vestuario. El turismo, claro está, brilla con luz propia en este nuevo proceso de revalorización de lo peruano, y por una razón fundamental: es una actividad que permite valorar lo nuestro y exhibirlo con orgullo al visitante. Ésta es una de las consignas del turismo. El error sería caer en el chauvinismo, en la idea de un triunfo previo por el hecho de ser peruano. Eso sería vanidad, cosa hueca, vacía.