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BORGES, POR PIGLIA.

Los escritores tienen claro lo que no quieren hacer, pero no pueden hacer lo que quieren hacer. Y
Piglia aclara que Borges estuvo cerca de llegar a hacer eso que le parecía que quería hacer, lo que
era un indicio de buen escritor.
Querer algo es muy fácil, pero llevarlo a cabo es todo un proceso que no siempre termina en lo
que uno deseaba desde el principio, sino en algo totalmente diferente.

Borges inventó la “literatura fantástica” en el siglo XX, no solo lo inventó, sino que creo un
procedimiento para que otros lo hicieran también. Piglia se refiere a esto como lo máximo a lo que
puede llegar un escritor.
Piglia dice que, aunque lleve ese nombre, no es literatura fantástica en el sentido clásico, la
literatura de fantasmas que llego entre el origen del psicoanálisis y el fin de la antología religiosa.
No se habla de vampiros, ni muertos, ni fantasmas, donde la gente ya dejo de creer en el cielo y en
el infierno lo que hace que la religión no sirva para explicar todo eso.

La literatura fantástica para Borges, fue imponer un estilo literario completamente nuevo, donde
se podía jugar un poco con la realidad. Piglia se refiere a este método como una “ficción
especulativa” o “literatura conceptual”.
Esto nos explica que la ficción no es verdadera ni falsa y no se puede verificar. Se puede
diferenciar en un texto la ficción de la realidad si, se mantiene la distinción. Y es ese poder que
tiene la ficción de jugar con el texto, acomodarlo como un pequeño agujero o un escape a la
realidad donde el lector pueda diferenciar claramente el uno del otro.
También nos habla Piglia, de que Borges seguía un orden para esta ficción, donde si hay totalidad.
Pues si no hay, no tiene sentido nada, estaría fragmentado.

Piglia agrega, que Borges nunca hizo un texto de más de 10 páginas, pues le gustaba ser preciso en
lo que escribe, usaba la micro ficción, y se podía decir que Borges manejaba el arte de la
microscopía. No hace falta que este escrito algo en el teto, hay que tener idea de cómo puede ser
ese texto, y pues no es necesario hacer un cuento de mil páginas para disimular el asunto ya que
según el decálogo del perfecto cuentista (Quiroga), uno de sus ítems nos dice que “las tres
primeras líneas de un cuento, tienen casi la misma importancia del último.”

Finalmente, Piglia se refiere a que ese cuento donde se ven todos los frutos cosechados por
Borges, como lo son la literatura fantástica, la ficción, la microscopía y precisión de cómo se debe
ser buen escritor donde se malversa un poco la realidad, haciéndola una realidad ficcional, sin
haberlo inventado Borges, llego a esa perfección de lo que se dice que es un buen escritor. Y Piglia
dice que lo logró con “Tlön”.

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