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Parshat Itró
Likutei Sijot
Bsd.
1 Éxodo 20:1.
2 Así, cada vez que en la Torá se dice “Di-s habló a Moshé lemor (para decir)”, significa
que Moshé debía asegurarse a su vez que las palabras de Di-s llegasen a todos los judíos.
Pero no es así el caso de la Entrega de la Torá, tal como prosigue el análisis de la Sijá.
3 Shemot Rabá 28:6.
4 Rabí Dovber, discípulo y sucesor del Baal Shem Tov, y maestro del Alter Rebe.
5 Or Torá, Hosafot, secc. 8, y Or Torá, seccs. 96 y 235.
6 Zohar III, 11b. Véase Likutéi Sijot, vol. I (ídish), Toldot, secc. 27.
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es sagrado”7: que las Diez Aserciones de Di-s durante la Creación del
mundo –a las que alude la primera palabra “diez”– son del mismo tenor8
y se corresponden con los Diez Mandamientos –el segundo “diez”–. Y
por eso en el versículo preliminar a los Diez Mandamientos está escrito
“Vaiedaver Elokím –El Señor habló–... lemor –para decir–”; o sea, el
propósito de la Entrega de la Torá es proyectar e introducir el vaiedaver
de los Diez Divrot –Mandamientos– en el lemor de los Diez Maamarot
–las Diez Aserciones de la Creación, en cada una de las cuales “Di-s
dijo...” – vaiómer Elokím...–9.
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lo cierto es que del judío se demanda que todas sus cuestiones, incluso
las mundanas, sean de acuerdo a las premisas de la Torá.
No hablamos aquí de que lleven una conducta mundana en lo que
respecta a cuestiones prohibidas por la Torá; es obvio y se sobreentiende
que “lo prohibido, prohibido está”. Eso está fuera de todo análisis. En
cambio, nos referimos a que incluso en las cosas que sí están permitidas
por la Torá, tampoco en ellas deben inmiscuirse, en absoluto,
concepciones mundanas, seculares, aquellas típicas del hombre común
de la calle, sino que en éstas deben primar exclusivamente las premisas
de la Torá10.
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Hishtalshelut15, ¡él es Elokéja, tu fuerza y vitalidad! Más todavía:
“Anojí, soy Havaiá Elokéja”. La descripción de Di-s con el término Anojí
alude a Di-s Mismo, más allá de todo nivel y categoría espiritual: Anojí
mi sheAnojí –“Yo soy el que soy” sin nada más que pueda describirme16,
la mismísima Esencia y Ser de Di-s–, indescriptible, que no es insinuado
no sólo por un nombre, sino que no lo es siquiera por ninguna letra ni
espina17. Y ésta, la Esencia Misma de Anojí, ¡es Elokéja, tu fuerza y
vitalidad!
Esto, entonces, es lo que desde lo Alto se demanda de la persona:
¡todo el día, ¿dónde está Elokéja?! Este sentimiento de que Anojí es
Havaiá Elokéja, ¿dónde está en ti durante todo el día?
Esto que él siente el Elokéja en su fuero íntimo en instancias de
elevación espiritual, como por ejemplo durante la plegaria y el estudio
de Torá, o en el curso de un farbrenguen18, es insuficiente. No en eso
radica la intención y propósito de la creación del hombre dentro de un
cuerpo físico. Esto, sentirse espiritualmente estimulado en momentos
en que la espiritualidad está en su máxima expresión, podría haberse
logrado incluso por intermedio de seres en los que la espiritualidad
4 es lo más natural, como sucede con los ángeles, o concretado a través
de almas sin cuerpo en lo Alto, en la dimensión espiritual, tal como se
alzan y ubican debajo del Trono de Gloria19. En cambio, el propósito
(“Fue, es y será, todo en un mismo instante”; Zohar III, 257b; Pardés, Sháar 1, cap. 2; Tania,
Sháar Haijud VeHaEmuná, cap. 7).
15 El Descenso Cadenoide Progresivo de la Luz Divina Creadora, presente en cada una
de las Dimensiones de la Creación.
16 Compárese con Zohar III, 11a: “Yo soy quien soy; y no es conocido quién es Él”. Así,
Anojí, el ‘Yo’ máximo, se refiere al Di-s Trascendente, por encima de toda causa, la única
entidad realmente independiente y autónoma (compárese con Rambam, Hiljot Iesodéi HaTorá
1:1). El aspecto de Anojí, de este modo, trasciende incluso el aspecto sublime indicado por el
Nombre Divino Havaiá. Ningún ser puede ser genuinamente llamado Anojí –el ‘Yo’ autónomo–
excepto el Ser Divino Esencial, que es el verdadero Anojí.
17 Véase Likutéi Torá, Pinjás 80b. Zohar Jadash III, 11:1. Espina es la punta superior, el
origen, de la letra iud, primera del Tetragrámaton.
18 Reunión al estilo jasídico, en la que sus participantes entonan melodías que elevan el
espíritu y se fortalecen mutuamente con palabras de Torá e historias de los Rebes y demás con
profundos e inspiradores mensajes y enseñanzas a aplicar en el servicio a Di-s.
19 Véase Zohar I, 113a y III, 29b (y compárese con Shabat 152b), donde se menciona que
las almas, antes de su descenso, se hallan bajo el Trono de Gloria de Di-s.
Encontrarse en un estado de éxtasis y conciencia de la Divinidad en un entorno de exclusivo
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del descenso del Alma Divina dentro de un cuerpo es el de refinar y
elevar el cuerpo y el Alma Animal (pues el Alma Divina, en lo que a
ella misma respecta, no requiere en absoluto tikún –rectificación20–).
Lo que del judío se demanda, y se espera, es que todo el día, cuando
come, bebe, hace negocios y conversa con otros, estando inmerso en los
quehaceres mundanos del día a día, sea igualmente consciente y sienta
el Elokéja en idéntica medida tal como él mismo lo entendió y apreció
durante la plegaria y el estudio de Torá. Debe concentrar sus esfuerzos
en lograr que todos sus asuntos mundanos, cuya vitalidad proviene de
las Diez Aserciones de la Creación, estén iluminados e impregnados con
la Divinidad de los Diez Mandamientos de la Torá que comienzan con
“Anojí Havaiá Elokéja”, de modo que el Anojí se sienta en su Elokéja.
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las mitzvot que en lo que hace a su cumplimiento efectivo corresponden
a la esfera del niglé de la Torá, fueron entregadas por Di-s ya en ese
momento contenidas en los Diez Mandamientos, pero encapsuladas
en ellos únicamente de manera alusiva y oculta. En contraste, en ese
momento fue el nistar de la Torá lo que era evidente, pues todos los
judíos vieron entonces23 el Maasé Merkavá24 (como también lo insinúa
el versículo25 “La Carroza de Di-s es dos veces diez mil... shinán... Di-s
estaba entre ellos en Sinaí en santidad”: las cuatro letras de la palabra
hebrea shinán (lit.: ángeles) son acrónimo de shor –toro–, nésher –
águila–, arié –león–, y la letra nun final alude a la “faz del hombre”26),
y es sabido que Maasé Merkavá es Pnimiut HaTorá –la faceta mística,
profunda e interior de la Torá– y todos los judíos, en ese momento,
tuvieron acceso a ello.
de las velas de Shabat; 5) el lavado ritual de las manos antes de comer pan; 6) el recitado
de bendiciones previas cuando se disfruta de algún bien físico (por ejemplo, antes de comer,
beber, etc.); y al cumplir mitzvot; 7) el requerimiento de un eruv para permitir ciertas acciones en
Shabat y las Festividades. Véase la extensa nota al pie, marcada con *, en Séfer HaMaamarím
5708, pág. 165.
23 Shemot Rabá 3:2, 42:5; Tanjumá, Ki Tisá; Midrash Tehilím 68; Zohar II, Itró 82a.
24 Maasé Merkavá, el “Relato de la Carroza”, se refiere a la visión Celestial descripta en el
primer capítulo de Iejezkel (aunque en general también alude a Isaías 6). Precisamente, como
eso fue lo que los judíos sí vieron manifiestamente en el momento de Matán Torá, se lee como
Haftará el primer día de Shavuot, que conmemora dicha Entrega. Es la esencia misma del área
de nistar de la Torá. Véase Mishná Jaguigá 2:1, y Guemará ibíd. 13a-14b.
25 Salmos 68:18.
26 Zohar I, 18b y 149b. Estas son las cuatro formas descriptas en la visión de Iejezkel 1:10.
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que mientras el judaísmo incentiva el espíritu positivo, el Jasidismo
promueve la auto-anulación que es sinónimo de negación y privación.
6. La respuesta a estos planteos es la siguiente:
En Shemoné Prakím27 de Maimónides está escrito que tal como
existen enfermedades del cuerpo y sus respectivas curaciones, del
mismo modo hay afecciones del alma y metodologías para curarlas.
De esto, este paralelismo entre cuerpo y alma, se entiende que también
de muchos de los aspectos de las enfermedades del cuerpo y sus
respectivos tratamientos es posible comprender asimismo muchas de
las patologías del alma y su forma de curación.
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de aplicación de dichos recursos se descubrieron años más tarde, y
aún continúa la investigación.
8. Obviamente, si alguien no va a querer utilizar estas nuevas
técnicas curativas argumentando como fundamento de su desacuerdo
que: a) curación significa ampliar y fortalecer la integridad cuerpo,
y no implica destruir alguno de sus componentes; y b) dado que por
muchas generaciones no se emplearon estos tratamientos, no quiere
hacer caso a los nuevos médicos con sus nuevas técnicas curativas;
él mismo se cree un especialista, y actuará tal como se hacía en el
pasado antes de descubrirse estos nuevos métodos.
¡Cualquiera entiende que estos argumentos carecen de todo
sustento racional!
Aquello del cuerpo que es preciso vigorizar y ampliar es la
región sana, pero de ninguna manera se debe hacer lo propio con el
“crecimiento ajeno” al cuerpo, pues éste no forma parte del cuerpo
humano. Por el contrario, le hace daño. Y por eso, hay que destruirlo.
Antaño, esta afección no era tan frecuente y manifiesta como en la
actualidad, por lo que no se investigaba con tanto ahínco. Y el motivo
8 principal de la falta de investigación era que desde lo Alto no se hizo
que la solución curativa estuviera disponible. Cuando la enfermedad
se expandió, Di-s libre, el Todopoderoso “anticipó la curación a la
enfermedad”, e hizo que la curación se volviera disponible.
28 Iyov 28:3.
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ni fundamento, se resiste a ello y en un último esfuerzo se fortalece y
expande más intensamente en el alma de los hombres.
– En el pasado también había soberbia y arrogancia en la gente,
pero no en una medida tan grotesca y burda como lo es ahora –.
De esto, el mal espiritual, la kelipá que se intensificó cuando está
llegando a su fin, se desencadenó también la existencia de una afección
física, un “crecimiento” de tejidos intrusos que no tiene sentido ni
función. Este “cuerpo invasor” drena las fuerzas corporales en su
propio beneficio, como si él exclusivamente fuera lo principal del
cuerpo.
Para contrarrestar la kelipá de Amalek –la desmedida insolencia
y arrogancia sin fundamento– que constituye, como se dijo, la causa
espiritual de la afección, Di-s anticipó el remedio a la enfermedad,
y reveló Torat HaJasidut –la Filosofía Jasídica– cuyo estudio y
profundización causa que el ‘Yo enfermo’, se debilite hasta lograr que
se destruya del todo.
29 Mejiltá, Beshalaj 15b; Vaikrá Rabá 31:5; Sanhedrín 26b. Véase también Torá Or,
comienzo de Itró, 67a, así como los apéndices a Torá Or, ibíd., 109a.
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