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La diferencia de lenguajes siempre ha simbolizado una barrera entre la humanidad.

En el
mito de la torre de Babel Dios decide cambiar nuestros idiomas para así destruir nuestra
unión y fuerza. Se ejemplifica claramente cómo el lenguaje es la pared más significativa
entre humanos. Incluso en un mundo globalizado e interconectado como lo es el actual
existen diferencias gracias a que no nos comprendemos unos con otros.

Oficios como el de la traducción tienen el deber de disminuir esta brecha de separación. En


el siguiente texto plantearé cómo Gadamer en el cuarto capítulo de su libro Arte y Verdad
de la Palabra tiene como objetivo principal mostrar tanto las pérdidas como las ganancias
que se obtienen a la hora de realizar una traducción.

Por otro lado, aun si hablamos los mismos idiomas cada uno de nosotros es un mundo
diferente. Todos hablamos un lenguaje interno distinto, por más que compartamos un
idioma natal. La poesía es un ejemplo de ello. Aun si leemos un poeta en nuestro idioma
natal necesitamos traducir su idioma interno al nuestro. Su poesía se vuelve en nuestra
poesía. Por esto, el texto de Gadamer plantea como tesis que la lectura es una traducción
interna.

El oficio de la traducción consiste en modificar el idioma de un texto a otro lenguaje que


puede ser radicalmente diferente. Por ello, se podría creer que este oficio está condenado a
siempre perder partes importantes del texto original. Sin embargo, Gadamer da varios
ejemplos sobre cómo en una traducción del griego al francés o del alemán al inglés se
puede llegar a pasar el texto eficazmente e incluso a comprenderlo mucho más. Esto
representa una ganancia evidente.

Por el otro lado, hay algunos casos en donde la pérdida de la obra original es inevitable.
Algunos afirman que la traducción de la obra de Shakespeare por parte de Gundolf y
perfeccionada poéticamente por George no se puede presentar. Muchos ni siquiera la
pueden llegar a comprender. Se ha perdido su verdadera esencia gracias a la traducción
(Gadamer, 1998).
El mismo caso se evidencia en las obras de Dostoievski. “Los conocedores de la lengua
rusa le aseguran a uno que la traducción alemana de Dostoievski en la edición de Piper (de
Rashin) es poco adecuada, por su fluidez y legibilidad, al estilo entrecortado, escabroso y
descuidado de Dostoievski” (Gadamer, 1998, p.53). Sin embargo, esto podría ser una
ganancia puesto que se puede llegar a comprender mucho más la obra original.

Por otro lado, la traducción y la lectura evidencian bastantes similitudes. Pasar del lenguaje
escrito al verbal son pasos gigantescos que la lectura realiza. Así mismo, la traducción
recorre continentes con el único fin traspasar la esencia de un texto a otro idioma.

Leer es como traducir de una orilla a otra lejana orilla, de la escritura al lenguaje.
Del mismo modo, el hacer del traductor de un texto es traducir de costa a costa, de
una tierra firme a otra, de un texto a otro. Ambos son traducción. (Gadamer, 1998,
p. 55)

En conclusión, la función principal de la traducción es servir como puente entre mundos


desconocidos. Como un conciliador que busca recuperar la unión de la humanidad antes de
la torre de Babel. Cada vez que leemos estamos traduciendo. Podemos darle la vuelta al
mundo sin mover un solo pie. Esta es la grandeza del lenguaje.

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