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Repblicay Principios Republicano
Repblicay Principios Republicano
Níger de J. Contreras
Resumen
Introducción
Sin embargo, no resultaba fácil para los españoles americanos, sometidos durante
trescientos años al dominio de la corona española, imaginarse ni mucho menos pensar en
desplazar o modificar ipso factoel poder político y eclesiástico que ejercía el régimen
monárquicoabsolutista español sobre sus vasallos americanos, máxime cuando tales
conciencias, por la vía de la limpieza de sangre, se habían constituidos en representantes
de las clases sociales nobles en la América española; no obstante, detrás de aquellos
cambios graduales de los hombres de 1810-1811 en la mentalidad de una nueva actitud
política se encontraba ya un escenario histórico de cambios y transformaciones políticas,
ideológicas y filosóficas, que se viene dando en el transcurso y desarrollo de la etapa
moderna de la Cultura Occidental, cuyo fin se explica en la acción concreta de subvertir el
orden impuesto por la monarquías absolutas en contubernio con la Iglesia que daba al rey
el poder de Dios en la tierra.
Por tanto, La Real Academia de la Lengua Española la define como la “forma de gobierno
representativo en que el poder reside en el pueblo, personificado éste por un Jefe de Supremo
llamado Presidente”1.De ahí, la Real Academia de la Lengua Española en vez de traducir o definir
del latín “RESPUBLICA” como “cosa pública”, lo hace de las raíces primitivas del griego DEMO-
KRATOS (democracia) que, literalmente, se traduce o define como PODER (kratos) del PUEBLO
(demos). Es decir, democracia. Se funden: POLITEIA (política: polis) yKRATOS (poder).
La república es una noción latina. En griego esta noción es, en todo caso, la POLIS.
Por otra parte, la soberanía del pueblo puede ser personificada, no solamente de manera
individual: la figura de Presidente, sino de manera colectiva cuya magistratura, al igual que
la individual o Presidente, ha de ser considerada necesariamente como: electiva, temporal
y responsable. No obstante, desde ya, y hasta el final de este trabajo, tengamos presente
la relación de significados que se dan o pueden darse entre los conceptos de república y
democracia aun siendo etimológicamente distintos. Cabria entonces preguntarse: ¿son o
se han hecho sinónimas estas palabras? O, por el contrario, ¿existe una línea que las
separa conceptualmente en la teoría (ideológicamente) o en la práctica (políticamente)?
En todo caso, ¿democracia quiere decir libertad o libertad significa república?
Volviendo a la forma de gobierno representativo decíamos que la soberanía del
pueblo puede ser personificada de manera colectiva: es lo que ocurrió, por ejemplo, en
Francia desde 1789 hasta 1792. En ese período se promulgó la Constitución y, a su vez, se
proclamó la primera República, dentro de la sucesión de tres formas de gobierno: la
Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791), la Asamblea Nacional Legislativa (1791-
1792) y, finalmente, la Convención Nacional (1792-1795). El periodo republicano terminó
con el nombramiento del nuevo Directorio, y la aparición en la escena política francesa de
Napoleón Bonaparte2.
Ahora bien, en la Edad Media la vida estaba regulada por el poder de Dios.
DEUS era en esencia el rey, o bien, el rey era quien representaba a Dios. De manera que el
poder pertenecía al rey, y esa convicción estaba anclada en la mentalidad de los europeos
y en la de los teóricos desde los inicios de la Edad Media, cuyas raíces históricas se fijan en
el año 313con el Edicto de Milán.
Para Gramsci los principios de la Revolución francesa son los de la comunidad de los
fieles contra el clero, orden feudal aliado al rey y a los nobles 9. Por su parte,
Portelliexplica, parafraseando a Gramsci que, “Lo nuevo de 1789, y especialmente en
1793, es la política de alianza de la burguesía con las clases subalternas –y
preferentemente el campesinado—contra las clases feudales y la Iglesia” 10. De manera
que, agrega Portelli, “El movimiento cultural burgués permitió en el siglo XVIII separar la
Iglesia de las masas, recuperando gracias a los intelectuales burgueses, las ideas cristianas
tradicionales”11.
De modo que, esta información final de recuperar las ideas cristianas tradicionales
desplazando a la Iglesia a una posición subalterna por los hechos antes explanados, nos
permite reconsiderar también la alta afección religiosa que caracterizaba, en gran parte, a
los revolucionarios franceses, incluso, a los revolucionarios españoles que en el año 1796
traen a la América española el germen de los principios revolucionarios, como veremos en
el capítulosegundo.
Finalmente, esa disposición religiosa, dicho sea de paso, está bastante arraigada por
tradición familiar en los próceres y hombres que hicieron la Independencia venezolana, lo
que se explica, por una parte, en la encomendación a Dios, lo que de manera constante
encontramos en las distintas constituciones que se proclaman desde 1811 hasta 1881.
Veamos. La Constitución de 1811, con la cual se funda la primera República, la referencia
es: “En el nombre de Dios Todopoderoso”. En las siguientes constituciones hasta la del 27
de mayo de 1874, cambia la expresión religiosa con ligeras adaptaciones. Así, en la
Constitución de 1819 la alusión es: “En el nombre del Todopoderoso, Autor y Legislador
del Universo”; en la Constitución de 1830 se expresa en la frase: “En el nombre de Dios
Todopoderoso Autor y Supremo Legislador del Universo”. Esta última frase religiosa se
repite en la Constitución del 18 de abril de 1857. En la Constitución del 31 de diciembre de
1859, la expresión es: “Bajo los auspicios del Supremo Legislador del Mundo”. La frase
religiosa de la Asamblea Constituyente del 22 de abril de 1864, dice: “…bajo la invocación
del Supremo Autor del Universo”; mientras que la Constitución del 27 de mayo de 1874,
modifica ligeramente esta expresión, y dice: “…bajo la invocación del Supremo Autor y
Legislador del Universo. La Constitución del 27 de abril de 1881, quinquenio guzmancista,
elimina las referencias e invocaciones al Supremo Autor y Legislador del Universo, para
conceder esas atribuciones al propio hombre: al ciudadano. Por otra parte, nos permite
observar el grado de conocimiento político-cultural (ideológico), que alcanzanlos hombres
de la Independencia instruidos enel movimiento enciclopedista franco-anglosajón de la
época. Eran mantuanos y, como tal, representantes de la burguesía criolla.
Múltiples fueron las causas que arrojaron a Francia a los hechos sangrientos
políticos-revolucionarios que registra la historia entre los años de 1789-1795. La pésima
administración del rey Carlos XIV y, luego, la del monarca Carlos XV, hace que el pueblo
francés (y la burguesía en asenso) tome conciencia de aquella situación, y bajo la
racionalidad de la justicia emprenda el camino por diferentes vías para derrocar la
monarquía y proclamar la república, esto es, un gobierno en defensa de la igualdad. Ello
se explica, por ejemplo, en que la formación de los principios republicanos se producen
mucho antes como consignas subversivas a la Revolución (la toma de la Bastilla, hecho
que sucede el 14/07/1789), la constitución (14/09/1791) y, desde luego, a la creación de
la República francesa el 22 de septiembre de 1792.
Lo que si sabían aquellos hombres de 1810 era que sus vidas habían transcurrido
como súbditos del rey, esto es, de la monarquía española en las colonias de América
meridional. Muy pocos eran pues lo que podían entender un sistema político de carácter
republicano.
Por eso, por haber vivido aquellos hombres bajo el dominio de una monarquía por
espacio de 300 años, se les hacia cuesta arriba comprender a cabalidad los conceptos y
principios que proponen un gobierno independiente (libre) e igualitario –república y
principios republicanos--, que de ningún modo práctico (político) resultaban, repetimos,
familiarizados con ellos. Recordemos que, en honor de la verdad, transcurrieron veinte
años para que se proclamara la IV República, con un Estado débil e incipiente. Las dos
primeras Repúblicas fueron calificadas como las “patria bobas” y la tercera sólo quedó
anunciada en la Constitución de 1819, pues Venezuela pasó a ser, en 1821, una sección de
la Gran Colombia. Además de ser consideradas como las “patria bobas”, cabe
preguntarse: ¿Qué principios podían o no cumplirse en esas repúblicas aéreas 17 estando
Venezuela sembrada de guerras e intrigas?
“A más del pretenso hiato existente entre la época colonial y el período independiente, hemos
intentado hacer de nuestra historia de ayer y de nuestra historia de hoy una serie de parcelas
aisladas, semi-autónomas y desprovistas, en consecuencia, de un centro de gravedad que les de
consistencia para resistir el oleaje universal” 18.
Ahora bien, préstese especial atención a la interpretación que hace el Doctor
Caracciolo Parra León al “pretenso hiato” de Briceño Iragorry que divide la historia de
Venezuela desde el mismo origen y comienzo: en el año de 1810. Este es, a nuestro juicio,
quizás el punto neurálgico de mayor significado de este aparte, pues permite percatarnos
que después de casi ciento veinte año de historia transcurrida, esto es, de la generación
de 1810 a la célebre generación de 1928, hayan quienes piensan (o pensaban) todavía que
la historia es lineal; y la emancipación venezolana se encuentra en las propias raíces de las
instituciones españolas, sembradas éstas en nuestro suelo patrio, a lo largo del período
colonial; réstale pues de este modo, Parra León, y también otros intérpretes de nuestra
historia nacional, toda influencia político-ideológica que proceda de la Independencia de
los Estados Unidos de Norte América y a su primera (y única) Constitución Federal; y, de la
misma manera, a la influencia de los postulados y principios republicanos de la Revolución
francesa. En razón de estas creencias o afirmaciones formuladas por Parra León, y otros
tantos historiadores de análoga posición, preguntamos: ¿Qué podían pensar y esperar los
hombres de 1810 montados para la época en la cresta de la ola?
Bien, para Parra León el pretenso hiato quedará superado en la medida en que
entendamos la continuidad de la cultura hispánica-ibérica (en lo político, en lo social, en lo
religioso, etc.) en nuestra historia. Y nada más oportuno que tomar conciencia del propio
pensamiento de Parra León, cuando parafraseando a su amigo Vallenilla Lanz en cuanto a
la ley de continuidad, propia de la doctrina determinista, dirá
“Fuera de que (no está de más decirlo) ha confirmado Vallenilla Lanz una y muchas veces la
continuidad de la vida nacional (…); ya no es la oscura noche de la colonia cortada a pico por la
aurora de una independencia hija de la Enciclopedia francesa del luminoso día de la República…” 19.
“Los años últimos del siglo XVIII y primeros del siglo XIX (bien puede decirse desde 1788 hasta
1821), en que se formó intelectualmente dentro de los claustros universitarios buena parte de
aquella gloriosa generación que hizo la república y es el mejor timbre de honor de Venezuela…” 20.
“Los libros prohibidos son al final del siglo XVIII la verdadera escuela revolucionaria y filosófica de
los hombre de 1810, y jamás lo fue la Universidad de Caracas, llena de los naturales prejuicios y
atrasos que la España de aquella época tenía interés de mantener en Caracas” 21.
Por otra parte, en Francia Montesquieu procuró hallar respuesta a los problemas
suscitados por la relación entre el poder y las libertades individuales, imaginando
soluciones institucionales que expuso razonablemente en El Espíritu de las Leyes, en esta
obra muestra Montesquieu, como sabemos ya, su admiración por la Constitución inglesa.
Luego aparece la Enciclopedia y sus representantes, cuyo lineamiento político estaba
influenciado por el pensamiento político inglés post-revolucionario; mientras que Voltaire
escribía buena cantidad de artículos y panfletos en los que defendía ocasionales
problemas de la vida francesa, como: tolerancia religiosa 25, los derechos individuales y
libertad intelectual. “Pero hasta ese entonces –acota José Luis Romero—el problema
político reconocía ciertos límites en sus proyecciones: fue Rousseau quien extremó esas
tesis y abrió un nuevo camino en la concepción de la sociedad y la política” 26.
Las doctrinas que inspiraron esos tres modelos, fruto de la reflexión individual y de
la experiencia histórica, bien sobre procesos ya sobrepasados, bien sobre la palpitante
actualidad, “Llegaron a Latino América –deduce con razón Romero-- no sólo constituidas
como un cuerpo teórico, sino como un conjunto de verdades comprometidas y casi de
preinscripciones prácticas”31. En fin, pues, son doctrinas o dogmas políticos que se habían
constituido sobre situaciones ajenas al suelo patrio y a la cultura hispano-americana.
Por último, el liberalismo gestado con las banderas de la razón en el siglo XVIII y con
el movimiento de la Ilustración, es la ideología común a los blancos criollos de 1810. Para
esa fecha los mantuanos se encontraban ya divididos subrepticiamente en dos bandos:
federalistas y centralistas. Después de haber sido sancionada la Constitución de 1811, esas
fuerzas antagónicas y contradictorias se manifestaron debido al interés particular que
existía en cada una de ellas para organizar jurídica y políticamente la República. Ahora
bien, cualquiera que haya sido el modelo político 32 o la ideología política adoptada, el
movimiento de la emancipación, que corrió como pólvora por Centro y Sur América, fue
un movimiento cuyo rasgo distintivo es que fue un sentimiento republicano. Por eso el
espíritu con que se concibieron las nuevas sociedades por parte de los que se sentían
responsables de su nuevo ordenamiento jurídico y social fue esencialmente republicano y,
explícita o implícitamente, igualitario y democrático.
Varias fueron los mediosy vías de acceso al conocimiento de las ideas de espíritu
revolucionario para combatir el orden impuesto por las monarquías absolutas en Europa.
España y Portugal concentraron el poder absoluto en la Península durante la Edad Media;
y en las colonias hispano lusitanas de América en la época Moderna. Bien, una de las
primeras formas de información de la sociedad colonial de fines del siglo XVIII venezolano
sobre un modelo democrático de gobierno –monarquía parlamentaria inglesa (1688),
independencia de los Estados Unidos de Norte América (1778) o la declaración de los
principios republicanos de la Revolución francesa (1789)-- es la que procede de las
propias noticias difundidas espontáneamente de forma oral o escrita en la Capitanía
General de Venezuela.
Otra posibilidad cierta de información es la literatura directa a los libros prohibidos
por la Corona española. Lectura que podía ser realizada por algunos venezolanos que
viajaban a Europa, en las bibliotecas de las universidades y conventos del viejo continente.
En Venezuela esas lecturas clandestinas se hacían, según apunta Caracciolo Parra León,
puertas adentro de la Real y Pontificia Universidad de Caracas. Aunque no lo dice directa y
abiertamente, Parra León nos da a entender, en la siguiente muestra, el acceso al
conocimiento –materialista, en todo caso—de que gozaba la vieja Universidad de Caracas
para finales del siglo XVIII y primero años del siglo XIX, pues considera el autor que era
natural que el conocimiento americano marchase a la par del conocimiento europeo,
incluso, sin tener la autorización de la Metrópoli. La Universidad, dice Parra León
“…no se vio en el caso de proscribir a ningún ateo ni materialista decidido y franco, téngase
presente que el materialismo a lo Cabanis y a lo Condorcet sólo avanzó en la Península, y no
oficialmente, aprincipios del siglo XIX; y era natural que América marchase por lo regular en pos
de la Metrópoli y del resto de Europa”33.
Es decir que para Parra Leónla Universidad de Caracas no estuvo, de ningún modo,
atada de manos al poder absoluto de la Corona española, sino que, por el contrario, ella
marchaba según lo hacia el conocimiento de la Metrópoli y el resto de Europa. Sin
embargo, para los intérpretes de los paradigmas republicanos dados por la Revolución
francesa, esa opinión no se corresponde con la realidad sociocultural y política de la
Venezuela de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Por ejemplo, Juan Uslar-Pietri,
entre otros autores, ha cuestionado de manera contundente la actitud sumisa de la
Universidad de Caracas al poder español, máxime cuando enfatiza que para 1810, la
Universidad estaba “llena de los naturales prejuicios y atrasos que la España de aquella
época tenía interés de mantener en América” (repetimos literalmente de supra). Dejemos
hasta aquí el análisis sobre la información teórica que pudieron haber alcanzado los
hombres de 1810 para establecer un gobierno de origen popular o republicano en la
Capitanía General de Venezuela.
Aquí, en las lejanas tierras americanas de ultramar “Las ideas de liberación –agrega
Grases—no se extinguirán en los apasionados corazones de los conspiradores, sino que
prenderían en el desierto al encontrar terreno abonado y voluntades decididas como la de
los hombres de San Blas”37.
La pregunta ahora es: ¿había terminado la conspiración con la muerte de estos dos
revolucionarios? No. Desde luego que no. A pesar del fracaso inmediato, la conspiración
de Gual y España no fue en absoluto un esfuerzo perdido. Ahora las semillas de la libertad,
igualdad, fraternidad y prosperidad, se habían sembrado en el sentimiento criollo, esto es,
en el espíritu patrio de los venezolanos.
Catorce años transcurrieron desde 1797 hasta 1810, para que se activaran de
nuevo los mecanismos revolucionarios sobre las bases de los principios republicanos, pero
en esta ocasión es la oligarquía caraqueña la que va a tomar el control absoluto del
movimiento emancipador. Sin el concurso y la participación de los blancos criollos ninguna
empresa con nobles ideales libertarios, hubiese podido alcanzar el éxito de transformar
políticamente la Capitanía General de Venezuela. Así lo confirman los dos intentos fallidos
del Precursor Don Francisco de Miranda; y la frustrada conspiración de Gual y España. La
revolución será ahora obra exclusiva de los mantuanos venezolanos.
Ahora bien, queremos destacar sucintamente tres hechos de especial atención que
se dan en el escenario público internacional y que, directa o indirectamente, van a influir
en los acontecimientos internos que habrán de producirse en Caracas entre los años de
1810 y 1811.
El primero de aquellos hechos externos ocurrió en Haití cuando las ideas francesas
encontraron formidable acogida entre los esclavos: la rebelión empezó en 1791, fue
apoyada por la Metrópoli revolucionaria para dar origen a un nuevo orden institucional,
que organizó el jefe de los negros insurrectos, Pedro Domingo Toussaint Louverture, a
través de la Constitución de 1801. El ejemplo haitiano se hizo sentir entre los negros de
Tierra Firme. En la Capitanía General de Venezuela, en las Serranías de Coro los negros se
sublevaron en 1795, para establecer la “ley de los franceses”, es decir, una república 41.
***) El “Discurso preliminar dirigido a los americanos” tiene un propósito más alto,
el cual consiste, según Grases, en dar las razones de la revolución. Por tal causa,
apuntaGrases, abundan las especulaciones de orden filosófico, histórico y político. El
Discurso “quiere ilustrar a quienes se dedican a cooperar en el movimiento que ha de
llevar al triunfo la “causa del pueblo”. Y, según su criterio, Los Derechos del Hombre y las
Máximas republicanas, sin previa explicación, sin la exposición de causas y motivos,
caerían en terreno impreparado, y serían, pues, ineficaces. “Para evitar este fracaso, se
escribe y se imprime el Discurso preliminar dirigido a los americanos, que naturalmente
antecede al texto de las normas político-filosóficas, pieza predominante del impreso: los
Derechos del Hombre y del Ciudadano y las Máximas republicanas” 47.
Por otra parte, en el Discurso preliminar se formulan graves cargos a los reyes y a
los gobernantes monárquicos que instalaron “trescientos años de colonia”,y durante ese
tiempo haber mantenido en la ignorancia a sus “vasallos”. En corolario, para restituirle al
pueblo la soberanía, es preciso instruirlo, abrirle los ojos al nuevo derecho que el mundo
ha proclamado después de tanta errónea doctrina. Se coloca, pues, a la educación como el
primer instrumento republicano para devolver al pueblo su soberanía: el conocimiento
consciente de ser hombres libres.
“América debe decidirse a proclamar su libertad (…), Dado los abusos de los reyes y
los reiterados yerros de gobierno, no cabe otro recurso que la fuerza”. Se incita de manera
directa aquí a la Revolución tomando en cuenta que “La oportunidad es preciosa, pues los
principios de redención humana triunfan en Europa, y si en el viejo continente se realiza
tal transformación política, en América habrá de ser más fácil, puesto que la nobleza no
será impedimento, ni tampoco el clero, ya que habrá de proseguir sin alteración el
catolicismo… Y con la idea firme de doblegarelaccionarbélico del Imperio, y, por ende, el
poder político-militarque ejerce sobre las colonias, proponecomo estrategia la expansión
político-territorial multiplicando las republicas,en tanto dice:“Habrá que establecer varias
repúblicas y si todas se levantan a un tiempo, España no podrá atender a todas partes”48.
Pero para completar tal acometida no basta con la multiplicación de las repúblicas,
pues se hace necesaria la unidad de todos para derrocar la tiranía, que es el triunfo y la
“causa del pueblo”;y, para lograr tal unidad, arenga con vehemencia:“La población debe
unirse: Blancos, Indios, Pardos y Negros, abandonado toda discrepancia y división, de las
que ha tomado el rey durante su dominio”49.
Los sucesos de España ocurridos en 1808 (la invasión francesa), fueron noticias que
produjeron profunda conmoción en Caracas. Las antiguas colonias americanas, declaradas
provincias españolas por el Consejo de Regencia, vieron la posibilidad cierta de formar una
Junta de Gobierno autónoma, justamente, por la crisis política que sufría la Metrópoli. Y,
en efecto, el 19 de abril de 1810, se produjo el cambio de gobierno de manos de las
autoridades coloniales a manos de los criollos, esto es, el mando pasó al Cabildo de
Caracas, y se conformó en gobierno el 25 de abril, con el nombre de: Junta Suprema
Conservadora de los Derechos de Fernando VII 51.El Cabildo, a nombre de la ciudad, juró
fidelidad a Fernando VII, y el pueblo manifestó públicamente hostilidad a los franceses, no
así los grupos revolucionarios quienes vieron en estos hechos la oportunidad de consumar
un movimiento autonomista que pusiera el gobierno de la Capitanía General en manos de
los venezolanos.
La esclavitud sólo fue abolida (en el papel) en 1854, pero los privilegios siguieron
siendo exclusividad de las minorías: de la clase fundamental o terrateniente. La República
y los principios republicanos resultaron ser una realidad política para las minorías; pero, la
República y su esencia política: los principios republicanos, sólo utopías para las mayorías.
No fue sino hasta 1948, en adelante y después de la dictadura de perezjimenista, cuando
se establece, en la Venezuela del petróleo, un régimen democrático representativo y de
participación popular que asegura para todos los venezolanos los Derechos del Hombre y
del Ciudadano: República para todos o participación del Pueblo en la administración de los
bienes públicos: de la “Cosa Pública”, entendiéndose participación como el derecho que
tiene el ciudadanoa la educación, a la salud, a la vivienda, etc. De manera que las voces
“república” y “democracia”, aún cuando etimológicamente son palabras distintas, por la
traducción del latín RES-PUBLICA, y no del griego POLITEIA (república), y de la voz griega
“democracia” (demo-kratos), decíamos, que conceptualmente se hacen sinónimas en la
medida que representan, dentro de un sistema de gobierno popular, los intereses de las
mayorías, permiten entre otros derechos públicos, las organizaciones políticas y el acceso,
a partir de éstas, a los cargos públicos 52.Es el poder (KRATOS) político (POLIS) que nace del
pueblo (DEMOS), donde éste, el Soberano (o REPUBLICO), tiene la responsabilidad de
administrar los bienes públicos (RES); y no una minoría monárquica, de casta, etc.
M.Fermín opina que “Los legisladores del primer texto constitucional parecen no
haber tenido la suficiente convicción acerca de la importancia que para el fortalecimiento
de la República tenía la educación”56.Sin embargo, Allan Brewer-Carías exalta el carácter
político-revolucionario del igualitarismo civil heredado justo de la Revolución francesa e
incorporado a la Carta Constitucional de 1811 junto con otros principios republicanos,
cuando dice: “…ante todo debe señalarse que en la base de este texto (…) está la
ortodoxia revolucionaria francesa condicionada por el control del poder político por la
burguesía, el igualitarismo civil, la supremacía de la ley, la separación de los poderes, y la
noción de soberanía”57.
Sin embargo, por esas mismas razones que esgrime Brewer-Carías, de la ortodoxia
revolucionaria francesa, es decir, conforme a los principios republicanos, los legisladores
de 1811 –según afirma M. Fermín—“se quedaron muy atrás de lo que el pueblo esperaba
de ellos”58. Ellos solo legislaron para el ciudadano que conformaba su condición social.
“En esta revolución, que se inicia en la última década del siglo XVIII, y llega a su cumbre con la Acta
declaratoria de Independencia, predomina o adquiere forma legal, no tanto las protestas y
aspiraciones de un pueblo mal hallado con el despotismo español, sino más bien, aquellos principios
de filosofía política que a las clases nobles ricas instruidas parecieron teóricamente más perfectos” 60.
Pero tal vez todo lo que pueda entrar en la crítica sobre este particular, no para
justificar, sino para comprender la mentalidad de estos criollos mantuanos, haya sido
porque esa Constitución fue obra de un grupo de hombres superiores –los ciudadanos--,
como bien lo argumenta el mismo Gil Fortoul.
Y así dice el autor: “El nuevo régimen fue obra de un grupo de hombres superiores,
resueltos los unos a conserva en la Independencia su privilegio de clase oligárquica,
deseosos otros de incorporarse a la misma oligarquía, convencidos todos, sin embargo, de
que su obra, por incompleta que fuese, contenía las bases perfectibles de la futura
República Democrática”61.
En síntesis, la visión retrospectiva de Gil Fortoul lo lleva hasta los documentos del
movimiento popular propuesto por Picornell, Gual y España para propagar en su Historia
Constitucional de Venezuela, que el programa de 1797 contenía ya los lineamentos para
que un “grupo de hombres superiores” tomara finalmente el control (positivista, por el
lado determinista, en todo caso) en la instauración de la “República Democrática”; y, eso
fue,justamente,según el análisis de contenido que elocuentemente aplica Gil Fortoul,lo
que realizaron, los patriotas de 1810-181162.
Sin embargo, no fue de ese modo como lo idearon los revolucionarios del 97, pero
fue así como sucedió; sin caer pues en determinismos que es lo que subyace en el estudio
de Gil Fortoul. En efecto, la clase superior aun cuando asume el compromiso de liberación
sobre las bases doctrinarias y revolucionarias de los textos de 1797, programados para la
participación de las mayorías en una república democrática y popularmente constituida,
son ellas las que, sin duda, impondrán,desde el comienzo, las reglas de la legalidad de la
filosofía política y, por tanto, las condiciones de su clase. Consecuente conla intención de
aquella programación del 97, Pedro Grases dice: “Es por eso que catorce años después de
la conspiración deGual yEspaña, habría de encontrar, como expresión de victoria de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1797, en los primeros textos constitucionales de
los Estados Independientes”63.
Pero la Constitución de 1811 poco o nada pudo hacer en materia económica, social
y cultural. El ejercicio de su gobierno, que ha sido analizado casi exclusivamente en su lado
político, tuvo una efímera existencia de apenas cinco meses de vida republicana.
Quizás en la primera República no llegó a darse nunca, por obvia razón de su corta
vida política, la práctica popular del todo social de conformidad material con los principios
republicanos contenidos en los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Podría alegarse, no
obstante, y de acuerdo a las limitadas reflexiones adelantadas ya sobre este particular,
que los contenidos de los derechos del hombre sólo fueron derechos para los mantuanos,
esto es, derecho para los pocos ciudadanos de aquella República.
Conclusiones
El período histórico comprendido entre el 19 de abril de 1810 y el 21 de diciembre
de 1811, es un período breve de nuestra historia republicana, pero es en él en el que nace
y se proyecta un Estado: Venezuela; y, por tanto, la génesis de la historia política del país.
Es un momento, dramático por ciento,en el cual se echan las bases para engendrar
un nuevo Estado, cuyo poder, ideado como público, representativo y alternativo, se divide
en tres ramas de gobierno. Es desde ahí, desde 1810-1811, desde donde se declara franca
y solemnemente al mundo, que sus provincias unidad, son y deben ser hoy, de hecho y de
derecho, Estados Libres, Soberanos e Independientes. Así, el 5 de julio de 1811, se declara
la Independencia Nacional. Pero este inolvidable período sólo es la antesala política hacia
el largo camino que se avecina; camino que habrá de recorrerseplagado de guerras y de
abnegación para conquistar realmente la independencia definitiva y establecer una forma
de gobierno republicano, esto es, una República.
Los principios republicanos que en esencia son los que le dan forma y carácter a la
república, se proclamaron en la Constitución de 1811, con lo cual se crea y se le confiere
legalidad política a la Primera República de Venezuela de manos de sus propios y aún no
compactados ciudadanos: granparte del universo total de sus habitantes faltaban todavía
por integrase a ese principio. Es el camino largo que ahora se coloca por delante e irrumpe
así el proceso de integración territorial, el cual se concreta en 1903: tres sub-períodos en
la persecución de ese propósito: El 1°) que va desde 1810 a 1830; el 2°) abarca de 1830
a1863; y, el 3°) desde 1863 y culmina en Ciudad Bolívar en 1903. Estos períodos históricos
proponen otro tema de análisis: El de integración y, por ende, el de identidad nacional.
Por otra parte, esos principios que repetimos, son: laicización del Estado; división
del poder público en tres ramas (Ejecutivo, Legislativo y Judicial); y la responsabilidad del
individuo dentro de ella: la república, tienen en esencia carácter jurídico y filosófico, esto
es, se materializan en postulados políticos, socioeconómicos y culturales. Cabe decir que
algunos de ellos fueron por disposición constitucional, responsabilidad simple y directa de
los gobiernos provinciales. De esas disposiciones algunas, por ejemplo, se quedaron nada
más que en la intención de la Primera Carta Venezolana. Otras disposiciones fueron de
existencia breve hasta la capitulación de Francisco de Miranda cinco meses después.
Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fueron eso en un comienzo: derechos
para las clases sociales dominantes, ya que para las clases desposeídas la República sólo
fue una ilusión; por lo tanto, los legisladores se quedaron muy atrás de lo que esperaba el
pueblo, la gran mayoría, es decir, las masas constituida por campesinos, esclavos, negros,
mulatos, indios, etc., de ellos, los legisladores de 1810-1811.
Notas
1
Véase Diccionario Jurídico Venezolano. Caracas, Líder Editores. 1997, t. III, p. 421.
2
Cfr. “Francia”, en: Enciclopedia Universal Ilustrada. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1978, v. 24, pp.955-960.
3
Cfr. “República”, en: Enciclopedia Universal Ilustrada. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1923, v. 50, p. 1047.
4
Ídem.
5
Ibíd., p. 1048.
6
Ibíd., pp. 1048-1049. “La República que enaltecía Maquiavelo en sus discursos no era la República democrática e
igualitaria de nuestros día (…) Maquiavelo entendía que para la gran obra de la unidad, el soberano necesita una suma de
poder que sólo se concibe en un monarca absoluto. Para el buen éxito del intento de unir, de armar y libertar la patria, ha
de ser y debe ser –según él—un tirano y un tirano hecho a la imagen de los grandes legisladores”. Véase “República”,
artículo citado. Ibíd., p. 1049. La historiografía positivista venezolana ve en el caudillo del siglo XIX, el tirano o “gendarme
necesario” para unir y libertar la República de Bolívar dividida en feudos.
7
Véase Hugues Portelli: Gramsci y la cuestión religiosa (una sociología marxista de la religión). Barcelona, Editorial LAIA.
1977, p. 53.
8
Véase C. Marx – F. Engels, “Rey y dios: política y religión”, en: J.R. Núñez Tenorio (compilador), Categorías
Fundamentales I (1836-1844). Caracas, Ediciones del Rectorado de la UCV. 1991, p. 415.
9
Antonio Gramsci citado por Hugues Portelli, ob. cit., p. 95. Para Gramsci “… las ideas de igualdad, de fraternidad, de
libertad, fermentan entre los hombres, en estas capas de hombres que no tienen por iguales, ni por hermanos de los
demás hombres, ni por libres en sus relaciones. Ha resultado, por consiguiente, que en cada rebelión radical de las masas,
de una manera u otra, bajo formas ideológicas determinadas, se han planteado estas reivindicaciones”. A. Gramsci citado
por H. Portelli, ob. cit., p. 27.
10
Hugues Portelli, ob. cit., p. 97.
11
Ibíd., p. 98.
12
Cfr. “República”, Enciclopedia Universal…, ob. cit., v. 50, p. 1046.
13
Cfr. “Francia”, Enciclopedia Universal…, ob. cit., v. 24, p. 956.
14
Ídem.
15
Remitimos al lector a la nota N° 9 de este escrito. Se trata del análisis crítico que hace Gramsci a estos principios:
Derechos del Hombre, planteados como reivindicaciones en cada rebelión de las masas, en tales condiciones de guerra se
encontraba Francia en 1789.
16
Véase José Luis Romero, “Prologo”. Biblioteca Ayacucho: Pensamiento Político de la Emancipación (1790-1825). Caracas,
Ediciones de la Biblioteca Ayacucho, N° 23. 1977, t. 1, p. XIV.
17
Así describía S. Bolívar en Cartagena (1812) la primera República; en consecuencia decía, que una de las causas de la
derrotadela República habían sido la imaginación de los magistrados de 1811. “Los códigos que consultaban nuestros
magistrados –dice Bolívar—no eran los quepodían enseñarles la ciencia práctica del Gobierno”. Eran códigos ajenosa la
realidad política venezolana, pues criticó duramente el sistema federal de gobierno establecido en la Constitución de los
Estados Unidos de Norte América. Consúltese S. Bolívar: Manifiesto de Cartagena, fechado el 15 de diciembre de 1812.
18
Mario Briceño Iragorry: Mensaje sin destino. Caracas, Monte Ávila Editores, 4ta. Edición. 1992, pp. 41-42.
19
Caracciolo Parra León: OBRAS. Madrid, Editorial J.B. 1954, p. 28.
20
Caracciolo Parra León: Filosofía Universitaria Venezolana (1788-1821). Caracas, Ediciones de la Secretaria de la UCV.
1989, p. 39.
21
Juan Uslar-Pietri: Historia Política de Venezuela. Madrid, Editorial Mediterráneo. 1970, p. 39.
22
Cfr. José Luis Romero, “Prólogo”. Biblioteca Ayacucho: pensamiento Político de la Emancipación. Ob. cit., p. XII.
23
En 1688, tras la Revolución Industrial, se instaló la monarquía parlamentaria en Inglaterra.
24
Cfr. José Luis Romero, luc. cit., p. XII.
25
Ibíd., p. XIII. Sin embargo, Voltaire criticaba duramente a la religión como ideología institucionalizada; y a la Iglesia como
aparato ideológico de la religión, del Estado y de la nobleza.
26
Ídem.
27
Ídem.
28
Ídem. El paréntesis es nuestro.
29
Ídem.
30
Ídem. La Revolución de los Estados Unidos produjo en materia constitucional tres textos capitales. 1°) Los Artículos de
Confederación y de Unión perpetua, suscritos por los delegados de las provincias insurgentes el 9 de julio de 1778; 2°) La
Constitución dictada por la Convención el 17 de septiembre de 1787; 3°) Las Enmiendas o Adiciones a la Constitución,
ratificadas de 1789 a 1791. Parra-Pérez en tono crítico hace la observación de cómo los legisladores venezolanos
fundieron en sólo texto: la Constitución Federal de 1811, los tres textos citados. Al respecto dice Parra-Pérez: “Los
legisladores venezolanos fundieron en uno solo los tres documentos constitucionales que produjo la revolución de los
Estados Unidos, dándole nueva disposición, con lo cual, a pesar de cuanto han pretendido algunos historiadores, nuestra
Constitución perdió considerablemente su lógica y claridad”. Estas palabras se hacen eco de los razonamientos
bolivarianos contenidos en el Manifiesto de Cartagena. Consúltese, Caracciolo Parra-Pérez: Historia de la Primera
República de Venezuela. Caracas, Biblioteca Ayacucho, N° 183. 1992, p. 367.
31
José Luis Romero, luc. cit., p. XIV.
32
Cabe decir que, el modelo inglés aunque conservó las características de una monarquía adoptó la forma de una
democracia parlamentaria. De este modo Inglaterra se convirtió, desde 1688, en el modelo político de quienes combatían
en otros países de Europa, el absolutismo monárquico; y siendo pieza clave en la configuración del modelo político
norteamericano.
33
Véase Caracciolo Parra León: Filosofía Universitaria…, ob. cit., pp. 106-107.
34
Véase Pedro Grases: La Conspiración de Gual y España y el ideario de la Independencia. Caracas, Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia. 3ra. Edición. 1997, p. 15
35
Ibíd., pp. 19-20.
36
Ibíd., p. 20.
37
ídem.
38
Ibíd., p. 23.
39
Ibíd., p. 26.
40
Cfr. Pedro M. Arcaya: El Cabildo de Caracas (Período de la Colonia).(2da. Ed.)Barcelona. Editorial Ariel. (Caracas.
Ediciones Librería Historia),1968, p. 116.
41
La insurrección de Coro fue planificada y dirigida por José Leonardo Chirinos y Josef Caridad González. Comenta Brito
Figueroa que “José Leonardo (…), un negro libre que trabajaba como jornalero en las haciendas de los dueños de su padre
y (…) en la de los propietarios de la esclava con quien José Leonardo había contraído matrimonio… José Leonardo Chirinos
–dice Brito Figueroa—viajaba constantemente a Curazao y Haití, lugares donde comenzó a tener noticias de la ley de los
franceses”. De Josef Caridad señala Brito Figueroa que “era un negro loangonativo de África, quien desde muy joven se
fugo de Curazao estableciéndose en Coro, donde trabajó en diferentes oficios, pero cuya principal actividad consistía en
facilitar las fugas de los esclavos antillanos”. La información política que va a despertar en José Leonardo Chirinos el deseo
de abolir la esclavitud, reforzada por las ideas liberales de Josef Caridad González, proviene, como lo confirma Brito
Figueroa, de “La literatura difundida por la revolución francesa y las noticias de la insurrección haitiana sobre las acciones
de los labriegos y esclavos que con las armas en la mano proclamaban la libertad (…), favoreciendo el desarrollo de los
planes políticos de José Leonardo Chirinos y Josef Caridad González”. Los insurrectos de Coro –agrega Brito Figueroa—“…
proclamaron la ley de los franceses, la República, la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos de alcabalas y
demás que se cobraban a la sazón”. Véase Federico Brito Figueroa: El problema tierra y esclavos en la Historia de
Venezuela. Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la UCV. 1996, pp. 225-227; también, Pedro M. Arcaya: Insurrección de los
negros de la Serranía de Coro. Caracas, 1949, p. 38.
42
42Resulta oportuno señalar ahora la relación que existía entre la masonería y los movimientos políticos, filosóficos y
sociales, que se dieron en los siglos XVI, XVII. XVIII y XIX, tanto en Europa como en América. Juan Uslar-Pietri refiere que
“La Masonería, dispuesta como estaba a establecer sus lemas de Igualdad, Libertad y Fraternidad, tiene aliado en todos los
salones europeos, y desde la alta nobleza hasta los aventureros más oscuros son masones, que a su manera, van minando
el viejo edificio del Estado absoluto”. Véase Juan Uslar-Pietri, ob. cit., p. 37.
43
43Pedro Grases, ob. cit., p. 42
44
Luc. cit., p. XX.
45
Pedro Grases, ob. cit., 42.
46
Ídem. Esta máxima es derivada del artículo 4° de la Constitución francesa, de 22 de agosto de 1795.
47
Cfr. Ibíd., p. 43.
48
Cfr. Ídem.
49
Ibíd., pp. 43-44.
50
Ídem.
51
Cfr. Caracciolo Parra-Pérez, ob. cit., pp. 195-210.
52
Cabe destacar el comentario que hace Manuel Fermín sobre el sufragio y el derecho a la educación a partir de 1945. Por
lo menos –dice Fermín—en dos aspectos el régimen de octubre del 45 partió la historia republicana: en la imposición del
voto directo, universal y secreto para la elección de las autoridades, concediéndolo a los mayores de 18 años, a las
mujeres y a los analfabetos; y en la distribución de una educación máxima a toda la población, implantando la educación
popular gratuita y obligatoria y con lo cual comenzaba a hacer bueno el Decreto del 27 de julio de 1870”. Véase Manuel
Fermín: Momentos Históricos de la Educación Venezolana. Caracas, Cultural Venezolanas, S.A. 1971, p. 134.
53
Políticamente las provincias de Venezuela dependieron de distintas autoridades coloniales: Audiencia de Santa Fe de
Bogotá, Audiencia de Santo Domingo, pero a partir del 8 de septiembre de 1777, el rey Carlos III, dispuso crear la Capitanía
General de Venezuela. Real Cédula segregando del Virreinato de Santa Fe las Provincias de Venezuela, Cumaná, Guayana y
Maracaibo y las islas adyacentes: Margarita y Trinidad, 8 de septiembre de 1777. Cfr. Santos R. Cortés (compilador):
Antología Documental de Venezuela 1492-1900. Caracas, Editorial Pregón. 3ra. Ed. 1971, p. 169.
54
Constitución Federal de Venezuela, 21 de diciembre de 1811. Cfr. Antología Documental de Venezuela, ob. cit. pp. 260-
285.
55
La escuela primaria desde 1811 quedó remitida al control de la provincia. Sin embargo, las sangrientas guerras de
independencia dejaron a las provincias pobres y arruinadas. A pesar de que la educación popular seguía en manos de la
provincia, en 1821, la educación primaria venezolana se regía por los decretos y leyes de Cúcuta. Con la Ley del 18 de
marzo de 1826 la educación primaria quedó encomendada a la Dirección General creada en la Capital de la República de
Colombia. Separada Venezuela de la Gran Colombia crea, el 17 de julio de 1838, la Dirección General de Instrucción
Pública adscrita al Despacho del Interior y Justicia. Finalmente, en 1843, se produjo en Venezuela el primer Código de
Instrucción Pública. La Ley 1ra. del Código del 43, incorpora al sistema la Dirección General de Instrucción Pública del 38.
No obstante, el campo de la educación primaria se mantiene bajo la competencia del Poder Provincial. Véase: Documento
de Establecimiento de la Dirección General de Instrucción Pública 1838. 17 de julio de 1838, en: Antología Documental de
Venezuela, ob. cit., pp. 542-543.
56
Manuel Fermín, ob. cit., p. 53.
57
Véase Allan Brewer-Carías: Constituciones de Venezuela. Táchira. Universidad del Táchira, 1985, p. 18.
58
Manuel Fermín, ob. cit., p. 54.
59
Véase José Gil Fortoul: Historia Constitucional de Venezuela. caracas, Librería Cultura. 1992, t. 1, p. 218.
60
Ídem.
61
Ídem.
62
P ara efectos de examinar la trascendencia de los textos de:Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1797, en
relación con:Los Derechos del Pueblo, 1° de julio de 1811;Constitución Federal, 21de diciembre de 1811;Constitución de
Angostura, de 1819; véase, especialmente, Pedro Grases: ob. cit., pp. 84-145.
63
Ídem.
64
Cfr. Caracciolo Parra-Pérez, ob. cit., p. 368. Es decir, los revolucionarios se mantuvieron apegados al sentir popular
insuflado en el programa de de 1797.
65
Ibíd., p. 372. No obstante, como hemos señalado en otra parte, los ciudadanos que se identifican con los derechos del
hombre eran, para ese primer momento de la historia político-social venezolana, las clases sociales conformadas por los
blancos criollos o mantuanos conservadores.
66
Ídem.
67
Véase pues el Artículo N° 226 de la Constitución de 1811.
Bibliografía
a) Fuentes primaria
1.- Diccionarios
2.- Enciclopedias
3.- Textos