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República y Principios Republicanos: 1810 – 1811

(Raíces histórica de la República de Venezuela)

Níger de J. Contreras

Resumen

En la primera parte del texto planteamos las bases teórico-conceptuales que se


involucran en vocablo “república” y en los “principios republicanos”. Estas bases
sustentan una forma de gobierno (republicano) donde el poder político se articula en tres
dimensiones del poder público bajo la responsabilidad del soberano. Por la otra parte
analizamos el proceso histórico mediante el cual se produce y, luego, se incorporan esas
máximas republicanas en la mentalidad político-ideológica y revolucionaria de los
hombres de 1810-1811, para dar paso a los hechos políticos que permitieron, finalmente,
proclamar la Primera Republica y, con ella, desalojar trescientos años de gobierno
monárquico colonial español.

Palabras claves: Monarquía, república, principios republicanos, ciudadano, democracia,


responsabilidad, constitución.

Introducción

El propósito fundamental del presente trabajo se expresa en la posibilidad de


relacionar el contenido teórico-conceptual y revolucionario de los principios republicanos
en la práctica política e ideológica en la que se involucran los hombres de 1810-1811.

Ese momento o segmento histórico comprendido entre el 19 de abril de 1810 y el 21


de diciembre de 1811, es un periodo breve de nuestra historia caracterizado por una gran
concentración ideológica y política que cambia gradual pero rápidamente en la actitud
mental de los venezolanos: se pasa de una actitud ideo-política de protección y resguardo
de los intereses de Fernando VII y como tal del Estado metropolitano, al deseo liberador
de la emancipación política para crear un Estado independiente de la Corona española,
constituido el futuro Estado sobre la bases de un gobierno de participación popular,
alternativo y representativo: una República.

Sin embargo, no resultaba fácil para los españoles americanos, sometidos durante
trescientos años al dominio de la corona española, imaginarse ni mucho menos pensar en
desplazar o modificar ipso factoel poder político y eclesiástico que ejercía el régimen
monárquicoabsolutista español sobre sus vasallos americanos, máxime cuando tales
conciencias, por la vía de la limpieza de sangre, se habían constituidos en representantes
de las clases sociales nobles en la América española; no obstante, detrás de aquellos
cambios graduales de los hombres de 1810-1811 en la mentalidad de una nueva actitud
política se encontraba ya un escenario histórico de cambios y transformaciones políticas,
ideológicas y filosóficas, que se viene dando en el transcurso y desarrollo de la etapa
moderna de la Cultura Occidental, cuyo fin se explica en la acción concreta de subvertir el
orden impuesto por la monarquías absolutas en contubernio con la Iglesia que daba al rey
el poder de Dios en la tierra.

En efecto, de aquel proceso de transformaciones y cambios en el ejercicio del poder,


insurgen tres modelos políticos de gobierno: el inglés, el norte-americano y el francés.
Tres paradigmas políticos que le proporcionan a los venezolanos de la última década del
siglo XVIII y primera del de XIX, en especial la primera del XIX, una información teórica,
pero sobre realidades y experiencias ajenas al desempeño histórico colonial español en la
fragua político-ideológica, social y cultural de las conciencias hispánicas americanas de las
Provincias de la Capitanía General de Venezuela.

Ahora bien, esas concepciones políticas se habrán de reformular, combinar, abreviar


o aumentar sus premisas al agregárseles nuevos argumentos políticos, jurídicos y
filosóficos al penetrar a la Provincia de Venezuela, en 1797, y toma fuerza ideológica, en
las décadas aludidas, los postulados de la Revolución francesa: las declaraciones de los
Derechos hombre y del Ciudadano en 1789, y la proclamación de la República en 1791,
sobre la base de los principios republicanos fundamentales: a) la división del poder
político en tres ramas de gobierno; b) la laicización del Estado; y, c) la responsabilidad del
ciudadano en la administración de la “Cosa Pública”.

Hubo ciertamente otras formas de información en la Provincia de Venezuela sobre


las máximas o principios republicanos anunciados por la Revolución francesa, previos a los
escritos de 1797, específicamente, sobre los “Derechos del Hombre y del Ciudadano”, por
ejemplo, la publicación de Bogotá, en 1794, de la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano, por el neogranadino Antonio Nariño; el intento local de los negros de
Coro, en 1795, para declarar la “ley de los franceses”; la lectura de los libros prohibidos
por el régimen español; pero, sin lugar a duda, es El Programa de 1797 diseñado por Juan
Bautista Picornell durante el acuerdo y preparación de la Constitución de Pedro Gual y
José M. España, el que va a ejercer, como bien lo señala Gil Fortoul, Pedro Grases, entre
otros autores, el mayor grado de influencia ideo-política en las mentalidades de 1810-
1811, quienes, finalmente, sancionaran la Constitución de 1811 y, por ende, proclaman la
Primera República de Venezuela.

1. República y principios republicanos

El epígrafe que se desprende del párrafo anterior, permite plantearnos de entrada


dos preguntas centrales. Estas son: ¿Qué es una república? y, de inmediato, ¿Qué son los
principios republicanos? El análisis que se involucra en las respectivas respuestas trazará
el hilo conductor que dará luz al desarrollo general de este escrito. Comencemos entonces
por intentarestablecer y satisfacer la primera.

1.1. ¿Qué es una república?

En sí mima la palabra “república” se compone de dos raíces latinas: RES (cosa) y


PUBLICOS (público) que, literalmente, se traduce como Cosa Pública. Pero, en griego la
voz: POLITEIA es república. Ahora bien, el contenido teórico-conceptual-político primario
de la “Cosa Pública” es la de administrar responsablemente lo que es común a todos: los
bienes públicos. Pero, en la traducción griega el pueblo ejerce la soberanía a través de una
institución que lo representa. Esa institución es el gobierno; y queMontesquieu divide en
tres ramas, que conforman a su vez el poder público (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).

Por tanto, La Real Academia de la Lengua Española la define como la “forma de gobierno
representativo en que el poder reside en el pueblo, personificado éste por un Jefe de Supremo
llamado Presidente”1.De ahí, la Real Academia de la Lengua Española en vez de traducir o definir
del latín “RESPUBLICA” como “cosa pública”, lo hace de las raíces primitivas del griego DEMO-
KRATOS (democracia) que, literalmente, se traduce o define como PODER (kratos) del PUEBLO
(demos). Es decir, democracia. Se funden: POLITEIA (política: polis) yKRATOS (poder).

La república es una noción latina. En griego esta noción es, en todo caso, la POLIS.
Por otra parte, la soberanía del pueblo puede ser personificada, no solamente de manera
individual: la figura de Presidente, sino de manera colectiva cuya magistratura, al igual que
la individual o Presidente, ha de ser considerada necesariamente como: electiva, temporal
y responsable. No obstante, desde ya, y hasta el final de este trabajo, tengamos presente
la relación de significados que se dan o pueden darse entre los conceptos de república y
democracia aun siendo etimológicamente distintos. Cabria entonces preguntarse: ¿son o
se han hecho sinónimas estas palabras? O, por el contrario, ¿existe una línea que las
separa conceptualmente en la teoría (ideológicamente) o en la práctica (políticamente)?
En todo caso, ¿democracia quiere decir libertad o libertad significa república?
Volviendo a la forma de gobierno representativo decíamos que la soberanía del
pueblo puede ser personificada de manera colectiva: es lo que ocurrió, por ejemplo, en
Francia desde 1789 hasta 1792. En ese período se promulgó la Constitución y, a su vez, se
proclamó la primera República, dentro de la sucesión de tres formas de gobierno: la
Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791), la Asamblea Nacional Legislativa (1791-
1792) y, finalmente, la Convención Nacional (1792-1795). El periodo republicano terminó
con el nombramiento del nuevo Directorio, y la aparición en la escena política francesa de
Napoleón Bonaparte2.

Entre nosotros la república aparece en épocas relativamente recientes. Antes de la


Revolución norte-americana y, luego, de la Revolución francesa, no se pensaba vivir en
república. Por ejemplo, en Grecia, la cuna de la Cultura Occidental, la república era la base
de la POLIS: se traduce como ciudad (estado), pero era la ciudad griega. Los hombres que
la habitaban eran los ciudadanos. Los esclavos simplemente no contaban, eran cosas. La
exclusión de los esclavos permite calificar de aristócratas las más democráticas de las
Repúblicas de Grecia. Lo propio ocurrió en Roma, que “En el fondo la constitución política
de la República continuo siendo la misma que la monarquía. El rey fue sustituido por dos
cónsules (…), pero cada cónsul era, en absoluto, rey y señor del Estado” 3. Cabe decir que
el embrión de la sociedad feudal apareció con el nacimiento del bajo imperio romano.

En la Edad Media se conocieron otras repúblicas, fundamentalmente las repúblicas


italianas “siendo las más características las de Venecia, Génova, Milán, Saboya y
Piamonte”4. Las repúblicas de Milán, Pavía, Piza y Florencia, que en los siglo XI y XII tenían
ya significación independiente y diversa, surgieron cuando los emperadores germánicos
dejaron de hacer sentir su presión en el norte de Italia 5. Sin embargo, las repúblicas
italianas carecían de la experiencia y de la prudencia necesaria para gobernarse 6.

Ahora bien, en la Edad Media la vida estaba regulada por el poder de Dios.
DEUS era en esencia el rey, o bien, el rey era quien representaba a Dios. De manera que el
poder pertenecía al rey, y esa convicción estaba anclada en la mentalidad de los europeos
y en la de los teóricos desde los inicios de la Edad Media, cuyas raíces históricas se fijan en
el año 313con el Edicto de Milán.

Tras el Edicto de Milán el cristianismo sufrió una transformación profunda. Según


Portelli tal cambio es consecuencia de la modificación de sus relaciones con el aparato del
Estado Imperial: “de ideología de las clases subalternas el cristianismo se convierte en la
concepción del mundo oficial del Imperio; de organización de masas no violentas, la Iglesia
se transforma en el aliado del Imperio, su sostén ideológico” 7. Con ese nuevo rol e imagen
de la Iglesia como estructura y soporte ideológico del Estado Imperial, comienza el mundo
feudal.

En este orden de ideas, el rey era, en absoluto, el centro de la sociedad feudal; y


solo él garantizaba el orden dentro de los límites de la monarquía. El rey constituye,
precisamente, la más alta expresión de la monarquía, lo mismo que Dios es la expresión
más alta de la Iglesia. La palabra rey es la esencia del Estado, al igual que la palabra Dios es
la de la Iglesia. De ahí pues, dice Marx “Lo importante en ambas cosas es precisamente
que lo principal que aparece detrás de las dos palabras, a saber, el hombre, no puede
decir lo que siente y quiere”8.

¿Qué pasaría entonces sí se eliminara el rey? En la RES-PUBLICA, como se estableció


líneas arriba, la sociedad misma tiene la responsabilidad de administrar lo que es común a
todos: los bienes públicos: la cosa pública. Lo público está más allá de la familia, del hogar,
ya no depende de Dios, sino de los hombres. El destino de la “cosa pública” está, pues, en
las manos del hombre. Únicamente se puede asumir ese destino sí no solo se vive como
un derecho sino como un deber ser responsable. La república es entonces responsabilidad
individual: es asunto del individuo.

En este sentido, se desprende de lo anterior que, la república era pues la laicización


del poder político divinizado y la independencia religiosa –ideológica, por tanto— respecto
al mundo católico feudal. Lo que se entendía como una profanación del poder religioso,
esto es, se trataba de quitarle el poder a la Iglesia: el poder que ejercía el Soberano a
través de la Iglesia a nombre de Dios.

Para Gramsci los principios de la Revolución francesa son los de la comunidad de los
fieles contra el clero, orden feudal aliado al rey y a los nobles 9. Por su parte,
Portelliexplica, parafraseando a Gramsci que, “Lo nuevo de 1789, y especialmente en
1793, es la política de alianza de la burguesía con las clases subalternas –y
preferentemente el campesinado—contra las clases feudales y la Iglesia” 10. De manera
que, agrega Portelli, “El movimiento cultural burgués permitió en el siglo XVIII separar la
Iglesia de las masas, recuperando gracias a los intelectuales burgueses, las ideas cristianas
tradicionales”11.

En síntesis, con la revolución francesa concluye la crisis ideológica que situabaa la


Iglesia definitivamente en una posición subalterna, y con ella a la aristocracia feudal, de la
que era intelectual colectivo.Cabe adelantar que la recuperación de las ideas cristianas
tradicionales se debe al socialismo utópico francés, el cual formaba parte del movimiento
cultural burgués, influenciado por los planteamientos de los enciclopedistas, quienes se
habían dado a la tarea de resumir las distintas líneas del pensamiento materialista inglés, y
exigían la ruptura con el pensamiento idealista anterior.

De modo que, esta información final de recuperar las ideas cristianas tradicionales
desplazando a la Iglesia a una posición subalterna por los hechos antes explanados, nos
permite reconsiderar también la alta afección religiosa que caracterizaba, en gran parte, a
los revolucionarios franceses, incluso, a los revolucionarios españoles que en el año 1796
traen a la América española el germen de los principios revolucionarios, como veremos en
el capítulosegundo.
Finalmente, esa disposición religiosa, dicho sea de paso, está bastante arraigada por
tradición familiar en los próceres y hombres que hicieron la Independencia venezolana, lo
que se explica, por una parte, en la encomendación a Dios, lo que de manera constante
encontramos en las distintas constituciones que se proclaman desde 1811 hasta 1881.
Veamos. La Constitución de 1811, con la cual se funda la primera República, la referencia
es: “En el nombre de Dios Todopoderoso”. En las siguientes constituciones hasta la del 27
de mayo de 1874, cambia la expresión religiosa con ligeras adaptaciones. Así, en la
Constitución de 1819 la alusión es: “En el nombre del Todopoderoso, Autor y Legislador
del Universo”; en la Constitución de 1830 se expresa en la frase: “En el nombre de Dios
Todopoderoso Autor y Supremo Legislador del Universo”. Esta última frase religiosa se
repite en la Constitución del 18 de abril de 1857. En la Constitución del 31 de diciembre de
1859, la expresión es: “Bajo los auspicios del Supremo Legislador del Mundo”. La frase
religiosa de la Asamblea Constituyente del 22 de abril de 1864, dice: “…bajo la invocación
del Supremo Autor del Universo”; mientras que la Constitución del 27 de mayo de 1874,
modifica ligeramente esta expresión, y dice: “…bajo la invocación del Supremo Autor y
Legislador del Universo. La Constitución del 27 de abril de 1881, quinquenio guzmancista,
elimina las referencias e invocaciones al Supremo Autor y Legislador del Universo, para
conceder esas atribuciones al propio hombre: al ciudadano. Por otra parte, nos permite
observar el grado de conocimiento político-cultural (ideológico), que alcanzanlos hombres
de la Independencia instruidos enel movimiento enciclopedista franco-anglosajón de la
época. Eran mantuanos y, como tal, representantes de la burguesía criolla.

1.2. ¿Qué son los principios republicanos y dónde están contenidos?

Como se estableció al comienzo, la república es una forma de gobierno de origen


(casi siempre) popular; y, por tanto, el ejercicio de la soberanía corresponde al pueblo: a la
sociedad, en términos de representación individual (o colectiva). Dicho con otras palabras,
es el poder supremo que posee el Estado para dirigir y gobernar la propia sociedad y, a la
vez, la de administrar los bines comunitarios. De manera que la república es un concepto
que se puede manifestar en la triple dimensión ideológica: política, jurídica y filosófica. Es,
en consecuencia, un producto cultural. Ahora bien, los principios republicanos son eso,
precisamente, presupuestos creados por el Estado con una forma de gobierno republicano
impulsado por el sector popular.

En correspondencia con lo dicho en el párrafo anterior, los principios republicanos


responden a ideas, juicios o proposiciones, cuyos contenidos se expresan entonces en el
orden político, jurídico y filosófico. O bien, pueden ser máximas que contengan estas
categorías en una doble o triple dimensión conceptual; es decir, postulados de carácter
político-filosófico, o bien, jurídico-político, o bien, jurídico-político-filosófico. En sentido
contrario, los principios republicanos conforman, a la vez, el marco ideológico (filosófico) y
la estructura práctica (jurídico-política) de una forma de gobierno: la República.

Múltiples fueron las causas que arrojaron a Francia a los hechos sangrientos
políticos-revolucionarios que registra la historia entre los años de 1789-1795. La pésima
administración del rey Carlos XIV y, luego, la del monarca Carlos XV, hace que el pueblo
francés (y la burguesía en asenso) tome conciencia de aquella situación, y bajo la
racionalidad de la justicia emprenda el camino por diferentes vías para derrocar la
monarquía y proclamar la república, esto es, un gobierno en defensa de la igualdad. Ello
se explica, por ejemplo, en que la formación de los principios republicanos se producen
mucho antes como consignas subversivas a la Revolución (la toma de la Bastilla, hecho
que sucede el 14/07/1789), la constitución (14/09/1791) y, desde luego, a la creación de
la República francesa el 22 de septiembre de 1792.

Los principios republicanos originarios se concentran en los siguientes enunciados:


a) responsabilidad dentro de Francia; b) la República es y será laica; y, c) separación de
poderes dentro del régimen republicano. Son pues postulados que a manera de consignas
tienen el firme propósito de subvertir el orden impuesto. Y para lograrlo, se hace entonces
necesaria la revolución para imponer la república. El ejemplo de esa disposición política es
la Independencia de los Estados Unidos de Norte América, paradigma de la francesa.

Ahora bien, los principios fundamentales, básicos u originarios no se encuentran


diseñados y contenidos de manera específica o en bloque en ninguna bibliografía anterior
a la Constitución francesa de 1791. El principio de responsabilidad que es de esencia del
gobierno republicano, debe ser, según los entendidos, como el alma de la democracia, sea
esta monárquica o republicana, pero por lo que afecta a la institución presidencial, en
suma a la institución personificante de la soberanía, en las repúblicas, es consecuencia
natural y obligada de su especial modo de ser que sea responsable 12.

En cuanto a la laicización del Estado, no es un principio que se establece de manera


inmediata sino, por el contrario, es un resultado que va de mediato a inmediato de ciertas
posturas filosóficas que, por un lado, no daban valor más que a los conocimientos que nos
vienen de la sensación y de la experiencia (el empirismo de Locke y Bacon) e incorporados,
por el otro, a Francia, por Voltaire y desarrollados por Condilac, y aunque frente a esta
escuela (la empírica) se formó la contraria que lo fiaba a la razón y la experiencia, y por
eso, se llamó racionalismo, ambas coincidieron en la negación de las creencias religiosas 13.

Muy ligado a Bolívar encontramos ya el empirismo inglés a través de Montesquieu,


quien propone el principio político de la separación de poderes, en la conocida obra: “El
espíritu de la Leyes” (1748), en muestra de la admiración por la Constitución inglesa y por
las antiguas repúblicas. Por otra parte, Juan J. Rousseau que proclamó en su “Contrato
Social” (1762) la soberanía del pueblo y la necesidad del sufragio universal 14.
Finalmente, cabe destacar también otras cuatro máximas que se suman a los cuatro
principios originarios que acabamos de comentar. Estos son libertad, igualdad, fraternidad
y prosperidad, declarados como los Derechos de Hombre y del Ciudadano por la Asamblea
Nacional francesa el 4 de agosto de 178915.

En líneas generales los principios republicanos se producen, como recién hemos


visto, de manera aislada: unos, con la francmasonería que surge en el siglo VIII; otros, en
las obras particulares de políticos, juristas y filósofos de la Alta Edad Media y, en general,
en la etapa moderna de la Civilización Occidental. Estos principios están contenidos, en un
primer momento, en forma de ideas, juicios o razonamientos, en los trabajos aludidos.

Durante y después de la Revolución francesa, esto es, en un segundo momento, esas


ideas, juicios o razonamientos, se contactan y se organizan política e ideológicamente en
las cartas constitucionales que proponen en sus contenidos gobiernos representativos de
carácter popular: las repúblicas. De ahí los principios republicanos. De manera que los
principios republicanos están contenidos en el espíritu normativo de la constitución de
una república. No obstante, esas normas o principios pueden llamarse también principios
democráticos aplicados de igual forma –constitucionalmente—en otros tipos de gobierno.

2.- El Ideario Político de 1810-1811

El lector se habrá preguntado ya porqué se le dio comienzo a este escrito a partir de


las definiciones de los conceptos “república” y “principios republicanos”, a través de una
modesta y sucinta visión histórica retrospectiva. Sencillamente porque tratamos de
precisar grosso modo los posibles significados de la palabra república y de los principios
republicanos, debido a que estos conceptos e interpretaciones habrán de repercutir, de
una u otra manera, en la mentalidad de los hombres de 1810-1811.

Los hechos que se suscitaron antes, durante y después de 1810 en la Provincia de


Venezuela no son comunes ni mucho menos familiares para que a los caraqueños se les
hiciera fácil asimilarlos. Máxime como explica José Luis Romero que “todas esa doctrinas
se habían constituido sobre situaciones ajenas al mundo hispano-lusitano y más ajenas
aún al mundo colonial que dependía de las dos naciones ibéricas” 16.

La historia de los venezolanos se dividió dramáticamente ante sus ojos en dos


grandes bloques. Antes de 1810 y después de 1810. Antes de aquella inolvidable fecha se
colocan trescientos años de colonialismo, esclavitud y sometimiento a la Corona española;
después de 1810 nace débilmente un proyecto político de gobierno que se perfila,
precisamente, a proclamar la República. De manera pues que las manifestaciones que se
dan o sitúan de 1810 hacia el futuro carecen de todo tipo de experiencia práctica próxima
pasada de los que es un sistema de gobierno republicano, a excepción, diríamos, de la
práctica teórica (ideológica) que se desprende de las lecturas e informaciones que vienen
desde o se hacen en el exterior –doctrinas construidas sobre situaciones ajenas al mundo
hispanoamericano como explica Luis Romero—para unos cuantos privilegiados de la
sangre y de la fortuna. La gran masa es en buena medida acéfala de instrucción.

Los paradigmas modernos de república más cercanos a estos hombres en orden


histórico-cronológico son: la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica en
1778; la proclamación de la República francesa en 1791; y Haití que, por consecuencia
directa de los hechos políticos de la Revolución francesa, se proclama la República de
Haití, independizándose como colonia de Francia.

Lo que si sabían aquellos hombres de 1810 era que sus vidas habían transcurrido
como súbditos del rey, esto es, de la monarquía española en las colonias de América
meridional. Muy pocos eran pues lo que podían entender un sistema político de carácter
republicano.

Por eso, por haber vivido aquellos hombres bajo el dominio de una monarquía por
espacio de 300 años, se les hacia cuesta arriba comprender a cabalidad los conceptos y
principios que proponen un gobierno independiente (libre) e igualitario –república y
principios republicanos--, que de ningún modo práctico (político) resultaban, repetimos,
familiarizados con ellos. Recordemos que, en honor de la verdad, transcurrieron veinte
años para que se proclamara la IV República, con un Estado débil e incipiente. Las dos
primeras Repúblicas fueron calificadas como las “patria bobas” y la tercera sólo quedó
anunciada en la Constitución de 1819, pues Venezuela pasó a ser, en 1821, una sección de
la Gran Colombia. Además de ser consideradas como las “patria bobas”, cabe
preguntarse: ¿Qué principios podían o no cumplirse en esas repúblicas aéreas 17 estando
Venezuela sembrada de guerras e intrigas?

Tratemos ahora de ilustrar esos momentos históricos de incertidumbre esbozados


en la génesis venezolana de la forma de gobierno republicano. Comenzaremos de nuevo
con una interrogante: ¿El año de 1810 es un año sin continuidad histórica? Parece más
bien que la historia de ayer (colonial) no tiene nada que ver con la historia de hoy
(republicana). Esta última tiene, en todo caso, su trabazón con el carácter federal de la
Independencia de los Estados Unidos de Norte América y con los principios filosóficos
(republicanos-ideológicos) de la Revolución francesa; entonces, preguntamos de nuevo,
por el otro lado: ¿nos asiste una desmembración orgánica entre la colonia y la República?
En relación al sentido de estas preguntas, Mario Briceño Iragorry parece interpretarlas
según las siguientes palabras:

“A más del pretenso hiato existente entre la época colonial y el período independiente, hemos
intentado hacer de nuestra historia de ayer y de nuestra historia de hoy una serie de parcelas
aisladas, semi-autónomas y desprovistas, en consecuencia, de un centro de gravedad que les de
consistencia para resistir el oleaje universal” 18.
Ahora bien, préstese especial atención a la interpretación que hace el Doctor
Caracciolo Parra León al “pretenso hiato” de Briceño Iragorry que divide la historia de
Venezuela desde el mismo origen y comienzo: en el año de 1810. Este es, a nuestro juicio,
quizás el punto neurálgico de mayor significado de este aparte, pues permite percatarnos
que después de casi ciento veinte año de historia transcurrida, esto es, de la generación
de 1810 a la célebre generación de 1928, hayan quienes piensan (o pensaban) todavía que
la historia es lineal; y la emancipación venezolana se encuentra en las propias raíces de las
instituciones españolas, sembradas éstas en nuestro suelo patrio, a lo largo del período
colonial; réstale pues de este modo, Parra León, y también otros intérpretes de nuestra
historia nacional, toda influencia político-ideológica que proceda de la Independencia de
los Estados Unidos de Norte América y a su primera (y única) Constitución Federal; y, de la
misma manera, a la influencia de los postulados y principios republicanos de la Revolución
francesa. En razón de estas creencias o afirmaciones formuladas por Parra León, y otros
tantos historiadores de análoga posición, preguntamos: ¿Qué podían pensar y esperar los
hombres de 1810 montados para la época en la cresta de la ola?

Bien, para Parra León el pretenso hiato quedará superado en la medida en que
entendamos la continuidad de la cultura hispánica-ibérica (en lo político, en lo social, en lo
religioso, etc.) en nuestra historia. Y nada más oportuno que tomar conciencia del propio
pensamiento de Parra León, cuando parafraseando a su amigo Vallenilla Lanz en cuanto a
la ley de continuidad, propia de la doctrina determinista, dirá

“Fuera de que (no está de más decirlo) ha confirmado Vallenilla Lanz una y muchas veces la
continuidad de la vida nacional (…); ya no es la oscura noche de la colonia cortada a pico por la
aurora de una independencia hija de la Enciclopedia francesa del luminoso día de la República…” 19.

En síntesis, las fuentes en las que vivió sabiduría y se nutrió intelectualmente la


generación de 1810, están en la misma esencia de la cultura hispánica traída a América a
través de las instituciones españolas como lo fue el cabildo y el sistema de instituciones
colonial. Tal suerte de concepción parte pues de Caracciolo Parra León, cuando dice:

“Los años últimos del siglo XVIII y primeros del siglo XIX (bien puede decirse desde 1788 hasta
1821), en que se formó intelectualmente dentro de los claustros universitarios buena parte de
aquella gloriosa generación que hizo la república y es el mejor timbre de honor de Venezuela…” 20.

Resulta contradictorio el esfuerzo de Parra León y afines en relación a esta materia


en particular, ya que con el solo hecho de utilizar la palabra “república” cae sin darse
cuenta, pensamos, en la influencia ideológica y política que ejerce sobre la Venezuela de
1910, la Independencia de los Estados Unidos de Norte América; los postulados
republicanos de la Revolución francesa; y, en consecuencia, la declaración de la República
de Haití, en 1804.

Con el concepto de república florece, digámoslo así, en la modernidad, una nueva


interpretación de la sociedad: en lo político, la laicización del Estado, y la responsabilidad
del ciudadano para administrar los bienes públicos; el equilibrio del poder público por la
división de éste en tres ramas de gobierno. En lo social, la convivencia del hombre basada
en la igualdad y la independencia. España nunca propuso, en los trescientos años de
colonialismo, otra cosa más allá que la usurpación de las tierras y la invasión de la fuerza
militar para imponer el dominio y sus leyes y, de este modo, mantener la esclavitud, la
ignorancia y, por ende, el sometimiento al poder que imponía la Metrópoli. A propósito de
la tan preponderada Universidad colonial, dice Juan Uslar-Pietri:

“Los libros prohibidos son al final del siglo XVIII la verdadera escuela revolucionaria y filosófica de
los hombre de 1810, y jamás lo fue la Universidad de Caracas, llena de los naturales prejuicios y
atrasos que la España de aquella época tenía interés de mantener en Caracas” 21.

Pero dejemos por ahora a Caracciolo Parra, y al pequeño grupo de intelectuales


que defendían tales posturas de continuidad y determinismo, para ubicarnos entonces en
el plano de la corriente contraria que analiza la historia venezolana desde cuando se
gesta la primera República a partir del 5 de julio de 1810, con otros paradigmas que
yaanteshemos hecho mención de ellos: Independencia de los Estados Unidos de Norte
América, la Revolución francesa y las ideas revolucionarias de los escritores ingleses:
Francis Bacon, Tomas Hobbes y John Locke. Representantes del materialismo inglés.
Siendo Locke el gran sistematizadory, además,divulgadorde los tópicos materialistas
ingleses, incluso, fundamentandoy reforzando aquellos conocimientos que abarcan el
ámbito social,político, económico, y filosófico, con la afirmación de que todos ellos tienen
su origen en la experiencia sensible, esto es, el materialismo inglés era el resultado de los
avances que para el momento había tenido la investigación científica cimentada en la
sistematización del método inductivo, que rompe con el método deductivo silogístico
aristotélico. Todo esto llega a ejercer una gran influencia en varios pensadores franceses,
como Condillac, La Mettrie, Diderot, Helvecio y Holbach. Por intermedio de ellos, y,
especialmente, de La Mittrie, el materialismo inglés se instaló bien adentro en la filosofía
francesa de la época, llegando de este modo hasta el Enciclopedismo.

2.1.- Ideología política

Bastante hemos desarrollado ya, en párrafos precedentes, el contenido de


dirección política(ideológica) correspondiente a esta aparte. En efecto, se trata de estudiar
y analizar en breves líneas el contenido político y filosófico que caracterizaba a los
venezolanos en 1810. Bien, aparte de la información histórico-cultural general y universal
que poseen sobre la sociedad, la política y la filosofía desde la antigua Grecia y Roma y,
desde luego, de la Edad Media y, más recientemente, de la época moderna, los hombre de
1810 habían concretado el conocimiento, según el criterio que nos compete, en tres
modelos políticos para ejercer el poder; estos son: el norteamericano y el francés, que
insurgieron en momentos diferentes de la época moderna. Incluyéndose el tercero dentro
del comportamiento ideológico de los venezolanos de 1810, el Movimiento cultural dela
Ilustración, en el que prevalece gran confianza en la razón y las luces, y por la crítica de las
instituciones tradicionales.
De las teorías políticas que se enfrentaron en la segunda mitad del siglo XVII en
Inglaterra para el ejercicio del poder producto de las discusiones de Tomas Hobbes, quien
defendía el sistema de la monarquía absoluta; y de John Locke, que lo hacía por el sistema
de la monarquía representativa, predomino de hecho, la concepción de J. Locke. Tanto
hobbes como Locke nutrían sus pensamientos con la tesis del Contrato Social. Locke ponía
límites a sus alcances y sostenía el derecho de las mayorías a ejercer el poder; no así
Hobbes, que en posición arbitraria, había radicalizado aquellas tesis y derivaba el Contrato
originario de Rousseau, en poder absoluto22.

Inglaterra se convirtió desde entonces, desde 1688 23, en el modelo político de


quienes combatían en otros países de Europa el absolutismo monárquico24.

Por otra parte, en Francia Montesquieu procuró hallar respuesta a los problemas
suscitados por la relación entre el poder y las libertades individuales, imaginando
soluciones institucionales que expuso razonablemente en El Espíritu de las Leyes, en esta
obra muestra Montesquieu, como sabemos ya, su admiración por la Constitución inglesa.
Luego aparece la Enciclopedia y sus representantes, cuyo lineamiento político estaba
influenciado por el pensamiento político inglés post-revolucionario; mientras que Voltaire
escribía buena cantidad de artículos y panfletos en los que defendía ocasionales
problemas de la vida francesa, como: tolerancia religiosa 25, los derechos individuales y
libertad intelectual. “Pero hasta ese entonces –acota José Luis Romero—el problema
político reconocía ciertos límites en sus proyecciones: fue Rousseau quien extremó esas
tesis y abrió un nuevo camino en la concepción de la sociedad y la política” 26.

En la exposiciónde Romerose establece que “Rousseau trasladaba al desarrollo


mismo de las sociedades los problemas que sólo solían verse como expresión del sistema
institucional”27.Y, En la línea siguiente afirma el autorque, “al concretar las tradicionales
digresiones sobre el estado de naturaleza en una teoría de la desigualdad como un
resultado de la vida y de las leyes,(J. J. Rousseau) abría una perspectiva revolucionaria de
inesperada trascendencia”28.

Rousseau es quien apuntala o asientala relación entre una sociedad igualitaria y el


gobierno republicano. De hecho, “Así quedó formulado –puntualiza Romero—frente al
modelo inglés de la monarquía parlamentaria, que tanta aceptación había tenido entre los
pensadores políticos franceses, otro modelo, igualitario y republicano” 29. De manera que
entre las causas que provocaron la Revolución francesa, la de mayor importancia es la de
las doctrinas de los filósofos y enciclopedistas que atacaron en sus escritos todos los
fundamentos delorden social. El modelo igualitario republicano en las primeras fases de la
Revolución inspiró la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
El tercer modelo político es producto de la combinación de los dos modelos antes
comentados; y esa combinación se da en la mente de los insurrectos colonos ingleses de
América del Norte en 1776, al establecerse el texto de la Declaración de la Independencia
y, luego, redactarse los Artículos de Confederación en 1778 y, finalmente, la Constitución
de los Estados Unidos en 1787. En ese lapso de tiempo, los problemas suscitados por los
regímenes internos de cada provincia y su relación reciproca originaron una variante
peculiar que hizo del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, a la vez, un modelo
original y distinto de los que lo habían inspirado30.

Las doctrinas que inspiraron esos tres modelos, fruto de la reflexión individual y de
la experiencia histórica, bien sobre procesos ya sobrepasados, bien sobre la palpitante
actualidad, “Llegaron a Latino América –deduce con razón Romero-- no sólo constituidas
como un cuerpo teórico, sino como un conjunto de verdades comprometidas y casi de
preinscripciones prácticas”31. En fin, pues, son doctrinas o dogmas políticos que se habían
constituido sobre situaciones ajenas al suelo patrio y a la cultura hispano-americana.

Por último, el liberalismo gestado con las banderas de la razón en el siglo XVIII y con
el movimiento de la Ilustración, es la ideología común a los blancos criollos de 1810. Para
esa fecha los mantuanos se encontraban ya divididos subrepticiamente en dos bandos:
federalistas y centralistas. Después de haber sido sancionada la Constitución de 1811, esas
fuerzas antagónicas y contradictorias se manifestaron debido al interés particular que
existía en cada una de ellas para organizar jurídica y políticamente la República. Ahora
bien, cualquiera que haya sido el modelo político 32 o la ideología política adoptada, el
movimiento de la emancipación, que corrió como pólvora por Centro y Sur América, fue
un movimiento cuyo rasgo distintivo es que fue un sentimiento republicano. Por eso el
espíritu con que se concibieron las nuevas sociedades por parte de los que se sentían
responsables de su nuevo ordenamiento jurídico y social fue esencialmente republicano y,
explícita o implícitamente, igualitario y democrático.

2.2.- ¿Cómo se incorporaron los principios republicanos al proceso emancipador?

Varias fueron los mediosy vías de acceso al conocimiento de las ideas de espíritu
revolucionario para combatir el orden impuesto por las monarquías absolutas en Europa.
España y Portugal concentraron el poder absoluto en la Península durante la Edad Media;
y en las colonias hispano lusitanas de América en la época Moderna. Bien, una de las
primeras formas de información de la sociedad colonial de fines del siglo XVIII venezolano
sobre un modelo democrático de gobierno –monarquía parlamentaria inglesa (1688),
independencia de los Estados Unidos de Norte América (1778) o la declaración de los
principios republicanos de la Revolución francesa (1789)-- es la que procede de las
propias noticias difundidas espontáneamente de forma oral o escrita en la Capitanía
General de Venezuela.
Otra posibilidad cierta de información es la literatura directa a los libros prohibidos
por la Corona española. Lectura que podía ser realizada por algunos venezolanos que
viajaban a Europa, en las bibliotecas de las universidades y conventos del viejo continente.
En Venezuela esas lecturas clandestinas se hacían, según apunta Caracciolo Parra León,
puertas adentro de la Real y Pontificia Universidad de Caracas. Aunque no lo dice directa y
abiertamente, Parra León nos da a entender, en la siguiente muestra, el acceso al
conocimiento –materialista, en todo caso—de que gozaba la vieja Universidad de Caracas
para finales del siglo XVIII y primero años del siglo XIX, pues considera el autor que era
natural que el conocimiento americano marchase a la par del conocimiento europeo,
incluso, sin tener la autorización de la Metrópoli. La Universidad, dice Parra León

“…no se vio en el caso de proscribir a ningún ateo ni materialista decidido y franco, téngase
presente que el materialismo a lo Cabanis y a lo Condorcet sólo avanzó en la Península, y no
oficialmente, aprincipios del siglo XIX; y era natural que América marchase por lo regular en pos
de la Metrópoli y del resto de Europa”33.

Es decir que para Parra Leónla Universidad de Caracas no estuvo, de ningún modo,
atada de manos al poder absoluto de la Corona española, sino que, por el contrario, ella
marchaba según lo hacia el conocimiento de la Metrópoli y el resto de Europa. Sin
embargo, para los intérpretes de los paradigmas republicanos dados por la Revolución
francesa, esa opinión no se corresponde con la realidad sociocultural y política de la
Venezuela de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Por ejemplo, Juan Uslar-Pietri,
entre otros autores, ha cuestionado de manera contundente la actitud sumisa de la
Universidad de Caracas al poder español, máxime cuando enfatiza que para 1810, la
Universidad estaba “llena de los naturales prejuicios y atrasos que la España de aquella
época tenía interés de mantener en América” (repetimos literalmente de supra). Dejemos
hasta aquí el análisis sobre la información teórica que pudieron haber alcanzado los
hombres de 1810 para establecer un gobierno de origen popular o republicano en la
Capitanía General de Venezuela.

El aspecto práctico para instaurar un gobierno representativo, alternativo y


responsable en la Provincia de Venezuela, la veta proviene ciertamente de España, pero
no como lo imaginaba o creía Parra León, como una evolución natural de las instituciones
españolas, sino por la influencia de carácter político-filosófica de la Revolución francesa
que negaba, precisamente, Caracciolo Parra. Esas influencias penetran en la Provincia de
Venezuela a través de las cabezas revolucionarias presentes en la conjura de San Blas
urdida para 3 de febrero de 1796 en España, cuya intención no era otra que la de imponer
una república allá, en el propio corazón de la Península Ibérica.

En efecto a finales de 1796 y a principios del siguiente año llegan al Puerto de la


Guaira, por partidas individuales, reos de España en calidad de presos políticos: Juan
Bautista Picornell, Manuel Cortes de Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax. De lo cual
da cuenta Pedro Graces34 para confirmar que tales reos desembarcaban en el Puerto de la
Guaira porque eran “condenado por la conspiración republicana de San Blas” 35. A estos
reo, explica Grases, “se les había conmutado, por decreto de 25 de julio de 1796, la pena
de muerte por la reclusión perpetua en los castillos de Puerto Cabello, Portobelo y
Panamá, en tierras americanas36.

Aquí, en las lejanas tierras americanas de ultramar “Las ideas de liberación –agrega
Grases—no se extinguirán en los apasionados corazones de los conspiradores, sino que
prenderían en el desierto al encontrar terreno abonado y voluntades decididas como la de
los hombres de San Blas”37.

En la cárcel, Picornell y el resto de los conjurados de España se involucraron con los


americanos del Puerto de la Guaira para fraguar una nueva conspiración cuyo fin consistía
en derrocar la tiranía e instaurar un gobierno republicano en la Provincia de Venezuela.
“Manuel Gual, José María España y mucho más –dice Grases—se adhirieron con
entusiasmo al plan propuesto indudablemente por Picornell, el primero de los llegados al
puerto venezolano y el de mayor prestigio entre los condenados por España” 38.

El 13 de julio de 1797 quedo descubierta la conspiración de Gual y España 39. Sobre


el aviso, Picornell huye de la cárcel junto con sus compañeros españoles revolucionarios,
pero sólo él y Campomanes van a parar a las Antillas Menores francesas, específicamente,
a la isla de Guadalupe, cosa comprensible habida cuenta que propugnaban ideas de origen
inglés. Los otros españoles fueron apresados poco después de huir de la cárcel; mientras
que Gual y España llegaron a Curazao y, luego, pasaron a la isla de Trinidad, que estaba en
manos de los ingleses, aprovechando que éstos se oponían, como los franceses, al
absolutismo español. El patriota José M. España regresó a la Guaira donde fue detenido,
procesado y, posteriormente, condenado al suplicio, fue ajusticiado en la plaza mayor de
Caracas el 8 de mayo de 1799 40. Pedro Gual muere en Trinidad, en San José de Oruña, el
26 de octubre de 1800.

La pregunta ahora es: ¿había terminado la conspiración con la muerte de estos dos
revolucionarios? No. Desde luego que no. A pesar del fracaso inmediato, la conspiración
de Gual y España no fue en absoluto un esfuerzo perdido. Ahora las semillas de la libertad,
igualdad, fraternidad y prosperidad, se habían sembrado en el sentimiento criollo, esto es,
en el espíritu patrio de los venezolanos.

Catorce años transcurrieron desde 1797 hasta 1810, para que se activaran de
nuevo los mecanismos revolucionarios sobre las bases de los principios republicanos, pero
en esta ocasión es la oligarquía caraqueña la que va a tomar el control absoluto del
movimiento emancipador. Sin el concurso y la participación de los blancos criollos ninguna
empresa con nobles ideales libertarios, hubiese podido alcanzar el éxito de transformar
políticamente la Capitanía General de Venezuela. Así lo confirman los dos intentos fallidos
del Precursor Don Francisco de Miranda; y la frustrada conspiración de Gual y España. La
revolución será ahora obra exclusiva de los mantuanos venezolanos.
Ahora bien, queremos destacar sucintamente tres hechos de especial atención que
se dan en el escenario público internacional y que, directa o indirectamente, van a influir
en los acontecimientos internos que habrán de producirse en Caracas entre los años de
1810 y 1811.
El primero de aquellos hechos externos ocurrió en Haití cuando las ideas francesas
encontraron formidable acogida entre los esclavos: la rebelión empezó en 1791, fue
apoyada por la Metrópoli revolucionaria para dar origen a un nuevo orden institucional,
que organizó el jefe de los negros insurrectos, Pedro Domingo Toussaint Louverture, a
través de la Constitución de 1801. El ejemplo haitiano se hizo sentir entre los negros de
Tierra Firme. En la Capitanía General de Venezuela, en las Serranías de Coro los negros se
sublevaron en 1795, para establecer la “ley de los franceses”, es decir, una república 41.

El segundo acontecimiento tiene que ver con la destrucción de la flota española en


Trafalgar, en 1805; hecho éste que merma o debilita en buena parte el poder de España.
Y, el tercero, es la invasión francesa al territorio español, en 1808, hecho que termina por
desarticular ese poder. De manera pues que en las colonias españolas quedaron dadas las
condiciones para que éstas se desprendieran de la sujeción de la Metrópoli. Un vacío de
poder creado por la crisis española, obligó a decidir entre la servidumbre de una autoridad
inexistente y una libertad deseada.
Finalmente, cabe agregar que los principios republicanos 42 aparececidos durante la
gestión y posterior estallido de la Revolución francesa, fueron redimensionados por Juan
B. Picornell en textos doctrinarios subversivos: unos, fueron documentos redactados en la
reclusión de la cárcel de la Guaira; otros, probablemente, en la isla de Guadalupe.
En efecto, Picornell produjo intelectualmente nuevos argumentos republicanos
sobre la base de los “Derechos del Hombre y del Ciudadano”, relacionando en ellos temas
de responsabilidad individual, laicización del Estado y la división de poderes. Picornell
redacto: a) las “Ordenanzas”, que son cuarenta y cuatro artículos, cuyos principios serían
puesto en práctica una vez instaurado el nuevo gobierno republicano y haber restituido al
pueblo americano su libertad; b) la alocución “Habitantes libres de la América Española”,
que es una exaltación a la insurrección; y, c) “Derechos del Hombre y del Ciudadano con
varias máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos”. Quizás
sea este último documento el que revista mayor importancia de los textos revolucionarios
escritos por Juan B Picornell o, si se quiere, de la conspiración de Gual y España, redactado
presuntamente en las islas francesas del Caribe o Antillas Menores, en 1797.
De seguidas extractos del análisis que hace Pedro Grases a este último documento
de Picornell, el cual consta de tres partes:
*) “Derechos del Hombre y del Ciudadano”, que,según explica Grases, fueron
“traducidas de la Declaración francesa que precede al Acta constitucional de 24 de junio
de 1793. Treinta y cinco artículos, en vez de los diecisiete de 1789, insertos en la
Constitución francesa de septiembre de 1791. Estos últimos son –aclara el autor—los
traducidos por Antonio Nariño”43. Cabe decir que Nariño hace la traducción en Bogotá en
1794, de acuerdo a como lo informa José Luis Romero en el ya citado prólogo 44de la
edición 23° de la Biblioteca Ayacucho.

**) Las “Máximas republicanas” son enunciados y síntesis de principios y virtudes


ciudadanas. Proclama la fe y por ella creen en la filantropía; establecen las normas éticas
de amor al prójimo, y de la verdad en las relaciones humanas; exaltan los principios
políticos de amor a la patria; del desinterés y del servicio a la sociedad y al bien público,
del trabajo, del sentido de justicia, del respeto a las leyes, la convivencia social, la ayuda a
los semejantes, la fraternidad; condena el egoísmo, la avaricia, el libertinaje, y ensalza la
sobriedad”45. En resumen, las máximas son un código de moral y política por el que debe
guiarse un buen republicano; buen padre, buen hijo, buen marido, y buen vecino46.

***) El “Discurso preliminar dirigido a los americanos” tiene un propósito más alto,
el cual consiste, según Grases, en dar las razones de la revolución. Por tal causa,
apuntaGrases, abundan las especulaciones de orden filosófico, histórico y político. El
Discurso “quiere ilustrar a quienes se dedican a cooperar en el movimiento que ha de
llevar al triunfo la “causa del pueblo”. Y, según su criterio, Los Derechos del Hombre y las
Máximas republicanas, sin previa explicación, sin la exposición de causas y motivos,
caerían en terreno impreparado, y serían, pues, ineficaces. “Para evitar este fracaso, se
escribe y se imprime el Discurso preliminar dirigido a los americanos, que naturalmente
antecede al texto de las normas político-filosóficas, pieza predominante del impreso: los
Derechos del Hombre y del Ciudadano y las Máximas republicanas” 47.

Por otra parte, en el Discurso preliminar se formulan graves cargos a los reyes y a
los gobernantes monárquicos que instalaron “trescientos años de colonia”,y durante ese
tiempo haber mantenido en la ignorancia a sus “vasallos”. En corolario, para restituirle al
pueblo la soberanía, es preciso instruirlo, abrirle los ojos al nuevo derecho que el mundo
ha proclamado después de tanta errónea doctrina. Se coloca, pues, a la educación como el
primer instrumento republicano para devolver al pueblo su soberanía: el conocimiento
consciente de ser hombres libres.

“América debe decidirse a proclamar su libertad (…), Dado los abusos de los reyes y
los reiterados yerros de gobierno, no cabe otro recurso que la fuerza”. Se incita de manera
directa aquí a la Revolución tomando en cuenta que “La oportunidad es preciosa, pues los
principios de redención humana triunfan en Europa, y si en el viejo continente se realiza
tal transformación política, en América habrá de ser más fácil, puesto que la nobleza no
será impedimento, ni tampoco el clero, ya que habrá de proseguir sin alteración el
catolicismo… Y con la idea firme de doblegarelaccionarbélico del Imperio, y, por ende, el
poder político-militarque ejerce sobre las colonias, proponecomo estrategia la expansión
político-territorial multiplicando las republicas,en tanto dice:“Habrá que establecer varias
repúblicas y si todas se levantan a un tiempo, España no podrá atender a todas partes”48.
Pero para completar tal acometida no basta con la multiplicación de las repúblicas,
pues se hace necesaria la unidad de todos para derrocar la tiranía, que es el triunfo y la
“causa del pueblo”;y, para lograr tal unidad, arenga con vehemencia:“La población debe
unirse: Blancos, Indios, Pardos y Negros, abandonado toda discrepancia y división, de las
que ha tomado el rey durante su dominio”49.

Pedro Grases hace la observación de que el Discurso Preliminar “Aconseja sobre la


forma de gobierno, con el propósito de evitar que el poder recaiga en una sola persona
por los peligros que ello entraña”. Además, exalta los altos fines de una república y las
virtudes republicanas. También aconseja que, “En los momentos de transición política el
gobierno debe actuar con suma cautela. Esta parte del discurso –dice Grases—parece que
haya dado la pauta de conducta a los repúblicos venezolanos de 1810”50.

Por último, cabe destacar que la letra de la Canción Americana y de la Carmañola


Americana se le atribuye a Manuel Cortes de Campomanes. Las canciones fueron escritas
a petición de los involucrados en la conjura de Gual y España. La letra de estas canciones
va siendo modificada en sus estrofas, así como el ritmo musical, por el sentir de pueblo
venezolano, de acuerdo a los distintos períodos y circunstancias histórico-políticas que a lo
largo del siglo XIX se suceden.

En síntesis, los documentos atrás relacionados se convertirán en documentos de


primera línea en cuanto a la formación político-ideológica de los blancos criollos en los
sucesos que se han de generar durante y después de 1810 en Venezuela. Por ejemplo, en
la Sociedad Patriótica, en el Primer Congreso venezolano; en fin, en la redacción de la
Constitución de 1811, con la cual se funda la Primera República.

3.- Vivir en república significa ser ciudadano

Ser ciudadano es la condición básica y primordial del individuo dentro de la forma


de gobierno de una república. Es la supresión de todo tratamiento de privilegios o títulos
nobiliarios por la simple denominación de ciudadano; y como tal, el individuo convertido
ya en ciudadano goza de derechos que le permite tomar parte en el gobierno republicano:
democrático e igualitario. Veamos en las siguientes líneas el camino hacia la primera
República de Venezuela.

Los sucesos de España ocurridos en 1808 (la invasión francesa), fueron noticias que
produjeron profunda conmoción en Caracas. Las antiguas colonias americanas, declaradas
provincias españolas por el Consejo de Regencia, vieron la posibilidad cierta de formar una
Junta de Gobierno autónoma, justamente, por la crisis política que sufría la Metrópoli. Y,
en efecto, el 19 de abril de 1810, se produjo el cambio de gobierno de manos de las
autoridades coloniales a manos de los criollos, esto es, el mando pasó al Cabildo de
Caracas, y se conformó en gobierno el 25 de abril, con el nombre de: Junta Suprema
Conservadora de los Derechos de Fernando VII 51.El Cabildo, a nombre de la ciudad, juró
fidelidad a Fernando VII, y el pueblo manifestó públicamente hostilidad a los franceses, no
así los grupos revolucionarios quienes vieron en estos hechos la oportunidad de consumar
un movimiento autonomista que pusiera el gobierno de la Capitanía General en manos de
los venezolanos.

La Junta Suprema gobernó desde el 19 de abril de 1810 hasta el 2 de marzo de


1811. Fue un gobierno de transición, no independiente, sino más bien partidario de la
Corona española. Sin embargo, dentro de las innumerables funciones que desarrollo este
Cuerpo, está el de haber convocado a elecciones para reunir un Congreso General de las
Provincias que decidiera la suerte futura del gobierno. La convocatoria a elecciones
aseguró la transformación del gobierno de facto en un régimen de carácter constitucional
independiente. Por su condición conservadora la Junta Suprema dispuso en el reglamento
electoral, que podían ejercer el derecho a voto “los hombres libres mayores de veinticinco
años y propietarios de bienes raíces”. En consecuencia, no votaban las mujeres, ni los
esclavos, ni la gran mayoría de la población, carentes de bienes de fortuna. De este modo
vino a resultar un Congreso formado en su totalidad por representantes de la oligarquía
criolla o clase privilegiada; superior, como la denominaba José Gil Foutoul.

Se desprende de este primer momento preparatorio –del 19 de abril de 1810 al 2


de marzo de 1811--, o si se quiere, antesala de la emancipación política venezolana, que
hubo un avance administrativo al convocarse a elecciones para reunir un Congreso, pero
se confirma, en esa antesala política, que los criollos conservadores (los futuros godos) no
querían ni quisieron nunca comulgar con las clases sociales desposeídas. Los principios de
igualdad, libertad, fraternidad y prosperidad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
fueron para ellos, los mantuanos, principios de su propia clase social: El Pueblo Soberano
era,entonces, su propia estirpe.

La esclavitud sólo fue abolida (en el papel) en 1854, pero los privilegios siguieron
siendo exclusividad de las minorías: de la clase fundamental o terrateniente. La República
y los principios republicanos resultaron ser una realidad política para las minorías; pero, la
República y su esencia política: los principios republicanos, sólo utopías para las mayorías.
No fue sino hasta 1948, en adelante y después de la dictadura de perezjimenista, cuando
se establece, en la Venezuela del petróleo, un régimen democrático representativo y de
participación popular que asegura para todos los venezolanos los Derechos del Hombre y
del Ciudadano: República para todos o participación del Pueblo en la administración de los
bienes públicos: de la “Cosa Pública”, entendiéndose participación como el derecho que
tiene el ciudadanoa la educación, a la salud, a la vivienda, etc. De manera que las voces
“república” y “democracia”, aún cuando etimológicamente son palabras distintas, por la
traducción del latín RES-PUBLICA, y no del griego POLITEIA (república), y de la voz griega
“democracia” (demo-kratos), decíamos, que conceptualmente se hacen sinónimas en la
medida que representan, dentro de un sistema de gobierno popular, los intereses de las
mayorías, permiten entre otros derechos públicos, las organizaciones políticas y el acceso,
a partir de éstas, a los cargos públicos 52.Es el poder (KRATOS) político (POLIS) que nace del
pueblo (DEMOS), donde éste, el Soberano (o REPUBLICO), tiene la responsabilidad de
administrar los bienes públicos (RES); y no una minoría monárquica, de casta, etc.

3.1.- la Constitución de 1811

El Congreso de 1811 estuvo dominado por la tendencia federal, lo cual queda


establecido en la Constitución del 21 de diciembre de 1811. Este sistema imitado de la
Constitución de Estados Unidos de Norte América,favorecía el regionalismo y garantizaba
mejor los intereses de las oligarquías provinciales que habían crecido y desarrollado de
manera independiente en el largo período colonial, entre otras razones, por la falta de
caminos de comunicación en la Capitanía General de Venezuela; y que, políticamente,
habían dependido de distintas autoridades53.

En consecuencia, la Constitución de 1811 estableció que las Provincias conservaran


su soberanía, libertad e independencia dentro de la Confederación que la componen, todo
lo cual queda pues ratificado en la redacción de la primera consideración de la Carta en
cuestión; y, a la letra dice: “…cada una de las Provincias conservara su Soberanía, Libertad
e independencia en uso de ellas, tendrán el derecho exclusivo de arreglar su gobierno y
Administración territorial, bajo las leyes que crean conveniente, con tal que no sean de las
comprendidas en esta Constitución, ni se opongan ni perjudiquen a los Pactos Federativos
que por ellas se establecen”54.

Con esta reafirmación de soberanía, libertad e independencia, la República en


cierne delega la responsabilidad a cada una de las Provincias para organizar el gobierno y
administrar el territorio según sus propias leyes; y a la sociedad que las conforma. Pero ni
las Provincias ni la recién constituida República se ocupó en la práctica del bienestar socio-
económico y cultural de la clase desposeída, es decir, de sus derechos como ciudadanos,
establecidos débilmente algunos de ellos en la Constitución. Por ejemplo, en el caso de la
educación popular, fue poco o nada el interés que mostró el legislador de 1811 para que
las capas sociales menos desposeídas sean atendidas en su derecho republicano por el
Estado recién constituido.

En efecto, la Instrucción Pública (educación primaria y secundaria), que con tanto


énfasis se hace referencia a esta materia en los textos doctrinarios y republicanos de Juan
B. Piconell, textos que constituyen pues una de las fuentes inmediatas ideo-políticas de los
hombres de 1810, quedó fuera, prácticamente, de la responsabilidad del gobierno central
Republicano, por cuanto esta rama de la educación había sido asignadapor mandato
constitucional, a las Diputaciones Provinciales55.Como se puede apreciar, el legislador no
fuerealmente revolucionario en materia de educación como lo fue en otros aspectos. Por
ejemplo, eliminó los títulos de nobleza, honores y distinciones hereditarias. Al respecto
dice: “Nadie tendrá en la Confederación de Venezuela, otro título ni tratamiento público
que el de ciudadano”.

M.Fermín opina que “Los legisladores del primer texto constitucional parecen no
haber tenido la suficiente convicción acerca de la importancia que para el fortalecimiento
de la República tenía la educación”56.Sin embargo, Allan Brewer-Carías exalta el carácter
político-revolucionario del igualitarismo civil heredado justo de la Revolución francesa e
incorporado a la Carta Constitucional de 1811 junto con otros principios republicanos,
cuando dice: “…ante todo debe señalarse que en la base de este texto (…) está la
ortodoxia revolucionaria francesa condicionada por el control del poder político por la
burguesía, el igualitarismo civil, la supremacía de la ley, la separación de los poderes, y la
noción de soberanía”57.

Sin embargo, por esas mismas razones que esgrime Brewer-Carías, de la ortodoxia
revolucionaria francesa, es decir, conforme a los principios republicanos, los legisladores
de 1811 –según afirma M. Fermín—“se quedaron muy atrás de lo que el pueblo esperaba
de ellos”58. Ellos solo legislaron para el ciudadano que conformaba su condición social.

Gil Fortoul ratifica el carácter revolucionario de la Constitución de 1811, pero a su


vez reconoce que el nuevo régimen no desarrollo el perfeccionamiento de la organización
social y política. En efecto, “En primer lugar –dice Gil Fortoul—debemos observar que la
Constitución Federal sancionada el 21 de diciembre de 1811, encarnó una verdadera
revolución. No fue en sus partes iniciales una etapa lógica en el movimiento político del
pueblo venezolano (…) El nuevo régimen que ella implantó no fue el realmente
desarrollonecesario ni perfeccionamiento armónico de la organización social y política que
se mantuvo en nuestro país durante los tres siglos de dominación española” 59.

Pero aquella nobleza criolla obviando las aspiraciones de libertad, de igualdad, de


fraternidad y de prosperidad de un pueblo esclavizado, le da legalidad a los principios de
filosofía política que convenía a su condición de clase dominante. Por tanto, dice José Gil
Fortoul:

“En esta revolución, que se inicia en la última década del siglo XVIII, y llega a su cumbre con la Acta
declaratoria de Independencia, predomina o adquiere forma legal, no tanto las protestas y
aspiraciones de un pueblo mal hallado con el despotismo español, sino más bien, aquellos principios
de filosofía política que a las clases nobles ricas instruidas parecieron teóricamente más perfectos” 60.

Pero tal vez todo lo que pueda entrar en la crítica sobre este particular, no para
justificar, sino para comprender la mentalidad de estos criollos mantuanos, haya sido
porque esa Constitución fue obra de un grupo de hombres superiores –los ciudadanos--,
como bien lo argumenta el mismo Gil Fortoul.
Y así dice el autor: “El nuevo régimen fue obra de un grupo de hombres superiores,
resueltos los unos a conserva en la Independencia su privilegio de clase oligárquica,
deseosos otros de incorporarse a la misma oligarquía, convencidos todos, sin embargo, de
que su obra, por incompleta que fuese, contenía las bases perfectibles de la futura
República Democrática”61.

En síntesis, la visión retrospectiva de Gil Fortoul lo lleva hasta los documentos del
movimiento popular propuesto por Picornell, Gual y España para propagar en su Historia
Constitucional de Venezuela, que el programa de 1797 contenía ya los lineamentos para
que un “grupo de hombres superiores” tomara finalmente el control (positivista, por el
lado determinista, en todo caso) en la instauración de la “República Democrática”; y, eso
fue,justamente,según el análisis de contenido que elocuentemente aplica Gil Fortoul,lo
que realizaron, los patriotas de 1810-181162.

Sin embargo, no fue de ese modo como lo idearon los revolucionarios del 97, pero
fue así como sucedió; sin caer pues en determinismos que es lo que subyace en el estudio
de Gil Fortoul. En efecto, la clase superior aun cuando asume el compromiso de liberación
sobre las bases doctrinarias y revolucionarias de los textos de 1797, programados para la
participación de las mayorías en una república democrática y popularmente constituida,
son ellas las que, sin duda, impondrán,desde el comienzo, las reglas de la legalidad de la
filosofía política y, por tanto, las condiciones de su clase. Consecuente conla intención de
aquella programación del 97, Pedro Grases dice: “Es por eso que catorce años después de
la conspiración deGual yEspaña, habría de encontrar, como expresión de victoria de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1797, en los primeros textos constitucionales de
los Estados Independientes”63.

3.2.- La Primera República

La primera República queda entendida o manifiesta en la Constitución de 1811,


aún cuando se piensa, casi de manera general, que la primera República fue proclamada el
19 de abril de 1810. En nuestra opinión, de 1810 a 1811, lo que se da es el inicio de un
proceso revolucionario de cambios políticos que culminarán en Venezuela en 1821; pero
la génesis de esos cambios, repetimos, para instaurar un gobierno republicano, quedaron
ya preestablecidos en los programas de 1797.

La primera República se establece entonces como tal en la Constitución de 1811, al


adoptar en si misma los principios básicos fundamentales de un sistema de gobierno
republicano. Estos son:

a) laicización del Estado: la República como Estado independiente desconoce la autoridad


de la Corona española y, por tanto, la intervención del clero en los poderes establecidos.
Sin embargo, en materia religiosa –aclara Parra Pérez—nuestros revolucionarios no irán
más allá del desafuero, siguiendo las convicciones personales de la gran mayoría y el
sentimiento general de la gran población64;

b) separación de poderes: la Constitución establece democráticamente la división del


poder público en tres ramas: Ejecutivo, Legislativo y Judicial;

c) responsabilidad dentro del Estado venezolano: el principio de responsabilidad es de


naturaleza o esencia del gobierno republicano, debido a que sus representantes ejercen
sus funciones por sus aptitudes personales designados electoralmente o por ministerio de
la ley.

Por otra parte, la recién constituida República a través de la Constitución de 1811,


define, entre otros principios, los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La ignorancia o el
desprecio de los derechos del hombre significaba para los legisladores de 1811, las causas
de las desgracias públicas. En efecto, los legisladores de Venezuela sin que expresamente
lo digan –explica Parra Pérez- creen con la Asamblea francesa de 1791 que “La ignorancia,
el olvido y el desprecio de los derechos del hombre son las causas de las desgracias
públicas y de la corrupción de los gobiernos 65. Urgía así la necesidad de definir aquellos
derechos que, con la separación de poderes, conforma lo que ha de llamase constitución.
Al respeto, acota Parra Pérez: “Estos derechos son la libertad, la igualdad, la propiedad y
la seguridad (…) Quedan así garantizados en Venezuela los fueros del ciudadano en el
modo adaptado en los Estados Unidos y Francia y hoy universalmente conocido”66.

Además, la Constitución de 1811 consagra como derecho la inviolabilidad del hogar


y de la propiedad; garantiza la libertad de pensamiento; la libertad de reunión;la libertad
de tránsito;de industria; de comercio. Pero a la vez eliminó los títulos de nobleza, honores
y distinciones hereditarias. Como tal dice el legislador: “Nadie tendrá en la Confederación
de Venezuela, otro título ni tratamiento que el de ciudadano” 67.

Pero la Constitución de 1811 poco o nada pudo hacer en materia económica, social
y cultural. El ejercicio de su gobierno, que ha sido analizado casi exclusivamente en su lado
político, tuvo una efímera existencia de apenas cinco meses de vida republicana.

Quizás en la primera República no llegó a darse nunca, por obvia razón de su corta
vida política, la práctica popular del todo social de conformidad material con los principios
republicanos contenidos en los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Podría alegarse, no
obstante, y de acuerdo a las limitadas reflexiones adelantadas ya sobre este particular,
que los contenidos de los derechos del hombre sólo fueron derechos para los mantuanos,
esto es, derecho para los pocos ciudadanos de aquella República.

Conclusiones
El período histórico comprendido entre el 19 de abril de 1810 y el 21 de diciembre
de 1811, es un período breve de nuestra historia republicana, pero es en él en el que nace
y se proyecta un Estado: Venezuela; y, por tanto, la génesis de la historia política del país.

El año de 1810 no es el año en el que se haya cortado a pico la historia de ayer


(colonial) o desmembrado de la historia de hoy (republicana), como lo pensaron algunos
historiadores de comienzos del siglo XX venezolano. En ese período histórico, que se ubica
al final de la primera décadadel siglo XIX, es decir entre 1810y1811, siendo este últimoaño
el nacimientode la segunda década del referido siglo, se da comienzo a una nueva
einexperiente administración, que es publica y, básicamente, responsabilidad de un nuevo
individuo: El Ciudadano.Y como tal, esa bisoña administración, que es pública, es distinta e
independiente: autónoma de la Corona española.

Es un momento, dramático por ciento,en el cual se echan las bases para engendrar
un nuevo Estado, cuyo poder, ideado como público, representativo y alternativo, se divide
en tres ramas de gobierno. Es desde ahí, desde 1810-1811, desde donde se declara franca
y solemnemente al mundo, que sus provincias unidad, son y deben ser hoy, de hecho y de
derecho, Estados Libres, Soberanos e Independientes. Así, el 5 de julio de 1811, se declara
la Independencia Nacional. Pero este inolvidable período sólo es la antesala política hacia
el largo camino que se avecina; camino que habrá de recorrerseplagado de guerras y de
abnegación para conquistar realmente la independencia definitiva y establecer una forma
de gobierno republicano, esto es, una República.

Los principios republicanos que en esencia son los que le dan forma y carácter a la
república, se proclamaron en la Constitución de 1811, con lo cual se crea y se le confiere
legalidad política a la Primera República de Venezuela de manos de sus propios y aún no
compactados ciudadanos: granparte del universo total de sus habitantes faltaban todavía
por integrase a ese principio. Es el camino largo que ahora se coloca por delante e irrumpe
así el proceso de integración territorial, el cual se concreta en 1903: tres sub-períodos en
la persecución de ese propósito: El 1°) que va desde 1810 a 1830; el 2°) abarca de 1830
a1863; y, el 3°) desde 1863 y culmina en Ciudad Bolívar en 1903. Estos períodos históricos
proponen otro tema de análisis: El de integración y, por ende, el de identidad nacional.

Por otra parte, esos principios que repetimos, son: laicización del Estado; división
del poder público en tres ramas (Ejecutivo, Legislativo y Judicial); y la responsabilidad del
individuo dentro de ella: la república, tienen en esencia carácter jurídico y filosófico, esto
es, se materializan en postulados políticos, socioeconómicos y culturales. Cabe decir que
algunos de ellos fueron por disposición constitucional, responsabilidad simple y directa de
los gobiernos provinciales. De esas disposiciones algunas, por ejemplo, se quedaron nada
más que en la intención de la Primera Carta Venezolana. Otras disposiciones fueron de
existencia breve hasta la capitulación de Francisco de Miranda cinco meses después.
Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fueron eso en un comienzo: derechos
para las clases sociales dominantes, ya que para las clases desposeídas la República sólo
fue una ilusión; por lo tanto, los legisladores se quedaron muy atrás de lo que esperaba el
pueblo, la gran mayoría, es decir, las masas constituida por campesinos, esclavos, negros,
mulatos, indios, etc., de ellos, los legisladores de 1810-1811.

Notas
1
Véase Diccionario Jurídico Venezolano. Caracas, Líder Editores. 1997, t. III, p. 421.
2
Cfr. “Francia”, en: Enciclopedia Universal Ilustrada. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1978, v. 24, pp.955-960.
3
Cfr. “República”, en: Enciclopedia Universal Ilustrada. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1923, v. 50, p. 1047.
4
Ídem.
5
Ibíd., p. 1048.
6
Ibíd., pp. 1048-1049. “La República que enaltecía Maquiavelo en sus discursos no era la República democrática e
igualitaria de nuestros día (…) Maquiavelo entendía que para la gran obra de la unidad, el soberano necesita una suma de
poder que sólo se concibe en un monarca absoluto. Para el buen éxito del intento de unir, de armar y libertar la patria, ha
de ser y debe ser –según él—un tirano y un tirano hecho a la imagen de los grandes legisladores”. Véase “República”,
artículo citado. Ibíd., p. 1049. La historiografía positivista venezolana ve en el caudillo del siglo XIX, el tirano o “gendarme
necesario” para unir y libertar la República de Bolívar dividida en feudos.
7
Véase Hugues Portelli: Gramsci y la cuestión religiosa (una sociología marxista de la religión). Barcelona, Editorial LAIA.
1977, p. 53.
8
Véase C. Marx – F. Engels, “Rey y dios: política y religión”, en: J.R. Núñez Tenorio (compilador), Categorías
Fundamentales I (1836-1844). Caracas, Ediciones del Rectorado de la UCV. 1991, p. 415.
9
Antonio Gramsci citado por Hugues Portelli, ob. cit., p. 95. Para Gramsci “… las ideas de igualdad, de fraternidad, de
libertad, fermentan entre los hombres, en estas capas de hombres que no tienen por iguales, ni por hermanos de los
demás hombres, ni por libres en sus relaciones. Ha resultado, por consiguiente, que en cada rebelión radical de las masas,
de una manera u otra, bajo formas ideológicas determinadas, se han planteado estas reivindicaciones”. A. Gramsci citado
por H. Portelli, ob. cit., p. 27.
10
Hugues Portelli, ob. cit., p. 97.
11
Ibíd., p. 98.
12
Cfr. “República”, Enciclopedia Universal…, ob. cit., v. 50, p. 1046.
13
Cfr. “Francia”, Enciclopedia Universal…, ob. cit., v. 24, p. 956.
14
Ídem.
15
Remitimos al lector a la nota N° 9 de este escrito. Se trata del análisis crítico que hace Gramsci a estos principios:
Derechos del Hombre, planteados como reivindicaciones en cada rebelión de las masas, en tales condiciones de guerra se
encontraba Francia en 1789.
16
Véase José Luis Romero, “Prologo”. Biblioteca Ayacucho: Pensamiento Político de la Emancipación (1790-1825). Caracas,
Ediciones de la Biblioteca Ayacucho, N° 23. 1977, t. 1, p. XIV.
17
Así describía S. Bolívar en Cartagena (1812) la primera República; en consecuencia decía, que una de las causas de la
derrotadela República habían sido la imaginación de los magistrados de 1811. “Los códigos que consultaban nuestros
magistrados –dice Bolívar—no eran los quepodían enseñarles la ciencia práctica del Gobierno”. Eran códigos ajenosa la
realidad política venezolana, pues criticó duramente el sistema federal de gobierno establecido en la Constitución de los
Estados Unidos de Norte América. Consúltese S. Bolívar: Manifiesto de Cartagena, fechado el 15 de diciembre de 1812.
18
Mario Briceño Iragorry: Mensaje sin destino. Caracas, Monte Ávila Editores, 4ta. Edición. 1992, pp. 41-42.
19
Caracciolo Parra León: OBRAS. Madrid, Editorial J.B. 1954, p. 28.
20
Caracciolo Parra León: Filosofía Universitaria Venezolana (1788-1821). Caracas, Ediciones de la Secretaria de la UCV.
1989, p. 39.
21
Juan Uslar-Pietri: Historia Política de Venezuela. Madrid, Editorial Mediterráneo. 1970, p. 39.
22
Cfr. José Luis Romero, “Prólogo”. Biblioteca Ayacucho: pensamiento Político de la Emancipación. Ob. cit., p. XII.
23
En 1688, tras la Revolución Industrial, se instaló la monarquía parlamentaria en Inglaterra.
24
Cfr. José Luis Romero, luc. cit., p. XII.
25
Ibíd., p. XIII. Sin embargo, Voltaire criticaba duramente a la religión como ideología institucionalizada; y a la Iglesia como
aparato ideológico de la religión, del Estado y de la nobleza.
26
Ídem.
27
Ídem.
28
Ídem. El paréntesis es nuestro.
29
Ídem.
30
Ídem. La Revolución de los Estados Unidos produjo en materia constitucional tres textos capitales. 1°) Los Artículos de
Confederación y de Unión perpetua, suscritos por los delegados de las provincias insurgentes el 9 de julio de 1778; 2°) La
Constitución dictada por la Convención el 17 de septiembre de 1787; 3°) Las Enmiendas o Adiciones a la Constitución,
ratificadas de 1789 a 1791. Parra-Pérez en tono crítico hace la observación de cómo los legisladores venezolanos
fundieron en sólo texto: la Constitución Federal de 1811, los tres textos citados. Al respecto dice Parra-Pérez: “Los
legisladores venezolanos fundieron en uno solo los tres documentos constitucionales que produjo la revolución de los
Estados Unidos, dándole nueva disposición, con lo cual, a pesar de cuanto han pretendido algunos historiadores, nuestra
Constitución perdió considerablemente su lógica y claridad”. Estas palabras se hacen eco de los razonamientos
bolivarianos contenidos en el Manifiesto de Cartagena. Consúltese, Caracciolo Parra-Pérez: Historia de la Primera
República de Venezuela. Caracas, Biblioteca Ayacucho, N° 183. 1992, p. 367.
31
José Luis Romero, luc. cit., p. XIV.
32
Cabe decir que, el modelo inglés aunque conservó las características de una monarquía adoptó la forma de una
democracia parlamentaria. De este modo Inglaterra se convirtió, desde 1688, en el modelo político de quienes combatían
en otros países de Europa, el absolutismo monárquico; y siendo pieza clave en la configuración del modelo político
norteamericano.
33
Véase Caracciolo Parra León: Filosofía Universitaria…, ob. cit., pp. 106-107.
34
Véase Pedro Grases: La Conspiración de Gual y España y el ideario de la Independencia. Caracas, Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia. 3ra. Edición. 1997, p. 15
35
Ibíd., pp. 19-20.
36
Ibíd., p. 20.
37
ídem.
38
Ibíd., p. 23.
39
Ibíd., p. 26.
40
Cfr. Pedro M. Arcaya: El Cabildo de Caracas (Período de la Colonia).(2da. Ed.)Barcelona. Editorial Ariel. (Caracas.
Ediciones Librería Historia),1968, p. 116.
41
La insurrección de Coro fue planificada y dirigida por José Leonardo Chirinos y Josef Caridad González. Comenta Brito
Figueroa que “José Leonardo (…), un negro libre que trabajaba como jornalero en las haciendas de los dueños de su padre
y (…) en la de los propietarios de la esclava con quien José Leonardo había contraído matrimonio… José Leonardo Chirinos
–dice Brito Figueroa—viajaba constantemente a Curazao y Haití, lugares donde comenzó a tener noticias de la ley de los
franceses”. De Josef Caridad señala Brito Figueroa que “era un negro loangonativo de África, quien desde muy joven se
fugo de Curazao estableciéndose en Coro, donde trabajó en diferentes oficios, pero cuya principal actividad consistía en
facilitar las fugas de los esclavos antillanos”. La información política que va a despertar en José Leonardo Chirinos el deseo
de abolir la esclavitud, reforzada por las ideas liberales de Josef Caridad González, proviene, como lo confirma Brito
Figueroa, de “La literatura difundida por la revolución francesa y las noticias de la insurrección haitiana sobre las acciones
de los labriegos y esclavos que con las armas en la mano proclamaban la libertad (…), favoreciendo el desarrollo de los
planes políticos de José Leonardo Chirinos y Josef Caridad González”. Los insurrectos de Coro –agrega Brito Figueroa—“…
proclamaron la ley de los franceses, la República, la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos de alcabalas y
demás que se cobraban a la sazón”. Véase Federico Brito Figueroa: El problema tierra y esclavos en la Historia de
Venezuela. Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la UCV. 1996, pp. 225-227; también, Pedro M. Arcaya: Insurrección de los
negros de la Serranía de Coro. Caracas, 1949, p. 38.
42
42Resulta oportuno señalar ahora la relación que existía entre la masonería y los movimientos políticos, filosóficos y
sociales, que se dieron en los siglos XVI, XVII. XVIII y XIX, tanto en Europa como en América. Juan Uslar-Pietri refiere que
“La Masonería, dispuesta como estaba a establecer sus lemas de Igualdad, Libertad y Fraternidad, tiene aliado en todos los
salones europeos, y desde la alta nobleza hasta los aventureros más oscuros son masones, que a su manera, van minando
el viejo edificio del Estado absoluto”. Véase Juan Uslar-Pietri, ob. cit., p. 37.
43
43Pedro Grases, ob. cit., p. 42
44
Luc. cit., p. XX.
45
Pedro Grases, ob. cit., 42.
46
Ídem. Esta máxima es derivada del artículo 4° de la Constitución francesa, de 22 de agosto de 1795.
47
Cfr. Ibíd., p. 43.
48
Cfr. Ídem.
49
Ibíd., pp. 43-44.
50
Ídem.
51
Cfr. Caracciolo Parra-Pérez, ob. cit., pp. 195-210.
52
Cabe destacar el comentario que hace Manuel Fermín sobre el sufragio y el derecho a la educación a partir de 1945. Por
lo menos –dice Fermín—en dos aspectos el régimen de octubre del 45 partió la historia republicana: en la imposición del
voto directo, universal y secreto para la elección de las autoridades, concediéndolo a los mayores de 18 años, a las
mujeres y a los analfabetos; y en la distribución de una educación máxima a toda la población, implantando la educación
popular gratuita y obligatoria y con lo cual comenzaba a hacer bueno el Decreto del 27 de julio de 1870”. Véase Manuel
Fermín: Momentos Históricos de la Educación Venezolana. Caracas, Cultural Venezolanas, S.A. 1971, p. 134.
53
Políticamente las provincias de Venezuela dependieron de distintas autoridades coloniales: Audiencia de Santa Fe de
Bogotá, Audiencia de Santo Domingo, pero a partir del 8 de septiembre de 1777, el rey Carlos III, dispuso crear la Capitanía
General de Venezuela. Real Cédula segregando del Virreinato de Santa Fe las Provincias de Venezuela, Cumaná, Guayana y
Maracaibo y las islas adyacentes: Margarita y Trinidad, 8 de septiembre de 1777. Cfr. Santos R. Cortés (compilador):
Antología Documental de Venezuela 1492-1900. Caracas, Editorial Pregón. 3ra. Ed. 1971, p. 169.
54
Constitución Federal de Venezuela, 21 de diciembre de 1811. Cfr. Antología Documental de Venezuela, ob. cit. pp. 260-
285.
55
La escuela primaria desde 1811 quedó remitida al control de la provincia. Sin embargo, las sangrientas guerras de
independencia dejaron a las provincias pobres y arruinadas. A pesar de que la educación popular seguía en manos de la
provincia, en 1821, la educación primaria venezolana se regía por los decretos y leyes de Cúcuta. Con la Ley del 18 de
marzo de 1826 la educación primaria quedó encomendada a la Dirección General creada en la Capital de la República de
Colombia. Separada Venezuela de la Gran Colombia crea, el 17 de julio de 1838, la Dirección General de Instrucción
Pública adscrita al Despacho del Interior y Justicia. Finalmente, en 1843, se produjo en Venezuela el primer Código de
Instrucción Pública. La Ley 1ra. del Código del 43, incorpora al sistema la Dirección General de Instrucción Pública del 38.
No obstante, el campo de la educación primaria se mantiene bajo la competencia del Poder Provincial. Véase: Documento
de Establecimiento de la Dirección General de Instrucción Pública 1838. 17 de julio de 1838, en: Antología Documental de
Venezuela, ob. cit., pp. 542-543.
56
Manuel Fermín, ob. cit., p. 53.
57
Véase Allan Brewer-Carías: Constituciones de Venezuela. Táchira. Universidad del Táchira, 1985, p. 18.
58
Manuel Fermín, ob. cit., p. 54.
59
Véase José Gil Fortoul: Historia Constitucional de Venezuela. caracas, Librería Cultura. 1992, t. 1, p. 218.
60
Ídem.
61
Ídem.
62
P ara efectos de examinar la trascendencia de los textos de:Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1797, en
relación con:Los Derechos del Pueblo, 1° de julio de 1811;Constitución Federal, 21de diciembre de 1811;Constitución de
Angostura, de 1819; véase, especialmente, Pedro Grases: ob. cit., pp. 84-145.
63
Ídem.
64
Cfr. Caracciolo Parra-Pérez, ob. cit., p. 368. Es decir, los revolucionarios se mantuvieron apegados al sentir popular
insuflado en el programa de de 1797.
65
Ibíd., p. 372. No obstante, como hemos señalado en otra parte, los ciudadanos que se identifican con los derechos del
hombre eran, para ese primer momento de la historia político-social venezolana, las clases sociales conformadas por los
blancos criollos o mantuanos conservadores.
66
Ídem.
67
Véase pues el Artículo N° 226 de la Constitución de 1811.

Bibliografía

a) Fuentes primaria

1.- Archivos oficiales

2.- Biblioteca Nacional

3.- Compilaciones documentales

Cortés, Santos R. (Compilador). (1971).Antología Documental de Venezuela


1492-1900(3ra. Ed.). Caracas: Editorial Pregón.

Núñez Tenorio, José R (1991). (Compilador). Marx, C. y Engels, F.Categorías


b) Fuentes secundarias

1.- Diccionarios

Líder Editores, S.A. (1983).Diccionario Jurídico Venezolano. Caracas: Librería La


Tosca. S.R.L. t. III.

2.- Enciclopedias

Enciclopedia Universal Ilustrada(vol. 50, 1923).Madrid:Escarpa-Calpe, S.A.


----------------------------------------- (vol. 24, 1978). Madrid: Escarpa-Calpe, S.A.

3.- Textos

Arcaya, Pedro M. (1968). El Cabildo de Caracas(Período de la Colonia). (2da.


Ed.). Barcelona: Ediciones Ariel,S.A./Caracas.Ediciones Librería Historia.
Brewer-Carías, A. (1985). Constituciones de Venezuela. Táchira: Universidad
Católica del Táchira.
Briceño Iragorry, M. (1992). Mensaje sin destino (4ta. Ed.). Caracas: Monte Ávila
Editores.

Brito Figueroa, Federico (1996). El problema tierra y esclavos en la Historia de


Venezuela. Caracas: Ediciones de la Biblioteca de la UCV.
Fermín, Manuel (1975). Momentos históricos de la educación venezolana.
Caracas: Cultural Venezolana, S.A.
Gil Fortoul, José (1942). Historia Constitucional de Venezuela (t.1). Caracas:
Librería Cultura.
Grases, Pedro (1997). La Conspiración de Gual y España y el Ideario de la
Independencia (3ra. Ed.). Caracas: Biblioteca Nacional de la Historia.
Parra León, Caracciolo (1954). OBRAS. Madrid: Editorial J.B.
------------------------ (1989). Filosofía Universitaria Venezolana:1788-1821.
Caracas: Ediciones de la Secretaría de la UCV.
Parra-Pérez, C. (1992). Historia de la Primera República. Caracas: Biblioteca
Ayacucho. N°183.
Portelli, Hugues (1977). Gramsci y la cuestión religiosa. Barcelona: Editorial Laja.
Romero, J. L (Prólogo). (1977). En Pensamiento Político de la Emancipación(t.1).
Caracas: Biblioteca Ayacucho. N°23.
Uslar-Pietri, Juan (1970). Historia Política de Venezuela. Madrid: Editorial
Mediterráneo.

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