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MONÓLOGO DE MARÍA

José, Jesús y yo estábamos en Jerusalén celebrando el Festival de la Pascua, como de


costumbre. Había personas de toda Palestina y lugares más allá del Imperio Romano. La
ciudad estaba llena de personas entrando y saliendo del templo. Había mucho ruido, mucho
polvo y el olor a los corderos sacrificados siendo asados saturaba el aire.

Cuando terminó el festival, comenzamos nuestra jornada de regreso a Galilea. Viajamos con
nuestra familia extendida y sus familias y animales durante todo un día. Debido a que
viajábamos con un grupo tan grande y los hombres y las mujeres viajaban separados, ni José
ni yo notamos que Jesús no estaba con nosotros. Fue natural asumir que Jesús estaba entre el
grupo regresando a Galilea.

Le buscamos entre nuestros familiares y amigos. Cuando nos dimos cuenta de que Jesús no
estaba con el grupo, inmediatamente regresamos a Jerusalén a buscarle. No sabíamos dónde
estaba o qué le había sucedido. Buscamos ansiosamente durante tres días.

Al tercer día, encontramos a Jesús sentado en el templo entre los maestros, escuchándoles y
haciéndoles preguntas. Estaba sentado en medio de algunos de los maestros judíos
principales de Su tiempo. ¡Ahí estaba mi hijo de doce años, haciendo preguntas que
maravillaban a los maestros más reconocidos en Israel! Y, mientras hablaba con los maestros,
los que le escuchaban se maravillaban ante el conocimiento acerca de Dios que venía de un
niño tan joven. José y yo no podíamos entenderlo. Cuando le pregunté a Jesús el por qué nos
había tratado de esta manera, Su respuesta fue simplemente: “¿Por qué me buscaban? ¿No
sabían que me es necesario estar en la casa de Mi Padre?” José y yo no entendimos la
respuesta de Jesús, pero Jesús, siendo obediente, regresó con nosotros a Nazaret.

EBV 2019 Adultos Sesión 1 Monólogo de María

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