¿Quién se perdió? ¿Él o yo?
Misionera: Rosa Terán
Una madre y su hija de seis años, se
encontraban asistiendo a una serie
de conferencias lejos del lugar donde
residían, al momento de regresar a
casa se dispusieron a tomar el
autobús, pero cuando
iban a ingresar este se
encontraba colmado de
personas, por lo cual la
niña se dispuso entrar por
la puerta trasera y la
madre por la delantera,
debido a la cantidad de
personas la madre no
tuvo acceso, mientras que
la niña si logró ingresar,
ambas se encontraban
desesperadas ya que se
separaron, pero Dios obró y en el bus
se encontraba una persona conocida
y pudo cuidar de la niña y entregarla
a salvo a su madre, quien la recibió
con regocijo.
“En la Biblia paso una historia similar;
el pueblo acostumbraba cada año ir a
Jerusalén para asistir a las fiestas
religiosas anuales, que allí se
celebraban, de estas fiestas, la Pascua
era la más concurrida”. “Estas son las
fiestas solemnes de Jehová, las
convocaciones santas, a las cuales
convocaréis en sus tiempos”
Levítico 23:4. En tiempos
bíblicos siempre los
obligados a ir eran los
hombres como nos dice
en Deuteronomio 16:16
“Tres veces cada año
aparecerá todo varón tuyo
delante de Jehová tu Dios
en el lugar que él
escogiere: en la fiesta
solemne de los panes sin
levadura, y en la fiesta
solemne de las semanas,
y en la fiesta solemne de los
tabernáculos. Y ninguno se presentará
delante de Jehová con las manos
vacías…”
“Tres veces en el año se presentará
todo varón delante de Jehová el
Señor.” Éxodo 23:17
“Como todos los israelitas devotos,
José y María subían cada año para
asistir a la Pascua; y cuando Jesús
tuvo la edad requerida, le llevaron
consigo”. DTG 57
La familia de José, María y Jesús con
anticipación se preparó para subir a
Jerusalén; donde todos los habitantes
de las aldeas y pueblos cercanos
hacían planes para viajar juntos en
caravanas con grata compañía y
protección en el trayecto. Esa
preparación por lo general siempre
requiere tiempo.
Ahora ¿cuál es nuestra preparación y
actitud al ir a la iglesia o los
congresos? Vamos con alegría,
llevando presentes, poesías, cantos,
palabras de agradecimiento, flores,
ofrendas para el Señor… ¿o con otros
pensamientos?
Aquí hay una reflexión para todos, de
que hoy gracias al Sacrificio del Señor
Jesús somos libres en Él y todos junto
a nuestras familias estamos invitados
para asistir a las fiestas espirituales,
como son los congresos, las
asambleas. Ningún miembro de la
familia debe perder estas bendiciones
espirituales y de convivencia con la
hermandad.
“Él ya había cumplido 12 años y asistía
a la fiesta de pascua por primera vez y
es probable que esta fuera su primera
visita a Jerusalén desde su dedicación
cuando era un bebé y que por lo tanto
iba por primera vez al templo”. DTD
57-58
“Era costumbre degollar el cordero
pascual a última hora del día 14 del
mes de Nisán y se lo comían esa
misma noche después de la puesta del
sol”. Comentario Bíblico Adventista, 43.
“El espíritu obediente de Jesús, siendo
aún niño, les daba a José y a María
toda la razón para confiar en él. Su
mentalidad "viva y aguda"
caracterizada por "una reflexión y una
sabiduría que superaban a sus años"
hacía que su obediencia no fuera ciega
sino inteligente. En esta visita a
Jerusalén, Jesús comprendió por
primera vez, en un sentido especial,
que era el Hijo de Dios, y comenzó a
percibir lo que significaba su misión
terrenal. Anhelaba sinceramente
comprender en forma más clara la
naturaleza de la misión que le había
sido encomendada y se quedó en el
templo, la casa de su Padre celestial
(Juan 3: 16), para disfrutar de una
mayor comunión con Él”. C.B.A. Pág.
43
Llego el momento de regresar a galilea
se alistaron grupos de viajeros y
caravanas, José y María pensando que
su hijo Jesús conocía sus planes de
regresar en
compañía y que
sabía cuándo
debían partir, se
distrajeron con
sus parientes y
amigos
conversando, con el bullicio de la
partida de un grupo grande, confiaban
en que Jesús iba en el otro grupo de
particulares y amigos de ellos, pero no
fue así, que sorpresa para los padres
terrenales que ya llevaban un día de
camino cuando se dieron cuenta que
Jesús se había perdido.
Ellos lo buscaron por un lado y otro
con una búsqueda persistente y
minuciosa no lo hallaron; el gozo
adquirido en las fiestas religiosas
cambió repentinamente a tristeza,
preocupación y desesperación
buscando de pariente en pariente, de
amigo en amigo por todo el lugar, se
acostaron muy adentrada la noche y
nada que encontraron a su hijo.
María y José se levantaron bien de
Madrugada para regresar a Jerusalén,
sus corazones estaban llenos de
terribles pensamiento; pues
recordaban el intento de Herodes de
matar al niño cuando era un bebe,
pensaba en Jesús que siempre les
obedecía, nunca había hecho algo que
les causara un mal momento. ¿Pero
qué había sucedido? Tres días
después lo encontraron sentado,
oyendo atentamente a los doctores de
la ley (maestros).
Se sintieron muy felices al escuchar la
voz melodiosa de Jesús entre los
doctores de la ley, él escuchaba la
exposición de las escrituras y de la
tradición, como un estudiante sincero y
respetuoso le hacía preguntas a los
maestros de la ley, sin embargo pronto
se hizo evidente que la comprensión
que tenía Jesús de las profecías eran
más claras que las de los rabinos; sus
penetrantes preguntas les abrían los
ojos a verdades que ellos habían
pasado por alto, sobre la misión del
mesías y su cumplimiento que
indicaban que el mesías estaba por
aparecer, se maravillaban de su
comprensión de las escrituras
especialmente de las profecías del
mesías y su misión. C.B.A. Pág. 47
Sus padres cuando lo vieron se
maravillaron de lo que habían podido
oír pero más que eso quedaron
atónitos por ver que “en su rostro
había una luz que los admiraba. La
divinidad fulguraba a través de la
humanidad”. D.T.G. 60
Su Madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos
has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos
buscando. Él les dijo: «Y ¿por qué
me buscabais? ¿No sabíais que yo
debía estar en las cosas de mi
Padre?» Pero ellos no comprendieron
la respuesta que les dio. (Lucas 2:49)
en otras palabras Jesús les quiso decir
¿acaso alguna vez les he dado motivo
de preocupación? sencillamente se
había quedado en el templo, cuando
ellos partieron lo habían dejado allí y
ahí lo encontrarían de nuevo no se les
había escapado, ni se había ido
dejándolos atrás.
¿Se perdió Jesús o se
perdieron los padres?
Se perdieron ellos, por haberse ido
entretenidos entre la multitud; la culpa
era de sus padres y no deberían
haberlo censurado.
“Si José y María hubiesen fortalecido
su ánimo en Dios por la meditación y la
oración podían darse cuenta del
carácter sagrado de su cometido y no
habrían perdido de vista a Jesús. Por
la negligencia de un día perdieron de
vista al Salvador; pero el hallarle les
costó tres días de ansiosa búsqueda.”
Nos puede pasar como José y María,
echarle la culpa al Señor Jesús por
nuestra negligencia, la cual es la de
perder de vista a Nuestro Salvador.

 Causas por las cuales podemos
perder a Jesús:
 Conversaciones ociosas
 Negligencia
 Pérdida de tiempo en las redes
sociales.
 Frivolidad
 Pereza para hacer la obra
misionera.
 Maldiciones
 Valores espirituales y morales
que nos ayudan a no perder de
vista a Jesús:
 Oración
 Meditación
 Estudio de la Biblia
 Trabajo Misionero
 Actos de bondad
 Tiempo de calidad con los
hijos (familia)
“En nuestro trato mutuo, debemos
tener cuidado de no olvidar a Jesús,
ni pasar por alto el hecho de que no
está con nosotros. Cuando nos
dejamos absorber por las cosas
mundanales de tal manera que no
nos acordamos de Aquel en quien se
concentra nuestra esperanza de vida
eterna, nos separamos de Jesús y de
los ángeles celestiales. Estos seres
santos no pueden permanecer donde
no se desea la presencia del
Salvador ni se nota su ausencia. Esta
es la razón por la cual existe con
tanta frecuencia el desaliento entre
los que profesan seguir a Cristo”.
D.T.G.62, 63
“Sería bueno que cada día
dedicásemos una hora de reflexión a
la contemplación de la vida de Cristo.
Debiéramos tomarla punto por punto,
y dejar que la imaginación se
posesione de cada escena,
especialmente de las finales. Y
mientras nos espaciemos así en su
gran sacrificio por nosotros, nuestra
confianza en él será más constante,
se reavivará nuestro amor, y
quedaremos más imbuidos de su
Espíritu. Si queremos ser salvos al
fin, debemos aprender la lección de
penitencia y humillación al pie de la
cruz” D.T.G. 63
Recordemos la experiencia de María,
que por su descuido la que estaba
perdida era ella y no Jesús.
Hoy yo puedo estar perdido en los
afanes de este mundo, las
diversiones, el trabajo, las angustias y
le echo la culpa a Dios cuando yo
como madre, padre, esposa, o
esposo puedo ser el culpable de la
perdida de mis hijos.
Dios nos ayude para que
examinemos nuestro caminar y nos
preguntemos:
¿Quién realmente se perdió? ¿El o
Yo?
Amén.