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Reforma de Justicia
Reforma de Justicia
corrupción
Ante la grave crisis política que atraviesa el país, el presidente Martín Vizcarra conformó una
Comisión de Reforma Judicial a fin de que formulen medidas concretas para reducir y afrontar el
fenómeno de la corrupción. Estas recomendaciones han sido recogidas en cierta medida por el
Ejecutivo y se han plasmado en varios proyectos de ley, tres de los cuales el Equipo
Anticorrupción analiza a continuación.
1. Proyecto ley que crea la “Autoridad Nacional de Integridad y Control en el Ministerio Público”
La principal finalidad del proyecto es reemplazar el Órgano de Control Interno (OCI) del Ministerio
Público por otro órgano denominado “Autoridad Nacional de Integridad y Control” (en adelante
Autoridad). Esta propuesta plantea una modalidad novedosa en el control del ámbito fiscal, pues
modifica casi en su totalidad la constitución del órgano y otorga la labor fiscalizadora a un equipo
independiente. Entre los principales cambios de la propuesta, es positivo plantear la conformación
del órgano de control con un proceso de selección público, tanto para el jefe de la Autoridad como
para algunos de sus funcionarios. Ello permitirá mayor autonomía funcional de los seleccionados,
toda vez que no serán designados por un gremio o institución específica como ocurre
actualmente.
Por otro lado, otro punto a resaltar es la conformación de un equipo multidisciplinario con
personal fiscal y civil, a diferencia del actual equipo fiscalizador que casi en su totalidad son
funcionarios de la carrera fiscal. Así, se generan contrapesos para un adecuado funcionamiento
con diversos enfoques sobre el fenómeno de la corrupción y las medidas a implementar para su
reducción y control.
Sin embargo, la eficacia de la Autoridad no solo depende de una adecuada norma, sino también de
una adecuada gestión cada vez con mayor autonomía. Al respecto, es relevante, sobretodo,
evaluar cuánta independencia funcional tendrá la autoridad si continua presupuestalmente
adscrita al pliego del Ministerio Público. O si hay una total independencia en la función de la
Autoridad si los aspirantes fiscales deben ser propuestos por la Junta de Fiscales Supremos o
Superiores, funcionarios también bajo fiscalización. Si bien este órgano puede ser importante para
reducir las prácticas corruptas al interior del Ministerio Público, aún es necesaria la vigilancia y
fiscalización desde la sociedad civil. Por tal motivo, es indispensable la publicidad y transparencia
en la elección y actividades de los funcionarios a integrar este órgano.
Asimismo, se encarga la selección de los consejeros del CNM a una Comisión Especial conformada
por el Presidente del Poder Judicial, quien la preside, el Fiscal de la Nación, el Presidente del
Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo y el Contralor General de la República. Si bien esta
medida favorece la meritocracia y la mayor objetividad en la selección, podría establecerse que
dos consejeros del CNM sean seleccionados por el Congreso con el voto de la mayoría calificada
(87 votos), tal y como sucede con la elección del Defensor del Pueblo y los magistrados del
Tribunal Constitucional. Esto implicaría que la ciudadanía, a través de la representación
parlamentaria, pueda también participar en este proceso.
Por otro lado, dar facultades al nuevo CNM para la revisión de los nombramientos y ratificaciones
realizados por los consejeros removidos por el Congreso es pertinente para buscar que los jueces y
fiscales nombrados sean íntegros, y su designación no responda a actos de corrupción.
3. Proyecto de ley que modifica la Ley Orgánica del Ministerio Público, crea el sistema de fiscales
especializados en delitos contra la administración pública, corrupción de funcionarios, lavado de
activos y delitos conexos
Si el proyecto busca centralizar ambas fiscalías especializadas bajo la dirección del Fiscal Supremo
Anticorrupción, sería idóneo determinar los criterios concretos que permitirán conocer el tipo de
casos bajo competencia de esta nueva fiscalía. Además, debe tomarse en cuenta otros elementos
como la carga procesal y la capacidad de la nueva fiscalía para su gestión. Ante esta iniciativa
también surge una duda: ¿Los delitos de lavado de activos bajo competencia de esta Fiscalía
Suprema deben provenir solo de delitos de corrupción de funcionarios o podrían proceder de otro
tipo de delitos como trata de personas, extorsión, entre otros? Esto debería aclararse.
Asimismo, cabe notar que no basta con la sola creación de este sistema de fiscales especializado
para tener una mejora en la persecución de la corrupción, sino que debe dotarse al mismo de
suficiente presupuesto y de personal fiscal debidamente capacitado. Ante ello, es sumamente
importante que se establezca un proceso de selección de fiscales anticorrupción idóneo que
garantice la incorporación de fiscales probos y competentes técnicamente para hacer frente a
procesos penales complejos como los que se presentan en los grandes casos de corrupción.