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Habitar El Espacio Octubre 2019
Habitar El Espacio Octubre 2019
HABITAR EL ESPACIO
Cuando las instalaciones artísticas invaden el espacio público, el arte tiene una
relación directa con los habitantes y la obra adquiere valor sólo por la presencia de los
sujetos que transitan esos espacios. La instalación abre el juego a la posibilidad del
diálogo entre la praxis artística y la vida cotidiana. De este modo, arte y vida comulgan
para generar un espacio de encuentro, proponiendo nuevos sentidos en el uso de los
espacios comunes.
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………… 1
CAPÍTULO I
1.1 Pensar en contexto ……………………………………………………………… 3
1.2 Reseña sobre el concepto de instalación ………………………………………... 5
1.3 Las instalaciones en el espacio público…………………………………………. 11
1.4 Habitar el espacio. El lugar del otro ……………………………………………. 15
1.5 Lo interior, lo exterior ………………………………………………………….
1.6 La silla como huella de una presencia ………………………………………….
CAPÍTULO III
CONCLUSIÓN ………………………………………………………………………….
BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………………… 16
ANEXOS …………………………………………………………………………………….
INTRODUCCIÓN
Habitar el espacio surge como una búsqueda autobiográfica sobre las maneras
de habitar el espacio público a través de la transformación que implica la acción artística
sobre el mismo. Como miembro de un complejo habitacional de cuarenta y ocho torres,
de diez pisos cada una, con cuatro departamentos por piso y espacios comunes que
constan de plazas de juegos, parques, parrillas y senderos; el interés por la intervención
en el espacio común es una búsqueda que intenta deconstruir un territorio pautado para
estar de determinada manera, con normas claras de circulación y uso. Invertir la lógica
de lo privado y lo público, sacar de los interiores la huella del habitante y ponerla en un
espacio de acceso a todos. Habitar el espacio surge como posibilidad de pensar nuevas
relaciones espaciales. Una reflexión sobre los modos en que transcurrimos por los
espacios, cómo lo pensamos, cómo nos dejamos pensar por ellos y cómo, mediante la
acción artística, se puede intervenir contemplando al espectador como parte
constituyente de la producción.
La obra está compuesta por sillas, donadas por distintos vecinos, dispuestas
sobre algunos de los sectores de césped que se encuentran en las torres de departamento.
Cada silla tendrá un parlante que se activará cuando el espectador se siente en ella. El
audio que comenzará a sonar será el del interior del departamento al que pertenece la
silla.
La obra fue pensada no sólo como una instancia instalativa en el espacio común
sino también en su valor procesual: acercamiento a la población, búsqueda de
1
participación, ingreso a las viviendas, petición de permisos para poder montar en
aquellos lugares donde no se contemplan acciones de estas características. De este
modo, la reflexión sobre lo habitacional comienza en el proceso de producción.
2
CAPÍTULO I
1
En Argentina se ha desarrollado una gran variedad de propuestas habitacionales, con el fin de dar
solución al problema del déficit de viviendas. Este había comenzado en el país a fines del siglo XIX,
como consecuencia del impacto de las inmigraciones europeas. Estas fueron promovidas por los poderes
políticos como medio para acompañar el desarrollo económico y cultural de un territorio que había
“extendido sus fronteras” y comenzaba a implementar un modelo agro exportador que junto con el
desarrollo del ferrocarril marcarían las pautas de crecimiento del país. (Ballent, 2004) La vivienda fue
considerada en un principio uno de los medios a partir del cual y, desde diferentes organizaciones (como
las cooperativas, asociaciones de fomento, emprendimientos patronales, entre otras), se aportó solución a
los problemas sociales suscitados por el aumento de la población, como el hacinamiento, las condiciones
de salubridad y las enfermedades y epidemias asociadas.
3
Fig. 01 Plano del Complejo Habitacional de Wilde
4
Entendiendo que el espacio público y el espacio privado tienen límites difusos,
la irrupción de una instalación artística genera nuevas formas de visibilización de los
espacios comunes, que por momentos tienen las características de lo público y por
momentos las de los privados.
5
cotidiano, cada una de las texturas como el sonido al lavar los platos, el eco de un
discurso de publicidad televisiva, los pasos que retumban, las huellas sutiles de manos,
conforman un relato sobre el habitar y con ello, siguiendo a Bachelard, la posibilidad de
“leer una casa” o, en este caso, escucharla. (Bachelard poética del Espacio)
6
Fig. 02 Sacos de carbón (1938)
El precedente más cercano, sin embargo, está dado por los environments
(ambientes) creados por el artista norteamericano Allan Kaprow (1927-2006), con obras
realizadas a partir de 1957; en las que utilizaba materiales diversos: plásticos,
neumáticos, pedazos, cintas adhesivas, que implicaban un recorrido inmersivo por parte
del espectador, deconstruyendo el tránsito habitual pautado para los espacios de
exposición.
Paralelamente, sus primeros happenings tenían lugar en espacios por fuera del
circuito artístico: gimnasios, departamentos, almacenes. Sus obras se dedicaban a hacer
perceptibles pequeños gestos cotidianos en los que bombardeaban al espectador con
sensaciones y estímulos por diferentes vías que debían ordenar ellos mismos. El primer
happening bautizado como tal, tuvo lugar en la galería Reuben de Nueva York en 1959
y se denominó 18 happenings en 6 partes. Se le entregaba al público un programa y tres
cartas que proporcionaban las instrucciones para la participación. La performance
estaba dividida en seis partes y cada parte constaba de tres happenings que ocurrían al
mismo tiempo. El final de cada uno estaba indicado por una campanada y el final
completo de las seis partes por dos campanadas. Las indicaciones establecían que no se
podía aplaudir después de cada serie, pero sí al finalizar la serie completa. Estas
actividades, con su carácter azaroso, implicaban un espectador que participara de
manera activa, pudiendo, incluso, modificar el curso de la acción.
7
Las producciones de este periodo buscaban una ruptura con la
bidimensionalidad, enfocándose en la desmaterialización del objeto de arte y tomando el
espacio como elemento constitutivo del discurso de la obra, “… suponían una reflexión
plástica que no se correspondía ya con el universo restringido de lo pictórico o lo
escultórico, una reflexión que se adentraba en los nuevos soportes del lenguaje”
(Larrañaga, 2006, p.11). De este modo, el plano del cuadro se rompía hacia adelante,
hacia el espacio del espectador. La instalación Fluids, creada en 1967 para varios
lugares públicos de California, es un claro ejemplo de la búsqueda de la
desmaterialización a través de la utilización de materiales perecederos: bloques de hielo
usados como ladrillos para construir una estructura perdurable sólo por el tiempo que el
hielo tardara en derretirse.
Danto denomina esta etapa como el “fin del arte” (Danto, 1999), en tanto que
constituye el fin de una narrativa, donde el estatuto del artista como genio portador de
una sensibilidad única y el objeto como pieza de admiración museística se quiebran en
otros discursos. La valoración de lo objetual le da paso a lo conceptual, como nuevo
modo de concebir la producción y con ello una nueva conciencia donde el objeto ya no
es necesario para que haya obra.
4
Kaprow fue estudiante de las clases que John Cage daba en la New School for Social Research de Nueva
York.
5
Tuvo lugar en el Maverick Hall de Woodstock (Nueva York).
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interpretaba sin tocar una sola nota. La obra constaba de tres movimientos donde el
pianista David Tudor abría y cerraba la tapa del piano sin tocar ninguna tecla. El espacio
sonoro no lo generó el pianista sino todo aquello que formaba parte del ambiente: los
ruidos provenientes del exterior, los murmullos del público, los pasos del artista, el
sonido de la tapa del piano al abrirse y al cerrarse. Con esta pieza, Cage le dio sonido al
silencio.
En este contexto, también se destacan las acciones llevadas adelante por Fluxus,
movimiento internacional que se desarrolla a partir de 1962 6 tanto en Estados Unidos
como en Europa. Este movimiento buscaba ante todo la fusión de todas las prácticas
artísticas: música, artes plásticas, poesía, literatura, performance. Entre sus miembros se
destacan Joseph Beuys, George Maciunas, Henning Christiansen, Wolf Vostell, John
Cage, Nam June Paik y Takako Saita. Las acciones de este grupo no podían encasillarse
en una única actividad, ya que se trataba de una red multidimensional de
representaciones, encuentros, ideas y objetos que revalorizaban la ecuación arte = vida,
vida = arte.
De esta ecuación surgen producciones como Kleenex, del artista Wolf Vostell
(1932-1998), definida como Acción-Música-Dé-collage. Consistía en borrar con ácidos
fotografías de periódicos, escuchar el sonido amplificado con altavoces y en lanzar cien
bombillas contra un gran cristal detrás del cual estaba sentado el público que podía ver
cómo estallaban. Cada bombilla hacía un ruido diferente dependiendo de su forma y
medida. El concepto de de- collage es utilizado por Vostell para plantear el principio
que libera las capas acústicas durante la transformación o destrucción de un objeto
Max Neuhaus -con una indudable herencia recibida de Cage y de Kaprow- fue el
artista que fijó el término “instalación sonora”. En 1968, montó la primera en las calles
de Buffalo, la obra se llamó Drive-in Music. La intervención fue creada para una gran
avenida de la ciudad, en la que los conductores dentro de sus coches desempeñaban al
6
El inicio de este movimiento se da con el primer Festival Fluxus (Festival Internacional de Música
Novísima) que tuvo lugar en el Museo Municipal de Wiesbaden, Alemania. Dicho festival fue ideado por
el artista lituano George Maciunas.
9
mismo tiempo la función de intérpretes y oyentes de la obra 7. En la avenida Lincoln
Parkway, Neuhaus ubicó varios transmisores de ondas de radio en las hileras de árboles
ubicadas a los lados; esos transmisores estaban conectados individualmente a diferentes
cables de antena, de este modo, cada uno de ellos delimitaba un área de la avenida.
Cada uno de los siete transmisores emitía un sonido continúo distinto que sólo podrían
percibir aquellos que condujeran a lo largo de la avenida con sus radios sintonizadas en
un dial específico. Mientras se movían por el espacio, los conductores, con la radio
sintonizada, escuchaban el sonido generado en tiempo real. Este sonido sería el
resultado de las interferencias de las distintas frecuencias emitidas por cada transmisor y
recibidas por la antena de radio del coche. Las radios recibían las diferentes zonas
sonoras simultáneamente y dependiendo de la trayectoria, la velocidad y la dirección de
cada auto en movimiento, captaban unas u otras con mayor intensidad. Los conductores
y participantes de este evento dieron lugar a un número indeterminado de
composiciones cuyas variaciones dependían de las múltiples trayectorias realizadas en
el espacio.
7
El término inglés “drive-in” se emplea para hacer alusión a los auto-cines o auto-restaurantes en los que
los usuarios consumen – cine o comida según el caso – desde su propio automóvil
10
embargo, tanto para Larrañaga como Bishop, hay algunas características que son
propias de las instalaciones y es que ellas son una determinada manera de proponer arte
en donde la participación del espectador es uno de los componentes más importantes.
11
por la avanzada de la vanguardia que generaba un conjunto de acciones encadenadas
que, durante 1968, hicieron del campo artístico un espacio de deconstrucción de las
instituciones y circuitos de exposición. El grupo de artistas que encabezó Tucumán
Arde, buscaba hacer un arte colectivo que actuara directamente sobre la realidad y que
denunciara las situaciones políticas, sociales y económicas que aquejaban al país, con
este fin decidieron tomar la crisis que afectaba a la provincia de Tucumán y denunciar el
silencio que rodeaba al Operativo Tucumán8. A través de pintadas en las calles que
decían “Tucumán Arde” o pegatinas de afiches que sólo decían “Tucumán” y entrega de
volantes buscaban llamar la atención para culminar más tarde en la muestra. La
exposición fue inaugurada el 3 de noviembre de 1968 en la sede de Rosario de la CGT
de los Argentinos (CGTA).
8
La provincia de Tucumán había sufrido en 1966 el cierre de once ingenios azucareros en un proyecto
económico que la dictadura de Onganía llamaba Operativo Tucumán presentándolo falsamente como
industrializador y modernizador en pos de terminar con el monocultivo de caña de azúcar y de
diversificar las inversiones, tanto como para atacar a la poderosa FOTIA, el sindicato de los trabajadores
azucareros. La medida fue fuertemente resistida y el conflicto social escaló con las tomas de los ingenios,
movilizaciones generalizadas y violentos enfrentamientos con la policía. Pero las consecuencias
fueron devastadoras: quedaron en la calle 17.000 trabajadores.
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Las intervenciones en el espacio urbano pueden rastrearse desde mitad del XX,
como acciones para desmontar la obra de los museos y galerías y buscar nuevas
relaciones espaciales y sociales. La ciudad se presenta como un modo de dialogar con el
contexto y una posibilidad de probar nuevos lenguajes en el paisaje que brindan los
centros urbanos; con contenidos fuertemente políticos que apuntan a las
reivindicaciones sociales y la visibilización de conflictos y de identidades. El arte
público se destaca cada vez más por ser un movimiento continuo, de encuentros
sociales, de recuperación de lazos, que con la práctica artística se revitaliza como
escenario de lucha y reivindicaciones sociales. Allí, en el asfalto, en las paredes, en el
transporte es posible ponderar el espacio público como un lugar posible para
constituirnos como miembros de una sociedad, y por lo tanto como sujetos políticos.
El antecedente más destacado de las acciones en el espacio público son los vivo-
dito de Alberto Greco (1931-1965). Éstos consistían en indicar con el dedo un objeto o
persona en la calle y luego marcar con tiza un círculo alrededor de los mismos. Greco se
autoproclama fundador del Vivo-Dito a través de su Manifiesto de 1962, que explicita
su posición artística: la acción de señalar con el dedo (dito) dota a contextos y
situaciones de un valor imprevisto y susceptible de convertirse en obra de arte, un gesto
relacionado tanto con ciertas poéticas duchampianas como con el ascenso de los nuevos
realismos que abordan una nueva poética del objeto.
9
Llamado también Internacional Situacionista, teniendo como su máximo representante a Guy Debord.
13
Por su parte, y con la impronta de Greco, Edgardo Vigo (1928-1997) desarrolló
una serie de acciones a las que llamó “señalamientos” entre 1968 y 1973, planteando
configuración del arte a través de la participación del público y la presencia inestable
del autor, marcando un abandono de las formas canónicas para la circulación de las
obras. Los señalamientos consistían en identificar, demostrar o marcar objetos, espacios
o hechos. El artista los denominó y numeró sistemáticamente del 1 al 18, con el sello de
la utilización de una banderola con una flecha 10. Algunas de esas acciones se produjeron
en el espacio público. Un ejemplo de ello es Manojo de semáforos, que consistió en la
acción precisa de señalar un objeto cotidiano de la ciudad de La Plata. El artista citó al
público, por medio de la radio y algunos diarios locales, a observar el semáforo ubicado
en el cruce de las avenidas 1 y 60. De este modo proponía otras maneras de dimensionar
la cotidianidad de un elemento urbano.
Y si la década del sesenta, tanto en los países centrales como en América Latina,
significó un tiempo de rupturas y búsquedas de nuevos modos de expresión artística, los
setenta, con su ola de dictaduras en todo el continente, significaron momentos de
oscuridad y de terror, obligando a muchos artistas, pensadores, periodistas, etcétera, a
exiliarse y dejar la actividad expresiva en sus países.
10
El artista realizó diecinueve señalamientos: los primeros dieciocho fueron realizados entre1968 y 1975,
y luego de casi dos décadas produjo el último, en 1992.
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oscuros la denuncia por las desapariciones, las torturas y las apropiaciones de bebés
cobraron cuerpo en distintas manifestaciones artísticas.
El siluetazo (1983), llevado adelante por una serie de artistas y estudiantes y con
el apoyo de organismos de Derechos Humanos, conforma un claro ejemplo de
intervención artística en el espacio público. Durante el terrorismo de Estado el espacio
público quedó vedado para cualquier tipo de manifestación, por ello las intervenciones
artísticas que se dieron con la recuperación de la democracia, como El siluetazo, dejaron
de manifiesto que el espacio público debía ser recuperado para sanar las heridas dejadas
por el régimen de terror.
La crisis de 2001, significó otro momento donde la intervención callejera se hizo
presente con distintas manifestaciones, desde las Asambleas Barriales, clases públicas o
performances que ponían de manifiesto la crisis económica y social.
La utilización del espacio público a través de la intervención artística sirve como
territorio para la visibilización de diferentes problemáticas sociales. En esta línea, las
obras de la colombiana Doris Salcedo, compuestas muchas de ellas por sillas, instaladas
en distintos espacios públicos denuncian, a través de ese elemento tan cotidiano y
personal, la violencia de su país y las ausencias que provoca. Sillas vacías, montada en
2002, en las paredes del Palacio de Justicia de la capital colombiana pretendía recordar
lo ocurrido en 1985 cuando el M-1911 tomó ese edificio. En 2003, para la octava Bienal
de Estambul, celebrada para el título de Justicia poética, la artista apiló 1550 sillas en
un terreno vacío en el número 66 de la calle Yemenciler. Descrita como una “topografía
de guerra”, la instalación evocaba el sufrimiento de las víctimas de la violencia y las
injusticias.
11
El Movimiento 19 de Abril (abreviado como M-19) fue un movimiento insurgente colombiano nacido
a raíz de un supuesto fraude electoral en las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970 que dieron
como ganador a Misael Pastrana Borrero, nace como rebeldía y movimiento político y luego se vuelve un
movimiento armado.
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Fig. 08 Sillas vacías (2002)
“Los colectivos eligen puntos neurálgicos para resignificarlos, efímera pero intensamente, lo
que demanda aspectos comunicativos muy afinados devenidos estratégicos, ya que las
intervenciones se dirigen e interpelan a los eventuales transeúntes de la ciudad y no a un
público específico y/o dispuesto hacia el arte. Estas acciones tienden a intensificar lo que los
sociólogos llaman “la experiencia de ciudad”, al provocar una cuota de imprevisibilidad en la
vivencia urbana, o una alteración en la “ecoestética”, al romper con el monótono andar
cotidiano” (Rocca, 2010, p. 02)
12
El colectivo Mujeres Públicas, por ejemplo, trabaja activamente en la campaña por la legalización del
aborto.
16
el espacio público surge un nuevo tipo de público, que es susceptible de ser considerado
coproductor de la obra.
¿Por qué la silla y no otro elemento doméstico? De todos los objetos mobiliarios,
la silla se presenta con la invitación casi explícita a sentarse. Pero también, guarda las
huellas del diario vivir: marcas de uso, desgaste por el paso del tiempo, rasguños de
animales, manchas y un vínculo emocional con un objeto que conforma una esfera del
resguardo y la protección como es la vivienda. Siguiendo a Sloterdijk, se puede pensar
la silla como signo de un lugar, ese que los humanos inventan para tener donde poder
existir. Sloterdijk lo denomina “esfera” “vivir en esferas significa generar la dimensión
que pueda generar seres humanos” (Sloterdijk, p. 81). En su obra Esferas I, el espacio
constituye una explicación del habitar y por lo tanto una forma de ser. La obra se
despliega bajo la pregunta de dónde está el hombre, en qué espacios se sumerge, cómo
los construye y cómo los comparte. Para Sloterdijk, la experiencia del espacio es central
para poder comprender a la humanidad en sus distintas manifestaciones de vida, para
este pensador la existencia se relaciona con la creación de esferas que cobijan y
protegen.
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llama a que las identidades puedan deconstruir el espacio público promoviendo nuevos
sentidos, donde lo propio abandone por un momento la cualidad de privado para generar
un encuentro como comunidad.
BIBLIOGRAFÍA
ANDUEZA, María (2012). “A las ciudades se las conoce, como a las personas, en el
andar: Orígenes de la instalación sonora en el espacio público en el marco del
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Universidad de Murcia. ISSN electrónico: 1989-8452, ISSN impreso: 1889-979X
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BALLENT Anahí (2004). “Vivienda de Interés social” en Liernur, J/ Aliata, Fernando
(directores), Diccionario Histórico de Arquitectura, Hábitat y Urbanismo en la
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18
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http://www.goethe.de/ins/ar/cor/prj/bic/vo4/esindex.htm (última consulta
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GUTIERREZ GOMEZ, Alba Cecilia (2009). “La instalación en el arte contemporáneo
colombiano”. El Artista. Recuperado desde: <http://www.redalyc.org/articulo.oa?
id=87412239003> (última consulta 28/07/2018)
Figura 01: Mapa del Complejo Habitacional de Wilde. Escaneado del mapa original de la
Cooperativa del Complejo Habitacional de Wilde. Disponible en Las Flores 1600 (Wilde,
Avellaneda)
Figura 02: 1200 Sacos de Carbón, Marcel Duchamp. Disponible en: https://goo.gl/QJJfPX .
Fecha de consulta: 25/06/2018
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Figura 07: Manojo de semáforos (1968). Edgardo Vigo. Disponible en:
http://www.vivodito.org.ar/node/39
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