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Santiago, diecisiete de agosto de dos mil diez.

VISTO Y TENIENDO PRESENTE:


1º.- Que en este procedimiento ordinario, rol Nº 21.382, seguido ante
el Juzgado Civil de Elqui Vicuña, caratulado ?Olivier Gramola, Lina y
otros c/ Forestal y Agrícola Antilhue Limitada y otros?, las demandadas
recurren de casación en el fondo en contra de la sentencia de la Corte
de Apelaciones de La Serena, que confirmó aquella de primer grado
que, a su vez, hizo lugar a la demanda de reivindicación y que, en
consecuencia, ordenó a las demandadas restituir la posesión de las
porciones de terreno que actualmente ocupan y que forma parte del
Lote 4, dentro de tercero día desde que esta sentencia cause
ejecutoria, bajo apercibimiento de ser lanzados con el auxilio de la
fuerza publica, reservando a la demandante, de conformidad a lo
dispuesto en el artículo 173 inciso segundo del Código de
Procedimiento Civil, el derecho a litigar sobre la cuantía de los frutos e
indemnizaciones por concepto de prestaciones mutuas en la etapa de
cumplimiento de la sentencia de termino; con declaración que la
Sociedad Agrícola Tambo Real deberá restituir la cantidad de 2,3
hectáreas respecto del lote B1 y 2,59 hectáreas respecto del lote C2;
2º.- Que la parte demandante fundó su
pretensión señalando, en resumen, ser dueños y poseedores legítimos
de la Parcela Nº 4 del ex Fundo Casablanca, ubicado en El Tambo,
comuna de Vicuña, Provincia de Elqui, Cuarta Región, el que de
acuerdo a sus títulos posee una superficie de 515 hectáreas y 4.000
metros cuadrados, manifestando que las demandadas sociedades
Agrícola Tambo Real Limitada, Agrícola Tololo Limitada y Agrícola El
Avellano S.A. se encontraban a la fecha de interposición de la
demanda ocupando porciones de terreno que formaban parte de su
propiedad, las que solicitan se les ordene restituir;
3º.- Que contestando separadamente la acción, los demandados
solicitaron su rechazo, con costas, argumentando, en síntesis, que al
momento de adquirir cada uno de ellos sus predios, los deslindes se
encontraban trazados de la manera en que se emplazan actualmente,
situación fáctica que guarda absoluta correspondencia con los títulos
de dominio respectivos, añadiendo que, por lo demás, dichos límites
fueron establecidos según acuerdo celebrado mediante escritura
pública de 6 de octubre de 1981 entre sus antecesores en el dominio,
esto es, la sucesión de don Lino Olivier Baggia y la Sociedad Ramón
Miranda Pizarro y Compañía;
4º.- Que las demandadas Sociedad Agrícola El Avellano S.A. y
Sociedad Agrícola Tololo Limitada dedujeron a su turno demandas
reconvencionales, solicitando, en lo pertinente al presente arbitrio, la
declaración de prescripción adquisitiva de los terrenos que ocupan y
que son objeto de la acción principal de reivindicación;
5º.- Que la demandada reconvencional, por su parte, solicitó el
rechazó de tales pretensiones, con costas;
6º.- Que los recurrentes sostienen que en el fallo, cuya nulidad de
fondo persiguen, han sido infringidas disposiciones legales, según
pasan a exponer:
a).- Estiman transgredidos los artículos 700, 717, 724, 717, 889, 895,
2505, 2514, 2517, 2507 y 2511 del Código Civil, en cuanto los
sentenciadores para rechazar las demandas reconvencionales de
prescripción adquisitiva concluyen que las demandadas no se
encuentran en posesión de los respectivos inmuebles que ocupan, en
circunstancias que la acción reivindicatoria se dirigió en su contra,
precisamente, por tenerla calidad de poseedores actuales del bien raíz
que se pretende reivindicar.
b).- Acusa vulneración al artículo 728 del Código Civil, toda vez que los
jueces consideran en su fallo complementario que las sociedades
demandadas carecen de posesión pese a tenerlas como legitimadas
pasivas respecto de la acción principal y, en ese predicamento, acogen
la acción reivindicatoria, lo que, afirman, sería contradictorio,
añadiendo, enseguida, que en el caso de a
utos no se ha demostrado con la prueba rendida que las sociedades
demandadas o alguno de sus representantes o trabajadores hayan
corrido hacia el este el deslinde oriente de sus propiedades, ocupando
terrenos que corresponden al Lote 4, por lo que en el caso sub lite no
concurriría la situación descrita en el artículo 728 del Código Civil,
desde que existe inscripción de dominio tanto a favor de la
demandante como de las demandadas, debiendo, por tanto,
dilucidarse cual de las inscripciones conservatorias es la que tiene
efectos posesorios por corresponder a la realidad material del
inmueble.
c).- Denuncia violación a los artículos 1545, 1700 y 1702 del Código
Civil en concordancia con lo dispuesto en el artículo 425 del Código de
Procedimiento Civil, aduciendo una errónea ponderación de la prueba
documental y pericial.
d).- Expresa vulneración a los artículos 160, 339, 324, 340, y 384 Nº 2
del Código de Procedimiento Civil, en cuanto se declara la nulidad de
la prueba testimonial rendida el 25 de enero de 2008 en la ciudad de
Santiago;
7º.-Que la sentencia cuestionada que reprodujo parcialmente y
confirmó el fallo de primer grado acogiendo, en definitiva, la demanda
de reivindicación, reflexiona al efecto que ?del mérito del informe
pericial es posible tener por acreditado la existencia de una
superposición en la Parcela Nº 4 por los Lotes que conforman la
Parcela Nº 6 y que pertenecen a las sociedades demandadas y
habiéndose efectuado la pericia por un profesional técnico en la
materia, cuyas conclusiones analizadas conforme a las reglas de la
sana critica, a juicio de esta sentenciadora se encuentran
suficientemente explicadas, y de acuerdo con los demás antecedentes
que obran en el proceso, haciendo expresa referencia a la
presentación de fojas 641 a 643, y precisado a fojas 665 a 666, por
encontrarse esta última en armonía, ade más, con la prueba
testimonial rendida por la demandante y con lo consignado en la
escritura publica de demarcación de deslindes de fecha 6 de octubre
del año 1981? deberá estarse en primer termino a los lineamientos
señalados por el mencionado acuerdo, particularmente en lo que dice
relación con la línea divisoria la que de acuerdo al referido documento
?deslinda en línea quebrada con el potrero de la Parcela 6 y no en una
línea recta??, razonando, a continuación que ?con el merito de lo
antes expuesto y no habiéndose formulado por las partes ninguna otra
incidencia en cuanto al peritaje ni habiéndose solicitado ninguna otra
diligencia probatoria, y por no existir ninguna otra prueba en contrario
esta juez tendrá por ciertas las conclusiones a que arribó el perito
mencionado, esencialmente, respecto del hecho de que efectivamente
existe una porción de terreno reclamada por el actor y que ocupan
materialmente las demandadas y que forman parte del inmueble
inscrito a nombre de la demandante? concluyendo, subsiguientemente,
que ?la demandante ha acreditado, según los deslindes de su titulo ser
dueña de las superficies de terreno que reclama mediante la acción
reivindicatoria deducida, terreno que ha quedado perfectamente
delimitado con la pericia practicada y que actualmente se encuentra en
posesión de la demandada, sin que este tenga derecho de dominio
sobre el mismo?;
8º.- Que para un adecuado análisis del error de derecho denunciado
por el recurrente, debe consignarse que las leyes reguladoras de la
prueba, como lo ha reconocido reiteradamente esta Corte, se
entienden vulneradas, fundamentalmente, cuando los sentenciadores
invierten el onus probandi, rechazan las pruebas que la ley admite,
aceptan las que la ley rechaza, desconocen el valor probatorio de las
que se produjeron en el proceso cuando la ley le asigna uno
determinado de carácter obligatorio o alteran el orden de precedencia
que la ley le diere.
Se ha repetido que ellas constituyen normas básicas de juzgamiento,
que contienen deberes, limitaciones o prohibiciones a que deben
sujetarse los sentenciadores. Luego, los jueces del fond
o son soberanos para apreciar las pruebas, dentro del marco
establecido po r las normas pertinentes. Por ello, no son susceptibles
de ser revisadas por la vía de la casación las decisiones de los
sentenciadores basadas en disposiciones que entregan libremente la
justipreciación de los diversos elementos probatorios;
9º.- Que deberá ser desestimada la denuncia de trasgresión a los
artículos 1700 y 1702 del Código Civil , toda vez que del análisis del
fallo recurrido se colige que los jueces del fondo en ningún momento
negaron el carácter de instrumentos públicos o privados a los
documentos acompañados al proceso por ambas partes, ni tampoco el
valor probatorio que ellos pudieran tener, debiendo considerarse,
además, que el propósito final de las argumentaciones que vierte el
recurrente a ese respecto para expresar el error de derecho que
atribuye a la sentencia recurrida, consiste en promover que se lleve a
cabo por esta Corte una nueva valoración de las probanzas, distinta de
la ya efectuada por los jueces del mérito, actividad que resulta extraña
a los fines de la casación en el fondo;
10º.- Que respecto de la denuncia de vulneración al artículo 425 del
Código de Procedimiento Civil, las cuales se orientan a argumentar
que el perito se habría extralimitado en sus conclusiones respecto del
encargo que le fuera ordenado por el juez, efectuándose, a
continuación, una indebida apreciación de su mérito probatorio, es
menester señalar que la prueba pericial se aprecia de acuerdo a las
reglas de la sana crítica, análisis que importa tener en consideración
las razones jurídicas, asociadas a las simplemente lógicas, científicas,
técnicas o de experiencia en cuya virtud les asigne o les reste valor,
tomando en consideración especialmente la multiplicidad, gravedad,
precisión, concordancia y conexión de las pruebas o antecedentes del
proceso, de manera que el examen conduzca lógicamente a la
conclusión que convence al sentenciador. En definitiva, se entrega al
juez la ponderación de los elementos de juicio, quien debe hacerlo
bajo parámetros jurídicos, lógicos y de manera fundada, apoyado en
los elementos que le produzcan convicción de acuerdo a su
experiencia.
Conforme a lo señalado anteriormente, cabe sólo concluir que no se
advierte en el caso en p articular una errónea valoración y ponderación
de los medios probatorios rendidos, en general, ni de la prueba
pericial, en lo específico, en términos tales que los sentenciadores
contravengan las leyes de la lógica, la experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados.
Además, es en relación a tales aspectos a los que debe adecuarse el
pronunciamiento de esta Corte, puesto que lo referido a temas
formales y de validez de la prueba pericial son fijados y determinados
por los jueces de la instancia en la oportunidad procesal
correspondiente, que ciertamente antecede al pronunciamiento de la
sentencia definitiva, salvo que el magistrado haya dispuesto dejar su
resolución para esa ocasión, en que su determinación precede a la
decisión del litigio;
11º.-Que establecida la inexistencia de infracción de las leyes
reguladoras de la prueba, resulta que las transgresiones que el
recurrente estima se han cometido por los jueces del fondo, en cuanto
insiste en afirmar que los terrenos objeto de la acción principal son de
dominio de los demandados, persiguen desvirtuar -mediante el
establecimiento de nuevos hechos- los supuestos fácticos
fundamentales asentados por aquellos, esto es, que la demandante es
dueña de los retazos de terreno que reivindica y que ellos se
encuentran actualmente ocupados por las sociedades demandadas;
12º.- Que resulta pertinente recordar, además, que solamente los
jueces del fondo se encuentran facultados para fijar los hechos de la
causa y que efectuada correctamente dicha labor, al determinar éstos
con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por
las partes, interpretación y aplicación de las normas atinentes al caso
en estudio, e
llos resultan inamovibles para este tribunal, conforme a lo previsto en
el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, no siendo posible su
revisión por la vía de la nulidad que se analiza;
13º.- Que, ahora bien, en relación al primer y segundo capitulo del
recurso de nulidad sustantiva, cabe destacar que la sentencia objeto
del arbitrio en estudio, para acoger la tesis esgrimida por el
demandante, en cuanto a la procedencia de la acción reivindicatoria
impetrada en autos, y para desestimar la acción de pre
scripciónadquisitiva esgrimida por dos de las sociedades demandadas,
se sustenta, en esencia, en lo previsto en los artículos 889 y 2492 del
Código Civil, que establecen, como se sabe, que ?la reivindicación o
acción de dominio es la que tiene el dueño de una cosa singular, de
que no está en posesión, para que el poseedor de ella sea condenado
a restituírsela? y que ?la prescripción es un modo de adquirir las cosas
ajenas, o de extinguir las acciones y derechos ajenos, por haberse
poseído las cosas o no haberse ejercido dichas acciones y derechos
durante cierto lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos
legales?, infiriendo los sentenciadores que la interpretación armónica
de las disposiciones legales aludidas, conforme al mérito del proceso,
importa tener por establecida la concurrencia, en el caso en particular,
de los presupuestos fácticos de procedencia de la acción principal y no
de aquellos que resultaban indispensables para obtener una sentencia
declarativa de prescripción adquisitiva en favor de los demandados y
demandantes reconvencionales de autos;
14º.- Que sin perjuicio de lo señalado y sólo a mayor abundamiento,
resulta pertinente puntualizar algunos aspectos doctrinarios relativos a
la posesión inscrita.
Sobre el particular, se advierte que reiteradamente se somete a los
tribunales de justicia la decisión de si puede adquirirse por prescripción
ordinaria o extraordinaria un inmueble inscrito, sin contar con título
inscrito; e igualmente, la aclaración del concepto de posesión en el
evento de una contienda de reivindicación, en que se alega -vía acción
o excepción- la prescripción adquisitiva del bien que se pretende
reivindicar.
En este contexto, las situaciones de derecho están circunscritas a lo
que dispone el legislador en los artículos 889 del Código Civil -
anteriormente transcrito- y 724 del mismo cuerpo normativo, el que
establece ?Si la cosa es de aquellas cuya tradición deba hacerse por
inscripción en el Registro del Conservador, nadie podrá adquirir la
posesión de ella sino por este medio?.
Asimismo, el artículo 2505 del citado estatuto legal, previene que
?Contra título inscrito no tendrá lugar la prescripción adquisitiva de
bienes raíces, o de de rechos reales constituidos en éstos, sino en
virtud de otro título inscrito, ni empezará a correr sino desde la
inscripción del segundo?;
15º.- Que respecto de la primera controversia precedentemente
planteada, es necesario precisar que la doctrina prácticamente
unánime de los tratadistas sostiene que contra título inscrito no es
procedente la prescripción ordinaria ni extraordinaria, sino en virtud de
otro título inscrito, de manera que el mandato del artículo 2505 es
absoluto y no reconoce excepciones.
Las razones que hay para pensar así son las siguientes:
1).- El artículo 2505, que no establece distinción alguna entre la
prescripción ordinaria y extraordinaria, a diferencia de otros artículos
en que se habla especialmente de una u otra especie de prescripción.
La colocación misma que el artículo tiene hace ver que el legislador no
ha querido hacer distinciones, puesto que lo colocó antes del artículo
2506, que divide la prescripción adquisitiva en ordinaria y
extraordinaria. En la distribución de los artículos en este Título se nota
o advierte un método perfectamente lógico. En primer lugar, el artículo
2498 que define la prescripción; en seguida los artículos 2499 a 2505,
inclusive, que contienen reglas generales aplicables a la
prescripción adquisitiva, entre las cuales se cuentan las relativas a la
interrupción, a los actos de mera facultad o tolerancia, etc.; luego viene
el artículo 2506, que divide la prescripción adquisitiva en ordinaria y
extraordinaria. Siguen los artículos 2507, 2508 y 2509, que
reglamentan la prescripción ordinaria; el 2510 y el 2511, que
reglamentan la prescripción extraordinaria, y el 2512, que considera la
prescripción de los demás derechos reales. Pues bien, dentro de este
orden lógico adoptado por el legislador, el artículo 2505, que dice que
contra título inscrito no habría prescripción sino en virtud de otro título
inscrito, está colocado entre las reglas generales aplicables a toda
clase de prescripción.
2).- En el Proyecto, el actual artículo 2505 estaba colocado entre las
reglas aplicables sólo a la prescripción ordinaria, a continuación del
que lleva actualmente el Nº 2506. Al hacerse la redacción definitiva del
Código, se trasladó de las reglas de la prescripción ordinaria a las
reglas aplicab les a toda prescripción, lo que evidencia la intención del
legislador de hacerlo extensivo a la prescripción extraordinaria.
3).- La regla del artículo 2510, que regula la prescripción
extraordinaria, es de carácter general, porque se refiere a la
adquisición por ese medio de toda clase de cosas, muebles e
inmuebles. El artículo 2505 es especial, porque sólo se refiere a los
inmuebles, y es doblemente especial, porque entre los inmuebles sólo
se refiere a los que han entrado definitivamente bajo el régimen de la
propiedad inscrita; y en conformidad al artículo 13, deben prevalecer
las disposiciones especiales sobre las generales cuando entre una y
otras haya oposición.
4).- Es una regla de hermenéutica consagrada en el artículo 22 del
Código Civil, que el contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de
cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la
debida correspondencia y armonía. Ahora bien, dentro del estudio
comparativo y de conjunto de todas las disposiciones que reglamentan
la posesión inscrita, la única conclusión lógica es que contra título
inscrito no haya prescripción, ordinaria ni extraordinaria, sino en virtud
de otro título inscrito. Se trata de adquirir el dominio, que es un
derecho real en una cosa corporal, y por abreviación se habla de
adquirir la cosa. Para adquirir por prescripción es necesario haber
poseído, y la única manera de adquirir la posesión del derecho de
dominio es mediante la inscripción. Además, el artículo 728 dispone
que mientras la inscripción subsista, el que se apodera de la cosa a
que se refiere el título inscrito, no adquiere posesión de ella ni pone fin
a la posesión anterior, lo que significa que el simple apoderamiento de
un inmueble inscrito no da posesión, y sin posesión, mal se puede
llegar a adquirir por prescripción; de manera que ésta es la única
doctrina aceptable para armonizar las disposiciones de los artículos
728 y 2505.
5).- Los artículo 726 y 729, que se suelen invocar en apoyo de la
doctrina contraria, no tienen aplicación en este caso, porque en ellos
se trata de inmuebles no inscritos.
6).- No es efectivo, como se sostiene, que dentro de esta teoría no
habría nunca lugar a la prescripción extraordinaria contra título inscrito,
porque la habrá cada vez que la posesión sea irregular, cuando e l
título no sea justo, cuando haya sido adquirida de mala fe; y los títulos
injustos tienen la virtud de cancelar la inscripción anterior y conferir la
posesión; y en este caso siendo la posesión irregular, por el título
injusto, la prescripción a que de origen será extraordinaria.
7).- Los antecedentes que sirvieron de fuente a estas disposiciones del
Código Civil, como el artículo 2505, fueron el Código prusiano y el
Proyecto del Código español de García Goyena, y en ambos casos se
establece la imprescriptibilidad de los inmuebles inscritos cuando no se
invoca un título inscrito.
8).- El argumento que se hace de que la ley protege al dueño que no t
rabaja, en desmedro del que trabaja el inmueble, no es argumento
jurídico; podrá ser una crítica estimable para modificar la ley, pero no
para interpretarla.? (Arturo Alessandri R., Manuel Somarriva U.,
Antonio Vodanovic H., ?Tratado De Los Derechos Reales?, Tomo II,
Bienes, Editorial Jurídica de Chile, 1993, paginas 63 y 64)
Atendida la razonabilidad de los argumentos que sustentan esta
posición doctrinaria y siendo dicha interpretación aquella que más se
condice con los postulados normativos generales y especiales relativos
a la propiedad inscrita, esta Corte ha adherido en anteriores
dictámenes y lo hace también en éste, a la opinión que afirma que
contra un título inscrito no puede prescribirse ordinaria ni
extraordinariamente, sino en virtud de otro título inscrito (causa rol
ingreso Nº 3.804-2005, sentencia de siete de junio de 2007; causa rol
ingreso Nº 1.653-2004, sentencia de diecisiete de octubre de 2006;
causa rol ingreso Nº 2.530-2004, sentencia de doce de octubre de
2006; causa rol ingreso Nº 4.183-1999, sentencia de veintiséis de
septiembre de 2000);
16º.- Que en relación al segundo tema planteado precedentemente,
parece adecuado puntualizar que para adquirir la posesión regular de
un inmueble inscrito, cuando se invoca un título translaticio de dominio,
es indispensable la inscripción, ya que esa es la única forma de hacer
la tradición de los inmuebles, salvo las servidumbres; y la tradición es
un requisito indispensable de la posesión regular cuando se invoca un
título translaticio de dominio.
Respecto de la posesión irregular de un inmueble i nscrito lquote
algunos autores estiman que sin la inscripción no se puede adquirir ni
aún la posesión irregular de los inmuebles no inscritos, ya que el
artículo 724 dice que si la cosa es de aquellas cuya tradición deba
hacerse por la inscripción en el registro del conservador, nadie puede
adquirir posesión de ella sino por este medio, y el referido artículo no
distingue entre posesión regular e irregular. Para ellos, tratándose de
inmuebles, la inscripción es un requisito para la posesión sin
distinciones.? (Fernando Rozas Vial, ?Derecho Civil?, Los Bienes,
Editorial Universitaria, 1984, pagina 241).
En todo caso, debe subrayarse que, de conformidad a lo prevenido en
el artículo 728 del Código Civil, la posesión inscrita se conserva
mientras subsista la inscripción y se pierde sólo por la cancelación de
la misma, entendiendo que ello ocurre únicamente por voluntad de las
partes; por una nueva inscripción en que el poseedor inscrito transfiere
su derecho a otro; y por decreto judicial;
17º.- Que como corolario del análisis que se viene realizando y
respecto de la exigencia de la acción de dominio, consistente en que el
reivindicante esté privado de la posesión y que ésta la ejerza el
demandado, cabe señalar que los profesores Alessandri, Somarriva y
Vodanovic en su libro ?Tratado de los Derechos Reales? en referencia
a la teoría clásica de la posesión, que postula que aquella consta de
dos elementos, a saber, el corpus y el animus -conjetura que sigue el
Código Civil chileno-, exponen en relación con el primero de ellos, que
?el corpus es un poder físico o potestad de hecho sobre la cosa?,
añadiendo que ?Savigny afirma que el corpus no supone
necesariamente el contacto inmediato del hombre con la cosa poseída;
consiste en un poder de dominación, en la posibilidad física de
disponer materialmente de la cosa, en forma directa e inmediata, con
exclusión de toda intromisión de extraños?, y que ?el Código Civil
chileno señala como elemento de la posesión la tenencia, es decir, la
ocupación material y actual de la cosa, y ocupación significa
apoderamiento, tener una cosa en nuestro poder, y se tiene no sólo
cuando existe aprehensión física, sino también cuando hay la
posibilidad de disponer de ella, en forma directa e inmediata, sin
injerencia extraña alguna. Nuestro Código Civil sigue, pues, la
concepción del corpus sustentada por Savigny?. En referencia al
elemento
?animus? sostienen los autores que aquél es de carácter psicológico o
intelectual y consiste en la intención de obrar como propietario, como
señor o dueño o en la intención de tener la cosa para sí. (Tomo I,
páginas 359 y 360).
A fin de verificar la concurrencia o falta del presupuesto de la posesión
del demandado -respecto de la acción reivindicatoria-, debe tenerse en
consideración que tratándose de bienes inmuebles, esta pérdida de
posesión puede producirse por la privación de la posesión inscrita
solamente, conservándose la posesión material; por la pérdida de la
posesión material, conservándose la posesión inscrita; o por carencia
tanto de la posesión inscrita como de la material.
En el sentido que se viene analizando y que dice relación con el caso
sub lite, cabe concluir que la posesión respecto de un inmueble
inscrito, debe ser entendida para efectos de la acción reivindicatoria,
como la tenencia material del demandado respecto del predio sobre el
cual recaen los derechos que se pretenden reivindicar y que, por su
parte, la posesión -en el caso de que se invoque la acción o excepción
de prescripción adquisitiva de un bien raíz inscrito- únicamente se
adquirirá mediante la correspondiente inscripción en el pertinente
registro conservatorio;
18º.- Que, finalmente, respecto de la denuncia de infracción a los
artículos 160, 339, 324, 340, y 384 Nº 2 del Código de Procedimiento
Civil, en cuanto se declara la nulidad de la prueba testimonial rendida
el 25 de enero de 2008, cabe consignar que dicha resolución, atendida
su naturaleza, toda vez que no tiene el carácter de sentencia definitiva
o interlocutoria que ponga término al juicio o haga imposible su
continuación, no puede estimarse susceptible de ser revisada por la
vía de este recurso de derecho estricto.
19º.- Que de conformidad con lo reseñado en los motivos que
preceden, se observa que los sentenciadores han hecho una correcta
aplicación de la normativa atinente al caso de que se trata, situación
que excluye las impugnaciones denunciadas por el recurrente, por lo
que el recurso de casación en el fondo deducido por el demandado no
podrá prosperar, toda vez que adolece de manifiesta falta de
fundamento.
Por estas consideraciones y de conformidad además con lo dispuesto
en el artículo 782 del Código de Procedimiento Civil, SE RECHAZA el
recurso de casación en el fondo interpuesto en la petición principal de
la presentación de fojas 783, por el abogado don Pablo Vega
Etcheverry, en representación de las demandadas, en contra de la
sentencia de treinta y uno de mayo del año en curso, escrita a fojas
778.
Regístrese y devuélvase, con sus agregados.
Nº 4.815-10.-

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los


Ministros Sres. Adalis Oyarzún M., Sergio Muñoz G., Sra. Margarita
Herreros M., Juan Araya E. y Guillermo Silva G.

Autorizado por la Secretaria Sra. Rosa Maria Pinto Egusquiza.


En Santiago, a dieciesiete de agosto de dos mil diez, notifiqué en
Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

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