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Crisis Economicas
Crisis Economicas
CAUSAS:
CONSECUENCIAS:
La crisis de Asia es una crisis global del sistema mundial, tal y como éste se está
concibiendo al final de este siglo. No es un fenómeno fortuito, sino que responde a
fuerzas e intereses de alcance mundial. La crisis de México de 1994 y la de Asia de
1997 son parte de un mismo proceso cuya base se encuentra en el, cada vez más
decisivo, dominio del capital financiero mundial. La salida de capital de México es
coincidente con el sobrecalentamiento financiero de Asia que se acelera en 1995 y
1996. Se trata de una respuesta de los capitales en busca de altas ganancias en la
región de Asia una vez que el mercado de capitales mexicano había quedado
prácticamente seco después de una espiral de transferencias al exterior, que
alcanzaría su clímax al final del año de 1994.
A nivel de países y regiones de América Latina, las repercusiones podrán ser diversas.
Por ejemplo, México, donde las finanzas del gobierno dependen en un 40% de los
ingresos por venta de petróleo, ya ha sido golpeado por una baja dramática en los
precios internacionales de este recurso al disminuir la demanda de los asiáticos. Por el
lado comercial, seguramente México va a enfrentar una gran competencia de Asia en
el mercado de Estados Unidos, aún a pesar del Tratado de Libre Comercio que
supuestamente debería darle alguna ventaja extra sobre los asiáticos, cuyas
devaluaciones harán sus bienes altamente competitivos en dicho mercado. Además
México ha venido mostrando un déficit comercial estructural con la región asiática, que
eventualmente podría agravarse por el aumento de exportaciones de esa región.
También las empresas mexicanas resentirán la reducción de los precios
internacionales de muchas manufacturas, como las del acero, que afectarán sus
ventas y las presionarán en sus costos de producción.
Rusia colapsó su sistema bancario nacional, con una suspensión parcial de pagos
internacionales, la devaluación de su moneda y la congelación de los depósitos en
divisas. El FMI concedió créditos multimillonarios para atajar la caída libre de su divisa
y que el impacto fuera irreparable en el mercado internacional. También instó a sus
autoridades a acelerar las reformas estructurales internas para fortalecer su sistema
financiero.
CAUSAS:
Entre las causas que provocaron la depresión de 1998 estuvieron la enorme deuda
pública de Rusia instigada por la crisis asiática de 1997, que empezó con la
devaluación de la moneda tailandesa, lo que pronto repercutió en otras divisas de
Asia; la crisis de liquidez, que no dio la posibilidad de atraer recursos financieros a la
economía nacional; y la caída de los precios mundiales de materias primas la base
principal de la economía rusa, que minó el presupuesto del país.
Para Rusia la exportación de petróleo representaba sus mayores fuentes de ingresos
al fisco y la caída del precio de este producto tuvo un impacto muy fuerte en la
economía del país.
Otro de los problemas fue la estrecha relación de los bancos rusos con las industrias,
especialmente con las petroleras.
La crisis se originó por los desajustes macroeconómicos de balanza comercial, cuenta
corriente, fiscales y monetarios. La bajada de los precios internacionales del petróleo
junto con los subsidios estatales a las empresas y a la población llevó a un exceso de
endeudamiento público (de corto plazo) viéndose afectadas las reservas
internacionales.
CONSECUENCIAS:
En general, la crisis de 1998 puede ser descrita como una depresión de escala local.
Se pueden destacar tanto sus consecuencias negativas como positivas.
Un proceso inflacionario, una devaluación de cerca del 300% del rublo en el lapso de
tres semanas entre agosto y septiembre de 1998, la paralización del sistema bancario,
la quiebra de numerosos bancos y empresas, la brusca caída del nivel de beneficios y
de vida de la población y el menoscabo de la confianza figuran entre los resultados
negativos.
Los excesos de la nueva economía dejaron una estela de quiebras, cierres, compras y
fusiones en el sector de internet y de las telecomunicaciones y un importante agujero
en las cuentas de las empresas de capital riesgo. El 10 de marzo el principal índice del
Nasdaq, máximo exponente de la "nueva economía" y del éxito de las empresas de
tecnología, cerró en 5.048,62 puntos, su máximo histórico. En solo tres años la crisis
borró del mapa casi 5.000 compañías y algunas de las grandes corporaciones de
telecomunicaciones, fueron protagonistas de los mayores escándalos contables de la
historia. La Reserva Federal estadounidense (Fed) respondió con una reducción de los
tipos de interés de medio punto.
CAUSAS:
El mercado perdió en dos años cinco billones de dólares. La burbuja provocó muchas
quiebras de empresas. Estas empresas son:
com se gastó 188 millones de dólares del momento para una gran
infraestructura de modo online; en mayo de 200 quebró.
Yahoo compró GeoCites por 3.500 millones en febrero de 1999, la burbuja
provocó en octubre de 2009 el cierre de la empresa.
eToy’s tenía un precio por acción de 80 dólares en mayo de 1999 y cuando
declaró su quiebra en febrero de 2000 valía menos de un euro.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU también hicieron caer las
bolsas. El Nikkei de Tokio cayó más del 6% y las bolsas europeas tuvieron fuertes
descensos que llevaron a los inversores a refugiarse en el oro y los bonos del Tesoro
estadounidense. La Fed respondió con cortes de los tipos -cuatro hasta final de año-
en la campaña más fuerte de su historia.
CONSECUENCIAS:
Pero el golpe de los terroristas fue en pleno Wall Street, una estocada directa al
corazón del sistema financiero. El índice Dow Jones perdió 7% en su primer día
operaciones. Lo mismo sucedió con el Nasdaq y el S&P 500. Las pérdidas de
ganancias de las compañías se estimaron entre US$ 11.000 y US$ 14.000 millones.
Por todo este shock tan masivo, los pronósticos de recesión se multiplicaron y las
empresas buscaron adelantarse a lo que se venía. Se inició una ola de despidos que
parecía no tener fin. Unas 583.000 personas se quedaron sin trabajo por los atentados
del 11-9 en todo el país, según datos del Departamento de Trabajo. Unos 130.000
despidos se produjeron en Nueva York (70.000 en el sector financiero), por lejos la
ciudad más castigada económicamente.
Para América Latina y los países emergentes tampoco fueron buenos tiempos. El
freno en el motor económico del mundo se sumaba a la devaluación abrupta del real
que había tenido lugar un tiempo antes, en 1998, y a la recesión de los años
siguientes en la región. Entre 2001 y 2002 se encadenaron crisis políticas y
económicas en Argentina, Uruguay, Brasil y Turquía.
La Casa Blanca y la alcaldía de Nueva York recurrieron a sus fondos para reactivar la
economía ante el masivo retiro de la inversión privada. Se lanzó un plan de
reconstrucción de edificios públicos (el daño total fue estimado en US$ 21.600
millones) y subsidios para Pymes y comerciantes afectados directa e indirectamente
por el ataque. El gasto público creció 10,2% en el último trimestre de 2001.
Para Rob Vos, economista holandés, director del departamento de Asuntos
Económicos y Sociales de la ONU, esta medida fue clave. "El mayor gasto público
benefició a las exportaciones e impulsó al consumo privado. El aspecto negativo de
esto fue que se creció más por el consumo que por mayor inversión productiva, que
genera empleo a largo plazo", le dijo a Infobae América.
Otro efecto colateral de esta estrategia fue la burbuja inmobiliaria. El titular de la Fed,
Alan Greenspan, mantuvo bajas las tasas de interés por tiempo prolongado. Las
entidades financieras, muy líquidas, prestaron dinero sin tomar las debidas
precauciones. Muchos consumidores accedieron a viviendas muy caras que luego no
pudieron terminar pagar. Así se dio el puntapié inicial de la crisis de hipotecas basura
de 2008-2009.
La guerra declarada al terrorismo por George W. Bush también fue parte del envión
para la economía con fondos públicos. El gasto militar pasó de US$ 297.000 millones
en 2001 a US$ 700.000 millones en 2011. Un crecimiento de 9% por año en el
presupuesto para costear las incursiones bélicas en Afganistán e Irak.
Aunque no hay cifra oficial definitiva, el gasto público acumulado en las dos guerras ya
es de US$ 1,5 billón. El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, junto con Linda
Bilmes, estimó el costo en entre 3 y 5 billones de dólares en su libro La guerra de los 3
billones. Sea cual fuere la cifra final de las incursiones bélicas en Medio Oriente, lo
cierto es que semejante movimiento de dinero revivió la actividad pero castigó el
balance de las cuentas públicas.
El ex presidente Bill Clinton había dejado un histórico superávit fiscal de US$ 128.200
millones. Este año se espera que el rojo sea de entre 1,3 y 1,5 billón dólares.
El monto de la deuda de los EEUU pasó de US$ 862.000 millones en 2001 a US$1,4
billón luego de dos años de los conflictos bélicos, a US$ 8,8 billones en 2006 y a US$
13,9 billones en 2011.
La clase política comenzó a preocuparse por esta variable, que puso al país en el
riesgo de caer en cesación de pagos. El otro fundamento económico que todavía
preocupa es el desempleo. A los dos años del 11-9, la tasa de desocupación llegaba a
6 por ciento. Entre 2005 y 2007 volvió a los niveles normales de entre 4 y 5 por
ciento. La crisis financiera por las hipotecas basura terminó siendo más nociva que el
ataque terrorista. En octubre de 2009 el desempleo llegó a la cifra récord de 10,1 por
ciento. El renovado temor a una recesión mundial y a un default europeo frena las
contrataciones de las empresas y el desempleo no logra perforar el piso de 9 por
ciento. El economista y analista internacional argentino, Raúl Ochoa, coincide en que
el daño del atentado terrorista fue limitado y temporal. "Los hechos destructivos
generan un ánimo de reconstrucción solidario y se sale rápido de la caída. El impacto
de la crisis financiera es más solapado, se extiende más en el tiempo y termina siendo
peor".
El gobierno de Argentina carece de fondos para mantener la paridad fija del peso con
el dólar e impone restricciones a la retirada de depósitos bancarios (corralito) para
evitar la fuga de capitales. En diciembre de 2001 suspende el pago de la deuda, de
casi 100.000 millones de dólares, lo que constituye la mayor quiebra de la historia. En
enero de 2002 el presidente Eduardo Duhalde se ve obligado a terminar con la paridad
y convierte en pesos los depósitos bancarios en dólares.
CAUSAS:
Se ha señalado al tipo de cambio artificialmente revaluado como la causa de los
enormes desequilibrios del período, ya que estimuló fuertemente la importaciones
(destruyendo la industria local), hizo perder competitividad a las exportaciones
(reduciendo el margen de ganancia, o haciéndolas desaparecer), propició las
actividades especulativas y llevó a un enorme endeudamiento público y privado que
derivó en la incapacidad de la economía de obtener los créditos necesarios para pagar
sus compromisos externos. Pero la revaluación cambiaria no fue más que una parte
del conjunto de las políticas implementadas en ese período de fundamentalismo neo-
liberal.
Según esa visión ideológica, el Estado debía crear un “clima de negocios” que
propiciara la inversión privada. En la práctica, eso significó la total subordinación de las
políticas públicas a las necesidades y demandas de las diversas fracciones
empresarias. Sin embargo, la sumatoria de favores a diversos intereses particulares
no constituye una política productiva. Las políticas de apertura importadora,
privatización a precio vil de las empresas públicas y la desregulación a favor de
intereses privados, no tuvo otra meta que la de otorgar rentas en condiciones
privilegiadas a determinados actores locales y extranjeros. El tipo de cambio
artificialmente sostenido con endeudamiento externo fue parte de esas medidas:
favoreció la concesión de una gran masa de créditos al país, muy útiles para los
financistas internacionales y los comisionistas locales que necesitaban colocar fondos
en economías periféricas; favoreció la importación de todo tipo de bienes de consumo,
provenientes de firmas extranjeras, lo que le proporcionó a la población la sensación
(ficticia) de progreso y de “acceso” a la modernidad; favoreció la remisión de utilidades
mucho más elevadas en dólares de las firmas extranjeras a sus casas matrices, ya
que podían obtener muchos más dólares gracias a la baratura de los mismos debido al
“1 a 1”; favoreció la ilusión de estabilidad de precios, ya que la brutal disrupción de la
producción local y la enorme masa de desempleados que se fue acumulando a lo
largo de esos años, presionó hacia la baja el salario nominal.
La hegemonía ideológica del sector financiero sobre el resto de la sociedad fue de tal
magnitud, que a través del latiguillo del “riesgo país” logró que parte de la sociedad se
solidarizara con sus demandas de ajuste y deflación para garantizar sus cobranzas al
Estado. La subordinación de los principales partidos políticos a los financistas dejó
prácticamente sin alternativas a la población, que creyó ver en todos “los políticos” a
sus enemigos, perdiendo de vista las dimensiones socio-económicas del modelo. La
larga recesión desde 1998 hasta 2001 fue derrumbando las economías regionales, a
los pequeños productores, a los comerciantes, a los profesionales, además de a los
desocupados. Florecieron los clubes de trueque, y las monedas provinciales
devaluadas. El intento final de salvar a los bancos de una corrida bancaria –cuando
finalmente los sectores medios se despertaron de la ensoñación de la convertibilidad e
intentaron sacar sus fondos de las entidades- mediante el “corralito”, llevó a un estado
de extrema asfixia a la actividad económica, acrecentando el estado de angustia que
afectaba a buena parte del país. El gesto irritante del presidente de la Rúa de declarar
el estado de sitio ante la generalización de los saqueos hizo que se unificaran los
múltiples malestares, y provocó el estallido del 20 de diciembre. Era el final de una
larga época de decadencia nacional.
CONSECUENCIAS:
Durante los días y meses posteriores siguieron sucediéndose protestas y cacerolazos.
El movimiento provocó en primer lugar la renuncia de Fernando de la Rúa, lo que no
frenó la crisis política. En la noche del día 20 se hacía cargo del Poder Ejecutivo el
presidente de la Cámara de Senadores Ramón Puerta, miembro del Partido
Justicialista que fuera opositor al gobierno de La Alianza, quién convocó a la Asamblea
Legislativa para elegir un nuevo presidente.