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HISTORIA DE ESPAÑA LA SEGUNDA REPÚBLICA

Bloque 10. La Segunda República. La Guerra Civil en un contexto de Crisis Internacional (1931- 1939).

Tema 12. La Segunda República. La Constitución de 1931. Política de reformas y


realizaciones culturales. Reacciones antidemocráticas.

1. LA INSTAURACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1931

La II República (1931-1936) fue una etapa especialmente significativa


en la historia de la España del siglo XX. Constituyó un ambicioso intento de
modernización política del país e intentó adecuar su marco legislativo e ins-
titucional a los acelerados cambios sociales y económicos que se habían
producido entre 1910 y 1930. Como consecuencia de estas transformaciones,
había surgido una pujante sociedad de masas, laica, participativa, industrial y
urbana. Junto a ella pervivía aún una mayoritaria sociedad caciquil, tradicional,
rural y agraria.
La II República surgió en las elecciones municipales celebradas el 12
de abril de 1931: los resultados favorables a la conjunción Republicano-
Socialista en las capitales de provincia y en las grandes ciudades provocaron
Proclamación de la República en la Puerta del Sol (Madrid)
la salida de Alfonso XIII del país y la proclamación del nuevo régimen.
Sin embargo, la República nació en circunstancias difíciles. En el ámbito internacional, el mundo debía hacer frente a
la crisis más grave del capitalismo, tras el crack bursátil de 1929. Además, en Europa, el fascismo había comenzado su
escalada y ponía en peligro los sistemas democráticos. En España, el régimen republicano fue recibido con entusiasmo por
las clases medias y populares, pero era percibido con temor por las élites sociales y económicas.
1.1. EL GOBIERNO PROVISIONAL
La República fue proclamada en la noche del 14 de abril de 1931, dentro de un ambiente de ilusión popular. Aunque la
transición del régimen monárquico al republicano fue pacífica, lo cierto es que se trató de un cambio político revolucionario.
De hecho, varias insurrecciones habían intentado implantar en España una república mediante una revolución. Por esta
razón, el Gobierno Provisional de la II República fue constituido casi íntegramente por los miembros del Comité
Revolucionario formado un año antes a raíz del Pacto de San Sebastián. De los 12 ministros del Gobierno provisional, tres
eran socialistas -Fernando de los Ríos, Largo Caballero e Indalecio Prieto-, y era una novedad política la presencia de un
partido obrero en el gobierno. El presidente del Consejo de Ministros era Alcalá Zamora, procedente de la derecha
republicana y católico. Azaña, de la izquierda republicana, era ministro de la Guerra. El resto eran radicales o regionalistas.
La tarea era grande y difícil, teniendo en cuenta que eran muchos los intereses que había que conjugar. Lo más
urgente era redactar una nueva Constitución y convocar elecciones a Cortes. El Gobierno Provisional era, por otro lado,
consciente de que la pervivencia de la República dependía del control que ésta ejerciera sobre los dos grandes poderes que
eran el Ejército y la Iglesia.
El Gobierno hubo de afrontar dos cuestiones inmediatas:
▪ Francesc Maciá había proclamado el Estat Catalá en Barcelona el mismo día 14 de abril. El problema fue resuelto
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con la aplicación de un régimen autónomo provisional para Cataluña, hasta que las Cortes pudieran aprobar el Estatuto
definitivo.
▪ La agitación anticlerical, como respuesta violenta a la pastoral del cardenal Segura, en la que elogiaba a la
Monarquía y hacía un llamamiento a la agitación antirrepublicana de los católicos. Desde mayo, en Madrid y en otras
ciudades españolas se produjeron desórdenes e incendios de iglesias y conventos. Con los incendios se dieron argumentos a
aquéllos que veían en la República un régimen ateo y extremista. El gobierno, por su lado, reaccionó con cierta torpeza y las
fuerzas de seguridad tuvieron un comportamiento pasivo (después se dijo que el gobierno no había querido “inaugurar” la
República disparando contra españoles). Pero los católicos estaban furiosos ante la pasividad gubernamental.

1.2 LA CONSTITUCIÓN DE 1931


La redacción de una nueva Constitución era un indispensable punto de partida para la República. Las elecciones a
Cortes Constituyentes se realizaron el 28 de junio.
El resultado fue abrumadoramente favorable a la coalición republicano–socialista. Pero, como han subrayado algunos
autores, el reparto de escaños respondía a una coyuntura política de transición que no reflejaba la fuerza social de la derecha
y sobrerrepresentaba, por contra, a los pequeños partidos del centro.
En estas condiciones, la iniciativa de gobierno (que correspondía fundamentalmente a socialistas y republicanos de
izquierda) no respondía fielmente a la relación de fuerzas sociales del país. Las clases dominantes no se sentían
representadas en el gobierno y ni siquiera en el régimen hasta que se constituyó la CEDA. Por su parte, la clase obrera y el
campesinado pobre no veían satisfechas sus necesidades, y la línea de la CNT tendía a alejarlas de la República.
El 9 de diciembre se aprobó la constitución republicana. En primer lugar se trató de una constitución intensamente
democrática e idealista. Fue el socialista Luis Jiménez de Asúa, el presidente de la comisión encargada de redactarla, quien
la calificó como “de izquierda, pero no socialista”. En esto, era muy semejante a la mayoría de las constituciones de otros
países elaboradas tras la 1ª Guerra Mundial. Tales características se podían ver en artículos como el 1º que declaraba que
España es una república democrática de trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia,
el que afirmaba la renuncia a la guerra como instrumento de relación internacional, el que extendía el derecho de voto a la
mujer y todos aquellos que regulaban los derechos sociales.
Sin embargo el tema más conflictivo fue la cuestión religiosa. La Constitución proclamaba la separación de la Iglesia
y el Estado. El texto constitucional declaraba que el Estado no tenía religión oficial y que el presupuesto para el sostenimiento
del clero secular sería eliminado al cabo de dos años; los religiosos tenían que registrar sus bienes, declarar sus ingresos e
inversiones y ser sometidos a las leyes vigentes sobre impuestos.
El famoso artículo 26 implicaba la disolución de los jesuitas, al tiempo que prohibía la enseñanza a las órdenes
religiosas. Según Azaña “la inmensa influencia educativa de la Iglesia tenía que ser quebrantada si se había de construir una
república laica y democrática”.
Las derechas acusaron a los republicanos de ser responsables de la guerra espiritual que se iba a desencadenar en
España.
El art. 26 fue aprobado, suponiendo una victoria para unos y un hecho insoportable para otros. Dicho artículo iba a ser
trascendental, ya que suponía la posibilidad de una unión de la derecha para defender a una Iglesia perseguida.
Otro problema a resolver era el tema regional. El art. 1 definía a España cono un Estado integral, compatible con la
autonomía de los Municipios y las regiones. Así se reconocía la autonomía de las regiones aunque dentro de la unidad de
España.
SOBERANÍA: La Constitución asume la soberanía nacional, aunque no utiliza el término por respeto a la reivindicación
nacional de Cataluña. Así el art. 1 dice que todos los poderes emanan del pueblo.
RELACIÓN ENTRE LOS PODERES: Es uno de los defectos de la Constitución que el sistema previsto de relaciones entre
los diferentes poderes de la República era deficiente. Según esto la Presidencia era demasiado débil frente a las Cortes.
PODER LEGISLATIVO: La Constitución definía un Parlamento unicameral. Se eliminaba el Senado. El Congreso de los
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Diputados tenía unas competencias legislativas muy amplias y poseía un gran control político sobre el gobierno, e incluso
sobre el Presidente de la República en ciertas condiciones.
La Constitución admitía como formas de intervención directa del pueblo el referéndum sobre leyes votadas en Cortes y
la iniciativa popular de las leyes.
Las Cortes, cuando no estaban reunidas, serían sustituidas por una Diputación permanente.
PODER EJECUTIVO: En un principio se pensó que la Presidencia de la República sería una magistratura fuerte, semejante
a la de los Estados Unidos, pero las Cortes, dentro de ese espíritu ultrademocrático -como afirmó Luis Jiménez de Asúa-,
convirtieron al presidente en “el más débil del orbe”. Era elegido por un periodo de seis años y no podía ser reelegido
inmediatamente; sólo tenía facultad para disolver las Cortes en dos ocasiones, pero en el caso de realizarse la segunda
disolución, además, debía dar cuenta al nuevo Parlamento una vez que éste se hubiera reunido por vez primera.
El electorado no elegía directamente al presidente de la República, sino que eran las Cortes las encargadas de su
nombramiento.
Su principal poder estaba en el nombramiento del presidente del gobierno y de los ministros a propuesta de éste. Pero
el gobierno así nombrado debe recibir el beneplácito de las Cortes.
PODER JUDICIAL: Los artículos dedicados a la justicia tratan de garantizar la independencia de los jueces. Se derogan las
jurisdicciones especiales, salvo la militar que se reduce de ámbito. Se creó el jurado como forma de participación popular. Se
crea un Tribunal de Garantías Constitucionales, con competencia en todo el Estado para juzgar la constitucionalidad de las
leyes.
DECLARACIÓN DE DERECHOS: Preocupación importante fue la ampliación de los derechos ciudadanos. La Constitución
republicana recogía, por supuesto, la igualdad de los españoles y la libertad de pensamiento, prensa, expresión, etc. Recogía
también las libertades de asociación política y sindical y la mayoría de edad electoral a los 23 años, tanto para hombres como
para mujeres; la República se convertía así en uno de los primeros países en reconocer el sufragio universal femenino.
La Constitución sacó adelante las formulaciones más avanzadas en el campo económico y social. Las relaciones
familiares están presididas por criterios de máxima libertad e igualdad: matrimonio basado en la igualdad de los cónyuges y
susceptible de disolución, obligaciones de los padres hacia los hijos, lo mismo que con los hijos ilegítimos, cuya distinción
discriminatoria desaparecía, etc.
La cultura aparece como una función primordial del Estado, que debe extenderla a toda la población por encima de
las diferencias económicas de los individuos.
Los derechos económicos se rigen por el principio de que la iniciativa individual debe estar limitada por los intereses
del pueblo. La propiedad privada de los medios de producción debe estar sujeta a ciertos límites: subordinación a los
intereses de la economía nacional y posibilidad de nacionalización y socialización, con indemnización... intervención del
Estado, etc.
La influencia socialista, evidente en toda la regulación de los derechos, se preocupó, en un sentido muy renovador, por
respetar la organización social de la propiedad, previendo la posibilidad en el futuro, o en caso de necesidad, de nacionalizar
determinados sectores claves de la producción.
IDEOLOGÍA: Democrática.
OTROS: Ayuntamientos elegidos por sufragio universal.

2. EVOLUCIÓN POLÍTICA Y SOCIAL DE LA SEGUNDA REPÚBLICA.

2.1. LA REPÚBLICA DE IZQUIERDAS: EL BIENIO SOCIAL-AZAÑISTA


El período comprendido entre abril de 1931 y septiembre de 1933 se
conoce como Bienio reformista, social-azañista o republicano socialista.
Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República (diciembre de 1931-
abril de 1936). Azaña ocupó la presidencia del Gobierno hasta 1933. Los
Alcalá Zamora Azaña 3
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gobiernos del Bienio fueron esenciales para aprobar una serie de reformas que se consideraban indispensables para
modernizar la sociedad y el Estado. Las medidas resultaron novedosas para la España de entonces, en la que existían
fuertes intereses de grupos privilegiados. El Gobierno no contaba con un apoyo mayoritario, lo que explica, en parte, la gran
oposición que suscitaron las reformas, que afectaron a la propiedad agraria, a las relaciones laborales, al Ejército y a la
Iglesia católica.
LA REFORMA AGRARIA. La reforma de la agricultura fue el proyecto de mayor envergadura iniciado por la
República, teniendo en cuenta el papel que desempeñaba en la economía española; casi la mitad de la población activa
trabaja en la agricultura, de las cuales casi dos millones eran jornaleros. Además en Andalucía, Castilla y Extremadura más
del 50% de la tierra estaba en manos de un pequeño grupo de grandes propietarios. Para solucionar estos problemas se
aprobó la Ley de Reforma Agraria de septiembre de 1932. El objetivo de la ley no era un cambio radical de la situación del
campo ni una colectivización de la tierra, sino la expropiación de los latifundios y el asentamiento de campesinos. La ley
permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de los Grandes de España, mientras las cultivadas deficientemente,
las arrendadas sistemáticamente o las que, pudiendo ser regadas no lo eran, se podían expropiar, pero indemnizando a sus
propietarios. La aplicación de la ley se encomendó al Instituto de la Reforma Agraria (IRA) que contaba con un presupuesto
anual para indemnizar a los propietarios expropiados y se encargaba de facilitar el asentamiento de familias campesinas.
Los resultados de la reforma fueron bastante limitados y conllevaron un considerable aumento de la tensión social. La
reforma se aplicó con muchas limitaciones y acabaron expropiándose muchas menos hectáreas de las previstas y se
asentaron muchos menos campesinos de los esperados inicialmente (entre 1932 y 1934 se asentaron unas 12.000 familias).
Como causas de este fracaso cabría citar la complejidad técnica de la propia ley, la lentitud y las dificultades burocráticas de
su aplicación, la falta de presupuesto destinado por el gobierno a las indemnizaciones y, finalmente, la resistencia de los
propietarios, que recurrieron a todo tipo de medios para esquivar la ley.
La aplicación de la reforma agraria tuvo consecuencias sociales importantes. Por un lado, los grandes propietarios
mostraron su descontento y mantuvieron a menudo una actitud desafiante frente a los campesinos. Además, la mayoría de
los propietarios agrícolas se aliaron con los enemigos del régimen y esto favoreció, sin duda, la unión de las fuerzas
conservadoras en su oposición a las reformas republicanas. Por otro lado, los campesinos quedaron decepcionados y, viendo
frustradas las esperanzas depositadas en la República, se orientaron hacia posturas más revolucionarias, que a menudo
comportaron actuaciones violentas y de enfrentamiento con las fuerzas del orden (ocupación de tierras, choques con la
Guardia Civil...).
LAS REFORMAS LABORALES. Fueron promovidas por Largo Caballero, líder de UGT, desde el Ministerio de
Trabajo. Estas reformas crearon un nuevo marco de relaciones laborales entre empresarios y trabajadores, y llevaron los
beneficios de la legislación laboral al campo, donde era prácticamente desconocida. Las principales medidas adoptadas en
este ámbito fueron las siguientes:
-La Ley de Contratos de Trabajo. Daba prioridad a los convenios o contratos colectivos en las empresas y ramas
industriales para establecer las condiciones de trabajo.
- La Ley de Jurados Mixtos. Reforzaba la medida anterior, pues creaba los jurados en los que la Administración estatal,
en unión de los obreros sindicados y los patronos, arbitraría soluciones a los conflictos laborales. También afectaron al campo
y beneficiaron a la UGT, ya que la CNT no participaba en estos organismos «políticos».
- La Ley de Términos Municipales se aplicaba exclusivamente al campo y obligaba a los patronos agrícolas a emplear
en primer lugar a los obreros de su término municipal; la de Laboreo Forzoso, por su parte, establecía que los propietarios
realizaran, bajo la vigilancia de una comisión local, cuantas labores fueran necesarias para cultivar adecuadamente las
tierras.
EL PROBLEMA RELIGIOSO. La República se propuso limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad española y
secularizar la vida social. Este problema se agravó con las medidas adoptadas por el Gobierno durante los años 1932 y 1933.
De acuerdo con lo establecido en la Constitución, el Gobierno extinguió la Compañía de Jesús y confiscó sus bienes,
implantó el divorcio, anuló el presupuesto del culto y del clero, prohibió a los religiosos ejercer la enseñanza y sometió a las

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Órdenes religiosas a una ley especial.


EL PROBLEMA MILITAR. El gobierno republicano estaba convencido de que el ejército necesitaba una profunda
transformación. Así, Azaña impulsó una reforma que pretendía crear un ejército profesional y democrático, para lo cual se
creía necesario reducir los efectivos militares, acabar con el excesivo número de oficiales, poner fin al fuero especial de los
militares y asegurar su obediencia al poder civil En abril de 1931, la Ley Azaña dio la posibilidad de solicitar el retiro a los
generales y oficiales que no quisieran jurar fidelidad a la República. También quedó suprimido el grado de capitán general, se
redujo el número de Divisiones y se clausuró la Academia General de Zaragoza. Estas decisiones perseguían un profundo
cambio social en el Ejército y a ellas se opuso un amplio sector de la milicia.
LA REFORMA EDUCATIVA Y LA POLÍTICA CULTURAL. La política educativa y cultural de la II República fue
diseñada por Fernando de los Ríos, ministro de Instrucción Pública. Su objetivo fue crear un sistema educativo unificado,
público, laico y gratuito.
La educación se consideró un derecho que el Estado debía garantizar a todos los ciudadanos para lograr la igualdad
de oportunidades. Como la Iglesia sustentaba un sistema educativo propio que competía con el estatal, se prohibió que las
asociaciones religiosas ejercieran la enseñanza.
Aunque el presupuesto era insuficiente, la II República hizo un gran esfuerzo en la formación de profesores y
maestros, en la construcción de escuelas y en la dotación de becas para que los estudiantes más necesitados o más
capacitados pudieran seguir estudiando. Los resultados fueron espectaculares pues se crearon más de 13000 plazas
docentes y un número parecido de escuelas primarias, además de 31 institutos, que se sumaron a los 80 ya existentes.
También se realizó una labor importantísima en la difusión de la lectura pues se crearon 5000 bibliotecas públicas.
En la política cultural desempeñaron un papel fundamental las misiones pedagógicas que llevaron la cultura a los
medios rurales, promoviendo representaciones teatrales, cines, bibliotecas circulantes...
Los maestros y profesores constituyeron uno de los apoyos más importantes de la II República; por este motivo,
fueron quizá el grupo socioprofesional más represaliado durante la Guerra Civil y la posguerra, sufriendo numerosos despidos
por motivos políticos y ejecuciones arbitrarias.
EL PROBLEMA REGIONAL. Las reivindicaciones catalanas se encauzaron de acuerdo con la Constitución, a través
del Estatuto de Cataluña, aprobado en septiembre de 1932. Cataluña se convertía en una región autónoma con gobierno
propio, la Generalidad (Generalitat), constituida por un Presidente, un Parlamento que elegía al Presidente y un Consejo
Ejecutivo. Al Gobierno central quedaban reservados el orden público, la defensa nacional y las relaciones exteriores.
Maciá fue elegido presidente de la Generalitat y Companys lo fue del Parlamento. La aprobación del Estatuto contó
con fuerte oposición en las Cortes y en la prensa de derechas, y despertó hondos recelos en los medios militares.

EL ORDEN PÚBLICO: LA SUBLEVACIÓN DE SANJURJO Y LOS SUCESOS DE CASAS VIEJAS.


El orden público constituyó un grave problema en el gobierno de Azaña, y también a lo largo de toda la República. Así
se creó la Guardia de Asalto y además se mantuvo la Guardia Civil.
La sublevación del general Sanjurjo.
La actuación política desarrollada en el bienio social-azañista mostraba una clara ruptura con todo lo precedente. Ello
dio lugar a un movimiento de reacción que cristalizó finalmente en el fallido golpe de Estado del general Sanjurjo el 10 de
agosto de 1932. Sanjurjo había sido hasta ese momento fiel a la República, pero el gobierno de Azaña demostraba, según
él, debilidad ante el desorden y el caos; las huelgas estaban a la orden del día, había paro, el anarquismo ganaba terreno…
Naturalmente la idea de Sanjurjo fue un pronunciamiento: un golpe de fuerza contra el gobierno para derrocarlo e imponer
una república moderada. Sanjurjo reunió a un grupo descontento con la República y dispuesto a levantarse a la vez en
distintas ciudades (Madrid y Sevilla eran los puntos claves); muchos de estos hombres eran militares. El movimiento militar
contra la República no contó con el apoyo suficiente y quedó reducido a Sevilla. Tras el fracaso, sus dirigentes fueron
condenados a muerte, pena que fue conmutada por la de cadena perpetua.

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Los sucesos de Casas Viejas.


El campo andaluz y extremeño era un hervidero donde las ideas anarquistas cuajaban con fuerza, abonadas por la
pobreza.
En enero de 1933, en el pueblo de Casas Viejas (Cádiz), hubo un atroz incidente entre campesinos anarquistas y las
fuerzas del orden. La inquietud social y la protesta de la izquierda por la lentitud de la reforma agraria fue la causa del
alzamiento anarquista que acabó con los sangrientos sucesos de Casas Viejas, donde doce anarquistas fueron asesinados
por la Guardia Civil y la Guardia de Asalto1. Este dramático episodio provocó la dimisión de Manuel Azaña en septiembre de
1933. El Presidente de la República disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones.

2.2. EL BIENIO RADICAL-CEDISTA (1933-36)


Las elecciones de noviembre de 1933 dieron el triunfo a los radicales de Lerroux (ahora un partido de centro) y a la
derecha, que había acudido unida a la contienda electoral (Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, dirigida
por Gil Robles) mientras las fuerzas políticas que habían sustentado el primer bienio de la República fueron derrotadas.
Hasta octubre de 1934 gobernaron dos gabinetes radicales que contaron con el apoyo de la CEDA en las Cortes.
La marcha de la República invirtió el rumbo iniciado en el primer bienio. Así, la reforma agraria quedó detenida, se
frenó la política religiosa de Azaña, se suspendió la Ley de Congregaciones religiosas y los responsables del movimiento de
agosto de 1932 fueron amnistiados.
A comienzos de octubre de 1934, Lerroux formó el tercer Gobierno, en el que dio entrada a tres ministros de la
CEDA, hecho que fue interpretado por los socialistas como una entrega de la II República a manos de sus enemigos (los
socialistas consideraban que algunos miembros de la CEDA, entre ellos Gil Robles, eran filofascistas) y que determinó el
estallido inmediato de la «revolución de octubre».
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934
El movimiento revolucionario, aunque planeado a escala nacional, estalló en Asturias y en Cataluña, sin llegar a
cristalizar en el resto del país, y acusó su mayor gravedad sobre todo en Asturias.
En Cataluña, Lluis Companys, que había sucedido a Maciá en la presidencia del Gobierno de la Generalidad,
proclamó el 6 de octubre el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Pero esta rebelión de la Generalidad no
recibió el apoyo anarco-sindicalista, fue reprimida fácilmente y el Gobierno suspendió el Estatuto de Cataluña.
En Asturias, a la revolución dirigida por los socialistas se unieron comunistas y anarquistas. Los trabajadores
controlaron las cuencas mineras y dominaron Oviedo, después de proclamar en Mieres la República Socialista. El ejército
dominó la situación mediante una amplia operación militar, dirigida por Franco desde Madrid. La revolución de Asturias, que
dejó tras de si cientos de muertos, fue duramente reprimida y enfrentó, sin posibilidad de convivencia, a la derecha y a la
izquierda.
“Frenado el movimiento revolucionario más amplio de la historia de España, las represalias se extienden a todo el
país. Ingresan en las cárceles 30.000 personas, se limitan las actividades de los partidos obreros y se establece la censura
previa. Si la brutalidad de los sublevados había enconado los ánimos de la derecha, la represión gubernamental provocará un
movimiento similar en la izquierda; la brecha es tan honda que los moderados, de uno y otro lado de encuentran rebasados y
la sociedad española se aleja del camino de la reconciliación” (GARCÍA DE CORTÁZAR: Breve historia de España)
Con el fantasma de la revolución marxista, la derecha endurece sus posiciones: La Falange de José Antonio Primo de
Rivera, violenta, pero escasa, comienza a recibir ayuda económica de los fascistas italianos. En contrapartida, Largo
Caballero radicaliza su bastión obrero de la UGT, llevado por sus simpatías comunistas.
Desde la revolución de octubre hasta las elecciones de febrero de 1936
Por lo que se refiere al gobierno, tras la revolución fue claro el viraje hacia la reacción (se negó a la Reforma Agraria,
las medidas sociales fueron frenadas, devolvió sus propiedades a los jesuitas, favoreció al sector antirrepublicano del

1 Guardia de Asalto:: cuerpo de policía creado por la República con oficiales fieles a la República.
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ejército…)
Desde octubre gobernaron varios gabinetes de coalición de los radicales con la CEDA, hasta finales de 1935. Pero, a
los gobiernos un tanto desprestigiados de radicales y derechistas se sumaron los escándalos del estraperlo -soborno de
determinadas figuras del radicalismo-. Este escándalo del estraperlo – en el verano de 1935- desacreditó políticamente al
partido radical. Lerroux se vio obligado a dimitir.
Gil Robles esperaba que Alcalá Zamora le confiara entonces el poder, pero el presidente de la República encargó la
convocatoria de nuevas elecciones.

2.3. EL TRIUNFO ELECTORAL DEL FRENTE POPULAR


A las elecciones, celebradas el 16 de febrero de 1936, acudieron las fuerzas de izquierda unidas en el Frente
Popular, coalición electoral que agrupaba a los partidos republicanos de izquierda con socialistas y comunistas. Los
anarcosindicalistas de la CNT-FAI quedaron al margen del Frente Popular, aunque sus militantes votaron a su favor. La
derecha concurrió a las elecciones dividida entre el Bloque Nacional de Calvo Sotelo, que aglutinaba importantes sectores
monárquicos y tradicionalistas, la CEDA de Gil Robles y Falange Española.
La propaganda fue apasionada y la lucha electoral muy reñida. Ganó el Frente Popular, pero el análisis de las cifras
permite indicar un cierto equilibrio en las votaciones. Los resultados electorales reflejaron la división del país en dos actitudes
irreconciliables. Derecha e izquierda obtuvieron un número de votos muy aproximado, en torno a los cuatro millones cada
una. Pero, en esta ocasión, la unión electoral proporcionó el éxito a la izquierda y Azaña quedó encargado de presidir el
nuevo Gobierno, formado por republicanos de izquierda, sin participación de los socialistas.
En el mes de mayo, al ser nombrado Azaña presidente de la República, tras la destitución de Alcalá Zamora por las
Cortes, Casares Quiroga presidió el nuevo gabinete. El Gobierno no contó con el apoyo unánime de los socialistas, divididos
entre la postura adoptada por Prieto, partidario de la colaboración con la burguesía de izquierdas, y la exhibida por Largo
Caballero, contrario a esa colaboración y proclive a la revolución proletaria.

2.4. LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA CIVIL


Durante los meses de abril a junio de 1936, los extremismos de la derecha y de la izquierda se desataron. La
izquierda creó un claro ambiente revolucionario —patente ya durante las elecciones— en el que los comunistas ganaban
fuerza y afiliados, mientras que la UGT, cada vez más radicalizada, y la CNT no daban tregua al Gobierno con sus
reivindicaciones. Las fuerzas de la derecha, sobre todo Falange Española y el Bloque Nacional, apelaban, en una postura
radical y contrarrevolucionaria, a todos los medios para cortar los avances del marxismo. Dentro de este contexto, un grupo
de generales preparaban desde febrero una actuación militar contra el Gobierno.
La lucha política en las Cortes, cada vez más enconada, llegaba a la calle, a las organizaciones políticas y a los
cuarteles. El orden público era alterado por continuos enfrentamientos callejeros, en los que caían asesinados militantes de
las distintas tendencias y la oleada de huelgas parecía incontrolada, mientras la revolución campesina procedía a la
incautación de tierras. Calvo Sotelo denunciaba al Gobierno en las Cortes, mientras él mismo era acusado de provocar con
sus protestas una intervención militar. Para prevenir esta posibilidad, el Gobierno alejó a los generales sospechosos: Mola
fue enviado a Pamplona; Franco, a Canarias; Goded, a Baleares.
El estallido final vino propiciado por el asesinato (12 de julio) del teniente de la Guardia de Asalto Castillo -conocido
hombre de izquierdas- a manos de un pelotón de falangistas y, al día siguiente, en venganza, el del líder derechista Calvo
Sotelo, muerto por un grupo de guardias de asalto. La muerte del líder de la derecha aceleró la intervención militar y el 17 de
julio las tropas de la Comandancia de Melilla se sublevaron contra el Gobierno, disparándose el mecanismo que iba a llevar
a España a la guerra civil.

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DOCUMENTO 1.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN LA II REPÚBLICA.


No es fácil una sistematización del complejo cuadro de fuerzas políticas que se ponen en juego durante el período republicano.
Sin embargo, pueden señalarse seis grupos:

1. La DERECHA
• Renovación Española que hereda las nostalgias monárquicas y amalgama la inquietud de los terratenientes
agrícolas y el capital financiero e industrial. (Goicoechea, Calvo Sotelo)
• Comunión Tradicionalista
• Acción Española (Maeztu)
• Partido Agrario (aglutinaba a los campesinos medios de Castilla y León)
• Acción Popular (que contaba con un programa de doctrina social católica, bajo la inspiración del cardenal
Herrera Oria y la jefatura de José María Gil Robles). Posteriormente se integró con otros partidos católicos en la
coalición electoral *C.E.D.A (Confederación Española de Derechas Autónomas) cuya figura principal será GIL
ROBLES.

2. PARTIDOS AUTORITARIOS PARAFASCISTAS


• J.O.N.S. ( R. Ledesma Ramos)
• FALANGE ESPAÑOLA (José Antonio Primo de Rivera)

3. CENTRO, representado por antiguos republicanos que han evolucionado hacia el conservadurismo.
• Partido Radical (Alejandro Lerroux). Tenía unas bases ideológicas muy débiles (anticlericalismo) y una excesiva
demagogia. Se inclinó cada vez más hacia la derecha.

4. IZQUIERDA BURGUESA, en la que los intelectuales despliegan sus ideales de regeneración del país.
• Acción Republicana (Manuel AZAÑA); en 1934 se unirá con el
• Partido Radical Socialista para formar Izquierda Republicana

5. IZQUIERDA PROLETARIA, con dos tendencias

1) que colabora con los republicanos


• P.S.O.E – U.G.T. , con dos sectores a su vez
* El moderado de Prieto y Besteiro
* El radical de Largo Caballero
2) extremista y revolucionaria
• P.O.U.M (Partido Obrero de Unificación Marxista)
• P.C.E (Partido Comunista de España)
• F.A.I (Federación Anarquista Ibérica)

6. PARTIDOS AUTONOMISTAS cuya preocupación fundamental se centra en el problema regional


• Lliga catalana (Cambó).
• Partido Catalanista Republicano (Nicolau d´Olwer).
• Esquerra Catalana (Maciá, Companys, Tarradellas).
• O.R.G.A (Organización Regional Autonomista Gallega), de Casares Quiroga.
• P.N.V. (Partido Nacionalista Vasco), de José Antonio Aguirre.

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