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ANALISIS DEL DOCUMENTAL “ANTES QUE SEA TARDE”

En esta reseña, el actor Leonardo DiCaprio explica cómo en su infancia tenía junto a la
cama El Jardín de las delicias, del Bosco, del que aparecen escenas de gran belleza,
enlazándolo con el mensaje de esta película.

Dicho cuadro trata de la creación e historia del mundo en la versión bíblica, con tres
paneles, siendo el primero la escena del Paraíso y la áurea inocencia; el segundo, el
mundo, con sus pecados y tentaciones, grotesca y oníricamente expresados; y el
tercero, el Infierno, con sus castigos. Las proporciones en la tabla pintada son las
habituales: el Mundo es la suma de la medida de la Inocencia y el Castigo, curiosa
metáfora métrica. Si fuera un hindú quien lo observase, diría que representan los tres
poderes divinos: Brahma, el Creador; Vishnu, el Conservador de la existencia,
sometiendo a prueba, para su aprendizaje, a todo lo que vive y ama; y Shiva, la
destrucción, asignando el peso de los efectos a las causas, y purificando y
regenerando a través del sufrimiento.

En la escena del Paraíso, Dios aparece como Cristo junto a Adán despertando de su
sueño y Eva; también vemos la Fuente de la Vida y animales, plantas, y criaturas
acuáticas viviendo en armonía. Detrás de ellos aparece el drago, árbol distintivo de las
Canarias, curioso no solo por su forma casi perfecta de pirámide invertida, sino
también por su savia roja la sangre del dragón, muy usada en la medicina antigua, por
lo extremadamente lento que crece y porque carece de anillos al ser cortado, por lo
que no puede determinarse de este modo su edad.

Desolación o armonía

En la escena del Infierno, las máquinas del castigo son instrumentos musicales.
Paradójica alegoría: es la armonía quebrada la que nos hiere, pura filosofía hindú
donde se enseña que el karma, la reacción que ajusta la Ley, es necesaria para el
retorno de la armonía, que en los planos más elevados de conciencia se identifica con
la Justicia misma. O quizás también significa que la maldición del alma y armonía es,
precisamente, no haber hecho uso de la misma.

En la tabla del Infierno o Destrucción, se ve, en la noche, una ciudad en ruinas,


incendiada, con nubes de vapor y hollín sobre un fondo negro, donde la angustia y la
desolación reinan. Una escena pavorosa pintada por el Bosco con precisa y delicada
maestría.

En el documental, Gregory Mankiw, catedrático de Economía en Harvard y presidente


del Congreso de Asesoría Económica durante el gobierno de Bush hijo, propone un
impuesto sobre el carbono, que grave toda actividad que emita carbono a la
atmósfera. Dice: Cuando creas un impuesto, aumentas el valor de las cosas y la gente
consumirá menos.

No creo que en un sistema complejo la cosa sea tan sencilla, pero lo que sí es cierto
es que las actividades lucrativas de algunos están suponiendo la desolación futura de
casi todos.

 En economía se habla de costes marginales, los que soporta la sociedad con la
acción empresarial de unos pocos beneficiados. En este caso, el coste marginal es
insufrible; estamos hablando de medidas de emergencia.
 En el mismo documental se cuenta cómo un número suficiente de senadores han sido
comprados dice incluso los nombres por la industria petrolífera para vetar toda ley
medioambiental que dificulte sus intereses mezquinos contra el progreso y contra la
supervivencia del género humano. Como vemos en varias escenas, una presión social
muy fuerte obligaría a los jefes de Estado a incorporar este impuesto del carbono. Y
deberían hacerlo ipso facto no sabemos si el proceso es irreversible, pero sí que
puede serlo en cualquier momento.

Combustibles fósiles
Hasta los egipcios conocían la existencia del petróleo y lo usaron ocasionalmente,
pero era un producto tan asqueroso y generaba tanto humo que no lo promovieron.

Los yacimientos de carbón (que aún impulsan gran parte de la economía mundial) son
las masas de bosques arrasadas y petrificadas en catástrofes geológicas naturales.
Los de petróleo son semejantes, pero con masa no solo vegetal, sino también animal,
en estado oleaginoso de descomposición. Todos estos detritos, que deberían quedar
en el interior de la Tierra para continuar su proceso de depuración y transformación
que los convierta de nuevo en rocas magmáticas o metamórficas, después de usarlos
energéticamente, los lanzamos a la atmósfera, donde quedan en suspensión coloidal o
directamente como gases.

Este carbón, que debería ser el soporte de la vida, se convierte en una sustancia
peligrosa, que perturba el equilibrio natural de la Tierra. Perdone el lector la
comparación, pero dada la gravedad del tema, creo que es necesaria. Imaginemos
que todo el desecho de la combustión de los alimentos, acumulado después de la
digestión en el intestino grueso y que debería fertilizar la tierra, o sea, las heces
fecales, fueran lanzadas, pulverizadas, a la atmósfera que respiramos todos los días.
El proceso es semejante y venenoso para la salud del hombre y de la Tierra.

La industria petrolífera ha sido durante más de un siglo dueña del mundo: fuerza
políticas insanas, corrompe Gobiernos, crea guerras y revoluciones, promueve
injusticias y ni siquiera permite a los países beneficiarse de sus depósitos energéticos,
pues mantiene en el poder a tiranos que usan una riqueza del país para depravar sus
almas con el lujo sin mesura y la injusticia, aplastando brutalmente las cabezas de sus
súbditos.

Infinidad de cadáveres yacen, despedazados, en la gruta de este dragón enemigo de


la humanidad, que es la industria del petróleo, y ahora, quiere terminar su labor
desolando la Tierra entera, sin ningún San Jorge que clave su espada en su corazón
de hulla o antracita no convertida en diamante.

El problema siempre es el egoísmo brutal de los deshumanizados, la codicia, que,


como dijeron los egipcios, es una enfermedad incurable, un pozo de petróleo que se
traga el alma colapsándola en su oleaginosa suciedad.

 Si el petróleo está envenenando el planeta, no es por culpa de ser la sustancia que
es, pues forma parte de la naturaleza; lo está envenenando por lo que hacemos con
él, por cómo paraliza otras iniciativas luminosas y por cómo se resiste a ser sustituido,
aun a precio de convertirse en destrucción física y moral de miles de millones de seres
humanos, que por serlo, sueñan un futuro mejor, más digno. Igual que toda alma que
no se haya convertido en un cáncer para sí misma sueña una Tierra descontaminada y
limpia, donde todos sus hijos seamos como hermanos, hijos de una misma Madre.

FERNANDEZ RAMOS JUAN CARLOS ELADIO

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