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NOMBRE DEL CURSO/CLAVE: Sistemas de Creencias y Globalización

/ H1039

NOMBRE DEL PROFESOR TITULAR: Dr. Rafael de Gasperín Gasperín

NOMBRE DEL LIBRO: Manual de Historia de las Religiones

NOMBRE DEL AUTOR: Carlos Díaz

NOMBRE DEL CAPÍTULO: Budismo

EDITORIAL: Bilbao: Desclée De Brouwer

EDICIÓN: 5ª. Edición

NÚMERO DE ISSN/ISBN: 8433012673

FECHA DE PUBLICACIÓN: 2004, España.

RANGO DE PÁGINAS: 165-167,178,185-186,188-189,199-200

TOTAL DE PÁGINAS: 8
Capítulo IV
BUDISMO

1. Los tres móviles de la «herejía»

1.1. Del hinduismo al budismo

En torno al siglo VI antes de Cristo ha visto Karl Jaspers un tiem-


po eje de la humanidad, al menos porque en torno a esa época conflu-
yen por azares o avatares diferentes movimientos tan importantes
como: el zoroastrismo en el Irán; las Upanishads del hinduismo, el
budismo y el jainismo en la India; el taoismo y el confucianismo en
China; los profetas en Israel; la filosofía en Grecia.

Pues bien, por continuar en la India, en los dos movimientos deri-


vados de los solitarios del bosque (a saber, en el budismo y en el jai-
nismo), la ruptura con el hinduismo se convierte ya en separación
herética (entendida la herejía etimológicamente, es decir, como elec-
ción o decisión libremente asumida de romper con la tradición anterior,
incluso permaneciendo en su marco global), y ello al menos en tres
aspectos primordiales:

a
- Contra el ritualismo

El budismo es la negación de la eficacia de los ritos como media-


ción entre los dioses y los hombres, pieza clave sin embargo del primi-
tivo vedismo.

Contra el monoteísmo y contra el politeísmo

Según el hinduismo existe una realidad última, el ser, el Brahmán,


protorrealidad incognoscible, sólo definible con términos negativos:

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neti, neti («no es eso, no es eso»). Pues bien, incluso contra esa hipo- seres sublimes no dejarán de guiar justamente a sus discípulos de la
tética realidad reacciona sin embargo Buda con la idea de anatman (sin misma manera que hoy son justamente guiados los discípulos por mi
atman), que no debe entenderse como un no-ser, sino en el sentido de mismo» . 4

que cualquier cosa que se piense y se diga del atman no es atman, por-
que queda más allá del alcance de las palabras y de las ideas. ¡Incluso
el Vacío está fundamentalmente vacío de Vacío!.
1.2. Budismo, uno y múltiple
El budismo concede el lugar más importante a los seres humanos,
De todos modos, no conviene hablar demasiado alegremente del
pues si bien afirma que existen seres no humanos (espíritus hambrien-
budismo en singular. En efecto, el término budismo no surge hasta
tos, espíritus malignos, etc) y diversas divinidades, sin embargo no
que en el siglo XVII lo crean europeos para caracterizar un conjunto
constituyen elementos esenciales de su doctrina, y además tienen un
nivel espiritual muy inferior al de un buda y al de un renunciante; y no de creencias parecidas y a la vez muy diversas, pero las diferencias
sólo eso, tampoco concede lugar alguno al Dios supremo o Creador de entre el budismo tibetano y el de Sri Lanka -por ejemplo- son tan
las religiones monoteístas, de ahí el silencio budista sobre los dioses enormes, que unos budistas niegan la existencia de los dioses y otros
mismos', otras veces reducidos incluso a la condición de meras exis- creen en entidades divinas denominadas budas, y ello por no hablar del
tencias que ya completaron su proceso kármico, como en el jainismo . 2 carácter fuertemente sincrético -a veces por eso mismo aparentemente
caótico- de un budismo mezclado con taoísmo y con otras inspiracio-
nes. Con este panorama, obviamente el panteón de budas será diferen-
5
te en cada país .
c. Contra el activismo
Por otra parte, el budismo carece de ritos de paso generales, no
Puesto que la existencia humana está sometida a los resultados de existe algo similar al «bautismo», se es budista «sin darse cuenta».
sus buenas o malas acciones pretéritas, presentes y venideras, la condi- Tampoco es una religión del Libro, no hay Escrituras umversalmen-
ción de iluminado (budismo), o de omnisciente (jainismo) se alcanza te reconocidas a las que todo budista deba remitirse obligatoriamente
mediante la ascesis y la meditación (intuitiva, no discursiva). en última instancia, aunque obviamente existen textos sagrados.
Numerosas corrientes del Extremo Oriente han privilegiado un solo
De todos modos, conviene recordar que Buda ni siquiera pretendió texto, por ejemplo el Sutra del Loto, mientras que ciertas ramas de zen
predicar una doctrina de todo punto original, repitiendo en muchas oca- rechazan cualquier texto con pretensiones canónicas u ortodoxas.
siones que se limita a seguir «la senda antigua», la doctrina atemporal
compartida por los «santos» y los «despiertos perfectos» de los tiempos Y, por si fuera poco, el mundo budista carece de una lengua sagra-
antiguos, aunque con ello también subrayaba la verdad «eterna» y la da común, de una autoridad religiosa general, y de definiciones cla-
universalidad de su mensaje, enraizado en el hinduismo clásico, del que
ramente formuladas.
sin embargo también se aparta: «He contemplado el camino antiguo, el
viejo camino seguido por todos los perfectos despiertos de otros tiem- Sin embargo, desde esta pluralidad, las diferencias lo son respecto
3
pos. Ese es el sendero que yo pretendo seguir» , «y aquellos que en los de una identidad, que permite hablar de budismo en singular.
\iempos futuros serán los santos, los perfectos despiertos, todos esos

4. M a j j h i m a - N i k a y a II, 3-4. .
1 • Cfi. Panikkar, R: El silencio de D i o s . Ed. Guadiana, Madrid, 1970; Glasenapp 5 Por ejemplo, en Japón los budas más importantes son Yakushi-nyorai Amida-
I- XA b u d i s m o , u n a r e l i g i ó n sin D i o s . Ed. Barral, Barcelona 1974 nyorai Dainichi-nyorai, Miroku-bosatsu, Kannon-bosatsu, Monju y Fugen-bosatsu,
^ 2 . Cfr. Glasenapp, H: El b u d i s m o , u n a religión sin Dios. Ed. Barral, Barcelona, Jizo-bosatsu, Fudo-myoo, Aizen-myoo, Bishamon-ten, Benzai-ten, Daikoku-ten,
Shoten, K,shimo-jin, Emma-o, Marishi-ten, Ida-ten, Los Nio, y Bmzuru-sonja (cfr.
3. S a m y u t t a - N i k a y a II, 106. Waldberg, M: L o s b o s q u e s del z e n . Espasa Calpe, Madrid, 1978, pp. 1 5 8 - 1 1 5 ) .

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3.2. El renacer y el remorir - En la región de los seis cielos del deseo, dos de ellos terrestres
aunque invisibles para los humanos, y cuatro celestiales, las deidades
Según el budismo, el Universo no fue creado de la nada ni será experimentan una vida tan paradisiaca, que les lleva a abandonar el
totalmente destruido para volver a la nada, siempre ha existido, existe esfuerzo por la liberación total.
y existirá, y entretanto pasa por infinitos ciclos de creación y destruc-
ción. A su vez, cuando alguien muere crea las condiciones para el naci- - Por encima están luego los dieciséis cielos de forma pura, donde
miento de un nuevo ser; por tanto, nadie tiene una vida aislada, indivi- residen las deidades de cuerpos de energía pura («cuerpos de
dual, sino que las vidas son eslabones de un círculo sin fin, de una cade- Brahma»), de éxtasis y brillo, siendo precisamente la autocomplacen-
na en espiral que viene desde el pasado sin principio y llega hasta el cia su principal obstáculo, pues ella les lleva a ignorar sus anteriores
futuro sin fin. Para el budismo, pues, existe una vida después de la existencias débiles y sufrientes, la circunstancia frágil que les rodea, y
muerte, un renacer permanente del todo que renace en muchos renaci- su posible futura vulnerabilidad.
mientos, y un remorir que muere en muchas muertes, morir y renacer
que -como ya hemos dicho- no significan desaparición ni aparición - Finalmente están los cuatro cielos carentes de forma, infinitos
absolutos y definitivos, tan sólo mutación: se muere todos los días un en todo (espacio infinito, conciencia infinita, más allá de conciencia e
poco y se renace todos los días un poco, se renace comenzando a morir, inconsciencia, nada absoluta), en donde moran incontables trillones de
todo cambia, nada es, nunca te bañarás dos veces en el mismo río. dioses. Empero, aunque aspiran a la paz más profunda, a lo todavía más
sutil y a lo más real y permanecen en este estado períodos de tiempo
No se trata, propiamente hablando, de un ciclo de «reencarnacio- extremadamente largos, impasibles ante las preocupaciones, seguros en
nes», porque no es exactamente el mismo ser el que va pasando de cuer- su sensación de haber alcanzado el absoluto, sin embargo se encuentran
po en cuerpo a través de la procesión de las edades, sino que «la cone- sutilmente minados por el orgullo y la vanagloria, que son su trampa
xión vital entre una vida y la que le sucede es más sutil que todo eso, más mortal, trampa que afecta a mucha distancia pero también afecta a
podemos decir que el ser que se mueve a lo largo de la cadena ni es el los meditadores. Sólo la comprensión del vacío y de la relatividad de
mismo ni es otro diferente por completo, o podemos afirmar que tanto todas las cosas y estados proporcionaría la defensa contra esta debili-
es el mismo ser como otro diferente. La palabra adecuada para descri- dad que amenaza.
bir este proceso es renacimiento".

Ahora bien, el problema principal de cualquier ser humano es que b. Reino de los asuras o titanes
su próximo renacimiento puede no tener lugar en el reino humano y, de
hecho, las probabilidades juegan en contra. El budismo especifica seis Al igual que sus homólogos griegos, son los viejos antidioses beli-
reinos o destinos en los que puede tener lugar el renacimiento: cosos. Generalmente provienen del nivel humano, pero han invertido su
generosidad, tolerancia y sensitividad en la consecución del poder, que-
dando atrapados entre la competitividad y los celos. Les encanta luchar.
Habitan en reinos parecidos a los celestiales y constantemente tratan de
a. Reino de los dioses competir con los dioses, intentando arrebatarles los reinos celestes. Tal
vida termina por volverse contra ellos. Incluso el más elevado de los
El propósito último del budismo no es el de asegurar el acceso a dioses continúa siendo una víctima del sistema, porque su tenencia de
cualquier clase de cielo eterno tras la muerte. Los cielos son los reinos privilegios divinos, por muchos eones que dure, llegará un día a su fin
de los devas o dioses, amén de algunas regiones, cada vez más rarifi- y entonces, irremediablemente, habrá de sufrir una caída y recircular
cadas por encima de ellos, las jerarquías de estados benditos (dhya- por el sistema. ^
nas), que pueden alcanzarse a través de disciplinas yóguicas. En el
reino de los dioses existen tres regiones:
c. Reino de los humanos
La forma de vida humana es considerada un preciado tesoro, un
19. Snelling, J: El b u d i s m o . Edaf, Barcelona, 1992, p. 17. magnífico logro duramente alcanzado a lo largo de extensos periodos
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BUDISMO

3.4. No automatismo del renacer


te de los propios esfuerzos, a modo de pelagianismo extremo (ateísmo
Así las cosas, según algunos maestros religiosos contemporáneos ético). Aunque se haya dicho lo contrario, como en la mayoría de las
del Buda, el renacimiento permitiría a todo ser vivo purificarse; si se religiones históricas, la salvación es la recompensa obtenida por la
permanece durante un cierto tiempo en el ciclo de los renacimientos, se comisión de actos meritorios y la no-comisión de actos demeritorios,
termina por alcanzar la pureza completa y la libertad, pero el Buda negó que en este caso son los ligados al progreso interior que detiene la serie
categóricamente esta idea de purificación atribuida al ciclo de los rena- de las existencias; solo que el premio del budista es el no-renacimien-
cimientos: no hay duración establecida en la serie de las existencias, ni to, la salida de la serie de existencias. En esta cuestión las opiniones
de manera automática una mejora del individuo en el samsara. El pro- budistas varían según la escuela, pero según la más extrema de ellas
greso espiritual no es automático, sino un objetivo que hay que alcan- se requiere un enorme número de millones de años, el equivalente a
zar mediante los métodos adecuados: «Resulta efectivamente difícil, si la unidad seguida de 2103 ceros; entonces se opera la conversión en
es que no imposible, prever lo que sucederá en la vida siguiente. Por buda o iluminado, o en el bodhisattva, ese ser que, renunciando pro-
razones diversas, el individuo puede florecer o, por el contrario, mar- visionalmente a entrar en el nirvana y reencarnándose de nuevo por
chitarse. El progreso espiritual no se mantiene siempre. Se degrada si compasión para ayudar a otros hombres, vive bajo forma humana
no existe preocupación por el mismo, y esa degradación puede incluso durante su última reencarnación antes de liberarse de la interminable
proseguirse si se nace en una situación desfavorable. Por el contrario, si serie de anillos que componen la cadena del renacer, tal y como lo
se nace en una situación favorable, se puede encontrar la ocasión de hiciera -por ejemplo- Amida (Amitabha en sánscrito; en Japón tiene
progresar. En el samsara las ocasiones favorables de progreso interior muchos adeptos), ya en su «país puro», especie de cielo.
son mucho más raras que las ocasiones desfavorables.

Otro factor desempeña un gran papel en el proceso de renacimien- 3.5. El nirvana, extinción del renacer
to, se trata del último pensamiento del individuo antes de su muerte,
porque ese pensamiento de partida (chuti-chitta) determina su renaci- Nirvana es la extinción o aniquilamiento del deseo, del odio y de
miento siguiente. Por otro lado, resulta difícil prever cuál será ese últi- la obcecación; es el desinterés, la renuncia total, la ecuanimidad, el dar
mo pensamiento, cuando no se tiene la costumbre de controlar las la espalda a las querellas del mundo. A él se va por el esfuerzo metódi-
25
facultades mentales» . co budista. El nirvana comienza ya a hacerse realidad en esta vida y se
manifiesta en una serie de cesaciones: cesación del ansia de renacer,
Mientras que Dyónisos exalta el círculo del eterno retorno de lo extinción de los tres vicios (deseo, odio, engaño), supresión de toda ata-
idéntico «no para conquistar una vida eterna en otro mundo, sino para dura, liberación y bienaventuranza de un ser vivo. En tal estado alcan-
resucitar cíclicamente en la mortalidad de lo que es mortal, subrayando zaron la iluminación Gautama Buda y otros budas, y en él seguían
26
triunfalmente la imortalidad del hambre-deseo» , el budista no ama el viviendo libres de toda impureza.
deseo que desea deseos, ni el hambre eternamente hambrienta, sino la
perfecta y eterna quiete. Ni siquiera la omnisciencia hegeliana (la de un Por fin, el nirvana total consiste en la completa supresión de todas
Weltgeist o sujeto universal histórico) interesa al budista, pues todo las posibilidades de un nuevo renacimiento. Con la disolución o
saber es siempre saber que no se sabe y da dolor, excepto ese saber que desintegración posmortal comienza para el budismo el pari-nirvana,
nos lleva al olvido del saber mismo, y a su innecesariedad. final de la serie de las existencias, perfección tranquila, pura e inmor-
tal, donde se extinguen las diez manchas (deseo, odio, engaño, orgu-
Pero sólo tras innumerables esfuerzos y renacimientos se consigue llo, especulación, escepticismo, embotamiento mental, agitación,
la liberación. La liberación que llega con el nirvana depende solamen- impudor e incontinencia), así como los cinco grupos de existencia
(corporeidad, sensaciones, percepciones, formaciones mentales y
conciencia).
25. Ibi, p. 448. Una vez desaparecido en el nirvana, todo buda permanece insensi-
26. Savater, F: A p o l o g í a del sofista. Ed. Taurus, Madrid, 1997, p. 35. ble a cuanto acaece en el mundo de las reencarnaciones y de las apa-
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riencias. No llegan a él las súplicas. De ahí que el hinayana, más fiel en 4.1.2. Sermón de Benarés
esto a la inspiración original de Buda, desconozca la oración. Los
«recogimientos budistas» no tienden ni al encuentro con la divinidad El núcleo central de la doctrina del buda Siddharta Gautama es el
brahmánica, ni con el «daimon» inhabitante en cada individuo, sino a Sermón de Benarés («La puesta en marcha de la Rueda de la
28
la purificación, a la anatma o anatta, de modo que aquí el budismo Ley») , de vuelta ya tanto de los placeres mundanos como de la morti-
niega la doctrina del hinduismo upanishádico. ficación:

«Apartándose de estos extremos, ¡bonzos!, el tathagata (el buda) ha


descubierto el Camino medio, el camino que depara visión y conoci-
4. Enseñanzas morales miento, que conduce a la paz, al discernimiento, a la iluminación, al
Nirvana. ¿Y cuál es el Camino medio? Es el noble sendero óctuple, o
4.1. Sobre la duhkha (sufrimiento) sea: recto conocimiento, recto pensamiento, recta palabra, recta acción,
recto esfuerzo, recta intención, recta concentración o meditación, recta
4.1.1. Parábola de la lámpara de aceite: la extinción del deseo intuición o fe justa...

«Monjes, del deseo como causa viene el apego. Con el apego Esta es, ¡bonzos!, la noble verdad del sufrimiento, dolor, mal,
como causa viene el deseo de ser. Con el deseo de ser como causa se daño, insatisfacción. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufri-
produce el reencarnar. Con el deseo de ser como causa se producen la miento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, el estar
ancianidad y la muerte, el dolor, el lamento, el sufrimiento, el des- unido a quien no se ama es sufrimiento, el estar separado de quien se
consuelo y la desesperación. Por eso es la causa de toda esta masa de ama es sufrimiento, no alcanzar lo que se desea es sufrimiento. En
dolor. suma, las cinco clases de cosas que pueden percibirse por los sentidos
acarrean sufrimiento.
Ocurre, monjes, como cuando una lámpara de aceite arde gracias al
aceite y a la mecha, y si un hombre, de tiempo en tiempo, echa más Esta es, ¡bonzos!, la noble verdad del origen del sufrimiento: la
aceite y espabila la mecha, alimentada de este modo, con tal combusti- sed que lleva al renacer, junto con el placer y el anhelo que alguna que
ble, arderá durante mucho tiempo. otra vez tienen satisfacción: la sed de placer, la sed de vivir, la sed de
lo transitorio.
Del mismo modo, monjes, el deseo aumenta en aquel que perma-
nece reflexionando sobre el goce de las cosas que encadenan. Por eso Esta es, ¡bonzos!, la noble verdad de la supresión del sufrimiento:
es la causa de toda esa masa de dolor. la extinción de esta sed mediante la aniquilación incesante del deseo, no
permitiendo que se adueñe de nosotros, desligándose de él, renuncian-
Ocurre, monjes, como cuando una lámpara de aceite arde gracias al do a él, no dejándole sitio alguno.
aceite y a la mecha, y si un hombre no echa en ella aceite, ni despabila
la mecha de tiempo en tiempo, la lámpara, al agotarse el combustible Esta es, ¡bonzos!, la noble verdad del camino que conduce al tér-
que tenía al principio, y sin alimento por no ser alimentada, termina por mino del sufrimiento: es el óctuple sendero, a saber, recto conoci-
apagarse. miento, recto pensamiento, recta palabra, recta acción, recto esfuerzo,
recta intención, recta concentración o meditación, recta intuición o fe
29
Monjes, el deseo cesa en aquel que permanece reflexionando sobre justa» .
la miseria de las cosas que encadenan. Al cesar el deseo cesa también
27
el apego...» .
i .
28. Cfr. Kennedi, A: La r u e d a , la e s p i r a l y el m á n d a l a : t e o r í a y p r á c t i c a d e l
b u d i s m o . Edicomunicación, Barcelona, 1992.
27. S a m y u t t a - N i k a y a II, 86. 29. M a h a v a g g a I, 6,17-30.

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4.1.3. El óctuple sendero ¿Y qué es la recta meditación? Aquí 1) un monje libre de pasiones
y de malos pensamientos alcanza el primer trance del gozo y el placer,
«¿Y qué es, monjes, la recta visión? Es el conocimiento del dolor, que va acompañado de razonamiento e investigación, y que surge del
el conocimiento de la causa del dolor, el conocimiento de la cesación retiro, y en él permanece. 2) Al cesar el razonamiento y la investigación
del dolor, y el conocimiento del camino que lleva a la cesación del en un estado de serenidad interior, con su mente fija en un solo punto,
dolor. A esto, monjes, se llama recta visión. alcanza el segundo trance del gozo y el placer, que surge de la concen-
tración, y que está libre del razonamiento y la investigación, y en él per-
¿Y qué es la recta intención? La intención de renunciar, la inten- manece. 3) Con ecuanimidad e indiferencia con respecto al gozo, per-
ción de no herir, la intención de no dañar. A esto, monjes, se llama recta manece atento y dueño de sí, y en su cuerpo experimenta el placer que
intención. los nobles llaman 'morada con ecuanimidad, atenta y feliz', y alcanza
el tercer trance y en él permanece. 4) Desechando el placer y el dolor,
¿Y qué es la recta habla? Abstenerse de la falsedad, de palabras e incluso antes de que desaparezcan el júbilo y la depresión, alcanza el
maliciosas, de palabras duras, de palabras frivolas. A esto, monjes, se cuarto trance, en que no hay placer ni dolor, y que lleva consigo la pure-
llama recta habla. za de la memoria y de la ecuanimidad, y en él permanece. A esto, mon-
30
jes, se llama recta meditación» .
¿Y qué es la recta acción? Abstenerse de quitar la vida, de apro-
piarse lo ajeno, del trato carnal. A esto, monjes, se llama recta acción. Como puede verse, todo se resume en una conducta ética fundada
en el amor universal y compasivo hacia todos los seres, en una disci-
¿Y qué son rectos medios de vida? Aquí un noble discípulo, aban-
plina mental propiciada mediante ejercicios ascéticos de tipo yóguico,
donando un falso modo de ganarse la vida, obtiene su sustento mediante 31
y en una sabiduría alcanzada gracias a cuanto antecede .
los rectos medios de vida. A esto, monjes, se llama rectos medios de vida.

¿Y qué es el recto esfuerzo? Aquí un monje, al no producirse pen-


samientos malos y ruines que aún no han surgido, ejercita la voluntad, 4.1.4. «Las cinco clases de cosas que pueden percibirse por los
intensifica el esfuerzo, aplica y ejercita su mente. Al rechazar los malos sentidos acarrean sufrimiento»
y ruines pensamientos que han surgido, ejercita su voluntad, intensifi-
ca el esfuerzo, empieza a ejercitarse, aplica y ejercita su mente. Al pro- En esta parábola se afirma que las montañas del Himalaya no son
ducir buenos pensamientos que aún no han surgido, ejercita su volun- apropiadas para los hombres ni para los monos, que en cambio pueden
tad, intensifica el esfuerzo, empieza a ejercitarse, aplica y ejercita su vivir en regiones llanas y apacibles:
mente. Al fijar, liberar de confusión, incrementar, aumentar, desarrollar
y perfeccionar los buenos pensamientos que ya han surgido, ejercita su «Aquí, ¡oh bonzos! el cazador pone una trampa de pez para cazar
voluntad, intensifica el esfuerzo, empieza a ejercitarse, aplica y ejerci- monos. Pero los monos, que no son tontos y sí muy voraces, se man-
ta su mente. A esto, monjes, se llama recto esfuerzo. tienen alejados al ver las trampas de pez. Cuando un mono tonto y
voraz se acerca al pez, pone encima de él una de sus manos y se le
¿Y qué es la recta memoria? Aquí 1) sobre el cuerpo, un monje queda fuertemente pegada. Entonces coge la mano con su otra mano
permanece contemplando el cuerpo, ardiente, atento, consciente, disi- para tratar de liberarse, pero también ésta se le queda pegada. Para sol-
pando su anhelo y desaliento con respecto al mundo; 2) sobre los sen- tar ambas manos hace fuerza con un pie, pero también el pie se le queda
timientos, permanece contemplando los sentimientos, ardiente, atento, pegado. Para soltar las manos y los pies se sirve del hocico, pero tam-
consciente, disipando su anhelo y desaliento con respecto al mundo;
3) sobre la mente, permanece contemplando la mente ardiente, atento,
consciente, disipando su anhelo y desaliento con respecto al mundo;
4) sobre los pensamientos, permanece contemplando sus pensamientos 30. S a m y u t t a - N i k a y a V, 8.
atento, consciente, disipando su anhelo y desaliento con respecto al 31. Cfr. Lingwood, D: El s e n d e r o d e l B u d a . L a s o c h o e t a p a s de la l i b e r a c i ó n . Ed.
mundo. A esto, monjes, se llama recta memoria. Dharma, Madrid, 1987.
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misión iniciática, sino un simple acto formal (shanga-kamma) en vir- La actitud del propio Buda ante el ascetismo puede resumirse en
tud del cual la comunidad recibe a un nuevo miembro liberado de las estas dos notas: admite su valor interior en la medida en que favorece
preocupaciones y cargas familiares para alcanzar una vida contempla- la conversión del corazón y la lucha contra las pasiones, pero condena
tiva. El monje budista (bonzo) se dedica a la meditación, al yoga, al zen. su valor exterior por no constituir el fin de la perfección. En la prácti-
Se alimenta de limosnas. Quien entrega la limosna es el que da las gra- ca, aunque al principio consintió algunos ejercicios ascéticos, tan en
cias, no el monje que la recibe. Toda su propiedad se reduce a una túni- boga entre otros monjes (como los nissayas y dhutangas), no los tuvo
ca de color azafrán o amarilla, una vasija para recoger los alimentos, un sin embargo por obligatorios, prefiriendo dejar al discernimiento de
cordón en el que están ensartadas 108 bolas que va pasando, una aguja, cada uno la práctica ascética . 42

una navaja de afeitar para rapar la cabeza, y un filtro con el que cuela
el agua para no dañar a ningún ser viviente al bebería. Debe compade- El lema que está detrás de estas actitudes y que las resume es atma-
cerse del cosmos con amor de benevolencia, ser célibe (exceptuando hita para-hita: útil para sí, útil para los demás . 43

algunas sectas), y no hablar con mujeres ni mirarlas, aunque puede reci-


bir limosnas de ellas.
5.3. Decenio iniciático
He aquí con más exactitud las diez prescripciones éticas de los
aspirantes a bonzos y de los bonzos mismos: «Yo prescribo, oh bon- Si riguroso es el contenido del monacato, largo es también el cate-
zos, diez mandamientos a los aspirantes, y que los aspirantes se ejerci- cumenado de los novicios a partir del momento en que se rapan pelo y
ten en ellos: 1) abstenerse de destrozar la vida; 2) abstenerse de robar; barba y se visten con mantos amarillos para situarse bajo la dirección
3) abstenerse de la impureza; 4) abstenerse de mentir; 5) abstenerse de de un preceptor al que deben obediencia ciega:
bebidas fuertes y licores intoxicantes que causen letargo; 6) abstenerse
de comer en los tiempos prohibidos; 7) abstenerse de bailes, cantos, «¡Oh, bonzos!, yo os permito un maestro. El maestro debe excitar
músicas y espectáculos; 8) abstenerse del uso de guirnaldas, perfumes, en el discípulo la actitud de un hijo. De esta forma, viviendo maestro y
ungüentos, vestidos y ornamentos de fiesta; 9) abstenerse del uso de discípulo con reverencia, deferencia y cortesía mutuas, crecerán y
anchas y largas camas, 10) abstenerse de aceptar oro y plata. Yo pres- madurarán en la doctrina y en la disciplina. Yo prescribo, oh bonzos,
cribo, oh bonzos, diez mandamientos a los aspirantes y que éstos se vivir diez años en dependencia. Cuando el discípulo haya cumplido sus
44
ejerciten en ellos» . 41
diez años de dependencia, él puede ser ya maestro» .

Ciertos grupos de monjes dhutavadins asumen el dhutanga. La


sistematización de sus deberes en el Milindapanyha es la siguiente: 1) 5.4. Las cuatro etapas del «camino de la liberación»
Usar la ropa desechada de otros, y no aceptar hábitos nuevos hechos
para uno. 2) Usar un vestido de tres piezas. 3) Comer sólo de lo reco- Sea como fuere, con las técnicas de acción y meditación se alcanza la
gido en la postulación. 4) No escoger casa en la postulación (por ejem- iluminación, la verdadera sabiduría, en la que se distinguen cuatro etapas:
plo, de ricos). 5) Una sola comida al día. 6) Poseer una sola escudilla y
comer de lo que echen en ella. 7) No comer más de lo necesario, ni des-
pués del medio día. 8) Vivir en lugares solitarios. 9) Vivir debajo de los a. Entrada en la corriente
árboles. 10) Bajo tiendas, no bajo techado. 11) O en un cementerio. 12)
En ella, el monje se despoja de los errores y las dudas; ya no se
Estar contento con cualquier sitio para dormir. 13) Vivir en las tres pos-
turas: paseando, de pie o sentado (nunca acostado). En la observación reencarnará más que siete veces sobre la tierra.
de estas reglas se puede ser o muy severo, o moderado. El monje que
practica las más difíciles no tiene que pensar en las más fáciles.
42. Cfr. López-Gay, J: La m í s t i c a d e l b u d i s m o . BAC, Madrid, 1974, pp. 52-53.
43. Cfr. Naudou, J: B u d a y el b u d i s m o . Círculo de Lectores, Barcelona, 1995;
Pallis, M: E s p e c t r o l u m i n o s o del b u d i s m o . Ed. Herder, Barcelona, 1986.
41. M a h a w a g g a , 1, 56. 44. M a h a w a g g a 1,32,1.

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MANUAL DE HISTORIA DE LAS RELIGIONES BUDISMO 201

b. Retorno único forma que la participación religiosa del laico resulta escasa, limitán-
dose sobre todo a la intendencia, al suministro de limosnas y vestidos
En ella el monje ha reducido la pasión, el odio y la estupidez- ya para los monjes; de este modo su fértil generosidad deviene campo de
solo se reencarnará otra vez. '
méritos («punyaksetra») que produce el céntuplo de la limosna dada,
pues la acumulación de acciones meritorias abrevia y cancela el ciclo
de renacimientos. Así pues, si puede hablarse de una supremacía de
los monjes budistas en país theravadin, es en razón de la admiración
que se tributa al ideal de la renuncia; de ahí que, cuanto mayor sea el
espíritu de renuncia del monje, tanto mayores los donativos que reci-
birá.

Por contrapartida, la dependencia de los monjes respecto de los lai-


d. Merecedor (arhat) cos para su subsistencia contribuye a salvaguardar la pureza del mona-
cato budista: «Os prestan grandes servicios, oh bonzos, los brahmines
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El arhat («el que merece») es aquel ser donde el desear se ve supe- y amos de casa que os dan vestido, limosna, asientos, camas y medi-
rado por un querer no desear, el libre de las cinco impurezas mentales cinas. También vosotros les prestáis grandes servicios cuando les ense-
(deseo de las existencias materiales sutiles, deseo de las existencias ñáis la Ley verdadera y la vida pura.
inmateriales, orgullo, inquietud, ignorancia), ideal del antiguo budismo
hinayana, y también objetivo final del discípulo. El monje, purgado de Así, mediante la ayuda mutua, puede vivirse la vida religiosa, supe-
todas las impurezas y pasiones, dotado de saberes sobrenaturales y rar los renacimientos, y poner fin al sufrimiento. Apoyándose unos en
poderes maravillosos (siddhi) alcanzará ya el nirvana desde el término los otros, amos de casa (laicos) y hombres sin casa (bonzos), hacen
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de su vida .
prosperar la Ley verdadera. Los segundos quedan al abrigo de la nece-
sidad, pues reciben el vestido y lo demás; los primeros, tras practicar
aquí abajo la ley, camino conducente al destino feliz, se gozan en el
6. Los cinco preceptos éticos del laico 47
mundo de los dioses en posesión de placeres» . «Para quien desea el
gozo y aspira a los gozos celestes... lo mejor es distribuir sin cesar arroz
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Desde el principio, los budistas se organizaron en cuatro grupos: cocido» .
los monjes (bhikju), las monjas (bhikjuni), los fieles laicos (upasa-
ka) y las fieles laicas (upasika). Aunque sin libro santo, el budismo es Junto a esto, he aquí los cinco preceptos éticos que debe observar
una religión sin sacerdotes, por ende sin altas autoridades que definan el laico: «Un discípulo laico es virtuoso si se abstiene de matar; de
los deberes y excomulguen en casos graves, pero también con la asun- tomar lo que no le es dado; de la lujuria; de la mentira; de bebidas
ción de credos y la práctica de cultos a veces extraños a la propia reli- 49
embriagadoras causantes de indolencia» . Estos preceptos no se pre-
gión, es decir, con la proliferación de todo tipo de experiencias sincré- sentan como mandamientos, sino como puntos de educación («sikja-
ticas (budismos corrompidos).

Entre los laicos no hay ni bautismo, ni matrimonio religioso, ni


ningún otro rito obligatorio relacionado con la vida conyugal, de 46. Las amas de casa también pueden dar limosnas, pero el monje no puede mirar
a las mujeres. En todos los casos, quien da las gracias al entregar su óbolo es el donan-
te, no el recipiendario.
47. I t i v u t t a k a , 111.
) 9 5 4 5 . Cfr. Marín, J: B u d a , o la n e g a c i ó n del m u n d o . Espasa Calpe, Buenos Aires, 48. V i n a y a , 1,221.
49. S a m y u t t a - N i k a y a 5,395.
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