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Orono Santa Maria 2009 PDF
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1. Introducción
2. Los Programas de Idioma Español de los planes 1963, 1976, 1986, 1996 y 2006
De los programas de Idioma Español analizados, sólo en los del plan 2006 se
explicita el rol del sistema educativo como agente o instrumento planificador de las
políticas lingüísticas estatales:
Siguiendo este razonamiento, pero desde otra perspectiva, puede decirse que el
proceso escolar de imposición de la lengua estándar refleja un problema de conflictos
socioculturales, ya que el modelo socialmente discriminante se corresponde con la
distribución de la legitimación social de las variedades lingüísticas: los sectores sociales
medios y altos comparten una variedad estándar que es precisamente la que impone el
currículo oficial para la educación. Es la variedad formalmente reconocida, con un
prestigio negado a las variedades vernaculares. Para afirmar este prestigio, por
oposición, la ideología del estándar descalifica las hablas que utilizan precisamente los
estudiantes de los estratos socialmente más desfavorecidos, que son los que más
requieren del amparo escolar.
En este sentido, García y Genisans (1999: 282) explican que “el proceso escolar
de la enseñanza de la lengua deriva en un gran porcentaje de marginados lingüísticos
que (…) contraen un “habla miedosa”, alimentada por una conciencia dialectal culpable
que los inhibe para la libre expresión y enriquecimiento verbal que debe ser el principal
objeto de la enseñanza de la lengua”.
Hay una relación muy estrecha entre las nociones de norma y corrección: las
normas son constelaciones de la realidad social que crean, delimitan y aseguran las
nociones de corrección (Bartsch 1987). Seleccionar un modelo de lengua para su
enseñanza hace necesario un planteo en términos de „corrección idiomática‟ que
establezca un corte, defina la variedad seleccionada y la imponga como lengua correcta.
Sin embargo, no todos los programas de Idioma Español de Educación
Secundaria analizados conciben la corrección de la misma manera. En este sentido
pueden reconocerse tres períodos: (1) Pre-dictadura. Plan 1963, (2) Dictadura. Plan
1976, (3) Pos-dictadura. Planes 1986, 1996 y 2006.
Y se agrega:
Los medios para cumplir con las finalidades citadas son la “lectura explicada”,
los “ejercicios de expresión” y la “gramática”.
Parece deducirse que cuando se explica que “se tendrá por correcta toda
expresión decorosa que resulte eficaz”, lo que prima es el uso, la adecuación de la
forma lingüística a la intención comunicativa, aun cuando “no responda con estrictez a
los registros del diccionario o a las exigencias de la gramática normativa”, como dice
el documento citado.
Por otra parte, dado que se propone el alejamiento de toda “afectación purista”,
se pensaría que habría un interés en defender la igualdad social y moral1 mediante la
defensa de la igualdad de valor de los usos lingüísticos, siempre que resulte “eficaz”.
Sin embargo, en realidad se adjudica al docente la responsabilidad de evaluar el
supuesto decoro, o no, de una determinada expresión.
1
En oposición a quienes defienden la „pureza lingüística‟, que se adjudican una superioridad social y
moral (Shapiro 1989).
normales que son más frecuentes en ciertas regiones, clases sociales, modalidades de
lengua, etc. (Barros 2005)2.
En todo caso, en los programas de Idioma Español del plan 1963, al no definirse
con claridad cuál es el modelo o criterio de corrección, se abre espacio a múltiples
interpretaciones por parte de los docentes, que incluso pueden llegar a ser muy
divergentes.
Los programas de Idioma Español para 1º y 2º años del plan 1976 no presentan
fundamentación ni objetivos específicos. El programa de 3er año, por su parte, explicita
los siguientes “fines”:
En la redacción de estos fines se establece una relación entre el uso correcto del
idioma y los valores estéticos y estilísticos. Se presenta la lengua ejemplar como un
valor que a su vez permite acceder a otros valores. Estos vínculos también aparecen en
otras acciones de planificación lingüística del período, a saber, la campaña de
alfabetización de 1982 (Barrios y Asencio 2003), la campaña purista de 1979 y la
campaña de lucha contra el portugués de 1978 (Barrios y Pugliese 2004).
2
Barros (2005) reconoce la existencia de tres tipos de normas lingüísticas (“natural”, “prescriptiva” y
“usual”). Cada una de ellas implica una concepción de lengua y de variación particular.
Por otra parte, el uso del término “lengua materna” para referirse al español
implica desconocer la realidad lingüística de parte del país (donde hay niños cuyas
lenguas maternas no son precisamente el español), lo cual es congruente con la
representación de país monolingüe que se quiere transmitir en este período mediante las
acciones de planificación lingüística mencionadas por ejemplo en Barrios y Pugliese
(2004).
Este discurso es coherente con las políticas lingüísticas de tipo nacionalista y
unificador que, si bien existen en Uruguay desde la Ley de Educación Común (1877),
se acentuaron durante el período dictatorial dentro del que se enmarcan los programas
de Idioma Español del plan 1976. Estos discursos nacionalistas no se observan en los
programas estudiados de otros períodos.
Por otro lado, destacar el valor de lengua estándar como elemento unificador de
la comunidad, “elemento básico de la unidad idiomática del país”, según las palabras
del programa de Idioma Español citado, exalta los sentimientos patrióticos y
nacionalistas. Al igual que como se observó en Barrios y Pugliese (2004), existe un
discurso volcado a involucrar a los actores que deberán instrumentar las propuestas
político-lingüísticas del gobierno, en este caso, los docentes.
Las distintas circunstancias históricas que dieron lugar a cada uno de estos
planes -retorno a la democracia, impulso neoliberal, primer gobierno de izquierda,
respectivamente- generaron, a su vez, diferencias en la conceptualización de los
objetivos educativos y su consecuente repercusión en el diseño curricular de los ciclos
educativos de cada plan.
Cuadro 1. Horas semanales dedicadas a la asignatura Idioma Español, por año liceal y plan educativo.
Los objetivos de los cursos de Idioma Español, en cambio, son los mismos en
los tres casos (plan 1986, 1996 y 2006).
3
Los otros dos son “Lograr que [el alumno] desarrolle y eduque su capacidad para interpretar los
contenidos lingüísticos” y “Procurar que adquiera un conocimiento reflexivo de la estructura de su lengua
materna”. Estos tres objetivos, a su vez, coinciden con los del plan anterior a la dictadura, el
correspondiente a 1963.
A diferencia del período dictatorial, aquí la norma es concebida en términos
prescriptivos (Barros 2005), ya que se construye por oposición a otra: usos cultos/ usos
no cultos. Al considerar la norma culta como única variedad válida se trasmite, por
oposición, también la regla contraria: el que no sabe esa variedad se desempeña
ineficazmente desde el punto de vista lingüístico.
“Si todo hablar tiene un propósito, será tanto más eficaz cuanto más
apropiadamente sirva a ese propósito. Esto supone, por lo tanto, que el alumno
deberá ser paulatinamente preparado para asumir los diversos
comportamientos sociolingüísticos correspondientes a cada situación de habla,
de suerte que logre cumplirlos adecuadamente.
El equilibrio entre estas dos metas, respetar la identidad propia de cada individuo
por un lado y permitirle incorporar otras identidades por otro, es extremadamente
precario. Es, en realidad, un lugar de tensión permanente, porque esas otras variedades
que se pretende que el individuo incorpore en su pasaje por el sistema educativo son
más prestigiosas que las suyas, entonces inevitablemente habrá conflicto con las
identidades de origen.
Para que esta situación se resuelva exitosamente son necesarios no sólo una
interpretación funcional de las normas, sino una acabada explicitación de las mismas y
una aclaración del alcance de términos como „corrección‟ y „eficacia‟, por cuanto los
programas seleccionados tienen como destinatarios a los docentes de lengua, que son
quienes deberán realizar la intervención pedagógica. En un sistema educativo que formó
durante tantos años a los ciudadanos en la convicción de alcanzar el dominio de la
norma “culta” como bien deseado y que probablemente estigmatizó a los hablantes
desposeídos de tal bien, es difícil imaginar que las nuevas disposiciones educativas
trasformen una práctica que las propias disposiciones no contribuyen a esclarecer.
Documentos citados
Consejo de Educación Secundaria (1963) Programa de Idioma Español. 1º, 2º y 3º año
de Ciclo Básico. Plan 63. Montevideo, Consejo de Educación Secundaria.
Consejo de Educación Secundaria (1976) Programa de Idioma Español-Literatura. 3º
año de Ciclo Básico. Plan 76. Montevideo, Consejo de Educación Secundaria.
Consejo de Educación Secundaria (1986) Programa de Idioma Español. 1º y 2º año del
Ciclo Básico Único. Plan 86. Montevideo, Consejo de Educación Secundaria.
Consejo de Educación Secundaria (1996) Programas. Plan 1996. Ciclo Básico de
Educación Media. 1º y 2º año. Montevideo, Codicen.
Consejo de Educación Secundaria (2006) Programas. Reformulación 2006. Ciclo
Básico. 1º y 2º año. Montevideo, Consejo de Educación Secundaria.
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