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Tú, sígueme ABRIL 30

…Señor, ¿y qué de éste?


Jesús le dijo:
—Si yo quiero que él quede hasta que yo venga,
¿qué tiene esto que ver contigo? Tú, sígueme.
Jn 21.21-22

Uno de los errores que durante mucho tiempo nos persigue es lo que ilustra el
dicho de. Todos en algún momento de nuestra vida experimentamos el
llamamiento de Jesús. La forma en que Dios nos llama siempre es diferente y a
veces tan extraña. A algunos por un evento o experiencia que marco su vida; a
otros por medio de otra persona; a algunos otros por una fuerte necesidad que no
se puede contener. Dios llama de diferentes maneras a las personas. El punto que
nosotros estamos tratando aquí no es tanto la forma en que Él nos llama, sino la
forma en que nosotros seguimos.
Pedro, quien es nuestro punto de referencia aquí, fue llamado en dos ocasiones casi
exactamente de la misma manera; El Señor se le presenta y lo llama para sacarlo de su
vida cotidiana, irrumpe en vida, carente de sentido y de propósito. Ambas son en el
mismo contexto. Sin embargo, en la segunda llamada el Señor es más directo con
Pedro; En este segundo asalto, el trato sigue siendo igual con mucha misericordia, pero
más desafiante. Anteriormente Jesús tolero a Pedro sus atrevidas preguntas,
insinuaciones y sus descaradas comparaciones, tal como: “Señor, nosotros lo hemos
dejado todo ¿Qué pues tendremos?” Esta vez, una vez restaurado Pedro al parecer va
detrás de Jesús, literalmente va detrás del Señor. Pero Pedro tiene una inquietud,
parece que mientras camina una piedra se le metió en la sandalia y en cierto sentido
se siente incomodo o molesto; no duda y lanza su inquietud “Señor ¿Y este qué?”
Por la forma de la conversación, es mi opinión, que Pedro no tuvo una respuesta tan
explicada como cuando pregunto que tendrían ellos por haberlo dejado todo, sino por
el contrario recibió lo que en nuestro lenguaje funciona como “¿y a ti… qué te
importa?” Tu, sígueme…
Y es que es tan natural de nosotros este efecto de volver nuestra atención hacia la
forma en que otros siguen al Señor, que dejamos de ver nuestro camino. Creo,
personalmente que esta fue la piedra con la que Pedro tropezó muchas veces en su
primer llamamiento. Esto nos recuerda la llamada de atención del autor a los Hebreos
de “Puestos los ojos en Jesús…” Como siempre es fácil hablar de los errores que
cometen otros, de la forma rara y extraña en que lo hacen otros pero…
Para pensar y compartir
¿Qué hay de ti? ¿Cuántas veces te has desviado del camino, prestando atención a la
forma en que otros lo siguen, y olvidando lo que a ti se te dijo “Sigueme”? Por ultimo
piensa en todas esas veces que perdiste el rumbo por ver la forma en que otros siguen
al Señor y piensa en esta gran verdad Tú, ¿quién eres que juzgas al criado ajeno? Para
su propio señor está en pie o cae; pero será afirmado, porque poderoso es el Señor
para afirmarle

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