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CARTA PÚBLICA AL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Señor
Carlos Alvarado Quesada
Presidente de la República
Presente.
Estimado señor Presidente:
Nos sentimos en la obligación moral de dirigirle a usted esta carta en
momentos en que nuestra Costa Rica y el mundo entero enfrentan la
pandemia del Covid-19, con graves efectos en la salud, la economía y demás
actividades humanas. Lo hacemos también en ejercicio de la facultad que
usted nos otorgara, en su momento, como garantes del ejercicio ético en su
gestión de gobierno.
Queremos, en primer lugar, reconocer el manejo transparente,
informado, técnico y eficaz que se han hecho las autoridades a cargo de la
crisis sanitaria que padecemos. Todo el país ha visto cómo, de manera
profesional y responsable, las personas especialistas y expertas en salud
pública han sido quienes han tomado la palabra y las acciones requeridas,
eliminándose cualquier manejo político indebido. También estimamos de
gran valor que este desafío se haya ejecutado con estricto respeto a las
libertades y derechos fundamentales de las personas, tal y como debe ser, a
pesar de las medidas extraordinarias que por obligación se han tomado.
Dicho lo anterior, queremos transmitirle nuestra preocupación por el
futuro que nos espera como sociedad y nación. Debemos advertir que la
calamidad que estamos sufriendo nos encontró, afortunadamente, con un
sistema de salud pública (Ministerio de Salud y C.C.S.S.) con importantes
recursos y capacidades, materiales y humanos, que han hecho la diferencia
entre sobrellevar esta crisis sanitaria con márgenes de éxito razonables, y no
tener que enfrentar la catástrofe que ha significado para muchos países,
incluso de mayor desarrollo y riqueza que el nuestro. A estas entidades
rectoras se han sumado universidades públicas y otras instituciones que han
permitido instalar hospitales de emergencia, confeccionar equipos de
protección, dar asistencia técnico-profesional y hasta ensayar alternativas de
detección y tratamiento de la enfermedad. La verdad es que todos estos
logros nos tienen gratamente impresionados tanto dentro como fuera del
país.
Pero debemos recordar también que esas instituciones que hoy
responden a la altura de las circunstancias “no son hijas de las piedras”,
como diría el benemérito García Monge, sino el resultado de largas luchas y
conquistas sociales de muchas generaciones de nobles costarricenses. De
manera particular la Caja del Seguro Social –cuyo financiamiento obliga al
Estado, patronos y trabajadores- es una de las columnas que cimientan y
sostienen el pacto social real, surgido del doloroso parto del período 1940-
48, y que por décadas le ha otorgado al país estabilidad política y social.
Al tiempo que celebramos su convocatoria a todos los sectores del país
para dialogar y ser oídos, queremos respetuosamente instarle a que se
continúe tomando aquellas medidas que en definitiva encausen al país, por la
senda correcta. No equivocarse en este tema y en este tiempo es
fundamental para garantizar la paz social y la salud de la democracia. Hay
que refundar la nación sobre las únicas premisas que hacen viable cualquier
proyecto humano, a saber, la solidaridad y la equidad, el aporte de cada uno,
según su capacidad, y siempre teniendo como fin indispensable el bien
común por sobre los intereses de grupo.
Por eso mismo también nos ha preocupado ver cómo la balanza en
este proceso podría ser cargada de manera desproporcionada en los
hombros de asalariados y jubilados, sobre todo del sector público. Ya antes
de esta crisis se emitieron leyes que procuraron corregir excesos
injustificados. Esa tarea está sobradamente cumplida. Pero, aun así,
consideramos que este sector puede contribuir una vez más, pero debe ser
de manera proporcional al ingreso, en montos razonables y temporalmente
limitados. En todo caso, los cálculos de este nuevo aporte extraordinario,
dadas las innumerables cargas sociales que ya pesan sobre salarios y
pensiones, deberían hacerse sobre los ingresos netos y no brutos de los
contribuyentes. No sería justo ni legal, tampoco, cercenar derechos
adquiridos como el aguinaldo o el salario escolar.
Por otra parte, nos parece importante, tanto desde el punto de vista
de justicia, como de la paz social, que parte de la contribución venga de las
empresas y personas privilegiadas, que han disfrutado de altos rendimientos
en los últimos tiempos. Sea o no que sus ingresos hayan mermado, tienen el
deber de aportar de manera razonable a enfrentar esta crisis, habida cuenta
de que incluso, algunos de ellos, por su actividad, han visto aumentar o
mantenerse su nivel de ingresos.
Señor Presidente, Usted atinadamente ha llamado a la unidad y la
solidaridad. Esos valores deben ser hoy la práctica común. No podemos pedir
más solidaridad y unidad, si hay un aporte marcadamente sesgado en contra
de algunos que ya contribuyen y están dispuestos a seguirlo haciendo.
De las decisiones que se tomen, señor Presidente, dependerá si hay
aún motivos para celebrar el tan esperado Bicentenario de la Independencia
de su programa de gobierno. No podemos darle cabida a las salidas violentas
en ausencia de equidad y justicia.

Atte. Garantes Éticos.


MARGARITA BOLAÑOS ARQUÍN QUINCE DUNCAN MOODIE

JOSÉ MANUEL ARROYO GUTIÉRREZ

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