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Globalización
Globalización
Definición de Globalización
La Globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural, que consiste en la
creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo.
Unificando sus mercados, sociedades y culturas identificadas como un proceso dinámico producido
principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia
liberal; se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea.
Por su parte, la Real Academia de la Lengua Española define globalización como “la tendencia de
los mercados y las empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las
fronteras nacionales”.
Para Joaquín Estefanía “en esencia, la globalización económica es aquel proceso por el cual las
economías nacionales se integran progresivamente en el marco de la economía internacional, de
modo que su evolución dependerá cada vez más de los mercados internacionales y menos de las
políticas económicas gubernamentales.” (Estefanía, 1996: 14)
Algunos autores van más allá del puro intento de lograr una definición y abordan los aspectos que
consideran centrales en el fenómeno, así encontramos trabajos como el de Guillermo de la
Dehesa, quien dice que “…la globalización es un proceso que promueve empresas de gran tamaño
ya que, para ser competitivas y tener una mayor cuota de mercado, deben estar presentes en el
mayor número de países.” (De la Dehesa, 2000: 91)
En un óptica totalmente crítica, la ONG “globalízate” nos dice que “La globalización es la expresión
de la expansión de las fuerzas del mercado, espacialmente a nivel mundial y profundizando en el
dominio de la mercancía, operando sin los obstáculos que supone la intervención pública”. En este
sentido, entienden que la globalización no es un fenómeno completo y terminado sino un proceso
inacabado en el que el capital lucha por ampliar su dominio y aseguran que “la globalización
neoliberal es bien sencilla de aplicar: liberalizar el comercio y los flujos de capitales, de tal manera
que se pueda comerciar con ellos sin ningún control, en todo el mundo, que nadie pueda ponerles
condiciones; privatizar porque afirman decididos… que todo lo público es poco eficiente, flexibilizar
el mercado de trabajo -es decir convertir a los trabajadores en un coste variable pudiendo
contratarlos a los salarios que a la empresa le parezcan adecuados y despedirlos cuando les
convenga-; y finalmente, desregular, es decir, eliminar todas las regulaciones públicas de la vida
económica y social para que ellos puedan establecer sus propias reglas”. (Globalízate, 2005)
Aquí solo ofrecemos una muestra mínima del sinfín de definiciones de globalización que es posible
encontrar; con ellas ya podemos percatarnos de que, dependiendo de las afinidades ideológicas y
los objetivos perseguidos, cada autor construye una definición que resalta algunos aspectos y
omite otros.
En nuestro caso, el objetivo no es realizar un estudio exhaustivo de la globalización; nos basta con
tener una idea general de lo que significa, porque el verdadero objetivo es evaluar su relación con
las microempresas.
¿Quién se hace cargo entonces de todo el proceso? Las empresas, en particular aquellas que
cuentan con la capacidad de operar simultáneamente en diferentes países y regiones del mundo,
es decir, las llamadas empresas multinacionales o transnacionales (EMN´s). Prueba de ello es que
en la actualidad, además de concentrar gran parte de la producción (40% del PIB mundial), estas
empresas monopolizan el comercio internacional de bienes y servicios, llegando a acaparar dos
terceras partes del comercio mundial.
La razón de por qué recae en esas empresas la parte más dinámica es precisamente el hecho de
que el proceso de globalización está basado en la búsqueda y uso de capacidades más
competitivas para generar productos y servicios de mejor calidad y precios a nivel mundial. A su
vez, el resultado económico de los países depende significativamente de los enlaces que
establezcan con el resto del mundo y la clave de esos enlaces está en los nexos generados a
través de empresas que participan con su producción a niveles internacionales, a través de flujos
de comercio, tecnología y capital.
De lo anterior se deduce que, toda empresa que quiera ser parte de la globalización debe, ante
todo, ser competitiva. Pero ¿qué es ser competitivo? Nuevamente, sin el afán de ser exhaustivos
en los conceptos, habría que aclarar que ser competitivo es diferente a ser competidor. Un
competidor es todo aquel que se presenta en el mercado para ofertar sus productos y compite con
muchos otros por una cuota de mercado. Así, la empresa que quiera superar a sus competidores
debe ofrecer, como mínimo, precios más bajos y un nivel de calidad cercano al estándar.
Según Estefanía “…hay tres causas para la globalización: la aceleración de los ritmos de apertura
económica y de los intercambios de mercancías y servicios; la liberalización de los mercados de
capitales que ha integrado las plazas financieras y las bolsas de valores de todo el mundo; y la
revolución de las comunicaciones y de la informática, que ha conectado en tiempo real con el
espacio.” (1996: 14)
No obstante, la mayoría de los críticos de la globalización apunta que las EMN’s analizan la
inversión en función de los costos y recursos previstos en las estrategias que definen las propias
empresas y no los países; por lo que, los beneficios que genera la recepción de IDE y la
localización de EMN’s en los países menos desarrollados, suele estar muy por debajo de las
expectativas de los gobiernos y la población de esos países 2.
Si se pretende atraer IDE, aumentarla o retenerla, la imagen del país en la comunidad inversionista
internacional ha de ser óptima. La internacionalización del capital permite trasladar los centros
productivos a aquellos países con mayores ventajas competitivas, en cuanto a recursos se refiere.
La estrategia de los gobiernos para atraer IDE incluye incentivos que van desde los más
tradicionales como son los subsidios; las exenciones fiscales; mano de obra barata; terrenos;
etcétera, hasta elementos más modernos y sofisticados como la elaboración de programas de
desarrollo tecnológico, protección de la propiedad intelectual; creación de infraestructuras y
parques tecnológicos; e incluso apoyo para la adaptación de los recursos humanos del país al
cambio técnico (para lo cual se crean planes educativos centrados en la formación especializada,
2
la educación continua y el reciclaje)3. El problema es que los incentivos más sofisticados son más
caros y requieren de un mayor plazo para ser concretados.
Los acuerdos pueden ser multilaterales (GATT, OMC), regionales (APEC –Foro de Cooperación
Económica Asia-Pacífico–), NAFTA, Unión Europea, Mercosur, ASEAN) o bilaterales.
Esta última afirmación se basa en el hecho de que todo país que quiera establecer un acuerdo
comercial, sea bilateral o regional, debe primero realizar una serie de ajustes institucionales,
estructurales, legales, económicos, laborales, etcétera, que le permitan sincronizar su economía
con la de su(s) socio(s). Y lo más curioso de este asunto es que, aun cuando se supone que estos
acuerdos están pensados para excluir a otros países, en realidad todos esos ajustes corresponden,
al pie de la letra, con las características que la globalización exige para que una economía sea
3
integrada a los mercados internacionales. Por eso no es extraño que, una vez firmado el primer
acuerdo, que suele ser extremadamente complicado y tardado, el país en cuestión cubre ya la
mayor parte de los requisitos que le puede exigir cualquier otro acuerdo comercial, por lo que, en
adelante, no le será tan difícil ni tan tardado conseguir más socios comerciales. Y esto no es otra
cosa más que un importante avance en su proceso de integración a la globalización.
Una vez que hemos hablado de la relación que guardan los acuerdos comerciales con la
globalización, podemos ver que están tan estrechamente relacionados que en esencia se trata del
mismo fenómeno. Así que todo lo que antes hemos dicho sobre la globalización, respecto a la IDE,
las EMN’s, etcétera, resultará válido para los acuerdos comerciales y la formación de bloques
regionales, por lo que no será necesario particularizar el análisis al respecto. Esto nos permite
avanzar a la siguiente tarea, que consiste en relacionar todo lo que hemos dicho con las
microempresas.
Ventajas de la globalización
Se disminuyen los costos de producción y por lo tanto se ofrecen productos a precios
menores.
Aumenta el empleo en los lugares donde llegan las multinacionales, especialmente en los
países subdesarrollados.
Aumenta la competitividad entre los empresarios y se eleva la calidad de los productos.
Se descubren e implementan mejoras tecnológicas que ayudan a la producción y a la
rapidez de las transacciones económicas.
Mayor accesibilidad a bienes que antes no se podían obtener en los países
subdesarrollados.
Desventajas de la globalización
Mayor desigualdad económica entre los países desarrollados y subdesarrollados debido a
concentración de capital en los países desarrollados (acumulación externa de capital).
Desigualdad económica dentro de cada nación ya que la globalización beneficia a las
empresas grandes y poderosas.
En los países desarrollados aumentará el desempleo y la pobreza porque las empresas
grandes emigran hacia otros lugares en busca de mano de obra y materia prima barata.
Mayor injerencia económica de parte de los países desarrollados hacia los países
subdesarrollados o en vías de desarrollo.
Degradación del medio ambiente por la explotación de los recursos.
Menor oportunidad de competir con las grandes empresas multinacionales.
Mayor fuga de capitales porque cuando las empresas multinacionales lo decidan, se
trasladan hacia otros países que les ofrezcan mejores ventajas en su producción.