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TEMA X.

LAS UNIVERSIDADES

El derecho común es producto de las universidades, de Bolonia en primer


lugar, después de otras que van extendiéndose por Europa. Para comprender su
recepción o penetración, conviene ocuparse de sus orígenes. París posee menor
importancia, al prohibirse, en 1219, el estudio del derecho civil a clérigos y religiosos;
por ello, se dedicará a la filosofía y la teología. Es, además, una universidad
dominada por los profesores, aunque existan corporaciones estudiantiles. Los
maestros organizan los estudios, bajo dependencia de un canciller y del obispo.
Muy diferente del modelo boloñés.

Organización de Bolonia:

A inicios del siglo XI, aparecen referencias sobre enseñanzas jurídicas en Italia,
singularmente en Pisa y en Bolonia. Las escuelas catedralicias anteriores se
dedicaban a la enseñanza de teología, gramática y filosofía. A comienzos del siglo
XII, Irnerio, maestro en artes o filosofía, empieza a enseñar los textos romanos con un
sentido jurídico. Hacia 1140, allí mismo, un monje, Graciano, concluía la redacción del
Derecho o colección de cánones de los concilios de la iglesia (primer texto del "Corpus
iuris canonici"). En 1154 se entrevistan los estudiantes con el emperador Federico I
Barbarroja, quejándose del trato de la Comuna o gobierno boloñés; así, el emperador
decreta la auténtica Habita, protegiendo el estudio y sujetando a los escolares a la
jurisdicción de sus maestros, o del obispo, si son clérigos. Sus concesiones
pretenden crear una ciudad de su partido, gibelina y evitar abusos sobre los
estudiantes. La ciudad, interesada en que acudan estudiantes, creará cátedras
pagadas con sus fondos, aunque tiende a vejarlos y tratarlos de extranjeros (poco
protegidos en derecho medieval).

En un principio, maestros y escolares formaban "societates", donde cada


grupo buscaba maestro, al que remuneraban mediante una colecta o reparto; el grado
se confería por varios maestros. A fines del siglo XII surge una " universitas
scholarium" (o de los estudiantes) y dos universidades, una de los ultramontanos
o estudiantes venidos de fuera, otra de los cismontanos o habitantes de la península
itálica. Por ello, Bolonia tendrá dos rectores, uno por cada universidad.

La Comuna se enfrentó en varias ocasiones con los estudiantes, que


amenazaban con abandonar la ciudad por otra, como hicieron algunas veces
fundando otros estudios... Por otra parte, las luchas entre güelfos y gibelinos
influyeron en la vida municipal. A principios del siglo XIII, Honorio III concedía al
archidiácono de la catedral, como canciller de la universidad, la potestad de conferir o
colacionar los grados. Los estudiantes se alinean en el partido pontificio o güelfo,

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frente al emperador. Bolonia se vería cercada por Enzo, hijo del emperador y rey de
Sicilia, pero la Comuna le vence. La participación estudiantil produce su buen
entendimiento con la Comuna, que les concede derecho de ciudadanía, exención de
algunas tasas o impuestos, etc. La lucha de bandos seguirá, pero la universidad se
consolida.

Hacia 1244 hay datos suficientes de su constitución:

- Cada una se dividía en "nationes" o grupos de estudiantes, de la misma región


o territorio y se agrupan para ayudarse. Los peninsulares se dividen en hispani y
cathalani. El número de naciones da idea de su capacidad de atracción sobre toda
Europa (extranjeros muy numerosos, mientras los nacionales eran menos, al existir
otros centros en Italia).

- Las naciones se organizaban con sus "procuradores", elegidos por


compromisarios representantes de las distintas regiones dentro de la nación,
por un período anual. Sus funciones eran de tipo económico, vigilancia,
administración...y se pagaba por entrar en ella y por la solución de problemas.

- Cada "nación", nombraban un rector, que era un escolar que cursaba


durante su año su rectorado. Se elegía en asamblea al principio y después por
consiliarios o representantes de las naciones. Se encargaba de las matrículas,
designación de profesores, comercio de libros, etc...Todos le prestaban juramento de
obediencia.

- El canciller o delegado pontificio era el archidiácono de la catedral. Confería


los grados, que alcanzaban valor en toda la cristiandad. Los papas siempre tuvieron
estos cancilleres o delegados en las universidades, hasta el siglo XIX, ya que la
cultura, las universidades y sus rentas eran eclesiásticas.

- Los profesores, doctores legentes o regentes, eran al principio elegidos


por los escolares y pagados mediante la colecta. Paulatinamente los pagó la
universidad o la comuna; aunque continúa la colecta, son los rectores quienes piden
contratar a los profesores, al tiempo que determinan las lecciones o materias a
enseñar. En todo caso, los profesores y doctores quedan fuera de la universidad,
formada por los escolares. Con el tiempo, para defenderse frente al poder estudiantil
y para regular los grados, se constituyen en un colegio de leyes y otro de cánones. En
el siglo XIV los colegios jurídicos los forman tan sólo 16 doctores, a renovar.
Intervienen, sobre todo, en el examen de grado, bachiller, licencia o doctorado.
Después, el archidiácono, como representante del papa, confiere o condiciona
en forma solemne el grado logrado.

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Por tanto, la Bolonia medieval, gozó de amplio poder a través de sus
rectores y naciones. Fue la más importante de las universidades jurídicas, que
logró equilibrar sus poderes siendo modelo para otras.

La enseñanza universitaria:

Sus cátedras se distribuían según los diversos libros del Corpus romano o
canónico. El rector y los escolares determinaban las materias a explicar, que luego
quedan fijadas por las constituciones y estatutos en la época moderna. El lector o
maestro lee el texto y explica sus dificultades y cuestiones, que los escolares siguen
con apuntes. Al no haber tiempo para explicar todo el libro, se recibe distinta
explicación según los años, pero no importa, pues no había que memorizar las
cuestiones, sino saber manejarse y argumentar sobre ello. Junto a los profesores
ordinarios, enseñan otros extraordinarios, como complemento de otros doctores o
legentes. El curso dura un año, con vacaciones y cada día se imparte una o dos
horas por la mañana y otras tantas por la tarde; sólo se asiste a una cátedra por
curso.

El escolar, tras unos años de lógica y dialéctica, entra en cánones o leyes, y


oye durante 5 ó 6 años diversas materias. Con ello, sin exámenes, se
presentaba al grado de bachiller en leyes o cánones y si logra ambos se
graduaba "in utroque". Este es el grado fundamental para ejercer y ocupar
cargos. La licenciatura consiste en explicar de extraordinario y realizar actos de
disputas o conclusiones. Luego había un examen de grado, más riguroso, para
enseñar en todo el orbe cristiano: la licenciatura y doctorado.

La enseñanza tiene dos vías, la lección y la disputa; su control son los


grados.

A) Las lecciones suponen la explicación de un texto, en forma de "quaestio


legitima" o "disputata". Se muestra, con sus glosas, textos paralelos y opiniones de
los grandes juristas, se argumenta sobre él y se decide. Primero, se hacía un resumen
o "summa", después se determinan los casos y problemas; una nueva lectura para la
argumentación y las oportunas distinciones para llegar a la solución. Junto a éstas,
aparecían las llamadas repeticiones solemnes de los profesores, o lección magistral,
que debían dar una vez al año. Era un acto solemne, al que asistían los componentes
de la universidad: sobre una cuestión, elegían y dictaban su exposición ante el claustro
de escolares.

B) Las "disputas", son el otro vehículo de enseñanza. Esta forma,


desaparecida en el siglo XIX, era la defensa y capacidad de argumentar sobre los
textos. Se verificaban como actos independientes en que un bachiller, que aspira a la
licencia, defiende unas conclusiones fijadas por el bedel en la puerta de la clase o
aula, y en la que participaban las doctores. O se usaban también en los exámenes de
grado, a modo de disputas sobre determinados puntos.

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A través de ellas, los doctores comprobaban los conocimientos del
candidato a la "licentia docendi" (grado más importante, el doctorado),
consistente en la solemne colación del grado por el canciller o maestrescuela,
dándole el anillo y la borla. Anteriormente, tras solicitar el grado de canciller, se
le hacía una examen privado o "tentamen" por los doctores designados y
depués podía pasar al examen público ante el colegio de doctores. En el acto,
con la presencia del tribunal, se picaba o abría un libro, en tres puntos, de los
que el candidato elegía uno. Se le daban 24 horas para que, cerrado y con libros
y apuntes, desarrollase unas tesis o conclusiones sobre el mismo pasaje, que
luego defendería con argumentos hechos por los doctores. El acto era solemne
y costaba bastante dinero, no sólo en propinas a los miembros del tribunal, sino por
los convites que, con ocasión del grado, se celebraban.

En suma, la carrera consistía en unos cuantos cursos que oyen los


estudiantes para lograr el grado de bachiller, con un examen menor; después de
cerca de cinco años, pasaban otros tantos explicando de extraordinario y
celebrando actos y disputas, en la universidad, en casas particulares alquiladas, o
en algún convento; luego podían presentarse al examen o "tentamen" y, si se
juzgaban aptos, al examen público de licenciatura. Si tras ello consideraban
oportuno pagar los derechos, se les confería el doctorado, con la intervención
del canciller. En este acto solemne, se le entregaba el libro, el anillo y otros
símbolos que respresentaban su aceptación en el colegio o en el número de
doctores.

Estas formas de enseñanza y aprendizaje se mantuvieron en las


universidades europeas durante la edad media y la edad moderna.

Las universidades peninsulares:

Sin duda, surgieron pronto para facilitar el estudio sin necesidad de salir a tierras
lejanas. Los monarcas tendrían interés en su fundación. La primera fue Palencia, en
Castilla, a inicios del XIII, mientras en León aparecía Salamanca. La unión de ambas
coronas en 1230, con Fernando III, quizás explica la desaparición de Palencia, aunque
se conserva todo el siglo. Portugal funda Coimbra a finales de la centuria y Aragón, en
1300, Lleida. Les seguirían otras, Valladolid, Huesca, Perpiñán....

No obstante, la corriente de estudiantes, legistas y canonistas hacia Bolonia se


mantuvo elevada durante la edad media. La fundación del colegio de San Clemente
de los españoles (1368), por el cardenal Gil de Albornoz, facilitó este movimiento, por
su prestigio y posibilidades. Y también se desplazaron a las del sur de Francia; se
creía que también hacia París, pero serían sobre todo los teólogos; hacia aquí se
dirigirán escolares sobre todo de la Corona de Aragón y Navarra, apareciendo muchos
en Montpellier y Toulouse, sobre todo en Perpiñán, pues pertenecía a la corona
aragonesa. Lo mismo le sucedió a Aviñón (sede pontificia durante el XIV), al suponer
la cercanía pontificia grandes ventajas para sus carreras (comprensible, al disfrutar de
beneficios o cargos en las iglesias, al dispensarles residencia por razón de estudios).
Por esta vía, pueden mantenerse fuera de España o de su ciudad y acudir a una
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universidad lejana; desde la época de Aviñón, el pontífice se reserva y reparte muchos
beneficios, por lo que se dirigen a él, a través de los rótulos de las universidades o de
los reyes o grandes señores o prelados (lo que explica su importancia). Asimismo, el
logro de grados universitarios es codiciado, al ser mérito indudable para alcanzar los
más altos beneficios, los obispados, etc. Los estudios, junto a las conexiones
personales con un monarca o cardenal, eran la palanca necesaria.

En la península, la primera universidad fue Palencia, en la que se enseñaba


teología, derecho y filosofía a principios del siglo XIII. El obispo Tello, con la ayuda
de Alfonso VIII, erigió aquel estudio general, posiblemente desde la escuela
catedralicia. No obstante, decae pronto, seguramente al no contar con suficientes
rentas para mantenerse, pese a las gracias pontificias. Se conoce poco más, que
desaparece con el siglo. En el reino de León, surge el estudio de Salamanca,
fundado por Alfonso IX y funciona desde inicios del siglo XIII, aunque su primera
regulación es de Alfonso X el Sabio (funcionamiento de cátedras con rentas reales;
bulas de Alejandro IV, etc). Contó, prontamente con la ayuda de los pontífices (tercias
reales o parte del diezmo). Fue la más importante de las universidades medievales
hispánicas (citada en los concilios junto a París, Bolonia y Oxford). Sus alumnos se
reclutaban preferentemente en los reinos de Castilla y León. Fue protegida por
Benedicto XIII, el papa Luna, que la dotó de constituciones, a través de las que vemos
la adaptación del modelo boloñés (enseñanza, organización, lecciones o grados). Con
todo, existen diferencias. Salamanca logró un equilibrio en sus órganos y
poderes, algo distinto del boloñés, aunque en origen, fue una universidad de los
estudiantes. El municipio, en cambio, tiene poca importancia, ya que no sufraga
gastos y apenas tiene relación con la universidad. Los monarcas algo más, aunque
son los pontífices quienes legislan y resuelven dichas cuestiones. En el siglo
XVI el rey comenzará a intervenir más directamente, a través de visitas e
inspecciones.

- A su frente estaba el "maestrescuela" o "canciller", nombrado por el pontífice,


a propuesta de la universidad, que además de conferir o colacionar los grados, tenía
jurisdicción sobre doctores y escolares. Con el tiempo, aparece como auxiliar, un juez
de estudio.

- Junto a él, el rector es un estudiante, elegido por los consiliarios o


representantes de las cuatro naciones, dos leonesas y dos castellanas. Es la suprema
autoridad, con amplios poderes y encargado, durante su período anual, de mantener
la disciplina y orden. Junto con su claustro de rector y consiliarios, controla las
oposiciones, que se deciden por votos de oyentes y escolares, sin que participen los
licenciados, doctores o catedráticos.

- Los profesores, elegidos por votación de los estudiantes para explicar las
diversas materias, pueden ser temporales, al comienzo de su carrera; luego, en las
cátedras superiores, son perpetuos. Va creciendo el número de cátedras en las
diversas facultades, en leyes y cánones, mientras teología, por reservarla a París no
se establece hasta el siglo XV.

- Por último, se agrupan los profesores y doctores en un "claustro de


doctores" que interviene activamente en la vida de la universidad. Martín V en sus
constituciones, estableció un claustro de diputados, con representantes de los diversos

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poderes: presidido por el rector y el maestrescuela, más los diez catedráticos
perpetuos o de propiedad y diez escolares elegidos por la asamblea de estudiantes.
Por fin, existía con el máximo poder, un claustro pleno, por la reunión de los doctores,
los diputados y consiliarios, con el rector y maestrescuela.

En definitiva, sobre el modelo boloñés, predominaba la presencia clerical.


Sus legistas y canonistas proporcionaron a la iglesia y la administración real
gentes formadas en el nuevo derecho.

A finales del siglo XIII se fundaría, en Coimbra, la universidad por el rey Dionís,
con alta participación de la Iglesia. Se concedía protección real a los estudiantes, se
vigilaban alojamientos y la jurisdicción al obispo canciller. El rey, no obstante,
nombraría conservadores, que con el tiempo adquieren la jurisdicción universitaria
(peso decisivo de su poder a diferencia de otras). El monarca nombraba a catedráticos
y rectores; por ese fuerte poder, cambiarán a veces la sede de la universidad, de
Coimbra a Lisboa y viceversa. No se quería a los estudiantes cerca de la corte;
tampoco participaba el municipio, ni poseía la universidad la jurisdicción sobre
sus integrantes. Atrajo preferentemente a estudiantes de su reino, más a algunos
gallegos. Tampoco acudieron muchos portugueses a Salamanca, de lo que se deduce
que las universidades peninsulares, en general, no intercambiaron entre sí alumnos.

Cuando se funda Lérida, en 1300, hubo grandes esperanzas de atraer alumnos


de todo el orbe. Pero, salvo excepciones, cada una se nutre y enseña a los
estudiantes de sus prropios reinos. Al crearse en el siglo XIV Valladolid, se
asemejaba a Salamanca, aunque con menor número de alumnos y más centrada en
su propia diócesis.

Lérida posee excelente documentación. Fundada por el rey Jaime II de Aragón,


con bula de Bonifacio VIII (1297). El rey la encomendó a los pahers o regidores
municipales, que entraron en conflicto con el obispo y la iglesia, que pretendían
financiarla y regirla. Será el municipio, como en Bolonia, quien mantenga y
organice aquella primera universidad de la Corona de Aragón (un intento de Jaime
I en Valencia, en 1245 no se logró). Se impusieron determinados arbitrios municipales,
completados con algunas rentas eclesiásticas. De acuerdo con el rector y escolares
redactaron en 1300 un "Lliber constitutionum et statutorum", donde se describen las
inenciones de sus primeros momentos.

Su estructura primera, debía asemejarse a Toulouse, universidad creada por los


papas, con fuerte dependencia del obispo, de la iglesia. Sin embargo, el monarca
decidió establecerla con los rasgos de Bolonia, universidad de escolares:

- El canciller sería una de sus cabezas, en orden a conceder grados por


delegación pontificia. Nombrado por el rey era un canónigo de la catedral. No tendría
la jurisdicción, a diferencia de Salamanca, sino que ésta quedaría en manos del rector,
como en Bolonia.

- El rector es la máxima autoridad, elegido por los estudiantes, un año de cada

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una de las naciones establecidas en el "liber constitutionum". Los escolares ilerdenses
formaban parte de su municipio, y la universidad se constituía para quienes no tenían
la protección de sus autoridades municipales. Se establecían doce naciones, pero la
realidad impondría que fuera un año catalán y otro aragonés, después en el siglo XV,
entró en el turno un valenciano. Tenía el poder del estudio, tanto en cuestiones
disciplinarias como jurisdiccionales y ejercía su potestad durante un año.
Conjuntamente, se nombran los consiliarios de las naciones.

- Los profesores se nombraban por el municipio, a propuesta del rector y algunos


estudiantes. El rey Jaime II concurrió en ocasiones para facilitar la venida de
profesores prestigiosos...Su labor se desarrolla en clases y grados a lo largo del curso.
La designación de los profesores por votos directos de los escolares es tardía; antes
tienen una participación, junto con el rector, pero sin el mecanismo de designación
directa como en Salamanca.

- El municipio, los pahers, financiaron la universidad y participaron en su


gobierno. Ejercieron su control y nombramientos mediante un organismo
denominado "clavería", que reunía representantes del municipio, la universidad y la
catedral, para resolver ciertas materias: rentas, nombramientos, etc. Este esquema de
organización se impondrá también en Huesca cuando se funde en 1354, aunque no se
pondría en funcionamiento hasta el siglo XV, o bien en la universidad aragonesa de
Perpiñán. Barcelona se aprueba en fines del siglo XV, pero tardaría en iniciar sus
clases. Valencia se erigió por bula de Alejandro VI en 1501.

En resumen, las nuevas universidades, en cuanto a su enseñanza u


organización, siguen líneas de Bolonia. Pero las diversas realidades existentes
modifican su estructura de poderes y organización. Unas, como la ilerdense
están más cercanas al modelo; otras, como Salamanca, son más dependientes
de la iglesia, mientras la portuguesa la dominan los reyes. Incluso en la
enseñanza existen diferencias: en Salamanca, predomina el estudio del derecho
canónico y no es usual alcanzar grados en ambos derechos, "in utroque"; en
Lérida, aun predominando canonistas, hay mayor tendencia a graduarse en
ambos. Con todo, Bolonia es madre y ejemplo de todas y se le denomina nutriz o
madre de las leyes, con toda razón.

Juristas, notarios y libros.

Dicha recepción del derecho común no se reduce a un fenómeno intelectual,


sino a verse favorecida por las circunstancias que vivía Europa.

En primer lugar, algunas precisiones sobre los juristas que estudiaban en las
universidades. Aparte de los conocidos, existía un amplio grupo de juristas anónimos e
imprescindibles en esta extensión del derecho común.

En las universidades hispanas estudian sobre todo los clérigos, pues las letras y
la cultura estaban unidas a la iglesia. Las universidades son organismos eclesiásticos
y, hasta el siglo XIV, los estudiantes han de ser en su mayoría clérigos. Pero, el

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estudiar tonsurados no es óbice para dejar luego los hábitos. En Bolonia, es distinto,
pues la vida ciudadana en Italia tiene un desarrollo mayor. Con todo, serán poco a
poco laicos los que estudien, al menos una parte.

Tanto clérigos como laicos, cumplirán una importante función en la recepción del
derecho común. En los ámbitos eclesiásticos, los clérigos alcanzan posiciones si
tienen estudios, y ya en los concilios se manifiesta ese interés por la apertura de
escuelas en las catedrales. En la corona, también logran puestos en la cancillería o
como jueces en la curia, en la audiencia y en el consejo. La nobleza ejerce las
funciones judiciales aunque muchas veces asesorada por éllos. Entre los siglos XIV y
XV la presencia de juristas laicos es ya notoria.

El mundo de los notarios y escribanos es diverso, pero esencial asimismo en


el fenómeno de la recepción. Los notarios (en abadías, monasterios, catedrales) de
una una primera época, serán sustituidos en las ciudades por notarios del rey, que los
tiene desde antiguo en su cancillería, aunque más tarde, da la posibilidad de ejercer
en las ciudades y lugares de realengo, frente a los antiguos notarios eclesiásticos.
Estos notarios, poseen una formación distinta a los juristas . En Bolonia funciona
pronto una escuela de notaría. pero su transmisión educativa no se hace en escuelas
(repetición de fórmulas y soluciones), sino de unos a otros. Por lo tanto, no es tan
complejo como el de los juristas , aunque también resulta esencial en la recepción.
Por ello, conviene no olvidarse de su organización gremial y extensión.

En el este, en la corona de Aragón, su actuación es más precoz (protocolos


desde el siglo XIII). En Castilla y León, menos, aunque actuaban de forma
generalizada y eran un núcleo decisivo en la vida ciudadana (protocolos desde el XVI).
Son los notarios reales o señoriales, eclesiásticos, a tener en cuenta en la evolución
del derecho. Intervienen en la cancillería real, en las de nobles y prelados; en los
juicios, para recoger actas o sentencias; en la práctica de los contratos y actos de la
vida jurídica. Junto con los juristas, son una pieza esencial, pues hicieron profesión del
nuevo derecho y de la nueva regulación de la sociedad desde la baja edad media.

Los notarios utilizaban algunos libros, formularios como mdelos para la redacción
de los diversos tipos de actos.

Los juristas manejan libros en su estudio y en la práctica posterior. Los libros son
caros, no están al alcance de muchos estudiantes. Por ello, existen copistas o
estacionarios que reproducen pecias o cuadernillos de los textos jurídicos.

En la península, a través de los inventarios conservados en bibliotecas de


catedrales o monasterios.

En general, los historiadores del derecho determinan el proceso de la


recepción mediante la legislación real del siglo XIII y siguientes, que muestra
fuertes influencias romanocanónicas. La adopción, más o menos textual, por parte

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de los reyes del iius commune, revela su fuerte impacto y su decisión de frenar una
aplicación generalizada del nuevo derecho.

TEMA XI. LA EXTENSIÓN DEL DERECHO COMÚN:

La recepción y sus cauces:

La recepción se realizaría desde Italia y Francia, llegando a la península


Ibérica a partir de los siglos XII y XIII y luego a Alemania, Polonia y Escandinavia.

Dicha extensión se hizo por tres cauces o vías preferentes:

- Los juristas formados en las facultades de leyes y cánones, interpretan el


derecho propio o singular, desde esquemas y construcciones aprendidos en las aulas.

- Los príncipes y los monarcas, cuyo mayor poder les lleva a legislar sobre las
relaciones con sus súbditos.

- Numerosos ordenamientos, territoriales o de una ciudad, declaran el derecho


romano o canónico como subsidiario o supletorio, a falta de ley o costumbre aplicable.

Las condiciones existentes en la Europa de los siglos XII y siguientes


hallaron en el derecho común un medio técnico para resolver sus problemas.
Sobre todo, por existir situaciones irresolubles desde el viejo derecho altomedieval.
Desde el nuevo, podían discutirse y resolverse los conflictos, así como proporcionar
elementos para el desarrolo político y social. Por estas razones surgieron las
universidades y los juristas se formaron en el derecho común.

Derecho común en Europa:

Existió una panorámica de los diferentes reinos y territorios según la penetración


del derecho común. En algunos, como Francia, su presencia es temprana e intensa,
mientras en Alemania es más tardía. Inglaterra, en cambio, entró por otra vías
diferente, presentando todavía hoy su derecho diferencias acusadas con el
continental.

Italia:

No estaba todavía unida en la edad media, por lo que conviene dar una idea de
sus ciudades y estados; las del norte, eran ya florecientes antes del siglo XII, bajo la
dependencia lejana del imperio. En el siglo XIII, el emperador Federico II trató de
dominarlas mediante cónsules en las comunas o municipios. Separó sus funciones
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judiciales y ejecutivas en manos de un "podestà", que también presidía las asambleas
ciudadanas. Los comerciantes y mercaderes comenzaron a intervenir en el gobierno a
través de asambleas más amplias. Ya desde el siglo anterior, los juristas y notarios
participan en tribunales y en la vida jurídica. Las ciudades comienzan a perder su
equilibrio político, y son gobernadas por familias nobles, que nombran a las
autoridades; al extenderse sobre varias ciudades creaban señoríos o pequeños
estados. El emperador, por dinero, les nombraba señores de determinadas ciudades,
territorios o estados. Milán, es quizá el más importante, Venecia la que goce de mayor
independencia, etc. Una compleja organización que, en definitiva, concedía el poder a
unas cuantas familias nobles.

En el sur estaban los estados pontificios, gobernados por los papas y el colegio
de cardenales. El pontífice cumplía las funciones de las señorías, con delegados en
las zonas de cada territorio. Entre el norte imperial y el sur pontificio o
dependiente de Aragón, existía una serie de ciudades estado, como Florencia o
Bolonia, con mayor autonomía, si bien a veces desgarradas por luchas internas.

Toda Italia bebió y aprovechó las normas del derecho común. Numerosas
universidades se fundan a semejanza de aquella primera, como Padua, Nápoles, etc.

La división encontró en el derecho común una posibilidad de resolver sus


conflictos, de completar los estatutos de las ciudades. Su comercio desarrollado y sus
organizaciones políticas hallaron en los nuevos juristas hombres capaces de
establecer cauces y formas apropiadas (uno de los textos más notables, el Lib

er constitutionum de Federico II, con las leyes y el saber de los grandes juristas).

Francia:

La recepción fue profunda en este reino, en especial en el sur, denominado "país


de derecho escrito", al considerar la tradición del código Teodosiano y del Breviario de
Alarico, colección visigoda de leyes romanas, siglo VI. Ya en los siglos XI y XII se
percibe una fuerte romanización en esta zona, con la existencia de juristas o magistri
que intervienen en los actos y documentos; allí se redacta en el siglo XII Lo Codi, un
resumen del Código de Justiniano. Contó con las universidades de Toulousse y
Montpellier.

En el norte, los países de "droit coutumière", de derecho consuetudianrio,


mantienen más un derecho propio, distinto al romano, siendo su penetración más
difícil, al conservarse sus peculiaridades. De un lado, la universidad de Orleáns fue un
importante centro de estudio y formación en el derecho común desde el siglo XIII. Las
viejas costumbres, no escritas, se van redactando por juristas que, infiltran modos y
técnicas romanas en un proceso general hasta 1400. Por otra parte, la poderosa
monarquía francesa dicta ordenanzas, que sólo en algunos momentos del XIV somete
a asambleas. El rey, sus juristas y consejeros, favorecen este proceso, tanto

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legislativo, con su consejo secreto o gran consejo, como judicial, a través de la
jurisdicción del monarca, que delega en un alto tribunal o parlamento, aunque retiene
algunas competencias.

Alemania y los países germánicos:

En el imperio concurría una oportunidad para aplicarse el derecho común, ya que


los emperadores se sentían depositarios del legado romano. Sin embargo, la
recepción fue lenta y tardía. La razón es doble: el imperio es un conglomerado de
ciudades y de principados con su propio derecho, en los que el poder del emperador
es escaso. Además, el derecho germánico tenía raíces y soluciones muy alejadas del
mundo romano. Ya desde el siglo XIII son muchos los juristas formados en Bolonia que
retornan a sus tierras y alcanzan puestos en la iglesia o en las curias de los príncipes.
En el siglo XIV empiezan las alemanas: Praga, Viena, Heidelberg, Colonia. Entonces
su vieja legislación es puesta al día (los denominados Espejos). Sus
comentaristas sí que se inspiran en el derecho común. Ya en el siglo XV la literatura
jurídica entra por cauces más romanistas, aun cuando la presencia de las viejas y
diversas legislaciones germanas, seguirá pesando y dificultando la recepción.

La monarquía imperial electiva, con frecuente cambio de dinastías durante la


edad media, hasta la entronización de los habsburgo (1438), no gozó de mucho poder.
Reyes y príncipes electores, obispos y ciudades se ponen de acuerdo para la elección,
regulada por la Bula de Oro (1356), la dieta imperial controla el poder del emperador, e
incluso en el consejo imperial, la nobleza y el clero presentan mayoría frente a los
juristas en el siglo XV. La jurisdicción más elevada corresponde al emperador, quien la
delega en un justitiarius o alto juez hasta la formación del tribunal imperial (1495), que
supone una potente vía de penetración del derecho común. En el complejo ámbito, los
emperadores intentaron alcanzar un poder propio frente a los príncipes, pero no lo
consiguieron; el equilibrio de los diversos poderes imposibilita, por tanto, una
transformación rápida a nivel político y, en consecuencia, una penetración del nuevo
derecho.

En las inmediaciones del imperio se independizan algunos territorios:


Austria, Suiza y Holanda. Si bien Austria lo consiguió antes, desde el siglo XII, será
sobretodo a partir de que los Habsburgo reciban el ducado en el XIV. Los cantones
suizos se unen para alcanzar una organización propia en el XIV y el XV. Holanda, que
constituyó un ducado independiente, Borgoña, estuvo durante la edad media sujeta a
vínculos de vasallaje con Francia. Durante los siglos XIII y XIV sus diversos estados
logran una organización propia con sus asambleas e instituciones. La recepción en
estos territorios fue paralela a la alemana, tardía y no profunda en sus inicios.

En Austria parece existir una penetración, favorecida por la Iglesia y el


archiduque. Sus textos dejan percibir una influencia romana limitada. Su separación,
sin duda, no fortalece la recepción; se niegan a reconocer al tribunal imperial, no
existiendo esta vía de penetración. En Holanda quizá es más profunda: en 1425 se
funda la universidad de Lovaina, que favorece dicha influencia, pero sus textos legales
muestran escasa presencia de derecho romano hasta finales de la edad media.

En los países escandinavos existen algunas condiciones para la recepción: una


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fuerte iglesia que ha realizado la conversión de los normandos, desplazamiento de sus
escolares a Bolonia y, en el XV, sus primeras universidades, Upsala y Copenhague.
Pero también tienen un derecho tradicional, aprobado por los reyes y sus asambleas.
No crea una doctrina propia, pero importa elementos. En sus leyes, con sus antiguas
costumbres, se percibe influencia. Otras zonas con indicios de romanización, en los
siglos XIV y XV, son Polonia, Bohemia y Hungría.

Inglaterra:

Es, posiblemente, el país donde menos penetra el nuevo derecho a excepción de


los territorios eslavos del este europeo. Sus universidades son tempranas: Oxford
(siglo XII), Cambridge (siglo XIII). En la segunda mitad del XII Vacarius enseñaba
derecho romano en Oxford.

Ya desde el XII se forma un derecho propio inglés, el common law, que conocen y
aplican juristas, que lo aprenden en la curia del monarca. Los nobles expresarán su
rechazo. Los jueces se forman en la curia o en los tribunales (desde 1295), por
disposición de Eduardo I y aun cuando se enseña el derecho romano, no rompe el
sistema del common law existente. Sólo recibe fuertes influencias romanas en época
tardía (siglos XVI y XVII).

El parlamento, como vía de legislación junto con el monarca, empieza en el siglo


XIII. Son monarcas fuertes, por las características de su ejército feudal y por el apoyo
logrado a través del parlamento y de su nobleza (protegida por la Carta magna de
1215).

A partir de 1322 se inicia la legislación parlamentaria, sin que pueda el rey


aprobarla sólo con su consejo; sus peticiones o bills constituyen iniciativas, que
aprobadas por el rey se convierten en leyes o statutes. La justicia real comienza a
funcionar desde el XII, como un tribunal más reducido, luego denominado Court of
Common Pleas, del que cabe apelar al rey, a otro tribunal reducido, llamado King's
Bench, presidido por el canciller. A su vez, este alto funcionario, preside otro tribunal, la
Court of Chancery, que da soluciones si no es posible resolverlas por el common law.
Estos altos tribunales tienen relación con la cámara de los lores, pues, en definitiva
son instituciones emanadas de la curia regia. Y si todavía no era posible dar solución a
través de todo ello, se lleva el asunto a la Court of Exchequer Chamber, formada por
todos los jueces de estos tribunales, con la máxima autoridad en cuestiones del
derecho.

Esta organización judicial, tan compleja, hará posible con sus sentencias y su
vigilancia del derecho, el mantenimiento de vías jurídicas o normas propias que han
llegado hasta nuestros días...Pero sus soluciones, su sistema, distintos al continental,
con un fondo del common law tradicional, que se completa por los acts del parlamento
y, sobre todo, por el case law o jurisprudencia de los tribunales.

12
Escocia se mantuvo separada, también con sus parlamentos divididos en tres
brazos, aunque no la alta nobleza. Hasta el siglo XV jugaron aimismo los pleitos del
rey; después, por su número y coste, se estableció un alto tribunal, del que podía
apelarse al rey. La influencia del derecho romano fue mayor por la influencia de la
iglesia; sus universidades son tardías, del XV. Sin embargo, sus textos, que recogen
costumbres escocesas muestran mayor presencia del derecho común, lo que resulta
sorprendente si comparamos con la vecina Inglaterra.

Derecho común en la península ibérica:

Portugal:

Como reino independiente de León, se crea en el siglo XII. Su curia aparece


pronto romanizada a través de juristas y las cortes se reúnen desde el siglo XIII. Sus
estudiantes acuden a Bolonia aún después de la creación de Coimbra-Lisboa. En el
XIV se organiza el tribunal real en Santarem, después en Lisboa como Casa da
Justiça da Corte, mientras los corregidores dominan las ciudades como delegados del
rey. Rey y cortes participan en la creación de las leyes y la aprobación de impuestos.

La recepción, como en los demás reinos peninsulares, es temprana y profunda; el


proceso culmina en las Ordenaçoes Afonsinas (1446/47) que establecen el derecho
romano como supletorio y, en caso de duda, se atendrían a la opinión de la Glosa
acursiana y de Bártolo. Con anterioridad, la traducción de las Partidas al portugués y
su aplicación habían abierto, desde el XIII, la penetración romana en la legislación. Las
Ordenaçoes citadas se refunden y continúan por las ordenanzas manuelinas de 1521
y las filipinas de 1603. La doctrina presenta una altura indudable, con grandes
canonistas y juristas.

Cataluña:

Es sin duda el territorio más romanizado de la península y la presencia de sus


escolares en Bolonia es frecuente. Es más, su derecho territorial se formará
precisamente en época muy precoz. Los Usatges constituyen un derecho general para
todo el reino, incluso para Mallorca, en algún tiempo. Parece que estos usos o usualia
del tribunal del conde, se fueron recogiendo paulatinamente; al núcleo primero, con
algunas disposiciones de Ramón Berenguer I, con textos de las asambleas de paz y
tregua y con usos del tribunal condal, se fueron añadiendo otros, con mayor influencia
romana.

La recepción se hará en un nivel local o comarcal, en los textos del XIII. Las
ciudades tienen gran interés en ese nuevo derecho que afirma la propiedad libre o que
desconoce las relaciones feudales (mundo que sigue estructurando aquella sociedad).
13
No sólo en Usatges, sino en las Costumas de Catalunya y en las Commemoracions de
Pere Albert, se refleja la práctica feudal, interpretando y ampliando el núcleo de
Usatges.

En las ciudades se va a recibir con amplitud el derecho común, insertándse en


textos para las diversas zonas. En estos textos la presencia del derecho romano es
indudable.

Mayor interés posee la cuestión del derecho supletorio o subsidiario, al no ser


suficientes los textos anteriores.

En el año 1251, en cortes de Barcelona se reitera algo que ya había establecido el


rey Jaime I: la prohibición de que se apliquen los derechos, es decir el romano y el
canónico. Pero era imposible resolver por Usatges y constituciones de Cataluña
aprobadas en cortes, y en último término por el natural seny o sentido natural. Esto se
pretendería también en Valencia, pero la penetración del derecho romano siguió
imparable. Cataluña, con Martín el Humano lo reconoció formalmente, haciendo una
larga enumeración y determinando lo que se juzgaría. En suma, para las diversas
comarcas de Cataluña se gestaría un orden de prelación de fuentes que es el
siguiente:

1. Derecho local, con sus especiales textos, en los que se recoge el derecho
común. Algunos hacen referencia a su orden de prelación (costum).

2. En su falta, se acude al derecho general de Cataluña, que es:

- La legislación de cortes: constitucions, capítols y actes de Cort.

- Legislación real, formada por privilegios, pragmáticas, sentencias arbitrales....

- Usatges.

3. Como derecho supletorio, se reconocía formalmente desde 1409 el derecho


romano, así como esos vagos términos que son la equidad y la buena razón. Más
adelante, también expresamente el canónico.

Aragón y Navarra:

Es posible que los primeros influjos romanistas dieran lugar a la sistematización y


ordenación de su propio derecho en tiempos de Jaime I, se quería mantener el
derecho propio. Los Fueros de Aragón o Código de Huesca condensaban este
derecho aragonés, que hasta el momento se había mostrado en fueros locales o en
compilaciones privadas de carácter general.

Todavía existe otra vía de penetración en su derecho. Los justicias mayores de


Aragón, que constituyeron desde el siglo XIII una instancia para resolver conflictos
entre el rey y las cortes. Se coleccionan en forma de observancias, desde el siglo XIII
14
al XV, y en ellas los juristas que rodean al justicia y él mismo, van romanizando las
instituciones aragonesas.

Navarra en su Fuero general del siglo XIII muestra huellas indudables del romano.

TEMA XII. LA LEGISLACIÓN DE ALFONSO X EL SABIO:

La obra de Alfonso X (1252-1284) significa un momento culminante de la


historia castellanoleonesa. Se traducen obras científicas del árabe como vehículo
para el saber griego o clásico. Realiza una obra histórica ambiciosa con su Crónica
general y la Grande Estoria o historia universal. Su obra más personal, las Cántigas
de Santa María, revela un monarca letrado, que por sí o en colaboración genera una
labor cultural y civilizadora de extraordinaria importancia; su corte, reúne gentes
cristianas, judías y musulmanas, que realizan tareas de gran envergadura en la
Castilla del siglo XIII. También en el orden jurídico, su política y obras serán decisivas
para el futuro de la legislación castellanoleonesa. Su estudio, pese a la amplia
bibliografía, muestra largo camino por recorrer, por la complejidad de sus cuestiones.

La legislación de Fernando III (su padre). Comentada ya en temas anteriores


(mirarla).

Redacción y concesiones de Fuero Real:

Alfonso X redactó en 1255 el Fuero Real, la primera de sus obras legales


(reciente edición crítica de González Martínez Díez). El rey pretendía completar la
actividad de su padre, pero no por el procedimiento de extensión de unos
determinados fueros (los de Toledo); ahora redacta su propia norma y tratará de
imponerla a varias ciudades; podemos hablar de creación del derecho, no sólo de
extensión de un fuero como su padre. Utiliza y refunde materias anteriores, porque
el Fuero Real lo forman numerosos preceptos del Fuero Juzgo, otros textos
romanos y, en menor medida, materiales extraídos de los fueros existentes en
sus reinos.

No obstante, no cambia el derecho de las ciudades, regidas por el Liber traducido


y concedido por su padre (incluso lo concede a otras). Pero el nuevo Fuero Real se
concede a las que no lo tenían y se regían por fazañas y albedríos (viejo derecho en
sitios como Burgos y Soria), pero no a las de fueros de frontera. Así, lo otorgó a varias
poblaciones con el Fuero de Cuenca, etc.

15
El Fuero Real supone un indudable fortalecimiento de su poder, al reservarse
el nombramiento de alcaldes y jueces y establecerse una justica real y pública.
Respecto a sus concesiones, en su mayoría responden a ciudades de frontera con
grandes exenciones, pero no cumplen ya, por las conquistas del sur, su función los
siglos XII y comienzos del XIII. Es por tanto, la continuación del Fuero Juzgo,
debidamente adaptado en determinadas zonas, una pieza importante en su política
legislativa y, en la que durante el siglo XIII y primera mitad del XIV tuvo mayor
éxito, pese a las dificultades, en contraste con el fracaso de sus Partidas.

Pero su política no se reduce al Fuero Real (también utiliza el Fuero Juzgo y el


Fuero de Llanes). Además, mientras otorga el Fuero Real a poblaciones de Fuero de
Cuenca, lo utiliza en la zona de Albacete y más al norte, posiblemente para repoblarlas
con gentes de frontera o como cordón fronterizo frente a la Valencia cristiana, etc.

Los levantamientos de 1272:

Pero tras las concesiones, surgieron dificultades para su permanencia, unidas a


una revuelta nobiliaria de 1272. Los pueblos no parecía contentos con el
ordenamiento regio, preferían mantener sus anteriores regulaciones y
exenciones.

La revuelta fue esencialmente nobiliaria, de un grupo de ricoshombres y, pese a


los esfuerzos conciliadores, pasaron a Granada a ponerse al servicio del rey moro.
Junto a concretas peticiones, de tierras y soldadas, dos parecen ser los motivos de su
descontento:

- La modificación de los fueros por el rey, con cambios que favorecen intereses
propios.

- Rechazan los nuevos impuestos, seguramente los de aduanas y alcabalas o


similares. Aunque apenas aparecen en la crónica, las ciudades se unieron a este
movimiento y, las que recibieron su fuero, trataron de lograr su derogación y volver a
los antiguos fueros. Algunas lo conservaron pero son las menos.

Razones más notables de dicha oposición:

- Ciudades posiblemente a disgusto con esa actividad legislativa, que sustituía los
viejos fueros y sus exenciones de tributos, así como referidas a la vida cotidiana y a
los usos poblacionales.

- Algo que fue esencial, el nombramiento de las autoridades por el monarca. Los
caballeros villanos de la frontera o incluso la nobleza de aquellas ciudades, preferían
reservarse para sí la autoridad municipal. El rey, en la zona de frontera, aun cuando
con algunas facultades de nombramiento (alcaldes o juez) había dejado siempre el
gobierno y la justicia en manos de éllos.

- Además, la justicia real que trataba de implantarse era distinta a la de las


ciudades de frontera. Los nuevos jueces, aunque nobles, aplicarían las normas y

16
procedimientos romanocanónicos, aconsejados por juristas y clérigos. Ahora, la figura
de los jueces reales aparece más fuerte, con mecanismos de mayor poder para obligar
a las partes. Si en los viejos textos forales, los juicios se resolvían con conjuradores o
vecinos firmantes de las demandas y, en último término se llegaba al riepto, en el
procedimiento romanocanónico del Fuero Real aparece ya un proceso más próximo a
nosotros, con la demando y las excepciones, los documentos y testigos, con sentencia
de juez. Y aún cuando parezcan más arcaicos y brutales los viejos procedimientos,
esa justicia se ejercía a la vista de todo el pueblo, que participaba en ella y la
dominaba. La introducción del derecho común, la existencia de jueces técnicos, o
asesorados por expertos, significa la extracción de la comunidad de la solución
jurídica; o mejor precisado, las oligarquías ciudadanas pierden el control del poder y la
justicia. Cuando en el siglo XIV los nuevos procedimientos se generalicen, solicitarán
que el rey les conceda el Fuero Real, aunque manteniendo la elección de autoridades
por parte del municipio.

Por todo ello, no debe extrañarnos que en 1272, los pueblos insistan en querer
volver a los buenos fueros de tiempos de Alfonso VIII y Fernando III. En 1274, en un
ordenamiento de Zamora, se llega a una solución para los pleitos que lleguen ante el
tribunal del rey: los pleitos reales se regirán por sus normas, mientras los pleitos
foreros, cuando llevan en alzada ante el monarca serán juzgados por el respectivo
fuero de la ciudad o población en que se vio por primera vez.

El tribunal real y sus pleitos:

Estos pleitos se veían tradicionalmente ante la curia regia o reunión del rey y
sus familiares con nobles de elevada alcurnia y prelados. A principios del siglo
XIII, aparecen como jueces o asesores en la curia, gentes que conocen el derecho
común, en su mayoría clérigos formados en las universidades. Alfonso X reorganiza
sus tribunales o corte: para los pleitos más importantes, sigue la presencia real y de
los grandes. Para los demás, establece alcaldes de casa y corte, que atienden a los
casos de corte y las alzadas.

Al parecer, sus primeras obras legales, el Fuero Real y el Espéculo, tenderían a


aplicarse en la corte. El Espéculo es una obra inacabada, con cinco libros, que tratan
de la corte y de cuestiones muy generales del reino; tal vez, buscaba dotarla de un
instrumento esencial para la administración de justicia y su regulación. Tal vez tuvo
mayo aplicación en los primeros momentos y luego se oscureció por la presencia de
Partidas (presentes por primera vez y, aunque no vigentes del todo, sí llegaron a
aplicarse). Pero con el tiempo, el Fuero Real sería el texto más utilizado (frecuentes
referencias en las Leyes Nuevas y en las Leyes de Estilo).

La historiografía ha elucubrado acerca de qué pretendió el rey con la


redacción de dos obras al mismo tiempo: Fuero Real y Espéculo; posiblemente el
primero era para las ciudades, mientras el segundo recogía una legislación más
amplia para la corte y, en consecuencia, para el reino en general; sin embargo, no se
llevó a cortes para su aprobación, pues el rey se consideraba legitimado y fuerte para
imponerlo.

La redacción de Partidas deja un tanto sin sentido al Espéculo, que aun así
17
seguirá manejándose: contiene derecho común o real y por ello, sirve a los juristas
igual que los textos de Justiniano o su glosa y postglosa. Sin embargo, se utilizó más
el Fuero Real en la corte, tal vez por su mayor sencillez o su conexión con el
derecho godo anterior y algunos preceptos de los fueros castellanos.

El códido de las Partidas:

Es sin duda, el cuerpo legal más importante de la corona castellana, y sin


embargo, no disponemos de una bibliografía suficiente para conocer su redacción y
aplicación paulatina. Lo redactó Alfonso X, junto a un grupo de juristas, con un prólogo
fechado de 1265. Pero no pudo ponerlo en vigor, ante la situación poducida por el
Fuero Real, y por la guerra civil a finales de su reinado. Tampoco las minorías de edad
de sus herederos, Fernando IV y Alfonso XI (su bisnieto); cabría esperar a 1348,
cuando este último monarca las pone en vigor en el Ordenamiento de Alcalá de
Henares.

Las cuestiones suscitadas son muchas:

- No existe una edición crítica que permita conocer su estado en cada momento.
Sólo a partir de 1555, por encargo de las cortes aparece un texto definitivo aunque
tardío. Existen diferentes versiones en los códices conservados. No conocemos el
desenvolvimiento de su texto hasta el siglo XVI.

- Desde estas condiciones, la determinación de las redacciones y sucesivos


cambios en el texto de Partidas no puede hacerse; no pasaría de sugerencia, todo lo
más un hipótesis, acerca del desenvolvimiento temporal y sentido de aquel código. En
ellas se recogía el derecho común, así como materiales de glosadores como Azo,
Acursio, Tancredo, Rogerio o Placentino; textos canónicos, de la Biblia, etc.

- Su sentido es de difícil precisión, por el nivel de los estudios sobre este texto
legal.

La idea más aceptada es la de su concesión como una legislación general


para todo su reino, que recogiese el derecho común y manifestase el poder de
los reyes, aunque las circunstancias de su reinado no le permitieron ponerlas en
vigor. Significaba la cima de la legislación real, a la vez que recibía el derecho
romano y canónico. El rey regulaba las relaciones entre su pueblo, como instancia
poderosa, neutra y capaz de organizar las relaciones sociales. Frente a diversos
derechos paralelos de nobles y clérigos, de ciudades y campesinos, aquí se aunaba
en un sólo texto. Era una reorganización de la sociedad bajomedieval, con sus
estamentos y grupos, basada en el derecho común. Pese a todo, su valoración ha de
abrirse a nuevas y serias investigaciones, que nos aclaren su aplicación, antes y
después del ordenamiento de Alcalá.

Descripción externa: primera partida; trata de la Iglesia y de la fe; la segunda, del


poder político y la organización del reino; la tercera, del proceso; la cuarta del
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matrimonio; la quinta sobre contratos y relaciones feudales; la sexta sobre sucesiones;
la séptima, sobre derecho penal.

Supone, por tanto, una amplia colección de normas. Ordena la sociedad


estamental, buscando el necesario equilibrio entre todos. Su afirmación de regular las
materias civiles o penales, anteriormente se comprendía en el derecho de las
ciudades, en los fueros extensos.

Debido a su gran número de disquisiciones y explicaciones, quizá fuera obra


doctrinal, como una especie de tratado de derecho, más que un cuerpo legal, pero no
es así. Junta doctrina con ley, pero en sus preceptos muestra su finalidad evidente. Es
un código legal y la aplicación de algunas de sus leyes se hizo incluso antes de su
aprobación en 1348. Sus leyes, procedentes del derecho común, no tienen semejanza
con las existentes en el momento, por ejemplo sus normas feudales o sobre
universidades. Es evidente que, en ocasiones hay cierta distancia, pero no intenta
recoger la realidad juridica, sino señalarle nuevos cauces que, de acuerdo con el
derecho común, le parecen excelentes para el funcionamiento de su reino.

Para terminar, cabe citar el orden de prelación en Castilla que se recoge explícito
en el Ordenamiento de Alcalá de Henares , que después pasa a la primera ley de
Toro (1505).

El capítulo se refiere al principio al "Fuero de las leyes", nombre con que se


conocía al Fuero Real, que se aplica en el tribunal real y en los lugares en donde está
vigente. Después alude a otros fueros distintos.

Tanto aquél como éstos son incompletos, dejan numerosos pleitos y litigios sin
resolver. Por ello, dispone el siguiente orden de prelación (preferencia).

1. El propio ordenamiento de Alcalá y, aunque no lo diga, más tarde sí, en las


leyes de Toro, los demás ordenamientos y pragmáticas que se den en lo sucesivo. Es
decir, la legislación real y de cortes.

2. Los fueros en cuanto estén en uso, incluirían el Fuero Real y, aunque no se


mencione, el Fuero Juzgo.

3. Si las leyes anteriores no bastasen, se acudiría en último lugar a las Partidas,


que de este modo se publican y entran en vigor.

Aparte dejaba en vigor la legislación nobiliaria de los fijosdalgo de los reinos. Y, a


falta de ley, el mismo monarca daría la norma adecuada (como señalaban Fuero
Juzgo y Fuero Real). Sin embargo, es evidente que a través de Partidas y a falta de
ellas, las leyes romanas entrarían a resolver los conflictos. Basta ver los intentos de
los monarcas por reducir la alegación de derechos, para comprender que la
realidadera otra distinta. Juan I en cortes de Briviesca o Juan II en una pragmática de
1427 intentan ponerles coto. Este último manda que no se aleguen autores posteriores
a Bártolo y Juan Andrés. Los reyes católicos, en otra de 1499 dada en Madrid, querían
limitar la alegación a Bártolo, Baldo, Juan Andrés y el abad parmoritano. Después, en
leyes de Toro de 1505 se reitera que sea el monarca quien dé la norma que falta. Sin
embargo, era imposible poner diques al derecho común. En las causas menos
19
importantes sería excesivo acudir al rey; se establecería una serie de fuentes
subsidiarias como la costumbre, la opinión de los doctores, el derecho romano y
canónico en suma. Y esta fue la realidad de los siglos siguientes hasta el XIX: una
presencia indudable de derecho romano que inspira, interpreta y sirve de base a
las leyes patrias. Partidas, no fue sino una traducción de derecho romano, todo lo
más resuelve algunas dudas o cuestiones que podía tener el derecho de Roma o la
doctrina posterior medieval.

Partidas estará vigente en Castilla desde 1348 hasta el siglo XIX en que se irá
derogando a medida que aparecen los códigos liberales (el último, el civil de 1888-
1889). Se extenderá como derecho supletorio, en algún momento, a Navarra y
Vascongadas. En el siglo XVIII se aplicará, junto al derecho castellano en general, en
Valencia y, más limitadamente, en Aragón, Cataluña y Mallorca.

TEMA 13. ORÍGENES DEL DERECHO VALENCIANO:

Unos trazos sobre la conquista:

Unas tierras de frontera y una Costum para Valencia:

(Los dos primeros epígrafes los he dejado por el libro, pues no me parecen de gran
relevancia para el tema).

(Arranco el tema desde el final del segundo epígrafe).

Un reunión de nobles y prelados aprueba, en 1238, la Costum, cuyos nombres se


conservan en el prólogo de los Furs. Es inmediata a la conquista, aunque hasta ahora
se creía posterior.

Aunque se aprovechan elementos de la Costum de Lleida, sobre todo son textos del
derecho común, nuevos y diferentes de los existentes en los reinos del norte de la
corona. La Costum de Valencia, por desgracia, no ha perdurado, si bien se inserta en
los Furs posteriores. La política del monarca es, al principio, limitada: se concede
a la ciudad y a otras cercanas como Sagunto o Denia, pero no afecta del norte de
Castellón, que continúa con sus propios fueros o derechos. Supone el nombramiento
de autoridades, el curia o juez y el bayle general.

Los señores aragoneses no debieron aprobar, el corte en la expansión de un


derecho pactado. Pero Valencia era una ciudad de realengo, nada podían objetar si en
las suyas se mantenía. Quizá estos temores les llevaron a la redacción general de sus
fueros, para territorializar el derecho aragonés, a partir del Código de Huesca (1247),
núcleo de los fueros de Aragón. La historia del derecho valenciano se caracteriza
por esta pugna, que aflorará más tarde.

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Furs de València:

Hacia 1260 el rey tiene graves dificultades en torno al gobierno de los reinos. Su
primogénito, el infante don Alfonso, alcanza la gobernación general de Aragón y
Valencia, apoyado en los señores aragoneses, lo que amenaza romper la idea de un
reino nuevo, pero muerto el infante, Jaime I publica el texto de los Furs en todo el
reino (1261), a cambio de un sustancioso donativo. La Costum, adicionada a éllos, se
convertirá en norma general, en una reunión de cortes: el nacimiento del reino de
Valencia culmina en este acto. Los señores aragoneses se apartan del acuerdo al
querer conservar su propio derecho. La oposición en las cortes de Aragón hace
referencia a este agravio, pues tras la conquista de la ciudad usaron el Fuero de
Aragón , después el rey, sin consejo de los ricoshombres, ordenó fuero nuevo y
peculiar, lo que no consentían al ser conquista de Aragón. El rey cambió de política.
No quería organizar Valencia desde esquemas de jerarquia feudal, como recinto
donde los clérigos y nobles pudiesen adquirir tierras.

El rey se reservó su corrección y ampliación; en numerosas concesiones (cartas y


privilegios) aplicó este derecho. Fue otorgando nuevos fueros hasta 1271 en que los
confirmó definitivamente en las segundas cortes.

Se trató de extenderlos a los señoríos, para permitir a los nobles que los
aceptasen, pero no fue suficiente, y en tiempos de su sucesor Pedro III se enfrentará a
la nobleza y los caballeros. Los aragoneses que no lo acceptaron se retiraron a Quart,
mientras a los ricoshombres pudieron seguir usando su Fuero de Aragón. No admiten
los impuestos reales exigidos (sal, hornos, molinos, etc); ni la intervención real en el
nombramiento de justicias en villas de infanzones; el procedimiento debía ser, como
en Aragón, a instancia de parte, no inquisitorial o de oficio. Pedro III tuvo grandes
dificultades para sortear todas las demandas y, su sucesor Alfonso III tuvo que otorgar
los privilegios de la Unión a los nobles de Aragón, quienes siguieron reivindicando su
derecho sobre Valencia.

Una nueva solución real se intentó en las cortes de 1329 por el monarca
Alfonso VI, que pese a la existencia de ambas zonas, ofreció ventajas a quienes se
pasasen al derecho valenciano; concede generosamente la baja jurisdicción o imperio
mixto, sobre las causas civiles y criminales sin pena de muerte o mutilación, así como
la mitad de las penas pecuniarias del rey o titular del mero imperio. Al confiscarse
bienes se mantendrían sus derechos directos sobre las tierras en enfiteusis; para ello,
bastaba un determinado número de cristianos o moros. Sobre todo, esa facultad de
poblar y obtener jurisdicción alfonsina, que reconocía a los nobles esta forma de
poblamiento, era una posibilidad de lograr señoríos, tomando tierras de realengo de
otro señor.

Aún cuando muchos aceptaron la norma de los Furs, quedaron tierras pobladas a
Fueros de Aragón hasta época moderna. En ellas, durante el siglo XIV, se
desarrollaron luchas entre ambos tipos de fueros, entre dos sociedades que, en un
principio, fueron diferentes. Pero, a pesar de haberse encauzado, seguían
produciéndose enfrentamientos entre dichas poblaciones.

El texto de los Furs y su contenido:


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Constituyen, junto con Partidas, los textos más romanizados de la
península: una tierra nueva, vencidos los moros, repoblada por cristianos de
diferentes procedencias, que exigía un derecho nuevo, como el derecho común en
plena expansión. Los juristas que lo redactaron lo compusieron en forma de abreviatio
o abreviación, como una especie de recortes del derecho romano, para sintetizar sus
reglas. Tal vez se utilizaron materiales ya preparados, insertando los fueros que se
referirían más directos a Valencia.

Está dividido en los nueve libros que comprendía en la época el código de


Justiniano; conserva sus rúbricas, con otras como de curia, de baiulo, de
feudis...propias de sus instituciones peculiares. Van numeradas cada fuero o ley...

En cuanto a su transmisión textual, no se ha conservado ningún manuscrito


anterior a la última remodelación del texto en 1271. Por tanto, la Costum sólo se
conoce refundida, sin una reconstrucción. Tampoco conocemos la versión de 1261,
aunque sabemos que se escribió en latín y también en catalán o valenciano, para que
el monarca realizara correciones y añadidos.

Del texto de 1271 se dispone de una versión latina, contenida en el códice de la


catedral de Valencia (1281-283). La copia tal vez sea de fines del siglo XIII o inicios del
XIV.

La versión valenciana o catalana posee mayor número de códices, completos o


parciales, con los fueros de algunos de los reyes sucesores del conquistador. El más
antiguo es el códice del ayuntamiento de Valencia, datado en torno a las cortes de
1329. Hay otros posteriores. Las primeras ediciones impresas recogieron los Furs
dados por el rey conquistador, añadiendo los acordados en cortes por sus sucesores y
fueron dos: una cronológica de 1482 y otra sistemática de 1547-1548.

La primera, es cronológica, y tras los fueros de Jaime I continúan los de sus


sucesores...

La segunda

Una parte de los Furs, procede del texto municipal, de 1238, de la Costum,
aunque resulta difícil saber si ya poseía determinados preceptos. En algunos, se
mencionan instituciones propias de Valencia, pero en otros queda la duda.

Señalaremos ahora las influencias o literales que se advierten, para un


diagnóstico de cómo se formó:

- Son muchos los privilegios o normas dadas aparte a la ciudad, por autoridad
real, que se insertan (anteriores y posteriores a la Costum).

- El contenido romanista es muy amplio: Código, Digesto e Instituta, aparecen con


gran número de textos.

- El derecho canónico del Decreto y de las Decretales parece estar presente.


También hay materiales de los Libri feudorum.

- Es evidente la presencia de algunos textos del Liber iudiciorum, sobre todo en


materia penal (aunque no parece que se utilice por tener aquí a los mozárabes).

22
- Muy numerosos son asimismo los préstamos de las Costums de Leida (1228).

- No son necesariamente elementos consuetudinarios porque se llame Costum, ya


que es la forma de designar al derecho en Cataluña. En todo caso serían costumbres
de los conquistadores o, en algunas materias muy concretas como riegos o acequias.

Todavía está en estudio el origen de los materiales que componen los Furs. De
momento, se caracteriza como un texto de la recepción.

Vigencia y prelación:

Los Fueros de Valencia estuvieron vigentes, primero, como Costum para la


ciudad, inmediatamente después de la conquista; después, desde 1261, para
todo el reino (aparte del problema con los aragoneses).

Nacen, sin duda, con una vocación de generalidad para todo el reino. Algunos de
sus preceptos, tienen un claro sentido unificador del derecho, de la moneda, los pesos
y medidas.....

Ya desde el inicio, se conceden a algunas poblaciones como derecho local, aún


después de promulgados los Furs, pues el mecanismo de concesión paulatina a las
poblaciones no se interrumpe. Estas cartas de población se componen de unos
cuantos preceptos específicos, y una remisión general a los Fueros de Valencia.
También, otros conceden derecho de Aragón, de Zaragoza, en zonas dominadas por
los nobles aragoneses, hasta el siglo XIV. En cambio, cesan las concesiones a
derecho catalán, a derecho de Lérida, posiblemente por haber sido sustituido por Furs,
o al menos por aceptarlo los catalanes. En todo caso, el derecho de los Furs se
afianza en la época moderna, con un carácter general para todo el reino.

La prelación, en la aplicación de las fuentes es la siguiente:

1. En primer lugar, se aplicaría el derecho local: esas cartas de población que son
el Fuero de Valencia, aunque tienen algunos preceptos particulares, después se
regirán por los Furs, por expreso mandato de la carta.

2. Fueros dados en las diferentes cortes, aceptados por los tres brazos y, con
menor valor, los actes de Cort, disposiciones aceptadas por uno o dos. A continuación,
los Furs del rey Jaime I, que son los más antiguos y, por ello, ceden ante otros más
modernos.

3. Privilegios y otra legislación real, como las pragmáticas; así como normas de
los virreyes y otras autoridades: crides, edictos...

4. A falta de estas normas, los Furs aluden en su prólogo al "natural seny e


igualdat", llegándose al derecho común. Jaime I en 1251 prohibió la alegación de leyes
romanas y decretales. Creía que bastaba con su legislación y temía que el derecho
común la reinterpretase. Pedro el grande propuso en 1283 que los cuatro jurados
pudieran hacer nuevas ordenanzas y estatutos, con consejo de los hombres buenos

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de la mano mayor, la mediana y la menor; que no se alegaran decretos, decretales y
otras leyes por los abogados, sino que a falta de ley se determinase por los hombres
buenos de la ciudad y de los lugares del reino. En 1358 Pedro IV el ceremonioso,
señalaba que a falta de ley aplicable, se acudiera al sentido natural de los prohombres
de cada ciudad, villa o lugar, de los pleitos y cuestiones. En todo caso, la perfección
del derecho común se impondría.

TEMA XIV. DERECHO MERCANTIL:

Áreas del derecho mercantil marítimo:

(La primera página está por el libro, pues me parece que repite mucho lo mismo).

Dos áreas fundamentales, en relación a España, existían en el derecho


marítimo:

1. Área cantábrica o del mar del norte (norte de Europa), iniciada en las
ciudades flamencas, Brujas y Gante, y en las ciudades alemanas que forman, desde
mediados del siglo XIII, la Hansa o agrupación para facilitar el tráfico mercantil.
Desarrollan usos propios que cristalizan en las llamadas Roles d'Olleron (pequeña
colección de usos judiciales de aquella isla francesa). Su difusión será amplia por toda
el área. Presentes en el mediterráneo mediante su traducción catalana, con el nombre
Costum d'España y mantenidos en la época medieval y moderna (imitados en
Burgos, Bilbao...).

2. Área mediterránea: en el sur, desde España hasta las costas orientales. La


organización y legislación marítima creará un texto de mayor extensión, el
"Llibre del Consolat del Mar", que favorece a los mercaderes con jurisdicción propia.

Idea de los consulados mediterráneos:

Nos limitaremos a los "consulados del mar", pues en otros contextos aparecen
cónsules con un sentido distinto.

En el área mediterránea se crean agrupaciones de mercaderes, que se


registran o matriculan, eligen sus autoridades o cónsules, resuelven sus conflictos,
conforme a sus costumbres; y, en cierto momento, adquieren jurisdicción sobre pleitos
y causas. Se crean en Trani, Génova y Mesina....En la península, Valencia fue el
primero, dotado de jurisdicción por el monarca Pedro III (1283), seguido de Mallora,
(1326) y Barcelona (1347).

Aunque ya existían mercaderes, ahora forman una organización más completa; en


el siglo XIV se les unen los terrestres. Pedro III, en su concesión de consulado a
Valencia, establecía dos cónsules, para que juzgasen los asuntos mercantiles,
elegidos por los miembros de la corporación. Luego se les concedió la elección
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de unos jueces especiales de apelación, por si no se ponían de acuerdo con la
primera sentencia, juzgasen en apelación, en lugar del monarca. Era una jurisdicción
que conocía bien sus problemas y derecho. El proceso mercantil sería sencillo, sin
intervención de abogados, oral...propio de mercaderes, aunque con cierta tendencia a
entender de actos de comercio.

Las costumbres y norma, junto con ciertos privilegios reales constituían la


base de sus decisiones. La colección de estos materiales generó la compilación
conocida como "Llibre del Consolat de Mar".

La redacción del Llibre del Consolat de Mar:

1. Hay sin duda precentes o referencias en textos más antiguos, como los
Fueros de Valencia (1271), con preceptos sobre el corso o naves armadas para
atacar a los enemigos y despojarlos. Cuestiones reguladas por los monarcas, que
encomendaron al bayle real, como administrador de su hacienda, su vigilancia,
armadas y concesión de patentes de corso.

2. Mayor interés para dicha regulación posee unas Ordinacions de la Ribera de


Barcelona, del rey Jaime I (1258) a la "Universitat de prohoms de mar de la Ribera" o
corporación de mercaderes sin jurisdicción propia. Aludían a las costumbres marítimas
o usos de la mar: ayuda entre barcos, obligaciones marineras y de obediencia al
patrón, derechos en caso de muerte o enfermedad. Por estas fechas, se redactó en
Barcelona un texto llamado "Costum de la mar", donde se reguló desde la
construcción de naves, a las diversas condiciones del tráfico marítimo (daños, carga y
descarga, averías, pérdida de mercancías). Funcionó largos años con dos
cónsules al frente, nombrados por la ciudad de Barcelona, pero sin facultades
judiciales.

3. La formación del Llibre del consolat, desde la creación del consulado de


Valencia, que otorga la jurisdicción real a los cónsules. Había una agrupación de
mercaderes en Barcelona, con sus cónsules, pero se daba un paso más, con la
jurisdicción consular (1283) y la concesión del juez de apelación (1284). Existe poca
documentacción. Se elegían dos cónsules y el juez de apelaciones el día de
Navidad, por la mayoría de asistentes, marineros y patrones, por sufragio directo. El
juicio era sencillo, y de no encontrarse solución, se consultaba a prohombres de la mar
y mercaderes. La creación de los consulados de Mallorca y Barcelona por estas
fechas cofirma la tendencia real a mejorarlos.

La crisis del siglo XIV y sus consecuencias, hizo apiñarse a los mercaderes,
para buscar fuerza y ayuda en la institucion consular. En estas fechas, además, se
incorporaban los otros mercaderes de tierra, acordando el monarca que los cónsules
representarían cada uno un tipo de comercio, asi como el juez de apelación, alternaría
pr años entre un mercader del mar y otro de tierra. Martín el Humano (1401) determinó
la jurisdicción de estos tribunales sobre todos los actos mercantiles. Los consulados,
además, se convirtieron en instituciones de defensa de los comerciantes . Se les
condeció a los cónsules normbrar un consell de la Llotja, para crear defensores de la
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mercadería y establecer impuestos.

Contenido del Llibre:

Entre las diferencias respecto a su contenido, existen partes que están en


todos y parecen provenir de la redacción más antigua. Mencionaremos las todavía no
descritas:

1. Las Costums de la mar, o colección de usos marítimos, del siglo XIII, en el


consulado de Barcelona. Unos Usatges de la mar las completan.

2. El Orde judiciari, concedido por Pedro IV al consulado de Valencia (1336-


1346).

3. Ordenaciones sobre el corso, de origen real aunque anónimas, que


determinan: la forma en que un particular puede armar un buque contra enemigos,
hacer presas y alcanzar botín...

4. Los Capítols del rei En Pere, promulgados por Pedro IV (1340), sobre
obligaciones y derechos de los marineros, ballesteros, patrones, cuestiones con la
armada real, etc.

5. Capítulos de las exportaciones de Alejandría, una tarifa de exportaciones de


especies.

6. Ordinacions de les armades i del cors.

El derecho mercantil en la edad moderna:

En esta época los cambios los originarían el desplazamiento de la navegación y,


consecuentemente, del comercio hacia el Atlántico, gracias al descubrimiento de las
Indias Occidentales. Con ello, se dio la intervención creciente del rey en los
consulados y la navegación, al depender del comercio y la riqueza americanos. La
creación de la casa de contratación, en 1503, busca controlar las grandes flotas
indianas.

A) Los consulados bajo los Austrias. Son análogos a los existentes, pero ahora
surgen bajo los auspicios de la corona castellana. El primero en crearse fue el de
Burgos (1494), centro lanero de importancia, que consigue la primacía frente a las
aspiraciones de Bilbao. Antes de su creación existía una universidad de mercaderes
dirigida por dos cónsules y un prior. Luego siguieron: Bilbao, Sevilla, Madrid, etc;
pasando incluso a América: México (1593), Lima, etc.

Los consulados castellanos sufren mayor intervención del poder real, pues
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aunque en la primera instancia los cónsules sigan un procedimiento sumario, en la
segunda han de recurrir al corregidor. Además, la potestad de sus ordenanzas, se
verá mediatizada en tanto requieren aprobación por la corona. En las ordenanzas
consulares, numerosas, se regulan las instituciones del derecho mercantil; son
bastante homogéneas, aunque no siempre en la solución de los problemas que
regulan. Pero también las disposiciones reales van modificando o integrando el
derecho mercantil, como corolario lógico de su intervención en esta materia (Nueva y
Novísima Recopilación).

B) La época borbónica: a partir del siglo XVIII la influencia de la monarquía se


hará más patente. La institución consular será reformada por los Borbones. La junta
general de comercio, creada en el siglo anterior, controla otras particulares. De una
única institución se pasaría a los llamados "tres cuerpos de comercio": la junta
particular de cada ciudad, con funciones, entre otras, de carácter legislativo; la
matrícula de comerciantes, que pretende que se inscriban sólo los mercaderes al por
mayor; y el consulado, que ahora queda reducido a su función jurisdiccional. La
presencia de los intendentes en la junta particular, así como las frecuentes normas
reales son muestra de las ideas intervencionistas imperantes en esta centuria.
Además, aunque normalmente éste no acuda a los pleitos, podía estar presente en las
sesiones del tribunal consular. Estas variantes institucionales se introducen en
consulados de nueva erección, así como en otros de mayor antigüedad, que
experimentan así una renovación promovida desde la corona (en Barcelona o
Valencia).

En el aspecto legislativo, las ordenanzas seguirían siendo la forma habitual en la


regulación de los problemas panteados por el tráfico mercantil. Su promulgación
obedece a la introducción de nuevas normas para aspectos que ya contemplamos
anteriormente, o a la regulación de nuevas materias, o incluso la renovación
isntitucional que se produce en la organización mercantil en la época borbónica. Las
más importantes son las de Bilbao (1737) que servirán de modelo, o incluso de
derecho general supletorio, no sólo en Castilla y en América, sino en la Corona de
Aragón, sobre todo en Valencia al haber perdido su derecho privado tras la guerra de
sucesión.

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