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El próximo 15 de julio se
cumplirán 50 años –medio
siglo– del fallecimiento de Luis Batlle Berres, uno de los más extraordinarios caudillos
políticos de entre todos los que actuaron en el Uruguay independiente.
Miembro de una destacada familia con peso político propio desde tiempos de la
colonia, caracterizada por producir caracteres fuertes de poderosa voluntad, el pueblo
lo conoció –y lo recuerda– simplemente como “Luisito”, lo que tiene mucho más
significado de lo que parece.
En boca de una persona de filiación tan blanca como mi madre, aquello tenía un valor
muy alto. “¿Te volviste batllista, mamá?” –le pregunté, con sorna juvenil. Y su
respuesta: “Batllista, nunca. Soy luisista”.
A tantos años de distancia, y con todos los matices que se quiera, yo también me
defino como luisista.
El sobrino
Luis Conrado Batlle Berres nació en Montevideo el 26 de noviembre de 1897. Era hijo
de Luis Batlle y Ordóñez, hermano de don Pepe, y de Petrona Berres Mac Entire, de
ascendencia escocesa, cuyo apellido paterno era una deformación del original Bayrres,
o según otros, Berry.
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infancia: Jorge Pólux, gemelo de Lorenzo, y José Alberto; medios hermanos suyos,
como hijos del segundo matrimonio de su padre –con María Elena Santos– fueron
Marcos y Marta Margarita) en un huérfano potencialmente desamparado.
Muy pronto se hizo conocer en el ambiente político del sereno Uruguay de los años
20. En 1922 conoció a Matilde Ibáñez Tálice (1907-2002), argentina de nacimiento,
que lo vio en una función del Teatro Solís y lo confundió con un obrero, por la forma
bohemia y descuidada en que vestía, lo que, pese a todo, no llegaba a ocultar su
apostura. Iniciaron de inmediato el noviazgo y contrajeron enlace en 1927. Padrino de
la boda fue don José Batlle y Ordóñez.
En 1922 se produjo un serio incidente entre don Pepe y Enrique Areco, colorado del
sector de Feliciano Viera; y Luis, que sabía que su tío había tomado horror a los
duelos después de la muerte de Washington Beltrán (acacida en 1920), provocó a
Areco y tuvo con él su primer combate a sable, que terminó con los dos protagonistas
heridos, aunque no de gravedad. Ese mismo año se batió nuevamente, esta vez con el
Dr. Raúl Jude, a pistola, a 30 pasos, con tres tiros pactados y apuntando. El lance pasó
sin consecuencias, pero dejó en claro una de las principales características de Luis
Batlle Berres; su disposición a jugarse por aquellos que amaba.
La carrera política
En 1923 fue electo diputado por primera vez, y logró ser reelecto en períodos
consecutivos hasta la ruptura institucional de 1933. Pisaba fuerte en la política
nacional, incluso más fuerte que sus dos primos que lo acompañaron en la misma
pasión, César y Lorenzo (el tercero, Rafael, se dedicó a la poesía y al periodismo). Pero
aún le quedaba tiempo para los pequeños placeres de la vida; jugar y asistir al fútbol
(era hincha de Wanderers), tirarse unos pesitos a la quiniela o jugar al ajedrez.
La relación con sus primos, al menos por entonces, no era mala; muchos testimonian
que Luis saltaba como un tigre si alguien hablaba mal de ellos. Y de hecho, cuando se
produjo el golpe de Estado de Gabriel Terra, el 31 de marzo de 1933, los Batlle, como
un solo hombre, tomaron el camino de la oposición y la resistencia. Luisito, como ya
era conocido por sus íntimos (el sobrenombre se haría más tarde inmensamente
popular) fue detenido en el cuartel de bomberos, y luego deportado al Brasil. Se
instaló más tarde con su esposa y sus tres hijos –Jorge, Luis y Matilde– en Buenos
Aires, en un modestísimo apartamento, y ambos esposos vivieron días de zozobra
cuando Luis, el segundo nacido, de apenas 3 años, enfermó gravemente.
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Ni la oposición entre los primos parece haber sido por entonces tan radical como se
ha dicho, ni darle la vicepresidencia a un “loquito” parece forma útil de quitarlo de la
troya. Máxime cuando era por entonces un secreto a voces que Berreta, con sus 71
años a cuestas, estaba gravemente enfermo y era muy probable que no terminara su
mandato. Más plausible parece suponer que los hermanos Batlle Pacheco creyeron
que, catapultando a su primo a ese cargo, podrían más tarde teledirigirlo y convertirse
en el poder detrás del trono.
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