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NIETZSCHE – Sobre verdad y mentira en sentido extra moral

Nietzsche es un filósofo alemán que nace en 1844 y veintinueve años después, en 1873
escribe un pequeño gran texto llamado “Sobre Verdad y Mentira en Sentido Extra
moral”.
Mi exposición, justamente a partir de la visión de Niezsche en el texto mencionado,
tratará de responder a la pregunta de qué es la verdad, relacionándola a su vez con el
conocimiento, el lenguaje, el arte y la ciencia.

VERDAD
Para Nietzsche la verdad es un ejército móvil de metáforas, metonimias,
antropomorfismos. Es una suma de relaciones humanas que, después de un
prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas, obligatorias. En definitiva,
las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son. Metáforas que se han
vuelto gastadas y sin fuerza sensible.
CONOCIMIENTO-INTELECTO
Pero de abordar la idea de verdad es necesario abordar el tema del conocimiento. El
conocimiento es un invento de nuestro intelecto. Y no tiene ninguna función más allá
de la vida humana; es caduco, estéril y arbitrario. Sólo el hombre lo considera como si
en él girase el mundo. Pero, si nos comunicáramos con una mosca, también ella se
sentiría el centro volante de este mundo.
El intelecto es el medio de conservación propio del hombre y desarrolla sus fuerzas
principales fingiendo. De este modo, lo más propio del ser humano es el arte de fingir,
Por ende, es inconcebible que el hombre tenga una sincera inclinación hacia la verdad.
Su mirada sólo percibe “formas”, su sensación está lejos de conducir a la verdad.
IMPULSO HACIA LA VERDAD
Entonces, siendo esta la situación, ¿de dónde proviene el impulso hacia la verdad? El
impulso hacia la verdad nace del sentimiento de compromiso de nombrar las cosas
según la convención. Y también por el contraste con el mentiroso. No se busca la
verdad por un puro amor a ella, sino porque es conveniente, es útil para nuestra
existencia. El hombre necesita establecer ciertas verdades que rijan la convivencia en
sociedad. Así es como el intelecto cumple con su función conservadora.
SOCIEDAD-TRATADO DE PAZ-LENGUAJE
La necesidad de sobrevivencia lleva al hombre a agruparse y vivir en sociedad. Esta
sociabilidad se lograr mediante un tratado de paz, un acuerdo que evita la guerra de
todos contra todos y que parece ser el primer paso hacia la verdad. En este tratado se
establece lo que desde entonces debe ser considerado “verdad”, se inventa una
designación para las cosas a través del lenguaje. Esta designación tiene una validez
uniforme y obligatoria. Así surgen también las primeras leyes de verdad, originando el
contraste con la mentira.
LENGUAJE
¿Qué sucede con las convenciones del lenguaje? ¿Es el lenguaje la adecuada expresión
de la realidad? Para Nietzsche “el lenguaje es pura ficción”, por lo tanto, no consiste
en una “adecuada” expresión de la realidad sino simplemente en una interpretación
subjetiva de ella. Los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, dan cuenta de
esto, en caso contrario, no habría tantos lenguajes.
Sólo mediante el olvido puede llegar a creerse que las convenciones del lenguaje (las
palabras) sean la expresión adecuada de todas las realidades.
La cosa “en sí” (la verdad pura) es totalmente inaprehensible y también lo es para el
lenguaje. El lenguaje se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los
hombres mediante metáforas. La primera metáfora consiste en extrapolar el impulso
nervioso en una imagen; la segunda consiste en transformar la imagen en un sonido.
Creemos conocer la realidad de las cosas, pero en realidad conocemos metáforas de
las cosas que no corresponden a las esencias primitivas. El origen del lenguaje no
sigue un proceso lógico, lo cual devela que todo el material a partir del cual trabaja y
construye el hombre la verdad, también el filósofo, procede de la imaginación, pero en
ningún caso de la esencia de las cosas.
CONCEPTO
Cabe mencionar entonces especialmente la formación de los conceptos. Las palabras
se convierten en conceptos en el momento en que dejan de representar la
experiencia singular e individualizada a la que deben su origen y pasan a representar
a múltiples experiencias, más o menos similares, pero no idénticas.
El concepto se forma por equiparación de casos no iguales, construye como si fuera un
“arquetipo primigenio” del cual se hubieran hecho copias imperfectas. No es más que
una cuestión antropomórfica, lo que conoce la naturaleza es inaccesible para nosotros.
¿QUÉ ES ENTONCES LA VERDAD?
La verdad es el uso de cada concepto según su designación. No existen la búsqueda ni
el descubrimiento de la verdad. Las verdades se crean, se construyen. El hombre
debería ser admirado no por su supuesta inclinación a la verdad, sino por su gran
capacidad de levantar sobre bases inestables una grandiosa estructura; y por construir
con materiales que no obtiene de la naturaleza, sino que él mismo crea (los
conceptos). Por eso se habla del hombre como un animal fantástico.
Sin embargo, desde el momento en que la sociedad necesita de la verdad para existir,
es decir, desde el momento en que usa las metáforas convenidas o en términos
morales se compromete a mentir según lo pactado; el hombre se olvida de que esta es
su verdadera situación. Por ende, miente inconscientemente y adquiere el
sentimiento de verdad. Olvidando de este modo, desconociéndose a sí mismo como
sujeto artísticamente creador, el ser humano puede vivir en calma y quietud.
La resistencia a reconocer que los pájaros o los animales perciben el mundo de manera
diferente se debe al temor de enfrentar la imposibilidad de la certeza, puesto que no
se dispone de la “percepción correcta” o real. De todas formas, la percepción correcta
es un absurdo, ya que entre la esfera del sujeto y la del objeto no hay ninguna
causalidad, a lo sumo una conducta estética.
Así la relación entre un impulso nervioso y la imagen producida no es nunca
necesaria en sí. Pero cuando la misma imagen se produjo infinitas veces y esa
repetición se hace parte de la herencia de la humanidad, la relación entre imagen y
excitación nerviosa acaba por cristalizarse y ser considerada como relación de
causalidad. Sin embargo, esta petrificación de la metáfora no garantiza en absoluto la
necesidad y legitimación exclusiva de esta metáfora.
CIENCIA
En la construcción de los conceptos trabaja originariamente el lenguaje; más tarde la
ciencia. La ciencia trabaja en el edificio conceptual como la abeja que construye celdas
y las rellena. Su principal esfuerzo se dirige a llenar esa construcción y ordenar en ella
el mundo empírico, antropomórfico.
La proclamada verdad de la ciencia no es más que relativa porque la realidad nos
resulta inaccesible. De hecho, las leyes naturales no son regularidades sino el modo
en que nosotros percibimos la naturaleza. Las leyes de la naturaleza son desconocidas
en sí mismas, sólo se puede conocer lo que el individuo aporta a ellas: espacio, tiempo
y número.
ARTE-MITO
La construcción de todo este nuevo mundo regular, rígido, que le sirve al ser humano
de fortaleza; no agota el “impulso hacia la construcción de metáforas”, fundamental
en el hombre. Este impulso busca un nuevo campo para su actividad en el mito y en el
arte. Ambos arrojan una nueva luz sobre el mundo.
El arte es como un sueño en vigilia. El hombre solamente adquiere conciencia de que
está despierto por medio del rígido y regular tejido de los conceptos y, justamente,
cuando en alguna ocasión un tejido de conceptos es desgarrado de repente por el arte,
llega a creer que sueña.
El hombre tiene una invencible inclinación a dejarse engañar, el intelecto gusta de
sentirse libre cuando puede engañar sin causar daño. Poseído de placer arroja las
metáforas sin orden alguno. Ya no es servidumbre, se ha convertido en amo, se ha
liberado el intelecto y juega con sus obras de arte. Ya no se guía por conceptos sino
por intuiciones.

HOMBRE RACIONAL-HOMBRE INTUITIVO


A partir de lo descrito, Nietzsche establece una comparación entre el hombre racional
y el intuitivo. El hombre racional se angustia ante la intuición y es poco artístico;
mientras que el hombre intuitivo se mofa de la abstracción y es irracional.
Ambos quieren dominar la vida, el primero afrontando las necedades con previsión,
prudencia y regularidad; el intuitivo, sin ver esas necesidades y tomando como real
sólo la vida disfrazada de apariencia y belleza. Al no guiarse por las regularidades ni
resguardarse en abstracciones, el hombre intuitivo no aprende de la experiencia. Por
eso, sufre más a menudo y con más intensidad, es irracional bajo toda circunstancia,
tanto en el sufrimiento como en la felicidad.
CONCLUSIONES
En la obra de Nietzsche podemos apreciar una reivindicación de la creación. Esto se
considera lo más propio del hombre, ya que gracias a las ficciones es que podemos
mantenernos en la existencia. La apariencia sería el presupuesto de la vida. Las
verdades son ilusiones necesarias, son ficciones reguladoras, creencias útiles, pero no
verdaderas.
La apariencia no debe ser censurada ni atacada, es parte de la vida. La propuesta de
Nietzsche no apunta a lo erróneo de nuestras interpretaciones; por el contrario,
apunta al intento de estas interpretaciones de erigirse como algo absoluto,
verdadero, como la perspectiva correcta.
El hombre superior sería, en primer lugar, aquel que tiene conciencia de la ilusión. Y,
en segundo lugar, aquel que reconoce el error de nuestras verdades y, no obstante,
sigue teniéndolas como hipótesis, como si fuesen verdaderas. El mundo es de una
complejidad ininteligible y sólo podemos hacérnoslo presente simplificándolo,
falseando.
El criterio no es de la verdad o mentira de la representación, se trata de cuán útil y
necesaria es para la vida. Se objeta la ilusión de negar lo ilusorio y considerar como
menos valioso o menos verdadero a lo creado. En el debate entre abstracción e
imaginación, entre filosofía y arte, Nietzsche optó por el arte.

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