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HISTORIA Y HUMANIDADES

El devenir histórico de la glándula pineal:


II. De sede del alma a órgano neuroendocrino
Francisco López-Muñoz, Fernando Marín, Cecilio Álamo

Introducción. Las especulaciones sobre el papel funcional de la glándula pineal han sido numerosas a lo largo de la histo- Departamento de Farmacología;
Facultad de Medicina;
ria, destacando las hipótesis neurofisiológicas propuestas por Descartes.
Universidad de Alcalá (F. López-
Desarrollo. El papel psicofisiológico adjudicado por Descartes a la glándula pineal en el siglo xvii, esto es, el asiento del Muñoz, C. Álamo). Departamento
de Biología Celular; Facultad
alma humana, apenas contó con apoyos científicos en su época. Durante el siglo xviii se fue perdiendo paulatinamente el de Medicina; Universidad
interés por el órgano pineal, considerado un elemento evolutivo vestigial, hasta la segunda mitad del siglo xix, gracias al Complutense de Madrid; Madrid,
España (F. Marín).
auge de la anatomía comparada, que confirmó el papel fotorreceptor del órgano parietal de los anuros, y de la anatomía
microscópica, que reveló la estructura histológica de la glándula pineal de los mamíferos. Correspondencia:
Dr. Francisco López-Muñoz.
Conclusión. A principios del siglo xx se publicaron los primeros datos de la literatura científica sobre la naturaleza endocri- Gasómetro, 11, portal 3, 2.º A.
na de la glándula pineal (relación entre tumores pineales y pubertad precoz), pero su confirmación definitiva tuvo lugar E-28005 Madrid.

en 1958, con el aislamiento de la melatonina por el equipo de Aaron B. Lerner. Posteriormente, se introdujo el término E-mail:
‘transductor neuroendocrino’ para explicar el principio de la fisiología pineal, esto es, la transformación de la información francisco.lopez.munoz@gmail.com
luminosa procedente de la retina en una respuesta endocrina, consistente en la síntesis y liberación de la hormona me- Aceptado tras revisión externa:
latonina, que, a su vez, actuaría como un potente neurotransmisor en el sistema nervioso central, haciendo del órgano 24.03.09.
pineal una especie de ‘reloj biológico’.
Cómo citar este artículo:
Palabras clave. Descartes. Glándula pineal. Historia de la medicina. Melatonina. Transductor neuroendocrino. López-Muñoz F, Marín F, Álamo C.
El devenir histórico de la glándula
pineal: II. De sede del alma
a órgano neuroendocrino.
Rev Neurol 2010; 50: 117-25.

© 2010 Revista de Neurología


Introducción miento de la melatonina, en 1958, por el equipo de
Aaron B. Lerner (1920-2007).
La localización anatómica de la glándula pineal en la
encrucijada del sistema nervioso central, su carácter
impar en un entorno de estructuras dobles y su aspec- Declive en el conocimiento científico de
to morfológico han atraído la atención de numerosos la glándula pineal durante el siglo xviii
científicos a lo largo de la historia, y se han postulado
distintas teorías fisiológicas relacionadas con su fun- Aunque el cartesianismo continuó alentando los
cionalismo. Entre ellas destaca la teoría mecanicista movimientos científicos del siglo xviii, como el
propuesta por René Descartes (1596-1650), quien principio de la fuerza vital que inspiró la corrien-
postuló que esta estructura anatómica albergaba en te vitalista de la Ilustración [1], el papel otorgado
su seno la sede del alma y era responsable de la co- por Descartes a la glándula pineal apenas contó con
rrecta comunicación entre la máquina humana y su apoyos científicos. A título de ejemplo, Claude-Ni-
entorno (véase la parte I de este trabajo). colas Le Cat (1700-1768), profesor de anatomía en
Sin embargo, tras este período de esplendor en la Universidad de Rouen, quien obtuvo en 1753 el
el siglo xvii, la glándula pineal pasó por un por mo- premio de la Real Academia de Ciencias de Prusia
mento histórico de absoluto olvido científico, en el con un ensayo sobre las cualidades de los espíritus
que se estimó como un mero vestigio rudimentario. animales, proponía que el ‘material’ que fluía en el
Finalmente, a partir de la segunda mitad del siglo interior de los nervios no era un ‘material’ conocido
xix comenzó la ruptura definitiva con esa etapa (agua, sangre, vapor, electricidad, luz, fuego, etc.),
precientífica del conocimiento de la glándula pi- sino un denominado ‘fluido universal’, procedente
neal y se inició el período de análisis científico, tal de la filtración de la sangre en la corteza cerebral,
como lo conocemos hoy en día, sobre la naturaleza lugar donde afirmó que se asentaba el alma huma-
de este órgano, que culminaría con la evidente con- na, y no en la glándula pineal. A esta vía de descré-
firmación de su naturaleza endocrina tras el aisla- dito de la teoría cartesiana sobre la glándula pineal

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F. López-Muñoz, et al

paulatina pérdida de interés por el órgano conario


Figura 1. Lámina anatómica procedente del atlas Handbuch der Anato-
mie des Menschen, publicado en 1841, en Leipzig, por el profesor Carl se incrementó aún más durante la primera mitad del
Ernest Bock (1809-1874). En esta sección sagital del cerebro humano siglo xix, período en el que los anatomistas, tal vez
se observa la glándula pineal, marcada con la letra ‘o’, en su céntrica
ubicación. influenciados por la corriente filosófica romanticis-
ta alemana, que discutía la evidencia científica del
experimento fisiológico, mermaron el papel funcio-
nal de la glándula pineal [4]. De hecho, Karl Frede-
rick Burdach (1776-1847) afirmaba que este órgano
anatómico carecía de función específica alguna. La
figura 1 muestra el dibujo de un corte sagital del
encéfalo humano, procedente de un atlas anatómi-
co de amplia difusión durante la primera mitad del
siglo xix, en el que se aprecia perfectamente la mor-
fología y localización de la glándula pineal.
Sin embargo, merced a los postulados cartesianos
sobre el asiento del pensamiento racional en el órga-
no pineal, algunos autores del siglo xviii y xix trata-
ron de encontrar el origen de ciertas alteraciones del
pensamiento en anormalidades físicas y funcionales
de esta glándula, básicamente la presencia en ella de
calcificaciones, observación, por otro lado, carente
de novedad, en tanto que adaptación de las leyendas
se sumaron también otros destacados médicos del medievales sobre la ‘piedra de la locura’. Sin embar-
siglo xviii, como Julien Offray de la Mettrie (1709- go, desde una perspectiva más científica, y gracias
1751), Pierre Jean Georges Cabanis (1757-1808), al desarrollo de la anatomía patológica a partir del
Etienne Bonnot de Condillac (1714-1780), Charles siglo xviii, se pudo observar en las autopsias efec-
Bonnet (1720-1793) o el barón Paul von Holbach tuadas a algunos pacientes la presencia de ‘arenilla’
(1723-1789). Sin embargo, sería durante la prime- o pequeñas piedras en la glándula pineal, lo que per-
ra mitad del siglo xix cuando se desechó definiti- mitió reavivar la hipótesis de una relación entre am-
vamente la teoría de Descartes en relación con el bos hechos. No obstante, uno de los pioneros de esta
papel fisiológico de la epífisis. En el Dictionnaire nueva disciplina médica, Giovanni Battista Morgag-
des Sciences Médicales publicado en 1829 por An- ni (1682-1771), en su obra De sedibus et causis mor-
toine Jacques Louis Jourdan (1788-1848), se dice borum per anatomen indagatis (1761), manifestó su
de la glándula pineal: ‘... con respecto a la función escepticismo con respecto a la pretendida relación
del órgano pineal, nada es asumible de la ficción entre la existencia de acervulus en el órgano pineal y
de Descartes, concebida en un momento de abuso la existencia de retraso o deficiencia mental.
del racionalismo y de la imperfección de las cien-
cias naturales... Hoy, nosotros no necesitamos estas
quimeras, aunque todavía no conozcamos las fun- Resurgir del interés por la glándula pineal
ciones del conarium...’ [2]. De esta forma, acabó sus y el conocimiento de su estructura íntima
días el papel espiritual de la glándula pineal desde
la vertiente de la ciencia. Podemos afirmar, de acuerdo con Ariëns-Kappers
Por otro lado, los avances en el conocimiento del [5], que la segunda mitad del siglo xix supone la
órgano pineal durante el siglo xviii, sobre todo des- ruptura definitiva con esa etapa precientífica del
de la perspectiva fisiológica, fueron más bien esca- conocimiento de la glándula pineal, basada en es-
sos. Únicamente, continuaron las descripciones ana- peculaciones antropofilosóficas y metaforizaciones
tómicas de esta glándula, cada vez más precisas. De mitológicas, y el inicio de los estudios tendentes a
entre los muchos anatomistas poscartesianos, cabe dilucidar el verdadero papel fisiológico de este ór-
citar, en relación con la epífisis, al inglés Thomas Gi- gano. Esta época supuso el triunfo de la anatomía
bson (1647-1722), quien, en su libro The Anatomy comparada de Friedrich Gustav Jakob Henle (1809-
of Humane Bodies Epitomized (1682), reafirmó el 1885) o Jean Léo Testut (1849-1925), que evolucio-
actual nombre de la glándula pineal, al describirla nó posteriormente, siguiendo la corriente propuesta
como un ‘penis’ suspendido sobre y entre los tu- por Charles R. Darwin (1809-1882), hacia una ana-
bérculos cuadrigéminos inferiores o ‘testes’ [3]. Esta tomía comparada de orientación evolucionista. Ya

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El devenir histórico de la glándula pineal (II)

en fechas tan tempranas como 1816, el profesor de profesor de patología de la Universidad de Turín, el
anatomía y fisiología de la Universidad de Heidel- primer científico que describió, en 1868, varios tipos
berg Friedrich Tiedemann (1781-1861) realizó un celulares en el parénquima pineal. Este autor italia-
estudio embriológico de la glándula pineal, compa- no distinguió entre células epifisarias de primera y
rando las epífisis de fetos con las de algunos reptiles. segunda clase, a las que atribuyó naturaleza nervio-
Pero sería el seguidor de esta corriente evolucionis- sa y conectiva, respectivamente [9]. Apoyándose en
ta, Ludwig Stieda (1837-1918), director del Institu- las ideas de Bizzozero, algunos autores posteriores,
to de Anatomía de Königsberg, quien describió por entre los que destaca Hagemann (1872), opinaban
primera vez una mancha pálida en la región frontal que el conarium sería una especie de ganglio ner-
de la cabeza de las ranas, a la que llamó Stirnfleck. vioso. Otros investigadores, tomando como base de
Stieda descubrió que esta mancha estaba integrada partida el supuesto carácter glandular del órgano
por una pequeña, sólida y redondeada masa de cé- epifisario, aproximaron, ontogénicamente, sus célu-
lulas (Subkutane Stirndrüse) [4], pero no logró in- las parenquimatosas con otras células epiteliales se-
terpretar su significado funcional. En 1868, Franz cretoras, como las células acidófilas de las glándulas
von Leydig (1821-1908) describió detalladamente la paratiroides [10] o las células ependimarias y de los
glándula parietal de las ranas descubierta por Stie- plexos coroideos [11]. De hecho, los primeros traba-
da. Finalmente, sería Alexander Goette (1840-1922) jos de la literatura científica que abordaron la cons-
quien, en 1872, relacionó filogenéticamente este titución histológica del órgano epifisario hicieron de
Stir­norgan de los anuros con la glándula pineal [6]. él un ganglio linfático [12], en el que se encontraban
Posteriormente, durante la década de 1880, nume- ‘abundantes células redondeadas semejantes a lin-
rosos científicos incidieron en este campo de inves- focitos’. La idea de un órgano epifisario de carácter
tigación, postulando que en las especies predeceso- neuróglico también fue defendida en los primeros
ras de los actuales vertebrados, la glándula pineal años del siglo xx. Así, Jean Verne, en 1914, conside-
podría haber constituido un tercer ojo de carácter ró la glándula pineal como un órgano eminentemen-
impar. Con todos estos datos, se configuró la ‘teoría te glial, cuyas células producirían sin cesar nuevas
del tercer ojo de los saurios’ de Julien y Peytoureau. fibras a expensas de la cromatina nuclear [13].
El estudio de la estructura epifisaria en los verte- Pero sería la denominada Escuela Española de
brados inferiores dio a conocer el papel fotorrecep- Histología, durante las primeras décadas del siglo
tor de la glándula pineal de estos animales. Sin em- xx, la que aportaría más luz en este campo [14].
bargo, en los mamíferos se catalogó a esta glándula Así, mientras Santiago Ramón y Cajal (1852-1934),
como un órgano vestigial, recuerdo rudimentario quien consideró el órgano pineal como una ‘glándu-
del tercer ojo de los lacértidos o vertebrados de san- la vascular sanguínea’, describió minuciosamente la
gre fría [7], destacando, entre ellos, la lamprea y las inervación del cuerpo pineal de varios mamíferos
iguanas. Esta línea de investigación culminó con la (Fig. 2a) [15], Nicolás Achúcarro (1880-1918) y José
publicación, por parte de František Karel Studnička Miguel Sacristán (1887-1957) analizaron algunos
(1870-1955), de un amplio capítulo titulado ‘The pa- conceptos histológicos erróneamente heredados de
rietal organ’ en el Textbook of comparative microsco- autores precedentes y establecieron el carácter se-
pic vertebral anatomy de Albert Oppel (1905). Para cretor de la glándula pineal humana (Fig. 2b) [16,17].
Studnička, el ‘órgano parietal’ sería una especie de Por su parte, Pío del Río-Hortega (1882-1945) se
excrecencia de la pared cerebral primitiva, formada ocupó de la naturaleza de los tipos celulares pinea-
por células ependimarias con capacidad para gene- les y aplicó las novedosas técnicas de impregnación
rar células glandulares y gliales, o incluso neuronas argéntica al estudio de la epífisis de una gran varie-
o fotorreceptores, que ha pervivido en algunas es- dad de aves y mamíferos, incluyendo la especie hu-
pecies. En concreto, destaca el caso de la lamprea, a mana. Sus conocimientos en esta materia quedaron
cuyo ‘órgano parapineal’ denominó ‘paráfisis’ [8]. La reflejados en el capítulo titulado ‘Pineal gland’ de la
consideración de la glándula pineal como un órgano prestigiosa obra Cytology and cellular pathology on
vestigial sin ninguna función fisiológica, en los ma- the nervous system, editada en 1932, en Nueva York,
míferos, perduró hasta finales de la década de 1950. por Wilder Penfield (1881-1976) [18], donde Río-
Por otro lado, gracias al avance en la tecnología Hortega renombra los dos tipos celulares descritos
óptica y al progreso de la técnica micrográfica se po- en este órgano, denominando células fundamen-
sibilitó, desde mediados del siglo xix, el gran auge tales o células pineales a las parenquimatosas (Fig.
de la anatomía microscópica y, por ende, el conoci- 2c), y células intersticiales a las neuróglicas. Todas
miento de la estructura histológica del órgano pineal. estas observaciones permitieron afirmar a Río-Hor-
Bajo este prisma, fue Giulio Bizzozero (1846-1901), tega, en 1922, que ‘las células parenquimatosas de

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llo precoz y excesivo de los genitales externos [22].


Figura 2. Dibujos histológicos de la glándula pineal realizados por algunos integrantes de la prestigiosa
Escuela Española de Histología, surgida en torno a la figura de Santiago Ramón y Cajal durante el primer Dos años más tarde, Otto Heubner (1843-1926) vol-
tercio del siglo xx. a) Dibujo del propio Cajal que representa la inervación simpática de la epífisis de ratón vió a asociar la existencia de tumores pineales con
[15]. a) Plexo intersticial; a: fibras simpáticas que llegan por lo alto; B: corte de un vaso venoso; b: fibras una pubertad precoz, al estudiar el caso de un niño
arribadas con las arterias inferiores; C: corteza cerebral interhemisférica. b) Esquema ilustrativo de la es-
tructura de la glándula pineal humana del adulto, realizado por Achúcarro [17]. A: célula neuróglica con
de 4,5 años fallecido con este tipo de tumor que de-
bola intranuclear; B: célula neuróglica; C: fibras neuróglicas; D: terminaciones nerviosas en los espacios sarrolló, en su último año de vida, unos marcados
conjuntivos perivasculares; E: célula nerviosa del interior del lobulillo, que envía apéndices piriformes al caracteres sexuales primarios y secundarios [23].
espacio perivascular; F: célula nerviosa de los espacios conjuntivos perivasculares. c) Diversos tipos mor- Por su parte, Otto Marburg (1874-1948) describió el
fológicos de células parenquimatosas pineales, según esquemas de Río-Hortega [19].
‘síndrome de genitosomía precoz’ y catalogó la glán-
dula pineal como elemento inhibidor del desarrollo
a b c
sexual o ‘glándula de la castidad’ [24]. Sin embargo,
durante la década de los cuarenta, algunos autores,
como Dorothy S. Russell (1895-1983), en 1944 [25],
o Nathan B. Friedman (1911-2001), en 1947 [26],
observaron que la mayoría de los tumores de la zona
pineal eran realmente parapineales, desarrollados a
partir de restos embrionarios, a modo de semino-
mas y germinomas; de ahí su relación con la función
sexual. Por su parte, Carlo Foà (1880-1971) demos-
tró experimentalmente el desarrollo temprano de
los caracteres sexuales secundarios y de la función
gonadal en varias especies animales tras diversas le-
siones glandulares, como la pinealectomía [27].
Por último, cabe mencionar que durante la prime-
la pineal… constituyen una modalidad celular con ra mitad del siglo xx surgió una corriente paracien-
caracteres típicos, que debe ser estudiada aparte tífica, de carácter filosófico-mitológico, que, al hilo
como algo nuevo’ [19]. Sería, pues, la primera vez de los planteamientos cartesianos de control de los
en la historia que se dio entidad propia a ese tipo ‘espíritus humanos’ por parte de la glándula pineal
celular, que hoy conocemos como pinealocito [14]. y de las corrientes evolucionistas imperantes desde
En 1943, Wolfgang Bargmann (1906-1978), del De- finales del siglo xix, asimilaron este órgano con el
partamento de Anatomía de la Universidad de Kiel, ‘tercer ojo’ de las culturas indostánicas: la ‘puerta de
recopiló todos los conocimientos histológicos sobre Brahma’, por la que el espíritu de las personas pue-
la glándula pineal, en lo que sería la primera mono- de fusionare con el alma del universo, o el tercer ojo
graf ía específica sobre este campo de investigación del dios hindú Shiva. Estas corrientes alcanzaron su
en relación con la epífisis [20]. máxima expresión con la denominada antroposo-
Asimismo, en los años que enmarcaron el cambio f ía, un intento de asimilación entre el misticismo y
del siglo xix al xx se publicaron los primeros datos la ciencia moderna desarrollado por Rudolf Steiner
de la literatura científica sobre la naturaleza endo- (1861-1925), y que perpetuó este tipo de mitos, re-
crina de la glándula pineal. Aunque Galeotti (1897) lacionando la glándula pineal, por ejemplo, con el
ya describió la presencia de supuestos gránulos de único ojo del cíclope Polifemo de las obras homé-
secreción en células pineales [8], sería Zaherina Di- ricas o con la práctica medieval de la tonsuras de la
mitrova, en 1901, la primera autora que se pronun- región parietal por parte de los monjes cristianos.
ció definitivamente en este sentido. En una extensa Siguiendo esta corriente, Dietrich Boie (1923-2001)
publicación sobre la glándula pineal del hombre y de acabó definiendo el órgano pineal como ‘la consoli-
varios mamíferos, Dimitrova describió la existencia, dación f ísica de un centro etéreo’ [28].
en las células epifisarias, de esférulas o bolas nuclea-
res [21]. Estos ‘granos’ se interpretaron inicialmen-
te como un fenómeno de secreción por parte del La glándula pineal como
núcleo celular, que posteriormente se regeneraría. órgano neuroendocrino
Desde la perspectiva clínica, la primera publicación
que relacionaba el funcionalismo pineal con altera- Hacia la mitad del siglo xx concurrieron tres even-
ciones endocrinológicas se debe a Gutzeit, quien, en tos científicos de enorme importancia, que hicieron
1896, publicó un caso de teratoma del área pineal posible el impresionante avance habido en la inves-
en un niño de 7,5 años que presentaba un desarro- tigación pineal desde mediados de la década de los

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El devenir histórico de la glándula pineal (II)

sesenta: la publicación, en 1954, del libro titulado Figura 3. Aaron B. Lerner, primer director del Departamento de Derma-
The pineal gland por parte de Mark D. Altschule y tología de la Universidad de Yale, en una fotografía de 1971. El equipo
Julian Kitay, de la Universidad de Harvard; el aisla- de Lerner fue el responsable del aislamiento de la melatonina, el más
trascendente de los descubrimientos de la historia de la investigación
miento de la melatonina, en 1958, por Lerner et al, pineal. Debajo, estructura química de la melatonina.
de la Universidad de Yale; y el descubrimiento de
que este órgano endocrino estaba directamente con-
trolado por factores ambientales externos [29-31].
La sucesión de todos estos importantes hallazgos en
un corto período (1954-1965) inició las bases del co-
nocimiento científico actual sobre la glándula pineal,
modificando el caduco concepto de órgano vestigial
sin relevancia fisiológica, por el moderno y actual
concepto de ‘transductor neuroendocrino’ [32].
A principios de la década de los cincuenta, Alt­
schule y Kitay, quienes habían correlacionado la
administración de extractos pineales con modifica-
ciones del tamaño de los ovarios en la rata, repasa-
ron toda la controvertida literatura científica sobre
la glándula pineal publicada hasta 1953 (un total de
1.762 trabajos originales), y publicaron, en 1954, el
libro titulado The pineal gland. Desde su revisión crí-
tica al estado del conocimiento sobre la glándula pi-
neal en aquel tiempo, estos autores concluyeron que
las tres funciones probables del órgano pineal eran:
el control de la función gonadal; la participación en
la respuesta cromática de la piel, en los vertebrados
inferiores, a los cambios de luz ambiental; y un víncu-
lo potencial con los trastornos del comportamiento
[33]. Con esta obra, la glándula pineal entró definiti-
vamente en los ambientes académicos de la ciencia.
El siguiente paso fue la identificación del factor
endocrino responsable de la actividad funcional de
la glándula pineal. En este sentido, ya en 1917, Carey
P. McCord (1886-1979) y Floyd P. Allen, de la Uni-
versidad Johns Hopkins, pudieron confirmar que
los extractos pineales eran capaces de blanquear la
piel de los renacuajos [34], posiblemente debido a pineal, exhibía una función endocrina. Durante los
un fenómeno de agregación de los gránulos de pig- siguientes años, varios autores, fundamentalmente
mento en melanóforos individuales. Cuarenta años de los grupos de Julius Axelrod (1912-2004), del De-
después, Aaron B. Lerner (Fig. 3), de la Universi- partamento de Farmacología Clínica del National
dad de Yale, comenzó sus estudios para identificar Institutes of Health, en Bethesda, y de Virginia M.
el factor responsable de este oscurecimiento de la Fiske (1910-1999), del Wellesley College, demostra-
piel en anfibios, inicialmente junto con Yoshiyata ron que la síntesis de la melatonina en la principal
Takahashi, un internista de la Universidad de Tokio, célula del órgano pineal, el pinealocito, era regulada
que finalizaron en 1958 con el aislamiento de una en los mamíferos por la luz ambiental [29,30,36], a
pequeñísima cantidad (100 µg) de una indolamina través de una vía neural que, de la retina, termina-
(N-acetil-5-metoxitriptamina) extraída del proce­ ba en las neuronas simpáticas del ganglio cervical
samiento de 250.000 glándulas pineales bovinas superior, y que se trataba de un derivado de la sero-
(100 kg de material), a la que denominó ‘melatoni- tonina [37], una indolamina distribuida por todo el
na’ (Fig. 3) (del griego melas, negro u oscuro) [35]. organismo, incluido el cerebro.
Este descubrimiento supuso el mayor de los hitos La naturaleza neuroendocrina de la glándula pi-
en la historia de la investigación pineal, debido a neal quedó definitivamente contrastada en 1965,
que, finalmente, se pudo demostrar que una sustan- merced a la publicación de dos trabajos científicos
cia química, sintetizada y liberada por la glándula de gran trascendencia en este campo. Por un lado,

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Nobel de Medicina y Fisiología, que le fue otorgado


Figura 4. Circuito neuronal retina-glándula pineal, con sus correspondientes centros de conexión. en el año 1970.
Precisamente, el desarrollo de la cronobiología,
sobre todo a partir de la publicación, en 1958, del
célebre libro titulado Die physiologische Uhr (El
reloj fisiológico), de Erwin Bünning (1906-1990), y
el estudio de los ritmos biológicos han constituido
un respaldo poderoso para la expansión científica
del estudio de la glándula pineal. De hecho, a prin-
cipios de la década de los setenta, se demostró la
existencia de un oscilador circadiano situado en el
núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que con-
trolaría la síntesis de melatonina en el órgano pi-
neal en función de la actividad de la enzima sero-
tonin-N-acetil-transferasa [38]. Así, en condiciones
de integridad del mencionado circuito neuronal, la
melatonina exhibe un típico patrón rítmico de sín-
tesis y secreción, de forma que, durante el día, las
concentraciones plasmáticas de la hormona son ba-
jas (10-20 pg/mL), mientras que durante la noche
experimentan un incremento significativo (80-120
Roger A. Hoffman y Russel J. Reiter, del Laborato- pg/mL), con un marcado pico entre las 24 y las 3
rio de Investigación Médica de Edgewood Arsenal horas [39]. Por tanto, la glándula pineal formaría
(Maryland), demostraron que los cambios gonada- parte, a modo de engranaje de trascendental im-
les en roedores expuestos a condiciones de oscuri- portancia, del ‘reloj biológico’ responsable de ade-
dad desaparecían totalmente después de efectuar cuar los ritmos biológicos a los cambios periódicos
una pinealectomía [31], mientras que Axelrod y su del ambiente [40]. Entre los cambios cíclicos que
entonces colega del National Institutes of Health, normalmente se producen en nuestro organismo y
Richard J. Wurtman, posteriormente director du- que están regulados por este sistema sincronizador,
rante 20 años del Centro de Investigación Clínica cabe mencionar los ciclos sueño-vigilia, la secreción
del Massachusetts Institute of Technology, intro- de diferentes hormonas o la temperatura corporal.
dujeron el término ‘transductor neuroendocrino’ La identificación de las dianas biológicas sobre
para referirse a la glándula pineal [32]. Con este las que la melatonina ejerce sus acciones fisiológi-
concepto, los mencionados autores intentaron ex- cas constituyó uno de los siguientes pasos de inves-
plicar el principio de la fisiología pineal, esto es, la tigación. De esta forma, a finales de la década de los
transformación de la información luminosa externa setenta, el grupo de Daniel O. Cardinali, de la Uni-
que alcanza la glándula desde la retina, a través de versidad de Buenos Aires (Argentina), identificó los
un circuito nervioso, en una respuesta endocrina, receptores específicos de la melatonina en cerebro
consistente en la síntesis y liberación de la hormo- bovino, utilizando [3H]melatonina [41], y unos años
na melatonina (Fig. 4), que, a su vez, actuaría como más tarde, los perfiles farmacológicos de estos re-
un potente neurotransmisor en el sistema nervioso ceptores se caracterizaron definitivamente, gracias
central, haciendo del órgano pineal una especie de al uso del radioligando 2-[125I]iodomelatonina, un
‘reloj biológico’ [32]. En este trabajo, publicado en agonista de alta afinidad de éstos, por parte del gru-
la revista Scientific American, Axelrod y Wurtman po de Margarita L. Dubocovich, de la Northwestern
propusieron su ‘hipótesis de la melatonina’, desta- University Medical School (Chicago) [42]. Hasta el
cando que, en respuesta a los cambios lumínicos momento, han sido clonados tres subtipos de re-
del entorno, la glándula pineal no sólo secretaría su ceptores de melatonina en los mamíferos, de los
hormona, sino que ésta también era capaz de mo- cuales los denominados MT1 y MT2 (previamente
dificar las funciones reproductivas en los mamífe- denominados Mel1a o MTNR1A y Mel1b o MTNR1B,
ros. Las grandes aportaciones de Axelrod al cono- respectivamente), son de alta afinidad, mientras
cimiento del papel de las monoaminas en el sistema el MT3 es de baja afinidad. Estos receptores de la
nervioso central, fundamentalmente el descubri- melatonina pertenecen a un grupo diferenciado de
miento de los sistemas de recaptación presinápticos la superfamilia de receptores metabotrópicos aco-
de noradrenalina, le hicieron merecedor del premio plados a proteínas G (GPCR) [43]. Inicialmente, se

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El devenir histórico de la glándula pineal (II)

describió otro receptor, denominado Mel1c, identi- modo, desde 1989 y bajo el epígrafe Pineal cell biolo-
ficado en anfibios y pájaros y no perteneciente a la gy, se han celebrado, hasta la fecha, diez ediciones de
familia de GPCR [43]. La densidad y localización de las prestigiosas Gordon Research Conferences, y se
los receptores melatoninérgicos varía considerable- ha planificado la undécima para el año 2010.
mente entre las diferentes especies de mamíferos y
no solamente se han localizado en el sistema ner-
vioso central, sino también en otros órganos perifé- Epílogo
ricos, como linfocitos, plaquetas, epitelio prostático,
células de la granulosa de folículos preovulatorios, Durante las últimas cinco décadas, la investigación
espermatozoides, etc. [44]. Esta amplia distribución científica sobre la glándula pineal ha experimentado
permite explicar el papel de la melatonina sobre los una enorme expansión en muy diversos aspectos vin-
ritmos cardiovasculares, la función gastrointesti- culados a este órgano y a su funcionalismo, incluidos
nal y el funcionalismo endocrino e inmunológico, los aspectos fisiológicos y patológicos. Como conse-
así como su implicación en diferentes patologías cuencia de esto, hoy en día se sabe que la glándula
[45,46]. Es más, en la actualidad, diferentes análo- pineal de los mamíferos es un órgano que desarrolla
gos sintéticos de la melatonina están siendo estu- una elevadísima actividad bioquímica, como lo de-
diados desde la perspectiva terapéutica [47,48]. muestra la presencia en dicho órgano de abundan-
Desde la perspectiva académica, los primeros tes aminas biógenas, no sólo de melatonina, como
años de la década de los ochenta proporcionaron serotonina, noradrenalina o histamina, además de
otra serie de eventos científicos que llevaron a la múltiples sustancias peptidérgicas (vasopresina, VIP,
madurez definitiva de la investigación pineal. En oxitocina, NPY, somatostatina, sustancia P, etc.) y
1977, bajo el liderazgo del profesor Johannes Ariëns- otras hormonas (luteinizante, folicoestimulante, li-
Kappers (1910-2004), de la Universidad de Ámster- beradora de tirotropina, adrenocorticotropa, prolac-
dam, y el apoyo de su discípulo, el profesor Paul Pé- tina, etc.) [50]. Se puede hablar, pues, de la glándula
vet, de la Universidad Louis Pasteur, de Estrasburgo, pineal como de un órgano neuroendocrino capaz de
fue fundado el European Pineal Study Group, pos- sintetizar y liberar substancias activas, que ejercerían
teriormente denominado European Pineal Society, su acción hormonal sobre una serie de órganos y te-
sociedad científica que celebró su primera reunión jidos diana, entre los que se encontrarían el hipotála-
en Ámsterdam, en 1978. Los resultados científicos mo, la hipófisis, las gónadas, el tiroides, etc. [51]. En
de esta conferencia se publicaron en el volumen este sentido, en la actualidad se puede considerar la
número 52 de la prestigiosa serie Progress in Brain epífisis, sin riesgo de error, como una glándula de se-
Research (1979). Dos años después, bajo la dirección creción interna y un componente importante de los
del profesor Lutz Vollrath, del Instituto de Anato- sistemas fotoneuroendocrinos [52].
mía y Biología Celular de la Universidad de Mainz, No obstante, este papel fisiológico, con la distan-
se publicó el libro más completo y extenso sobre la cia que imponen los avances científicos, parece co-
glándula pineal: The pineal gland (1981). En esta rrelacionarse estrechamente con el propuesto tres
obra se recopiló todo el conocimiento científico que siglos antes por Descartes, pues el filósofo nos pre-
se disponía sobre este órgano hasta ese momento, en sentó también al órgano epifisario como una especie
todas las especies animales. Probablemente, el paso de ‘transductor’ de señales, a modo de centro de inte-
final en el desarrollo de este proceso de consolida- gración sensorial y de relación con el mundo exterior,
ción de la ‘pinealogía’ como disciplina científica fue regulado por la acción de los ‘espíritus animales’. En
el lanzamiento, en 1984, de una publicación periódi- este sentido, hoy conocemos una vía ‘retinoepifisaria’,
ca dedicada específicamente a este campo, el Journal propuesta por Moore en 1978 [53], eje sobre el que
of Pineal Research, inicialmente editada por los pro- se fundamenta la relación de la glándula pineal con el
fesores Russel J. Reiter, ahora en el Departamento de exterior, y sabemos que este órgano es un ‘transduc-
Biología Celular y Estructural de la Universidad de tor neuroendocrino’ [32] que convierte los estímu-
Texas, auténtico inspirador y director del proyecto, los externos en respuesta hormonal (producción de
Wilbur B. Quay, del Departamento de Zoología de la melatonina sobre todo). Estas hormonas actuarían
Universidad de California Berkeley, y Michal Kara- sobre una serie de órganos diana, los cuales, a su vez,
sek, del Departamento de Neuroendocrinología de modificarían, por un mecanismo de feedback, la res-
la Universidad de Lódź (Polonia). Esta publicación, puesta glandular [51]. Por esto, la teoría de Descar-
incluso al cabo de sus primeros 10 años de vida, se tes, junto con el descubrimiento de Lerner, ocupan
constituyó en el núcleo central de la literatura cien- los dos puestos prioritarios en la historia de la glán-
tífica sobre la investigación pineal [49]. Del mismo dula pineal, de los que es muy difícil poder evadirse.

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El devenir histórico de la glándula pineal (II)

The historical background of the pineal gland: II. From the seat of the soul to a neuroendocrine organ

Introduction. Throughout history a number of speculations have been put forward concerning the functional role of the
pineal gland, perhaps some of the most important being the neurophysiological proposals by Descartes.
Development. The psychophysiological role conferred on the pineal gland by Descartes in the 17th century, that is, as the
seat of the human soul, had barely any scientific support at the time. Throughout the 18th century interest in the pineal
gland gradually declined and it was considered to be just a vestigial evolutionary element until the second half of the 19th
century, thanks to the boom of comparative anatomy, which confirmed the photoreceptive role of the parietal organ of
the anurans, and of microscopic anatomy, which revealed the histological structure of the pineal gland of mammals.
Conclusions. In the early 20th century the first data were published in the scientific literature on the endocrine aspect
of the pineal gland (on the relation between pineal tumours and precocious puberty), but its ultimate confirmation
took place in 1958, with the isolation of melatonin by the team led by Aaron B. Lerner. Later, the term ‘neuroendocrine
transducer’ was introduced to explain the principle of the pineal gland, that is to say, the transformation of information
about light from the retina into an endocrine response consisting in the synthesis and release of the hormone melatonin.
In turn, this hormone acts as a powerful neurotransmitter in the central nervous system, which makes the pineal gland a
kind of ‘biological clock’.
Key words. Descartes. History of medicine. Melatonin. Neuroendocrine transducer. Pineal gland.

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