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René Guenón
EL DEMIURGO
No puede haber nada que carezca de principio; pero ¿cuál es este principio?,
y, en realidad ¿no hay más que un Principio único de todas las cosas? Si se
considera el Universo total, es evidente que contiene todas las cosas, puesto
que todas las partes están contenidas en el Todo. Por otro lado, el Todo es
necesariamente ilimitado, ya que, si tuviera un límite, lo que hubiera más allá
de este límite no estaría comprendido por el Todo, siendo esta suposición
completamente absurda. Lo que carece de límite puede ser llamado Infinito, y
como lo contiene todo, es el principio de todas las cosas. Por otra parte el
Infinito es necesariamente “uno”, porque dos Infinitos que no fueran idénticos
se excluirían el uno al otro; resultando de esto que no hay más que un Principio
único de todas las cosas, y este Principio es lo Perfecto, pues el Infinito sólo
puede ser tal si es lo Perfecto.
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el Mal? Nos encontramos aquí con la misma pregunta del comienzo, y ahora
podemos formularla de una manera más general: ¿cómo ha podido la Unidad
producir la Dualidad?.
Algunos han creído que debían admitir dos principios distintos, opuestos el uno
al otro, pero esta hipótesis está descartada por lo dicho anteriormente. En
efecto, estos dos principios no pueden ser ambos infinitos, pues entonces se
excluirían o se confundirían; si sólo uno fuera infinito, éste sería el principio del
otro; y, si ambos fueran finitos, no serían verdaderos principios, ya que decir
que aquello que es finito puede existir por sí mismo, es admitir que algo puede
salir de la nada, puesto que todo lo finito tiene un principio lógico si no
cronológico. En este último caso, en consecuencia, uno y otro, siendo finitos,
deben proceder de un principio común, que es infinito, lo que nos vuelve a
llevar a la consideración de un Principio único. Además, muchas doctrinas que
observamos como dualistas, no lo son más que en apariencia; en el
Maniqueísmo, como en la religión de Zoroastro, el dualismo no es más que una
doctrina puramente exotérica, cubriendo una verdadera doctrina esotérica de la
Unidad: Ormuz y Ahrimán son los dos engendrados por Zervané-Akérêné, y
deben fundirse con él al final de los tiempos.
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PARTE II
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PARTE III
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“El Yogui, cuyo intelecto es perfecto, contempla todas las cosas como morando
en él mismo, y así, por el ojo del Conocimiento, percibe que todo es Espíritu.”
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“Es Brahma, tras cuya posesión no hay nada que poseer; tras el gozo de su
felicidad, ya no hay felicidad que pueda ser deseada; y tras la obtención de su
conocimiento, ya no hay conocimiento que obtener.”
“Es Brahma, el que una vez visto, no deja otro objeto que contemplar;
habiéndose identificado con El, ya ningún nacimiento es experimentado;
habiéndolo percibido, no hay nada más que percibir.”
“Es Brahma, esparcido por todas partes, en todo: en el espacio medio, en lo
que está por encima y lo que está por debajo; el verdadero, el viviente, el
dichoso, sin dualidad, indivisible, eterno y uno.”
“Es Brahma, sin tamaño, inextenso, increado, incorruptible, sin rostro, sin
cualidades o características.”
“Penetra él mismo su propia esencia eterna, y contempla el Mundo entero
apareciendo como Brahma.”
“Brahma no se parece en nada al Mundo, y fuera de Brahma no hay nada; todo
lo que parece existir fuera de él es una ilusión.”
“De todo lo que se ve, de todo lo que se oye, sólo existe Brahma, y por el
conocimiento del principio, Brahma es contemplado como el Ser verdadero,
viviente, feliz, sin dualidad.”
“El ojo del Conocimiento contempla al Ser verdadero, viviente, feliz, que todo lo
penetra; pero el ojo de la ignorancia no lo descubre, no lo percibe al igual que
un hombre ciego no ve la luz.”
“Cuando el Sol del Conocimiento espiritual se levanta en el cielo del corazón,
expulsa las tinieblas, penetra todo, abarca todo e ilumina todo.”
Observemos que el Brahma del que aquí se trata es el Brahma superior; hay
que tener cuidado en distinguirlo del Brahma inferior, pues éste no es otra cosa
que el Demiurgo, considerado como el reflejo del Ser. Para el Yogui, sólo hay
el Brahma superior, que contiene todas las cosas, y fuera del cual no hay nada;
el Demiurgo y su obra de división ya no existen.
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PARTE IV
Después de haber caracterizado los tres Mundos y los estados del ser que les
corresponden, y de haber indicado dentro de lo posible, en qué consiste la
liberación de la dominación demiúrgica, debemos retomar todavía el tema de la
distinción entre el Bien y el Mal, con el fin de sacar algunas consecuencias de
lo expuesto anteriormente.
Esto indica que hay que tener mucho cuidado en no confundir los diversos
planos del Universo, pues lo que se dice de uno podría no ser verdadero para
el otro. Así, la moral existe necesariamente en el plano social, que es
esencialmente el dominio de la acción; pero no cuando se considera el plano
metafísico o universal, puesto que entonces ya no hay acción.
Establecido este punto, debemos señalar que el ser superior a la acción posee
sin embargo la plenitud de la actividad; pero es una actividad potencial, una
actividad no actuante. Este ser no es inmóvil – como se podría decir
equivocadamente-, sino inmutable, es decir superior al cambio. En efecto, se
identifica con el Ser que siempre es idéntico a sí mismo: según la fórmula
bíblica “el Ser es el Ser.” Esto está relacionado con la doctrina taoísta, según la
cual la Actividad del Cielo es no actuante. El Sabio, en quien se refleja la
Actividad del Cielo observa el no actuar. Sin embargo, este Sabio -que hemos
designado como el Pneumático o el Yogui- puede actuar aparentemente, como
la Luna parece que se mueve cuando las nubes pasan delante de ella; pero el
viento que aparta las nubes no tiene influencia sobre la Luna. Igualmente la
agitación del Mundo demiúrgico no tiene influencia sobre el Pneumático; y a
este respecto podemos citar lo que dice Sankarâchârya:
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De todo lo que precede, podríamos sacar la conclusión que no hay que actuar;
pero sería inexacto, sino en principio, al menos en la aplicación que
quisiéramos hacer. En efecto, la acción es la condición de los seres
individuales, pertenecientes al Imperio del Demiurgo; en el Pneumático o el
Sabio en realidad no hay acción, pero en tanto que reside en un cuerpo, tiene
las apariencias de la acción; exteriormente, es en todo parecido a los demás
hombres, pero sabe que no es más que una apariencia ilusoria, y esto es
suficiente para que esté liberado de la acción, puesto que es a través del
Conocimiento como se obtiene la liberación. Por eso mismo, el que está
liberado de la acción ya no está sujeto al sufrimiento, ya que el sufrimiento es
un resultado del esfuerzo, por tanto de la acción, y esto es en lo que consiste lo
que llamamos la imperfección, aunque en realidad no haya nada imperfecto.
Es evidente que la acción no puede existir para aquel que contempla todas las
cosas en sí mismo como existiendo en el Espíritu universal, sin ninguna
distinción de objetos individuales, tal como expresan estas palabras de los
Vedas: “Los objetos difieren simplemente en designación, accidente y nombre,
como los utensilios terrestres reciben diferentes nombres, aunque solamente
sean diferentes formas de tierra.” La tierra, principio de todas esas formas, es
en sí misma sin forma, pero las contiene a todas en potencia; tal es también el
Espíritu universal.
“Así se mueve libre como el viento, pues sus movimientos no están afectados
por las pasiones.”
“Cuando las formas son destruidas, el Yogui y todos los seres entran en la
esencia que todo lo penetra.”
“Es sin cualidades y sin acción, imperecedero, sin volición; feliz, inmutable, sin
rostro; eternamente libre y puro.”
“Es como el éter, expandido por todas partes, y que penetra al mismo tiempo el
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