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IPARLA 10

2018.11

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FINAL DEL GRUPO ETA Y PROPAGANDA IMPERIALISTA

La elaborada escenificación realizada por el grupo burocrático Eta sobre “el final de su
trayectoria y actividades” se ha caracterizado, bien al contrario, por una nueva campaña
mediática dedicada - una vez más - a repetir lo único que ese grupo ha hecho bien durante
toda su lamentable existencia: el auto-bombo y el reconocimiento del régimen franco-
español: imperialista, terrorista y fascista de ocupación militar sobre el Pueblo Vasco y su
Estado de Nabarra, como “legítimo, no-violento y democrático”, para confusión y
debilitamiento de este País.

Gracias a ese montaje publicitario final del grupo Eta y al panel de los incautos o venales
“abogados, facilitadores y expertos internacionales”, quienes lo han revestido de pretendida
solvencia e importancia a costa del contribuyente de este País, sabemos ahora que “el último
enfrentamiento armado de Europa ha quedado superado”; que, como consecuencia, estamos
en vías de alcanzar “una paz [o sea: sumisión] justa y duradera en esta región”; que “nuestra
sociedad era ya plenamente no-violenta desde el anterior cese definitivo de todas sus
actividades armadas”, las cuales eran - según todos ellos mantienen – “la única violencia
existente en esta región” y al parecer en el Continente; y que “construir la paz y la
democracia necesita” (al margen de “pequeñeces” que no son mencionadas en el discurso,
tales como la vigencia y el respeto de los derechos humanos fundamentales y ante todo del
derecho de autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos y
condición previa de todos ellos) básicamente “un diálogo político”. Es decir, algo que es
incompatible con los regímenes español y francés: imperialistas y fascistas; pero que sin
embargo quienes declaran auto-disolverse y sus atentos compañeros de viaje, artistas
maquilladores y desaprensivos o lunáticos notarios de este montaje dan por descontado que
los Gobiernos de España y de Francia: homenajeados en su discurso y en plena apología de
ellos, estarán sinceramente deseosos de aceptar e implementar con todas sus consecuencias.

La llamada “Declaración de Arnaga”, con todo el ceremonial que la ha acompañado, entraña


la quintaesencia del camuflaje ideológico del imperialismo franco-español sobre nuestro País,
y podría haber sido redactada por los homenajeados Gobiernos de España y de Francia. Es la
guinda en el pastel de desastre y ruina material, humana y política que la burocracia del Eta
deja como único resultado de su existencia al sufrido Pueblo Vasco, a cuyo seno anuncia que
vuelve tras su extravío de medio siglo. (¡Ojalá los militantes de base que siguen presos
pudieran hacerlo: eventualmente con las manos vacías, pero al menos sin hipotecas ni
sumisión al régimen fascista!) “Un día para celebrar”, según afirma esa camarilla de lunáticos
y/o impostores, cuando no camuflados agentes del imperialismo, quienes sin disimulo
contemplan el obsceno acto únicamente como sumisión al imperialismo de España y Francia,
y como abandono de la resistencia. Pero la única celebración posible para el Pueblo Vasco
consiste en el desenmascaramiento y repudio de esa mascarada, junto con la reafirmación de
una inquebrantable determinación de lograr democracia e independencia nacional: cuestiones
ambas absolutamente unidas e indisociables.

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Ante el cúmulo de falsificación y ocultación de la realidad imperialista, que una vez más se
difunde por este País sin límite mediante el enorme poder de los monopolios mediáticos de
un establishment globalizado y sin la menor posibilidad de contraste democrático (favorecido
todo ello por la incapacidad y la traición de la pretendida clase política vasca), es necesario
hacer al menos una mínima exposición de hechos fundamentales que todos ellos celosamente
necesitan ocultar.

“Institucionalismo”, “activismo” y colaboración


Tras la muerte (en su cama) del General Franco el régimen franquista, manteniendo intactos
todos los agentes, instituciones y logros – muy especialmente el monopolio de la violencia –
del régimen unitario español tradicional establecido por el triunfo del fascismo en la guerra
civil e internacional de 1936-9, quedaba declarado democrático de la noche a la mañana al
módico precio de leves reformas formales y “elecciones generales” totalitarias; y la
“oposición vasca” burocrática Pnv apoyó la superchería de esa transición intra-totalitaria, que
significaba la desastrosa inmersión del Pueblo Vasco en el magma español unitario,
imperialista y fascista. A pesar de la instintiva negativa de amplias capas sociales a tomar
parte en aquella maniobra burocrática y antidemocrática (y de su expresa denuncia realizada
por un significativo sector ideológico del País, que llamaba a su boycott), la comprada o
irreflexiva colaboración de una pretendida clase política vasca “moderada” arrastró en Junio
de 1977 a parte del País a seguir participando nuevamente en “elecciones” españolas
presentadas como “democráticas”; posibilitando así la continuidad y consolidación sobre
nuestro Pueblo del colonialismo español (renovado y reforzado tras su imposición bélica con
la cobertura de “elecciones y democracia”), de su nacionalismo imperialista, y del
totalitarismo de sus monopolios jurídicos e ideológicos basados en su monopolio de la
violencia, absolutamente reafirmado tras la derrota de nuestro País en 1937.

Por su parte los pretendidos “radicales”: adeptos de lo que llamaban “lucha armada”, se
mostraban incapaces de hacer la crítica de su estéril y desastroso plan de recurrir a la vía de
atentados individuales y comandos vs. Ejército de ocupación profesional de tierra, mar y aire;
y de terrorismo individual vs. Terrorismo de Estado: ruinosa e infrastratégica respuesta frente
a un régimen de ocupación militar que detentaba el monopolio absoluto de la violencia. Así
pues siguieron en su demencial y ensoberbecido mesianismo, y ello incluso cuando podían
haber constatado la inequívoca respuesta y amplia base popular del movimiento de resistencia
nacional en diversos momentos clave tras la mencionada claudicación “electoral” del Pnv,
entre ellos: la Marcha de la Libertad en Agosto de 1977, o el movimiento semi-insurreccional
que se levantó espontáneamente en el País en Julio de 1978.

Pero no fueron capaces de verlo, por lo que a partir de aquellos momentos quedaba clara su
pérdida no sólo de todo sentido de la realidad sino incluso del básico instinto de
conservación; y así continuaron por la misma trayectoria hasta terminar con los patéticos
estertores finales de Ginebra y Arnaga, maquillados por los “efectos especiales” de sus
voluntariosos acompañantes. Esto los llevaría en primer lugar a su propia capitulación
electoral en las siguientes “elecciones” de 1979 (véase nuestro artículo “Otra vez elecciones

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generales”, Febrero-1979), entrando ellos también en la colaboración y reconociendo por
tanto el régimen fascista como “legítimo, no-violento y democrático”, a la vez que
comprometían al País con las peores consecuencias de su absurdo y simultáneo “activismo”:
“bietan jarrai”. Todo lo cual posibilitaba el incremento de la represión contra el Pueblo y el
simultáneo reforzamiento internacional del régimen que ellos mismos habían reconocido
como “democrático”. En el plano ideológico los daños no eran menores: suplantación del
derecho de autodeterminación (primero de los derechos humanos fundamentales y condición
previa de todos ellos) y de legítima defensa, sustituidos por un “derecho a decidir entre todas
las opciones posibles, todas democráticas” (incluida la continuación del imperialismo);
demoralización y descrédito generalizados; capitulación electoral y política de amplios
sectores sociales; bloqueo y debilitamiento del movimiento de resistencia nacional al quedar
asimilado a “terrorismo”; reconocimiento del daño causado al fascismo presentado como
víctima inocente etc. etc.

Desde la “transición” intra-totalitaria, los colaboracionistas y cómplices institucionalistas


armados y desarmados participaron activa y eficazmente en la tarea, vital para el régimen de
ocupación, de ocultar, impedir, abortar y reprimir todo planteamiento teórico o práctico
dirigido a la creación o el desarrollo de una oposición ideológica y política de nivel
estratégico frente al imperialismo. Para ello se aliaron a los monopolios de violencia y
propaganda, beneficiándose de ellos, a fin de comunicar la incapacidad, la desinformación, la
confusión y la división a su base popular.

Reconocieron al Estado criminal como propio, y a las fuerzas armadas franquistas como
democráticas y no-violentas; y desde entonces compiten con el franquismo tradicional para
alcanzar su confianza, favor y benevolencia, sin los cuales se les acaba la fiesta.

En perspectiva de libertad nacional, quien en tales condiciones estaba perdido era el Pueblo
Vasco. Para mayor seguridad la propaganda monopolista “moderada y radical”, transmitida
por colaboracionistas y cómplices desarmados y armados, hizo creer a la opinión pública y a
las víctimas del imperialismo que toda oposición política de nivel estratégico, que toda
alternativa democrática real, que una vía distinta de “la institucional y la armada” era no sólo
sociológica sino incluso lógicamente una imposibilidad absoluta, un absurdo formal: algo así
como el cuarto ángulo de un triángulo. “Es esto o echarse al monte.” La única estrategia
posible contra el imperialismo, que había quedado ya histórica y sociológicamente
establecida en este País sobre el no-reconocimiento y la denuncia absolutos del régimen
imperialista y fascista, y sobre la total negativa a colaborar en una imposible “consolidación
democrática”, fue así a priori y expresamente excluida por las organizaciones, corporaciones
y burocracias colaboracionistas y cómplices de moderados y radicales: “la derecha y la
izquierda abertzale”, que han declarado inexistente, insoluble y absurdo todo lo que ellas no
entienden, ni quieren entender, ni tienen interés en entender. El resultado inevitable ha sido la
frustración y la desesperación políticas de sus víctimas: terreno propicio para la defección, la
corrupción y la propaganda de la vía institucional y la lucha armada.

Sus pretendidos dirigentes, con su estrategia de liquidación, han tratado siempre de ocultar y
devalorizar, teórica y prácticamente, la realidad y la función del Pueblo mismo como agente
ideológico y político fundamental, y no han dudado en desacreditar y humillar al Pueblo que

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dicen representar y defender, negando con ello el fundamento mismo de la implementación
estratégica. Pero, muy al contrario, han sido la espontaneidad popular y la cultura política
familiarmente transmitida las que le han permitido parcialmente al Pueblo Vasco aguantar, no
sin terribles consecuencias, ocho siglos de ocupación, genocidio, terrorismo, colonización y
pillaje, y finalmente el formidable embate del fascismo multinacional y sus aliados
complementarios “de izquierda” (nacional-comunistas y nacional-socialistas españoles o
franceses en su doble modalidad de autóctonos renegados o alógenos colonialistas), y no la
acción o la propaganda del Pnv y sus satélites, que son el retardatario, reductor y reaccionario
extravío de la resistencia.

A fin de ocultar el inevitable, inmanente y desastroso resultado de la política de liquidación


ideológica y política que había sido promovida por ellos en las condiciones del fascismo
triunfante; a fin de validar, ensalzar, exaltar, sublimar, preservar, promover y acreditar por
referencia la falsificación romántica de lo realmente ocurrido, el establecer la afirmación de
la entidad y la función prometeica, demiúrgica y taumatúrgica que se atribuía el conjunto
Pnv-Eta era un supuesto ideológico previo para cuyo mantenimiento era necesario negar tanto
la naturaleza imperialista y fascista del renovado régimen de ocupación transitivo, así como
la realidad de las fuerzas populares. Por una parte, establecer el carácter “democrático y no-
violento” del régimen era “necesario” para ellos a fin de que su lucha institucional y su lucha
armada pudieran tener credibilidad política. Por otra, la historia, la vigencia y la virtualidad
estratégica de la resistencia y de los movimientos populares “necesariamente” debían ser
inexistentes o quedar desprestigiados, a fin de que la “elite dirigente” pudiera acreditar su
rango y función.

Sin embargo nada de esto era cierto. Las primeras huelgas generales y otras manifestaciones
de masa contra el fascismo tras la guerra se dieron en 1947, 51, 53, 56, 58. La manifestación
y homenaje populares con ocasión del funeral del Lehendakari Agirre en San Juan de Luz fue
el 60. Los primeros Aberri-egun después de la guerra en Gernika y Bergara, y las Fiestas del
Trabajo en las Capitales, tuvieron lugar el 64 y el 65. Todos esos movimientos de masas de
los años cincuenta y sesenta - por no mencionar los movimientos populares de todo tipo, que
fueron capaces de crear los ikastola y el cooperativismo en general etc. - desmienten la
pretendida ausencia de oposición popular. Presentar los movimientos de masas de los años
cincuenta y sesenta (y el alza de la presión política, ideológica y artística-cultural) como
logros del burocratismo y de los atentados es falsificar y hacer inexplicable la realidad; es
rebajar el País que se dice defender, e invertir la causa y el efecto; todo ello al servicio de la
subclase política retardataria y reaccionaria que ha embrutecido posteriormente el País en
provecho de la dominación imperialista. Hace medio siglo que el sabotaje, el engaño, la farsa
y la burla se prosiguen de esta manera, asegurando de paso la continuidad corporativa de la
retaguardia colaboracionista, oficialmente homologada como vanguardia triunfante.

El desamparo ideológico y la indefensión política de la base social, consecuencia de “la vía


institucional y la lucha armada”, se convirtieron en el antecedente “necesario” para fundar el
éxito imaginario - o sea, el fracaso real - de las burocracias “dirigentes”. La propia
incapacidad de éstas se presentó como inevitable “adaptación realista-posibilista a la
incapacidad de la base”; una base social que ellos mismos - como consecuencia de una

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debilidad social que era en realidad resultado de su propia “estrategia” - habían incapacitado
por efecto de un proceso del que ellos habían sido causa necesaria. La espontaneidad de las
masas quedó sustituida por la generación espontánea de la “vanguardia”; y así, puesto que no
hay vanguardia sin correlativa retaguardia, el carácter retardatario de la base popular se
deducía con la misma “necesidad”.

Una vez “fundados” de este modo: mediante apriorismo, postulado, axioma o declaración
dogmática, tanto la función así como el protagonismo y la supremacía de “la Organización”,
a continuación pueden extraerse cómodamente el presupuesto, la referencia y el punto de
partida para la evaluación y determinación “tautológicas” de la base social y de su virtualidad
estratégica, con la petición de principio como constante y única base demostrativa: si el grupo
Pnv-Eta es la vanguardia, “es evidente” que fuera de él solo cabe retaguardia.

Las cuestiones referentes a las organizaciones: parte de la cuestión general de las luchas
sociales, son así convertidas en su presupuesto teórico y práctico; y los fines y medios de la
base popular se determinan y calibran en función de los que la “vanguardia” pretende
imponer. Inversión metodológica cuyas implicaciones y consecuencias a nadie deberían
sorprender.

“El acontecimiento capital de los últimos cincuenta años, que ha salvado a este País de su
desaparición, es el desarrollo del movimiento Eta”, siguen diciendo en el momento mismo en
que anuncian su propio desmantelamiento. Según la propaganda del Eta, “la nueva resistencia
vasca” nace “en una población completamente alienada y en vía de asimilación total”.
Rebajar o negar la base nacional a fin de construir, exaltar, sublimar o justificar por referencia
la propia imagen ideológica y política es una particularmente artera, rastrera, reaccionaria y
nefasta forma de auto-bombo y propaganda. Es la única forma que han encontrado de dar
gato por liebre a la opinión pública, al objeto de aportar credibilidad para “la vía institucional
y la lucha armada”.

Pero los atentados fueron un hecho tardío y secundario, un simple epifenómeno que surgió
como respuesta a la liquidación estratégica de la política democrática de independencia
nacional mantenida por las fuerzas populares vascas, reunidas en torno al Gobierno de
Euskadi en el exilio; una liquidación ilegal y clandestinamente realizada por la burocracia
disidente del Pnv tras la muerte del Lehendakari Agirre, pero exigida por la “oposición”
nacional-imperialista española (fundamentalmente Falange-PsoE) como única forma de poder
realizar su integración con ella al objeto de establecer las bases de la futura “democracia
española” unitaria, o sea: la España Una, Grande y Libre imperialista y fascista de siempre,
que es lo que sigue habiendo ahora. Estos pactos de liquidación (fundamentalmente el Pacto
de Múnich, en 1962), ocultados al pueblo e ignorados siempre por el mismo Eta que
inconscientemente surgía como reacción a ellos, fueron denunciados al País desde el primer
momento, entre los ataques y las calumnias de todos ellos contra quienes denunciaban la
traición de aquella alianza con el Nacional-imperialismo español, fundada sobre el abandono
de los más elementales principios nacionales y democráticos.

En contra de lo que los sedicentes “detractores de siempre” de los atentados y sus cómplices
revisionistas pretenden ahora, la crítica democrática del terrorismo individual había

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comenzado, fuera y dentro de este País, antes de que comenzaran los atentados bajo la
Democracia Orgánica del General Franco, y continuó durante el largo período en el que los
agentes y partidarios del Pnv, el PsoE y demás componentes de la “oposición” inorgánica se
mostraban sumamente discretos, tolerantes, benevolentes, simpatizantes, cooperantes y
recuperantes con los actores de las llamadas “lucha armada y guerra revolucionaria”; algo
que ahora todos ellos desearían poder ocultar.

Sin embargo aquellos intentos de introducir racionalidad y eficacia en el debate político:


ineludible exigencia de todo movimiento de liberación nacional más aún bajo un régimen
imperialista y fascista, fueron siempre presentados, rechazados y despreciados por los agentes
y simpatizantes de la “movida peneuvista y activista” como paralizantes “teorizaciones de
salón” propias de “intelectuales” o algo peor:
“Pero pronto nuestra gente empezó a ver cosas raras. [...] lo que había que hacer era formarse,
a la espera del día D, en el que ya tocaría hacer lo que hubiera que hacer. Ésta era su tesis.
Inhibición absoluta de cualquier acción. Formación y formación, cursillos de esto y de lo
otro, muchas reuniones, muchas conferencias... y ninguna acción. [...] Nosotros vimos en este
fenómeno del día D, de nada de acción y mucha formación, la larga mano de los Servicios
[secretos].” (Javier Ortiz; Xabier Arzalluz: Así fue.)

Dejando aparte esos ridículos, deleznables y desvergonzados simplismos y falsedades,


cuando no flagrantes falsificaciones y calumnias, son todos ésos: los que han llevado el País
al desastre actual mediante la colaboración y el “activismo”, quienes protagonizaron aquel
catastrófico y demencial plan de derroche de vidas humanas, aquella suicidaria “espiral de
violencia y acción-reacción” (con el desarrollo de la violencia, la acción y la reacción
fascistas como resultado), y quienes los aplaudían o “comprendían”. Todos ellos son los
mismos que ahora se lamentan hipócritamente de los resultados obtenidos y se preguntan
cómo hemos podido llegar a la situación actual, mientras ocultan que combatieron por todos
los medios (incluidos los que les prestaba el régimen fascista) la estrategia correcta y a
quienes la defendían y advertían de los errores de unos y otros, a saber: la liquidación de las
instituciones y de la estrategia de resistencia nacionales, para pasar al reconocimiento del
régimen fascista y a la colaboración institucional con él, por un lado; y al “terrorismo
individual” de los atentados, por otro. Son los mismos que no tienen reparo en paralizar y
secuestrar ahora el movimiento de resistencia nacional y supeditarlo al objetivo de sacar de
las cárceles - o de acercarlos a las que llaman “cárceles vascas” - a los presos que no habrían
entrado en ellas de haber escuchado lo que se les decía. (A los muertos ya no se los puede
resucitar.) Por no mencionar que además se habría hecho lo que había que hacer y no
exactamente lo contrario; con todas las consecuencias que hemos debido padecer por ello y
que aún padecemos.

El político, el jefe de guerra o el jugador de ajedrez de alto nivel no son, ni pueden ni deben
ser teóricos relevantes, ni siquiera de su especialidad: más bien se puede afirmar lo contrario;
pero nunca son ignorantes de los fundamentos teóricos sin los cuales no hay práctica posible.
La maestría en sus respectivas “artes” específicas no tiene por qué implicar forzosamente, no
es reductible a su maestría de las ciencias puras o aplicadas; pero sí resulta ser incompatible
con la ausencia o el desconocimiento total de ellas.

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“Agamenón: ¡Ay, ay de mí otra vez! ¡Una segunda herida he recibido!

“Corifeo: Se ha perpetrado el crimen, me parece, a juzgar por ese “Ay de mí” del Rey; / Pero
juntos podemos aún deliberar sólidamente sobre este hecho.

“Coro 1: Yo, en primer lugar, os diré lo que creo necesario: / Citar a los ciudadanos, al grito
de socorro, a esta casa.

“Coro 2: A mí me parece que hay que entrar / A toda prisa, y descubrir el crimen cuando el
puñal aún mana sangre.

“Coro 3: Lo comparto / Y voto por la acción: ya no hay tiempo para perderse en dudas.

“Coro 4: Está claro: pues es como si anunciaran el preludio / De un golpe para hacerse con el
poder de la ciudad.

“Coro 5: Pero es que perdemos el tiempo; mientras que ellos -- esta gloria de dilación /
Hollada por el suelo -- no conceden a su mano un descanso.

“Coro 6: No sé -- de aventurar algún plan -- qué debería aconsejar ahora: / Pienso, no


obstante, que quien actúa debe primero hacer planes.” (Agamenón, vv. 1345-1359; Esquilo.)

“La política es acción; pero sin teoría no hay práctica.” “La teoría es una guía para la acción.”
“La organización es la forma de mediación entre la teoría y la práctica.” “Toda teoría política
es teoría de la acción y se verifica en la práctica.” “Una acción no es positiva o negativa en sí
sino en razón de la estructura estratégica en que se encuadra” etc. Tales ideas, formuladas y
comentadas repetidamente en nuestras publicaciones y reuniones, no eran nuevas aunque aquí
lo pareciesen. Las citábamos según habían sido expuestas - horresco referens - por Lenin y
Lukács entre otros (lo cual bastaba para que se nos echara encima toda la morralla de
fanáticos reaccionarios, peneuvistas y clericales que nos rodeaba), y siguen siendo hoy tan
válidas como antes.

Pero para los activistas y partidarios “realistas” de “la lucha armada”, “pensar, escribir y todo
eso no sirve para nada, lo importante es hacer”, aunque no se supiera muy bien qué o para
qué. La preocupación de unos y otros consistió siempre en sacar a las masas en manifestación
a la calle (o en llevarlas a los “colegios electorales” en el día D que el régimen fascista
estableciera que había que ir a votar), cada vez que podían y debían estar en otra parte.
Recurso que se extendió a la huelga-fetiche, a la agitación convulsiva, a la acción por la
acción, al abandono de todo sentido crítico en la política democrática.

“Lo importante es hacer.” Abandonados a ellos mismos (ya sea en su condición de adeptos
del sectarismo ideológico, o como víctimas de su propio obscurantismo), han sido incapaces
de darse cuenta de que su propia “realista y práctica” sentencia activista es ella misma una
teoría, aunque de la mala. “La vía institucional y la guerra revolucionaria” suponen y son
también teoría, como toda acción política o parapolítica. El dualismo hipostático de “la teoría
y la práctica”, como otros, es resultado del obscurantismo y la represión de las ideas

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mantenidos por el Pnv y sus satélites, incluido el Eta, que han arruinado la resistencia popular
contra el imperialismo; empezando, para ello, por volver majaras a sus propios seguidores.

El “dualismo” de la teoría y la práctica ha sido profusamente utilizado por algunos ideólogos


“práctico-realistas” con el objetivo de desacreditar a quienes ellos previamente han tenido la
precaución de calificar de “teóricos”. Sin embargo esa línea de razonamiento (?) parece
ignorar que una práctica política no puede oponerse teóricamente a una teoría política: sólo
una teoría puede oponerse teóricamente a otra. Ahora bien, dado el objeto de su aplicación, la
teoría política es teoría de la práctica y para la práctica. Por tanto si es errónea en la práctica,
no es correcta como teoría; y si es correcta como teoría, es correcta también en la práctica.
No puede ser correctamente coherente como teoría, e incorrectamente incoherente como
práctica; pero lógica formal y propaganda imperialista son cosas muy distintas, como
podemos verificar todos los días. Este País ha sido un paraíso para toda una caterva de
desaprensivos incapaces, impostores, arribistas y charlatanes de todas procedencias y pelajes;
quienes, tras haberse descubierto una vocación de “políticos” que ellos mismos no
sospechaban, han encontrado en él una mina que explotar en su provecho, siempre al servicio
del imperialismo. El precio que ha tenido que pagar por ello ha sido excesivo.

Una teoría errónea o quasi-inexistente genera una política nula o desastrosa; la cual, a su vez,
tiene por consecuencia la esterilidad o la ruina teórica. En cambio una política que aplica o
tiene en cuenta las bases teóricas o científicas de la estructura social e histórica, crea las
condiciones que posibilitan la crítica, la creación y la aportación teórica y científica. ¿Qué
han aportado la burocracia Pnv y sus satélites “moderados y radicales” a la ideología y la
cultura sociales e históricas en las cuestiones de la política, el derecho y la guerra, la
violencia y el terrorismo, la teoría del Estado, el derecho de autodeterminación, el
“marxismo-leninismo” y el materialismo histórico, el problema “lucha nacional-lucha de
clases”, la entidad estructural de la lengua, la irrupción de la ecología en la economía política
etc? Estrictamente nada, salvo confusión y obstáculos añadidos, dogmatismo y
obscurantismo. Todas las ideas que constituyen una aportación en tales materias provienen de
la teoría y la crítica democráticas, y van unidas a ellas.

Tradicionalismo obscurantista, romanticismo “revolucionario”, subdesarrollo cultural,


ideológico y político no podían tener otro resultado. No tiene mayor interés saber si los
institucionalistas armados y desarmados, dirigentes y dirigidos, son realmente tan tontos
como parecen, o tan listos como para hacerse los tontos a fin de mejor engañar a sus incautos
seguidores y víctimas. Lo que importa es que, de hecho, han adoptado y repercuten los temas
recurrentes de la propaganda oficial incluso cuando pretenden o fingen oponerse a ella, y no
hay aprobación más engañosa y peligrosa que la que se presenta como reprobación.

Arzalluz, por ejemplo, en su rol de burukide del grupo burocrático Pnv, encontraba
“bochornoso” y “reprobaba” el Artículo 8 de la “Constitución”. Los institucionalistas
aborígenes armados y desarmados nos “advierten” prudentemente de la amenaza y el peligro
de intervención militar: “en la Constitución sigue estando la posibilidad de que intervenga el
Ejército”, dicen, mientras ocultan que se trata de la violencia constitutiva del régimen fascista
e imperialista salido de la guerra de 1936 y de las que la precedieron. Esto lleva al Pnv y a
sus satélites, incluido el Eta, a la pretensión de “reformar, desarrollar y democratizar” la

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“Constitución” formal por la supresión de su Artículo octavo, “que da su poder al Ejército”
español.

Tras embrutecer a sus víctimas durante décadas, repercutiendo sobre ellas la propaganda
imperialista del régimen “democrático no-violento”, he aquí que los colaboracionistas
“moderados no-violentos y radicales violentos nos advierten del peligro” de intervención
militar garantizado en la “Constitución”. Pero el aviso llega tarde, por lo menos con doce
siglos de retraso. En cualquier caso, después de ochocientos años de ocupación militar, con
todas sus implicaciones, cabe preguntarse qué más les hará falta a los precavidos y previsores
“dirigentes moderados y radicales” armados y desarmados para descubrir que el ejército
“intervino” ya hace mucho tiempo, y que el Estado y el Pueblo vascos se encuentran
“intervenidos” desde entonces: cualesquiera que sean la coyuntura, la forma de intervención
o la variante constitucional formal en vigor. A este respecto conviene no olvidar que, si bien
toda guerra y todo derecho se fundan sobre la violencia, ello no implica la actuación
permanente o caso por caso de todas las armas a disposición. (Del mismo modo que tampoco
bajo la dictadura del General Franco cañones y tanques practicaban fuego continuo o
sistemático.)

No pueden ni quieren ver que el Ejército no recibe su poder del Artículo octavo. Es, bien al
contrario, el poder del Ejército el que funda el Art. 8 y, con él, toda la “Constitución” formal
y secundaria. Los cañones del Ejército fundan, ante todo, la constitución real y primaria:
resultado directo de las guerras que él ganó y que perdieron los demás, y supuesto necesario
de la “Constitución” formal y secundaria. Sin el poder del Ejército no hay “Constitución”
constituida ni constitución constituyente, ni régimen político imperialista que reformar,
desarrollar, democratizar ni suprimir.

La “supresión del Artículo octavo” es un objetivo que, una vez más, niega o da por resuelto el
problema real: la realidad del régimen imperialista, colonialista y fascista de ocupación
militar instaurado sobre el Pueblo Vasco y su Estado de Nabarra; problema que moderados y
radicales tratan de esconder para desviar la oposición democrática de sus tareas reales. Una
Constitución no se funda en el “proceso Constituyente” sino antes de él. El dictado de los
Artículos 8 y 2, y de los demás, no son sino incidentes y consecuencia del proceso
constituyente secundario y formal, el cual está dirigido y sustentado por el poder
constituyente primario y real, producto del poder fascista e imperialista español y francés.
Institucionalistas armados y desarmados niegan así la realidad del régimen de ocupación
militar con una versión idealista, formalista y reaccionaria de la política (que en este caso es
además fascista), la cual presentan como si consistiera en rituales, gestos y formas
institucionales - marginales, derivados y secundarios - en suspensión o levitación que nada
tuvieran que ver con los fundamentos del orden de violencia imperialista; y ocultan el
problema real a fin de ocultar su propio papel y responsabilidad en la desviación de la
oposición democrática de sus tareas reales.

El tardío, pasivo y contemplativo “bochorno” de Arzalluz era tan hipócrita como la


“abstención” del Pnv en el Referéndum sobre la “Constitución” española en 1978, que
buscaba además la recuperación y neutralización del verdadero boycott abstencionista. El
régimen fascista y sus Artículos constitucionales no se combaten con bochornos y

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abstenciones para la galería sino con una oposición estratégica; oposición que Pnv-Eta habían
rechazado muchos años antes, incluso bajo el régimen establecido por el Ejército del General
Franco en el que se funda todo lo demás. El Pnv había amañado los pactos de París y de
Múnich, preparatorios de la “transición”; y por si eso - y su participación en las “elecciones
generales democráticas” españolas de 1977 - no fuera suficiente, aceptó también y reconoció
en las Cortes y ante el Referéndum la “Constitución española”: “que no es nuestra
Constitución pero que la acatamos por justa y por democrática”, según declaración oficial del
Pnv dirigido por el propio Arzalluz. Contando con tales abstenciones no se necesitan
adhesiones.

En cuanto a la “operación retorno” de los “radicales”, ésta había empezado ya en los años
sesenta por la penetración del social-imperialismo español entre sus filas, con quienes se
unieron en la tarea de atacar y calumniar a quienes denunciaban sus cambalaches de
liquidación de la estrategia democrática y nacional, y de colaboración con el fascismo, que
entrañaba la “transición” diseñada. A continuación las “elecciones sin participación”, las
“elecciones con participación”, la “guerra caliente a la abstención”, la “negociación
inevitable”, los pactos, las propuestas etc. eran escalones de la rendición incondicional y la
vuelta a la casa del padre. La “transición”, que la “oposición” declaradamente española había
lanzado muchos años antes, aceleró la integración al régimen establecido y a lo que llaman
“abrir un proceso de paz por vías exclusivamente políticas, democráticas y pacíficas, en
ausencia de toda violencia legalizada o de respuesta, con las elecciones, el diálogo, la
persuasión y la conciliación como medios de superar los conflictos políticos” y otras
estupideces reaccionarias por el estilo. Es el mismo “estilo” de Arzalluz y del fascismo en
general, que los medios de intoxicación de masa imponen todos los días a este sufrido País.

Sin teoría no hay práctica, y sin ideología no hay política. El obscurantismo teórico y la
fosilización del pensamiento acarrean fatalmente la incapacidad, la reacción, el subdesarrollo
y el inmovilismo políticos, que a su vez inducen la colaboración y la complicidad con el
imperialismo para reducir toda resistencia ideológica y política a nivel infrastratégico:
objetivo axial de la política imperialista. Obscurantismo y represión ideológica durante
cincuenta años han tenido por consecuencia la incomunicación, el retroceso y la ruina de la
cultura política en este País. El resultado es la adopción tenaz y pertinaz, por parte de los
institucionalistas armados y desarmados, de los supuestos más reaccionarios de la ideología
que es difundida por la propaganda fascista e imperialista; ideología ha quedado implantada
en nuestro País de forma generalizada.

Voluntariamente infiltrados y profundamente impregnados por esa ideología, y radicalmente


incapacitados para proporcionar la más mínima protección contra la agresión de los
monopolios de propaganda y guerra psicológica del régimen de ocupación, o el más
rudimentario paraguas teórico para el cada vez más intenso diluvio ideológico que acompaña
a la consolidación de la dictadura franquista, los institucionalistas armados y desarmados bien
al contrario se convirtieron rápidamente en la más eficaz vía de infiltración, la más eficaz
correa de transmisión y penetración de la ideología y la política del régimen imperialista en
los supuestamente resistentes baluartes de la supuesta oposición democrática.

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De este modo los abertzale “radicales” del “activismo armado”, tras diversas coartadas con
las que trataban de ocultar su vergonzante deriva y capitulación electoralista (partiendo desde
la inicial denuncia de la participación como traición al Pueblo, y pasando luego a la
participación “pero con promesa de no acudir a las instituciones”), arrastraron en 1979 a sus
seguidores esta vez hasta la urnas imperialistas, y los incorporaron a una mendicante
participación en las “instituciones democráticas” de lo que denominan “el Estado”, o sea: en
las instituciones totalitarias del Estado ocupante fascista y terrorista que “moderados y
radicales” reconocen como suyo, mientras ignoran el propio declarándose – en el mejor de
los casos – como “nación sin Estado”. El resultado así obtenido por “moderados y radicales”
ha supuesto una catástrofe estratégica para el País: previsible, prevista y anunciada, que ha
venido a sumarse a la de la derrota frente al Nazi-Fascismo.

El subdesarrollo cultural, el opio ideológico, la retórica idealista y moralista, la “negociación


inevitable”, la liquidación de la democracia interna y externa, la total ignorancia de la esencia
misma de lo político, el sabotaje de las instituciones propias y la participación y
“legitimación” de las ajenas, son handicaps insuperables que no tienen cabida en un mundo
que no tolera ni perdona debilidades, dilaciones ni tergiversaciones. Sobre tales bases la
Nación se degrada y retrocede sin cesar ante el imperialismo, con la oposición hipócrita y la
efectiva complicidad de sus servicios auxiliares locales. Contra lo que éstos pretenden hacer
creer, la fuerza y el tiempo juegan fatalmente a favor de las Naciones dominantes, que tienen
todas las bazas ideológicas, políticas y económicas en sus manos, y en contra del Pueblo
sojuzgado, incapaz de jugar las que le quedan.

Como consecuencia del sabotaje estratégico y posterior ruina política logrados por la
supuesta “oposición” periférica, el segundo franquismo: legitimado como “democrático” y
ampliada su base social tradicional con la incorporación de republicanos, nacional-
comunistas y nacional-socialistas neofalangistas españoles a los objetivos del imperialismo
fascista, supera en nacionalismo, agresividad, furor, fanatismo y odio imperialistas y racistas
al paleo-fascismo castrense de su fundador. Su “legitimación democrática” se afirma con todo
cinismo sobre la base de las elecciones totalitarias y de las “mayorías” fabricadas por el
nacionalismo imperialista y colonialista español; últimamente incluso mediante el anunciado
recurso a “censos itinerantes” establecidos en “virtud” de la ocupación armada y la
colonización. Pero el totalitarismo colonialista es totalitarismo, por formalmente mayoritario
que sea.

Todo ello ha sido posible gracias a la colaboración necesaria de una “oposición vasca” sumisa
y fundamentalmente recuperada por el imperialismo; cuyas instituciones en nuestro País (al
igual que sus organizaciones político-sindicales colonialistas que a sí mismas se declaran
españolas), con perversa obstinación, los “dirigentes vascos” siguen reconociendo como
democráticas y vascas desde hace ya casi cincuenta años.

En los tiempos en que el régimen fascista se desvivía para atraer a todos hacia lo que los
institucionalistas armados y desarmados llaman ahora “vía política, democrática y no-
violenta”, los inventores de “la lucha armada, la guerra revolucionaria y el Plan de ocho años
de Liberación y Unificación” denunciaban el apoyo y la legitimación del franquismo que
implicaba la participación “electoral e institucional”, frente a “la abstención, única salida

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válida y mejor postura de lucha”; “nuestra postura es totalmente contraria a la participación”
“práctica política de engaño y traición”.

El proceso de capitulación y escalada electoralistas los llevaba a continuación a “la decisión


de no participar pero presentarse en las antidemocráticas y antivascas elecciones”, “con
promesa formal de no participar en las instituciones y las sucesivas promociones de
Diputados, Senadores y cargos locales” “democráticamente elegidos sin perjuicio de la lucha
armada y del papel complementario de la lucha de masas”, jugando a democracias y
parlamentos con los candidatos y electos declarados del imperialismo oficial. Y finalmente, a
declaraciones tales como: “combatir la abstención: un reto para todos”, o “hemos declarado la
guerra caliente a la abstención: será carne o será pescao pero no será abstinencia”; “cuanta
más participación, más democracia”; “que voten a quien quieran, pero que voten, es una
buena cosa para la democracia y una buena noticia para los demócratas”; “llamad artaburu a
quien propugne abstención” etc. Habían olvidado ya que los primeros abstinentes, que no
votaron nunca tras la “transición”, fueron los que quedaron asesinados en los montes, las
cunetas, las plazas de toros y las tapias de los cementerios; los hombres, mujeres y niños
reventados bajo las bombas, excluidos para siempre del censo electoral por el imperialismo y
el fascismo “incluyentes, democráticos y no-violentos”.

Son todos ellos los temas que unen y asocian, desde hace más de cuarenta años, a todos los
partidarios y partícipes del institucionalismo imperialista y fascista: desde el franquismo
tradicional a los valedores armados o desarmados de lo que llaman “vía democrática, política
y no-violenta”.

Sin el apoyo decisivo de la organización burocrática y corporativa, “realista- posibilista y


activista”; sin la cooperación continuada y obstinada de institucionalistas armados y
desarmados - moderados y radicales, sedicentes “abertzale de derecha y de izquierda” desde
el Pnv oficial a su corolario el Eta - en la tarea de desviar y reducir a nivel infrastratégico la
resistencia nacional en los territorios ocupados, los monopolios de violencia y propaganda del
poder totalitario no habrían podido alcanzar una parte fundamental de sus objetivos, y los
más graves y funestos errores habrían podido evitarse: no habría podido el segundo
franquismo establecerse, mantenerse, consolidarse y desarrollarse como lo ha hecho desde su
“transición”.

Establecido por el régimen como mecanismo para evitar el desbordamiento del Estado
unitario español por la lucha de los Pueblos sojuzgados, el sistema de “autonomías” fue el
gran triunfo que “moderados y radicales” presentaron al Pueblo y que les proporcionaba los
ansiados enchufes, prebendas y sinecuras por sus valiosos servicios prestados. De todos
modos la “autonomía” otorgada no les permitía ocultar que “la soberanía nacional reside en el
Pueblo español, del que emanan los poderes del Estado y la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los Españoles”. Todo lo cual implica negar: la
Nación vasca, el Pueblo sojuzgado como titular de un derecho inherente de
autodeterminación, la imprescriptible vigencia y actualidad de sus conculcados derechos
fundamentales y de su Estado ocupado, y los correlativos imprescriptibles crímenes de
guerra, contra la paz y contra la humanidad cometidos por el nacional-imperialismo terrorista
franco- español.

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El plan de estabilización del franquismo (en la situación semi-insurreccional de la
“transición” en el País Vasco) y la autonomía-trampa (proyectada e impuesta como medio de
confusión, condicionamiento, fijación, contención, represión, desgaste, reducción,
manipulación, recuperación y corrupción de las fuerzas populares) venían a substituir a la
institucionalización democrática; permitían modular la represión, dosificar la “reforma
institucional”, interponer amortiguadores y cojinetes, y conservar el control de caña y carrete
para enganchar, tantear, evaluar, dar o recobrar hilo según el vigor, la debilidad, los
sobresaltos y las veleidades de resistencia. Mientras tanto la centralización y la concentración
efectivas del poder político unitario garantizaban el desenlace fatal de una “confrontación
institucional” de pesca y captura resuelta de antemano.

La “vía democrática institucional” era tapadera y coartada del sabotaje estratégico. “La idea
federal de España, los derechos históricos, las disposiciones adicionales y su interpretación
‘auténtica’, el pacto con la Corona, el pacto constitucional entre iguales de Euskadi con
España, la libre asociación, el pluralismo español” eran el reiterado, variopinto, falaz,
absurdo, vacío e irrisorio intento de encubrir y falsear ante la opinión la magnitud de la
liquidación estratégica y sus inevitables y catastróficas consecuencias. La “autonomía”
constitucional y legalmente establecida por el Estado español en favor de sus “regiones” es
una superchería más: la Ley Orgánica no establece la autonomía sino una habilitación al
Gobierno para hacer lo que quiera; y es ante todo una maniobra para proporcionar una
cobertura ideológica a colaboradores y cómplices. (Contra lo que pretenden sus beneficiarios
locales, ninguna Ley Orgánica ha establecido nunca tal régimen autonómico, cuyas integral
precariedad y arbitrariedad formal y real se han evidenciado durante cuarenta años. La
reciente “denuncia” de la “re-centralización del Estado” español - que ellos consideran como
propio - por parte de los colaboracionistas locales es una falsedad y una hipocresía más que
no engañan ni impresionan a nadie; menos aún al propio régimen fascista.)

Tales instituciones y servicios auxiliares de la autonomía-trampa son parte activa de la


Administración colonial del Estado ocupante al que pertenecen, proporcionándole los cuerpos
indígenas - administrativos y represivos - de proximidad que necesita. Totalmente
desprovistos de poder político propio, estos órganos administrativos locales, pomposamente
llamados “gobiernos” por los Gobiernos de verdad que los han creado, sirven la violencia, el
terrorismo y la corrupción constitutivos del régimen colonial. En particular: el
reconocimiento del carácter “democrático no-violento” del régimen de ocupación militar que
constituyen los Estados español y francés, imperialistas y fascistas; la represión de la
resistencia nacional y la administración de la corrupción; la ocultación y el desprecio de la
llamativa proporción de abstinentes a participar - a pesar y despecho del asfixiante
condicionamiento mediático - en su política de liquidación; la adopción y subsiguiente
repercusión al Pueblo de los temas y terminología recurrentes de la propaganda oficial
(incluso cuando pretenden o fingen oponerse a ella); el bloqueo y represión de toda real
confrontación de ideas y el planteamiento en su lugar de los “debates” trucados que el poder
necesita, suscita y tolera para acreditar su “libertad de expresión” y su “legitimidad
democrática”, todas ellas son las verdaderas funciones que les han sido asignadas.

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Los abertzale “moderados y radicales”, incapaces de denunciar siquiera la descarada
presencia de los representantes del franquismo en la radio-televisión española local (llamada
“autonómica vasca”, que invoca al respecto una falsa e hipócrita “ecuanimidad
democrática”), unido a sus propios miedos, auto-censura y cohibición ante los insultos y
agresividad de los fascistas respaldados por sus tribunales penales franquistas basados en su
monopolio de la violencia, han conseguido que se difundan y pasen como una “realidad vasca
natural y normal” manifestaciones y actitudes españolas y fascistas que no se corresponden
en absoluto con la realidad sociológica y abrumadoramente mayoritaria de nuestro Pueblo.
En todos esos “debates”, mantenidos bajo condiciones fascistas y aceptados como
democráticos, los sedicentes abertzale comparten las tribunas de los mass-media con toda
naturalidad junto a indígenas renegados y portavoces del franquismo (en su versión
tradicional y en la de sus marionetas nacional-socialistas, que se pretenden todos ellos
“demócratas de toda la vida” repitiéndolo hasta la náusea para lograr su aceptación), y a su
lado endosan como propia la posición imperialista fundamental no menos incesantemente
repetida: el “régimen democrático español y su estado de derecho” como característica básica
del régimen. O sea: el Estado y el derecho imperialistas, fascistas y terroristas de España.

Así pues, tras haber decidido participar en las instituciones fascistas como una inevitable
necesidad “para poder decir algo en este País”, nos encontramos finalmente con el “brillante”
resultado de que no decir nada - en realidad algo mucho peor, pues deben decir lo que el
régimen quiere que se diga - es la inevitable necesidad que los colaboracionistas asumen
“para poder participar en las instituciones”.

El inicial tremendismo y maximalismo “revolucionario” ha dado paso finalmente al


pregonado realismo-posibilismo-minimalismo de la colaboración moderada y radical, que es
en realidad el abandono nihilista de la oposición política al imperialismo. (Como principio
estratégico el minimalismo es una estupidez; también lo son el maximalismo y el
“medievalismo”.) A fin de justificar todo ello, el sofisma de composición sigue prestando
buenos servicios a los adeptos incurables de la ideología dominante:
“Cuando ya obtener el menos cuesta tanto, y no está todavía a la vista, ¿cómo se podría a
fortiori obtener el más? Querría yo que se me explique, pero no oigo respuesta que valga”. En
realidad quien eso afirma: apologista converso desde el maximalismo armado al minimalismo
desarmado, no quiere “que se le explique”. Él quiere que se lo explique el Eta, o el Pnv; lo
cual es imposible. Como tantos otros, no oye lo que no quiere oír.

Ciertamente no hay relación constante y unívoca que pueda establecerse a este propósito; no
obstante, en contra de lo que plantean sofismas y máximas del tipo: “quien puede lo más,
puede lo menos; quien no puede lo menos, no puede lo más”, en cuestión de estrategia
política es frecuente que quien puede lo más, no pueda lo menos; y que quien no puede lo
menos, pueda lo más. La substitución mecánica y lineal de los principios propios de la
estrategia política por otros, ajenos a ella, llevará siempre a los mismos extravíos; y ello es así
porque la mutua implicación e interacción constitutivas de fines y medios dentro de una
estructura estratégica - y por tanto las curvas de movilización y efectividad - obedecen a
principios que son (no nos atrevemos a decir dialécticos, que ahora eso está muy mal visto)
digamos esencialmente diversos de los aplicables a la cesta de la compra.

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Toda política implica una estructura estratégica de fines y medios, la cual produce, conserva,
modifica o realiza socialmente la relación de fuerzas en que está fundada. Sólo la
modificación estratégica de la relación de fuerzas en favor de las clases populares constituye
la realidad del progreso político. Medios y fines estratégicos se implican y constituyen
mutuamente: los fines constituyen los medios; la profundidad de los fines condiciona y
produce la extensión de los medios. Es por ello que las Naciones sólo se movilizan para fines
que merecen su esfuerzo. La independencia es un fin que encuentra dificultades naturales de
agregación en las condiciones de una ocupación imperialista y colonial (ya sea en Irlanda
como en Argelia o en las colonias americanas, donde el terrorismo de los colonos y los
Padres Fundadores dio origen a los actuales USA); pero el abandono de ese fin implica la
liquidación de la política y la ideología democráticas, del derecho de autodeterminación y de
la política de libertad nacional. El Pueblo Vasco se movilizará, tal vez, con análoga dificultad
por la restauración de su Estado histórico frente a la ocupación, la dominación y la
colonización nacionalista franco-española; pero no se movilizará nunca por un Departamento
francés con un Prefecto, o por una falsa autonomía otorgada, regional y provinciana del
Estado español. Los Pueblos se movilizan por grandes causas y, en todo caso, por la Libertad;
no lo hacen por humillantes platos de lentejas.

El apoyo del colaboracionismo conforta así las posiciones imperialistas como


“democráticas”, y contando con tan buenos oficios ni siquiera la manifestación de una
voluntad de independencia quasi-unánime en el Pueblo sojuzgado bastaría para alterar la
determinación imperialista en calificarla y reprimirla como aberrante agresión contra “la
Constitución y la voluntad mayoritaria del Pueblo español”: ficción ideológica que, ocultando
su génesis e imposición imperialistas y genocidas, está basada en un constructivismo
mitológico en petición de principio que niega los Pueblos dominados y los funde como partes
alícuotas de la “nación” totalitaria. En consecuencia el fatal destino del colaboracionista y
oportunista indígena - “moderado o radical” - es reforzar, “cumplir y hacer cumplir las leyes
de la democracia, que son iguales para todos”, o finalmente verse denunciado por el régimen
como delincuente si no lo hace así. Por lo que respecta a la zona del País bajo ocupación
francesa, la idea absolutista francesa de Nación, identidad nacional y Estado siendo la que es,
no hay para los Pueblos anexados otra salida que su completa liquidación y por tanto la
negación de ellos es total. Puede que los Españoles intenten engañar a sus dominados
mareándolos con su “pluralismo”, sus “autonomías” y otras gilipolleces, pero ciertamente no
así los Franceses. De hecho, ya la “Revolución” había honestamente clasificado la Lengua
Vasca (Pueblo no hay) como Lengua extranjera.

Entretanto la alteración de la base sociológica (mediante la movilización, reorganización,


radicalización y potenciación de las colonias de población; la multiplicación del número y la
acción de los renegados; y la destrucción sistemática de los caracteres nacionales mediante
colonización, alienación y deculturación etc.) prosigue su labor al servicio del objetivo
criminal de siempre: la sumisión y liquidación de los Pueblos sojuzgados. Bajo la ocupación
imperialista y fascista sólo caben dos Partidos reales: el de la integración al poder dominante,
y el de la resistencia. Mientras los títeres y auxiliares ideológicos “moderados y radicales”
juegan - los unos desde siempre, y los otros desde 1979 - a democracias imaginarias, el
bulldozer nacionalista, fascista e imperialista prosigue día a día su obra de demolición; el

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rodillo económico, político, racial, lingüístico y cultural de la apisonadora colonial avanza a
paso de gigante hacia la completa destrucción de los Pueblos sojuzgados.

En tan favorables condiciones la hipocresía y audaz desvergüenza de los fascistas no conocen


límites: con la colaboración y amplificación que le proporcionan las “instituciones
autónomas”, al amparo de sus monopolios mediáticos y con la cobertura de su monopolio de
la violencia - que reprime toda libertad de expresión y garantiza a sus agentes poder hablar
sin contestación: por eso y para eso son también fascistas -, el régimen neofranquista
distorsiona la realidad y difunde su ideología de odio y opresión por la sociedad entera
alcanzando caracteres de ultranza, estupidez e incluso alienación mental. La forzada y
mecánica insistencia con que repiten “democracia, libertad, paz, no-violencia” y demás
palabras-clave de la moderna retórica fascista, es expresión del cinismo interno y de la
hipocresía externa de sus representantes. El fascismo y el imperialismo han impuesto un
mundo ideológico al revés donde el fascismo es “libertad y democracia”, y donde toda
oposición al verdadero fascismo es calificada de fascismo; donde toda resistencia al
Nacionalismo imperialista se describe como nacionalismo; toda resistencia al racismo
dominante es racismo; toda resistencia a la agresión y al monopolio de la violencia es
considerada violencia; y donde es terrorismo toda resistencia al Terrorismo de Estado.

Crítica democrática del activismo infrastratégico y su ideología


La crítica democrática de los atentados ha puesto siempre de manifiesto el contenido real de
esta forma de activismo radical-populista, que se manifiesta ante todo en la cuestión de la
violencia y el terrorismo. En suma, ha mostrado la realidad de sus implicaciones legales e
ilegales; sus fundamentos, motivaciones, actividades y resultados, que apenas cabe aquí sino
enunciar:

• El fracaso necesario y las inevitables consecuencias de una “política” sin base estratégica.
La indefensión ideológica y política de las fuerzas democráticas ante el monopolio de la
violencia y el terror, como resultado de cincuenta años de sabotaje estratégico por “la vía
institucional y la lucha armada”. La ausencia de condiciones generales para la lucha armada
y la guerra revolucionaria, y las inevitables consecuencias de jugar a esas cosas cuando no
se tienen medios para ello. [Ejército vs. comandos; Terrorismo de Estado vs. atentados.] El
enorme coste social, humano, económico y político de los atentados, exorbitante de sus
resultados. El catastrófico derroche de vidas, energías y recursos que ninguna estrategia
política puede permitirse inutilizar, con una base constantemente diezmada por la cárcel, la
muerte y el exilio. La suicidaria “espiral de violencia y acción-reacción”; con el desarrollo
de la violencia, la acción y la reacción fascistas como resultado. Su efecto permanente de
inhibición, blocaje, sabotaje, reducción, degradación y destrucción de las virtualidades
estratégicas reales y del fundamento mismo de la implementación estratégica, con
cincuenta años de involución ideológica y política como resultado.

• Hablan de “guerra revolucionaria, lucha armada y comandos”, esperando así que la


inflación verbal sustituya a los hechos; pero no basta jugar con las palabras para que las

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cosas correspondan a su significado, y para que la caricatura y la pantomima se conviertan
en realidad. El nuevo y “revolucionario” concepto de “guerra”, dotado - según los teóricos
radicales - de comprensión fija y extensión variable, se estira y se encoge como la tripa de
Jorge; lo cual permite llamar “guerra” a todo lo que quieran, poniendo patas arriba toda la
teoría de la guerra y, de paso, la lógica formal. Es un intento lógica y políticamente
desesperado de confundir las ideas y de seguir ocultando la realidad de la guerra
revolucionaria y las condiciones ineludibles de la acción política. Atentados y guerra se
excluyen mutuamente: si hay atentados, no hay guerra; si hay guerra, no hay atentados. La
distinción cardinal entre guerra/lucha armada y atentados es sustituida por ellos mediante la
inocua distinción entre “atentados frecuentes y ocasionales (noizpenkako)”.

• La “incapacidad” para integrar política y “lucha armada” lleva siempre a convertir la


cuestión política en cuestión interna de la “lucha armada”. La correlativa teoría - tan falsa
como pedante - de “la política como continuación de la guerra con otros medios” tiene
consecuencias inevitables y funestas.

• La falsificación romántica de los modelos históricos invocados y las superficiales analogías


a que se remiten sus ideólogos y promotores. Los atentados se muestran como un producto
infantil, retardatario, refractario, reductor y reaccionario de la espontaneidad popular
ascendente, que no encuentra cualificación ni definición ideológico-políticas. Su aparición
y permanencia se explican como consecuencia y cobertura de la debilidad y la incapacidad
políticas. Su función de válvula de escape y seguridad ante peligrosos desbordes de energía,
siempre posibles en las condiciones del régimen de ocupación. La función gratuita de
provocación, estímulo y “justificación” del fascismo que cumplen los atentados, y las
facilidades así otorgadas a ese régimen; las cuales han llevado a la hipertrofia - sin
compensación - de los monopolios de propaganda, violencia y terrorismo de Estado. De
este modo, las tradicionales provocaciones gubernativas para la extensión y la
intensificación de la represión y el terrorismo fascistas han sido aquí superfluas.

• La gastada versión de retirada ideológica, “la excitación, la concienciación o la propaganda


por la acción”, que sirven de coartada, de encubrimiento, de salida de escape y de
falsificación del fracaso de “la lucha armada y la guerra revolucionaria”. La espera
milenarista en “la negociación inevitable”, congelando así el proceso de conseguir la
adaptación de las fuerzas populares a la realidad política.

• Su confusión de la estrategia y la táctica, que lleva a la inevitable subordinación de la


estrategia a la táctica y termina siempre reforzando la estrategia y la táctica del poder de
facto. Quien carece de estrategia propia hace siempre, por defecto, la estrategia del presunto
adversario. Las consecuencias son inevitables.

• Su funcional e irremediable incapacidad y la oposición fundamental a todo intento de


plantear la realidad política; su negación permanente de toda salida política real; su
abandono de toda pretensión de oposición estratégica, en la que en verdad no han creído
nunca y cuya virtualidad han hecho todo lo posible por destruir. Su voluntad real y
profunda de seguir como hasta ahora: engañando, diezmando, desangrando, explotando,
debilitando y demoralizando al País por cuenta propia. La incoherencia formal de las

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“actividades complementarias de la guerra revolucionaria: vía institucional, elecciones,
manifestaciones, huelgas generales, y huelgas de hambre ilimitadas o simbólicas”, tan
destructoras, costosas, imaginarias, vacías y reaccionarias como repetitivas; las cuales
revelan la conciencia real de sus promotores ligada a la apología del régimen y a la
voluntad de mantener en la incapacidad política a las supuestas fuerzas populares. Las
unilaterales “treguas temporales o definitivas”, destinadas a ocultar y utilizar el fracaso, el
agotamiento y el derrumbe de “la lucha armada y la guerra revolucionaria”. Los promotores
de “la lucha armada y la guerra revolucionaria” descubren, a su costa y a la de los demás,
los inconvenientes políticos e ideológicos y las inevitables consecuencias de jugar a estas
cosas cuando no se dispone de los medios necesarios para ello.

• La ausencia total de perspectiva y proyecto y de toda iniciativa o concepción no


condicionadas, dirigidas o provocadas por el régimen imperialista. Los sucesivos “planes
estratégicos de liberación, unificación o pacificación de uno, ocho, doscientos o de mil
años, para el siglo XXI o para el próximo milenio”, que no pretenden siquiera modificar el
“déficit político” de este País sino proseguir el engaño y ocultar la vaciedad del “plan”
precedente, que es inmediatamente olvidado tras el anuncio del siguiente. Los
“ofrecimientos históricos”, después de cuarenta años sin “descubrirlos”. [La escalada
invertida de objetivos estratégicos. Los inagotables procesos y marchas a la independencia,
que van a empezar siempre “después de las próximas elecciones”.] “Este país se ha puesto
en marcha y nadie lo va a parar.” “El año que viene celebraremos aquí la independencia.”
“Una nación va a nacer.” Dicen que “nuestra misión como líderes es mostrar al pueblo las
soluciones para salir de esta situación”; pero su misión es proporcionar a sus seguidores la
dosis diaria que les haga olvidar la miseria ideológica y política a que ellos los han
condenado.

• La programación de actividades puntuales y juegos pueriles destinados a entretener,


desviar, recuperar y consumir la energía espontánea que no encuentra salida política. La
substitución de la efectividad por el efectismo; de la realidad, por la apariencia; del
movimiento, por la agitación psicomotriz: disfraz, instrumento y consecuencia de la
liquidación estratégica. La necesidad de persistir en los atentados no para proseguir la
“lucha armada” sino para ocultar su fracaso y mantener la adhesión corporativa, para
desviar la atención de la permanente y fundamental realidad política de subyugación, y para
encubrir o justificar la participación constante en las “instituciones”. La “incapacidad” para
encontrar un sustitutivo que permita la reconversión de una organización que no se ha
calificado e implantado nunca sino por referencia a la “lucha armada” en las condiciones
del imperialismo.

• El vacuo engañabobos de Lizarra-Garazi: ejercicio de prestidigitación, compendio de


ilusiones y resultado “práctico” de cuarenta años de “vía institucional y lucha armada” a
costa de los derechos y libertades de los Pueblos. La progresiva pero inevitable conversión
del maximalismo belicista en minimalismo reformista- institucionalista bajo dirección,
presión e iniciativa del régimen de ocupación. Las constantes populistas: demagogia,
oportunismo, engaño y sugestión euforizante y alucinatoria, siempre a costa de los
pacientes más debilitados o infantilizados. El corporatismo, el sectarismo, el burocratismo,

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el dirigismo y el elitismo congénitos del movimiento. El sacrificio permanente de la base
populista en aras de la ambición mezquina, la corrupción, la incompetencia y la vanidad de
sus líderes o portavoces oficiales.

• Las sucesivas campañas de embaucamiento colectivo; las continuas operaciones de


recuperación, participación y movilización de tontos útiles, con el reclamo de los cada vez
más frecuentes “planes y proyectos comunes” desprovistos de todo sentido político, pero
útiles para ocultar la falta total de voluntad y capacidad de proponer nada que se parezca a
una solución real. La demanda de un “debate entre todos”: entre todos los que digan lo que
ellos quieren. La defensa de “una prensa libre y abierta para todos”: para todos los que
digan lo que a ellos les conviene. El “frente nacional y la unidad abertzale con participación
de todos”: como tapadera de la inclusión de todos ellos y la exclusión de todos los demás,
del sabotaje y la destrucción de las condiciones ineludibles de la alianza estratégica frente
al imperialismo; con el resultado efectivo de la mayor división y la más completa
incomunicación que nunca han existido en la base política del movimiento abertzale.

• La producción continua de “sucesos, incidentes, saltos cualitativos y oportunidades


históricas”, a fin de seguir engañando a sus indefensos prosélitos y hacer olvidar el tiempo
que pasa, la opresión que perdura, y los cuarenta años de callejón sin salida en que los
protagonistas de “la vía institucional y la lucha armada” han metido al País; de seguir
participando activamente en la chapuza constitucionalista y autonomista, colaborando en la
propaganda del régimen “democrático con déficit”, y cooperando con él para impedir toda
libertad de expresión y de crítica: libertad que es incompatible con su propio proyecto
corporativo y su propia propaganda.

• La proclamación - renovada a cada momento - de que “éste es el momento de establecer un


proyecto de autodeterminación y construir una estructura política entre todos los Vascos, sin
chapuzas autonomistas y constitucionalistas, como ellos nos proponen desde hace
veinticinco años”. Pero el “proyecto o el anteproyecto de autodeterminación” es tan vacío,
falso y demagógico como tardío. El derecho de autodeterminación es una cuestión
estratégica permanente que la oposición “radical” sabotea desde hace cincuenta años. Ésta
basa su “estrategia” en “la lucha armada y la guerra revolucionaria”, combinada después
con “la negociación inevitable”, “la vía institucional”, el electoralismo fascista y “las
huelgas generales, de hambre o testimoniales”, para acabar llegando al “diálogo” y a la
espera de “un político de talla en el gobierno español que devuelva la libertad y la dignidad
a este país”, tan prolífico en políticos de talla que lo han llevado a seguir a majaderos y
aprovechados de este calibre como única solución. (Por otra parte no son ellos los que “en
este momento” han decidido cambiar de comportamiento y lanzar tales proclamas: es el
fascismo en el poder el que no les deja continuar como hasta ahora. Un descuido por parte
de éste, y la vuelta a las andadas sanaría de inmediato las frustraciones institucionalistas.)

• El verdadero contenido de una propaganda y una agitación que sólo buscan ya, como
finalidad suprema, preservar la permanencia y los intereses de la Organización, la reducción
en su propio servicio de la empresa nacional a la que ellos dicen servir, y la vinculación
cada vez más estrecha con el sistema imperialista y fascista de dominación del que su
existencia depende.

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• La funcional inversión de la realidad, en la que las cuestiones sociales fundamentales son
presentadas como parte complementaria, subordinada y derivada de la cuestión de
organización, y en la que los fines y medios de ésta ordenan, preceden y rigen los de
aquélla. La función auxiliar, complementaria, logística y de manifestación que se atribuye
al movimiento de masas. La afirmación de la incapacidad ideológica y política de las
fuerzas populares, consecuencia “tautológica” del presupuesto establecido de la propia
organización como élite, vanguardia y agente ideológicos y políticos. El advenimiento
espontáneo o milagroso del “acontecimiento capital de los últimos cuarenta años”, “la
nueva resistencia vasca que iba a sacar de la postración, la inconsciencia, el letargo o el
sopor colectivos a un Pueblo embrutecido, vencido, rendido y sumiso, completamente
alienado y en vías de asimilación total”. Los logros y hazañas no menos prodigiosos que
siguieron y que abarcan cuanto de positivo se ha producido en este país: desde “la
restauración de la voluntad y la conciencia nacional perdidas” hasta la “creación” de los
ikastola. La coincidencia con la técnica fascista de la “reducción a Eta” es completa: la
actual represión fascista basada en el “todo lo que se hace y todo lo que hay aquí es Eta” es
sólo la recuperación tardía de un lugar común de la propaganda “radical”, que ahora se
vuelve en sentido contrario.

• La falsificación de la historia de cuarenta años, a fin de sostener “el resultado positivo de la


lucha institucional y la lucha armada” y ocultar la catástrofe real y el callejón sin salida en
que han metido al Pueblo que dicen servir. La suplantación delirante de los datos socio-
políticos más evidentes: “toda la clase obrera de España está con nosotros”, “la libertad del
Pueblo Vasco era una utopía, pero ha dejado de serlo ahora que los socialistas han ganado
las elecciones en Francia y en España”. [Con el Gal, el destierro de los prisioneros y las
extradiciones como resultado.]

• La pérdida de credibilidad y el descrédito que el fracaso constante y permanente arroja


sobre la política de liberación nacional; la congelación de su expansión, limitada a las zonas
políticamente subdesarrolladas; la demoralización inevitable de las masas invariablemente
frustradas y burladas. El derrotismo originario y permanente de la “movida radical”, que no
cree ya en política de liberación ninguna y que niega - por “irrealista y utópica” - toda
alternativa al régimen político fascista; un régimen que ha aceptado como cuadro regular y
permanente de vida. Todo ello junto con la inevitable y cada vez más difundida conclusión
de que aquí no hay nada que hacer fuera de las habituales manifestaciones y pataletas:
brillante resultado de cuarenta y tantos años de “concienciación y excitación”.

• La denuncia del “déficit democrático” que presenta “una democracia donde se tortura en las
cárceles y en las comisarías”, y del “peligro para la democracia” por las “medidas
antidemocráticas” de un “estado de excepción”. Igualmente, la denuncia de “gravísimos
ataques a las libertades de expresión y asociación”; denuncias que por lo tanto no excluyen
sino que implican el “democratismo” fundamental del régimen establecido. El pretendido
“estado de excepción” y el “déficit democrático” que ellos “denuncian” en el régimen
actual implican el reconocimiento de su normalidad democrática: no puede haber ataques
sin normalidad, sólo una normalidad democrática puede tener excepción y déficit
democráticos. (Un “déficit democrático” que - por cierto - descubren cuarenta años tarde,

22
sólo cuando los “nuevos atentados a tan importantes libertades” les afectan también a
ellos.) Pero no se trata aquí de “déficit democrático” ni de “régimen de excepción”. El
régimen imperialista y fascista es lo que es y lo que siempre ha sido, y no tiene nada de
democrático ni de “deficitario”: a pesar de los esfuerzos ininterrumpidos de moderados y
radicales para acreditarlo como tal. El comportamiento del régimen no tiene nada de
irregular ni de excepcional: es la continuación lógica, legal y correcta de un proceso
político y jurídico que ellos han contribuido decisivamente a conservar y desarrollar. Son
ellos los que llevan cuarenta años pregonando lo contrario o cultivando ilusiones al
respecto.

• La “exigencia de libertad y democracia” bajo el imperialismo, que ellos formulan, consiste


en la apología de un régimen que suprime por la violencia toda realización democrática y
todo ejercicio de los derechos fundamentales; y que determina, incluye y excluye los
sujetos de derecho y reglamenta a su conveniencia todo comportamiento político. La
“denuncia de las infracciones contra la libertades democráticas” es la negación constante
del fundamento fascista e imperialista del régimen imperialista, y el reconocimiento abierto
de su “normalidad democrática”.

• Su “incapacidad” para conocer y reconocer el carácter antidemocrático del régimen


imperialista, que ellos han reforzado con su participación y que no pueden denunciar sin las
reservas y precauciones con las que esperan preservar algo de las ventajas que una larga
cooperación les ha permitido disfrutar. Su “firme voluntad de profundizar en la
democracia”, que es una cínica apología del régimen fascista. Hablan de democracia, de
nación, de autodeterminación; pero reconocen, con inaudita obstinación, la fundamental
“legitimidad democrática y no-violenta” del régimen de ocupación.

• La pretendida crítica del fascismo y del imperialismo descrito como “centralismo


jacobino”, “régimen fascistoide de Euskadi Sur”, “régimen xenófobo que ya es fascismo
apenas camuflado en Euskadi Sur”; de la “involución democrática que en el sur de Euskal
Herria ya es alarmante”, de “los paralelismos entre lo que históricamente se ha dado en
llamar un régimen fascista y el sistema aznarista actual”: críticas que implican una insidiosa
negación del real, completo y no camuflado régimen fascista e imperialista franco-español.

• La “defensa de los derechos y libertades de todos”, es decir de los derechos y libertades de


ellos y la negación de los de los demás. En cambio la ilegalización de los “radicales”,
“acontecimiento capital y decisivo”, los ha llevado al “descubrimiento” del carácter
“parcialmente fascista e incompatible con la democracia” del régimen constituido sobre la
ocupación armada, y a poner en entredicho el “régimen democrático” franco-español: lo
que doce siglos de guerra y ocupación no habían conseguido que percibieran, y que el
“radicalismo abertzale” generosamente pasaba por alto. (La reciente constatación de que el
régimen “democrático” - que ellos han consolidado y “legitimado” con sus votos y otras
formas de participación - está ya en disposición de acabar con sus privilegios los hace
derramar lágrimas de cocodrilo. Pero si el fascismo español cree que no necesita ya de sus
servicios para hacer imposible toda estrategia democrática, y en consecuencia ha decidido
acabar con sus privilegios, ello ciertamente no sucede porque los beneficiarios no hayan
hecho todo lo posible por conservarlos.)

23
• La pretensión formal de hacer compatibles “la lucha armada y la guerra revolucionaria,
junto con la participación en las instituciones, el diálogo y la negociación como única vía
de solución al conflicto, en el más completo respeto al ordenamiento jurídico vigente”.
[Condiciones estratégicas de la oposición legal e ilegal.]

• La mentira y la falsificación de las ideas, como único medio para seguir indefinidamente
engañando a las masas en las condiciones del régimen de ocupación, y para remediar el
desconcierto, la demoralización y la pérdida cuantitativa y cualitativa de su base social. La
paralela contribución a la propaganda monopolista del imperialismo; lo cual incluye la
difusión espontánea, gratuita y sin contrapartida de la propaganda dominante así como de
las “aportaciones” de cuantos fascistas notorios puedan presentarse, pero excluye todo
cuanto los ideólogos “radicales” son incapaces de afrontar, proporcionar o atribuirse.

• La irremediable y hortera indigencia teórica, la irracionalidad y confusión de la propaganda


“radical”, cuyos propagandistas confunden descomposición, confusión, demagogia y
pedantismo pseudo-intelectuales con desarrollo teórico. La destrucción del sentido crítico,
el obscurantismo, el carácter caótico, equívoco y reaccionario de sus referencias
“intelectuales, metafísicas o científicas”, ya sean “fascistas o marxista- leninistas”:
características del subdesarrollo cultural bajo el despotismo imperialista, y muestras
insuperables de la ruina teórica por el falso intelectualismo. El elitismo y la militarización
del pensamiento, como consecuencia de la pretendida militarización de la política. El plagio
y la degradación de las ideas, como consecuencia y tapadera del permanente e insubsanable
subdesarrollo de la ideología activista. La constitutiva mala fe y la consiguiente
“ignorancia” y falsificación de la realidad o el pensamiento políticos por cuanto no cuadran
con los presupuestos de “la lucha institucional y la lucha armada”. El acuartelamiento y
secuestro de la información, la cultura y la comunicación, que han llevado a la liquidación
ideológica abriendo las puertas a los agentes ideológicos del fascismo y del imperialismo:
“nosotros sólo hablamos con organizaciones” (españolas). El reverencioso complejo de
inferioridad ante las fuentes y corrientes “culturales” de las naciones dominantes, y la
importación del pensamiento reaccionario español y europeo. La consiguiente incurable
permeabilidad a la infiltración y la impregnación ideológica por el imperialismo. Desde su
fundación, Eta y la sedicente “izquierda abertzale” han estado cerrados a toda crítica
democrática pero ampliamente abiertos a la propaganda imperialista y fascista: desde el
primer momento han colaborado con la propaganda oficial, el partido español y los
servicios auxiliares locales para terminar con la libertad de expresión, crítica y
comunicación; ocultar el proceso de liquidación estratégica; hacer imposible todo intento de
informar a la opinión pública sobre su sentido y consecuencias; ocultar las condiciones y el
contenido posible y necesario de la reconstitución política; y asegurar una propaganda que
sólo pueden mantener hablando solos, al amparo del monopolio fascista de información o
desinformación.

• La adopción del vocabulario y los conceptos generales de la reacción imperialista:


“nacionalistas, socialistas, unionistas, democracia, violencia, policía nacional, Español/
Castellano-Gaztelera-Gaztelania” etc.; lo que constituye un paso atrás manifiesto en la
ideología democrática. (Es sintomático de la capacidad de expansión de la ideología

24
española, difundida por medio del grupo Pnv-Eta, el hecho de que el viejo truco ideológico
de la “distinción Español/Castellano-Gaztelera- Gaztelania” se use ya en la zona de
ocupación francesa, donde no ha existido nunca y donde su correspondiente “Francés/
Franciano” tampoco ha logrado penetrar.) La contribución a la difusión de lo que llaman
Euskañol al servicio de una propaganda, cuyo macarrónico vocabulario busca la sustitución
de la lengua nacional: el Euskera, por una jerga que se piense y se entienda en Español y
por los Españoles.

• Durante cincuenta años los ideólogos “radicales” han aportado al conocimiento popular o
científico despropósitos teóricos de tal calibre que no pueden explicarse solamente por
incompetencia y charlatanismo individuales sino por las condiciones de sectarismo,
autoritarismo, dogmatismo y obscurantismo en que realizan su “labor”. Gracias a la prensa
radical se ha llegado a descubrir, hasta en Getaria, que “Magallanes llegó a Sevilla después
de dar la vuelta al mundo”. El mundo teórico “radical” es un espacio sectario de monopolio
ideológico, relativamente cerrado y autosuficiente, donde se produce y se reproduce
autónomamente el mundo exterior. Tiene sus propias fuentes y sus propias garantías, todo
lo demás es irrelevante para sus pobladores.

• La aplicación del “método dialéctico” y la recusación de “los mismos metros” para épocas
diferentes: negación de la historia como totalidad científica. La “explicación analógica” de
un proceso histórico de causa-efecto (tal como la relación entre base-organización)
mediante una recurrencia de reproducción biológica (la relación de la gallina y el huevo).
La “demostración matemática” de comportamientos sociales, que ha hecho recular de
forma inaudita los límites de la certidumbre lógica en las ciencias humanas. La “ley
fundamental” de viabilidad del bilingüismo por la condición de ignorancia sectorial en la
comunidad lingüística. El ya referido “concepto de guerra con comprensión fija y extensión
variable”: aportación “revolucionaria” sin precedentes a la teoría de la guerra y a la lógica
formal desde sus orígenes.

• La proliferación de dualismos y pluralismos ideológicos ha destruido en la teoría y en la


práctica la totalización ideológica y política de la realidad que se pretende afrontar. El
tristemente célebre dualismo “clase-nación/social-nacional” ha sumido a “la derecha y la
izquierda abertzale” en permanente confusión-depresión mental, y fabricado tránsfugas y
renegados a chorro continuo. Los “frentes obrero, nacional- cultural, político y militar” son
su consecuencia. Para compaginar su inepcia teórica con la pretensión de vanguardia
intelectual, los “intelectuales” Pnv-Eta habían ya proclamado, hace cincuenta años, que esta
cuestión “no podía aclararse en nuestro tiempo”. Han constituido así en principio
“científico”, en una “incapacidad contemporánea universal”, su propia incapacidad para
resolver el “dualismo clase- nación/social-nacional”, condenando a la humanidad a las más
negras e irremediables tinieblas ideológicas y políticas por tiempo indeterminado. No hay
peor dogmatismo que el dogmatismo obscurantista.

• El dualismo hipostático entre derechos y sujetos “individuales y colectivos” no es privativo


de este País; pero se encuentra particularmente extendido entre sus “intelectuales”,
ideólogos y políticos moderados o radicales, y constantemente presente en su propaganda y
en sus “asociaciones de derechos colectivos”. Sirven con ello las campañas de mistificación

25
de los ideólogos españoles, que recurren con frecuencia a este truco de embaucamiento
“colectivo”.

• La oposición dualista de la teoría y la práctica, con la correspondiente, absurda e hipócrita


escapatoria “anti-intelectual y anti-teórica”: “lo importante es hacer” (de tradicional
raigambre en los ámbitos política y culturalmente subdesarrollados), trata de esconder el
propio, inevitable, impresentable e inconfesable supuesto teórico de la “acción radical”. La
“incapacidad” para articular los medios “legales e ilegales” de oposición política es
inherente a la ausencia total de referencia estratégica. La directivas “prácticas” de “todo
vale, eso también, y bietan jarrai” son consecuencia de la decomposición ideológica y
política que la ausencia total de integración estratégica acarrean.

• La separación ideológica de “derecho y política”, con todas sus inevitables y funestas


consecuencias. Con la liquidación de la “amnistía” y la extensión incesante de la represión
administrativa y judicial, se han creado las condiciones para la influencia creciente de los
“especialistas” sobre los “comisarios”. La resultante prelación de la parte “jurídica” sobre la
totalidad política es también la sustitución de una estrategia y una táctica políticas
inexistentes, por una estrategia y una táctica “jurídicas” imaginarias; y del derecho real, por
el formalismo y el normativismo “positivistas”. La sustitución oportunista de las ideas y los
objetivos políticos, por conceptos y fines de “derecho jurídico”, producen el descrédito de
lo “político” y la apología del “derecho positivo” español. Hay política sin derecho, pero no
hay derecho sin política. Todo intento de oponer el “derecho” imperialista a la política
imperialista es un despropósito teórico, una ilusión reaccionaria de inmediatas
consecuencias prácticas.

• Una acepción auxiliar, equívoca y estrecha de la “política” la reduce a la actuación de los


órganos ejecutivos, presenta el legislativo y la judicatura como “apolíticos”, y reduce la
cuestión del imperialismo, el fascismo y la democracia a una cuestión de separación estatal
de poderes. Pero la separación de poderes tiene por condición de nacimiento y vigencia la
contradicción de fuerzas en las luchas sociales. “La izquierda abertzale pone en duda la
imparcialidad de los jueces”; denuncia “las presiones políticas que el gobierno ejerce sobre
los jueces”, alterando la supuesta inclinación de éstos a defender la justicia democrática
internacional; y presenta los jueces nacionalistas y fascistas, por oposición al ejecutivo,
como celosos defensores de los derechos humanos en general y de la libertad de los Pueblos
en especial. Pero los órganos legislativos, ejecutivos o judiciales del régimen imperialista
coinciden espontánea y plenamente sobre el tratamiento a aplicar a las fuerzas democráticas
de los Pueblos ocupados: las diferencias y contradicciones a este respecto entre sus órganos
internos son una fábula reaccionaria y una apología del régimen fascista de ocupación. Los
jueces no necesitan lecciones ni presiones de nadie para participar en la represión de la
libertad de los Pueblos y de los derechos humanos en general. Todo intento de oponer,
dentro de un régimen imperialista, “el poder político al poder judicial” es un dislate teórico
y práctico.

El poder imperialista es el poder imperialista, y seguiría siéndolo con “base jurídica” o sin
ella, con “separación de poderes” interna o sin ella, con jueces “independientes” o sin ellos.

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La afirmación de la “separación de poderes” interna del imperialismo como supuesta
garantía democrática muestra la “incapacidad”, real o de mala fe, de moderados y radicales
para comprender la política imperialista como una cuestión internacional, irreductible al
“centralismo, al jacobinismo o a la falta de separación de poderes” internos del Estado
ocupante; a lo cual ellos se empeñan no obstante en reducirla. Todo ello es el abandono de
los conceptos, principios y criterios fundamentales de la libertad y la democracia,
sustituidos por los supuestos internos y formales del régimen totalitario dentro del cual
siguen situando y entendiendo el “derecho”. La política internacional, el derecho
internacional, la separación internacional de poderes son la única garantía política y jurídica
contra el imperialismo.

En este desvarío los defensores de la “separación de poderes” dentro del régimen


imperialista protestan - simultánea o sucesivamente - contra los “malos” ejecutivos que se
imponen a los buenos legisladores y a los buenos jueces, si es que no son los malos jueces
quienes se imponen a los buenos legisladores y los buenos gobiernos, o los malos
legisladores quienes mantienen prisioneros a los buenos gobiernos y los buenos jueces.
Ocultan así la realidad de la unidad de poder que constituye el Estado totalitario, cuyos
agentes legislativos, ejecutivos, administrativos y judiciales gozan, individual y
colectivamente, de toda la motivación y toda la carga xenófoba que se puede pedir o esperar
de ellos. No necesitan imposiciones de nadie para perseguir conjunta o separadamente todo
lo que se parezca a una oposición democrática, todo lo que represente o recuerde a los
Pueblos subyugados: que es lo que han hecho siempre en todos los años y todos los siglos
de conquista, dominación y represión. Es una constatación constantemente verificada que,
en comparación con los responsables usualmente calificados como “políticos”, los órganos
y miembros “apolíticos” del Estado moderno, hasta el último funcionario civil o militar, son
generalmente más - y no menos - adictos de decisiones y medidas “administrativas”
represivas, simplistas, radicales, intransigentes y extremas.

La verdadera y real separación de poderes, estratégicamente relevante, es la oposición


internacional que al poder imperialista y fascista le oponen, con personalidad política y
jurídica única, los Pueblos subyugados, ocupados y colonizados; pero colaboracionistas y
cómplices prefieren ignorarla y desviar la atención hacia imaginarios conflictos internos de
los Estados ocupantes, antes que implementar la conciencia y la resistencia de los Pueblos
contra los invasores.

• Los equívocos y la confusión entre autodeterminación, soberanía, independencia y


“derecho a decidir”, con objeto de destruir el derecho de autodeterminación reduciéndolo al
ámbito del Estado imperialista y haciéndolo “aceptable” para él. La importación y difusión
de las “nociones” de “autodeterminación interna y externa”: uno de los más recientes
“hallazgos” de la “doctrina” imperialista para confundir y falsear el derecho de
autodeterminación de los Pueblos.

• La misma “ignorancia” de la realidad del imperialismo, y el mismo esfuerzo por ocultarla,


aparecen en las “verdaderas motivaciones” que ellos han descubierto detrás de la represión
imperialista: el electoralismo, la venta de los Mirage y el Tgv, y otros perversos intereses

27
ocultos que alteran la supuesta inclinación del nacionalismo español y francés a la defensa
del derecho de autodeterminación de los Pueblos y de los derechos humanos en general. La
búsqueda de votos: motivación y explicación del imperialismo según la burocracia Pnv-Eta,
pone las cosas todavía peor pues desplaza y extiende el imperialismo de la clase política a
todo el cuerpo electoral. Por fortuna para la burocracia reinante, sus seguidores siguen sin
enterarse de nada.

• La necesidad de preservar y legitimar la “vía democrática” institucional: complemento


oficial de la “lucha armada”, como única forma de conservar las ventajas y privilegios de
que la burocracia “radical” dispone en las condiciones del régimen fascista, del cual
dependen su crédito, presencia y persistencia. Por ello ésta no puede abandonar las
ilusiones expresamente reiteradas de negociación y diálogo con el fascismo en el poder; y
no puede renunciar a la financiación por los servicios prestados, con cargo a los
presupuestos de lo que llaman su Estado.

• El encubrimiento y la apología del electoralismo fascista; el “olvido” de su crítica y


denuncia: ineludible necesidad de una política y una ideología democráticas. La necesidad
de participar a toda costa en las “elecciones” impuestas y reguladas por el régimen de
ocupación: en ausencia de toda cobertura estratégica y cualesquiera que sean las más
humillantes y “absolutamente antidemocráticas condiciones” que les impongan. El grupo
“radical” no puede renunciar a las “ventajas” de la participación, no puede prescindir de las
campañas “electorales” para ocultar, encubrir y rellenar el vacío político, el fracaso de la
“lucha armada”, la ausencia total de toda idea y toda intención de buscar los caminos de
una verdadera oposición.

• El proceso de capitulación y escalada electoralistas: desde afirmaciones tales como “la


abstención, única salida válida y mejor postura de lucha”, o “nuestra postura es totalmente
contraria a la participación”, que es “una práctica política de engaño y traición”, los
“ideólogos activistas” llegan a la concepción de que “en ciertas ocasiones más vale astucia
que fuerza, y todavía mejor si ambos elementos se unifican bajo una misma causa común”.
Lo cual los lleva a proclamar “la decisión de no participar pero presentarse en las
antidemocráticas y antivascas elecciones”: una presentación que “viene a representar una
forma de concretar y canalizar el amplio marco de la política abstencionista preconizada
desde siempre por la Izquierda Abertzale consecuente”, y a afirmar que “la abstención
también es válida”. Para seguir afirmando que “hemos declarado la guerra caliente a la
abstención”; aceptando “las elecciones con promesa formal de no participar en las
instituciones” y las sucesivas promociones de diputados, senadores y cargos locales
“democráticamente elegidos”; y jugando a “democracias y parlamentos” en unión con los
candidatos y representantes electos y declarados del imperialismo oficial: todos ellos
“democráticamente legítimos y respetables” al igual que sus propias “proposiciones”,
“perfectamente legítimas y respetables” siempre que a ellos les dejen jugar a políticos.

• El voto “solidario de izquierdas” a Falange-PsoE, y la contribución al “debate democrático”


con la reacción franquista tradicional: “Yo le cedo mi turno al Sr. Del Burgo, porque al
Parlamento venimos a hablar”. La “autocrítica” y las “revelaciones” post-electorales sobre
“el terreno amañado y la falsa lucha en las instituciones, donde todo está atado y bien

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atado” y donde “esta participación nuestra constituye un aval precioso para el sistema”:
asombrosa lucidez que dura siempre hasta las siguientes elecciones y sirve para amueblar
los espacios inter-electorales. Durante la “transición” intratotalitaria, y ante la virtualidad de
una resistencia nacional de nivel estratégico, lograr que los “nacionalistas” (vascos) -
“terroristas” incluidos - participasen en las “instituciones” (españolas) era objetivo central
del “nuevo” régimen. Ahora que los “radicales” han abandonado toda idea de oposición no
integrada en el sistema imperialista y fascista, y que a toda costa mendigan el “derecho
democrático de votar y acceder a las instituciones”, sus facciones se disputan el último
hueso “electoral”, mondo, lirondo y roído hasta el tuétano. Al objeto de conservar sus
últimos privilegios en el aparato de embaucamiento totalitario, no dudan en afirmar el
carácter “democrático” del “sufragio universal” fascista, sólo empañado - después de
ochocientos años de guerra y ocupación - por la privación que las bandas “radicales” han
tenido de su “derecho a participar” en esa superchería. La inerte, estéril y forzosa privación
del “derecho a votar” es la inversión y la reaccionaria caricatura de la abstención y el
boycott estratégicos. Como ocurre con otras “reivindicaciones” sin contenido real, el
rechazo de ésta sirve al fascismo para bloquear y desgastar fuerzas residuales de oposición
por la simple negativa a conceder demandas que son de por sí irrelevantes. Es la
consecuencia de la ruina de la relación de fuerzas a la que ha llevado la consolidación
institucional, conseguida gracias a “la vía institucional y la lucha armada”; es la forma de
ocultar que no saben ni tienen otra cosa que hacer.

• La negación de Nabarra como Estado histórico del Pueblo Vasco y la total ignorancia de su
lugar en el derecho internacional contemporáneo, explícitas en la fórmula imperialista
“nación sin Estado” que ellos utilizan. La corrupción, falsificación y ruina del derecho
fundamental de autodeterminación de todos los Pueblos: primero de los derechos humanos
y condición previa de todos ellos, reemplazado por el “derecho a decidir”, con la ilusión o
el pretexto de hacerlo aceptable para los Estados ocupantes. El reconocimiento, común al
conjunto Pnv-Eta, del régimen de ocupación militar imperialista como base y opción a la
vez de un llamado “referéndum de autodeterminación”: doctrina de falsificación, traición y
sabotaje de la independencia frente al imperialismo, único contenido del derecho de
autodeterminación. La pretensión de “echar las bases de un proceso de autodeterminación
civil sin violencia ni legalizada ni de respuesta”, “mediante el diálogo entre todos los
partidos”: nueva apología del régimen fascista y proyecto todavía más falso, vacío y
contradictorio que la “guerra revolucionaria”.

• La afinidad de la sedicente “izquierda abertzale” oficial con toda tendencia que se suponga
a su “derecha”, y su miedo cerval a toda actitud que ponga en evidencia el fraude de su
autoproclamada siniestra entidad. Las “alianzas y frentes” preferenciales con las diversas
variantes del partido español, que son calificadas como “demócratas de izquierda y
socialistas vascos no-nacionalistas”: componente soñado del “frente de izquierdas”, sin otro
objeto y resultado que la implantación y penetración más peligrosa y solapada de la política
y la ideología dominantes, y el refuerzo de la represión. El paso de los sectores más
endebles o arribistas del “activismo armado” a los servicios auxiliares y a las variantes
oficiosas u oficiales más agresivas del fascismo imperialista, como consecuencia de la

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frustración, la corrupción y el desamparo que la “vanguardia activista” produce y
reproduce.

• La identidad fundamental entre los “radicales violentos” y los “moderados no- violentos”,
con el recurso a los atentados como único, socorrido e irremplazable argumento diferencial.
La colaboración continuada entre ellos, la cual ni siquiera se ve afectada por la feroz
represión que el Pnv, “el gobierno vasco y las fuerzas armadas no-violentas de la policía
autónoma” ejercen al servicio del régimen de ocupación y su monopolio de violencia. El
reconocimiento de una “derecha abertzale”, correlativa de la supuesta “izquierda abertzale”.
La demanda y la esperanza de una “alianza” con el Pnv, otrora objeto de despectiva
descalificación; paralela del nuevo cambalache con sus compinches “naturales” del PsoE-
Falange que el Pnv sigue pidiendo y esperando sentado. Al igual que “los vascos y las
vascas” del Eta esperan sentados (y sentadas) la “negociación inevitable” y la ocupación de
las “sillas vacías” tan generosamente ofrecidas al partido nacionalista español.

• El efecto real de concienciación, excitación, radicalización y organización nacionalistas,


racistas y xenófobas del pueblo y la colonia españoles. La identificación total del
nacionalismo totalitario francés con su homólogo español. La radicalización de la política
norteamericana de apoyo al fascismo imperialista español: consecuencia de la incapacidad
de las fuerzas democráticas para acceder al nivel político real; de todo lo cual es exponente
el fenómeno de los atentados no-gubernamentales.

El terrorismo individual como ocultación del Terrorismo de Estado:


los atentados no-gubernamentales
La propaganda imperialista y su guerra psicológica de masas hacen de los atentados no-
gubernamentales (ANG) un tema obsesivo y omnipresente, y el desencadenante de reflejos
condicionados socio-psico-fisiológicos de repugnancia y rechazo, que la confusión inducida
en los Pueblos indefensos hace más nocivos todavía. Toda violencia, cualesquiera que sean su
finalidad y su extensión, es calificada ahora como “ataque terrorista” por el Estado que la
reprime; el cual evita así el reconocimiento de “guerra”, civil o internacional. Incluso cuando
el estado de guerra internacional ha sido reconocido, son calificados como ataques terroristas
actos que no pueden diferenciarse de ella por los criterios de terror y extensión.

Evidentemente es el terrorismo estatal el que preocupa a los Pueblos que lo padecen. Los
ANG, cuya propia incapacidad los hace políticamente inofensivos, sólo exasperan la natural
ferocidad, la irritación, la impaciencia y el furor xenófobo del predador. La violencia y el
Terrorismo de Estado, de todo signo, son, han sido siempre y siempre serán
incomparablemente más extensivos, activos y efectivos que los atentados individuales o
colectivos, y es tautológicamente imposible que esto no sea así: de otro modo la violencia y
el terrorismo de Estado no serían de Estado, ni los atentados individuales serían tales
atentados sino el poder político actual. Sólo la disparidad en la capacidad de violencia actual
y virtual diferencia al Estado de la oposición en derecho positivo internacional. Esto no sólo
lo evidencian el derecho positivo y los hechos sino la lógica formal. El Estado, al detentar y

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ejercer el monopolio de la violencia, no comete atentados; los cuales, por definición, implican
un monopolio de la violencia contra el que atentar. (Por tanto, en cuanto que son miembros o
dependencias del Estado, los Servicios Secretos, discretos o indiscretos al servicio de los
Gobiernos, por ileGales que sean, tampoco cometen atentados sino actos de provocación.)

No obstante la propaganda dominante presenta los ANG como “la única violencia existente”,
“la dictadura de la violencia” y la cuestión política más grave de su Estado. Incluso los
mismos partidarios y actores del “terrorismo individual” (quienes a este respecto suelen
remitirse, paradójicamente, a un marxismo-leninismo sui generis de cosecha propia)
coinciden con ella.

Sin embargo, para empezar, en general una dictadura (y en particular la dictadura hispano-
francesa que oprime a nuestro Pueblo y Estado) no se establece mediante atentados; se funda
y se conserva sobre matanzas, secuestros y deportaciones constitutivos y de masas,
incomparablemente mayores que los ANG. Y, para terminar, si los ANG fueran “la única
violencia que existe en este País”, o “la dictadura de la violencia”, como los
colaboracionistas-institucionalistas y la propaganda fascista dominante proclaman al unísono,
en tal caso no serían “atentados” porque no hay ni puede haber atentados sin un orden previo
de violencia monopolista contra el que poder atentar.

Es decir que, de ser las cosas como ellos dicen, entonces los autores de tales ANG serían en
realidad el poder político real, o sea: el Estado, los detentadores del monopolio de la
violencia y el terrorismo, y no la oposición y autores de atentados perseguidos y reprimidos
por aquél. Y - a la inversa - en tal caso las fuerzas armadas de ocupación, perseguidas y
acorraladas por el nuevo poder monopolista, cometerían tal vez atentados terroristas contra él.
Y si las clases dominantes fueran - como hipócritamente dicen ser - víctimas aterrorizadas y
no-violentas privadas de toda libertad y todo poder político, entonces no serían el Estado sino
la oposición: perseguida y eventualmente autora de atentados. Pero obviamente nada de esto
ocurre en realidad sino todo lo contrario.

Mediante los ANG son siempre perdedores quienes, con medios derrisorios, suicidarios o de
máximo riesgo - y cada vez más obsoletos y extemporáneos - pretenden enfrentarse a los
monopolios de violencia y terrorismo de masas en su propio terreno; lo cual resulta ser
antesala de las cárceles, los cementerios y los cada vez más precarios exilios. Contra las
versiones románticas que ingenuamente se tiene de las revoluciones (y que otra cosa
pretenden), jamás los Estados han cedido el campo político ante los atentados individuales
internos o externos. Los atentados son una falsa oposición o respuesta a la violencia y el
Terrorismo de Estado.

Sólo los tontos o los hipócritas “denuncian” los atentados individuales mientras ocultan,
disimulan, justifican o practican la violencia y el terrorismo monopolistas de Estado sobre las
masas y los Pueblos. Los ANG individuales no son un problema estratégico, un peligro ni una
amenaza para el imperialismo y el nuevo orden o desorden imperial y hegemónico mundial.
Sus costes, en términos de vidas humanas, son muy inferiores a los causados por la
producción y el transporte. (Los transportes comerciales o turísticos ocasionan a diario y a lo
largo y ancho del mundo continuas catástrofes: “necesarias, inevitables y excepcionales” pero

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estructuralmente determinadas, encubiertas y protegidas por los poderes políticos y
económicos, mientras sus víctimas actuales o virtuales - “psicológicamente asistidas” y
convenientemente condicionadas, anestesiadas y aleladas para ello - las aceptan a diario y las
soportan sin más reacción notable que la de los corderos en el matadero o con protestas tan
individuales como lo son los mismos atentados, y entre una mezcla de inconsciencia,
estupefacción, fatalismo e impotencia.) Esos costes son infinitamente más soportables que los
de las guerras de verdad: hecatombes que los Gobiernos preparan, conducen y justifican con
infamias y mentiras deliberadas; guerras que las mismas poblaciones arrostran con exaltación
o resignación, según van las cosas.

Sería ridículo - si no fuera hipócrita - comparar cuantitativa y cualitativamente los resultados


respectivos, poner en parangón los atentados individuales al lado de las guerras o los
bombardeos de masa terroristas (convencionales o atómicos), que causan millones de
víctimas y que son el fundamento de la política y el derecho entre los Estados. Los grandes
Estados, en sus guerras - “imperialistas por uno o por ambos lados” - mantenidas para
establecer la distribución o redistribución de sus zonas de dominación, han soportado en un
solo día y en una sola hora pérdidas militares y sobre todo civiles incomparablemente
mayores que todas juntas las que han sido infligidas por los atentados desde que el mundo es
mundo, y no por eso han renunciado a la agresión, la guerra, la conquista y la anexión: en una
sola hora y en un solo día han causado cincuenta mil muertos militares, o ciento sesenta mil
civiles, con un balance final de sesenta millones de muertos en “sólo” dos guerras. Y sin
embargo el derecho internacional no condena la guerra sino los atentados, los cuales
magnifica y distorsiona; y las masas - condicionadas, intoxicadas, aterrorizadas, social y
mentalmente alienadas - no temen la guerra sino los atentados individuales. A la vista y
escucha de la propaganda de las Potencias hegemónicas, se diría que ellas nunca han
bombardeado una población civil hasta que les han tocado a la propia, y que los raids de
Terror contra las poblaciones civiles de Abisinia, Manchuria, Durango, Gernika, Coventry,
Londres, Dresde, Berlín, Hiroshima, Nagasaki, Yokohama, Tokio, Vietnam o Bagdad son
leves daños colaterales al lado de las catastróficas consecuencias del “terrorismo individual”.

El nuevo derecho internacional hegemónico prohíbe los atentados pero no la guerra. Es más:
justifica la guerra para combatir los atentados. Presentar éstos como justificación para la
guerra; montarse una guerra y matar a cien mil personas en virtud de la autoproclamada
“legítima defensa preventiva” contra los atentados, califica sin más la propaganda de las
Potencias dominantes. (Del mismo modo se justifica todavía la conquista del Continente
Americano y la destrucción de las razas y las civilizaciones de veinte millones de autóctonos
por el deber de acabar con los sacrificios humanos; ventajosamente sustituidos en la Europa
cristiana quemando vivos a cuantos no lo tenían del todo claro respecto a la hipóstasis
trinitaria o el movimiento del universo. El colonialismo moderno se justifica por la urgencia
de terminar con la esclavitud, la excisión genital femenina, o el burka; objetivos que trata de
conseguir mediante métodos tales como la subyugación, la explotación y la liquidación de los
Aborígenes en “virtud” de la civilización y la doble moral cristiana de bondad, paz, amor y
guerra a ultranza contra los débiles y los indefensos.)

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El Terrorismo de Estado crea las condiciones sociales de opresión, subdesarrollo, frustración
y desesperación que hacen posibles los ANG, los cuales sólo existen como correlativos de los
monopolios de violencia y terrorismo: sin monopolios de violencia no hay atentados. Los
ANG de la postguerra en el territorio ocupado al Pueblo Vasco eran y son la consecuencia de
la terrible derrota de 1937, y de la liquidación de la oposición estratégica resultado del
abandono y la traición de la burocracia del Pnv y sus satélites. Son la reacción tardía e infantil
de un primitivo Pueblo subyugado, cultural, ideológica y políticamente subdesarrollado. Son
una consecuencia del cierre de sus derechos políticos impuesto por el imperialismo y el
fascismo, una manifestación de la incapacidad estratégica de la oposición; son un síntoma, un
efecto, un revelador, un reductor, una válvula de seguridad, una tapadera del conflicto político
fundamental del imperialismo y el fascismo; son un signo de identidad, un motivo de
propaganda y agitación, una fuente de información y una base de provocación, un medio para
provocar e intensificar y un pretexto para alimentar, disimular y justificar la represión y el
verdadero terrorismo de Estado; en suma: son una desagradable pero eficaz manera de
impedir el desarrollo de una política nacional de nivel estratégico, de diezmar sus fuerzas
vivas y arruinar sus recursos materiales.

Sin monopolios de violencia y terrorismo no hay ni Estado fascista ni ANG: no hay ni puede
haber atentados sin un previo régimen de violencia contra el que atentar. Si acabar con los
ANG fuera realmente el objetivo verdadero, principal y prioritario de su política (una
afirmación ya absurda de por sí), los Estados fascistas e imperialistas - que falsamente así lo
pretenden - podrían lograrlo de manera radical mediante el abandono unilateral e inmediato
de la violencia y el Terrorismo de Estado, que son su causa, acabando con ello al mismo
tiempo con el propio Estado y con los ANG contra él. Pero los hipócritas Gobiernos fascistas
e imperialistas no tienen por motivo real y verdadero objetivo de su represión y Terrorismo de
Estado los ANG, sino los conflictos internacionales implicados en la lucha de liberación de
los Pueblos contra el imperialismo, el colonialismo y el fascismo.

Los Estados terroristas, que dicen hipócritamente luchar “contra la violencia y el terrorismo”,
no tienen por objetivo prioritario: ni mediato ni inmediato, el fin de la violencia y el
terrorismo sino la consolidación e intensificación de la Violencia y el Terrorismo de Estado al
servicio de la opresión sobre los Pueblos, con el genocidio como solución final de los
conflictos. Para defenderse de ello, todas las Naciones y todos los Estados del mundo ponen
la legítima defensa como condición absoluta del Derecho Internacional.

Para el régimen de ocupación, en plena posesión del monopolio de la violencia, los ANG no
son un problema político de nivel estratégico, y los perjuicios son más limitados todavía que
los ANG que los causan. El auténtico e inconfesable problema político consiste en la
existencia de los Pueblos y sus Estados, y en su resistencia al imperialismo. La propaganda se
sirve de los ANG para ocultar y justificar la violencia y el terrorismo monopolistas de Estado,
negando la resistencia nacional y el derecho inherente de legítima defensa, inseparables de la
independencia nacional y del derecho de autodeterminación. El imperialismo persigue y
niega en realidad el Pueblo mismo; puesto que, siendo la legítima defensa inherente a los
Pueblos, donde no hay Pueblo no puede haber, “lógicamente”, defensa.

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No obstante en un País ocupado no faltan renegados, oportunistas, colaboracionistas y
cómplices - estúpidos o corrompidos - dispuestos a servir tanto a la intoxicación de la
propaganda imperialista como a la ocupación misma. Colaboracionistas y cómplices
indígenas olvidan o exaltan los crímenes masivos y multiseculares del imperialismo, y piden
perdón, enaltecen, compensan y recompensan a las fuerzas de ocupación que son sus autores.
Demuestran así la abyecta sumisión a que han llegado. En ningún Pueblo ocupado -
colonizado o liberado - sus pretendidos representantes habían caído tan bajo. Los
colaboracionistas y cómplices aborígenes que se prestan a tan abyecta forma de sumisión
declaran con ello, una vez más, que han adoptado y reconocido al Pueblo y al Estado
ocupantes como propios; que no creen en la realidad del Pueblo y del Estado oprimidos; y
que, en necesaria consecuencia, niegan también su libertad y sus derechos de independencia,
autodeterminación y legítima defensa.

Si tuvieran vergüenza, es a los esbirros fascistas y a sus amos a quienes correspondería pedir
perdón. Ningún Pueblo o Estado víctima de la agresión, la ocupación y la colonización ha
condenado nunca a sus propios “resistentes”, aun cuando eran perseguidos como terroristas
de derecho internacional, ni ha indemnizado o pedido nunca perdón a los Pueblos, Estados y
fuerzas ocupantes, ni ha procedido nunca a contriciones, reparaciones e indemnizaciones
hacia las fuerzas de ocupación; ni siquiera cuando los ANG contra ellas - consecuencia del
despotismo y del terrorismo de Estado, de la desesperación y la incapacidad política de los
Pueblos subyugados - habían acarreado terribles represalias contra la propia población civil,
sino que ha hecho todo lo contrario: ha exaltado y recompensado las proezas - reales o
imaginarias - en favor de la liberación nacional. (Las reparaciones correspondientes han
corrido siempre a cargo del propio Estado ocupante, que - incluso finalmente derrotado y
convicto de algunos de sus crímenes - se asegura con su reconocimiento y sus pensiones a
viudas y huérfanos la fidelidad de sus servidores y la continuidad de sus criminales empresas
futuras.)

La propaganda imperialista y la crítica democrática “coinciden” en su oposición a los ANG.


Sin embargo la propaganda fascista-imperialista condena los ANG contra el poder establecido
desde el punto de vista del imperialismo y el fascismo; sirve con ello a la negación de la
libertad nacional y de los derechos de autodeterminación y de legítima defensa de todos los
Pueblos y de sus Estados, y a la continuidad y desarrollo de la dominación fascista-
imperialista y de su monopolio de la violencia.

Por el contrario, la crítica de la carencia estratégica de los ANG, hecha desde el punto de
vista democrático, es diametralmente distinta de su condena desde el punto de vista del
imperialismo y el fascismo. Esta crítica democrática de los ANG los aprecia negativamente
desde el punto de vista de la libertad y los derechos humanos fundamentales: el derecho de
autodeterminación de todos los Pueblos y el derecho de legítima defensa que les es inherente,
y sirve por tanto a la implementación estratégica de la oposición al imperialismo y al
fascismo.

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Final del Terrorismo
El Pueblo Vasco/Euskal-Herria, enraizado desde tiempos inmemoriales en sus actuales
Territorios históricos los cuales le pertenecen de pleno derecho, es también titular, al igual
que todos los Pueblos del Mundo, de un derecho fundamental, originario e imprescriptible a
vivir libre en su propio territorio libre. Los Pueblos preceden políticamente a los Estados y
Gobiernos, y los constituyen jurídicamente.

Es por tanto titular del derecho inherente, originario, imprescriptible, incondicional e


inmediato de libertad, libre disposición o autodeterminación de todos los Pueblos: primero de
los derechos humanos y condición previa de todos ellos, e incompatible con cualquier clase
de imperialismo. En consecuencia, el único contenido necesario del derecho de
autodeterminación es la retirada inmediata de las fuerzas de ocupación y de todo el aparato de
subyugación del imperialismo de España y Francia sobre el Pueblo y el Estado vascos. El
Reino de Nabarra: Reino de los Vascos, sigue siendo el único y actual Estado del Pueblo
Vasco, que jamás ha reconocido ningún otro.

El derecho de legítima defensa es también un derecho inherente a todos los Pueblos frente a
toda agresión imperialista, e inseparable y complementario del derecho de autodeterminación.
Estos derechos han sido repetidamente reconocidos, no constituidos, en innumerables
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas como derechos fundamentales e
inalienables.

Igualmente ha quedado establecido en numerosas resoluciones la liberación incondicional e


inmediata de los luchadores por la libertad y la autodeterminación de los Pueblos:

“La Asamblea General, [...] Reafirmando que la continuación del colonialismo en todas sus
formas y manifestaciones, como se señaló en la resolución 2621 (XXV) de 12 de octubre de
1970 de la Asamblea General, es un crimen y que los pueblos coloniales tienen el derecho
inherente a luchar con todos los medios necesarios a su disposición contra las Potencias
coloniales y la dominación foránea en el ejercicio de su derecho de autodeterminación
reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración sobre los Principios de
Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación entre los
Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, 18 [Resolución 2625 (XXV),
anexo.], [...], Proclama solemnemente los siguientes principios básicos del status legal de los
combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes
racistas [...]: 1. La lucha de los Pueblos sometidos a la dominación colonial y foránea y a
regímenes racistas para la realización de su derecho de autodeterminación e independencia es
legítima y está plenamente de acuerdo con los principios del derecho internacional. 2. Toda
tentativa de reprimir la lucha contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes
racistas es incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración sobre los
Principios de Derecho Internacional referentes a las Relaciones Amistosas y a la Cooperación
entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración
Universal de Derechos Humanos y la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a
los Países y Pueblos Coloniales, y constituye una amenaza contra la paz y la seguridad
internacionales. 3. Los conflictos armados que entraña la lucha de los pueblos contra la

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dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas se deben considerar conflictos
armados internacionales con arreglo a las Convenciones de Ginebra de 1949, y el estatuto
legal que en esas Convenciones y otros instrumentos internacionales se prevé ha de aplicarse
a los combatientes se debe aplicar a las personas que participan en la lucha armada contra la
dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas. 4. A los combatientes que
luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes racistas que sean
hechos prisioneros se les otorgará el estatuto de prisioneros de guerra y el trato que se le dé
deberá estar de acuerdo con las disposiciones de la Convención de Ginebra relativa al Trato
de los Prisioneros de Guerra, de 12 Agosto 1949. [...] 6. La violación del estatuto legal de los
combatientes que luchan contra la dominación colonial y foránea y contra los regímenes
racistas en el curso de conflictos armados entraña plena responsabilidad de conformidad con
las normas del derecho internacional.” Etc. [UNGAR 3103 (1973)]

Igualmente “La Asamblea General, [...] 4. Condena la continuación de actos represivos y


terroristas realizados por los regímenes coloniales, racistas y extranjeros que niegan a los
Pueblos sus legítimos derechos a la autodeterminación y la independencia y otros derechos
humanos y libertades fundamentales;” etc. [UNGAR 32/147 (1977)]

Es por tanto criminal y terrorista el trato inhumano infligido a los combatientes que luchan
contra la dominación extranjera y los regímenes racistas y que, capturados como prisioneros,
se les niega el status legal previsto en las Convenciones de Ginebra y otros instrumentos
internacionales que deben aplicarse a las personas participantes en luchas armadas contra la
dominación colonial y extranjera y los regímenes racistas, “incluso si ese Partido está
representado por un Gobierno o una autoridad no reconocidos por la parte adversa”. (Artículo
43 del Protocolo Adicional a las Convenciones de Ginebra de 12 Agosto 1949, y referente a
la Protección de Víctimas de Conflictos Armados Internacionales [Protocolo I], de 8 Junio
1977.)

En la “Implementación de la Declaración sobre el Fortalecimiento de la Seguridad


Internacional, La Asamblea General, [...] Observando con profunda preocupación [...] la
continuación e intensificación de la carrera de armamentos, así como los actos de agresión, la
ocupación extranjera, la amenaza o el uso de la fuerza, la dominación foránea, la interferencia
extranjera y la existencia del colonialismo, el neo-colonialismo, la discriminación racial y el
apartheid, que siguen siendo los principales obstáculos para el fortalecimiento de la paz y la
seguridad [...], 3. Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos sometidos a la
dominación colonial y extranjera para alcanzar la libre determinación y la independencia, y
encarece a todos los Estados que incrementen su apoyo y su solidaridad con esos pueblos y
con sus movimientos de liberación nacional y emprendan medidas urgentes y eficaces para
que se complete sin demora la Implementación de la Declaración sobre la Concesión de la
Independencia a los Países y Pueblos Coloniales, y de las demás resoluciones de las Naciones
Unidas relativas a la eliminación definitiva del colonialismo, el racismo y el apartheid;” etc.
[UNGAR 32/154 (1977)]

La lucha contra la dominación colonial puede hacerse “por todos los medios posibles o
disponibles, particularmente la lucha armada”: “La Asamblea General, [...] Reafirmando la
importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la autodeterminación, a

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la soberanía nacional y a la integridad territorial, y de la rápida concesión de la independencia
a los países y pueblos coloniales como imperativos para el pleno disfrute de todos los
derechos humanos, [...]. 2. Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por la
independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación
colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance,
particularmente la lucha armada;” etc. [UNGAR 33/24 (1978)]

“La Asamblea General, [...], Reafirmando la importancia de la realización universal del


derecho de los pueblos a la libre determinación, a la soberanía nacional y a la integridad
territorial, y de la rápida concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales,
como condiciones indispensables para el pleno disfrute de todos los derechos humanos, [...],
Reafirmando la obligación de todos los Estados Miembros de acatar los principios de la Carta
de las Naciones Unidas y las resoluciones de las Naciones Unidas con respecto al ejercicio
del derecho a la autodeterminación de los pueblos bajo dominación colonial y extranjera, [...],
1. Insta a todos los Estados a cumplir plena y fielmente las resoluciones de las Naciones
Unidas relativas al ejercicio del derecho a la autodeterminación por los pueblos bajo
dominación colonial y extranjera; 2. Reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por la
independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación
colonial y extranjera y de la ocupación foránea por todos los medios a su alcance, incluida la
lucha armada; [...], 10. Condena enérgicamente a todos los Gobiernos que no reconocen el
derecho a la autodeterminación y a la independencia de todos los pueblos que aún se
encuentran bajo dominación colonial y extranjera y bajo la subyugación foránea, [...] 14.
Exige la liberación inmediata e incondicional de todas las personas detenidas o presas como
consecuencia de su lucha por la libre determinación y la independencia, el pleno respeto de
sus derechos individuales fundamentales, y la observancia del artículo 5 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, [Resolución 217 A (III)] con arreglo al cual nadie deberá
ser sometido a torturas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes;” etc. etc. [UNGAR
35/35 A (1980)]

La retirada incondicional e inmediata de las fuerzas de ocupación y del Terrorismo de España


y de Francia asentados sobre el País de los Vascos es el punto de partida y la condición previa
para toda resolución democrática de la situación imperialista y fascista que oprime al Pueblo
Vasco y a su Estado de Nabarra.

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