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INTRODUCCIÓN.
Actualmente nuestro consumo de acero es uno de los más altos en latino América. La
contaminación del aire es un problema de salud ambiental que afecta a los países
desarrollados y en desarrollo de todo el mundo. A escala mundial, cada vez se emiten
mayores cantidades de gases y partículas potencialmente nocivos, lo que daña la salud
humana, el ambiente y los recursos necesarios para lograr un desarrollo sostenible en el
planeta (OMS, 004). El hombre, al vivir en comunidad es desarrolladas y en consecuencia
contaminadas, cada día inhala aproximadamente 7500 litros de aire, de tal manera que
sus pulmones y sistema respiratorio general están en contacto con ella y tienen la
potencialidad de retener cualquier sustancia nociva que pueda estar contenida en ese aire
(Vallejo, 1997)
La producción de acero no ha parado de crecer desde mediados del siglo XX. La industria
tiene monitorizados algunos parámetros relevantes para la sostenibilidad, como las
emisiones de gases de efectos invernadero, la intensidad energética de la producción.
Pero más allá de esta conciencia real, cabe preguntarse hasta qué punto la industria del
acero participa de la circularidad en este momento y en qué modo lo hace. Un observador
externo como la Fundación Ellen MacArthur se ha pronunciado sobre este tema, que es
de gran relevancia dado el peso de este material en la economía mundial.
Producir una tonelada de acero genera 600 kg de otros materiales, incluidos carbono,
escoria, polvo, lodo, calor y gases. Una vía para para capturar valor en el proceso de
producción y reducir la extracción de nuevas materias primas es optimizar la
administración y el uso de subproductos. Según la Fundación Ellen MacArthur, la industria
del acero ha realizado grandes progresos en este campo para establecer prácticas de
administración y uso de subproductos, pero todavía hay muchas posibilidades de mejora.
Entre las consecuencias más graves tenemos la contaminación del aire, aguas y el suelo
por las máquinas y técnicas empleadas para la extracción. La minería contribuye a la
contaminación del aire mediante los gases tóxicos generados por las máquinas
excavadoras.
Otros gases nocivos surgen por las explosiones que rompen las rocas, generando
enfermedades respiratorias en los trabajadores y pobladores cercanos a la zona de
excavación y perjudicando a plantas y animales.
Considerando la relativa facilidad con la que el acero puede ser reciclado y las ventajas
obtenidas cuando se utiliza acero reciclado (requiere cuatro veces más energía producir
acero de mineral virgen que reciclarlo [Green Networld, 1999]).
Es claro que hay muchas posibilidades de mejora ya que las propiedades metálicas del
acero son ventajosas ya que permiten que la separación del acero sea físicamente viable
tanto en flujos de desecho como en plantas de construcción o demolición usando imanes
para separar el metal del resto de residuos. La naturaleza magnética de los metales
férricos facilita la separación y manejo durante el reciclado. Además, la escoria generada
en el proceso de producción del acero, también puede ser reciclada, y se usa actualmente
como sustituto de cemento o áridos en la construcción de carreteras y muros.
85% en la construcción
85% en los automóviles
90% en la maquinaria
50% en los electrodomésticos
REFERENCIAS.