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Zambrano Amp Berroeta Teoria y Practica de La Accion Comunitaria Aporters Desde La Psicologia Comunitaria PDF
Zambrano Amp Berroeta Teoria y Practica de La Accion Comunitaria Aporters Desde La Psicologia Comunitaria PDF
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Teoría y práctica de la
acción comunitaria
Aportes desde la psicología comunitaria
307.098 Zambrano, Alba et al.
Z Teoría y práctica de la acción comunitaria /
Compilación: Alba Zambrano y Héctor Berroe-
ta. -- Santiago : RIL editores, 2012.
420 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-284-879-4
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Presentación .....................
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Acción comunitaria y psicología comunitaria,
apuntes iniciales ..................
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....... 35
Estrategias participativas
participativas y conjuntos de acción.
Más allá de los dilemas y de las microrredes
Villasante ....
María Dolores Hernández y Tomás R. Villasante ........
........
........
........
.......
... 129
Las perspectivas biográficas en psicología comunitaria chilena
María Isabel Reyes Espejo, María Teresa Ramírez
Corvera, Jorge Castillo Sepúlveda .................................................. 189
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Estos últimos años han visto un renacimiento de lo comunitario.
Se habla de una vuelta a la comunidad y, a menudo, esta es
presentada como el antídoto para buena parte de los «males»
que sufre nuestro mundo moderno. Lo más simple sería pensar
que esta refundación de lo comunitario es una reacción frente
a fuerzas globalizadoras que amenazan con uniformizar u ho-
mogeneizar el planeta. Y, sin duda, esto es así pero es solo la
punta del iceberg.
En sociedades tan complejas y cambiantes como las nues-
tras, nunca existe una única razón como factor explicativo de
los cambios que acontecen. Cualquier suceso suele ser más bien
el resultado de la combinación, casi siempre poco transparente,
de todo un conjunto entretejido de factores. Estos son, desde mi
punto de vista, algunos de los elementos que han jugado y juegan
un papel importante en la emergencia actual de lo comunitario.
Ellos explican, en buena medida, las formas actuales de nuestras
comunidades y las diferentes maneras que tiene de encarnarse
en ellas la globalización.
Es un hecho que los procesos de globalización, sobre todo
aquellos que se focalizan sobre lo económico, parecen querer
alejar a las comunidades locales de cualquier posibilidad de
autodeterminación, ya sea sea respecto del protagonismo so-
cioeconómico de su propio desarrollo, como del de su misma
singularidad y riqueza cultural, amenazada ahora por una su-
puesta homogeneización a nivel planetario. Forrester (2001) ha
visibilizado y denunciado la estrategia de la globalización eco-
nómica al presentarse como una opción única, sin alternativas
de acción posibles. Estrategia que también ponen de manifiesto,
en el ámbito sociocultural, la tesis de la convergencia u homo-
geneización cultural y el denominado pensamiento único. Lo
propio de las dominaciones –apunta Touraine– es presentarse
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las personas que las habitan se define, cada vez con más fuerza,
por nexos físicos y virtuales de multiafiliación.
Todos estos y muchos otros factores perfilan una actualidad
en la que existe una diversidad extraordinaria de comunidades y
de formas de pertenecer, estar, colaborar, participar o ser de una
comunidad. Es evidente que no podemos pensar las comunidades
como se pensaban antes de la llegada de la globalización. Si algo
han demostrado los últimos años es que resulta muy difícil, por
no decir imposible, estar al margen de los cambios inducidos por
aquellos procesos. Y, como han afirmado numerosos autores, no
se puede hacer nada para dar marcha atrás a la globalización
(Bauman, 2001) ya que esta es un proceso objetivo y no una
ideología (Castells, 2001).
L� A����� C���������� � �� C��������
Hay que comenzar diciendo que no existe unanimidad –ni entre
los académicos ni entre los prácticos– con respecto al concepto o
a la terminología más apropiada para recoger el amplio y hete-
rogéneo abanico de situaciones, ideas, metodologías, prácticas y
experiencias que hemos decidido denominar acción comunitaria.
La acción comunitaria nace de la simbiosis entre dos con-
ceptos muy ricos y profundos en significaciones y sentidos:
acción y comunidad . Fruto de esta conjunción entretejida, la
acción comunitaria es, en primer lugar, un crisol diversificado
de enfoques, perspectivas y contenidos y, en segundo término,
un cruce o un punto de encuentro de diferentes teorías, prácticas
y tradiciones, tanto disciplinarias como profesionales. Más allá
de toda la terminología usada, entendemos e interpretamos la
acción comunitaria como un marco conceptual amplio, polisé-
mico y diversificado en el que caben disciplinas y prácticas muy
variadas. La acción comunitaria, tal y como la vamos a plantear
en estas páginas, es el terreno de todos porque no es, en realidad,
el terreno exclusivo de nadie.
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Cuadro Nro 1
Las fases del cambio social planificado
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Gráfico N° 2.
Integración del proceso: Tríada vincular, adecuación del equipo para el tra-
bajo y el cambio social planificado participativo.
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Pretendo hacer pública en este artículo una re�exión personal
sobre la posibilidad de que los psicólogos dedicados a lo social
puedan combinar de manera fructífera y sostenible investigación
y acción social. La re�exión surgió al hilo de una investigación
del sentimiento de comunidad (SC) llevada en un barrio de
Barcelona, y de la constatación de las dificultades de integrar
conceptual y prácticamente la dualidad de tareas implicadas en
los enfoques de investigación-acción (IA). En el artículo resumo,
primero, el estudio realizado, la devolución de sus hallazgos a
la comunidad y la evaluación global de la situación de esta y
los actores sociales incluidos, y apunto algunas soluciones para
los problemas descubiertos. Abro, a partir de ahí, una serie de
interrogantes, planteando las cuestiones y con�ictos de fondo
y sugiriendo alternativas que asumen opciones individuales y
colectivas dependientes de exigencias metodológicas, y condicio-
namientos y presiones sociales a menudo encontradas. Deduzco
25 Profesor Titular Departamento de Psicología Social, Facultad de Psicología,
A����� S������ V����
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Paso ahora a plantear
plant ear,, al hilo de la experiencia descrita,
desc rita, algunas
de las cuestiones prácticas
práctic as y valorativas personales, profesionales,
institucionales y sociales que, más allá del estudio empírico o teó-
rico y la integración interventiva, podrían representar el intento
de compaginar la investigación y la acción social en general, y el
uso práctico de conocimiento en particular. Las presento como
cuestiones abiertas, habitualmente
habitualmente ignoradas en la investigación
–y en la práctica de intervención comunitaria– tradicional, que que
pueden tener distintas respuestas que incluyen –pero no se no se cir-
cunscriben
cunscrib en a– el manido enfoque
enfo que de IA. Me limito, pues, a hacer
a�orar y encadenar las preguntas y a hacer algunas consideracio-
nes que encuentro útiles para una respuesta que finalmente han
de dar individual y colectivamente los psicólogos, tanto para la
generalidad de situaciones y contextos,
contextos , como singularizada para
cada una según su particular perfil social y moral.
Primera pregunta pertinente: ¿Por qué despierta tan poco
interés en la gente la difusión de conocimiento sobre temas bási-
cos de investigación
investigació n que, como el SC, conciernen
concierne n directamente
directament e a
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CONOCIMIENTO ACCIÓN
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B������, J. S. (1973). The sociology of community
Foresman.
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TOMA
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P RESISTENCIAS
AISL ADO (+) CULTURALES
CIUDADANISTA
Complejidades y Tetralemas
Los problemas, a partir de los dolores y los síntomas, tanto
cuando hablamos a nivel personal como cuando lo hacemos a
nivel grupal o comunitario, suelen estereotiparse en un par de
posiciones extremas, que no suelen ayudar a profundizar en las
causas. Se repiten unas u otras posiciones sin demasiados argu-
mentos; más bien se apoyan en las posiciones más conocidas,
los tópicos que repiten los medios de comunicación, aquellos
refranes o dichos populares que justifican mejor la postura de
cada cual. Se cree argumentar
argumenta r con frases como: «T
« Todo el mundo
dice...», «Todo
«Todo el mundo sabe...», «Todo
«Todo el problema está en...».
Se simplifica en demasía y esto entorpece el matizar y encontrar
otras causas y alternativas que suelen estar escondidas, pero que
existen. La gente las conoce aunque no las nombre, y hay que
M���� D. H�������� - T���� R. V���������
Evaluación empoderante14
La evaluación empoderante buscaría, básicamente, desarro-
llar la autorregulación y la autodeterminación de los implicados
en el proceso a través de la promoción del empoderamiento y la
participación ciudadana
Así, esta perspectiva de evaluación se enfocaría en aumen-
tar las probabilidades de éxito de un programa a través de las
siguientes acciones: entregando a los involucrados diversas
herramientas para evaluar la planificación, la implementación
e idealmente para autoevaluar el programa, e incorporando la
evaluación como parte de la planificación y la dirección del pro-
grama (Wandersman, Snell-Johns et al., 2005, en Wandersman,
2007). Para evaluar este impacto se utiliza un enfoque multinivel,
que registra efectos individuales –empoderamiento psicológico–,
organizacionales –en el conjunto de los miembros o involu-
crados– y ambientales o colectivos –coaliciones, comunidad,
Dentro de la perspectiva presentada por este modelo de eva-
luación, resulta de particular interés la experiencia acumulada
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La breve panorámica que se presentó de la historia de la evalua-
ción da cuenta de la profunda transformación que este campo
de investigación ha sufrido durante las últimas décadas. En su
origen, la evaluación se fundó en la tradición positivista, y generó
así una investigación basada en el principio de objetividad, en
la búsqueda de relaciones causales y en el uso de diseños expe-
rimentales. La metáfora del juez es la que mejor representa la
forma en que la imagen del evaluador se cristalizó en la cultura
de la intervención desarrollada durante este periodo y que se
extiende hasta hoy.
Al contrario, los nuevos modelos de evaluación surgidos a
partir de la crítica a esta tradición son portadores de una dimen-
sión de aprendizaje que pone de manifiesto una transformación
paradigmatica. Este hecho está ilustrado por la incorporación
decidida del contexto de la intervención al proceso evaluativo y,
fundamentalmente, por la reivindicación de la perspectiva de los
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B����������
R������ Q������
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Las experiencias reseñadas permiten caracterizar algunas de
las posibilidades que tiene el uso del enfoque biográfico en las
investigaciones e intervenciones comunitarias. Si bien, como ya
hemos mencionado,
menciona do, se trata de una lista muy reducida y sesgada
de investigaciones, creemos que pueden servir de ejemplo para
establecer ahora algunas conclusiones.
Considerando que el trabajo comunitario puede abordarse
desde distintos niveles de involucramiento con la comunidad y,
por tanto, distintos niveles de compromiso y militancia (Quintal
de Freitas, 1994), hablar de investigaciones biográficas desde la
PC implica un modo de abordaje que requiere, inicialmente, una
re�exión acerca del compromiso, que diferencie entre investigar
elementos comunitarios en y para
para la comunidad, y procesos de
indagación e intervención realizados desde y
desde y con la
con la comunidad.
Al hablar de compromiso nos referimos al rol que asume
un/a psicólogo/a con la comunidad con la que trabaja, donde
mayor nivel de compromiso implica que se interviene en sobre
las necesidades de la comunidad, «se implementa una forma
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M���� I. R���� - M���� T. R������ - J���� C�������
I�����������
Las tensiones de la práctica en la estructura socioprofesional de
la Psicología Comunitaria, son una inquietud constante en la
disciplina. Su propio origen es una respuesta a la insatisfacción
con el modelo médico y los cuestionamientos a la psiquiatría
tradicional, a la crisis de la psicología social, a la necesidad de
articular teoría y práctica y, por sobre todo, a la necesidad de
muchos psicólogos y psicólogas de vincular la psicología con
En la última década, a nivel internacional se han identifica-
do y analizado diferentes aspectos que resultan complejos en la
estructura socioprofesional: las inconsistencias metodológicas
que se producen entre el campo de la práctica y la investigación
(Wandersman, 2003), la capacidad de la práctica científica de
la disciplina para colaborar al mejoramiento de la calidad de
las prácticas de intervención para contribuir al cambio social
el papel que juega la ideología en los fundamentos teóricos y
H����� B������� T�����
Características
Características del quehacer socioprofesional en Chile
Distintos autores extranjeros que mencionan en sus trabajos
Wiesenfeld, 1994; Musitu
Musitu,, 2004; Sánchez
Sánch ez Vidal
Vidal 2007, Gonzales
Rey,
Rey, 2004), coinciden en constatar el rol periférico que ha jugado
nuestro país en el desarrollo teórico de la Psicología Comuni-
taria. Se le describe como un quehacer centrado en la práctica
y fuertemente condicionado por los cambios sociopolíticos que
ha vivido el país.
La práctica socioprofesional de la psicología comunitaria
en Chile, ha estado fuertemente in�uida por el contexto socio-
político y los respectivos marcos institucionales derivados de
las políticas institucionales (Kraus, 2002; Alfaro, 2001; Asun
y Unger, 2007; Alfaro y Berroeta, 2007). En los años 80’, la
intervención se realiza principalmente desde las organizaciones
no gubernamentales en prácticas fuera de la institucionalidad
y centradas principalmente en la lucha por la reconstrucción
democrática y, por tanto, fuertemente orientadas al cambio so-
cial; en los 90’, estas prácticas se incorporan progresivamente
a la nueva institucionalidad gubernamental de los gobiernos
democráticos. Las ONGs se reconvierten, con la pérdida del
financiamiento externo, en organismos ejecutores de política
social estatal, lo que da paso a una progresiva institucionaliza-
ción. Al terminar esta década, se produce un giro significativo
significa tivo en
H����� B������� T�����
T�����
El eje individuo-comunidad
Desde su enunciación, la psicología comunitaria se ha
ocupado de las relaciones entre lo individual, la comunidad y
la sociedad, buscando entender y mejorar la calidad de vida en
estos tres niveles (Dalton et al., 2001, p. 5). Conceptos como
Fortalecimiento (Montero, 2004), Empoderamiento (Rappaport,
1981; Zimerman, 2000) o Sentido de Comunidad (McMillan y
Chavis, 1986), se despliegan como componentes y estrategias
para que individuos y comunidades logren el control de sus pro-
pios asuntos; como herramientas conceptuales que consideran lo
individual no del modo en que lo haría una aproximación clínica
(Rappaport, 1977), sino desde una posición donde la acción sobre
lo individual es constitutiva de un proceso colectivo.
En cuanto a la comunidad, esta no es concebida como
un espacio delimitado desde la teoría, sino por ella misma. Se
trata de un sujeto activo de las acciones que en ella se llevan a
cabo; es definido como un actor social, constructor de su propia
realidad (Montero, 2004).
Situados en esta aparente polaridad, son varios los cuestiona-
mientos que se hacen a la distancia producida entre la retórica y la
acción disciplinar. Mientras que la primera aboga decididamente
H����� B������� T�����
El eje mejoramiento-transformación
A la capacidad de la psicología comunitaria para producir
cambios en las condiciones de vida de las comunidades, tradicio-
nalmente se le ha llamado Cambio Social. El término alude tanto
a la noción de mejoramiento como a la de transformación. Sin em-
bargo, en lo reciente, el término transformación social (Montero,
ha usado con más claridad para expresar la finalidad, consecuencia
y orientación valórica que busca la acción comunitaria.
La transformación social llega cuando alcanzamos una com-
prensión política y psicológica integrada del poder, el bienestar y
la justicia (Prilletensky, 2004; 2008). Se trata de cambios defini-
dos desde la situación de la propia comunidad; y la incorporación
de aspectos externos que se hacen desde las aspiraciones, deseos
y necesidades de ella (Montero, 2004).
En cambio, el mejoramiento se refiere a acciones espe-
cíficas, centradas en problemáticas puntuales y que buscan
incrementar el bienestar de quienes son afectados por estas
situaciones, sin modificar las condiciones de injusticia que
las producen. Como señala Montero (2010), las acciones
centradas en mejorar la calidad de vida de las comunidades
hacen referencia a formas paliativas, mientras que transfor-
mar la calidad de vida de las comunidades involucra acciones
más profundas. La transformación es un proceso que implica
alteraciones en varios y distintos niveles, de lo individual a
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Transformación
Individuo Comunidad
H����� B������� T�����
Transformación/Comunidad
En este cuadrante se ubican las acciones que toman como
sujeto de la acción a la comunidad y que se dirigen al logro de
la trasformación social. Se trata de prácticas de carácter parti-
cipativo, definidas por las propias comunidades en un marco
dialógico entre profesional y comunidad, donde se busca aumen-
tar el compromiso de todos los agentes internos para catalizar
cambios materiales, económicos y de relaciones sociales, así como
de conciencia y desnaturalización.
Transformación/Individuo
En este cuadrante se sitúan las acciones que orientan su labor
sobre el individuo y que se dirigen a la transformación social. Se
trata de experiencias enfocadas desde modelos centrados en el in-
dividuo, o donde las estrategias se implementan prioritariamente
en el nivel individual. Aquí tenemos acciones de fortalecimiento
individual que buscan desarrollar procesos de cambio colectivo,
acciones que apuestan por los espacios de socialización para
tensionar los marcos ideológicos que sustentan las condiciones
de vida de los distintos participantes. Desde este punto de vista
se fomenta el control individual de las condiciones de vida a
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Mejoramiento/Comunidad
En este cuadrante se ubican las acciones que se ejecutan
sobre la comunidad con el objeto de mejorar la calidad de
vida de sus integrantes; acciones centradas habitualmente en
problemas específicos de salud mental o salud en general, que
toman a la comunidad como un colectivo vulnerable o defici-
tario, capaz de desarrollar estrategias que le permitan prevenir
situaciones de riesgo, promover acciones incompatibles con
la manifestación de los problemas, aumentar las capacidades
colectivas de afrontamiento y mejorar su acceso a servicios y
bienes socioculturales.
Mejoramiento/individual
Acciones realizadas desde enfoques individuales, que actúan
sobre el individuo y que buscan mejorar su calidad de vida. Se
trata de acciones que se llevan a cabo desde una lectura psico-
social de los problemas sociales, que actúan sobre mediadores
situados en aspectos del entorno o sobre las capacidades del
individuo, y que intentan corregir los déficits ambientales y
personales que entorpecen el ajuste personal a las demandas
del medio social. Presupone la necesidad de potenciar la ac-
ción racional y el uso de la libertad del individuo en el marco
de necesidades objetivables que deben ser satisfechas desde la
normativa objetiva de un proyecto societal.
Depedencia
Transformación
Individuo Comunidad
Mejoramiento
Autonomía
Eje Individuo/Comunidad
En conjunto, estas investigaciones describen la práctica
comunitaria como una actividad dirigida a los sectores sociales
excluidos y vulnerables de la sociedad; y que, si bien se realiza ma-
yoritariamente en las dependencias de los centros institucionales,
se caracteriza por una marcada presencia de los profesionales en
los espacios cotidianos de la comunidad. Las acciones se centran
en desarrollar procesos individuales de integración social a partir
de estrategias de acción, orientadas fundamentalmente al trabajo
con personas, grupos, y minoritariamente con la comunidad.
Un elemento que caracteriza la acción, y que da cuenta de
la primacía de la orientación individual del quehacer, es el reco-
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Eje Transformación/Mejoramiento
En cuanto al concepto de transformación social, tanto en el
campo aplicado como en el académico, aparece más in�uido por
las necesidades y definiciones de la institucionalidad guberna-
mental, que por las necesidades de las comunidades y sus actores.
La finalidad más explícita de la práctica es el logro del bienestar
individual en pos de una integración social. El cambio promovido
es presentado más como una modificación en patrones de com-
portamiento, que como la búsqueda de una autodeterminación.
La participación de los actores se encuentra organizada
en un ejercicio individual que se despliega básicamente du-
rante el proceso de implementación de las experiencias, y en
escasos momentos de autonomía. Si bien se reconoce que se
trata de una participación de baja intensidad, se le asigna
un valor importante como espacio para promover procesos
de socialización desnaturalizantes que proyecten el control
individual al contexto social.
No obstante, todas las investigaciones reportan una tensión
latente entre los enfoques conceptuales, la producción de técni-
cas, los marcos valorativos y las prácticas de intervención, lo
que advierte la permanencia de un relato valórico coherente con
los principios ideológicos de la transformación, pero que no se
materializa con claridad en la acción socioprofesional.
Eje Dependencia/autonomía
La dependencia de un financiamiento estatal ajustado a po-
líticas asistenciales, es el principal contexto de institucionalidad
en que se desarrolla el quehacer comunitario; condición deter-
minante en la definición de los contenidos, el tipo de usuarios,
las estrategias priorizadas, los modelos de gestión, los criterios
e indicadores de evaluación y los tiempos de permanencia en
los territorios. Sin embargo, a pesar de esta clara orientación
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El caso del parque pewenche de quinquén,
comuna de lonquimay, chile.
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El presente artículo describe algunos aspectos que el trabajo
comunitario debe considerar para la construcción de modelos
de negocios, en contextos multi/interculturales. Específicamente,
se trata del proceso de creación, captura y distribución de valor
en comunidades indígenas socioeconómicamente vulnerables,
en ámbitos de intersección y encuentro de lógicas sociales y
económicas divergentes. La experiencia analizada –asociada
a la innovación social e intercultural en modelos de negocios
ecoturísticos– se sitúa en la Precordillera de Los Andes, con el
de Quinquén (comuna de Lonqui-
may), una iniciativa actualmente en construcción, definida como
un modelo de área territorial de conservación administrada por
una comunidad indígena propietaria de las tierras, con fines de
desarrollo del ecoturismo y de resguardo de su biodiversidad.
La experiencia descrita es capturada de las declaraciones de
la línea base de actores oferentes del Proyecto, conformada por
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A������, M. (2006). Ecoturismo Comunitario en la Región de Val-
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La región de la Araucanía es una de las regiones en Chile con
los indicadores más bajos de Desarrollo Humano, razón por
la cual se han ejecutado múltiples programas y proyectos con
financiamiento estatal, orientados a mejorar esta condición. En
estas iniciativas, se suele asignar un rol destacado a los líderes
y organizaciones comunitarias. A pesar de ello, se constata en
la práctica que, aunque los diferentes actores locales valoran la
organización y participación como elementos sustantivos para
el desarrollo de la comunidad, las relaciones que se generan
en el espacio de la comunidad con frecuencia no favorecen
procesos de empoderamiento organizacional ni comunitario
aprecia que, si bien en las comunidades hay líderes y dirigentes
como en los medios que ella empleará para lograr sus propósitos.
En definitiva, un liderazgo efectivo implica que los líderes guíen
satisfactoriamente la creación de una visión y usen la visión
resultante de manera estratégica en sus organizaciones.
Una noción clave en prevención, desde la lógica de la Psi-
en su versión original) (Rappaport, 1981, 1987; Le Bossé y
Lavallée, 1993). El término debe su introducción en psicología
comunitaria, en gran parte, a Rappapot (1987), que lo ha defi-
nido sucintamente como un proceso por el cual las personas, las
organizaciones o las comunidades ganan en maestría sobre sus
asuntos. El autor lo coloca como concepto central en psicología
comunitaria en reacción a un enfoque preventivo tradicional
que juzgaba reductor. El concepto se refiere, entonces, a la po-
sibilidad de las personas de «controlar su vida» (Rappaport,
1987, citado en Le Bosé y Dufort, 2002) o llegar a ser «los
agentes de su propio destino» (Breton, 1989, citado en Le Bosé
y Dufort, 2002), aspectos claves en la tarea de mejorar las
condiciones de vida y reducir la presencia de problemas como
el consumo problemático de drogas.
Marc A. Zimmerman postula que uno de los aspectos del
empoderamiento consiste en una orientación valórica para el
trabajo con la comunidad, la cual sugiere objetivos, metas y es-
trategias para la implementación del cambio a nivel individual,
de las organizaciones o de la comunidad (Zimmerman, 2000).
Este mismo autor, desde una perspectiva ecológica, plantea que
el empoderamiento es un proceso que ocurre en múltiples niveles
interdependientes, tales como el individual, el organizacional y
el comunitario. En la experiencia desarrollada, el foco estuvo
puesto en los dos últimos niveles.
En el nivel de la organización, se requiere de procesos orga-
nizacionales y de estructuras que animen la participación de los
miembros y estimulen la efectividad organizacional (Zimmerman,
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micas en que, por su costo, no sea rentable para los privados, pero
una vez que esa área de la economía se hace rentable a la inver-
sión, el Estado debe retirarse. Una consecuencia de lo anterior
es lo que se llama externalización de servicios, que en palabras
simples significa que una empresa le entrega ciertas actividades
propias a otra empresa especializada en el tema.
La idea que subyace en la externalización es la reducción
de gastos y la eficacia del trabajo, pues la especialización en una
labor (en la mirada neoliberal) le da valor agregado al producto o
servicio, lo que sumado a una disminución de los costos se vuelve
una alternativa de administración de los recursos de las empresas
bastante recurrida. El problema que surge de esto es que, en la
lógica de la empresa privada, la externalización de servicios quizás
sea un elemento deseable, pero que el Estado la adopte para la
ejecución de políticas sociales es, por lo bajo, cuestionable.
Partimos de la base de que si los objetivos perseguidos por
el Estado y por los sectores en manos de privados son distintos,
los métodos y lógicas de funcionamiento deberían ser diferentes.
De esta manera, los privados buscan estrategias que permitan
maximizar las ganancias del modo más efectivo posible. Por su
parte, el Estado persigue bene�cios sociales, los cuales pueden ser
de distintas índoles pero no se basan en la idea de maximizar los
beneficios o la eficacia de las acciones, sino en que sus beneficios
a la comunidad sean más importantes que el gasto hecho.
Sin embargo en la actualidad, el Estado ya no realiza di-
rectamente su labor en diferentes ámbitos, sino que contrata
consultoras, ONGs, instituciones sin fines de lucro, etc., las
cuales se encargan de ejecutar la política pública. Es aquí donde
aparecen los diferentes equipos con los cuales hemos trabajado,
y que pertenecen a alguna de las diferentes instituciones que han
sido contratadas por el Estado (a través de asignaciones directas,
licitaciones abiertas o cerradas u otro mecanismo de selección),
pero que no dependen directamente de él más allá del nivel eco-
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AlbaZambrano- Héctor Berroeta(comps.)
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