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Percy Jackson y Los Heroes Griegos PDF
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INTRODUCCIÓN
Mira, sólo estoy aquí por la pizza.
El editor estaba como ‘¡Oh, hiciste un trabajo tan genial sobre los Dioses Griegos el año
pasado! ¡Queremos que escribas otro libro sobre los Antiguos Héroes Griegos! ¡Sería tan
genial!’
Y yo estaba como ‘Chicos, soy disléxico. Ya es lo suficientemente difícil para mí leer
libros.’
Entonces me prometieron un suministro anual de pizza de pepperoni gratis, además de
todos los jelly beans azules que pudiera comer.
Me vendí.
Supongo que está bien. Si buscas luchar monstruos por tu cuenta, estas historias podrían
ser de ayuda para evitar algunos errores comunes —como ver a Medusa a la cara, o
comprar un colchón usado de cualquier tipo llamado Crusty.
Pero la mejor razón para leer sobre los viejos Héroes Griegos es hacerte sentir mejor. No
importa cuánto pienses que tu vida apesta, estos chicos la tuvieron peor. Tuvieron el
final más corto de la vara Celestial.
Por cierto, si no me conoces, mi nombre es Percy Jackson. Soy un semidiós de los días
modernos —el hijo de Poseidón. He tenido algunas experiencias malas en mis tiempos,
pero los héroes de los que voy a hablarte fueron los originales casos de mala suerte de la
vieja escuela. Valientemente lo arruinaron donde nadie lo había arruinado antes.
Vamos a elegir doce de ellos. Eso sería suficiente. Para cuando hayas terminado de
leer sobre qué tan miserables eran sus vidas —los envenenamientos, las traiciones, las
mutilaciones, los asesinatos, los miembros de la familia psicópatas y los animales de
granja carnívoros— deberías sentirte mejor sobre tu propia existencia. Si eso no sirve, no
sé qué más lo hará.
Así que toma tu lanza en llamas. Ponte tu capa de capa de piel de león. Encera tu
escudo y asegúrate de tener flechas en tu carcaj. Vamos a volver cuatro mil años a
decapitar monstruos, salvar algunos reinos, disparar a algunos semidioses en el trasero,
incursionar en el Inframundo y robar botines de personas malvadas.
Entonces, para el postre, tendremos trágicas muertes.
¿Listo? Genial. Hagamos esto.
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Desesperado, Acrisio tomó un viaje al Oráculo de Delfos para obtener una lectura de su
fortuna.
Ahora, ir al Oráculo suele ser una mala idea. Tienes que hacer un largo viajo a la ciudad
de Delfos y visitar una oscura cueva al borde de la ciudad, donde una dama con un
velo está sentada en un taburete de tres patas, inhalando vapor volcánico todo el día
y teniendo visiones. Dejarías una costosa ofrenda con los sacerdotes que están en la
entrada. Entonces podrías hacerle una pregunta al Oráculo. Lo más probable es que
te responda con algún enigma. Entonces dejarías el lugar confuso, con miedo y siendo
pobre.
Pero, como dije, Acrisio, estaba desesperado. Él preguntó ‘¿Oráculo, qué problema hay
que no he tenido ningún hijo?¿Quién se supone que tomará el trono y llevará el nombre
de mi familia?’
Esta vez, el Oráculo no se anduvo con rodeos.
‘Es fácil’ dijo con voz rasposa ‘Tu nunca tendrás hijos. Un día tu hija Danaë tendrá un
hijo. Ese niño te matará y será el próximo rey de Argos. Gracias por tu ofrenda. Ten un
buen día’
Paralizado y enojado, Acrisio volvió a su hogar.
Cuando llegó al palacio, su hija fue a verlo ‘Padre ¿Qué sucede? ¿Qué dijo el oráculo?’
Él observó a Danaë— su hermosa hija con un largo, oscuro cabello y ojos marrones.
Muchos hombres habían pedido casarse con ella. Ahora, en todo lo que podía pensar era
en la profecía. Él nunca permitiría que su hija se casara. Nunca podría tener un hijo. Ella
ya no era más su hija. Ella tenía una sentencia de muerte.
‘El Oráculo dijo que TÚ eras el problema’ espetó ‘Tú me traicionaste, tú me quieres ver
asesinado.’
‘¿Qué?’ Danaë retrocedió en shock ‘Nunca, padre!’
‘¡Guardias! Llévense a esta criatura vil lejos’ gritó Acrisio.
Danaë no podía entender que es lo que había hecho. Ella siempre trató de ser gentil
y considerada. Ella amaba a su padre, incluso cuando daba miedo y estaba enojado,
incluso cuando le gustaba cazar campesinos con una lanza y una manada de perros
furiosos.
Danaë siempre hizo los sacrificios apropiados a los dioses. Decía sus oraciones, comía
sus vegetales y hacia toda su tarea. ¿Por qué su padre estaba convencido de que era una
traidora?
Ella no tenía la respuesta. Los guardias la tomaron y la encerraron en la celda
subterránea de máxima seguridad del rey —una sala de escobas del tamaño de un
armario con inodoro, una loza de piedra para usar como cama y paredes de bronce de
12 pulgadas de espesor. Un conducto de aire en el techo permitía a Danaë respirar y
tener un poco de luz, pero en los días de calor, la celda de bronce se calentaba como una
tetera hirviendo. La triple puerta no tenía ventanas, solo unos pequeños agujeros abajo
por donde pasar la comida. El rey Acrisio tenía la única llave, porque no confiaba en los
guardias. Cada día, Danaë tenía 2 bizcochos secos y un vaso de agua. Sin tiempo en el
patio. Sin visitantes. Sin privilegios de internet. Nada.
Tal vez estas preocupado: Si Acrisio estaba tan preocupado de que ella tuviera hijos ¿por
qué no simplemente la mató?
Bien, mi malpensado amigo, los dioses toman a los asesinos de sus familias muy
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en serio. (Lo cual es raro, desde que los dioses inventaron los asesinatos de sangre).
Si matabas a tu propio hijo, Hades se aseguraría de tenerte un castigo especial en el
Inframundo. Las Furias irían tras de ti. Las Moiras podrían acortar tu tiempo de vida.
Algún karma mayor podría fastidiar tu día. Como sea, si tu niño solo ‘’accidentalmente’’
moría en un calabozo de bronce... eso no era estrictamente un asesinato. Era más como
‘Oops, ¿cómo sucedió esto?’
Por meses Danaë languideció en su celda. No había mucho que hacer excepto hacer
pequeñas muñecas de masa con las galletas y el agua, o hablar al señor Toilet, así que
ella pasaba la mayor parte del tiempo rezándole a los dioses por ayuda.
Tal vez ella obtuvo su atención ‘porque era buena’, o porque siempre estaba haciendo
ofrenda en los templos. O tal vez fue porque Danaë tenía un magnífico impacto.
Un día, Zeus, el señor del cielo, escuchó a Danaë llamándolo (los dioses son así, cuando
dices sus nombres ellos se animan. Apuesto a que pasan su tiempo googleándose a sí
mismos).
Zeus vio hacia abajo desde el cielo con su súper afilada visión de rayos X. Vio a una bella
princesa atrapada en un calabozo de bronce, lamentando su cruel destino.
‘Amigo, esto está mal’ Zeus se dijo a sí mismo ‘¿Qué tipo de padre aprisiona a su propia
hija para que no se enamore ni tenga hijos?’ (Actualmente, ese es el tipo de cosas que
Zeus sería capaz de hacer, como sea).
‘Es tan guapa, también’ Zeus murmuró ‘Creo que le haré una visita’
Zeus siempre hace las cosas así. Se enamora de cualquiera mortal, a primera vista, cae a
su vida como una romántica bomba de hidrógeno, hace un caos completo en su vida y se
devuelve al monte Olimpo dejando a su novia criar al niño por si sola. Pero realmente...
Estoy seguro que sus intenciones son honorables (*cough*...si claro...*cough*).
Con Danaë, el único reto que Zeus tuvo fue pensar como entraría a la celda de bronce.
Él era una Dios, claro está. Tenía habilidades. Él simplemente podía hacer volar la
puerta, pero eso podría asustar a la pobre chica. Además, tendría que matar un montón
de guardias y eso sería un desastre. Causando explosiones y dejando un montón de
cuerpos atrás no lo veía como una forma de tener una primera cita.
Entonces decidió que sería más fácil convertirse en algo pequeño y serpentear por la
ventilación. Eso le daría privacidad con la chica de sus sueños.
¿Pero en que se convertía? Una hormiga era forzosa. Zeus lo había hecho antes con una
chica diferente. Pero quería causar una buena impresión y las hormigas no tienen mucho
factor ‘wow’.
Decidió convertirse en algo totalmente distinto— ¡una ducha de oro! Se arremolinó
en una nube de veinticuatro quilates y bajo desde el Monte Olimpo. Pasó a través del
conducto de aire y llenó la celda de Danaë con una cálida y deslumbrante luz que le
quitó el aliento.
‘NO TEMAS’ dijo el brillo ‘SOY ZEUS, SEÑOR DEL CIELO, LUCES BIEN CHICA
¿QUIERES SALIR?
Danaë nunca había tenido novio. Especialmente no un dios novio que podía convertirse
en brillo. Muy pronto —cinco o seis minutos— ella estaba locamente enamorada.
Las semanas pasaron. Danaë estaba tan quieta en su celda que los guardias se aburrían
cada vez más. Entonces un día, unos nueve meses después del incidente del brillo,
un guardia empujó comida a través del conducto en la puerta como era usual cuando
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Danaë y el bebé aún podían morir, porque la tapa de la caja estaba bien clavada.
Afortunadamente, un pescador llamado Dictys estaba sentado en la playa, remendando
sus redes después de un duro día pescando.
Dictys vio el enorme cajón flotando en la marea y pensó ‘Whoa, esto es extraño’. Vadeó
dentro del agua con sus redes y ganchos, y arrastró la caja a la playa.
‘Me pregunto que habrá dentro’ Se dijo. ’Podría ser vino, olivos... ¡Podría ser oro!’
‘¡Ayuda!’ dijo la voz de una mujer desde dentro de la caja.
‘¡Waaaah!’ lloró otra aguda voz desde dentro.
‘...O gente’ dijo Dictys ‘Podría estar lleno de personas’
Sacó su cuchillo de pesca y cuidadosamente empezó a arrancar la tapa superior. Dentro,
sentados estaban Danaë y Perseo —ambos sucios y cansados, con olor a sushi de varios
días, pero muy vivos.
Dictys los ayudó a salir y les dio un poco de pan y agua. (‘Oh chico’, Danaë pensó, ‘¡Más
pan y agua!’). El pescador le preguntó a Danaë que le había sucedido.
Ella decidió ocultar los detalles. Después de todo, no sabía dónde estaba o si el rey local
era amigo de su padre. Todo lo que sabía era que había desembarcado en Hackensack.
Ella sólo le contó a Dictys que su padre la había echado porque se había enamorado y
tenido un hijo sin su permiso.
‘¿Quién es el padre del hijo?’ Dictys preguntó preocupado.
‘Oh... umm, Zeus’
Los ojos del pescador se abrieron. Él le creyó de inmediato. A pesar del aspecto sucio
de Danaë, podría decir que era suficientemente atractiva para un Dios. Y, después de
la forma con la que habló y su compostura, él creyó que ella era una princesa. Dictys
quería ayudarla y a su pequeño bebe, pero tenía un gran conflicto de emociones.
‘Podría llevarte a ver a mi hermano’ dijo a regañadientes, ‘Su nombre es Polydectes. Él
es el rey de esta isla.’
‘¿Él podría recibirnos?’ Danaë preguntó ‘¿Podría darnos asilo?’
‘Estoy seguro que él podrá’ Dictys trató de no sonar nervioso, pero su hermano era un
conocido mujeriego. Probablemente le daría una bienvenida un poco bastante cálida.
Danaë frunció el ceño. ‘Si tu hermano es el rey, ¿por qué tu eres sólo un pescador? Digo,
sin ofender. Los pescadores son geniales.’
‘Prefiero no pasar mucho tiempo en el palacio’, Dictys dijo, ‘Problemas familiares’.
Danaë sabía todo sobre los problemas familiares. Se sentía incómoda sobre buscar la
ayuda del Rey Polydectes, pero no veía otra opción, a menos que se quisiera quedar en
la playa y hacer de su caja una cabaña.
‘¿Podría limpiarme primero?’ Le preguntó a Dictys.
‘No,’ dijo el pescador. ‘Con mi hermano, debes lucir lo menos atractiva posible. De
hecho, tal vez podrías frotarte un poco más de arena en tu cara. Pon algo de algas en tu
cabello.’
Dictys guió a Danaë y su bebé a la ciudad principal en Seriphos. Asomándose sobre
todos los demás edificios estaba el palacio del rey —una masa de columnas de mármol
blanco y paredes de arenisca, con banderas flameando desde las torretas y un grupo de
guardias con aspecto de matones en la puerta. Danaë comenzó a preguntarse si la vida
en la playa, en su caja, no era una mala idea, pero siguió a su amigo pescador dentro de
la sala del trono.
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El Rey Polydectes estaba sentado en un sólido trono de bronce que debía ofrecerle
poco soporte a su espalda. Tras él, los muros estaba lleno con trofeos de guerra:
armas, escudos, estandartes y algunas cabezas disecadas de sus enemigos. Ya sabes, la
decoración habitual para deslumbrar en una sala de audiencias.
‘¡Bien, bien!’ dijo Polydectes. ‘¿Qué me has traído, hermano? Luce como si finalmente
hayas pescado algo decente con tus redes’
‘Um...’Dictys estaba tratando de pensar una forma de decir «Por favor, sé amable con
ella y no me mates.»
‘Te puedes ir’, dijo el rey.
Los guardias arrastraron al pobre pescador fuera.
Polydectes fue hacia Danaë. Su sonrisa no lo hacía ver amable, sobre todo por sus
dientes retorcidos.
Él no se dejaba engañar por las ropas harapientas, la arena en su cara; las algas y las
pequeñas sardinas en su cabello, o el montón de trapos que estaba sosteniendo. (¿Por
qué estaría sosteniendo un bulto de trapos? ¿Era su bolso de mano?) Polydectes podía
ver lo hermosa que la única era. Sus ojos estaban maravillados. Ese rostro— ¡perfección!
Darle un baño y algo de ropa apropiada y podría pasar por princesa.
‘No temas cariño’ dijo ‘¿Cómo puedo ayudarte?’
Danaë decidió jugar el papel de víctima, pensando que el rey respondería. Cayó de
rodillas llorando. ‘Mi señor, soy Danaë, princesa de Argos. Mi padre, Rey Acrisio, me
echó. Ruego por su protección.’
El corazón de Polydectes no estaba latiendo. Pero sus engranajes mentales habían
comenzado a moverse. Argos— bonita ciudad. Él había escuchado que Acrisio, el viejo
rey, no tenía hijos. Oh, esto era demasiado bueno. Si Polydectes se casaba con Danaë,
¡Él podría regir sobre ambas ciudades. ¡Finalmente tendría son salones del trono con
suficiente espacio en las paredes para desplegar todas las cabezas disecadas que tenía
almacenadas!
‘Princesa Danaë, claro, ¡te garantizaré un santuario!’ dijo, bastante alto para que todos
los asistentes escucharan. ’Juro por los dioses, tu estarás a salvo conmigo’
Él se levantó de su trono y bajo las escaleras hasta Danaë. Quería tomar a Danaë en sus
brazos y mostrarle lo amable qué era. Tan pronto como él estuvo a 5 pies de ella, el bulto
de la princesa comenzó a gritar.
Polydectes retrocedió. El grito se detuvo.
‘¿Qué clase de brujería es esta?’ Polydectes demandó ‘¿tienes un bulto que grita?’
‘Es un bebé, mi Señor.’ Danaë trató de no sonreír ante la expresión horrorizada del Rey.
‘Este es mi hijo Perseo, cuyo padre es Zeus. Espero que su promesa de protección se
extienda a mi pobre niño.’
Polydectes tenía un tic en su ojo derecho. Odiaba a los bebes— regordetas y arrugadas
criaturas que lloraba y hacían popo. Lamentaba no haber notado al niño antes, pero
había estado distraído con la belleza de Danaë.
No podía detractar en su promesa. Todos los asistentes lo habían escuchado. Además el
bebé era hijo de Zeus lo que complicaba las cosas. No podías tirar a los bebes semidioses
al tacho de basura sin enojar a los dioses— la mayor parte del tiempo por lo menos.
‘Claro,’ logró decir. ‘Que linda pequeña... cosa. Él tendrá mi protección. Te diré lo que...’
El rey se acercó, pero Perseo comenzó a llorar de nuevo. El niño tenía un radar de reyes-
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malos.
‘Ha, ha’ Polydectes dijo débilmente. ‘El chico tiene un par de pulmones fuertes. Él
puede ser criado en el Templo de Atenea, lejos, en el otro extremo de la ciudad...
Digo, convenientemente ubicado en la mejor parte de la ciudad. Los sacerdotes
cuidaran excelentemente de él. Mientras tanto, usted y yo, querida princesa, podremos
conocernos mejor.’
Polydectes usó eso para salirse con la suya. Imaginó que tomarían quince, tal vez
dieciséis minutos para que Danaë se casara con él.
En cambio, los siguientes diecisietes años fueron los más frustrantes en la vida de
Polydectes. Por mucho que intentara comenzar a conocer mejor a Danaë, la princesa y
su hijo frustraban sus intentos. El rey dio a Danaë su propia suite de habitaciones en el
palacio. Le dio ropas elegantes, hermosa joyería, doncellas y un cupón de todo lo que
puedas comer del buffet real. Pero Danaë no era tonta. Ella sabía que era una prisionera,
al igual que lo era en su celda de bronce. No tenía permitido dejar el palacio. Aparte de
sus sirvientes, los únicos visitantes que tenían permitidos era su hijo y sus cuidadoras
del Templo de Atenea.
Danaë amaba las visitas de Perseo. Mientras era bebé, él lloraba cada vez que el rey
se acercaba a Danaë. Desde que el rey no soportaba el ruido, se iba rápidamente y se
tomaba unas aspirinas. Cuando Perseo no estaba cerca, Danaë encontraba otras formas
de rehuir los coqueteos del Rey.
Cada vez que el Rey iba a su puerta, ella hacia sonidos de arcadas y se disculpaba por
estar enferma. Se escondía en la lavandería del palacio. Lloraba incontrolablemente hasta
que las sirvientas miraban y al rey le daba tanta vergüenza que huía.
Por años el rey trató de ganar su afecto. Por años ella resistió.
La mutua obstinación era digna de admirar.
Una vez Perseo creció, las cosas para fueron más fáciles para Danaë y más difíciles para
Polydectes.
Después de todo, Perseo era un semidiós. El tipo tenía talento. Cuando tenía siete años,
pudo enviar a un luchador adulto al suelo. Cuando tenía diez años, podía disparar
una flecha a través de la isla y empuñar una espada mejor que cualquier soldado de
la armada del rey. Creciendo en el Templo de Atenea, él aprendió sobre la guerra y la
sabiduría: como escoger tus batallas, como honrar a los dioses— todas las cosas buenas
que tenías que saber si querías sobrevivir a la pubertad.
Él era un buen hijo, lo que significa que continuó visitando a su madre siempre que
fuera posible. Ya no lloraba cuando Polydectes estaba cerca, pero si el Rey trataba de
coquetear con Danaë, Perseo se mantenía cerca, con sus brazos cruzados y muchas
armas letales colgando de su cinturón, hasta que el rey se retiraba.
Puedes pensar que Polydectes se daría por vencido ¿cierto? Hay muchas mujeres a las
cuales se puede molestar.
Pero sabes como es. Una vez te dicen que no puedes tener algo, lo quieres cada vez
más. Cuando Perseo tenía diecisietes años, Polydectes estaba fuera de control con su
irritación. Él quería casarse con Danaë antes de que ella fuera muy vieja para tener más
niños. Él quería ver a sus propios hijos convertirse en reyes de Argos y Seriphos. Lo que
dejaba algo en claro: Perseo tenía que irse.
Pero ¿Cómo deshacerse de un semidiós sin matarlo directamente?
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Especialmente desde que Perseo tenía diecisiete, se había convertido en el más fuerte y
mejor guerrero de toda la isla.
Lo que necesitaba Polydectes era una buena trampa... una forma en que Perseo fuera
directamente a su propia destrucción sin que la culpa cayera sobre Polydectes.
Con el paso de los años, Polydectes había visto a un montón de héroes yendo por ahí:
matando monstruos, rescatando aldeas y cachorros lindos, ganando los corazones
de príncipes y princesas, y obteniendo acuerdos de patrocinios. Polydectes no le
encontraba utilidad a esas cosas, pero él había notado que la mayor parte de los héroes
poseía un defecto fatal— alguna debilidad que (con algo de suerte) podría llegar a
matarlos.
¿Cuál era el defecto fatídico de Perseo?
El chico era príncipe de Argos, hijo de Zeus, sin embargo había crecido como un
náufrago en un reino extranjero, sin dinero y su madre como única familia. Esto hacia
que fuera sensible con su reputación. Estaba ansioso por probarse a sí mismo. Quería
tomar cualquier reto. Si Polydectes pudiera usarlo en su contra...
El rey comenzó a sonreír. Oh, sí. Él tenía un buen desafío en su mente.
Después de una semana, Polydectes anunció que estaba recolectando regalos para
la boda del príncipe de una isla vecina. Su nombre era Hippodemeia. Su padre, el
Rey Oenomaus, era un antiguo amigo de Polydectes, pero nada de eso era realmente
importante.
Sólo era una excusa para recolectar regalos.
Polydectes reunió a todos los ricos y famosos de Seriphos para una fiesta en el palacio
para ver qué tipo botín habían conseguido. Todos querían impresionar al rey, así qué
competían para ver quién llevaba el regalo más genial.
Una familia contribuyó con un jarrón de plata tachonado con rubíes. Otra regaló un
carruaje de oro y un equipo de caballos blancos puros. Otra ofreció una tarjeta de regalo
de cien dracmas certificada por iTunes. ¡Nada más que lo mejor para el viejo cuálquiera-
sea-su- nombre quien se casaba o lo que sea!
Con los regalos amontonados, Polydectes felicitó a todo el mundo e hizo que todos
los ricos y famosos se sintieran especiales (como si ellos no lo fueran ya). Finalmente
entrevió a Perseo, cerca de la mesa de aperitivos, saliendo con su madre tratando de salir
desapercibidos.
Perseo no quería estar en esa estúpida fiesta. Viendo a un montón de nobles estirados
tratando de complacer al rey no era su idea de diversión. Pero él tenía el deber de
cuidar a su madre en caso de que Polydectes tratara de coquetearle, entonces allí estaba,
bebiendo ponche y comiendo mini-salchichas en palillos.
‘Bien, Perseo’ El rey le llamó a través del cuarto ‘¿Qué regalo has traído para la boda de
la hija de mi aliado? Tú eres el guerrero más poderoso de todo Seriphos. ¡Todo el mundo
lo dice! Seguramente has traído el regalo más impresionante.’
Eso realmente fue bajo. Todo el mundo sabía que Perseo era pobre. Los otros invitados
rieron y giraron sus narices, complacidos de ver al joven puesto en su lugar. A ellos no
les gustaba cuando algún guapo, fuerte, y talentoso semidiós de fuera de la ciudad los
superara.
El rostro de Perseo se volvió rojo.
Junto a él, Danaë susurró, ‘No digas nada, mi hijo. Sólo trata de hacerte enojar. Es alguna
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especie de trampa’.
Perseo no le escuchaba. Él odiaba ser el hazmerreír. Era hijo de Zeus, pero el rey y los
nobles lo trataban peor que un vago inútil. Estaba cansado de Polydectes y la forma en
que mantenía a Danaë prisionera en el palacio.
Perseo caminó al centro del salón. Los nobles se pararon al alrededor de él. Llamó al rey.
‘Puede que no sea el más rico de aquí, pero mantengo mis promesas. ¿Qué es lo que le
gustaría, Polydectes? Nombre cualquier regalo de boda para cómo-se-llame. Dígalo y yo
lo traeré.’
La multitud farfulló nerviosa (Si, lo busqué, farfullar es totalmente una palabra real.)
Polydectes sólo sonrió. Él había estado esperando eso.
‘Una fina promesa’, dijo el rey. ‘Pero prometer es fácil. ¿Podrías hacer un juramento?...
digamos, ¿sobre el Río Estigio?
(PTI: No jures sobre el Río Estigio. Es el juramente más serio que puedes hacer. Si no
mantienes tu palabra, estás básicamente invitando a Hades, sus Furias, y todos los
demonios del Inframundo a arrastrarte a un castigo eterno sin posibilidad de libertad
condicional.)
Perseo echó un vistazo a su madre. Danaë movió su cabeza. Perseo sabía que hacer
un juramento a un tipo malvado como Polydectes no sería sabio. Los sacerdotes que lo
criaron en el templo de Atenea no lo aprobarían. Entonces Perseo miró alrededor a la
multitud burlona y sonriente.
‘¡Lo juro por el Río Estigio!’ gritó ‘¿Qué es lo que quieres, Polydectes?’
El rey se reclinó sobre su incómodo trono de bronce. Miró las cabezas disecadas
decorando sus paredes.
‘Traéme...’
Insertar música dramática de órgano.
‘...La cabeza de Medusa.’
La multitud jadeó.
Incluso decir el nombre Medusa estaba considerado de mala suerte. ¿Darle caza y
cortarle su cabeza? Era algo que no se lo desearías ni a tu peor enemigo.
Medusa era el monstruo más raro conocido por los griegos. Hubo una vez en que ella
fue una hermosa mujer, pero después de tener un romance con Poseidón en el Templo
de Atenea (posiblemente el mismo templo en donde Perseo creció), Atenea convirtió a
la pobre chica en una criatura horrible.
¿Piensas que tu rostro se ve mal en la mañana? Medusa era tan fea que una sola mirada
hacia ella te convertía en piedra. Nadie la veía y vivía, según los rumores tenía alas de
murciélago de oro, garras de latón por dedos y su cabello hecho de serpientes venenosas
vivas.
Vivía en algún lugar al este con dos hermanas, quienes también fueron transformadas en
monstruos con alas de murciélagos— tal vez porque querían quedarse con su hermana.
Juntas, las tres eran conocidas como Las Gorgonas, que suena como un nombre
impresionante para una banda. Ahora aparecen: ¡Johnny Graecus y Las Gorgonas! Okey,
quizás no.
Muchos héroes se habían aventurados para encontrar a Medusa y matarla, porque...
bueno, no estoy seguro porque.
Ella no estaba molestando a nadie, por lo que sé. Tal vez solo era una misión difícil.
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Quizás había un premio por matar al monstruo más feo. Cualquiera sea el caso, ningún
héroe que había ido tras ella había vuelto.
Por un momento, la sala del trono quedó quieta. La multitud estaba horrorizada. Danaë
miraba horrorizada. Un dios menor que pasaba por ahí quedo horrorizado. Perseo
estaba horrorizado, no podía sentir los dedos de los pies.
Polydectes sonrió como si la Navidad hubiese llegado antes. ‘Tú dijiste: Nómbralo y yo
lo traeré. ¿Correcto?, Bien’ El rey abrió sus brazos ‘Tráela’
La tensión se rompió. La multitud aulló de risa. Mirando a Perseo, un don nadie de
diecisietes años, cortándole la cabeza a Medusa— era ridículo.
Alguien chilló, ‘Tráeme una playera Gorgona mientras estás allí’
‘Tráeme un cono de nieve’ alguien gritó.
Perseo huyó de vergüenza. Su madre lo llamó, pero él se mantuvo corriendo.
En el trono, Polydectes disfrutó con un aplauso. Ordenó música de fiesta y una ronda de
ponche para todos. Él estaba de humor para celebrar.
Si Perseo se acobardaba, estaría demasiado avergonzado para regresas. Tal vez los
dioses lo mataran por romper su juramento. Y si el chico era lo suficientemente estúpido
para encontrar a Medusa... bien, Perseo terminaría como un colosal pisapapeles de
semidiós.
¡Los problemas del rey se habían acabado!
Después de huir del palacio, Perseo corrió a los acantilados para mirar el mar. Estuvo en
la orilla y trató de no llorar. El cielo nocturno estaba cubierto de nubes, como si Zeus se
avergonzara de mirarlo.
‘Padre,’ dijo Perseo, ‘Nunca te he pedido nada. Nunca me he quejado. Siempre he
hecho los sacrificios correctos y he tratado de ser un buen hijo. Ahora lo he estropeado.
He abierto mi gran bocota y he hecho una promesa imposible. No estoy pidiendo que
resuelvas mi problema, pero, por favor, realmente apreciaría alguna guía. ¿Cómo puedo
salir de esto por mí mismo?’
A sus espaldas, una voz dijo, ‘Que bonita oración’.
Perseo saltó, y estuvo a punto de caer por el acantilado.
Junto a él estaba un buen mozo veinteañero con una sonrisa traviesa, cabello castaño
rizado y una extraña gorra con visera sólo en la parte delantera. Las ropas del hombre
también eran raras— una polainas cafés, una ajustada playera marrón y unos zapatos
negros, una combinación entre botas y sandalias. A la izquierda de su playera se veía un
bolsillo y hábilmente cocido encima unas letras que no parecían griegas: UPS.
Perseo imaginó que el tipo debía ser un dios, porque ningún mortal vestiría esa cosa.
‘¿Tú eres...mi padre Zeus?’
El recién llegado soltó una risita. ‘Colega, no soy tan viejo para ser tu padre. En serio
¿Acaso me veo con más de mil año? Soy Hermes, ¡el Dios de los mensajeros y los
viajeros! Zeus me envió a ayudarte.’
‘Eso fue rápido’
‘Estoy orgulloso de mi servicio veloz’
‘¿Qué son esos símbolos en tu playera?’
‘Oh’ Hermes miró hacia abajo. ‘¿Qué siglo es este? Lo siento, a veces me confundo.’
Chasqueó sus dedos. Sus ropas cambiaron a algo más normal— un sombrero de ala
ancha que usaban los viajeros para protegerse del Sol, una túnica blanca ceñida a la
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estatuas, haciendo que se vieran vivas. Lo que no ayudaba a calmar los nervios de
Perseo.
Desde que podía volar, no se había preocupado por los caminos peligrosos. Desde que
podía volverse invisible, no se preocupaba de ser visto.
Aun así... estaba súper tenso. Miró a las docenas de mortales que habían tratado de
hacer lo que él estaba haciendo. Cada uno de ellos había sido lo bastante valiente para
llegar ahí. Todos habían estado determinados a matar a Medusa.
Ahora todos ellos estaban muertos. ¿Estarían muertos? Tal vez seguían consientes
después de ser convertidos en piedra, lo que sería aún peor. Perseo se imaginó estando
congelado por siempre, sin importar cuanto te picara la nariz, esperando que te rompas
y te caigas en pedazos.
Esta vez será diferente, Perseo se dijo a sí mismo. Estos tipos no tenían a dos dioses
ayudándoles.
Pero él tampoco estaba seguro de eso. ¿Y si él era uno más en una larga línea
experimental de los dioses? Tal vez Hermes y Atenea estaban sentados en el Monte
Olimpo, observando su progreso, y si él fallaba, ellos estarían como ‘bien, eso no
funcionó. Envíen al siguiente tipo’.
Aterrizó en la entrada de la cueva. Se deslizó dentro, con su escudo levantado, y la
espada desenvainada.
El interior estaba oscuro y cubierto con más héroes de mármol. Perseo navegó alrededor
de lanzas, hombres con armaduras completas, arqueros con arcos de piedra agrietada, y
un peludo barrigón vestido solo con taparrabos que estaba completamente desarmado.
Al parecer el plan del tipo había sido pillar por sorpresa a Medusa, corriendo, gritando y
moviendo sus brazos para ser más feo que las gorgonas. No resultó.
Cuánto más se adentraba en la cueva, más oscura se volvía. Los héroes petrificados lo
miraban con sus rostros contorsionados. Espadas de piedra le pinchaban en lugares
incómodos.
Al fin escuchó un coro de suaves silbidos al fondo de la sala...el sonido de cientos de
pequeñas serpientes.
Su boca sabía a ácido de batería. Levantó la pulida superficie de su escudo y vio el reflejo
de una mujer durmiendo sobre una cuna a unos cincuenta pies de distancia. Yacía sobre
su espalda con sus brazos sobre su rostro, parecía casi humana. Estaba usando un simple
chitón blanco, y su vientre lucía inusualmente abultado.
Espera.
¿Medusa estaba embarazada?
En ese momento Perseo recordó como había sido maldecida Medusa en primer lugar.
Había estado jugando al ‘corre-que-te-atrapo’ con Poseidón en el templo de Atenea.
Lo que significa... oh dioses. Desde que Medusa se había convertido en monstruo, ella
estaba embarazada del descendiente de Poseidón, incapaz de dar a luz porque... bien,
¿quién sabía por qué? Tal vez era parte de la maldición.
El valor de Perseo flaqueó. Matar a un monstruo era una cosa. ¿Matar a una madre
embarazada? Uh-uh.
Eso era completamente diferente.
Medusa se giró mientras dormías y quedó frente a él. Detrás de ella, una de sus alas de
oro quedó contra la pared de la cueva. Sus brazos cayeron, revelando garras de metal
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afiladas en sus dedos. Su cabello se retorcía— un nido de víboras verdes. ¿Cómo puede
alguien dormir con todas esas pequeñas lenguas chasqueando en su cuero cabelludo?
Y su rostro...
Perseo casi dio un vistazo para asegurarse que lo que estaba viendo en el reflejo estaba
correcto. Colmillos parecidos a los de un jabalí sobresalía de su boca. Sus labios se
curvaban en una mueca permanente. Sus ojos estaban hinchados, haciendo que se
pareciera vagamente a un anfibio. Pero lo que realmente la hacía fea eran sus rasgos tan
deformes y desproporcionados. La nariz, los ojos, el mentón, la frente— En su conjunto,
la cara estaba tan mal que no tenía sentido.
¿Conoces esas imágenes de ilusiones ópticas que te dan mareos y náuseas si te quedas
mirándolas demasiado tiempo? La cara de Medusa era exactamente eso, excepto que era
cientos de veces peor.
Perseo mantuvo sus ojos en el reflejo de su escudo. Su mano estaba tan sudada que la
espada se le resbalaba. El aroma de reptil del cabello de Medusa le llenó la nariz y le
dieron ganas de vomitar. A pesar del hecho de que él era invisible, las víboras debieron
notar que algo andaba mal. A medida que se iba acercando, silbaban y mostraban sus
diminutos colmillos.
Perseo no veía a las otras dos gorgonas. Tal vez estaban durmiendo en otra parte de la
cueva. Tal vez había ido a comprar productos para el cabello que fueran amigables con
las serpientes.
Se acercó aún más, hasta estar a un pie cerca de Medusa, pero no estaba seguro de poder
matarla. Ella seguía siendo una embarazada o lo que sea que fuera. Su fealdad sólo le
hizo sentir lástima...no ira. Él debía cortarle la cabeza al Rey Polydectes en su lugar. Pero
Perseo había hecho un juramento. Si el perdía los nervios y se iba de ahí, dudaba que
tendría una segunda oportunidad.
Entonces Medusa decidió por él.
Debió haber notado su presencia. Tal vez su peinado de serpientes le avisó. O quizás
percibió el aroma de semidiós. (Me han dicho que para los monstruos olemos a pan
tostado con mantequilla, pero no puedo dar fe de ello).
Sus ojos saltones se abrieron de golpe. Sus garras se curvaron. Chilló como un chacal
siendo electrocutado y se lanzó listo para cortar a Perseo en rodajas.
A ciegas, Perseo blandió su espada.
Ka-flump.
Medusa cayó hacia atrás, colapsando sobre su cama.
Bump,bump,bump. Algo cálido y húmedo se detuvo cerca de los pies de Perseo.
Eww...
Le costó toda su fuerza de voluntad no mirar, ni gritar como un pre-escolar y salir
huyendo. Pequeñas cabezas de víboras le empezaron a tirar de los cordones de las
sandalias.
Cuidadosamente, envainó su espada. Se colocó el escudo sobre su hombro y abrió el
costal de cuero. Se arrodilló, manteniendo los ojos fijos en el techo de la cueva y agarró
la cabeza de medusa con su cabello de serpientes muertas. Metió la cabeza en la bolsa y
se aseguró que estaba bien anudado.
Por primera vez en minutos, Perseo exhaló el aire que había estado reteniendo.
Lo había hecho. Miró al cuerpo sin cabeza de Medusa esparcido en la camita. En el suelo,
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un charco de sangre oscura, giraba y hacia patrones extraños. ¿Se supone que la sangre
hiciera eso?
Dos formas comenzaron crecer desde el charco— hinchándose y ascendiendo mientras
el cuerpo de Medusa se deshacía.
Perseo observó, paralizado, como un caballo adulto salía del líquido como si se estuviera
cargando a través de una puerta. El caballo se encabritó y relinchó, extendiendo unas
alas como de águila que salpicaban sangre.
Perseo no se dio cuenta, pero estaba siendo testigo del nacimiento de Pegaso, el primer
caballo alado.
Entonces la segunda sombra salió de la sangre. Un hombre con armadura dorada, con
una espada de oro en su mano. Después tomaría el nombre de Crisaor, el guerrero
dorado, y debió haber heredado algo del aspecto de su madre, porque Perseo se alejó de
él rápidamente.
Probablemente se estén preguntando: ¿Por qué los hijos de Medusa son un guerrero
dorado y un caballo alado? ¿Cómo habían estado atrapados en el cuerpo de Medusa
durante todos esos años?
Demonios, no lo sé. Sólo te estoy diciendo como sucedió. Si quieres cosas con sentido,
estás en el universo equivocado.
No sé si Crisaor quería pelear con Perseo, o agradecerle o algo, pero antes de que
pudieran intercambiar números de teléfonos, Perseo se apoyó (más bien tropezó) en una
de las estatuas de mármol. Lo que hizo que golpeará a otra estatua, lo que golpeó a otra,
estilo domino, y...bien ya te haces la idea. La cueva retumbó con el sonido de los héroes
de piedra rompiéndose.
‘Oops’ dijo Perseo.
Desde el lado izquierdo de la cueva, una voz femenina siseó: ‘¡Medusa! ¿Algo anda
mal?’
Desde la derecha de la cueva, la tercera Gorgona siseó de vuelta: ‘¡Intruso! ¡Asesino!’
Perseo seguía usando su casco de invisibilidad, pero no iba a confiar en que lo
protegería. Dio la partida a sus sandalias aladas y salió disparado fuera de la cueva a
máxima velocidad.
Las dos gorgonas gritaron y se lanzaron tras él. Sus alas de oro golpeaban el aire como
platillos que se estrellaban. El sonido se volvió más fuerte, pero Perseo no se atrevió
a mirar atrás. Quiso que sus sandalias le dieran más velocidad. Las pequeñas alas de
paloma comenzaron a quemarle los tobillos. Algo raspó la suela de su zapato y tuvo el
mal presentimiento que era la garra de una gorgona.
En un movimiento desesperado, giró en espiral entonces la luz del sol se reflejó en el
escudo que llevaba en la espalda. Momentáneamente ciegas, las gorgonas chillaron, y
Perseo aceleró hacia las nubes.
Unas horas más tarde, estaba bastante seguro que ya había perdido a las gorgonas, pero
no se detuvo hasta que las sandalias comenzaron a humear. En ese punto, la regulación
que tenía la administración federal de aviación (FAA para abreviar), decía que debías
aterrizar y hacer una revisión de seguridad.
Perseo se posó en un afloramiento de roca estéril en el medio del mar. En todas las
direcciones, lo único que veía era agua, pero pudo distinguir el último resplandor de la
puesta de Sol en el horizonte.
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‘Bueno’ se dijo ‘Por lo menos sé cuál es el oeste. Si vuelo hacia allí, eventualmente
volveré a casa
Error. El tío no estuvo prestando atención mientras trataba de alejarse de las gorgonas.
Eso o estaba usando el Mapa de Apple, (Apple Maps), porque estaba totalmente fuera
de rumbo.
La siguiente vez que aterrizó, no fue en la isla de Seriphos. Era una gran franja de tierra
firme: ardientes colinas rojas y un desierto arenoso que se extendía por todo lo que podía
ver con la luz de la luna.
Perseo había estudiado algo de geografía en el templo de Atenea. Él sólo podía pensar
en un lugar que luciera así. ‘¿África? ¿Esto en serio es África?’
Sip. Estaba en la costa de África, lo que quería decir que había volado demasiado al sur.
En ese punto, estaba tan cansado, hambriento y sediento que no le importó. Si imaginó
que podría hallar una ciudad, obtener algunas direcciones y descansar por un rato. Voló
por la costa hasta el amanecer, cuando pudo ver torres de una ciudad a la distancia.
‘Hurra’ se dijo a sí mismo ‘¡Ciudades significan personas! ¡Me gustan las personas!’
Mientras volaba más cerca, notó que algo raro estaba pasando. Miles de personas
estaban reunidas a lo lardo de los muelles del puerto. Estaban mirando el agua como si
estuvieran esperando algo. Hacia el fondo de la multitud, una tienda de seda se creó,
donde parecía que el rey y la reina de la ciudad observaban lo que estaba pasando.
En la entrada del puerto, una sola aguja de roca dentada sobresalía del mar. En un
pequeño saliente, unos cuarentas pies sobre las olas, encadenada a la roca, estaba una
joven adolescente.
Eso no era un comportamiento normal, Perseo pensó. Se sacó el casco de invisibilidad
con el fin de no sobresaltar a la muchacha (como un tipo en zapatos alados que vuela
hacia ti no es nada sorprendente) y voló a verla.
La chica estaba extrañamente tranquila. Lo miró con unos bellos ojos oscuros. Su cabello
era tan negro como el ébano, su piel era como cobre pulido. Sólo llevaba un vestido
verde claro que dejaba ver sus preciosos brazos y cuello.
Perseo flotaba junto a ella en el aire. ‘Uh. Um...’ Intentó recordar como formar una frase
completa.
Estaba bastante seguro de que hubiera sido capaz de hacerlo unos momentos antes.
‘No deberías estar aquí’ dijo la chica ‘El monstruo del mar estará aquí en cualquier
momento para matarme’
‘¿Monstruo del mar?’ Perseo salió de su aturdimiento ‘¿Qué está pasando? ¿Por qué
estas atada a esta roca?
‘Porque mis padres son súper incapaces’.
‘Vaale... ¿detalles?’
‘Mi nombre es Andrómeda. Soy la princesa de este reino –Etiopía’
‘¿Significa que tus padres son el rey y la reina?’ Perseo preguntó ‘¿Y ellos te dejaron
encadenada aquí?’
Andrómeda rodó sus bonitos ojos ‘¡Esa fue su idea! Larga historia. Mi madre –Reina
Kassiopeia- es toda una vanidosa. Hace un año comenzó a fanfarronear que ella era
mucho más hermosa que las Nereidas de Poseidón’
‘Oh, ‘dijo con un chasqueo. Perseo nunca había conocido a una Nereida, pero había
escuchado sobre ellas. Eran el grupo de diosas submarinas de Poseidón, y se supone
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que eran magníficas. También sabía que los dioses odiaban cuando los humanos se
comparaban con ellos.
‘Si,’ coincidió Andrómeda, ‘Entonces Poseidón se enojó y envió este estúpido monstruo
marino a aterrorizar nuestra ciudad. Ha hundido barcos, incendiado el puerto, tragado a
los pescadores y es totalmente imposible broncearse en la playa. Entonces este estúpido
sacerdote local o lo que sea, le dijo a mi padre, Rey Cefeus, que la única forma de hacer a
Poseidón feliz era encadenándome a esta roca como un sacrificio humano.’
‘Es extraño’ Perseo dijo, ‘No fue tu culpa’
‘Traté de explicarle eso a los ciudadanos. No salió muy bien’
‘No pareces muy aterrada’
Andrómeda se encogió de hombros lo mejor que pudo con las cadenas en sus brazos.
‘No hay mucho que pueda hacer. Además, siendo asesinada por un monstruo no suena
tan mal como vivir con mis padres idiotas. Si ellos piensan que voy a gritar y suplicar
por mi vida, no voy a darles esa satisfacción. Cuando el monstruo se muestre, planeo
maldecirlo tan mal que sus pequeños oídos acuáticos sangraran. He estado practicando’
Perseo pensó por un momento. ‘Estoy seguro que tus maldiciones serán increíbles. Pero
¿si hubiera otra manera? ¿Qué si te cortó las cadenas y te salvó?’
‘Eso sería genial’ dijo Andrómeda ‘Pero eso no resuelve el problema del monstruo
marino. Digo, los ciudadanos fueron bastante malos conmigo, pero no quiero que el
monstruo se desquite con ellos. Además, el monstruo probablemente me siga a donde
viva’
‘Nah’ Dijo Perseo ‘Porque yo lo mataré’
Andrómeda lo miró fijamente. ‘Sin ofender. Eres muy tierno. Y estoy segura que eres
valiente. Pero el monstruo marino es, como...bien, de hecho, ya está aquí.’
Al costado de la roca, el agua comenzó a hervir. El monstruo marino levantó su cabeza
tamaño-camión.
Su rostro estaba cubierto de escamas de color azul verdoso. Los dientes afilados como
agujas estaban alineados en su boca. Su cuello se arqueó fuera del agua hasta que sus
ojos amarillos como los de un reptil estuvieron a la altura de Andrómeda. Bajo el nivel
del mar, la sombre de un enorme cuerpo de la criatura se parecía a Nessie con esteroides.
El monstruo enseño los dientes, escupiendo babas y llamas. Al parecer había estado
comiendo ballenas como aperitivo, porque su aliento era de rango ultra.
En la costa, la gente de la ciudad gritó y gritó. Perseo no podría decir si estaban
aterrados o emocionados.
Después de pelear con Medusa, sin embargo, Perseo no estaba impresionado con el
monstruo marino.
‘Andrómeda’ dijo ‘Cierra tus ojos’
‘Bueno’
‘Hey, amigo’ Perseo llamó al monstruo ‘¿Quieres ver lo que hay en este costal?’
El monstruo inclinó su enorme cabeza. No estaba acostumbrado a que los mortales
hablaran con él con tanta calma. Además, también amaba las sorpresas.
Perseo cerró sus ojos y sacó la cabeza de Medusa.
Un sonido crepitante corrió a lo largo del cuerpo del monstruo, como si un lago se
congelara de golpe.
Perseo contó hasta tres. Metió la cabeza de Medusa en la bolsa y abrió los ojos.
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El monstruo se había convertido en la estatua de arena más grande del mundo. Mientras
miraba, se derrumbaba en el océano.
‘Uh’ Andrómeda dijo ‘¿Ya puedo ver?’
‘Si’
‘¿Es asqueroso?’
‘No, no realmente’
Andrómeda se quedó observando el polvo de monstruo girando en las olas ‘Wow,
¿Cómo hiciste eso?’
Perseo le explicó sobre la cabeza de Medusa. Andrómeda echó un vistazo a la bolsa que
colgaba de su cinturón. ‘Genial. Entonces, sobre estas cadenas...’
Perseo cortó sus cadenas ‘¿Te gustaría casarte o algo así?’
‘Suena increíble’ dijo Andrómeda.
‘¿Puedo abrazarte?
‘Absolutamente tendrás un abrazo’
Fue entonces que Perseo supo lo que era el verdadero amor. Se abrazaron y se besaron.
Entonces la sujetó por la cintura y volaron hacia la ciudad.
Aterrizaron en el pabellón del rey y la reina. Como puedes imaginar, un guerrero griego
volando por el cielo después de convertir al monstruo en polvo consigue un montón de
‘oohs’ y ‘aahs’.
Andrómeda explicó que estaba sucediendo y anunció que se casaría con el apuesto
príncipe griego.
‘A menos que alguien tenga alguna objeción’ agregó Perseo.
El rey Cefeus miró al hijo de Zeus con sus músculos entrenados y sus zapatos alados, la
sangre salpicada en su armadura y su extremadamente filosa espada.
‘¡Sin objeciones!’ anunció el rey.
La reina tragó saliva como si estuviera tratando de tragar un bollo seco.
‘¡Bien!’ Dijo Perseo. ‘Quiero que ustedes chicos, le den las gracias a los dioses por mi
victoria ¿vale? Y, ya sabes, pedir disculpas por ser unos cabezas huecas. En la roca en
donde encadenaron a su hija, quiero que construyan tres santuarios. A la izquierda
deberá ir uno a Hermes. A la derecha habrá uno para Atenea. Y el de al medio deberá
ser para Zeus. Si Poseidón se enoja porque su monstruo fue asesinado, bien...estos
santuarios podrían convencerlo de que esta ciudad está bajo la protección de otros tres
dioses. A menos que él quiera tener una guerra con ellos, va a retroceder. Y mientras
están en eso, sacrifiquen algunas vacas por los dioses.’
‘Vacas’ dijo el rey
‘Si, tres estarán bien. Ahora, ¡Vamos a tener una fiesta de boda!’
La multitud que había estado animando la muerte de Andrómeda unos momentos atrás,
ahora aplaudían su matrimonio. El rey y la reina dispusieron a toda prisa una fiesta en
el palacio con un gran banquete y un salón para bailar y cualquier otra cosa que los locos
etíopes hacían cuando querían reventarse. La reina Kassiopeia pasó la mayor parte del
tiempo admirando su reflejo en el escudo de Perseo (Porque algunas personas nunca
aprenden)
Desafortunadamente, no todos estaban felices con el matrimonio. Un rico local de
nombre Phineas se le había prometido la mano de Andrómeda, antes del problema del
monstruo. Ahora que ese peligro había pasado, Phineas estaba enojado de que su futura
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esposa había sido arrebatada por un griego con una espada brillante y una cabeza en un
saco.
Durante la fiesta, Phineas reunió a cincuenta de sus amigos más duros. Bebieron
bastante vino, hablaron de basura y decidieron que podrían acabar con el recién llegado
Perseo.
Cargaron dentro del comedor, portando armas y haciendo ruido.
‘¡Devuélveme a mi esposa, canalla!’ Phineas arrojó una lanza hacia Perseo, pero como
había bebido, la lanza voló por sobre la cabeza de este.
(Eso es una lección para ustedes, niños. No beban y tiren lanzas)
Perseo se levantó de la mesa ‘¿Quién es este bromista?’
‘Es Phineas’ refunfuñó Andrómeda.
‘¿Qué tipo de nombre es Phineas? Suena como un personaje animado’
‘Es el idiota rico del lugar’ dijo Andrómeda ‘Piensa que le pertenezco’
‘¿Estarías bien si él muriera, repentina y violentamente?’
‘Creo que podría vivir con la culpa’ dijo la princesa.
‘La has oído, Phineas’ Perseo advirtió. ‘Tú y tus amigos, váyanse mientras puedan’
‘¡Escoria griega!’ Phineas gritó ‘¡Atrápenlo!’
Otro consejo: ¡Atrápenlo! Es una palabra terrible para ser escrita en tú lápida como
últimas palabras.
Cincuenta guerreros etíopes cargaron, y Perseo se puso a trabajar.
¿He mencionado que era el mejor luchador de Seriphos? Bien, resultó que era el mejor
guerrero casi en cualquier lugar. Le cortó la cabeza a un hombre. Apuñalo a otro chico
en el pecho. Cortó los brazos y las piernas de otros, básicamente, la fiesta termino en un
baño de sangre.
Phineas valientemente se quedó al final de la multitud, tirando lanzas y fallándolas.
Finalmente, molestó a Perseo. Él cogió una de las lanzas y la tiró hacia atrás. Habría
empalado a Phineas, pero al último segundo, Phineas se escondió tras la estatua de
Atenea. La lanza resonó en escudo de piedra de la diosa.
‘¡Eso fue bajo!’ Gritó Perseo ‘¡Esconderte tras la estatua de mi diosa favorita!’
Se enojó aún más. Mató a más chicos.
En última instancia Perseo arrinconó a Phineas y a sus amigos restantes.
‘Ríndanse’ dijo. ‘Me estoy cansando de esto, mi traje de boda está lleno de sangre,’
‘¡Nunca vamos a rendirnos!’ gritó Phineas. Sus amigos blandieron sus espadas, a pesar
de que no parecían muy seguros de hacerlo.
‘Vale, como sea’ Dijo Perseo. ‘Te lo advertí’ Gritó a todo el salón para que pudieran
escucharlo. ‘¡Quien sea amigo mío, cúbranse los ojos! ¡Voy a sacar la cabeza de Medusa!’
Los inteligentes se cubrieron sus ojos.
‘¡Oh, por favor!’ Phineas dijo. ‘Sólo está tratando de engañarnos con sus mentiras. El
monstruo marino probablemente fue una ilusión que él conjuró para parecer duro.
Realmente no tiene la cabeza de Medusa en su –‘
Perseo sacó la cabeza de Medusa. Phineas y sus amigos se convirtieron en piedra.
Perseo devolvió la cabeza en el saco y limpió la sangre de su espada en una cortina
cercana. Miró a su nueva familia política, el rey y la reina.
‘Siento el desastre’ dijo
‘No hay problema’ chilló el rey.
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Sus padres esperaron a que alguien hiciera una petición de matrimonio. Nadie lo hizo.
Sus hermanas, que eran solo mortales de belleza regular, se casaron a la edad promedio
con esposos ricos que eran reyes en sus ciudades, mientras Psyche se quedó en el palacio
de sus padres, completamente sola, sin amigos ni novio ni nada.
Esto la hizo sentir miserable, pero no detuvo la adoración de las multitudes.
Por el tiempo en que ella tenía diecisiete, el pueblo construyó una estatua tamaño real
de ella hecha de mármol en la plaza pública. Se esparcieron leyendas sobre que ella no
era humana. Era una diosa que había bajado del Monte Olimpo —una segunda Afrodita,
una incluso mejor Afrodita. Gente de los reinos aledaños comenzaron a visitarla,
esperando echarle un vistazo a la princesa. Su ciudad se enriqueció con todo el turismo
en base a Psyche. Se hicieron camisetas. Ofrecían visitas guiadas. Vendieron una línea
completa de productos que ¡garantizaban hacerte ver como Psyche!
Psyche intentó oponerse a todo eso. Ella era piadosa e inteligente (cualidades que
nadie parecía notar ya que también era hermosa). Siempre hacia sus oraciones y dejaba
ofrendas en los templos, porque no quería hacer enfadar a los dioses.
‘¡No soy una diosa!’ Le decía a la gente. ‘¡Dejen de decir eso!’
‘Ya,’ murmuraban tan pronto se iba. ‘Es una diosa, seguro’
La popularidad de Psyche se volvió viral. Pronto multitudes enteras alrededor de todo
el mediterráneo comenzaron a hacer peregrinajes para verla a ella en vez de ir a los
templos de Afrodita.
Puedes suponer como se lo tomó Afrodita.
Un día la diosa miró a la tierra desde su spa personal en el Monte Olimpo, esperando
ver hordas de fans adorándola en su templo principal en la sagrada isla de Cythera.
Pero en vez de eso, su templo estaba desierto. El piso cubierto de polvo. El altar vacío.
Hasta los sacerdotes se habían ido. Una nota en la puerta decía: ‘FUIMOS A ADORAR A
PSYCHE. VOLVEMOS AL RATO’.
‘¿Qué está pasando?’ Afrodita se levantó de un salto, casi arruinando su manicura.
‘¿Dónde están todos? ¿Por qué nadie está adorándome? ¿Quién es Psyche?’
Sus sirvientes no quisieron decirle nada porque habían visto a los dioses enojarse antes,
pero no tomó mucho tiempo para que ella lo averiguara. Unos minutos ojeando el
mundo mortal, un par de búsquedas con hashtag y ya lo sabía todo acerca de la estrella
en ascenso, Psyche.
‘Oh, Hades, no.’ Gruñó Afrodita. ‘Yo soy la más hermosa e importante diosa en todo el
universo, ¿y estoy siendo reemplazada por una chica mortal? ¡Eros! ¡Ven aquí!’
Según algunas leyendas, Eros era mucho mayor que Afrodita. De acuerdo a otras
leyendas, era su hijo.
No sé cuál de las dos es correcta, pero en esta historia Afrodita definitivamente lo trata
como a su hijo.
Bien podría serlo o bien Afrodita creía que lo era y Eros estaba demasiado asustado para
corregirla. De cualquier manera, este tipo era el dios del amor romántico, como una
versión masculina de Afrodita. Es mejor conocido con su nombre romano, Cupido.
¿Significa que era un pequeño bebé Valentín con alas pequeñitas, un arco chiquito y
tiernas flechas? No tanto.
Eros era endemoniadamente guapo. Todas las señoritas querían su foto como fondo de
pantalla.
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¿Quieres detalles? Lo siento, no tengo ninguno. Como Afrodita, podía parecer como tú
quisieras que pareciera. Así que, señoritas, imaginen a su chico perfecto… y así es como
luce Eros.
Entró relajadamente a la sala de audiencias de su madre, luciendo jeans delgados y una
camiseta rota a la moda, con su cabello perfectamente desordenado y los ojos brillando
traviesos. Su tema, ‘I’m too sexy’, sonaba de fondo. (Estoy inventando esto, en realidad
no estuve ahí)
‘¿Qué pasa?’ preguntó.
‘¿Que qué pasa?’ Chilló Afrodita. ‘¿Has oído sobre esta chica Psyche? ¿Estas prestando
atención a lo que sucede en el mundo mortal?’
‘Eh…’ Eros sobó su apuesta barbilla. ‘¿Psyche? No, no me suena ni una campana’.
Afrodita le explicó como Psyche le estaba robando sus seguidores y sus ofrendas, así
como los titulares en las revistas de chismes.
Eros se movió un poco nervioso. No le gustaba cuando Afrodita se enfadaba. Tendía a
hacer destruir cosas con bonitas explosiones color rosa.
‘Así que ¿qué quieres que haga con eso?’
Afrodita lo miró fijamente. ‘¿Qué quiero que hagas? ¡Tu trabajo! Tus flechas hacen que la
gente se enamore, ¿no es así? Encuentra a esta chica y enséñale una lección. Haz que se
enamore del más asqueroso, horrible, miserable hombre en la tierra. Quizás un mendigo
apestoso. O un violento asesino en serie, no me importan los detalles. Sorpréndeme y sé
un buen hijo. ¡Haz que lamente su belleza!’
Por supuesto Psyche ya lamentaba su belleza, pero Afrodita no lo sabía. Ese concepto no
entraba dentro de esa mente inmortal suya.
Eros agito sus alas emplumadas. (Oh si, tenía unas alas enormes, ¿lo había mencionado?)
‘Estoy en eso… eh, mamá. No te preocupes’
Eros salió volando del spa de Afrodita. Voló en espirales hacia abajo, al mundo mortal,
ansioso por terminar con su misión. Tenía curiosidad y quería saber la razón de todo ese
alboroto por esa chica. Además, le encantaba unir gente con parejas extrañas. Tal vez la
haría enamorarse de algún vendedor de carros usados o un viejo con una infección en la
piel. ¡Eso sería gracioso!
‘Oh, sí,’ Eros rió para sí mismo. ‘Esa Psyche va a lamentar haberme conocido’
Y resultó que tenía razón, pero no de la forma que esperaba.
Mientras tanto, en el palacio, Psyche odiaba su vida.
Sus hermanas estaban casadas y se habían ido. No tenía ningún amigo. Estaba sola solo
con sus padres y un grupo de guardaespaldas. Pasaba todo el tiempo en cama con las
cortinas cerradas, bajo las mantas, llorando desconsolada.
Naturalmente, sus padres estaban preocupados. También, habían esperado arreglar un
buen matrimonio para ella, ya que con eso venían montones de beneficios como alianzas
militares y buena reputación en los medios. No podían comprender como una su
hermosísima y famosa hija, la próxima Afrodita, podía ser tan miserable.
El rey fue a visitarla. ‘Cariño, ¿qué sucede? ¿Qué puedo hacer por ti?’
Psyche sollozó. ‘Solo déjenme morir’
‘Estaba pensando en algo más como una taza de cocoa caliente ¿o un nuevo osos de
peluche?’
‘Papá, tengo diecisiete’
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‘Te diré que. ¿Qué te parece si voy a Delfos y consulto al Oráculo? El Dios Apolo debería
ser capaz de aconsejarnos’
¿Les mencioné que ir a Delfos suele ser una mala idea?
El rey fue de todos modos. Le preguntó al Oráculo sobre su cómo obtener un buen
esposo para su hija.
La dama del Oráculo inhaló algo de vapor volcánico y habló con una profunda voz
masculina —La voz de Apolo.
‘Desesperación, rey’ bramó, lo que de seguro no es lo primero que quisieras oír. ‘Tú
hija no ha de casarse con mortal. Está destinada a casarse con un monstruo —una fiera,
una bestia barbárica a quienes incluso los dioses temen. Vístela para su boda como
la vestirías para su funeral. Llévala a la torre más alta de roca en tu reino. ¡Allí ha de
conocer su FINAL! ‘
‘¡FINAL! ¡FINAL! ¡FINAL!’ se oyó el eco en la caverna.
La voz del Oráculo volvió a la normalidad. ‘Gracias por tu ofrenda. Ten un buen día’
Cuando el rey volvió a casa, fue a donde su hija. ‘Cariño, tengo buenas y malas noticias.
Las buenas son que vas a tener un esposo.’
Cuando Psyche oyó la profecía, se quedó inmóvil y silenciosa, lo que asustó más a sus
padres que el llanto. Ella aceptó su destino. Había pedido morir, ¿no? Aparentemente
los dioses cumplieron su deseo. Se iba a casar con un monstruo, y ella lo interpretó como
un eufemismo de ‘ser hecha pedazos y devorada como parte del desayuno balanceado
de un monstruo’
Sus padres lloraron, pero Psyche tomó sus manos. ‘No lloren por mí. Esto es lo que pasa
cuando los mortales desafían a los dioses. Debería haberle puesto un alto a la idiotez
de “Nueva Afrodita” mucho antes. Yo sabía que me metería en problemas. No soy una
diosa. ¡Solo soy una chica! Y si mi muerte pondrá las cosas en su lugar otra vez, estoy
bien con eso. Será la primera cosa buena que haya hecho con mi vida’.
Sus padres se sintieron terrible. Pero tenían una orden directa del dios Apolo, y no
puedes ignorar a Apolo a menos que quieras ser vaporizado por una lluvia mortal de
flechas.
Cuando las noticias salieron a la luz, la ciudad entera entró en luto. Su divinamente bella
princesa, diosa del amor renacida, iba a ser sacrificada a un monstruo. Esto no iba a ser
bueno para la industria cosmética local PsycheTM.
Los padres de Psyche las vistieron de seda negra. Cubrieron su rostro un velo negro de
novia y pusieron un ramo de flores negras en sus manos. La escoltaron hasta los límites
del reino, donde una torre de piedra de quinientos pies de altura se erigía apuntando
hacia el cielo. Siglos atrás, se esculpieron escaleras alrededor para que pudiera ser usada
como torre de vigilancia. Psyche subió estas escaleras sola hasta que alcanzó la cima.
Ya no queda nada, pensó, mirando al suelo rocoso lejos debajo de ella. ‘Espero renacer
con apariencia promedio. O fea. Me encantaría ser fea una vez para variar.’
No sintió miedo, lo que le sorprendió un poco. De hecho, por primera vez en años, se
sintió en paz.
Esperó un momento para ver si algún monstruo arremetía de algún lado y se la tragaba
de un mordisco.
Cuando eso no pasó, decidió tomar el asunto en sus propias manos.
Y saltó.
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Desde su punto de vista ventajoso detrás de la roca, los padres de Psyche contaron
tan bien como pudieron como su hija se desplomaba verticalmente hasta su muerte.
Nunca encontraron un cuerpo, pero eso no significaba nada. Había mucho viento, y
todos estaban demasiado molestos como para emprender una búsqueda a gran escala.
Además, si Psyche no murió, significa que monstruo se la había llevado, lo que era
incluso peor. El rey y la reina volvieron a casa, destrozados, convencidos de que nunca
verían a su querida hija y atracción turística favorita.
El fin.
A largo plazo, Psyche hubiera sufrido menos si hubiera muerto, pero no lo hizo.
Mientras caía, los vientos se arremolinaban a su alrededor. Cuarenta pies bajo el suelo
del valle, detuvieron su caída y comenzaron a levantarla.
‘Hola’ dijo una voz incorpórea. ‘Soy Céfiro, Dios del viento del este. ¿Cómo estás hoy?’
‘Eh… ¿aterrada?’ Respondió Psyche.
‘Genial,’ dijo Céfiro. ‘Así que, tenemos un vuelo corto esta mañana, hacia el palacio de
mi maestro. El clima luce bien. Tal vez con pequeñas turbulencia en el ascenso inicial’
‘¿El palacio de tu maestro?’
‘Por favor recuerde mantener su cinturón de seguridad bien puesto y no desactive los
detectores de humo en el lavabo’
‘¿En qué lenguaje estás hablando?’ Psyche demandó. ‘¡De qué estás hablando –AHHH!’
El viento del este aceleró a mil millas por hora, dejando el estómago de Psyche detrás y
rastro de pétalos negros.
Aterrizaron en un herboso valle cubierto de flores silvestres. Mariposas revoloteaban
bajo la luz del sol.
En la distancia, se erigía el más hermoso palacio que Psyche había visto nunca.
‘Gracias por volar con nosotros’ Dijo Céfiro. ‘Sabemos que tienes un montón de opciones
cuando se trata de elegir un viento direccional, y apreciamos tu preferencia. Ahora,
mejor anda yendo. Él estará esperando’.
‘¿Quién…?’
Pero el aire se calmó. Psyche sintió que el dios viento se había ido.
Nerviosa, se acercó a la desmadejada villa blanca. Jardines y huertos rodeaban la
propiedad. Un claro río avanzaba entre lechos de flores. Arbustos sombreados estaban
cubiertos con madreselva.
Psyche pasó a través de las puertas principales hasta un living con un techo con paneles
de cedro y marfil, paredes grabados con patrones de plata y un piso de mosaico hecho
con piedras preciosas.
Cómodos sofás blancos frente una mesa baja repleta de hermosa fruta, pan fresco que
echaba vapor y jarras con limonada fría.
Y ese solo era el primer cuarto.
Sorprendida, Psyche se paseó por el palacio. Encontraba atrios con jardines de rosas y
fuentes brillantes, dormitorios con los más finos revestimientos y suaves almohadas de
plumas, bibliotecas llenas de pergaminos, una piscina interior con tobogán, una cocina
gourmet, un salón de bolos, un salón de teatro con sillones mullidos reclinables y una
máquina de palomitas —este lugar lo tenía todo. Hacía que su palacio familiar pareciera
una de esas sucias salas de clase portátiles.
Abrió armarios al azar. Pilares de oro brillaban en el interior. En uno, contenedores de
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gritando tu nombre. ‘
El corazón de Psyche se volvió un trozo de granito. Se había enfocado solamente en ella
misma y no había pensado en cómo se sentiría su familia.
‘Tengo que regresar a casa’ dijo. ‘Tengo que ver a mis padres’
‘No puedes,’ dijo su esposo. ‘Si dejas el valle, ya no podrás volver.’
‘¿Por qué? ¿Céfiro no podría…?’
‘No es tan simple.’ La voz de su esposo se escuchaba llena de pena, tal vez un poco.
‘Psyche, Estoy tratando de protegerte. Estás bajo una sentencia de muerte dada por los
dioses. Bueno, una diosa en particular…’
Psyche había casi olvidado sus problemas por ser súper hermosa. ‘Te refieres a Afro…’
‘No digas su nombre,’ le advirtió su marido. ‘Es muy fácil atraer su atención. Si te
muestras en el mundo mortal, toda la adoración comenzará de nuevo. La gente te
proclamará su diosa. Ambos estaremos en serios problemas. Todo lo que tenemos
aquí… nuestro mundo privado se verá comprometido. Por favor, deja que tu familia te
crea muerta.’
Psyche nunca se había sentido tan desgarrada. Era feliz por primera vez en su vida. A
pesar de las extrañas restricciones de su relación, se había rápidamente enamorado de su
marido. No quería arruinarlo. Además, el buffet era delicioso.
Por otro lado, sus padres estaban enfermos de pena. Sus hermanas estaban tratando de
buscarla todos los días, llorando a gritos su nombre. Psyche no era una persona egoísta.
Nunca le dio la espalda a la gente. No podría disfrutar de su felicidad sabiendo que
otros eran miserables.
‘¿Qué hay de un compromiso?’ preguntó. ‘No me iré, pero deja a mis hermanas venir
aquí’
‘Psyche…’
‘¡Haré que juren mantenerlo en secreto! Solo se quedarán lo suficiente para que vean que
estoy viva y bien. Solo les dirán a mis padres, para que dejen de preocuparse. ¡Eso será
todo!’
‘Es una muy mala idea’ dijo su esposo. ‘Tus hermanas siempre han estado celosas de ti.
Si las traes a tu hogar, envenenarán tus pensamientos. Si me amas, por favor escúchame.
Esto lo estropeará todo.’
Ella le besó la mano. ‘Sabes que te amo. Lo prometo. Seré cuidadosa. Pero tú dijiste que
te pidiera cualquier cosa que necesitara. Y necesito esto.’
De mala gana, el esposo accedió.
La mañana siguiente, Psyche fue hacia el campo de flores silvestre donde aterrizó la
primera vez. En la distancia, podía escuchar a sus hermanas llamándola.
‘Céfiro,’ dijo, ‘tráelas, por favor’
Inmediatamente, sus hermanas vinieron volando por el cielo, gritando y agitando los
brazos. Aterrizaron de cabeza en el campo de flores. Supongo que Céfiro no pensó
mucho en ellas, o quizás estaban volando en clase económica.
‘¡Hermanas!’ dijo Psyche, ‘Uhm... ¡estoy tan feliz de verlas! Déjenme que les ayude a
levantarse.’
Alguna vez has tenido una sensación de ansiedad, como, Oh dioses, esta es la mejor
idea del mundo, y tan pronto como la llevas a cabo estas como, ¿en qué rayos estaba
pensando?
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Psyche se sintió de esa manera tan pronto como vio a sus hermanas. De pronto recordó
lo malas que podían ser. Empezó a lamentar la decisión d traerlas. Pero ya era tarde e
intentó sacar lo mejor de ello.
Psyche les dio un tour por el palacio. Les explicó que el viento la había traído aquí para
que conociera a su esposo. Se disculpó por no llamar o escribir, pero estaba todo el
asunto de la condena a muerte de los dioses, y era de vital importancia que el mundo
mortal creyera que estaba muerta.
Al principio, sus hermanas estaban demasiado atónitas para decir mucho. Con el paso
de unas horas, pasaron de estar asombradas a silenciosamente aliviadas de ver viva a su
hermana, y luego a estar secretamente indignadas por lo genial de su nueva casa. Psyche
les mostro el salón de bolos, la piscina interior, el buffet y los interminables cuartos,
jardines, estancias y el salón de teatro con una máquina de Popcorn
‘¿Qué hay ahí?’ Preguntó la hermana mayor, mientras abría uno de los armarios, cuando
una avalancha de ropa, diamantes rubíes y corbatas le cayó encima.
‘Oh eso… es solo almacenamiento,’ respondió Psyche tímidamente.
La hermana del medio miró el tesoro, más valioso que el reino entero de su esposo.
‘¿Tienes muchos almacenes como este?’
‘Eh… no los he contado. ¿Unas cuantas docenas? Pero eso no es importante.’
Le ofreció a cada hermana una suite privada para que descansaran antes del almuerzo.
Los sirvientes invisibles las trataron con baños calientes y masajes, cortes de cabello y
pedicuras. Les trajeron nuevos atuendos como quince veces más caros que los viejos que
traían y una joyería mejor que la mejor que tenía su padre guardada.
Luego comieron sándwiches de crema de maní y jalea en la merienda, ya que a Psyche le
encantaba la onda PB&J.
‘¿Quién es tu esposo?’ demandó saber la hermana mayor. ‘¿Cómo puede pagar todo
esto?’
‘Oh, eh… es un mercader.’ Psyche se sintió mal al mentirles, pero había prometido a su
esposo no dar muchos detalles —especialmente el hecho de que era invisible y que solo
la visitaba durante la noche y completamente a oscuras. Tenía miedo de que eso asustara
a sus hermanas, aunque no logro imaginar la razón.
‘Un mercader,’ repitió la hermana del medio. ‘Un mercader que controla el viento y tiene
sirvientes invisibles.’
‘Bueno, es muy exitoso’ Dijo Psyche abruptamente. ‘Bueno, ha sido bueno verlas, ahora
realmente debo volver a hacer… cosas.’
Psyche llenó a sus hermanas con carísimos regalos y las escoltó devuelta al extremo del
valle.
‘Pero, Psyche,’ dijo la hermana de en medio, ‘Al menos déjanos visitarte de nuevo. Te
traeremos noticias del mundo. Y… te extrañamos mucho, ¿No es así, hermana?’
La hermana mayor asintió, tratando de no hundir sus uñas en la palma de sus manos.
‘Oh, sí, tanto. Por favor, déjanos visitarte de nuevo’
‘No estoy segura…’ Dijo Psyche. ‘le prometí a mi esposo…’
‘¡Él no te prohibiría una visita de tu amada familia!’ dijo la hermana del medio riéndose.
‘Él no es ningún monstruo, ¿o sí?’
‘Eh… no…’
‘Bien’ dijo la hermana mayor. ‘¡Entonces te veremos el próximo fin de semana!’
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Céfiro se llevó a las hermanas, pero Psyche sintió como si fuera ella quien estaba
atrapada en un remolino.
Esa noche, le contó a su esposo sobre la visita. Cuando escuchó que las hermanas
querían regresar, no gritó de ánimo ni se puso a bailar precisamente.
‘Te advertí que tratarían de jugar con tus emociones,’ le dijo. ‘No las traigas de vuelta.
No dejes que te quiten tu felicidad. Además…’ Colocó su mano gentilmente en su
cadera. ‘Ahora tendrás un bebé del que preocuparte’
Psyche se quedó pasmada. ‘Voy… voy a…’
‘Sip’
‘Estás seguro’
‘Sip’
‘¿Cómo?’
‘Solo lo sé. Por favor. No más visitas familiares. Olvida a tus hermanas.’
Psyche deseó poder hacerlo, pero si iba a tener un bebé, debería al menos decirle su
familia… ¿o no debería? La pregunta de su hermana seguía rondándole la cabeza. ‘Él no
es ningún monstruo, ¿o sí?’
‘Yo… me comprometo.’ Dijo Psyche. ‘Prometo que no dejaré que mis hermanas arruines
nuestra felicidad. Solo déjame visitarlas una vez más’
Su esposo apartó su mano de su cadera. ‘No te detendré.’ Su voz sonaba dura y llena
de dolor. Después de todo, por primera vez, Psyche tuvo problemas de dormir en su
cómoda cama.
Esa misma noche, tan pronto como el viento del este regresó a la torre de piedra, las
hermanas de Psyche empezaron a gimotear.
‘Oh dioses, ¿tu viste esa mansión?’ chilló la hermana del medio.
‘¿Viste sus jardines?’ continuó la hermana mayor. ‘¿La pista de bolos? ¿Los enormes
closets? ¿Qué Hades? Yo me tuve que casar con un viejo rey sin cabello y mal aliento, y
su casa no es ni la mitad de lujosa’
‘Deja de quejarse’ dijo la del medio. ‘Mi esposo problemas de espalda y terrible higiene
personal. ¡Es repulsivo! Y definitivamente no me da joyas ni sirvientes invisibles. Ni una
máquina de PopCorn…’
‘Oh, dioses, esa máquina’
Ambas hermanas suspiraron. Incluso podías ver las auras verdes de envidia brillando
sobre sus cabezas.
‘No podemos dejar a nuestra hermana en ese lugar’ dijo la mayor. ‘Es obvio que debe
haber una especie de truco o encantamiento. Su esposo es probablemente un verdadero
monstruo.’
‘Todo un monstruo. Tenemos que descubrir la verdad, por su propio bien’
‘Por su propio bien’ convino la hermana mayor. ‘Dioses… la odio tanto justo ahora’
‘Lo sé’
Volvieron juntas al palacio de sus padres. Debido a su mal humor, en vez de decirle a su
madre y padre la verdad, le dijeron al rey que Psyche estaba muerta.
‘Vimos un cuerpo’, dijo la de en medio. ‘No quedaba mucho, pero definitivamente era
de ella. Fue desagradable’
‘Asqueroso’ repitió la hermana mayor. ‘La enterramos. Muy profundo’
La noticia rompió el corazón de los reyes. Tres noches después, ambos murieron.
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Las hermanas los lloraron, pero no mucho. Ahora tenían que dividirse el reino entre las
dos. Se lo merecían por dejar que su hija modelo, Psyche, recibiera toda la atención y
darle el mejor matrimonio.
Al final de la semana, viajaron a la torre de roca una vez más. El viento del este las
recogió y las llevó al palacio secreto de Psyche del Popcorn y los diamantes. Esta vez
no las arrojó de cara al pasto, ya que Psyche le hizo prometer que no lo haría, aunque
obtuvo una venganza pasiva-agresiva al no darles las instrucciones de seguridad.
De todas formas, cuando estaban sentadas almorzando con Psyche, las hermanas
estaban preparadas.
‘Así que…’ Comenzó la hermana mayor. ‘¿Qué tal es ese gran esposo tuyo?’
‘Oh, él es… muy bueno’ dijo Psyche.
La hermana del medio sonrió en tono alentador. ‘¿En qué habías dicho que trabajaba?’
Psyche se quedó en blanco. Nunca fue buena mentirosa, y ahora no podía recordar que
fue lo que les había dicho a sus hermanas. ‘Bueno, es un pastor…’
‘Un pastor.’
‘Sí,’ dijo dócilmente. ‘Un rico pastor.’
Su hermana mayor se inclinó y la tomo de las manos. Puso su mejor cara de me
preocupo mucho por ti, a pesar de que quería estrangular a la suertuda, indigna e
insufriblemente bella chica. ‘Psyche, ¿qué no nos estás contando? La semana pasada
dijiste que tu esposo era un mercante. Ahora es un pastor. Somos tus hermanas. Déjanos
ayudarte.’
‘Pero… todo está bien’
Las dos hermanas se dieron una mirada cómplice.
‘Eso es lo que la gente suele decir cuando nada está bien.’ Dijo la hermana de en medio.
‘Psyche, sabemos que estás en peligro. No hemos olvidado la profecía del Oráculo de
Delfos, ¿tú, sí? Estás destinada a casarte con un monstruo, una bestia que aterroriza
incluso a los dioses. Las profecías siempre se cumplen. Papá se preocupa constantemente
por eso. Él hablaba de eso sin parar hasta que murió.’
Psyche se atoró con su limonada. ‘Espera, ¿él está muerto?’
‘Sí. Murió de tristeza, porque no le fuiste a visitarlo. Pero eso no es importante en este
momento. Tienes que decírnoslo. ¿Quién es realmente tu esposo?’
Psyche sintió como si se estuviera enterrada hasta al cuello en arena. Su padre había
muerto. Sus hermanas trataban de ayudarla. Las profecías nunca se equivocaban. Pero…
la vos tierna de su esposo, su amabilidad…
‘No sé quién es,’ Psyche admitió. ‘No se me permite mirarlo.’
‘¿Qué?’ Dijo la hermana del medio. ‘Wow, wow, wow. Retrocede y dínoslo todo’
Psyche no debió, pero confesó todo sobre la invisibilidad del esposo, sus visitas
nocturnas, su negativa al decir su nombre. Les contó sobre el bebé no nacido, el pijama
de My Little Pegasus con piececitos —todo.
‘Es peor de lo que imaginaba,’ dijo la hermana mayor. ‘Ves lo que está pasando aquí,
¿no?’
‘No,’ dijo Psyche.
‘Tu esposo es un dragón,’ dijo la hermana. ‘Los dragones pueden tomar forma humana.
Pueden hacerse invisible y hacer toda clase de magia. Apuesto que te mantiene viva solo
para engordarte. Una vez que tu barriga esté grande y buena…’
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visto. ¿Qué había que esconder? Entonces notó algo más… un arco y un carcaj de flechas
colgaban desde un gancho junto a la cama.
‘Eros’ susurró para sí misma. ‘Mi esposo es Eros’
Tip Pro: Decir el nombre de un Dios no es una buena idea si no quieres llamar su
atención. Decir el nombre de un Dios mientras estás sobre a él con un arma y una
lámpara. Definitivamente no, no lo hagan.
Eros debió haber sentido su cercanía. Murmuró algo y volvió a su sueño, alarmando a
Psyche. Una pequeña gota de aceite caliente se escapó de la lámpara y se deslizó hasta
caer sobre el hombro desnudo del dios.
‘¡OW!’ Eros se levantó de un salto y sus ojos se abrieron totalmente.
Marido y mujer se miraron el uno al otro, congelados momentáneamente bajo la luz roja
de la lámpara.
En un microsegundo, la expresión de Eros cambio desde el shock al lamento y del
lamento a la amargura. Agarró su arco y flechas, extendió sus alas e hizo a Psyche a un
lado de un empujón.
‘No’ Psyche dejó caer la navaja y la lámpara. Gritando a todo pulmón, consiguió agarrar
el tobillo izquierdo del dios apenas este comenzó el vuelo. ‘Por favor, lo lamento’
Eros salió volando por la ventana, arrastrando a Psyche con él. Cuando cruzaron
el jardín por los aires, se soltó y cayó al suelo. A su pesar, Eros dudó un momento.
Descendió hasta la copa de un ciprés y miró abajo para asegurarse de que Psyche estaba
bien. No es que importara, pues su relación se había acabado.
Ella yacía destrozada en el suelo, llorando y gritándole, pero su corazón se endureció. La
quemadura de esa gota en su hombro aún ardía tanto que difícilmente podía pensar a
pesar del dolor.
‘Tonta Psyche,’ dijo desde la cima del árbol. ‘Te lo advertí. ¡Por todos los dioses, te lo
advertí!’
‘Eros, por favor, no lo sabía, ¡lo lamento!’
‘¿Lo lamentas?’ gritó él. ‘Desobedecí a mi madre por ti. ¡Lo arriesgué todo! Afrodita
me ordenó hacer que te enamoraras con el ser humano más despreciable que pudiera
encontrar. En vez de eso, yo me enamoré de ti. Yo creé todo este valle –el palacio, los
sirvientes, todo- para poder esconderte de la ira de mi madre. Pudimos haber vivido en
paz aquí. Pero en cuanto dijiste mi nombre, la magia se rompió. ¡Mira!’
Detrás de ellos, el palacio estaba en ruinas. Los jardines se marchitaron. El valle entero se
convirtió en una llanura estéril, desolada y gris bajo la luz de la luna.
‘Escuchaste a tus hermanas,’ dijo Eros. ‘Ellas querían esto. Ellas querían que fueras
miserable. Yo te advertí, pero decidiste creer en ellas en vez de a mí. Mi madre se
enterará acerca de ti. Es cuestión de tiempo. Ella sabrá la verdad. Ninguno de los dos
podrá escapar de su ira. Corre mientras puedas, Psyche. Ella no se detendrá hasta
derribarte. La has deshonrado. Y me has deshonrado a mi’
‘¡Te amo!’ Psyche gimió. ‘Por favor, podemos hacer que este matrimonio funcione.
Podemos…’
Eros extendió sus alas y voló hacia la noche, dejando a Psyche desconsolada,
embarazada y sola.
Edificante historia, ¿no es cierto? ¿No te sientes increíble ahora?
Solo espera, se pone peor.
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Después de que Eros se escapara, Psyche vagó aturdida. Al final del valle, encontró la
orilla de un río y decidió arrojarse ahí para ahogarse.
Ahora, chicos, saltar a un río para morir nunca es la respuesta. Especialmente si el río es
como de dos pies de profundo, como este. Psyche sólo saltó y quedó sentada llorando
luciendo como una tonta.
Pasó entonces que Pan, el sátiro dios de la vida salvaje, estaba durmiendo una siesta por
ahí después de una fiesta de tres días. El chapoteo y el llanto terminaron por despertarlo.
Caminó tambaleándose hasta el río, donde vio a una hermosa joven de aspecto
desconcertado y se preguntó si estaba alucinando.
‘Oye, preciosa. ¡Hip!’ Pan se recostó sobre un árbol para no caer. ‘Luces –¡Hic!- triste.
Déjame adivinar. No me digas. Problemas de amor, ¿cierto?’
Psyche Estaba tan perturbada que no le importó que un hombre cabra borracho le estaba
hablando.
Solo asintió miserablemente.
‘Bueno, ¡pues no te quites la vida por ello!’ dijo el dios. ‘Esa no es la solución. ¿Sabes lo
que deberías hacer? ¡Ora a Eros, el dios del amor! Él podrá ayudarte’
Psyche comenzó a llorar otra vez.
Pan se cayó de espaldas. ‘Bueno… me alegro de haber tenido esta charla. Solo… me iré
por ahí’ Y retrocedió rápidamente. Ya tenía suficiente jaqueca sin los gritos y el drama.
Llegó el amanecer, y Psyche comenzó a calmarse. Hasta la Diosa Eos se sentía algo mal
por la chica, y la calentó un poco con sus rayos antes de seguir con su trabajo. Su miseria
nos disminuyó, pero se endureció y enfrió y lentamente se convirtió en determinación.
‘Tal vez el hombre cabra tenga razón’ se dijo. ‘Eros es el único que puede ayudarme.
Tengo que encontrarlo y hacer que me perdone. No tomaré un no por respuesta. Pero
primero…’
Sus ojos cobraron un tono frío. Probablemente fue bueno que nadie estuviera cerca,
porque habrían llamado a línea de emergencia contra maniacos homicidas. ‘Primero
tengo que agradecerle a mis hermanas por su ayuda’
Resulta que Psyche tenía un lado cruel. Era difícil hacerla enojar, pero la destrucción de
su matrimonio, definitivamente pasaba el límite.
Caminó a través del campo por días hasta que encontró la ciudad-estado donde el
esposo de su hermana mayor era rey. En primera instancia los guardas la sacaron, pues
parecía una vagabunda, pero al final se dieron cuenta de quién era. (La reconocieron
por el reciente artículo publicado ‘¡Las 5 nuevas hermosas diosas a adorar!’). La llevaron
adentro a ver a su hermana.
‘Oh, querida, ¡mírate!’ dijo su hermana, secretamente complacida. ‘Mi pobre Pysche,
¿qué sucedió?’
‘Es una larga historia,’ dijo Psyche, apartando una lagrima de su mejilla. ’Seguí tu
consejo, pero no salió de la forma que esperaba’
‘¿Tu esposo? Es… ¿es un monstruo? ¿Está muerto?’
‘Nada de eso’ Pysche suspió. ‘Vi su verdadera forma. No vas a creer esto, pero era el
dios Eros’
Describió lo maravilloso que era —cada detalle. Ni siquiera tuvo que disimular su dolor.
Le dijo a su hermana la verdad de todo lo ocurrido… excepto por el final.
‘Antes de que se fuera volando,’ dijo Psyche, ‘Eros me contó que me dejaría. Dijo que se
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Estarás pensando, Intentaba huir de su mamá, ¿así que va directo a su casa? Que
listo. Pero supongo que volaba en piloto automático. O quería su propia cama, de la
misma forma que tu cuando estás enfermo. O tal vez se dio cuenta de que lo mejor era
enfrentarse a su madre y terminar con eso.
Sea cual sea el caso, el chisme se esparció rápidamente de que Eros tenía el corazón roto
por una chica mortal. Probablemente fue Céfiro o uno de sus espíritus. Esos solo tienen
aire en la cabeza y no pueden mantenerse callados.
Afrodita estaba vacacionando en la sagrada isla de Citera cuando escuchó sobre su hijo
convertido en el hazmerreír de todo el cosmos. Partió en su búsqueda —en parte porque
se preocupaba por él, pero mayormente porque su reputación se reflejaba en ella.
Llegó al palacio adriático y penetró en el cuarto de su hijo. ‘¿Quién es ella?’
‘Mamá,’ gruñó él por debajo de las sabanas, ‘¿nunca tocas?’
‘¿Quién es la descarada que rompió tu corazón?’ Le preguntó Afrodita. ‘No había estado
así de molesta con una mortal desde lo de esa niña Psyche meses atrás’
‘Bueno, de hecho, sobre eso…’
Eros le contó la verdad.
Afrodita rompió el techo. Literalmente. Rompió el tejado en pedazos con una linda
explosión rosa, dándole a Eros el tragaluz que siempre quiso en su cuarto.
‘¡Tú, niño mal agradecido!’ Gritó. ‘¡Siempre metiéndote en problemas! Nunca
me escuchas. Te metes con los sentimientos de todos, ¡Incluso los míos! Debería
desheredarte. Debería quitarte la inmortalidad, tu arco y flechas y dárselas a mis
sirvientes. Cualquier esclavo mortal podría hacer tu trabajo. No es tan difícil. Nunca te
esfuerzas. Nunca sigues instrucciones. Tú…’ Blah, blah, blah.
Y siguió así como por seis horas.
Al final notó el rostro pálido y sudoroso de Eros, lo que no es para nada normal en un
inmortal. Le titiritaban los dientes. Su mirada era dispersa.
‘¿Qué te sucede?’ Afrodita se acercó a la cama, retiró las frazadas y vio la supurante y
humeante herida en su hombro. ‘¡Oh, no! ¡Mi pobre bebé!’
Es divertido como el humor de una madre puede cambiar tan rápido. Quieren
estrangularte y entonces ¡BOOM! Una pequeña herida mortal y ya te arrulla como a un
pobre bebé.
Le trajo un trapo frío, un poco de alcohol desinfectante, vendas y sopa de pollo con
ambrosia. Invocó a Apolo, el dios de la medicina, quien se extrañó bastante por la
herida.
‘Normalmente esto no te lo causa una gota de aceite’ dijo.
‘Gracias, doctor increíble’ gruñó Afrodita.
‘No hay de qué’ respondió Apolo. ‘Ahora, debo volver con mis admiradores… digo, a
mi concierto en el Monte Olimpo’
Nada parecía sanar la herida de Eros, Ni siquiera la crema mágica de belleza de
Afrodita, que normalmente limpiaba manchas al instante.
Afrodita puso a Eros tan cómodo como pudo. Entonces centró su atención en la mancha
que sí podía eliminar —esa bruja mortal Psyche, quien empezó todo este problema.
Estaba por salir cuando sonó el timbre. Las diosas Deméter y Hera llegaron con flores y
globos y tarjetas de mejórate pronto.
‘Oh, Afrodita’ Dijo Hera. ‘Supimos lo de Eros’
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‘Sí, seguro que sí’ murmuró Afrodita. Se imaginó que todas las diosas estaban
encantadas de oír sobre el nuevo escándalo familiar.
‘Lo sentimos mucho,’ Dijo Deméter. ‘¿Hay algo que podamos hacer?’
Una serie de sugerencias de mal gusto aparecieron en la mente de Afrodita, pero se lo
guardó para sí.
‘No, pero gracias.’ Logró decir. ‘Voy a encontrar a esta mortal Psyche y destruirla’
‘Estás enfadada,’ Dijo Hera, porque ella es tan perceptiva. ‘¿Pero no se te ha ocurrido
que esta chica podría hacerle bien a Eros?’
Afrodita se quedó muy quieta. ‘¿Disculpa?’
‘Bueno, Eros es un hombre adulto,’ Continuó Hera. ‘La mujer apropiada podría ayudarle
a sentar cabeza’
Deméter asintió. ‘Su felicidad incluso podría sanar su herida en el hombro. Apolo nos
contó que la quemadura no estaba respondiendo a la medicina divina’.
Los ojos de Afrodita brillaron rosa de rabia.
Las diosas sabían que se estaban metiendo demasiado, ¿Por qué arriesgarse en entrar a
la lista negra de Afrodita? Simple. Le tenían más miedo a Eros. Vieron esto como una
oportunidad de ponerse de su lado.
Eros era impulsivo. Era peligroso. Podía dispararles con una de sus flechas y estropear
su vida entera haciendo que se enamoren de algún feo mortal o un par de pantalones o
cualquier otra cosa.
La profecía decía que Psyche se casaría con un monstruo. Y se aplicaba muy bien al caso
de Eros. Todos tenían miedo de él, hasta los dioses.
Afrodita miró a Deméter y Hera. ‘Voy a destruir a Psyche. Nadie se meterá en mi
camino. Nadie. ¿Entendido?’
Salió hecha una tormenta del palacio y comenzó su búsqueda.
Afortunadamente para Psyche, a Afrodita se le daba realmente mal buscar cosas.
Si estuviera buscando su cepillo para pelo o su par favorito de zapatillas, habría
sido fácil. ¿Pero buscar a una mortal entre un mundo lleno de ellos? Eso era difícil. Y
aburrido.
Inspeccionó toda las ciudades de Grecia, volando a por encima de ellas en su carroza
dorada tirada por palomas gigantes (Lo que es algo aterrador. ¿Te parece romántico ser
tirado por enormes aves blancas del tamaño de autos? Y el excremento que esas cosas
tirarían… okay, me detendré)
Afrodita se distraía constantemente por las ventas en el centro comercial, o cualquier
cosa linda, como la brillante joyería y los vestidos que las chicas mortales estaban
usando esa temporada.
Mientras tanto, Psyche seguía sus tristes y solitarias andanzas, buscando a su marido
entre todos los templos y gimnasios que encontraba.
A este punto, su embarazo empezaba a notarse. Sus ropas estaban rotas y mugrientas.
Sus zapatos se caían a pedazos. Tenía hambre y sed, pero no se rendiría.
Un día vagaba por las montañas del norte de Grecia cuando divisó las ruinas de un
antiguo templo. Oye, pensó, tal vez es un templo de Eros.
Escaló con dificultad por los escarpados montes hasta que alcanzó el edificio
abandonado. Tristemente, no era un templo de Eros. A juzgar por las gavillas de trigo
esculpidas en el altar y la cantidad de polvo en el piso, era un templo de Deméter que no
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encontrarás un rebaño de ovejas. Treme algo de su lana. ¡Regresa antes del anochecer o
te mataré! Amenos que quieras rendirte, en tal caso…’
‘Conozco el esquilado.”’ Los huesos de Psyche ardían y sus ojos se empañaban del
hambre, pero logró inclinarse ante la diosa. ‘Traeré vuestra lana.’
Afrodita olvidó mencionar un par de detalles acerca de las ovejas. (Probablemente solo
se le fue.) Por ejemplo, que la lana estaba hecha de oro puro. También, las ovejas tenían
cuernos, dientes afilados, colmillos venenosos y pezuñas de acero. Psyche se dio cuenta
de que sería imposible para ella incluso acercarse al rebaño.
‘Bueno…’ echó un vistazo al rio. ‘Me pregunto si este río será suficientemente profundo
para ahogarme en él.’
‘Oh, no hagas eso,’ dijo una voz. Parecía venir de detrás del racimo de cañas a orillas del
río.
‘¿Quién eres?’ preguntó Psyche. ‘¡sal de detrás de esas plantas!’
‘No puedo,’ dijo. ‘Yo soy la planta’
‘Oh’ Psyche. ‘¿Vas a disuadirme de ahogarme?’
‘Ahogarse a sí mismo nunca es la solución,’ dijo la planta. ‘Pero en verdad, vengo a darte
algunas pistas sobre la colecta de lana, Hera me pidió que te ayudara.’
Psyche se relajó. Hablar con una planta sobre lana seguro era lo menos extraño que le
había pasado los últimos días. ‘Gracias. Adelante.’
‘Como supondrás, si te acercas a esas ovejas ahora, te harán pedazos. Pero en la tarde,
cuando está cálido y quieto, estas se vuelven lentas y adormiladas. Se reúnen todas en
una arboleada de plataneros al oeste. ¿Los ves?’
‘¿Esos árboles que no parecen plátanos para nada?’
‘Esos mismos. Cuando suceda, escabúllete por esos arbustos espinosos al otro lado del
prado.’
‘¿Esos cuyos espinas no puedo ver porque estoy muy lejos?’
‘Aprendes rápido. Agita algunos de esos espinos y tus problemas desaparecerán.’
‘Con todo respeto, O gran hierba sabia. ¿Pero cómo agitar unas espinas solucionará mis
problemas?’
Las cañas no respondieron. Habían vuelto a ser normales plantas sin concejos que dar.
Psyche supuso que debía apegarse al plan. Si Hera estaba tratando de ayudarla, seria
de mala educación no hacerlo. Esperó hasta la tarde. Ciertamente, las ovejas asesinas se
reunieron para una siesta junto a los arboles plataneros.
Psyche se arrastró hasta el otro lado del prado. Tomó la rama espinosa más cercana y la
sacudió.
Pequeños mechones de lana dorada cayeron al suelo. Las ovejas debieron haber usado
las espinas para rascarse… las partes traseras. Psyche continuó lo más silenciosa que
pudo, agitando y recogiendo lana hasta que obtuvo tanta como pudo cargar. Entonces se
apresuró a llegar al palacio de Afrodita.
Cuando Psyche llegó, la diosa del amor comía su cena habitual: tres tallos de apio y una
taza de proteínas sabor café (lo que explicaría porque siempre estaba de mal humor).
Miró la lana dorada y no estaba segura de sentirse indignada o pasmada. Optó por
actuar fría e indiferente, lo que era su actitud cuando se trataba de los logros de otras
mujeres.
‘No es mucha lana,’ dijo la diosa. ‘Además, no puedo creer que hayas sido tan lista como
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para saber cómo reunir el oro sin ayuda. ¿Quién fue esta vez?’
‘Bueno, unas cañas…’
‘¡No importa!’ Chilló la diosa. ‘Eres una criatura vil. Tan solo el hablarte me hace querer
darme un baño.’
Tomó su jarra de agua y vació todo el contenido. ‘Una buena esposa debe ser capaz de
proveer de agua fresca para sus quehaceres domésticos. Tu tercera prueba: a una milla
de aquí hay una alta montaña cuya cascada cae por un acantilado. En la cima hay una
fuente sagrada —una de las nacientes del río Estigio, que eventualmente fluye hacia el
inframundo. Llena esta vasija con esa agua. ¡No del fondo de la cascada! Sabré si haces
trampa. Trae el agua mientras esté fría. O si no…’
‘Me matarás,’ dijo Psyche con cansancio. ‘Y no, no me rendiré. Aun amo a tu hijo. Haré
lo que sea para ganarme su perdón. Volveré enseguida con tu agua del Estigio.’
Tampoco sabía esta mujer, que Eros había estado espiando. Hasta su cuarto se
escuchaban las voces del comedor. De alguna manera sabía que una de ellas pertenecía
a Psyche. A pesar de lo tortuoso de su dolor en el hombro, logró arrastrarse fuera de su
cama y caminar hasta el salón y echar un ojo tras la puerta y ver lo que estaba pasando.
Mirar a Psyche inmediatamente revivió su espíritu. Su hombro se sintió un poco mejor.
Esto molestó a Eros, pero no podía evitarlo. Él aun la amaba.
Cuando oyó a su madre dándole la prueba de la cascada, se sintió horrible. ¡Ese reto era
imposible!
Afrodita podía ser una…. Bueno, muchas cosas que no pueden decírsele a una madre.
Eros también estaba impresionado por la determinación de Psyche por recuperar su
amor.
Quería entrar a la sala y demandarle a su madre que parara con sus estúpidas pruebas
de Ama de Casa de Hierro, pero no podía porque: 1) Seguía tan débil que podría caer de
cara y desmayarse, y 2) Lucía terrible y no quería de Psyche lo viera así.
(Psyche también se veía bastante mal, pero Eros no opinaba igual. Es divertido como el
amor puede hacerte eso. Una vez vi a mi novia con el caso más adorable de cabello nido
de ratas de la vida y… lo siento, me distraje.)
Eros se lanzó a su habitación. Abrió la ventana y clamó a los cielos: ‘¡Lord Zeus,
escúchame! Te he hecho algunos favores antes. Ahora necesito un favor tuyo!’
Mientras, Psyche fue en camino hasta al pie de la montaña. Miró hacia los precipicios
perfectamente verticales y se dio cuenta de que su querida suegra otra vez le había dado
una prueba que ningún mortal podía realizar. ¡Hurra!
Desde la cima de esos precipicios, como a media milla de distancia, capas de agua
caían ferozmente, rugiendo con un sonido casi humano: ¡REGRESA POR DONDE HAS
VENIDO! ¡NI SIQUIERA LO PIENSES! ¡ESTA AGUA ES TAN HELADA QUE NO
QUIERES SABER!
Afrodita no mintió. Este lugar era uno de los orígenes terrestres del Rio Estigio, pero eso
no lo hacía menos mortal. Solo estar cerca de él llenaba a Psyche de desesperación. Tal
vez podría obligarse a sí misma a llenar la jarra con agua desde el fondo de la cascada en
vez de tomar la de la cima.
Afrodita había especificado que debía ser agua de la cima, y Psyche no quería hacer
trampa. No porque pudieses ser descubierta, sino porque no estaba en su naturaleza.
(De nuevo, lo sé. Extraño concepto, pero así son los héroes. Tipos locos, esos)
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Mientras se quedaba viendo la cascada, un ave enorme salió haciendo espirales de las
nubes. Psyche vio que era un águila dorada, el animal sagrado de Zeus.
El animal aterrizó en una roca cercana. ‘¿Qué onda?’ dijo.
‘Eh, hola’ dijo Psyche. ‘¿Eres de Zeus? Estoy segura de que no reparé ningún templo o
altar suyo últimamente.’
‘Relájate’ dijo el águila. ‘Tienes un amigo poderoso que movió algunos hilos a tu
favor con el gran jefe. Admiro tu espíritu, pero a menos que tengas un par de alas, no
conseguirás esa agua por ti misma. Presta el jarro.’
El ave lo tomó y salió disparado hacia la cima de la cascada. Lo lleno con el agua fría
como el hielo de la fuente sobrenatural del Estigio –fresca, directa de la fuente y regresó
con Psyche.
‘Aquí está,’ dijo el águila. ‘Te daría un aventón hasta el palacio de Afrodita, pero es
mejor que ella no me vea. Paz’
Y el águila se alejó volando.
Cuando Psyche volvió al palacio de Afrodita con una jarra de ultra helada agua de la
muerte, la diosa se quedó petrificada.
‘No puede ser,’ dijo. Lavó sus manos con el agua, cosa que solo los dioses pueden hacer
sin sentir un terrible dolor (sé de lo que hablo). Intentó encontrar algo malo en el agua,
pero no pudo. Pudo percibir que venía de la cima, tal como había pedido. ‘¿Qué clase
de brujería es esta?’ la diosa entre cerró los ojos. ‘¿Cómo has logrado pasar todas mis
pruebas, Psyche?’
‘Oh, ya sabes. Perseverancia, vida sana. ¿Me devuelves a mi esposo ahora, por favor?’
Psyche creyó que tres pruebas eran suficientes. Digo, es lo usual, ¿no? Has estas tres
cosas. Responde estas tres preguntas. Derrota a las tres gorgonas. Comete esos tres
cerditos. Las cosas importantes vienen de a tres.
Pero Afrodita no pensaba igual. O tal vez intentaba hacer esta historia más difícil de
contar para posibles semidioses que tengan que contarla en el futuro. (Gracias, señorita)
‘¡Cuarta Prueba!’ gritó.
‘¿Qué?’ exclamó Psyche. ‘¡Vamos!’
‘Hazme este último favor,’ dijo la diosa, ‘y te habrás probado digna de esposa de mi hijo.
O, si quieres puedes rendir…’
‘Eres tan irritante’ murmuró Psyche.
‘¿Qué fue eso?’
‘Que empezaré cuanto antes’ dijo Psyche. ‘¿Cuál es la cuarta prueba?’
‘Obviamente la más importante cualidad de una esposa es la belleza,’ dijo Afrodita, de
forma obviamente estúpida. ‘He estado tan ocupada cuidando a mi hijo herido…’
‘¿Eros?’ Interrumpió Psyche, que no tenía idea de que estaba en el palacio. ‘¿Está herido?
¿Se encuentra bien?’
La diosa levantó una ceja. ‘Gracias a ti. La gota de aceite que dejaste caer en su hombro
ha estado quemando su esencia, así como tu traición. Es como una quintilla cómica.’
Psyche pestañeó. ‘Tal vez es más como una metáfora’
‘Lo que sea’
‘Debo verlo’ Insistió Psuche. ‘¡Debo ayudarlo!’
‘Oh, ahora quieres ayudarlo. Soy su madre y lo tengo bajo control, muchísimas gracias.
Como estaba diciendo, la cualidad más importante de una mujer es la belleza. He estado
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tan ocupada cuidando de mi hijo que ocupé toda mi crema mágica de belleza. Ya la usé
toda, y necesito más.’
‘Espera… ¿Intentaste curar a Eros con crema de belleza?’
‘¡Duh!’ Afrodita rodó los ojos. ‘Como sea, necesito más, pero está fuera de stock en,
como, casi todas las tiendas y necesito un sustituto adecuado. La única diosa que tiene
un sustituto que puedo usar sin que mi cara se arruine es Perséfone.’
‘¿La reina del Inframundo?’ Los tobillos de Psyche temblaron. ‘¿Quieres que… yo
vaya…?’
‘Sí’ Afrodita saboreó el miedo en sus ojos. ‘Baja hasta el Inframundo y pídele a Perséfone
que me preste un poco de su crema de belleza. Puedes ponerla aquí.’ Afrodita chasqueó
los dedos. Un pote de palisandro pulido con filigranas de oro apareció en las manos de
Psyche. ‘La última oportunidad de rendirte e irte al exilio.’
Psyche hizo lo que pudo por ocultar su miseria. ‘No. Prefiero morir tratando de
recuperar a Eros que rendirme. Le traeré su crema de belleza.’
‘Asegúrate de que sea sin aroma.’ Dijo la diosa. ‘Hipo alergénica. Y deprisa. Se estrena
una nueva obra en el Monte Olimpo y debo arreglarme’
Psyche caminó con pesar hacia su cuarta prueba.
Mientras tanto, Eros oía cada palabra detrás de la puerta otra vez. Aún estaba débil para
hacer mucho, pero no podía creer lo horrible que estaba siendo su madre. Debía ayudar
a Psyche. Después de todo, todo este tiempo había estado tratando de disculparse,
tratando de recuperarlo… Había sido un gran idiota. Debió haber enfrentado a su madre
desde el principio y exigir su derecho de casarse con la princesa mortal. No podía dejar
que hiciera esta prueba sola.
Aún carecía de fuerza física así que mandó su espíritu a la tierra, esperando hallar una
forma de comunicarse con su amada. Psyche anduvo a la deriva sin un destino real en
la mira. No es como si las entradas al Inframundo aparecieran en los GPS. Finalmente,
a orillas de una oscura llanura, llegó a una desmenuzada torre de vigilancia y decidió
escalarla. Tal vez podría ver algo desde arriba. De pie en el parapeto, recordó la cima
de la roca en donde Céfiro la recogió y se la llevó. Pareció que había sido hace mucho.
(Aunque en realidad lo fue, como, algunas páginas atrás).
Psyche pensó en lo fácil que sería arrojarse al vacío y acabar con su sufrimiento. Esa
sería una entrada al Inframundo —probablemente la única que podía encontrar. Pero
tenía que pensar en su bebé. Y no había llegado hasta tan lejos para rendirse. A parte, la
última media docena de intentos de suicidas no habían resultado bien.
‘No lo hagas,’ dijo una voz retumbante desde las rocas a sus pies. ‘Saltar desde torres
nunca es la respuesta.’
Psyche dio un paso atrás. ‘¿Hola? ¿Eres la torre quien está hablando?’
‘Sí,’ dijo la voz, resonando. ‘Soy la torre’
Algo en su voz sonaba muy familiar, en todo caso.
El corazón de Psyche saltó de alegría. ‘Eros, ¿eres tú?’
Hubo un momento de silencio.
‘No,’ dijo la masculina voz, ahora más grave. ‘No conozco a ningún Eros. Solo
escucha…’ La torre se aclaró la garganta. (O lo que sea tengan las torres en lugar de
garganta. ¿Escaleras?)
‘Dirígete a la ciudad de Esparta y encuentra el Monte Taenarus. En la base de la
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montaña, verás una fisura volcánica, que es una ventana de ventilación del Inframundo.
No será fácil pero puedes descender desde allí a los dominios de Hades.’
‘Oh… Okey’
‘Antes de que bajes, asegúrate de llevar dos pasteles de miel y dos dracmas. Puedes
comprar los pasteles en Esparta, creo que hay una buena tienda en la calle Salida 43’
‘Está bien, ¿Qué hago con esas cosas?’
‘Lo sabrás cuando llegue el momento. Pero escucha, no dejes que nada te detenga hasta
llegar a Perséfone. Mi madre te pondrá toda clase de distracciones.’
‘¿Tu madre?’
Otro silencio. Su voz se agravó otra vez. ‘Obviamente las torres no tenemos madres, me
refiero a la madre de tu esposo, Afrodita’
Ahora Psyche estaba segura de que su lejano esposo estaba tratando de ayudarla. Lo
amó por eso. Incluso su voz falsete era tierna. Pero decidió seguirle el juego. ‘Te escucho,
oh gran torre. Que de ninguna forma me recuerda a mi maravilloso marido.’
‘Bien, entonces.’ Dijo la voz. ‘Como estaba diciendo, Afrodita creará distracciones para
probar tu determinación. Sabe que eres amable y generosa. Intentará usar eso contra ti.
No importa quién te pida ayuda, no debes escucharlos. ¡No te detengas!’
‘Gracias, torre. Si fueras mi marido, cosa que claramente no es cierta, te diría que te amo
profundamente y que lo siento mucho. Y también, ¿Qué tal está tu hombro?’
‘Duele mucho,’ dijo la torre. ‘Pero creo que…’ Voz grave. ‘Las torres no tenemos
hombros, tontita’
La torre que quedó en silencio. Psyche besó el parapeto. Luego comenzó su paseo súper
divertido al Monte Taenarus y el Inframundo.
¿Podemos hablar de esto un segundo?
Muchos héroes han viajado al Inframundo. Te contaré sobre algunos de ellos luego. La
mayoría eran sujetos grandes con espadas y mucha actitud. Yo mismo tuve que hacerlo
con mucha actitud y una espada.
Pero Psyche lo hizo con nada más que dos tortas y un par de dracmas. Y lo hizo estando
embarazada de siete meses.
Respeto.
Mientras caminaba por las estrechas cornisas dentro de la fisura volcánica, pasó por allí
un conductor de trasero de asno.
(No me mires así. Eso es lo que dicen las historias. Un hombre cojo que llevaba a su asno
guiándolo por la cola).
De cualquier manera, Psyche pensó que era raro ver a un hombre cojo en una ventana
volcánica agarrándole la cola a un asno.
El sujeto la llamó. ‘Hey, hola, señorita. Pareces buena y altruista. Mi asno botó toda su
carga. ¿Me ayudarías a recoger estos palos y montarlos encima de mi asno?’
Supuso que Afrodita estaba tentándola, para ver si Psyche se reía y caía al vacío. Pero
Psyche ni siquiera le respondió. Recordó la advertencia de Eros y siguió caminando.
El conductor de asno desapareció inmediatamente, lo que quizás sea un alivio para
quienes les estén leyendo esta historia a los niños.
Continuando…
Psyche llegó al final del abismo y caminó lento, dando pasos cortos en la oscuridad hasta
que llegó a la orilla del río Estigio. Una extensión negro sombría envuelta en hielo y
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niebla.
Allí, el demonio barquero Caronte conducía las almas de los muertos a su barca
Miró a Psyche. ‘Viva, ¿eh? Lo siento cariño. Muchas formalidades burocráticas si te dejo
pasar.’
‘Tengo una moneda’ Psyche sacó uno de los dracmas.
‘Hmm.’ Caronte amaba el dinero brillante. Los muertos usualmente le daban monedas
que habían sido enterrados con ellos bajo sus lenguas. Para cuando Caronte las recogía,
ya estaban sucias y corroídas y tenían olor a muerto. ‘Bien, entonces. Dejemos esto entre
nosotros, ¿te parece?’
Cuando la barca estaba en medio del rio, Psyche cometió el error de mirar por los lados.
Desde las profundidades del agua, un hombre viejo surgió, agitando los brazos.
‘¡Ayúdenme!’ dijo llorando. ‘No sé nadar’
El gentil corazón de Psyche se conmovió y le hizo querer sacarlo del agua, pero creyó
que era otra prueba.
Los ojos en el premio, se dijo a sí misma. Eros me necesita.
El anciano hizo unos sonidos guturales y desapareció bajo la superficie. Todo el mundo
sabe que nadar en el estigio sin brazaletes inflables es mala idea. Al otro extremo del
de río, las negras paredes de Erebo se erigían en la penumbra. Psyche desembarcó e
inmediatamente vio a una anciana mujer en la playa, tejiendo un tapiz. Eso era bastante
inesperado, pensó Psyche. Esto debe ser otra prueba. ‘Oh, por favor querida,’ dijo la
mujer. ‘Ayúdame a tejer solo un poquito. Mis dedos están adoloridos. Mis ojos están
cansados. ¿Podrías darme un poquito de tu tiempo?’
Fue doloroso para Psyche, porque la voz de la mujer le recordaba a su propia, pero
siguió caminando.
‘¡Bien, pues!” dijo la anciana. “¡Que así sea!’
Desapareció en una nube de humo.
Al final, Psyche llegó a las puertas de acero del Inframundo, donde las almas de los
muertos pasaban como autos en el Jersey Turnpike. Sentada en medio de las puertas,
estaba la mascota de Hades. El monstruoso Rottweiler de tres cabezas llamado Cerbero.
Cerbero olfateó y olfateó a Psyche, sabiendo que era un humano y que sería una
deliciosa comida.
Deliciosa comida, pensó Psyche. Cuando era una niña pequeña, en el palacio, solía darle
las sobras de la mesa a los perros. Siempre la amaron por eso.
‘Hey, chico’ dijo, tratando de ocultar su temor. ‘¿Quieres un trato?’
Las tres cabezas de Cerbero se inclinaron a un lado. Le gustaban los tratos.
Psyche lanzó uno de sus pasteles de miel. Mientras las tres cabezas se peleaban por ella,
ella se coló por las puertas.
A travesar los Campos de Asfodeo le tomó un buen tiempo —ese con el parloteo
silencioso de los muertos, las Furias y las patrullas de zombis en los bordes —pero
finalmente encontró el palacio de Hades. Encontró a la diosa Perséfone en su jardín,
tomando él te en el mirador en un bosque de plateados y esqueléticos árboles.
La diosa estaba en ‘modo invierno’. Su vestido era gris pálido con verde los colores de la
escarcha de hielo en la hierba. Sus ojos eran como oro acuoso como el sol de diciembre.
No pareció sorprendida al ver una mujer embarazada vagando en su jardín.
‘Por favor, toma asiento,’ dijo Perséfone. ‘Toma algo de té y bollitos’
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Té y bollos sonaban genial para Psyche, que había estado viviendo en el palacio de
Afrodita con nada más que cortezas de pan, pero había oído muchas historias sobre la
comida en el inframundo.
‘Gracias, pero no.’ Dijo. ‘Mi señora, Perséfone, tengo una petición inusual. Espero que
pueda ayudarme. Afrodita pregunta si le puede prestar algo de su crema de belleza.’
Detrás de Perséfone, un ramo de flores se marchitó.
‘¿Disculpa?’ dijo la diosa.
Psyche explicó su problema con Eros. Trato de no llorar, pero no pudo ocultar el dolor
en su voz.
Perséfone analizó a la mortal. La reina estaba fascinada. Perséfone tenía sus propios
problemas maritales. Tenía sus asuntos internos con Afrodita también. Supuso que la
diosa del amor había enviado a Psyche aquí, esperando hacerla enojar y que la matara.
Bueno… Perséfone no iba a hacer el trabajo sucio de Afrodita. Si la diosa del amor quería
magia, Perséfone tenía lo que necesitaba.
‘Abre la caja.’ Ordenó la diosa.
La diosa sopló en su mano una luz plateada. Perséfone la introdujo en la caja y cerró la
tapa.
‘Aquí tienes,’ dijo Perséfone. ‘Pero esto es importante, niña: No abras la caja. Lo que hay
adentro es solo para Afrodita. ¿Me entiendes?’
‘Entiendo,’ dijo Pscyhe. ‘Gracias, mi señora.’
Psyche se sintió exaltada. ¡Por fin! Se devolvió por el mismo camino fuera del
inframundo, usando su segundo pastel para distraer a Cerbero y su segundo dracma
para pagarle a Caronte el pasaje. Escaló devuelta al mundo mortal y comenzó su viaje al
palacio de Afrodita. Cuando estaba a medio camino, un pensamiento le asaltó la mente.
“¿Qué estoy haciendo?” se dijo a sí misma. ‘Si funciona, tendré a Eros devuelta. ¿Pero él
me seguirá queriendo? Me veo horrible. Estoy exhausta. He estado viviendo de basura,
mi ropa es un desastre, no he tenido un balo en, como, siete meses. Tengo un recipiente
lleno de belleza celestial en mi mano y estoy a punto de dársela a Afrodita, que ni
siquiera la necesita. Debería tomar un poco para mí.’
¿Ingenua? Quizás. Pero pónganse en su lugar. Psyche había estado haciendo pruebas
por meses. Estaba privada de sueño y comida y probablemente no estaba pensando bien.
Además, mientras más te acercas al final de algo, tiendes a relajarte y cometer errores
porque quieres terminar pronto con ello. (Ups. Lo dije.)
Además —y estoy arriesgando un miembro aquí —creo que el defecto fatídico de Psyche
era la inseguridad. Tenía más coraje que cualquier otra cualidad, pero no confiaba en
sí misma. No creía que alguien como Eros podía amarla por quien era. Así es como sus
hermanas lograron manipularla.
Y esa es la razón de por qué abrió la caja de belleza.
Desafortunadamente, Perséfone no puso nada de belleza allí. Lo lleno con sueño del
Estigio —La esencia del inframundo. Perséfone lo hizo con la intención de darle un
pequeño agradecimiento por involucrarla en sus problemas.
No estoy seguro de cómo le hubiera afectado a una diosa como Afrodita —tal vez la
pondría en coma, o paralizado la cara y hablaría divertido por unas semanas. Pero
cuando Psyche abrió la caja de esencia de Estigio, este llenó sus pulmones y se desmayó
en el acto y su vida empezó a menguar.
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mariposa (lo que es algo extraño, pero como sea). Abrazó a su esposo, Eros, quien había
sanado completamente y estaba más feliz que nunca.
‘Mi amor,’ dijo. ‘Mi esposa por la eternidad.’
‘¿Aún sigo siendo la jefa?’
Eros rio. ‘Definitivamente eres la jefa.’
Se besaron y abrazaron, y desde entonces Psyche fue la diosa del alma humana —a
la que buscas cuando necesitas algo de fuerza y comprensión, porque ella entiende el
sufrimiento humano mejor que cualquier dios.
Psyche dio a luz a su hija, Hedone, quien se convirtió en diosa del placer. Tienes que
admitirlo, después de todo, se merecía un poco de placer.
Y eso es todo. El fin.
Wow. Les había prometido muerte y sufrimiento, y les doy dos finales felices seguidos.
¿Qué hay con eso?
Mejor hablemos ahora de un total desastre de semidiós: un niño que destruyó la mitad
del mundo. Visitemos a Faetón. Él restaurará tu falta de fe.
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Este amigo estaba maldecido tan pronto como sus padres lo nombraron.
Quiero decir, ¿Faetón?
En la Antigua Grecia, eso significaba ‘El resplandor’. Su papá era el dios del sol, así
que supongo que tiene sentido. Aun así, cualquier niño con el nombre de una película
antigua con Jack Nicholson como un asesino psicópata con un hacha… no iba a tener
una vida feliz.
Su madre, Clímene, fue una ninfa del agua que vivía entre humanos. Tuvo una casa
en los bancos del río Nilo, camino a Egipto. Febió ser súper hermosa, porque Helios, el
Titán del sol, se enamoró de ella y él tiene un buen criterio respecto a las damas.
Helios gastó cada día cruzando el cielo en su carruaje solar (a.k.a un imán de chicas),
revisando todas las ‘chiquitas’ calientes. Antes del ocaso, se ponía su atuendo disco y
recorría los clubs nocturnos. Las chicas no podían resistirse a su atractivo titánico, su
poder, y su fama.
‘Me pareces tan familiar,’ las damas le decían. ‘¿Sales en televisión?’
‘Manejo el sol,’ les decía Helios. ‘Tu sabes, ¿esa gran bola de fuego en el cielo?’
‘¡Oh, dioses! ¡Ahí es donde te he visto!’
Una vez que conoció a Clímene, se estableció y se convirtió en hombre de una sola ninfa.
(Al menos por un rato, los dioses no son mucho de ‘hasta que la muerte nos separe.’)
Tuvieron siete hijas juntos, y no sé si ellas eran septillizas o de diferentes edades o que,
pero maldición, esas eran un montón de hijas. Nadie puede recordar cada uno de sus
nombres, así que sólo las llamaron ‘Heliades’, que significa ‘hijas de Helios’. Tenían
chaquetas de lentejuelas a juego, como un equipo de gimnastas y toda la cosa.
Finalmente, Helios y Clímene tuvieron un hijo, Faetón. No fue ninguna sorpresa que
obtuviera toda la atención, pues él era un bebé y el único varón.
Para cuando Faetón tenía la edad suficiente para recordar algo, Helios ya estaba fuera de
la foto familiar. Algo así como: ‘Bueno, Clímene, fue agradable tener ocho hijos contigo.
¡Diviértete con ellos! Voy a regresar a manejar mi imán de chicas’
Eso es un dios para ti.
Aun así, Faetón amaba escuchar las historias de su mamá sobre Helios. Clímene siempre
le decía a Faetón que era más especial que cualquier otro chico, porque su padre era un
inmortal.
‘Mira, Faetón’ dijo ella una mañana cuando él tenía alrededor de tres años ‘Ahí está tu
padre, ¡el dios del sol!’
‘¿El dios de la diversión?’ (juego de palabras entre sun: sol, y fun: diversión, si, lo se).
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‘Del sol, cariño. ¡Está manejando su carruaje a través del cielo! No, no lo mires
directamente. Quemarás tus retinas.’
Sus hermanas pudieron tenerle celos, pero ellas no podían dejar de quererle. Él era tan
lindo, la forma que saltaba por toda la casa gritando: ‘¡Soy el dios de la diversión! ¡Soy
el dios de la diversión!’ Amaba hacer cosas peligrosas, como correr con cuchillos, meter
uno que otro metal en corrientes eléctricas y pasar el límite de velocidad en su triciclo.
Las siete Heliades rápidamente aprendieron a cuidarlo. De hecho, la gente del pueblo
empezó a llamarlas ‘Helio-copteros’, porque siempre andaban alrededor de Faetón. El
niño creció con las ocho damas encariñadas con él, lo cual hizo que todo ese cariño se le
subiera a la cabeza.
Conforme creció, Faetón se obsesiono con las carreras de carruajes. ¿Por qué? Duh. Su
papá tenía el mejor carruaje existente. Desafortunadamente, su mamá no le permitió
correr. A ella le horrorizaban los peligros de los deportes. Cuando por fin fue a ver una
carrera, ella le hizo usar un casco de seguridad, porque nunca sabes cuando uno de esos
conductores podría perder el control y estrellarse contra la multitud.
Para cuando tenía dieciséis, Faetón estaba realmente frustrado con su mamá
sobreprotectora y sus siete hermanas helicóptero. Estaba decidido a obtener su propio
carruaje.
Un día después de la escuela fue a la pista. Un príncipe local, este chico llamado Épafo,
estaba presumiendo su nuevo modelo —un Mark V Zephyr con radiales de bronce,
sistema hidráulico LowRider y secuencia de luces en el yugo de los caballos— el paquete
completo. Una multitud estaba reunida a su alrededor. Todos los chicos estaban como,
¡WHOA! y todas las chicas estaban como, ¡Eres tan genial!
‘No es gran cosa,’ Épafo les decía a sus admiradores. ‘Su Majestad — que resulta ser mi
papá — me da todo lo que yo quiero.’
Tal vez has conocido a un par de príncipes, o chicos quienes piensan que lo son. Pueden
llegar a ser imbéciles.
Por dentro, Faetón hirvió de celos y enojo, porque él sabía que el carruaje de Épafo
costaba más de lo que la que la mayoría de la gente haría en una vida. Y en pocas
semanas el príncipe se aburriría de su nuevo juguete y este terminaría acumulando
polvo en el garaje real.
Épafo dejó que su grupito se turnara para llevar las riendas, que les dieran zanahorias a
sus caballos, o desencadenaran las cuchillas retráctiles en las ruedas.
‘Es el mejor carruaje en el mundo,’ él decía indiferente. ‘Nadie tiene uno mejor. Pero eso
no importa.’
Faetón no podía soportarlo más. El grito sobre la multitud, ‘¡Es una basura!’
La multitud callo.
‘¿Quién dijo eso?’ el príncipe demando.
Todos voltearon y miraron a Faetón, en plan: Un placer haberte conocido, amigo.
Faetón dio un paso hacia delante. Mantuvo la cabeza en alto, ignorando por completo el
hecho que estaba usando un casco de seguridad con las etiquetas reflectantes. ‘¿Llamas
a eso el mejor carruaje en el mundo? Es un pedazo de chatarra comparado con el de mi
padre.’
Épafo levanto una ceja. ‘Tú eres Faetón, ¿no? El de las siete lindas niñeras… Quiero
decir, hermanas. Vives en esa, ah, humilde casa por el rio.’
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Cuando Faetón llego a casa, azotó la puerta de su cuarto. Le subió todo el volumen
a la música y arrojo sus libros contra la pared una y otra vez. (De acuerdo, solo estoy
suponiendo todo eso, pero cuando estoy de mal humor, nada se siente tan bien como
transformar a Diversión con Ecuaciones Algebraicas en un frisbee de destrucción.)
Las siete hermanas de Faetón se reunieron afuera de su puerta, preguntándole que
andaba mal. Cuando él no respondió, ellas fueron a buscar a su madre.
Finalmente Clímene hizo salir a Faetón. Él le conto todo lo que había sucedido con el
príncipe Épafo.
‘Oh, cariño,’ Clímene dijo, ‘Espero que usaras protector solar cuando fuiste a la pista de
carreras.’
‘Mamá, ese no es el punto.’
‘Perdón, cariño. ¿Quieres un sándwich de queso? Eso siempre te anima.’
‘¡No quiero un sándwich de queso! ¡Quiero una prueba que mi padre es Helios!’
Clímene apretó sus manos. Ella siempre sospecho que ese día llegaría. Ella hizo lo mejor
que pudo para mantener a su hijo a salvo, pero severas advertencias y sobreprotección
no podían ir tan lejos. Tarde o temprano, los problemas siempre encuentran a un
semidiós (créanme, lo sé).
Clímene decidió intentar una última cosa para calmarlo.
‘Ven conmigo’ ella dijo.
Llevo a Faetón fuera. En la mitad de la calle, Clímene alzo sus brazos al sol de la tarde
detrás de los árboles de palma.
‘¡Escúchenme, Oh dioses!’ ella grito. ‘¡Mi niño Faetón es el hijo de Helios, Señor del Sol!’
‘Mamá’ Faetón murmuró. ‘Me estas avergonzado.’
‘Si lo que digo es una mentira,’ Clímene siguió gritando, ‘¡Dejo que Helios me golpee
con un rayo de fuego!’
Nada paso. Hubiera sido un poco guay si Helios reaccionaba de un modo u otro, pero a
los dioses no les gusta que le digan qué hacer, incluso si es algo divertido como golpear
a las personas con rayos de fuego.
Clímene sonrió. ‘Lo ves, hijo. Sigo con vida’
‘Eso no prueba mucho,’ Faetón murmuró. ‘Quiero conocer a mi papá. ¡Quiero oír la
verdad de él!’
El corazón de Clímene se sentía cerca de romperse. Se dio cuenta que era tiempo de
dejar a su hijo de escoger su propio camino, pero ella no quería. Quería envolverlo
en mantas y resguardarlo de forma segura para siempre en una caja de bolitas de
poliestireno. ‘Oh, Faetón…Por favor, no lo hagas. Es un peligroso viaje hacia el palacio
de Helios.’
‘Entonces, ¡conoces el camino! ¡Dime!’
Clímene suspiró. ‘Si tienes que ir, camina al este hacia el horizonte. Al final de la tercera
noche, llegaras al palacio del sol. Solo viaja de noche, no durante el día.’
‘Porque durante el día mi papá está manejando su carruaje a través del cielo. Solo está en
casa en la noche.’
‘Cierto,’ dijo Clímene. ‘También, está muy caluroso durante el día. Te deshidratarás.’
‘¡Mamá!’
‘Solo se cuidadoso, cariño. ¡No hagas nada imprudente!’
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Faetón había oído advertencias como esa un millón de veces, por lo que rodó justo al
lado de su casco de seguridad.
‘¡Gracias, Madre!’ Él le dio un beso de despedida. Luego abrazo a cada una de sus siete
hermanas, quienes lloraron al ver que se iba solo, sin vacunas de viaje, diuréticos o
incluso ruedas de entrenamiento.
Tan pronto como se encontraba fuera de vista, Faetón lanzó su casco de seguridad.
Entonces se aventuró a encontrar el palacio del sol, donde estaba seguro que podía ganar
fama y gloria.
Fama, claro. ¿Gloria? No demasiada.
Durante tres noches caminó al este del río Nilo. Ahora, la mayoría de las personas que
lo hicieron, se quedaron en el Mar Rojo y en un montón de balnearios de lujo. Faetón,
siendo el hijo de Helios, logró encontrar su palacio mágico de su padre en el borde del
horizonte, donde cada día Helios iniciaba su travesía para encontrar chicas candentes —
quiero decir, para su gloriosa ascensión al cielo.
Faetón llegó alrededor de las tres de la mañana. Incluso en la oscuridad antes del
amanecer, tuvo que ponerse sus gafas de sol para hacer frente a la luz resplandeciente
del palacio. Los parapetos brillaban como oro fundido. Llamas cercando las columnas
de bronce celestial que se alineaban en la fachada. Grabada en las puertas de plata —
diseñada por el mismo Hefesto— había escenas de la vida mortal que se movían como
imágenes de vídeo.
A medida que Faetón se acercaba, las puertas se abrieron. Dentro había una sala de
audiencias del tamaño de un campo de deportes. Varios dioses menores, asistentes de la
corte de Helios, se entremezclaban mientras esperaban para comenzar sus tareas diarias.
Las tres Horas, las diosas de las estaciones, tomaban un sorbo de café y comian tacos
como desayuno. Una señora en túnicas brillantes de colores azules y dorados —Hémera,
la diosa del día— charlaba con una hermosa chica alada con un vestido de color rosa.
Faetón supuso que ella debía ser Eos, la diosa de la aurora, porque tenía las manos más
rojas que él jamás había visto. Eso o que ella había estado pintando con los dedos usando
sangre, en cuyo caso Faetón no quería saber.
En otro rincón había una multitud de chicos emparejando trajes azules con diferentes
tiempos pintados en sus espaldas —12:00 pm, 1:00 am, 4:00 pm— y las palabras SCRUB
TUB. Faetón supuso que eran los dioses de las horas.
Si, cada hora del día tenía su dios menor. ¿Te imaginas ser el dios de las dos pm? Todos
los escolares te odiarían. Sería como: ¿Puede dar por favor las tres y media? ¡Quiero ir a
casa!
En el centro de la habitación, el titán Helios estaba sentado en un trono construido
enteramente de esmeraldas (No, él no era llamativo en absoluto. El tipo probablemente
también tenía un inodoro hecho de diamantes. Te quedas ciego cada vez que tiras él).
Su túnica morada presumía su bronceado. Una corona de laureles dorada coranaba su
pelo oscuro. Él sonrió calurosamente (bueno, él es el sol; todo lo hace calurosamente), lo
que ayudaba a compensar lo horripilante de sus ojos. Sus pupilas ardían como hornos
industriales.
‘¡Faetón!’ llamó. ‘¡Bienvenido, hijo mío!’
Hijo mío. Ellas dos palabras le hicieron la vida entera a Faetón. El orgullo le llenó
con calidez, o tal vez se acaba de conseguir una fiebre de la sala del trono, donde el
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puliendo el asiento del carruaje, aspirando el interior y enyuntando los caballos de fuego
del tamaño de un elefante al poste del bebedero.
Las ruedas del carruaje se elevaban dos veces tan alto como Faetón. El eje y las llantas
eran de oro macizo, con radios de plata y freno Maserati con almohadillas. Los lados del
carruaje fueron con incrustaciones de metal trabajado por Hefesto — imágenes fluidas
del Olimpo en varias tonalidades de oro, plata y bronce. El interior de cuero negro tenía
un sistema estéreo de salida trucado, soportes para bebidas de veinticuatro quilates y un
ambientador de aire en forma de árbol de pino colgando del espejo retrovisor.
Faetón estaba ansioso por subir a bordo, pero cuando agarró los carriles el metal ardía
como una estufa.
‘Espera.’ Su padre sacó una botella de lo que parecía protector solar. ‘Permítanme
ponerte esto para que no estalles en llamas.’
Faetón se revolvió con impaciencia mientras Helios aplicaba la loción mágica para
la cara y brazos. Había tenido que pasar por esto cuando era pequeño. Mientras que
todos los otros niños estaban jugando en las orillas del Nilo, su madre le untaba y leía
estúpidas lecturas sobre los peligros de la insolación o cocodrilos o lo que sea. ¡Muy
molesto!
‘Ahí está,’ dijo Helios. ‘Eso debería evitar la muerte instantánea. Una vez que las ruedas
comienzan a girar, la temperatura del carruaje sube unos ciento cincuenta grados
Celsius, y eso que está dentro, es el aire acondicionado en plana explosión.’
‘No puede ser tan caliente,’ dijo Faetón, aunque sus manos estaban cubiertas de
ampollas.
‘Escucha, chico, no tenemos mucho tiempo antes de la salida del sol. Voy a tratar de
darle algunos consejos para salvar tu vida.’
‘¡Whoa!’ Faetón subió al carro y corrió hacia el tablero de instrumentos. ‘Le ha
incorporado ¿Bluetooth?’
‘¡Faetón, por favor!’ Helios salto a su lado, justa a tiempo para evitar que desplegara los
cohetes propulsores. ‘¡No toques los botones! Y, no importa que, no incites a los caballos
a ir más rápido.’
‘¿Hay un látigo? ¡Cool!’ Faetón lo agarró de su funda. Movió el látigo de oro y lenguas
de fuego ondularon en el aire.
‘¡No lo uses!’ Helios declaró. ‘Los caballos van lo suficientemente rápido. Por cierto, sus
nombres son Fogata, Amanecer, Fuego y Llama. No los llames Trueno, Brillo, Cometa y
Cupido. Odian eso.’
‘¿Por qué?’
‘No importa. Si tienes que hacer que aminoren su velocidad, utiliza las riendas. Mantén
una mano firme, o sabrán que no tienes experiencia. Y empezaran a portarse mal.’
‘Oh, por favor,’ dijo Faetón. ‘Estos caballos son un encanto.’
Los sementales sacudían sus crines de fuego. Ellos exhalaban penachos de ceniza
volcánica y hacian clop con sus pezuñas, quemando el suelo de mármol.
‘Um, seguro’ dijo Helios. ‘Lo más importante: se adhieren a la mitad del cielo. Una vez
que estás ahí arriba, verás mis pistas —algo así como marcas de neumáticos al vapor.
Síguelos. Los caballos conocen el camino. No vayas demasiado alto o tendrán que
configurar los cielos en llamas. No vayas demasiado bajo o destruirán la tierra.’
‘Lo tengo.’
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‘No vayas demasiado lejos del norte o del sur. La mitad del cielo. Mientras hagas eso, y
no nada estúpido, hay una pequeña posibilidad de que salgas con vida.’
Para Faetón, todo esto era lo usual, bla, bla, bla. Su mamá y hermanas le habían dado
conferencias desde el principio de los tiempos. Todo lo que podía pensar era en ese
látigo de fuego, los impresionantes caballos en cenizas y cuan épico seria conducir este
carruaje de oro en el cielo de la mañana.
El tono de alarma sonó en el smartphone de Helios: ‘Aquí viene el sol’. Se bajó del
carruaje.
La diosa del amanecer, Eos, entro corriendo al garaje. Ella pulsó un botón en la
pared y la puerta del garaje rodó arriba. Un foco encendido, iluminando el cielo de la
madrugada. Eos puso sus manos de color de rosa sobre la luz y comenzó a hacer diseños
de sombra. Faetón nunca se había dado cuenta que el amanecer diario era un concierto
tan extraño.
‘La última oportunidad,’ Helios imploró a su hijo. ‘Por favor, no hagas esto.’
‘¡Voy a estar bien, papá! ¡Por Dios! Voy a traerte de vuelta a tu carruaje, sin un solo
rasguño.’
‘Nada de música alta. Y mantén las manos en las riendas. Y si tienes que aparcar en
paralelo—’
‘¡Nos vemos, papá! ¡Gracias!’ Faetón sacudió las riendas. ‘¡Giddyap!’
Los caballos se tambalearon hacia delante, tirando de Faetón y del carruaje hacia el cielo
y Helios gritó después, ‘¡La tarjeta de seguro está en la guantera!’
El viaje fue aún más impresionante de lo que Faetón había imaginado.
Él gritó y gritó e hizo su danza feliz a la vez que el carruaje se disparó hacia arriba a mil
millones de millas por hora.
‘¡Sí, nena!’, Gritó. ‘¿Quién es el sol? ¡Yo soy el sol!’
Los caballos ya estaban volviéndose locos. Fogata, Amanecer, Fuego y Llama no
apreciaban cómo Faetón sostenía sus riendas. Tampoco eran grandes fans de su danza
feliz. Corrieron al doble de su velocidad normal, pero, desde que fueron subiendo hacia
arriba y Faetón nunca había conducido el carruaje antes, no se dio cuenta algo estaba
mal.
Pienso que la gente en la tierra debe haberlo notado. Se despertaron aproximadamente a
las 6 a.m. veinte minutos después de la hora del almuerzo.
El carruaje se estabilizó en la parte superior del cielo. Y también el entusiasmo de Faetón
lo hizo. Miro todos los botones del tablero de instrumentos que no se suponía que debía
tocar. Mantuvo una mano en las riendas y rebuscó en los CD´s de su padre, en busca de
un poco de música, pero la selección era desesperante: ‘Good Day, Sunshine’, ‘Walking
on Sunshine’, ‘You Are the Sunshine of My Life’ —todo lo relacionado al sol antiguo
seguía apareciendo.
Faetón trató de concentrarse en el rastro de humo de las ruedas a través del cielo,
siguiéndolas de la forma en la que su padre le había dicho; pero eso duro como cinco
minutos. Además, incluso con la CA a todo volumen, con su protector solar mágico, el
carruaje estaba caliente. Pronto se sintió sudoroso, irritable y nervioso.
‘Estoy aburrido’, dijo Faetón. ‘Esto es aburrido.’
Eso puede sonar increíble, pero puedo entenderlo. La mayoría de los semidioses tiene
TDAH. No importa cuán impresionante o aterradora sea una experiencia, después de
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unos minutos estamos listos para otra cosa. Sin embargo... cuando estás a toda velocidad
a través de la estratosfera en un carruaje de fuego de la muerte a millones de grados,
diciendo ‘estoy aburrido’ podría ser que estés tentando un poco tu suerte.
Faetón miraba hacia la tierra. La vista era terriblemente increíble. Nunca había estado
tan alto. Ningún mortal la tenía, claro esto fue antes de la creación de los aviones y
otras cosas. Estaba bastante seguro de que podía distinguir la línea azul del río Nilo. Su
ciudad natal estaría en el centro, justo por allí.
‘¡Hey, Épafo!’, Gritó hacia abajo. ‘¿Qué te parece este paseo?’
Pero, por supuesto Épafo no podía oírlo. Nadie en casa sabría que Faetón estaba
conduciendo el sol. En unos pocos días, después de la experiencia más emocionante de
su vida, Faetón volvería y presumiría sobre eso, y nadie le creería. Estaría de vuelta justo
donde empezó: ridiculizado, rechazado, obligado a llevar un casco de seguridad y un
chaleco salvavidas para el resto de su protegida, aburrida vida.
‘A menos que...’ Sonrió. ‘Al menos que hiciera algo inusual que demostraría que era yo
quien conducía el carruaje.’
Los caballos habían alcanzado la cima de su camino. El cielo era negro. El aire era tenue,
pero no creo que se pueda culpar a la falta de oxígeno por lo que hizo a continuación
Faetón.
Su error fatal fue la imprudencia. Eso es bastante obvio.
Claro, se puede acusar a su madre y hermanas de sobreprotección. Tal vez su
preocupación obsesiva hizo a Faetón imprudente. O tal vez entendieron lo suficiente
como para saber lo que sucedería si es que alguna vez dejaban de cuidarlo.
Cualquiera que sea el caso, Faetón decidió que sería una gran idea volar lo
suficientemente bajo sobre su ciudad natal para poder gritarle a la gente y dejar en claro
que estaba en el asiento del conductor.
‘En picada’, dijo a los caballos.
Los caballos ya estaban corriendo demasiado rápido. Estaban confundidos y molestos de
que su conductor no tenía la mano firme en las riendas. Pero sabían su camino habitual,
y tercamente se resistieron a él.
Faetón agarró el látigo. Lo lanzó, y lenguas de fuego aparecieron a través de los traseros
de los caballos.
‘¡En picada!’
Los caballos resoplaron y relincharon, como diciendo, tú lo has querido, amigo.
Fueron en picada. Afortunadamente, la mano izquierda de Faetón se envolvió alrededor
de las riendas. De lo contrario, hubieran volado fuera del carruaje junto con el látigo, las
alfombras de piso y la colección de CD´s de su padre.
Gritó mientras se convertía en el primer ser humano en experimentar la gravedad cero,
pero parte de él estaba muy emocionado. Podía ver claramente su ciudad —las casas, el
palacio y la pista de carreras fue todo en lo que se concentró mientras se precipitaba a la
tierra.
‘¡Con esto van a fijarse en mí!’, gritó.
Se dieron cuenta, de acuerdo. Su primera pista fue cuando las palmeras estallaron
en llamas. A continuación, el río Nilo comenzó a hervir. Los techos de las casas se
incendiaron. Faetón vio con horror como toda la parte norte de África, que siempre
había sido verde y exuberante, se secaba y quemaba, convirtiéndose en un vasto
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desierto.
‘No’, murmuró. ‘¡No, no, no! ¡Arriba! ¡Suban, Cometa o Brillo o cualesquiera que sean
sus nombres!’
A los caballos no les gustó. Ellos se resistieron y se volvieron, moviendo el carro de lado
a lado, con la esperanza tirar a su adolescente estúpido conductor.
Más por suerte que por diseño, que se dirigieron hacia arriba y hacia el norte. Subieron
al cielo por encima de Europa. A medida que iban más alto, la parte norte del continente
comenzaba a congelarse. La nieve se juntaba en la cima de las montañas. Los glaciares
se expandieron a través del paisaje, tragando ciudades enteras. La temperatura interior
se hizo incómodamente fresca, que no era bueno, teniendo en cuenta que se supone que
debería estar a ciento cincuenta grados Celsius. La escarcha se formó sobre los yugos de
los caballos. Su aliento de fuego se convirtió en vapor.
Estrellas aparecieron en el cielo del mediodía —constelaciones monstruosas de un toro
rampante, una serpiente enroscada, un escorpión preparado para atacar.
No estoy seguro de lo que Faetón vio allá arriba en el espacio, pero lo volvió loco de
terror. Se dio cuenta demasiado tarde que nunca debió haber pedido conducir ese
carruaje. Deseó no haber nacido.
Por favor, rezó, simplemente déjame volver con mi familia. Nunca más me portaré mal.
Abajo en la tierra, los mortales también estaban orando. La mañana más corta de la
historia se había convertido en la más larga, la peor tarde. Las partes meridionales de la
tierra se quemaron y murieron. Los partes del norte fueron congelados y convertidos en
helado. Las personas estaban muriendo. Los cultivos estaban quemándose. Los planes
vacacionales de las personas arruinados. Los meteorólogos pusieron en la posición fetal
en el piso del estudio de TV, sollozando y cacareando histéricamente.
De acuerdo con algunas versiones de la historia, el viaje de placer de Faetón también
quemó al pueblo de África por lo que la piel de sus habitantes se volvió más oscura. No
sé si sea cierto eso. Supongo que los griegos estaban tratando de explicarse por qué las
personas tienen diferentes colores de piel, pero yo creo que es igual de probable que
los seres humanos eran originalmente de piel oscura y un dios del lavado aclarara a los
europeos con Clorox por accidente.
De todos modos, Faetón estaba ahora totalmente fuera de control. El sol hizo bucles a
través del cielo he hizo zigzag por todos lados. Los mortales gritaban oraciones al rey de
los dioses: ‘¡Hey, Zeus! ¡Nos estamos muriendo aquí abajo! ¿Un poquito de ayuda?’
Zeus estaba sentado en su trono, con toda su atención en el último número de la revista
DT (Dios Trimestral), pero cuando oyó a tantos humanos llamándolo echó un vistazo
por la ventana.
‘¡Santo yo!’ Vio ciudades en llamas, gente muriendo, mares hirviendo, sus templos
convertidos en cenizas. ‘¡Mi templos! ¡Noooo! ¿Quién está conduciendo el sol?’
Utilizó su súper visión de dios para hacer un zoom en el carruaje. Rápidamente se dio
cuenta de que el tipo escuálido de las riendas no era Helios. ‘Oh, odio a los aspirantes a
conductor. ¡Hey, Ganímedes! ¡Entra aquí!’
El Copero del rey asomó la cabeza por la esquina. ‘¿Sí, jefe?’
‘Tráeme uno de mis relámpagos. Están junto a la mesa al final del pasillo, junto a mis
llaves.’
‘¿Cuál tamaño?’
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1) Era mujer.
2) Era una mujer que daba miedo.
3) Era una mujer que daba miedo y mataba hombres griegos.
Originalmente vivió en las tierras del norte alrededor del Mar Negro –La misma área de
donde saldrían personajes célebres como Atila el Uno. ¿Quiénes eran la gente de Otrera?
No lo sabemos. Probablemente porque los mató a todos. Solo sabemos que en algún
punto decidió que su vida como ama de casa de la Era de Bronce apestaba. Y quiso hacer
algo al respecto.
Tal vez te estés preguntando: ¿Qué hace que una mujer completamente normal se vuelva
loca, mate a todos los hombres de su tribu y funde una nación de mujeres asesinas?
¿Mencioné que la vida de un ama de casa en la Era de Bronce apestaba?
Si fueras una mujer en esa época, este era el mejor escenario posible: Podrías haber
nacido en Esparta. En cualquier caso Esparta es el mejor escenario, un feo callejón sin
salida. Pero al menos, las mujeres espartanas podían tener posesiones. Eran respetadas
como la madre de los guerreros.
Las mujeres jóvenes podían servir como acólitas en el templo de Artemisa, y para
complacer a los dioses, ayudar a limpiar a sangre de los sacrificios humanos ofrecidos en
el altar.
(Para más información, véase: espartanos, completos fenómenos esquizoides)
Si hubieras nacido en Atenas, cuna de la democracia, serias tratada casi como una
esclava (por que sí, tenían esclavos).
No se te permitía tener propiedades. No podías votar en las asambleas. No podías
montar un negocio. No se suponía que bajaras al Agora –la plaza de mercados y tienda
comerciales -aunque un montón de mujeres lo hacían de todas formas, porque, ya sabes,
el pollo al limón en la zona de comidas era delicioso.
Básicamente, las mujeres no podían hacer nada excepto quedarse en casa, cocinar,
limpiar la casa y lucir bonitas preferiblemente todo al mismo tiempo.
Ahora, yo –un asombroso semidios de la era moderna- puedo hacerlo sin problemas,
80
Como en la mayoría de los lugares entonces, la ciudad de Otrera estaba dominada por
los hombres. Las mujeres no tenían derecho.
Definitivamente no se les permitía luchar, pero en algún punto Otrera se sintió tan
frustrada teniendo que hacer la lavandería/cocinar/fregar el piso/lucir bonita para su
esposo.
Decidió aprender defensa personal por su propia cuenta, solo en caso… bueno, en caso
de necesitarlo algún día.
Una noche se escabulló de su casa al bosque con la espada de su marido y un arco.
Aprendió a estocar cortando árboles, imitando los movimientos que veía hacer a los
soldados más jóvenes.
Aprendió a disparar hasta derribar un animal en la oscuridad a doscientas yardas de
distancia. Una vez que tuvo mayor confianza en sus habilidades, buscó a otras mujeres
de su ciudad que estaban tan frustradas como ella.
Estaban cansadas de sus viejos, gordos y mal olientes maridos diciéndoles que hacer,
golpeándoles o matándolas o vendiéndolas como esclavas si se quejaban.
Otrera empezó a enseñar en secreto a sus amigas a pelear.
En la oscuridad del bosque, aprendieron a cazar como Artemisa, pero también oraban a
Ares por fuerza y coraje en la batalla.
Adorar a esos dos dioses juntos era una mescla muy inusual, pues, Artemisa nos dice
que los hombres son brutos. Entonces adoremos a Ares, el más estúpido y brutal de
todos los hombres.
Pero la combinación fue efectiva. Otrera y sus seguidoras se volvieron mujeres crueles y
sin miedo de nada.
Por un tiempo, actuaron como si todo fuera normal en casa. Luego, un día, sucedió algo
que hizo a Otrera estallar como bomba nuclear. No sé qué fue.
Tal vez su esposo le ordenó traer una cerveza del refrigerador demasiadas veces. Q
uizás le gritó por no verse suficientemente bonita mientras ésta fregaba el piso.
Calmadamente retiró la espada que su esposo guardaba en el closet.
La escondió debajo de su falda y caminó hasta donde su esposo estaba sentado.
“Quiero el divorcio” le dijo.
Su esposo eructó. “No te puedes divorciar. Yo tomo todas tus decisiones por ti. Me
perteneces. Además, nadie ha inventado el divorcio todavía.”
“Yo lo hice. Ahora”
Otrera alzó su espada y le cortó la cabeza a su marido. Nunca le volvió a pedir otra
cerveza bien fría, aunque sí derramó mucha sangre en el piso que acababa de fregar.
Otrera lo odió aún más por eso.
Con espada en mano, dio un paso afuera.
Lanzó un grito como de cuervo –el animal sagrado de Ares. Sus seguidoras oyeron
la señal. Se apoderaron de las espadas, dagas y machetes y de pronto, ser hombre se
convirtió en la ocupación más peligrosa en la ciudad.
La mayoría de los hombres fueron asesinados o encadenados.
Unos pocos afortunados lograron escapar. Huyeron hasta la ciudad más cercana y
explicaron lo sucedido.
Puedes imaginar como fue esa conversación.
“¡Mi esposa me apuntó con una espada!”
82
“¿y tú huiste?”
“¡Estaba loca! ¡Las mujeres los mataron a todos!”
“¿Unas amas de casa mataron a sus mejores guerreros? ¿Qué clase de hombres son
ustedes? Vayan y enséñenles una lección”
Los chicos de la ciudad vecina marcharon hacia la villa de Otrera, pero no se tomaron la
expedición muy enserio. Después de todo, iban a pelear contra mujeres. Creyeron que
entraría, repartirían algunos latigazos, tomarían unas cervezas y luego tomarían a las
más bonitas como esclavas e irían a casa.
No salió como lo esperaban. Otrera puso cuerdas y otras trampas por el camino. Levantó
una barricada en las puertas, con vigilantas por sus mejores arqueras y luchadoras. Los
hombres aparecieron. Las seguidoras de Otrera los masacraron.
Otrera marchó a la ciudad vecina.
Liberó a las mujeres, reclutando a aquellas que quisieron unírsele y dejando a las
demás ir libres. El resto de los hombres fueron asesinados o esclavizados. Unos pocos
sobrevivientes aterrorizados corrieron a las ciudades de alrededor, esparciendo la noticia
sobre la mujer loca Otrera y su pandilla de damas asesinas.
En la siguiente ciudad, los hombres intentaron detenerla.
Sus guerreras los asesinaron.
Rebobina y repite.
Pronto Otrera se encontró controlando docenas de ciudades, con un ejército novato
de mujeres violentas listas para seguirla a la gloria. Estaban bien motivadas a pelear,
porque sabían que si alguna vez perdían, sus enemigos hombres no les tendrían
misericordia. Serian golpeadas, vendidas como esclavas y después asesinadas. ¡Los tres
premios!
Otrera aún estaba aprendiendo a organizar su ejército cuando la población masculina de
las ciudades vecinas empezó a tomarla en serio. Reunieron un real no-de-broma ejército
de veteranos fuertes con armas de verdad y sin ilusiones de latigazos y cerveza.
Las espías de Otrera le advirtieron lo que sucedía.
‘Necesitamos más tiempo,’ dijo Otrera. ‘No hemos entrenados a nuestras mujeres
apropiadamente. Además, esta tierra es dura y estéril. No vale la pena defenderla.
¡Migremos a una tierra más rica y fundemos nuestra propia reinada*![En lugar de
kingdom, queendom]
Esto sonaba mucho mejor a sus seguidoras que una batalla todo contra todo que
seguramente perderían.
La tribu entera de mueres guerreras, junto con sus hijos, esclavos, botín, animales y sus
baratijas preferidas, migraron hacia el otro lado del Mar Negro, en la costa norte de lo
que hoy es Turquía. ¡La gloria les aguardaba! Y también, un montón de sangre y aves
come carne.
Otrera fundó una nueva capital llamada Sinope cerca del Rio Thermodon. Allí entrenó a
sus chicas, reunió más reclutas, expandiendo gradualmente su territorio y descubriendo
en qué lugar estaban los mejores restaurantes.
Asentó su reino en un buen lugar –al noreste de los griegos, al noroeste de los persas –
muy lejos de la mano del hombre (¿entienden? Del hombre).
Cada vez que conquistaba una nueva ciudad, tenía cuidado de no dejar ningún
superviviente masculino. De esa forma, la palabra demoró en esparcirse. Para cuando
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los vecinos se dieron cuenta de que eran una amenaza, era demasiado tarde. La nueva
nación estaba firmemente establecida. Levantaron su terrible bandera –un sujeto
dibujado con palitos y una gran “X” encima. Fueron conocidas y temidas desde entonces
como Las Amazonas.
¿Por qué ese nombre? Nadie está seguro.
No tiene nada que ver con el Río Amazonas allá en Brasil. (Oye, eso me tuvo confundido
durante años hasta que Annabeth me corrigió. Yo tenía esta imagen de mujeres
guerreras paseándose por la jungla con loros, monos y pirañas). Las antiguas amazonas
tampoco tienen nada que ver con la compañía moderna con el nombre Amazon.com,
como si esa compañía fuera una máscara para encubrir sus planes de dominación
mundial. (Cof, sí claro, cof)
Algunos griegos pensaron que el nombre Amazona venía de la palabra Amazos,
que significa, sin un seno. Por alguna razón tenían la idea de que (ALERTA
DESAGRADABLE) las mujeres amazonas se quitaban uno de sus senos para disparar
flechas y lanzas mejor.
Okey, primero que todod, no. Simplemente no. No solo es asqueroso, es estúpido.
¿Por qué harían eso las amazonas? Quiero decir, sí, eran duras y fieras guerreras muy
comprometidas, pero puedes disparar flechas o tirar una lanza muy bien sin tener que…
hacer eso.
Ademas, si miras las antiguas estatuas o pinturas de las amazonas, no hay evidencia de
que las amazonas estuvieran, eh…, ladeadas.
Por último, yo mismo he conocido a las amazonas. No se harían daño a ellas mismas sin
necesidad. ¿A otras personas? ¡Seguro! Pero no a ellas mismas.
Algunos escritores griegos se dieron cuenta de lo estúpida que era esta teoría. Otro
sujeto, Heródoto, las llamó Androktonas, que significa mata-hombres. Homero las llamó
antianeirai, que significa aquellas que pelean contra hombres.
Ambos términos son más apropiados que aquellas que se hacen una gran nana para
poder disparar mejor.
Personalmente, prefiero la teoría de que Amazona, proviene del termino persa ha-
mazan, que significa guerreros. Me gusta esa teoría porque a mi novia Annabeth le
gusta, y si no me gusta lo que le gusta a ella, se pone toda ha-mazan conmigo.
De cualquier forma, las Amazonas habían llegado, fieras y orgullosas. Se volvieron
más fuertes y poderosas mientras criaban a la siguiente generación de niñas para que
actuaran y pensaran como guerreras.
Te preguntarás: un momento, si era una nación de mujeres, ¿Cómo tuvieron a la
siguiente generación? ¿De dónde salieron todas esas tiernas amazonas bebés asesinas?
Bueno, las amazonas tenían esclavos.
¿Lo mencione? Algunos de esos hombres se convirtieron en los primeros amos de casa,
los cuales tenían todos los derechos y privilegios que cualquier mujer en cualquier otro
lugar, es decir, ninguno. Muy lindo.
Además, las amazonas tenían un acuerdo con una tribu vecina llamada los Gargareos.
Vivian al otro lado de una enorme montaña al noreste del país de las amazonas. Eran
una tribu solo de hombre, cosa que no entiendo. En serio, ¿una tribu compuesta solo
de hombre? Ya sabes, la ropa nunca se lavaría, el salón del living sería un desastre y los
restos de comida en el refrigerador olerían peor que el gas del lago Faeton.
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Tal vez pienses que una tribu de solo hombres sería el peor enemigo de las amazonas,
pero aparentemente no. ¿No has oído el dicho buenas cercas hacen buenos vecinos? Yo
tampoco. Según Annabeth significa que algo como no toques mis cosas y nos llevaremos
bien. En el caso de los Gargareos y las Amazonas, una enorme montaña hizo excelentes
vecinos. Los dos grupos nunca se molestaron. Una vez al año, por acuerdo mutuo,
tenían una gran cena y pijamada en la cima de esa montaña. Las amazonas se ponían
cariñosas con los gargareos. ¿Y sabes qué? A los nueve meses, un montón de amazonas
tenían un montón de lindas bebés asesinas.
Se quedaban con las chicas y las criaban para ser la siguiente generación de guerreras. A
los niños, bueno… ¿Quién los necesita?
Enviaban a los más fuertes y sanos con los gargareos para que los criaran. Si Otrera
pensaba que el bebé era demasiado débil o enfermizo (era un bebé, ¿cómo podría no
ser débil?), dejaban al pequeño en el bosque, expuesto sobre una roca y dejaba que
la naturaleza hiciera su trabajo. ¿Duro y cruel? Sip. La vida era muy divertida en ese
entonces.
Otrera guio a las amazonas en numerosas campañas exitosas a través de Asia Menor y
en Grecia.
Fundaron dos ciudades famosas en la costa occidental de Turquía –Esmirna y Efeso.
¿Por qué escogieron esos nombres? No lo sé. Yo les hubiera puesto villa Pateatraseros y
ciudad Paliza, pero es solo idea.
Pelearon contra los griegos muchas veces, tantas que si vas a Atenas, verás muchas
imágenes de las guerras Griegos-Amazonas. Las pinturas siempre muestran a los
griegos ganando, pero eso es estar soñando. La verdad es que, las amazonas asustaban a
los griegos. Las guerreras de Otrera esclavizaban hombres. Peleaban como demonios. Y
definitivamente no cocinaban tu comida y fregaban tu piso.
Muy pronto la fuerza de las amazonas incrementó tanto que se dividieron en tribus
diferentes. Comenzaron a surgir ciudades en todos lados. Los antiguos escritores griegos
se confundían a menudo cuando intentaban describir dónde vivían las amazonas:
“Viven por aquí. No, por aquí. ¡ESTÁN POR TODAS PARTES!”
Otrera aún era la Reina de Toda la Enchilada. (Estoy bastante seguro de que ese era
su título oficial). Gobernaba desde la capital Sinope, y si llamaba a la guerra, todas las
facciones obedecían. No quisieras conocer el lado malo de Otrera. Desafortunadamente,
cuando se trataba de hombres, era el único lado que podías conocer.
Okey, retiro eso. Una vez se enamoró de un chico. Su romance fue más feo que cualquier
masacre de guerra.
Un día, Otrera regresaba de un duro día matando a los vecinos. Ellas y sus guerreras
caminaban por la costa del Mar Negro después de una batalla –y apilar cuerpos,
esclavizar sobrevivientes- cuando un rayo de luz roja iluminó las nubes.
‘Has hecho un buen trabajo’, dijo una voz desde el cielo. ‘Ven a verme en la isla en el
horizonte. Tenemos cosas que discutir.’ No era fácil asustar a las amazonas, pero esa voz
las perturbó bastante.
Una de las tenientes de la reina la miró. No vas a ir, ¿cierto?
Otrera contempló el agua. Con seguridad pudo ver una mancha de tierra en el horizonte.
‘sí’ decidió. ‘una luz roja y una voz desde el cielo sobre el campo de batalla. Claramente
se trata del dios Ares. Mejor voy a ver qué es lo que quiere’
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Otrera remó en un barco hasta la isla, sola. En la playa estaba el dios Ares, medía siete
pies de alto y estaba vestido completamente en una armadura de bronce, con una lanza
en llamas en su mano. Su capa era color sangre. Sus botas estaban salpicadas de sangre
y barro (porque le encantaba bailar tap sobre el cuerpo de sus enemigos). Su rostro
era toscamente atractivo, si te atrae el estilo neandertal-asesino. Sus ardían con furia
carnicera.
‘Otrera, finalmente nos conocemos.’ Dijo el dios. ‘Cielos, chica. Luces bien.’
A Otrera le temblaron las rodillas. No todos los días conoces a tu dios favorito. Pero aun
así no se inclinó ni se arrodilló. Ya estaba harta de arrodillarse ante hombres, incluido
Ares. También, pensó que el dios de la guerra preferiría una muestra de fortaleza.
‘Tu tampoco estás mal,’ dijo ella. ‘Me gustan tus botas’
‘Gracias’ sonrió Ares. ‘Las encontré en una tienda de guerra allá en Esparta… pero eso
no es importante. Quiero que me construyas un templo en esta isla. ¿Ves esa gran roca?’
‘¿Cuál?’
Ares levantó su lanza. Las nubes se apartaron. Un enorme meteorito cayó del espacio se
estrelló en el centro de la isla. Cuando el vapor se disipó y el polvo bajó, una gran piedra
negra del tamaño de un autobús se erigía clavada en la tierra.
‘Oh, esa roca…’
‘Es una roca sagrada’
‘Okey”
‘Orar a esa roca es básicamente una línea directa hacia mí. Construye un templo
alrededor. Cada año, trae a tus amazonas aquí y sacrifiquen algunos de sus animales
más preciados’.
‘Esos serían nuestros caballos,’ dijo Otrera.
‘Los usamos en batalla. Nos dan una enorme ventaja’
‘Caballos entonces.’ Dijo Ares. ‘Has eso por mi y seguiré bendiciéndote en combate.
Seguirás matando gente. Nos llevaremos bien. ¿Qué dices?’
‘Peleemos’
Ares la miró con sus ojos nucleares. ‘¿Qué?’
‘Ambos respetamos la fuerza. Cerremos el trato con una pelea’
‘Wow. Creo que me estoy enamorando de ti.”
Otrera se lanzó hacia el dios.
Le goleó en la cara. Cayeron ambos al suelo, pateando, golpeando, haciendo su mejor
esfuerzo para pulverizar al otro. Fue amor al primer puñetazo.
Después de pelearse, decidieron que se casarían. Desde ese día, Otrera fue conocida
como la esposa de Ares. Eso hizo maravillas a su reputación en las calles. Cuando los
enemigos la veían cabalgar hacia ellos, mojaban sus armaduras de bronce.
Otrera construyó un templo en la isla, justo como Ares dijo.
Para protegerlo, Ares envió una bandada de aves asesinas que podían lanzar sus plumas
como flechas.
Cada año, Otrera organizaba un gran festival en la isla, sacrificando caballos y
hablándole a la gran roca negra. Las aves asesinas no molestaban a las amazonas, pero
si alguien más intentaba acercarse al templo los pájaros les disparaban y los hacían
pedazos con sus filosos picos.
En otras palabras, el templo no recibía muchos turistas.
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Ares y Otrera tuvieron dos hijas: Hipolita y Pentesileia. Ambos nombres escalaron
rápidamente en el top 25 nombres más populares para bebés en el año 1438 B.C.E.
Desde entonces, las reinas amazonas y las amazonas en general, fueron conocidas como
las hijas de Ares. Algunas fueron literalmente sus hijas. El resto hizo lo que pudo por
parecer una. Oh, mira. Tiene los la sonrisa y la rabia asesina de su papi. ¡Qué tierno!
Ares era feliz. Las amazonas eran felices. Pero había una persona que se quedó fuera del
programa de Templos y Adoración de las amazonas: Artemisa. La otra olímpica favorita
de Otrera. Siendo una líder inteligente, Otrera supuso que era mejor demostrarle
gratitud a la diosa cazadora antes de que empezaran a lloverle flechas.
Otrera decidió construir un templo a Artemisa en la ciudad de Efeso, en la costa
occidental de Turquía. Otrera supuso que estaría lo suficientemente cerca de los griegos
para que lo visitaran, ya que sus islas estaban justo después del Mar Egeo.
No usaron pájaros dispara plumas esta vez. Tendía a reducir el número de visitantes y el
dinero que dejaban. En vez de eso, Otrera lo construyó en una alta colina, para que todos
pudieran verlo. Lo hizo tan hermoso como era posible, con paredes de cedro aromático,
piso de mármol pulido y techo bañado en oro. En el centro del santuario, una estatua de
Artemisa vestida con adornos de ambas de forma que brillara cuando la luz entrara por
los ventanales.
Cada año, Otrera ofrecía un festival. Las amazonas pasaban todo el dia festejando y
haciendo bailes de guerra por las calles de Efeso. Sacrificaban joyas a Artemisa, lanzando
estas a la estatua, por lo que al final del festival Artemisa parecía una modelo de hip-hop
después de ir de compras a la tienda con descuento del Rey Midas.
El templo fue un éxito –el más grande legado de Otrera. Duró más tiempo que Otrera,
más tiempo que la civilización griega. De hecho, casi sobrevive al imperio romano. Fue
destruido un par de veces, pero los ciudadanos de Efeso siempre lo reconstruían. Aún
estaba por allí en los tiempos cristianos cuando un sujeto llamado Juan llegó a convertir
a la población.
El templo fue tan famoso que se convirtió en una de las siete maravillas del mundo
antiguo, junto con las pirámides de Egipto y, eh… los otros. ¿El primer McDonals? No lo
recuerdo.
El templo le trajo a Otrera mucho más que algunos dólares. Una vez la salvó a ella y a su
pueblo de morir por unas uvas.
Como paso: Este nuevo dios, Dionisio, estaba paseando por el mundo mortal con
su grupo de seguidores, enseñándoles a todos sobre las bondades de la fiesta, las
borracheras salvajes y los buenos cabarets con comida. Si tu reino recibía a Dionisio,
¡genial! Si intentabas combatirlo, ¡Ups!
Estaba de camino para invadir la India, porque parecía una buena idea en ese momento,
cuando sucedió que llegó a las tierras de las amazonas.
Cuando se encontró con el primer escuadrón de vigilancia, estaba encantado.
‘Oh, oye’ dijo. ‘¿Una nación de mujeres? Puedo trabajar con eso. ¿Qué les parece chicas
si festejan conmigo?’
Las espías amazonas dijero, ‘Seguro, ¿por qué no?’
Decidieron que les gustaba el vino. Se unieron al grupo de fangirls de Dionisio conocido
como las Ménades. En su mayoría eran ninfas convertidas en asesinas súper fiesteras
que hacen pedazos a los enemigos del dios de vino con sus propias manos. Así que
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imagina que pasaría si las amazonas se convirtieran en Ménades. Sería como la masacre
en Texas pero sin motosierras.
Luego otro grupo de amazonas intentó detenerlo. No iban a seguir a ningún hombre, y
menos a uno cuyos seguidores eran un montón de sátiros y borrachos apestosos.
Las amazonas lo atacaron. Dionisio usó sus poderes divinos para volverlas locas o
convertirlas en vides y luego pisarlas para hacer vino.
Otrera oyó acerca de estas derrotas: Un tipo afirmando ser un dios, paseándose por su
reino robando sus seguidoras o convirtiéndolas en deliciosas frutas.
Decidió resolver este problema en su forma diplomática habitual.
‘¡Matenlos a todos!’ rugió.
Convocó todo su ejército, lo que hacía una vista impresionante. Miles de lanzas y
escudos brillaron bajo el sol. Filas de arqueras montadas –la mejor caballería en el
mundo- se prepararon para lanzar sus flechas ardientes.
Las amazonas podían destruir a sus enemigos en cosa de minutos. Su reputación era tan
aterradora que los otros reinos podrían contratarlas de mercenarias o para que pelearan
por ellos. Generalmente, el otro bando se rendía apenas las veía acercarse.
Con los años, Otrera se volvió más rica y poderosa y segura de sí misma. Pensó que
podría con una multitud de borrachos sin problemas.
¿Su defecto fatídico? Creo que era el orgullo.
Había olvidado lo que le pasó a los tipos en su villa natal los primeros días. Nunca debes
subestimar a tu enemigo.
Dionisio era un dios. No importaba que tan bien se llevara con Ares o Artemisa, ellos no
podrían ayudarla contra otro de los olímpicos. Las amazonas cargaron contra él y fueron
destrozadas. Las ménades las atacaban con sus propias manos. Los sátiros las golpeaban
con botellas viejas de vino. Cada vez que Dionisio chasqueaba los dedos, otro batallón
de amazonas se volvían locas, o se convertían en wombats o eran estranguladas hasta la
muerte por una maraña de vides.
Muy pronto Otrera vio que estaba superada. Retiró sus fuerzas poco antes de que fueran
destruidas. Entonces las amazonas huyeron por sus vidas.
Dionisio y su ejército borracho las persiguió hasta la mitad de la costa de Turquía. Al
final, Otrera alcanzó a llegar a Efeso y corrió al templo de Artemisa. Se arrojó al suelo
ante la estatua de la diosa.
‘Por favor, señora Artemisa,’ le rogó. ‘¡Salve a mi gente! ¡No deje que sean destruidas
por mi estupidez!’
Artemisa la escuchó e intervino. O tal vez Dionisio se aburrió y decidió ir a matar a
alguien más. El ejército del dios del vino dio la vuelta y marchó hacia la India, dejando
en paz a Efeso. Las Amazonas fueron salvadas. Eventualmente, reconstruyeron su
ejército y lograron quitarse todos los restos de uvas de entre los dedos.
Desde entonces, el templo de Artemisa se ganó una reputación como refugio de mujeres.
Cualquier mujer que llegue al altar y rogara protección estaría protegida con el poder de
Artemisa. Nadie podría dañarla. Las sacerdotisas del templo y toda la ciudad de Efeso
pelearían por ella si fuera necesario.
Después de eso, las cosas se calmaron para Otrera. Volvió a su capital en Sinope y
gobernó más o menos pacíficamente. Hizo alianzas con los pueblos vecinos y trajo
seguridad a su gente.
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De la única cosa que no podía proteger a sus amazonas era de otras amazonas, como
sucedió con sus dos maravillosas hijas sedientas de sangre.
Como dije antes, el matrimonio-boxeo de Ares con Otrera llevó al nacimiento de dos
niñas. Debido a su linaje, ambas eran tiernas y dulces niñas a quienes les gustaba el
brillo y los volantes con ponis.
Bueno, no tanto.
Nadie sabe exactamente cuando fue que la reina Otrera decidió retirarse. Pero después
de un buen tiempo de batallas y exclavización y fiestas con bailes salvajes te terminas
cansando. Le cedió el control de las amazonas a su hija mayor Hipolita.
Al principio, Hipólita hizo un buen trabajo. Su padre, Ares, estaba tan complacido
que le dio una armadura mágica para usar en ocasiones especiales como bat mitzvahs
y guerras de asedio. También le dio a Hipólita un cinturón mágico que le daba super
fuerza.
Desafortunadamente, Hipólita tuvo la mala suerte de conocer a un sujeto llamado
Hércules. Más de eso en un momento. Por ahora, solo digamos que hubo una gran pelea
y las amazonas sufrieron su peor derrota desde la invasión del chico vino.
En la confusión de la batalla, Hipólita fue asesinada accidentalmente por su hermana,
Pentesileia. El cinturón de las amazonas se perdió (por un momento). Los griegos se
fueron. Pentelesia se volvió la reina y, después de llorar la muerte de su hermana,
reconstruyó el ejército amazona una vez más.
Aunque fue un accidente, Pentelesia nunca se perdonó por la muerte de Hipólita.
Tampoco perdonó a los griegos. Muchos años después, cuando estalló la guerra de
Troya, firmó para apoyar a Priam, el rey de Troya, para así poder aplastar cráneos
griegos y vengar a su hermana.
No funcionó muy bien. Pentesilea peleó valientemente y mató un montón de grandes
guerreros, pero eventualmente fue asesinada por el guerrero más famoso de Grecia –
Aquiles. Cuando Aquiles retirpo su cuerpo del campo de batalla, lavó sus heridas para
que tuviera el funeral apropiado. Le quitó el casco y vio lo hermosa que era la reina
amazona y se deprimió bastante.
Parecía un desperdicio que una mujer tan valiente y extremadamente ardiente muriera.
Aquiles esperó a la siguiente tregua, cuando los griegos y troyanos se reunieron para
intercambiar cuerpos y enterrarlos. Debió haber sido divertido. Te doy a George por
Johnny y Billy Joe. Oh, espera. Creo que esta pierna es de Billy Joe. No estoy seguro.
Aquiles presentó el cuerpo de Pentelesia a los troyanos. Alabó su belleza y su coraje
tanto que uno de los griegos se molestó, un sujeto llamado Tersites.
Varios amigos de Tersites fueron asesinados por ella. Se volvió hacia Aquiles y dijo,
“Oye, ¿Por qué la alabas tanto? Es un enemigo y es mujer. ¿Estás enamorado de esa
chica muerta?”(le había dicho algo peor que chica)
Aquiles colocó gentilmente a Pentesileia en el suelo. Miró a su camarada y le dio un
revés tan fuerte que sus dientes volaron como pequeños salmones blancos saltando de
un río rojo. Tersites cayó muerto. Aquiles encaró a los troyanos. “Por favor, entierren a
Pentesileia con honor.”
Los troyanos, no queriendo morir por trauma severo en la mandíbula, hicieron lo que les
pidió.
No sé si Otrera aún estaba viva cuando sus hijas murieron. Por su bien, espero que
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no. Incluso para alguien acostumbrada para la guerra como ella, hubiera sido duro de
asimilar.
Otrera y sus hijas se convirtieron en leyenda, después de todo –una de las mujeres
guerreras más grandes de todos los tiempos.
Quizás te preguntes por qué incluí a Otrera en este libro, si es de héroes griegos y
técnicamente ella no era griega. Quizás te preguntes si realmente era una heroína.
Admito que tenía sus defectos: Homicidios ocasionales, masacres aquí y allá. Le gustaba
Ares, lo que es bastante grave.
Tengo que verlo desde mi propio juicio también. Me encontré con ella una vez que
regresó de los muertos e intentó de matarme. (Larga historia. No preguntes).
Pero este es el asunto. Las mujeres no tienen un trato justo en las historias antiguas.
Incluso Otrera, la mujer guerrera más famosa, poderosa y exitosa del mundo antiguo,
raramente es mencionada.
Tengo que admirar sus agallas. Pasó de ser la clásica ama de casa oprimida de la era de
bronce a la reina de un imperio. Las amazonas fueron tan famosas que nombramos un
río en Brasil por ella, asi como a esa compañía moderna que no tiene ninguna conexión
con la antigua nación. (cof, ejem)
Para todas las mujeres que liberó y entrenó para la batalla, Otrera definitivamente fue
un héroe. Les dio esperanza. Les dio control sobre sus propias vidas. Personalmente, no
habría llegado a eso de decapitar esposos y abandonar niños en el bosque para morir,
pero era una vida dura para las señoritas en esos días.
Así que, sí, creo que debe estar en este libro de héroes. Si te dio pesadillas, de la misma
forma que a esos escritores griegos de la antigüedad, bueno… solo recuerda: pasaron
a la historia miles de años atrás. No hay muchas posibilidades de que vuelvan por ti.
Como un veinte por ciento, creo. Tal vez treinta.
Pero hablando de gente muerta con la que me he encontrado, supongo que es mejor
pasar a otro sujeto.
Debo tomar un profundo respiro. Este tipo me trae muy malos recuerdos.
Okey. Puedo hacerlo. Hablemos de Dédalo, el más grande inventor de todos los tiempos.
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estaba serrado como una hilera de dientes. ‘Yo lo llamo una sierra!’
Dédalo sintió como si hubiera sido golpeado entre los ojos con un Martillo de Dédalo™.
Inmediatamente se dió cuenta del potencial del invento de Perdix. Cortar tablas con
una sierra en lugar de un hacha sería más fácil, más rápido y más preciso. ¡Cambiaría
la industria maderera para siempre! Y, en serio, ¿quién no ha soñado con la fama y la
riqueza en la industria maderera?
Si la sierra se convertía en una cosa, Perdix se volvería famoso. Dédalo sería olvidado.
Dédalo no podia permitir que ese mocoso eclipsara su reputación.
‘No está mal’ Dédalo forzó una sonrisa. ‘Le haremos algunas pruebas cuando volvamos
al taller. Pero primero, quiero tu opinión acerca de esta sección del acantilado. Mucho
me temo que no es lo suficiente estable para soportar mi nuevo templo.’
‘¡Seguro, tío!’ Perdix trotó hacia el borde del parapeto. ‘¿Dónde?
‘A mitad de camino hacia abajo. Solo inclínate un poco y lo verás. Aquí, déjame ver tu
sierra.’
‘Claro’
‘Gracias’
Perdix se inclinó. ‘No lo veo –‘
Dédalo empujó al chico fuera de la Acrópolis.
Los detalles exactos de como esto pasó… bueno, eso depende de cual historia creas.
Algunos dicen que Perdix no murió en realidad. Al caer el niño, Atenea se apiadó de él
y lo convirtió en una perdiz. Es por eso que Perdix significa perdiz en la Antigua Grecia.
Sin duda los dioses no apreciaron el asesinato de Dédalo a su sobrino solo porque el
niño tenía habilidades. Atenea hacía todo por cultivar los nuevos talentos. Y empujar
niños inteligentes de los acantilados bajaría los promedios de puntuación en pruebas de
la ciudad. De ahí en adelante, ella se encargó que la vida de Dédalo fuera maldita. No
más grandes ruedas de prensa. No más revuelo mediático.
Pero, si Atenea concedió una nueva vida a Perdix como un ave, ¿cómo se explica el gran
lío donde el niño golpeó la parte inferior de la colina de la Acrópolis?
Dédalo vio lo que pasó. Debería simplemente haberse alejado y fingir ignorancia. ¿Qué?
¿Perdix cayó? ¡Estás de broma! Ese chico siempre fue un poco torpe.
La culpa sacó lo mejor de él.
Bajó por el acantilado y lloró sobre el cuerpo de Perdix. Envolvió sus restos en una lona
y arrastró a su pobre sobrino hasta el borde de la ciudad. Trató de cavar una tumba, pero
el terreno era demasiado rocoso. Supongo que aún no había inventado la Pala de Dédalo
todavía.
Unos vecinos lo vieron. Antes de que Dédalo pudiera escapar se reunió una multitud.
‘¿Qué estás enterrando?’ preguntó un hombre.
Dédalo estaba sudando como un corredor de maratón. ‘Oh, uh… es una serpiente.’
El hombre miró el gran bulto envuelto. Lo empujó con el pie y la mano derecha de
Perdix cayó hacia afuera.
‘Estoy bastante seguro de que las serpientes no tienen manos.’ Dijo el hombre.
Dédalo rompió en lágrimas y confesó lo que había hecho.
La multitud casi lo lincha allí en ese mismo momento. No se les puede culpar por estar
enojados. La mitad de ellos tenían citas con Perdix para arreglar sus carros la próxima
semana.
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Minos ni siquiera era de Creta. Ella había emigrado ilegalmente en un toro. ¿Por qué
debería Minos ser el rey?
Minos tomó eso personalmente. Mostró su certificado de nacimiento para demostrar que
había nacido en Creta y todo, pero a la gente no le importó.
Se casó con una princesa local, Pasiphaë, quién era la hija del dios del sol Helios. Juntos,
ellos tuvieron varios niños, incluyendo una inteligente y hermosa hija llamada Ariadne.
Uno se figuraría que tener como rey a un hijo de Zeus y a una hija de Helios como reina
sería lo suficientemente bueno, pero no. No para los Cretenses. Todavía estaban como,
Minos es un extranjero. Su padre era un toro, ¡creemos que Minos está trabajando en
secreto para el ganado!
Minos decidió que necesitaba hacer un mejor trabajo de marketing para sí. ¿La gente
quería hablar de sus padres? ¡Bien! Era el hijo de Zeus, ¡y estaba orgulloso de ello!
Minos adoptó el toro como su símbolo real. Tenía toros pintados en sus banderas. Tenía
a Dédalo diseñando un mosaico gigantesco de un toro para el piso de la sala del trono
y grabó cabezas de toro de oro en los reposabrazos del trono. Puso cubiertas de toro
modeladas, arbustos modelados de toro en el jardín, incluso calzoncillos con dibujos de
toro y pantuflas de peluche con forma de pequeñas y lindas caras de toro. Toda persona
que viniera al palacio los miércoles se llevaba un muñeco de toro como premio de la
puerta.
De alguna manera, las zapatillas y muñecos no convencieron a los súbditos del derecho
divino de Mino a ser rey. Siguieron quejándose y sin pagar sus impuestos y otros.
Finalmente, Minos decidió que necesitaba una gran demostración de su credibilidad
real – algo que sorprendiera a los Cretenses y resolviera el asunto de una vez por todas.
Llamó a Dédalo, ya que el inventor era el tipo más listo del reino.
‘Recomiendo efectos especiales’ dijo Dédalo, ‘Polvo de destello. Bombas de humo.
Yo podía construir un enorme robot parlante que le llevará alrededor de la ciudad y
anunciará al mundo lo maravilloso que es.’
Minos frunció el ceño. ‘No, Necesito una señal de los dioses.’
‘¡Puedo fingir eso!’ dijo Dédalo, ‘Usaremos espejos, tal vez algunos chicos volando
alrededor con cables invisibles.’
‘¡No!’ Minos se rompió. ‘No debe ser una farsa. Debe de ser real.’
Dédalo se rascó la cabeza. ‘¿Quiere decir como… en una oración a los dioses en público
y con la esperanza de que le envíen una señal? No se jefe. Suena arriesgado.’
El rey se mostró inflexible. Tenía una gran plataforma construida en los muelles. Se
convocó a toda la población de la ciudad, y luego levantó los brazos hacia la multitud
y gritó. ‘¡Algunos de ustedes dudan que soy su rey legítimo! ¡Voy a probarles que los
dioses me apoyan! ¡Voy a pedirles que me envíen una señal!’
En la audiencia alguien hizo un ruido burlesco, ‘¡Eso no es una prueba! Solo vas a
pedirle un favor a tu padre’
Minos se sonrojó. ‘¡No!’ De hecho, él había planeado pedirle a Zeus por un rayo, pero
ahora el plan estaba arruinado.
‘¡Yo voy a, um, rezar a un dios completamente diferente!’ Contempló el puerto y tuvo
una idea, ‘Creta tiene la armada más grande del mundo, ¿cierto? ¡Pediré a Poseidón,
señor de los mares, que me conceda su bendición!’
Por favor Poseidón, Minos rezó en silencio, Ya sé que no hemos hablado mucho,
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pero ayúdame a llevar esto a cabo. Te pagaré. Tal vez podrías hacer que un animal
milagrosamente salga del mar. Prometo que tan pronto como este espectáculo haya
terminado, cualquiera sea el animal que envíes, lo sacrificaré para ti.
Abajo, en el fondo del mar, Poseidón escuchó su oración. En realidad, no se preocupaba
por Minos de una forma u otra, pero le gustaban los sacrificios. También le gustaba que
la gente le rezara, y él nunca dejaba pasar la oportunidad de verse increíble frente a una
importante potencia naval.
‘Hmm,’ se dijo Poseidón a sí mismo, ‘Minos quiere un animal. A él le gustan los toros.
Me gustan los toros siendo sacrificados para mí. Hey, ¡Ya sé! ¡Voy a enviarle un toro!’
El puerto se revolvió con espuma. Barcos se asentaron en sus amarres. Una ola de
cuarenta pies se levantó de la nada, y en la cresta un enorme toro blanco. Éste aterrizó en
los muelles, genial y de aspecto majestuoso, con la cabeza en alto, sus cuernos blancos
brillantes.
‘Ooohh! Ahhhhhh! ‘, dijo la multitud, porque no todos los días un toro hace surf en una
ola en el puerto.
Los cretenses se volvieron a Minos y comenzaron a aplaudir. El rey se inclinó y se les dio
las gracias y envió a todo el mundo a casa con tazas de café conmemorativas con forma
de toro.
Los hombres del rey pusieron una cuerda alrededor del cuello del toro y lo llevaron al
toril real. Más tarde esa noche, Dédalo y Minos fueron a inspeccionar el animal, que era
aún más magnífico de cerca – al menos dos veces más grande y fuerte como cualquier
otro toro en el rebaño real.
‘Wow,’ dijo Minos. ‘¡Eso es un toro! Creo que voy a mantenerlo para críar mas.’
Dédalo se mordió la uña del pulgar. ‘Um, ¿está seguro, su majestad? Si usted se
comprometió a sacrificar el toro a Poseidón... bueno, conservarlo no sería lo correcto por
hacer, ¿verdad?’
El rey resopló. ‘Empujaste a tu propio sobrino de la Acrópolis. ¿Qué sabes de lo que está
bien o mal?’
Dédalo tuvo una muy mala sensación en el estómago. Los efectos especiales los podía
controlar. Los dioses olímpicos... Bueno, aún no se había inventado una buena máquina
para predecir cómo reaccionarían. El intentó convencer al rey de sacrificar el toro blanco,
pero Minos no escucharía.
‘Te preocupas demasiado’, le dijo el rey. ‘Voy a sacrificar una de mis otros toros a
Poseidón. ¡A él no le importará! ¡Probablemente no se dará cuenta de la diferencia!’
A Poseidón le importaba. Se dio cuenta de la diferencia.
Cuando se dio cuenta de Minos mantendría el hermoso toro blanco en lugar de
sacrificarlo como había prometido, Poseidón se inflamó como un pez globo.
‘¡Tío! Hacer ese toro me llevó como cinco segundos de trabajo duro! De acuerdo, Minos.
¿Crees que eres tan grande? ¿Te encantan tanto los toros? Te arrepentirás. ¡Voy a hacer
de seguro que nunca quieras ver otro toro en toda tu vida! ‘
Poseidón podría haber castigado directamente a Creta. Podría haber destruido Knossos
con un terremoto o aniquilado a toda la flota de Creta con una onda en la marea, pero
eso sólo habría hecho que la gente de la isla se enfadara con él. Poseidón quería humillar
a la familia real y hacer que todos se disgustaran con Minos y Pasifae, pero que no
quería ningún retroceso. Él quería que el pueblo de Creta rezara y sacrificara en su
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templo.
‘Necesito una manera disimulada para la venganza,’ decidió Poseidón. ‘Vamos a ver...
¿quién se especializa en ser astuto y embarazoso?’
Poseidón fue a ver a la diosa del amor, Afrodita, que estaba relajándose fuera en su día
de spa en el Olimpo.
‘No vas a creer esto,’ le dijo Poseidón. ‘¿Sabes quién es el rey Minos de Creta?’
‘Mmm?’ Afrodita siguió leyendo su revista de moda. ‘Supongo.’
‘¡Me insultó! Se comprometió a sacrificar un toro, ¡y no lo hizo!’
‘Mm-hmm?’ Afrodita escaneo los anuncios de bolsos Givenchy.
‘Además,’ dijo Poseidón, ‘su reina, Pasiphaë - deberías haber escuchado lo que dijo de ti.
‘
Afrodita levantó la vista. ‘¿Disculpa?’
‘Quiero decir claro, Pasiphaë es hermosa’, dijo Poseidón. ‘Pero la gente siempre están
hablando de lo hermosa que es en comparación contigo. Y la reina nunca los desalienta.
¿Puedes creerlo?’
Afrodita cerró la revista. Sus ojos brillaban con un peligroso tono rosado. ‘¿La gente está
comparando esta reina mortal conmigo? ¿Y ella lo permite?
‘¡Sí! ¿Y cuándo fue la última vez que Pasiphaë hizo un sacrificio en tu templo, o te llamó
la mejor diosa? ‘
Afrodita corrió a través de su lista mental de sacrificios y oraciones. Mantenía un
estrecho seguimiento de los cuales mortales le pagaban el debido respeto. El nombre de
Pasiphaë no estaba en ningún lugar de los primeros veinte.
‘Esa bruja desagradecida’ dijo Afrodita.
Para ser justos, Pasífae era realmente una bruja. Le encantaba la magia y pociones. Ella
era aún más avariciosa y arrogante que su marido – básicamente no era una persona en
absoluto agradable – pero echarle la culpa por no ser una fangirl de Afrodita... bueno,
eso es como culparme de no ser un viajero aéreo frecuente. Zeus y yo – tratamos de
permanecer fuera del territorio del otro.
De todos modos, Poseidón vio una oportunidad de venganza, y la tomó. No puedo
defender la elección de mi padre. Incluso los mejores dioses pueden ser crueles si
consigues sacare su lado malo.
‘Deberías castigarla totalmente,’ sugirió Poseidón. ‘Hacer que la reina y rey sean el
hazmerreír por no honrarme… Es decir, por no honrarte a ti.’
‘¿Qué tienes en mente?’, preguntó Afrodita.
Los ojos de Poseidón relucían más brillantes que su camisa hawaiana. ‘Tal vez la reina
debería caer enamorada. Ella debería tener la más repugnante y embarazosa historia de
amor de todos los tiempos.’
‘¿Con David Hasselhoff?’
‘¡Peor!’
‘¿Charlie Sheen?’
‘¡Peor! El símbolo real de Minos es un toro, ¿verdad? En sus establos, tiene un toro
blanco puro que él quiere más que a nada en el mundo. ¿Qué pasa si la reina se enamora
de ese toro, también…? ‘
Incluso para Afrodita, la idea tomo un tiempo en ser procesada. ‘Oh, dioses... Oh, no
quieres decir... Oh, ¡eso es enfermo!.’
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‘Necesito hacer que el toro se fije en mí. Yo sé que me corresponderá el amor si puedo
convencerlo –’
‘Él es un toro.’
‘¡Sí!’ la reina chasqueó la lengua. ‘¡Así que necesito que piense que soy una vaca!’
Dédalo intentó mantener una expresión neutra. ‘Um...’
‘¡Lo digo en serio! Utiliza tu mecánica genial para hacerme un traje de vaca falso. Voy a
deslizarme dentro, me presento al toro, coquetearé un poco, le preguntaré de dónde es,
ese tipo de cosas. ¡Estoy seguro de que se enamorará de mí! ‘
‘Um –’
‘Tiene que ser un traje de vaca falsa atractiva. ‘
‘Su Majestad, yo no creo que pueda –’
‘¡Por supuesto que puede! ¡Es un genio! ¿Por qué estamos pagándole? ‘
‘Estoy bastante seguro de que su marido no me está pagando por esto.’
Pasiphaë suspiró. ‘Déjeme dejárselo más claro. Si usted dice una palabra de esto a Minos,
lo negaré. Será ejecutado por difundir mentiras sobre la reina. Si se niega a ayudarme,
le diré a Minos que me hizo un desaire pasando de mí. Será ejecutado por ello. La única
manera de evitar ser ejecutado es que me ayude.’
Una línea de sudor corrió por el cuello de Dédalo. ‘Yo – yo sólo estoy diciendo... que eso
no es correcto.’
‘¡Usted empujó a su sobrino de la Acrópolis! ¿Qué sabe usted acerca de lo que es
correcto e incorrecto?’
Dédalo realmente deseaba que la gente dejara de mencionar eso. Un solo asesinato y
nunca permitían que lo olvidara.
No quería ayudar a la reina. ¿Un traje de vaca mecánica para poder ligar con un toro?
Incluso Dédalo tenía límites. Pero también tenía su carrera y una familia en la que
pensar. Desde su llegada en Creta, se había casado. Ahora tenía un hijo llamado Ícaro.
Conseguir la ejecución haría todo más difícil para el hijo de Dédalo al regresar de asistir
a la guardería en la noche. El inventor decidió que no tenía elección. Comenzó a trabajar
en el traje de vaca falso más atractivo jamás construido por el hombre.
Tan pronto como el disfraz mecánico se hizo, la reina se lo puso. Dédalo sobornó a los
guardias para que no se dieran cuenta de algo extraño en el inventor rodando una vaca
falsa desde su taller al corral de toros real.
Esa noche, el toro finalmente notó a Pasiphaë. Este es un buen momento para todos
nosotros para cerrar el libro de nuevo, correr en círculos gritando ‘Ewww!’ Y lavarse los
ojos con Optrex.
¿Cómo se sintieron Afrodita y Poseidón cuando su plan funcionó?
Espero que no estuvieran sentados alrededor del Monte Olympus, como niños
diciéndose el uno al otro: ‘¡Lo hicimos!’ Yo prefiero pensar que estaban mirando con
horror a la escena en Creta y diciendo ‘Oh, dioses... ¿Qué hemos hecho?’
Nueve meses más tarde, una muy embarazada reina Pasifae estaba a punto de dar a luz.
¡El rey Minos no podía esperar! Estaba esperando por un hijo. Incluso había elegido un
nombre: Asterión, en honor a su padrastro, el rey anterior. ¡A los habitantes de Creta les
encantaría eso!
Un enganche de menor importancia en el plan: el niño nació un monstruo.
A partir de los hombros hacia abajo, era humano. Desde los hombros hacia arriba, tenía
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la piel gruesa, tendones en el cuello como cables de acero y la cabeza de un toro. Sus
cuernos empezaron a crecer de inmediato, lo que hizo imposible llevarlo a todas partes
en una bandolera sin ser corneado.
El rey no era tan brillante como Dédalo, pero descubrió muy pronto que el niño no podía
ser suyo. La pareja real discutió. Tiraron cosas. Ellos gritaron y gritaron y ahuyentaron a
los criados, todo los cual debe haber sido bastante molesto para el pobre bebé.
Nadie estaba más horrorizado que Pasífae. La maldición de amor de Afrodita se había
roto tan pronto como nació el bebé. La reina estaba disgustada con ella misma, los dioses
y especialmente con el bebé. Ella confesó lo que había sucedido, pero no podía explicar
sus acciones. ¿Cómo podría? De todos modos, el daño estaba hecho. Esto no era algo que
la pareja real podría resolver con terapia de pareja.
Pasiphaë se trasladó a un apartamento independiente en el palacio. Vivió bajo arresto
domiciliario por el resto de su vida. Minos estuvo tentado de tirar el bebé monstruo al
mar, pero algo lo detuvo – tal vez el viejo tabú de matar a su familia, o tal vez tenía una
idea de que el niño era un castigo para él: un mensaje enfermo y retorcido de Poseidón.
Si era así, matando al niño sólo haría que los dioses se enojaran más.
Minos trató de echar tierra sobre los detalles del nacimiento, pero era demasiado tarde.
Niñeras, parteras y criados habían visto al bebé. Nada viaja más rápido que las malas
noticias – especialmente cuando le pasa a alguien que nadie quiere.
Los habitantes de Creta, estaban ahora seguros de que su rey no era apto para gobernar.
El niño mutante era claramente una maldición de los dioses. El nombre del niño,
Asterión, era un insulto a la memoria del viejo rey, por lo que el pueblo no le llamó así.
Todo el mundo llamaba al chico Minotauro – el toro de Minos.
Minos se volvió amargado. Culpó a todos los demás – los dioses, su esposa, el toro, la
gente desagradecida de Creta. No podía castigarlos a todos. Sus índices de popularidad
eran lo suficientemente bajos como estaban. Pero había una persona a la que podía
castigar – alguien que había sido implicado en la trama y que se volvió un saco de arena
perfecto. Tenía a Dédalo arrastrándose delante de él con cadenas.
‘Tu,’ gruñó el rey. ‘Te di una segunda oportunidad. Te di un trabajo, un taller, la
financiación de R&D. ¿Y así es como me lo pagas? ¡Has destruido mi reputación,
inventor! A menos que puedas inventar algo que haga un bien de esto, ¡te mataré lenta
y dolorosamente! A continuación, encontraré una manera de resucitarte, ¡y te mataré de
nuevo! ‘
Dédalo era utilizado para la creación de ideas brillantes. Normalmente no tenía que
hacerlo mientras estaba encadenado y rodeado de guardias con espadas puntiagudas,
pero estaba muy motivado para pensar rápido.
‘¡Vamos a convertirlo en algo positivo!’ Gritó.
La mirada de Minos era tan fría como el hielo seco. ‘Mi esposa se enamoró de un toro.
Ella dió a luz a un monstruo. ¿Quieres convertir eso en algo positivo?’
‘¡Sí!’ dijo Dédalo. ‘¡Vamos a usar eso! Mire, su gente nunca lo amó. Eso es obvio.’
‘No estás haciendo esto mejor.’
‘¡Pero podemos hacer que le teman! Sus enemigos temblarán cuando escuchan su
nombre. ¡Sus propios sujetos nunca se atreverán a cruzársele! ‘
Los ojos del rey se estrecharon. ‘Sigue.’
‘Los rumores sobre el Minotauro ya han empezado a extenderse.’
101
que apresurarnos!’
Dédalo abrió su gabinete de suministros y sacó su nuevo invento – dos pares de alas
de bronce de tamaño humano, cada pluma perfectamente elaborada, con todas las
articulaciones totalmente unidas.
‘Whoa,’ dijo Ícaro. ‘Brillante.’
‘¿Recuerdas nuestro plan?’, preguntó Dédalo.
‘Sí. Aquí, papá, voy a adjuntar tus alas.’
El viejo quería discutir. Habría preferido que su hijo estuviera listo para irse en primer
lugar, pero estaba agotado. Dejó que Ícaro sujetara las correas en su arnés de cuero, a
continuación, utilizó la cera caliente para fundir las alas en su lugar en la espalda y los
brazos. No era un diseño perfecto, pero era lo mejor que Dédalo podía hacer a corto
plazo con los suministros que tenía. Los guardias no estaban dispuestos a dejarle ningún
buen pegamento. Con pegamento o cinta adhesiva, Dédalo podría haber conquistado el
mundo.
‘Date prisa, hijo,’ le instó Dédalo. ‘Los guardias traerán el almuerzo pronto...’
O, si Minos había decidido matarlo, tal vez trajeran una guillotina en lugar del habitual
sándwich de queso.
Ícaro adjunta el último piñón a la muñeca de su padre. ‘¡Listo! Estás listo para volar.
Ahora hagamos el mío.’
Las manos del viejo se movieron. En varias ocasiones, derramó cera caliente sobre los
hombros de su hijo, pero Ícaro no se quejó.
Dédalo estaba a punto de hacer una verificación final, cuando la puerta del taller se abrió
de golpe. El propio rey Minos irrumpía en el interior, flanqueado por guardias.
El rey miró a Dédalo e Ícaro en sus nuevas alas de bronce.
‘¿Qué tenemos aquí?’ dijo Minos. ‘¿Pollos de bronce gigante? ¡Tal vez debería pelarlos y
hacer sopa!’
Uno de los guardias se rio. ‘¡Já!. Sopa.’
‘Ícaro, vete!’ Dédalo abrió de una patada la ventilación baja de la forja. Una ráfaga de
aire caliente desde abajo levantó a Ícaro al cielo.
‘¡Deténganlos!’ gritó Minos.
Dédalo extendió sus alas. El viento caliente le llevaba a lo alto. Los guardias no habían
traído arcos, por lo que lo único que podían hacer era tirar sus espadas y cascos mientras
que el rey Minos gritaba y sacudía sus puños. El inventor y su hijo se elevaron en la
distancia.
Al principio, el viaje fue increíble... algo así como el comienzo del viaje en carro solar de
Faetón, sólo que sin las melodías relacionadas con el sol o el Bluetooth integrado. Ícaro
gritaba de alegría mientras se deslizaban lejos de Creta.
‘¡Lo hicimos, padre! ¡Lo hicimos!’
‘Hijo, ¡ten cuidado! – exclamó Dédalo, luchando para mantenerse. ‘¡Recuerda lo que te
dije!’
‘¡Ya lo sé!’ Ícaro voló a su lado. ‘No demasiado bajo, o el agua de mar corroerá las alas.
No demasiado alto, o el sol derretirá la cera.’
‘¡Muy bien!’ dijo Dédalo. ‘¡Se adhieren en medio del cielo!’
Una vez más, puede sonarles familiar la clase de educación vial de Faetón. Los griegos
sabían todo sobre una estancia en el centro, evitando los extremos. Eran la nación
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Debieron haber hecho un trato con las Amazonas, ya que esas señoritas tiraban bebés
varones al reciclaje, pero – oh, bueno.
Egeo fue al Oráculo e hizo las ofrendas usuales.
‘¡O gran adivina del futuro e inhaladora de gas volcánico!’ dijo el rey. ‘¿Pueden darme
un hijo por aquí, o qué?’
En su taburete de 3 piernas, la sacerdotisa se estremeció al tiempo que el espíritu de
Apolo la poseía. ‘¡Tenga paciencia, oh rey! Evita a las mujeres hasta que vuelva a Atenas.
Su hijo tendrá una madre noble y la sangre de los dioses, ¡pero debe llegar a su debido
tiempo!’
‘¿Qué significa eso?’
‘Gracias por su ofrenda. Que tenga un lindo dia.’
Esa respuesta frustró a Egeo. Gruñó todo el camino de vuelta a su barco y se preparó
para su largo viaje a casa.
Si viajas por tierra, Delfos no está tan lejos de Atenas. Pero en ese entonces tú nunca
viajabas por tierra, a menos que estuvieses loco o desesperado. Las carreteras eran
112
a su cuarto a ponerse algo más cómodo mientras Egeo corrió a ponerse desodorante de
nuevo, se lavó los dientes y esperó a su encantadora novia en la habitación de la luna de
miel.
¿Cómo se sintió Etra por todo ésto?
Pros y contras. Como dije antes, las mujeres de entonces no tenían muchas alternativas
en cuanto a con quién se casaban. A Etra definitivamente pudo irle peor. Egeo no era un
sujeto mal parecido. Él y su padre eran amigos, lo cual significaba que probablemente
él la trataría bien. Atenas era una poderosa y gran ciudad, así que eso le daría mucha
reputación con las otras reinas griegas.
En el lado negativo, Etra ya tenía un novio secreto – el dios Poseidón.
Como patrón de Trecén, Poseidón notó por primera vez a la princesa haciéndole
sacrificios en la playa. Él había decidido cortejarla, porque Etra era súper hermosa. En
nada de tiempo ella se había enamorado de él.
Ahora que ella estaba casada con otro, Etra no sabía qué hacer.
Después de la ceremonia, mientras su nuevo esposo se estaba lavando los dientes, la
princesa se escabulló del palacio. Corrió hacia la costa y caminó por la orilla de mar
hacia la cercana isla de Sphairia, donde ella y Poseidón usualmente se encontraban.
Poseidón estaba esperándola en una hamaca entre dos palmeras. Él lucía una camisa
hawaiana y un traje de baño corto mientras bebía un cóctel de frutas de un coco.
‘Hola, nena.’ dijo él. ‘¿Qué hay de nuevo?’
‘Bueno… em, me casé.’
‘¿Que tú qué?’
Etra le dijo lo que había pasado. ‘Yo-yo supongo que podría huir contigo,’ ella ofreció
con optimismo.
Poseidón sonrió. A él le gustaba Etra, pero no tanto. Los dioses siempre seguían
adelante, eventualmente. Este parecía un momento tan bueno como cualquier otro.
‘No, no,’ él dijo. ‘Egeo es un buen tipo, para ser un Ateniense. Él será un buen esposo.
Este será el adiós para nosotros, nena, pero ha sido genial. ¡En serio!’
Él chasqueó sus dedos. Una bola de disco bajó de una de las palmeras. ‘Last Dance’
comenzó a sonar en el fondo, porque Poseidón era un completo fanático de Donna
Summer. No me pregunten a mí. Es imposible pasar el rato en su palacio sin que él esté
tocando ese viejo tema de disco.
De cualquier forma, pasaron una última tarde juntos. Entonces, Etra corrió a ver a su
nuevo esposo, quien debió haber sido realmente cuidadoso al cepillar sus dientes,
porque no se dio cuenta por cuánto tiempo su novia se había ido o el hecho de que ella
oliese a loción de afeitar brisa-marina.
Etra y Egeo pasaron su luna de miel en Trecén. Egeo no estaba ansioso de volver a casa,
dado que todo lo que le esperaban ahí eran problemas y enemigos. Después de unas
semanas, el rey comenzó a tener sueños extraños acerca de su nueva esposa nadando
por el golfo Sarónico con un bebé varón en sus brazos.
Finalmente, le preguntó a Etra acerca de ésto.
Ella se sonrojó. ‘Bueno… estoy bastante segura de que estoy embarazada.’
‘¡Eso es asombroso!’ dijo Egeo.
‘Excepto… que no estoy segura si tú eres el papá.’
Le confesó a su esposo acerca de su aventura con Poseidón.
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Egeo tomó la noticia mejor de lo que podrías esperar. Los dioses siempre se estaban
enamorando con princesas mortales. Él no podía culpar a Etra porque le moviese el piso
un galanazo inmortal con buenas pintas supernaturales y poder ilimitado. Y él no podía
maldecir a Poseidón sin ser golpeado por un tsunami o ser tragado por un terremoto.
‘De acuerdo, lo entiendo,’ dijo Egeo. ‘Pero si el bebé es un niño voy a reclamarlo como
propio, ¿de acuerdo?’
‘¿Y si es una niña?’ preguntó Etra.
Egeo suspiró. ‘Seamos optimistas. ¡Un niño sería asombroso! Haré algunos arreglos.’
‘¿Arreglos?’
‘Ya verás.’
Al día siguiente, Egeo tomó a Etra a una colina a las afueras de la ciudad. En la cresta
había una roca de tamaño de un garaje para dos autos. Una docena de los hombres
del rey habían amarrado cuerdas alrededor de la roca y las estaban enganchando a un
equipo de caballos.
‘Vaya,’ dijo Etra. ‘¿Vas a mover esa roca?’
‘Claro, este es el trato.’ Egeo caminó hacia el foso poco profundo al lado de la roca. Se
desabrochó su espada. ‘La empuñadura de esta espada tiene la cresta real de Atenas en
ella, ¿la ves?’
‘¿El búho y la rama de olivo?’
‘Así es. Y esas son mis iniciales en el pomo. Es una hoja excelente – bronce celestial y
todo.’ Él arrojó la espada al foso. ‘También enterraré estos.’
De uno de sus sirvientes, él tomó una pulida caja de zapatos de madera. La abrió para
Etra, y dentro habían… lo adivinaste. Zapatos.
Etra silbó. ‘Esas son unas buenas sandalias.’
‘Oh, sí. Suelas de cuero. Correas de buena calidad. Soporte de arco. Esos zapatos
durarán una vida entera.’ Egeo arrojó la caja de zapatos al foso.
Ahora te podrás estar preguntando: ¿por qué tanto alboroto por un par de zapatos?
Pero en ese entonces buenas zapatillas eran súper difíciles de encontrar. No podías
simplemente ir a un Foot Locker y comprar unas Adidas. Si querías ser un héroe,
armarte camino a través de guaridas de monstruos, nidos de serpientes y campos de
batalla, no podías ir descalzo. Definitivamente no querías irte resbalando en sangre y
entrañas con un par barato de chancletas. Un buen calzado podía mantenerte vivo tan
bien como una buena espada.
Los hombres de Egeo tomaron las cuerdas. Las líneas estaban tirantes. El equipo de
caballos tensado. Muy lentamente, arrastraron la roca gigante hasta que cubrió el foso.
‘Listo,’ dijo Egeo. ‘Si nuestro pequeño es un niño, espera hasta que tenga una cierta edad
y luego dile que le dejé algunos regalos debajo de esta roca. Si él puede recuperarlas,
entonces es digno de ser mi hijo. Entonces, debería encaminarse a Atenas.’
Etra frunció el entrecejo. ‘¿Tú quieres que yo le diga esto? ¿Dónde estarás tú?’
‘Querida, ¿recuerdas esos extraños sueños que he estado teniendo? Están empeorando.
Si vienes conmigo a Atenas, estoy seguro que mis enemigos te matarán. Ellos nunca
permitirán que des a luz a mi heredero. Incluso si el chico nace, él nunca estaría seguro
en Atenas. Es mejor si regreso a casa solo y mantengo nuestro matrimonio en secreto. De
esa forma mis enemigos pensarán que he fallado en tener un hijo. Ellos se contentarán
con esperar a que yo muera. Una vez que mi hijo sea lo suficientemente mayor para
115
defenderse solo, ¡él puede venir a Atenas y tomar su legítimo lugar como el príncipe
heredero!’
‘Así que quieres que me quede aquí y críe al chico por mi cuenta durante, digamos, 16,
17 años.’
‘Eso sería genial. Gracias.’ Egeo la besó. ‘Bueno, mi barco está esperando en el puerto.
¡Te amo! ¡Que tengas un buen embarazo!’
Egeo navegó de vuelta a Atenas y dejó a Etra en Trecén a que esperase a que su hijo
naciera.
Ella más o menos esperó que tuviera una niña, porque, entonces, podría quedarse
tranquila. Ni a Egeo ni a Poseidón le importaría… dados los iluminados feministas que
eran. Etra podría criar a su hija en paz y no tener que preocuparse por unos zapatos
debajo de una roca.
Pero si el pequeño era un niño… bueno, Etra al menos esperaba que creciera para ser un
héroe. Entonces, ambos padres podrían estar orgullosos de reclamarlos.
Como probablemente adivinaste, ella tuvo un niño, y los historiadores griegos pasaron
los siguientes mil años discutiendo quién era el papá. Algunos dijeron Egeo. Algunos
dijeron Poseidón. Algunos dijeron que tuvo dos padres, lo cual estoy seguro es
medicinalmente imposible. Pero de nuevo, estamos hablando de dioses, así que ¿quién
sabe?
En cuanto a Etra, ella crio a su hijo por su cuenta por los primeros 17 años, lo cual
requirió un tipo especial de heroísmo.
El hijo de Etra fue grande y saludable, lo cual es esperable, dado que tuvo uno o dos
padres poderosos. Ella lo nombró Teseo, que significaba reunión, quizás porque ella
esperaba que el reuniera a toda la gente de Grecia en una gran familia feliz. O quizás
porque el chico era tan energético que Etra y una docena de niñeras se reunían todos los
días tratando de cuidarlo.
La mayoría de los semidioses que he conocido tienen trastorno hiperactivo de déficit de
atención. Esto te mantiene vivo en el campo de batalla, porque estás muy consciente de
todo. Pero Teseo fue el chico original del cartel de THDA. Él estaba histérico en pañales.
Andaba rebotando por las columnas Corintias. Él era el niño súper-cafeinado, el dios del
déficit, el – bueno, ya me entienden. El chico era un malandrín.
Mientras crecía, rápidamente se quedó sin cosas que hacer y sin tipos malos que matar.
¿Todos los monstruos cerca de Trecén? Tostados. ¿Bandidos, asesinos, genios malvados
tratando de tomar la antigua Grecia? Olvídenlo. Ellos estaban todos muertos antes de la
hora de la siesta de Teseo.
Para cuando cumplió 17, Teseo era tan habilidoso en combate y estaba tan
increíblemente aburrido que su madre decidió enviarlo a la ciudad de su padre.
Necesitaba un descanso.
Ella lo guio a la colina con la enorme roca.
‘Mi hijo,’ dijo, ‘tu padre real es Egeo, rey de Atenas. O podría ser Poseidón, dios del mar.
O quizás ambos.’
Ella trató de explicar los detalles, pero Teseo perdió interés. ‘Qué hay con la roca?’
‘Egeo dijo que cuando fueras lo suficientemente mayor, yo debería traerte aquí. Si
puedes descubrir una forma de mover la roca y recuperar los regalos que hay debajo,
deberías ir a buscar a tu padre en Atenas.’
116
‘¿Regalos? ¡Genial!’ Teseo dio una vuelta a la roca, luego presionó su mano contra esta.
‘No te hagas una hernia,’ le advirtió su madre. ‘Tu padre usó una docena hombres y un
equipo de caballos para-‘
BOOM.
La roca se volcó y rodó colina abajo.
Teseo tenía la capacidad de atención de un jerbo, pero era un genio en derrotar a sus
oponentes – incluso si el oponente era una roca gigante. Él había notado inmediatamente
que la roca estaba ladeada y era más pesada por la izquierda. Durante los últimos 17
años, la tierra en ese lado se había erosionado. Todo lo que Teseo tuvo que hacer fue
darle a la roca un buen empujón del lado derecho y hacia abajo se fue.
Por supuesto, Teseo no era tan bueno previendo las consecuencias. La roca rodó hacia
una aldea cercana, destruyendo muchas chozas y asustando algunos cerdos antes de que
dejase de rodar.
‘¡Perdón!’ gritó Teseo hacia abajo.
Se arrodilló en el foso donde la roca había estado. ‘Buena espada. Y - ¡OH! ¡ZAPATOS!’
Teseo se sujetó las sandalias. Corrió unas cuantas vueltas alrededor de la colina para
amoldarlas. ‘¡Estas se ajustan genial!’
‘Sí,’ dijo su madre. ‘Tienen un excelente soporte de arco. Pero, Teseo, acerca de tu
destino-‘
‘¡Cierto!’ Brincaba de un lado a otro como una bailarina de ballet. ‘¿Cómo llego a
Atenas?’
‘Hay dos rutas,’ dijo su madre. ‘Una es un viaje fácil por mar, directamente por el golfo
Sarónico.’
‘¡Aburrido!’ Teseo sacó su espada y continuó moviéndose en círculos, acuchillando a
enemigos imaginarios, aunque su madre le había dicho mil veces que no corriera con
sables.
‘El otro camino es por tierra,’ dijo Etra, ‘el cual es extremadamente peligroso e infestado
con centros comerciales de mal gusto. El viaje te tomará varios días y podrías terminar
muerto.’
‘¡Asombroso!’
Etra sabía que él diría eso. Él siempre estaba eligiendo el camino más peligroso, y ella
pensó que sería mejor advertirle acerca de lo que podría encontrar.
‘Sé de al menos seis enemigos mortales en ese camino,’ dijo ella. ‘Te diré acerca de ellos.
Trata de poner atención.’
Etra le dijo todo lo que sabía. Era difícil para ella concentrarse con Teseo haciendo su
rutina de kung-fu de sandalia-combatiente. Dudó que él hubiese escuchado una palabra
que dijo.
‘Por favor, hijo,’ imploró, ‘los seis villanos en el camino a Atenas son mucho peor que
los bandidos locales a los que estás acostumbrado. Ellos han hecho imposible el viaje por
tierra entre Atenas y Trecén por generaciones.’
‘¡Entonces, los mataré y haré el camino seguro!’ Teseo besó a su madre y se fue corriendo
colina abajo, agitando su nuevo sable. ‘¡Adiós, mamá! ¡Gracias por todo!’
Etra exhaló. Sin el huracán Teseo soplando por el palacio, finalmente podría tener una
buena noche de sueño. Ella no estaba muy preocupada por su hijo en el camino. ¿Pero
los bandidos y monstruos? Ellos no tenían ni idea de lo que les iba en camino.
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No le tomo a Teseo mucho tiempo el encontrar a su primer enemigo, lo cual era bueno,
porque el necesitaba quemar algo de energía.
Teseo se encontró chapoteando por un camino fangoso, disfrutando el pintoresco paisaje
de árboles muertos y aldeas quemadas, cuando pasó a cruzarse con un hombre grande
y feo en medio del camino. Cruzado por su hombro tenía una brillante maza de bronce.
Alrededor de sus pies, el suelo estaba plagado con velludas esferas destrozadas, como
melones mohosos.
Al acercarse, Teseo se dio cuenta que los melones eran cabezas humanas – todas
emergiendo del lodo, todavía unidas a los cuerpos que habían enterrado de pie.
Aparentemente, los desafortunados viajeros habían sido usados para un malvado juego
de Golpea al Topo.
‘¡Alto!’ rugió el tipo con el maza, lo cual era estúpido, dado que Teseo ya se había
detenido a admirar las cabezas golpeadas. ‘¡Dame todo lo de valor! ¡Y luego te mataré!’
El bandido medía alrededor de siete pies de altura. Era levemente más pequeño que
un camión blindado, y su cara era tan fea e hinchada que parecía que las lavaba con
hormigas coloradas. Sus brazos eran musculosos, pero sus piernas estaban marchitas y
torcidas, revestidas desde el muslo al tobillo con tirantes de bronce.
‘¡Yo he escuchado de ti!’ dijo Teseo. ‘¡Tú eres Perifetes!’
¿Vieron? Él sí había escuchado a las historias de su madre, lo cual prueba que nunca
debes subestimar a un héroe con THDA. Nosotros absorbemos mucha más información
de lo que ustedes piensan. Corriendo en círculos mientras agitamos una espada es sólo
nuestra forma de concentrarnos.
De cualquier forma, este sujeto Perifetes (su nombre en inglés, Periphetes, significa par
de pies. Por Pair-of-Feet-is… ¿no? Bueno) fue un semidiós hijo de Hefesto, quién había
heredado la fuerza de su padre y sus deformes piernas. Bizqueaba tanto que la gente
tendía a pensar que tenía sólo un ojo y lo confundían con un cíclope (sin ofender a mis
amigos y familiares cíclopes).
Perifetes infló su gran pecho. ‘¡Mi leyenda me precede! Si sabes quién soy, ¡sabes que es
inútil resistirse!’
‘¿Qué hay con todas las cabezas?’ preguntó Teseo. ‘¿Los enterraste y luego los mataste,
o-?’
Perifetes se río. ‘¡Los golpee hacia el suelo con mi maza! ¡Eso es lo que hago! ¡Mi apodo
es el Portamaza!’
‘Oh.’ Teseo se rascó la axila. ‘Creí que te llamaban el Portamaza porque siempre ibas a
los puertos cargando tu maza.’
‘¿Qué? ¡No! ¡Soy violento y aterrador y golpeo gente enterrándola en el lodo!’
‘Entonces… ¿no podemos ir a algún puerto hoy, conversar con las señoritas y luego salir
a mover el esqueleto?’
Perifetes frunció el entrecejo. No estaba acostumbrado a que le pidieran que moviera el
esqueleto. ‘Te robaré y te mataré, enclenque. Esos son unos buenos zapatos. ¡Dámelos!’
Él blandió su poderosa maza, pero Teseo no tembló en terror como se supone que debía.
‘Esa es una buena maza,’ dijo Teseo. ‘¿Es madera cubierta con bronce?’
El orgullo llenó el corazón de Perifetes. Era un asesino despiadado, pero también era
hijo de Hefesto. A él le gustaba cuando su artesanía era apreciada. ‘¡Oh, sí! Un sólido
núcleo de roble envuelto en 20 láminas de bronce. Me parece que me da un muy buen
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balanceo.’
Teseo frunció el entrecejo. ‘¿20 láminas de bronce? Vamos, viejo. Eso lo haría muy
pesado para que cualquiera lo cargase.’
‘¡Yo soy fuerte!’
‘¿Estás seguro que no es espuma envuelto en papel de aluminio?’
‘¡Sí! ¡Estoy seguro!’
‘Pruébalo. Déjame revisarlo.’
Perifetes no podía ver ninguna amenaza. Asumió que este enclenque colapsaría bajo el
peso de la maza, lo cual lo haría reír mucho. Le pasó la maza a Teseo. En vez de colapsar,
Teseo la balanceó y golpeó a Perifetes en la cabeza, matándole instantáneamente.
‘¡Sip!’ dijo Teseo. ‘Eso es bronce sobre madera, ¡bien! Gracias, viejo. Creo que me
quedaré con ésto.’
Perifetes no discutió, ya que estaba muerto. Teseo se colgó su nueva arma favorita
del hombro y continuó viajando, ocasionalmente lanzándose al bosque para ver a las
ardillas, corriendo a ver objetos brillantes en el camino o deteniéndose a ver bichos al
azar. De ahí viene la frase de: Camina suavemente y lleva un gran garrote.
Estoy bastante seguro que así es la frase.
Mientras Teseo iba al norte, los monstruos y bandidos más inteligentes se movieron
fuera de su camino. Los más tontos obtuvieron cabezas golpeadas.
Después de unos pocos días, Teseo llegó al angosto puente de tierra que conectaba
el Peloponeso con la tierra de Ática. Dado que este era un embotellamiento natural,
también era principalmente el hogar de bandidos.
Teseo estaba paseando a través de un bosque de pinos altos cuando vio a un sujeto
vestido como un leñador – jeans, camisa de franela, poblada barba negra y una gorra
sobre su cabello rizado. De alguna forma, el tipo había doblado un pino de 50 pies de
alto y lo estaba fijando la punta al suelo con ambas manos. El hombre sonrió cuando vio
a Teseo.
‘¡Hola, forastero! Mi nombre es Sinis, y por ahí está mi hija, Perigune.’
Una joven bastante bonita en un vestido de franela se asomó por detrás de un árbol. Ella
saludó nerviosamente con la mano. Su expresión decía ¡Huye! ¡Por favor!
Teseo sonrió al leñador. ‘¿Por qué está sosteniendo un pino en el suelo?’
‘Oh, es sólo un pasatiempo mío,’ dijo Sinis. ‘¡Me llaman el Doblador de Pinos!’
‘Un apodo pegadizo.’
‘Sí, me gusta retar a la gente. Cualquiera que pueda sostener un pino como lo estoy
haciendo yo ahora se puede casar con mi hija. Hasta ahora nadie ha sido capaz de
hacerlo. ¿Quieres intentarlo?’
Teseo se acercó. Él podía ver las extremidades de Sinis temblar. Sostener un pino
de tamaño completo, incluso para un sujeto con un montón de músculos y mucha
experiencia, no era fácil.
Por suerte, Etra le había dicho a Teseo acerca de Sinis, así que él sabía qué esperar.
Sinis era hijo de Poseidón. Había heredado la súper fuerza de su padre y la habilidad
para mantenerse en pie en casi cualquier situación – supongo, porque Poseidón era
el Agitador de la Tierra y podía hacer temblar incluso a las raíces de la tierra. (Yo no
heredé esas características de Poseidón, pero trataré de no ser un amargado).
Cuando Sinis fue joven, él se había entretenido a si mismo doblando árboles altos y
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Sinis saltó hacia atrás. Él esperó que el árbol brincase al cielo como siempre, lanzando a
Teseo en órbita, probablemente sin su brazo izquierdo.
El árbol no se movió. Teseo se mantuvo firmemente en el suelo.
Quizás el espíritu del árbol lo ayudó. Además, Teseo era inteligente y fuerte. Él sabía
cómo aplicar la menor presión para obtener máximos resultados – como, por ejemplo,
enviar rodando una piedra masiva a través de una aldea.
Él mantuvo sus pies firmemente plantados. Sus brazos ni si quiera temblaban.
‘Entonces,’ dijo, ‘¿cuánto tiempo debo sostener esto antes de que me gane a tu hija?’
Sinis se sobrepuso a su conmoción. ‘Yo- yo estoy impresionado de que todavía te las
estés arreglando, pequeño hombre. Pero sólo eres un humano. Eventualmente se te
acabará la fuerza. Entonces morirás.’
‘Oh, ya veo.’ dijo Teseo. ‘En ese caso, mejor me pongo cómodo. Esta correa de seguridad
me irrita.’
Sacó una mano del árbol. El árbol todavía no se había ido a ninguna parte. Sacó su
espada y empezó a cortar la correa de cuero.
‘¿Qué estás haciendo?’ gritó Sinis. ‘Si crees que puedes simplemente alejarte de este reto-
‘
‘No, no. Seguiré sosteniendo el árbol.’ Teseo enfundó su espada. Continuó sosteniendo
el árbol con una mano. ‘Puedo hacer esto todo el día. ¿Cuánto tiempo debo esperar?’
Teseo estaba apostando que Sinis, siendo un semidiós, tuviese tanto THDA como él.
Seguramente, en diez segundos Sinis se pondría impaciente. ‘¡Esto es imposible! ¿Cuál
es tu secreto?’
‘Está todo en el agarre,’ dijo Teseo. ‘Ven aquí, te mostraré.’
Sinis se acercó.
‘Bien,’ dijo Teseo. ‘¿Ves cómo la parte superior de mi mano está posicionada?’
Sinis no podía ver a través de las agujas del pino a menos que se inclinase y mirase
directamente hacia abajo. Cuando lo hizo, Teseo dejó ir el árbol. El árbol brincó,
golpeando a Sinis en la cara y dejándole inconsciente.
Horas más tarde, el Doblador de Pinos despertó de un sueño acerca de un alce volador.
Estaba mareado. Su boca sabía a árbol de Navidad. Se dio cuenta de que estaba acostado
con las piernas abiertas en el suelo del bosque.
La sonrisa de satisfacción de Teseo se cernió sobre él. ‘¡Bien, estás despierto!’
‘¿Qu- qué?’
‘Escucha, estuve pensando acerca del reto de los dos árboles. Creí que podías mostrarme
cómo se hace.’
Sinis se revolvió. Sus muñecas estaban firmemente atadas. ‘¿Qué has hecho?’
‘Bueno, doblé dos pinos hacia el suelo justo por detrás de tu cabeza. Estoy sosteniendo
ambos con mis pies. Tus muñecas están atadas a ellos, así que, si yo fuera tú, me
levantaría y me prepararía.’
Sinis bramó. Luchó para levantarse, lo cual no era fácil con ambas manos atadas. Tuvo
que hacer una especie de voltereta como cangrejo para poder tener control de los
árboles. ‘¡No puedes hacer esto!’
‘¡Ups!’ Teseo dio un paso atrás, dejando que Sinis sostuviese los pinos.
Sinis había estado doblando árboles toda su vida. Era súper fuerte y podía mantenerse
firme en casi cualquier situación. Pero ahora estaba mareado y adolorido. Los dos
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árboles parecían estar activamente luchando contra él, tirando para liberarse. Los pinos
se sentían… enojados.
‘¿Cómo?’ Sinis gimió. ‘¿Cómo pudiste sostener ambos árboles y atarme a ellos?’
‘Tuve ayuda.’
La hija del bandido se asomó por detrás de un árbol. ‘Hola, papá.’
‘¡Perigune, no! ¡Libérame!’
‘Lo siento, papá. Este apuesto hombre ganó tu concurso, así que le pertenezco a él ahora.
¡Adiós!’
Teseo tomó su maza. Él y Perigune se fueron caminando, tomados de la mano, mientras
Sinis gritaba detrás de ellos.
‘¿Estás segura que estás de acuerdo con esto, Perigune?’ preguntó Teseo.
‘Ugh, sí. ¡Mi papá es horrible! Era sólo cosa de tiempo antes de que me mandase a mí
volando al cielo.’
‘Me pregunto por cuánto tiempo puede sostener esos árboles.’
Por detrás de ellos llegó un gemido sofocado, seguido de un whoosh de dos árboles
chasqueando hacia arriba y un sonido como de un bicho de 500 libras golpeando un
parabrisas.
‘No por mucho,’ dijo Perigune. ‘¿Quieres ir por algo de cenar? Me estoy muriendo de
hambre.’
Caminaron hacia el pueblo más cercano y pasaron unos días agradables juntos. Algunas
historias dicen que Perigune incluso tuvo hijos con Teseo, pero yo no estuve ahí, así que
no voy a chismear. Después de un tiempo, Teseo explicó que tuvo que seguir viajando.
Tenía asuntos en Atenas. Perigune había visto suficientes caminos y bandidos, así que
decidió quedarse y hacerse una nueva vida. Ellos se separaron como MAPS (o BFFs si
prefieren decirlo en inglés).
Después de otro adorable día en el yermo, Teseo llegó a una aldea llamada Cromión.
En la plaza del pueblo, una multitud de lugareños estaba gimiendo y llorando. Teseo
se preguntó si estaban molestos porque habían tenido que vivir en una aldea llamada
Cromión. Luego se dio cuenta que estaban reunidos alrededor del cuerpo de un anciano.
‘¿Qué le pasó?’ preguntó Teseo.
Un niño miró hacia arriba con lágrimas en sus ojos. ‘¡Fue esa vieja y su cerda!’
‘¿Perdona?’ preguntó Teseo.
‘¡Fea!’ gritó el niño. ‘Ella vive en las afueras con su masiva cerda come-hombres.’
‘¡Ambos son monstruos!’ gritó una mujer. ‘Esa cerda ha destruido los campos. Se come
nuestras cosechas, mata a nuestros granjeros, bota nuestras casas. Luego, esa vieja Fea
viene y se lleva lo valioso.’
‘Yo puedo arreglar eso,’ dijo Teseo. ‘Déjenme matar a la anciana y su cerda.’
Esa puede no sonar como la promesa más heróica, pero los lugareños jadearon e hicieron
reverencias ante Teseo como si él se hubiese caído del monte Olimpo.
Él sí se veía un poco como un dios. Tenía una maza gigante de bronce, una espada cara y
zapatos increíblemente bonitos.
‘¿Quién eres, o extraño?’ preguntó un sujeto.
‘¡Soy Teseo! ¡Hijo de Egeo, rey de Atenas! ¡También hijo de Poseidón, dios del mar!
También hijo de Etra, princesa de Trecén.’
Los campesinos callaron mientras trataban de hacer los cálculos.
122
‘¡No importa!’ dijo Teseo. ‘¡Yo mataré a la bandida Fea y su monstruo mascota, la cerda
de Cromión!’
‘Oh, por favor no la llames así,’ dijo un granjero. ‘No queremos que nuestro pueblo sea
inmortalizado por una cerda come-hombres.’
Y así la cerda fue por siempre conocida como la cerda de Cromión, y esa es la única cosa
por la que la aldea es recordada.
Teseo deambuló por los campos, buscando al chancho. No fue difícil de hallar. Teseo
simplemente siguió el sendero de cadáveres, cosechas pisoteadas y ranchos quemados.
La cerda era tan grande como un granero, lo cual era una comparación fácil de hacer
dado que estaba parada en la armazón de uno, escarbando por granjeros muertos. Su
piel gris moteada estaba cubierta con pelo del tamaño de espadas. Sus pezuñas estaban
endurecidas con sangre salpicada. Y su olor… guau. Incluso desde el otro lado del
campo, el hedor casi dejó inconsciente a Teseo. Él dudaba que pudiese volver a comer
tocino otra vez.
‘¡Oye, puerca!’ gritó. ‘¡Delicioso, yum, yum!’
Esas fueron las palabras mágicas.
La cerda se giró, vio un jugoso bocado de héroe y cargó.
Puedo decirte por experiencia personal, no hay nada tierno o divertido acerca de una
cerda gigante embistiendo. Cuando ves esos malvados ojos oscuros y ese hocico dentado
viniendo hacia ti (oh, sí, tienen dientes), todo lo que quieres hacer es correr gritando
hacia el refugio anti-cerdos más cercano.
Teseo se mantuvo firme. En el último segundo, esquivó hacia la izquierda y clavó su
espada en su estomago. La cerda chilló enfurecida. Se giró y embistió de nuevo. Esta
vez, Teseo esquivo hacia la derecha.
Otra cosa acerca de las cerdas gigantes: no soy muy listas y no pueden hacer giros
complicados. Nunca jamás traten de estacionar en paralelo a una. No funcionará.
Teseo jugó al matador hasta que la cerda estuvo cansada y sangrando por muchas
heridas, y sólo colapsara en el campo. Entonces, Teseo caminó hacia ella, levantó su
maza de bronce y dijo buenas noches a la cerda de Cromión.
Teseo estaba limpiando la sangre de cerda de su maza cuando escuchó un chillido.
Una mujer gorda en un vestido de arpillera iba cojeando hacia él, con un hacha de
batalla en sus manos. Su piel estaba moteada de gris. Su pelo era una maraña de cerdas
oscuras fijas hacia arriba.
‘¿Eres pariente de la cerda?’ preguntó Teseo. ‘Porque te ves-‘
‘Esa es mi mascota, ¡idiota!’ gritó la mujer.’¿Qué has hecho?’
‘Usted debe ser Fea.’
‘¡Sí! ¡Y esa cerda me había hecho ganar mucho dinero en el negocio del bandidaje!’
‘Bueno, madame, voy a tener que citarle a juicio por acaparar ganado dentro de los
límites de la aldea de Cromión. También por matar, robar y ser fea sin una licencia.’
La mujer levantó su hacha. ‘¡Muere!’
Consejo: si te cruzas con un héroe armado que acaba de matar una cerda gigante, no es
inteligente gritar ‘¡Muere!’ y cargar hacia él con un hacha.
Pronto, Fea yacía muerta junto a su cerda. Teseo limpió su espada en el vestido de
arpillera. Pudo haber regresado a Cromión y haberle dicho a la gente lo que había
sucedido, pero pensó que lo descubrirían en poco tiempo. Además, realmente no había
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mucho más que hacer en Cromión una vez que habías matado a la cerda gigante, así que
Teseo se encaminó otra vez.
Para este momento, Teseo había desarrollado una filosofía personal acerca de matar
cosas. Él sólo atacaría si era atacado primero. Y, cuando fuese posible, él derrotaría a sus
enemigos de la misma forma que ellos habían tratado de derrotarle. ¿Golpear a Teseo
con una maza? Él tomaría tu maza y te mataría con ella. ¿Atar a Teseo a un pino? Él te
ataría a dos pinos. Su sistema no sólo era justo; era divertido. Él sólo lamentó no poder
matar a Fea con su propia cerda gigante, pero la filosofía sólo te llevará hasta cierto
punto.
Una tarde, Teseo estaba paseando a lo largo de la cima de un acantilado de 100 pies de
altura (porque los héroes hacen ese tipo de cosas.) El mar brillaba a lo lejos abajo. El sol
se sentía cálido y agradable en su cara.
Era tan pacífico y relajante que Teseo comenzó a sentirse inquieto.
Afortunadamente, a 50 pies en frente de él, un bandido saltó de detrás de una roca y
gritó, ‘¡Párate y entrega!’
El tipo estaba vestido en unas polvorientas ropas negras, sandalias de cuero (no tan
bonitas como las de Teseo) y un sombrero de ala ancha. Una bufanda le cubría la parte
inferior de su cara. Le apuntaba con una ballesta a Teseo.
Teseo sonrió. ‘Hombre, estoy feliz de verte.’
La ballesta del sujeto se inclinó hacia abajo. ‘¿Lo estás?’ preguntó.
‘¡Sí! Estaba aburrido.’
El bandido pestañeó. ‘Bueno… está bien, entonces. ¡Esto es un asalto! Dame todas tus
pertenencias – esa espada, la maza, y definitivamente esos zapatos. Esos zapatos son
bonitos.’
‘¿Supongo que no hay forma de evitar una confrontación aquí? Porque estoy tratando de
no matar gente a menos que ellos me ataquen.’
El bandido se rió. ‘¿Tú matarme a mí? ¡Buena esa! Te diré qué: si me lavas los pies como
muestra de respeto, no te mataré. Tomaré tus cosas de valor, pero conservarás la vida.
Ese es el mejor trato que conseguirás.’
La mención de lavar pies activó la memoria de Teseo. ‘Oh, mi mamá me habló acerca de
ti. Tú debes ser Esciro.’
El bandido hinchó su pecho. ‘¡Por supuesto que lo soy! ¡Soy famoso! ¡Esciro, hijo de
Poseidón! ¡Número seis en la lista Forbes de los diez bandidos más ricos!’
‘Oye, yo también soy hijo de Poseidón,’ dijo Teseo. ‘No le robarías a un hermano,
¿verdad?’
‘Los parientes son mis víctimas favoritas. Ahora, ¡lava mis pies! Justo aquí en la orilla de
este acantilado está bien. No te preocupes. No te patearé.’
Teseo miró por el borde. A cien pies por debajo, una masiva forma redonda se estaba
moviendo debajo de las olas. ‘¿Es eso una tortuga gigante allí abajo?’
‘Sí. Esa es mi mascota.’
‘Él no come humanos, ¿o sí? Por ejemplo, si tu pateases a tus víctimas acantilado abajo
como dijiste que no harías.’
‘Mi tortuga es una ella. Su nombre es Molly. Y por supuesto que no come humanos.
¡Qué idea tan tonta!’
Como si tener una tortuga gigante llamada Molly no fuera ya tonto.
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Esciro levantó su ballesta. ‘Ahora, ¡lava mis pies o muere! Hay un balde y un trapo
detrás de la roca. Y trae el desinfectante. Definitivamente lo necesitarás.’
Teseo cuidadosamente bajó sus armas. Esciro mantuvo su ballesta apuntando al pecho
de Teseo mientras el héroe tomaba los utensilios de limpieza y se arrodillaba frente al
bandido.
‘Diviértete.’ Esciro plantó su pie izquierdo en una roca, posicionándose de tal forma que
Teseo le diese la espalda al mar. Una rápida patada y Esciro sería capaz de mandarlo por
el borde.
Afortunadamente, Teseo estaba esperando eso.
Él silbó mientras deshacía los nudos de las sandalias de Esciro. Los dedos del bandido
eran peludos y estaban endurecidos con sustancias desconocidas. En las grietas de la
uña de su dedo gordo, algas verdes estaban cerca de desarrollar una sociedad agrícola.
La asquerosidad de los pies distrajo a Teseo, pero como él siempre estaba distraído, no
importó. Sintió la pierna de Esciro tensarse. Justo antes de que el bandido patease, Teseo
se dejó caer de lado. Esciro tropezó, perdió el equilibrio, y Teseo lo pateó en el trasero,
enviándolo por el borde.
‘¡WAHHHHHH!’ Esciro agitó sus brazos, pero, tristemente, los semidioses hijos de
Poseidón no obtienen el poder de volar. La cabeza de la tortuga gigante salió a la
superficie. Ella abrió sus fauces enormes.
‘¡No, Molly!’ gritó Esciro. ‘¡Soy yo!’
GULP.
Molly aparentemente no le importaba morder la mano que la alimentaba… o tragarse el
resto de ella también.
Teseo se lavó sus propias manos con desinfectante y continuó con su camino.
Mi amiga Hazel manda a decir que Esciro se lo tuvo bien merecido. No sé por qué lo
dice en verdad.
Finalmente, llegó al final del puente de tierra y cruzó hacia Ática. (Annabeth me dice que
una angosta franja de tierra conectando dos pedazos grandes de tierra es llamada istmo.
Yo no puedo pronunciar eso, pero ahí lo tienen, raritos de la geografía.)
Teseo llegó a la ciudad de Eleusis, la cual era famosa por su templo de Deméter, pero
en vez de estar vendiendo basura turística con temática de Deméter y ofreciendo
viajes guiados, los locales estaban gritando y corriendo buscando por lugares donde
esconderse.
‘¿Qué está pasando?’ le preguntó Teseo a un tipo.
‘¡El rey! ¡Está demente! ¡Quiere luchar!’
Teseo frunció el entrecejo. Su madre le había advertido acerca de Cerción, el rey de
Eleusis. Aparentemente, el tipo era malo y fuerte y le gustaba matar a los viajeros. Pero
ella no había dicho nada acerca de luchar.
Teseo caminó al fogón ceremonial en el centro de la ciudad. Usualmente, ese era el
lugar más seguro en cualquier ciudad griega. Los viajeros y embajadores irían ahí para
comunicar sus pacíficas intenciones y aceptar la hospitalidad de la ciudad.
Hoy la hospitalidad de la ciudad consistía en aguantar a un hombre pisoteando el fogón
envuelto en una capa brillante de oro, calzoncillos de mallas doradas y una máscara con
grandes agujeros para los ojos que se parecía sospechosamente a ropa interior.
‘¿QUIÉN LUCHARÁ CONMIGO?’ rugió el hombre en calzoncillos. ‘¡SOY CERCIÓN,
125
EL REY!’
‘Guau,’ dijo Teseo. ‘¡Tu disfraz es brillante!’
‘¡RAGH!’ Cerción se precipitó a través de la calle hacia el templo de Deméter, golpeó su
puño a través de una columna de mármol y colapsó el pórtico por completo.
‘Oye,’ dijo Teseo,’no deberías estar dañando los templos. Además, eso no puede ser
bueno para tu puño.’
‘¡Soy Cerción!’ dijo Cerción. ‘¡Derrótame en una lucha y puedes ser el rey! ¡Si no, te
mataré!’
El rey hizo una pausa como si hubiese olvidado lo que estaba haciendo. Probablemente
la tensión de poner tantas palabras juntas había sobrecalentado su cerebro.
Teseo consideró qué hacer. Obviamente al rey Cerción le faltaba más de un tornillo.
Quizás los dioses lo habían maldecido con locura por todos los años que había estado
matando viajeros y construyendo su malvada reputación. Teseo no quería matar a una
persona demente, pero tampoco podía dejar a Cerción aterrorizando a los lugareños,
destruyendo templos y arrasando todo en pantaloncillos de malla dorados.
‘Entonces, si te derroto en una lucha,’ dijo Teseo, ‘¿me convierto en rey?’
‘¡Sí!’
‘¿Debo usar ropa interior en mi cabeza?’
‘¡Sí!’
Teseo puso en el suelo su espada y su maza. ‘¿Debo matarte, o aceptarás la derrota si
simplemente te inmovilizo?’
‘Eso nunca pasará,’ dijo Cerción, ‘¡porque te romperé la espalda!’
Teseo hizo una mueca de dolor. ‘Desearía que no hubieses dicho eso. Verás, tengo esta
filosofía-‘
‘¡RAGGGGR!’ Cerción embistió.
Teseo esquivó el primer ataque del rey. Cerción era grande y fuerte, pero era tan torpe
como una cerda gigante. Teseo estaba familiarizado con esos.
Cerción embistió de nuevo. Esta vez Teseo dio un paso de lado. Él pateó a Cerción en
la espalda, de la misma forma que había hecho con Esciro. El luchador tropezó hacía el
fogón y salió gritando, con su capa brillante en llamas.
‘¡Muerte!’ gritó Cerción.
Teseo se puso de espaldas al templo. Cuando Cerción corrió hacia él, Teseo se zambulló
entre las piernas del enorme hombre, y el luchador amablemente corrió hacia la muralla
de mármol con la cara por delante.
La muralla se agrietó. La cara de Cerción no quedó mucho mejor tampoco. Tropezó y
colapsó. Sacando toda su fuerza, Teseo levantó al mareado rey por sobre su cabeza.
Los pueblerinos asustados salieron de sus escondites. Una multitud se reunió mientras
Teseo desfilaba al luchador por la plaza.
‘Ríndete, Cerción,’ dijo Teseo, ‘y te perdonaré la vida.’
‘Nunca,’ balbuceó el loco. ’Quebrar… tu espalda.’
Teseo suspiró. ‘Bueno, gente, ya lo oyeron.’
Dejó caer al rey sobre su rodilla en un completo movimiento de Bane-rompe-a-Batman.
Cerción cayó al suelo, muerto.
Teseo le sacó la máscara al rey. La sostuvo en alto para que las personas la vieran.
‘¡Chicos!’ gritó.’Ustedes realmente no deberían seguir órdenes de gente que usa ropa
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y sí, sé que es confuso.) Egeo y Palas nunca se llevaron bien. Palas quería ser rey. Dado
que era el hermano menor, él obtuvo nothing.
Así que Palas pasó toda su vida quejándose y teniendo hijos – 50 hijos, para ser exacto.
¿Cómo es que alguien tiene 50 hijos? Palas debió de tener una docena de esposas o una
máquina de clonación realmente avanzada. Los niños eran una especie de venganza
hacia su hermano, como Oh, lo siento, Egeo. ¿No pudiste tener hijos? Yo tengo
CINCUENTA. ¡EN TU CARA!
De cualquier manera, sus hijos eran conocidos como los Palántidas, los hijos de Palas –
algo así como los Sons of Anarchy, pero sin las motocicletas. Todos habían crecido para
ser cretinos de las ligas mayores, y todos querían a su tío Egeo muerto.
Se dividieron en diferentes bandas y se tomaron varios vecindarios. Tenían constantes
guerras por los territorios. Todos en Atenas eran obligados a pagar por protección a una
banda u otra. Si te comprometías con el grupo equivocado, te arriesgabas a conseguir
una jabalina atravesada en tu pecho por un carruaje en movimiento.
Para cuando Teseo llegó a Atenas, los 50 Palántidas habían establecido sus bandas y sólo
estaban esperando a que Egeo muriese. Luego, planeaban tener una buena guerra civil a
la vieja usanza y dejar que el Palántida más fuerte surgiera victorioso. Por esto, la ciudad
era incluso más peligrosa que la carretera. Si Teseo se paseaba diciendo ser el hijo de
Egeo, se convertiría en un alfiletero para flechas antes de que llegase al palacio.
Segundo problema: el rey Egeo se había encontrado una nueva esposa – una hechicera
llamada Medea. Hablaré más acerca de ella en una historia posterior. De todas maneras,
ella había prometido a Egeo que su hechicería podía otorgarle un bebé varón, y los
50 Palántidas no estaban emocionados acerca de eso. Ellos hubiesen irrumpido en el
palacio, de no ser porque las defensas eran buenas, los guardias estaban todos bien
armados y había una aterradora hechicera dentro. Entonces, incluso si Teseo entraba al
palacio, Medea lo mataría por arruinar sus planes.
Problema tres: Atenas estaba siendo maltratada por una extraña súper potencia llamada
Creta. Teseo no sabía mucho acerca de Creta – sólo algunos ridículos rumores acerca
de un monstruo mitad todo, mitad humano quien vivía en un gran laberinto. Pero, al
oír por casualidad conversaciones en el camino, aprendió que Atenas y Creta se habían
estado odiando la una a la otra desde antes de que Teseo naciera.
La forma en la que comenzó: uno de los hijos del rey Minos, Androgeo, había venido a
Atenas hace 20 años por la competencia de deportes local, y fue asesinado por algunos
de los Palántidas.
Enfurecido, Minos convocó a su armada naval y navegó hacia Atenas. Él sitió la ciudad.
Quemó el puerto. Llamó a su padre Zeus para que mandase rayos y placas y langostas y
chinches.
Finalmente, Egeo fue forzado a rendirse. Minos prometió cesar la destrucción, pero una
vez cada siete años Atenas debía enviar a sus siete jóvenes más valientes y sus siete
doncellas más hermosas a Creta como tributo, donde serían alimentados al Minotauro
en el laberinto.
Si crees que eso suena como Los Juegos del Hambre, eso es porque esta historia inspiró
esa. Y no, el laberinto no era televisado, pero sólo porque Dédalo aún no inventaba el
televisor.
Continuando, el tercer ciclo de siete años se acercaba. Catorce tributos debían ser
129
¡Eso es! Pensó Teseo. Mataré al toro maratoniano y ganaré una cena en el palacio.
Además, ¡no tengo alergias a las comidas!
Teseo partió a encontrar el toro, pero tan pronto como dejó la ciudad una tormenta
masiva pasó sobre su cabeza. Las nubes se veían como tinta hirviente. Rayos atravesaron
el cielo. La lluvia caía tan fuerte que Teseo sintió como si estuviese caminando hacia un
chorro de arena.
Al costado del camino, vio una pequeña cabaña y corrió dentro.
Una anciana estaba sentada al lado del fuego, revolviendo una olla con sopa. No parecía
sorprendida de verlo.
‘Bienvenido, jovencito,’ dijo ella. ‘Gran tormenta, ¿eh?’
‘Sí.’ Teseo bajó su maza. ‘¿Le importa si espero aquí un momento?’
‘Para nada. ¿Vas a matar al toro maratoniano?
Teseo parpadeó. ‘¿Cómo sabe eso?’
‘Mi nombre es Hecale. Solía ser una sacerdotisa de Zeus. Sé muchas cosas.’
‘Oh…’ Teseo estaba comenzando a pensar que debió haber limpiado sus pies antes de
entrar. ‘Entonces… ¿tiene algún consejo para mí?’
Hecale soltó una risita. ‘Ese toro es sagrado para Minos, hijo de Zeus. Por eso Zeus
no deja que nadie lo mate. También es por eso que el dios mandó esta tormenta para
detenerte. Si prometes traer el toro aquí después de que lo captures, yo lo sacrificaré a
Zeus. Eso debería complacer al señor de los cielos.’
130
‘Oh, ¿conejito de miel?’ (Su apodo cariñoso para él prueba qué tan malvada era.) ‘Estoy
preocupada por este joven héroe que viene a cenar. Creo que es un asesino de los
Palántidas.’
Egeo arrugó el entrecejo. Ya no era tan astuto como solía ser, pero odiaba a los asesinos.
‘Bueno… ¿qué sugieres?’
‘Veneno,’ dijo Medea. ‘Cuando brindemos por el héroe, le daremos una copa
contaminada.’
‘Eso no suena muy hospitalario. ¿No es nuestro invitado?’
‘Querido, no quieres ser asesinado antes de que tú y yo tengamos un hijo juntos, ¿o sí?’
Egeo suspiró. Medea había estado prometiéndole un hijo por años. Parecía que nunca
sucedería. Hace años, el rey había conocido a una mujer realmente buena, Etra. Él
creyó que de seguro el hijo de ella eventualmente se mostraría, pero henos aquí,
nunca apareció. Ahora el rey estaba atrapado con una esposa hechicera, un montón
de enemigos esperando que muriese y aparentemente un asesino que pretendía ser un
héroe.
‘Muy bien,’ dijo Egeo. ‘Ten el veneno listo para la cena.’
Cuando Teseo llegó, estaba impactado por lo viejo y endeble que se veía su padre.
Estaba menos sorprendido por Medea, quien lo fulminaba con la mirada mientras
comían aperitivos y conversaban acerca del clima y de la mejor forma de capturar toros
gigantes.
El plato principal era carne asada, con una gran copa de vino para bajarlo.
Teseo notó que la reina se tensaba cuando el vino fue servido ante él. Él estaba realmente
sediento después de tanta charla, pero decidió esperar para beber.
‘¡La carne asada se ve genial!’ dijo. ‘Pero probablemente debería cortarla en pequeños
trozos. Usaré mi espada, si no les importa…’
Sacar una espada en una cena usualmente es de mala educación, pero Teseo prosiguió y
se desabrochó el arma y la puso en la mesa. Desenfundó la hoja y cortó la carne.
La mente del rey estaba confusa, pero reconoció su propio símbolo real y las iniciales en
la empuñadura. Esa espada… esa era su espada. ¿Qué había hecho con ella? Oh, claro,
la había puesto debajo de una gran roca en las afueras de Trecén para que su hijo la
recuperara.
Este fuerte y apuesto hombre tenía su espada, lo que significaba…
Cuando Teseo iba a tomar la copa de vino, el rey chilló y botó la copa de sus manos. El
veneno se derramó, siseando y evaporándose por el suelo de mármol.
‘¡Mi hijo!’ gritó Egeo.
‘¡Papá!’ dijo Teseo.
‘¡Medea!’ gruñó el rey.
‘¿Conejito de miel?’ Medea saltó de su silla y se alejó de la mesa del comedor.
‘Tú sabías quién era él,’ dijo Egeo. ‘Querías que yo envenenara a mi propio hijo. Tú
malvada, retorcida-’
‘Vamos, querido, hablemos de esto.’
‘¡Guardias, arréstenla!’
Medea huyó del cuarto con una docena de guardias persiguiéndola. De alguna forma
logró escapar y huir del reino. Medea ha tenido un montón de experiencia huyendo de
reinos. Pero al menos había salido de la vida de Egeo.
132
El rey abrazó a su hijo con lágrimas en sus ojos. Conversaron hasta la noche. Teseo
consiguió el mejor cuarto de invitados del palacio y durmió en una cama más cómoda
incluso que la Crusty XL. En la mañana, padre e hijo decidieron visitar los templos y
agradecer por la llegada de Teseo. ¡Finalmente el rey tenía un heredero!
Las noticias se esparcieron rápidamente. El rey se aventuraría fuera de palacio por
primera vez en años. Los 50 Palántidas se dieron cuenta que debían actuar cuando aún
tenían una oportunidad.
Ellos juntaron a todas sus bandas y las separaron en dos ejércitos. Su plan era esperar a
que el rey y Teseo y sus guardias estuvieran a medio camino de los templos. Entonces,
los dos ejércitos de Palántidas atacarían de ambos extremos, atrapando al rey en una
maniobra de pinza y destruyendo a su equipo completo.
Era un buen plan. No estoy seguro de que incluso Teseo hubiese podido manejar a
tantos enemigos a la vez.
Afortunadamente, los Palántidas tenían un sirviente, llamado Leos, quien era
secretamente leal al rey. Leos corrió al palacio al amanecer y advirtió a Egeo y Teseo
acerca de lo que estaba sucediendo. Leos explicó exactamente dónde los ejércitos
estarían esperando para emboscarlos.
Teseo consiguió algo de armadura del almacén real. Se ató su espada, tomó su maza y
salió del palacio. Se encontró al primer ejército de Palántidas sentados en un callejón
oscuro comiendo panqueques, esperando a que la procesión real pasara.
‘¡Hola!’ dijo Teseo animadamente. Luego los mató a todos.
No sintió remordimiento alguno. Ellos habían estado planeando matar a la escuadra
real por completo, así que Teseo creyó que obtuvieron lo que se merecían. Era filosofía
simple.
Caminó por la ciudad, con sus adorables zapatos ahora salpicados en sangre y jarabe,
hasta que encontró el segundo ejército de Palántidas haciendo fila en Starbucks,
poniéndose realmente impacientes por sus lattes con especia de calabaza.
‘¡Hola!’ Teseo hizo la fila bastante más corta al matar al ejército entero. Después pidió un
capuchino doble con extra espuma y regresó al palacio.
Después de eso, el rey no tuvo problemas liderando su procesión hacia los templos.
Él les dio las gracias a los dioses por su nuevo y extremadamente violento hijo. Todos en
Atenas tuvieron un día realmente bueno, libre de las bandas de Palántidas por primera
vez en décadas.
Dato curioso: ¿ese tipo Leos que traicionó a los hijos de Palas? Supuestamente las
personas en su lugar de nacimiento, Palene, todavía no pueden soportar la palabra Leo.
Nunca nombran a sus hijos así, y si naces bajo el signo zodiacal Leo es considerado mala
suerte. Tengo un amigo llamado Leo. Él amaría la historia. Probablemente iría a Palene y
se presentaría a sí mismo 50 veces al día sólo para ver cómo la gente reacciona.
De cualquier manera, Teseo había hecho un buen progreso en su lista de quehaceres.
Había matado al toro maratoniano. Había expulsado a la malvada reina hechicera. Había
asesinado a todos los enemigos de su papá en una sola mañana.
Había sólo una pequeña nube oscura todavía avecinándose en el horizonte… y se
parecía mucho a un minotauro.
Un mes después de que Teseo se asentara como el príncipe de Atenas, la gran lotería
cretense de siete años se llevó a cabo. Cada hombre y mujer joven fue requerido para
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registrarse para una oportunidad de ganar un viaje gratis a Cnosos, cenar y beber vino
en la corte de Minos y luego ser lanzados al laberinto para una sesión de fotos con el
Minotauro, seguida de una muerte dolorosa.
Las personas en Atenas protestaron en las calles. Oye, no puedo culparlos. Su rey estaba
celebrando la llegada de su hijo, y a todos los demás les estaban solicitando ofrecer sus
propios hijos como tributos.
Teseo decidió que eso no estaba bien.
‘Papá,’ dijo, ‘me ofreceré voluntario como tributo.’
‘¿Qué?’ Egeo trató de levantarse de su trono, pero sus piernas temblaban demasiado.
‘¡Hijo, no! ¡Acabo de conseguirte! ¡No quiero perderte!’
‘¡No te preocupes! El trato con Creta dice que el sistema de tributos se detiene para
siempre tan pronto como uno de nosotros mate al Minotauro, ¿verdad?’
‘Sí, pero-’
‘Así que yo mataré al Minotauro. ¡Fácil!’
Egeo no estaba seguro de que fuese tan fácil, pero Teseo estaba determinado. Era lo
correcto. Además, Teseo no había matado monstruos o destruido ningún ejército en
semanas, y él estaba súper aburrido.
Cuando las personas escucharon que el príncipe se había ofrecido voluntario, estaban
impresionados. Se habían puesto cínicos con los políticos y sus promesas vacías. Ahora
este joven hombre estaba dando un paso al frente, arriesgando su vida junto con la gente
común. Su índice de popularidad subió como 75%.
Cuando los nombres de los otros tributos fueron elegidos en la lotería, no se quejaron.
Todos se alinearon detrás de Teseo, quien prometió guiarlos a Creta y traerlos de vuelta
a casa a salvo.
La noche anterior a la partida de los tributos, el rey Egeo tuvo una última cena con su
hijo.
‘Por favor, Teseo,’ dijo el anciano rey, ‘hazme un favor: usualmente, cuando el barco
regresa de Creta, tiene velas negras porque todos los tributos murieron. Si tú consigues
volver, pídele al capitán que use un color distinto de vela. De esa forma, tan pronto
como vea al barco en el horizonte, sabré que estás bien. Cuando atraques podemos tener
una gran fiesta en tu honor.’
Teseo abrazó a su padre. ‘Claro. ¿Qué color quieres?’
‘Fucsia,’ sugirió el rey. ‘Con bordes turquesas.’
‘Em, ¿qué tal velas blancas?’ dijo Teseo. ‘Esas son más fáciles.’
El rey estuvo de acuerdo, aunque blanco parecían un poco convencionales.
Los 14 tributos atenienses se reunieron a bordo de su nave y navegaron hacia Creta
mientras sus padres se quedaban atrás, en el muelle, despidiéndose y tratando de no
llorar. Durante el viaje, Teseo trató de mantener el espíritu de los tributos elevados con
un bingo y un juego de tejo, pero todos estaban nerviosos. Ellos sabían que no se les
permitiría ningún arma en el laberinto. Nadie había sobrevivido a la experiencia. Eso
hacía difícil disfrutar la noche de juegos en la cubierta.
Después de tres días en el mar, atracaron en Cnosos. Las espiras doradas de la capital,
los templos de mármol, jardines y palacios hacían que Atenas pareciese un basural.
Los tributos fueron recibidos por multitudes que los abucheaban mientras agitaban
banderas de toros y tenían grandes dedos de espuma que decían
134
¡CRETA ES LA N° 1!
Excepto por Teseo, los 14 adolescentes nunca habían estado fuera de casa antes. Se
sintieron asustados y abrumados, lo cual era justo lo que Minos quería.
El día del laberinto era una enorme técnica de mercadotecnia para él. Le daba a la
gente de Creta algo que celebrar. Ellos podían ver a lo mejor de la juventud de Atenas
encogiéndose de miedo y totalmente humillados antes de que fuesen lanzados a su
muerte en el laberinto del Minotauro.
Teseo como que arruinó el efecto. Sonrió y saludó al público mientras los tributos se
abrían camino al palacio. ‘¿Cómo les va? Soy Teseo. ¡Oye, qué genial estar aquí! Mataré
al Minotauro. De acuerdo, llámame, nena. ¡Te ves bien!’ Ni Peeta ni Katniss lo habrían
hecho mejor.
Los atenienses fueron llevados al palacio del rey Minos para la acostumbrada cena de
bienvenida y las festividades de conózcanse-antes-de-que-todos-mueran.
El rey Minos estaba esperando una buena denigración a la antigua de parte de sus
invitados. Él amaba la denigración. Nuevamente, Teseo le quitó la diversión a la cena
al atreverse a pasarla bien. Se río, contó chistes y entretuvo a la familia real cretense
con historias acerca de sus hazañas por el camino desde Trecén. La historia de Molly, la
tortuga gigante, fue especialmente bien. Teseo hizo un pequeño muñeco de Esciro con
palitos de ajo y lo lanzó por la mesa hacia el plato de sopa del rey, gritando, ‘¡NOOOOO!
¡MOLLLYYYY!’
Los hijos de Minos rieron. La princesa Ariadna casualmente estaba sentada frente
a Teseo. Ella estaba fascinada por el apuesto, divertido y completamente intrépido
príncipe ateniense. Para cuando la cena hubo terminado, ella estaba perdidamente
enamorada de él. Ella no podía concebir la idea de que muriese en el laberinto. Su
padre era tan molesto – mutilando y torturando a sus súbditos, lanzando a su hermano
mutante el Minotauro a ese laberinto, siempre matando a los chicos candentes antes de
que ella pudiera conocerlos. ¡Ugh!
El rey Minos, por otro lado, no se enamoró instantáneamente de Teseo.
Él decidió que el joven héroe necesitaba morir incluso antes del reto del laberinto. Eso
pondría a los otros tributos en el estado de ánimo correcto. De otra forma, Minos no
conseguiría la impresión completa de sus gritos cuando fueran lanzados al laberinto. Él
amaba los gritos de la juventud ateniense. Ellos calmaban sus frágiles nervios.
‘Así que, ¡Teseo!’ el rey lo llamó a través de la mesa. ‘¿He escuchado que eres hijo de
Poseidón?’
‘¡Sí, mi señor!’ dijo Teseo. ‘Estoy bendecido con dos grandiosos padres – uno el rey de
Atenas, el otro el dios del mar.’
‘Qué emocionante.’ dijo Minos. ‘El segundo rey más poderoso de Grecia y el segundo
dios más poderoso de todos. Como sabrás, yo soy el rey de la nación más poderosa, y mi
padre es Zeus.’
Minos era así de bobalicón.
El rey se levantó. Se sacó su anillo con la insignia real – una banda de oro con una cabeza
de toro tallada en zafiro puesta en ella. ‘¿Pongamos a prueba tu linaje, Teseo?’
Minos caminó hacia la ventana. El comedor casualmente estaba en el piso 20 de la torre
más alta, mirando hacia las profundidades del mar. ‘¿Qué tal si lanzo este anillo hacia el
océano y tú lo buscas buceando? Entonces, sabremos si eres hijo de Poseidón. Después
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de todas tus hazañas, estoy seguro de que eso no es un reto para ti.’
El anillo costaba alrededor de un millón de dracmas, pero ¿qué le importaba eso a
Minos? Él tenía una docena más como esos en su velador. El supuso que un recién
llegado temblaría de miedo o daría una excusa patética de por qué no podía saltar de un
piso 20. Pero si él realmente saltaba, eso sería divertido.
Minos lanzó el anillo por la ventana.
Como siempre, Teseo realizó la acción impulsiva. ¿Objeto brillante moviéndose
rápidamente? ¡Atrápalo!
Corrió hacia la ventana y se lanzó al aire.
El rey Minos se rió. ‘Bueno, hasta ahí llegó ese ateniense.’
Teseo estaba a medio camino del piso cuando se preguntó si debió haber hecho alguna
preparación… un paracaídas, o quizás una tabla de Boogie. Se conformó con una
plegaria.
‘Oiga, Poseidón,’ dijo. ‘¿Un poco de ayuda?’
Él cayó al agua. Eso debió de matarlo instantáneamente, pero en vez de eso, él se deslizó
fácilmente hacia las profundidades. Las corrientes lo llevaron al fondo del océano. Él
avistó un brillante punto dorado en la arena y recogió el anillo de Minos.
Teseo pataleó hacia arriba y salió a la superficie. Ni si quiera se sentía agitado. ‘¡Gracias,
papá!’
Las olas cargaron a Teseo a salvo a la orilla. Unos cuantos minutos después, uno de los
meseros en el comedor real fue corriendo hacia el rey. ‘Emm, señor, hay un tipo mojado
en la puerta, dice que tiene su anillo.’
Teseo irrumpió en la sala. ‘¡Ta-da! Mi señor Minos, le traigo saludos del segundo dios
más poderoso, Poseidón. Él dice, ‘¿Qué más tienes, perdedor?’’ Teseo lanzó el anillo al
plato de sopa del rey.
Los atenienses se rieron. Incluso los cretenses sonrieron y rieron disimuladamente.
El rey Minos trató de mantenerse calmado, pero no fue fácil. Las venas en su frente se
sentían como si estuviesen por explotar.
‘¡La cena se terminó!’ El rey se levantó. ‘Duerman bien, tributos. Mañana, enfrentarán
al Minotauro. Y nuestro apuesto amigo Teseo tendrá el honor de morir – digo, de ir
primero.’
La princesa Ariadna no pudo dormir esa noche.
Su padre era tan malvado, sentenciando al hombre que amaba a muerte. Ella decidió
que no podía soportarlo. Se envolvió con una capa con capucha y se escabulló de su
habitación a la de su mentor, Dédalo, quien vivía en un taller en el laberinto, aprisionado
ahí por orden del rey.
Con el paso de los años, Ariadna se había hecho amiga del viejo inventor. Él le enseñaba
matemáticas y ciencia. Él escuchaba cuando ella se quejaba acerca de sus padres
(y tienen que admitir que sus padres eran un desastre). Dédalo había construido el
laberinto, así que le enseñó a Ariadna a navegarlo fácilmente – siempre ve derecho y a
la derecha, y desenrolla una bola de hilo para que puedas encontrar el camino de vuelta.
Al menos una vez a la semana, ella se escapaba hacia el laberinto para visitar al anciano.
Ahora ella necesitaba su consejo para salvar a su nuevo novio.
Ella llegó al taller del inventor y le explicó el problema. ‘¡Tengo que ayudar a Teseo!
Le contaré tus trucos de navegación para que pueda atravesar el laberinto. ¿Pero cómo
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El monstruo plantó los pies. Cerró sus enormes puños y observó a Teseo.
Por primera vez en su vida, Teseo dudó. Apretó el cuerno roto del monstruo, pero
no estaba seguro de tener tiempo para usar el arma. El monstruo era simplemente
demasiado rápido y fuerte. Teseo nunca se acercaría lo suficiente sin ser destrozado.
‘Vamos a hablar acerca de esto, viejo.’ Él lentamente se puso de pie. ‘No tiene que ser de
esta forma. No eres todo monstruo. Eres parte humano.’
‘¡RAGGR!’ El Minotauro no podía pensar en nada más insultante que ser llamado
humano. Corrió hacia Teseo, determinado a pisotearlo y convertirlo en puré de héroe.
‘¡Asterión!’ gritó Teseo.
El Minotauro se congeló como si hubiese sido golpeado en el hocico. Ese nombre… él
conocía ese nombre. Sus memorias más tempranas… voces gentiles. Una mujer, ¿su
madre quizás? Una enfermería cómoda con comida de bebé real, mantas calentitas, un
fuego en el hogar. El Minotauro recordó una vida afuera del laberinto. Tuvo una fugaz y
cálida sensación de ser humano.
Y, en ese momento, Teseo lo apuñaló en el estómago con su propio cuerno roto.
El hombre-toro se revolcó y gimoteó. Sus gritos resonaron por cada una de las calles de
Cnosos. Él trató de agarrar a Teseo, pero el héroe salió disparado.
El Minotauro lo persiguió, pero sus piernas se sentían como plomo. El dolor en sus
tripas se sintió peor. Su visión se nubló. El monstruo cayó de rodillas y colapsó. Su
última visión fue de Teseo parado sobre él, con una expresión de tristeza más que
triunfante.
‘Descansa por fin, Asterión.’ dijo Teseo. ‘Duerme.’
El monstruo cerró sus ojos. Mientras moría, flotó hacia un sueño de mantas cálidas y
voces amables.
Teseo sacó el cuerno roto de las tripas del monstruo. Sus ropas estaban mojadas con
sangre. Le dieron ganas de destrozar el laberinto ladrillo por ladrillo. Quería apuñalar al
rey Minos con el cuerno de Asterión. Pero tenía 13 otros atenienses por los que pensar.
Les había prometido que los llevaría a casa.
Encontró el extremo de su hilo y lo siguió de vuelta por donde había venido. Fue
recogiendo a sus compañeros tributos hasta que los 14 estuvieron en la salida del
laberinto.
Normalmente, eso no le hubiese provocado ningún bien a él. Los guardias no iban a
abrir las puertas para que nadie escapase. Pero la princesa Ariadna estaba esperando del
otro lado. Ella oyó a Teseo llamando desde adentro: ‘¿Holaaaaaaaaa? El Minotauro dijo
adiosito. ¿Podemos salir ahora?’
‘¡Abran las puertas!’ le dijo Ariadna a los guardias. ‘¡Su princesa lo ordena!’
Los guardias cumplieron la orden.
Teseo dio un paso afuera, seguido de los otros tributos. Levantó el sangriento cuerno
para que todos los espectadores pudieran ver. ‘¡No más Minotauro! ¡No más tributos!’
La multitud se calló. Ellos podrían haberse vuelto contra él. Las cosas se ponen
realmente feas cuando el equipo visitante gana. Pero la verdad era que los cretenses
gustaban de los héroes valientes y Minotauros muertos mucho más de lo que querían al
rey Minos.
La multitud explotó en vítores. Ellos arrancaron los estandartes de toro. Corearon
¡HURRA! una y otra vez mientras levantaban al héroe y a la princesa Ariadna sobre
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sus hombros y desfilaban por los muelles, donde las naves atenienses esperaban. Los
guardias de la ciudad se unieron a la celebración. La hermana menor de Ariadna, Fedra,
quien casualmente estaba en la multitud, le gritó a su hermana, ‘Espera, ¿estás dejando
Creta? ¡LLÉVAME CONTIGO!’ Así que ambas princesas se unieron a los atenienses.
No había absolutamente nada que Minos pudiese hacer excepto gritar y pisotear muy
fuerte por todo el palacio mientras toda la población de Cnosos le hacía una fiesta a
Teseo, luego lo escoltaban a su nave para su viaje de regreso con toneladas de regalos, la
princesa Ariadna y como extra la princesa Fedra.
El barco partió esa noche. Su viaje a casa fue una fiesta masiva de tres días. Esta vez,
todos jugaron bingo. Los juegos esa noche en la cubierta fueron bastante salvajes.
Si quieres un final feliz, este sería un buen lugar para dejar de leer.
Porque, ahora que estaba en la cima del mundo, Teseo no desperdició ni un minuto en
convertirlo en una porquería.
Durante la primera noche en el mar, los atenienses estaban tan ocupados festejando
que su barco encalló en la isla de Naxos. Mientras la tripulación estaba haciendo
reparaciones, Ariadna y Teseo tuvieron una especie de pelea. Ellos habían estado juntos
menos de 24 horas, pero Teseo decidió que lo suyo no iba a funcionar. Quizás Ariadna
era más seria acerca de las relaciones que él. Quizás ella babeaba mientras dormía.
De cualquier forma, Teseo le dijo a Ariadna que él la iba a dejar en Naxos y navegaría a
casa sin ella.
Frío, ¿verdad?
Incluso peor, él dijo que Atenea misma le había ordenado hacerlo en un sueño. Cielos,
cariño, lo siento, pero una diosa me dijo que tengo que terminar contigo. No es culpa
mía.
Sí. Seguro, compañero.
¿Lo peor de todo? Él inmediatamente comenzó a salir con la hermana menor de
Ariadna, Fedra.
Ouch.
El corazón de Ariadna estaba roto, pero las cosas funcionaron para ella al final. Después
de que Teseo se fuera, el dios Dionisio tropezó con ella en Naxos. Se enamoró de ella, se
casaron, y la hizo inmortal.
Ariadna no había querido casarse con Teseo de todas formas. Como podrían ver en un
segundo, resultó ser un fracaso en Marido 101.
La nave ateniense navegó, pero Teseo, distraído con tanta fiesta, hizo el típico error de
THDA. Se olvidó totalmente de cambiar el color de las velas para alertar a su papá que
todo estaba bien.
El barco apareció en el puerto con velas negras.
La gente de Atenas se lamentó y lloró. Todos asumieron que sus tributos estaban
muertos, como siempre. El viejo rey Egeo estaba observando desde la torre más alta
del castillo. Cuando vio que las velas no eran fucsia (o blancas, como sea) estaba tan
destrozado por dentro que se lanzó al mar.
A diferencia de Teseo, Egeo no podía sobrevivir a una caída de 20 pisos. Se murió, y esa
parte del mediterráneo se convirtió en el mar Egeo debido al viejo rey.
Teseo atracó en Atenas. Cuando descubrió que su papá estaba muerto, él estaba
completamente disgustado. Ellos ni si quiera fueron a ver un juego juntos.
142
Por el lado positivo, Teseo era ahora el rey de Atenas. Él había destruido a todos los
enemigos de la familia, encontró una nueva esposa, Fedra (quién era mucho más
candente que su otra nueva esposa, Ariadna), y terminó con los tributos atenienses para
Creta para siempre.
Por un tiempo, el rey Teseo fue súper popular. El barco en que navegó a casa fue
convertido en un tributo flotante hacia él, con un bonito café y una tienda de regalos. El
barco se quedó en el puerto por siglos. Cada vez que un tablón se pudría, los atenienses
lo reemplazaban, hasta que prácticamente cada pieza del barco había sido reemplazada
numerosas veces.
Los filósofos locales, quienes tenían demasiado tiempo libre, comenzaron a debatir el
‘problema de la nave de Teseo’. Si gradualmente reemplazas cada pieza de algo original
con una copia exacta, ¿es todavía el mismo objeto? Me he preguntado lo mismo acerca
de las celebridades que se hacen demasiadas cirugías plásticas. Pero Annaberth me dice
que me estoy yendo por las ramas…
Teseo unió Ática bajo el liderazgo de Atenas. Tuvo hijos con Fedra, y fueron felices por
muchos años. Pero sabes lo que sucede cuando estás inquieto y aburrido – no puedes
dejar las cosas como están.
Por supuesto, eso no era culpa de Teseo.
Él encontró un nuevo amigo, quien era una mala influencia – el tipo de delincuente
impulsivo del que tu madre siempre te advierte. Usualmente, yo soy ese amigo. Para
Teseo, era un sujeto llamado Pirítoo.
Pirítoo era el jefe de los Lápitas – una tribu griega norteña tan salvaje que ellos pasaban
el rato con centauros. Créanme, las fiestas de los centauros no son para los de tímidos ni
cobardes.
Pirítoo seguía escuchando historias acerca del fuerte y valiente rey de Atenas en el sur.
Por un tiempo, no podías ver las noticias sin ver titulares acerca de Teseo esto y Teseo
aquello.
Pirítoo se enojó. ‘Él no puede ser tan grandioso. Iré al sur a retar a este mocoso.’
Él ensilló su caballo y cabalgó a Maratón, donde Teseo había capturado al toro blanco
hace mucho tiempo. Pirítoo pensó, ¿Teseo cree que es genial por robar un toro? Yo
robaré cada vaca de la ciudad.
Y lo hizo. Él acorraló a todo el ganado de Maratón, porque los Lápitas eran geniales
ladrones de ganado junto con otras buenas cualidades. Dado que Pirítoo era un tipo
bastante aterrador, ninguno de los locales trató de detenerle.
‘¿Quieren a sus vacas de regreso?’ dijo Pirítoo. ‘¿Por qué no le piden ayuda a su rey?
Díganle a Teseo que estaré esperando por él.’
Pirítoo arreó al ganado hacia el norte.
Las noticas del incidente de robo de ganado llegaron a Teseo, y él no podía dejar pasar
el insulto. Cabalgó al norte por su cuenta. Pirítoo no fue difícil de encontrar, dado que
tantas vacas dejan detrás un montón de empanadillas.
Cuando Teseo alcanzó a Pirítoo, ellos se insultaron el uno al otro por alrededor de
una hora hasta que se quedaron sin insultos acerca de tú madre. Luego tuvieron una
confrontación épica. Rompieron rocas sobre la cabeza del otro. Se lanzaron el uno al otro
por acantilados. Lucharon y chocaron espadas y lanzaron granadas, pero simplemente
no podían matar al otro. Eran igualmente fuertes y rápidos y suertudos.
143
filosofía. Las cosas comenzaron a irle mal cuando perdió interés en Ariadna y la
abandonó. Eventualmente, Atenas perdió interés en él y lo abandonó. Con el karma no
se juega.
¿Esta historia tiene moraleja? Si la tiene, tengo el mal presentimiento de que se
aplicaría a mí. Siendo impulsivo e híper-atento puede ser de gran ayuda. THDA puede
mantenerte con vida. Incluso puede convertirte en un héroe.
Por otro lado, si pierdes de vista las cosas importantes, si te vuelves temerario y estúpido
y te permites el distraerte cuando estás a punto de aprender una lección importante –
¡OOH, UNA ARDILLITA!
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mamá osa estaba fuera forrajeando, dos tipos entraron en la cueva, esperando encontrar
algunos cachorros que pudieran matar para conseguir pieles, o quizás capturarlos y
venderlos al circo. En vez de eso, encontraron una niña humana tomando la siesta en
una cama de pieles de animales.
‘Viejo, eso no es correcto,’ dijo el primer cazador.
‘Deberíamos sacar a esta niña de aquí,’ dijo el segundo cazador.
Sus voces despertaron a Atalanta. Ella gruñó y enseñó los dientes.
‘Está bien, niña,’ dijo el primero. ‘Te rescataremos.’
Atalanta no quería ser rescatada. Arañó los ojos de los cazadores y los pateó en la
entrepierna, pero los hombres eran más grandes y más fuertes. La secuestraron y la
llevaron de vuelta a su aldea, lo cual debió haber roto el corazón de mamá osa. Por
segunda vez, los humanos habían invadido su atacado a su hogar y su familia. Ella
realmente necesitaba un sistema de seguridad mejor.
Los aldeanos hicieron su mejor esfuerzo para criar a Atalanta como una humana. Le
enseñaron a hablar, usar ropas y comer con un tenedor. La disuadieron para que dejase
de gruñirle a la gente y que no hibernase durante el invierno.
Atalanta se adaptó, pero nunca perdió su lado salvaje. Ella prefería usar pieles
de animales a vestidos. Su fiera mirada podía hacer retroceder al guerrero más
experimentado. Para cuando cumplió 14, podía disparar un arco y usar manejar un
cuchillo mejor que cualquiera en la aldea. Incluso podía rebasar al más rápido de los
caballos.
Ella creció más alta y más fuerte que cualquier mujer que los aldeanos hubiesen visto
jamás. Con su piel bronceada y su largo cabello rubio (algo raro en Grecia), era a la
vez hermosa y aterradora. Los aldeanos empezaron a llamarla Atalanta, igual en peso,
porque ningún hombre podía dominarla. Cualquiera que trataba terminaba muerto.
Probablemente no te sorprenderá que su diosa favorita fuese Artemisa, la cazadora
virgen. Atalanta nunca se convirtió en una seguidora real de Artemisa, pero ella
admiraba todo acerca de la diosa: su confianza en sí misma, su habilidad al cazar, la
forma en que ella mataba a cualquier hombre que la mirase chistoso.
Cuando cumplió 16, Atalanta llevó a cabo su bienvenida entre los aldeanos. Ellos
comenzaron a hablar acerca de posibilidades de matrimonio para ella, y Atalanta pensó
que mejor se iba antes de que ella hiriese a alguien.
Se fue de vuelta a la naturaleza, donde podía vivir como Artemisa, sin la compañía de
hombres molestos. Atalanta nunca encontró de nuevo a su mamá osa, pero sí encontró
una cueva que le recordó a su hogar. Estaba a medio camino de la cima de una montaña,
donde un frío arroyo corría desde las rocas y proveía agua ilimitada. Cortinas de
hiedra cubrían la entrada de la cueva, dándole privacidad. La vista desde su pórtico
era bastante espectacular: un valle lleno de flores silvestres, bosques de robles y pinos y
ningún otro humano a la vista.
Sus únicos vecinos eran centauros, quienes sabían que era mejor no molestarla.
Bueno… la mayoría. Una vez, dos sementales y jóvenes hermanos llamados Reco e Hileo
se emborracharon y decidieron que sería una idea genial capturar a Atalanta y forzarla a
casarse con ellos.
Dos centauros. Una Atalanta. ¿Cuál de los dos se casaría con ella? Ellos no habían
planeado todo su futuro. Estaban borrachos. Eran centauros. No necesitaban ningún
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maloliente plan.
Se pintaron las caras de rojo, se envolvieron las cabezas en vides y se pusieron las
poleras teñidas del concierto de Phish más grunge que tenían. Usualmente, eso era
más que suficiente para espantar a cualquier humano. Esa tarde, mientras Atalanta
estaba fuera cazando, los centauros se escondieron en los árboles cercanos a la cueva,
esperando emboscarla cuando volviese a casa.
Atalanta llegó con su arco y carcaj, y un ciervo muerto colgado al hombro. Los dos
centauros salieron de los árboles, gritando y agitando sus lanzas.
‘¡Cásate conmigo o muere!’ gritó Reco.
El esperaba que Atalanta colapsara en un charco de lágrimas. En vez de eso, Atalanta
bajó su ciervo, tranquilamente preparó una flecha y le disparó a Reco en el centro de la
frente. El centauro cayó muerto.
Hileo gritó ultrajado. ‘¿Cómo te atreves a matar a mi amigo?’
‘Retrocede,’ advirtió Atalanta, ‘o sigues tú.’
‘¡Te tendré como mi esposa!’
‘Sí… no pasará.’
Hileo levantó su lanza y cargó. Atalanta le disparó a través del corazón.
Mojó una flecha en sangre de centauro y escribió sobre sus lomos muertos: NO
SIGNIFICA NO. Luego, los dejó que se pudrieran.
Después de eso, los otros centauros le dieron mucho más espacio.
Atalanta habría sido feliz pasando el resto de su vida sola en esos bosques – comiendo
nueces y bayas, tejiendo cestas y pasando el rato con lindos animalejos del bosque, para
luego rastrearlos y cazarlos.
Desafortunadamente, su reputación comenzó a extenderse. Los centauros chismeaban.
Al igual que los aldeanos y cazadores que ocasionalmente se metían en su territorio.
Ellos hablaron de una rubia salvaje que corría más rápido que el viento y disparaba un
arco con puntería mortal. Algunos se preguntaron si era Artemisa en forma humana.
Eventualmente, un tipo buscó a Atalanta – no para matrimonio, pero para que lo
ayudase con un feroz cerdo gigante.
Así que, si leyeron ese otro libro que escribí acerca de los dioses griegos, tal vez puedan
recordar a un pequeño y tierno monstruo llamado el Jabalí de Calidón, también
conocido como el Marrano de la Muerte. Artemisa soltó este tanque de 50 toneladas
de chuletas en el reino de Calidón porque el rey era un zopenco que olvidó hacerle
sacrificios a ella.
De cualquier manera, aquí está la parte que de la historia que no les conté.
El hijo del rey, el príncipe Meleagro, fue uno de los que organizó las defensas del reino.
Decidió organizar una cacería de jabalí con los mejores guerreros de Grecia.
Meleagro fue un tipo interesante. Cuando nació, las Moiras aparecieron ante su madre y
profetizaron que él viviría sólo tanto como un particular trozo de madera de la chimenea
permaneciera intacto. Si eso parece aleatorio, es porque lo es. Las Moiras deben haber
tenido sentido del humor. Ellas amaban jugarle bromas pesadas a los mortales, como,
¡Oh, dioses! Digámosle que la vida de su hijo depende de un trozo de madera. ¡Eso será
hilarante!
De todas formas, la madre de Meleagro sacó la madera de la chimenea y lo mantuvo
a salvo en una caja. Por culpa de eso, Meleagro creció creyendo que era prácticamente
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invencible. Mientras el trozo de madera estuviera a salvo, él estaba a salvo. Cuando llegó
el momento de cazar al Jabalí de Calidón, Meleagro no estaba asustado. La única forma
en que el puerco pudiese matarlo era si cargaba hacia el palacio, encontraba el cuarto de
su madre, forzaba la cerradura de la caja fuerte, tomaba la madera mágica y aprendía a
usar los fósforos. Los jabalíes salvajes no eran conocidos por tales conductas.
Pero Meleagro no podía matar al monstruo por su cuenta. Ni tampoco confiaba en las
habilidades de los otros que se habían unido a su celebración de caza de puerco. Por eso
es que decidió reclutar a Atalanta.
Para este momento, su leyenda era conocida en toda Grecia. Meleagro se moría por
conocerla. Él amaba cazar. Él amaba las mujeres hermosas. ¿Una mujer hermosa quien
era la mejor cazadora en el mundo? Eso era demasiado interesante para no verificarlo.
Por semanas buscó en los bosques hasta que se encontró a un centauro que le dio la
dirección de la cueva de Atalanta.
‘Sólo no le digas que te envié yo,’ pidió el centauro. ‘¡Esa chica está loca!’
Meleagro se aproximó a la base del acantilado. Se quitó sus armas, y se asomó a la
cortina de hiedra que cubría la entrada de la cueva.
‘¿Hola, Atalanta?’
La hiedra susurró. Una voz dijo, ‘No hay nadie aquí con ese nombre.’
‘Mira, sólo quiero hablar. Mi nombre es Meleagro.’
La hiedra se apartó. Atalanta se paró en la entrada, con su arco apuntando a la cabeza de
Meleagro. Con su pelo rubio suelto, sus ojos fieros, y su vestido de pieles de animales,
ella era incluso más hermosa de lo que Meleagro había imaginado. No muchas personas
podían hacer la mirada mortal de animal, pero Atalanta lo lograba completamente.
‘Vete,’ le advirtió ella. ‘O te dispararé en la cara. Estoy cansada de que vengan hombres a
pedirme matrimonio.’
‘No estoy aquí para casarme contigo,’ dijo Meleagro, aunque su corazón latía con fuerza.
Su cerebro gritaba, ¡Pídele matrimonio! ¡Pídeselo!
Él explicó todo acerca del Jabalí de Calidón y de su fiesta de cacería de jabalí.
‘Nosotros realmente podríamos usar tu ayuda,’ dijo él. ‘El cazador que abata al jabalí
ganará fama y riqueza.’
‘No me importa la riqueza,’ dijo Atalanta. ‘No hay nada que comprar aquí en la
naturaleza. Yo ya tengo todo lo que necesito: refugio, agua limpia, comida, pieles.’
‘¿Qué hay de la fama?’ preguntó Meleagro. ‘Este jabalí es una maldición de Artemisa.
Sólo alguien que ha sido bendecido por la diosa podría tener una posibilidad de matarlo.
Si abates al monstruo, probarás que eres la mejor cazadora del mundo, favorecida por
Artemisa. Tu nombre vivirá para siempre. También harás que los cazadores del grupo se
vean como tontos incompetentes.’
Atalanta bajó su arco. A ella no le servía este príncipe, ni su dinero, ni sus promesas de
fama. Pero hacer que los cazadores hombres se vieran como tontos… eso era tentador.
‘Si me uno a esta caza,’ dijo ella, ‘no toleraré coqueteo de tu parte. Ningún intento de
matrimonio. Si alguien más en tu grupo hace su jugada conmigo, lo más probable es que
lo mate.’
‘Parece… justo,’ dijo Meleagro, aunque secretamente esperaba que ella entrara en
confianza con él. ‘¡Bienvenida a bordo!’
Él guio a Atalanta de vuelta a su reino, enviando previamente mensajeros con la
150
para lanzar su jabalina, pero estaba tan aterrado que hizo un tiro demasiado amplio y
accidentalmente mató a su amigo Euritión.
La única persona que mantuvo la calma fue Atalanta. Mientras la criatura arrasaba con
todo, ella se mantuvo firme, sacó su arco y esperó a tener un tiro claro. El jabalí salvaje
se giró hacia Meleagro, listo para freír al príncipe con rayos. Atalanta disparó. Su flecha
golpeó la espalda de la criatura con tal fuerza que penetró su columna. Las piernas
traseras de la bestia colapsaron, instantáneamente paralizadas.
El Marrano de la Muerte bramó adolorido, de la forma que lo harías si una flecha te
atravesase la espalda. Se arrastró a través del pantano hasta que Meleagro dio un paso
al frente y lo atravesó con su espada por la caja torácica del monstruo, perforando su
corazón.
Los cazadores restantes lentamente se recuperaron de su sobresalto. Ellos enterraron a
sus muertos. Vendaron sus heridas. Despellejaron al jabalí, lo cual debió tardar años.
Para cuando terminaron, todos estaban acalorados, cansados y malhumorados.
‘Yo debería quedarme con la piel del jabalí,’ dijo Mopso quien, milagrosamente, había
sobrevivido. ‘Yo tiré la primera lanza.’
‘La cual no hizo daño,’ le recordó Atalanta.
‘¡Todos deberíamos compartir el cuero!’ gritó Peleo.
Atalanta se burló. ‘¿Quieres la recompensa por accidentalmente matar a tu amigo?’
‘¡Chicos!’ gritó Meleagro. ‘Atalanta hizo la primera sangre. Sin ella, yo nunca podría
haber abatido al jabalí. El cuero le corresponde por derecho.’
Dos de los parientes de Meleagro dieron un paso al frente – su hermano Toxeo y su tío
Plexipo. (¿Y podemos simplemente tomarnos un momento y admirar cuán malos son
esos nombres? Gracias.)
‘Te arrepentirás de ésto, hermano,’ le advirtió Toxeo. ‘No favorezcas a esta mujer salvaje
por sobre tu propia familia.’
‘Nunca podría arrepentirme por ser justo,’ dijo Meleagro.
Él le ofreció el cuero a Atalanta, quien debió estar pensando, Cielos, gracias. Siempre
quise hacer mi propio globo aerostático de piel de jabalí. Pero también estaba
impresionada de que Meleagro se hubiera puesto de su parte.
Los cazadores volvieron al palacio donde se supone habría una cena de celebración,
pero los familiares de Meleagro no estaban de humor para fiesta alguna. Mientras más
bebían, más enojados se ponían. Estúpida Atalanta. Estúpido Meleagro, dándole la piel
de jabalí sólo porque babea por las mujeres hermosas.
Era cierto. Meleagro sí quería a Atalanta por esposa, pero nunca sabremos si esa relación
habría funcionado.
En mitad de la cena, Toxeo y Plexipo botaron a Atalanta de su silla. Le quitaron la piel
de jabalí y se negaron a devolverla. Los otros cazadores se rieron y abuchearon hasta que
las cosas se degeneraron en una pelea. Atalanta probablemente los hubiese matado a
todos, pero Meleagro actuó primero. Él sacó su espada y mató a su hermano y a su tío.
La madre de Meleagro, la reina Altea, estaba horrorizada.
‘¡Te salvé cuando eras un bebé!’ gritó. ‘¿Así es como me lo agradeces? ¿Matas a tu propia
familia por el amor de una mujer salvaje?’
‘Madre, espera-’
Altea salió rápidamente del comedor. Ella corrió a su cuarto, abrió la caja fuerte y lanzó
152
alcanzase. Sus cuchillas de bronce destellaron. Tontín cayó muerto a sus pies.
‘¿Alguien más?’ preguntó Atalanta, ni si quiera agitada.
Uno creería que el resto de los pretendientes abandonarían la pista, ¿cierto? Digo,
habían visto cuán rápido podía correr Atalanta. Ella saltó sobre ese otro sujeto como una
leonesa derribando un ciervo. Pestañeo. Estaba muerto.
Pero otros tres decidieron correr contra ella. Tal vez creyeron que era súper rápidos. Tal
vez a ellos realmente les gustaba Atalanta. Tal vez eran idiotas. En minutos, otros tres
cadáveres decoraban la pista. El más rápido alcanzó a recorrer 50 pies.
‘¿Alguien más?’ dijo Atalanta.
La arena estaba en silencio.
‘Bien, entonces,’ dijo ella. ‘El reto quedará abierto hasta que alguien consiga ganar.
Estaré aquí la próxima semana a la misma hora por si alguien quiere intentarlo.’
Ella limpió sus dagas en el dobladillo de su túnica, y luego salió caminando del estadio.
El rey la siguió, aliviado de que el espectáculo hubiese terminado y de tener tiempo de
organizar las apuestas para la carrera de la semana siguiente.
Por si Atalanta no era ya lo suficientemente famosa antes, su reputación realmente
incrementó después de la carrera mortal. Venían pretendientes de toda Grecia a probar
suerte. Algunos se acobardaban en cuanto la veían correr. Otros la retaban y morían.
Nadie logró recorrer ni si quiera la mitad de la pista antes de ser descuartizados.
El rey Yaso estaba disgustado de que su hija aún no se casase. Pero por otro lado, las
carreras eran geniales para el turismo, y él ya tenía un fajo de billetes por sus apuestas.
Unos pocos meses después, un joven llamado Hipómenes casualmente andaba por la
ciudad por negocios. Él era de una rica familia de una ciudad en la costa. Su padre,
Megareo, fue hijo de Poseidón, así que obviamente Hipómenes tenía un excelente linaje.
Él también había sido entrenado en el negocio de héroes por el sabio centauro Quirón,
quién entrenaba sólo a los mejores. (Incluyéndome, no es que esté alardeando. De
acuerdo, quizás estoy alardeando.)
Una mañana, Hipómenes estaba deambulando por la ciudad cuando notó que todos los
lugareños se estaban acercando a una tienda y apurándose a la pista de carreras.
‘¿Qué está sucediendo?’ le preguntó al vendedor. ‘Parece un poco temprano para una
siesta.’
El vendedor sonrió. ‘Atalanta tiene un nuevo lote de pretendientes para asesinar… digo,
competir.’
Él le explicó acerca del popular reality show de Atalanta: The Bachelor – A quién estoy a
punto de atropellar y eviscerar). Hipómenes no estaba seguro si reír o vomitar.
‘¡Eso es horrible!’ dijo él. ‘¡Esos hombres deben ser idiotas! Ninguna mujer, no importa
lo maravillosa que sea, vale la pena con un riesgo como ese.’
‘Supongo que no has visto a Atalanta,’ dijo el vendedor. Luego, él se fue corriendo.
A Hipómenes le pudo la curiosidad. Él siguió a la multitud hacia el estadio, donde
media docena de nuevos pretendientes se habían reunido para probar suerte.
Hipómenes no podía creer que tantos hombres fuesen tan estúpidos.
Entonces vio a Atalanta. Ella estaba parada a un costado haciendo algunas elongaciones
de corredor. En su simple y blanca túnica, con su trenza dorada, ella era la mujer más
hermosa que Hipómenes había visto jamás. Aturdido, atravesó a empujones la multitud
hasta ponerse junto a los pretendientes.
156
‘Tengo que disculparme,’ les dijo. ‘Creí que arriesgar la vida por cualquier mujer era
ridículo. Ahora que la he visto, lo entiendo completamente.’
Uno de los competidores arrugó el entrecejo. ‘Sí, eso es genial, amigo. Apártate. Esta
semana es nuestro turno.’
Atalanta escuchó la conversación. Ella pretendió no mirar, pero de reojo juzgó a
Hipómenes: cabello negro rizado, ojos verde mar, fuertes y agraciadas extremidades. Su
voz fue lo que realmente llamó su atención. Era rica y placentera y meliflua (allí está mi
gran palabra de la semana; gracias, clase de preparación SAT), como la cascada afuera
de la vieja cueva de Atalanta. Ella sintió una calidez desconocida en su pecho – algo que
no había experimentado desde que Meleagro se puso de su parte durante la caza del
Jabalí de Calidón.
Trató de aclarar su mente. Ella tenía una carrera que ganar y seis pretendientes que
matar.
El rey Yaso llamó al primer corredor a la pista. Atalanta tomó fue a su lugar de partida,
20 pasos más atrás.
Hipómenes observó, en trance, como Atalanta perseguía a sus pretendientes uno tras
otro. Ella corría más suavemente que una flecha disparada de un arco Escita (traducción:
endemoniadamente rápido). Se movía con más gracia que un leopardo. Y la forma en
que batía sus cuchillos y descuartizaba a esos pretendientes… Guau. ¡Qué mujer!
Si él hubiese tenido algo de sentido común, Hipómenes hubiese huido aterrorizado. En
vez de eso, se enamoró perdidamente.
Después de la última carrera, mientras la multitud se dispersaba, él se acercó a la
victoriosa princesa, quien estaba limpiando la sangre de sus cuchillos.
‘¡Oh, hermosa princesa!’ dijo Hipómenes. ‘¿Me permite el atrevimiento de hablar con
usted?’
Atalanta no estaba segura de sí le estaba hablando a ella. Estaba sudada por correr
seis carreras. Su cara estaba enrojecida por el esfuerzo, y su trenza se había deshecho.
Sus pies estaban endurecidos con la arcilla. Su túnica estaba manchada con la sangre y
lágrimas de sus oponentes muertos.
¿Y este sujeto la creía hermosa?
‘Puedes hablar,’ dijo ella.
‘Aquellos pretendientes contra los que corrió,’ dijo Hipómenes, ‘ellos no eran oponentes
dignos. ¿Dónde está la gloria en derrotar a tales hombres? Corra contra mí, en su lugar.
Yo entiendo su valía.’
‘Oh, con que sí, ¿eh?’
Hipómenes hizo una reverencia. ‘Mi estimado abuelo es Poseidón, señor de las olas. Yo
reconozco a una fuerza de la naturaleza cuando la veo. Los otros sólo ven su belleza o
la riqueza de su padre. Yo la observo y veo los vientos de una tormenta. Veo la rugiente
corriente de un gran río. Veo la mujer más poderosa jamás creada por los dioses. No
necesita un esposo que trate de dominarla. Necesita a un igual que comparta su vida.
Déjeme probar que soy ese hombre.’
‘¿Cuál es tu nombre?’ preguntó ella.
‘Hipómenes.’
‘¿Te dicen Hipo?’
‘No lo hacen.’
157
Tengo justo algo para eso. Tres piezas de frutas doradas del tamaño de pelotas de
baseball flotaron en el santuario y se posaron en el altar.
‘¿Manzanas?’ preguntó Hipómenes.
No cualquier manzana. Estas son de mi árbol sagrado en Chipre. ¡Las hice volar hasta
aquí especialmente para ti!
‘Guau, gracias.’
El envío es gratis en tu primer pedido.
‘Entonces, ¿se supone que debo hacer que Atalanta se coma estas?’
No, no. Ella te dará una ventaja en la carrera, ¿verdad?
‘Sí. Como 20 pasos.’
Mientras corres, cuando Atalanta se acerque mucho, deja caer una de estas en su
camino. Ella se detendrá a recogerla, lo cual te dará unos cuantos segundos. Tendrás tres
oportunidades para ralentizarla. Si calculas bien los tiempos, puede que cruces la línea
de meta antes de que te mate.
Hipómenes observó las manzanas. Podrán ser de un árbol sagrado, pero no se veían
mágicas. Se veían como una Golden Delicious cualquiera, a $1.29/lb en Safeway.
‘¿Por qué Atalanta recogería estas?’ preguntó. ‘¿Necesita más fibra en su dieta?’
Las manzanas son imposibles de resistir, dijo la diosa. Justo como el amor. Justo como
yo. Ten fe, Hipómenes.
‘Lo tendré, diosa. Haré exactamente como dices.’
Una cosa más: cuando ganes el corazón de Atalanta, vuelve aquí y dame un sacrificio
como corresponde. No te olvides de darme el crédito.
‘¡Pero claro! ¡Gracias!’
Hipómenes recogió las manzanas y corrió de vuelta a la ciudad. Tenía bastante
entrenamiento que hacer antes de la carrera.
A la semana siguiente, la multitud llenó el estadio nuevamente. Las apuestas estaban
hechas. El rey Yaso ofreció probabilidades de 5 a 1 de que Hipómenes llegaría a la mitad
de la pista; otra de 1000 a uno de que él en realidad ganaría la carrera. Los pueblerinos
no podían esperar a ver qué tan lejos este valiente y apuesto joven llegaría antes de ser
despedazado.
Atalanta no había dormido bien durante toda la semana. Ella se había estado girando y
sacudiéndose, pensando acerca de la profecía del oráculo, recordando cómo Hipómenes
había sostenido su mano. Ahora ella iba y venía nerviosamente en la pista. Sus cuchillos
se sentían más pesados que nunca.
Hipómenes, por otro lado, se veía alegre y confiado. Él caminó derecho hacia Atalanta
con una bolsa colgando de su cinturón.
‘¡Buen día, princesa mía!’
Atalanta frunció el entrecejo. ‘¿Qué hay en la bolsa?’
‘Sólo algo de fruta fresca, en caso de que me de hambre.’
‘No puedes correr con eso.’
‘Usted corre con cuchillos. ¿Por qué no puedo correr con un almuerzo para llevar?’
Atalanta sospechaba algún truco, pero ella nunca había hecho ninguna regla acerca de lo
que los pretendientes podían o no llevar. ‘Muy bien. Corre con tu almuerzo. Morirás de
todas formas.’
‘Oh, no,’ prometió Hipómenes. ‘Para cuando el día termine, estaremos casados. No
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puedo esperar.’
Atalanta gruñó y le dio la espalda. Estaba asustada de que pudiese estar sonrojándose.
Ella caminó a su punto de partida, 20 pasos más atrás.
El rey Yaso levantó sus brazos. Se hizo el silencio.
‘En sus marcas…’ gritó el rey. ‘Listos… ¡fuera!’
Hipómenes salió disparado. Él siempre había sido un corredor veloz. Ahora su vida
estaba en juego. Más que eso: su amor verdadero lo necesitaba. Atalanta estaba atrapada
en esta carrera tanto como él. Él podía decir que ella no quería matarle. Tenía que ganar
por ambos.
Él ya había recorrido un cuarto de la pista, llegando más lejos que cualquier otro
pretendiente, cuando sintió a Atalanta detrás de él.
Escuchó el silbido de un cuchillo siendo desenfundado.
Metió su mano en su bolsa, tomó la primera manzana y la arrojó por sobre el hombro.
Atalanta la esquivó instintivamente. De reojo, ella vio un destello dorado que pasó
volando.
¿Pero qué Hades? pensó. ¿Acaso Hipómenes acaba de lanzarme fruta?
Estuvo tan sorprendida que miró hacia atrás. Era cierto, una manzana dorada estaba
rodando por la pista. Ella sabía que debía seguir corriendo, pero algo acerca de esa
manzana tirada en el polvo parecía ser un desperdicio, algo triste. Con la multitud
rugiendo incrédula, Atalanta se giró y la recogió.
Hipómenes ya había recorrido un tercio de la pista.
Atalanta gruñó por la frustración. Ella no entendía qué le había hecho tomar la fruta,
pero no iba a perder la carrera por un truco barato. Manzana en una mano y cuchillo
en la otra, aumentó la velocidad, con sus pies rasgando la arcilla con la velocidad de las
hojas giratorias de un helicóptero.
Hipómenes estaba a medio camino de la meta. La multitud enloquecía. Él no podía
escuchar a Atalanta, y no se atrevía a mirar atrás, pero a juzgar por los gritos y vítores de
¡MATA! ¡MATA! ¡MATA! asumió que ella estaba a punto de apuñalarlo en la espalda.
Lanzó la segunda manzana por sobre su cabeza.
Atalanta giró para evitar la fruta. Pero el dulce olor llegó a su nariz, sacándola de su
camino como si hubiese estando enganchada en un sedal de pesca. Ella recogió la
manzana antes de que cayera al piso, pero tomar dos manzanas y un cuchillo mientras
corría no era fácil, incluso para la mejor cazadora del mundo. Ella perdió tiempo valioso.
¿Por qué necesito estas manzanas? Atalanta se preguntó mientras corría detrás de
Hipómenes. Esto es estúpido. ¡Debería botarlas!
Pero no podía. El olor de las manzanas y su cálido color dorado le recordó a sus días
más felices – comiendo panales con mamá osa en el bosque, viendo narcisos florecer
cerca de su cueva por la cascada, persiguiendo al Jabalí de Calidón con Meleagro a su
lado. Las manzanas también le hicieron anhelar algo que nunca había conocido. Viendo
a Hipómenes correr en frente de ella, entró en una especie de trance, admirando su
fuerza y velocidad. No sería tan malo pasar el resto de su vida con ese hombre.
¡Detente! se reprendió a su misma. ¡Corre!
Se exigió a sí misma como nunca antes. Sus pies apenas tocaban el suelo mientras ella
volaba tras Hipómenes. Él estaba a sólo 50 pies de la línea de meta, pero ella aún podía
cerrar la brecha.
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Hipómenes. Sus uñas crecieron hasta volverse garras. Sus dientes se convirtieron en
colmillos. Atalanta e Hipómenes se escabulleron hacia el bosque como un par de leones.
De acuerdo a algunas historias, una diosa llamada Cibeles eventualmente atrapó a
esos leones para que tirasen de su carruaje, pero la mayor parte del tiempo Atalanta e
Hipómenes merodearon por la naturaleza, indomables e imposibles de cazar, porque al
haber sido cazadores, conocían todos los trucos.
Algunos de sus hijos aún siguen por ahí fuera: leones que pueden ser más listos que
los humanos… pero no recomendaría cazarlos, a menos que quieran terminar servidos
como tarta de semidiós.
Y así la profecía del oráculo se hizo realidad: Atalanta sí perdió su identidad luego de
casarse. Pero al menos pudo volver a su hogar, y consiguió quedarse junto a su esposo.
Pudo haber sido peor.
Pudo haber terminado como el héroe Belerofonte.
Cuando ese tipo cayó, cayó con fuerza.
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Los antiguos griegos llamaban a este tipo Belerofonte el Inocente, lo que es gracioso,
porque siempre estuvo metido en problemas.
Su verdadero nombre ni siquiera era Belerofonte. Consiguió ese nombre después de su
primer asesinato… aunque tal vez debería regresar un poco.
En los viejos días, todas las ciudades de Grecia querían su propio héroe. Atenas tuvo a
Teseo. Argos tuvo a Perseo. La ciudad de Corinto no tenía a nadie. Su ciudadano más
famoso fue Sísifo, quien una vez encadenó a Thanatos y se consiguió una condena al
sufrimiento eterno con todo incluido. No lo hacía el mejor candidato para los carteles de
propaganda de la ciudad.
Después de que Sísifo fue llevado al Inframundo, su hijo Glaucus se volvió el rey de la
ciudad. Hizo lo que pudo para mejorar su reputación. Se construyó un nuevo palacio.
Patrocino a un equipo profesional de futbol. Colgó carteles coloridos alrededor de la
calle principal donde se leía “CORINTO: TU ENTRADA A LA DIVERSION”.
Glaucus también se casó con una hermosa princesa llamada Eurynome. Esperaba que
pudiesen tener hijos nobles que algún día se convertirían en grandes héroes y pusieran
a Corinto en el mapa. El único problema: Los dioses seguían enojados por lo de Sísifo.
Zeus decreto que los hijos de Sísifo jamás tuviesen hijos propios para llevar el nombre
de la familia. Zeus no quería ningunos otros pequeños Sísifos corriendo por Grecia
tratando de engañar a la Muerte. Gracias a eso, Glaucus no pudo tener ningún hijo
hombre. Eurynome y él intentaron por años sin tener suerte. El rey siempre estaba
preocupándose al respecto.
Una noche paseo por la habitación real, retorciéndose las manos.
‘¿Que podemos hacer?’ le preguntó a su esposa. ‘¿Cómo puedo tener un heredero al
trono?’
‘Bueno, podríamos tener una hija’ sugirió su esposa. ‘Deja que ella se vuelva reina.’
‘Oh por favor’ Glaucus dijo. ‘No estoy de humor para bromas.’
Eurynome rodo sus ojos. ‘Muy bien. ¿Qué tal si adoptamos un hijo?’
‘¡La gente jamás aceptara un rey adoptado!’
‘Hmm.’ La reina miro por la ventana hacia el mar iluminado por la luna. ‘En ese caso, a
lo mejor deberías buscar ayuda divina.’
‘¿A qué te refieres?’
Eurynome sonrió. ‘Déjamelo a mí, cariño.’
La reina desde siempre había sido fan del Dios del Mar, Poseidón. Claramente tenía
buen gusto. La siguiente noche, bajo a la playa y rezo. ‘¡Oh gran Poseidón! ¡Tengo un
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problema! Mi esposo no puede tener hijos, pero realmente quiere un heredero. Yo podría
usar tu ayuda, si entiendes lo que quiero decir…’
Poseidón escucho a la hermosa reina pidiendo por su ayuda. Surgió desde las aguas en
toda su gloria, llevando solo su traje de baño.
‘Saludos, Eurynome’ dijo el señor de los mares. ‘¿Quieres tener un hijo? Seguro. Yo
puedo ayudarte’. Ese es mi padre. Siempre pensando en el bien mayor.
Nueve meses después, Eurynome dio a luz a un bebe sano. Lo llamó Hipponous, porque
no tenemos suficientes personas llamadas Hippo en este libro.
El rey Glaucus estaba maravillado. Estaba seguro de que el niño era suyo. La reina había
rezado por un milagro. Los Dioses habían respondido. Glaucus no iba a cuestionar
su buena suerte. El hecho de que su hijo se viera igual a los mosaicos de Poseidón en
el templo era una simple coincidencia.A medida que Hipponous crecía, consiguió la
reputación de ser bastante imprudente. Él siempre estaba en el lugar equivocado en el
momento equivocado. Una vez, él y sus amigos estaban rostizando malvaviscos en la
chimenea real cuando derramo demasiado aceite en el fuego y quemó hasta las cenizas
todo el comedor.
‘Fue un accidente’ gimió el príncipe.
En otro momento y sin querer desató a un toro de sacrificio con su daga, causando una
estampida por todo el templo.
‘No fue mi culpa’ lloró.
Unas semanas más tarde estaba sentado en los muelles reales, aserrando una cuerda
porque estaba aburrido, cuando la cuerda se rompió y el mejor barco de su padre
navegó hacia el mar sin tripulación.
‘¡Yo no lo hice!’ dijo.
El “oopsie” más famoso del príncipe: un año en la fiesta en la noche de Año Nuevo de
sus padres, él y sus amigos estaban lanzando dagas a un fardo de heno, tratando de
golpear a los ojos de los toros, cuando alguien gritó, ‘Oye, ¡Hipponous!’
El príncipe dio la vuelta y lanzó su daga al mismo tiempo, porque no era muy
coordinado. Su daga le dio a un tipo llamado Belleros en el pecho, matándolo
instantáneamente.
‘Fue un accidente’ sollozó Hipponous.
Todo el mundo estuvo de acuerdo en que la muerte no fue intencional. A nadie le
gustaba mucho Belleros de todas formas, así que Hipponous no estuvo en problemas.
Pero la gente comenzó a llamarle Belerofonte, lo cual significa el asesino de Belleros. El
apodo apestaba.
Imagínense viviendo con eso. Asesinas a algún tipo llamado Joe. Por el resto de tu vida,
tienes que responder a ‘Yo maté a Joe’. Entonces recibes un titulo como ‘el inocente’, así
que tu nombre es básicamente ‘Yo maté a Joe, pero no fue mi culpa’.
La última gota del vaso vino cuando Belerofonte era un adolescente. Para ese entonces él
tenía un pequeño hermano llamado Deliades. ¿Cómo hizo la pareja real para tener otro
hijo? Quizás Zeus decidió quitar la maldición. O quizás Poseidón aún visitaba a la reina
por su sentido de deber civil. Cualquiera sea el caso, Belerofonte estaba enseñándole a
Deliades como luchar con una espada una tarde. (Lo sé. Una idea terrible.)
En mitad del combate, Belerofonte dijo, ‘Okey, Deliades, voy a atacar por tu derecha.
¡Bloquea el ataque!’
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Probablemente porque fueron horas. Aprendió lo que la mayoría de los semidioses con
TDAH saben: pueden distraerse fácilmente, pero si estamos realmente interesados en
algo podemos enfocarnos como un rayo láser. Belerofonte estaba realmente interesado
en la captura de Pegaso.
Por fin una forma oscura en espiral salió de las nubes.
Belerofonte pensó que era un águila, porque tenía el mismo plumaje dorado y marrón.
Pero, a medida que descendía, Belerofonte se dio cuenta de que la criatura era mucho
más grande: un semental moreno con un bozal de herrumbre ardiendo y con una
envergadura de veinte pies.
Belerofonte no se atrevió a respirar cuando el caballo aterrizó. Pegaso pateó la hierba. Se
cruzó de alas, se acercó al manantial y bajó la cabeza para beber.
Belerofonte se arrastró hacia adelante con la brida de oro. A medio camino a través del
prado, pisó una ramita.
Belerofonte se congeló.
Pegaso lo miró.
El caballo se dio cuenta de la brida de oro y, al ser un animal inteligente, supo lo que
estaba pasando.
Pegaso relinchó. Belerofonte podría haber jurado que el caballo estaba diciendo,
Hombre, eres un perdedor. Está bien, está bien. Ven aquí.
Belerofonte se acercó. Pegaso le permitió poner la brida de oro alrededor de su cabeza.
No estoy seguro de por qué Pegaso decidió cooperar, pero era algo bueno para
Belerofonte. Nunca había puesto la brida a un caballo antes. Le tomó cerca de seis
intentos. En un primer momento, el pobre caballo tenía el pestillo de la garganta en sus
ojos y la parte que sobresale en la oreja izquierda, pero finalmente Belerofonte lo hizo
bien.
Pegaso se estremeció cuando la brida de oro lo llenó de calor, un hormigueo, la magia
feliz. Relinchó suavemente, como diciendo, ¿A dónde vamos?
‘A la ciudad de Argos.’
Belerofonte acarició la nariz del caballo. ‘Oh, dioses, ¡Eres increíble! Eres el más increíble
– ¡Ow!
Pegaso le pisó el pie, como diciendo, Cállate y sigue adelante antes de que cambie de
opinión.
Belerofonte se subió al lomo del semental. Juntos se elevaron hacia el cielo.
Hicieron toda una entrada en Argos.
No todos los días un Corintio volaba un caballo a través de la ventana de la sala del
trono. Afortunadamente, era una gran ventana. Y nadie había inventado los paneles de
vidrio todavía.
De lo contrario, podría haber conseguido un desorden.
Así fue como, Pegaso con un cable de tapicería enredado alrededor de la pezuña trasera,
arrancado de la pared, dejó caer a Belerofonte en el estrado real, luego voló por la
ventana de nuevo, dejando el tapiz detrás de él como de un anuncio.
El rey Proitos dio la bienvenida a Belerofonte como un huésped de honor. Cualquiera
que pudiera dominar a Pegaso (más o menos) estaba bien en su libro.
Su esposa, Anteia, fue aún más feliz de ver al héroe joven y guapo.
La reina se sentía sola. Su tierra natal, Lycia, estaba al otro lado del mar, en la costa de la
167
actual Turquía. Su padre la había obligado a casarse con Proitos, que era mucho mayor,
barrigón, y calvo. Odiaba Argos. Ella odiaba estar pegada a un viejo marido bruto. Tan
pronto como vio a Belerofonte, se enamoró de él.
Belerofonte pasó varios meses en el palacio. Todos los días iba a los templos para orar,
sacrificar y pedir perdón a los dioses por haber matado a su hermano más joven. (Ah, y a
ese otro tipo, Belleros. A él, también.)
Cada noche, Belerofonte trataba de evitar a Anteia. La reina coqueteaba con él
constantemente y le tendía emboscadas cuando estaba solo, pero Belerofonte estaba
bastante seguro de que tener un romance con la reina no le ayudaría a purificar su alma.
A medida que pasaban las semanas, Anteia estaba más y más frustrada. Finalmente, una
noche después de la cena, irrumpió en el dormitorio de Belerofonte.
‘¿Qué está mal conmigo?’ demandó saber ella. ‘¿No soy lo suficientemente bonita?’
‘Um… no. Quiero decir, si. Quiero decir… ¡Usted está casada!’
‘¿Y? Afrodita está casada. ¡Eso nunca la detuvo para disfrutar de la vida!’
‘No estoy seguro de que sea una buena comparación.’
‘¿Vas a besarme o no?’
‘Yo – No puedo. No está bien.’
‘¡Argh!’
Anteia salió de la habitación. Ella odiaba a los hombres jóvenes con sentido de deber
propia, especialmente los guapos que se negaban a coquetear con ella. Entró en la sala de
audiencias, donde su gordo y viejo esposo dormitaba en su trono.
‘Proitos, ¡despierta!’
El rey se encogió. ‘Solo estaba descansando mis ojos.’
‘¡Belerofonte me atacó!
Proitos frunció el ceño. ‘¿Eso... eso hizo? Pero él es siempre tan educado. ¿Estás segura
de que no fue alguna clase de accidente? Tiene una gran cantidad de accidentes.’
‘¡Me persiguió alrededor de su habitación y trató de tomarme!’
‘¿Qué hacías en su habitación?’
‘¡Ese no es el punto! Trató de besarme. Me llamó bebé, pastel, conejito de miel y todo
tipo de nombres lascivos horribles.’
Proitos se preguntó si estaba soñando. La reina no tenía mucho sentido. ‘Belerofonte te
atacó. Te llamo Conejito de miel.’
‘¡Sí!’ Anteia apretó los puños. “Exijo justicia. Si me amas, arréstalo y ejecútalo!’
Proitos se rascó la barbilla. ‘Mira, querida, atacar a la reina es un delito muy grave.
Pero... quiero decir, ¿está segura? Belerofonte no parece ser ese tipo de persona. Es el hijo
de mi viejo amigo el Rey Glaucus. Matarlo sería probablemente iniciar una guerra con
Corinto. Además, Belerofonte es un invitado en mi casa. Los dioses no ven con buenos
ojos asesinar huéspedes.’
Anteia gruñó. ‘¡Eres tan inútil! Si no lo matas, envíalo a mi padre en Lycia. ¡Mi padre
definitivamente lo matará!’
Proitos no tenía ningún deseo de matar a Belerofonte, pero tampoco le gustaba que
la reina le gritara. Tenía que vivir con ella. Podía ser muy desagradable cuando ella
no se salía con la suya. ‘Si se lo envío a tu padre para su ejecución, ¿cómo funcionaría
exactamente?’
Anteia trató de contener su impaciencia. Honestamente, tenía que explicar todo a su
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estúpido marido. ‘Tú eres anfitrión de Belerofonte, ¿verdad? Tú decides lo que debe
hacer para sus rituales de purificación y cuando termina, ¿verdad?’
‘Bueno, sí. De hecho, estaba a punto de declarar su purificación completa.’
‘Dile que tiene una cosa más que hacer,’ dijo Anteia. ‘Antes de que pueda ser purificado,
debe viajar a Lycia y ofrecer sus servicios a mi padre, el rey Iobates.’
‘Pero, ¿cómo conseguirá eso que Belerofonte sea ejecutado?’
‘Dale una carta sellada de introducción para mi padre. Belerofonte pensará que es sólo
un montón de elogios sobre él. Sin embargo, en la carta, le pedirás a Iobates que lo
ejecute. Mi padre leerá la carta. Matará a Belerofonte. Problema resuelto.’
Proitos se quedó mirando a su esposa. Nunca se había dado cuenta de lo sedienta de
sangre que estaba. Le era difícil creer que alguien pudiera llamarla conejito de miel. ‘Está
bien, supongo que es un buen plan...’
A la mañana siguiente, Proitos convocó a Belerofonte a la sala del trono. ‘Mi amigo,
¡felicitaciones por casi terminar con su purificación! ¡Casi se ha ganado el título
Belerofonte el inocente!
‘¿Casi?’
El rey le explicó sobre el viaje a Lycia. Le entregó a Belerofonte un sobre sellado con cera.
“Cuando llegue a Lycia, preséntele esto al rey Iobates. Esto le asegurará que él le dé la
bienvenida adecuada.’
A Belerofonte no le gustó la mirada fría en los ojos de la reina Anteia, o la forma en que
Proitos le estrechó la mano cuando le dio el sobre, o la música espeluznante del órgano
que estaba tocando en el fondo. Pero Proitos era su anfitrión. Belerofonte no podía
cuestionar sus órdenes sin parecer grosero.
‘Uh, está bien. Gracias por todo.’ Belerofonte silbó a su montura.
Pegaso había pasado los últimos meses en libertad en las nubes, pero cuando escuchó
la llamada de Belerofonte se disparó directamente a través de la ventana y aterrizó en la
sala del trono.
Belerofonte dijo adiós a sus anfitriones, y luego salieron volando por Lycia para entregar
su propia sentencia de muerte.
Normalmente habría tomado semanas navegar desde Argos a Lycia. Pegaso hizo el
viaje en media hora - ni siquiera el tiempo suficiente para una bebida durante el vuelo.
Mientras se deslizaban sobre el campo de Lycia, Belerofonte se dio cuenta de una gran
cantidad de incendios - aldeas quemadas, campos ennegrecidos, extensiones de bosques
quemados. Como su Lycia hubiera perdido una guerra o el Día Nacional de la Barbacoa
había conseguido realmente salírseles de las manos.
Cuando Belerofonte llegó al palacio, el rey Iobates estaba bastante sorprendido. No
todos los días un Corintio volaba un caballo a través de su ventana. El rey se sorprendió
aún más cuando Belerofonte le entregó una carta de presentación de su viejo y gordo
yerno, el rey de Argos.
Iobates abrió la carta. Decía:
Estimado Iobates,
Antes de que te preguntes, este es Belerofonte el inocente. Ha ofendido a mi esposa,
tu hija, llamándola conejita de miel y otros nombres lascivos. Por favor, mátale
inmediatamente. Muchas gracias.
Tuyo,
169
Proitos.
Iobates se aclaró la garganta. ‘Esto es... bastante como introducción.’
Belerofonte sonrió. ‘Proitos ha sido muy amable conmigo.’
‘Sí. ¿Supongo que usted no ha leído esta carta?’
‘Nop.’
‘Ya veo…’
La ira formó un coágulo duro en la garganta de Iobates. No estaba enfadado con
Belerofonte. El rey conocía a su hija Anteia bastante bien. Tenía la costumbre de
coquetear con los jóvenes, a continuación, pidiendo que les ejecutaran si no devolvían
su afecto. Iobates había esperado que se estableciera una vez que se casó con Proitos.
Al parecer, ella seguía haciendo sus viejos trucos. Ahora ella quería que hiciera su sucio
trabajo a larga distancia.
Estudió Belerofonte. El joven parecía lo suficientemente agradable. Se parecía a los
mosaicos de Poseidón en el templo local, y Iobates pensó que no era una coincidencia.
Belerofonte tenía también amistad con el caballo Pegaso inmortal, lo que tenía que
contar para algo.
Iobates decidió que no podía simplemente matar a Belerofonte en el acto. Eso sería
grosero, sucio y, posiblemente, lo metería en problemas con Poseidón.
El rey tenía otra idea. Tal vez podría resolver dos problemas a la vez.
Él daría a Belerofonte una búsqueda imposible y dejaría que el Destino decidiera si debía
vivir. Si Belerofonte fallaba, Anteia estaría satisfecha con su muerte. Si tenía éxito, el
reino de Iobates se beneficiaría.
‘Belerofonte el Inocente,’ dijo, ‘has venido aquí para completar tu purificación, ¿no es
así? Tengo una tarea en mente para ti. No voy a mentirte: no será fácil. Pero eres un
héroe joven y fuerte. Tienes un caballo volador. Puedes ser el hombre adecuado para el
trabajo.’
Belerofonte se enderezó. Él no estaba acostumbrado a ser de confianza con misiones
importantes.
‘Yo estaría dispuesto a ayudar, Majestad. No se trata de algo frágil, ¿verdad? Mis
habilidades motoras finas no son las mejores.’
‘No, nada frágil. Se trata de un monstruo llamado Quimera. Tal vez has notado que hay
algunos incendios cuando volaste por mi reino.’
‘Lo hice. ¿Así que no es el Día Nacional de la Barbacoa?’
‘No. Una horrible criatura sobrenatural ha estado destruyendo mis aldeas, quemando
mis cultivos, aterrorizando a mi gente. Nadie ha sido capaz de acercarse a ella, y mucho
menos matarla. De acuerdo con algunos testigos sobrevivientes, el monstruo es parte
león, parte de dragón, parte cabra.’
‘¿Parte de cabra?
‘Sí.’
‘El león y el dragón, lo entiendo. Esos son aterradores. ¿Pero una cabra?’
‘No me lo pregunte a mí. Los sacerdotes locales han estado tratando de discernir de
donde vino el monstruo. Lo que más se acerca y que se puede imaginar, es que la
Quimera se arrastró fuera del Tártaro.
Es probable que sea algún engendro de Equidna. De todos modos, un rey vecino,
Amisodarus, tuvo la brillante idea de alimentar a la Quimera y tratar de aprovecharla
170
para la guerra. No funcionó muy bien. La quimera destruyó su reino. Ahora está
destruyendo el mío. Irradia el miedo, escupe veneno y lanza fuego lo suficientemente
caliente como para derretir una armadura.’
‘Oh,’ dijo Belerofonte.
‘Así que esa es su tarea,’ dijo Iobates. ‘Ir y acabar con él. ¡Y gracias!’
A Belerofonte nunca le habían dado un trabajo tan importante antes. Durante toda su
vida, la gente había estado diciéndole que no hiciera las cosas: no tirar esa daga, no
derramar un frasco de aceite, no ver esa cuerda. Ahora el rey Iobates, que apenas lo
conocía, le estaba confiando el destino de su reino. ¡Qué hombre tan agradable!
Belerofonte estaba decidido a no arruinar las cosas.
Saltó sobre el lomo de Pegaso y voló por la ventana.
Encontraron la Quimera quemando un pueblo a unas veinte millas al sur de la capital.
Volando sobre ella, Belerofonte podía entender por qué nadie había sido capaz de dar
una buena descripción del monstruo. Cualquier persona en menos de cien pies había
sido reducida a cenizas.
(Sólo para que conste, he conocido a la Quimera.
En ese momento, no se veía de la manera que Belerofonte la vio.
Los monstruos suelen cambiar de apariencia, así que no es una sorpresa. Además,
cuando me encontré con la Quimera se disfrazaba como un chihuahua llamado Sonny,
que nos metió en un nuevo nivel de aterrador. Pero moviéndose a lo largo…)
Belerofonte vio una criatura del tamaño aproximado de un mamut lanudo. En la parte
delantera, tenía cabeza y patas de un león. La mitad trasera de su cuerpo era escamosa
y de reptil, con piernas de dragón y una cola de serpiente que por alguna razón tenía la
cabeza de una serpiente de cascabel en la punta.
La cabeza de la serpiente atacó de un lado a otro, rompiendo con rabia en el aire. Por
supuesto, si me hubiera quedado atrapado en la parte trasera un monstruo, estaría ser
un poco irritable también.
Lo más extraño del monstruo era la cabeza de cabra que empujó hacia arriba desde su
parte posterior como un periscopio. Resultó casi un círculo completo, arrojando una
columna de fuego de cien pies de largo.
‘Wow,’ murmuró Belerofonte. ‘¿Qué opinas, Pegaso? ¿Se puede saltar-bombardear esa
cosa?’
Pegaso relinchó como diciendo, No sé, chico. Soy inmortal, ¿pero tú? No tanto.
Como todo buen héroe, Belerofonte había llevado consigo una espada y una lanza.
Se preparó con la lanza, ya que era un poco más larga, y dirigió a Pegaso en una
zambullida.
Estaban a unos veinte pies por encima de la Quimera antes de la cabeza de cabra se
volviera y les disparara fuego.
Pegaso se ladeó con tanta fuerza Belerofonte casi se cae. El calor de las llamas le
chamuscó los pelos del brazo. La cabeza de serpiente escupió una nube de veneno que
hizo que los pulmones de Belerofonte dolieran. El rugido del león fue tan terrible que
casi perdió el conocimiento.
Sólo su caballo volador lo salvó. Pegaso salió disparado hacia arriba, fuera del peligro,
dejando una espiral de plumas de caballo quemadas como estela.
Belerofonte tosió el veneno y el humo de sus pulmones.
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supuesto - por lo que no tengo mucho de un ejército. Me temo que la Solymoi invadirá el
país entero si no son detenidos.’
‘¡No diga más!’, dijo Belerofonte. ‘Voy a volar por hacia allí mañana y ordenaré las
cosas.’
La multitud aplaudió. La princesa Philonoe batió sus pestañas.
Iobates colmó de alabanzas al joven héroe, pero por dentro el rey se sintió mal.
Los Solymoi nunca habían sido conquistados. Fueron bendecidos por el dios de
la guerra, Ares. En la batalla, eran absolutamente hombres sin miedo. Enviar a un
individuo para tratar con ellos... era un suicidio.
Al día siguiente, Belerofonte se subió a Pegaso y voló para combatir a los vecinos.
Tal vez los sorprendió desde el aire. Tal vez acababa de encontrar su confianza en sí
mismo, de la forma que Atenea le había aconsejado. Iobates creía en él, así que creyó
en sí mismo. De todos modos, Belerofonte aterrizó en medio del campamento y mató a
los Solymoi. Después de Belerofonte matara a la mitad de la tribu y echara al resto en
pánico, el jefe pidió la paz. Prometió no volver a atacar de nuevo Lycia. Él y Belerofonte
firmaron un tratado de paz y tomó algunas selfies juntos para la posteridad. Entonces
Belerofonte voló de regreso al palacio.
Una vez más, el rey Iobates se sorprendió. Los habitantes de Lycia se volvieron locos de
alegría. Esa noche se llevó a cabo otra celebración de la victoria. La princesa Philonoe
coqueteó con el joven de Corinto y le pidió a su padre que arreglara un matrimonio para
ellos.
Iobates estaba quebrado. Belerofonte estaba resultando ser muy útil. Era valiente, fuerte
y realmente libre de culpa. No había tenido ningún accidente desde su llegada a Lycia –
no había parientes muertos, no había comedores incendiados, ni siquiera una nave vacía
en marcha.
Aún así... Anteia había pedido la muerte del joven, y Iobates siempre había tenido
problemas para negar algo a su hija mayor homicida. Decidió enfrentar a Belerofonte a
uno de los retos más peligroso para estar absolutamente, cien por ciento seguro de que
el héroe tenía al Destino de su lado.
‘Mi gran amigo Belerofonte,’ dijo el rey, ‘Odio preguntar, pero hay una amenaza más
para este reino... No, es demasiado peligroso, incluso para un héroe como tú.’
‘¡Dígalo!’ dijo Belerofonte.
La multitud aplaudió y golpeó violentamente con sus copas en las mesas.
‘Bueno’, dijo Iobates, ‘esta nación en particular está haciendo la guerra a todas las
ciudades de Anatolia. ¿Quizás ha oído hablar de las Amazonas?’
Los vítores se calmaron. Belerofonte tragó. Había oído leyendas sobre las Amazonas,
claro. El nombre por sí solo le devolvió pesadillas infantiles griegas.
‘Usted – ¿usted quiere que luche contra ellas?’
‘Yo no le confiaría a nadie más esta misión,’ dijo Iobates, lo cual era cierto. ‘Si se pudiera
conseguir que marchen atrás, al igual que lo hizo con los Solymoi, sería increíble.’
Al día siguiente voló Belerofonte a la batalla. No podía creer que estaría frente a las
Amazonas, pero Iobates creía en él, y Belerofonte no lo podía defraudar.
Belerofonte voló directamente hacia el campamento de Amazonas. Asoló a su ejército.
Las Amazonas estaban paralizadas por el shock. Simplemente no podían creer que un
estúpido hombre pudiera ser tan valiente. En el momento en que la reina Amazona
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fue capaz de restaurar el orden, Belerofonte había matado a cientos de sus mejores
guerreras.
La reina llamó a una tregua. Belerofonte acordó dejar a las Amazonas solo si dejaban de
asaltar Lycia. Las Amazonas firmaron un tratado de paz, algo que rara vez hacían, pero
respetaban la valentía, y Belerofonte el inocente, obviamente la tenía. Las Amazonas
no se tomaron ninguna foto con él, pero que estaban bien. Belerofonte voló de vuelta al
palacio de muy buen humor.
Cuando se arrodilló ante el rey y anunció su victoria, Iobates hizo algo inesperado.
El anciano se echó a llorar. Se deslizó fuera de su trono, enlazó sus dedos en los tobillos
de Belerofonte, y balbuceó: ‘Perdóname, hijo. Perdóname.’
‘Uh... seguro,’ dijo Belerofonte. ‘¿Qué ha hecho?’
Iobates confesó todo lo que había pasado con la orden de ejecución de Proitos. Mostró a
Belerofonte la carta. Explicó que las misiones habían sido realmente intentos de honrar
los deseos de su hija y obtener la muerte de Belerofonte.
El héroe podría haberse enojado. En lugar de ello, puso al rey en pie.
‘Le perdono’, dijo Belerofonte. ‘En lugar de matarme directamente, usted me dio
oportunidades para demostrarme a mí mismo. Usted me hizo un verdadero héroe.
¿Cómo podría estar enfadado por eso?’
‘¡Mi querido muchacho!’ Iobates estaba tan agradecido que organizó que Belerofonte se
casase con su hija Philonoe. Belerofonte fue nombrado heredero al trono. Años después,
cuando murió Iobates, Belerofonte se convirtió en el rey de Lycia.
En cuanto a Anteia, nunca consiguió su venganza. Cuando oyó que Belerofonte se había
casado con su hermana menor y apoderado del reino de su padre, estaba tan molesto
que se suicidó.Y ellos vivieron felices para siempre.
Jajaja. No realmente.
Hasta ahora, han escuchado suficientes de estas historias para conocerlas mejor.
Belerofonte tenía una metida de pata importante más antes de salir del sistema.
Después de haber sido rey muchos años, Belerofonte comenzó a perder los buenos viejos
tiempos. La multitud no se animaba con él como antes, cuando mató a la Quimera.
Nadie se acordaba de la forma en que había derrotado a los Solymoi y las Amazonas.
Cuando contaba esas historias en los banquetes reales, sus invitados sofocaban sus
bostezos. Incluso su esposa, Philonoe, rodaba los ojos.
Es curioso cómo sucede eso. Nuevos héroes vienen en el tiempo. Los viejos son lanzados
a un lado. Nos olvidamos de las cosas malas del pasado. Obtenemos nostalgia por los
viejos tiempos – quemando palacios, siendo condenados hasta la muerte por reinas
enloquecidas.
Belerofonte decidió que necesitaba una aventura más – una búsqueda a mitad de la crisis
de la vida para hacer que todo el mundo lo amara de nuevo y poner un poco de sazón
de vuelta en su vida.Volaría más alto que cualquier héroe nunca había ido. ¡Iba a visitar
a los dioses del Olimpo! Se fue a balcón más alto del palacio y llamó a Pegaso.
El caballo alado respondió a su llamada. No se habían visto en años. Pegaso no parecía
diferente, siendo inmortal, pero el caballo estaba un poco sorprendido por como
Belerofonte había envejecido.
Pegaso inclinó la cabeza. ¿Qué pasa?
‘¡Oh, mi amigo!’, dijo Belerofonte. ‘¡Tenemos una búsqueda más para terminar!
177
Belerofonte se subió a lomos de Pegaso y tomó las riendas de oro. Pegaso voló hacia el
cielo, pensando que estaban fuera para luchar contra las Amazonas o algo así.
Belerofonte lo impulsó en la dirección equivocada – oeste. Pronto ellos estaban corriendo
sobre el Mar Egeo, subiendo hasta las nubes.
Pegaso relinchó, algo como, Um, ¿a dónde vamos?
‘¡Al Olimpo, mi amigo!’ Belerofonte lloró de alegría. ‘¡Nos vamos a ver a los dioses!’
Pegaso gruñó y trató de girar. Había volado al Olimpo antes y sabía que era un espacio
aéreo restringido. Los mortales definitivamente no tenían autorización.Belerofonte
llevaba las riendas firmes. Obligó a Pegaso para volar más alto y más alto en contra
de su voluntad. Ellos siempre habían tenido una relación equilibrada, el caballo y
Belerofonte, pero ahora Belerofonte tenía la última palabra.
Se había olvidado de la advertencia de Atenea años atrás: No presiones a tu suerte. ¡NO
LO HAGAS! Todo lo que Belerofonte podía pensar era en la gloria que lograría cuando
regresara a casa con historias sobre los dioses, y tal vez algunos recuerdos para los niños.
Mientras tanto, en el monte Olimpo, Hermes estaba de pie en uno de los balcones,
disfrutando de un frappé de néctar, cuando vio a Belerofonte volando en camino
subiendo desde la tierra.
‘Uh, ¿Zeus?’ llamó el dios mensajero. ‘¿Se esperaba alguna entrega?’
Zeus se unió a él en el balcón. ‘¿Quién es ese? Y ¿por qué está volando de esa manera
con esa estúpida sonrisa en su cara? ¡Ganímedes, tráeme un rayo!
Hermes se aclaró la garganta. ‘Ganímedes está en pausa para el almuerzo, Señor Zeus.
¿Quieres que vuele hacia abajo y abofetee a ese tipo? ‘
‘No’, refunfuñó Zeus. ‘Tengo otra idea.’
Zeus sacó un pequeño penacho de vapor desde la nube más cercana y formó una
nueva especie de insecto – un tábano. Si nunca has visto uno, estás de suerte. Se trata
básicamente de la mayor mosca doméstica, más feo si se puede imaginar, cruzado con
el más desagradable, más sanguinario de los mosquitos. Tiene mandíbulas afiladas
diseñadas para rasgar la carne de caballo, por lo que a veces se llama mosca de caballo.
Zeus envió a este nuevo pequeño chupasangre abajo a por su primera comida. El
pequeño dio a Pegaso justo entre los ojos.Pegaso era inmortal, pero aún podía sentir
dolor. La mordedura del tábano fue lo peor que había experimentado desde que fue
quemado por la respiración en llamas de la súper cabra.
El caballo alado se sacudió violentamente. Belerofonte perdió las riendas. Cayó y se
desplomó varios miles de pies hacia su muerte.Pegaso se sintió mal por eso. Pero,
vamos.
Belerofonte debería haber sabido que no podía volar al Monte Olimpo.
Lo único que consiguió fue una muerte vergonzosa, y ahora el resto de nosotros tenemos
que hacer frente a los tábanos. E
n el lado positivo, Belerofonte y Philonoe tenían tres hijos maravillosos. Por supuesto,
su hijo mayor, Isandros, luego fue derrotado por Ares. Ah, y su hija mayor, Laodameia,
murió a manos de Artemisa. Su hijo menor, Hippolochos – ¡él vivió!
Pero, por supuesto, su hijo Glaucus (llamado así por el antiguo rey de Corinto) fue
ensartado por Ajax en la Guerra de Troya.
Así que sí... básicamente Belerofonte y todo el mundo relacionado con él fueron
asesinados.
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El fin.
Y, si no te gusta, recuerda que no hice nada de esto aquí arriba.
Sólo pueden llamarme Percy el Inocente. No es culpa mía.
179
‘No quiero cuidar de las ovejas,’ Gruñía Cirene. ‘Las ovejas son aburridas.’
‘Hija’ Decía preocupado él, ‘Si nadie está aquí para cuidar del rebaño, las ovejas serán
comidas por animales salvajes.’
Cirene se animó. ‘¿Animales salvajes?’
‘Si, osos, leones, lobos.
Ocasionalmente dragones.
Todo tipo de animales peligrosos que amarían comerse nuestro ganado.’
Cirene tomo su lanza y su espada.
‘Creo que puedo cuidar de las ovejas.’
Y con eso, mientras el Rey Hipster estaba haciendo la guerra contra los vecinos, Cirene
se quedaba en casa y hacia la guerra a los animales salvajes.
Tenía mucho de donde escoger.
Entonces, las colinas y bosques de Grecia estaban llenos de viciosos predadores.
Pumas.
Osos.
Tejones mutantes… tu pide.
Cirene no esperaba a que los predadores atacaran a sus ovejas, tampoco.
Mientras su rebaño pastaba en los valles peñascosos azotados por el viento, ella
patrullaba las colinas vecinas buscando y destruyendo toda amenaza potencial.
Mato osos que le triplican el tamaño.
Lo consideraba un día aburrido si no luchaba contra un dragón antes del almuerzo.
Casi mando a los tejones mutantes a la extinción.
Cirene se hizo adicta al peligro.
Sus amigos la invitaban a fiestas y ella decía
‘Nah, creo que iré a matar algunos pumas.’
‘¡Pero eso hiciste anoche!’
sus amigos se quejaban.
A Cirene no le importaba.
Apenas comía y dormía.
Pasaba casi todo su tiempo libre en el desierto con su rebaño, volviendo a la villa solo
cuando tenía que hacerlo.
Se hizo tan buena en su trabajo que los aldeanos eventualmente le pidieron que cuidara
de sus ganados tanto de sus ovejas.
Cirene estuvo más que complacida. Eso significaba más blancos de predadores.
Mandaba sus hordas de ganado a lugares peligrosos, esperando atraer monstruos más
grandes y peores para pelear.
Las ovejas y vacas no se preocupaban ni un poco.
Confiaban en Cirene por completo.
Una vaca captaría un olorcillo de peligro y preguntaría a otra vaca, ‘¿Qué es eso?’
‘Oh,’ La segunda vaca diría, ‘Solo es una manada de lobos.’
‘¿No nos van a comer? ¿Deberías entrar en una estampida de pánico?’
‘No,’ Dijo la segunda vaca. ‘Mira.’
Cirene se precipito de la obscuridad, gritando como una banshee, y masacrando toda la
manada de lobos.
‘Oh, genial,’ diría la primera vaca.
181
Justo cuando la batalla se iba a poner en serio, las nubes se abrieron sobre una colina
cercana. Cirene no lo noto, pero un carruaje dorado jalado por cuatro caballos blancos
descendió de los cielos y aterrizo en la cumbre.
El dios Apolo volteo a ver a dos pequeñas figuras luchando en el valle. Con su visión
divina, pudo observar a Cirene. Su largo y obscuro cabello latigueando alrededor
conforme esquivaba al león. Sus gráciles extremidades del color del bronce pulido a
contra sol. Incluso en medio del combate, su cara era hermosa y serena. A Apolo le
recordaba a una diosa de la guerra, y debería saber el, era pariente de varias de ellas.
Observo como Cirene volteaba al león al estilo Judo al otro lado del prado.
‘Wow…’ Murmuro para sí mismo. ‘No hay nada más ardiente que una chica luchando
contra un león.’
Tal vez eso era algo sórdido para decir. Pero por otro lado, otros dioses habrían
intervenido en la pelea. Habría sido como ¿Oye, chica, necesitas ayuda con ese malvado
león? Apolo sabía que Cirene no necesitaba ayuda. Había crecido con su hermana
Artemisa, así que estaba acostumbrado a las mujeres autosuficientes. Estaba bien siendo
un espectador.
Hombre, ojala alguien pudiera compartir esto conmigo, pensó el dios. ¡Oye, ya lo tengo!
La colina en la que Apolo estaba sobre era cerca de la cueva del sabio centauro Quirón,
quien entrenaba a los mejores héroes.
‘¡A Quirón le encantaría apreciar esto!’ Apolo trono sus dedos, y el Centauro se
materializo a su lado, con un plato de sopa en las manos.
‘Um, hola…’ Dijo Quirón.
‘Amigo, lamento interrumpir tu almuerzo,’ Dijo apolo, ‘pero tienes que ver esto.’
Quirón volteo a ver a donde apolo apuntaba.
El león golpeo a Cirene, abriendo una línea de hendiduras sangrantes en su brazo.
Cirene rugió en enojo. Le lanzo una patada giratoria al león en la nariz, y después corrió
al lado de un árbol, volteo al león sobre su espalda y apareció detrás de él, moviendo su
mano para decir tráelo.
‘Ah,’ dijo Quirón. ‘Esto es algo que no ves todos los días.’
‘¿Esa dama tiene un nombre, verdad?’ Dijo Apolo.
‘Si, he escuchado de todo sobre Cirene,’ dijo Quirón. ‘Me gustaría entrenarla.’
‘¿Y por qué no lo haces?’ pregunto el dios.
Quirón sacudió su cabeza tristemente. ‘Su padre, Hipseo, nunca lo permitiría. Tiene
ideas de la vieja escuela sobre los roles de las mujeres. Si Cirene se queda junto los
Lapitas, me temo que nunca alcance su potencial completo.’
Abajo en el valle, Cirene recogió el león de las patas traseras, le dio varias vueltas en el
aire y lo lanzo contra una roca.
‘Entonces,’ Dijo apolo, ‘¿Qué pasaría si, digamos, un dios se enamorara de la chica y la
esfumara a algún otro lugar?’
Quirón halo pensante de su barba. ‘Si Cirene fuera llevada a una tierra nueva, donde las
reglas de su gente no la restringiera, y se pueda convertir en lo que sea que ella quiera –
un héroe, una reina, la fundadora de una gran nación.’
‘¿La novia de un dios?’ Pregunto Apolo.
‘Posiblemente,’ Accedió Quirón. ‘Y la madre de muchos héroes.’
Apolo vio como Cirene tenia al león en una llave, estrangulo a la bestia hasta la muerte,
184
La ciudad de Cirene se hizo la primera y más importante colonia griega en África. Duro
la mayoría del imperio romano. (He oído que las ruinas aún están ahí, pero no he ido.
Siempre que viajo cerca de ahí tengo que luchar con monstruos y casi morir, así que te
dejare ir en mi lugar y me mandes fotografías.)
Apolo y la cazadora Cirene tuvieron dos hijos. El mar grande fue Aristeo, que significa
más útil. El niño vivió a su nombre. Cuando era joven, apolo lo llevo de vuelta a Grecia
para entrenar con Quirón el centauro. Aristeo no era tan bueno con la espada o la lanza,
pero invento toda clase de habilidades importantes, como hacer queso y la apicultura,
lo que lo hizo un verdadero éxito en las granjas locales. Los dioses estaban tan
impresionados que eventualmente hicieron de Aristeo una deidad menor. La próxima
vez que juegues Triviados y necesites saber el dios de la apicultura y los quesos, tienes la
respuesta. De nada.
El hijo más joven de Cirene, Idmon, creció para ser un vidente, siendo su padre Apolo
el Dios de la profecía. Desafortunadamente, la primera vez que Idmon vio el futuro, vio
su propia muerte. Ese tipo de conocimiento puede arruinar a la mayoría de las personas,
pero Idmon lo tomo con calma. Años después, cuando el héroe Jasón estaba organizando
el equipo soñado de semidioses para la búsqueda del vellón dorado, Idmon se le unió,
incluso cuando supo que sería asesinado mientras estuviera dentro del Argo. No quería
perder la oportunidad de morir como un héroe. Eso era dedicación.
Cirene era feliz en África. Le gustaba ser la reina de su propia ciudad. Pero como
pasaban los años, se comenzó a sentir sola. Sus perros cazadores habían fallecido. Sus
hijos crecieron. Apolo le visitaba cada vez menos.
Los dioses son así. Se aburrían fácilmente con sus amantes mortales. Para ellos, los
humanos son como jerbos de clase. La primera noche te llevas uno a casa, estas tan
emocionado y quieres cuidar muy bien de él. Pero al final del año escolar, después
de que te has llevado el jerbo a casa más de seis veces, dices, ‘¿es mi turno de nuevo?
¿Tengo que hacerlo?’
Cirene nunca pensó que sentiría nostalgia por Grecia, pero comenzó a extrañar los
viejos tiempos – luchar contra leones, cuidar ovejas, las faltas de respeto de los peludos
hombres de Lapitas. Cirene decidió que volvería a Tesalia una vez más para revisar a sus
amigos de la infancia y saber si su padre seguía con vida.
Fue un viaje largo. Cuando finalmente llego allí, se enteró de que su padre había
fallecido. El nuevo rey de los Lapitas no quería saber nada de ella. Muchos de sus
amigos se habían casado y no la reconocieron, o habían muerto, ya que los Lapitas
tenían una vida difícil.
Cirene se aventuró en el desierto por su cuenta, merodeando los viejos caminos donde
solía llevar sus hordas de ovejas. Extrañaba sus perros cazadores. Extrañaba ser joven. Se
sentía hueca y enojada, aunque no estaba segura hacia quien iba su enojo, así que enterró
la punta de su espada en la tierra.
‘Eso achatara tu espada.’ Dijo una voz a sus espaldas.
Parada junto a ella estaba un hombre con pinta de rudo en armadura completa. Cargaba
una lanza ensangrentada, como si acabara de salir de una masacre para tomarse un
café. Su cara era atractiva como una montaña – cincelado y sin perdón, majestuosa y
potencialmente letal. Pintado en su pechera estaba un jabalí desenfrenado.
‘Eres Ares,’ Adivino Cirene.
186
El dios de la guerra sonrió. Sus ojos quemaban como pequeñas antorchas. ‘¿No estas
asustada? Puedo ver porque le agradas a Apolo. Pero, ¿qué haces con un chico lindo
como el Señor Poeta? Eres una guerrera. Necesitas un hombre de verdad.’
‘Oh, lo necesito, eh?’ Cirene tiro de su espada para sacarla de la tierra. No estaba
asustada. Había crecido en tierras duras, rodeada de soldados fanfarrones. Conocía a
Ares. El representaba su infancia entera – todo lo que había sido fue arrasado cuando
Apolo se la llevo. No estaba segura de si odiaba o amaba al dios de la guerra.
‘¿Supongo que vas a barrer conmigo?’ Cirene grupo. ‘¿Me vas a llevar a una tierra
extranjera y me harás reina?’
Ares rio. ‘No. Pero si buscas recordar de donde provienes… Soy tu hombre. No puedes
escapar de tus raíces, Cirene. Llevas la muerte en la sangre.’
Con un grito gutural, Cirene ataco al dios de la guerra. Pelearon delante y detrás
alrededor de la montaña, tratando lo mejor que podían de cortar la cabeza del otro.
Cirene sostuvo la suya en combate. Ares reía y gritaba palabras de aliento. Finalmente,
exhausta, Cirene tiro su espada al suelo. Tacleo a Ares sobre el pecho. El la abrazo con
sorprendente gentileza. Lo siguiente que supieron, es que estaban besándose en lugar de
luchar.
Yo llamo a eso un lapso de error. En mi opinión, cortar la cabeza de Ares es siempre
la mejor opción. Pero Cirene se sentir vulnerable y sola. Estaba en el ánimo de algo
diferente, y Ares es tan diferente de Apolo como podría ser.
Cirene se quedó con el dios de la guerra por muchos meses. Juntos tuvieron un hijo
llamado Diomedes, quien se volvió el rey de Tracia – un país aún más al norte y el doble
de duro que Tesalia. Ares era el dios patrón de Tracia, así que no es sorpresa que hiciera
rey a Diomedes.
El chico era un verdadero amor. Cuando no estaba buscando guerras o torturando
campesinos, crio caballos que comieran carne humana. En cualquier momento que tenía
prisioneros o visitas que no le gustaban, los lanzaba a los establos… hasta que un tipo
llamado Hércules puso un alto a esa práctica. Llegaremos a él en algunos capítulos más.
Eventualmente Cirene se cansó del salvaje norte. Volvió a su ciudad en la costa de África
y encontró a Apolo esperando por ella en la colina donde aterrizaron por primera vez en
su carruaje, muchos años antes.
El dios sonrió, pero sus ojos dorados estaban tristes y distantes. ‘¿Te divertiste en
Tracia?’
‘Um, escucha, Apolo…’
El dios alzo sus palmas. ‘No me debes explicaciones. No fui tan atento como debí
haberlo sido. Te lleve lejos de tu tierra nativa y luego te deje. Eso no fue tu culpa. Pero
me temo que nuestro tiempo se acaba Cirene.’
‘Lo sé.’ Cirene se sintió aliviada. Había tenido tres hijos semidioses con dos dioses
diferentes. Se sentía realizada en la vida, más que las otras personas podrían decir.
Estaba lista para un poco de paz y tranquilidad.
‘¿Dónde quieres vivir?’ Pregunto Apolo. ‘¿Tesalia o aquí?’
Cirene observo las colinas, punteadas con árboles llorones y adelfos, las arboledas
verdes, blancas playas y el mar azul brillante. Los dioses colonizadores estaban
ocupados construyendo templos a los dioses que honraran su nombre.
‘Pertenezco a aquí.’ Dijo ella
187
Apolo asintió con la cabeza. ‘Entonces tengo un regalo más para ti. Ares se equivocaba,
tus raíces son donde decides que eres. Te dejare esta tierra para siempre. Tu espíritu
siempre vivirá.’
Cirene no estaba segura de “quedarse con esa tierra para siempre”, pero Apolo sacudió
su mano y estuvo hecho. Una ola de calor pasó por el cuerpo de Cirene. Su visión se
aclaró como si alguien le hubiera dado los lentes con la prescripción correcta. De pronto
el mundo estaba e alta definición. Podía sentir los espíritus de viento flotando en el
cielo, y las dríadas bailando entre los árboles, haciendo de los bosques un papel tapiz de
luces verdes y sombras. Las flores silvestres olían mejor. El suelo debajo de sus pies se
sentía más sólido que nunca. El balbuceo de las corrientes se volvió un coro de claras,
hermosas voces.
‘¿Que has hecho?’ Pregunto Cirene, mas sorprendida que asustada.
Apolo beso su frente. ‘Te he hecho una Náyade. Tu bisabuelo era Océano. Tu abuelo un
dios del Rio. Siempre serás un espíritu del agua. Ahora tu esencia está atada a los ríos
de estos valles. Vivirás mucho más que un mortal. Vas a disfrutar paz y buena salud.
Siempre y cuando este valle florezca, también lo harás tú. Adiós, Cirene. Y gracias por
las memorias.’
No estoy seguro de lo que Cirene pensó sobre todo eso. Ni siquiera sé si era posible
convertir a un mortal en un espíritu de la naturaleza, pero los dioses están llenos de
sorpresas.
Y como Apolo lo prometió Cirene vivió mucho tiempo. Eventualmente dejo su colonia
griega y vivió tiempo completo en el rio con las otras náyades, aunque ocasionalmente
saldría a ofrecer consejo a sus amigos y familia. Una vez, su hijo Aristeo perdió sus
abejas, y ella le ayudo a encontrarlas de nuevo… pero esa es otra historia. Tal vez la
cubramos en Percy Jackson y los dioses realmente menores.
(Es broma, chicos. Por favor no le den al publicista más ideas.)
Nadie sabe si Cirene eventualmente falleció o desapareció, o si sigue pasando el rato
en algún rio cerca de las ruinas de su antigua ciudad. Admito que admiro a la mujer.
Cualquiera que puede sobrevivir a dos relaciones divinas y salir cuerda es más fuerte
que la mayoría de los héroes. Cirene fue capaz de reinventarse varias veces. Abrazo su
nuevo país y su nueva vida, y después de ese viaje a Tracia jamás volvió a mirar atrás.
Eso necesita agallas. Mirar atrás puede ser mortal.
Pregúntale a Orfeo.
Oh, esperen. No pueden. Fue decapitado.
¿Quieres saber cómo? Por supuesto que quieres. Déjame contarte sobre el más grande
músico del mundo y como lo arruino.
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La buena y vieja Tracia, mi yermo post-apocalíptico favorito, donde la vida era difícil,
los sacerdotes hacían sacrificios de sangre a Ares, y ¡los reyes criaban caballos que
comían carne humana!
Suena justo como el tipo de lugar donde un joven se convertiría en un arpista, ¿verdad?
Allí es donde Orfeo nació. Por supuesto, los Beatles eran de Liverpool y Jay-Z es de
Los Proyectos en Brooklyn, así que imagino que la música puede venir de lugares
impredecibles.
La forma en que los padres de Orfeo se conocieron… fue incluso más impredecible.
Su padre fue un rey Tracio llamado Eagro
Oeagrus en inglés. Buena suerte pronunciando eso. Oh-AH-grus, ¿quizás?).
Cuando Eagro era joven y soltero, le gustaba ir a fiestas y cantar tanto como le gustaba
pelear.
Entonces, cuando el dios del vino Dionisio y su ejército ebrio pasó por la ciudad en
su camino a invadir India, Eagro lo recibió con los brazos abiertos y una copa que
necesitaba rellenarse.
“¿Estás invadiendo un país extranjero sin una razón en particular?” preguntó Eagro.
“¡Yo me apunto!”.
Eagro juntó a sus hombres y se unió a la expedición del dios del vino.
Al principio, todo fue arcoíris y Chardonnay. Eagro se llevó bien con los seguidores
del tipo del vino, especialmente con las ménades – ninfas enloquecidas que gustan
despedazar a sus enemigos con sus propias manos.
¡Un Tracio podría apreciar eso!
Cada noche en la fogata, Eagro bebió con las ménades y cantó baladas Tracias.
El tipo tenía una agradable voz de barítono.
Cuando cantó una tonada triste, sacó lágrimas de sus oyentes.
Cuando cantó una canción movida, tuvo a todos bailando.
De hecho, cantó tan bien que atrajo la atención de una Musa.
(Mi hermano Tyson está aquí. Él creyó que dije “moose”, que es alce en inglés. ‘No,
Tyson, el tipo en la historia no atrajo la atención de un alce’.
Tyson está triste ahora.)
Las nueve Musas eran hermanas inmortales que supervisaban diferentes artes, como
el canto, actuación… eem, mímica, dubstep, baile de tap y otras cosas que he olvidado.
Calíope, la Musa mayor, estaba a cargo de la poesía épica.
Ella guiaba a los escritores que estaban contando historias acerca de héroes y batallas
y… ¿sabes qué?
189
Acabo de darme cuenta que debí haber hecho un sacrificio a ella antes de comenzar a
escribir este libro.
Es totalmente su territorio.
Ups. Lo siento gente.
Este libro no está aprobado oficialmente por la Musa adecuada.
Si explota en sus manos, es mi culpa.
De todas formas, como todas las Musas, Calíope tenía un punto débil por la música.
Desde su apartamento en el Monte Olimpo, ella oyó a Eagro cantar mientras él
marchaba al este con el ejército del dios del vino.
Calíope estaba tan extasiada que voló hacia abajo invisiblemente para ver al guerrero
ebrio con la voz hermosa.
“¡Guau, qué cantante!” suspiró Calíope.
Incluso sin un entrenamiento apropiado, Eagro tenía talento natural.
Cantó con mucha emoción y confianza. Él tampoco era feo. Mientras el ejército
avanzaba, Calíope seguía, circulando invisiblemente por encima como una gran gaviota
sigilosa, sólo para que pudiese escuchar a Eagro cantar cada noche.
Finalmente, Dionisio llegó a India.
Si has leído mi otro libro, Dioses Griegos, sabes que su invasión no resultó del todo
bien. Los griegos cruzaron el río Ganges y les patearon el trasero un grupo de indios
sagrados escupe-fuego.
En el pánico de la retirada, Eagro corrió hacia el Ganges. Pero él olvidó un pequeño
detalle: no podía nadar.
Hordas de guerreros ebrios y ménades lo pisotearon mientras trataban de arrancar.
Eagro se hubiese ahogado de no ser por Calíope que estaba mirando.
Tan pronto como se hundió, ella se sumergió en el rio.
De alguna forma, ella lo subió a sus hombros y lo cargó a la orilla opuesta, cargándolo a
caballito.
Eso debió de verse bastante extraño – una adorable dama en túnicas blancas
emergiendo del Ganges con un gran y peludo guerrero tracio en sus hombros.
El ejército de Dionisio marchó de vuelta a Grecia con los ánimos por el piso, pero
Calíope y Eagro pasaron un tiempo maravilloso.
Durante el viaje, se enamoraron. Para cuando los tracios llegaron a casa, Calíope había
dado a luz a un hijo semidiós llamado Orfeo.
El niño creció en Tracia, el cual no era realmente un agradable lugar para un joven y
sensible músico.
Su padre perdió interés en él cuando se dio cuenta que Orfeo nunca sería un guerrero.
Si le dabas al chico un arco, el tocaría una canción con la cuerda del arco.
Si le dabas una espada, él la dejaría caer y gritaría “¡odio las puntas filosas!”.
Los otros niños molestaban y acosaban y rehuían de Orfeo… hasta que aprendió a usar
su música como defensa.
Gradualmente se dio cuenta que su canto podía llevar al más hostil de los matones a las
lágrimas.
Él podía escapar de una paliza tocando sus flautas de cañas.
Sus atacantes solo se quedarían ahí, encantados, y le dejarían a Orfeo alejarse
caminando.
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Cada fin de semana, su madre, Calíope, lo llevaba para sus lecciones de música con las
otras Musas. Orfeo vivía para esas visitas. Sus tías inmortales le enseñaron todo lo que
sabían acerca de música, que era básicamente todo.
En poco tiempo, el chico sobrepasó a sus maestras.
Orfeo tenía las habilidades más divinas y finas de su madre. Poseía el talento bruto y
el nerviosismo mortal de su padre. Las Musas nunca habían escuchado una voz más
hermosa.
Le dieron a Orfeo un montón de instrumentos diferentes para que probase: una batería,
un cuerno francés, una Telecaster del 67. Orfeo sobresalía con todos ellos.
Entonces, un día él encontró el instrumento que lo haría famoso. El único problema:
pertenecía a un dios.
Un fin de semana, Apolo visitó a las nueve Musas para conseguir su colaboración en su
nuevo musical, Veintiseis cosas asombrosas sobre mi (Una secuela de Veinticinco cosas
asombrosas sobre mi).
Apolo tocó para ellas unas cuantas canciones en su lira mientras Orfeo estaba sentado en
la esquina del cuarto, escuchando asombrado. Él nunca había escuchado una lira antes.
Ningún mortal lo había hecho. En ese entonces, Apolo tenía la única en existencia.
Hermes la había inventado con un caparazón de tortuga, dos palos y algunas cuerdas
tensas de lana de oveja, porque Hermes era el amo. Se la había dado a Apolo para evitar
la cárcel por robar ganado (larga historia), y la lira se había convertido en una posesión
preciada para Apolo.
Luego de unas cuantas canciones, Apolo bajó su instrumento y reunió a las nueve Musas
alrededor de un piano en el otro lado de la habitación. Mientras estaban enfrascados en
una discusión, tratando de descifrar las harmonías de nueve partes para el gran final,
Orfeo caminó hacia la lira.
No pudo evitarlo. Tomó el instrumento y pulsó una cuerda.
Apolo se levantó de un salto. Sus ojos ardían con ira. Las nueve Musas corrieron a
cubrirlo, porque nadie toma los juguetes de un dios sin permiso.
Sólo dos cosas evitaron que Apolo convirtiera al chico en cenizas. Primero, Orfeo estaba
sosteniendo la lira. Apolo no quería dañarla. Segundo, Orfeo lanzó la más increíble de
las canciones que Apolo había escuchado jamás.
El niño tocaba como si la lira fuera parte de su propio cuerpo. Sus dedos corrían a través
de las cuerdas, engatusando con melodías y contramelodías dulces e imposibles. Las
nueve Musas sollozaron con regocijo. La ira de Apolo se evaporó.
La música de Orfeo estaba llena de dolor y pena mortal. Ningún dios podría haber
hecho una música tan cruda. Apolo apreciaba eso. Antes, Zeus lo había castigado dos
veces convirtiéndolo en humano temporalmente. Apolo recordaba qué tan difícil eso
había sido – su espíritu divino atrapado en un cuerpo frágil de carne. La música de
Orfeo había capturado ese sentimiento a la perfección.
Orfeo terminó la canción. Miró tímidamente a Apolo. “Lo lamento, mi señor. Yo – yo
no pude controlarme. Usted puede matarme ahora. He tocado la lira. Mi vida está
completa.” Se arrodilló y le ofreció el instrumento al dios.
Apolo sacudió su cabeza. “No, pequeño. Conserva la lira. Yo haré otra.”
Los ojos de Orfeo se ensancharon. “¿En serio?”
“Te la mereces. Toma la lira. Toca tu música por todo el mundo. Enséñales a otros a
191
tocar. Sólo hazme un favor. No les enseñes “Starway to Heaven”, ¿de acuerdo? Esa
canción me tiene realmente harto.”
Orfeo hizo una reverencia y se arrastró y agradeció al dios. Él hizo exactamente lo que
Apolo pidió. Viajo por el mundo enseñando a otros a hacer liras y tocar hermosamente.
Él recolectó canciones de cada lugar. Incluso se aventuró a Egipto, donde agregó la
música del antiguo país a su repertorio. Perfeccionó su propio estilo y canto. Y donde
sea que encontrase a alguien tratando de aprender “Starway to Heaven” él tomaba su
instrumento y lo rompía contra la pared.
Orfeo se volvió tan talentoso que podía paralizar ciudades enteras. Caminó por
mercados tocando su lira, y todos se congelaban. Mercaderes dejaban de vender.
Multitudes lo seguían fuera de la ciudad sólo para escucharlo tocar. Caminaban
detrás de él por cientos de millas hasta que finalmente miraban alrededor aturdidos y
pensaban: vivo en Egipto. ¿Qué estoy haciendo en Jerusalem?
Orfeo seguía volviéndose mejor. Animales salvajes eran impotentes frente a su música.
Cuando caminaba por un bosque, los leones se juntaban alrededor de él y rodaban para
que el pudiera acariciar sus barrigas mientras cantaba. Los lobos se frotaban en sus
piernas y movían sus colas cuando él tocaba la canción que a ellos les gustaba, “Hungry
like the wolf”. Las aves se congregaban silenciosamente en los árboles, escuchando a
Orfeo tocar, esperado que pudieran tomar algún consejo para mejorar su canto.
Finalmente, la música de Orfeo se volvió tan poderosa que incluso podía afectar al
ambiente. Los árboles se movían por la tierra corriendo con sus raíces como cangrejos,
sólo para poder acercarse a la lira. Las rocas sollozaban condensación cuando él cantaba.
Piedras rodaban para seguirlo por el camino (probablemente los Rolling Stones también,
porque esos tipos se ven tan viejos como para haber conocido a Orfeo). Los ríos se
detenían para escucharlo. Las nubes se anclaban a sí mismas por sobre él, sólo para
poder tener asientos de primera fila para sus conciertos.
Nada en el mundo entero podía resistirse a Orfeo. Su música era como la gravedad del
sol, atrayendo todo alrededor hacia él.
Cuando no estaba enseñando música, hizo un montón de cosas heroicas. Por ejemplo,
el navegó en el Argo, pero llegaremos a eso en el capítulo sobre Jason. Manténganse
sintonizados.
(¿Entienden? ¿Música? ¿Mantenerse en sintonía? Bueno, Tyson creyó que era gracioso.)
Orfeo se volvió tan famoso que no podía ir a ningún sitio sin atraer a una multitud
de fanáticas y fanáticos. Él cantaba, y corazones se derretían. Ganó premios. Tuvo
propuestas de matrimonio por todos lados, y tantas vistas en su canal de Youtube que
el sitio se cayó. Fue más grande que Elvis, más grande que Bieber, más grande que
*insertar nombre de la banda de chicos popular de esta semana*. (Lo siento, no estoy al
tanto)
Sólo para escapar de su fama, Orfeo regresó a casa a Tracia, porque la gente ahí no se
interesaba en él. Gracioso como eso funciona. No importa qué tan importante seas en el
exterior, la gente con la que creciste todavía es como “Claro, lo que sea”.
“Hola, papá.” dijo Orfeo. “He vuelto a casa para escaparme de mis millones de
fanáticos.”
“¿Fanáticos?” su papá refunfuñó. “¿Por qué tienes fanáticos?”
“Bueno, mi música puede detener ríos y hacer a los árboles moverse, y una vez una
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ciudad entera llena de gente me siguió varias millas para escucharme tocar.”
“Bah.” su padre frunció el entrecejo. “Todavía no puedes sostener una espada como es
debido.”
Mientras estuvo en Tracia, Orfeo pasó la mayor parte del tiempo con los seguidores de
Dionisio, dado que al menos ellos apreciaban buena música de fiesta. Orfeo ayudó a
organizar los Misterios Dionisianos, el cual era un gran festival espiritual con un montón
de vino, música y drama en honor al dios.
No era que Dionisio necesitase más drama, pero supongo que la música era una buena
adición.
Pero, incluso en Tracia, Orfeo tenía fanáticas enloquecidas. Durante los festivales, las
ménades se emborrachaban y comenzarían a coquetear con él. Dado que Orfeo sólo se
preocupaba de su música, el no respondía, y las ménades se enojaban. Unas cuantas
veces se amotinaban y se acercaron para despedazarlo.
Su madre, Calíope, decidió que, por su seguridad, Orfeo debería casarse.
Tal vez eso haría que sus fanáticos se alejaran. Ella habló con Apolo, quien resultó que
tenía una joven semidiosa elegible de nombre Eurídice.
Calíope arregló un pase tras bambalinas para Eurídice para el próximo concierto de
Orfeo. Los dos se conocieron y fue amor a primera vista… o al menos para el término del
primer conjunto de canciones.
Como hija de Apolo, Eurídice tenía la música en su sangre.
Ella entendió a Orfeo inmediatamente.
Conversaron durante todo el descanso del concierto en el vestuario de Orfeo.
Al término de su canción final (luego de que le pidieran “otra” varias veces), Orfeo llevó
a Eurídice al escenario y anunció que se casarían.
Sus fanáticas se lamentaron y se arrancaron el cabello, pero Eurídice se veía tan hermosa
y Orfeo se veía tan feliz que la gente misericordiosamente se contuvo de subir en
estampida al escenario.
Por semanas, los medios sólo hablaban de qué tan bonita pareja hacían, aunque nadie
parecía decidirse cuál sería su nombre de pareja. ¿Ordice? ¿Eurífeo?
A su boda asistieron todas las personas y dioses hermosos.
Las nueve Musas proveyeron la música.
Apolo ofició.
Dionisio fue el chico de las flores. (De acuerdo, yo podría estar inventando eso.)
Himeneo, el dios de las ceremonias de bodas, se mostró en persona para encabezar la
procesión, aunque, extrañamente, lloró mientras escoltaba a la novia al altar. Sus ropas
eran completamente negras.
Su antorcha sagrada se suponía que ardía animadamente, pero sólo chisporroteaba y
humeaba. Los invitados se preguntaron acerca de eso. Era un augurio bastante malo
para los matrimonios, pero todos estaban muy asustados para preguntarles.
En cuanto a Orfeo y Eurídice, ellos estaban demasiado enamorados para notarlo. En
la recepción, el novio cantó tan dulcemente a su novia que toda la audiencia se puso a
llorar.
Ellos debieron de haber tenido la luna de miel más romántica que jamás hubo.
Desafortunadamente, un acosador arruinó todo.
Probablemente creas que me refiero a un acosador de Orfeo, pero no. Resulta que su
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las cuales se reunieron al sonido de su voz, que lo mordieran y así pudiese seguir a su
esposa al inframundo. Las serpientes sólo lo miraron: No, nos agradas. Cantas bonito.
Aturdido, Orfeo enterró a Eurídice en el prado donde ellos compartieron sus últimos
momentos felices. Entonces, Orfeo tomó su lira y vagó sin rumbo, vertiendo su pena en
su música.
Por días tocó canciones de angustia insoportable.
Piensa en el momento más triste que alguna vez hayas experimentado. Ahora imagina
esa tristeza multiplicada por cien. Así es como se sintió la música de Orfeo al escucharla.
Ciudades enteras lloraron. Árboles exudaron lágrimas de savia. Nubes liberaron
torrentes de lluvia de agua salada.
En el Monte Olimpo, Ares lloró en el hombro de Hefesto. Afrodita y Atenea se sentaron
en un sofá juntas, en pijama, atracando helado de chocolate y chillando. Hestia corrió
alrededor del cuarto del trono ofreciéndoles a todos cajas de pañuelos.
Orfeo tocó el más largo y triste solo de música en la historia.
Mientras lo hacía, nadie pudo hacer nada. El mundo entero se lamentó, pero incluso eso
no fue suficiente para el músico.
“La muerte de Eurídice no fue justa. Iré al inframundo,” decidió Orfeo.
Cuando alguien que amas muere, es difícil superarlo. Créeme, he perdido a buenos
amigos. Aun así… la mayoría aprendemos a seguir adelante. La mayoría no tenemos
opción.
Orfeo no podía dejar ir a Eurídice. Él tenía que traerla de vuelta de los muertos. No le
importaban las consecuencias.
Tal vez estés pensando: Mala idea. Esto no terminará bien.
Estás en lo correcto.
Por otro lado, entiendo cómo se sintió Orfeo. He estado cerca de perder a mi novia más
veces de la que me gustaría pensar. Si ella muriera, haría todo lo que estuviese en mi
poder para traerla de vuelta. Tomaría mi espada, marcharía al palacio de Hades y… y
probablemente actuaría imprudentemente igual que lo hizo Orfeo, sólo que yo no estaría
cantando. Yo no canto.
El inframundo tiene muchas entradas – fisuras en la tierra, ríos que conectan al
inframundo, los baños de la estación Penn. Una ninfa sollozante de los bosques dirigió a
Orfeo a un gran grupo de rocas que escondían un túnel al reino de Hades. Orfeo tocó su
lira y las rocas se apartaron, revelando un sendero escarpado en la tierra.
Descendió hacia la oscuridad, tocando tan dulcemente que ningún fantasma o demonio
se atrevió a detenerle. Finalmente, llegó a la orilla del río Estigio, donde el barquero
Caronte estaba abordando a los recientemente muertos en su barcaza.
“¡Oi!” Caronte le dijo. “¡Vete, mortal! ¡Tú no puedes estar aquí!”
Orfeo lanzó su mejor interpretación perfora-almas de “Daydream Believer”.
Caronte cayó de rodillas. “Esa… ¡esa era nuestra canción! Yo era un joven e idealista
demonio. Ella era una zombi dulce y joven. Nosotros, nosotros…” Él rompió a llorar.
“¡De acuerdo!” El barquero se limpió sus ojos. “¡Ven abordo! No puedo resistir tu
música horriblemente triste.”
Mientras cruzaban el río Estigio, Orfeo tocó tonadas tan lastimeras que algunas de las
almas muertas eligieron saltar por la borda y disolverse.
Tal vez no les gustaban los viejos clásicos.
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En la puerta de Erebos, Orfeo tocó una cuerda y las puertas de hierro se abrieron de
golpe, temblando en sus bisagras frente al poder de su lira. El gigante perro guardián de
tres cabezas, Cerbero, se agazapó y gruñó listo para despedazar al intruso mortal.
Orfeo cantó el tema de Old Yeller. Cerbero aulló y rodó sobre sí mismo, lloriqueando.
Orfeo cruzó las puertas.
Viajó a través de los campos de Asfódelos, despertando espíritus con su música.
Normalmente ellos eran sombras grises parlantes quienes no podían recordar ni sus
propios nombres, pero las canciones de Orfeo les devolvieron recuerdos del mundo
mortal. Por unos pocos momentos, tomaron formas humanas y color de nuevo.
Derramaron lágrimas de alegría.
El sonido de la lira llegó a los campos de castigo. Las tres Furias, las ejecutoras más
despiadadas de Hades, olvidaron sus deberes. Se sentaron en un círculo y lloraron
desconsoladamente, entonces, tuvieron una sesión de terapia de grupo donde
compartieron sus sentimientos y se halagaron las unas a las otras respecto a sus látigos
fieros y sus alas de murciélago. Mientras tanto, las almas condenadas obtuvieron un
respiro. Sísifo se sentó en su colina, olvidando su roca. Tántalo finalmente pudo alcanzar
comida y beber, pero estuvo demasiado ocupado escuchando la música para notarlo.
Los tipos en las máquinas de tortura estaban como, “¿Disculpa? ¿Se supone que me
despellejen vivo por aquí? ¿Hola, alguien?”
Orfeo tocó su camino directo al palacio de Hades. Los guardias zombies completamente
armados no trataron de detenerle. Lo siguieron por los pasillos, haciendo sonidos secos
de gruñidos mientras trataban de recordar cómo llorar.
En el salón del trono, el rey y la reina de los muertos estaban almorzando. Hades usaba
un babero amarillo de langosta sobre su oscuro traje que fluye. Pedacitos de caparazón
de crustáceo ensuciaban la plataforma alrededor de su esquelético trono. Perséfone
mordisqueaba una luminosa ensalada subterránea del jardín del palacio. Su vestido era
amarillo y gris, como el sol detrás de las nubes de invierno. Su trono estaba hecho solo
de las ramas de un árbol de granada.
Al acercarse el intruso al trono, Hades se levantó. “¿Cuál es el significado de esto?
¡Guardias, destruyan a este mortal!” Pero era difícil verse amenazante con mantequilla
escurriendo por su barbilla y una langosta de caricaturas en su babero.
Orfeo se lanzó con un número de Duke Ellington: “Stalking Monsters”.
Hades quedó con la boca abierta. Él se hundió en su trono.
“¡Oh!” Perséfone aplaudió. “¡Querido, es nuestra canción!”
Hades nunca había escuchado a alguien tocar tan hermosamente a Duke Ellington – tan
cruda y dolorosa y verdadera, como si este músico mortal hubiese destilado la vida
de Hades, con todos sus lamentos y decepciones, toda su oscuridad y soledad, y la
convirtiese en música. El dios se encontró a si mismo llorando. No quería que la música
se detuviese.
Eventualmente, la canción de Orfeo terminó. Los zombies se secaron los ojos. Fantasmas
suspiraron en las ventanas del cuarto del trono.
El señor del inframundo se recompuso. “¿Qué… qué quieres, mortal?” Su voz sonaba
frágil de la emoción. “¿Por qué has traído esta música angustiosa a mis salones?”
Orfeo hizo una reverencia. “Señor Hades, yo soy Orfeo. No estoy aquí como turista. No
quiero molestar su reino, pero mi esposa, Eurídice, recientemente murió antes de su
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En las puertas del inframundo, Cerbero meneó su cola y gimió por otra interpretación
de Old Yeller. Orfeo siguió caminando. En la orilla del Estigio, creyó escuchar suaves
pisadas en la arena negra detrás de él, pero no podía estar seguro.
El barquero Caronte aguardaba en su bote. “Yo usualmente no llevo pasajeros hacia el
otro lado,” dijo, apoyándose en su remo. “Pero el jefe dijo que estaba bien.”
“¿Está… está mi esposa detrás de mí?” preguntó Orfeo. “¿Está allí?”
Caronte sonrió cautelosamente. “Decirlo sería trampa. Todos a bordo.”
Orfeo se quedó en la proa. La tensión se arrastró por su espalda como un ejército de
hormigas, pero él mantuvo sus ojos fijos en el agua oscura mientras Caronte remaba,
tarareando “Daydream Believer” hasta que llegaron al otro lado.
Orfeo subió por el empinado túnel hacia el mundo mortal. Sus pisadas hacían eco.
Una vez, él escucho un sonido como de un pequeño suspiro detrás de sí, pero podría
haber sido su imaginación. Y ese olor a madreselva… ¿era ese el perfume de Eurídice?
Su corazón sufría por asegurarse. Ella podría estar justo detrás de él, alcanzándolo…
el pensamiento era a la vez éxtasi y agonía. Le tomo toda su fuerza de voluntad el no
mirar.
Finalmente vio el cálido resplandor de la luz natural en la boca del túnel.
Sólo unos cuantos pasos más, se dijo a sí mismo. Sigue caminando. Déjale reunirse
conmigo en la luz.
Pero su fuerza de voluntad se desmoronó. La voz de Hades sonó en sus oídos. Debes
tener fe. La fuerza de tu amor debe ser suficiente.
Orfeo se detuvo. Él nunca había confiado en su propia fuerza. Había crecido con su
padre constantemente regañándole, llamándole débil. Si no fuera por su música, Orfeo
habría sido un don nadie. Eurídice no se habría enamorado de él. Hades no habría
accedido a enviarla de vuelta.
¿Cómo podía Orfeo estar seguro de que su amor sería suficiente? ¿Cómo podía tener fe
en algo además de su música?
Él esperó, esperado escuchar otro suspiro detrás de él, esperando captar otro soplo del
perfume de madreselva.
“¿Eurídice?” él llamó.
Sin respuesta.
Se sintió completamente solo.
Se imaginó a Hades y Perséfone riéndose por su estupidez por caer en su broma.
¡Oh, dioses! Hades diría. ¿Él realmente se lo creyó? ¡Qué idiota! Dame otra langosta,
¿quieres?
¿Y si el espíritu de Eurídice nunca había estado ahí? O peor, ¿qué tal si ella estaba detrás
de él justo ahora, rogando por su ayuda? Ella podría necesitar su guía para regresar al
mundo. Él podría pararse en la luz natural y mirar atrás, sólo para verla caer hacia el
inframundo mientras el túnel colapsaba permanentemente. Eso parecía justo el tipo de
truco que Hades haría.
“Eurídice,” llamó de nuevo. “Por favor, di algo.”
Sólo escuchó el eco de su propia voz desvanecerse.
Si hay una cosa que un músico no puede soportar, es el silencio. El pánico se apoderó de
él. Se dio vuelta.
Unos pocos pies detrás de él, en las sombras del túnel, a menos de un tiro de piedra de la
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luz del sol, su hermosa esposa estaba de pie en el vestido de gasa azul con el que había
sido enterrada. El rubor estaba comenzando a volver a su cara.
Se miraron a los ojos. Se acercaron.
Orfeo tomó su mano, y sus dedos se convirtieron en humo.
Mientras se desvanecía, su expresión se llenó con arrepentimiento… pero no culpa.
Orfeo había tratado de salvarla. Él había fallado, pero ella lo amaba de todas maneras.
Ese conocimiento rompió su corazón otra vez.
“Adiós, amor mío,” ella susurró. Entonces, desapareció.
El grito de Orfeo fue el sonido menos musical que había hecho jamás. La tierra se
sacudió. El túnel colapsó. Un remolino de viento lo expulsó hacia el mundo como
un trozo de dulce disparado desde la tráquea. Gritó y golpeó la roca con sus puños.
Trató de tocar su lira, pero sus dedos se sintieron de plomo en las cuerdas. El pasaje al
inframundo no se abriría.
Orfeo no se movió por siete días. No comió, bebió ni se duchó. Esperaba que su sed o su
propio olor corporal lo matasen, pero no funcionó.
Les rogó a los dioses del inframundo que tomaran su alma. No obtuvo respuesta. Escaló
el acantilado más alto y se lanzó, pero el viento sólo lo cargó gentilmente al suelo. Buscó
leones hambrientos. Los animales se negaron a matarlo. Las serpientes se negaron a
morderlo. Trató de azotar su cabeza con una roca, pero la roca se convirtió en polvo. El
sujeto literalmente no tenía permitido morir. El mundo amaba su música demasiado.
Todos querían que se mantuviera vivo y siguiera tocando.
Finalmente, vacío por la desesperación, Orfeo deambuló a su tierra natal en Tracia.
Si su historia terminaba ahí, eso sería suficientemente trágico, ¿verdad?
Oh, no. Se pone peor.
Orfeo nunca se recuperó de la muerte de Eurídice. Se negó a salir con otras mujeres. Él
sólo tocaría canciones tristes. Ignoró a los Misterios Dionisianos, a quienes él ayudó a
inventar. Anduvo abatido por toda Tracia y arrastró a todos consigo.
Ahora, cuando has pasado por una gran tragedia como ver a tu esposa convertirse en
humo, la mayoría de las personas te darían algo de espacio. Ellos simpatizarían hasta
cierto punto. Pero luego de un tiempo comenzarían a enojarse, como, Ya fue suficiente,
Orfeo. ¡Únete a la raza humana!
No estoy diciendo que sea la forma más sensible de actuar, pero así es como son las
personas, especialmente si esas personas resultan ser Ménades.
A través de los años, Orfeo había construido una buena relación con los seguidores de
Dionisio. Había organizado su festival. Su padre era un veterano de la Guerra India.
Pero, eventualmente, las Ménades se ofendieron porque Orfeo ya no se uniría a sus
fiestas. Él era el soltero más deseable de Tracia, pero no coquetearía con ellas. No bebería
con ellas. Incluso apenas las miraría.
La madre de Orfeo, Calíope, trató de advertirle del peligro, pero su hijo no la escuchaba.
No dejó la ciudad. Simplemente no le importaba.
Finalmente, la ira de las Ménades explotó. Una noche, cuando habían estado bebiendo
más de lo usual, escucharon a Orfeo tocando su lira en el bosque – otra canción acerca de
amor trágico y desolación. Su dulce voz enloqueció a las Ménades incluso más de lo que
ya estaban.
“¡Odio a ese tipo!” chilló una. “¡Él ya no pasa tiempo con nosotras! ¡Es un completo
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aguafiestas!”
“¡Matémosle!” gritó otra, lo cual era la respuesta a la mayoría de los problemas de las
Ménades.
Ellas pulularon hacia el sonido de la lira de Orfeo.
Orfeo estaba sentado en la orilla de un río, deseando poder ahogarse en éste. Vio a las
Ménades venir, pero sólo siguió tocando. No le importaba morir. No estaba seguro que
pudiese morir. Al principio, las Ménades le arrojaron rocas. Las piedras cayeron al suelo.
Las Ménades tiraron lanzas, pero el viento las apartó del camino.
“Bueno,” dijo una, “creo que tendremos que tomar el asunto con nuestras propias
manos.” Ella blandió sus largas y puntiagudas uñas. “Señoritas, ¡ataquen!”
Sus gritos salvajes apagaron la música de Orfeo. Ellas lo rodearon.
Orfeo no trató de correr. De hecho, estaba agradecido de que alguien estaba tratando de
matarle y permitirle ver a Eurídice de nuevo.
Las Ménades lo agradecieron. Lo hicieron pedazos.
Luego, el silencio era opresivo. Incluso las Ménades estaban horrorizadas por lo que
habían hecho. Ellas huyeron, dejando las partes del cuerpo de Orfeo repartidas por el
bosque.
Calíope y las otras Musas eventualmente lo encontraron. Ellas recolectaron lo que
pudieron y enterraron los restos al pie del Monte Olimpo. Sin embargo, dos cosas
importantes faltaban: la lira de Orfeo y su cabeza. Esas flotaron con la corriente por el río
Evros y desembocaron en el mar. Supuestamente, su lira siguió tocando por su cuenta
y su cabeza decapitada siguió cantando, como uno de esos juguetes Furby que nunca se
callan.
(Perdón. Aún tengo pesadillas con esas cosas…)
Por último, Apolo sacó la lira del mar. La lanzó al cielo, donde se convirtió en la
constelación Lyra. La cabeza decapitada de Orfeo terminó en la isla de Lesbos. Los
lugareños le hicieron un altar. Apolo le dio el poder de la profecía, así que, por un
tiempo, las personas de los alrededores iban a Lesbos a consultarle a la cabeza cercenada
de Orfeo. Eventualmente, Apolo decidió que era un poco horripilante. Silenció al
Oráculo. El altar fue abandonado, y la cabeza de Orfeo fue enterrada.
En cuanto al espíritu de Orfeo, he escuchado rumores de que fue reunido con Eurídice
en los campos Elíseos. Ahora él puede ver a su esposa todo lo que quiera sin temer
que ella desaparezca. Pero a donde sea que vayan, sólo por seguridad, Orfeo deja que
Eurídice vaya delante.
Supongo que eso significa que ambos vivieron felices para siempre – excepto por el
hecho de que ambos murieron.
Probablemente haya una canción de esto en algún lugar.
La, la, la, te amo viva o muerta. La, la, la.
Nah, no importa. Creo que me quedaré con la pelea con espadas. La música es muy
peligrosa.
202
averiguado sobre el engaño de Zeus con Alcmena. En lugar de tener un ataque de ira,
decidió jugar frio y cautelosamente.
‘Probablemente Zeus quiere el hijo bastardo de Alcmena par que se convierta en el Gran
Rey de Micenas,’ gruño para sí misma. ‘Bueno, eso no va a pasar.’
La noche siguiente, hizo todo lo que estuvo en sus manos para poner a Zeus en un buen
humor. Reprodujo su disco favorito de Timberlake, cocino su comida favorita – crepas
de ambrosia con salsa de ambrosia y salteado de ambrosia. Masajeo sus hombros y
susurro a su oído, ‘¿Conejito de miel?’
‘¿Hmm?’ Los ojos de Zeus se cruzaron en dicha.
‘¿Podrías hacer un pequeñísimo decreto divino para mí?’
‘¿Un decreto divino… sobre qué?’
Hera alimento con una fresa cubierta de ambrosia y la puso en los labios de Zeus. ‘Oh,
solo pensé que el reino de Micenas debería tener un poco de paz y prosperidad. ¿No
sería eso lindo?’
‘Mmph-hmm.’ Zeus trago la fresa.
‘¿Qué tal si decretas que el siguiente descendiente de Perseo en nacer se convertirá en el
Gran Rey? ¿No haría eso las cosas más fáciles?’
Zeus suprimió una sonrisa. Sabía que Alcmena daría luz a los gemelos en cualquier
minuto. Y el niño de Esteleno no nacería hasta dentro de otra semana. No sabía que
tanto sabía Hera. ‘Claro, cariño. ¡No hay problema!’
Esa misma noche, los oráculos divinos anunciaron por Micenas las nuevas noticias de
Zeus: el siguiente descendiente de Perseo en nacer, ¡se convertiría en el Gran Rey! Y no,
no estaba permitido que el público votara por Fluffy el gato.
Después de la cena, Hera bajo a la tierra, donde su hija Ilitia, la diosa de los partos,
acababa de llegar a la casa de Alcmena.
‘¡Detente!’ lloro Hera. ‘¡No dejes que Alcmena e a luz!’
Ilitia volvió sobre sus pasos, sujetando su bolsa médica. ‘Pero ya está en labor.
¿Recuerdas el dolor que eso conlleva?’
‘¡No me importa!’ Dijo Hera. ‘No puede dar a luz, al menos no hasta que el hijo de
Esteleno haya nacido.’
‘Pero no tengo eso en mi agenda hasta la próxima semana.’
‘Solo ven conmigo a Tirinto, AHORA.’
Ilitia estaba acostumbrada al drama de los partos. ¿Al drama de Hera? No tanto.
Dejando a Alcmena en su cama, gruñendo y sudando y maldiciendo, las dos diosas
volaron a la ciudad de Tirino.
Una vez ahí, Ilitia agito su almohada mágica Lamaze y la esposa de Estenelo, Nicippe,
inmediatamente entro en labor. ¡BOOM! Cinco minutos después estaba cargando un
bebe niño en sus brazos. El parto más fácil de la historia.
Llamaron al niño Euristeo. Porque ese fue el nombre más difícil de pronunciar
que pudieron pensar en el corto tiempo. Era, de hecho, el siguiente nacido varón
descendiente de Perseo, así que el pequeño fue coronado Gran Rey inmediatamente,
aunque fue difícil encontrar una corona tan pequeña para la cabeza del recién nacido.
Sobre Almena, Hera la pudo haber dejado sufrir el labor por siempre. Así de tierna y
dulce era ella. Pero Ilitia se apiado de ella. Una vez quedo claro que Hera se había salido
con la suya sobre lo del Gran Rey, Ilitia le garantizo a Alcmena un parto seguro y fácil.
206
El primero de los gemelos en nacer fue Hércules (Aunque en el momento se llamaba Al),
seguido por su hermano bebe, Ificles.
El orgulloso padre Anfitrión vio a los recién nacidos. Inmediatamente se sintió atado a
ambos, aunque Alcmena le había advertido antes que uno de los niños probablemente
era de Zeus.
¿Cuál será el mío y cual será de Zeus? Se preguntó.
Ificles lloro. Al/Hércules flexiono sus músculos de recién nacido y golpeo a su hermano
en la cara, como diciendo Cállate.
‘Supongo que el musculoso es de Zeus.’ Dijo Alcmena.
Anfitrión suspiro. ‘si, probablemente tienes razón.’
El día siguiente, una carta llego de Tirinto; un nuevo Gran Rey. Euristeo, había nacido
apenas unas horas antes que Hércules.
‘Hera debe estar jugando conmigo.’ Dijo Alcmena. ‘Por eso mi parto duro tanto.’
En sus brazos, el bebe Hércules grito ‘RAAARRRR!’ y ensucio su pañal.
Alcmena retrocedió por el olor. ‘¿Eso fue una reseña editorial?’ le pregunto al bebe. ‘¿No
te agrada Hera?’
‘RARRR!’ Más suciedad.
Eso le preocupo a Alcmena. Y no solo porque no tenía idea de lo que su hijo pudo haber
estado comiendo. Había escuchado las historias de Hera torturando a las amantes
mortales de Zeus. Su difícil parto fue prueba de que Hera traía algo en su contra. Su
nuevo bebe Al/Hércules podría ser asesinado.
En su momento de miedo y debilidad, Alcmena hizo lo que la mayoría de los padres
hacían en esos tiempos con los hijos indeseados. Salió de su casa a escondidas, tomo al
bebe a la convenientemente localizada zona salvaje y lo dejo en una roca a morir.
El pequeño Hércules se molestó un poco. Se removió sobre la roca por horas, gritando,
llorando, maldiciendo en lenguaje de bebe y golpeando cualquier animal salvaje que
tratara de acercársele.
Afortunadamente, Zeus cuidaba al pequeño Zeus había aprendió del jueguito sabio de
Hera sobre los candidatos bebes a Gran Rey. Murmuro para sí mismo, ‘Oh, ¿quieres
pelear? Está bien, cariñito, comencemos. Mando a Atenea, diosa de la sabiduría, a la
tierra a cuidar del bebe.
Hércules vio a Atenea y arrullo, pero su estómago estaba gruñendo. Atenea, sin una
pizca de maternidad, no supo qué hacer con él.
‘Necesito una nodriza’ murmuro. ‘Alguien a quien le gusten los bebes. Hmm…’
Tuvo una idea muy retorcida. Le llevo el bebe a Hera.
‘Oh, ¡mi reina!’ Dijo Atenea. ‘Acabo de encontrar este bebe en el desierto. ¿No es eso
terrible? No sé cómo alimentarlo, ¡y esta tan hambriento!’
Hera no sabía quién era el bebe. Le dio un vistazo al bebe y su instinto maternal la ataco.
‘Awh, pobre cosita. Dámelo, yo lo amamantare.’
Entonces no había formula en polvo para bebes. Cuando un bebe tenía hambre, le dabas
pecho. Fin de la historia. Usualmente lo hacia la madre, pero si la madre no estaba cerca,
otra mujer haría el trabajo.
Hera, siendo la diosa de las madres, imagino que haría el trabajo. Sostuvo a Hércules
sobre su regazo y le dejo tomar unos cuantos tragos de su dispensador de leche divino.
El bebe estaba encantado tomando hasta que Atenea dijo ‘¡Gracias, Hera!’
207
Fue la primera vez que Atenea había dicho el nombre de Hera en la presencia del bebe.
Hércules mordió con fuerza en la piel sensible de Hera, grito ‘RARRR!’ y volvió a
ensuciarse, todo al mismo tiempo, causando que Hera gritara y lanzar al niño.
Afortunadamente, Atenea era buena atrapando.
Algunas leyendas dicen que la leche de Hera fue lanzada hacia el cielo y creo la vía
láctea. No lo sé. Eso parece un montón de sistemas solares en solo un chorro. Lo que sí es
seguro: esos pocos tragos de leche divina llenaron a Hércules con fuerza y salud divinas,
gracias a la diosa que lo odiaba más que nada.
Atenea llevo al bebe de vuelta a la casa de la madre. Lo puo en la puerta, toco el timbre y
escapo. Alcmena abrió la puerta. Bebe Hércules le sonrió, su cara cubierta en leche.
‘Um, está bien…’ Alcmena pensó que esa era la señal de los dioses. Tomo al niño dentro
de casa y nunca trato de deshacerse de él de nuevo.
Los siguientes meses fueron relativamente tranquila. Hércules aprendió a gatear.
Aprendió a golpear paredes. Mordía su camino hasta las sillas de caballos, castigado por
romper los brazos de su niñera e incluso dijo su primera palabra: mutilar.
Una noche, cuando él y su hermano Ificles estaban dormidos, Hera decidió deshacerse
de su niño menos favorito de una vez por todas.
Si dejo que este niño crezca, pensó, no será nada más que problemas. Zeus le esta
cuidando, así que no puedo simplemente convertirlo en cenizas. Hmm… ¡Ya sé!
Acomodare un desafortunado accidente – un par de serpientes venenosas en la cuna.
Eso sucede muy seguido, ¡estoy segura!
Dos horribles víboras se deslizaron por un agujero en el muro y fueron directo a las
camas de los niños.
Ificles despertó primero, sintió algo deslizándose sobre su frazada, y grito.
En el salón, Alcmena lo escucho. Salto fuera de su cama y agito a su esposo para
despertarlo ‘¡Anfitrión, algo anda mal en el cuarto de los niños!’
Los padres corrieron, pero ya era muy tarde.
Hércules se había hecho cargo del negocio. Con sus reflejos súper rápidos de bebe, había
tomado ambas serpientes por el cuello y las estrangulo hasta la muerte.
Para cuando sus padres habían llegado, Hércules estaba de pie en su cama, sonriendo y
agitando las serpientes muertas.
E Ificles, estaba acurrucado en una esquina, debajo de una sábana, gritando y
sollozando.
Anfitrión suspiro. ‘Vamos, Ificles. Estoy aquí. Lo siento amiguito. Estas atascado con mi
ADN.’
Después de esa noche, nuestro héroe estrangula-serpientes tuvo otro nombre. No fue
más Alcides, o Alceo, o ningún otro derivado de Al. Se hizo conocido como Heracles
(Hércules, en romano), lo que significa Gloria de Hera. Gracias a Hera fue famoso antes
de que se graduara de preescolar. Hera debió amar eso.
Conforme crecía, Hércules tuvo muy buenos profesores. Su padre, Anfitrión, le enseño a
manejar un carruaje. Los generales de Tebas le enseñaron a pelear con espada, arquería y
lucha.
Su única debilidad fue la música. Sus padres contrataron el mejor músico e lira en la
ciudad, Linus, quien era medio hermano de Orfeo, pero Hércules no tenía ninguna
habilidad musical. Sus dedos eran demasiado grandes y torpes para manipular las
208
cuerdas. Eventualmente Linus perdió toda su paciencia y grito, ‘¡No, no no! ¡Eso es una
escala en Do!’
Linus arrebato la lira de las manos del niño. Abofeteo a Hércules con ella. (Para que lo
sepas, ser golpeado con una lira en la cara duele. Mucho.
Hércules le quito la lira de vuelta a su maestro. ‘¡MIRA ESTA ESCALA!’
Y golpeo a Linus en la cabeza repetidamente, hasta que la lira estuvo hecha pedazos y el
maestro de música muerto.
Hércules tenía doce. Fue procesado por asesinato. Si eso no te parece lo suficientemente
rudo, no sé qué lo hará. Afortunadamente, Hércules era inteligente. Abogo en defensa
propia, ya que Linus le había golpeado primero, y se salió con la suya con seis años de
servicio comunitario a un rancho con ganado a las afueras de la ciudad.
El rancho no fue tan malo. A Hércules le gustaba trabajar afuera. Tenía toneladas de aire
fresco y nunca volvió a tomar clases de música. Sus padres apreciaron tenerlo alejado y a
salvo donde no pudiera atraer más serpientes venenosas a la caza, o cometer profericidio
o accidentalmente destruir la ciudad.
Hércules fue liberado del rancho a los dieciocho. Para entonces, era el más grande, más
alto, más fuerte y peor ciudadano de Tebes de la historia. Estuvo lejos mucho tiempo
y no estaba al corriente de lo que había sucedido, así que cuando volvió a casa se
sorprendió al ver a los ciudadanos llorando en la plaza, juntando todo su ganado como
si fueran a tener una subasta. Hércules reconoció a algunas de las vacas que crio en su
tiempo de servicio comunitario.
Hércules encontró a su familia en la multitud. ‘¡Papa!’ llamo a Anfitrión. ‘¿Que sucede
con estas vacas?’
Su padrastro hizo una mueca de dolor. ‘Hijo, mientras estabas lejos, tuvimos una guerra
con los Minias. Tu sabes, los que viven en esa ciudad por allá – Los ciudadanos del rey
Ergino?’
‘¿Si? ¿Y?’
‘Perdimos. Feo. Para evitar que los Minias destruyeran toda la ciudad, el rey Creón
acepto pagarles anualmente un tributo de cien vacas.’
‘¿Que? ¡Están locos! Yo crie a esas vacas. Ahí está Spot, justo aquí. Y esa es Buttercup.
¡No puedes regalar a Buttercup!’
Cien vacas no sonaban como algo muy grave, pero entonces era como vender cien casas
o cien Ferraris. Las vacas eran dinero. Eran uno de las mejores inversiones que podrías
hacer. Además – Buttercup! Hermano, no puedes regalar una vaca a la que Hércules se
había molestado en llamar.
‘¡Debemos pelear!’ Dijo Hércules. ‘¡Esta vez venceremos a los Minias!’
Su enfermizo hermano, Ificles, hablo. ‘Pero se llevaron todas nuestras armas. Eso era
parte del tratado de paz.’
‘¿Todas nuestras armas?’ Hércules volteo hacia el Rey Creón, quien estaba cerca de sus
guardias. ‘Me voy por un par de años ¿y dan todas sus armas y vacas por vencidas? Su
majestad, ¡vamos!’
El rey se sonrojo y volteo hacia el suelo.
‘Tenemos que hacer algo,’ Insistió Hércules.
‘Es demasiado tarde,’ Dijo Ificles. ‘Ahí vienen.’
El público se partió conforme docenas de granes minias en armadura completa
209
cumpleaños. Además, se aseguró de que Eristeo escuchara las molestas noticias sobre las
explosiones de Hércules, porque quería al Gran Rey bien y celoso.
Cuando Euristeo cumplió dieciocho, Hera susurro en sus oídos, alentándolo a que le
bajara los humos a su primo.
Llama a Hércules a tu palacio, dijo la diosa. Demanda que te sirva haciendo diez
grandes hazañas, de otra forma jamás respetara tu reinado.
Euristeo despertó. ‘Tengo una gran idea’, se dijo a sí mismo. ‘¡Llamare a Hércules a mi
palacio y demandare que me sirva al hacer 10 trabajos! ¡De lo contrario nunca respetara
mi reinado!’
Euristeo envió un mensajero a Tebas, ordenando a Hércules que viajara a la ciudad
capital de Tirinto y que le sirva.
Hércules se mostró reservado. No le cortó las orejas, nariz o manos al mensajero. Solo le
envió un mensaje que decía ‘LOL NAH’.
Euristeo no estaba complacido. Desafortunadamente, Tebas estaba fuera de su
jurisdicción. No podía hacer mucho a menos de que quisiera declarar la guerra, y
ni siquiera Euristeo era lo suficientemente estúpido como para ir a la guerra contra
Hércules.
Esa noche, Hera hablo de nuevo en los sueños del alto rey: Solo espera tu tiempo.
Hércules se arrodillara ante ti. Me asegurare de ello. Durante las siguientes semanas,
cada vez que Hércules vaya a un templo, los sacerdotes y sacerdotisas le darán
advertencias. ‘Los dioses quieren que le sirvas a tu primo Euristeo. No, en serio.
Deberías ir a Tirinto o cosas malas pasaran.’
Hera estaba detrás de esto, por supuesto. Era la reina del infortunio. Se aseguró de que
Hércules recibiera los mensajes docenas de veces al día de docenas de fuentes distintas.
Al principio Hércules ignoro las advertencias. Él era muy importante y poderoso para
servir a un pequeño gusano como Euristeo. Pero las advertencias seguían llegando.
Tipos al azar empezaron a detenerlo en la calle, hablando en voces rasposas como si
estuviesen poseídos. ‘Ve a Tirinto. ¡Sirve al rey!’.
La esposa de Hércules se puso nerviosa.
‘Cariño’, dijo Megara, ‘Nunca es sabio ignorar a los dioses. Tal vez deberías ir con el
oráculo de Delfos y, ya sabes, conseguir una segunda opinión.’
Hércules no quería, pero para hacer a su esposa feliz, se dirigió a Delfos.
Fue un viaje miserable. Las ofrendas costaron bastante. Delfos estaba lleno con
mercantes vendiendo recuerdos baratos. Finalmente Hércules llego al frente de la línea
para ver al Oráculo, y ella le dijo lo mismo que estuvo escuchando por semanas. ‘Ve a la
ciudad de Tirinto. Sírvele al alto rey Euristeo al realizar las diez grandes pruebas que el
escoja.
Gracias por su ofrenda y ten un lindo dia.’
Hércules se enojó tanto que golpeo el taburete de 3 patas del Oráculo y empezó a
perseguirla por todo el cuarto con él.
‘¡Dame una mejor profecía!’ decía. ‘¡Quiero una mejor profecía!’
Apolo tuvo que intervenir personalmente. Su voz divina azoto la cueva. ‘VIEJO, MUY
MAL. REGRESALE AL ORACULO SU TRIPIE.’
Hércules respiro profundo. No sentía que quisiera ser asesinado por una flecha dorada,
así que bajo el triple y se calmó.
212
Yolao empujó la antorcha contra el cuello y quemó la herida. Nada broto del
ennegrecido muñón.
‘¡Buen trabajo!’, Dijo Hércules. ‘¡Sólo cincuenta o sesenta más para ir!’
Juntos se podan las cabezas de la Hidra hasta que el aire se llenó de humo acre y el olor
de reptil a la brasa. Por último, el monstruo tenía una sola cabeza a la izquierda, rodeada
de una corona de lunares carbonizados.
Hércules gruñó. ‘Por supuesto que la cabeza inmortal sería la última. ‘
Se cortó el cuello. El monstruo entera se derrumbó en un montón. La cabeza aún viva se
dejó caer en el barro, silbando y escupiendo veneno.
‘Asqueroso’, dijo Yolao. ‘¿Qué hacemos con esto?’
Hércules le dio una palmada en el hombro. ‘Lo hiciste bien, sobrino. Sólo cuida la cabeza
por un segundo. No lo dejes escapar. Tengo una idea…’
Hércules recogió algunas de las cabezas de serpientes muertas del suelo. Extendió a cabo
una lona y cuero y ordeño cuidadosamente los colmillos de la Hidra para el veneno.
Luego se envolvió la lona alrededor de sus puntas de flecha, recubriéndolas con veneno
mortal. Recogió las flechas y las devolvió a su aljaba.
‘Flechas envenenadas, podrían ser útiles algún día ‘, dijo a Yolao. ‘Ahora, sobre esta
inmortal cabeza de hidra - ¿supongo que no hay manera de destruirlo?’
Yolao se encogió de hombros. ‘Eso probablemente es el por qué la llaman inmortal.’
‘Entonces tenemos que asegurarnos de que nunca causa problemas otra vez.’
Hércules excavado un pozo profundo, enterró la cabeza y cubrió la tumba con una
piedra pesada para que nadie jamás descubra la cosa desagradable por accidente.
Entonces él y Yolao montaron de nuevo a Tirinto.
Según la leyenda, la cabeza de hidra sigue viva y golpeando en algún lugar cerca de
Lerna bajo una gran roca. En lo personal, me gustaría recomendar que no se vaya en
busca de ella.
De vuelta en el palacio, Alto Rey Euristeo finalmente había salido de su maceta
decorativa.
Hércules explicó cómo había derrotado a la Hidra. Mostró al rey algunas de las cabezas
de serpiente muerta y un pedazo de carne de cangrejo Premium que había recogido del
amigo espumoso de Hera.
Los ojos de Euristeo destellaron. ‘¿Dices que tu sobrino le ayudó?
‘Bueno sí. Quemó los tocones mientras yo -’
‘¡Respuesta equivocada! ‘El rey se golpeó el reposabrazos. ‘¡Nadie le puede ayudar con
sus tareas! ¡Esta tarea no cuenta! ‘
Los tendones en el cuello de Hércules apretados como los cables de suspensión. ‘¿Me
estás tomando el pelo?’
‘¡Oh no! El oráculo dijo que tan sólo yo podía juzgar si un trabajo se había realizado
correctamente. Y este trabajo ¡no lo estuvo! ¡Todavía tienes nueve tareas estúpidas que
realizar! ‘
Euristeo sonrió en señal de triunfo, al parecer no apreciar lo difícil Hércules estaba
apretando sus puños. Euristeo quería venganza por el incidente olla-escondite. No
le gustaba que lo hicieran para parecer un tonto. (No es que necesitaba la ayuda de
Hércules con eso.) Quería que Hércules sufriera.
‘En las fronteras de mi reino’, continuó, ‘un enorme jabalí ha estado causando todo tipo
220
adhesiva, pudo simplemente haber mandado por correo el jabalí a Euristeo vía Federal
Express. Como no era el caso, paso mucho tiempo cavando alrededor del jabalí, atando
sus patas y nariz. Entonces, usando toda su fuerza, arrastro al monstruo fuera de la
nieve y lo llevo a Micenas.
Los mercaderes de Tirinto estaban emocionados por ver a Hércules viniendo a la ciudad,
cargando con un cerdo gigante. Primero les había traído filetes de león. Después les
había llenado las tiendas con carne de cangrejo especial. ¡Ahora cerdo estaría en el menú
por semanas!
Euristeo no estaba tan complacido. Estaba en la mitad del desayuno cuando Hércules
entro en la sala del trono y lanzo el Jabalí de Erimanto como una bola de boliche justo al
estrado real.
El desliz del jabalí se detuvo a los pies de Euristeo, sus ojos rojos al mismo nivel que
los del rey, sus colmillos tan afilados como navajas a solo unas pulgadas de su ingle.
Euristeo grito y corrió a una zona segura – justo dentro de su olla de bronce.
‘¿Qué significa esto?’ demandó saber, su voz haciendo eco desde dentro de la olla.
‘Es el Jabalí de Erimanto,’ dijo Hércules. ‘Vivo, como lo pediste.’
‘¡Sí!, ¡Esta bien! ¡Llévatelo de aquí!’
‘¿Cuál es mi siguiente prueba?’ pregunto Hércules.
Euristeo cerró sus ojos y lloriqueo. Odiaba a los héroes. Eran tan molestamente…
heroicos. Se preguntó si solo podría ordenar a Hércules que se matara a sí mismo. No,
los dioses no aprobarían eso.
A menos que… Euristeo tuvo una idea brillante. ¿Que si le ordenara a Hércules hacer
algo que lo haría ser matado por los dioses?
‘¡La sierva Cirinea!’ grito el rey. ‘Tráemela.’
‘¿La que?’ pregunto Hércules.
‘¡Solo ve! ¡Averígualo tú! ¡Googlealo! ¡No me importa! Tráeme ese venado, ¡vivo o
muerto!’
Hércules jamás había sido bueno buscando cosas en el internet, así que pregunto
alrededor del pueblo lo que una Sierva Cirinea era.
Su sobrino Yolao le dio la respuesta. ‘Oh, sí, he oído esa historia. La sierva es una
venada.’
‘Venada,’ dijo Hércules. ‘Un venado. Un venado hembra.’
‘Correcto,’ dijo Yolao. ‘Vive en Cirinea. Por eso se llama – ’
‘La Sierva Cirinea.’ suspiro Hércules. ‘Estas personas, siempre llamando sus animales
por el lugar con el nombre más difícil. Solo una vez, quiero ir a capturar un monstruo
llamado Joe o Timothy.’
‘Como sea,’ continuo Yolao, ‘la sierva es supuestamente muy rápida, lo suficientemente
rápida para escapar de una flecha. Tiene cuernos de oro – ’
‘Las hembras no tienen cuernos, ¿o sí?’
‘Esta los tiene. Y pezuñas de oro. Además, la sierva es sagrada para la diosa Artemisa.’
‘Así que si mato al venado – ’
‘Artemisa te mata,’ confirmo Yolao.
‘Euristeo está tratando de engañarme. Odio a ese tipo.’
‘¿Estás seguro de que no quieres que vaya contigo?’
‘Nah, no quiero que me descalifiquen de nuevo. Gracias de todas formas, chico.’
223
Y así Hércules fue solo a buscar la criatura mágica que no se llamaba Timothy.
La tarea no era tan peligrosa como fue tardada, difícil y agraviante. Hércules persiguió
a la sierva por un año por toda Grecia. Arriba en las tierras congeladas de los gigantes
Hiperboreanos y de vuelta al sureño Peloponeso de nuevo. Hizo mucho ejercicio, pero
no podía acercarse a la sierva. Sus redes y trampas y kits atrapa-ciervos marca Acme no
funcionaban. Trato la misma estrategia de jabalí- en-la-nieve, pero la sierva corrió con
agilidad sobre la corteza helada sin caer en la trampa.
La única vez que el venado bajaba la velocidad fue cuando cruzaba ríos. Talvez no
quería mojarse sus pezuñas hechas de bronce, porque siempre dudaría unos segundos
antes de saltar. Eso habría dado a Hércules una oportunidad de dispararle al animal,
pero como no podía matarla, no ayudo de mucho.
A menos que… Hércules pensó, podría detenerla sin matarla.
Este no era el plan más seguro ni más fácil plan, pero Hércules decidió lanzarlo
(literalmente). Husmeó en sus suministros hasta que encontró una línea de pescar buena
– la más fuerte, la más ligera cuerda que tenía. Ato una punta al final de una flecha. Y
corrió hacia el venado.
Obtener el tiempo perfecto le tomo días. Hércules tuvo que tentar el terreno para
conocerlo a la perfección. Tuvo que anticipar el modo en que la sierva correría. Entonces
tendría que vencerla en llegar al rio más cercano a tiempo para tener oportunidad de
tiro.
Finalmente logro ponerse en posición. Se detuvo a cien yardas antes del rio, con su arco
listo, justo cuando el venado alcanzaba el agua.
Por unos cuantos latidos del corazón, dudo. Incluso para el mejor arquero, esto era un
tiro tan ridículamente imposible, pero Hércules no tenía otra opción. Dejo ir su flecha.
La punta paso limpiamente a través de la membrana de los dos vástagos, atorando
las patas traseras de la sierva con la línea de pescar. Se tropezó. Ante de que pudiera
recuperar su equilibrio, Hércules corrió al rio y tomo al animal de sus pezuña de bronce.
Examino las heridas y suspiro en alivio. Había causado un poco de sangrado, pero la
sierva no sufriría daño permanente.
Hércules cargo el venado sobre sus hombros y comenzó a caminar de vuelta a Tirinto.
Solo había caminado media milla cuando una voz detrás de él dijo, ‘¿A dónde vas con
mi sierva?’
Hércules volteo. Detrás de él había una damisela joven en una túnica plateada y un arco.
Al lado de ella había un joven hombre en mantos dorados. También estaba armado con
un arco.
‘Artemisa,’ Hércules dijo, resistiendo la urgencia de correr y gritar. ‘Y Apolo. Miren
chicos, Lo siento, tenía que capturar este venado pero – ’
‘“Pero.” ’ Artemisa volteo hacia su hermano. ‘¿No amas cuando lo mortales dicen “Lo
siento, pero –”’? ¡Como si se disculparan por sus ofensas!’ Volteo a ver a Hércules con
sus ojos fríos y plateados. ‘Muy bien, héroe. Explícame por qué no debería matarte en
donde estas parado.’
‘Euristeo me dio diez tareas estúpidas,’ dijo Hércules. ‘Digo, diez labores grandiosas.
Como sea. Me dijo que trajera la Sierva Cirinea, viva o muerta. Por supuesto que sabía
que era sagrada para ti. Jamás la mataría. Pero me atrapaste llevando a cabo mis diez
tareas como la profecía de Apolo lo dicto – ’
224
‘¿Que dicen las personas cuando desean suerte a alguien, pero lo dicen en un tono
sarcástico?’
‘Um, ¿buena suerte con eso?’
‘¡Si! ¡Buena suerte con eso, Hércules! ¡Ha, ha!’
Hércules se fue, murmurando bajo su aliento.
Conforme se acercaba a Stimfalia noto que todas las granjas habían sido limpiadas de
sus cosechas. Ni un solo árbol con fruta.
Entones comenzó a encontrar cuerpos – ardillas, venados, vacas, personas. Habían sido
arañados y picados hasta la muerte. Algunos tenían plumas saliendo de sus cuellos.
Hércules tomo una de las plumas. Estuvo tan dura y afilada como un dardo.
Cuando llego al lago, su espíritu se hundió. El valle parecía un plato de cereal de media
milla, bordeada con montañas de madera y llena de una capa de agua verde. Islas de
hierba de pantano se retorcían con punteado negro - millones y millones de aves de
tamaño de cuervos. Los arboles alrededor de la costa se movían y temblaban ante el peso
de las aves. Sus chillidos hacían eco una y otra vez como un sonar a través del agua.
Hércules se acercó al árbol más cercano. Las plumas y picos de las aves brillaban como
bronce recién pulido. Uno de los demonios fijo su mirada en él. Grazno, erizando todo
su cuerpo y una ola de plumas voló hacia él. De no haber sido por su manta de piel de
león, Hércules no habría sobrevivido.
‘Esto es literalmente imposible,’ dijo Hércules. ‘No hay flechas suficientes en el mundo
para matar todas estas aves.
‘Entonces usa tu ingenio.’ Dijo una voz femenina detrás de él.
Hércules volteo. A su lado había una mujer con largo, obscuro cabello y ojos grises como
una tormenta. Sostenía una lanza y un escudo, como si estuviera lista para pelear, pero
su sonrisa era cálida y familiar.
Hércules se inclinó. ‘Atenea, ha pasado mucho tiempo.’
‘Hola,’ dijo la diosa. ‘Veo que cambiaste la capa real que te hice por la piel de un león.’
‘Oh, um, sin ofender.’
‘No hay ofensa, mi héroe. Fuiste sabio al usar la capa por armadura. Además,
tendrías que trabajar mucho para molestarme. Aun rio por esa vez que Hera trato de
amamantarte.’ La diosa dudo. ‘Oh, cariño… ¿ya no, eh, ensucias tus pantalones cuando
digo su nombre, o si?’
Hércules se sonrojo. ‘No. Supere eso cuando era un bebe.’
‘Bien, bien. En cualquier caso, el incidente fue muy entretenido. Estoy aquí hoy porque
Zeus pensó que podrías necesitar una guía.’
‘¡Eso es asombroso! Entonces, ¿cuál es el secreto de estas aves?’
Atenea meneo su dedo. ‘Dije una guía. No dije nada de darte la respuesta. Tendrás que
usar tu ingenio.’
‘Bah.’
‘Piensa, Hércules. ¿Qué haría que estas aves se vayan?’
Hércules jugueteo con la corbatilla de león de su capa. ‘¿Aves más grandes?’
‘No.’
‘¿Muchos gatos?’
‘No.’
‘¿La falta de comida?’
226
Atenea se pauso. ‘Eso es interesante. Tal vez. Eventualmente, las aves deberán migrar
por su cuenta cuando la fuente de comida se acabe. Pero no puedes depender de eso. Y
necesitas que se vayan ahora. ¿Así que, que puedes hacer?’
Hércules recordó sus días en los ranchos de ganado. Paso mucho tiempo viendo
parvadas de aves en las pasturas.
‘Una vez, durante una tormenta,’ recordó, ‘un rayo resonó, y cientos de cuervos volaron
del campo de trigo y se alejaron. Los pájaros odian los sonidos fuertes.’
‘Excelente.’
‘Pero… ¿cómo puedo hacer un ruido así de horrible?’ Hércules rebusco en su mente
por recuerdos de su niñez. Había sido acusado de hacer sonidos horribles entones. ‘Mi
instructor de música dijo que tocaba tan mal que podría asustar a cualquier audiencia.
Desearía aun tener mi lira, pero la rompí sobre la cabeza de Linus.’
‘Bueno, no tengo una lira,’ dijo Atenea, ‘pero tengo algo que te podría servir.’
De los dobleces de sus mantos, la diosa saco una barra repleta de cuerdas con pequeños
cencerros colgando – como una cola de cascabel de bronce demasiado grande. ‘Hefesto
hizo esto. Es posiblemente el peor instrumento musical jamás inventado. Ni siquiera
Apolo lo quiso, pero tuve el presentimiento de que me sería útil algún día.’
Le dio el sonajero a Hércules. Cuando lo agito, sus oídos se removieron dentro de su
cráneo y le pidieron la muerte. Cada cencerro hacia un tono perfectamente disonante
con el resto. Si cinco trituradoras de depósitos de chatarra estuvieran al lado una de la
otra y formaran una banda, su canción de debut podría sonar como ese sonajero.
Todas las aves en un radio de cien yardas se asustaron y volaron, pero tan pronto como
Hércules dejo de hacer el sonido, volvieron a sus lugares en los árboles.
Hércules frunció el ceño. ‘Eso funciono temporalmente, pero para deshacerme de todas
estas aves necesitare más cencerros.’
Atenea tembló. ‘Ningún mortal debería usar las palabras “mas” y “cencerros” en la
misma oración. Pero tal vez el sonajero es parte de la respuesta. ¿Qué pasaría si le
dispararas a las aves conforme vuelan?’
‘¡No puedo dispararles a todas! ¡Son demasiadas!’
‘No tienes que dispararles a todas. Si puedes convencer a las aves de que no es un buen
lugar para descansar…’
‘¡Ha! Lo tengo. Gracias, Atenea.’ Corrió al lago, agitando el sonajero y gritando ‘¡MAS
CENCERROS!’
‘Y esa es mi señal de partida.’ Atenea desapareció en una nube de humo gris.
Hércules pasó días corriendo por el lago con su sonajero y su arco. Cuando los Pájaros
Stimfilianos se alzaban en el aire, aterrorizados por esta horrible música, le disparaba a
cuantas podía con sus flechas venenosas.
Después de una semana de cencerros y venenos, toda la parvada se levantó en una nube
negra y voló hacia el horizonte.
Hércules se mantuvo ahí un par más de días, solo para asegurarse de que los demonios
emplumados no volvieran. Entonces recolecto un bello collar con los cadáveres de las
aves y volvió a Tirinto.
‘¡Gran Rey!’ Hércules anuncio conforme entraba a la sala del trono. ‘Estoy encantado de
darle el pájaro – digo, pájaros, en plural. El lago Stimfiliano es seguro para la temporada
de natación.’
227
cuenta de que sus botas y su pala no serían suficiente. Los corrales ocupaban más millas
cuadradas que el resto de la ciudad. Estaban situadas en la orilla al oeste de la ciudad, en
un tipo de península donde el rio Alpheus se curveaba en una gigantesca forma de C.
Hércules se sintió terrible por el ganado. Ningún animal, ni divino ni mortal, debería
vivir en esas condiciones. Había pasado seis años como cuidador, así que sabía cómo
los establos eran, incluso aunque no pudiera ver debajo de ellos por el paisaje de popo.
Tomo medidas alrededor de las orillas de los ríos, hizo un poco de cálculos y uso la
aplicación espiritual en su teléfono hasta que una solución le llego a la cabeza.
Entonces se acercó al palacio real.
Apenas pudo llegar al salón del trono, porque el lugar estaba tan lleno de chatarra. Un
par de guardias desconcertados caminaban por los alrededores con uniformes hechos a
mano, navegando por cañones de periódicos viejos, mueblería rota, ropa sucia y pilas de
comida para mascotas apilada.
Hércules se tapó la nariz. Se abrió camino hasta las escaleras, donde el rey Augeas estaba
sentado en una silla de metal doblable como si fuera su trono. Sus túnicas pudieron ser
alguna vez azules, pero estaban tan manchadas que era imposible estar seguro. Su barba
estaba llena de migajas de pan y criaturas pequeñas. A su lado se sentaba un joven,
tal vez su hijo, cuya expresión parecía eternamente congelada en el acto de vomitar.
Hércules no culpaba al niño. El palacio hedía como un galón de leche podrida.
‘Hola, rey Augeas.’ Hércules hizo una reverencia. ‘Escuche que tal vez necesitabas
ayuda para limpiar tus establos.’
Al lado del rey, el niño grito, ‘¡Gracias a los dioses!’
Augeas le regaño. ‘¡Calla, Fileo!’ El rey volvió con Hércules. Mi hijo no sabe de lo que
habla, extraño. No necesitamos ayuda con la limpieza.’
‘¡Papa!’ protesto Fileo.
‘¡Silencio, niño! No le voy a pagar a nadie para que haga ese trabajo. Costaría mucho.
Además, mi ganado está perfectamente sano.’
‘Tu pueblo no lo está,’ murmuro el príncipe. ‘Están muriendo por la peste.’
‘Señor,’ interrumpió Hércules, ‘Yo puedo hacer el trabajo, y solo cobrare lo razonable.’
Hércules no había planeado preguntar por el pago, pero se imaginó que igual podría.
El trabajo era asqueroso, y el rey merecía pagar por mantener a sus vacas en tales
condiciones. ‘Solo te costara un cuarto de tu ganado.’
El rey se levantó de su silla, migajas y jerbos llovieron de su barba. ‘¡Indignante! ¡Jamás
te daría un centésimo de mi ganado!’
‘Un décimo,’ contraoferto Hércules. ‘Y hare todo el trabajo en un día.’
El rey Augeas estuvo a punto de gritarle todo tipo de insultos, o posiblemente tener un
ataque al corazón, cuando Fileo sujeto su brazo.
‘¡Papa, esta es una oportunidad de oro! Es un precio tan pequeño por tanto trabajo, y
¿cómo podría posiblemente terminar en un día? Solo dile que no tendrá su paga si no
puede hacerlo en el límite de tiempo. Entonces, si falla, te costara nada y aun así tendrás
los establos limpios.’
Hércules sonrió. ‘Tu hijo es sabio. ¿Tenemos un trato?’
Augeas gruño. ‘Muy bien. Guardias, tráiganme un pergamino para que pueda escribir
un contrato. Y no de los buenos. Tengo rollos de pergaminos usados por ahí, debajo de
esas bolsas de arena para gatos.’
229
lugar?’
‘En un latido.’
‘¿Serias un buen rey?’
‘Si.’
‘¿Y honrarías tus contratos?’
‘Puedes apostarlo.’
‘Eso es todo lo que necesitaba escuchar.’
‘¡Esto es indignante!’ lloro el rey Augeas. ‘¡Guardias! ¡Alguien!’
Hércules escalo la escalera, golpeo al rey Augeas en la cara, matándolo instantáneamente
y sacudiendo muchas razas desconocidas de roedores de su barba.
Hércules volteo hacia Fileo. ‘Lo siento. Me sacaba de mis casillas.’
Fileo se hizo rey. Inmediatamente ordeno limpiar toda la comida expirada de mascota, la
arena para gatos, lo periódicos viejos y armaduras oxidadas de la sala del trono. Declaro
que la acumulación sería una ofensa capital. La ciudad de Elis tuvo una buena limpieza,
y Hércules recibió un décimo del ganado real.
Cuando Hércules volvió a Tirinto con un millón de dracmas en valor de ganado y sin
una mancha de estiércol sobre él, Euristeo estuvo furioso.
‘¿Que sucedió?’ demando saber.
Hércules le conto la historia. ‘Limpie los establos. Me hice rico. Todos están felices.
‘¡Yo no estoy feliz! Esa labor no cuenta. ¡Recibiste un pago!’
Hércules se tragó su ira. ‘Nunca dijiste que no podría recibir pagos.’
‘Aun así, no hiciste el trabajo tu solo. El rio lo hizo por ti.’
‘¿Cómo es que usar el rio es diferente que usar una pala? Son herramientas.’
El rey azoto sus pies contra el suelo. ‘¡Dije que la labor no cuenta y yo soy El Gran Rey!
Como te gusta el ganado tanto, te daré otra tarea relacionada con ello. Ve con el Rey
Minos en Creta. Convéncelo de que te de su toro premiado. ¡Eso te mantendrá ocupado
por un rato!’
La ir de Hércules empujo contra su esternón. Seguro, había accedido a esta pena
por matar a su familia. Seguro, había sido un semidiós travieso. Pero ahora sus diez
estúpidas tareas se habían convertido en doce estúpidas tareas, y al parecer iba apenas a
la mitad de las lista. Quería matar a su primo. Con un gran esfuerzo soltó su espada.
‘Un Toro de Creta,’ gruño. ‘En camino.’
El rey Minos tenía una reputación cruel y un poderoso ejército. Así que Euristeo
esperaba que matara a Hércules en el acto por atreverse siquiera a mencionar a su toro
premiado. Al parecer, la misión del toro parecía pan comido.
Hércules llego a Cnosos, entro en la sala del trono y explico su búsqueda al rey Minos.
‘Larga historia, Su Majestad, se supone que lleve su toro premiado al Gran Rey
Escondido en la Olla.’
‘Tómalo.’ Dijo Minos.
Hércules parpadeo. ‘¿En serio?’
‘¡Si! Toma al toro. ¡Buen viaje!’
Fue todo cuestión de tiempo. El toro blanco había sido un regalo de Poseidón. Pero
Hércules llego justo después de que Pasifae se enamorara de la bestia y diera a luz al
minotauro, así que ahora el toro premiado era un recordatorio constante de la pena
y desgracia del Rey Minos. Estaba ansioso de deshacerse de él. También pudo haber
231
dado una premonición de lo que pudo haber pasado si el toro se perdía en la isla griega.
Euristeo tendría más de lo que esperaba.
Hércules navego de vuelta a Micenas con el toro blanco atado en la zona de carga.
Cuando llegaron al muelle, lo cargo sobre su cabeza como un saco de harina y lo cargo al
palacio. ‘¿Dónde quieres esto?’
Esta vez el Gran Rey estaba determinado a no tener un ataque de pánico. Se sentó en su
trono, pretendiendo leer una revista. ‘Hmm?’
‘El Toro de Creta,’ dijo Hércules. ‘¿Dónde lo quieres?’
‘Oh.’ Euristeo suprimió un bostezo. ‘Ponlo por ahí, al lado de la ventana.’
Hércules camino hacia la ventana.
‘Cambie de opinión,’ dijo el rey. ‘Se vería mejor al lado del sofá.’
‘¿Aquí?’
‘Un poco a la izquierda.’
‘¿Aquí?’
‘No, me gustaba más al lado de la ventana.’
Hércules resistió la urgencia de lanzar el toro al trono, ‘¿Aquí entonces?’
‘Sabes que, el toro no va con mi decoración. Llévalo a la ciudad y libéralo.’
‘¿Quieres que ande suelto? es un animal salvaje con cuernos afilados. Va a destruir cosas
y matar personas.’
‘Haz lo que digo,’ ordeno el rey. ‘y vuelve para tu siguiente tarea.’
A Hércules no le gusto, pero libero al Toro de Creta a la ciudad Griega. Seguramente,
corrió alrededor y causo toda clase de daños. Eventualmente lo volvieron un maratón y
e hizo conocer como el Maratón de Toros, matando y destruyendo con impunidad hasta
que Teseo finalmente lo busco, pero eso fue muchísimo después.
Hércules volvió a la sala del trono. ‘¿Siguiente tarea estúpida, Su Alteza?’
Euristeo sonrió. Recientemente había escuchado rumores del Rey Tracio llamado
Diomedes, quien había criado caballos que comían la carne humana de sus invitados.
Incluso entonces, Euristeo había estado teniendo sueños placenteros en donde Hércules
era destruido.
‘Escuche que Diomedes, el rey de Tracia, tiene caballos excelentes,’ dijo. ‘Ve ahí y tráeme
cuatro de sus bestias hembras.’
Hércules se pinchó el puente de la nariz. Sintió que se avecinaba una migraña.
‘¿No pudiste pensar en eso esta mañana, cuando estaba en Tracia persiguiendo a la
Sierva Cirinea?’
‘¡Nope!’
‘Bien. Yeguas de Tracia. Como sea.’
Hércules emprendió de nuevo, deseando que alguien inventara aeroplanos o trenes bala,
porque sus zapatos se estaban gastando por caminar por toda Grecia.
Decidio tentar su suerte navegando esta vez. Contrato un trirreme y un grupo de
voluntarios, prometiéndoles aventuras y tesoros en el camino a Tracia. Trajo a su sobrino
con el también, porque Yolao se había convertido en un habilidoso comandante de
tropas. Hercules estaba preocupado que Euristeo declarara la búsqueda como invalida si
el grupo le ayudaba a capturar a los caballos, asi que decidio que una vez que arribaran
a Tracia, los dejaría a bordo y se encontraría con Diomedes por su cuenta.
En el camino, Hercules tuvo unas pocas pequeñas aventuras. Fundo los juegos
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Olimpicos. Invadio unos cuantos países. Ayudo a los dioses a derrotar un ejercito de
gigantes inmortales. Supongo que podría contarte sobre eso si tuviera un par de cientos
de hojas mas, pero recientemente yo mismo tuve que pelear con gigantes, y no estoy
listo para llegar a ese tema.
Cuando Hercules finalmente llego a Tracia dejo a su tripulación a bordo del barco
mientras planeaba y marchaba solo al palacio de Diomedes. Como la llegada directa
había funcionado tan bien en la situación del Rey Minos en Creta, Hercules decidio
tratar lo mismo.
‘Hey, Diomedes,’ dijo Hercules. ‘¿puedo tomar tus caballos?’
Diomedes sonrio. El brillo psicótico en sus ojos lo hizo parecer tan amigable como una
calabaza de Halloween. ‘Has escuchado de mis caballos, ¿eh?’
‘Uh, solo que se supone que son de los mejores. El Gran Rey de Micenas me mando aquí
por cuatro e tus yeguas.’
‘Oh, no hay problema! Sigueme!’
Hercules no podía creerse su suerte. Dos búsquedas fáciles al hilo? Genial!
Mientras seguía a Diomedes, Hercules se dio cuenta de que mas y mas guardias les
sguian lo pasos mientras llegaban a los establos, al llegar tenia una escolta de ciencuenta
guerrero de Tracia.
‘Aquí estamos!’ Diomedes abrió sus brazos orgullosamente. ‘Mis caballos!’
‘Wow,’ dijo Hercules.
Los establos de Diomedes hicieron que los del Rey Augeas parecieran Disneylandia.
El piso estaba cubierteo con pedazos putrefactos de carne y huesos. Las pezuñas y
patas de los caballos estaban manchadas con sangre. Sus ojos eran salvajes, inteligentes
y malévolos. Cuando vieron a Hercules, relincharon, lanzando mordiscos al aire con
dientes afilados y manchados de sangre. Las yeguas mas cercanas trataron de salir de
sus caballerizas. Solamente las cadenas gruesas de bronce alrededor de sus cuellos las
mantenían a raya.
‘Mis bebes son fuertes.’ Dijo Diomedes. ‘Por eso es que tengo que tenerlas encadenadas.
Aman la carne humana.’
‘Encantador,’ murmuro Hercules. ‘Y supongo que estoy en el menú de hoy?’
‘No es nada personal,’ dijo el rey. ‘hago esto con todos mis prisioneros e invitados y la
mayoría de mis familiares. Guardias! Lanzenlo!’
Fueron ciencuenta a uno. Los guardias nunca tuvieron oportunidad. Hercules los
empujo uno a uno dentro de los establos, dándole a los caballos un buffet de cincuenta
sabores de guerreros Tracios.
Finalmente, las únicas personas que quedaban era Hercules y Diomedes. El rey se
arrincono. ‘Espera!, vamos a hablar de esto’
‘Hablale a tus caballos,’ dijo Hercules. ‘Porque yo no te voy a escuchar.’
Levanto al rey en el aire y lo lanzo a los establos. Los caballos estaban mas que llenos,
pero hallaron la forma de hacerse espacio para el postre.
Despues de tanta comida, los caballos estaban mansos y adormilados. Hercules tomo
a las mejores cuatro yeguas, las ató y las guio a los muelles donde su barco estaba
esperando.
Mientras se abrían camino por la costa, Hercules y sus marineros se metieron en unas
cuantas batallas con los Tracios. Por supuestso que Hercules las gano todas, pero
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algunos de sus voluntarios fueron asesinados. Un tipo, Abdero, peleo tan valientemente
que Hercules le construyo una tumba enorme y fundo una ciudad en su honor. El lugar,
Abdera, se hizo puerto principal en la costa de Tracia. La ciudad Griega sigue ahí – solo
por si acaso, tu sabes, te encuentras en el país de Diomedes con el tiempo para matar
una tarde.
Hercules trajo a las yeguas come-hombres de vuelta a Euristeo, pero el Gran Rey estaba
muy asustado para usarlas. Las libero en lo salvaje cerca del monte Olimpo. Algunas
historias dicen que los caballos fueron comidos por depredadores aun mas grandes.
Otras historias dicen que los descendientes de los caballos estuvieron ahí aun siglos
después cuando Alexander el grande vino y los atrapo. Todo lo que se por experiencia
personal: aun puedes encontrar caballos come-hombres si llegas a los vecindarios
equivocados. Mi consejo: No lo hagas.
En este punto, Euristeo estaba comenzando a entrar en pánico. Se le acababan los
problemas para que Hercules los resolviera. El campo se había quedado sin monstruos.
Todos los reyes malvados habían sido golpeados a la muerte o sido alimentados a sus
propios caballos. Hercules se hacia mas y mas famoso y se mantenía molestamente vivo.
Otra fuente de molestia para e Gran Rey: su super malcriada hija adolescente Admete
había estado lloriqueando por semanas sobre como quería una faja de oro para que
combinara con su vestido nuevo. ‘Quiero el mejor, Papi! Por favor?’
Asi que, cuando Hercules se puso frente a el, esperando su siguiente tarea, Euristeo tuvo
ese pensamiento aleatorio en su cabeza. Mata a Hercules. Un cinturón dorado. Una tarea
peligrosa.
De pronto tuvo una maravillosa, terrible idea. Quien tenia el mejor cinto de oro en el
mundo? Y quien amaba matar héroes machos?
‘Hercules,’ dijo Euristeo. ‘Quiero que vayas a La Tierra de las Amazonas. Toma el
cinturón de su reina y traemelo para dárselo a mi hija.’
Detrás del trono, Admete aplaudio y brinco de arriba a abajo.
La fiera expresión de Hercules hacia juego con su capucha de león. ‘¿Tu hija quiere ser la
reina de las Amazonas?’
‘No. Solo quiere un cinturón brillante para que haga juego con su vestido.’
Hercules suspiro ‘Te das cuenta que pude haberme detenido en Amazonia en mi
camino hacia aca desde Tracia, verdad? Pude haber ahorrado tiempo y kilometraje y –
Olvidalo. Cinturon dorado. Esta bien. ¿Le gustarían unas papas a la francesa con eso, Su
Majestad?’
‘¿Que son las papas a la francesa?’
‘Olvidalo.’
Hercules partio de nuevo. Las únicas buens nuevas, Euristeo no se había quejado por el
barco y la tripulación de voluntarios que Hercules había traido a la búsqueda en Tracia,
asi que se imagino que podría haerlo de nuevo. Volvio a juntar al equipo y junto a su
compañero, su sobrino Yolao, volvió a navegar desde la costa sur del mar negro navego
hacia Amazonia
Hércules quería evitar otra pelea, estaba cansado de que personas murieran tratando
de cumplir los deseos de Euristeo, y especialmente no quería iniciar una guerra por un
accesorio de moda para una princesa consentida
Por otro lado, sabía que las Amazonas respetaban la fuerza, asi que, cuando su barco
234
atraco de la costa sus hombres remaron hacia tierra con fuerza, se formaron en la playa
con sus escudos y lanzas
Las exploradoras Amazonas estuvieron vigilándolos por un tiempo. la reina Hipólita
y su ejercito estaba preparado. la hermana de la reina Pentesilea pensaba que debería
simplemente cargar y empezar a matar, pero Hipolita era cuidadosa. ella había
escuchado historias acerca de Hercules. Quería saber lo que el héroe griego tenia que
decir. Tomo unos pocos guardaespaldas y cabalgo hacia líneas griegas bajo una bandera
de tregua. Hercules y unos pocos de sus hombres cabalgaron para reunirse con la reina.
‘Hola’ dijo Hercules. ‘Escucha, se que esto es estúpido pero hay una princesa en Grecia
que quiere tu cinturón.’
Explico la situación. al principio Hipólita estaba indignada. después estaba claro que
Hercules odiaba al rey y sus tareas, se sorprendio. cuando Hercules llamo al rey ‘’Rey
del Estiercol’’ Hipolita incluso se rio en voz alta.
‘Entonces,’ dijo la reina ‘tengo entendido que capturaste a la Sierva Cirinea.’
‘Asi es.’
‘Le prometiste a Artemisa que liberarías al ciervo sano y salvo y lo hiciste, mantuviste tu
palabra.’
‘Si.’
‘Eso dice mucho acerca de ti. Artemisa es nuestra Diosa protectora. Si te doy el cinturón,
¿juras por tu honor que lo devolverás? Eso evitaría el derramamiento de sangre.’
Hercules se calmo ‘Claro. Con gusto. Eso seria estupendo.’
Se estaban llevando muy bien. Hipolita estaba impresionada con el grande y musculoso
Hercules cubierto por su capa de Leon, armado hasta los dientes con armas divinas.
Hercules pensaba que Hipolita era bastante atractiva, si las cosas hubieran ocurrido de
diferente manera tal vez sentarían cabeza y tendrían una progenie de niños peligrosos.
Pero no, en la cima de Monte Olimpo en la sala de situación Hera estaba vigilando.
se había metido en graves problemas con Zeus después de interferir en la tarea de
Hidra con su cangrejo gigante: ‘Haz eso otra vez y tendrás problemas, problemas que
involucran estar atada cabeza abajo sobre el pozo del caos.’
Hasta ahora había se había controlado. seguía esperando que Euristeo se las arreglará
para matar a Hércules sin su ayuda pero el héroe puedo zafarse de esta fácilmente.
‘Vamos, Amazonas,’ la diosa se murmuraba a si misma. ‘¿Donde esta ese espíritu
guerrero?’
Al final no pudo aguantarlo más, se transformó en una guerrera Amazona y descendió
a unírseles. Mientras Hércules e Hipólita estaban negociando y coqueteando, Hera se
movía entre la Amazonas susurrando en sus oídos.
‘Es una trampa, Hércules ha tomado a la reina como rehén.’
Las Amazonas se volvieron inquietas. Eran naturalmente desconfiadas de los hombres.
Se creyeron el rumor, la reina hablaba con el hombre en la piel de león por mucho
tiempo, algo debe estar mal.
Pentesilea desenvaino su arma. ‘¡Debemos proteger a la reina! ¡Ataquen!’
Hércules estaba elogiando las rodilleras de bronce de Hipólita cuando sus hombres
sonaron la alarma. Las Amazonas estaban cargando.
‘¿Cuál es el significado de esto?’ Hércules exclamo.
La reina estaba estupefacta.
235
‘¡No lo sé!’
Del otro lado del campo Pentesilea levanto su jabalina ‘¡Te salvare, hermana!’
Desesperada por detener una guerra, Hipólita grito ‘No, es un malentendido no…’
Se puso frente a Hércules mientras Pentesilea arrojaba su lanza. La punta atravesó el
peto de Hipólita y la reina de las Amazonas cayo muerta en los pies de Hércules.
Pentesilea gimió de tristeza. Las Amazonas chocaron contra las líneas griegas.
Hércules no tenía tiempo para procesar lo que sucedió. Tomo el cinturón dorado del
cuerpo de Hipólita y ordeno la retirada
Las Amazonas pelearon agresivamente, pero Hércules se abrió un sangriento camino
entre sus rangos. Docenas de griegos murieron. Centenas de Amazonas cayeron.
Hércules contuvo al enemigo mientras sus hombres subían a sus botes y remaban hacia
su barco. Entonces se zambulló al mar y nado mientras un enjambre de flechas y lanzas
se quebraban al contacto de su capa de piel de león.
Los griegos escaparon, pero no era momento para celebrar.
En su camino a casa, Hércules tuvo unas cuantas aventuras. peleo contra un monstruo
marino, salvo la ciudad de Troya, mato a unos tipos durante una lucha…blah, blah, blah.
Cuando llego a Tirinto, Lanzo el cinturón de la Amazona a los pies de Euristeo.
‘Cientos de honorables guerreros murieron por ese cinturón, espero que tu hija este
feliz.’
La princesa Admete lo tomo y empezó a saltar de felicidad, ‘¡Oh por los dioses. ¡Es
perfecto! ¡No puedo esperar a probarlo!’
Corrió a mostrárselo a sus amigos.
‘Bueno, eso estuvo bien.’ Dijo Euristeo, ‘veamos, Hércules… ¿cuantas tareas más?
¿Ocho?’
‘No, su majestad.’ Hércules dijo lentamente, ‘Esta era la novena, debería haber una más,
pero desde que descontó dos más en su infinita sabiduría – ’
‘Tres tareas más entonces.’ Dijo el rey. ‘Oh no seas pesimista. Esto es difícil para mí
también ¿sabes? No me es fácil salir con ideas para tareas más grandes y absurdas todo
el tiempo’
‘Siempre puedes liberarme antes.’
‘No, no, se me ocurrió algo.’
‘Lo juro, si me envías a Tracia o Amazonia –’
‘¡No te preocupes! ¡Esto es hacia el otro lado!, he escuchado rumores de un monstruoso
hombre llamado Gerion que vive en el lejano oeste, en Iberia.’
Hércules exclamo ‘estas tomándome el pelo, ¿verdad?’
Hoy en día Iberia es lo que llamamos España y Portugal. Para los griegos, era el final del
mundo conocido. Era como Nebraska o Saskatchewan –podías escuchar ocasionalmente,
pero no podías creer que personas vivieran ahí, mas alla de Iberia, por lo que los griegos
sabían no había más que un océano infinito infestado de monstruos.
‘Este hombre, Gerion,’ continuo el rey ‘supuestamente tiene un rebaño de ganado rojo y
brillante, ¿te lo imaginas? Me pregunto si dan leche sabor a fresas, de cualquier manera
quiero que me traigas este rebaño.’
‘¿Que pasa contigo y las vacas?’ Pregunto Hércules
‘¡Solo hazlo!’
Hércules contrato otro barco con un grupo de voluntarios diferente. Curiosamente nadie
236
de los integrantes del último viaje -excepto Yolao, quizo viajar con el otra vez. Entonces
se embarcó hacia el fin del mundo a buscar vacas con sabor a fresas.
En ese entonces, navegar a lo largo del mediterráneo era un asunto peligroso. El barco
de Hércules seguía las costas de áfrica. Ya que era la mejor manera de no perderse, en el
camino el mato un motón de malvados reyes y monstruos, blah, blah, blah.
Cuando se acercó a Túnez, se topó con este hijo de Poseidón, grande y feo, llamado
Anteo, a quien definitivamente no le enviare una postal esta navidad.
La madre de Anteo era Gaia, diosa de la tierra, no me preguntes como o porque
Poseidón y Gaia tuvieron un hijo, es demasiado horrible el siquiera pensar en ello. todo
lo que se es: Anteo cuido a su madre, era grande, malvado y sanguinario. Cualquiera
que pasara por el territorio de Anteo era forzado a luchar contra el hasta la muerte,
supongo que no había nada entretenido en la televisión tunecina.
Hercules pudo haber navegado y pasar estas confrontaciones, pero no quería dejar que
otras personas lidiaran con asesinos sanguinarios. Aterrizo y reto a Anteo a una batalla.
‘RAR!’ Anteo golpeo sus puños en su pecho. ‘No puedes derrotarme! Siempre y cuando
este tocando la tierra, sere inmediatamente sanado de mis heridas!’
‘Un consejo,’ dijo Hercules. ‘Nunca comiences una batalla anunciando tu debilidad fatal.
‘¿Como es eso una debilidad?’
Hercules cargo contra el. Le rodeo con ambos brazos por la cintura y levanto al luchador
por el aire, para que ninguna parte de el tocara el suelo. Anteo lucho, pateando y
lanzando puñetazos, pero Hercules no dejo de apretar hasta que algo dentro del pecho
de Anteo trono. Anteo dejo de moverse. Hercules espero para asegurarse de que estaba
realmente muerto, y tiro el cuerpo en el suelo.
‘Luchador estúpido.’ Hercules escupio en el polvo y volvió a su barco.
Finalmente llegaron al final del Mediterraneo, donde la punta norte de Africa casi tocaba
la punta sur de Iberia. Para honrar su nueva ridícula búsqueda, Hercules construyo dos
pilares como una puerta. Las llamo – lo adivinaste – Los pilares de Hercules.
Algunas historias dicen que Hercules creo el espacio entre Europa y Africa al empujar
ambos continentes uno del otro. Otras historias dicen que lo hizo mas estrecho para que
los monstruos mas grandes no pudieran pasar del mediterraneo al océano atlántico.
Cree lo que quieras. Por mi, no estoy tan ansioso de visitar los Pilares de hercules de
nuevo. La ultima vez que fui, casi soy decapitado por una piña. Pero esa es otra historia.
Llegado a Iberia, Hercules dejo a sus hombres sobre el barco y camino solo por meses,
buscando a las vacas rojas. Una calurosa tarde, vio hacia debajo de una colina y vio un
rebaño de animales color rubi en el valle.
‘Esas tienen que ser,’ murmuro Hercules. ‘Por favor, que sean esas.’
Bajo todo el valle, cansado e irritado. Casi llegaba al ganado cuando un perro enorme
con dos cabezas salto del pasto, gruñendo y ladrando con sus pares de colmillos
idénticos. Hercules usualmente quería a los perros, pero esta bestia de dos cabezas no
se veía muy amigable que digamos. Tampoco parecía tener sus vacunas contra la rabia.
‘Whoa, amigo. Um… ¿amigos? No hay necesidad de usar la violencia.’
‘Yo juzgare eso!’ Un tipo alto con un hacha llego con un paso lento y torpe detrás del
perro.
‘Tu eres Gerion?’ pregunto Hercules.
‘No, trabajo para Gerion,’ dijo el chico con el hacha. ‘Mi nombre es Eurition, y este es mi
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perro, Orto.’
‘Esta bien.’ Hercules alzo sus manos y trato de parecer amigable, lo que no era fácil para
el, considerando el arsenal de armas y la cabeza de león sobre su cabeza. ‘He venido a
regatear por este ganado rojo. El Gran Rey de Micenas lo quiere.’
‘Me temo que es imposible,’ dijo Eurition. ‘Mi maestro me dejo ordenes estrictas: todos
los que traspasen la zona deberán ser asesinados en cuanto se les atrape. Has caminado
un largo viaje para morir.’
‘Qué pena,’ dijo Hercules.
El ranchero y su perro atacaron al mismo tiempo. Tambien murieron al mismo tiempo.
Hercules los derroto a ambos en un solo golpe.
Estaba limpiando la sangre de su garrote cuando otra voz grito, ‘NO, NO, NO!’
El héroe vio hacia arriba. Corriendo apresuradamente hacia el había un chico que
parecía que le habían pasado una aplanadora por encima. Sus piernas ern normales.
S cabeza era normal. Todo lo de en medio estaba aplastado y mal. Su ceuello estaba
anclado a anchos hombros que e separaban en tres diferentes troncos, lado a lado. Cada
uno estaba abotonado en camisa de diferente color – rojo, verde y amarillo. Sus brazos
salían a la derecha e izquierda de cada lado de los torsos, lo que habría hecho imposible
que se abotonara la camisa de en medio. Las tres barrigas separadas estaban fusionadas
en una extremadamente grande cintura que parecería necesitar un cinturón talla 82. Dos
espadas descansaban a los lados.
‘Que te sucedió?’ pregunto Hercules, genuinamente consternado.
‘Que me sucedió – ’ el tipo se veía confundido, y luego se indigno. ‘Te refieres a mi
cuerpo? Naci asi, idiota insensato! ‘¿Por que mataste a mi ranchero y su perro?’
‘Ellos empezaron.’
‘¡Bah! ¿Sabes lo difícil que es encontrar buena ayuda en Iberia?’
‘¿Tu eres Gerion?’
‘¡Por supuesto que soy Gerion! ¡Señor de Iberia, hijo de Crisaor el Dorado, maestro de las
vacas rojas!’
‘Ese es un titulo inspirador,’ dijo Hercules. ‘Maestro de las vacas rojas. Hablando de
ellas, quiero comprarlas. ¿Cuanto pides?’
Gerion gruño, ‘Vas a pagar, esta bien. ¡Pagaras con sangre!’
El maestro de las vacas rojas saco su espada y ataco. Hercules estaba reacio a atacar
a una persona con síndrome de tres cuerpos, pero golpeo a Gerion con su garrote en
el tronco de en medio. Sus costillas se rompieron con un enfermio crujido. Eso debio
haberlo matado, pero su pecho solo volvió a su lugar.
‘¡No puedes matarme!’ dijo. ‘¡Tengo tres paquetes de órganos! ¡Me curo muy rápido!’
‘Eso esta bien. Y por cierto,’ dijo Hercules. ‘No deberías decirle a las personas tu
debilidad fatal.’
‘¿Como es que eso es una debilidad fatal?’
‘Solo tengo que matar tus tres cuerpos al mismo tiempo, no?’
Gerion vacilo. ‘¡Demonios! ¡Odio a los héroes!’
Gritó y cargó contra Hercules. Sus espadas moviéndose a cada lado, lo hacia parecer un
Rey Cangrejo Samurái de Alaska.
Hercules tiro su garrote y saco su arco.
Gerion no tenia la habilidad de girar. Conforme caminaba hacia delante, hercules se
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movio a un lado y lanzo la flecha por debajo del brazo izquierdo del ranchero. La flecha
paso justo en medio de los tres pechos, perforando sus corazones, y Gerion cayo muerto.
‘Lo siento, amigo.’ Dijo Hercules. ‘te lo dije.’
Acarreo a las vacas rojas de vuelta al barco y navego de vuelta a casa. Esta vez siguió la
costa norte sobre lo que ahora es España, Francia e Italia. Tuvo mas aventuras. En Los
Alpes, mato algunas personas que trataron de robar sus vacas. Cerca del lugar donde
Roma estaría un dia, asesino a un giante aliento de fuego llamado Cacus. Fundo alguna
otra ciudad, destruyo algunas naciones. Blah, blah, blah.
Al final, volvió a Tirinto. Euristeo estaba descepcionado de descubrir que el ganado rojo
no daba leche de fresas. Pero le dio a Hercules el crédito por completar la tarea.
‘Eso son diez trabajos hechos,’ dijo el Gran Rey. ‘Lo que significa que solo tienes tus
otras dos labores restantes!’
‘¿Labores restantes?’
‘Primero,’ dijo el rey, ‘tengo antojo de manzanas. Ya me has traido todos estos fino
productos – cangrejo, jabalí salvaje, vaca, ave –’
‘¡No se suponía que te comieras a los pajaros!’
‘Mi doctor dice que necesito mas frutas y verduras en mi dieta. Quiero que encuentres el
jardín de Hesperides. Tráeme algunas manzanas del árbol sagrado de Hera.’
‘Hera,’ repitió Hercules, ‘la diosa que me odia mas que a nada en el mundo. Quieres que
me robe sus manzanas.’
‘Si.’
La capa de león de Hercules se sintió mas calida que de costumbre. Algo de sudor se
deslizo de su cuello. ‘¿Y este jardín esta en donde, exactamente?’
‘No tengo idea. Oi que esta lejos en el oeste.’
‘¡Acabo de volver del oeste! ¡Tan al oeste como se podría ir!’
‘Las Hesperides son hijas del titan Atlas,’ Euristeo dijo con ganas de ayudar. ‘ Tal vez
podrias ir a preguntarle a Atlas en donde puedes encontrar el jardín.’
‘¿Y donde encuentro a Atlas?’
‘Supongo que tendras que preguntarle a alguien que sepa de Titanes. Buena suerte!’
Hercules no tenia ni idea de como hallar a Atlas. El titan no tenia perfil de Facebook y no
había nada en Wikipedia. Incluso el sobrino de Hercules, Yolao, estaba desconcertado.
Como ultimo recurso, Hercules consulto con un sacerdote de Zeus, esperando tener
alguna pista.
‘Si quieres encontrar a un titan,’ dijo el sacerdote, ‘tal vez deberías preguntarle a otro
titan.’
Hercules se rasco la barba. ‘¿Tienes a alguien en mente? Porque pensé que la mayoría de
los titanes estaban en el Tártaro.’
‘Hay un titan que tal vez te ayude,’ dijo el sacerdote. ‘Siempre ha sido amigable con los
humanos. También esta convenientemente amarrado a una montaña, eso lo hace fácil de
encontrar.’
‘Hablas de Prometeo, el Titan que le dio el fuego a los humanos.’
‘Alguien dele una galleta a este caballero,’ dijo el sacerdote.
‘¿Tienes galletas?’ pregunto Hercules esperanzado.
‘No, solo es una expresión. Prometeo es tu mejor apuesta, de todas formas. Lo
encontraras en la montaña Caucaso. Te dibujare un mapa.’
239
salía caminando?
No funciona asi. Te lo digo yo.
Si Atlas hubiese tirado el cielo y tratado de huir, habría caído y aplastado todo a su paso,
incluido el titan y sus hijas. Y sobre como puedes sostenerlo… bueno, al menos que lo
hayas hecho, es difícil de describir. Imgina cuarenta millones de toneladas dando vueltas
en tu espalda, su pico afilado enterrándose entre tus omoplatos. En general apesta, pero
tienes que sostener el peso lo mejor que puedas o seras aplastado.
Hercules se agacho junto a Atlas. Lenta y cuidadosamente, Atlas paso el peso de sus
hombros a los de Hercules. El héroe era muy pequeño pero no colapso ante la carga.
‘Estoy impresionado,’ dijo Atlas.
‘Solo ve por las manzanas,’ gruño Hercules. ‘Esto pesa.’
Atlas rio. ‘Si lo sabre yo. Vuelvo rápido.’
La idea de rapidez de Atlas y la de Hercules eran muy diferentes. El titan camino hasta
el jardín de las Hesperides, tuvo una linda y larga charla con sus hijas, disfruto un picnic
paso un tiempo acariciando a Ladon el dragon y finalmente tomo las manzanas que le
cupieron en el brazo.
Mientras tanto, los musculos de Hercules se estaban convirtiendo en gelatina. Sus
extremidades temblaron, el sudor le caia en los ojos. El cielo se removio, clavándose mas
en su espalda, tan fuerte que supo que le dejaría una herida notoria. Hercules jamas se
había sentido tan débil. No estaba seguro de aguantar mucho mas.
Al final Atlas volvió, silbando. ‘¡Gracias amigo mio! Había olvidado lo bien que se siente
ser libre!’
‘Genial. Ahora toma el cielo de vuelta.’
‘Bueno, aquí va la cosa. Jure volver aquí con las manzanas, lo que ya hice. Pero jamas
prometi tomar el cielo de vuelta y dejarte ir.’
Hercules murmuro algunas maldiciones impronunciables.
‘Vamos, vamos,’ dijo Atlas. ‘No seamos groseros. Lo estas haciendo tan bien. Solo me
llevare a mis hijas, formare un ejercito y destruiré el Monte Olimpo.’
‘Muy bien,’ dijo Hercules. ‘Tu ganas.’
‘Si, lo hago!’
‘Pero me harias un ultimo favor antes de irte, ¿por favor? Ayude a Prometeo a cargar su
castigo. Lo menos que puedes hacer es darme un poco de comodidad para cargar con el
tuyo.’
Atlas dudo. ‘Que tienes en mente?’
‘Esa cosa puntiaguda del cielo esta matando mi espalda.’
‘¡Te entiendo, hermano!’
‘De verdad necesito una almohada.’
‘Lo se. Rogué a los dioses por una tamaño rey con extra relleno. Jamas me escucharon.’
‘Bueno, entonces aquí esta tu oportunidad de demostrar que eres mas piadoso que los
dioses. Toma el cielo de nuevo por un segundo. Déjame doblar mi piel de león y ponerla
detrás de mi cuello. Entonces sostendré el cielo por siempre, lo prometo.’
Atlas debio haberse reido e ido de ahí.
Pero el general de los Titanes no era un completo despiadado. No odiaba a los mortales
como Hercules. Solo odiaba a los dioses. Talvez también tenia un poco de culpa por
infligir su castigo a un debilucho semidios. O talvez solo le gustaba la idea de parecer
242
mas generoso que Zeus. ‘Muy bien,’ dijo. ‘Soy muy bueno para mi propio bien.’
‘Eres el mejor,’ dijo Hercules.
Atlas dejo en el suelo las manzanas doradas. Se arrodillo junto al semidios, y Hercules
paso el peso del cielo hacia la espalda del titan. Hercules corrió hacia las manzanas
doradas, las reunio todas en su capa de piel de eon ‘Gracias, Atlas. Hasta luego.’
‘QUÉ?’ Atlas grito. ‘Prometiste –’
‘No lo prometi por el rio estigio. Vamos hermano, esto es travesuras 101, diviértete
sosteniendo el cielo para siempre.’
Hercules aun podía escuchar a Atlas maldecir cuando estaba a quinientas millas lejos.
Tiempo para la ultima estúpida hazaña.
Estas emocionado? Hercules lo estaba. Estaba listo para terminar con esta fanfarronería.
Tambien lo esta el pobre mocoso que estaba escribiendo tod esto. Oh, espera… ese soy
yo.
Cuando Hercules volvió a Tirinto con las manzanas doradas, El Gran Rey Euristeo
estaba palido, sudoroso y cansado. Por semanas se había preocupado sobre lo que
pasaría cuando Hercules terminara su tarea final. Una vez libre, no habría nada que lo
detuviera de lanzar a Euristeo en el canal de la basura mas cercano y tomarlo todo como
rey. ¡El reino entero se iria a los perros!
Euristeo tenia una ultima oportunidad. Necesitaba una tarea completamente imposible
para que Hercules muriera en desgracia y jamas volviera.
Una idea loca le llego a la mente. La muerte. Nunca regresar. A los perros…
‘La ultima búsqueda!’ el rey anuncio. ‘Viajar al inframundo y traerme el perro de Hades,
Cerbero.’
‘Muy gracioso,’ dijo Hercules. ‘¿Cual es mi verdadera tarea?’
‘Esa es tu tarea! Y no vengas aquí con cualquier perro con tres cabezas genérico. Quiero
el real. Cerberus en carne y hueso. ¡Atrapalo!’
Esa ultima parte fue cruel. Pero Hercules no iba a perder su paz tan cerca de la recta
final. Volvio sobre sus talones y marcho al salir.
Primero visito el templo de Hades en Eleusis para buscar consejos útiles sobre el
Inframundo. Entones visito la tienda de descuento para perros, donde se armo con
carnazas sabor tocino.
De acuerdo a algunas historias, también se tomo su tiempo navegando con Jason y los
argonautas. No lo culpo. Comparado con invadir el inframundo, un crucero peligroso
sonaba como unas vacaciones relajantes.
Finalmente Hercules se hizo con los nervios, encontró la fisura en la tierra mas cercana
y bajo hasta Erebos. Pasar el Rio Estigio no fue problema. El barquero, Caronte, era un
gran fanatico. Accedió a llevar al héroe al otro lado en cambio de Hercules grabando un
mensaje de voz en su iPhone.
Hercules llego a las puertas negras y se encontró a Cerberos. Era difícil de perder de
vista, siendo un masivo perro de tres cabezas con una serpiente por cola y ojos rojos y
brillantes.
Hercules tenia algo con los perros. Le dijo a Cerbero que se sentara. Cerbero se sento.
Hercules saco una carnaza sabor tocino y se la lanzo a una de las cabezas e Cerbero.
Cerbero se volvió loco con esa cosa.
Hercules pudo simplemente levntarlo y caminar fuera de ahí, pero quería hacer las cosas
243
educadamente, de ser posible. Decidio pedir permiso a Hades. Sabia que era riesgoso,
pero sabia tamien que era invierno y que Persefone estaría en el inframundo. Como una
hija de Zeus, Persefone era prácticamente media hermana de Hercules, asi que tal vez
podría ser de ayuda. Se imagino que valdría la pena intentarlo.
‘Ya vuelvo, chico,’ le dijo a Cerbero. ‘No te vayas a ningún lado.’
Cerbero golpeo su cola de serpiente contra el suelo, lo que le dio a esta un dolor de
cabeza.
Conforme Hercules viajaba por los campos de Asfodelo, se topo a Teseo, el héroe de
Atenas, quien estaba sentado en una roca, paralizado del cuello hacia abajo. No se había
movido en años.
‘Ayuda,’ dijo Teseo.
Hercules fruncio el ceño. ‘¿Eres Teseo, no? ¿Que haces aquí?’
‘Larga historia. Un amigo me dijo que tenia esta estúpida idea de capturar a Persefone, y
le segui la corriente. Mi amigo… Bueno, se convirtió en piedra y desaparecio. Aun estoy
atorado. ¿Me sacarias de aquí?’
Hercules trato de levantarlo, pero Teseo parecía pegado a la roca. ‘Hmm. Déjame hablar
con Hades y Persefone. Vere que puedo hacer.’
‘Gracias, hombre. No me ire a ningún lado.’
Hercules diambulo por el palacio de Hades y encontró al rey y la rein de los muertos
jugando Hipopotamos hambrientos en una pequeñas mesa entre ambos tronos.
‘¿Interrumpo?’ pregunto Hercules.
Hades alzo los brazos ‘No. ¡Me esta haciendo pedazos en este juego!’
‘Todo esta en las muñecas, querido.’
Hades volteo hacia Hercules. ‘No estas muerto. Tampoco estas trayendo mi te de la
tarde. ¿Quien eres?’
‘Soy Hercules, mi señor. Estoy aquí porque el Gran Rey de Miceas quiere que le lleve a
su perro, Cerbero.’
Una sonrisa se formo en las esquinas de la boca de Hades. ‘Wow, eso es gracioso. Casi
me rio.’
‘Desearia que fuera una broma,’ dijo Hercules. ‘Desfortunadamente, tengo estas doce
estúpidas tareas –’
‘Oh, sabemos todo de ellas,’ dijo Hades. ‘Mi esposa aquí presente ama tu trabajo.’
Persefone sonrio de alegría, ‘¡Te he seguido desde los primeros días! Adore el modo en
que cortaste las manos y orejas y narices de los Minias…’
Hercule tuvo que pensar en ello, porque eso fue hace que, ¿sesenta paginas atrás? ‘Si,
hice eso, ¿verdad?’
‘¡Y la Hidra! ¡Eso fue emocionante! Estábamos viendo tu pelea en el Canal Semi Muerte.’
‘¿El Canal SemiMuerte?’
‘Temiamos que tu alma nos diera una visita, ¡pero sobreviviste! Estoy orgullosa de que
seamos hermanos.’ Hades se agacho hacia enfrente conspiradoramente. ‘Eres todo de lo
que habla últimamente. “Conoces a Hercules? Pues soy su hermana.”’
Persefone golpeo el brazo de su esposo. ‘De cualquier modo, estaremos felices de
prestarte a Cerbero, ¿o no, cariño?’
Hades se encogio de hombros ‘Seguro, solo liberalo cuando termines. Conoce el camino
a casa.’
244
‘Eso seria muy lindo de su parte,’ dijo Hercules. ‘Oh, por cierto, hay otro héroe, Teseo,
atrapado en Asfodelos. ¿Estaria bien que lo trajera también? Esta aburrido.’
Hades se rasco la frente. ‘¿Teseo sigue aquí? Si, seguro, llévalo.’
Y asi, después de firmar unos cuantos autógrafos y diplomáticamente dejar a Hades
ganar un juego de Hipopotamos Hambrientos, Hercules camino por el Campo de
Asfodelo, libero a Teseo y volvió a las puertas de la muerte para recoger a Cerbero.
‘Sigueme, muchacho.’
El perro podía oler las carnazas en los bolsillos de Hercules, asi que agito su cola y lo
siguió.
Cuando llegaron a la tierra, Hercules y Teseo partieron caminos con un apretón de
manos. Hercules le advirtió que tuviera cuidado, pero Teseo tenia tanto Deficit de
Atencion que no le presto mucha. Ya estaba distraído por que tan brillante el mundo
mortal era y estaba ansioso por volver a Atenas.
Hercules encaro a Cerbero, quiern estaba frunciendo los ojos por la luz y ladrando a los
arboles.
‘Okay, amigo,’ dijo Hercules. ‘Voy a levantarte y cargarte solo para guardar las
apariencias. tendras que gruñir y moverte como si te hubiera arrastrado hacia aquí.
Algun dia los artistas van a hacer muchas imágenes poeticas sobre nosotros, y se vera
estúpido si vas agitando la cola y pidiéndome carnazas.’
Cerbero parecio entender. Hercules lo cargo y arrastro a Titinto. Cerbero aullo y se
removio como todo un profesional. Cuando llegaron a la ciudad, todos se alejaban de su
camino. Las personas atrancaba las puertas y se escondia debajo de sus camas. Guardias
tiraron sus armas y corrieron.
Hercules entro en la sala del trono. ‘¡Euristeo, hazte el muerto!’
El Gran Rey grito y se volvió a esconder dentro de su olla de bronce.
Hercules sonrio. Había estado esperando por otra escena de la olla.
‘¡Llevatelo!’ grito el rey. ‘¡Llevate esa bestia lejos de aquí!’
‘¿Estas seguro? ¿No quieres revisar sus dientes o leer su placa o algo?’
‘No! Te creo! Tus tareas han terminado. Estas liberado de tu servicio. ¡Ve en paz, por
favor!’
Hercules no estaba seguro de como sentirse con eso. Habia estado trabajando para el rey
por mas de ocho años ahora. Había viajada por todo el mundo varias veces. Por mucho
tiempo, había fantaseado sobre matar a Euristeo una vez que sus labores terminasen
pero ahora, ver la olla temblando al lado del trono, solo sintió pena y liberación, junto
con algo que no había sentido en mucho tiempo: ¡felicidad!
Volteo a Cerbero. ‘Ve a casa, amigo. Toma, lo ultimo de las carnazas.’
Cerbero lamio la cara de Hercules con sus tres lenguas babosas y salio de la sala del
trono.
Hercules volteo la olla. ‘Gracias, Euristeo. Me has ayudado sobrellevar las muertes de
mis familias. Me has puesto a prueba de maneras que no pude haber imaginado. Mas
que eso me has mostrado que jamas querre tu empleo. Ser el Gran Rey no es para mi.
Puedes tener tu trono. Soy mas feliz siendo un héroe.’
Salio del palacio sin mirar atrás.
¿Final feliz? Dioses, esperas eso después de todo, ¿cierto?
Pero nope.
245
Hercules decidio que quería casarse de nuevo y sentar cabeza. Había escuchado sobre
esta pequeña ciudad fuera de la carretera llamada Oecalia, gobernada por un rey
llamado Eurito. (Por supuesto que el tipo se llamaba Eurito. Eso no es confuso después
de Eurition el ranchero y Euristeo el Gran Rey y Yori el oso ruso o cualquier otro que
estuvo en esta historia.)
Como sea, El Rey Eurito tenia un concurso de arquería. El Gran Premio era su hija Iole.
Quien era muy hermosa. ¿Buen padre, verdad? Oh, cariño, no te importa si te regalo en
mi concurso de arquería, ¿verdad? Será buena publicidad para el reino. Genial. Gracias.
Hercules bajo a la ciudad y fácilmente gano el concurso, pero Eurito se rehuso a que dar
la mano de su hija.
‘Mira, Hercules,’ dijo el rey. ‘Nada personal, pero mataste a tu ultima esposa e hijos. Esta
es mi hija. No puedo darla a alguien como tu.’
Realmente tocado por como Eurito hizo consiencia después de haber considerado volver
a su hija un premio, pero como sea.
Hercules pudo haber matado al rey, pero estaba atonito. Habia visto a Iole. Era hermosa.
Ya había imaginado su vida entera juntos. ‘¿Volveras sobre tus palabras?’ le pregunto a
Eurito. ‘Lamentaras esto.’
Salio de la ciudad.
Unas semanas después, todo el rebaño de Eurito había desaparecido. Por supuesto,
el rey sospecho que había sido Hercules. ‘¡Esa sabandija! ¡Marchare a su ciudad y la
destruiré!’
Su hijo Ifito, quien era el único en la familia con sentido común, levanto la mano. ‘Uh,
papa… No creo que Hercules hiciera esto. Te dije que honraras tu palabra y le dieras a
Iole. Creo que el ganado desaparecido es un castigo de los dioses.’
‘¡Mentiras!’ grito el rey. ‘¡Guerra!’
‘Bueno, la otra cosa…’ Ifito dijo. Hercules esta viviendo en Tirinto con su primo, el Gran
Rey de Micenas. Su ejercito es veinte veces mas poderoso que el de nosotros. Asi que la
guerra seria un suicidio.’
‘Oh.’ El dios odiaba tener en cuenta la realidad. ‘Bueno, ¿que sugieres?’
‘Dejame ir a hablar con Hercules,’ dijo Ifito. ‘Yo arreglare esto. Pero, si termina siendo
que el no tomo el el gando, de verdad deberías darle a Iole.’
El rey accedió.
Ifito viajo a hablar con Hercules.
El príncipe trato de ser diplomático. ‘Escucha, hombre, estoy de tu lado. Se que no
tomaste el ganado de mi padre. Solo trato de probarlo para limpiar tu nombre.’
Limpiar tu nombre.
Hercules rabio. Se sentía avergonzado por ser descalificado de la competencia de
arquería, y también se sintió engañado. Había pasado ocho años pagando sus deudas,
haciendo labores estúpidas para limpiar su nombre, y tan pronto como trato de hacer
una nueva vida, sus crímenes le atacaron en la cara de nuevo.
‘Ven conmigo,’ Hercules gruño. Tomo a Ifito a la cima del muro de la ciudad y le mostro
la vista. ‘Puedes ver todo el país desde aquí. Ves alguna vaca por aquí?’
Ifito sacudió su cabeza. ‘No. No están aquí.’
‘Bueno, ahí lo tienes. Adios.’ Hercules lanzo a Ifito del muro. El joven príncipe cayo a su
muerte, gritando un monton de improperios en su camino abajo.
246
Otra equivocación por parte de Hercules, ¿pero que puedo decir? Ahí esta su famoso
problema de ira de nuevo. El dia siguiente, los dioses lo afligieron con una terrible
enfermedad como castigo. Le dio fiebre. Perdió peso. Su piel estalló en picazón, llagas y
cada espinilla en el universo emigró a su nariz .
‘Oh, genial…’ temblando y con nauseas, Hércules puso su capa de piel de león a su
alrededor y se tambaleo a las afueras de la ciudad, dirigiéndose por el oráculo de Delphi.
La pitonisa no estaba tan excitada de verlo de nuevo. Sutilmente abrió su bolso para que
ella pudiera alcanzar su spray pimienta en caso de que las cosas transcendieran.
‘¡Lo siento!’ dijo Hércules. ‘Empuje a un chico inocente del muro de la ciudad y ahora
tengo granos. ¿Qué tengo que hacer para deshacerme de esta enfermedad – ¿otros doce
años de labores?’
‘Bueno… esas son las buenas noticias’ él oráculo dijo nerviosamente ‘¡no más labores!
Para expiar tus pecados todo lo que tienes que hacer es venderte como esclavo por tres
años. Dale el producto de venta a la familia de Ifito como compensación. Gracias por tu
ofrenda y que tengas un lindo...’
Las cosas transcendieron.
Hércules se volvió loco y empezó a desgarrar el santuario. El persiguió al oráculo
alrededor de la habitación tratando de golpearla con su propio banco de tres patas. La
sacerdotisa grito y roció su spray de pimienta.
Apolo descendió del monte olimpo y se envolvió en el asunto. El y Hércules se
golpeaban uno al otro, tirando uno al otro al suelo, disparándose uno al otro en el
trasero con las flechas. La escena entera esa como una pelea en un Talk-show.
Finalmente Zeus puso un alto a ello. Un rayo se adentró en la cueva y cayó al suelo entre
Hércules y Apolo, separándolos.
‘SUFICIENTE!’ la voz de Zeus retumbo ‘APOLO, TRANQULIZATE! HERCULES,
RESPETA AL ORACULO!’
Hércules se calmó. De mala gana, él y Apolo se dieron la mano. Hércules limpio el
santuario, entonces accedió a ser vendido como esclavo.
Hermes, el dios del comercio, llevó a cabo la subasta. La adjudicataria era una reina
llamada Ónfale, quien gobernaba el reino de Lidia en Asia menor. Dado que las
gobernantes mujeres era algo raro en ese entonces, Ónfale estaba contenta de tener un
ejecutor como Hércules para asegurarse que la gente la obedeciera.
Hércules paso una gran cantidad de diligencias para ella – la usuales guerras, limpieza
de monstruos, entregas de pizza y asesinatos. Uno de los incidentes más famosos: estos
dos locos gemelos enanos llamados Cercopes – Acmon y Pásalo – estaban causando
todo tipo de estragos en el reino. Le robaron a comerciantes, robaron cosas de tienda de
conveniencia y bromas prácticas, como cambial las señales de la carretera, o reemplazar
las armas del ejercito por lanzas de Nerf. Básicamente eran una molestia categoría cinco,
por lo que Ónfale envió a Hércules tras ellos.
Hércules los encontró con bastante facilidad, pero eran difíciles de atrapar. Los pequeños
individuos eran tan resbaladizos como nutrias y sus dientes eran tan puntiagudos como
estas.
Eventualmente Hércules tuvo éxito en atar a dos de ellos.
‘Déjanos ir!’ grito Acmon. ‘te daremos presentes resplandecientes’.
‘Callate’ se quejó Hércules.
247
frasco, y lo cerro. Guardo el vial de nuevo en su bolsa justo cuando Hercules apareció.
‘Estas bien?’ pregunto.
‘S-sí. Gracias.’
‘Estupido centauro. Te lastimó?’
‘No. Olvidemoslo, Debe- Deberiamos irnos.’
Jamas volvieron a habalr del incidente. Hercules y Deyanira llegaron a la ciudad de
Traquinia y Hercules tomo el puesto del nuevo general del rey. Gano muchas batallas.
Por un tiempo, una vez mas, la vida era buena.
Pero los rumores comenzaron a llegar a Deyanira… rumores de que su esposo no era
siempre fiel cuando estaba en sus campañas militares. A veces tomaba mujeres como
premio de guerra y las usaba como chefs personales o sirvientas.
Deyanira comenzó a preocuparse de que su esposo la dejara. No quería confiar en lo que
el centauro Neso le había dicho, pero se sentía cada vez mas desesperada.
La gota que derramo el vaso: Hercules fue a guerra a la ciudad de Oecalia. Es el lugar
donde el Rey Eurito había hecho el concurso de arquería y lo había descalificado.
Hercules aun tenia sentimientos fuertes por el rey, asi que estuvo encantado de destruir
la ciudad y hacer esclavos a sus ciudadanos. Tomo a la princesa Iole como su sirvienta
personal y la mando a Traquinia encadenada, junto a otra parte de sus botines.
El cargamento llego con un mensaje para Deyanira.
Hola bebe,
En mi camino a casa con el ejercito. Mientras tanto cuida a esta chica que capture.
Cuando llegue, voy a tener una ceremonia.
¿Podrias asegurarte de que mi mejor camisa este limpia?
Besos, Hercules.
Cuando Deyanira leyó esto, se asusto. La mejor camisa de Hercules resulto ser su camisa
de matrimonio. Sabia exactamente quien era Iole – la chica que Hercules había tratado
de casarse antes de hacerlo con Deyanira. Viendo a Iole, que seguía siendo joven y
hermosa, Deyanira no tuvo duda en lo que esta ‘ceremonia’ seria. Hercules planeaba
divorciarce de ella y casarse con Iole.
En pánico, Deyanira rebusco entre sus cosas el viejo vial con la sangre de Neso. La unto
en la parte interior de la camisa de bodas de Hercules. La sangre se seco y se volvió
invisible inmediatamente.
‘Aquí,’ se dijo a si misma. ‘Hercules vestirá esto y recordara que me ama.’
Unos días después, Hercules llego a casa con su ejercito. Se puso su camisa de bodas,
tomo a Iole y le dijo ‘¡Ven conmigo, vamos al templo! ¡Deyanira, volveré a casa luego!’
Pero Hercules no estaba planeando una boda. Solo quería dedicar sus ganancias de
guerra a Zeus, incluyendo a su nueva esclava, Iole. Justo en medio de la ceremonia,
mientras le rezaba a Zeus, Hercules olio humo.
‘Tio!’ grito Yolao, que seguía sirviendo a Hercules como teniente. ‘¡Estas en llamas!’
La sangre de centauro no era na poción de amor. Era el peor tipo de veneno de la
historia – como una combinación de cianuro y acido sulfúrico. La piel de Hercules se
cbrio de ampollas y cocino. Agonia atravesó su cuerpo. Grito y trato de quitarse la
camisa, pero estaba injertada en su cuerpo y la camisa se hizo una con su cuerpo. (Oops,
251
La historia comienza de una forma típica: Chico conoce a una nube, el chico y la nube
tienen hijos. Se divorcian. El chico se vuelve a casar. La malvada madrastra trata de
sacrificar a los hijos de la nube. Los niños escapan en un carnero mágico volador.
Lo sé. Lo han escuchado un millón de veces, pero sean pacientes conmigo.
El chico en cuestión era Athamas. Quien reinó en una cuidad llamada Boeotia en la
parte central de Grecia conocida como Tesalia. Cuando era joven Athamas se enamoró
perdidamente de una ninfa nube, llamada Nephele. Y se casaron. Lo que estaba bien,
porque la gente se comenzaba a preguntar porque Athamas caminaba bajo una nube
todo el día. Una vez que su relación estaba al descubierto, la gente podría decir. ‘Oh, no
tiene depresión. Es solo su esposa.’
El rey y la nube tuvieron dos hijos: una niña llamada Helle, y un niño llamado Phrixus.
Otra vez con los nombres. ¿Bautizaste a tu hija Helle? Así que, si su apellido fuera Smith,
la gente podría preguntar, ¿Es ella Smith? Tu podrías decir ‘Oh, sí, ¡es Helle Smith!
El nombre del niño no era mejor. Phrixus significa ondulado. Al menos no lo nombraste
Moe o Larry.
Finalmente, Athamas and Nephele se divorciaron. Quizás el frente estacionario sobre
Boeotia por fin siguió circulando y Nephele tenía que seguir con su trabajo. Athamas no
perdió el tiempo buscando una segunda esposa- una princesa mortal llamada Ino.
Ino era un verdadero encanto. Tan pronto como Athamas y ella tuvieron hijos, Ino
decidió que Helle y Phrixus debían morir para que sus propios hijos heredaran el reino.
Incluso en la Antigua Grecia, necesitabas una buena razón para matar a tus hijastros, así
que Ino invento uno.
En aquellos tiempos, las mujeres griegas se ocupaban de la agricultura. Eso era porque
los hombres pasaban su tiempo matándose entre sí en las batallas. Ya que la reina Ino
estaba a cargo de los cultivos, tomo todas las semillas para ese año y secretamente
las tostó en un horno grande. Dejándolas inservibles. Distribuyo las semillas entre
las mujeres de Boeotia y les dijo que las plantaran. Sorpresa, sorpresa, nada creció. El
tiempo de la cosecha estaba a la vuelta de la esquina y no había cultivos para cosechar.
Eso apestaba, ya que eso significaba, sin pan, galletas, pasteles u oreos por un todo año.
‘Cielos’ Ino le dijo a su esposo, ¿‘Me pregunto que Habrá pasado? Mejor mandamos
algunos mensajeros al Oráculo de Delfos para saber cómo disgustamos a los dioses.’
Athamas estuvo de acuerdo. Cuando los mensajeros llegaron a Delfos, el Oráculo les dijo
la verdad: La reina Ino es una comadreja mentirosa que está dispuesta a dejar que todo
el reino pase hambre solo para que ella se salga con la suya.
253
Los mensajeros regresaron a Boeotia, pero la reina se aseguró de recibirlos primero. Los
sobornó, amenazo a sus familias y les recordó que tan terrible eran los calabozos reales.
Cuando los mensajeros se presentaron ante el rey Athamas, le dijeron lo que la reina
les dijo que dijeran. ‘Los dioses están mas que furiosos!’ reporto el líder del grupo. ‘El
Oráculo dijo que la manera de arreglar la cosecha era sacrificar a tus dos primeros hijos,
Helle y Phrixus.
La reina jadeo. ‘Que lastima! Traeré los cuchillos.’
Athamas estaba devastado, pero el sabía que no se puede discutir con el Oráculo de
Delfos. Permitió que sus hijos fueran llevados al altar de sacrificios al borde del mar,
donde la reina Ino estaba afilando su set de catorce piezas de cuchillos Ginzu.
Mientras tanto, en el cielo, Nephele escucho a sus hijos llorando por ayuda. Siendo
una nube no era violenta, asi que no sabía mucho de situaciones hostiles, pero tenía un
amigo que podría ayudar. Asi que le pidió un favor.
Por los últimos 100 años más o menos, un carnero alado con una lana dorada había
estado volando alrededor de Grecia sin ninguna razón aparente. Su nombre era
Chrysomallos, y era el producto de una extraña cita entre una princesa mortal llamada
Thephane y mi padre, Poseidón. Explique esa historia en Dioses Griegos asi que no me
pregunten por ella de nuevo. Francamente, es vergonzosa.
De todas formas, Chrysomallos relampagueaba alrededor de Grecia todo el tiempo, pero
localizarlo era un extraño acontecimiento, como mirar una estrella fugaz, un arcoíris
doble, o una celebridad en el Shake Shack. Los griegos amaban a Chrysomallos, porque
tipo, ¡un cordero alado! Lo consideraban un buen presagio.
Cuando el aparecía, el rey de esa ciudad en particular decía ‘Ven? Estoy haciendo un
buen trabajo! ¡La súper oveja me apoya!’ De acuerdo con la leyenda si Chrysomallos se
quedaba en tu campo por cualquier periodo, tus cosechas crecerían mas rápido, la gente
se curaría de todas sus enfermedades y tu señal de Wi-fi mejoraría, como, un cinco por
ciento.
Chrysomallos y Nephele eran viejos amigos, así que cuando ella se lamentaba de que sus
hijos estaban a punto de convertirse en filetes sacrificados, el cordero dorado dijo, ‘No te
preocupes, ¡yo me encargo!’
Salió disparado desde el cielo y tiro a la reina Ino al suelo, ‘¡Suban, niños! Grito con una
voz masculina.
Phrixus y Helle se subieron a la espalda del cordero y volaron.
El cordero se dio cuenta que no estarían a salvo en Grecia. Si a los griegos estaban
dispuestos a falsificar profecías y sacrificar a sus hijos, no merecían cosas agradables
como niños y corderos dorados voladores. Crhysomallos decidió llevar a Phrixus y Helle
lo más lejos que podía para que pudieran empezar nuevas vidas.
‘Agárrense, ¡ustedes dos!’ dijo el cordero. ‘Hay muchas turbulencias en esta parte del
océano y –’
‘AHHHHHHHH!’ exclamo Helle, quien no era muy buena escuchando, se soltó de la
espalda del cordero y se desplomo hacia su muerte.
‘Rayos! Dijo Chrysomallos. ‘Les dije que se sujetaran!’
Después de eso, Phrixus cavo con las manos en el pelaje del carnero y no lo soltó por
nada. El lugar donde Helle murió era un canal entre el mar Egeo y el mar Negro.
Después de eso sería llamado el Hellespont, quizás porque “Estúpida Hella” habría sido
254
poco cortes.
El cordero voló hasta Cólquida, en la costa este del Mar Negro. Lo más lejano posible de
los griegos, no podrías ir más lejos y seguir en el mundo conocido. Pasado Cólquida, eso
era todo, aunque hay quien mencionaba dragones y monstruos y China.
El rey de Cólquida era un tipo llamado Aeetes. Le dio la bienvenida a Phrixus con los
brazos abiertos, en mayor parte porque había traído un cordero volador con él.
Una vez que Chrysomallos estaba seguro de que el niño estaría seguro, se volvió hacia
Phrixus y le dijo, ‘Me tienes que sacrificar ahora.’
‘Que?’ Phrixus sollozo. ‘¡Pero si me salvaste la vida!’
‘Está bien’ dijo el cordero. ‘Necesitamos agradecer a Zeus por tu escape. Mi espíritu se
volverá una constelación. ¡Siempre he querido ser un puñado de estrellas! Aparte, mi
vellocino seguirá siendo mágico y hará este reino seguro y próspero por años. ¡Un placer
conocerte, Rulos!’
Con lágrimas en los ojos, Phrixus mato al cordero, y el espíritu de Chrysomallos se
convirtió en la constelación del zodiaco, Aries. El rey Aeetes tomo el Vellocino de Oro y
lo clavo en un árbol del bosque sagrado de Ares. Donde era vigilado 24/7 por un fiero
dragón.
Phrixus se estableció, se casó con la hija mayor del rey y tuvieron muchos hijos.
Cólquida se volvió rica y ponderosa. Los griegos estaban fastidiados porque perdieron
el apoyo de la súper oveja.
A través de los años, el Velloncillo de Oro se hizo una leyenda. Cada cierto tiempo,
algún rey griego decía ‘Hey, ¡Debería ir a Cólquida y traer de vuelta el Velloncillo! ¡Eso
probaría que estoy bendecido por los dioses!’
Pero nadie sabía dónde estaba Cólquida o como llegar hasta allá. Unos pocos héroes
valientes trataron. Sus barcos nunca volvieron.
¡Hasta que … DUN DUN DUN!
Flash forward a una generación después, cuando Jason perdió su zapato y se volvió
súper importante.
Casi todos los reyes de Tesalia estaban relacionados con Athamas de alguna forma. Se
sentían mal por haber perdido el Vellocino. Cualquier rey hubiese dado lo que fuera
para tenerlo de vuelta. Pero ninguno de ellos tenía los recursos para una expedición tan
grande. Rayos, ni siquiera podían tener una familia funcional.
Como el rey Cretheus.
Reinaba una pequeña ciudad llamada Iolcus que tenía un gran drama. Crio a su sobrina
huérfana Tyro, quien era muy dulce y todo, pero su esposa estaba súper celosa de ella.
Porque era más joven y hermosa.
Cuando Tyro tenía más o menos diecisiete años, llamó la atención de Poseidón. Las
cosas se pusieron complicadas. Tyro se convirtió en madre adolescente de dos pequeños
semidioses varones. Al mayor lo nombro Pelias, ósea, Marca de nacimiento, porque lo
primero que noto cuando nació fue una mancha roja bajo su ojo derecho. Creo que pudo
haber sido peor, le pudo haber puesto Cara de pasa o Cabeza babosa.
De todas formas, cuando la reina Sidro se enteró, estaba echa una furia. ‘Oh, claro
que son hijos de Poseidón. ¡Una historia conocida! ¡Apuesto que mi esposo tiene una
aventura con esa desvergonzada!’ Claro que Tyro era la sobrina del rey, eso hubiese sido
asqueroso, pero, hey, esto es la Antigua Grecia.
255
Si crees que es lo más asqueroso que has leído, retrocede unos capítulos. Sidro no podía
matar a la chica así sin más. El rey no lo permitiría, pero la reina hizo lo que pudo para
hacer la vida de Tyro miserable. Ya que Sidro no podía tener hijos, se llevó a los de Tyro
y los crio como suyos.
Le prohibió a Tyro decirles quien era su verdadera madre. Después mando a Tyro a
trabajar en los establos. La reina buscaba cualquier excusa para golpear o azotar a la
chica por desobedecerle. Asique, sí, era una relación muy sana.
Finalmente, cuando Pelias era adolescente, descubrió la verdad. Se dio cuenta de la
manera en que su madrastra Sidro trataba a su verdadera madre todos estos años. Y
se enfureció. Saco una espada y persiguió a Sidro por todo el palacio. Nadie trato de
detenerlo, probablemente porque Pelias era un hijo de Poseidón y pueden ser bastante
intimidante cuando quieren (cof cof). Además, a nadie le simpatizaba la reina.
Sidro llego hasta el altar de Hera, se lanzó a los pies de la estatua de la diosa y grito
‘¡Protégeme Hera!’ Hera es la diosa de las esposas y las madres, pero no estaba segura
de que hacer, ya que Sidro no era una reina o madre ejemplar.
Al final, Hera no hizo mucho. Cuando la diosa meditaba, Pelias se lanzó hacia el altar y
mato a Sidro, dejando todo el altar de Hera con sangre.
A Hera no le importaba mucho Sidro, ¡pero nadie tenía permitido deshonrar su altar!
Desde ese momento pensó como se vengaría de Pelias.
Una vez que la reina había muerto, el viejo rey Cretheus pensó, ¿Que rayos? ¿Sidro
estaba asustada porque me podría casar con Tyro? ¡Quizás debería! Hizo de Tyro su
nueva esposa. Tuvieron una gran cantidad de hijos. El mayor era un niño llamado Aeson
(se pronuncia como Jason pero con un 50% de AAAAYYY).
Aquí es donde se pone confuso, ¿Quien debería ser rey después de que Cretheus
muriera? Su hijo mayor, Pelias, ni siquiera era su pariente.
Claro, Cretheus lo había adoptado, pero la mayoría de la gente consideraba a Aeson
como el heredero al trono. Cretheus no era de mucha ayuda. No hizo un testamento o
algo. Cuando inesperadamente murió, Peĺias tomo los asuntos en sus manos.
Se declaró a si mismo rey e inmediatamente comenzó a matar a sus hermanos y
hermanas para asegurarse que nadie le quitara el trono. De alguna manera Aeson se
escapó. Quizás fingió su propia muerte o busco protección. Quizás Pelias confundió los
nombres de su lista y pensó que se había encargado de todos.
Es difícil llevar la cuenta de todos los hermanos que debes asesinar.
De todas formas, Aeson se escondió en el campo y se casó con una señorita llamada
Polymede. Juntos tuvieron un hijo llamado Jason. Se cómo se sienten, siete páginas
después y al fin conocemos al protagonista de la historia. Si, lo sé, esos dioses griegos-
nunca hacen algo simple.
Para mantener a su hijo a salvo y guardar su identidad secreta, Aeson y Polymede,
enviaron a Jason a la selva con el centauro Quiron. Quiron paso años enseñándole todo
sobre el tema del héroe y explicándole que si el mundo fuera más justo, Jason podría
reclamar su derecho al trono de Iolcus.
Mientras tanto, de vuelta a la ciudad, Pelias formo una familia, su primer hijo se llamaba
Acastus.
Cuando el chico cumplió dieciséis el rey decidió que era motivo de celebrar.
Anuncio un gran festival con un torneo, premios fabulosos y sacrificios en honor a
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ahora odiaba esa costumbre; había arreglado los juegos para su hijo Acastus y a la gloria
de Poseidón. Ahora era acerca un campesino y sus asombrosas habilidades.
‘Así que, joven’ dijo Pelias ‘Que quieres de premio, otro zapato, ¿quizás?’ Nadie rio.
Jason se encorvo. ‘Rey Pelias, Soy Jason, hijo de Aeson, verdadero rey de Iolcus. Me
gustaría tener mi trono devuelta, por favor y gracias’.
La multitud estaba silenciosa. Porque esa era una gran petición. Mientras más miraban a
Jason más lo encontraban parecido a Pelias– a excepción que Jason no tenía la marca de
nacimiento roja bajo su ojo derecho. Y su cara no tenía una mueca de furia.
El rey trato de sonreír. Parecía que alguien le estaba quitando una uña que tenía
incrustada. ‘Jason, vamos a meditarlo, ponte en mi lugar. Un joven que nadie conoce
llega, se proclama tu sobrino, pero no da ninguna prueba. Reclama el trono. ¿Que harías
tú?
Jason comenzó a contestarle, pero Pelias levanto su mano.
‘Hay más,’ dijo el rey ‘Hace unos años, fui con el Oráculo de Delfos. Una profecía me
advirtió de que un día vendría un hombre con solo un zapato tomaría mi trono y me
mataría. Ahora eso es traición, ¿verdad? Podría destabilizar todo el reino. Así que te
pregunto de nuevo, si estuvieras en mi lugar, enfrentando a este hombre con solo un
zapato, ¿que es lo que harías?
Jason sabia la respuesta que él estaba esperando: probablemente lo mataría.
Así, que, si Pelias lo mataba, podría justificarse.
En vez de eso, Jason recordó la conversación con Hera. ‘Tío Pelias, ese es un buen
punto, me tendría que asegurar que esa persona es el verdadero heredero, le daría una
posibilidad para probar se a si mismo dándole una tarea imposible de completar – algo
que solo el héroe más grande pudiera realizar. Entonces solo si tuvo éxito, le daría el
trono.’
La multitud se agito y murmuraba. Esto estaba más emocionante que el concurso de
comer tartas.
Pelias se sentó de nuevo y acaricio su barba. ‘y, cual sería esta tarea imposible?’
Jason levantó sus brazos. ‘Somos Tesalianos, ¿no? La tarea imposible es obvia, le exigiría
a este aspirante a ser rey, que trajera de vuelta el vellocino de oro.
La multitud estalló de emoción e incredulidad. Miles de voces hablaban al mismo
tiempo.
‘¿Vellocino de Oro? ¿EL vellocino de oro?’ ‘¿Está loco?’ ‘Genial’ ‘Súper oveja’
Pelias levanto la mano para pedir silencio. El rey trataba de mantener una expresión
neutral, pero por dentro estaba encantado. Nadie ha vuelto de Cólquida. Este joven
tonto, Jason, ha firmado su sentencia de muerte.
‘¡Bien dicho, supuesto sobrino!’ Dijo el rey ‘ El vellocino de Oro haría a este reino
especial. Nos uniría como pueblo y traería paz y prosperidad. También se vería
asombroso en la sala del trono, con las nuevas cortinas que acabo de comprar.
Dejaremos que los dioses decidan tu destino. Yo no interferiré. Busca el Vellocino y
tráelo de vuelta a Iolcus, si tienes éxito, te nombrare el siguiente rey.’
Detrás de Pelias, su hijo Acastus, dijo, ‘Que?’
Lo callo con solo una mirada. La familia real no tenía nada de qué preocuparse. Incluso
si Jason tenia éxito, de milagro y que los dioses no lo permitan, la misión tardaría años, y
eso le daría a Pelias tiempo de pensar en otras formas para matarlo.
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‘Ve con nuestra bendición, Jason.’ Pelias sonrió. ‘Veremos, si eres digno de ser rey.’
Cuando se divulgo sobre la misión del Vellocino de Oro, todos los héroes griegos,
querían ir. Claro que sería peligroso, pero era un acontecimiento de toda una generación.
Era como la Copa Mundial, las Olimpiadas, el Súper Bowl y un tour de “todo lo que
puedas comer” de barras de cereal Dylan, todo en uno.
Para hacer un viaje a Cólquida, Jason necesitaba el trirreme más vanguardista jamás
construida, tendría que resistir, piratas, naves enemigas, huracanes y monstruos
marinos, y con una maquina de helados que no podia averiarse.
El mejor fabricante de barcos en toda Grecia, llamado Argos, se ofreció para construirlo,
La misma Atenea hizo los planos. La nave tenia cincuenta remos., lo que era más
que ninguna otra nave griega en ese tiempo. Su quilla estaba diseñada para soportar
las aguas menos profundas sin encallar y para navegar en el océano sin zozobrar. El
interior tenía todas las campanas y silbatos: asientos de cuero, espacio para las piernas,
catapultas hechas a mano que solo lanzaba los mejores proyectiles. Incluso tenia
un sistema de reconocimiento de voz que, gracias a su proa mágica, la cual Atenea
personalmente tallo de un roble sagrado, del bosque de Dodona– el segundo oráculo
más importante de Grecia.
Aparentemente los monjes de Dodona, se pasaban el día bailando alrededor del bosque,
buscando presagios en las sombras y en las hojas. Esperando que los arboles mágicos
les hablaran. Suena un poco sospechoso para mí. Pero tan pronto el mascaron de proa
del Argo fue instalado en la nave, consiguió su propia voz. No siempre parecía que
estuviera hablando, pero les daba consejos a los marineros, o le decía a Jason donde se
encontraban los restaurants de comida china más cercanos. Jason quería llamarla Siri,
pero hubo problemas con la marca registrada.
Una vez que la nave estuvo terminada, Argus decidió llamarla Argo, en su honor,
porque, ya saben, era bastante humilde.
Ahora Jason necesitaba algunos argonautas, mejor conocidos como Gente lo
suficientemente Valiente/ o Estúpida para navegar en el Argo. No tuvo problemas
encontrando voluntarios, hasta Hércules se ofreció, todos decían ‘¡Si! El debería ser el
capitán.’ Pero Hércules dijo ‘Vamos, chicos, esta es la fiesta de Jason. Acabo de tener
cientos de páginas sobre mí.’ Y decidieron que sería una exageración.
Hércules llevo consigo a Hylas, su nuevo compañero, quien era su nuevo Chico
Maravilla en entrenamiento.
Argus, se enlisto, ya que, nadie conocía la nave mejor que él. Orfeo el músico también
se les unió ya que necesitarían una buena banda sonora. La gran cazadora Atalanta
también, siendo la única mujer que podría aguantar vivir con cuarenta y nueve
apestosos marineros sin ser acosada o sin terminar vomitando.
Los reclutas más extraños fueron probablemente los Boreadas - Calais y Zetes, dos hijos
de Bóreas, el dios del viento del norte. Los hermanos parecían humanos, pero tenían
gigantescas alas de plumas de color púrpura, por lo que realmente no querrías sentarte
detrás de ellos en los bancos de remos. El hecho de que pudieran volar era muy útil,
sin embargo. Podrían lanzarse a la tienda más cercana de conveniencia si alguno de los
argonautas se olvidaba de un cepillo de dientes o desodorante.
¿Quién más? No voy a nombrar a todo el equipo, pero la mayoría de ellos eran
semidioses. Había dos hijos de Zeus, tres hijos de Ares, dos hijos de Hermes y un hijo
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Los argonautas se miraron los unos a los otros como diciendo, ¡QUE DULZURA!
Incluso Jason estaba en trance. La reina Hypsipile lo recibió con un abrazo y un beso y
una propuesta de matrimonio. Al cabo de unos días, los argonautas estaban viviendo
como reyes. Todos habían tomado nuevas esposas.
Cada día las mujeres les adulaban, mientras que los argonautas se volvían gordos y
perezosos. Olvidándose totalmente de su misión.
El único tipo que no estaba encantado era Hércules. Había estado recibiendo el
tratamiento de la estrella durante años. Él no se dejó llevar por un grupo de hermosas
chicas. Habló con Atalanta, que también estaba disgustada. No se había unido para esta
búsqueda sólo para ver sus compañeros actuar como... bueno, como hombres.
La figura decorativa mágica del Argo estuvo de acuerdo con ellos. ‘¡Dioses, estoy tan
aburrido! Necesito tener a la tripulación de nuevo aquí. ¡Tenemos que irnos!’
Hércules y Atalanta llamaron a una reunión de emergencia a los Argonautas.
‘Chicos, ¡Vuelvan sus cabezas al juego!’ dijo Hércules. “No están actuando como
héroes.”
‘Creo que lo que Hércules está tratando de decir,’ acotó Atalanta, ‘es que todos ustedes
son idiotas. No navegamos desde Iolcus para que pudieran descansar en Lemnos
mientras que mujeres hermosas les alimentan con uvas peladas.’
‘¡Lo hicimos!’ dijo una voz a sus espaldas.
‘Una palabra más,’ gruñó Hércules ‘y cambiare sus caras con mi garrote.’
Jason finalmente recordó su misión. ‘Hércules tiene razón,’ dijo. ‘Me he permitido
distraerme. No va a suceder de nuevo. Todo el mundo, diga adiós a sus esposas
Lemnosnianas. ¡Tenemos que salir de inmediato!’
Las mujeres estaban tristes de verlos partir, pero no protestaron. La mayoría de las
mujeres esperaban bebés ahora, por lo que al menos tendrían una oportunidad de
repoblar la isla con pequeños argonautas y Argonettes.
¿La lección de esa pequeña aventura? Es fácil desviarse. Cómodos sofás, gente amable
y buena comida siempre sonará más atractivo que ir en una dura búsqueda. Pero si
quieres llegar a algo en la vida, necesitas mantener tus ojos en el premio – y me refiero
al Vellocino de Oro, no a uvas peladas. Aunque si te ofrecen hamburguesas con queso...
No, no importa. Vamos a pasar de largo.
Unas semanas más tarde, el Argo navegó en el Helesponto – ese largo tramo de agua
entre el Egeo y el Mar Negro, donde el bueno de Helle había tenido su muerte.
Después de remar durante días y días, la tripulación había gastado una gran cantidad de
alimentos y agua, por lo que necesitaba más suministros. Atracaron en una isla llamada
la montaña del oso, que tenía una gran montaña en la forma de (duh) un oso.
Los locales se llamaban los Doliones. Todos ellos eran descendientes de Poseidón, así
que naturalmente eran frescos e impresionantes. Su rey Cícico (Sizzy-cus, rima con...
casi nada) era un chico joven de la edad de Jason. Más acababa de casarse, y él y su reina
estaban encantados de acoger en una gran fiesta a los argonautas. Todo el mundo estaba
pasando un buen rato. Jason y Cícico intercambiaron números de teléfono y accedieron a
ser mejores amigos.
‘¡Estoy contento que no fueran piratas! ‘Dijo Cícico. ‘Tenemos demasiados piratas aquí.
Pero ustedes chicos son geniales. Espero que su misión vaya bien. Sólo manténganse
alejados del otro lado de la isla, ¿de acuerdo? ¡No es divertido ir por allí!’
262
y enterrando a sus muertos. El tiempo mejoró, pero no hubo vientos, lo que hacía
imposible navegar. Finalmente Jason consultó a la proa del barco.
‘Construyan un templo a los dioses ,’ aconsejó la proa. ‘Hagan algunos sacrificios para
reparar el derramamiento de sangre. Dioses, ustedes son tan idiotas.’
Jason hizo lo que sugirió la proa. Pasaron varios meses, pero tan pronto como el templo
se hubo completado los vientos llegaron y la tripulación navegó lejos de la montaña del
oso.
¿Cuál es la moraleja de esta feliz aventura? Tal vez: no tener fiestas excesivas. De lo
contrario, el tipo con que estás bebiendo vino esta noche podría terminar tratando de
matarte en la niebla mañana por la noche. Y lo siguiente que sabrás es que una pieza
mágica de madera está llamándote idiota.
Hasta el momento, los argonautas no se sentían muy heroicos. Se había casado con
algunas mujeres, mataron a algunos amigos y se perdieron. Su siguiente parada rompió
la mala racha.
Por necesidad de agua dulce, anclaron en la costa de Anatolia, y enviaron una pequeña
partida a tierra: Hércules, su compañero, Hylas, y otro tipo llamado Polifemo. (Ese es
también el nombre de un cíclope, pero no creo que este individuo esté relacionado con
él. Al menos, espero que no.)
Los tres argonautas se separaron y reconocieron el campo. Hylas fue el primero en
encontrar agua – un bonito y claro arroyo sinuoso por el bosque. Se sentía muy bien
consigo mismo mientras se arrodillaba para llenar su cantimplora vacía.
Por desgracia, Hylas era muy apuesto, y el río estaba lleno de náyades. Los espíritus
de la naturaleza lo miraba desde abajo del agua. Camufladas en sus vestidos azules
fluyendo, siendo casi invisibles.
‘Oh, mi dios, ¡él es lindo!,’ dijo una.
‘¡Yo lo vi primero!’, dijo otra.
‘¡Quiero casarme con él!’ dijo una tercera.
Bueno, ya sabes cómo es cuando se tiene a un montón de náyades juntas. Se convierten
en salvajes y traviesas y risueñas. Entonces empiezan a secuestrar chicos mortales. Los
tres espíritus estallaron fuera de la corriente, agarraron al pobre Hylas y lo arrastraron
abajo, olvidando que necesitaba oxígeno para respirar.
Hylas lanzó un grito. Polifemo lo oyó y corrió hacia allí, pero en el momento en que
llegó Hylas había sido arrastrado aguas abajo. Las únicas cosas que Polifemo encontró
fueron trozos de jarras de agua rotas y algunas huellas húmedas en las rocas, como si
hubiera habido una pelea.
¿Ladrones? se preguntó. ¿Bandidos? ¿Piratas?
Polifemo corrió en busca de Hércules. Juntos buscaron en el área. Hércules estaba
tan angustiado sobre su compañero perdido que olvidó su misión, el Argo y sus
compañeros de tripulación, que estaban esperando.
De vuelta en la playa, Jason comenzó a preocuparse. El sol se ponía y el equipo de
expedición todavía no había regresado. Envió a un grupo de búsqueda, pero lo único
que encontraron fueron fragmentos de cerámica por un arroyo. No había señales de
Hércules, Polifemo o Hylas.
Al día siguiente, los Argonautas buscaron de nuevo a sus compañeros. No tuvieron
suerte. La proa del barco no tenía ningún consejo que ofrecer. Por último, como el sol se
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estaba poniendo, Jason anunció que el Argo tendría que salir por la mañana. ‘Tenemos
que asumir que Hércules y los otros se perdieron. Debemos seguir navegando.’
A la tripulación no le gustó eso. No solo sigues navegando y dejas a Hércules. Pero a la
mañana siguiente sus compañeros seguían desaparecidos. Los Argonautas zarparon de
mala gana.
En los días siguientes, la tripulación se quejó. Con el tiempo, algunos de ellos acusaron
a Jason de dejar atrás a Hércules a propósito para no tener que compartir el centro de
atención. Las cosas estaban a punto de ponerse feas cuando una tromba de agua entró en
erupción a babor. En lo alto de la columna de espuma se sentaba un anciano con aletas
en lugar de brazos y una cola de pez en lugar de piernas.
‘¡Es Poseidón!’ gritó Zetes.
‘¡Es Oceanus!’ dijo Atalanta.
‘¡Es ese tipo de La Sirenita!’ dijo Orfeo.
El tritón suspiró y agitó sus brazos-aletas. “En realidad, soy Glaucus. Pero no se
preocupen. Nadie consigue adivinar bien.’
Los argonautas murmuraron entre sí, tratando de averiguar quién era Glaucus.
‘¡Oh, mi dios!’ dijo la proa del barco. ‘¡Ustedes son embarazosos! Glaucus era un
pescador que se comió algunas hierbas mágicas y se convirtió en inmortal. ¡Ahora él es
como el oráculo de Delfos del mar!’
‘Ohhhh’ Toda la tripulación asintió como si supieran de lo que la proa estaba hablando.
Para el registro, nunca había oído hablar de él tampoco, y yo soy un hijo de Poseidón.
No estoy seguro de qué tipo de hierbas Glaucus comería para llegar a ser inmortal. Todo
lo que sé: la disyuntiva de perder sus brazos por las aletas y las piernas por una cola
de pescado no parece valer la pena. Mi consejo: no comas hierbas al azar a menos que
quieras convertirte en ese tipo de La Sirenita.
Jason se acercó a la barandilla. ‘¡Este es un gran honor, Glaucus! ¿Qué le trae por aquí?’
‘¡Oh Argonautas!’, dijo, balanceándose en la parte superior de su tromba de agua. ‘No
se preocupen acerca de sus compañeros de tripulación perdidos. Fue la voluntad de los
dioses dejarles atrás.’
Jason volvió a los argonautas como diciendo, ¿Lo ven?
‘Hércules debe regresar a sus labores,’ continuó Glauco. ‘¡Su destino está en otra parte!
En cuanto a Polifemo, se quedó en esa tierra y encontró una gran ciudad llamada Cius,
así que no se preocupen.’
‘¿Qué hay de Hylas?’ preguntó Jason.
‘Oh, él está muerto. Fue ahogado por algunas náyades. ¡Pero todo lo demás está bien!
¡Continúen su viaje!’
La tromba de agua desapareció. Con una movimiento de su brazo-aleta, Glauco hizo una
impresionante doble movimiento y desapareció bajo las olas.
Así que los argonautas navegaron sin su peso pesado, Hércules, pero al menos no se
amotinaron por ello. La lección de esta historia... eh, no me preguntes. Yo ni siquiera
sabía quién era Glaucus.
Los Argonautas siguieron este a través del Helesponto. Sabían que con el tiempo
llegarían al Mar Negro, pero muy pocos griegos habían navegado hasta aquí antes.
Nadie estaba seguro de cuánto tiempo se tardaría o los peligros que les esperaban. Por
todo lo que sabían, la entrada al Mar Negro requería un código de acceso especial.
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Decidieron parar en el próximo puerto y preguntar por lo que les esperaba. Piénsenlo.
Cincuenta tipos realmente acordaron detenerse y pedir indicaciones. Así de perdidos se
sentían.
El siguiente puerto estaba gobernado por un rey llamado Amycus. Un nombre que
sonaba amigable – porque amycus, era la palabra latina para amigo. Pero Amycus no
era amable. Con siete pies de alto y cuatrocientas libras, era conocido como el Hombre
Montaña. Cada vez que un barco se detenía en su ciudad hacía la misma petición.
‘¡Luchad contra mí!’ gritaba. ‘Traigan a su mejor boxeador. ¡Lo mataré en el ring!
Jason estudió al rey, cuyos puños eran del tamaño de balas de cañón. ‘Uh, sólo estamos
aquí para pedir indicaciones. Estamos en una búsqueda sagrada –’
‘¡No me importa! ¡Luchad!’
‘¿Y si nos negamos?’
‘¡Entonces les mataré a todos!’
Jason suspiró. ‘ Tenía la sensación de que diría eso.’ Comenzó a quitarse la camisa, ya
que era un boxeador bastante decente, pero otro Argonauta dio un paso adelante – un
hijo de Zeus llamado Pólux. ‘Yo tomaré esto, capitán.’
Los locales rompieron a reír. Al lado de su rey, Pólux no parecía gran cosa. Era el mejor
peso pluma. Pero nunca se debe descartar a un hijo de Zeus. (Apoyo a mi amigo J.
Grace).
La multitud hizo un círculo alrededor de los dos combatientes, los Argonautas, por
un lado, y los locales, por el otro. Amycus cargaba, balanceando sus enormes puños.
Un solo golpe hubiera matado a Pólux, pero el Argonauta bailaba alrededor, tejiendo
y esquivando, prestando atención a la forma en que Amycus luchaba. El rey era
fuerte, pero también era imprudente. Cada vez que hacía un gancho de derecha, se
sobrecargaba a sí mismo y se tambaleaba hacia delante.
La próxima vez que sucedió, Pólux se desvió a la derecha. Como el rey cargó hacia él,
con la cabeza hacia abajo como un velocista, Pólux saltó y llevó el codo por detrás de la
oreja del rey.
¡CRACK!
Amycus se encontró con la cara en tierra y no se levantó de nuevo.
Los Argonautas aplaudieron como locos. Los locales se lanzaron hacia delante, decididos
a romper a Pólux por separado, pero, sabiamente, los argonautas habían mantenido
sus armas a mano. Ellos cargaron para proteger a su compañero de tripulación. Todo
el asunto se convirtió en un baño de sangre. Jason y sus hombres se vieron gravemente
superados en número, pero tenían más disciplina. Conquistaron a los locales, tomaron
un montón de sus ovejas por los problemas, cargaron el Argo y navegaron.
Ahora, puede parecer que esto no fue una gran aventura, pero era la primera vez que
un Argonauta había tenido con alguien un combate personal. Además, el equipo había
trabajado junto para derrotar a una fuerza mucho más grande. Jason sentía como si su
suerte estuviera cambiando.
El único problema era que todavía no habían conseguido las indicaciones.
Jason decidió preguntar a la proa del barco. ‘Oh gran... pedazo de madera de roble.
¿Cómo estás?’
‘Estoy bien,’ dijo la proa. ‘¿Tú?’
‘Estoy bien. Así que, mira... ¿alguna idea de dónde está el Mar Negro, o cómo podemos
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llegar allí?’
‘No, pero puedo contactarte con alguien que sabe. Navega al este por dos días más.
Busque unas ruinas en la orilla. Allí encontrará a un anciano llamado Phineas.’
Jason tiró de su cuello. ‘Gracias. Pero, ¿cómo sabes eso? Pensé que nunca hubiera estado
fuera de Dodona.’
‘Y no lo estuve, señor sabelotodo de túnica. Pero Phineas es un vidente con el don de la
profecía. Yo sé de esas cosas ya que soy profético también. Y profetizo que, sin el consejo
de Phineas, no conseguirán atravesar el Mar Negro o llegar a Cólquida vivos.’
‘Guau. Estoy contento de haber preguntado entonces.’
‘Sí, eso podría haber sido malo. Por cierto, lleva a los Boreados contigo cuando vayas a
tierra’.
‘¿Por qué?’
‘Ya lo verás.’
Como había informado la proa, navegaron durante dos días más, hasta que vieron a
las ruinas de una ciudad. Incluso a través del agua podían oler el lugar – como cien
contenedores de basura que había sido cocinados en el sol durante todo el verano.
‘Esto va a ser divertido’ se quejó Zetes.
Él y Calais volaron con Jason a la orilla. Hicieron una búsquedas en las ruinas,
cubriéndose con las mangas sus narices para bloquear el hedor. Cuando llegaron a la
plaza de la ciudad, se encontraron con un hombre viejo que lloraba por la chimenea
apagada. Su pelo y barba eran como jirones de algodón de azúcar. Sus ropas eran
harapos. Sus brazos huesudos estaban llenos de manchas de la edad. Esparcidos a su
alrededor habían migas de pan con moho, trozos de carne rancia y piezas disecadas de
fruta. No había mucha comida, pero sin duda era la fuente del hedor.
‘¿Hola?’ dijo Jason.
El anciano levantó la vista. Sus ojos eran de color blanco lechoso. ‘¿Visitantes? ¡No!
Ahórrense el trabajo. ¡Déjenme en mi miseria!’
‘¿Eres Phineas?’ preguntó Jason. ‘Si es así, necesitamos su ayuda. Soy Jason. Estos son
los Boreadas, Zetes y Calais –’
‘¿Boreadas?’ El anciano se puso de pie. Se tambaleó hacia delante, sonriendo sin dientes
y deslizándose en el aire como si estuviera jugando Marco Polo. ¿’Boreadas? ¿Dónde?
¿Dónde?’
Zetes se aclaró la garganta. “Uh, aquí. ¿Por qué?’
‘¡Oh, feliz día!’ exclamó el anciano. ‘¡Mi maldición finalmente puede ser levantada!’
Casi se golpeó la cara por primera vez en una columna, pero Jason se lo impidió. La
respiración de Phineas era tan fragante como la comida alrededor de sus pies.
‘¿Qué tal un trato?’ sugirió Jason, tratando de no vomitar. ‘Te ayudamos; nos ayudas.
Cuéntanos lo que está pasando.’
Phineas dejó escapar un suspiro. ‘Tengo el don de la profecía, como ves. Durante años,
la gente vino a mí y yo les decía lo que querían saber – los números ganadores de la
lotería, la fecha de su muerte, con quién se casarína y si podrían divorciarse. Le dije todo
sin cribas, trucos o falta de información. Ni siquiera preguntaba a mis clientes por una
ofrenda o les deseaba un buen día.’
‘Eso no suena como un problema,’ dijo Jason.
‘Oh, ¡pero lo era! Zeus no aprueba la divulgación completa. Sólo quiere que los seres
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humanos obtengan atisbos parciales de los planes de los dioses. De lo contrario, según
él, los mortales no necesitarán más a los dioses. ¡Ellos lo sabrían todo! Eso sería malo
para los negocios en los templos y oráculos.’
Calais gruñó. ‘Zeus tiene un punto.’
‘Así que me maldijo,’ dijo Phineas. ‘Se llevó mi vista. Me inflige con vejez eterna. He
estado en los ochenta y cinco años de edad durante los últimos veinte años. ¿Pueden
imaginarlo?’
‘No suena divertido,’ admitió Jason. ‘Pero ¿cuál es el trato con... uh, todos los restos de
comida malolientes?’
‘¡Esa es la peor parte! ¡Estoy plagado de arpías!’
Jason nunca había visto una arpía, pero había oído historias sobre ellos. Supuestamente
eran híbridos mujer-pájaro algo así como pollos, buitres y frenéticos compradores del
Viernes Negro, todo en uno.
Los Boreadas movieron sus alas con nerviosismo.
Calais echó un vistazo al cielo. ‘No me gustan las arpías.’
‘¡Imaginen cómo me siento!’ exigió Phineas. ‘Cada vez que alguien me trae la comida, las
arpías lo huelen. Ellas vienen todas a la vez de la nada y roban mis delicias. Sean cuales
sean las sobras que dejan atrás se vuelven malas al instante. Me quedo con lo justo para
que no muera, pero siempre muero de hambre y con náuseas. Solo hay una forma de
detenerlas. Las arpías tienen un enemigo natural.’
‘Boreadas,’ dijo Zetes. ‘Sí, los hijos del viento del norte desprecian a las arpías, y el
sentimiento es mutuo.’
Revolvió sus plumas de color púrpura con disgusto. “Nosotros estaríamos encantados
de matar a estas arpías, pero si son una maldición de Zeus, no queremos tener
problemas con el gran tipo.’
‘¡Usted deben!’ prometió Phineas. ‘¡Esa es mi cláusula de escape! Si los Boreadas
derrotan a las arpías, soy libre. Ayúdenme y les diré cómo llegar a Cólquida.’
Jason parpadeó. ‘¿Cómo sabías que íbamos a Cólquida? Cierto. Eres un vidente.’
Los Boreadas volaron de vuelta al barco para recoger algo de comida. Entonces, justo en
el centro de la plaza de la ciudad, los tres argonautas establecieron una fiesta de picnic
para el anciano.
Phineas se sentó. ‘Oh, huele tan bien. En cualquier momento –’
‘SCREEEEEEE!’ Dos arpías salieron en espiral fuera de las nubes como pilotos kamikaze,
con su cabello rubio desigual y vestidos blancos aleteando. Una ráfaga de viento de sus
alas de tormenta gris golpeó Jason hacia el suelo. Phineas se zambulló para cubrirse
cuando las arpías pisotearon su comida con sus garras sucias.
Sólo los Boreadas se mantuvieron firmes. Extienden sus alas púrpuras y sacaron sus
espadas. Las arpías se congelaron cuando los vieron. A continuación, las mujeres-ave
silbaban y salieron disparadas hacia el cielo.
Para el registro, las arpías son rápidas. Si tienen que hacerlo, ellos pueden ganar
volando a casi todo, excepto aviones militares y Boreadas. Incluso Zetes y Calais
tuvieron problemas para mantenerse al día con ellas. Escaparon al oeste, entrando y
saliendo de las nubes, rozando la superficie del agua, hasta que finalmente los Boreadas
consiguieron hacerse con los tobillos de las Arpías y llevarlos a la tierra.
Los Boreadas las inmovilizaron. Las arpías silbaron y se removieron, pero los Boreadas
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eran más fuertes. Los hermanos levantaron sus espadas para poner fin a las damas pollo
cuando gritó una voz de mujer, ‘¡Tiempo fuera!’
Brillando delante de ellos estaba una mujer con alas con el color de un caleidoscopio, un
vidrio en forma de corazón y el pelo largo trenzado con margaritas.
Zetes tragó. ‘¿Iris? ¿La diosa del arcoíris?
‘Esa soy yo’, dijo Iris. ‘Traigo un mensaje de Zeus: estas arpías no son para que las
maten.’
Calais frunció el ceño. ‘Pero matar arpías –’
‘Lo sé, eso es lo suyo’, dijo Iris. ‘Normalmente estoy con ustedes por conseguir su dicha,
pero esta vez no se puede. Prometo que las arpías no molestarán al viejo de nuevo.
Ustedes han levantado la maldición de Phineas. ¡Ahora vuelvan con sus compañeros y
tengan un día maravilloso!
Los Boreadas estaban reacios a dejar que las chicas pollo se fueran, pero no tenían ganas
de discutir con una diosa que todavía utilizaba la palabra maravilloso. Liberaron a las
arpías y aceleraron de vuelta a la nave.
Mientras tanto, Jason había vuelto al Argo y su tripulación había traído más comida para
Phineas. Consiguieron limpiar al viejo y vestirlo con ropa limpia. Luego, mientras metía
la cara, Phineas le dijo a Jason lo que necesitaba saber.
‘En primer lugar, tienes que preocuparte por las Rocas de Coincidencia. Oh, mi dios,
estas galletas son tan buenas.’
‘¿Las rocas de coincidencia?’ preguntó Jason. ‘¿Es como... los limones y las limas?‘
‘¡No, tonto Argonauta! Ellas literalmente chocan entre sí. ¡Bang, bang, bang!’ Phineas
aplaudió, esparciendo migas de galleta en todas partes. ‘El único camino desde
el Helesponto al Mar Negro es un canal estrecho entre altos acantilados, pero los
acantilados no están anclados a la tierra. Se mueven juntos, adelante y atrás, cerrandose
y abriendoes y cerrandose, como... ¡como muelas!’
Phineas abrió la boca. Se refirió a sus dos dientes restantes cubiertas de sarro, lo que era
un asco visual que no habría sido necesario para Jason.
‘Lo que se hace,’ Phineas continuó, ‘es capturar algunas palomas. Al llegar cerca de las
rocas de coincidencia, liberas a los pájaros y ves lo que sucede. Si las palomas vuelan
seguras, entonces sabrás que es un buen día. Las rocas se mueven lentamente. Es posible
que tengan oportunidad de remar con la nave a través de ellas. Si las aves no lo hacen...
bueno, ustedes tampoco lo harán.’
Jason pensó en eso. ‘¿Qué pasa si los pájaros no vuelan por el canal? ¿Si van en una
dirección diferente, o se detienen a mitad de camino y descansan en los acantilados?’
‘No lo harán.’
‘¿Por qué no?’
‘¡No lo sé! ¿Por qué las palomas mensajeras van a casa? ¿Por qué los pollos van a dormir
y meten la cabeza debajo de sus alas? ¡Es sólo la naturaleza de los pájaros! Las palomas
se verán obligadas a volar en línea recta a través del canal.’
‘Pero eso no tiene sentido.’
‘¡Solo hazlo!’ Phineas degustó un poco de vino. ‘En cualquier caso, asumiendo que
logren pasar por las rocas coincidentes, sigan navegando al este por treinta días. Pasarán
por un reino de granjeros de ovejas. Ignórenlos. Pasarán por un reino de ganado
vacuno. Deténganse y negocien con ellos, Son buena gente. Pasarán por Amazonia. No
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se detengan ahí. Mala idea. Finalmente, cuando la línea de la costa comience a curvarse
al norte, verán algunas torres alzándose en una colina en la desembocadura de un río.
Esa es Cólquida, la tierra del rey Aeetes. Encontrarán el vellocino de oro en el bosque
sagrado de Ares.’
‘Gracias,’ dijo Jason. ‘Entonces... podría decirme si mi búsqueda tendrá éxito, ¿verdad?
¿Usted sabe todo mi destino?’
‘Yo lo sé todo.’ Phineas eructó. ‘Salvo, ¿cómo se hace este cordero de sabor tan bueno?
Dioses, ¡es increíble! Te podría contar todo tu futuro, Jason – el bueno, el malo, el muy
malo. Pero confía en mí; no quieres saberlo.’
El sudor corría por el cuello de Jason. ‘Ahora realmente quiero saberlo.’
Phineas negó con la cabeza. ‘Zeus tenía razón cuando me maldijo. Puedo admitirlo
ahora que mi estómago está lleno. Nadie debe conocer todo su destino. Es demasiado
peligroso y demasiado deprimente. Sigue adelante, haz lo mejor y espera que eso sea lo
suficientemente bueno. Eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede hacer.’
Jason se sintió mareado. No estaba seguro de que fuera debido a los restos de los
alimentos cercanos de la enconada. ‘Me parece que el no saber es más aterrador que
saber.’
Las líneas alrededor de los ojos de Phineas se apretaron. ‘No, no lo es.’ su voz estaba
llena de pesar. ‘Ahora sal de aquí, héroe. Mi plan es comer hasta llenarme, tener una
buena ducha caliente y morir. Va a ser un gran día.’
Por la tarde del día siguiente, los Argonautas habían construido una jaula de mimbre y
capturado algunas palomas (lo cual fue fácil para los Boreadas). Viajaron durante dos
días más antes de que el mar comenzara a reducirse, pareciendo que navegaban en un
embudo. Acantilados escarpados salieron del agua a cada lado, sin ofrecer lugar para
atracar.
Finalmente, a media milla delante de ellos, Jason vio lo que tenían que ser las rocas
de coincidencia. En cada lado de un estrecho canal de cien pies surgían acantilados
blancos y dorados, como cuñas de cuatro millones de toneladas de helado de vainilla
con remolinos de caramelo. La parte de arriba traspasaba las nubes. Las rocas eran tan
enormes y sus patrones tan ondulados que Jason se mareó con sólo mirarlos. Miró hacia
atrás. Toda la tripulación estaba apoyada de un modo u otro, tratando de compensar la
inclinación rara de los acantilados.
No era sólo una ilusión óptica, tampoco. A medida que el Argo se acercaba, Jason vio
que los acantilados se balancean, haciendo la franja del mar estrecha solo de ida y vuelta.
Entonces, sin previo aviso, las dos masas de tierra chocaron con un auge de trueno,
sacudiendo los remos de la nave y expulsando un muro de agua desde el canal.
Desde la proa, el carpintero Argus gritó: ‘¡Prepárense!’
Los argonautas apenas tuvieron tiempo para agarrar los rieles antes de que la ola se
estrellara sobre ellos. Cualquier nave de menor tamaño hubiera volcado o se habría roto
en pedazos. El Argo montó la ola. Mientras tanto, las rocas de coincidencia se separaron,
derramando una cascada de rocas de color caramelo en el canal – cada roca tan grande
como el Argo.
‘Bien,’ dijo Atalanta ‘Eso fue espeluznante.’
La mitad de la tripulación no la oyó. Estaban demasiado ocupados vomitando por la
borda. Los demás estaban blancos de terror, todavía se aferran a los raíles.
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‘¿Se supone que debemos navegar a través de eso?’ preguntó Orfeo. ‘¿Cómo?’
Jason se sentía bastante inestable el mismo, pero tenía que parecer confiado por la
tripulación. ‘Vamos a enviar una de las palomas a través del canal. Vamos a medir el
tiempo que tarda. Si la paloma lo hace con seguridad, nosotros también podemos.”
‘¿Y si la paloma no lo hace? preguntó Pólux.
‘Entonces esperaremos para otro día. O trataremos de ir por tierra. O... No lo sé. ¡Pero los
dioses estarán con nosotros! Hemos llegado hasta aquí. ¡Podemos hacerlo!’
La tripulación no parecía muy convencida, pero movieron el Argo un poco más cerca
de las rocas de coincidencia. Tan pronto como Jason juzgó que los acantilados estaban
poniéndose distantes entre sí, lanzó la primera paloma.
Al igual que Phineas había predicho, el pájaro voló directamente hacia el canal como si
sus plumas de la cola estuvieran en llamas. Argus mantuvo el conteo. ‘Un Mississippi,
dos Mississippi…’
Pasó treinta Mississippis antes de los acantilados chocaran. La tripulación se sostuvo
cuando otra ola se estrelló contra la nave. Cuando las rocas se separaron, los Boreadas
volaron a la entrada del canal para buscar signos de ave.
Cuando regresaron, sus caras eran sombrías.
‘Unas cuantas plumas y manchas de sangre en el lado del acantilado,’ informó de Zetes.
‘El pájaro hizo la mitad – entonces, crack’
La tripulación hizo una mueca al unísono.
‘Vamos a tratar mañana por la mañana,’ dijo Jason. ‘Y la mañana siguiente, si tenemos
que hacerlo.’
‘¿Qué pasa si nos quedamos sin palomas?’ preguntó Atalanta.
‘Siempre podemos enviar a uno de los Boreadas través del canal,’ sugirió Orfeo.
‘Cállate, Orfeo,’ dijo Calais.
A la mañana siguiente, Jason tuvo a todos listos. La tripulación estuvo en los remos si
acaso obtenían el visto bueno. Los Boreadas rondaban cerca de los acantilados para que
pudieran ver el progreso del ave. Argus estaba listo para llevar la cuenta.
Jason esperó hasta los acantilados fueran separándose. Luego lanzó la segunda paloma.
Se disparó hacia el canal. Argus contó hasta sesenta antes de que los acantilados se
cerraran de nuevo.
A medida que las rocas de coincidencia se separaron, los Boreadas agitaron
frenéticamente sus brazos sobre sus cabezas – la señal convenida de que el ave había
hecho el camino de forma segura.
‘¡Vamos!’ Jason gritó. ‘Remos, remos, remos! ¡Sesenta segundos!’
El Argo se tambaleó hacia delante tan rápidamente que el casco se quejó. La tripulación
remó como demonios mientras Orfeo tocaba ‘Shake It Off’ en el doble de tiempo para
mantenerlos motivados. Las corrientes ayudaron, tirando de la nave en el canal cuando
los acantilados se separaron. Pero aún así... conseguir atravesar ese pasaje en sólo unos
minutos parecía imposible.
Treinta y dos segundos desaparecieron, y que llevaban menos de la mitad. Las rocas de
coincidencia se alzaban por encima de ellos en un remolino dientes de color amarillo y
blanco y de la fatalidad. Sus sombras profundas enfriaban el sudor de las espaldas de los
Argonautas. Escombros caían a babor y estribor. Enormes grietas palmeaban a los lados
del acantilado, amenazando con llover cortinas de roca. Al nivel del mar, la piedra se
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integraba con maderas viejas y huesos de las tripulaciones anteriores que habían tratado
de cruzar el pasaje.
‘¡Quince segundos en el reloj!’ exclamó Argus. ‘¡Más rápido!’
No tenía que decirles eso. La tripulación remaba con tanta fuerza que no estaban seguros
de lo que se rompería primero – los remos, o sus extremidades.
‘¡Veo el otro lado!’ exclamó Calais, volando por encima del mástil.
RETUMBO. Las rocas de coincidencia comenzaban a cerrarse.
‘¡Diez segundos!’ gritó Argus.
Los acantilados se quejaron. A medida que se cerraban de golpe, rompiendo los remos
de la nave, una ola levantó el Argo y lo llevó fuera del canal al Mar Negro.
‘¡Sí!’ Jason vitoreó. Pero la tripulación estaba demasiado conmocionada para unirse a él.
‘Eso,’ dijo Argus, ‘estuvo demasiado cerca.’
Afortunadamente, el barco se encontraba todavía en una sola pieza. Los argonautas
podría continuar su viaje tan pronto como encontraran nuevos remos y cambiaran sus
taparrabos sucios.
Durante semanas, el Argo bordeó la costa y se metió en todo tipo de problemas. Se
detuvieron en la isla donde Otrera había construido un templo a Ares, y se encontraron
con que era defendido por asesinas aves con plumaje lanzado y apenas escaparon con
vida. Aterrizaron accidentalmente en el territorio del Amazonas y salieron justo antes de
que el ejército de la reina pudiera atraparlos. Perdieron dos miembros de la tripulación
– uno por una enfermedad, uno por el ataque de un jabalí. Se enfrentaron a monstruos,
perdieron su camino, comieron la comida basura viciada de las paradas de camiones de
Anatolia y se lanzaron en esa trampa de velocidad infame en las afueras de Sinope.
Después de un mes de dificultades, el Argo finalmente llegó a la desembocadura del
río Fasis, donde las torres de Cólquida se levantaban en un cerro cercano, como las
empuñaduras de espadas enfundadas en la tierra.
Mirando a los buques de guerra en el puerto, las paredes de la ciudad y las
fortificaciones del palacio, Jason se dio cuenta de que nunca podría tomar este lugar por
la fuerza. Incluso con el mejor equipo y el mejor barco, sería superado sin remedio.
‘Voy a acercarme al rey bajo bandera de parlamento,’ dijo a su tripulación. ‘Voy a tratar
de negociar por el Vellocino.’
‘¿Qué pasa si Aeetes te captura y mata?’ preguntó Zetes. ‘¿Por qué iba a renunciar a su
posesión más preciada?’
Jason consiguió esbozar una sonrisa. ‘Hey, si pude llegar a un acuerdo con Pelias, puedo
llegar a un acuerdo con Aeetes. Soy un profesional en la negociación con los reyes
asesinos.’
Los argonautas tuvieron que darle puntos completos por el valor, pero todavía estaban
preocupados. Jason se puso sus mejores ropas – la misma ropa que había usado para
impresionar a la reina de Lemnos. Luego entró en la ciudad con solamente una guardia
de honor.
Mientras tanto, en el monte Olimpo, Hera había estado siguiendo el progreso de Jason.
Hasta ahora estaba contenta. (Sobre todo porque Hércules ya no estaba en la imagen.
Uf, cómo odiaba a Hércules.) Sin embargo, ella estaba preocupada acerca de las
posibilidades de Jason con el rey Aeetes.
Se sentó para una reunión de estrategia con Atenea, que, por una vez, estaba del lado de
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Hera. Ambas diosas querían que el Vellocino de Oro estuviera de nuevo en Grecia.
‘Jason nunca podrá superar a los Colquianos por la fuerza “, dijo Atenea. ‘Sus guerreros
esqueleto, el dragón, la flota Colquiana –’
‘Sí...’ Hera sonrió con frialdad. “Pero también está Medea.’
‘¿La hija del rey?’ Atenea jugó con el pasador de cabeza de Gorgona en su Egida. ‘¿Cómo
ayuda eso? Es una hechicera.’
‘Ella es una mujer,’ dijo Hera. ‘Y Jason es un hombre guapo.’
Atenea arrugó la nariz. ‘¿Quieres a Afrodita involucrada? No lo sé, Hera. El amor es un
motivador poco fiable.’
‘¿Tienes una idea mejor?’
Para variar, Atenea no la tenía.
Encontraron la diosa del amor en sus aposentos, donde una docena de cepillos mágicos
peinaba su cabello las requeridas cinco mil veces para darle esa capa adicional de brillo.
‘¡Señoras!’ dijo Afrodita. ‘¿Han venido a llevarme a esa oferta de pedicura? ¡Esto es
maravilloso!’
‘Uh, no,’ dijo Hera. ‘En realidad, necesitamos un favor. Queremos hacer que alguien se
enamore de Jason.’
Los ojos de Afrodita brillaron. ‘Bueno, Jason es súper sexy. Eso no debería ser un
problema. ¿A quién tienes en mente?’
‘Medea’, dijo Atenea. ‘La hija del rey Aeetes.’
‘Oh...’ Afrodita hizo un puchero. ‘Entonces tenemos un problema. Esa chica no tiene
remedio. Ella pasa todo el tiempo en el templo de Hécate para aprender magia. Es fría,
sin corazón y hambrienta de poder, ¡al igual que su padre! ¿Saben que una vez que
evocó a Selene, bajo la luna y la hizo caer enamorada con un mortal, sólo para ver lo que
sucedería?’
‘He oído esa historia,’ dijo Atenea. ‘Los personajes eran interesantes, pero la trama era
un poco exagerada. De todos modos, si Medea juega con la magia de amor, ha entrado
ilegalmente en tu territorio, ¿verdad? ¿Qué mejor castigo que hacer que Medea se
enamore del enemigo de su padre?’
Afrodita ahuyentó su escuadrón de cepillos mágicos para cabello. ‘Hmm... eso es
cierto. Voy a enviar a Eros abajo para que Medea se enamore de Jason. Pero tengo que
advertirte, un hechizo de amor con alguien como Medea es impredecible. Ella va a ser
tan feroz en el romance como es con su magia. Si las cosas van mal entre ella y Jason –’
‘Vale la pena el riesgo,’ dijo Hera, lo que demuestra de una vez por todas que no podía
ver el futuro. ‘¡Sólo haz tu magia!’
Peor. Casamentera. De la vida.
Abajo, en el mundo de los mortales, Jason era acompañado por el palacio de Aeetes.
El lugar estaba fuera del gancho impresionante. Las puertas de plata y oro se abrían y
cerraban por sí solas. En el patio central, cuatro fuentes descargaban chorros de líquidos
diferentes - agua, vino, aceite de oliva y leche. ¿Por qué alguien querría eso?, no estoy
seguro, pero los Argonautas estaban impresionados.
‘Amigo,’ murmuró Zetes. ‘¡Una fuente de la leche? Este rey debe tener influencia con
Hefesto. ¡Sólo un dios podría crear algo tan impresionante como una fuente de leche!’
‘¡Y comprobar que lo fuera!’ señaló Calais.
En el otro lado de un enorme salón, en un corral cerrado, dos bueyes de bronce gigantes
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hacían sonidos alrededor. Sus ojos brillaban como lava. Cada vez que respiraban, sus
fosas nasales disparaban llamas. Incluso desde el otro lado de la habitación, la ropa de
Jason se arrugó con el vapor del calor.
Empezó a preguntarse lo que había estado pensando, llegando a la Cólquida.
Claramente, el rey Aeetes tenía la ventaja a la hora de enfriar los juguetes.
Encontraron al rey sentado en un trono de oro con forma de rayos de sol. Llevaba una
armadura de oro que había pertenecido al dios de la guerra, Ares, que Jason sabía
porque todavía decía PROPIEDAD DE ARES en marcador permanente alrededor
del cuello. A la izquierda del rey estaba su hijo, el príncipe Apsirto (que suena
como absurdus); su hija mayor, Chaliciope (que no suena a nada, porque no puedo
pronunciarlo); y los cuatro hijos que había tenido con Frixo, también conocido como
griega y rizada, ahora tristemente fallecida. A la derecha del rey estaba su hija más joven
y más peligrosa, Medea – sacerdotisa de Hécate, asesina a sangre fría, y toda una chica
fiestera.
Jason se inclinó. ‘Su Majestad, yo soy Jason, heredero legítimo al trono de Iolcus. He
venido a llevar de vuelta a su hogar en Grecia al Vellocino de Oro.’
Su afirmación habia tenido algo de rima estúpida, pero nadie rió. El rey Aeetes se inclinó
hacia adelante. Sus ojos brillaban como la obsidiana. Examinó a Jason como si meditara
todos los intereses si lo asesinaba.
‘Ningún griego ha navegado nunca a mis tierras’ dijo Aeetes. ‘Nunca había visto a un
griego, excepto por Phrixus, quien nos trajo el Vellocino. Venir tan lejos para pedir un
favor, debes ser muy valiente, o muy estupido.’
Jason se encogió de hombros. ‘Quedemonos con la valentía. Los dioses querían que
tuviera éxito. Hera me ha dado su bendición. Atenea diseñó ella misma mi nave. A
bordo del Argo hay semidioses de cada tipo: hijos de Bóreas, hijos de Ares, hijos de
Zeus...
‘Eso no me impresiona,’ gruñó el rey. ‘¡Yo soy el hijo de Helios!’
‘Tenemos a uno de esos también. El punto es, majestad, he mirado alrededor de su
reino y he visto que los dioses le bendicen. Hefesto le ha dado dos toros de bronce y
fuentes que lanzan aceite y leche. Ares le ha dado un set de armaduras. He oído que le
ha dado incluso un bosque sagrado. Su padre es Helios. Su adorable hija... ¿veo por sus
vestimentas que es sacerdotisa de Hécate?’
Mientras Jason hablaba, el dios del amor, Eros, había estado invisible entre la multitud,
esperando por el momento adecuado. Tan pronto como Jason dijo “su adorable hija”,
Eros flechó a Medea en el corazón con una flecha de amor, entonces voló lejos aleteando.
El pulso de Medea se aceleró. Sus palmas comenzaron a sudar. Antes, había estado
mirando a Jason con desprecio. Ahora... ¿por qué ella no había notado lo guapo y noble
que era? Nadie en Cólquida podría estar frente a su padre de esa forma. El coraje de
Jason era extraordinario. Medea estaba enamorada del griego metiendo reversa desde
cero a sesenta en tres segundos y medio. ‘Claramente, señor,’ continuó Jason, ‘ha llegado
a donde está por la bendición de los dioses. ¡Así que honreles una vez más! Deme una
posibilidad de probarme a mí mismo. Asigneme alguna tarea para ganar el Vellocino de
Oro.’
Aeetes golpeó los anillos de diamante alrededor de los reposabrazos de su trono. ‘Podría
simplemente asesinarte ahora y quemar tu nave.’
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‘Pero no puede,’ dijo Jason tratando de sonar confiado, ‘Porque un rey sabio debería
dejar el asunto a los dioses.’
El cuarto nieto de Aeetes, el hijo de Phrixus, se acercó a él y tomó sus manos.
‘¡Por favor, abuelo!’ dijo. ‘¡Somos mitad griegos también! Mi padre siempre nos contaba
historias acerca de Grecia.’
Aeetes frunció el ceño. ‘¡Tu padre vino aquí porque los griegos querían usarlo como
sacrificio humano!’
‘Pero este hombre es diferente,’ dijo su nieto. ‘¡Por lo menos dele una oportunidad!’
El rey lo envió a un lado. Aeetes encontró que la “tarea imposible con ejecución” era
innecesariamente complicada, pero si eso enseñaba a su nieto una lección sobre la
estupidez griega entonces era lo mejor.
‘Muy bien, Jason,’ dijo Aeetes. ‘No voy a pedirte que hagas cualquier cosa que yo no
haría. Mencionaste mi bosque sagrado de Ares. Cada vez que necesito guerreros extra,
tomo algunos dientes de mi cubeta de incisivos de dragón...’
Su nieto salto hacia atrás, aplaudiendo excitado. ¡Oh, genial ¡Vas a hacer que haga el
desafío de los dientes de dragón!
La boca de Jason se sentía seca. ‘¿Tiene una cubeta de incisivos de dragón para
desechar?’
Aeetes sonrió. ‘Bueno, tenemos un dragón. Así que, si. El dragón custodia el Vellocino
para protegerlo de... visitas no autorizadas. De cualquier modo, tomo esos dientes viejos
del campo justo debajo de la arboleda sagrada. Pongo arneses en mi equipo de toros de
bronce y aran surcos donde planto los dientes como semillas. Riego las semillas con un
poco de sangre y ¡listo! Un cultivo de guerreros brota desde el suelo.’
Jason pestañeó. ‘Um, okey.’
‘Mañan, tu probarás que eres tan buen rey como yo lo soy. Si puedes hacer crecer un
cultivo de guerreros, podrás tomar el Vellocino de Oro y navegar de vuelta a Grecia. Si
no, bueno...’
Él no dijo “Morirás de forma terrible”, pero estaba claramente implícito.
Jason sintió que quería preguntar por un reto diferente, tal vez algo que involucrara
comer pasteles, pero instantáneamente se inclinó. ‘Mañana, entonces, señor. Con su
permiso, mis hombres y yo acamparemos en la orilla de su muelle.’
Jason trabó miradas con Medea brevemente - quizás porque había notado la extraña
forma en que ella había estado mirandolo fijo. Entonces él y sus guardias dieron la
vuelta para irse.
Tan pronto como fue posible, Medea dejó la sala del trono. Apenas podía respirar.
‘¿Qué está mal conmigo?’ se preguntó, tropezando por los corredores. ‘¡No soy una
colegiala! Yo soy Medea. ¿Cómo puedo sentir lo que sea por un hombre al que acabo de
conocer?’
La imagen de Jason quemaba en su mente - su rostro noble, sus ojos brillantes, la forma
en que su labio inferior se estremeció cuando dijo, “Um, okay”. ¡Que hombre!
Medea sabía que el desafío de su padre sería el suicidio para Jason. No podía dejar de
pensar en ese valiente y hermoso griego siendo rostizado por los toros a la mañana
siguiente.
En su aturdimiento, corrió al santuario de Hecate en lo profundo del bosque. Medea
siempre encontraba bienestar y tranquilidad ahí antes. Miró hacia la estatua de la diosa,
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quien estaba representada con tres caras serenas - una mirando a la izquierda, una a
la derecha y una en el centro. En las manos levantadas de Hécate, llevaba antorchas
gigantes con fuego eterno azul.
‘Diosa de las encrucijadas,’ dijo Medea. ‘¡Necesito tu guía! Estoy enamorada de Jason,
pero si lo ayudo mi padre de seguro lo sabrá. Me desterrará o me matará. ¡Lo sacrificaría
todo!’
La estatua de Hécate permaneció en silencio.
‘Quiero casarme con el griego,’ dijo Medea. ‘Pero... ¿por qué? ¿Por qué vino hacia
mi? ¿Podrá el amarme de vuelta? ¿Podrá llevarme lejos con él? ¿Podría yo realmente
traicionar a mi familia y dejar mi hogar por un hombre que apenas conozco?’
Su corazón respondió “Si”.
La estatua continuó mirando en tres direcciones, como si dijera “Oye, estás en una
encrucijada. Lidia con ello.”
Medea se sintió al mismo tiempo molesta y excitada. ‘¡Argh! Soy una tonta. Antes
de arriesgar mi vida por Jason, lo haré prometerme su amor.’ Corrió de vuelta a su
laboratorio mágico y gastó horas mezclando un ungüento especial. Entonces se envolvió
en una capa oscura y se alejó hacia el campamento de los Argonautas.
Eran cerca de las dos de la mañana, Jason y sus consejeros estaban aún despiertos
teniendo una reunión de estrategia. Habían visto a esos fieros toros, y los Argonautas
estaban tratando de encontrar una forma de pasar la prueba del rey Aeetes sin Jason
siendo quemado vivo. Sin ir mas lejos, su mejor plan involucraba tres mil bolsas de hielo
y un gran par de guantes para cocinar. Ese no era un muy buen plan.
Un guardia golpeó el mástil en la tienda. ‘Uh, ¿señor? Alguien está aquí para verle.’
Medea hizo su camino dentro por si sola. Los hombres jadearon.
Los Argonautas no se extrañaban de las mujeres terroríficas. Navegaban con Atalanta.
Pero Medea tenía era terrorífica de otro modo.
El cabello de la princesa era tan oscuro como una sombra, caía bajo los hombros
de su vestido de seda negra. En su collar de oro brillaba el símbolo de Hécate - dos
antorchas cruzadas. Su expresión era implacable e imparcial, de la forma en que un
ejecutor público podría mirarte cuando balancea su hacha. Sus ojos parpadeaban con el
conocimiento de cosas oscuras - cosas que podrían conducir a la mayoría de los hombres
a la locura. Sin embargo cuando ella miró a Jason sus mejillas se ruborizaron como las de
una chica.
‘Puedo salvarte,’ dijo ella. ‘Pero tienes que salvarme.’
El pulso de Jason zumbaba en sus orejas. ‘Chicos, dejennos solos.’
Los Argonautas salieron en fila desconfiados. Una vez que se hubieron ido, Medea tomó
las manos de Jason. Su piel estaba fría. ‘Cuando te vi, te amé instantáneamente. Por
favor, dime que no estoy loca,’ suplicó ella. ‘Dime que tu lo sientes también.’
Jason no estaba seguro de qué era lo que sentía. Medea era hermosa, no había duda
acerca de eso. Las Rocas de Coincidencia tenían algo de belleza tambien.
‘Um, yo... espera. ¿Qué quieres decir con salvarme?’
‘La prueba de mi padre es imposible. Seguramente ya lo sabes. Ningún mortal puede
manejar esos toros de metal. Mi padre solo se las arregla para hacerlo porque usa la
armadura de Ares. Cualquier otro arderá hasta la muerte. Pero yo puedo evitar que eso
pase.’
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De su cinturón, sacó un pequeño frasco de ungüento. ‘Si frotas esto en tu piel antes del
desafío mañana por la mañana, serás inmune al calor y las llamas. El ungüento podrá
también concederte gran fuerza por varias horas - esperemos que el suficiente tiempo
para manejar a los toros y arar el campo.’
‘Eso es increíble. ¡Gracias!’ Jason iba a tomar el frasco pero Medea se alejó.
‘Hay más’ dijo. ‘Si logras arreglartelas para arar el campo, de los dientes de dragón
brotarán guerreros esqueleto. Ellos obedecen solo a mi padre. Tratarán de asesinarte.
Pero puedo enseñarte como defenderte de ellos. Y, después de eso, está el asunto de
robar el Vellocino.’
‘Pero si yo gano el desafío Aeetes me dará el Vellocino.’
Medea rió severamente. ‘Mi padre nunca se rendirá a eso. Si ganas el desafío, él
simplemente encontrará otra manera de asesinarte. A menos que aceptes mi ayuda.’
‘Y... ¿qué quieres a cambio?
‘Solo tu amor eterno. Jura que me llevarás contigo de vuelta a Grecia. Jurame por todos
los dioses que te casarás conmigo y nunca me dejarás. Prometeme eso y haré todo lo que
esté en mi poder para ayudarte. Y por si las dudas, tengo un montón de poder.’
Jason sintió como si hubiera estado de vuelta en la Montaña del Oso, balanceandose
ciego en la niebla. Casarse con Medea podía ser como casarse con un arma de
destrucción masiva muy atractiva. Poderosa, si. ¿Segura para una exposición a largo
plazo? Quizás no tanto.
¿Pero que otra opción tenía? No podría pasar el desafío por sí solo. No tenía problema
en admitir eso. Había reunido a los Argonautas para ayudarlo en su búsqueda. ¿Era
recurrir a Medea en su favor muy diferente?
‘Me casaré contigo,’ dijo. ‘Por todos los dioses, lo juro. Ayudame y te llevaré conmigo de
vuelta a Grecia y nunca te dejaré.’
Medea le echó los brazos al cuello y lo besó. Jason tuvo que admitir que no fue tan malo.
‘Aquí está la pomada’, dijo Medea. ‘Después de haber arado en el campo, cuando los
esqueletos salgan de la tierra, arrójales una piedra justo en medio.’
Jason esperó. ‘¿Eso es todo?’
‘Eso es todo. Ya verás. Una vez que se retiren y hayas ganado el reto, mi padre estará
muy enojado. Va a tener la tentación de matarte en el acto, solo que no lo hará en
público. Pretenderá que está todo bien. Dile al rey que te reportaras a primera hora
mañana para reclamar el Vellocino de Oro.
‘Pero... en realidad no me dará el Vellocino, ¿verdad?.
‘No. Va a esperar a que te presentes en el palacio. Y a continuación, ordenará que te
maten. Pero nosotros no le daremos la oportunidad. Deberás tener a tus hombres en
secreto listos para navegar. Esta noche, tú y yo podremos escabullirnos en la arboleda,
lidiar con el dragón, robar el vellocino y salir de aquí.’
“Suena como un buen plan... cariño.’
Decir eso hizo Medea muy feliz. Casi perdió el brillo asesino en sus ojos. “¡Buena suerte,
querido! ¡Recuerda tu promesa! ‘
Ella no dijo “o de lo contrario”. Al igual que su padre, era bastante buena con lo que se
refiere a amenazas implícitas.
Al amanecer, Jason se reporto al servicio en el bosque de Ares.
Como se puede adivinar, el bosque no era conocido por sus hermosas flores o sus
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encantadoras fiestas del té. Se extendía a través de una colina hacia las afuera de la
ciudad, visible desde todo el campo. El perímetro estaba forrado con paredes de hierro
cubiertas con arbustos espinosos venenosos. Las puertas de bronce de la entrada daban a
una extensión de tierra del tamaño de un campo de fútbol, lleno de huesos rotos y armas
oxidadas.
Apoyada contra una pared, atado a un poste, estaba un yugo de hierro de gran tamaño
unido a una hoja de la pala más grande que la quilla del Argo. Los dos toros de bronce
fueron retozando libremente a través del campo, triturando los huesos y soplando fuego.
Más arriba en la colina se encontraba el bosque en sí mismo - varios acres de árboles de
roble densos y retorcidos. En la cumbre, junto a la rama más alta del árbol más grande,
el vellocino de oro brillaba con fuerza. Desde la distancia en la que se encontraba Jason,
no parecía más grande que un sello de correos. Brillaba rojo sangre en la luz de la
mañana, abrasando los ojos como el rayo de un puntero láser (Que es muy malo para la
vista; no lo hagan).
Entonces el rey Aeetes llegó por la carretera haciendo tronar su carruaje de oro.
Usando su armadura de segunda mano PROPIEDAD DE ARES, el rey se veía cómo un
dios. Su casco de bronce se veía aterrador,y le dio a Jason una mala sensación.
Una línea de sudor corría por el rostro de Jason, dándole un olor parecido al del
unguento mágico que recientemente se había aplicado -salvia y canela con un toque de
sange de salamandra.
Dioses, esperaba que Medea no estuviera jugándole una broma.
El carruaje del rey se detuvo y Aeetes fulminó con la mirada a Jason.
‘¡TONTO!’le gritó el rey, que era su forma de decirle “buenos días”¿Ves ahora lo
imposible de tu misión? ¡Vuelve a tu nave!¡Nadie te detendrá!’
Jason se preguntó si el rey podría leer su mente o si era tan obvio lo asustado que estaba.
De algún modo, hizo acopio de su valor.
‘¡No voy a dar marcha atrás!’ Anunció ‘¿Dónde están los dientes de dragón que querías
plantar?’
El rey chasqueó sus dedos. Un sirviente empujó y arrojó una bolsa de cuero a los pies de
Jason. El contenido resonaba como fragmentos de cerámica.
‘Ahí tienes’ dijo el rey ‘Buena suerte manejando a los toros. Yo estaré aquí montando mi
carruaje ¡viéndome genial!’
Tan pronto como Jason pasó a travéz de las puerrtas, estas se cerraron. Los toros de
bronce se volvieron y lo miraron.
‘Toros buenos... lindos toros.’ dijo el.
Ellos cargaron al unísono, eructando fuego. El calor aspiraba el oxígeno fuera de
los pulmones de Jason. Sus ojos se sentían como bolitas de queso de jalapeños, pero
sorprendentemente, no murió.
La fuerza divina corría por su cuerpo. Golpeó al primer toro en la cara y cayó de lado.
Luego puso su brazo alrededor del cuello del segundo toro y lo arrastró hacia el arado.
La multitud se volvió loca- animando y gritando incrédula.
Jason obligó al toro a regresar a su yugo, y luego volvió por el otro. Lo arrastró hasta el
yugo, lo movió hacia el maltratado arnés, y luego tomó las manijas del arado.
‘¡Yeehaw!’ gritó Jason
Los toros arrojaron llamas hacia el cielo. Empujaron el enorme arado a travez de la tierra
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haciendo surcos. El humo se movia alrededor de Jason, y las chispas volaban hacia sus
ojos. Se sentia manejando un extraño tren de vapor estando dentro de la caldera, pero
de alguna manera logro sembrar los dientes de dragon en la tierra. Para el medio dia,
el campo entero se encontraba arado. Jason aun no habia muerto. Estaciono a los toros,
los ató a un poste, y luego decidio tener una pausa para tomar agua. Los argonautas
gritaban salvajemente.
‘¡Nada mal para un hombre!’ gritó Atalanta.
‘¡Ese es nuestro hombre!’ lo animo Polydeuces.
Orfeo comenzo a tocar una cancion que acababa de inventar, llamada “Conductor de
toros”, que logro posicionarse como la numero 5 en los MTV de la Antigua Grecia.
Mientras tanto, Aeetes se mantuvo en su carruaje, mirando a Jason. La cara del rey
estaba oculta bajo el visor de la armadura, pero Jason tuvo la sensacion de que la
expresion de Aeetes no era ni tan amigable con el metal que la cubria.
‘Un buen comienzo’ el rey finalmente admitio. ‘Pero ahora debes cosechar lo que
sembraste. Traiganle... ¡EL CUBO DE SANGRE!’
Un sirviente aparecio con un adorable regadera verde decorada con margaritas. Los
guardias abrieron las puertas lo justo para que se la entregara a Jason. Miro dentro,
se dio cuenta de que estaba hasta el tope de sangre y decidio no preguntar de donde
provenia toda esa sangre.
Jason camino por el arado, regando los dientes que acababa de sembrar. Tan pronto
como termino la ultima sección, el campo entero comenzo a temblar. Manos esqueleticas
comenzaron a emerger de la tierra. Docenas de guerreros hechos de hueso comenzaron
a escarbar para salir, ya armados con espadas rumiosas y escudos rotos. Las cuencas de
sus ojos eran oscuras y estaban vacias, pero por la forma en que se giraron a Jason, tuvo
la sensacion de que podian verlo perfectamente.
Jason comenzo a entrar en panico hasta que recordo el consejo de Medea.
Una roca, penso. Necesito una roca.
Tomo una del tamaño de una pelota de baseball y la lanzo con fuerza.
Los guerreros esqueletos estaban colocandose en formación cuando la roca golpeo
a uno de ellos en la cabeza, sacandole el casco. El guerrero tropezo hacia uno de sus
camaradas, quien lo empujo hacia atras, accidentamente sacando de balance a un tercer
guerrero, cuyos brazos comenzaron a girar, golpeando a un cuarto guerrero justo en la
cara.
De pronto, todos los esqueletos se encontraban luchando contra otros, sin saber o sin
importarles quien habia comenzado. Se golpearon hasta que el suelo estuvo lleno de
huesos rotos y calaveras rodando por ahi. Los brazos esqueleticos giraban en el aire,
intentando agarrarse de sus cuerpos. Jason camino hacia el ultimo par de guerreros, los
cuales habian perdido sus cabezas. Se empujaban del cuerpo como bravucones. Jason
agarro la espada mas cercana y cortó sus piernas.
Por un momento, todos se quedaron en silencio. Luego los argonautas comenzaron a
cantar ‘¡JASON! ¡JASON!’
Lo levantaron de los brazos y lo llevaron por las puertas de bronce de vuelta a
Colquidea. Se detuvieron un momento cerca de Aeetes los miraba iracundo.
‘¡Gracias por el desafio, su majestad!’ Jason le grito al rey. ‘Me acercare al palacio
mañana por la mañana para recoger el Vellocino. ¡Esta noche, vamos a celebrar!
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por las filas de dientes de marfil dentados. Los silbidos del dragón hicieron eco por la
colina y resonaron en todo el valle. No había manera de que no se hubiese despertado
todo el mundo en Cólquida.
Jason casi se rió en la desesperación. ¿En qué había estado pensando? Su espada sería
tan útil como un palillo de dientes en contra de esa bestia.
Medea agarró su muñeca. Señaló el Vellocino de Oro, que brillaba en una rama por
encima de la cabeza de dragón.
‘Vas a tener que subir el cuerpo del dragón para llegar a él,’ dijo ella. ‘No te duermas.’
‘¿Qué?’
Medea se puso a cantar.
Sus palabras no eran en algun idioma que Jason supiera, pero mencionaba varias veces
el nombre Hypnos, el dios del sueño.
La canción fluía sobre él como miel caliente. Sus ojos se volvieron pesados. Medea clavó
las uñas en su antebrazo para mantenerlo despierto.
Los párpados del dragón parpadearon una vez, dos veces, y a continuación,
permanecieron cerrados. Su enorme cabeza cayó al suelo y se puso a roncar, con las
fosas nasales pululando azufre.
‘Ahora,’ Medea susurró. ‘De prisa.’
Medea siguió cantando mientras Jason se arrastraba hacia adelante. Se subió la espalda
del dragón, tratando de no empalarse a sí mismo en sus escamas puntiagudas. Justo al
llegar al Vellocino, el dragón se retorció en su sueño, casi haciendolo caer. Medea cantó
un poco más fuerte. Se desplazó hacia delante y se espolvoreó un poco de polvo a través
de los ojos del dragón. El monstruo roncó más profundamente.
Jason tenía dificultades tirando hacia abajo del Vellocino de Oro. Era grande y pesado
y Frixo había hecho una muy buen trabajo clavándolo allí. Al fin se solto. El Vellocino
de Oro voló por los aires y Medea trato de agarrarlo, o mas bien el Vellocino la agarro a
ella. Cuando Jason bajo Medea luchaba por liberarse del enorme manto.
Los tambores comenzaron a resonar en la ciudad.
‘Los guardias fueron avisados!‘ Medea advirtió. ‘¡Rapido!’
Corrieron por el bosque de vuelta a través del campo de esqueletos. Jason estaba seguro
de que estaría rodeados y capturados en un santiamen, pero de alguna manera hicieron
todo el camino a los muelles sin que se notaran, a pesar del hecho de que todos los
guardias en la ciudad estaba ahora en estado de alerta y Jason iba corriendo con el objeto
más brillante en el reino.
En el momento en que Jason y Medea subieron a bordo del Argo, los marineros
colquideos estaban luchando por mover sus barcos con las ballestas cargadas.
‘¡GO, GO, GO! “Jason dijo a su tripulación.
Los cuernos sonaron. Y las flecha en llamas comenzaron a caer. La expresión de Medea
era cada vez mas grave en la luz de las antorchas. ‘Si tenemos suerte, mi hermano nos
encontrara. Al menos él nos va a matar rápidamente. Si mi padre está a bordo ... hubiera
sido mejor dejar que el dragón nos hiciera trizas‘.
Medea realmente tenía una habilidad especial para los discursos de motivación. Los
argonautas remaron más rápido.
Justo antes del amanecer, Medea logró convocar a un banco de niebla, por lo que los
argonautas perdieron temporalmente a sus perseguidores. Como los Colquianos no
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estaban seguros de la dirección que el Argo se había ido, se dividieron en dos flotas.
Después de semanas frenéticas de remar el Argo estaba acercando a la costa oeste del
Mar Negro cuando una de las flotas Colquideas finalmente se encontró con ellos. Desde
el puesto de vigía, algunos de los tripulantes informaron a Jason de los colores de las
banderas del enemigo.
‘Esos son mis hermanos,’ dijo Medea. ‘Apsirto está llevando a los barcos.’
‘Um, ¡una cosa más!’ gritaron. ‘Otra flota Colquidea acaba de aparecer en el sur del
horizonte. Estan alrededor de la mitad de un día más lejos. ‘
‘Maravilloso.’ Medea se saco un mechón de pelo de la cara. ‘Si separaron las flotas,
significa que mi padre se encarga del otro grupo.
Los argonautas estaban demasiado cansados para igualarla en lanzar maldiciones.
‘No podemos ir más rápido,’ dijo Jason. ‘ELa tripulación esta agotada.’
‘Tengo un plan “, dijo Medea a la tripulación. ‘Mi hermano esta más cerca. Vamos a
negociar con él antes de que mi padre llegue aquí’.
‘¿Negociar una muerte más rápida?’
Medea se refirió a la orilla. ‘¿Ves la desembocadura de ese río? Va en el interior a cientos
de millas. Incluso podría llevarnos a Grecia. Sólo debemos estar listos’.
Medea levantó una bandera blanca en el mástil. Siguiendo su mando, Jason llamó al otro
lado de la Insignia Colquidea para discutir la rendición.
Con la promesa de un paso seguro, Apsirto y unos pocos guardias remaron hacia el
Argo. Eso puede parecer como una estupidez, pero en aquel entonces la gente tomaba en
serio las promesas. Dar la bienvenida a alguien en su nave bajo bandera de parlamento
era lo mismo que bienvenida a un invitado en su hogar. No has de hacerles daño
a menos que quisieras a todos los dioses enojado contigo.
Cuando Apsirto vio a su hermana de pie con los griegos, sacudió la cabeza con disgusto.
‘¿En que estabas pensando, Medea? Has traicionado a su patria por este hombre? ‘
‘Lo siento, hermano.’
Apsirto rió. ‘Las disculpas no ayudarán. Voy a ejecutarte rápidamente antes de que
llegue Padre. Eso es toda la merced que puedo ofrecerte‘.
‘Estas entiendiendo mal, ‘dijo Medea. ‘Yo no estaba disculpandome por ayudar a Jason.
Me estaba disculpando por esto.’
Por debajo de sus ropas, sacó una daga y la arrojó con una precisión mortal. La hoja se
hundió en la garganta de su hermano. Se desplomó, muerto. Los guardias del príncipe
llegaron por sus armas, pero los Argonautas se las quitaron.
Medea se arrodilló junto al cadáver de su hermano. La tripulación se la quedó mirando
con horror. ‘¿Qué has hecho? ‘, Dijo Orfeo. ‘Matar a un emisario bajo una bandera de
tregua ... ¿y su propio hermano? ¡Va a hacer caer una maldición sobre todos nosotros! ‘
Medea alzó la vista, con los ojos tan tranquilos como un buitre.
‘Preocupémonos los dioses más tarde. En este momento tenemos que escapar de mi
padre. Jason, ayudame a cortar el cuerpo del príncipe ‘.
‘¿Que dices ahora?’
‘¡No hay tiempo para el debate! ‘Medea gruñó. ‘¡El resto de ustedes, a sus remos! ¡Remen
hacia el río! ‘
En este punto los argonautas estaban deseando nunca haber oído hablar de Medea, pero
ella tenía razón en que no tenian tiempo que perder. Navegaban en el río que un día
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el mástil, no los animaba. Si el vellocino tenía algun tipo de magia util para el momento,
no queria compartirla.
Los argonautas estuvieron a punto de ahogarse por los pelos. Pasaron por delante de la
isla de las sirenas, que poseian un canto magico que podría convencer a los marineros de
saltar por la borda y ahogarse. Afortunadamente, Orfeo lanzo en un pequeño concierto
de Jimi Hendrix que tuvo tres horas de duración y ahogó el canto de las sirenas hasta el
barco estuvo a salvo y fuera del embrujo.
Aterrizaron en Corfú en grecia occidental y casi fueron capturados por cazadores de re-
compensas colquideos, pero la reina local intervino para mediar. Se decretó que Medea
no podia ser llevada de vuelta a Cólquida si ya estaba legalmente casada con Jason. La
pareja se enganchó en una ceremonia apresurada, y la reina les dejó ir.
Después de eso, el Argo fue rechazado en todas partes del Mediterráneo durante sema-
nas, hasta que la tripulación no tenía ni idea de donde estaban. Ya completamente sin
alimentos ni agua, encayaron en una isla perdida en medio de la nada.
‘No importa donde estemos’ dijo Jason. ‘Tenemos que conseguir suministros.’
Jason dirigió el equipo de busqueda, que incluía a Medea.
Se encontraban en el bosque, llenando sus cántaros en un río, cuando escucharon ex-
traño ruido sordo por la dirección en la que habian venido- como los engranajes de un
molino.
‘¿Qué es eso?’, Preguntó Pólux. ‘¿Está Orfeo tocando Hendrix otra vez?’
El viejo carpintero Argus se puso pálido. ‘Es sonido metálico... como articulaciones chi-
rriantes... Oh, dioses... ¿Podría ser esta la isla de Creta?
Desde la orilla se produjo un masivo ¡KA-SPLOOSH! seguido de los tambores del Argo.
Estaban moviendo los remos.
El equipo entero dejo sus jarras de agua y corrieron hacia la playa. Cuando llegaron a la
línea de árboles, se congelaron de terror. Un centenar de yardas más allá había una es-
tatua de bronce tan alta como una torre de castillo. Estaba vestido como un guerrero. Su
cara en blanco de metal no mostró ninguna emoción, pero definitivamente estaba miran-
do el Argo, que ahora se balanceaba en las ondas un cuarto de milla de la costa.
El hombre de bronce gigante se arrodilló y arrancó la roca más cercana de la playa - una
roca tan grande como la nave misma. Y la lanzó hacia el Argo. La roca falló por unos
pocos pies, pero la ola que provoco casi volcó la embarcación.
‘Es Talos,’ dijo Jason. ‘¡Va a destruir la nave!’
‘¿Se llama Talos?‘ Medea exclamo. ‘¿Quién en su sano juicio haría una cosa así? ‘
Jason apenas podía oírla a través del zumbido en sus oídos.
‘Hefesto lo hizo para el rey Minos.La estatua camina alrededor de la isla de Creta tres
veces al día, ofreciendo protección contra los piratas. Si Talos ve un barco en el que no
reconoce - ‘
‘¡Mi barco!’ exclamó Argus. ‘¡Tenemos que detenerlo!’
Polideuces sacaron al anciano hacia atrás. ‘¡Esa cosa es enorme! ¡Nuestras armas no van
a funcionar en contra de eso! “
‘Tengo una idea’, dijo Medea.
Polideuces maldijo. ‘¡Odio cuando ella dice que tiene una idea!‘
‘Sólo escuchen. He visto los trabajos de Hefesto antes. Usualmente están animados con
plomo fundido por sangre. Deben tener una válvula de seguridad de cuando la estatua
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no quería saber.
Unas semanas después, después de que la fiesta había asentado y Medea y Jason se
habían mudado a una habitación de huespedes del castillo, el padre de Jasón, Aeson, lo
invito a una visita a la ciudad, aunque era viejo y débil. Medea le dio la bienvenida con
un regalo especial. Le preparo una poción que rejuvenecería sus articulaciones, daría
fuerza a sus musculos y le daría diez años mas de vida. Al final de su visita, el vejete tiro
su baston y decidio caminar a casa.
Las hijas del Rey Pelias estaban tan impresionadas que querían ver a Medea. ‘¡Wow, tu
magia es asombrosa!’ dijo Acestis, una de las princesas.
Meda sonrio, ‘Gracias, querida.’
‘¿Podrias hacer eso por nuestro padre?’ Alcestis preguntó. ‘El pobre hombre tiene
una terrible artritis y forunculos y nariz corrediza y una docena de otros problemas.
¡Amariamos que lo hicieras joven de nuevo como regalo de cumpleaños!’
‘Que dulces.’ La mente de Medea se agito con las posibilidades. ‘Ah, no les gustara la
forma en que la poción es administrada. ¡Se necesita valentía y un estomgo fuerte para
hacer lo que es necesario!’
Alcestis y las otras princesas se vieron ofendidas. ‘¡Tenemos valentía!’
Medea pretendio pensar en ello. ‘Les mostrare lo que se debe hacer, pero te lo advierto,
no será bonito.’
Tomo a las princesas a un laboratorio recién construido. Les pidió a los guardias que
le trajeran una cabra de los corrales reales. Mientras tanto, hizo una fogata enorme y
puso una olla sobre esta, la lleno con agua y la puso a hervir. Murmuro unos cuantos
encantamientos y tiro unas cuantas hierbas mágicas.
Los guardias trajeron una cabra vieja que apenas se podía sostener en pie. Sus ojos
estaban opacos y con cataratas. Su pelo se caia a parches. Medea movio su cuchillo como
una experta y comenzo su trabajo.
‘¿Que haces?’ grito Alcestis.
Medea volteo a verlas con sangre en su rostro. ‘Les dije que no seria fácil. Solo miren.’
Jutno las partes de la cabra y las tiro en el agua hirviendo. La olla tembló. Una cabra
joven saltó de ahí, humeando y berreando y brincando alrededor como Ow, ow, caliente.
‘¡Eso es asombroso!’ dijo Alcestis.
‘Sí.’ Medea suspiró. ‘Muy mal que jamas tendrán la valentía para hacer esto con su
padre. ¡Si lo hicieran, viviría otros cuarenta o cincuenta años!’
‘¡Tenemos la valentía!’ dijo Alcestis. ‘¡Danos la magia!’
Medea tomo una bolsa de hierbas inofensivas, romero, cilantro, y un poco de ablandador
de carne. ‘Aquí tienen. ¡Buena suerte!’
Esa noche, las cuatro princesas prepararon una olla enorme con agua hirviendo en la
cocina real. Le dijeron a su padre que tendrían una sorpresa especial por su cumpleaños.
Vendaron los ojos de Pelias y lo guiaron a la cocina. Pelias rio, esperando unas cuantas
galletas, o tal vez un pastel mal decorado. Oh, chicas, no debieron.’
‘¡Sorpresa!’ Alcestis le quito la venda.
El rey vio a sus cuatro hijas sentadas frente a una olla de agua hirviendo. Cada una de
ellas estaba sonriendo y sostenía un cuchillo.
‘Um… ¿chicas?’
‘¡Feliz cumpleaños!’ las princesas se lanzaron hacia su padre y lo hicieron pedacitos. Lo
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tiraron a la olla con hierbas y especias y esperaron a que saliera de ahí joven y fuerte. En
lugar de eso, hicieron estofado de Pelias.
Cuando se dieron cuenta de que habían sido engañadas, gimieron y lloraron. Les dijeron
a todos que Medea les había dado la idea. Como a nadie en Yolco le agradaba Medea, se
voltearon hacia ella.
Jasón estaba horrorizado. Trato de distanciarse de su esposa. Juró que no tenía nada
que ver con la planeación del asesinato. Pero era demasiado tarde. Nadie soportaba la
idea de Jasón siendo rey después de lo que su esposa había hecho. Él y Medea fueron
forzados a abandonar la ciudad para evitar ser linchados por una multitud enfadada.
Jasón finalmente comprendió su sueño. Había unido a la ciudad al traer el Vellocino de
Oro. Los había unido en contra de él mismo.
Acasto, el hijo de Pelia, se volvió el rey.
Jasón y Medea fueron refugiados en la ciudad de Corintia, donde el Rey Creón era un
gran fan de las aventuras de los Argonautas. De hecho él creía la inocencia de Jasón con
el escándalo del estofado.
Jasón y Medea tuvieron dos hijos, ambos bellos varones. Medea reconstruyó su
laboratorio secreto y vendió hechizos y pociones a los habitantes. Las personas de
Corintia eran más educados con ella, aunque aún la encontraban atemorizante. Eso
no mejoro cuando el abuelo de Medea, Helios, le dio un carruaje nuevo para su
cumpleaños.
Por qué Helios pensó que sería una buena idea, no lo sé, pero este carruaje mágico venía
con dos dragones completos. Medea volaba sobre la ciudad en el cuándo necesitaba
hacer las compras o llevar a los niños a las prácticas de soccer, y ponía nerviosos a los
Corintios. Nadie la llamaba Madre de Dragones ni nada por el estilo. Sólo no pasó.
Sobre Jasón, se hizo el mejor general del rey Creón. La familia real pensó que era genial,
pero el rey sabía que Jasón estaba triste desde el corazón.
‘Mi amigo,’ dijo Creón. ‘está claro que tu esposa hechicera está causándote aflicción.
No puedes amarla. ¡Te costó el reino que por derecho era tuyo! ¡Ni siquiera es griega!
Necesitas dejarla. Cásate con mi hija Creusa. ¡Te hare mi heredero y serás rey, como
debe ser!’
Las primeras veces que el rey lo ofreció, Jasón dijo no. Le había hecho una promesa a
Medea, después de todo. Pero conforme los meses pasaban, su fuerza de voluntad se
derrumbó. Comenzó a hallar razones para justificar lo que quería. Es gracioso como las
personas pueden hacer eso.
Oh, será mejor para Medea, también, pensó. Puedo darle una buena pensión alimenticia
y ayuda para los niños, después de todo. Puede casarse con alguien más compatible - un
brujo, o un asesino, o algo.
Finalmente firmo un contrato con el rey Creón. La fecha de la boda fue asignada. Jasón
se convenció de que Medea estaría feliz y relajada. Llego a casa con una sonrisa en el
rostro y le conto todo. Le dio un sermón sobre por qué, realmente, esto era bueno para
ambos.
‘Ya veo.’ La voz de Medea era como una capa de hielo. ‘¿Y no cambiaras tu opinión por
nada?’
‘No, me temo que no. Pero hey, tú y los chicos serán bien cuidados. ¡Espero que vengan
a la boda!’
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EPILOGO
MARIE FERNÁNDEZ
TRADUCTORA
CAMILA RETAMAL
TRADUCTORA
SÍSIFO YUSS
TRADUCTOR
GLORIA CAMACHO
TRADUCTORA
GABRIELA VALENZUELA
TRADUCTORA
291
TAMARA SALINAS
TRADUCTOR
JAVIER IGNACIO
TRADUCTOR
CARLA RUIZ
CORRECTORA
PAOLA LEON
CORRECTORA
CRISTOBAL VALLEJOS
EDITOR
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