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A los cansado/as que apenas esperamos

(Toño Mtnez)

“La Navidad turba, conmueve y a veces tritura hasta el tuétano a las personas. No sólo porque
es un mojón temporal en el que todo el mundo recuerda inevitablemente a sus muertos con
nostalgia, sino, sobre todo, porque hay que lidiar con los vivos, y con sus expectativas siempre
en conflicto con las nuestras. Estallan nuestros anhelos de dicha en Navidad, y la realidad
nunca está a la altura de nuestros deseos.” (Rosa Montero)

La Navidad y su Adviento previo están cerca. Ilusiones y contradicciones confluirán de


nuevo en un tiempo lleno de significados pero cada vez más desprovisto,
interesadamente, de su contenido originario.

A los cansados que apenas esperamos nos cuesta sobrellevar la Navidad. ¿Qué
Navidad? Esa especie de felicidad empaquetada para abrir artificialmente durante
estas fechas. Ese atiborrarse de cosas para intentar colmar las carencias interiores tan
escurridizas.

Parece que las cargas pesan más aunque sean las mismas y las tristezas alcanzan su
mejor altavoz en el frenesí disimulado que hemos ido tejiendo como excusa pero que
termina siendo, al final, una encerrona.

El ruido intenta distraer nuestros conflictos pero no lo consigue. Suena la música y


como contrapunto nuestro clamor es reclamo y desahogo. Echamos de menos “un gran
silencio”, esa esencia humilde que nos coloca frente a frente con verdad pero sin
echarnos nada en cara:

“Hay después del poema un gran silencio

pero no de final, de algo que acaba,

sino un silencio vivo, como de bosque o templo.”

La navidad la hemos despistado con historias de jolgorio y satisfacción en un


universo ideal. Pero la humana realidad de Dios hecho hombre es otra: la
incertidumbre de unos padres abocados a dar a luz en un lugar prácticamente
inhumano; la desnudez y las carencias de su nacimiento, (quizás la alegría no está en
que todo nos vaya de fábula sino en el sentido que vamos dando a las propias
dificultades y frustraciones que encontramos. Lo bucólico se nos rompe en mil pedazos
ante la debilidad más endeble y concreta.

Desde octubre la parafernalia navideña inunda las calles. Recientemente una noticia
informaba que el dictador Nicolás Madura adelantaba la navidad en su país al 1 de
noviembre. Estrategias y planes interesados que por más que intenten hacernos olvidar
el sentido de la Encarnación no pueden engañar las voces interiores que nos advierten
de semejante deriva: más allá de todo artificio deprimente de la navidad, la esperanza
oscura, su adviento conflictivo nos sigue zarandeando a pesar de las encrucijadas
encerrona, casi insoportables, que nos cuestionan e incitan a tirarlo todo por la borda.

1
Si en esta Navidad tienes la impresión de que no puedes más, no te aflijas por sentir
esa dentellada perturbadora. Solo cabe acudir al portal en medio de la lucha e
incredulidad creciente sin ocultar nuestro apesadumbrado rostro. Jesús toma y besa tu
carne, mi carne. Desde nuestro ser más herido escuchemos a Dios en los vacíos más
propios: “Yo nazco en tu corazón triste. Y estaré triste contigo, hasta que juntos
salgamos de toda tristeza, hasta que juntos consolemos todas las lágrimas. No temas.
Nunca os dejaré.”

Si sigues con la impresión de llegar tarde o no llegar. Casi secos nuestros pozos. Grita
que grita o aguantando en estoico silencio. Oye el auténtico contenido de la
Encarnación y siéntete cómplice. No somos noticia pero Él se hizo carne de nuestra
carne.

¡OH JESÚS, RENUEVO DE ESPERANZA!

¡Oh sabiduría, nacida entre pajas!,

conocedora de los anhelos más íntimos,

secretos, latiendo con corazón solidario,

sabiduría humilde, paciente, cansada de las armas.

¡Oh, Adonai!, legislador sin imponer

cargas y dogmas imposibles que nos doblan

rompiendo la ilusión de ser humanos.

Líbranos de consumirnos en malas intenciones.

Danos un ardor que no quema,

al contrario, alivia y se desvela en cuidados,

en fragilidad que desconcierta.

¡Oh, renuevo de esperanza!, signo invisible

para los soberbios, palabra conmovedora y real

en los ojos sedientos de certezas.

¡Ven a rescatarnos! Tarda o aparece sensible

en los anhelos de siempre, en las luchas cotidianas.

En esperas y permanencias tarda lo que tengas que tardar.

2
¡Oh llave, presencia, casa constantemente abierta!

Nuestros portazos y entradas son bruscos o inoportunos,

tantas veces que suceden en segundos.

Con furia o duda, al entrar mirarte siempre me consuela.

¡Oh amanecer!, empuje de justicia

surgiendo desde lo más bajo y olvidado,

animando al despuntar cada intento cotidiano,

consolando en el atardecer de infortunios y espejismos de claridad.

¡Oh gobierno deseado de los pueblos!

Democracia real y participativa necesitada de todos,

donde lo uno se compone de muchos pocos.

Toca a los hombres y mujeres formados de barros diversos:

Colores, texturas, olores, rutinas, culturas, religiones,

realidades únicas, todas ellas necesarias y ninguna incompatible.

¡Oh Enmanuel! ¡Qué cercana y carnal admiración!

Necesitamos sentirnos acompañados

por ti: sabiduría, llave, luz, gobierno deseado

por los pueblos, esperanza constante de liberación.

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