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Creo en una sola iglesia…

El gran cisma de oriente.


1.- Introducción
En el año 1054 el papa León IX y el patriarca de Constantinopla Miguel I se
excomulgan mutuamente. En ese momento nace la iglesia ortodoxa, separándose
de la iglesia católica romana y reconociéndose como única, al igual que su símil
en Roma.

El objetivo de este trabajo es investigar las razones de este cisma y


demostrar que la separación de ambas iglesias se dio más por motivos políticos
que religiosos.

2.- Génesis del problema


Después de que el concilio de Calcedonia en el 451confirmara el
monofisismo como una herejía, y la sede de Alejandría se separara de la
cristiandad establecida, el patriarca de Constantinopla vio la oportunidad de
obtener los privilegios que por derecho le correspondían. Al ser Constantinopla la
nueva Roma, el patriarca queda en el mismo nivel que el papa (cosa que quedó
ratificada en el canon 28 del concilio). El papa no quedó conforme con perder la
preeminencia y en el 607 logró convencer al emperador Focas de que le retirara el
título de “ecuménico” al patriarca de Constantinopla. Y además este emperador
reconoció a la iglesia de Roma como cabeza de todas las iglesias.

Por otro lado, el emperador Justiniano había aplicado la antigua ideología


romana al plano cristiano, y así concibió su misión ya no como llevar la civilización
a los pueblos conquistados, sino para extender la cristiandad a todo el mundo.
Pero también se atribuyó la facultad, como jefe supremo del imperio, de influir y
decidir el rumbo de la iglesia cristiana.
3.- Desarrollo del conflicto
Hacía el siglo VIII la antigua disputa cristológica vuelve a resurgir, esta vez
de manos del emperador León III apodado “el Isauro”. Este hombre nació, fue
criado y vivió la mayor parte de su vida en las fronteras del imperio bizantino, por
lo que tuvo contacto con muchas de las ideas islamistas y judías. La más
importante de ellas, era el rechazo a los ídolos, que ellos consideraban idolatría.
Por otro lado el culto a las imágenes estaba muy extendido en el imperio y las
imágenes habían llegado a ser adoradas. León III vio esto como un pecado y
determinó la destrucción de todas las imágenes.

La defensa de los iconodulos corrió a cargo de Juan Damasceno, el cual en


sus “Discursos contra quienes calumnian las imágenes santas” pone de manifiesto
que las imágenes son una ayuda para que el creyente tenga presente al objeto de
su fe. También afirma que la iconoclastia es una especie de nestorianismo, pues
al negar que se pueda abarcar la esencia divina los cuerpos físicos, están
negando la encarnación de Dios. Las disputas continuaron en el gobierno de
Constantino V, el cual también inicia las persecuciones contra los monjes, que son
acérrimos defensores de los iconos.

Por otro lado, los iconoclastas buscaron el apoyo del papa, el cual se negó
terminantemente a reconocer las ideas iconoclastas. Como consecuencia,
Constantinopla le retiró el apoyo al papa en su lucha contra los lombardos, por lo
que Esteban II tuvo que buscar la ayuda con el rey de los francos Pipino “el
breve”, el cual le da todo su apoyo. Con la subida al trono de Irene de Atenas, se
cierra el conflicto iconoclasta, ya que ella convoca el séptimo concilio ecuménico
de Nicea, el segundo realizado en esta ciudad, donde se legaliza la iconodulia.

Pero cuando el hijo de Pipino, Carlomagno asume el poder del reino franco,
el papa León III ve la oportunidad de separase de la autoridad imperial que desde
tiempos de Justiniano había tenido que obedecer. Y al coronar a Carlomagno
como emperador de occidente, el papado romano adquiere plena autonomía.
Desde ese momento ambas iglesias expanden sus zonas de influencia
evangelizando a los pueblos invasores. El conflicto por la evangelización de los
búlgaros da pie a una batalla abierta entre el patriarca de Constantinopla Focio y
el papa Nicolás I. La iglesia romana lucha por hacer valer la supremacía que había
obtenido siglos antes, mientras que la iglesia ortodoxa lucha ahora por deslindarse
de la autoridad papal. Y el argumento que esgrime Focio es que la iglesia
occidental utiliza el filioque en el credo, negando la versión nicena, por lo cual
estarían cometiendo una herejía. El emperador externó su apoyo a Focio y el
cisma era casi inminente. Pero el proceso se detuvo cuando el emperador Miguel
III fue asesinado por Basilio.

Pero el daño ya estaba hecho, y en el 1056 Miguel Cerulario solo tuvo que
dar el golpe final al cuestionar de nuevo los ritos de la iglesia romana para que el
papa León IX enviara una embajada con una bula de excomunión. Pocos días
después Cerulario respondería emitiendo una excomunión contra el papa. Este
hecho, que en el momento no fue tomado con demasiada importancia, con el
tiempo fue tomado como el punto definitivo de rompimiento entre dos iglesias que
aunque profesaban la misma religión, estaban supeditadas a ordenes políticos y
culturales totalmente diferentes.

Bibliografía
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