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En la década del 80 se comenzó a discutir la unidad política, los territorios y los centros de poder.
La solución del mismo se dará por medio de la fuerza, siguiendo una ley interna que presidió los
cambios políticos más significativos en la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX. Los hechos
de sangre escondían un enfrentamiento entre dos regiones que reivindicaban intereses
contrapuestos: Buenos Aires (ciudad-puerto abierta al exterior, asiento histórico del virreinato) y
el interior (con terrenos mucho más extensos, con sistemas de poder embrionarios constituidos
sobre la autoridad de los caudillos).
La constitución de una unidad política El último conflicto que surgió entre BA y el interior fue,
justamente, su empate inestable: no se lograba hacer efectivo el monopolio de la violencia. El
autor define a la “unidad política” como el monopolio de la violencia por el cual se establece un
centro de poder que reclama a la totalidad de la población afincada en ese territorio, obediencia.
A través de la coacción o del acuerdo, se forma un poder político cuando un determinado sector
de poder, de los múltiples que actúan en un hipotético espacio territorial, adquiere control
imperativo sobre el resto y lo reduce a ser parte de una unidad más amplia. (Dice que algunos
autores distinguen estos dos modos de llegar a la unidad política, pero Botana dice que analizando
la historia se da cuenta que ambos procesos, en distintos grados, se van enlazando). Ejemplo:
primero Urquiza (Confederación) derrota a Rosas (BA) en la Batalla de Caseros, es decir, que en el
terreno coercitivo tenía ventaja. Luego buscó consenso a través de un pacto firmado entre
gobernadores (el de San Nicolás). Sin embargo, BA rechazó el Pacto y volvieron los conflictos
bélicos, hasta que la Batalla de Pavón consagró a Buenos Aires, a través de la coerción, como
victoriosa.
Los presidentes posteriores a Pavón desempeñaron su papel desde una provincia hegemónica en
la que se tomaban decisiones con carácter nacional. Si bien el presidente era elegido
constitucionalmente, carecía de poder político por la coexistencia obligada con el gobernador de
Buenos Aires en la ciudad-capital de la provincia más poderosa. Hasta la elección de Roca como
Presidente, hubo tres problemas básicos de cuya solución efectiva dependía la persistencia de la
unidad política en ciernes:
•Unidad territorial: entendida como el ámbito espacial sobre el que debería ejercerse el
•Pueblos dispersos: ¿estaban dispuestos a integrar una comunidad más amplia? Porque se
necesitaba una unidad nacional→ mecanismos de comunicación para la creación de vínculos
de solidaridad
•Necesidad de organizar un régimen político, mediante el cual se eligiera a los gobernantes
La crisis del 80
•Se federalizó la ciudad de BA que desde diciembre de 1880 quedó sometida a la jurisdicción
exclusiva del gobierno nacional
•Se prohibió a las provincias la formación de cuerpos militares bajo cualquier denominación que
fuera.
Roca, presidente electo, forjó su discurso a través del lema “Paz y Administración”. La construcción
del régimen emprendida por los hombres del 80 y la fórmula política que la sustentó, contiene en
sus cimientos las respuestas precarias formuladas al drama de la desintegración territorial y de la
guerra interna