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PROCESOS TERRITORIALES Y TRANSFORMACIONES

RECIENTES DEL SISTEMA URBANO VALENCIANO

Julia Salom Carrasco


Departamento de Geografía – Universidad de Valencia
Julia.Salom@uv.es

Recibido: 20 de mayo de 2010. Devuelto para revisión: 13 de septiembre de 2010. Aceptado: 16 de


diciembre de 2010.

Procesos territoriales y transformaciones recientes del sistema urbano


valenciano (Resumen)

Desde principios de los años 1990 hasta hoy el territorio valenciano ha


experimentado importantes cambios que han afectado a los distintos
elementos que conforman su sistema urbano: El aumento de la movilidad
residencia-trabajo, nuevas tendencias de crecimiento demográfico, un
importante crecimiento urbanístico y el desarrollo de políticas públicas que
han mejorado la accesibilidad general del territorio y la dotación funcional de
los centros urbanos. El objetivo de este artículo es presentar las
transformaciones que ha experimentado el sistema de ciudades valenciano
desde principios de los años 1990, cuando se elaboró el último estudio en
profundidad sobre este tema dentro del nonato Plan de Desarrollo Urbanístico,
hasta hoy. Este análisis se ha realizado por encargo de la Conselleria de Medio
Ambiente, Territorio y Urbanismo en el marco de la elaboración de la
Estrategia Territorial Valenciana.

Palabras clave: sistema urbano, Estrategia Territorial Valenciana, procesos


urbanos, Comunidad Valenciana.

Territorial Processes and Recent Changes in the Valencian Urban System


(Abstract)

From the early 90's the Valencian territory has undergone dramatic changes,
affecting the different elements which conform its urban system:  The increase
of commuting, new tendencies in demography growing, a significant urban
growth and a development of public policies which have improved the
territory's general accesibility and the functional size of urban centres. The
goal of this paper is to show the development undergone by the Valencian
cities system from the early 90's, when the last in-depth study about this
subject saw the light out of the unborn Plan of Urban Development. This
analysis has been made under request of the regional government
of Valencia in the frame of the Valencian Territorial Estrategy draft
Key words: urban system, Valencian Territorial Estrategy, urban processes,
Valencia región.

Desde principios de los años 1990 se han producido en España importantes


transformaciones territoriales que han afectado especialmente al ámbito
urbano, siendo el área mediterránea una de las más afectadas. Su
trascendencia ha llevado a hablar de un cambio de ciclo en las dinámicas
urbanas, particularmente visible en las principales áreas metropolitanas [1].

En el período de transición del siglo XX al XXI, marcado por la reanimación


económica, las ciudades y metrópolis españolas han experimentado
considerables alteraciones en sus dinámicas espaciales con respecto a etapas
anteriores: Por un lado, las ciudades centrales de las áreas metropolitanas han
experimentado una revitalización que ha invertido su decadencia demográfica
y recuperado su protagonismo económico; por otro, se ha acentuado la
dispersión urbana sobre el territorio, extendiéndose nuevos modelos de
organización física de las áreas residenciales que han llevado a hablar de
“ciudad difusa”. Las tendencias de descentralización han afectado también a
la actividad económica, que se ha desplazado hacia espacios periféricos en un
proceso en ocasiones fomentado por políticas locales y regionales de apoyo a
la relocalización de actividades. En el caso mediterráneo, la urbanización
turística ha dado lugar también a una forma particular de urbanización difusa,
concretada en una conurbación litoral constituida por una serie de espacios
urbanizados fragmentarios, carentes de una verdadera articulación urbana.
Estos procesos han tenido lugar en un marco normativo caracterizado por la
fragmentación del mapa institucional, la insuficiencia de los instrumentos de
planificación y coordinación supramunicipales, y la tendencia hacia la
desregulación del urbanismo y a una mayor intervención de los agentes
privados; un marco normativo que ha sido incapaz, en consecuencia, de
controlar y encauzar los procesos espontáneos y moderar su impacto sobre la
sostenibilidad[2].

Estos profundos cambios han afectado sin duda a la reorganización de la red


urbana española y a su capacidad para vertebrar y movilizar el territorio. En
este sentido, se ha llegado a decir que el modelo tradicional de jerarquía
urbana ha reducido su valor interpretativo, porque se han modificado los
supuestos en los que se basaban las relaciones de dominio y dependencia de
los centros urbanos, dando paso a sistemas de relaciones entre ciudades más
horizontales y más flexibles, derivados de la formación de un espacio de redes
en donde cobran mucha más importancia las relaciones horizontales y la
externalidad de la red. En este sentido, Precedo [3], siguiendo a Dematteis,
afirma que en el ámbito de los territorios locales se ha pasado de la
organización jerárquica a la organización en redes difusas, existiendo en este
momento dos tipos de redes locales: las redes de ciudades individuales, unidas
por flujos pero espacialmente separadas, con un funcionamiento abierto y
desvinculadas del territorio circundante, y las redes regionales de ciudades
(Redes Urbanas Territoriales), cuya característica diferenciadora es la
integración territorial de todos los elementos que componen el sistema
regional en una red urbana integrada y difusa, nexo de unión entre las redes
espaciales actuales y las redes regionales clásicas, pero en las que la posición
y la especialización de cada ciudad está más en relación con su potencial de
inserción que con sus relaciones de tamaño y función.

Teniendo en cuenta este marco, el objetivo de esta comunicación es analizar


cómo estos cambios han afectado al sistema de ciudades de la Comunidad
Valenciana, una de las regiones españolas que ha experimentado la expansión
urbanística de los últimos años con una mayor intensidad.

A finales de los años 1990, el territorio valenciano, como consecuencia de un


proceso histórico que había llevado a la superposición en el mismo espacio de
diferentes modelos de crecimiento urbano y de sucesivas oleadas de expansión
económica, se caracterizaba por elevadas tasas de urbanización, la abundancia
de ciudades pequeñas y medianas, y un cierto equilibrio territorial en la
localización de los centros. Aunque la presencia simultánea de grandes
aglomeraciones (particularmente del Área Metropolitana de Valencia) y de
ciudades medianas constituía un rango positivo cara al desarrollo regional, el
sistema urbano valenciano presentaba no obstante algunos problemas [4]:

 Por un lado, la articulación territorial de la región y la difusión de las


innovaciones se veía obstaculizada por un déficit relativo de las
ciudades medianas de mayor tamaño (entre 50000 y 100000
habitantes), aquéllas que podían ejercer una funcionalidad intermedia
entre la capital regional y los centros comarcales.
 Por otro, las ciudades, sobre todo las medianas, mostraban una
distribución geográfica muy irregular, fuertemente condicionada por los
principales ejes de comunicación, la litoralización del poblamiento, las
diferencias entre la montaña y la llanura, y los procesos de
suburbanización en torno al Área Metropolitana de Valencia.
 En tercer lugar, los centros urbanos principales mostraban una
insuficiente capacidad de articulación territorial, derivada tanto de
problemas de accesibilidad como de la debilidad de sus funciones
urbanas superiores.

En la década de 1990, la Conselleria de Obras Públicas y Urbanismo elaboró,


en el marco del “Plan de Desarrollo Urbanístico” (PDU)[5], un estudio del
sistema territorial regional, principalmente del sistema de centros urbanos y
rurales, publicado bajo el título de "Estrategias de Vertebración Territorial".
En él se presentaba una delimitación del territorio basada en criterios
funcionales y se proponían unos "centros de articulación territorial" y unos
"ámbitos territoriales para la prestación de servicios" con seis niveles (ámbito
regional, ámbito subregional, ámbito provincial, demarcación territorial,
distrito territorial, y área funcional del territorio), que deberían constituir la
base de la política territorial regional.

El cambio político en el gobierno regional que tuvo lugar en 1995 hizo que el
Plan de Desarrollo Urbanístico nunca llegara a aplicarse, y la política
territorial quedó prácticamente paralizada [6] hasta la aprobación en el año
2004 de la “Ley de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje”. Dicha
Ley establecía, junto con otros instrumentos (Planes de Acción Territorial
Integrados y Sectoriales, Sistema de Información Territorial, e Instituto de
Estudios Territoriales y del Paisaje), algunos de los cuales ya habían sido
planteados en la anterior Ley de Ordenación del Territorio de  1989,
la elaboración de una Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana que
debía constituir el documento marco de la ordenación del territorio en la
región. Tras cinco años en que se han elaborado varios planes subregionales y
sectoriales que no han pasado de la fase de exposición pública en ausencia de
un marco de ordenación territorial de ámbito regional [7], la Generalitat
Valenciana ha decidido finalmente impulsar la elaboración de la mencionada
“Estrategia”, con la publicación en 2009 y 2010 de algunos documentos
previos: “Objetivos y criterios (25 objetivos, 100 metas)”, “Plan de
participación pública de los objetivos y criterios”,  e “Informe de
sostenibilidad”. Actualmente, una vez concluido el periodo de participación
pública, se encuentra en proceso de revisión, estando previsto que, cuando
éste se dé por terminado se desarrolle una tercera fase de elaboración de la
“Estrategia” propiamente dicha, que incluirá una síntesis del modelo
territorial, las líneas de acción, iniciativas y orientaciones, las directrices de
ordenación territorial y una memoria ambiental [8].

Es en el marco de la elaboración de estos documentos previos en donde se


incluye el estudio de actualización de las características del sistema urbano
valenciano cuyas conclusiones se presentan aquí [9]. Teniendo en cuenta el
periodo trascurrido desde la elaboración del “Plan de Desarrollo Urbanístico”
y la intensidad de los procesos que han afectado al territorio valenciano
durante este tiempo, este análisis presenta el interés no sólo de conocer
las transformaciones que ha experimentado el sistema urbano de la región
desde principios de los años 1990, sino también de plantear las
implicaciones que tienen en la metodología de análisis aplicable al estudio de
los sistemas urbanos. En este artículo presentamos principalmente los
resultados referidos a la delimitación y jerarquización de las ciudades
valencianas, dejando para otro lugar una exposición detallada de la
articulación y zonificación actual del territorio. No obstante, se incluyen
también algunas reflexiones sobre las repercusiones de los cambios
jerárquicos en términos de la vertebración territorial regional.
En las páginas siguientes presentamos en primer lugar una revisión de los
procesos territoriales que han afectado a la Comunidad Valenciana en los
últimos años y de cómo han afectado a la definición de su sistema urbano,
para pasar posteriormente a caracterizar el sistema urbano actual en
comparación con el existente en los años 1990. Finalmente, presentaremos
algunas conclusiones sobre la problemática territorial actual de la región y las
políticas que, desde nuestro punto de vista, consideramos más adecuadas.

Los procesos de cambio y su impacto en el sistema urbano

A partir del último decenio del siglo XX, momento en que se realiza el estudio
en profundidad sobre el sistema urbano valenciano que nos sirve de
referencia, el territorio valenciano ha experimentado importantes procesos de
transformación, algunos de ellos resultado de la intensificación de tendencias
iniciadas anteriormente, y otros de carácter novedoso. A efectos de nuestro
análisis, diferenciaremos entre los procesos que afectan a la delimitación del
objeto de estudio -la ciudad o núcleo urbano-, los que afectan a la
categorización en escalones funcionales de los núcleos delimitados, y los que
afectan a su proyección territorial.

Procesos que afectan a la delimitación de centros urbanos

El primer paso para el estudio de un sistema de ciudades es la definición y


delimitación del objeto de análisis, es decir, de la ciudad. Existen distintos
criterios[10] que es posible aplicar a la hora de delimitar las áreas urbanas; la
mayor parte de ellos comparten el presupuesto de superar los límites
administrativos municipales. El PDU partía de una definición de nodo urbano
basada en el término municipal como unidad territorial de base salvo en el
caso de lo que denominaba “Área Urbana Integrada” (AUI), definida
básicamente a partir de variables de naturaleza urbanística (continuo
urbanizado y sistemas estructurantes), aunque también, de forma secundaria,
de la especialización productiva y las pautas de centralidad [11]. Desde la fecha
de referencia de este análisis, han actuado en la región dos intensos procesos
territoriales que tienen importantes consecuencias para una delimitación de los
núcleos urbanos basada en este planteamiento:

Un intenso proceso de crecimiento urbanístico

Distintos estudios realizados indican que, desde la fecha de referencia, la


Comunidad Valenciana ha experimentado un fuerte crecimiento del suelo
urbanizado, favorecido por la coyuntura económica, la dinámica turística y la
normativa urbanística[12]. Uno de los rasgos característicos de esta etapa de
crecimiento reciente es el gran peso que tienen los modelos morfológicos de
baja densidad frente al anterior predominio de los modelos de ciudad
compacta. Una parte mayoritaria de este crecimiento se ha producido en las
periferias urbanas y en los espacios interurbanos, generando la extensión
física de las ciudades y dando lugar a la formación de continuos urbanos más
extensos y laxos. De acuerdo con los datos del proyecto Corine Landcover,
entre 1987 y 2000 el incremento del suelo sellado, urbanizado o artificial en la
Comunidad Valenciana fue del 52’1%, por encima tanto de la media nacional
como europea. De este incremento, el 41’4% correspondía al crecimiento de
zonas urbanas, mientras que el 20’7% era de zonas industriales, comerciales y
de transportes. Este intenso proceso de transformación se producía además
con un marcado predominio de los modelos dispersos y de baja densidad,
como demuestra el hecho de que, mientras que el tejido urbano compacto
crecía en este periodo sólo un 8,5%, las urbanizaciones exentas o ajardinadas
lo hicieron en un 48% y las estructuras urbanas laxas un 103,5 [13].

Los datos procedentes de la fotointerpretación de las imágenes de satélite


elaborados y publicados en el marco del proyecto Corine indican que en este
periodo el crecimiento urbanístico ha sido especialmente fuerte en las áreas
próximas a las principales áreas urbano-metropolitanas [14], a lo largo de los
principales ejes de comunicación y en los espacios litorales [15]; pero también
apuntan al carácter discontinuo de algunos de estos crecimientos, ubicados en
zonas relativamente alejadas de las áreas urbanas, no sólo a lo largo del litoral,
sino también en áreas interiores. Estas pautas, como apuntan los datos
provisionales de la cartografía de usos del suelo de Corine 2006, se han
mantenido en los años posteriores, y, tal y como muestran los planes
urbanísticos municipales en tramitación desde 2005, va a condicionar el
crecimiento futuro. Aunque estos planes no llegaran a desarrollarse debido a
la crisis inmobiliaria, el modelo urbanístico que propugnan, de carácter 
desordenado e inconexo, y con frecuencia subordinado a las propuestas de
empresas concretas, tendrá a buen seguro importantes consecuencias
territoriales[16].

Un importante aumento de la movilidad residencia-trabajo que conduce a un


nuevo concepto de ciudad

Pero quizás el proceso más relevante a efectos de la definición de las áreas


urbanas integradas es el aumento de la movilidad de la población, que ha
supuesto un importante cambio de escala en la delimitación de la ciudad. El
aumento de la movilidad está estrechamente relacionado con otras
transformaciones territoriales valencianas, algunas de ellas iniciadas ya en
etapas anteriores, pero que se profundizan e intensifican en el último decenio
del siglo XX: redistribución geográfica de la población que ha conducido a
una pauta de crecimiento más descentralizada (recuperación demográfica de
parte del interior agrícola no industrializado, intensificación y difusión
territorial de los procesos de suburbanización), desconcentración geográfica
de los empleos en los entornos metropolitanos, y aumento de la accesibilidad
de las áreas interiores, derivado principalmente de las actuaciones incluidas en
el Primer (1988-1995) y, en menor medida, Segundo Plan de Carreteras
(1995-2002)[17].

A partir de los datos censales[18] es posible constatar la importancia que


alcanza la movilidad cotidiana en la Comunidad Valenciana. En 2001, aunque
aún lejos de las cifras de otras comunidades autónomas como Cataluña y el
País Vasco, el porcentaje de personas que se desplazan a otro municipio por
razones de trabajo es ya del 38% de la población ocupada, por encima de la
media estatal y de la mayor parte de las otras comunidades [19]. Esta tasa tan
elevada está relacionada con el alto grado de urbanización de la región. En la
Comunidad Valenciana la movilidad residencia-trabajo intermunicipal es un
fenómeno, aunque no exclusivamente metropolitano, sí mayoritariamente
urbano.

Las nuevas formas de movilidad territorial de las familias, generalizadas en


los años desde los años 1980 y 1990, amplían el marco territorial de la vida
urbana al ámbito de los desplazamientos pendulares diarios, afectando al
concepto mismo de "área urbana", y generando conceptos más complejos
como el de “ciudad real” (ámbito de relaciones cotidianas de la población) o
“ciudad difusa”. Esto no excluye, desde luego, la existencia de una intensa
movilidad vinculada a puntos de concentración de oferta de empleos turísticos
en el litoral e industriales en las zonas interiores de manufactura tradicional.
De acuerdo con los datos de 2001, entre los municipios que constituían los
principales destinos de los flujos intermunicipales nos encontramos, por este
orden, con las áreas urbanas de Valencia, Castellón, Alicante, y Gandia; pero
también con núcleos industriales como Onda, Alcoy, Paterna, Elda, Petrer,
Vila-real, y Elche, y centros de actividad turística como Benidorm, Dénia y
Torrevieja.

El aumento de la movilidad diaria conduce a la consolidación de un modelo


de ciudad más difusa, con una estructura menos polarizada y más reticular,
que nos lleva a considerar una nueva definición de partida para la ciudad,
basada más en datos de movilidad que en la continuidad del espacio edificado.
Esto nos hace preguntarnos por la validez de modelos urbanos basados en
criterios morfológicos, y la utilidad de conceptos alternativos como las áreas
de cohesión, mercados locales de trabajo o áreas urbanas definidas a través de
otros métodos mixtos de delimitación[20].

Procesos que afectan a la jerarquización de los centros


Existen dos tipos de procesos que afectan a la jerarquía urbana: Por un lado,
los que afectan al crecimiento demográfico y económico de las ciudades,  uno
de los elementos determinantes de su potencial organizador en el territorio;
por otro, los que afectan al equipamiento funcional de los centros, y entre
ellos el impacto de las políticas públicas de dotación de equipamientos
básicos.

Crecimiento demográfico diferencial de los núcleos:

A partir de los años 1980, pero con especial intensidad en los siguientes
decenios, la Comunidad Valenciana ha experimentado una transformación en
sus pautas de crecimiento demográfico que podemos describir de forma
resumida como una tendencia de crecimiento más descentralizada. Esta pauta,
que en último término debe atribuirse como factor determinante a la
movilidad geográfica de la población, se compone de tres elementos:
suburbanización a gran escala, contraurbanización, y formación de nuevas
áreas emergentes[21].

El primero de estos fenómenos supone que en las áreas urbanas el crecimiento


más alto se desplaza primero de la ciudad a su corona suburbana más
inmediata y luego a una segunda corona más exterior, a la vez que empieza
incluso a perder población la ciudad central. Supone también la difusión de la
urbanización, al integrarse en las principales áreas urbanas muchos pequeños
municipios que se ven afectados por la intensificación de los procesos de
suburbanización. Este proceso ha afectado no sólo a las capitales provinciales,
sino también a algunos núcleos intermedios como Alcoy, Benidorm, Dénia o
Xàtiva. En el caso del Área Metropolitana de Valencia, el fenómeno va
alcanzando a zonas cada vez más alejadas de la ciudad central. La difusión del
crecimiento, favorecido y guiado por los ejes viarios -carreteras a Madrid
(Hoya de Buñol y Requena-Utiel), a Ademuz (eje Lliria-Chelva) y a Teruel-
alcanza ya a la Hoya de Buñol, e incluso a municipios de la comarca de los
Serranos entre Llíria y Chelva.  Parece previsible que en los próximos años
sea afectada una parte cada vez más extensa de la región, lo que supone una
tendencia reequilibradora que difunde el crecimiento demográfico por el
conjunto del territorio.

En segundo lugar, en el último decenio del siglo XX aparece un fenómeno,


denominado como contraurbanización, que se define como la tendencia a que,
a diferencia de lo que ocurría en etapas anteriores, sean los núcleos
poblacionales más pequeños (entre 5.000 y 30.000 habitantes) los que
registren las mayores tasas de crecimiento y de migración neta, mientras que
las áreas urbanas mayores han reducido sus tasas ostensiblemente. En este
sentido, resulta llamativa la reducción de pérdida demográfica de las áreas
rurales del interior de Castellón y de Valencia, al mismo tiempo que algunas
cabeceras comarcales y los municipios mejor situados respecto a los
principales ejes de comunicación, tienden incluso a aumentar su población.

Finalmente, la pujanza de nuevas áreas económicamente emergentes – la costa


turística, especialmente el litoral alicantino, y el área azulejera castellonense-
ha hecho que las tasas más altas de crecimiento demográfico en la región en
los años 1990 se sitúen en una franja continua que abarca todo el litoral
alicantino desde Dénia a Pilar de la Horadada, alcanzando a los pequeños
núcleos rurales contiguos de las sierras de la Marina. También tienen tasas de
crecimiento altas, o superiores a las de su entorno, los municipios del área de
Castellón de la Plana, debido sobre todo a la gran expansión de la industria
azulejera. En contraste, las comarcas interiores de industrialización endógena
( La Vall d'Albaida, La Costera, l'Alcoià y los valles del Vinalopó), que
tuvieron una notable capacidad de atracción en decenios anteriores, dan
muestras de evidente crisis demográfica; su crecimiento se ha reducido mucho
y queda ya muy por debajo de la media valenciana.

 
Figura 1. Cambios en la jerarquía demográfica de las áreas urbanas entre 1991 y
2006.
El tamaño del círculo representa el número de puestos en el ranking demográfico que gana o pierde cada
área entre las dos fechas consideradas.

 
En conjunto, la pauta espacial de crecimiento demográfico de carácter más
difuso que parece estar adoptando la Comunidad Valenciana, junto con el
surgimiento de nuevas áreas de declive y de expansión demográfica ha tenido
una fuerte incidencia en la jerarquía demográfica de los núcleos urbanos,
como es posible observar en la figura 1. En este mapa se aprecia que, mientras
que los centros urbanos mayores se siguen manteniendo estables en la
jerarquía, en el tramo intermedio y en el nivel de base urbano se están
produciendo cambios importantes debido al ascenso demográfico de los
núcleos de la Marina alicantina y la Vega Baja del Segura, de la segunda
corona metropolitana de Valencia, y del Alto Palancia en la provincia de
Castellón.

Efecto de las políticas de provisión de servicios públicos

La proyección territorial de las ciudades se realiza en buena medida a través


de su dotación de servicios públicos de carácter supramunicipal, servicios que
ofertan a la población de su área de influencia. En este sentido, las políticas
regionales de provisión de servicios públicos (en especial sanidad, educación
y servicios sociales), unidas a cambios legislativos importantes (Ley General
de Sanidad 14/1986, de 25 de Abril; Ley Orgánica General del Sistema
Educativo, de 3 de octubre de 1990) introdujeron desde fines de los años 1980
cambios radicales en la provisión y planificación de los servicios públicos que
se han traducido en una dotación territorialmente más homogénea. La
creación de nuevas universidades y hospitales, así como el desarrollo del
mapa escolar y mapa sanitario exigidos por la LOGSE y la Ley General de
Sanidad, han tenido un intenso impacto territorial en el sentido de
homogeneizar el territorio en cuanto a la dotación y acceso a los
equipamientos, ahora localizados en núcleos de inferior jerarquía urbana.

La Ley Orgánica 1/1990, de Ordenación del Sistema Educativo, supuso la


reestructuración e introdujo innovaciones importantes al sistema establecido
por la Ley General de Educación de 1970. Los cambios más destacables a
efectos de la planificación de los equipamientos son la ampliación del tramo
de la educación obligatoria hasta los 16 años, y la adscripción de esta
Enseñanza Secundaria Obligatoria a los centros de Enseñanza Secundaria.
Esto exigió la adaptación del sistema de centros a las nuevas condiciones, y,
en la mayor parte de los casos, la creación o ampliación de los centros
existentes. El nuevo mapa escolar significó, pese a los retrasos en su
implantación, una reducción de los desequilibrios territoriales, ya que los
nuevos equipamientos se ubicaban en las áreas hasta el momento más
deficitarias[22]. Paralelamente, la creación de  nuevas universidades y
extensiones universitarias ha dotado de funciones especializadas a centros
urbanos anteriormente de nivel comarcal o supracomarcal.
Proceso semejante ocurre en el sistema sanitario. Aquí, los cambios se inician
con el Decreto 137/84 sobre Estructuras Básicas de Salud, en donde, en línea
con las directrices marcadas al respecto por la Organización Mundial de la
Salud, se reconsidera la tradicional organización sanitaria, y se organiza el
sistema en torno a la Atención Primaria y a su marco territorial, la Zona de
Salud. Posteriormente, la Ley 14/86, General de Sanidad, base del proceso de
Reforma Sanitaria, vino a establecer los criterios básicos de aplicación en todo
el territorio, que habían de ser desarrollados por las Comunidades Autónomas.
A partir de la transferencia de funciones a la Comunidad Autónoma (Real
Decreto 1612/87 de 27 de noviembre) y la creación del Servicio Valenciano
de Salud (Ley 8/1987, de 4 de diciembre), la Conselleria de Sanitat comienza
el desarrollo de un nuevo modelo asistencial, establecido en dos niveles
(atención primaria y atención especializada).

Pese, también en este caso, al retraso en el desarrollo del nuevo sistema, la


política de creación de nuevos centros de salud ha tendido a favorecer a los
núcleos pequeños (10.000 habitantes de media, aunque casi la mitad de los
nuevos centros de salud se ubican en municipios de menos de 5.000
habitantes), localizados preferentemente en los espacios hasta el momento
“vacíos” del norte de Castellón, Área Metropolitana de Valencia, y eje litoral
Valencia-Alicante, así como en la comarca del Bajo Segura [23]. Se trata, por
tanto, de una función que ha perdido su carácter urbano y que aparece incluso
en municipios de carácter casi rural. Paralelamente, se crean nuevos hospitales
(Vinarós, Alzira…) y centros de especialidades en núcleos urbanos de cierto
tamaño, lo que contribuyen a equilibrar y completar la dotación de las
ciudades del primer y segundo nivel de la jerarquía urbana.

Procesos que afectan a la delimitación de áreas funcionales

Finalmente, existen dos procesos territoriales que tienen un fuerte impacto en


la ampliación de las áreas de influencia de los centros urbanos: Los cambios
de accesibilidad derivados de las mejoras de las infraestructuras y su
consecuente reducción de las distancias-tiempo, y el aumento de la movilidad
obligada, a la que ya hicimos referencia en páginas anteriores.

Mejoras en la accesibilidad

Desde principios de los años 1990 las áreas interiores de la Comunidad
Valenciana han experimentado un importante aumento de la accesibilidad
gracias principalmente a las actuaciones incluidas en el Primer (1988-1995) y,
en menor medida, Segundo Plan de Carreteras (1995-2002). Las mejoras
realizadas en la red han supuesto una importante reducción de las distancias-
tiempo a las cabeceras funcionales en las áreas intermedias e interiores de las
provincias de Castellón (comarcas de El Alto Palancia y Els Ports y en el área
intermedia al norte de Castellón) y Valencia (Hoya de Buñol, los Serranos,
interior de La Costera). También experimentan notables mejoras los
municipios próximos a Alcoy y el interior de la Marina Baixa [24].

Este proceso tiene efectos evidentes en la ampliación efectiva del área de


influencia potencial de los núcleos y en la reducción de la distancia-tiempo al
lugar de provisión de los servicios supramunicipales, lo que se traduce en una
mayor calidad de vida para la población afectada; pero también puede suponer
un perjuicio para algunos centros intermedios al facilitar los desplazamientos
a un centro de superior categoría funcional y, por tanto, más atractivo.

Ampliación de la movilidad y formación de mercados locales de trabajo


supramunicipales

La mejora de la accesibilidad de las áreas interiores, combinada con la


suburbanización metropolitana y la tendencia a la recuperación demográfica
de los municipios interiores, así como una desconcentración de los empleos
que ha sido de menor entidad que la descentralización residencial, explica la
intensificación de la movilidad diaria de la población a la que ya hemos hecho
referencia. A escala subregional, este fenómeno se plasma en la formación de
Mercados Locales de Trabajo (MLT) supramunicipales de carácter comarcal e
incluso supracomarcal.

La delimitación de estos mercados para la Comunidad Valenciana a partir de


los Censos de  1991 y 2001[25] ha puesto de manifiesto la existencia de un
proceso de articulación territorial regional bajo la forma de sistemas de
mercado locales supramunicipales. Entre las dos fechas censales se ha
reducido significativamente el número de municipios con mercados de trabajo
relativamente autónomos y se han consolidado especialmente los MLT
supramunicipales de carácter urbano y metropolitano. El proceso de
ampliación territorial de los mercados locales de trabajo entre 1991 y 2001 ha
sido especialmente intenso en las provincias de Castellón y Valencia, fruto del
aumento de la movilidad diaria, y causa de importantes modificaciones en la
delimitación de las áreas de influencia de los principales centros urbanos. A la
vista de lo observado en este decenio, es probable que el proceso se haya
seguido intensificando a partir del año 2001 hasta hoy, especialmente en torno
a las Áreas Urbano-Metropolitanas de Valencia y Castellón.

El sistema urbano valenciano actual y sus cambios recientes

Aspectos metodológicos
Para facilitar la comparación entre la situación actual y la de principios de los
años 1990, se ha seguido la metodología fijada por el PDU con algunas
adaptaciones exigidas por la diferencia de las fuentes y/o por  la evolución de
los procesos. La metodología consta de tres pasos:

Delimitación de las áreas urbanas

Siguiendo al PDU,  la metodología utilizada se basa principalmente en


criterios urbanísticos; se consideran áreas urbanas integradas (AUI) las
caracterizadas por la continuidad del espacio urbanizado residencial,
comercial e industrial, considerando continuos aquéllos que distan menos de 1
Km. en el caso de los usos residenciales, y menos de 2 Km. cuando hay
abundancia de espacios intersticiales residenciales, comerciales y/o
industriales. La metodología planteada en el documento
mencionado[26] excluía específicamente los espacios litorales considerados de
segunda residencia. Aunque hoy puede resultar discutible aplicar este criterio
si tenemos en cuenta el aumento generalizado de la movilidad y la rapidez con
que muchas de las áreas de segunda residencia han pasado a convertirse en
residencias permanentes, la dificultad de diferenciar entre ambas y el objetivo
de comparación que aquí nos proponemos, nos ha llevado a mantener la
definición adoptada por el PDU. No obstante, dada la importancia del
fenómeno, en el presente análisis se ha considerado interesante retener la
información correspondiente a la existencia de continuos urbanizados de
carácter turístico o comercial-industrial, ya que, pese a no tener carácter
residencial, constituyen un elemento importante en la configuración de las
áreas urbanas, en especial como espacios generadores de movilidad.

La información de base utilizada es la cartografía de usos del suelo elaborada


a partir del proyecto Corine, correspondiente a las fechas de 1990 y 2000.
Aunque esta fuente carece del detalle de la utilizada en el PDU [27], los
resultados han sido coherentes y consistentes tras ser contrastados con la
cartografía de usos del suelo y de planeamiento elaborada por la Conselleria.
El proceso de delimitación ha sido, no obstante, complejo, ya que el nuevo
modelo de ciudad se caracteriza precisamente por la ausencia de un límite
urbano claro, constatándose la existencia de distintos niveles de “intensidad”
urbana. Posteriormente se realizó una actualización de la delimitación basada
en la información provisional de Corine 2006.

Jerarquización de los centros

Para medir la categoría funcional de los centros se han considerado 46


equipamientos urbanos de carácter supramunicipal, principalmente de carácter
público, agrupados en nueve tipos (educativos, sanitarios, sociales, culturales,
deportivos, ambientales, económicos, de espacios libres y turísticos [28]. Entre
las funciones analizadas, se incluyen tanto algunas ampliamente dispersas
territorialmente, como las turísticas, que están presentes en 385 de los 414
núcleos de poblamiento considerados, hasta las más especializadas, como las
educativas, económicas y culturales, que se localizan en un número reducido
de localidades. En el grupo de las funciones educativas se han excluido los
centros de enseñanza secundaria, que ya no presentan carácter supramunicipal
debido a la importante dinámica de creación de los últimos años y la
consiguiente dispersión de su localización.

Para el cálculo de la jerarquía funcional se ha tenido en cuenta tanto el número


de establecimientos en cada AUI como el número de funciones totales y el
número de tipos de funciones. Estos indicadores están estrechamente
relacionados con la población del núcleo urbano, sea directamente con los
datos absolutos, como es el caso del número de establecimientos, sea a través
de un ajuste logarítmico, como es el caso del tamaño funcional. No obstante,
el número de funciones en relación con la población del núcleo, junto con la
asociación de determinadas funciones a niveles funcionales concretos, han
sido los indicadores que de forma más directa nos han permitido determinar
una jerarquía de cinco niveles de centros urbanos.

Delimitación del área de influencia potencial y real

Una vez definidos los niveles funcionales existentes en la jerarquía urbana


valenciana, y asignado cada núcleo urbano a una categoría determinada, es
preciso evaluar la medida en que estos centros sirven y articulan el territorio.
La capacidad de proyectarse en el territorio de cada núcleo urbano depende no
sólo de su dotación funcional, sino también de su ubicación en relación a otros
centros competidores y de si el sistema de transportes y comunicaciones
permite acceder desde el territorio circundante a los equipamientos y servicios
ubicados en el centro. En función de estas dos variables nos podemos
encontrar dentro de la región áreas bien servidas por uno o incluso varios
centros competidores que proporcionan distintos tipos de servicios
supramunicipales a la población, y áreas excesivamente alejadas de los
centros que proporcionan estos servicios.

Para analizar este aspecto, se ha estimado el área de influencia potencial de los


centros de cada nivel funcional, suponiendo que cada municipio se abastece
de los servicios y equipamientos propios de ese nivel funcional en el centro
urbano más próximo. Para ello se ha utilizado como información básica la
distancia-tiempo por carretera estimada para el año 2000 suponiendo
terminadas todas las mejoras del I y II Plan de Carreteras [29].
Estas áreas potencialmente mejor o peor servidas en relación con cada nivel
funcional se han comparado con las áreas funcionales reales de distintos tipos
de servicios y equipamientos, para ver cómo ese potencial territorial se
concreta efectivamente en la articulación territorial de la región. Las áreas de
influencia reales nos definen la capacidad real de atracción de las ciudades
valencianas, que puede estar determinada por factores específicos como las
características cualitativas de la oferta de cada tipo de servicios y/o
equipamiento en cada ciudad, la existencia de una aglomeración funcional que
potencie los desplazamientos multipropósito, la percepción subjetiva por parte
de la población del atractivo y/o de las dificultades de acceso al núcleo [30], o
la mera adecuación de las áreas de servicio determinadas por la
administración.

Se analizaron tres tipos de áreas de influencia urbanas, estrechamente


relacionadas con el carácter y la frecuencia del desplazamiento, así como con
el nivel funcional urbano con el que se asocian: Áreas derivadas de la
movilidad por motivos de trabajo, de frecuencia diaria; áreas derivadas de la
movilidad por consumo y provisión de servicios de tipo administrativo,
normalmente de carácter semanal, mensual o esporádico; y áreas relacionadas
con los servicios avanzados y con la provisión de información e ideas para la
competitividad y la innovación [31]. Las distorsiones entre área potencial y real
permiten estimar cuáles son los centros funcionales que por distintos motivos
no logran articular eficazmente el territorio que le circunda y que, por tanto,
deben ser reforzados mediante políticas específicas.

Resultados: La delimitación de las Áreas Urbanas Integradas

A principios de los años 1990 el PDU detectó la existencia de siete Áreas


Urbanas Integradas intermunicipales (Alicante, L’Alcúdia-Canals, Elda-
Petrer, Elche-Crevillent, Castellón de la Plana, Gandia y Valencia), que
agrupaban un total de 60 municipios. En el año 2000 existían ya 29 áreas
Integradas de carácter residencial que sumaban 155 municipios. Entre esta
fecha y 2006, de acuerdo con datos provisionales del CORINE, es posible
detectar siete nuevas áreas compuestas por 14 municipios adicionales, lo que
suma ya un total de 36 AUI con 183 municipios (ver figura 2). Aunque
algunas de ellas son de escaso tamaño demográfico o están formadas sólo por
dos o tres municipios[32], aparecen también otras de mayor importancia en
torno a ciudades medias que juegan un importante papel en la articulación
territorial de la región: Sagunto, Xàtiva, Alcoy, Callosa de Segura y
Ontinyent.

Por otra parte, todas las áreas ya existentes a principios de los años 1990
amplían en este periodo su extensión territorial con la incorporación de
nuevos municipios (cuadro 1); destaca en particular el crecimiento del área de
Valencia (que pasa de 43 a 56 municipios), Gandia (de 3 a 15), y Canals-
Xàtiva (de 2 a 10). También han ampliado su extensión territorial las AUI de
Alicante (de 4 a 5 municipios), Castellón (de 3 a 5), Elche (de 2 a 3), y Elda
(de 2 a 3).

Los nuevos continuos urbanizados se concentran en torno a la segunda y


tercera corona metropolitana de Valencia, apuntando a la formación de una
región urbana cada vez más extensa que puede llegar a fusionarse, con el
tiempo, con Castellón por el norte y con Gandia y Xàtiva por el sur. En la
mitad meridional de la región predominan las áreas urbanas de las ciudades
medianas (Ontinyent, Alcoy, Elda-Petrer,  Elche, además de Alicante), a los
que hay que añadir como fenómeno emergente aunque de menor entidad
territorial –ya que se encuentran constituidas normalmente por sólo dos
municipios- la formación de pequeñas conurbaciones en la Vega Baja del
Segura y la Marina[33].

Pero en estos quince años no sólo se ha producido un aumento importante en


el número y extensión de las AUI intermunicipales de carácter residencial,
sino que además las áreas integradas de carácter no residencial (turísticas,
comerciales e industriales[34] han adquirido una gran importancia territorial;
no en vano una parte importante del crecimiento del suelo artificial se ha
producido en este tipo de actividades (ver figura 3). En 2006 existen ya 12
áreas de este tipo, 8 de ellas de carácter industrial y comercial (Algorfa-
Almoradí, Jacarilla-Bigastro Castalla-Onil, Vilafamés,  Xeraco-Xeresa,
Villanueva de Castellón, Llombai-Benifaió, y Sagunto [35] y cuatro de carácter
turístico/litoral (Benidorm, Dénia, San Miguel de Salinas y Vinaròs-
Peníscola).

Salvo en el caso del A.U.I. industrial y comercial de Castalla-Onil, los nuevos


desarrollos industriales y comerciales que dan lugar a conurbaciones se
localizan en la periferia de espacios industriales ya existentes (área de
Castellón, áreas de Valencia y Sagunto, Ribera Alta, Gandia), y muchas de
ellas conforman una segunda corona en torno a las áreas de conurbación
residencial, como vemos en el caso de Castellón, Nules, Valencia, Llombai,
Alzira, Gandia y Callosa de Segura.

Por su parte, las A.U.I litorales de segunda residencia tienen por término
medio una mayor extensión territorial, y adquieren un especial desarrollo en el
frente litoral de la Marina alicantina, que se prolonga hasta la Comunidad
Autónoma de Murcia interrumpiéndose apenas en el municipio de Jávea y en
algunos puntos de la Vega Baja.

En resumen, el proceso de expansión del espacio urbanizado con predominio


de la urbanización difusa (tejido urbano disperso y espacios industriales y
comerciales aislados) da lugar al nacimiento de nuevas A.U.I. de carácter
residencial, a la ampliación de las existentes mediante la incorporación de
nuevos municipios, y a la creación de nuevos espacios conurbados de carácter
industrial y comercial o turístico-litoral. En algunos casos, crecimientos
puntuales del tejido urbano continuo o industrial han dado lugar a cambios en
la caracterización de las áreas, que pasan de tener un carácter industrial-
comercial a convertirse en espacios plenamente urbanos, o han generado la
coalescencia de espacios urbanos ya muy densos mediante la ocupación
industrial o comercial del espacio vacío intermedio. Aunque las A.U.I. de
carácter no residencial son en su mayoría de pequeño tamaño, su localización
periférica respecto al espacio ya urbanizado y su tendencia a colmatar los
espacios intersticiales entre áreas aumentan la relevancia territorial del
proceso.

Figura 2. Áreas Urbanas Integradas de Figura 3. Áreas Urbanas Integradas de


carácter residencial en 2006. carácter industrial y comercial y de
Fuente: elaboración propia en base a Generalitat segunda residencia en 2006.
Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques (1995a), Fuente: Elaboración propia a partir de Corine, 2006.
p. 3 y Corine, 2006.

Por tanto, en el momento actual, junto con la gran aglomeración urbana de


Valencia (56 municipios, 1.600.000 habitantes en 2007), nos encontramos con
varias áreas de gran importancia territorial y demográfica: Alicante (cinco
municipios y 438.000 habitantes), Castellón y Elche (ambas con 280.000
habitantes, la primera formada por cinco municipios y la segunda por tres), 
Gandia (15 municipios y 105.000 habitantes), Elda-Petrer (3 municipios,
101.000 habitantes), Alcoy (4 municipios y 81.000 habitantes) y Sagunto (9
municipios y 79.000 habitantes). Aunque con menor población, destacan por
el número de municipios conurbados las áreas de Xàtiva (10 municipios,
51.000 habitantes) y Ontinyent (5 municipios, 47.000 habitantes). A estos
espacios se unen las 18 áreas conurbadas de otros usos, que suman 73
municipios.

Cuadro 1.
Características y evolución de las A.U.I. de carácter residencial entre
1991 y 2006
Nombre del área Número de municipios Superficie Población
  1991 2000 2006 Km 2
Habs. 2007
Albatera     2 73,6 12663
Alcoy   4 4 213,5 80975
Alicante 4 5 5 355,0 438430
Almoradí     2 43,6 21590
Altea     2 54,3 42561
Callosa de Segura   4 4 50,2 30009
Elche 2 3 3 488,5 279815
Elda-Petrer 2 3 3 302,9 101698
Novelda   3 3 226,4 52268
Polop-La Nucia     2 44,0 19388
Formentera-Rojales   3 3 36,3 24768
Castellón 3 5 5 257,6 280679
Nules   2 2 54,7 16398
Segorbe   2 3 243,2 13232
Palma-Ador     2 27,7 3313
Albalat-Polinyà   3 3 27,1 6737
Alberic   2 2 34,9 11501
Alborache-Macastre     2 64,3 2337
Alcàntera-Beneixida   3 3 13,9 4162
Alzira   2 2 169,3 64733
Almussafes-Benifaió   2 2 31,1 20171
Faura-Benifairó de les Valls     2 5,8 5194
Simat-Benifairó de la Valldigna 2 3 74,5 6537
Carlet   2 2 57,8 17330
Cheste-Chiva   2 2 250,4 20762
Gandia 3 13 15 101,0 105144
Xàtiva 3 10 10 124,9 51246
Llombai   3 3 111,6 6642
l'Ènova-Manuel   2 2 13,6 3581
Montserrat-Montroy   2 2 77,2 7952
Náquera-Serra   2 2 95,9 7652
Ontinyent   5 5 187,2 46974
Sagunto   9 9 230,1 76325
Sueca   3 3 103,7 30927
Valencia 43 52 54 1192,5 1601110
Villanueva de Castellón   2 2 22,5 8634

Esto supone que una parte considerable del territorio valenciano, que acoge
además un elevado porcentaje de su población, se encuentra inmersa en los
nuevos procesos territoriales tendentes a la formación de amplias regiones
urbanas. Este proceso se está dando con especial intensidad en la segunda y
tercera corona metropolitana de Valencia (llegando hasta Sagunto por el norte
y Xàtiva y Gandia por el sur), en las áreas interiores próximas al Área Urbana
de Castellón –Vilafamés, Segorbe, en un futuro muy próximo Cabanes y l
´Alcora-, en la Vega Baja del Segura, y en la Marina. En la mitad meridional
de la región, desde la Vall d’Albaida hasta l’Alacantí, el fenómeno
predominante es todavía la ampliación territorial de las ciudades medianas,
que van incorporando los municipios más próximos por crecimientos
urbanísticos tanto compactos como, cada vez más, discontinuos.

Cuadro 2.
Características y evolución de las A.U.I. de carácter industrial y
comercial y de segunda residencia desde 2000 a 2006
Número de municipios Superficie Población
Nombre del área Uso del suelo característico
2000 2006  Km2 Habs. 2007
Algorfa-Almoradí Industrial y comercial 2 * 43,6 21590
Benidorm Segunda residencia 9 9 276,7 189519
Bigastro-Jacarilla Industrial y comercial 2 2 16,4 8545
Dénia Segunda residencia 2 2 72,2 45782
Castalla-Onil Industrial y comercial   2 164,0 17295
Orihuela Industrial y comercial 8 9 504,7 135541
Torrevieja Segunda residencia 5 5 305,9 121969
Castellón Industrial y comercial 12 12 635,4 355408
Navajas-Geldo Industrial y comercial 2 **    
Segorbe Industrial y comercial   4 243,9 13913
Nules Segunda residencia 3 3 69,1 21949
Vilafamés Industrial y comercial   2 95,1 2800
Vinaròs-Benicarló Segunda residencia 3 3 222,3 59109
Alzira Industrial y comercial 3 3 210,7 92005
Almussafes-Benifaió Industrial y comercial 5  ***    
Llombai-Benifaió Industrial y comercial   5 155,7 31451
Gandia Industrial y comercial 14 16 160,3 132518
Xeraco-Xeresa Industrial y comercial   2 37,2 8012
Sagunto Industrial y comercial   12 239,4 82950
Valencia Industrial y comercial 56 59 1410,9 1662788
Villanueva de Castellón Industrial y comercial   3 24,4 9047
*Pasa a ser considerada A.U.I residencial en 2006. ** Se fusiona con el A.U.I industrial y comercial de Segorbe en 2006. *** Se fusiona con el
A.U.I. industrial y comercial de Llombai-Catadau.

Resultados: Jerarquía de centros y articulación territorial

El actual sistema urbano valenciano está formado por cinco niveles


funcionales de centros con capacidad de articulación territorial (ver figuras 4 y
5). Los niveles 1 (regional), 2 (subregional) y 3 (supracomarcal) detentan en
particular funciones de carácter económico y equipamientos sociales,
culturales y educativos de alto nivel, mientras que los niveles 4 (comarcal) y 5
(subcomarcal) son los que articulan el territorio en relación con las actividades
comerciales, los servicios administrativos, los equipamientos educativos
básicos, y los equipamientos sanitarios y sociales.

Figura 4. Jerarquía funcional de los centros urbanos con capacidad de


articulaciónterritorial.
 

Las principales diferencias entre la situación actual y la que dibujaba, a


principios de los años 1990, el Plan de Desarrollo Urbanístico de la
Comunidad Valenciana, son las siguientes:

 El ascenso funcional y demográfico de las ciudades de Elche y, sobre


todo, de Castellón, que ha ampliado notablemente su potencial
territorial, demográfico y económico, hace que estos dos centros, que
en 1994 se situaban en un nivel 3, asciendan en la jerarquía hasta
situarse en el nivel 2, junto con Alicante y por detrás tan sólo del Área
Metropolitana de Valencia.
 El descenso de Benidorm, que en 1995 se situaba en el nivel 3, al nivel
4. Este cambio, que es el único caso de descenso jerárquico detectado,
se debe a que Benidorm, pese a su notable dinamismo demográfico y
urbanístico, no ha alcanzado un nivel equiparable de dotación en cuanto
a equipamientos y servicios públicos, lo que no le ha permitido
consolidar su papel de potencial polo articulador del territorio en el área
de la Marina alicantina.
 Desde el punto de vista demográfico, la discontinuidad que existía en
1994 entre los niveles 1 y 2, por una parte y el 3 y 4, por otra, ha
tendido a suavizarse por el crecimiento demográfico de los núcleos
supracomarcales (Sagunto, Alcoy, Gandia) y de algunos comarcales
(Torrevieja, Orihuela, Benidorm, Alzira). Esta tendencia, cuando va
acompañada de un crecimiento funcional equivalente, es un elemento
positivo en cuanto que tiende a consolidar este nivel de centros,
fundamental para la articulación territorial de la región.
Desgraciadamente, tal y como se ha mencionado anteriormente, no
siempre el crecimiento poblacional ha ido paralelo a un fortalecimiento
dotacional de las ciudades, como se puede ver en el caso de Benidorm y
Torrevieja.
 Las pautas de crecimiento demográfico y las políticas públicas de
equipamientos y mejora de las infraestructuras han favorecido el
ascenso en la jerarquía de un nutrido número de centros subcomarcales
y comarcales, muchos de ellos ubicados en las áreas litorales con
predominio de la actividad turística, al mismo tiempo que se producía
un relativo estancamiento, e incluso retroceso, de muchos centros
interiores, en su mayoría de carácter industrial. El crecimiento
demográfico y las mejoras de accesibilidad han favorecido también las
áreas ubicadas en las segundas y terceras coronas metropolitanas de
Valencia y Castellón, aunque no siempre han tenido efectos en el nivel
funcional de los centros urbanos.
 En consecuencia, aumenta el número de ciudades incluidas en el nivel 4
(centros comarcales), debido a la mejora funcional de centros
subcomarcales como Segorbe, Villena, Sueca, Novelda, Requena, y
Cheste. Por su parte, los cambios en el nivel 5 (subcomarcal) se
producen tanto por la desaparición de algunos núcleos que pasan a estar
integrados en AUI en expansión (Llíria, Nules, Carcaixent) como por la
mejora funcional de algunos pequeños núcleos urbanos, una gran parte
de ellos situados en los espacios litorales y meridionales (Almoradí,
Calp, Callosa de Segura, Altea y Tavernes de la Valldigna), pero otros
(Utiel, Enguera, Morella y Ayora) ubicados en áreas interiores, lo que
ha mejorado la situación de estas áreas relativamente desfavorecidas.

 
Figura 5. Jerarquía funcional de las AUI en 2008 y cambios en el nivel funcional de
los centros entre 1994 y 2008.

 
Las mejoras en la dotación de los centros y el consiguiente aumento del
número de ciudades con capacidad de articulación territorial han tenido
importantes repercusiones en la vertebración regional, incrementando la
accesibilidad media a los centros funcionales de todos los escalones
jerárquicos (ver cuadro 3). La mejora ha sido especialmente importante en el
nivel 5, debido al aumento del número de centros subcomarcales.

Cuadro 3.
Distancia media a la cabecera más próxima en minutos, 1994 y 2008
Distancia media municipal a la cabecera funcional en minutos
Nivel funcional
1994 2008 Variación (%)
Nivel 2 52,83 42,41 -19,7
Nivel 3 46,23 28,95 -37,4
Nivel 4 32,76 20,92 -36,1
Nivel 5 28,89 14,89 -48,5
Nivel 6 21,85 -- --
Fuente: Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Publiques, 1995a, pp. 33 y 38; y elaboración
propia.

Aunque la desigual distribución geográfica de los centros con capacidad de


articulación territorial y la estructura del sistema de comunicaciones hace que
todavía persistan desequilibrios entre las áreas funcionales, especialmente en
algunos niveles jerárquicos (ver figura 5), la  mejora de la calidad de vida de
la población puede considerarse importante y generalizada. Si partimos de la
diferenciación que establece el PDU entre áreas débiles, fuertes y de
transición, en función del la distancia al centro de equipamientos más
próximo[36] es posible constatar una significativa reducción tanto de la
población como de la superficie incluida en las áreas débiles e intermedias y
un aumento de la incluida en las áreas fuertes en todos los niveles funcionales
(ver cuadros 4 y 5). La mejora es especialmente notable en el nivel 3 en
cuanto a población (la población residente en áreas fuertes pasa de constituir
el 87% al 98% del total regional), y en el nivel 5 en cuanto a superficie (el
porcentaje del territorio bien articulado pasa del 51% al 82%).

Cuadro 4.
Población ubicada en áreas débiles, intermedias y fuertes en función de la
proximidad al centro de equipamientos en 1994 y 2008
Nivel 1994 2008
Funcional   Áreas Fuertes Áreas de Transición Áreas Débiles Áreas Fuertes Áreas de Transición Áreas Débiles
Habitantes 3808453 79990 35398 5006685 17298 4668
Nivel 2
% 97,06 2,04 0,90 99,56 0,34 0,09
Habitantes 3419302 384181 120358 4927637 71930 29084
Nivel 3
% 87,14 9,79 3,07 97,99 1,43 0,58
Habitantes 3632469 209904 81468 4911855 89845 26951
Nivel 4
% 92,57 5,35 2,08 97,68 1,79 0,54
Habitantes 3697489 80300 146052 4992162 18024 18465
Nivel 5
% 94,23 2,05 3,72 99,27 0,36 0,37
Habitantes 3585845 243267 94719 4936412 55750 36489
Nivel 6*
% 91,39 6,20 2,41 98,17 1,11 0,73
Fuente: Elaboración propia a partir de PDU, p. 262 y 263.
* Para el nivel 6 en 2008 se han considerado los centros de nivel 5 pero con los umbrales de tiempo del nivel 6 (20 y 30 minutos).

Cuadro 5.
Superficie de las áreas débiles, intermedias y fuertes en función de la
proximidad
al centro de equipamientos en 1994 y 2008
1994 2008
Nivel Funcional Superficie
Áreas Fuertes Áreas de Transición Áreas Débiles Áreas Fuertes Áreas de Transición Áreas Débiles
Km2 16278 3173 3819 20195 2366 704
Nivel 2
% 69,95 13,64 16,41 86,80 10,17 3,03
Km2 11504 4773 6993 16179 2961 4125
Nivel 3
% 49,44 20,51 30,05 69,54 12,73 17,73
Km2 12061 3945 7264 16895 2739 3631
Nivel 4
% 51,83 16,95 31,22 72,62 11,77 15,61
Km2 11857 2339 9074 19206 1398 2661
Nivel 5
% 50,95 10,05 38,99 82,55 6,01 11,44
Km2 11662 4646 6962 16542 2664 4059
Nivel 6*
% 50,12 19,97 29,92 71,10 11,45 17,45
Fuente: Elaboración propia a partir de PDU, p. 262 y 263.
* Para el nivel 6 en 2008 se han considerado los centros de nivel 5 pero con los umbrales de tiempo del nivel 6 (20 y 30 minutos).

Como indican estas cifras, y en particular las tasas de variación que se


muestran en el cuadro 6, el aumento de la proximidad al centro de servicios no
se debe a una hipotética tendencia a la concentración demográfica, sino que, al
menos en los niveles comarcal y subcomarcal, el aumento de la superficie
bien estructurada supera al incremento de la población, lo que quiere decir que
las mejoras han afectado a espacios relativamente poco poblados.

Cuadro 6.
Variación de la población y el territorio incluido en áreas débiles, fuertes
y en transición entre 1994 y 2008
Variación  Población 2008/1994 (%) Variación Superficie 2008/1994 (%)
Nivel Funcional
Fuertes Transición Débiles Fuertes Transición Débiles
Nivel 2 31,46 -78,37 -86,81 24,06 -25,43 -81,56
Nivel 3 44,11 -81,28 -75,84 40,64 -37,95 -41,02
Nivel 4 35,22 -57,20 -66,92 40,08 -30,57 -50,02
Nivel 5 35,01 -77,55 -87,36 61,98 -40,24 -70,67
Nivel 6* 37,66 -77,08 -61,48 41,84 -42,66 -41,70

No obstante, la desigual distribución geográfica de los núcleos, especialmente


importante en algunas áreas y en determinados niveles jerárquicos, no deja de
producir algunos problemas. Por un lado, siguen existiendo algunas áreas mal
dotadas; aunque las actuaciones en las carreteras ha reducido las elevadas
distancias-tiempo a los centros funcionales que existían en 1994, todavía son
excesivas en las comarcas de El Rincón de Ademuz, Els Ports de Morella, y
en algunos municipios de la comarca de Los Serranos (Alpuente, la Yesa,
Aras, Titaguas…) y Alto Mijares (Vistabella, Villahermosa, Cortes de
Arenoso…). Por el contrario, la provincia de Alicante puede considerarse muy
bien articulada, con distancias máximas al centro de servicios inferiores a los
umbrales fijados en prácticamente la totalidad de los municipios.

Por otra parte, no todos los centros funcionales de cada nivel jerárquico tienen
las mismas características en cuanto a dotación funcional, atractivo y posición
en relación con el transporte público, lo que hace que su capacidad de articular
el territorio de forma efectiva no sea la misma. Así, 12 de los 49 centros
propuestos para articular la región a nivel 5, siete de los 26 centros de nivel 4
y tres de los 12 centros de nivel 3 (es decir, aproximadamente una cuarta parte
de los centros funcionales de estos niveles básicos para la articulación
territorial) presentan menos del 80% de las funciones que se consideran
asociadas a su nivel funcional. En consecuencia, la comparación de las áreas
de influencia teóricas (considerando exclusivamente la proximidad como
criterio de adscripción) con las áreas de influencia reales de distintos tipos de
servicios[37] revela la incapacidad de estos centros para articular su área de
influencia potencial respecto a algunos equipamientos. Esto ocurre en el caso
de algunos centros de nivel 2, Castellón y Elche concretamente, en relación
con algunas funciones superiores, así como en muchos de los centros de nivel
5 cuya capacidad de atracción es menor de lo esperado por su nivel
dotacional. Algunas de las distorsiones entre equipamiento funcional y
capacidad efectiva de organizar su área de influencia son especialmente
importantes puesto que afectan a zonas con problemas de articulación
territorial; es el caso de Cheste, Vinaròs, Morella, Segorbe, L’Alcora, y Onda.

Conclusiones: Balance, retos y nuevos problemas

La comparación de la situación actual del sistema urbano valenciano con la


que dibujaba el diagnóstico realizado por el PDU en el primer quinquenio de
los años 1990 nos permite aquilatar el impacto que ha tenido el crecimiento
urbanístico de los últimos años en la dimensión del fenómeno urbano en la
región. La expansión del espacio construido, el predominio de los modelos de
baja densidad y el aumento de la movilidad han producido una ampliación
física y funcional de los espacios urbanos que ha dado lugar al crecimiento de
las AUI supramunicipales existentes, a la aparición de nuevas AUI
supramunicipales, y al surgimiento de nuevos espacios conurbados de carácter
no estrictamente residencial que adquieren hoy gran relevancia territorial.
Además del grave impacto ambiental y del consumo de recursos que suponen,
estos procesos agravan la insuficiencia del planeamiento municipal y
aumentan la urgencia de abordar otras escalas de planificación, ya que, de
acuerdo con nuestros resultados, el 82% de la población y el 28% del territorio
valenciano están actualmente integrados en algún tipo de áreas de carácter
supramunicipal.

A mediados de los años 1990, la Comunidad Valenciana aparecía como un


territorio básicamente vertebrado, en el que el principal obstáculo no era la
jerarquía urbana, sino la distribución espacial de la población y de los centros
funcionales. El principal problema de articulación residía en la existencia de
las áreas débiles, desconectadas, del interior, con una cierta importancia
territorial pero un peso demográfico mucho menor. En el marco de un sistema
urbano bien jerarquizado, se señalaba la presencia de dos niveles funcionales
no plenamente activos: el 2º o subregional, compuesto por las AUI de
Valencia y Alicante, y el 4º, de carácter supracomarcal, compuesto por las
AUI de Castellón, Sagunto, Valencia, Gandia, Alcoy, Elda-Petrer, Benidorm,
Alicante y Elche. Se recomendaba pues la  necesidad de recuperar estos
escalones jerárquicos infrautilizados dotándolos de nuevas funciones mediante
la localización de equipamientos en las ciudades de esos niveles. En
particular, se recomendaba el reforzamiento del AUI de Alicante mediante
estrategias consensuadas que permitieran “la conformación de una metrópoli
de escala urbana superior a la actual”, citando expresamente el proyecto del
Triángulo Alacant-Elx-Santa Pola. Finalmente, ante la extensión del
fenómeno de las Áreas Urbanas Integradas, se subrayaba la necesidad de
superar el déficit de planificación supramunicipal o coordinación del
planeamiento local que existía en la región [38].

La comparación con la situación actual nos permite destacar aspectos


positivos y negativos en la evolución seguida.

Como elemento positivo, hay que subrayar que las pautas de crecimiento
demográfico, las políticas públicas de equipamientos y la mejora de las
infraestructuras han favorecido el ascenso en la jerarquía de un nutrido
número de centros subcomarcales y comarcales, muchos de ellos ubicados en
las áreas litorales con predominio de la actividad turística, pero también de
otros situados en áreas interiores que históricamente han tenido problemas de
articulación territorial. El crecimiento demográfico y las mejoras de
accesibilidad han favorecido también las áreas ubicadas en las segundas y
terceras coronas metropolitanas de Valencia y Castellón, aunque no siempre el
crecimiento demográfico ha tenido efectos en el nivel funcional de los centros
urbanos. De importancia decisiva ha sido también el ascenso de las ciudades
de Castellón y Elche al nivel 2, una tendencia que puede contribuir a una
mejor articulación territorial a escala subregional.

En consecuencia, se ha producido una mejora generalizada en las condiciones


de accesibilidad a los centros funcionales, lo que se ha traducido en un
aumento de la calidad de vida de sus habitantes. Actualmente menos de un 1%
de la población se encuentra ubicada en áreas excesivamente alejadas de un
centro de nivel subregional o subcomarcal, y poco más de un 2% de un centro
de nivel supracomarcal o comarcal. Tras casi quince años de una práctica
ausencia de política territorial, los procesos espontáneos y las políticas
sectoriales de tipo social y económico han tenido un impacto territorial
evidente que se ha traducido en una mejora generalizada de la calidad de vida.
Los problemas referidos a la distribución espacial se han visto en parte
suavizados por las tendencias espontáneas de suburbanización y
contraurbanización y por la puesta en marcha de políticas públicas de mejora
de equipamientos e infraestructuras.

Sin embargo, y pese a la importante mejoría, todavía persisten algunas áreas


deficientemente equipadas, sobre todo en el interior de las provincias de
Castellón y Valencia; se trata de las comarcas de Els Ports de Morella y El
Rincón de Ademuz, y de los municipios interiores de la provincia de Valencia
e interior de la Marina alicantina. En esencia, la estructura básica del territorio
no se ha modificado: las áreas infradotadas hoy son las mismas que en 1994,
aunque su nivel de marginación territorial se ha reducido significativamente.

El balance es más desigual cuando se analiza la evolución seguida por los


niveles funcionales superiores. Por un lado, el impulso que se recomendaba
dar al AUI de Alicante para que se constituyera en un nivel funcional
diferenciado, de carácter subregional e inmediatamente inferior al AUI de
Valencia, no se ha producido. Por el contrario, las ciudades que constituían el
tercer escalón, Castellón y Elche, se han puesto prácticamente al nivel de
Alicante, al menos en cuanto a dotación funcional y potencial de articulación
territorial.

En cuanto a las ciudades de nivel 3, un escalón urbano fundamental para la


articulación supracomarcal, la evolución ha sido dispar. La mayor parte de las
ciudades de este grupo han experimentado una importante mejora en su
dotación funcional; Gandia, Alcoy, Elda-Petrer o Sagunto, ofrecen hoy una
mayor gama de servicios y equipamientos supramunicipales (servicios
sociales especializados, equipamientos de ocio, formación educativa superior
y servicios tecnológicos a las empresas), lo que les permite ejercer un papel
articulador importante en su entorno territorial. A este grupo se ha unido,
aunque todavía con un nivel dotacional inferior, la ciudad de Ontinyent,
cubriendo en parte el vacío de las áreas interiores.

Sigue echándose en falta, por el contrario, la presencia de centros con estas


características en el norte de la región y en el interior de la provincia de
Valencia. La dotación funcional y la capacidad de articulación de Vinaròs-
Benicarló y Requena, que son los mejores candidatos para jugar este papel en
las áreas deficitarias, son aún reducidas, y necesitan ser potenciadas mediante
políticas de mejora de los equipamientos de orden supracomarcal que les
conviertan en motores del desarrollo de las áreas circundantes.

La evolución más sorprendente y negativa es la de Benidorm, que en 1994 se


consideraba incluida en el nivel 3 (supracomarcal), y que, de acuerdo con los
resultados de nuestro análisis, aparece hoy con una dotación funcional de
nivel 4 (comarcal). Resulta evidente que su crecimiento demográfico y
urbanístico no se ha visto compensado con una correspondiente dinámica de
creación de servicios y equipamientos, sobre todo de carácter público (las
funciones culturales, económicas, educativas y de ocio de nivel superior son
las que identifican a las ciudades de este nivel), por lo que esta ciudad no ha
consolidado su papel de potencial polo articulador del territorio de la Marina.
Si tenemos en cuenta la evolución seguida por otros núcleos urbanos del
litoral alicantino, como Torrevieja, parece claro que las características de los
procesos de urbanización turística están produciendo problemas específicos de
articulación territorial en el sur de la región.

Para terminar, el análisis realizado nos permite extraer algunas conclusiones


de orden metodológico. La aplicación de la metodología utilizada en el PDU a
la situación actual se ha tenido que enfrentar a algunas dificultades derivadas
de los cambios territoriales producidos en el periodo transcurrido desde que
éste se elaboró hasta hoy. En primer lugar, la expansión del modelo difuso de
ciudad, junto con la intensificación y diversificación de los procesos de
urbanización, hace difícil utilizar la definición urbanística o morfológica de
ciudad como unidad básica del análisis. Por un lado, la diferenciación entre
Áreas Urbanas Integradas de carácter residencial y Áreas Urbanas Integradas
industriales y de segunda residencia se ha hecho mucho más difusa y exige
introducir nuevas variables que permitan establecer de forma menos simplista
los límites de la ciudad. Por otra parte, en el marco de las nuevas y extensas
conurbaciones resulta arriesgado considerar la ciudad como un polo único que
articula el territorio circundante, por lo que consideramos necesario
desarrollar metodologías que tengan en cuenta la existencia de flujos cruzados
en el interior de las Áreas Urbanas Integradas y concentraciones de servicios y
equipamientos no siempre ubicadas en la ciudad central.
En segundo lugar, el nuevo papel que juegan las ciudades en el desarrollo
regional hace recomendable considerar en los análisis del sistema urbano otro
tipo de funciones que pueden no generar desplazamientos físicos de la
población o al menos no de su mayor parte, pero que adquieren gran
relevancia en los centros funcionales de los niveles regional y subregional.
Nos referimos a las funciones relacionadas con los servicios avanzados a la
producción y con la provisión de información e ideas para la competitividad y
la innovación. Aunque este tipo de relaciones no necesariamente implica
movilidad, ya que en cierta medida la relación puede establecerse a través de
medios de comunicación tecnológicos, tanto la experiencia acumulada como
los estudios realizados demuestran que la comunicación cara a cara y, por
tanto, la proximidad, tiene un papel muy importante en la creación de
confianza y en la adecuación del servicio a las necesidades de la demanda. Se
trata sin embargo de aspectos sobre los que resulta difícil conseguir
información completa y actualizada, pero que mejorarían en gran medida los
análisis de sistemas urbanos, haciéndolos más útiles y adecuados para el
diseño de las nuevas políticas territoriales que la situación actual exige.

Notas
[1] Nel.lo, 2004, p. 534-538.

[2] Valenzuela y Salom, 2008.

[3] Precedo, 2003, p.30.

[4] Salom et al., 1999, p. 27-33.

[5] La Ley 8/69 de Ordenación Territorial de La Comunidad Valenciana de 1989 establecía la
obligatoriedad de elaborar en un plazo máximo de tres años un Plan de Ordenación del Territorio de  la
Comunidad Valenciana. No obstante, dificultades derivadas de la falta de experiencia política y técnica y
de la complejidad del documento a elaborar hicieron que el gobierno regional decidiera obviar dicho Plan
de Ordenación y abordar como alternativa un “Plan de Acción Territorial Integrado de Desarrollo
Urbanístico” que podría estar disponible en un plazo de tiempo más corto (Burriel, 2009b).

[6] Dejando aparte el relevante aunque sectorial  “Plan de Acción Territorial sobre prevención del Riesgo
de Inundación en la Comunidad Valenciana (PATRICOVA)” aprobado en 2003, en el periodo
transcurrido entre 1995 y 2004 sólo cabe destacar la redacción de algunos planes sectoriales puntuales y
la publicación de documentos exploratorios previos a un futuro plan de ordenación del territorio que no
llegó a elaborarse: "Cap a una nova cultura del territorio. Significat i orientació de l'ordenació del territori
a la Comunitat Valenciana" (1997), "Bases para un consenso. Un diagnóstico percibido sobre el territorio
valenciano" (1997), “Hipótesis del modelo territorial de la Comunidad Valenciana” (2002). Estos
documentos proponían el uso de unos distritos territoriales basados, con escasas excepciones, en el nivel 5
de la delimitación funcional real incluida en el Plan de Desarrollo Urbanístico de 1995.

[7] Plan de Acción Territorial del Entorno Metropolitano de Alicante-Elche, Plan de Acción Territorial
del Entorno de Castellón, Plan de Acción Territorial de la Vega Baja, Plan de Acción Territorial del
Litoral, y Plan de Acción Territorial de la Huerta (http://www.cma.gva.es/intro.htm). Hasta la fecha de
redacción de este artículo ninguno de estos planes ha sido aprobado.
[8] Con posterioridad a la redacción de estas páginas, el Consell de la Generalitat Valenciana aprobó la
Estrategia Territorial Valenciana mediante el Decreto 1/2011, de 13 de
enero. (http://www.cma.gva.es/web/indice.aspx?nodo=65584&idioma=C).

[9] Salom, J. (2007-2008): “Evolución reciente del sistema urbano de la Comunitat Valenciana para su
inclusión en la estrategia territorial de la Comunitat Valenciana”, y Salom, J. (2008): “ La Actualización
de la Evolución del Suelo para Usos Urbanos en la Comunitat Valenciana”, estudios financiados por la
Conselleria de Medio Ambiente, Territorio y Urbanismo.

[10] Se suele diferenciar entre criterios de tipo morfológico o urbanístico, criterios basados en indicadores
indirectos de carácter económico, demográfico o social, y criterios de carácter funcional.

[11] El criterio básico utilizado en el PDU para la delimitación de las unidades urbanas es la continuidad
del espacio edificado, a partir de cartografía de usos del suelo con información que se puede considerar
actualizada con carácter general a fecha de diciembre de 1991. En términos generales, se consideraron
como continuos urbanizados núcleos urbanos de municipios limítrofes con una separación entre periferias
(residenciales, industriales y de servicios) inferior a 1 Km., distancia que se considera coincidente con la
isocrona de 15 minutos en viajes a pie, exponentes por excelencia de la movilidad urbana. Esta distancia
se ampliaba a 2 Km. cuando la existencia de usos industriales y comerciales intercalados, multiplicadores
de la probabilidad de interacción, así lo aconsejaban (Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres
Públiques, 1995a, p.3).

[12] Burriel, 2008; Gaja, 2008.

[13] Observatorio de la Sostenibilidad de España, 2006, p.345 y 346

[14] Destacan el entorno de Castelló-Vilareal hacia Onda y Alcora, el eje desde Sagunto a Segorbe, y las
áreas próximas al Área Metropolitana de Valencia, Alicante y Benidorm.

[15] Especialmente en los ejes radiales desde la ciudad de Valencia hacia el interior (destacando en
particular el eje a Lliria), en el entorno del área Urbana de Gandia, el traspaís de  la Marina alicantina, el
litoral de la Vega Baja del Segura y el eje Alicante-Elx-Villena.

[16] Burriel, 2009b, p. 52

[17] Salom y Casado, 2007, p. 14 y fig. 5 en p. 17

[18] Los Censos de Población y Vivienda de 1991 y 2001 recogen la información de la población que
reside en un municipio y trabaja o estudia en otro, lo que ha permitido elaborar distintos estudios sobre la
movilidad diaria obligada que implican un cambio importante en la perspectiva de análisis de los espacios
urbanos (Salom y Casado, 2007; Albertos et al., 2007).

[19] Albertos et al., 2007, en base a datos del INE: Censo de Población y Viviendas de


2001, http://www.ine.es.

[20] Feria, 2008.

[21] Burriel, Salom y Delios, 1998.

[22] Salom y Albertos, 2000.

[23] Salom, 2004.

[24] Ver Salom y Casado, 2004, fig. 5, p. 17.

[25] Salom et al., 1997; Salom y Casado, 2007.


[26] Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques, 1995a, p.6 y anexo B2, p. 233.

[27] La información proporcionada por Corine procede de la fotointerpretación de la imagen del satélite,


que tiene una definición máxima de 5 Has, y que no distingue entre usos comerciales e industriales;
mientras que la información de base utilizada en el PDU se basa tanto en información estadística
procedente de distintas fuentes como de fotointerpretación a escala 1:10.000 para suelos rústicos y a
escala 1:1.000 para suelos urbanizados (Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques, 1995a,
p.6 y anexo B2, p. 233).

[28] Los equipamientos analizados han sido los siguientes: Centros de profesores (CEFIREs), Centros
adscritos a la Universidad, Universidades, Centros de Salud, Centros coordinadores de Departamento
Sanitario, Hospitales Generales Básicos, Centros Sociales, Centros de menores, Centros de mujeres
(INFODONA), Centros de mayores, Centro para Discapacitados,  Centros para mayores discapacitados,
Centros para Enfermedades mentales, Centros para personas en riesgo de exclusión social, Red de
Espacios Escénicos, Pabellón cubierto, Piscina cubierta, Pista de atletismo, Estaciones de transferencia de
residuos, Implantación de Recogida selectiva, Ecoparques, Centros de Recogida y Selección de Residuos
Sólidos Inertes, Centros autorizados de Tratamiento de vehículos al final de su vida útil, Centros
SERVEF (Servicio Valenciano de Empleo), Agencias de Desarrollo Local, Unidades Tecnológicas,
Parques empresariales, Parques Tecnológicos, Escuelas de Empresas, Centros de Formación Ocupacional,
Centros o Escuelas especializadas de Formación Profesional Ocupacional, Centros Comarcales del
Instituto Nacional de la Seguridad Social, Unidades de Recaudación Ejecutiva de la Tesorería de la
Seguridad Social, Administraciones de la Agencia Tributaria, Registros de la propiedad, Oficinas
Comarcales Agrarias, Sedes de Grupos de Desarrollo Rural, Parques científicos, Parques urbanos,
Parques Periurbanos (parajes municipales), Áreas Recreativas, Parques de ocio, Zonas de acampada,
Establecimientos hoteleros, Campings y  Alojamientos rurales.

[29] Conselleria d’Urbanisme i Territori, 1995.

[30] Que está condicionada, de forma decisiva, por la existencia y características de los servicios públicos
de transporte que permitan acceder al centro a una parte importante de la población que no dispone de
vehículo privado.

[31] Más concretamente, la información utilizada fue la siguiente: Mercados Locales de Trabajo basados
en la movilidad diaria residencia-trabajo al 75% y 90% de autonomía mínima en 2001 (Salom y Casado,
2004), Áreas comerciales del Plan Territorial del Comercio de la Conselleria de Comercio, Áreas de
Gestión de residuos, Departamentos y Áreas de Salud de la Conselleria de Sanidad, Áreas LEADER,
Áreas Educativas de la Conselleria de Educación, Áreas del SERVEF (Servicio Valenciano de Empleo,
Conselleria de Trabajo), Mancomunidades, Áreas de aprovisionamiento de servicios de publicidad y
estudios de mercado; servicios a la producción; servicios de limpieza, personal y seguridad; servicios de
transporte; y servicios de asesoría para las empresas industriales; y Procedencia de la principal idea o
aportación significativa para la innovación en empresas industriales en 1996 (Salom et al., 1999).

[32] Entre ellas Castelló de la Ribera-Senyera, Novelda-Aspe-Monforte, Rojales-Benijofar-Algueña,


Albalat-Polinyà-Benicull, Carcer-Alcántera-Beneixida, Llombai-Catadau-Alfarp, y Sueca-Riola-
Fortaleny.

[33] Aunque el fenómeno urbano en la Marina Alta y Baixa está formado preferentemente por espacios
de urbanización dispersa (tejido urbano discontinuo), por lo que en su mayor parte se han caracterizado
como turísticas, en 2006 ya es posible detectar la formación incipiente de conurbaciones de tejido urbano
continuo, no sólo en el frente litoral, sino también entre los municipios incluidos en la segunda línea de
costa.

[34] Se han caracterizado como AUI turísticas o de segunda residencia las conurbaciones de suelo urbano
disperso localizadas en áreas litorales, y como AUI industriales-comerciales las conurbaciones de suelo
industrial y/o comercial.

[35] Salvo en los dos últimos casos, se trata de pequeñas aglomeraciones formadas por 2-3 municipios.
[36] Los umbrales de distancia-tiempo que permiten diferenciar entre áreas fuertes, de transición y débiles
según el PDU son de 70 y 90 minutos para el nivel funcional 2, de 45 y 60 minutos para el nivel 3, de 35
y 50 minutos para el nivel 4, de 30 y 40 minutos para el nivel 5, y de 20 y 30 minutos para el nivel 6. Es
decir, que en un área bien estructurada la distancia al centro de equipamientos más próximo de nivel 2
debe ser menor de 70 minutos, al centro de nivel 2 menor de 45, y así sucesivamente.

[37] La información utilizada para analizar este punto se enumera en la nota 30.

[38] Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques, 1995a, p. 140-143.

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Edición electrónica del texto realizada por Jenniffer Thiers.

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