Cuando hablamos de Dios en nuestros días resulta por sí solo el tema
un punto de contradicción de ideas puntos de vista, concepciones e interpretaciones. Dentro de la filosofía, el tema de Dios ha sido abarcado de muchas formas y la filosofía no se ha quedado atrás en el tema de Dios, de hecho, si recordamos es uno de los tres problemas fundamentales de la filosofía. Con el paso del tiempo el mismo tema de Dios ha sido abarcado por las diversas ramas de la filosofía o mejor llamadas filosofías del genitivo; si en la filosofía del lenguaje el problema principal es la relacione entre los sonidos y el significado que queremos dar, es decir, que tanto las palabras reflejan la esencia de lo que queremos decir, este problema se puede “agrandar” cuando lo que queremos reflejar en las palabras es la esencia que el hombre no puede captar, abarcar o entender. Si nos ponemos estrictos, tendremos que admitir que no se puede decir algo que contenga la esencia de Dios, desde mi punto de vista solo podremos referirnos a el en tanto hagamos descripciones de lo que es Dios.
El material propuesto, nos pone el ejemplo Paul Tillich, pastor protestante
que dice que no se puede aplicar el lenguaje a Dios, solo en forma poética, con símbolos o alegorías; no obstante debemos de preguntarnos si podemos referirnos Dios de manera más literal. De los anterior se encargó la edad media, durante este periodo se trató de usar la analogía como una forma en la que nos podemos referir a Dios, es una comparación de las realidades que alcanzamos a abarcar de los términos que podemos comprender. Debemos de recordar que durante la edad media se tiene como meta principal la confianza total de la plena relación de la razón con la fe y de la demostración por cualquier medio de la existencia de Dios.
La analogía es un recurso con base en Aristóteles que, como es
costumbre Santo Tomas reusa como un recurso lógico semántico para el conocimiento de Dios una analogía entis con base en la noción de ser de la doctrina Aristotélico-Tomista. Para el Aquinante, las palabras tiene como fundamento engendrar en el alma del oyente un concepto, es decir que los términos que escuchamos expresan conceptos y significan realidades.
En la metafísica de Aristóteles se dice que: “no es preciso buscar una
definición de todo, sino que, a veces basta captar la analogía en su conjunto”.
Todo analogía expresa una proporción, es decir, una relación que
constituye por tres aspectos: una pluralidad, una semejanza y una desemejanza. Existen dos tipos de analogía de atribución: extrínseca e intrínseca. Semejante a lo anterior, también nos referirnos a Dios mediante la analogía de la proporcionalidad que se puede aplicar solo cuando exista na realidad semejante o que guarde relación de alguna forma. Aplicamos a la analogía en relación a Dios debido a la relación que la filosofía aristotélico-tomista ha dado al hombre en tanto que es un ser surgido de la esencia divina, y que gracias a que lo limitado tiene su origen en lo ilimitado, podemos decir que guardan cierto parecer en distintas proporciones, por eso es que podemos decir que conocemos a Dios de manera análoga.
Esta doctrina de la analogía busca además no solo mencionar algo de tal
o cual cosa sino probar su realidad. Por eso debemos de tener cuidado en la forma en que hacemos uso de las metáforas que aplicamos de manera análoga a Dios que siempre deben de mantenerse en un plano de la realidad, sino física, al menos metafísica como lo será en el caso del hablar de Dios. (Ricoeur).
Dentro de la materia de Dios y del lenguaje debemos de notar el apartado
que, más que hablar de Dios, el hombre normalmente habla de una experiencia religiosa que le es propia que va más a la parte subjetiva y perceptiva y no tanto a lo empírico y por ende demostrable. Estas experiencias van más encaminadas a “nutrir” la verdad de una realidad trascendental. Para poder mantener más este lenguaje de experiencias religiosas, el creyente hecha mano de la fe que no solamente nutre sino que convence al creyente de tal experiencia religiosa, no obstante siempre se deben de mantener una distancia sana y una relación prudente y razonada con la fe, que puede cegar con experiencias demasiado subjetivas, poco trascendentales en incluso en ocasiones contradictorias con la misma esencia de Dios y con los enunciados de lo que analógicamente podemos conocer y decir de Dios.
Debemos de tener de manera preconcebida el hecho de que muchos de
ellos enunciados que podamos decir que parten de la fe serán inexplicables para la razón por más que se eche mano de la analogía. Desde mi punto de vista la analogía es un recurso muy útil pero que lamentablemente no se puede aplicar de para todas las corrientes de pensamiento como una forma universal de conocer a Dios, esto debido a las mismas concepciones, estructuras y formas de pensar de las diversas corrientes filosóficas, es decir, ¿cómo aplicamos la analogía en corrientes lógico empiristas, positivistas, formalistas, existencialistas, etc.? De manera personal creo que si Dios es un ser universal, trascendental y omnisciente, nuestra tarea es buscar la forma de reconciliar la idea de Dios con todas las corrientes de pensamiento, partiendo de sus argumentos, y no solo echar mano de la analogía como el “áncora de la salvación” dentro y entendimiento de la concepción de un ser que comúnmente llamamos Dios.
• González Suárez, L. (2015) “La doctrina de Santo Tomas de Aquino sobre la
analogía como recurso para el conocimiento natural de Dios . Una meditación filosófica sobre sus límites y sus alcances.” Revista Perseitas, 3 (2), pp. 154-174.