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En 1953, José María Arguedas describió así a la vía que conecta Lima con la sierra central
del país. Una ruta que hoy recibe siete mil vehículos diarios, pero que, antes de ser colapsada
por camiones o bloqueada por constantes deslizamientos, era un simple camino rural
recorrido por mulas y otros animales de carga.
—Los orígenes—
En la época prehispánica, no existía un camino troncal hacia la zona alta de la cuenca del río
Rímac, en el actual Junín. Según el arquitecto Carlos Enrique Guzmán, quien ha estudiado
la red de caminos de la provincia inca de Pachacámac, para acceder a la sierra central se
seguía una ruta que se iniciaba en Lurín, cruzaba Huaycán, Santa Eulalia y el nevado
Pariacaca, y llegaba finalmente a Jauja. “Hacia los asentamientos de Matucana y San Mateo
[en Huarochirí] solo se han identificado trochas locales”, explicó.
Ya en la era colonial, Lima se convirtió en el eje del territorio y desde allí se trazaron cuatro
caminos: hacia el norte (Piura), el sur (Tacna), el nororiente (Huánuco) y el Cusco, de
acuerdo con el historiador italiano Antonello Gerbi. Se dice que esta última ruta habría
perfilado el trayecto de la actual carretera hacia el centro.
—“Posible, pero dificultosa”—
Tras la independencia del Perú, se buscaba que la república fuese moderna, por lo que el
transporte era una pieza clave para lograrlo. Durante el segundo gobierno de Ramón Castilla
(1859), se formó una comisión para construir el ansiado Ferrocarril Central, como una
extensión de la vía férrea existente entre el Callao y Lima. Se contemplaron cuatro rutas
posibles para llegar al valle de Jauja (Junín); cada una recorría las cuencas capitalinas ya
exploradas.
Inicialmente, se eligió la quebrada del río Lurín, considerada la más accesible por su
geografía, pero finalmente se decidió que el tren ascendiera por la cuenca del río Rímac
(Chosica-Matucana-San Mateo-Tarma). Esta ruta había sido catalogada por la comisión
como “posible pero dificultosa”, según refiere el ingeniero Alberto Regal, en su libro
“Historia del ferrocarril”. Con la aparición del automóvil hacia el siglo XX, se utilizaría el
mismo trayecto para abrir paso a la Carretera Central.