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Bautízate
Bautízate
Siempre Fiel
Los hijos, por latosos que se vuelvan, son siempre una bendición de Dios.
Espero que estemos todos de acuerdo en eso. ¿Te acuerdas cuando te nació
tu primer hijo? ¿o tu segundo? ¿o tu tercero? En ese momento, ¿a poco no
quisiste ofrecerle a esa criatura lo mejor de ti mismo, lo mejor que tenías?
Claro que sí. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos.
Por eso, le compraste ropa para que no pasara frío. Le diste de comer para
que no chillara por el hambre. Luego lo llevaste al medico a que le pusieran
las vacunas para que no se enfermara con el sarampión o la tifoidea. Y todo
ese tiempo, mientras el niño iba creciendo, tú le enseñaste a hablar tu
lengua, a obedecer las reglas de tu hogar y a conocer las buenas costumbres
de tu casa. ¿Por qué? Porque al hijo hay que dárselo todo.
"Ah, eso sí que no. Yo no quiero obligar a mi hijo a que tenga ninguna religión.
Cuando él sea grande que la escoja él como quiera."
¡Si amamos a nuestros hijos tenemos que darles también nuestra fe! Y el
primer paso es el bautismo.
Hay muchas sectas, sobre todo ’los bíblicos’, que nos dicen a los católicos
que hacemos mal en bautizar a nuestros hijos apenas que han nacido. Dicen
que en primer lugar, eso de bautizar a los niños no está en la Biblia. En
segundo lugar, el bautismo es sólo un símbolo de nuestra conversión y de que
hemos aceptado a Cristo como nuestro salvador: un niño no puede hacer eso
porque no tiene pecados y porque no entiende lo que es aceptar al Señor y
no lo puede hacer libremente.. Por eso el bautismo sólo vale para los adultos.
¿está en la Biblia?
En su conversación con Nicodemo dice Jesús que "El que no nace de agua y
del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios" (Jn.3,5) Fíjate que no dice
"sólo los adultos" ni "excepto los niños". Antes de irse al cielo Jesús dice a
sus apóstoles: "Id y haced discípulos míos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt.28,
19).
No sólo no se prohíbe. Vemos que la Biblia nos indica que así se hacía desde
los primeros tiempos.
La Biblia nos narra por lo menos cuatro ocasiones en las que San Pablo
bautizó a familias enteras: al carcelero y a su familia en la madrugada
(Hechos 16,33); al centurión Cornelio y a los suyos (Hechos 10,48); a
Crispus, el oficial de la sinagoga y su familia (Hechos 18,8); y a Estéfano y
toda su casa como Pablo nos cuenta en (1Cor.1,16).
Se ve que el bautizo de familias enteras era una práctica común entre los
primeros cristianos. Es difícil imaginar que ninguna de esas familias tuviera
niños.
El bautismo nos libra del pecado original (la culpa que heredamos de Adán y
Eva) y de los pecados personales. Sabemos que nadie puede entrar al cielo
en estado de pecado. Cristo vino a la tierra precisamente para redimirnos
del pecado. ¿Podemos negarle a un niño esa redención?
¿Te acuerdas de lo que dijo Jesús a los que querían parar a los niños que
fueron corriendo a saludarle?