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ABORDAJE A LA INFANCIA DESDE LA OTREDAD

LILIANA VICTORIA TRUJILLO GUARNIZO

No es fácil para la mente adulta aceptar la otredad infantil. La infancia como objeto de
estudio es algo que a través de nuestros saberes, prácticas y establecimientos educativos
podemos explicar, sin embargo, la infancia es “lo otro” que inquieta nuestros saberes,
cuestiona el poder de nuestras prácticas y genera cataclismos en los edificios bien
construidos de nuestras instituciones dedicadas a su cuidado.
La infancia entendida como algo otro, no es lo que ya sabemos ni lo que ya hemos sido
capaces de someter a la lógica de nuestras habilidades educativas. Para los adultos es
habitual debatir y decidir sobre los asuntos de los niños en debates en los que no siempre se
considera la opinión de ellos y en los que sus palabras suelen ser silenciadas por
considerarse imprudentes y desconectadas. Desde la práctica pedagógica se trabaja para
reducir lo que aún hay de desconocido en el niño y así someter lo que aún hay de salvaje en
él. La formación de los niños, su bienestar y protección son motivo de inquietud y análisis
en diferentes contextos y medios de la sociedad.
Si lo que hace al ser humano – Humano y sujeto de Derechos – es su capacidad de
pensar en el otro, entonces la cuestión a resolver desde el discurso pedagógico en lo que
respecta a la educación infantil sería: ¿Cómo emprender la labor educativa desde una
ética singular que responda a la situación específica que afronta cada niño?.
En la búsqueda de referentes teóricos den luces a este planteamiento, es necesario
acercarnos a autores como Jorge Larrosa quien nos enfrenta al enigma de la infancia al
definir a los niños como “esos seres extraños de los que nada se sabe, esos seres salvajes
que no entienden nuestra lengua” [CITATION LAR00 \t \l 9226 ] y Carlos Skliar, reconocido
especialista en educación quien ha abordado en profundidad la cuestión de la otredad en la
educación y quien invita a “devolver la educación a la patria de los afectos”[ CITATION SKL05
\l 9226 ].
Finalmente, cabe acotar que para afrontar la enseñanza de los niños y las niñas se
requiere vocación, pero actualizada a parámetros que sean correspondientes a la ética
singular, donde las condiciones para obtener una labor plena y satisfactoria sea - junto con
la vocación - el desarrollo de la individualidades reconocidas mutuamente para encontrar la
senda del diálogo en el que se abre las puertas de la interrogación.
La enseñanza es entendida como un proceso dialéctico, en el cual el significado de las
estructuras se reconstruye en la conciencia de los individuos, cuando tratan de dar sentido a
sus experiencias vitales. Desde esta perspectiva, el aprendizaje constituye la producción
activa de significado y no una reproducción pasiva del mismo. Bajo esta concepción del
quehacer educativo, la enseñanza involucrada en los procesos de cambio se estructura como
una actividad capacitadora que intenta facilitar un proceso dialéctico entre las estructuras
públicas de conocimiento y las subjetividades individuales[CITATION Ell \l 9226 ]
Son numerosas las razones subyacentes a la definición de la educación como un derecho
humano inalienable y, en particular, como un derecho de la población infantil. Desde la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, se establece que:
“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad
humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las
libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la
amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y
promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el
mantenimiento de la paz” [ CITATION Dec14 \l 9226 ]
La Convención sobre los Derechos del Niño en su Artículo 29 conviene en que la
educación del niño deberá estar encaminada a: Desarrollar la personalidad, las aptitudes y
la capacidad mental y física del niño al máximo de sus posibilidades. Jean Piaget, sin duda
el más importante teórico de la psicogénesis humana afirma:
“La diferencia esencial entre las sociedades humanas y las sociedades
animales se basa... en que las principales condiciones sociales del hombre
los medios técnicos de producción, el lenguaje con el conjunto de las
nociones cuya construcción hace posible, las costumbres y las normas de
todo tipo ya no vienen determinadas desde dentro por unos mecanismos
hereditarios dados, dispuestos a ponerse en actividad al entrar en contacto
con las cosas y con el prójimo: estas conductas se adquieren por transmisión
externa, de generación en generación, es decir, por la educación, y sólo se
desarrollan en función de unas interacciones sociales múltiples y
diferenciadas”. [CITATION Pia72 \l 9226 ]
Lo anterior implica que la educación contribuye a hacer del animal humano no sólo un
miembro pleno de la sociedad, para lo cual es condición necesaria más no suficiente, sino
que, además, ella es también una condición sine qua non para hacer posible la psicogénesis
individual, interviniendo en el proceso de desarrollo del individuo como un factor
fundamental, para el cual se multiplica con otros factores. Es decir, que si bien existe una
base biológica sobre la cual se construyen las posibilidades del desarrollo humano, en
especial del desarrollo infantil y de la adolescencia, es necesaria una transformación que se
construye a través de la educación en todas sus variantes
Desde este punto de vista, la infancia, no es otra cosa que el objeto de estudio de un
conjunto de saberes más o menos científicos, la presa de un conjunto de acciones más o
menos técnicamente controladas y eficaces, o el usuario de un conjunto de instituciones
más o menos adaptadas a sus necesidades, a sus características o a sus demandas, vemos la
infancia como aquello que tenemos que integrar en nuestro mundo.
Contrario a ello para Larrosa la infancia es algo mucho más radical: “su absoluta
heterogeneidad respecto a nosotros y a nuestro mundo, su absoluta diferencia, inquieta lo
que sabemos, suspende lo que podemos, pone en cuestión los lugares que hemos construido
para ella” [CITATION LAR00 \t \l 9226 ]. Es decir, la infancia es una etapa que nos lleva a una
región en la que no rigen las medidas de nuestro saber y de nuestro poder.
En tanto que la infancia encarna la aparición de la alteridad ya que no es nunca lo que
sabemos también es portadora de una verdad que debemos ponernos en disposición de
escuchar; para ello, hay que liberar la enseñanza y el aprendizaje, salir de uno mismo para
interpretar la existencia del otro desde afuera y no desde adentro.
Pero la otredad de la infancia no significa que los niños todavía se resistan a ser
plenamente apropiados por nuestros saberes, prácticas e instituciones. Frente a esto Skliar
reconoce que “la escuela fue creada para normalizar la infancia en el sentido de
homogenizarla en una idea abstracta, ambigua y autoritaria” [ CITATION SKL05 \l 9226 ]. La
educación tradicional se centra en “adultizar” la niñez, sin embargo, educar realmente a los
niños significa asegurar la infancia ayudando a los niños a ser niños liberando la enseñanza
y el aprendizaje ya que la educación es una conversación entre desconocidos que
paulatinamente se van convirtiendo en comunes.
Skliar propone devolver la educación infantil a la “patria de los afectos” y para ello lo
primero que plantea es acabar con la idea de lo normal que es lo contrario del tiempo,
porque el tiempo educativo es el tiempo que escucha no el tiempo que juzga. Igualmente
invita a los educadores a una “Rebelión del Enseñar”. Cambiar la propuesta en la que
enseñar es entregar mostrar, ofrecer, entregar signos a los demás, lo cual sumado a la
responsabilidad ha creado la obligación de devolver esos signos, cuando enseñar es
entregar signos para que quien los recibe los decodifique a su tiempo.
Renunciar a la ambición del saber sobre la infancia, permite asumir la figura de que le
ofrecemos signos a los niños sabiendo que estos signos van a provocar efectos diferentes en
cada uno de ellos y emprender la Pedagogía del Instante, es decir creer en la pedagogía
como ese momento en el que estamos presentes y que pasa en ese determinado tiempo,
permite al educador vivenciar cada momento de la enseñanza y armonizar los tiempos de
diálogos afectivos que devuelvan a los niños el sentir que no están abandonados a su propia
suerte.
El encuentro con lo otro en la infancia no es ni apropiación ni un mero reconocimiento
en el que se encuentra lo que ya se sabe o lo que ya se tiene, sino un auténtico cara a cara
con el enigma, una verdadera experiencia, un encuentro con lo extraño y lo desconocido
que no puede ser reconocido ni apropiado. En ese sentido, quizá sea cierto lo que dice
Peter Handke: “nada de aquello que está citando constantemente a la infancia es verdad;
sólo lo es aquello que, reencontrándola, la cuenta” [ CITATION HAN03 \l 9226 ].
Recopilando las diferentes propuestas planteadas por los autores que abordan el
planteamiento ético de la educación infantil ante el problema ¿Cómo emprender la labor
educativa desde una ética singular que responda a la situación específica que afronta
cada niño?, podemos concluir:
 La educación infantil como derecho inalienable debe ser reconocida y preservada
por parte del estado a fin de que pueda ser ejercida en condiciones de igualdad de
oportunidades pero desde el respeto a la individualidad y a la diferencia.
 La educación infantil no puede ni debe ser abordada desde una noción meramente
psicogenética que conceptualiza al niño como el objeto de estudio de un conjunto de
saberes sino acercándose a la infancia, conscientes de su absoluta heterogeneidad
respecto a la adultez y respecto a ella misma.
 Educar en la infancia es el arte de armonizar los diferentes tiempos asumiendo que
los signos que se entregan al escolar pese a que estos sean generales, son
decodificados de manera individual
 Al reconocer los niños dentro de su otredad, el quehacer educativo debe ser
abordado bajo la Pedagogía del Instante que permite al educador ubicarse en el
momento preciso en que pasa cada cosa dando espacio al periodo de paz que
implica el aprendizaje
 La verdad de la infancia no está en lo que decimos de ella sino en lo que ella nos
dice en el acontecimiento mismo de su aparición entre nosotros como algo nuevo.
BIBLIOGRAFIA
Declaración Universal de los Derechos Humanos. (05 de 09 de 2014). Obtenido de humanrights:
http://www.humanrights.com/es/what-are-human-rights/universal-declaration-of-
human-rights/articles-21-30.html
ELLIOTT, J. (1993). El Cambio Educativo desde la Investigación - Acción. Madrid: Ediciones Morata.
HANDKE, P. (2003). HISTORIA DEL LAPIZ. PENINSULA.
LARROSA, J. (2000). El Enigma de la Infancia. En PEDAGOGIA PROFANA: Estudios sobre Lenguaje,
Subjetividad, Formación. Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela.
PIAGET, J. (1972). A dónde va la educación. Barcelona: Editorial Teide S.A.
SKLIAR, C. (2005). Y Si el Otro no Estuviera Ahi? Miño y Davila.

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