Está en la página 1de 5

"Por medio del ensueño, condensamos el cuerpo energético, hasta llegar a hacerlo una

unidad capaz de
percibir. A pesar de que la manera normal de percibir el mundo afecta al cuerpo
energético, su modo de
percibir es independiente. Tiene su propia esfera.
-¿Cuál es esa esfera, don Juan?
-Esa esfera es energía. El cuerpo energético trata con la energía en términos de
energía. Hay tres formas en
las que trata. Puede percibir energía a medida que ésta fluye; puede usarla como un
cohete para propulsarse
dentro de áreas insondables; o puede percibir como percibimos normalmente el
mundo.
-¿Qué quiere decir percibir energía a medida que fluye?
-Quiere decir ver. Quiero decir que el cuerpo energético ve energía directamente como
una luz, o como una
especie de corriente vibratoria, o como un disturbio borroso. O la siente directamente
como una sacudida o una
sensación que hasta puede ser dolorosa.
-¿Y qué pasa con la otra forma de la que usted habló, don Juan? Aquella donde el
cuerpo energético usa a la
energía como un impulso.
-Puesto que su esfera es la energía, el cuerpo energético no tiene ningún problema en
usar corrientes de
energía que existen en el universo para propulsarse a sí mismo. Todo lo que tiene que
hacer es aislarlas y, al
instante, se lo llevan.
Dejó de hablar, parecía estar indeciso, como si quisiera añadir algo y se arrepintiera de
hacerlo. Me sonrió, y
justo en el momento de hacerle una pregunta, continuó su explicación.
-Ya te he planteado que los brujos aíslan en sus sueños a exploradores de otros
mundos -dijo-. Sus cuerpos
energéticos hacen esto. Reconocen energía y van tras de ella. Pero no es
recomendable que los ensoñadores
se den a la búsqueda de exploradores. De muy mala gana te hablé de todo esto,
porque algunos de nosotros
tenemos mucha facilidad para desviarnos en esa búsqueda.
Don Juan pasó rápidamente a otro tema. Me delineó muy cuidadosamente un
conglomerado entero de ideas
y prácticas. En ese entonces, todo lo que me decía me era incomprensible en cierto
nivel; sin embargo, en otro,
todo me parecía perfectamente lógico y comprensible. Reiteró que llegar a la primera
compuerta del ensueño,
de una manera calculada y con control es llegar al cuerpo energético. Pero mantener
ese cálculo y control es
básicamente un asunto de tener energía. Los brujos obtienen esa energía organizando,
de una manera
ingeniosa, la energía natural que poseen y usan para percibir el mundo cotidiano.
Cuando insistí que explicara más claramente todo esto, añadió que todos tenemos una
cantidad determinada
de energía básica. Esa cantidad es nuestro total acervo energético y lo usamos todo
para percibir y tratar con
nuestro absorbente mundo.
Para enfatizar, repitió varias veces que no hay más energía disponible para nosotros en
ningún sitio, y como
la energía de la cual disponemos está ya siendo usada en su totalidad, no nos queda ni
un ápice para
percepciones extraordinarias, como el ensueño.
-¿Y qué es lo que nos queda por hacer, don Juan? -le pregunté.
-Nos queda la tarea de rebuscar energía por donde se pueda -contestó.
Don Juan explicó que para rebuscar energía, los brujos reorganizan ingeniosamente la
distribución de su
energía básica, descartando cualquier, cosa que consideren superflua en sus vidas.
Llaman a este método "el
camino de los brujos" o "el camino del guerrero". Como don Juan lo expuso, el camino
de los brujos es,
esencialmente, una cadena de conducta alternativa que se puede usar para tratar con
el mundo diario; una
conducta mucho más directa y eficiente que la conducta usual. Don Juan aseveraba
que era más eficiente
porque estaba expresamente diseñada para renovar nuestra energía, alterando
nuestras reacciones básicas al
hecho de estar vivos.
-¿Cuáles son esas reacciones básicas? -le pregunté.
-Hay dos maneras de encarar el hecho de estar vivos -dijo-. Una es rindiéndose a él, ya
sea resignándose a
sus demandas o peleando contra ellas. La otra es moldeando lo particular de nuestra
situación vital, a fin de
hacerla encajar en nuestras propias configuraciones.
-¿Podemos realmente moldear lo particular de nuestra situación vital, don Juan?
-Cada uno de nosotros puede moldearla a la medida de nuestras especificaciones
-insistió don Juan-. Eso
hacen los ensoñadores. ¿Una aseveración estrafalaria? Realmente, no, si tomas en
consideración lo poco que
sabemos acerca de nosotros.
Dijo que su interés, como maestro, era involucrarme completamente en el tema de la
vida y el tema de estar
vivo; es decir, la vida como consecuencia de fuerzas biológicas, y el acto de estar vivo,
como una cuestión de
cognición.
-Cuando los brujos hablan de moldear lo particular de la situación vital de uno -explicó
don Juan-, quieren
decir moldear la conciencia de estar vivo. Al moldear esta conciencia, podemos
obtener suficiente energía para
llegar al cuerpo energético y sostenerlo. Con el cuerpo energético, sin lugar a dudas,
podemos moldear la
dirección y consecuencias totales de nuestras vidas.
Don Juan terminó nuestra conversación pidiéndome que no solamente pensara acerca
de lo que me estaba
diciendo sino que convirtiera sus conceptos, por medio de un proceso de repetición, en
una forma factible de
vida.
Reiteró lo que había dicho incontables veces: que todo lo nuevo en nuestras vidas, tal
como los conceptos de
la brujería en la mía, debe ser repetido hasta el agotamiento si se quiere incorporarlo a
nuestra cognición delmundo. Señaló que la manera en que nuestros progenitores nos
socializaron para funcionar en el mundo
cotidiano fue a través de la repetición.
A medida que continué mis prácticas de ensueño, llegué a estar totalmente consciente
de que me estaba
quedando dormido y de que podía detenerme a examinar, a voluntad, cualquier cosa
que fuera parte del
contenido de mis sueños. Experimentar esto fue para mí, no menos que un acto
milagroso.
Don Juan tenía razón al decir que la atención de ensueño entra en juego cuándo se le
llama, cuando se le da
un propósito. Pero este acto de entrar en juego no ocurre de la manera en que uno
normalmente entiende un
proceso: un sistema de operaciones en curso, o una serie de acciones o funciones que
llevan a un resultado
final; más bien es un despertar. Algo que estaba inactivo, se convierte de repente en
algo funcional.
3
LA SEGUNDA COMPUERTA DEL ENSUEÑO
Mis prácticas de ensueño me llevaron a entender que un maestro del arte de ensoñar
debe crear una
maniobra didáctica a fin de enfatizar un determinado punto. En esencia, lo que don
Juan buscaba con la
primera tarea era ejercitar mi atención de ensueño, a medida que yo aprendía a
enfocarla en los objetos de mis
sueños. Para lograrlo, usó la idea de que yo debería estar consciente de quedarme
dormido. Su subterfugio era
decir que la única manera de estar conscientes de que nos estamos quedando
dormidos es examinando los
elementos de nuestros sueños.
Con la práctica me di cuenta que ejercitar la atención de ensueño es el punto esencial
del arte de ensoñar.
Sin embargo, a la mente le parece imposible que uno pueda entrenarse a sí mismo a
estar consciente, al nivel
de los sueños. Don Juan decía que el elemento activo de tal entrenamiento es la
persistencia y que la mente,
con todas sus defensas racionales, no puede defenderse de la persistencia. Tarde o
temprano, las barreras de
la mente caen bajo su impacto, y la atención de ensueño florece.
A medida que practicaba enfocar y mantener mi atención de ensueño en los objetos de
mis sueños, empecé
a sentir una peculiar confianza en mí mismo; era una confianza tan notable que le pedí
a don Juan sus
comentarios al respecto.
-Entrar en la segunda atención es lo que te da ese sentido de seguridad en ti mismo
-dijo-. Llegar a este nivel
requiere aún más cordura de tu parte. Muévete despacio, pero no te detengas; y sobre
todo, cállate la boca y
actúa.
Le conté a continuación que en mi práctica había corroborado lo que él me había dicho,
que si uno da breves
vistazos a los objetos de un sueño, las imágenes no se disuelven. Comenté que la parte
difícil es romper la
barrera inicial que nos impide creer que los sueños son parte de nuestro ser
consciente. Le pedí a don Juan
que me diera su opinión sobre este asunto. Yo pensaba seriamente que esta es una
barrera psicológica creada
por nuestra socialización, la cual demanda hacer caso omiso de los sueños.
-Esa barrera es más que socialización -contestó-. Es la primera compuerta del ensueño.
Ahora que la has
superado, te parece arbitrario que no podamos detenernos, a voluntad, para prestar
atención a los objetos de
nuestros sueños. Esta dificultad no es arbitraria. La primera compuerta del ensueño
tiene que ver con el flujo
de energía en el universo. Es un obstáculo natural.
Don Juan me hizo luego acceder a que hablaríamos del ensueño únicamente en la
segunda atención y
cuando él lo considerara apropiado. Me alentó a que siguiera practicando mientras
tanto, y me prometió no
interferir en mis prácticas, en lo absoluto.
A medida que fui adquiriendo destreza en la preparación del ensueño, experimenté
repetidamente
sensaciones que personalmente consideré ser de gran importancia; tal como la
sensación de rodar en una
zanja, justo en el momento de quedarme dormido. Don Juan nunca me dio a saber que
esas eran sensaciones
absurdas, y hasta me dejó que las describiera en mis notas. Es sólo ahora que me doy
cuenta de cuán absurdo
le he de haber parecido. Hoy en día, si yo fuera maestro del arte de ensoñar,
desaprobaría absolutamente tal
comportamiento. Don Juan no desaprobó nada, solamente se burlaba de mi,
llamándome un guerrero
fraudulento que profesaba luchar contra la importancia personal, pero que sin embargo
escribía un diario muy
meticuloso y tremendamente personal, llamado: "Mis sueños".
Cada vez que tenía la oportunidad, don Juan recalcaba que la energía necesaria para
liberar nuestra atención
de ensueño de la prisión de la socialización se obtiene reorganizando nuestra energía
existente. Nada podría
haber sido más cierto. El surgimiento de nuestra atención de ensueño es el resultado
directo de reformar
nuestras vidas. Como don Juan dijo, ya que no tenemos manera alguna de hacer uso de
una fuente externa
para incrementar nuestra energía, debemos reorganizar la existente mediante
cualquier recurso disponible.
Don Juan insistía en que el camino del guerrero es el mejor recurso que existe para
engrasar las ruedas de
esa reorganización de energía, y que de todas las premisas del camino del guerrero, la
más efectiva es "perder
la importancia personal". Estaba totalmente convencido de que perder la importancia
personal es indispensable
para todo lo que hacen los brujos; y por esta razón, puso una enorme presión en guiar
a sus estudiantes a
cumplir con este requisito. Su opinión era que la importancia personal no es sólo el
enemigo acérrimo de los
brujos sino también de la humanidad entera.
Don Juan argüía que empleamos la mayor parte de nuestra fuerza en mantener nuestra
importancia, y que
nuestro desgaste más pernicioso es la compulsiva presentación y defensa del yo; la
preocupación acerca de

También podría gustarte